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ALINACITTA JÀTAKA (156)

“Dependiendo de Alìnacitta …” Esto el Maestro relató mientras residía en (el monasterio) Jetavana
con relación a un cierto monje que había abandonado el esfuerzo. Cuando el Maestro dijo: “¿Es
verdad, monje, que usted ha abandonado el esfuerzo?” Él respondió: “Es verdad, Sublime.” Después
el Maestro dijo: “Ciertamente, monje, usted en el pasado, sin abandonar el esfuerzo, consiguió y dio el
reino de la ciudad de Baranasi, de doce leguas de extensión, a un niño príncipe del tamaño de un
pedazo de carne. Y ahora ¿por qué habiéndose ordenado en esta enseñanza abandona el esfuerzo?” Y
relató la historia del pasado.

En el pasado, cuando Brahmadatta reinaba en Baranasi, no lejos de Baranasi había


un poblado de carpinteros. Allí residían quinientos carpinteros. Ellos iban río arriba con su
nave, cortaban maderas para construir casas, en ese mismo lugar las agrupaban en maderas
para casas de un piso, dos pisos, etc., marcaban todas las maderas comenzando con el
poste principal, las transportaban hasta la orilla del río, las subían a la nave y venían a la
ciudad río abajo. A aquellos que querían cierto tipo de casa se la construían y después de
recibir su pago regresaban nuevamente al mismo lugar y traían maderas para casas. En una
cierta ocasión, no lejos del campamento de ellos, que se ganaban la vida cortando madera,
un elefante pisó una astilla de acacia. Esa astilla se incrustó en su pata; un dolor intenso
surgió; la pata se inflamó y supuró. El elefante afectado por el dolor escuchó el sonido del
corte de madera de ellos y pensó “por medio de estos carpinteros yo me curaré.” Con tres
patas fue cerca de ellos y se recostó. Los carpinteros vieron la pata inflamada, la astilla en la
pata, realizaron una incisión alrededor de la astilla con un cuchillo filoso, la ataron con una
cuerda y tirando extrajeron la astilla, limpiaron el pus, lavaron la herida con agua caliente,
aplicaron la medicina apropiada y en poco tiempo hicieron que la herida sanara.
El elefante, sano, pensó “por medio de estos carpinteros salvé mi vida, ahora es
apropiado que los ayude.” Desde ese día él arrastró los árboles con los carpinteros, los
movía cuando los estaban trozando, traía las hachas y otros instrumentos y sostenía el hilo
para marcar de los carpinteros con la trompa. A la hora de la comida, los carpinteros le
daban cada uno una porción de comida; él comía quinientas porciones. Ahora, el elefante
tenía un hijo todo blanco, una cría de elefante de raza. El elefante pensó lo siguiente “ahora
yo estoy viejo. Después de haber entregado a mi hijo a estos carpinteros para ayudarlos con
su trabajo, es apropiado retirarme. Sin avisar a los carpinteros, fue al bosque, trajo su hijo y
dijo “este joven elefante es mi hijo; ustedes salvaron mi vida; yo se los doy en forma de
pago por haberme curado; a partir de hoy él hará el trabajo. Desde hoy, hijo mío, cualquier
trabajo que yo debía hacer, tú lo harás.” Después de haber exhortado a su hijo de esa
manera, se lo dio a los carpinteros y él mismo entró en el bosque.
Desde ese día, el joven elefante, obediente y fácil de dirigir, hizo todas las tareas.
Ellos lo alimentaban con quinientas porciones de comida. Él, después del trabajo, bajaba al
río, se bañaba, jugaba y luego regresaba. También los hijos de los carpinteros jugaban con
él, tomando su trompa, en el agua y en la tierra. Ahora, los elefantes nobles, como los
caballos nobles y los humanos nobles, no orinan o evacuan en el agua. Por lo tanto, él
evitando el agua, orinaba y evacuaba solamente en la margen del río. Entonces, un día
llovió río arriba. Una torta seca de excremento del elefante fue arrastrada por el agua hasta
el río, fue con la corriente hasta el puerto de Baranasi y quedó depositada en un arbusto.
Los cuidadores de los elefantes del rey pensando “bañaremos a los elefantes” llevaron al río
a quinientos elefantes. Después de haber olido la torta del noble elefante, ni un elefante
descendió al río. Todos levantaron sus colas y comenzaron a huir. Los cuidadores de los
elefantes informaron a los entrenadores de elefantes. Éstos pensando “debe haber algún
peligro en el agua” hicieron limpiar el agua y viendo en ese arbusto la torta del noble
elefante comprendieron “aquí está la causa”. Hicieron traer un recipiente, lo llenaron de
agua y después de haber molido allí la torta, asperjaron los cuerpos de los elefantes – los
cuerpos olieron bien. Después descendieron al río y se bañaron.
Los entrenadores de elefantes informaron de este incidente al rey. Ellos dijeron
“después de buscar a ese noble elefante, es apropiado traerlo, su majestad.” El rey se
embarcó con naves y balsas yendo río arriba y llegó al lugar de residencia de los carpinteros.
El joven elefante, que estaba jugando en el río, cuando escuchó el sonido de los tambores
fue y permaneció cerca de los carpinteros. Los carpinteros saludaron al rey y dijeron “su
majestad, si usted necesita madera, ¿por qué usted viene aquí? ¿No es lo correcto enviar a
alguien para llevarla?” “Yo, súbditos, no he venido por madera, he venido por ese
elefante.” “Tómelo y lléveselo, su majestad.” Pero el joven elefante no deseaba ir. “¿Qué
debo hacer, súbdito elefante?” “Páguele a los carpinteros por lo que gastaron por criarme,
su majestad.” “Muy bien, súbdito.” El rey hizo colocar cien mil monedas en cada pata del
elefante, en la cola y en la trompa. El elefante ni por esa cantidad se movió. Pero cuando se
atendieron las necesidades de los niños con quien jugaba, cuando dieron ropa a las esposas
de los carpinteros y un par de prendas para todos los carpinteros, el elefante giró, miró a
los carpinteros, a las mujeres y a los niños y se fue con el rey.
El rey lo llevó a la ciudad. Hizo decorar la ciudad y el establo del elefante. Después
hizo conducir al elefante alrededor de la ciudad y al establo. Adornó al elefante con todo
tipo de adornos y lo consagró. Después de haberlo capacitado para montarlo, lo consideró
como un amigo, le dio la mitad del reino y lo consideró como su igual. Desde el arribo del
elefante, toda Jambudipa (India) vino a las manos del rey. Con el pasar del tiempo, el
Bodhisatta fue concebido en el vientre de la reina principal. Cerca del momento de
nacimiento, el rey murió. Si el elefante hubiese conocido de la muerte del rey, su corazón se
hubiera partido en ese mismo lugar. Por lo tanto, lo mantuvieron sin informarle de la
muerte del rey. El vecino rey de Kosala habiendo escuchado de la muerte de rey pensó
“dicen que el reino está vacío”. Vino con un poderoso ejercito y sitió la ciudad. Los
ciudadanos cerraron las puertas y enviaron el siguiente mensaje al rey de Kosala: “La reina
principal de nuestro rey está por dar a luz. Los astrólogos dicen que un niño nacerá en siete
días. Si ella da a luz a un niño, nosotros daremos batalla, no el reino. Espere este tiempo.”
El rey aceptó diciendo “muy bien.”
A los siete días la reina dio luz a un niño. El día de nombramiento, porque nació
favoreciendo la mente de determinación de la gente le dieron el nombre ‘Príncipe
Alìnacitta’. A partir del día de su nacimiento los ciudadanos combatieron contra el rey de
Kosala. Pero como carecían de un líder en la batalla, el ejército, no obstante grande, poco a
poco fue cediendo. Los ministros informaron de este asunto a la reina “debido a que
nuestro ejército está cediendo, tememos que perderemos la batalla. El elefante real, el
amigo de nuestro rey, no conoce que nuestro rey ha muerto, que un niño ha nacido, que el
rey de Kosala ha venido y que estamos en guerra.” Y preguntaron “¿Le decimos a él? Ella
aceptó diciendo “muy bien”, ornamentó a su hijo, lo colocó en una tela muy fina arreglada
en forma circular, descendió del palacio, rodeada por el séquito de ministros entró en el
establo del elefante, colocó al Bodhisatta a los pies del elefante y dijo “señor, tu amigo ha
muerto, nosotros no te informamos por temor a que se te partiera el corazón. Éste es el
hijo de tu amigo. El rey de Kosala ha venido, sitiado la ciudad y está peleando contra tu
hijo. El ejército está perdiendo. O mata a tu hijo o toma su reino para él.”
En ese momento, el elefante acarició al Bodhisatta con la trompa, lo levanto y lo
colocó en su cabeza y lloró. Después bajó al Bodhisatta, lo depositó en las manos de la
reina diciendo “capturaré al rey de Kosala” y salió del establo. Después, los ministros le
colocaron la armadura, lo adornaron, abrieron la puerta de la ciudad y escoltándolo
salieron. El elefante después de salir de la ciudad rugió y la gran multitud huyó aterrorizada.
Destruyó la fortificación, capturó al rey de Kosala por el nudo de la cabeza, lo trajo y lo
depositó a los pies del Bodhisatta. Cuando iban a matarlo, el elefante los detuvo y dejó en
libertad al rey después de exhortarlo “a partir de hoy, debes ser cuidadoso; no trates de
sacar ventajas porque el príncipe es joven”. Y a partir de ese día el Bodhisatta tuvo en sus
manos a toda Jambudipa y ningún otro enemigo se levanto contra él. El Bodhisatta fue
consagrado a la edad de siete años con el nombre ‘Rey Alìnacitta’, reinó de acuerdo con el
Dhamma y al final de su vida se fue al cielo.
El Maestro, el Buddha Supremo, habiendo relatado esta historia del pasado,
pronunció estos dos versos:
Dependiendo de Alìnacitta, un poderoso ejército, gozoso, capturó con vida al rey de Kosala,
insatisfecho con su propio reino.
De la misma manera, un monje que ha obtenido apoyo, energético, desarrollando los buenos
estados para alcanzar la seguridad de las ligaduras, consigue gradualmente la destrucción de todas las
ataduras.
Así el Sublime llevando el discurso del Dhamma al punto máximo en el eterno
Nibbana, revelando las transcendentes Verdades, mostró la conexión de la historia.
Después de las Verdades, el monje que había abandonado el esfuerzo se estableció en el
estado de Arahant. “En esa ocasión la madre (de Alìnacitta) era Mahàmàya, el padre (de
Alìnacitta) era el gran rey Suddhodana, el elefante dado que tomó el reino era este monje
que había abandonado el esfuerzo, el padre del elefante era Sàriputta, el rey vecino de
Kosala era Moggallàna y el príncipe Alìnacitta era yo.”

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