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Pilares de gas molecular en la nebulosa del águila. Algunas estrellas están aún
formándose en su interior.
La formación estelar es el proceso por el cual grandes masas de gas (que se
encuentran en galaxias formando extensas nubes moleculares en el medio
interestelar), a veces denominadas como "guarderías estelares" o "regiones de
formación estelar", colapsan para formar estrellas. Como rama de la astronomía, la
formación estelar abarca el estudio del medio interestelar y de las nubes
moleculares gigantes como precursores para el proceso de formación de las
estrellas, el estudio de protoestrellas, objetos estelares jóvenes y así como sus
productos inmediatos. Está estrechamente relacionada con la formación planetaria,
otra rama de la astronomía. La teoría de la formación estelar, así como la
contabilidad para la formación de una sola estrella, debe también tener en cuenta
las estadísticas de las estrellas binarias y la función de la masa inicial.
Índice
1 Nube molecular
1.1 Inestabilidad de Jeans
2 Protoestrella
3 Formación de estrellas supermasivas
4 Véase también
Nube molecular
Artículo principal: Nube molecular
La teoría actual sobre la formación estelar, sostiene que la formación estelar se
da en las nubes moleculares gigantes. Estas nubes contienen, básicamente, hidrógeno
molecular H2 (90%) y helio (9%), mientras que la abundancia de otros elementos
depende fundamentalmente de la historia de la nube, como por ejemplo la explosión
de alguna supernova en las cercanías de la nube. Son regiones frías (10-30 K) y
densas (103-104 partículas/cm3) con dimensiones que varían entre 10 y 100 parsecs.
Las nubes moleculares no son estructuras uniformes y el gas y el polvo dentro de
ellas se distribuye a lo largo de estructuras filamentosas muy complejas con zonas
de alta densidad que se corresponden con regiones de formación estelar. La mayor
fuente de información acerca de las nubes moleculares proviene del análisis de
líneas de emisión de moléculas como el CO, CS o NH3, a pesar de que el mayor
constituyente de las nubes sea el H2. Esto se debe a las altas temperaturas
necesarias para excitar esta molecular (~ 510K), mientras que las nubes son muy
frías.
Cuanto más grande es la nube molecular más corta es su vida. Esto se debe a que en
el interior de las nubes moleculares más grandes se forma estrellas de tipo O y B
que emiten fotones de alta energía que destruyen las moléculas.
Inestabilidad de Jeans
Artículo principal: Inestabilidad de Jeans
La teoría de la fragmentación y colapso gravitatorio de nubes moleculares por su
propia gravedad fue desarrollada por James Jeans alrededor del año 1902 y aunque en
la actualidad los procesos de formación estelar se conocen con mucha mayor
precisión[cita requerida] la teoría de Jeans constituye una buena primera
aproximación.
Jeans calculó que bajo determinadas condiciones una nube molecular podía contraerse
por atracción gravitatoria. Solo hacía falta que fuera lo suficientemente masiva y
fría. Una nube estable, si se comprime, aumenta su presión más rápidamente que su
gravedad y retorna espontáneamente a su estado original. Pero si la nube supera
cierta masa crítica entonces se inestabilizará toda y colapsará en todo su volumen.
Este es el motivo por el cual las inestabilidades suelen producirse en las nubes
más grandes dando lugar a brotes intensos de formación estelar.
En este escenario clásico, entonces, una nube comienza a colapsar cuando la energía
gravitacional de la nube es más grande que su energía térmica:
Protoestrella
La masa, inicialmente homogénea, acaba por formar una esfera de gas en el centro.
Dicha esfera se contrae más deprisa diferenciándose del resto de la nube. Esta
estructura es el embrión estelar denominado protoestrella. A pesar de la compresión
del gas su densidad es, aún, demasiado baja y la radiación sigue escapando
libremente. Por ello, la esfera apenas aumenta su temperatura hasta al cabo de unos
cientos de miles de años. El cuerpo entonces se torna opaco a la radiación y
empieza a calentarse mientras se contrae. De hecho, la mitad de la energía
gravitatoria perdida en el colapso sigue radiándose pero la otra mitad ya se
invierte en calentar la protoestrella. La temperatura aumenta hasta que la presión
de la esfera compensa la atracción gravitatoria de ésta. Se estabiliza, así, un
núcleo convectivo del tamaño de Júpiter, aproximadamente, al cual se le va
agregando más y más materia procedente de la nube circundante que cae más
lentamente. Al añadirse más masa el núcleo lo compensa compactándose aún más. En él
el transporte térmico por radiación aún no es eficiente ya que el cuerpo está
formado por material escasamente ionizado que detiene a los fotones.
El proceso prosigue hasta llegar a unos 2000 grados momento en el cual las
moléculas de hidrógeno se disocian en el núcleo. Ahora la creciente energía
gravitatoria se invierte en transformar el gas molecular en un gas formado por
átomos libres. El núcleo se compacta cada vez más y su radiación cada vez más
intensa excita el denso gas de la envoltura que cae sobre él. Ahora el medio ya no
es transparente a la radiación y solo se aprecia el gas que rodea a la
protoestrella. Este gas ha ido conformando, paulatinamente, un disco de
acrecimiento debido a la rotación inicial de la nube originaria (ver formación de
discos de acrecimiento). La acreción de materia prosigue, por medio de un disco
circunestelar. En dicho disco pueden originarse planetas y asteroides si la
metalicidad es lo suficientemente alta. La materia añadida a la protoestrella
aumenta la masa y, por lo tanto, su gravedad, por lo que ésta reacciona
comprimiéndose más, aumentando así su temperatura. Cuando ha caído gran parte del
gas el medio se vuelve transparente a la luz de la protoestrella que empieza,
entonces, a ser visible.
Pero si el cuerpo está por debajo de las 0,08 masas solares el proceso se abortará
antes de tiempo frenado por la presión de los electrones degenerados sin haber
llegado aún a encender el hidrógeno. El objeto detendrá su contracción y se
enfriará en un tiempo de Kelvin, unos pocos millones de años para convertirse,
finalmente, en una enana marrón.
Se sabe que la opacidad aumenta con la metalicidad ya que los elementos cuanto más
pesados absorben más los fotones. Esto se traduce en un mayor empuje por parte de
los vientos estelares de las estrellas supermasivas que, con las metalicidades
actuales de la galaxia, no logran concentrar más de 120-200 MSol. Este empuje
impide, a partir de cierto punto, que la estrella siga acretando masa, por eso, las
estrellas más pobres en metales pueden llegar a masas mayores. Se cree que las
primeras estrellas del universo, muy pobres en metales, se podrían haber formado
con masas de varios cientos de masas solares de hidrógeno y helio.