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a.

Soy joven y estoy cómodamente sentado en un medio público de transporte; sube una persona
bastante mayor y todos los asientos están ocupados. ¿Le he de ofrecer mi asiento? ¿Qué debo
hacer? Universalizo: Siempre que una persona mayor acceda a un medio público y no haya asientos
libres, una persona joven le ha de ofrecer el suyo.

b. Una persona desesperada y con asco por la vida, pero todavía con capacidad racional, quiere
suicidarse. Se pregunta si debe o no hacerlo. Universaliza: Si una persona, sea quien sea, se
encuentra en situación desesperada y desagradable, ha de quitarse la vida.

c. Un individuo, obligado por la necesidad, quiere pedir que le presten dinero; pero sabe muy bien
que no podrá devolverlo. Pero también ve que no le prestarán nada si no promete firmemente
volverlo en un tiempo determinado. ¿Qué debe hacer? Universaliza: Cuando uno cree que necesita
dinero, lo puede pedir prestado y prometer devolverlo, aunque sepa que no lo hará nunca.

d. Prometí a un amigo que le explicaría de que va un libro que le toca leer, pero cuando es el
momento me pregunto si no sería mejor ir al cine. ¿Qué tengo que hacer? Universalizo: Siempre
que se hace una promesa a un amigo, ésta se ha de cumplir; no se pueden desatender las promesas.

e. Una persona que tiene talento y que puede aportar mucho a la sociedad, contempla la posibilidad
de vivir cómodamente y sin esfuerzo. Se pregunta si ha de esforzarse desarrollando sus ventajosas
disposiciones naturales o limitarse a disfrutar de la vida. ¿Qué debe hacer? Universaliza: Siempre
que se dispone de un buen talento se ha de dejar que se oxide y dedicarse al ocio y a la diversión.

f. Una persona a la que todo le va muy bien, a pesar de que en su entorno otras personas viven
con bastantes dificultades, piensa que esto a él no le incumbe y no tiene ningún interés en aportar
nada para el bienestar de estos necesitados. ¿Qué debe hacer? Universaliza: Cuando a uno las cosas
le van bien y ve que los otros pasan dificultades, no tiene que hacer nada para ayudarlos.

g. Un chico, que tiene costumbres ecológicas haciendo la selección de residuos, constata que
bastante gente de su barrio no lo hace, incluso, disponiendo de contenedores. ¿Qué debe hacer?
¿Ha de mantener la costumbre? Universaliza: Si cuando uno o unos no hacen aquello que conviene
todos lo dejaran de hacer, nunca conseguiríamos mejoras.
COGITO ERGO SUM
May 3, 2016 / Esteban Gabriel Santana Cabrera

¿ Se puede obligar a pensar? ¿Podemos llegar a tener un pensamiento realmente eficaz? Quiero comenzar mi
reflexión de hoy con un fragmento de la segunda meditación de Descartes y de donde sale su célebre frase «cogito
ergo sum« o «pienso, luego existo»:

«¿Qué es, pues, lo que soy? Una cosa que piensa. ¿Y qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que concibe, que
afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina, también, y que siente.» Otro es pensar; y encuentro aquí que
el pensamiento es un atributo que me pertenece: es el único que no puede ser separado de mí…Ahora bien, yo soy una
cosa verdadera y verdaderamente existente; pero ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa».

A propósito de estas sabias palabras y si analizamos el comportamiento humano en general, podemos afirmar que
vamos por la vida «como locos» y hacemos en múltiples ocasiones las cosas sin pensar.

Ante hechos de nuestra vida cotidiana como ir de compras al supermercado o a la tienda, a comprarnos una pieza de
ropa o elegir la compañía telefónica, comprarnos un coche o firmar una hipoteca con ésta o aquélla entidad bancaria…
la mayoría de las veces elegimos un producto u otro porque los vemos en la televisión, por el color, la marca, o
simplemente porque nos llama la atención.

Pero, ¿realmente, nos hemos parado a pensar por qué elegimos uno u otro? Seguro que la mayoría de nosotros
responderemos que NO. Pero es un no más que justificado, ya que no estamos acostumbrados a pensar de manera
eficaz, nadie nos ha enseñado desde pequeños a hacerlo.

Robert Swartz, profesor emérito de la universidad de Massachusetts en Boston y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Harvard, del Centro Nacional para la Enseñanza del Pensamiento, afirma que en todo proceso de
pensamiento se dan dos elementos: el pensamiento en sí (la acción de pensar) y lo pensado, el objeto del pensamiento,
centrando nuestra atención en lo pensado, y no reparando en la acción de pensar. La importancia de enseñar a pensar
es básica para implantar en nuestro alumnado un pensamiento crítico y creativo que les permita aprender de una
manera más práctica y analítica.

Pero no solo para aprender los contenidos propios del currículo vigente, sino que luego esto le va a servir para la vida
diaria. Si desde pequeños fomentamos en el alumnado el pensamiento crítico y creativo y trabajamos a través de
destrezas y rutinas de pensamiento, a buen seguro que tendremos alumnos y alumnas más críticos y más creativos y
no meros «borregos» que siguen a las multinacionales o a lo que venden los grandes imperios de la publicidad.

“No estamos acostumbrados a pensar de manera eficaz”

“Pienso, luego estaré más preparado para la vida”

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