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***

Se deja ir

Frente al torero el toro del capote,


uno mismo en el umbral de una puerta
con el brazo estirado cual popote,

poeta de toro dolo en reyerta


pero en el campo gris del zopilote,
así dados los amantes se besan,

así al villano navaja atraviesa,


la bala que de un fusil al cogote
u ojos obnubilados por las letras.

La vida reclama aquí su epitafio


cayendo cual parva luna en el garfio
que le forma unas manos al humano
que bebe y canta, rapaz y lozano.
***

Entre parto y coro.


maravilla de la corteza
de ese gran decoro,
y la sabia y la parca necia
ambas bruñidas de oro
ya me tocan, preñan, arrecian
pudor por el poro.

Se delecta el viento
cuando en él se derrite el canto
de ésta que va yendo,
lenta y sabrosa miel del pasto.
Esta muerte siento
muy cerquitas de mi descaro
al estarla viendo.

Oigo al árbol alto,


crujiendo estas ramas pardo al sol,
y lento me dora
en estos mis sueños dorados.
***

Cuanto mi mano busca al verde prado,


y muerde así estas graves dos muescas
el cielo quedo, cristalinas yescas,
la otra paralela al manso jurado

cariño enjuaga de piedras la tez.


Pero de este parvo paso cortés
no se me halle, que de ánimo invisible
se infartan venas, terror irrisible.

Borbotean y cantan muy llorosas


sobre la fresca sierpe de mis venas,
y el corazón tumultuoso sinuosas

cardas de mi vil recuerdo. Son penas


los suspiros y miradas ajenas
de amigos en el sueño conjurado.
***
Los besos invisibles

Debiera ser impasible la resequedad del beso,


aquel que invisible acompaña al aire
y se esfuma tras un despedir callado y espacioso.
Abre grietas repentinas
en donde no hay espacio,
en donde no hay cabida.
Asienta un nido peligroso
que confunde el devenir suntuoso del momento.
Y como el sopor del cuerpo,
lo une en lúcidos recuerdos venideros.
Los besos invisibles atan terribles hados
de desesperación y malos encuentros.
***
Fragmento de algo escrito después de haber leído a Góngora y Sor Juana

Acalambrado son pie aquellos pasos,


que de nauta abraza sanguíneos vasos
dulcemente estrellados
aquí por plano y dulce amate
y allá por cuanto mate
el aya sus sueños en negros hados.
De dragones impedida se calza
toda acribillada de criado crimen,
sus cuernos vehemente señora alza
(que no las plumas gimen
derredor, estertor
reverdece, un cantor
de cuatrocientas voces
vuelo baja entre el maizal y las hoces)
viendo gustosa brillar toda frente
como a sus propias estrellas; la mente
nimia expulsa, ya grácil
mente le duele el pecho,
-No por cuanto aquí acecho,
tlacuachiles colas de quemar fácil,
grande o chica encuentre escalera sobre
cuya ennegrecida planta hallar sobre
que delate aquí cada
lágrima, paso y llamarada. En suma,
un lente, un zapato y febril llamada
nada son bajo la diáfana bruma-

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