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La Aventura de la Princesa Risueña

En un reino lejano llamado Felicilandia, vivía la Princesa Risueña, una joven alegre y siempre
sonriente. Desde que era una niña, su risa resonaba en los pasillos del castillo y se extendía por los
campos, llevando alegría a cada rincón del reino.

Aunque la princesa disfrutaba de la vida, a veces se sentía incomprendida. La gente del reino
pensaba que su risa era encantadora, pero no comprendían cuánto significaba para ella. Un día,
mientras paseaba por el jardín del castillo, la princesa notó que los aldeanos parecían tristes.

Intrigada, la Princesa Risueña decidió investigar. Habló con los aldeanos y descubrió que una nube
gris de tristeza se había posado sobre el reino. La gente estaba desanimada y necesitaba algo que
iluminara sus vidas.

La princesa, sin dudarlo, decidió usar su risa para ayudar a su reino. Se propuso hacer reír a todos,
desde los aldeanos hasta los animales del bosque. Organizó eventos de comedia, juegos y
espectáculos de payasos para levantar el ánimo de su gente.

Sin embargo, no todos estaban seguros de que la risa pudiera cambiar algo. La malhumorada bruja
del bosque, una criatura gruñona que no había sonreído en años, se burló de la princesa. "¿Crees
que tu risa puede cambiar el estado de ánimo de todo un reino?", dijo la bruja con escepticismo.

La Princesa Risueña, en lugar de sentirse desanimada, decidió desafiar a la bruja. "Haré todo lo
posible para llenar este reino de risas y alegría", respondió con determinación.

La princesa organizó un gran festival en el centro del reino, con juegos, música y actuaciones
cómicas. A medida que la risa de la princesa resonaba, algo mágico comenzó a suceder. La gente
empezó a sonreír, los colores del reino parecían más vibrantes y hasta la bruja del bosque soltó
una risa tímida.

La risa de la princesa tenía un poder increíble: podía transformar la tristeza en felicidad y disolver
la nube gris que había oscurecido el reino. Los habitantes de Felicilandia se dieron cuenta de que
la alegría no solo provenía de la risa de la princesa, sino también de su actitud positiva y su deseo
genuino de hacer felices a los demás.
Con el tiempo, la Princesa Risueña se convirtió en una leyenda en Felicilandia. Su risa se volvió
contagiosa, y el reino floreció con una felicidad duradera. La princesa enseñó a todos que la risa no
solo es un sonido hermoso, sino también una fuerza poderosa que puede transformar vidas y
hacer que un reino entero brille con luz propia.

Desde entonces, cada año, Felicilandia celebraba el "Día de la Princesa Risueña", un día dedicado a
la risa, la alegría y la gratitud por la princesa que había cambiado el curso de su historia con una
sonrisa interminable y un corazón lleno de bondad.

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