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Persecución y asesinato de un escritor

La obra teatral Las manos del escritor, de Edilio Peña, plantea una estética dramatúrgica
inédita. En ella no solo acontece una historia con los conflictos de los personajes, sus ideas,
sentimientos y su situación existencial, sino que están implícitos unos símbolos que le dan
una profundidad inusual a su contenido que la diferencia de los gustos banales del teatro
comercial. La eficacia de su propuesta va más allá de lo circunstancial porque encuentra en
lo hondo de la existencia la inducida y degradante tragedia existencial que padece el
individuo en una tiranía. Pero no sólo el individuo sufre las consecuencias de la opresión
sino también la sociedad. Por ello Las manos del escritor es la tragedia individual, familiar
y social de un país que ve en el Escritor la expresión simbólica de su liberación. Porque las
fuerzas del mal se potencian a través de una cofradía delirante y perversa para arruinar la
vida y toda esperanza humana. Sólo con el propósito de despojar las riquezas de una nación
y asediar el destino de la gente mediante la mentira y la manipulación.
No deja de ser intrigante que la obra teatral se inicie con dos guardias, cómplices de la
tiranía, custodiando un cementerio. Mientras custodian el cementerio, el Guardia 1
devuelve un voluminoso libro al Guardia 2 que éste le prestó, el cual considera peligroso
después de leerlo. Es la misma obra que comienza a desarrollarse, un fatídico capítulo del
libro de la vida: intenso, luminoso, trágico, que trasciende la realidad y la pone al
descubierto. Que podrá estremecer la consciencia de la persona que lo lea, orientándolo
como una brújula, dándole a conocer la circunstancia forzosa de la cual es víctima. Afirma
que cuando estaba leyéndolo “disfrutaba del horror que describía en cada línea, en cada
párrafo. Me liberaba más allá del éxtasis”. Entonces el Guardia 2 le manifiesta que le
“provoca volver a leer este libro” pero el Guardia 1 le sugiere que lo destruya puesto que el
“gobierno revolucionario” ofrece una recompensa por las manos mutiladas del escritor
clandestino. Y quien lea el libro puede ser asesinado o torturado. Mucho más si un jerarca
de la guardia revolucionaria se entera que el Guardia 2 oculta el libro puede arrestarlo, pues
la dictadura no quiere que el Escritor vuelva a escribir otro libro como ese. Como se
observa, en estos elementos iniciales de la obra ya se prefiguran los rasgos que determinan
el tema, persecución y asesinato de un escritor, al igual que el Guardia 1 anuncia el motivo
clave por el cual el escritor clandestino es perseguido: el libro y su peligrosidad.
Los acontecimientos espacio-temporales se desarrollan desde un referente externo, “un
gobierno revolucionario”, y los eventos internos de la obra teatral que se llevan a cabo
durante la noche en un cementerio y dentro de una tumba. Posteriormente las acciones
continúan en una casa a través del día. En este sentido, la Escena I se inicia con la presencia
de dos guardias, hermanos, quienes resguardan el cementerio cuyo objetivo es impedir que
“ningún muerto se escape de la tumba donde están enterrados” y el lugar en el que su jefe
oculta los cadáveres y los órganos desmembrados del cuerpo de sus víctimas que han
intentado rebelarse. Sin embargo, “Sólo un niño” que “había resucitado” logró escapar de
su tumba que murió de un ataque de hambre. Es muy significativo y alegórico el hecho que
éste cruel procedimiento se realice en un cementerio en las noches por el mismo tirano,
Superbigote, y el Escritor haya sido asesinado en una tumba. Maquinalmente, los poderosos
siempre tratan de ocultar su rostro, de ser invisibles. Nunca son culpables de sus
confabulaciones.
Por el trabajo que realizan, los guardias son obligados a degradar sus personas y asumen
“un pensamiento único” en defensa de la tiranía. Ellos se doblegan fielmente al “instructivo
de la revolución”. El oprobio de sus ideas está al servicio de la tiranía y de sus propias
vidas. Al saber que el gobierno revolucionario persigue al Escritor clandestino, ellos
comienzan a imaginarse cuál estrategia van a aplicar, sobre todo el Guardia 2 que tiene
vínculos con él, para ganarse la recompensa.
De pronto llega el jefe, Superbigote, al cementerio, quien es recibido por los guardias y el
Guardia 1 le dice que “La oscuridad no nos permitió reconocerlo. Por eso lo alumbro con
esta linterna”. Hay en esta expresión una alegoría que vincula la oscuridad con el rostro
oculto del poder. Y la mejor manera de identificarlo es a través de la luz. Se presenta el
contraste oscuridad-luz. Superbigote reconoce que la luz lo perturba: “Me encandila”.
Aunque la luz de la linterna puede enceguecer a cualquier persona en la noche, en este caso
alude a que el jefe no puede percibir la luz, el conocimiento, porque su mente es cerrada,
irracional, oscura, siniestra. Después señala que puede ser identificado de las dos formas:
“Yo puedo ser reconocido por la luz o la oscuridad”. Con la luz se revela lo que oculta la
oscuridad y ésta se identifica con el mal. Él mismo dirige sus operaciones criminales. Los
guardias son subalternos que sólo obedecen órdenes y su misión es custodiar el cementerio.
Seguidamente Superbigote ordena al Guardia 1 que entierre en una tumba desconocida un
cargamento de orejas y lenguas amputadas que trajo en una carretilla, “de los espectadores
que asistieron al concierto del Conejo Malo. A partir de ahora ya no necesitarán oír ni
hablar”. El Guardia 1, al observar la carga, siente pánico y descubre un diamante
enganchado en una de las orejas, que el jefe manda a desprender de la oreja para regalarlo a
su esposa. Con esta expoliación del diamante Superbigote deja demostrado que su codicia
no solo es por la riqueza de su país, sino también por las prendas y pertenencias de los
individuos. Y en esta feroz depredación, para aparentar estabilidad, debe impedir que la
gente escuche cortándole las orejas y borrando el lenguaje hablado de sus bocas trozándole
la lengua. Este es uno de los objetivos de la dictadura: suprimir las ideas y el lenguaje,
degradándolo, reducir la mente de las personas a un “pensamiento único”, que solo puedan
comunicarse instintivamente.
Hay en la obra Las manos del escritor una enigmática analogía entre el motivo que llevó a
Jesúscristo a ser torturado, y el asesinato del Escritor. Jesúscristo fue traicionado por su
discípulo judas Iscariote por 30 monedas de plata, arrepintiéndose posteriormente de
haberlo entregado, pero el Escritor lo fue por el Guardia 2 con quien mantenía vínculos
después que éste lo rescatara del bosque de espinas, símbolo de la corona de Cristo, donde
estaba atrapado, para protegerlo y ocultarlo de la guardia revolucionaria en la tumba del
niño que resucitó, y traicionarlo. De hecho, el Guardia 2, antes de ejecutar la traición contra
el Escritor lo invita a cenar, como ocurrió en la Última cena con los apóstoles donde Judas
besó a Jesús para que los sacerdotes lo identificaran y lo prendieran. Pero el niño, de 8
años, se introdujo primero en el bosque de espinas. Posteriormente regresa del bosque
hecho hombre transformado en el Escritor que resultó ser hijo del Guardia 2 que concibió
con la esposa del Guardia 1, su hermano y tío del Escritor, a quien también traicionó.
Entonces el Guardia 2 es el progenitor del Escritor, su asesino y su redentor, que lo salva de
un cáncer siendo niño con la recompensa obtenida de la guardia revolucionaria por las
manos mutiladas del Escritor. Es probable que el Guardia 2 también se haya arrepentido
como judas, devolviendo las monedas de plata que recibió por traicionar a Jesús, pero aquél
lo hizo utilizando el dinero de la recompensa que recibió por las manos mutiladas del
Escritor para salvar al niño, su hijo. Es posible pensar que las manos del Escritor sean las
manos de Dios que intervino con ellas para resucitar al niño que había muerto por un ataque
de hambre. Dios le dio vida eterna a Jesúscristo que fue crucificado.
La obra lleva latente diversas alegorías que hace recordar la pasión y resurrección de
Jesúscristo quien sacrificó su vida para salvar a su pueblo. Igualmente, el libro voluminoso
del escritor que la dictadura no quiere que nadie lea o vuelva a escribirse otro como ese,
encarna la palabra sagrada de la salvación, la Palabra de Dios. La alusión del niño que
resucita y logra escapar de su tumba y ocultarse en el bosque de espinas que simboliza la
corona de espinas con la cual los romanos coronaron a Jesús para que padeciera
humillación, burla, dolor y sufrimiento, se transfigura en el Escritor que inmola su vida
dejando mutilar sus manos y ser asesinado por la traición de los guardias que resguardan el
cementerio. Para ello los Guardias le preparan una celada llevándolo a dormir a la tumba
del niño y allí duerme en su féretro. Al despertar, asombrado, afirma haber sido descubierto
por el Guardia 1, su sobrino, a quien el Escritor le entrega voluntariamente sus manos,
como asumiendo el pecado de los otros, de los poderosos, igual que hizo Jesús cuando fue
crucificado, y aquél las mutila con un hacha y el Guardia 2, su progenitor, lo asesina
disparándole.
En el momento que los guardias están reunidos en la casa de la amante del Guardia 2, la
esposa infiel de su hermano, el Guardia 1, súbitamente ven avanzar el bosque de espinas
que invade la casa junto con el niño desnudo que lleva entre sus manos el voluminoso libro
del escritor que los presentes miran conmovidos. Como la corona de espinas de Jesús,
expresión del desconsuelo de la crucifixión, el bosque de espinas representa dolor, maltrato,
el sufrimiento de los pueblos sometidos por la opresión de los gobiernos totalitarios, pero
igualmente es símbolo de humildad, victoria sobre el dolor, renacimiento de la fe y la
esperanza, un despertar de las conciencia, la resurrección e iluminación de una nueva vida
que mantiene el libro abierto de la palabra sagrada en las manos del niño, que continuará
escribiéndose y leyéndose.
Mientras el bosque de espinas se mueve triunfante, Superbigote, perturbado, da gritos que
se mezclan con los ladridos de la jauría que lo acompaña, pidiendo quemar el bosque de
espinas.
Desde el inicio la obra no da tregua al lector en la presentación de la intriga por el uso de un
lenguaje sencillo, de frases breves, que dinamiza el desarrollo de la trama. El autor atrapa el
interés del lector por el Escritor que es víctima de la persecución por el peligroso libro que
escribió, que lo obliga a vivir en la clandestinidad. Y la posterior traición de los guardias
que mutilan sus manos y lo asesinan para ganarse la recompensa que ofrecía el “gobierno
revolucionario”.
La obra mantiene la coherencia de sus rasgos formales en correspondencia con el tema. No
deja de ser intrigante el modo cómo el tirano, Superbigote, comete sus crímenes ocultando
los cadáveres y las mutilaciones durante la noche en el cementerio, al igual que los guardias
preparan la celada para asesinar al Escritor y el espacio en que lo hacen: una tumba. Con
estos actos de extrema crueldad se crea una atmósfera de terror que hace presumir que es el
proceder de la tiranía para desaparecer a los que se rebelan contra ella. El dramaturgo de
Las manos del escritor nos cautiva con su pluma como un virtuoso artista de la palabra.
Las manos del escritor cierran el ciclo que suman otras dos obras del autor, Hambre en el
trópico y Ocaso, que conforman una trilogía sobre el totalitarismo.
Correo electrónico: ojp@5hotmail.com Orlando Peña

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