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PROPUESTA DE MANEJO FITOSANITARIO DE LA ENFERMEDAD

“MOKO” EN PLANTACIONES DE BANANO Y PLÁTANO

Cortés Andrés*, Daza Sandra*, Gómez Valentina*, Medrano Andrés*, Flórez Julián*, Pasuy
Valentina*.
*Estudiantes de pregrado ingeniería agronómica. Grupo 6. Manejo integrado de
enfermedades. 27 de noviembre del 2023.

Introducción
El sector agropecuario aporta gran parte de la economía colombiana, las exportaciones del
grupo de productos agropecuarios, alimentos y bebidas alcanzaron los US$ 11.551,6 millones
en el año 2022, siendo el banano el segundo rubro agrícola más exportado por Colombia
después del café (DANE, 2022). El cultivo de banano cuenta con un participación del 5,3%
en el PIB agrícola, Colombia ocupó el noveno lugar a nivel mundial en producción de banano
con 2.238.312 toneladas y un área sembrada de aproximadamente 60.000 hectáreas, mientras
el plátano es el cultivo más sembrado en el país, Colombia ocupó el quinto lugar a nivel
mundial en producción de plátano con 4.279.833 toneladas y un área sembrada de 460.807 ha
para el año 2020 según el Ministerio de agricultura.

Uno de los principales limitantes en la producción de estos cultivos es la enfermedad del


moko de las musáceas, causado por la bacteria gram negativa Ralstonia solanacearum,
ocasionando pérdidas en producción superiores al 75% (Alvarez et al., 2015) sin embargo, el
cálculo de las pérdidas causadas en los cultivos por este patógeno se dificulta dado a la
irregularidad en la recopilación de datos, más se estima que son extremadamente altas en
todo el mundo (Paudel et al., 2020). En Colombia, la enfermedad se reportó por primera vez
en 1954 en el departamento del Tolima (Toomey, 2004), desde entonces, más del 95 % de las
plataneras se han visto afectadas por esta bacteria y ha reducido la producción de plátano en
las principales áreas sembradas, generado pérdidas hasta del 100%, siendo la semilla la
fuente de infección primaria en las zonas libres de enfermedad (Alvarez et al., 2015) en áreas
afectadas se generan pérdidas económicas por la no producción durante los meses de
cuarentena y resiembra. La enfermedad se presenta en cualquier estado fisiológico de la
planta y se desarrolla ascendentemente cuando R. solanacearum penetra el sistema radical o
pseudotallo por herida y de forma descendente cuando es causada por herramienta infectada o
por el ataque de insectos. Al ingresar la bacteria, se multiplica por fisión bacteriana y origina
el taponamiento de haces vasculares, provocando debilitamiento por deficiencia de agua y
nutrientes, ocasionando finalmente la muerte (Hurtado, 2012). R. solanacearum tiene una
distribución global, la cual se clasifica en cinco razas, en donde, la enfermedad de moko es
causada por la raza 2, biovar 1; es cuarentenaria y a altas temperaturas puede infectar a las
familias Musaceae y Heliconiaceae, se ha confirmado su presencia en más de 40 países de
todos los continentes, siendo América el continente más afectado (European and
Mediterranean Plant Protection Organization, 2018).

Los síntomas pueden tardar semanas en desarrollarse aumentando el riesgo de diseminación


al no ser detectadas las plantas enfermas tempranamente, se induce un marchitamiento que
inicia con amarillamiento colapso de las hojas jóvenes progresando hacia las hojas más
viejas, los tejidos vasculares se tornan necroticos, especialmente los de la zona central del
pseudotallo, en plantulas recién sembradas aparece un amarillamiento generalizado y luego
necrosis, en infecciones tempranas se produce un desarollo anormal del racimo; en plantas
jovenes aparecen hojas secan en medio de hojas asintomaticas o la hoja bandera
completamente necrosada, internamente se aprecian lesiones de color amarillo palido,
pardorojizo o negro al cortar el raquis floral, los frutos, el pseudotallo o los cormos, cuando el
ataque es tardio, las frutas inmaduras muestran color amarillo y pudrición de la pulpa,
(Alvarez et al., 2015). Esta bacteria tiene una fácil diseminación, alta variabilidad genética y
fisiológica, requiere de un exigente y riguroso control en áreas afectadas, puede sobrevivir
por días o años en agua, suelo húmedo o en capas profundas del suelo (mayores a 75 cm)
dependiendo de la temperatura; a temperaturas bajas la población disminuye aunque puede
sobrevivir en un estado latente, su temperatura óptima de crecimiento se encuentra entre
28-32 °C, para algunas cepas la temperatura óptima puede ser inferior a 27 °C (Valencia et
al., 2014), la humedad relativa óptima se encuentre entre 87-92 %, el pH del suelo
ligeramente ácido a neutro; la propagación es propiciada por los rizomas infectados, cortes en
las plantas, el uso de herramientas contaminadas, el movimiento de suelo contaminado e
insectos que transportan la bacteria desde retoños y flores infectadas a plantas sanas, así
como otras plantas que sirvan al patógeno como hospedero (Heliconia spp.) (Sumi et al,
2022).

Propuesta de manejo

En primera instancia se debe caracterizar el sistema con el objetivo de establecer las zonas
donde se categorice el impacto de esta enfermedad, las cuales se clasifican de acuerdo los
factores que incrementan la susceptibilidad de las musáceas a la enfermedad del moko,
“...debido a las limitadas opciones de control más allá de medidas cuarentenarias y prácticas
agrícolas, y con la intención de disminuir productos de síntesis química” (González et al.,
2009, Valencia et al., 2014). Dichos factores contemplan la elección del material de
propagación base como uno de los principales, seguido de las prácticas culturales asociadas
con la mecanización del terreno previo al establecimiento del cultivo ya que como se ha
reportado en estudios previos, este patógeno se disemina por medio del agua de escorrentía a
partir de suelo infestado. También es importante la implementación de estos protocolos
después del establecimiento, ya que las herramientas de corte para podas e incluso las botas
del personal deben sujetarse a estos procesos de desinfección (Álvarez et al., 2013), dado a la
fácil diseminación de la bacteria por medio de material contaminado. También está la
contaminación por el contacto directo de raíces, vectores como los insectos polinizadores,
animales domésticos los cuales transportan la bacteria desde el sitio de infección primaria: la
cual se distribuye desde la hoja, la base del pseudotallo y las flores hacia las plantas sanas
(Grajales et al., 2022).

Por lo que las medidas de manejo se centran en la prevención y la detección temprana del
patógeno, empleando modelos basados en el uso de sistemas de información geográfica, con
el objetivo de identificar los posibles focos de infección, para lo cual (Munar et al., 2010), ha
identificado como focos de dispersión de la enfermedad, los que están asociados a teleférico
de transporte de frutas y canales de drenaje, con este hallazgo se pretenden tomar medidas
como una sectorización de las zonas de riesgo, donde se erradiquen las plantas infectadas a
tiempo, lo cual es útil al reducir la propagación de la enfermedad.

Posteriormente se debe elegir el material de propagación adecuado (variedades resistentes),


las cuales actualmente existen y se han venido trabajando, pero no se han implementado a
nivel comercial, ya que este tipo de estrategía demanda de grandes inversiones por parte de
los entes investigadores. No obstante, para el caso de Colombia y según el estudio de
(Valencia et al., 2014). “Se destacaron los genotipos de banano FHIA 17, FHIA 01, Sedita y
Yangambi Km5; siendo este último el de mejor respuesta, ya que no presentó síntomas de la
enfermedad con ninguna de las cepas. Los genotipos de plátano con menor severidad de la
enfermedad fueron: Pelipita, Saba, Fougamou, Maritú y Pisang Ceylan”. De igual manera,
(López- Alvarez, 2022) resalta que “La resistencia varietal lograda ya se sea mediante cruces
convencionales o a través de variaciones somaclonales (Hwang & ko, 2004) es considerada
como una de las mejores opciones debido a que no afecta el medio ambiente, disminuye
significativamente el uso de otras prácticas de manejo como el control químico o prácticas
culturales que requieran mano de obra que incrementan los costos de producción (Blomme et
al., 2017; García-Bastidas et al., 2019; Subramaniam et al., 2006)”. Se deben establecer
prácticas para la desinfección de herramientas (deshojadoras, palines, machetes, etc) con un
bactericida como hipoclorito de sodio (2.5%), por medio de la aspersión de las herramientas
al hacer las labores en cada planta, así como el establecimiento de zonas en la entrada del
cultivo y sus lotes, igualmente con hipoclorito de sodio para la desinfección del calzado al
entrar y salir, renovando cada 3 horas la solución de hipoclorito de sodio (Álvarez et al.,
2015).
Considerando que se tenga un cultivo previamente establecido, se debe evaluar si en la zona
hubo o se reportan casos de Moko y en caso de que se presente la enfermedad, la medida
implementada consta en la erradicación usando 25 mL de glifosato sin diluir inyectado al
pseudotallo en un radio de 5-10 m a partir del foco inicial en las plantas adultas con síntomas
como la clorosis y marchitamiento desde las hojas, donde se evidencia una epinastia seguida
de un cambio de coloración abrupto por pérdida de pigmentos fotosintéticos, lo que agota el
tejido hasta llevarlo a un estado de senescencia o pudrición (Álvarez et al.,2013). De igual
forma, se observa esta sintomatología en los colinos de las plantas afectadas, ya cuando estas
se encuentran en estados avanzados de la enfermedad, por lo que el patógeno puede ser
fácilmente dispersado desde el material de propagación, por lo anterior una de las
recomendaciones es realizar la aplicación de 5 mL de glifosato en colinos de plantas
infectadas junto con la marcación de los sitios afectados, como parte del protocolo
establecido por el ICA y el CIAT(FAO, 2013). Por medio de lo que se pretende establecer un
sistema de monitoreo y alerta temprana sobre los focos identificados de manera que:
1. Se establezca un único punto de entrada y salida para la finca,delimite el área afectada
y establezca puntos de desinfección.
2. Se erradique todas las plantas ubicadas en un radio de 5-10 metros alrededor del foco
inicial.
3. Después de 20 días de aplicar el herbicida, tale todas las plantas, incluyendo sus
cormos, frutos, hojas, rizomas y raíces. Luego, se retira todo el suelo donde estaba la
planta enferma y se aplica un producto bactericida. A pesar de que no se ha probado
la eficacia de productos a base de controladores biológicos como Pseudomonas putida
(bacterias promotoras del crecimiento de las plantas (PGPR), las cuales logran
controlar la enfermedad, aumentando la disponibilidad de nutrientes, transformarlos a
formas asimilables por la planta, producir fitohormonas y brindar un control biológico
de fitopatógenos), P. fluorescens, Bacillus pumilus, B. subtilis y Trichoderma spp, el
cual es uno de los controladores más estudiados llegando a tener un 90% de eficiencia
en condiciones de laboratorio (Ramírez et al., 2020). Sin embargo no existen
productos comerciales en colombia todo se limita a ensayos experimentales y
desarrollo científico (Sánchez, 2021). Por ejemplo en Manizales se llevó a cabo un
estudio donde se realizaron pruebas de antagonismo in vitro de Streptomyces spp,
mostrando alta efectividad (Ramírez et al., 2020). Una práctica que ha tomado
relevancia en el control biológico es la prospección de bacteriófagos nativos para el
control de enfermedades causadas por bacterias, enfocando los esfuerzos de control a
prácticas culturales que permitan el desarrollo de la microfauna del suelo (Torres, G.
et al 2013), como lo son la incorporación de materia orgánica, que a su vez mejorará,
la estructura del suelo y permitirá reducir el pH, ello considerando que el patógeno R.
solanacearum no se desarrolla por debajo de un nivel de pH de 4,4, según lo señalado
por Bhanwar (2022), quien indica que los valores de pH comprendidos entre 5 y 7 son
óptimos para el crecimiento de esta bacteria. Finalmente los productos Agroguard®,
14PDA3A T. viride (50 ml/planta) y el producto Ecoterra® (0,5 g, mezcla de
Azotobacter chroococcum, Pseudomonas aureofaciens, Bacillus licheniformis, B.
megaterium y B. subtilis), fueron bastante eficaces al momento de controlar a R.
solanacearum, sin embargo, en colombia estos productos no se encuentran registrados
por lo que el control biológico de Ralstonia en musáceas aún es limitado (Ramírez et
al., 2020).
4. Se cubre el área afectada con plástico de 15 a 30 días y finalmente se retira dicha
cobertura con el fin de evitar la dispersión del patógeno.
5. Se realice un canal o zanja alrededor del área para evitar cualquier escorrentía de
material contaminado debido a la lluvia o el propio material infectado.
6. Después de controlar los brotes iniciales, deberá haber visitas regulares (quincenales)
al sitio de producción durante 6 meses para detectar nuevos brotes (monitoreo).
También, se deberá permitir al menos 6 meses sin cultivos ni malezas en el área
afectada después del tratamiento ( SENASICA.2023).

Consideraciones finales
La evaluación espacial de las enfermedades en los cultivos es vital para estimar parámetros
en regiones no muestreadas. En lo que respecta a las plantaciones de plátano, el análisis
espacial puede ofrecer información valiosa tanto a los gestores como a los propietarios de las
plantaciones. Este enfoque se ha utilizado para clasificar y medir diversos aspectos del
crecimiento y desarrollo del plátano en función de los factores que puedan limitar o favorecer
el rendimiento de los cultivos (Grajales et al., 2022).
Se recomienda una estrategia integral que combine prácticas culturales, control químico
seguro y eficiente, estrategias de mejoramiento genético y, en casos específicos, la
propagación in vitro para gestionar de manera efectiva la enfermedad y minimizar su impacto
en la producción agrícola. La diversificación de enfoques permitirá un manejo más sostenible
y adaptativo a las condiciones específicas de cada plantación.

ANEXO
Recomendaciones de acuerdo a lo evaluado en la tabla 1.

Prácticas culturales como:


● Implementar medidas de desinfección regular de herramientas utilizadas en la
plantación.
● Controlar activamente la presencia de heliconias, ya que son hospedantes alternos de
la enfermedad.
● Realizar procesos de solarización y aireación del terreno, especialmente durante
épocas secas, de acuerdo a Patricio et al. (2005).
● En plantaciones afectadas, remover continuamente las flores masculinas después de la
última mano para limitar la propagación de la enfermedad.

Control químico:
● Considerar alternativas ecológicas y seguras para el control, como el uso de Tagetes
patula, calfos y fertilizantes, como tratamientos experimentales dentro de su cultivo.
● Evaluar la eficacia de estos tratamientos en comparación con opciones químicas
convencionales, priorizando aquellas que demuestran ser eficientes y respetuosas con
el medio ambiente.

Control genético:
● Explorar el mejoramiento genético asistido mediante técnicas como la extracción de
ADN y el uso de marcadores moleculares.
● Priorizar la identificación y selección de genes que promuevan resistencia a la
bacteria, especialmente aquellos reportados en estudios previos en Arabidopsis.
● Concientizar sobre la importancia de la resistencia genética en el manejo de suelos
con cepas patogénicas (Hernández, 2010).

Propagación in vitro:
● Considerar la propagación in vitro como una herramienta para obtener plantas sanas y
libres de la enfermedad.
● Evaluar los beneficios de esta técnica en términos de producción de plantas
saludables, aunque se debe tener en cuenta el costo asociado y buscar formas de
optimizar la eficiencia económica.

Tabla 1. Sistema de soporte de decisiones


FACTOR DE VALOR NIVEL VALO OBSERVACIONES
RIESGO R

Temperatura 0,3 <4°C 0,0 La población de la bacteria


disminuye rápidamente en
20 °C 0,3 temperaturas bajo los 4 °C
(Bhanwar, 2022), mientras que el
30 - 35 0,7 rango en el que se ve un mejor
crecimiento empieza desde los 20
>41°C 0,0
°C siendo la temperatura óptima
entre los 30 y 35 °C, con un
máximo de 41 °C en el que ya no
se observa crecimiento.

pH 0,05 <4,4 0 R. solanacearum no crece por


debajo de un umbral de pH de
5-7 1 4,4, mientras (Bhanwar, 2022),
indica, que los pH de entre 5 a 7
> 7,5 0 son los mejores para el
crecimiento de la bacteria.

Suelo 0,05 Arenoso 0,1 Los suelos arcillosos presentan


menor porosidad por lo cual
Franco 0,3 retiene en las micelas del suelo la
bacteria.
Arcilloso 0,6

Humedad 0,3 <50% 0 La alta humedad en el suelo que


favorece el contacto de la
55 - 90% 0,4 bacteria con las raíces de la
planta
>95% 0,6

Medio 0,3 Humanos 0,2 La bacteria puede ser diseminada


dispersión a través de las herramientas
Herramientas 0,3 utilizadas para realizar la poda,
infectadas de manera que las heridas
causadas durante las labores
culturales como el deshije,
destalle, deshoje, apuntalamiento
y corte del racimo propician
sitios de infección (Stover, 1972;
González 1987; Belalcázar et al.,
2004) El empleo de machetes
infectados es uno de los medios
más importantes de contagio
(Buddenhagen y Elasser, 1962)

Material 0,2 La transmisión del Moko del


propagativo plátano a través de semilla o
infectado hijuelos infectados constituye la
principal vía de propagación del
patógeno a nivel local y a largas
distancias (Gonzáles, 1987)

Insectos 0,1 Las abejas Trigona corvina y


avispas del género
Polybia sp., pueden transportar
sabia infectada con
la bacteria R. solanacearum raza
2, hasta las
cicatrices recientes de la flor
masculina, induciendo
la infección rápida en tejidos
sanos (Buddenhagen
y Kelman, 1964).

Factor de riesgo valor

Alto 0,6 -1

Medio 0,2 - 0,5

Bajo <0,2

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