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El porfiriato

¿Qué es el Porfiriato?
Se conoce como el porfiriato o porfirismo a un período en la historia política de
México durante el cual la nación estuvo bajo el control férreo y autoritario del
militar oaxaqueño José de la Cruz Porfirio Díaz Mori (1830-1915). Dicho período
fue clave en el devenir histórico mexicano, especialmente como preludio a la
célebre Revolución Mexicana, y duró entre el 28 de noviembre de 1876 y el 25 de
mayo de 1911: fechas en que el caudillo Porfirio Díaz inició su primer mandato
presidencial y en que abandonó el poder huyendo hacia Francia, respectivamente.

La dictadura de Díaz duró 31 años.

Características del porfiriato


El porfirato fue una dictadura, y como tal, centralizó el poder en la figura de Porfirio
Díaz, cuya voluntad suplantó las garantías establecidas en la Constitución de la
época, convirtiéndose en el motor y el volante del país entero. Esto fue posible
porque era sumamente popular entre la clase militar, así que reformó a su antojo
al ejército y subordinó a ellos a la policía federal y a una policía rural con las
cuales mantuvo el orden en todo el país. Esto no impidió que hubiera rebeliones,
levantamientos, protestas y conflictos, pero ninguno logró hacer tambalear
el gobierno.

La continuidad del porfiriato se tradujo en un auge material, fruto de avances


considerables en el terreno de lo económico, fruto de la apertura a la inversión
extranjera y de la liquidación de los terrenos ociosos, vendidos al mejor postor,
generalmente a quien menos las necesitaba. Los cultivos (café, azúcar, algodón)
aumentaron considerablemente, aunque no tanto como la actividad minera
(hierro, cobre, plomo) y la explotación petrolera. Al mismo tiempo, el gobierno
insistió en la modernización del país, invirtiendo en obra pública y en la expansión
de la red ferroviaria, por ejemplo, cuyas dimensiones alcanzaron los 23.000 km
(en comparación con los 617 km que había en 1876).

Aportes tecnológicos: ferrovías, telégrafos y sistemas eléctricos

Con la inversión extranjera en el país, el porfiriato consolidó avances tecnológicos,


sociales y médicos en 34 años que sentaron las bases para el desarrollo moderno.
La industria ferrocarrilera también tuvo un crecimiento acelerado. En 1884, México
tenía cinco mil 731 kilómetros de vías. Para 1898 había aumentado a 12 mil 173 y,
en 1910, se extendieron a 19 mil 800, que representan el 80% de la longitud total
en la actualidad. El sitio Ciencia UNAM explica que el tendido de líneas de
telégrafos creció de siete mil a 68 mil kilómetros entre 1877 y 1907. Con ellos, la
era telefónica se inauguró en el porfiriato y la primera de ellas conectaba al
Castillo de Chapultepec con el Palacio Nacional. Al finalizar el siglo XIX, el país
contaba con cinco mil teléfonos.

En cuanto a la electricidad, en 1890 fueron construidas cuatro plantas de vapor y


14 hidroeléctricas con capacidad para producir 22 mil kilovatios. Esta
infraestructura se quintuplicó en los 10 años siguientes. Con este avance fue
posible impulsar la red ferroviaria que iba en aumento.

Contribuciones arquitectónicas, educativas y culturales


Las obras más importantes del porfiriato fueron realizadas por arquitectos
franceses e italianos. el Palacio de Bellas Artes fue construido por Adamo Boari,
con un estilo Art Nouveau y Art Decó. Aunque fue inaugurado el 29 de septiembre
de 1934, la obra fue iniciada durante la presidencia de Díaz Mori. Una historia
similar pasó con El Ángel de la Independencia al que los mexicanos conocieron
en 1910 con motivo de la conmemoración del centenario de la Independencia de
México.

Las industrias del cine y el fonógrafo fueron apoyadas en este periodo. Además,
el teatro y la música tuvieron un gran impulso con los recintos De la Paz en San
Luis Potosí, Calderón en Zacatecas, Juárez en Guanajuato y Macedonio Alcalá en
Oaxaca.

Causas del porfiriato


El régimen de Porfirio Díaz tuvo como principal causante la Rebelión de Tuxtepec
de 1876, en la cual el caudillo se opuso a la reelección de Sebastián Lerdo de
Tejada, motivada en parte por las frustraciones acumuladas por Díaz en sus
sucesivas derrotas electorales, así como por la impopularidad reinante del
presidente Lerdo, derivada del acaparamiento del poder por parte de Juárez y sus
seguidores durante la reinstauración de la República.

Cultura durante el porfiriato


Durante el porfiriato en México rigió una filosofía positivista, que estimuló el
estudio de la historia, en parte como un discurso que permitiera la unión nacional.
Díaz y González invirtieron enormemente en la educación nacional, en términos
muy modernos: laica, gratuita y obligatoria, tal y como la establecía la Ley
Reglamentaria de Educación promulgada en 1891. También se presentó la ley
para crear la Universidad Nacional de México, alejándose de la influencia de la
Iglesia Católica y de la Real y Pontificia Universidad de México, considerada
símbolo virreinal. Muchos de estos cambios fueron en realidad profundizaciones
de la gestión previa de Benito Juárez.

La literatura fue una de las artes privilegiadas durante el porfiriato. La fundación


del Liceo Miguel Hidalgo fue, en ese sentido, determinante para la formación de
autores jóvenes, influenciados por el Romanticismo. Además, en 1867 se habían
empezado a instaurar las “Veladas literarias” que eran grupos de escritores con
un proyecto estético común, tales como Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio
Ramírez, Vicente Riva Palacio, Luis G. Urbina, Justo Sierra y Juan de Dios Peza.

Por otro lado, apareció el Teatro Chico Mexicano, una forma


de teatro popular que, junto al muralismo, jugaría un papel importante en los
tiempos de la Revolución Mexicana.

Política durante el porfiriato


Como hemos dicho, la política durante el porfiriato fue un tema
complicado, centralizado en la voluntad del dictador y en su alianza con los
militares. A pesar de que su llegada al poder se había dado en el marco de un
alzamiento contra la reelección de Lerdo, en 1890 el gobierno de Díaz suprimió
toda limitación a la reelección indefinida, lo cual no fue bien recibido por los
sectores que lo adversaban.

La represión fue un arma común del Estado en esos días, especialmente en el


período que va de 1890 a 1908, en el que se acentuaron su centralismo, su
paternalismo y su autoritarismo, todo en pro de la pacificación forzosa del país.

La política exterior del porfiriato buscó siempre el reconocimiento de las instancias


foráneas, siendo la última en admitir su mandato Gran Bretaña (1884), ya que
México había roto relaciones diplomáticas con muchas de ellas durante la firma de
la Convención de Londres, causante de la guerra de intervención. Curiosamente,
los capitales británicos y estadounidenses fueron los más abundantes de
la inversión extranjera durante el porfiriato.

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