El Aula Como Espacio Educativo

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El aula como espacio educativo

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Jaume Trilla Josep Puig


University of Barcelona University of Barcelona
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TEMA DEL MES

El aula como espacio


educativo
Los autores hacen un recorrido por cuatro modelos históricos de
organización de este espacio educativo: el lugar doméstico de la
enseñanza preceptoral; el aula-caos propia de la primera educación
colectiva; el sistema estricto y riguroso del aula tradicional, y, por
último, ese orden menos aparente pero más complejo y funcional
de las pedagogías críticas y alternativas.

Jaume Trilla y Josep M. Puig*

Espacios escolares, Interacción en el aula, Aula, Tiempo escolar, Historias de aula

Cualquier lugar puede ser bueno para enseñar y tir, como con la magdalena de Proust, del olor a
aprender, pero hay espacios que han sido expresa- cerrado del aula, y otro por el nombre que dejó gra-
mente diseñados para que en ellos se produzcan vado para la posteridad en su pupitre de madera. La
determinados procesos de enseñanza-aprendizaje. El memoria de cada cual, materializada en el espacio
aula es uno de estos lugares; seguramente, al menos que cobijó su experiencia de escolar, consistirá en
hasta ahora, el más específico y extendido. Tanto es bancos y mesas alineados o en distribuciones varia-
así que, si uno intenta traducir acciones genéricas bles según la actividad; en aulas estáticas que no
como enseñar y aprender a imágenes concretas, lo varían entre el primero y el último día de curso, o en
más probable es que la primera que se le venga a uno aulas evolutivas y dinámicas que físicamente van
a la cabeza sea la de una sala con un adulto dentro y reflejando el paso de las estaciones y de las vivencias
veinte o treinta niños y niñas distribuidos en mesas, y adquisiciones que tienen lugar en ellas.
con una pizarra en la pared frontal y otros aditamen- En fin, tantas aulas distintas como pedagogías di-
tos convencionales de eso que llamamos aula. ferentes deban ponerse en práctica en su interior; o
Pero como de aulas las hay y las ha habido de sea, toda una serie de tendencias de una suerte de
muchos tipos, a cada cual le viene a la cabeza un interiorismo pedagógico. O, incluso, de exteriorismo,
aula diferente, según las que en tanto que alumno pues hay quien metafóricamente ha hablado del aula
le correspondieran, o las que en tanto que maestro le sin muros para evidenciar que, cada vez más, preg-
haya tocado aderezar. A Alain, gran pedagogo neo- nantes experiencias de aprendizaje y de formación
tradicional francés del siglo pasado, le gustaban las están teniendo lugar en sitios y a través de conductos
paredes desnudas (“No apruebo que se cuelguen de apartados de las aulas escolares.
ellas cosas para mirar, aun bellas, pues es necesario Pero hoy, todavía el aula es el encuadre físico por
que la atención se vuelva al trabajo”), pero su com- excelencia diseñado para facilitar el tránsito de la cul-
patriota y coetáneo Célestin Freinet quería paredes tura y el aprendizaje transmisivo y vivencial de acti-
llenas de estantes para poner los materiales, los tudes, normas y valores. El aula es una encarnación
libros y las realizaciones de la clase, murales y cua- material de la pedagogía escolar. Es, quizá junto al
dros para colgar los planes de trabajo, los textos y libro de texto, la materialización más tangible del
dibujos de los escolares, el cartel del “yo critico, yo currículo; de ambos currículos: del explícito y tam-
felicito”... Uno rememorará su vivencia escolar a par- bién del mal llamado oculto, pues ya va resultando

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TEMA DEL MES

muy visible la manera en que los diferentes espacios


transmiten y facilitan la vivencia de valores también
distintos.

La configuración del medio educativo


En realidad, la acción pedagógica escolar (y tam-
bién la que se da en cualquier otro ámbito educativo:
familia, educación no formal, etc.) tiene siempre dos
dimensiones que suelen darse complementariamen-
te. La primera, que es la que más ha tematizado la
pedagogía, consiste en la relación personal y directa
que el educador mantiene con el educando o grupo
de educandos: el alumnado. La segunda dimensión
de la acción pedagógica, también siempre presente
en la práctica aunque quizá menos reflexionada en
la teoría, es la que consiste en configurar el medio
educativo. Los educadores, los buenos educadores,
casi siempre hacen simultáneamente estas dos co-
sas: interaccionan directamente con los destinata-
rios de su acción (les hablan, les explican lecciones, Primer modelo: el gabinete o estudio de la enseñanza
les aconsejan, les orientan, los amonestan, les sir- preceptoral
ven de modelo, los estimulan...) y diseñan, en la me-
dida de sus posibilidades, el entorno en el que se
da aquella interacción. Es una labor de diseño con
múltiples vertientes; para el caso del aula, los maes-
tros, por ejemplo, adecuan el espacio distribuyendo No podemos comprender mucho las aportaciones
las mesas de una u otra manera; ponen a disposi- pedagógicas de todos ellos si no las interpretamos
ción de los alumnos unas u otras, muchas o pocas, desde esta perspectiva de la configuración del medio
fuentes de información, además de la que ellos mis- educativo en todas sus vertientes: crean la institu-
mos representan; abren o cierran el aula al medio ción, organizan la colectividad, diseñan materiales y
exterior; facilitan que los alumnos interaccionen en- recursos, disponen el espacio. Todo ello para que el
tre ellos de una u otra manera (enfatizando la com- medio educativo (institucional, físico, simbólico y re-
petitividad y la emulación o la ayuda mutua y la lacional) sea el crisol de experiencias y prácticas gene-
colaboración), etc. radoras de aprendizajes y valores. Todo ello para que
Algunos de los grandes pedagogos de todos los el medio educativo sea justamente eso: un lugar en sí
tiempos (Comenius, Juan Bautista de la Salle, Lan- mismo educativo.
caster, Fröbel, Dewey, Montessori, Decroly, Makaren- A continuación intentaremos ejemplificar genéti-
ko, Neill, Freinet...) resultan especialmente ejem- camente algo de todo lo anunciado anteriormente.
plares en este sentido; es posible calificarlos como Presentaremos tres modelos históricos de aula, a los
plásticamente ejemplares, pues sus pedagogías las que añadiremos un modelo previo a los propiamente
podemos representar fácilmente de forma visual. No escolares que nos ayudará a entender precisamente
hay mejor manera de entender en qué consistían las la razón genérica del aula como lugar especial de
escuelas de enseñanza mutua que viendo el gravado enseñanza-aprendizaje (Trilla, 2002). Vamos a pedir
de un aula lancasteriana del siglo XIX; o la pedagogía al lector que antes de continuar leyendo eche una
de Fröbel con reproducciones de sus dones y mate- ojeada a las cuatro imágenes –una para cada modelo–
riales para los kindergarten; o a Montessori median- que acompañan el artículo.
te esas fotografías de principios de siglo con niños
trabajando y jugando en el suelo, unos con la torre
famosa, otros con letras componiendo palabras, otros Los lugares de la enseñanza preceptoral
reconociendo con los ojos tapados táctilmente su-
perficies diversas; o a la pedagogía antiautoritaria de El primer modelo de aula, en realidad, no era
Neill con las imágenes de algunos de sus libros, que todavía un aula; era el gabinete, estudio, biblioteca,
más parecen representar a pandillas de niños travie- habitación del niño o cualquier otro lugar doméstico
sos en vacaciones que a escolares en situación dis- en el que el preceptor o tutor radicaba en cada caso la
cente; o al sistema colectivista de Makarenko con educación y la enseñanza del hijo o hijos de la fami-
fotografías de la reunión de un destacamento, de la lia a la que servía. No se trata, por tanto, de enseñan-
banda de música o de los jóvenes trabajando en una za escolar sino de la que se ha llamado enseñanza
fábrica o un taller real de la Colonia Gorki; o a la preceptoral. Este sistema individualizado de enseñan-
magistral y riquísima pedagogía Freinet con la sim- za fue el convencional hasta el desarrollo y la expan-
ple descripción enumerativa de cómo era una de sus sión de la escuela tal y como la conocemos hoy en día.
aulas y de lo que había en ella. El sistema resultaba posible y funcional cuando eran

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TEMA DEL MES

sólo atiende al niño que tiene delante, mientras los


demás esperan su turno absolutamente descontrola-
dos, perdiendo el tiempo y sin ningún orden plausi-
ble. La clase es un pequeño caos, un espacio confuso.
Ante estas escuelas-caos que le fueron contemporá-
neas, Johann Amos Komensky, conocido como Come-
nius, ya se propuso transformar de alguna manera
este desorden y afrontar el reto de cómo un solo pre-
ceptor puede ser suficiente para cualquier número de
discípulos. Esto será posible, decía: “Si nunca se ins-
truye a uno solo, ni privadamente fuera de la escuela
ni públicamente en ella, sino a todos al mismo tiempo
y de una sola vez. No debe acercarse a ninguno deter-
minadamente ni consentir que nadie se dirija separa-
damente a él, sino que, sentado en lo alto de su cáte-
dra (donde pueda ser visto y oído por todos), extienda
como el Sol sus rayos sobre todos; y poniendo todos
en él sus ojos, oídos y entendimientos, recojan cuan-
Segundo modelo: el aula-caos, sin orden plausible to exponga de palabra o les muestre mediante imá-
genes o signos. Así se obtendrán de una vez muchos
resultados” (Comenius, 1971).
Comenius y otros grandes pedagogos reforma-
dores de los siglos XVII, XVIII y XIX crearán y desa-
muy pocos los alumnos que debían acceder al cono- rrollarán la escuela que luego, en el siglo XX, los
cimiento digamos académico; cuando eran contados nuevos reformadores –bebiendo de algunos ilustres
quienes habían de aprender a leer y a escribir y hacer- antecesores, como Rousseau, Pestalozzi, Fröbel...–
se con un bagaje de cultura general. Sin duda, el llamarán, con voluntad crítica y superadora, “escue-
sistema preceptoral constituía una forma totalmente la tradicional”.
elitista de enseñanza: sólo los hijos e hijas de aquellas
familias que podían permitirse un profesor –ahora
diríamos “particular”– podían gozar de él. El aula tradicional o el orden formal
La organización del espacio y el utillaje material y
de recursos que se requiere para esta forma de en- Ya se ve que entre la segunda y la tercera imagen ha
señanza presencial pero individualizada no son, en habido una transformación formidable: el caos se
realidad, muy complejos, como tampoco lo son los ha convertido en un orden estricto y riguroso. Ahora
procedimientos para mantener la disciplina en ese es- el espacio está organizado con bancos y pupitres ali-
pacio. De hecho, ahí casi todo se basa en la autoridad neados y orientados al frente con su pizarra y la tari-
moral del preceptor y en sus competencias intelec- ma y la mesa del profesor. El aula se ha convertido,
tuales y comunicativas. como diría Foucault, en una máquina de enseñar y

El aula-caos o pretradicional
Todo se complica bastante cuando un solo maes-
tro debe enseñar simultáneamente a numerosos
alumnos y alumnas. Acabamos de decir que el sis-
tema preceptoral era factible cuando la enseñanza
estaba reservada a muy pocos; en cambio, deja de
serlo cuando debe extenderse a capas cada vez más
amplias de la población. La solución será entonces
poner juntos a un número elevado de niños y ni-
ñas. Y eso son justamente las escuelas y las aulas:
los lugares específicos para la enseñanza colectiva
presencial.
La historia de la pedagogía escolar –desde un pun-
to de vista técnico– casi no consiste en otra cosa que
en ir resolviendo el problema de cómo puede ser via-
ble enseñar eficazmente a muchas personas a la vez.
Ya puede verse en la segunda imagen que inicialmen-
te, en aquellas escuelas primitivas, la eficacia instruc-
tiva no debía de ser muy elevada. En realidad, el pro- Tercer modelo: orden estricto, con bancos y pupitres
cedimiento didáctico utilizado en ellas continúa siendo alineados
el mismo del modelo preceptoral anterior: el maestro

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TEMA DEL MES

lectivo de los alumnos sólo se aprovecha como re-


curso para la emulación y el efecto vicario del casti-
go ejemplar.

El aula postradicional o el orden complejo


La cuarta imagen es un ejemplo de los múltiples
que podríamos elegir para ilustrar el cambio de para-
digma que representaron las variadas pedagogías es-
colares críticas que surgieron como alternativas a la
escuela tradicional.
Se trata de una transformación de fondo y de
forma: ya no es el maestro el centro de la clase y de la
actividad; la organización del espacio no tiene nada
que ver con el anterior y, sobre todo, es un espacio
variable y multifuncional; los alumnos se mueven y
Cuarto modelo: un espacio variable y multifuncional en hacen muchas otras cosas aparte de escuchar, se lle-
el que se mueven los alumnos y alumnas van a cabo experimentos y se manipulan los objetos
que hay que aprender; el aula es un laboratorio y un
taller, se ha superado de verdad el uniformismo,
pues la actividad es plural; se trabaja en grupo y la
interacción entre los alumnos no sólo es permitida
disciplinar, en un artilugio para formar individuos sino propiciada; en las aulas hay muchas más cosas
dóciles y útiles (Foucault, 1978). que sirven de fuentes de conocimiento y de medios
La clase se ha dividido en tantas parcelas como para acceder a él; hay orden pero es un orden mucho
escolares deba contener: cada alumno o alumna ten- más complejo: un orden y una disciplina que no
drá su lugar asignado, de manera que así se impiden provienen ya fundamentalmente de la palmeta, del
el desorden, los movimientos y la circulación incon- castigo o de la vigilancia panóptica, sino de la mo-
trolados de los niños y niñas. El maestro puede esta- tivación por lo que se hace y de la organización del
blecer las presencias y las ausencias con una mira- trabajo.
da rápida. Porque no se trata sólo de que en la clase Del puro desorden (aula pretradicional) se pasó a
haya tantos lugares como sujetos, sino de que cada un orden estrictísimo y formal (escuela tradicional),
sujeto tenga asignado el lugar concreto que le corres- y, de ahí, sobre todo durante el siglo XX, se ha pre-
ponda. La localización de cada cual no será en abso- tendido pasar a otra forma de orden, en este caso,
luto arbitraria, sino que se establecerá en función menos aparente pero mucho más complejo y funcio-
del lugar que cada alumno ocupe en una clasifica- nal. Es el orden de las escuelas creadas o propugna-
ción predeterminada: según su nivel de estudios, das por Montessori, Dewey, Ferriere, Decroly, Freinet,
el aprovechamiento o las calificaciones, la conducta, el Piaget y tantos más que entendieron y configuraron la
sexo... escuela como un medio privilegiado para generar
El aula tradicional está organizada y distribuida en prácticas activas, plurales, cooperativas, participati-
un espacio diáfano, panóptico, porque “El ejercicio de vas y conectadas con la experiencia; prácticas, en
la disciplina –explica el autor de Vigilar y castigar– definitiva, de aprendizaje significativo y de vivencia de
supone un dispositivo que coacciona por el juego de valores.
la mirada; un aparato en el que las técnicas que per-
miten ver inducen efectos de poder y donde, de recha-
zo, los medios de coerción hacen claramente visi-
bles aquellos sobre quienes se aplican” (Foucault, Para saber más
1978). Véase cómo en la tercera imagen de este ar-
tículo, comparada con la segunda, la clase se ha con-
vertido en un cuadrilátero regular y cómo de ella ha Trilla, Jaume (2002): La aborrecida escuela, Barcelona:
desaparecido cualquier rincón, obstáculo o barrera Laertes, pp. 56-68.
que impida que la mirada del maestro, desde el fren- Comenius (1971): Didáctica magna, Madrid: Editorial
te de la clase, pueda llegar directamente a todos los su- Reus, pp. 176.
jetos educandos y abarcar el espacio entero. Foucault, Michael (1978): Vigilar y castigar, Madrid: Siglo
El aula se ha convertido en el espacio funcional XXI.
para la transmisión vertical colectiva (de uno a mu-
chos) y uniforme (los muchos deben aprender y ha-
cer todos básicamente lo mismo). Pero, a la vez, en
otro sentido, el aula deberá facilitar el trabajo indi-
vidual (las interacciones horizontales estarán ge- * Jaume Trilla y Josep M. Puig son profesores de la Facultad
neralmente prohibidas y dificultadas por la propia de Pedagogía de la Universitat de Barcelona.
distribución). De hecho, la interacción dentro del co-

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