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I. Planteamiento
La seguridad es una prerrogativa inalienable que el Estado debe garantizar. Pero esta
obligación debe materializarse de tal forma que se garantice a los gobernados la defensa de
sus derechos y libertades, así como la certeza de que no se invadirá la esfera de la
vida privada.
Esta será la reflexión central sobre la que versará el presente trabajo. En forma sucinta
intentaremos demostrar que en la búsqueda de dicha seguridad se pueden ver
conculcados derechos fundamentales como la libertad, la intimidad, la privacidad, la
protección de datos personales, el derecho a la propia imagen, a la libertad de transito,
de asociación y al debido proceso en el derecho administrativo.
II. Antecedentes
Autores como Francesc Guillén Lasierra (2019) y José Soto Galindo (2023), cada uno
por su lado, nos ofrecen una muy buena narrativa de los orígenes del uso de la
videovigilancia en el mundo occidental que vale la pena retomar para la construcción del
presente ensayo.
El primer dato que se tiene del uso del video es a principios del siglo XX, siendo su
precursor el ingeniero estadounidense Frank B. Gilbreth2, quien experimento con
cámaras para monitorizar el comportamiento de los obreros en una fabrica. En ese
1
Bernal Gonzalez Hilda. Egresada de la Facultad de Psicología (2007) de la UNAM; actualmente en proceso de titulación de la Licenciatura en Derecho en la
Facultad
de Derecho de la UNAM; Curso Superior de Posgrado en Derecho Civil (2019) en la Facultad de Derecho de la UNAM.
2
Soto Galindo, J. ¿Qué es la Videovigilancia? Periódico Digital ECONOMICÓN. Recuperado de https://economicom.mx
entonces el objetivo que se buscaba con la aplicación de esta herramienta era mejorar y
acelerar la producción industrial.
En la segunda mitad del siglo XX, con la aparición de nuevos fenómenos sociales como
el incremento sostenido de la delincuencial, la manifestación de hechos vandálicos por
grupos de la sociedad civil, la percepción generalizada de inseguridad en los centros
urbanos y los actos reivindicatorios de los llamados “grupos terroristas”, propicio que los
gobiernos vieran en la tecnología del video un nuevo uso: la vigilancia y control del
espacio publico.
Desde esta nueva óptica, en la década de 1950 algunos países de Europa empezaron a
utilizar cámaras para controlar el trafico de vehículos y como una medida para reforzar la
seguridad en bancos y centros comerciales.
En los años sesenta Estados Unidos de América y el Reino Unido instalaron en sus
ciudades sistemas de videovigilancia para mantener el control de manifestaciones y
desórdenes en espacios públicos. Poco después, animados por su aparente eficacia,
otros países del mundo occidental adaptaron esta herramienta para la vigilancia de
infraestructura pública (escuelas y hospitales), transporte público y de la propiedad
privada.
A finales de los ochenta Francia, España e Italia aplicaron esta tecnología tanto para el
control de la criminalidad como para la vigilancia de grandes concentraciones de
personas.
III. Desarrollo
El mismo autor nos dice que dentro de los objetivos de la seguridad pública podemos
mencionar los siguientes: “mantener el orden público, proteger la integridad física de las
personas y sus bienes, prevenir la comisión de delitos e infracciones administrativas,
colaborar en la investigación y persecución de los delitos, auxiIiar a la población en caso
de siniestros o desastres y aportar elementos probatorios en el desarrollo de procesos
jurisdiccionales4”
Para llevar a cabo este conjunto de actividades se necesita la presencia de una figura
central, la policía, el recurso humano indispensable para concretar los planes y
programas de la autoridad. Sin embargo, como se narra en el apartado de
antecedentes, en el proceso de evolución de nuestras sociedades las funciones
asignadas a las instituciones de seguridad fueron aumentando a tal grado que la
capacidad humana de protección y vigilancia no solo se torno complicada sino también
insuficiente. Fué necesario entonces la búsqueda de soluciones, encontrando en la
tecnología una herramienta de auxilio para los operadores del sistema de seguridad.
Entre otras herramientas, las cámaras de video, casi de forma natural, pasaron a formar
del equipo y logística de la labor policial. Aparece entonces un vínculo inseparable: la
vigilancia y la seguridad pública.
2. Concepto de videovigilancia
Hoy en día no podemos concebir que un cuerpo de seguridad pueda desarrollar las
funciones de prevención, protección y auxilio ciudadano sin contar con mecanismos de
vigilancia adecuados.
3
Gonzales Ruiz, S. et al., (1994). Seguridad Pública en México. Problemas, Perspectivas y Propuestas. (1ª ed.) México, UNAM. p.43
4
Ibidem, p.43
3
Según la Real Academia de la Lengua Española la videovigilancia se define como
“vigilancia a través de un sistema de cámaras, fijas o móviles”. Para nosotros la
definición más adecuada es aquella que señala que la videovigilancia “es un sistema
que permite captar imágenes fijas o en movimiento, con mayor alcance, visión y
resolución, que posibilita su almacenamiento, consulta y tratamiento, a distancia,
inalámbricas, de conexión a Internet , y que se encuentra en constante incremento de
sus capacidades, según el estado actual de la propia tecnología5”
Teóricamente su aplicación tiene que producir beneficios en varios ámbitos: “reducción
del miedo al delito y del sentimiento de inseguridad en general, provocar un efecto
disuasivo para hipotéticos infractores, servir de apoyo en investigaciones policiales y
como auxiliar para los servicios inteligencia” (Guillén Lasierra F, 2019).
Con esta nueva tecnología ahora es posible que una gran cantidad de videos e imágenes
puedan estar almacenados en la Ilamada “nube", acceder a la información desde
cualquier lugar del mundo, contar con una capacidad casi ilimitada de procesamiento y
transferencia de datos y poder almacenar altos volúmenes de información sin necesidad
de contar con equipos fijos de computo, software y servidores.
5
Ibarra Sanchez, E. Videovigilancia y Seguridad Pública. p. 365. Recuperdo de www.juridicas. umam.mx
4
de vital importancia establecer normas locales, nacionales e internacionales que
garanticen la confidencialidad, integridad y seguridad de la información contenida en la
nube y evitar que con estas nuevas aplicaciones se conculquen derechos como la
protección de datos personales, la intimidad y la privacidad.
En este mismo bloque el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos
y de las Libertades Fundamentales7 , en su artículo 8º dispone como pre-requisito para
decidir sobre el uso de tecnología, valorar si con esta acción se respeta el derecho a la
vida privada y familiar y la inviolabilidad del domicilio.
6
Guillen Lasierra F, (2019). Videovigilancia: Ojos para el Control (1ºedición) Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Barelona España: Editorial FUOC.
p.10eP
7
Texto disponible en: <https://www.echr. coe.int/Documents/Convention_SPA.pdf>
5
Por último, el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea8, en su artículo 16,
contempla el derecho a la protección de los datos personales.
A nivel Nacional, en el régimen jurídico mexicano no existe una Ley Federal que regule
la instalación y uso de la videovigilancia por parte de organismo públicos o privados.
Tampoco existe una norma general que garantice que la información generada por los
equipos y sistemas de videovigilancia sea tratada aplicando los principios mínimos de
confidencialidad, integridad y seguridad.
Los avances en la materia los podemos encontrar en algunas entidades federativas que
han entendido la necesidad de contar con algún tipo de normativa que permita su
regulación, esfuerzo encomiable pero carente de una visión integral como consecuencia
de haberse construido con base en la adopción de principios aislados, considerados mas
o menos relevantes y necesarios.
8
Texto disponible en: <https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX:12012E/TXT>
9
Texto disponible en: <https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX:32016R0679>
10
Texto disponible en: https://edps.europa.eu/sites/edp/files/publication/10-03-17_video-surveillance_guidelines_en.pdf,
11
Texto disponible en: <https://necessaryandproportionate.org/ es/necesarios-proporcionados>
6
Así las cosas, desde 2008 la Ciudad de México cuenta con la Ley que Regula el Uso de
Tecnología para la Seguridad Pública del Distrito Federal, instrumento a través del cual
se norma la ubicación, instalación y operación de equipos y sistemas tecnológicos a
cargo de la Secretaria de Seguridad Pública.
En el Estado de Yucatán desde 2018 esta vigente la Ley de Videovigilancia del Estado,
marco normativo donde se establecen las bases para la adquisición, ubicación,
instalación y operación de las cámaras de videovigilancia y los sistemas y equipos
tecnológicos complementarios, así́ como para la recopilación, sistematización, resguardo,
custodia, administración, uso, suministro e intercambio de la información que de ellos
provenga.
Otros estados que cuentan con una legislación específica sobre videovigilancia son
Aguascalientes, Baja California Sur, Colima, Durango y recientemente Morelos.
Como ya se menciono, todos estos ejercicios son elogiables, ya que han incorporado en
su legislación respectiva principios y normas del derecho internacional (el caso mas
acabado es la Ley que Regula el Uso de Tecnología para la Seguridad Pública del Distrito
Federal), pero el esfuerzo es insuficientes no solo por la velocidad con la que avanza la
tecnología en general, sino también por el desfase que tenemos respecto a las normas
de carácter internacional y los efectos inmediatos de la aplicación tecnológica en
nuestras comunidades. Hay avances importantes, sin embargo, para estar a la altura
tendríamos que estar ya trabajando en como incorporar en la legislación vigente cuatro de
los preceptos contemplados en los Principios Internacionales sobre la Aplicación de los
Derechos Humanos a la Vigilancia de las Comunicaciones, es decir: la supervisión
independiente, la integridad de las comunicaciones y sistemas, garantías contra el acceso
ilegitimo y el derecho al recurso efectivo. Su integración a la legislación nacional local
(CDMX) estimularía la creación legislativa en otras entidades federativas.
V. Conclusión
Para ello será necesario avanzar en el terreno jurídico legal no solo al mismo ritmo en
que aparezca la nueva tecnología, sino también en concordancia con el contenido y
significado de las normas internacionales. No tiene sentido avanzar en el ámbito nacional
si no se hace lo conducente a nivel internacional. Dado la esencia de la tecnología, me
atrevo a afirmar que si no regulamos primero lo internacional de nada servirá contar con
7
reglas para la conducción nacional. No somos dueños de la tecnología y esto nos ubica
en una relación asimétrica y de desventaja. Si no formamos parte de los acuerdos
internacionales, los grandes corporativos nos impondrán sus reglas y condiciones para el
uso tecnológico.
8
BIBLIOGRAFÍA