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El Aula Como Espacio Educativo
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All content following this page was uploaded by Jaume Trilla on 03 April 2015.
Cualquier lugar puede ser bueno para enseñar y tir, como con la magdalena de Proust, del olor a
aprender, pero hay espacios que han sido expresa- cerrado del aula, y otro por el nombre que dejó gra-
mente diseñados para que en ellos se produzcan vado para la posteridad en su pupitre de madera. La
determinados procesos de enseñanza-aprendizaje. El memoria de cada cual, materializada en el espacio
aula es uno de estos lugares; seguramente, al menos que cobijó su experiencia de escolar, consistirá en
hasta ahora, el más específico y extendido. Tanto es bancos y mesas alineados o en distribuciones varia-
así que, si uno intenta traducir acciones genéricas bles según la actividad; en aulas estáticas que no
como enseñar y aprender a imágenes concretas, lo varían entre el primero y el último día de curso, o en
más probable es que la primera que se le venga a uno aulas evolutivas y dinámicas que físicamente van
a la cabeza sea la de una sala con un adulto dentro y reflejando el paso de las estaciones y de las vivencias
veinte o treinta niños y niñas distribuidos en mesas, y adquisiciones que tienen lugar en ellas.
con una pizarra en la pared frontal y otros aditamen- En fin, tantas aulas distintas como pedagogías di-
tos convencionales de eso que llamamos aula. ferentes deban ponerse en práctica en su interior; o
Pero como de aulas las hay y las ha habido de sea, toda una serie de tendencias de una suerte de
muchos tipos, a cada cual le viene a la cabeza un interiorismo pedagógico. O, incluso, de exteriorismo,
aula diferente, según las que en tanto que alumno pues hay quien metafóricamente ha hablado del aula
le correspondieran, o las que en tanto que maestro le sin muros para evidenciar que, cada vez más, preg-
haya tocado aderezar. A Alain, gran pedagogo neo- nantes experiencias de aprendizaje y de formación
tradicional francés del siglo pasado, le gustaban las están teniendo lugar en sitios y a través de conductos
paredes desnudas (“No apruebo que se cuelguen de apartados de las aulas escolares.
ellas cosas para mirar, aun bellas, pues es necesario Pero hoy, todavía el aula es el encuadre físico por
que la atención se vuelva al trabajo”), pero su com- excelencia diseñado para facilitar el tránsito de la cul-
patriota y coetáneo Célestin Freinet quería paredes tura y el aprendizaje transmisivo y vivencial de acti-
llenas de estantes para poner los materiales, los tudes, normas y valores. El aula es una encarnación
libros y las realizaciones de la clase, murales y cua- material de la pedagogía escolar. Es, quizá junto al
dros para colgar los planes de trabajo, los textos y libro de texto, la materialización más tangible del
dibujos de los escolares, el cartel del “yo critico, yo currículo; de ambos currículos: del explícito y tam-
felicito”... Uno rememorará su vivencia escolar a par- bién del mal llamado oculto, pues ya va resultando
El aula-caos o pretradicional
Todo se complica bastante cuando un solo maes-
tro debe enseñar simultáneamente a numerosos
alumnos y alumnas. Acabamos de decir que el sis-
tema preceptoral era factible cuando la enseñanza
estaba reservada a muy pocos; en cambio, deja de
serlo cuando debe extenderse a capas cada vez más
amplias de la población. La solución será entonces
poner juntos a un número elevado de niños y ni-
ñas. Y eso son justamente las escuelas y las aulas:
los lugares específicos para la enseñanza colectiva
presencial.
La historia de la pedagogía escolar –desde un pun-
to de vista técnico– casi no consiste en otra cosa que
en ir resolviendo el problema de cómo puede ser via-
ble enseñar eficazmente a muchas personas a la vez.
Ya puede verse en la segunda imagen que inicialmen-
te, en aquellas escuelas primitivas, la eficacia instruc-
tiva no debía de ser muy elevada. En realidad, el pro- Tercer modelo: orden estricto, con bancos y pupitres
cedimiento didáctico utilizado en ellas continúa siendo alineados
el mismo del modelo preceptoral anterior: el maestro