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6.

FORMACIÓN ESTELAR
El combustible nuclear de una estrella es limitado; por tanto, las estrellas nacen, evolucionan y mueren.
Nuestra galaxia contiene unas 1011 masas solares en estrellas y ha existido durante 1010 años. Es decir, que
en promedio se forman unas 10 masas solares al año en estrellas.
El proceso de formación estelar sigue ocurriendo en la Galaxia.
Las estrellas se forman a partir de nubes relativamente densas y frías de gas y polvo. Por diferentes procesos
se producen contracciones en las nubes, que a su vez estas contracciones forman protoestrellas, que evo-
lucionan hacia la secuencia principal en el diagrama HR. Estas nuevas estrellas calientes formadas ionizan
las nubes de gas, produciendo nebulosas de emisión y reflexión.

6.1. El medio interestelar


El espacio entre las estrellas no está vacío, sino que entre ellas se encuentra materia y energía. Este
espacio es el medio interestelar, compuesto de una mezcla de polvo y gases. Una concentración o nube de
partículas de medio interestelar se denomina nebulosa.

Por ejemplo, la nebulosa de Orión es visible a simple vista.


El MIS forma el 5 % de la masa ordinaria de nuestra galaxia (99 % en forma de gas y 1 % en forma de polvo).

6.2. El polvo interestelar


El polvo interestelar está formado por diversos compuestos: silicatos de Fe y Mg, hielo y C en diferentes
estructuras (grafito, fulerenos, cadenas de C. . . ).
El polvo interestelar tiene algunos efectos importantes en la radiación visibles:

ABSORCIÓN: Trumpler descubrió que la luz de muchas estrellas era más tenue de la que cabría
esperar debido a su luminosidad y su distancia, lo que es una evidencia a favor de la existencia del
medio interestelar. El efecto de absorción es mayor en el azul que en el rojo.
DISPERSIÓN o ESPARCIMIENTO: Las partículas de polvo interestelar dispersan la luz de
las estrellas, más notablemente en las frecuencias altas (mayor en el azul que en el rojo también). No
debe confundirse este efecto con el desplazamiento Doppler. En definitiva, la luz que nos llega de las
estrellas es más tenue y más roja (extinción y enrojecimiento interestelares).
(La radiación infrarroja puede atravesar las nubes de polvo).
EMISIÓN: El polvo interestelar emite radiación térmica en el infrarrojo: la radiación de las estrellas
jóvenes (calientes) en el UV y el visible calienta el polvo a temperaturas de entre 30 y 50 K, que a su
vez emite radiación térmica en el infrarrojo. Además, las nubes oscuras en el visible son brillantes en
el infrarrojo.

Figura 89 – Izq: Emisión del polvo interestelar. Dcha: Radiación infrarroja a través de nubes de polvo

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6.3. El gas interestelar
El gas interestelar está compuesto de H (90,8 %), He (9,1 %) y otros “metales” (0,12 %). El H puede estar
en forma molecular (H2 ), atómico (HI) o ionizado (HII). Podemos clasificar las nebulosas en diferentes
grupos.

Figura 90 – Tipos de nebulosas

1. Nubes moleculares (nebulosas oscuras):

Son nubes densas y frías compuestas por H2 y una gran variedad de moléculas, asociadas con grandes
cantidades de polvo. La cantidad de gas molecular en la galaxia es del orden 2·109 M .

Son oscuras en el óptico pero observables en ondas milimétricas producidas por transiciones entre
los niveles rotacionales y vibracionales de las moléculas.

Debido a la simetría de la molécula H2 , ésta es difícil de detectar directamente. Para trazar su


distribución y abundancia se suele usar las transiciones rotacionales del CO, segunda molécula más
abundante (asumiendo que la proporción entre ambas moléculas es constante: 1 molec de CO por
cada 104 de H2 ).

En las regiones centrales de las nubes moleculares (núcleos), las densidades aumentan a valores de
106 molec/cm3 , es decir, son muy altas. Esto hace que allí sea el lugar de mayor formación de estrellas.

Hay nubes moleculares de diferentes tamaños: las gigantes calientan el polvo interestelar de sus alre-
dedores, que remite en el infrarrojo; las más pequeñas se llaman glóbulos de Bok, tienen tamaños
menores a un parsec, temperaturas de en torno a 10 K y suelen encontrarse en regiones HII.

Los detalles de la formación de estas nubes moleculares densas no se conocem todavía con exac-
titud, pero hay varias teorías: la autogravitación, colisiones entre nubes, ondas de densidad en los
brazos espirales, campos magnéticos, ondas de choque creadas por estrellas jóvenes masivas...; la más
aceptada es la de ondas de choque de supernovas.

Figura 91 – Izq: Nubes moleculares. Dcha: Glóbulos de Bok

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2. Regiones HII (nebulosas de emisión):

Cuando se forman estrellas en las nubes moleculares, éstas emiten luz ultravioleta que ioniza el hidró-
geno atómico de las regiones circundantes. Cuando el electrón y el protón se recombinan, normalmente
el electrón regresa a un estado excitado y al desexcitarse emite radiación con unas líneas espectrales
características; de ellas, la más intensa es la línea Hα (656 nm) de la serie Balmer, responsable del
color rojizo característico de las regiones HII. (Este mismo mecanismo es que el que explica la fluo-
rescencia). Las regiones HII están asociadas a regiones de formación estelar.

Figura 92 – Líneas de emisión en regiones HII

3. Nebulosas de reflexión:

Son nubes formadas por finos granos de polvo (de unos 500 nm de tamaño) que producen la di-
fusión de la luz de las estrellas más cercanas, reflejando parte de ella en la dirección del observador.
La concentración de polvo es menor que en las nebulosas oscuras. Su color azulado se explica porque
la luz azul es difundida con más facilidad que la roja, ya que la dispersión es proporcional a la cuarta
potencia de la frecuencia (dispersión Rayleigh). La luz reflejada está en gran parte polarizada.

Figura 93 – Nebulosa de reflexión

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4. Hidrógeno atómico HI:

Gran parte del medio interestelar se encuentra en forma de H atómico, distribuido por todo el disco
galáctico. Es observable en radio debido a una emisión en λ = 21 cm producida por una transición
en la que el espín del electrón pasa a ser de paralelo a antiparalelo al del protón.

5. Además, existen nebulosas asociadas a las fases finales de la evolución estelar (planetarias, rema-
nentes de SN, vientos estelares...)

6.4. Colapso gravitacional de las nubes de gas


Para que se produzca la contracción de una nube y esta forme estrellas, la gravedad debe superar a las
fuerzas debidas a la presión. Por tanto, la nube debe ser densa y fría.

A partir del teorema del virial (2EC + EP = 0) y de la expresión de la energía potencial de una
nube esférica de densidad constante, se puede demostrar que para que se produzca la contracción de la
nube (|EP | > 2EC ) y la consiguiente formación de la estrella, la masa de la nube debe superar la masa de
Jeans:

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T3

MJ = 23M (53)
n
donde n es el número de partículas por unidad de volumen (part/cm3 ).

Por consiguiente, para que se favorezca la formación estelar, la masa de Jeans debe tomar el menor valor
posible.

Para las nubes de gas atómico, la masa de Jeans es demasiado grande para que se produzca la forma-
ción estelar. En las nubes moleculares es más pequeña, sobre todo en las regiones más internas. En los
glóbulos de Bok, por ejemplo, dicho valor es de unas 7M . Luego es en las nubes moleculares donde tiene
lugar la formación estelar.

Si la energía gravitacional liberada en la contracción se transformase en energía térmica (mediante un


proceso de colapso adiabático conocido como contracción de Kelvin-Helmholtz) y esto supusiese un
aumento de temperatura, aumentaría también la presión, la cual acabaría deteniendo el colapso.

Debe existir, por consiguiente, un mecanismo que asegure que la tempe-


ratura no aumenta. Ese mecanismo es el siguiente: al aumentar la energía
térmica, aumenta el ritmo de colisiones entre las moléculas, excitándose
los niveles rotacionales y vibracionales de estas. En la desexcitación, las
moléculas emiten radiación en el IR y radio. Esta radiación abandona la
nube, por lo que la energía térmica generada es radiada y la temperatura
de la nube es constante. El colapso es isotermo.
Es decir, las nubes sufren un enfriamiento radiativo; las moléculas son
esenciales para que una nube colapse y se produzca la formación este-
lar.

Además, el polvo de las regiones cercanas a la nube captura la radiación Figura 94 – Condición de colapso
gravitacional.
de las estrellas cercanas, remitiéndola en el IR e impidiendo el calenta-
miento del interior de la nube.

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Durante esta fase, la presión interna es casi despreciable y, como se puede demostrar, la contracción se
produce en la escala de tiempo de caída libre:
  12

tf f = (54)
32Gρ

ρ = nµmH (55)

Este es el tiempo para la contracción de una nube gaseosa en ausencia de fuerzas de presión.

Para una nube molecular típica:

n = 300cm−3 → tf f = 2 · 106 años (56)

En las regiones más densas de las nubes:

n = 104 cm−3 → tf f = 4 · 105 años (57)

6.4.1. Fragmentación de la nube


¿Por qué se forman muchas estrellas poco masivas en vez de una única estrella de cientos de masas solares?

Durante la fase de contracción, la temperatura permanece constante y la densidad aumenta. Esto pro-
voca que la masa de Jeans disminuya.

Como la nube no tiene densidad uniforme, diferentes partes de la nube pueden contraerse por separa-
do, es decir, tiene lugar un proceso de fragmentación de la nube. No hay un colapso único, sino que
la fragmentación se produce en sucesivos pasos, en pequeños colapsos locales, dando lugar a un grupo de
estrellas con una típica distribución de masas.

Figura 95 – Fragmentación de la nube.

6.5. El papel de la rotación


Debido a los movimientos aleatorios de las partículas, la nube original tiene cierta rotación y momento
angular. Supongamos que en la contracción se conserva el momento angular. Al disminuir el tamaño de
la nube (el radio de giro), la nube giraría cada vez más rápido, lo cual impediría el colapso. Es decir, la
protoestrella debe necesariamente perder momento angular para que la formación estelar tenga lugar. El
momento angular total se conserva, naturalmente, pero la protoestrella debe perderlo.

Figura 96 – Rotación de la nube.

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Además, debido a la rotación, el gas que cae forma un disco protoestelar que favorece la formación
sistemas planetarios.

Al mismo tiempo que tiene lugar el colapso de la nube, se expulsa muchísimo material que no formará
parte de las estrellas. La eyección de masa al espacio es el signo característico de las estrellas T Tauri, las
cuales son protoestrellas con espectros de absorción y emisión cuya luminosidad varía de manera irregular
en muy poco tiempo y que están asociadas a procesos dinámicos muy energéticos. Las masas finales de
estas estrellas son de menos de 3M . Otras protoestrellas más masivas no varían tanto su luminosidad,
pero todas ellas pierden gran cantidad de masa.

6.5.1. Disco de acreción


Además de perder masa, las protoestrellas también ganan masa en un proceso conocido como acreción:
a medida que la protoestrella se contrae, gira más rápidamente y se aplana, formándose un disco de par-
tículas que la rodean (disco de acreción circumestelar). Las partículas del disco colisionan entre ellas y
pierden energía, de forma que al final quedan atrapadas en la protoestrella, que de esta manera gana masa.
Los flujos bipolares salen de forma perpendicular al disco de acreción circumestelar.

Este es el principal mecanismo de pérdida de momento angular de la protoestrella, ya que es el mate-


rial que se encuentra en la parte más interna del disco el que más se frena y colapsa, mientras que el
situado más alejado de la protoestrella se acelera y no colapsa; es decir, se produce una transferencia de
momento angular hacia el exterior (globalmente, por tanto, el momento angular se conserva).

6.5.2. Chorros protoestelares (jets)


Muchas estrellas jóvenes, todavía no entradas en la secuencia principal, como las T Tauri, expulsan
grandes cantidades de masa a cientos de km/s a lo largo de dos direcciones opuestas, dando lugar a flujos
bipolares, llamados jets (chorros de gas). Las partículas cargadas expulsadas colisionan con el medio
interestelar circundante, ionizándolo y haciéndolo brillar y emitir un espectro de líneas de emisión. Estos
objetos son conocidos como objetos de Herbig-Haro.

La razón por la cual se forman dos jets de eyección de materia de sentidos opuestos no está clara del
todo, aunque un modelo es el siguiente: a medida que las partículas del disco se precipitan hacia la proto-
estrella, empujan en esa dirección a las líneas de campo magnético. La rotación tiene lugar a velocidades
diferentes en partes diferentes del disco (rotación diferencial), lo cual hace que las líneas del campo se
enrollen como una hélice; las partículas cargadas del disco son canalizadas a lo largo de dichas líneas de
campo.

Figura 97 – Chorros protoestelares.

6.5.3. Otros mecanismos de pérdida de momento angular


La rotación rápida de la protoestrella genera un enrollamiento de las líneas de campo magnético. Las
partículas cargadas del disco son canalizadas a lo largo de dichas líneas. Las líneas de campo, rotando
más rápidamente que el disco, transfieren momento angular a este.
El campo magnético genera un intenso viento protoestelar, que ayuda a perder L.
El alto momento angular de las protoestrellas explican también que la formación de sistemas binarios
sea muy frecuente: al rotar tan deprisa, dos protoestrellas cercanas no llegan a fusionarse.

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6.6. Discos protoplanetarios
Llega un momento durante el colapso que este deja de ser isoter-
mo en la zona central. Se forma un disco protoplanetario o proplyd,
que es lo que queda del disco de acreción circumestelar después
de que casi todo el material haya caído a la estrella o haya si-
do expulsado por los flujos bipolares. El disco protoplanetario ro-
dea la estrella recién formada. A partir de él se forman los plane-
tas.

Existen evidencias directas de los discos protoplanetarios, por ejem-


plo, las imágenes de HL Tauri, una estrella T Tauri muy joven en
la que se ve un disco protoplanetario con anillos de gas y hue-
cos.

Estos huecos se forman porque los protoplanetas han ido barrien-


do el gas del disco e incorporándolo. Por tanto, estos huecos mues-
tran dónde se situará la órbita del planeta alrededor de la estre-
lla. Esta estructura del disco protoplanetario en anillos y huecos ob-
servada en HL Tauri es justo la que predecían los modelos teóri-
cos.

A pesar de su juventud, la estrella HL Tauri presenta un disco muy Figura 98 – HL Tauri


definido para la edad del sistema, presentando evidencias de planetas en
proceso de formación.

En resumen, del material inicial de las protoestrellas una parte colapsa formando estrellas, otra parte
colapsa formando planetas y otra parte es expulsada llevándose momento angular.

6.6.1. EGGS
Los EGGs (“Evaporating Gaseous Globules”) son regiones compactas y densas de gas molecular que han
colapsado para formar estrellas.

Las estrellas recién formadas (todavía no entradas en la secuencia principal) rodeadas en su disco pro-
toplanetario, emiten intensamente en el ultravioleta y erosionan las nubes de gas molecular circundantes.
Solo sobreviven pequeños glóbulos llamados glóbulos gaseosos en evaporación (EGGs), que son las zonas
más densas y en cuyo interior se forman estrellas.

Figura 99 – EGGs

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6.7. Evolución de las protoestrellas
Las protoestrellas más masivas evolucionan más rápidamente:
105 años para ∼ 10M
50·106 años para M
150·106 años para 0, 5M
Las estrellas más masivas nacen, evolucionan y mueren mientras que las menos masivas están aún
evolucionando hacia la secuencia principal.

Figura 100 – Evolución de las protoestrellas.

6.8. Comparación con cúmulos


Los cúmulos son las estrellas menos masivas que aún no han llegado a la secuencia principal.

Las estrellas más masivas de los cúmulos pierden gran cantidad de gas, observable en emisión extendi-
da en rayos X.

Figura 101 – Ejemplos de evolución de cúmulos.

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6.9. Otros mecanismos de formación estelar
La radiación UV y los vientos de las estrellas jóvenes crean una cavidad en la nube y en la región HII que
se expande a velocidades supersónicas. La onda de choque comprime el gas del resto de la nube, estimu-
lando nuevos episodios de formación estelar. Es decir, la formación estelar puede autopropagarse a través
de nubes moleculares gigantes.

El viento interestelar y la radiación UV de las estrellas O y B recién formadas no son el único mecanismo
que favorece la formación de nuevas estrellas. En principio, cualquier proceso que produzca la compresión
de las nubes interestelares puede iniciar la formación estelar.

Uno de los más importantes es la explosión de supernova: cuando la vida de una estrella muy masiva
llega a su fin, la onda expansiva producida comprime el material de una nube, favoreciendo en gran medida
la formación interestelar. Es posible que nuestro propio sistema solar se haya formado gracias a la compre-
sión de materia provocada por una supernova.

Además, los brazos espirales presentes en algunas galaxias también propician episodios de formación estelar.

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