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Christ the best Husband: or, an invitation of young women unto Christ

Cristo, el mejor esposo, o una invitación a las mujeres jóvenes a que vengan a Cristo

Copyright © 2022 Thomas Vincent


Todos los derechos reservados.
Primera edición: noviembre de 2022
P&D Publicaciones
Costa Rica
Serie de escritos puritanos: 002

Diseño de portada: P&D Publicaciones


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Clasificación decimal Dewey: 277/PURITANOS

Ninguna parte de este escrito podrá ser reproducido, almacenado o trasmitido de ninguna forma ni por
cualquier medio, sea electrónico o mecánico, ni por ningún sistema de almacenamiento sin el permiso
escrito previo de la editorial, con la excepción de citas cortas o reseñas.

El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América
Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Reina-Valera 1960 ® es una marca
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ÍNDICE
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
PARTE 1: EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA
Capítulo 1: Cómo Cristo se desposa con las hijas de los hombres
Capítulo 2: Cómo Cristo invita a todas las hijas de los hombres a ser Su esposa
Capítulo 3: El deber de las que quieren desposarse con Cristo
Capítulo 4: La hermosura de las que se desposan con Cristo
Capítulo 5: El deseo de Cristo por la belleza de las que se desposan con Él
PARTE 2: APLICACIÓN DE LA DOCTRINA
Capítulo 6: Maneras de saber si uno está desposado con Cristo
Capítulo 7: Implicaciones de rechazar la invitación de Cristo a que seamos Su esposa
Capítulo 8: Implicaciones de aceptar la invitación de Cristo a que seamos Su esposa
Capítulo 9: Exhortación venir a Cristo
APÉNDICE: MOTIVOS PARA INDUCIRTE A AMAR A CRISTO A PARTIR DE SUS CUALIDADES AMABLES
SERIE DE ESCRITOS PURITANOS

La serie de escritos puritanos es una recopilación de diversos escritos específicamente puritanos que
P&D PUBLICACIONES se ocupará en poner a disposición al pueblo de Dios de habla hispana. Estos
escritos comprenden diferentes sermones, catecismos, extractos de libros olvidados, tratados pequeños
que diferentes ministros puritanos han escrito en su época, y los cuales hicieron gran beneficio en su
tiempo. Los temas de estos escritos serán diversos, como, por ejemplo, de vida cristiana, casos de
consciencia, instrucción cristiana, etc. El propósito que esta serie busca es primeramente la edificación
de la iglesia para la gloria de Dios, pero también procura que estos escritos sean accesibles a todas las
personas, de manera que muchos no se vean abrumados con escritos extensos, y también que sean
apropiados para regalar a un amigo cristiano e incluso a aquellas personas que todavía no conocen a
Cristo.
PREFACIO
1. BIOGRAFÍA DE THOMAS VINCENT
THOMAS VINCENT (1634–1678) fue un teólogo no-conformista, segundo hijo
de John Vincent y hermano mayor de Nathaniel Vincent, nació en Hertford
en mayo de 1634. Tras pasar por la escuela de Westminster y la escuela de
gramática de Felsted, Essex, ingresó como estudiante en Christ Church,
Oxford, en 1648; se matriculó el 27 de febrero de 1650-1, y se graduó como
B. A el 16 de marzo de 1651-2; y como M. A. se graduó el 1 de junio de
1654, cuando fue elegido catequista. Al dejar la universidad, se convirtió en
capellán de Robert Sidney, segundo conde de Leicester. En 1656 fue
incorporado en Cambridge. Pronto fue puesto en la rectoría aislada de St.
Mary Magdalene, Milk Street, Londres (probablemente fue ordenado por la
sexta classis de Londres), y la mantuvo hasta que la ley de uniformidad
(1662) lo expulsó. Se retiró a Hoxton, donde predicó en privado, y al mismo
tiempo ayudó a Thomas Doolittle en su escuela en Bunhill Fields. Durante el
año de la peste (1665) predicó constantemente en las iglesias parroquiales. Su
relato de la peste en God’s Terrible Voice in the City by Plague and Fire [La
terrible voz de Dios en la cuidad por la plaga y el fuego] (1667, 8vo) es muy
gráfico. Posteriormente, reunió una gran congregación en Hoxton,
aparentemente en una casa de reuniones de madera, de la que fue despojado
durante un tiempo. No se libró de ser encarcelado por su no-conformidad.
Murió en la flor de la vida el 15 de octubre de 1678 y fue enterrado (el 27 de
octubre) en el cementerio de Cripplegate. Su sermón fúnebre fue predicado
por Samuel Slater.
Entre sus publicaciones se encuentran, además de muchos sermones, las
siguientes:

1. A Spiritual Antidote for a Dying Soul [Un antídoto espiritual


para un alma moribunda] (1665, 8vo).
2. The Foundation of God standeth Sure [El fundamento de Dios
permanece firme] (1668, 8vo; contra William Penn, el cuáquero).
3. Wells of Salvation Opened [Exposición de las fuentes de la
salvación] (1669, 8vo).
4. Fire and Brimstone [Fuego y azufre] (1670, 8vo).
5. Póstumo fue Holy and Profitable Sayings [Dichos edificantes
y santos] (1680, broadsheet).[1]
2. SOBRE LA EDICIÓN DE ESTE ESCRITO
En primer lugar, el título original de este escrito es el siguiente: Christ the
best husband: or An invitation of young women unto Christ [Cristo, el mejor
esposo, o Una invitación a las mujeres jóvenes a venir a Cristo].[2] Para
complementar un poco este escrito se ha traducido una porción pequeña del
libro de Vincent llamado The true Christian’s love of the unseen Christ [El
amor del cristiano verdadero por el Cristo invisible], el cual es uno de
tratados más hermoso para suscitar nuestro amor por Cristo.[3]
En segundo lugar, los títulos y subtítulos interiores fueron añadidos por el
traductor, de manera que al lector le pueda ser más fácil entender la estructura
de este sermón.
En tercer lugar, este escrito ha sido traducido en su totalidad sin que
ninguna de sus partes haya sido omitida.
3. SOBRE EL CONTENIDO ESTE ESCRITO
El puritano Thomas Vincent para nuestros días es un personaje no tan
conocido. No obstante, en sus días fue alguien que hizo gran beneficio
espiritual a la iglesia con su ministerio y sus escritos.
El escrito que tiene el lector en sus manos fue un sermón dirigido de
manera particular a las mujeres, tomado del texto del Salmo 45:10-11:
«Escucha (oh, hija), y considera e inclina tu oído; olvídate también de tu
propio pueblo y de la casa de tu padre. Entonces el Rey deseará grandemente
tu hermosura; pues Él es tu Señor, y adórale». Vincent tiene como propósito
en este sermón convencer a las mujeres a que vengan a Cristo por la fe, o que
acepten la invitación de Cristo a que sean Su esposa. Y lo hace presentando
varios motivos por los cuales ellas deben venir, exponiendo esos grandes
beneficios que el cristiano tiene al estar unido a Cristo como también aquellas
implicaciones negativas de no estar unido a Cristo.
Vincent muestra esto de la manera más sencilla y entendible posible, así
como de la manera más entrañable posible, haciendo que nuestro amor se vea
suscitado a amar al Señor Jesucristo, quien es grande, rico, sabio, poderoso,
bueno, hermoso y amoroso, siendo el mejor y más excelente pretendiente que
alguien pudiera tener.
Este sermón fue tan encantador, que posteriormente el gran evangelista
George Whitefield lo predicó con varias modificación a una sociedad de
mujeres jóvenes, en Fetter-Lane, en Londres.
Esperamos que este escrito sea de gran beneficio espiritual para muchas.
4. NOTA PARA EL LECTOR
Queremos hacer de consideración al lector que P&D PUBLICACIONES es una
editorial autosostenida, de modo que no dependemos económicamente de
ninguna institución, solamente de las ventas de estos escritos. De la misma
manera, el trabajo detrás de la publicación de escritos como estos es enorme,
que va desde la traducción, revisión, corrección, edición, etc., con el fin de
cada escrito pueda llegar al lector con la mayor calidad posible. Por lo tanto,
primeramente agradecemos profundamente de antemano a aquellos que han
tenido bondad para con nosotros en comprar este material. En segundo lugar,
exhortamos a no piratear estos materiales, dado que nos afecta grandemente
para seguir publicando dichos escritos. En tercer lugar, pedimos sus
oraciones para con la editorial para tener la capacidad de traer estas obras
edificantes. En cuarto lugar, damos la gloria al Señor por permitirnos y
darnos el privilegio de edificar a Su pueblo en diferentes partes del mundo de
esta manera. Solo a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
CRISTO
EL

MEJOR ESPOSO
O una invitación a las
MUJERES JÓVENES
A QUE VENGAN A

CRISTO
Expuesto en un sermón dirigido a las
MUJERES JÓVENES
Por THOMAS VINCENT, una vez
ministro de
Maudlins Milstreet, Londres

LONDRES:
Impreso para George Calvert y Samuel
Sprint,
y ha de ser vendido en Golden Ball en
Duck Lane, 1672
INTRODUCCIÓN
Escucha (oh, hija), y considera e inclina tu oído; olvídate también
de tu propio pueblo y de la casa de tu padre. Entonces el Rey
deseará grandemente tu hermosura; pues Él es tu Señor, y
adórale.
SALMO 45:10-11

Este salmo es llamado el cántico de amores, los amores más elevados, puros
y espirituales, los más entrañables, dulces y deleitosos, a saber, esos [amores]
que se hallan entre Cristo —el amado— y Su iglesia —Su esposa—.
En primer lugar, la manera en la que es descrito el Señor Jesucristo es en
cuanto a Su majestad, poder y divinidad, Su verdad, mansedumbre y equidad.
Y luego la esposa es descrita con respecto a sus ornamentos, compañeras,
asistentes y posteridad. Y ambos en cuanto a su hermosura y encanto.
Después de la descripción de Cristo, una invitación a Sus bodas es dada a
los hijos de los hombres, llamados por el nombre de hija. Y, por lo tanto,
particularmente aplicable a las hijas de los hombres, pero sin excluir así a los
hijos de los hombres. Así mismo es el caso cuando Dios habla a los hijos de
los hombres, no excluye a las hijas.
Y haciendo referencia de manera principal a las hijas, consideraré ahora
las palabras, donde se observa esta doctrina —tan completa de las palabras
como puedo hacerlo—:
DOCTRINA: El Señor Jesucristo, el Rey de gloria, invita a todos los
hijos de los hombres —particularmente a las hijas de los hombres
— a ser Su esposa. Y está muy deseoso de su belleza, de aquellas
que, olvidando su pueblo y la casa del padre, escuchan,
consideran y se inclinan a Su invitación y se unen a Él en esta
relación.

Para tratar este punto expondré las siguientes cosas:

I. Hablaré de cómo Cristo se desposa con los hijos de los hombres.


II. Mostraré cómo Cristo invita a todos los hijos de los hombres —
particularmente a las hijas de los hombres— a ser Su esposa.
III. Mostraré que las que quieren desposarse con Jesucristo, deben
escuchar, considerar e inclinarse a Su invitación, y olvidar su propio pueblo,
y la casa del padre.
IV. Mostraré que las que son desposadas con Jesucristo son muy bellas.
V. Mostraré que Jesucristo desea grandemente la belleza de las que son
desposadas con Él.
VI. En último lugar, procederé a la aplicación.
Parte 1:
EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA
CAPÍTULO 1:
CÓMO CRISTO SE DESPOSA CON LAS HIJAS DE LOS HOMBRES

En primer lugar, mostraré cómo Cristo se desposa con los hijos de los
hombres.
Cristo se desposa o se promete dar en matrimonio con el pueblo en el
mundo, pero la solemnización pública del matrimonio está reservada hasta el
último día, cuando Su esposa le sea presentada con túnicas blancas y una
vestidura de perfecta justicia, más suntuosa y peculiar que cualquiera de sus
costuras (trabajos de aguja). Y la boda[4] será reservada en la casa de Su Padre
—en el cielo— cuando sean recibidos con los abrazos más cercanos y
entrañables de Su amor. Sin embargo, el desposorio[5] entre ellos y el nudo
matrimonial es hecho aquí [en la tierra]. Hay cuatro cosas que se incluyen en
el desposorio de Cristo con los hijos de los hombres:

1. La elección mutua.
2. El afecto mutuo.
3. La unión mutua.
4. La obligación mutua.
1. LA ELECCIÓN MUTUA
Hay una elección mutua, además de la elección eterna, que se hace no solo en
Cristo como Mediador, sino también por Cristo como el Hijo eterno de Dios.
Cristo en el tiempo realmente escoge a algunos de los hijos de los hombres
—pasando por alto a otros— sin la menor consideración de alguna dignidad o
cualidad deseable en ellos. Más bien, los escoge gratuitamente, simplemente
por Su gracia gratuita, para hacerlos Su esposa, traerlos en pacto matrimonial
y relacionarlos consigo mismo. Cristo empieza esto y los escoge
primeramente, como les dijo a Sus discípulos: «No me elegisteis vosotros a
mí, sino que yo os elegí a vosotros» (Jn. 15:16). Entonces y solo entonces,
ellos lo escogen por encima de todo como su Señor y esposo.
Cristo los encuentra deformados, contaminados, esclavizados, pobres,
miserables y desgraciados, muy despreciables y repugnantes, por causa del
pecado. Y Él los escoge, no por alguna belleza en ellos ni por cualidades
adecuadas para esta unión, sino porque pone Su belleza y preciosidad en
ellos, y porque les confiere tales cualidades en ustedes que los hacen
adecuados para Sus abrazos. Pero en la elección de ellos de Cristo, son
atraídos a ello por los motivos más atractivos y poderosos de la belleza
transcendente y la excelencia superlativa que observan en Él más allá de
todas las personas y cosas en el mundo.
2. EL AFECTO MUTUO
En este desposorio hay un afecto mutuo, que acompaña a la elección. Por
parte de Cristo, al principio, tiene un amor de benevolencia hacia aquellos a
quienes desposa, y desea la más estrecha unión y conjunción con ellos y, por
lo tanto, procura ganar el amor de ellos. Por parte de ellos, sus corazones son
atraídos deseando a Cristo. Nadie más que Cristo, nadie más que Cristo, es el
lenguaje de sus corazones, cuando son hechos plenamente conscientes de su
necesidad de Él. Y aunque Su dote al principio es lo más deseado,
posteriormente se sienten más atraídos por Su persona a medida que van
conociéndolo más.
3. LA UNIÓN MUTUA
En este desposorio hay una unión mutua. Y en esto consiste más propiamente
el desposorio. Cristo y las almas son comprometidos en esta unión, y el nudo
se ata tan fuertemente que ningún poder puede desatarlo. Esta unión es por el
Espíritu, por parte de Cristo. Y esta unión es por la fe, por parte de ellos. Por
el Espíritu, Cristo se aferra a ellos y, por la fe, ellos se aferran a Cristo. Por el
Espíritu, Cristo los atrae y los une a sí mismo, y por la fe ellos vienen y se
unen a Él. Y así la unión es hecha. Cristo llega a ser de ellos: Su persona, Su
porción y todos Sus beneficios. Y ellos llegan a ser de Cristo: sus personas,
sus corazones y todo lo que tienen es dado a Él.
4. LA OBLIGACIÓN MUTUA
En este desposorio hay una obligación mutua. Cristo se pone bajo obligación
para con ellos de amarlos, de no dejarlos nunca, de protegerlos, de
proveerles, de vivir con ellos aquí y, finalmente, de llevarlos a vivir con Él
para siempre. Y ellos se comprometen con Él a ser amorosos, leales, fieles,
obedientes y a permanecer con pleno propósito de corazón junto a Él,
mientras vivan. Esto está implícito en el propio desposorio.
CAPÍTULO 2:
CÓMO CRISTO INVITA A TODAS LAS HIJAS DE LOS HOMBRES A SER SU
ESPOSA

Cristo invita a todos los hijos de los hombres —y en particular a las hijas de
los hombres— a ser Su esposa. Esto es a lo que se les invita en el texto. Es
por esto que Cristo envía a Sus ministros para que sean Sus embajadores, a
quienes les da la comisión en Su nombre de llamar a los hijos de los hombres
a esta relación tan cercana y dulce. Ellos representan Su persona, y deben
invitar y hacer un llamado en Su nombre a que el pueblo venga y se una a Él.
El apóstol Pablo cuenta a los corintios el éxito que tuvo su oficio de
embajador entre ellos por este motivo: «Os he desposado con un solo esposo,
para presentaros como una virgen pura a Cristo» (2 Co. 11:3). Y cuando los
ministros son instrumentos para la conversión de alguien, lo desposan con
Cristo. En la conversión, los pecadores se divorcian del pecado y se casan
con el Señor Jesús. El Señor, por medio de Su palabra, en boca de Sus
ministros, hace una invitación general a todos los hijos de los hombres —y,
particularmente, todas las hijas de los hombres son invitadas— a ser esposa
de Cristo. «Escucha (oh, hija), y considera e inclina tu oído…» Se invita a las
mayores, pero sobre todo a las más jóvenes. Se invita a las casadas o solteras.
Se invita a las de estatus elevado o bajo; incluso las siervas más pobres son
tan bienvenidas a ser esposa de Cristo como las ricas; Él no considera a las
ricas más que a las pobres. Él eligió a una virgen pobre, desposada con un
carpintero, para ser Su madre, y elige y llama a cualquiera como ella, y a las
que son más bajas que ella como Su esposa.
CAPÍTULO 3:
EL DEBER DE LAS QUE QUIEREN DESPOSARSE CON CRISTO

Las que quieren desposarse con Jesucristo, deben escuchar, considerar e


inclinarse a Su invitación, y olvidarse de su pueblo y de la casa de sus padres.
1. DEBEN ESCUCHAR LA INVITACIÓN DE CRISTO
Las que quieran desposarse con Cristo deben escuchar: «Escucha, oh hija».
Algunos —sí, la mayoría de los hijos de los hombres— cierran sus ojos tan
rápido como pueden contra la luz de la Palabra, y cierran sus oídos tan rápido
como pueden contra los llamados de la Palabra. Así como el áspid sordo no
escuchará la voz del encantador, aunque encante tan sabiamente como nunca,
de la misma manera ellos no escucharán las invitaciones de Cristo por Sus
ministros, aunque inviten tan llenos de afecto como nunca. Fue por el oído
que la tentación al pecado fue recibida al principio por el hombre cuando se
apartó de Dios, y por el oído la invitación a ser esposa de Cristo es recibida
primero, por la cual cualquiera es restaurado al favor de Dios. El oído debe
abrirse primero para recibir la invitación de Cristo antes de que el corazón se
abra para recibir a Jesucristo en esta relación conyugal: «Oíd, y vivirá vuestra
alma» (Is. 55:3).
2. DEBEN CONSIDERAR LA INVITACIÓN DE CRISTO

Las que quieran desposarse con Cristo, no solo deben escuchar, sino
considerar la invitación de Cristo: «Escucha, oh hija, y considera». No es
escuchar de manera ligera y simple la invitación de Cristo lo que hará la
unión entre Cristo y el alma, sino que debe haber una consideración, una
reflexión de ello en la mente. Debe haber una consideración de la oferta en sí
misma: de lo que es, de la realidad de la cosa, de la necesidad de la cosa, de
la posibilidad de alcanzarla, de su grandeza, de su gratuidad, su dulzura, su
ventaja. Por la consideración y ponderación de la diferencia entre las
invitaciones de Cristo y las tentaciones del diablo —o cualquiera de las
ofertas del mundo—, el alma llegará a entender y a estar plenamente
persuadida de que las invitaciones de Cristo son las más razonables y
elegibles.
3. DEBEN INCLINARSE A LA INVITACIÓN DE CRISTO

Las que quieran desposarse con Cristo, deben inclinarse a la invitación de


Cristo: «Escucha, oh hija, y considera e inclina tu oído». Supongo que la
inclinación del oído no se refiere a la escucha de la cual se habló antes, sino
que incluye la inclinación del corazón a aceptar la invitación de Cristo. Debe
haber un consentimiento de la voluntad, una conformidad lista a la propuesta
de Cristo, un acercamiento del corazón a ella. Esto se muestra cuando al alma
no solo se le solicita aceptar a Cristo, sino a demostrar deseos por Cristo, y se
le pide que pueda ser aceptado en esta relación. Así como David se inclinó a
la invitación del Señor para buscar Su rostro: «Mi corazón ha dicho de ti:
Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh SEÑOR» (Sal. 27:8), de la misma
manera los hijos de los hombres se inclinan a la invitación de Cristo a ser Su
esposa cuando sus corazones dicen: «Señor, déjanos ser Tu esposa, y sé Tú
nuestro amado».
4. DEBEN OLVIDAR A SU PUEBLO Y A LA CASA DEL PADRE
Las que quieran desposarse con Jesucristo, deben olvidar a su pueblo y a la
casa del padre: «Escucha, oh hija, y considera e inclina tu oído; olvídate
también de tu propio pueblo y de la casa de tu padre». No es como si al
desposarse con Cristo tuvieran que desechar todo afecto hacia las relaciones
naturales, sino que deben olvidar todas las relaciones hasta el punto de estar
dispuestas a renunciar a todos sus favores cuando estos compiten con Cristo.
Deben estar dispuestas a desagradar a cualquiera antes que desagradar a
Cristo. Y [también deben estar dispuestas a] sufrir la pérdida de cualquier
cosa antes que perder Sus favores. Deben olvidarse de su propio pueblo y de
la casa de sus padres; es decir, deben olvidar todas sus malas costumbres que
han aprendido en la casa de sus padres y dejar su vana manera de vivir
recibida por tradición de sus padres, de la cual Cristo los ha redimido: «…
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres…» (1 P. 1:18). Algunos piensan que las palabras son
literalmente una invitación a la hija de Faraón para que salga de Egipto y se
olvide de su pueblo y de la casa de sus padres allí, para que pueda desposarse
con el rey Salomón. Por lo tanto, en virtud de este acto, el Señor, al llamar a
las personas a que se desposen con Él, quiere que salgan del Egipto del
pecado, y que olviden y abandonen todos sus anteriores cursos y formas de
vivir pecaminosos. Y no hay duda de que los que están en la esclavitud
egipcia del pecado, tienen al diablo como padre, y sus compañeros en el
pecado pueden ser llamados su propio pueblo. A estos deben olvidar y
abandonar, y salir de entre ellos; si no en cuanto al lugar, al menos en cuanto
al curso, si quieren desposarse con el Señor Jesús.
CAPÍTULO 4:
LA HERMOSURA DE LAS QUE SE DESPOSAN CON CRISTO

Son muy hermosas aquellas que se desposan con el Señor Jesucristo. En esto
no hago referencia a sus cuerpos. Estos pueden tener menos belleza externa
que otros. Sin embargo, en lo que respecta a sus cuerpos (por muy bajos y
viles que sean, por muy torcidos y decrépitos que estén algunos de ellos
ahora), sus cuerpos serán formados y moldeados hasta alcanzar una belleza
exacta —y serán puestos en una maravillosa belleza— en el día en que las
nupcias sean solemnizadas. [Con esto último] me refiero al día de la segunda
aparición de Cristo y a Su resurrección. En ese entonces sus cuerpos viles
serán hechos semejantes al gloriosísimo cuerpo de Cristo: «El cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí
mismo todas las cosas» (Fil. 3:21). Sus cuerpos tendrán entonces una belleza
y un brillo muy resplandecientes, cuando sean transformados a la semejanza
del bellísimo y gloriosísimo cuerpo de su Señor, por lo cual serán dignas de
ser amadas en gran medida tanto para Cristo como para los demás.
No obstante, en esto hablo sobre la belleza que tienen aquí las que están
desposadas con Cristo. Ellas son muy hermosas, no externamente, sino
internamente; no en cuanto a sus cuerpos, sino en cuanto a sus almas; no
tanto a los ojos de los hombres, sino a los ojos de Dios. Así lo dice el
versículo 13 de este Salmo: «Toda gloriosa es la hija del rey en su morada».
Tienen un interior glorioso, que es tan glorioso como lleno de gracia. Sus
almas son en cierta medida restauradas a su belleza primitiva; tienen la más
bella imagen de Dios grabada en ellas; y en la medida en que son semejantes
a Dios en conocimiento, justicia y santidad, en esa medida son
maravillosamente hermosas. Son comparativamente muy hermosas: nadie en
el mundo, aparte de ellas, tiene la menor chispa de belleza espiritual. Las que
no están desposadas con Cristo, no están renovadas; y las que no están
renovadas, están sumamente manchadas y contaminadas por el pecado;
tienen naturalezas y corazones monstruosos; espíritus muy feos y deformes a
los ojos de Dios. Ciertamente hay algunas manchas en la esposa de Cristo,
pero también hay belleza; y están creciendo cada vez más hacia la perfección
de la belleza. En la otra vida serán hechas perfectas en santidad. Pero aquí [en
la tierra] son perfectas en su Cabeza, tienen una cubierta para sus manchas,
me refiero a la perfecta justicia de Cristo, por la cual son consideradas por
Dios como perfectamente hermosas.
CAPÍTULO 5:
EL DESEO DE CRISTO POR LA BELLEZA DE LAS QUE SE DESPOSAN CON ÉL

El Señor Jesucristo desea en gran medida la belleza de las que se desposan


con Él. Desea mucho verla y disfrutarla en Su comunión con ellas. Véase este
deseo por la belleza de Su esposa: «Paloma mía, que estás en los agujeros de
la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme
oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto» (Cnt. 2:14).
Mira más adelante cómo Él admira la belleza de Su esposa: «He aquí que tú
eres hermosa, amor mío; he aquí que tú eres hermosa» (Cnt. 4:1). Llama a Su
esposa Su amor, ya que es el objeto querido de Su amor y admira Su
hermosura. Repite dos veces esto: «Eres hermosa, eres hermosa», y lo hace
con una nota de admiración: «¡He aquí que tú eres hermosa! —otra vez—
¡He aquí que tú eres hermosa!». Y así sigue en la descripción de su belleza. Y
en el versículo 7 le dice lo siguiente: «Toda tú eres hermosa, amor mío, y en
ti no hay mancha». A través de Su propia belleza que había puesto en ella, no
vio más que belleza, y no observó ninguna mancha en ella. Y en el versículo
9 tenemos una expresión maravillosa de Cristo a Su esposa: «Prendiste mi
corazón, hermana, esposa mía; has apresado mi corazón con uno de tus ojos,
con una gargantilla de tu cuello». La palabra original significa: «Me has
descorazonado, o me has quitado mi corazón». La esposa le había quitado el
corazón a Cristo con uno de sus ojos, con sus vistas y miradas de amor hacia
Él. Y Él fue apresado en gran medida con la gargantilla de la fe, y otras
gracias enlazadas, alrededor del cuello de su alma. El Señor Jesús se deleita
maravillosamente en la belleza interior de Su pueblo, y desea mucho verla y
disfrutarla, lo que hace cuando este se acerca a la más íntima comunión con
Él.
Parte 2:
APLICACIÓN DE LA DOCTRINA
CAPÍTULO 6:
MANERAS DE SABER SI UNO ESTÁ DESPOSADO CON CRISTO

UTILIDAD 1: A modo de examinación


¿Invita el Señor Jesucristo, el Rey de la Gloria, a todos los hijos de los
hombres —y particularmente a las hijas de los hombres— a ser Su esposa?
¿Desea en gran medida la belleza de las que están unidas con Él? Esto, pues,
debería poner a todas ustedes a indagar si están desposadas con Jesucristo.
Han sido llamadas a esto, ¿han escuchado? Se les han hecho grandes
proposiciones, ¿han considerado? Se les ha invitado una y otra vez, y se han
usado muchos argumentos con ustedes para convencerlas de que vengan y se
unan con el Señor Jesús, pero ¿se han inclinado? ¿Han sido persuadidas? ¿Se
ha hecho realmente la unión entre Cristo y sus almas?
1. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES ESTÁN DESUNIDAS CON EL
PECADO

¿Se ha roto la liga maldita, que está naturalmente entre el pecado y tú


corazón? Antes de venir a estar desposada con Cristo, estás, por así decirlo,
desposada y casada con el pecado. El pecado es tu esposo, y estás atada con
sus lazos. El pecado habita contigo, y habita en los abrazos de tu amor y
deleite más entrañables. Te afanas por las cosas del pecado, por cómo puedes
complacer tu carne, y gratificar tus deseos desordenados. Y mientras viva
este esposo y amado de tu corazón, no estás en libertad de desposarte y
casarte con Jesucristo. Y el pecado vive en los afectos, mientras posee los
afectos de predilección más prevalecientes. Y mientras tanto estás unida y
ligada con el pecado. Examina si el pecado ha recibido ya su herida de
muerte en tu corazón. [Examina] si alguna vez se ha quitado la falsa máscara
del pecado, y se te ha manifestado lo aborrecible que es. [Examina] si tu
corazón ha sido llevado a aborrecerlo y a detestarlo. Por lo tanto, ¿el pecado
ha muerto en tus afectos, y se ha desatado el nudo que ha atado tu corazón a
él? ¿Odias realmente el pecado con el mayor y más implacable odio? ¿Está el
pecado mortificado y subyugado en cuanto a su poder reinante? Si el pecado
está muerto, estás en libertad de desposarte, y es una buena evidencia de que
estás desposada con Jesucristo.
2. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES HAN SIDO ATRAÍDAS A ÉL POR
EL ESPÍRITU

«Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le


resucitaré en el día postrero» (Jn. 6:44). Has tenido llamados externos de la
Palabra a venir a Cristo, ¿has sido llamada eficazmente, y atraída de manera
poderosa e irresistible y, sin embargo, de manera dulce por el Espíritu a
Jesucristo? ¿Se te ha revelado por el Espíritu, no solo tu necesidad de Cristo y
tu estado perdido sin tener parte en Cristo, sino también la belleza de Cristo y
Su belleza trascendente, Su excelencia, y Su gran voluntariedad de recibirte
en esta relación? ¿Y has sido movida y atraída de esta manera a Él?
3. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES SE HAN AFERRADO A CRISTO
POR LA FE

El Espíritu atrae a Cristo, obrando la gracia de la fe, y capacitando a las


personas para creer en Él. Cristo es recibido por la fe: «A todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios» (Jn. 1:12). Al creer en el nombre de Cristo, las personas reciben a
Cristo en esta relación. La fe es la mano del alma que se aferra a Cristo, y por
esta adhesión de la mano con Cristo, el nudo es hecho y el alma es unida a
Cristo en la relación de esposa. ¿Ha sido obrado en ti esta gracia de la fe con
poder? ¿Has recibido y aplicado a Cristo a ti misma? ¿Lo has recibido en Sus
propios términos? ¿Por la fe obtienes influencias avivadoras y fortalecedoras
de Él?
4. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES LO ABRAZAN CON LOS ABRAZOS
DE SU AMOR MÁS QUERIDO

[Si estás desposada con Cristo], entonces amas al Señor Jesús con sinceridad,
y lo amas con la supremacía de tu amor. Si amas a padre o a madre, casas o
tierras, riquezas o honores, deleites o placeres —o a cualquier otra cosa del
mundo— más que a Cristo, no tienes verdadero amor por Cristo, y puedes
estar segura de que no estás desposada con Él. Pero si Cristo es amado de
manera principal, es una evidencia de que estás unida en esta relación con Él.
5. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES TIENEN FAMILIARIDAD Y
COMUNIÓN CON CRISTO

Consideras Su compañía como la mejor, y valoras mucho y atiendes con


diligencia a todas las ordenanzas que son el medio de acercarte a Cristo. Y
esta es la gran cosa que deseas y buscas en la escucha de [la Palabra
predicada] y en la oración, y en la Mesa del Señor: el poder ver a tu Amado,
probar Su amor y tener una comunión más íntima con Él. ¿Y se ha
comenzado a conocer a Cristo, y se desea una mayor intimidad por tu parte?
¿Son las ordenanzas puras y poderosas de gran estima para ti? ¿Proporcionas
toda la diligencia para esperar a tu Amado en ellas?
6. SI ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO, ENTONCES SE ESFUERZAN POR PROMOVER
SUS INTERESES Y MANIFESTAR SU NOMBRE AL MUNDO
Si estás desposada con Cristo, entonces, cuando los demás buscan sus propias
cosas, tú buscas las cosas de Jesucristo y las consideras como propias; cuando
los demás se esfuerzan principalmente por elevarse a sí mismos en la estima
de los hombres, tú te esfuerzas por encima de todo por elevar a Cristo en la
estima de los hombres. ¿Estás recomendando a tu Amado por encima de
todos los demás amados, y te esfuerzas por hacer que los demás se enamoren
de Él y estén en la misma relación en la que estás tú con Él? ¿Puedes mostrar
tales evidencias de tu desposorio con Cristo? Y si, además de estas, tienes
muestras de amor que has recibido de Cristo: si te ha dado visitas que
refrescan el alma; sonrisas que cautivan el corazón; respuestas llenas de
gracia a tus oraciones; la piedra blanca; la vista de tu nombre escrito en Su
libro; el maná escondido; el fruto del árbol de la vida; un vistazo de la gloria;
las arras de tu herencia; un anticipo del cielo; una paz de conciencia
indecible; un corazón ensanchado de amor hacia Él, y lleno a veces de goces
del Espíritu Santo. Tales muestras de amor como estas pueden poner fuera de
duda el que estés desposada con Cristo, cuando todo esto son las muestras de
Su amor conyugal, especial y entrañable.
CAPÍTULO 7:
IMPLICACIONES DE RECHAZAR LA INVITACIÓN DE CRISTO A QUE SEAMOS
SU ESPOSA

UTILIDAD 2: Para reprensión de todas las que rechazan o desatienden la


invitación de Cristo a ser Su esposa.
1. RECHAZAR LA INVITACIÓN DE CRISTO ES UN GRAN PECADO

Este es tu gran pecado, por el cual afrentas grandemente a Cristo y lo ofendes


enormemente. Supongo que te ofenderías y te disgustaría en gran medida
tener acercamientos amorosos a un inferior, y que tu persona fuera
despreciada y tu amor despreciado por este. Cristo ha tenido acercamientos
amorosos para contigo y te ha cortejado, tú que eres infinitamente inferior a
Él. Él te llama, y Su gran deseo es que seas Su esposa. Al rechazarlo y
desatender Su invitación, desprecias Su persona y Su amor; sí, prefieres a los
que son inferiores a Él en lugar de Él, a aquellos que no son dignos de ser
nombrados con Él. ¿Y puede haber una mayor indignidad ofrecida? El que
Cristo te despreciara por ser vil, y menospreciara tu amor como indigno de
toda consideración, no sería tan sorprendente. No es algo sumamente
sorprendente ver a un Príncipe menospreciar la aspiración a amor conyugal
de una mendiga. Pero el que tú, que eres una pecadora miserable,
menosprecies la persona y el amor de tal Príncipe, esto es un gran pecado y
provocación.
2. RECHAZAR LA INVITACIÓN DE CRISTO ES UNA GRAN LOCURA
Esta es tu gran locura, así como tu pecado: rechazar y desatender las
propuestas llenas de gracia de convertirte en esposa de Cristo. En virtud de
este acto, pierdes todo ese amor especial de Él que podrías tener con todas
sus expresiones entrañables. Con este rechazo y acto de desatender, prefieres
los trapos antes que las túnicas, la escoria antes que el oro, los guijarros antes
que las joyas, la culpa antes que el perdón, las heridas antes que la curación,
la contaminación antes que la limpieza, la deformidad antes que la belleza, la
angustia antes que la paz, la esclavitud antes que la libertad, el servicio del
diablo antes que el servicio de Cristo. En virtud de este acto, escoges el
deshonor antes que la corona, la muerte antes que la vida, el infierno antes
que el cielo, el dolor y la miseria eternos antes que el gozo y la gloria eternos.
¿Y es necesario que haya otra prueba de tu locura y tu insensatez, al rechazar
y desatender la invitación de Cristo a ser Su esposa?
CAPÍTULO 8:
IMPLICACIONES DE ACEPTAR LA INVITACIÓN DE CRISTO A QUE SEAMOS SU
ESPOSA

UTILIDAD 3: Para consuelo de todas las que han escuchado, considerado y


están inclinadas y persuadidas a ser la esposa de Jesucristo.
1. ACEPTAR LA INVITACIÓN DE CRISTO TE VUELVE ALGUIEN SABIA

Esta es tu sabiduría. Son vírgenes necias aquellas que rechazan [esta


invitación], pero son vírgenes sabias aquellas que han aceptado la propuesta
de Cristo y se han dispuesto a Él. Has hecho la elección más sabia. Y aunque
el mundo ciego pueda considerarte como necia, eres sabia en la estima de
Dios, y un día lo serás en la estima de los que ahora te desprecian.
2. ACEPTAR LA INVITACIÓN DE CRISTO REDUNDA PARA TU GLORIA
Esta es tu gloria. Tú, que estás desposada con Jesucristo, estás elevada a una
gran dignidad y honor. Eres la más preferida de todos las demás en el mundo.
Es la dignidad de Cristo estar tan cerca del Padre, y es tu dignidad estar tan
cerca de Cristo. Es el honor de Cristo —más allá de toda criatura— estar
unido en unión hipostática con el Padre, y es tu honor estar unida en esta
unión y relación mística y conyugal con el eterno Hijo de Dios. Que no se
gloríe el sabio en su sabiduría, ni el poderoso en su fuerza, ni el rico en sus
riquezas. Más bien, gloríate en el Señor, en el hecho de que estás desposada
con Cristo. No te gloríes en ti misma, sino en el Señor, que te ha tomado de
manera gratuita y llena de gracia en esta relación.
3. ACEPTAR LA INVITACIÓN DE CRISTO ES TENER SEGURIDAD
Esta es tu seguridad. Si estás desposada con Cristo, estás bajo el ala de Su
protección especial continuamente, Él está para ti por esta relación. Él está
comprometido a protegerte y defenderte del pecado, de Satanás y de la ruina
eterna y, por tanto, estás a salvo. Sí, Él tiene una consideración especial por ti
en tiempos de peligro de los hombres, tiene cámaras secretas de Su
providencia para esconderte cuando hay grandes tormentas y tempestades de
problemas a tu alrededor, y si tales tiempos te alcanzan —lo cual no es muy
improbable— te preservará de la desolación común, o te alojará con Él fuera
del alcance de todo problema futuro.
4. ACEPTAR LA INVITACIÓN DE CRISTO ES TENER CONSUELO
Esto puede consolarte en todo momento y en todas las condiciones: el que
estés relacionada tan cerca con Cristo, que Él te ame cuando el mundo te
odia, que Él se preocupe por ti y te haya prometido proveer para ti lo que es
necesario aquí [en la tierra], y que al final te recibirá en las mansiones que ha
preparado en la casa de Su Padre, donde verás y participarás de Su gloria, y
tomarás tu morada para siempre con Él.
CAPÍTULO 9:
EXHORTACIÓN VENIR A CRISTO

UTILIDAD 4: Para exhortación tanto a las que aún no están desposadas con
Cristo como a las que están desposadas con Él.
1. EXHORTACIÓN A LAS QUE NO ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO
A ustedes, que aún no están desposadas con Cristo, dirigiré mi discurso, y eso
a todos, tanto hombres como mujeres, pero particularmente a ustedes, las
mujeres jóvenes, a quienes especialmente estoy llamado a predicar en este
momento.
Puede ser que la novedad y la curiosidad hayan traído a muchas aquí hoy,
que de otra manera no habrían estado aquí. Y posiblemente el Señor puede
hacer uso de esta oportunidad, no solo para invitar por Su Palabra, sino
también para persuadir por Su Espíritu, a algunas de ustedes a desposarse con
Él.
Y si algunas almas son llevadas ahora a una unión con Jesucristo,
alcanzaré mi gran fin, y tanto ustedes como yo nos alegraremos de haber
escuchado esa propuesta y el deseo que se me hizo de predicar un sermón
particular a las mujeres jóvenes, como he hecho particularmente a los
hombres jóvenes.[6]
Vengan, vírgenes, ¿me darán permiso para que sea un cortejador para con
ustedes, no en mi nombre, sino en el de mi Señor? ¿Me permitirán prevalecer
para con ustedes sobre sus afectos, y persuadirlas a que se entreguen a
Cristo? ¿Me permitirán ser un instrumento para unirlas a ustedes y a Cristo en
este día?
No sean tímidas, así como algunas de ustedes posiblemente lo sean en
otros amores. La modestia y el rubor virginal pueden ser muy apropiadas para
ustedes cuando se les hagan propuestas de otra clase. Pero en cuanto a esta
[propuesta], la timidez es una locura, y el atraso para aceptar esta propuesta
es una vergüenza. Y tienen diez mil veces más razones para ruborizarse por el
rechazo de Cristo para que sea el amado de ustedes que por la aceptación,
cuando de otro modo el diablo y el pecado violarían sus afectos virginales.
Nunca se les ha hecho una propuesta mejor, nunca se les ha ofrecido una
unión como esta: ser unidas y desposadas con Jesucristo.
A. CONSIDERACIÓN DE LA PERSONA DE CRISTO COMO EL MEJOR ESPOSO
Consideren quién es el Señor Jesús, a quien ustedes son invitadas a
desposarse. Él es el mejor esposo; nadie se puede comparar a Jesucristo.
1) CRISTO ES GRANDE

¿Deseas a alguien que sea grande? Él es de la más alta dignidad. Nadie jamás
ha subido o podido subir a una posición tan alta, o alcanzar tal excelente
majestad, como aquella a la que Cristo es exaltado. Él es exaltado por encima
de todos los reyes de la tierra: «Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito
este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» (Ap. 19:16). Sí, Él es
exaltado por encima de los ángeles en el cielo, y ninguno tiene tal autoridad:
«Quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos
ángeles, autoridades y potestades» (1 P. 3:22). «Él es el primogénito de toda
creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él
y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y
él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia»
(Col. 1:15-18). «Siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia» (Heb. 1:3). Él es la gloria del cielo, el predilecto de la eternidad,
admirado por los ángeles, temido por los demonios, adorado por los santos.
Si la más insignificante mendiga fuera emparejara con el mayor príncipe
terrenal que jamás haya existido, no sería un elevación tan grande para ella
como para ti estar desposada con el Señor Jesucristo, el Rey de la gloria, de
cuyo honor y dignidad participarás, en y por esta relación.
2) CRISTO ES RICO

¿Deseas a alguien que sea rico? Nadie es comparable a Cristo, que es el


heredero de todas las cosas (Heb. 1:2), en quien habita toda la plenitud (Col.
1:19). No solo la plenitud de la tierra le pertenece (Sal. 24:1), sino que
también la plenitud de los cielos está a Su disposición, ya que todas las cosas
le fueron dadas y entregadas por el Padre: «El Padre ama al Hijo, y todas las
cosas ha entregado en su mano» (Jn. 3:35). «Sí, Padre, porque así te agradó»
(Mt. 11:26). Las riquezas de la gracia están a Su disposición, y las riquezas
de la gloria. En Él están escondidos todos los tesoros (Col. 2:3), y el apóstol
habla de las riquezas inescrutables de Cristo (Ef. 3:8). Las riquezas de Cristo
son inescrutables en cuanto a su valor —son inestimables debido a que su
valor no se puede determinar— y son inescrutables en cuanto a su
abundancia —estas son inagotables—. Nadie puede secar la fuente de Cristo,
nadie puede escudriñar y descubrir el fondo del tesoro de Cristo. Si te
desposas con Cristo, participarás de Sus inescrutables riquezas; recibirás de
Su plenitud, gracia sobre gracia aquí [en la tierra], y gloria sobre gloria en la
otra vida; y Él hará toda provisión necesaria para tu hombre exterior,
mientras tu morada esté aquí en este mundo.
3) CRISTO ES SABIO

¿Deseas a alguien que sea sabio? No hay nadie comparable a Cristo en cuanto
a sabiduría. Su conocimiento es infinito, y Su sabiduría es la correspondiente.
Salomón sobrepasó en sabiduría a todos los que le precedieron o le siguieron.
Pero fue sobrepasado por Jesucristo, un hombre del ingenio más humilde y de
la capacidad más sencilla. Cristo no solo es sabio, sino que es la sabiduría.
«La sabiduría es justificada por sus hijos» (Mt. 11:19). Él es la sabiduría de
Dios (1 Co. 1:24). Cristo es infinitamente sabio en sí mismo, y es la fuente de
toda la sabiduría verdadera, espiritual y celestial, que es derivada a cualquiera
de los hijos de los hombres: «En quien están escondidos todos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento» (Col. 2:3). Si te desposas con Cristo, Él te
guiará y aconsejará, y te hará sabia para salvación.
4) CRISTO ES PODEROSO

¿Deseas a alguien que sea potente, que pueda defenderte contra tus enemigos,
y cualquier clase de injurias y abusos? No hay nadie que pueda igualar a
Cristo en poder. Otros tienen cierto poder, pero Cristo tiene todo el poder:
«Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mt. 28:18). Otros
pueden ser potentes, pero Cristo es omnipotente; otros tienen poder, Cristo es
poder: «Cristo poder de Dios» (1 Co. 1:24). Y si te desposas con Cristo, Su
poder infinito se compromete a defenderte contra tus enemigos. Él someterá
tus iniquidades por aquel poder por el cual es capaz de someter todas las
cosas: «… sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar
todos nuestros pecados» (Mi. 7:19). «… por el poder con el cual puede
también sujetar a sí mismo todas las cosas» (Fil. 3:21). Él aplastará a Satanás
bajo tus pies: «Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros
pies» (Ro. 16:20). Él te guardará del mal del mundo: «No ruego que los
quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Jn. 17:15). Él te hará más
que vencedora sobre todos tus enemigos espirituales, los cuales, sin Su
ayuda, no solo abusarían de ti y te perjudicarían, sino que te arruinarían y
destruirían: «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó» (Ro. 8:37).
5) CRISTO ES BUENO

¿Deseas a alguien que sea bueno? No hay nadie como Cristo en este sentido.
Otros pueden tener algo de bondad, pero es imperfecta. La bondad de Cristo
es completa y perfecta. Él está lleno de bondad, y en Él no habita el mal. Él
es bueno y hace el bien. Y si te desposas con Cristo, por muy mala que seas
por naturaleza, Él te hará en cierta medida buena como Él.
6) CRISTO ES HERMOSO

¿Deseas a alguien que sea hermoso? Cristo es «el más hermoso de los hijos
de los hombres» (Sal 43:2). «Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez
mil […]. Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable» (Cnt. 5:10, 16). Sus
ojos son los más brillantes, Sus vistas y miradas de amor son las más
encantadoras, Sus sonrisas son las más deleitantes y refrescantes para el alma.
Cristo es la persona más preciosa y digna de ser amada de todas las demás en
el mundo. Ninguna persona es tan completa en todos los aspectos como Él y,
por lo tanto, es la más deseable en esta relación. Y por muy desagradable que
seas en ti misma, por muy deformada y contaminada que seas por el pecado,
si te desposas con Cristo, Él pondrá Su belleza en ti, te lavará de tus
impurezas en una bañera hecha con Su propia sangre, y te embellecerá con
Su propia imagen y, por consiguiente, llegarás a ser sumamente hermosa. Y
así como puedes tener oportunidad de deleitarte en la belleza de Cristo, de la
misma manera Él deseará y se deleitará en tu belleza, como en el texto:
«Escucha (oh, hija), y considera e inclina tu oído […]. Entonces el Rey
deseará grandemente tu hermosura…»
7) CRISTO ES AMOROSO

¿Deseas a alguien que pueda amarte? Nadie puede amarte como Cristo. Su
amor es incomparable, y Su amor es incomprensible; Su amor sobrepasa
todos los demás amores, y sobrepasa también el conocimiento: «… el amor
de Cristo, que excede a todo conocimiento…» (Ef. 3:19). Su amor es el que
está antes de todos los demás,[7] no tiene ningún principio; Su amor es
voluntario, no tiene ninguna pretensión; Su amor es grande, no tiene ninguna
medida; Su amor es constante, no tiene ningún cambio; y Su amor es eterno,
no tiene ningún fin.
Fue el amor de Cristo el que lo hizo descender desde el cielo, el que
encubrió Su divinidad en un alma y un cuerpo humanos, el que lo puso en
forma de siervo, el que lo expuso al desprecio, al reproche y a muchas
indignidades. Fue el amor lo que lo hizo sujetarse a pasar hambre, a tener sed,
padecer angustias y muchas enfermedades humanas, lo que le humilló hasta
la muerte —la dolorosa e ignominiosa muerte de la cruz—.
Y cuando por amor hubo consumado la obra de la Redención en la tierra
—en lo que era necesario a modo de satisfacción—, fue Su amor el que lo
llevó de vuelta al cielo, donde estaba antes, para que pudiera hacer aplicación
de lo que había comprado, para que allí pudiera interceder por los que había
redimido, y para preparar un lugar para ellos —las mansiones gloriosas con
Él mismo, en la casa no hecha con manos, que es eterna en los cielos—.
Es por amor que envía tales muestras [de amor] a Su pueblo desde el
cielo a la tierra, que les transmite a través de Sus ordenanzas por medio de Su
Espíritu. Y Sus muestras de amor sobrepasan infinitamente a todas las demás
muestras de amor en valor y excelencia.
Con toda seguridad, pues, nadie es tan deseable como el Señor Jesucristo
para que te desposes con Él. Si te desposas con Cristo, Él es tuyo —todo lo
que Él es, todo lo que tiene—. Tendrás Su corazón, y participarás de las
expresiones más singulares de Su amor más entrañable.

Y ahora ponlo todo junto. Al ser el Señor Jesucristo incomparable en


dignidad, en riquezas, en sabiduría, en poder, en bondad, en belleza y en
amor, me parece que no deberías necesitar ningún otro motivo para
persuadirte a que te dispongas a desposarte con Él.
B. CARACTERÍSTICAS DE LAS INVITACIONES DE CRISTO A QUE SEAMOS SU ESPOSA
Considera que estás invitada a esta relación de esposa con Cristo: «Escucha
(oh, hija), y considera e inclina tu oído…» En estas palabras el Señor Jesús te
corteja para que seas Su esposa. Los ministros tenemos la comisión de
nuestro Señor de invitarte en Su nombre a esto, y las invitaciones de Cristo
son:
1) Reales
2) Generales
3) Frecuentes
4) Fervientes
5) Gratuitas
1) LAS INVITACIONES DE CRISTO SON REALES

Las invitaciones de Cristo a ti para que seas Su esposa son reales. El asunto
es real, que hay un desposorio entre Cristo y Su pueblo. No es una fantasía,
que no tiene base o fundamento, que está en la mente e imaginación
entusiasta de algunos hombres llenos de fantasía, como algunos pueden
considerarlo. Hay un claro fundamento para ello en las Escrituras: «Os he
desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a
Cristo» (2 Co. 11:2). «Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él» (1
Co. 6:17). Y así como el asunto es real, así mismo estás realmente invitada a
ello. El Señor no se burla ni disimula contigo, como algunos pretendientes de
amor, que disimulan el amor a las vírgenes, hasta que han ganado su afecto, y
entonces falsa y vilmente las abandonan, sin tener nunca la intención real de
desposarlas o casarse con ellas. Pero el Señor sí tiene realmente la intención
de hacerlo en Sus invitaciones para contigo. Él es rechazado por muchos, a
los que corteja para ganar sus afectos. Pero nunca ha desechado a ninguno
cuyo consentimiento y afectos había ganado.
2) LAS INVITACIONES DE CRISTO SON GENERALES

Las invitaciones de Cristo a ti para que seas Su esposa son generales. Todas
están invitadas, y ninguna está exceptuada. Ninguna está excluida, sino las
que se excluyen a sí mismas. Se invita a toda clase de personas, no solo a las
de condición más alta —de las que muy pocas prestan atención—, sino
también a las de grado más bajo en el mundo. Los pobres, los ciegos y los
cojos, y los más despreciables a los ojos de los hombres, son invitados al
Banquete de bodas (Lc. 14:21). Por lo tanto, al venir, son recibidas en la
relación matrimonial con Cristo. Se invita a toda clase de pecadoras, no solo
a las que han guardado sus vestiduras de las manchas más groseras y que han
escapado de las mayores contaminaciones que hay en el mundo a causa de la
concupiscencias, sino también a las pecadoras más viles y abominables, a las
que han corrido con otras hasta el mismo exceso de desenfreno, y se han
revolcado como cerdos en el más profundo fango del pecado. Las
transgresoras más notorias son invitadas a ser esposa de Cristo, y serán tan
bienvenidas como cualquiera a los abrazos de Su amor.
3) LAS INVITACIONES DE CRISTO SON FRECUENTES

Las invitaciones de Cristo a ti para que seas Su esposa son frecuentes.


Algunos te invitan una o dos veces, pero si se les rechaza, no invitan más,
particularmente si son de condición superior, y sería para tu elevación
escuchar y consentir. Pero el Señor Jesucristo no te invita una o dos veces,
sino muy frecuentemente. Extiende Su mano todo el día, y aunque has sido
un pueblo que se niega, todavía te invita. Él ha sido un cortejador para
algunas de ustedes durante muchos años juntos, y todavía es un cortejador. Y
aunque Él sea tan superior para ti, y estés infinitamente sin esperanza de que
tome en esta relación por todos los rechazos y desprecios, te invita de nuevo
hoy mediante mi persona a que seas Su esposa.
4) LAS INVITACIONES DE CRISTO SON FERVIENTES

Las invitaciones de Cristo a ti para que seas Su esposa son fervientes. Él te


importuna en gran medida. Él no te anuncia tácitamente Su mente y
voluntariedad a aceptarte, lo cual habría sido una condescendencia infinita y
un estímulo suficiente para que te presentes delante de Él. Más bien, Él te
llama, y no solo te llama, sino que te llama fervientemente. Sí, utiliza muchos
argumentos para persuadirte, y añade súplicas a Sus invitaciones. Nos da a
los ministros una comisión de suplicarte de que te desposes con Él. Él es muy
reacio a aceptar cualquier negativa, es muy reacio a ser rechazado. Llama y
golpea con fuerza a la puerta de tu corazón para entrar. Y así como el fervor y
la importunidad en la oración prevalecen con el Señor para ser escuchados y
tener respuesta, así mismo el fervor y la importunidad del Señor deben
prevalecer para con ustedes para que lo acepten en esta relación deseable.
5) LAS INVITACIONES DE CRISTO SON GRATUITAS

Las invitaciones de Cristo a ti para que seas Su esposa son gratuitas. No


espera una porción y una dote contigo, como lo hacen muchos. Sí, la mayoría
de las grandes personas en sus solicitudes a cualquiera por este motivo,
esperan algo que se corresponda con su grado y condición. Pero nadie tiene
nada que se corresponda con el grado de Cristo, ni Él espera nada, tiene
suficiente para ti y para Él también. Y no debes tener nada, si quieres
desposarte con Él. Debes ser pobre, y estar desnuda y vacía, y Él te
enriquecerá, te vestirá, te llenará y te suministrará de Su tesoro, con todas las
cosas necesarias para cualificarte y hacerte adecuada para Él.

C. CONSIDERACIÓN DE LA ETERNA DURACIÓN DE ESTA UNIÓN


Considera que una vez te hayas desposado con Cristo, nunca te divorciarás.
Una vez que estés unida en esta relación con Él, nunca serás separada de Él,
ni los hombres ni los demonios podrán desunirte. Y cuando la muerte corte
todos los demás lazos conyugales, no cortará los lazos conyugales entre tú y
Cristo, sino que te llevará a la más plena y eterna posesión de tu amado.

¿Y qué dicen ahora, jóvenes? ¿Tendré una concesión para mi Señor, o seré
despedido con un rechazo y una negativa? En este momento me parece que
deben empezar a pensar en Jesucristo; miran como si lo desearan; escuchan
como si consintieran. ¿Qué dicen? ¿Se hará hoy la unión entre Cristo y sus
almas? ¿Podré ser el instrumento para unir sus manos, o más bien sus
corazones? ¿Podré ser el instrumento para atar ese nudo que nunca podrá
desatarse? Algunas se casan apresuradamente y se arrepienten a su antojo,
pero una vez que se desposan con Jesucristo, nunca se arrepentirían. Nada las
afligiría más que el hecho de no haberse unido a Él antes, y no van a querer
desunirse por nada del mundo. ¿Será este el día de sus desposorios? Algunas
de ustedes han esperado mucho tiempo, ¿y van a aplazarlo más? Si no
quieren ahora, puede ser que Cristo no lo haga en otra ocasión. Si se niegan
ahora al llamado y a la invitación de Cristo, puede ser que Cristo se niegue
cuando llamen y supliquen. Esta puede ser la última vez que invite, y por eso
es peligroso negarse. Algunas de ustedes son muy jóvenes, demasiado
jóvenes para otros desposorios, pero ninguna de ustedes es demasiado joven
para este desposorio con Jesucristo. En otros desposorios deben tener el
consentimiento de los padres, pero en este están a su propia disposición.
Ustedes pueden entregarse y unirse a Cristo, ya sea que los padres lo
consientan o no.
D. LA MANERA DE DESPOSARSE CON CRISTO
PREGUNTA: «Pero ¿qué debemos hacer para ser desposadas con Jesucristo?»

RESPUESTA 1: Sé consciente de tu necesidad de Cristo y de este desposorio


con Él, sin el cual eres esclava del pecado y de Satanás, hija de la ira,
aborrecida por Dios aquí [en la tierra] y en peligro de la ruina eterna en el
otro mundo. Por tanto, hay una necesidad de esta relación con Cristo, de
modo que, en virtud de este acto, puedas ser partícipes en Su redención y
salvación.
RESPUESTA 2: Trabaja para anhelar esta relación con Cristo. Él desea que seas
Su esposa, y tú deseas ser desposada con Él. Desea [esta relación] de manera
principal y ferviente. Y para este fin, considera los motivos que he puesto
delante de ti, para suscitar tus deseos por Cristo.
RESPUESTA 3: Busca diligentemente esta relación con Cristo, atiende a las
ordenanzas que Dios ha designado como medios para acercarte y unirte a ti
con Cristo. [Ordenanzas como] el escuchar la Palabra [predicada], la oración,
etc. Busca a Cristo al escuchar, y no descanses en lo externo del deber, y
clama poderosamente a Dios en oración, para que te atraiga y te una por Su
Espíritu con Su Hijo.
RESPUESTA 4: Despójate de tus vestiduras sucias, no hablo de las vestiduras
alrededor de tu cuerpo, sino de los trapos sucios del pecado que están
alrededor de tu alma. Debes despojarte de toda suciedad y superfluidad de
desobediencia, de todo orgullo, envidia, malicia, mundanalidad, afecto
desordenado, concupiscencia maligna y toda otra concupiscencia
contaminante. Estas son las viejas vestiduras del viejo hombre que deben ser
despojadas si quieres estar desposada con Cristo.
RESPUESTA 5: Vístete de las vestiduras blancas, los vestidos limpios y las
excelentes túnicas que Cristo te ha provisto. Hago referencia al atuendo de la
gracia, las túnicas de Su justicia perfecta, con estas vestiduras serás hermosa
y aceptada.
RESPUESTA 6: Extiende la mano de la fe y aférrate a Él, consiente que lo
tendrás, y recíbelo bajo Sus propios términos, y será tuyo para siempre.
RESPUESTA 7: Entrégate a Él en cuerpo, alma y todo, como suyo para siempre.
Y entonces podrás decir: «Mi amado es mío, y yo soy suya». Y entonces
¡dichosa, dichosa de haber nacido!
2. EXHORTACIÓN A LAS QUE ESTÁN DESPOSADAS CON CRISTO

A ustedes que están desposadas con Jesucristo:


A. APRECIA LA GRACIA

Admira y adora esa gracia rica y gratuita que te ha elegido y llevado a esta
relación. Di: «No a nosotros, no a nosotros, sino a tu nombre sea la alabanza»
(Sal. 115:1): Di: «¡Oh, maravilloso, maravilloso, maravilloso amor! ¡[Qué
maravilloso] que seamos hechas esposa de Cristo! Nosotras, que no teníamos
belleza, que no teníamos dote, que abrazábamos el estercolero, seamos
tomadas a los abrazos del Señor. ¡Oh, infinita bondad condescendiente!»
B. REVERENCIA A CRISTO
Procura reverenciar a Cristo, con quien te has desposado. Él es tu Señor, y
debes reverenciarlo, y estar en reverencia a Él. Ten cuidado con el orgullo, la
pasión, el descontento con tu condición, las murmuraciones bajo la aflicción,
y cualquier otro pecado que sea desagradable a Cristo, e impropio de la
reverencia que le debes.
C. AMA A CRISTO
Sé amorosa y fiel a Cristo, no recibas a ninguna criatura en el mundo en los
abrazos de ese amor tan entrañable que pertenece a tu Esposo desposado.
Ámalo de manera suprema y ardiente, y trabaja para aumentar tu amor hacia
Él cada día.
D. SUJÉTATE A CRISTO
Sométete a Cristo y procura complacerlo en todo, y disponte a prestarle
obediencia total a todo lo que Él te revele como Su voluntad.

E. TEN COMUNIÓN CON CRISTO


Esfuérzate por mantener una comunión diaria con Él en Su ordenanza, no
desees las ordenanzas en aras de ti misma, sino en aras de Cristo. Aflígete
cuando se aleje y esté ausente; regocíjate cuando se acerque y manifieste Su
presencia.
F. PREPÁRATE PARA LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

Mira, anhela y prepárate para la segunda aparición de Cristo, cuando las


nupcias sean solemnizadas, y seas llevada a vivir con Él para siempre en
mansiones de goces eternos.
FINIS
APÉNDICE:
MOTIVOS PARA INDUCIRTE A AMAR A CRISTO A PARTIR DE SUS
CUALIDADES AMABLES

En la persona de Cristo existen las cualidades más amables[8] para atraer tu


amor. Daré como ejemplo las siguientes seis:
1. Su grandeza y autoridad.
2. Su santidad y pureza.
3. Su sabiduría y omnisciencia.
4. Su verdad y fidelidad.
5. Su plenitud y suficiencia.
6. Su bondad y misericordia.
1. LA GRANDEZA Y AUTORIDAD DE CRISTO
Considera la grandeza y autoridad de Cristo: Aquila non capit muscas [El
águila no persigue a las moscas]. Las grandes almas no se ven afectadas si no
es por las cosas grandes. No hay nadie tan grande como Jesucristo. Él es muy
grande en honor y dignidad; Él es muy grande en poder y autoridad.
La excelencia de la majestad atrae en gran medida el amor, y manda a los
corazones así como la obediencia de los súbditos. Y aquellos príncipes que
tienen el mayor poder y autoridad, son los amados del pueblo cuando no
abusan de su lugar por la injusticia y la crueldad, por la usurpación y la
tiranía. Si el poder se administra con clemencia, y la autoridad con bondad
hacia aquellos que están bajo su mando, los príncipes se elevan a sí mismos
de esa manera en la estima y el amor de su pueblo, de modo que estarán
dispuestos a gastar sus bienes y arriesgar sus vidas en su servicio.
Cristo es el Príncipe de los Reyes de la Tierra, está revestido del más alto
honor, colocado con la más excelente majestad, adornado con el mayor poder
e investido con la mayor autoridad. Él es el Rey y el Señor de la gloria, está
exaltado a una dignidad más alta que el mayor potentado que jamás haya
existido en la Tierra. Sí, está por encima de todos los tronos y dominios, y de
los principados y potestades de los ángeles gloriosos que están en el cielo.
A Él se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18). Él
hace lo que quiere en el cielo: los ángeles están a Su disposición y ejecutan
Su voluntad, van y vienen a Su orden. Y tiene poder en la tierra: es la Cabeza
de la iglesia, y la Cabeza de todo lo que hay en la iglesia; puede inmovilizar a
Sus enemigos, y conquistarlos, y ponerlos bajo Sus pies a Su antojo. Y a
pesar de la severidad que muestra a veces en la ejecución de Sus juicios, y en
la venganza de los impíos, nunca abusa de Su poder por la injusticia. Es muy
justo con los peores, y los castiga aquí [en la tierra] menos de lo que merecen
sus iniquidades.
Pero ¡qué bondad y clemencia muestra a Sus propios súbditos y a Su
pueblo! ¡Y no tendrás un gran amor hacia tal persona tan grande! ¡No debería
la consideración de la alta dignidad de tu Señor, elevar tu amor hacia Él a una
gran altura! Cuando Cristo tiene tal autoridad, ¿no mandará tu corazón?
Cuando Cristo está investido de tal poder que puede defenderte contra la
rabia y la crueldad de tus adversarios más poderosos y maliciosos, ¿no
amarás grandemente a tal Persona, así como confiar confiadamente bajo la
sombra de Su gobierno?
2. LA SANTIDAD Y PUREZA DE CRISTO
Considera la santidad y pureza de Cristo. Algunas grandes personas que
abundan en riqueza y honor, que tienen algún tipo de cualidades naturales
amables, y logros adquiridos que podrían hacerlos muy útiles en sus países, a
través de sus maldades y libertinajes, sus suciedades e impurezas, sus vidas
impías y viciosas, manchan todas sus otras excelencias, y se convierten en
objetos de desprecio y escarnio, para aquellos que de otra manera tendrían
gran respeto y amor hacia ellos.
Pero Cristo es muy amable por Su santidad y pureza. Él fue santo en Su
nacimiento. Aunque nació de una mujer pecadora, nació sin pecado. Cuando
vivió entre pecadores impuros, mantuvo Sus vestiduras libres de toda
mancha, Su corazón y Su vida estuvieron libres de toda contaminación, y
nunca fue culpable de la menor transgresión, ni en acción ni en la menor
inclinación. ¡Oh, qué persona tan excelente fue Cristo cuando estuvo aquí en
la Tierra! ¡Cuán glorioso fue en santidad! ¡Qué rayos brillantes de perfecta
pureza e inocencia exacta esparció Cristo en aquellos lugares oscuros de la
tierra donde vivió, y entre aquellos oscuros y manchados pecadores con los
que conversó! ¡Cómo, entonces, brilla Cristo en santidad, ahora que ha
entrado en el Lugar Santísimo, que está arriba; y allí no tiene comunión con
nadie más que con los que son santos!
Sé que a causa de la santidad y la pureza de Cristo, es objeto del odio y la
enemistad de los malvados e impíos. Dado que Cristo es un enemigo de sus
queridas y amadas concupiscencias, ellos tienen una enemistad contra la
persona de Cristo. Cuando estuvo aquí abajo les dijo a Sus hermanos: «No
puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo
testifico de él, que sus obras son malas» (Jn. 7:7). Y el aborrecimiento del
mundo aún permanece por la misma razón. Cristo reprende al mundo por el
pecado, y esto el mundo no puede soportarlo y se aleja de Él. Los rayos de la
santidad de Cristo hieren sus ojos irritados, Sus santos preceptos ofenden a
sus corazones carnales.
Pero, a pesar de esto, Él es un objeto muy adecuado para el amor de los
santos a causa de Su santidad. Los que son verdaderamente juiciosos amarán
más a los que son mejores —los que son realmente los mejores hombres y
mujeres del mundo—: los más santos. Si eres realmente discípulo de Cristo,
amas la santidad dondequiera que la observas, y puedes amar la santidad
imperfecta que hay en el pueblo de Dios, ¿y no amarás a Cristo que Él mismo
es santo de manera perfecta e infinita, que es la fuente de toda esa santidad
que se encuentra en cualquiera de los hijos de los hombres? Si la santidad
derivada de algunos tiene un brillo tan maravilloso que los hace brillar como
luces en un mundo oscuro, ¡qué maravilloso brillo trascendente tiene la
santidad original que hay en Cristo! Así como esta [santidad] es algo de gran
admiración, así también llama a tener un gran afecto. «Sumamente pura es tu
palabra, y la ama tu siervo» (Sal. 119:140). Cristo es la Palabra, no la Palabra
escrita, sino la Palabra esencial, y Él es muy puro, por lo que debes amarlo.
3. LA SABIDURÍA Y LA OMNISCIENCIA DE CRISTO
Considera la sabiduría y la omnisciencia de Cristo. La sabiduría hace brillar
el rostro. El conocimiento hace que algunos sean muy estimados. Los que
más saben, si sus morales son correspondientes con sus intelectos, son los
más admirados por los que entienden lo que es el verdadero valor. De manera
particular, si hay sabiduría espiritual junto con la natural y adquirida, si hay
mucha gracia en el corazón así como mucho conocimiento en la cabeza,
¡cuán dignos son los tales para ser amados!
Daniel fue un hombre de gran conocimiento y sabiduría, experto en todo
el conocimiento de los caldeos que no era pecaminosa ni diabólica. El ángel
le dijo a este Daniel más de una o dos veces que era un hombre muy amado.
Era muy amado por el Señor de los cielos, muy amado por su príncipe en la
tierra, y muy amado por su pueblo, y por todos, excepto por unos pocos que
envidiaban su prosperidad y favor. La sabiduría de Daniel lo hizo tan
universalmente amado. ¡Cómo, entonces, debería ser amado Cristo a causa de
Su sabiduría y conocimiento! La sabiduría de Cristo está muy por encima de
la sabiduría de Daniel, o de la sabiduría de Salomón, que era más sabio que
Daniel. Estos hombres tenían una sabiduría que los hizo famosos y estimados
en su día, pero Cristo es la sabiduría, la sabiduría del Padre. Ellos eran hijos
de la sabiduría, pero Cristo es el padre y la fuente de la sabiduría. Ellos
tuvieron algunas joyas de sabiduría, pero los tesoros de la sabiduría están
escondidos y guardados en Cristo (Col. 2:3). Tenían ciencia y conocimiento,
pero su conocimiento era ignorancia comparado con el conocimiento de
Cristo. La mayor parte de las cosas que ellos sabían era solo la menor parte
de las cosas que no sabían. Ellos sabían algunas cosas, pero Cristo es
omnisciente y conoce todas las cosas. Ellos conocían muchos secretos de la
naturaleza, pero Cristo conoce los secretos del cielo, la mente de Dios, y nada
está oculto para Él. ¡Cuán grande, pues, debe ser nuestro amor por Cristo! Si
quieres ser sabio, debes amar a Cristo, que es tan infinitamente sabio Él
mismo, y que es el único que puede hacerte verdaderamente sabio.
4. LA VERDAD Y FIDELIDAD DE CRISTO

Considera la verdad y fidelidad de Cristo. La verdad y fidelidad son muy


raras en nuestros días, cuando la falsedad y el engaño abundan tanto. Lo que
se dijo antiguamente, puede decirse hoy: «Y el derecho se retiró, y la justicia
se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo
venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en
prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho»
(Is. 59:14-15). Por lo tanto, los que son verdaderos sin fraude, fieles sin
engaño, son dignos de gran estima y amor. Pero ¡qué amor deberías dar a
Cristo, quien no solo es verdadero, sino que es la verdad misma; quien es
muy fiel en todos sus compromisos y promesas; quien nunca ha engañado a
nadie que haya puesto su confianza en Él; que a menudo es mejor que Su
palabra, y nunca peor! Amarás a un amigo verdadero y fiel, ¿y no amarás al
Cristo verdadero y fiel, el mejor amigo de los hijos de los hombres? Así
como la fidelidad de Cristo debe estimularte a poner tu confianza en Él, así
mismo también debe hacer que lo ames.
5. LA PLENITUD Y LA SUFICIENCIA DE CRISTO
Considera la plenitud y la suficiencia de Cristo. Los que tienen bienes
grandes y abundantes son muy queridos por los pobres e indigentes, si
encuentran que también tienen corazones grandes y manos abiertas dispuestas
para suplir sus necesidades. Nadie tiene tanta plenitud y abundancia como el
Señor Jesucristo, y nadie está tan dispuesto a comunicar Su plenitud a las
necesidades de los pobres de espíritu y sensibles a su necesidad que Él: «Por
cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud» (Col. 1:19). No solo
hay abundancia en Él, sino plenitud. No la plenitud de la cisterna, sino la
plenitud de la fuente; no la plenitud solo de la suficiencia para sí mismo, sino
la plenitud de la redundancia para Su pueblo; no alguna plenitud para algunas
cosas, sino toda la plenitud para todas las cosas buenas; no la plenitud para
algún tiempo y para continuar solo por un tiempo, sino que toda la plenitud
habita en Él, y permanece para todo Su pueblo a través de todas las
generaciones.
Y esto no depende de la voluntad de los hombres, cuyas mentes pueden
cambiar, sino que ha complacido al Padre que dependa de Su voluntad, quien
es siempre el mismo, y cuya buena voluntad para con Su pueblo es
inmutable.
Hay una doble plenitud en Cristo para Su pueblo aquí [en la tierra],
además de Su plenitud de gloria que tiene referencia a la eternidad. Hay una
plenitud de mérito y una plenitud del Espíritu:
a. La plenitud de mérito en esa plena y perfecta justicia que ha obrado
para ellos, y que les imputa para su justificación.
b. Hay una plenitud del Espíritu en Cristo, ya que el Espíritu le fue dado
sin medida, el cual les imparte y comunica para santificación y consolación
de ellos.
Cristianos, ustedes están vacíos, Cristo está lleno; ustedes son pobres,
Cristo es rico; ustedes son indigentes, Cristo tiene una suficiencia plena; y
¿no amarán a Cristo, que es capaz de hacer por ustedes más allá de lo que
ustedes son capaces de pedir o pensar, y está tan dispuesto como es capaz de
suplir todas sus necesidades espirituales? ¿No amarán a Cristo, que es la
fuente de bien desbordante y siempre fluyente, que tiene tesoros inagotables
de gracias y consuelos en Él, que están disponibles delante de ustedes y para
ustedes, y cada día pueden venir libremente y sacar tales joyas de este tesoro,
que son de mayor valor y mayor uso que cualquier riqueza terrenal en la
mayor prosperidad y abundancia?
6. LA BONDAD Y LA MISERICORDIA DE CRISTO

Considera la bondad y la misericordia de Cristo. Toda la bondad de los


hombres es una falta de bondad comparada con la bondad de Cristo; toda la
misericordia de los hombres es crueldad comparada con la misericordia de
Cristo. Él es todo bondad, todo entrañas, todo compasión, todo piedad, todo
gracia, todo misericordia para la miserable humanidad perdida… Y si
añadimos la bondad y la misericordia de Cristo a todas Sus otras excelencias
y perfecciones, con toda seguridad parecerá que tiene incomparablemente los
mayores atractivos para el amor, para cualquiera que no tenga un velo muy
grueso de incredulidad ante sus ojos para ocultarlo de su vista.
[1]
Esta biografía fue tomada de Dictionary of National Biography, 1885-1900, 58:369, por
Alexander Gordon.
[2]
Thomas Vincent, Christ the best husband: or An invitation of young women unto Christ
Delivered in a sermon to young women (London: 1672).
[3]
Thomas Vincent, The true Christians love of the unseen Christ (London: 1677) pp. 60-70
[4]
Literalmente: «Banquete o fiesta matrimonial».
[5]
O «la promesa mutua de matrimonio».
[6]
Thomas Vincent hace referencia a un sermón que predicó a los jóvenes: The Best Gift, or God’s
Call upon Young Men for their Hearts [El mejor regalo, o el llamado de Dios a los jóvenes a entregar
sus corazones].
[7]
Literalmente dice: «Su amor es primero».
[8]
Con «amable» se hace referencia al carácter de dignidad que alguien tiene para ser amado (N.
del T.)

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