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En la sombra de ayer, un lazo se rompió,

amistad que era luz, en el alma se perdió.

Veinte versos lloran, entre líneas y suspiros,

historia compartida, ahora solo suspiros.

Éramos dos almas, danzando en armonía,

risas que pintaban el sol de cada día.

Pero el tiempo implacable, tejió su telar,

se llevó los momentos, dejándonos a esperar.

En el eco del silencio, resonancia de ausencia,

palabras no dichas, crearon la discordancia.

¿Dónde quedaron risas y secretos compartidos?

Ahora solo quedan versos, enredados y perdidos.

Caminos divergentes, como ríos que se bifurcan,

destinos que separan, como hojas que se marchitan.

Añoro la complicidad que el viento se llevó,

una amistad perdida, un lazo que se quebró.

En el baile de la vida, danzamos por separado,

nuestros pasos se alejan, en este triste acto consumado.

Veinte versos tristes, lágrimas que narran la historia,

de una amistad perdida, que se desvaneció en la memoria.

Quizás el tiempo cure, o borre estas letras amargas,

pero el eco de tu ausencia persistirá en las palabras.

Veinte versos de melancolía, en el libro del adiós,

donde una amistad se pierde, entre sombras y velos atroces.


En la danza del tiempo, dos almas se entrelazan,

Amistad sincera, como llama que no se apaga.

Eres mi confidente, mi apoyo y mi guía,

En este viaje llamado vida.

Eres la luz que ilumina mis días grises,

Un faro de risas que siempre me hechiza.

Juntos compartimos secretos profundos,

Como cómplices eternos, siempre segundos.

Tus risas son melodías que alegran mi ser,

Tu consuelo es bálsamo que me hace renacer.

En este baile de sueños, tú eres mi pareja,

En la sinfonía de la vida, mi nota más sincera.

Eres mi hermano mi amigo del alma,

En la tormenta, mi refugio, mi calma.

Juntos pintamos lienzos de aventuras,

Bordando memorias, creando ternuras.

Y al caminar, de la mano, sin temores,

Descubrimos la magia de los mejores.

Tú y yo, unidos en la esencia,

Forjando la amistad, nuestra fortaleza.

En cada paso, en cada abrazo sentido,

En el lazo eterno de un lazo compartido.

Eres mi faro, mi sol en el ocaso,

Mi mejor amigo, mi eterno abrazo.

Así tejemos juntos nuestra historia,

Dos almas amigas, sin barreras ni gloria.

En este poema de veinte versos sinceros,

Celebro la amistad, que es nuestro lazo primero.


En un encuentro fugaz, destino entrelazado,

dos almas se cruzaron, un lazo se ha forjado.

Amigas de instantes, en risas se descubren,

un cómplice misterio que al corazón subyuga.

En veinte versos, el sol y la luna se dan la mano,

pues, aunque se conocen poco, el entendimiento es temprano.

Miradas cómplices, secretos compartidos,

como notas suaves en un vals recién nacido.

Entre cafés y confidencias, se teje el encaje,

dos almas curiosas, explorando el paisaje.

Quizás no haya pasado mucho tiempo juntas,

pero la conexión es profunda, como aguas que nunca se deslindan.

En esta danza efímera, el presente es el tesoro,

risueñas complicidades, destellos sin decoro.

Amigas que se encuentran en este viaje incierto,

un ala de confianza en el vasto yermo desierto.

En el álbum del tiempo, solo unas páginas escritas,

pero las letras son fuertes, como promesas cumplidas.

Amigas que se hallaron en la danza del azar,

una sinfonía de risas, un verso por comenzar.

Aunque el camino sea corto, el corazón se expande,

como flores que brotan en la pradera grande.

Dos almas entrelazadas, en la danza del ser,

amigas que se conocen poco, pero se llevan bien.


En la penumbra de la noche estrellada,

donde el silencio abraza con su manto,

resplandecen tus ojos como encanto,

destellos de luz en la madrugada.

En su mirar, secretos se revelan,

historias de amores que el alma cuenta,

un eco de susurros que alimenta

la llama ardiente que el corazón sella.

Dos luceros que danzan con destreza,

reflejando sueños en su danza,

como estrellas fugaces que avanzan

por la senda de la naturaleza.

En su brillo, el misterio se despierta,

un universo entero en su interior,

donde el amor es un eterno fulgor,

y el tiempo se detiene en su puerta.

Ojos que hablan sin decir palabra,

poesía viva en su centelleo,

un idioma etéreo, puro y anhelo,

que en cada parpadeo el alma labra.

Son faros que guían en la oscuridad,

navegantes perdidos encuentran paz,

en la profundidad de su mirar audaz,

un rincón donde hallar la felicidad.

Y así, en el lienzo del firmamento,

tus ojos brillantes, luz que me guía,

en cada verso, en cada melodía,

una historia de amor eterno invento.

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