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Pueblos indígenas: la defensa de la naturaleza, el ser humano y la sociedad

Chapter · January 2014

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Gloria Amparo Miranda Zambrano Davison Mazabel


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Gloria A. Miranda-Zambrano; Davison Mazabel Domínguez; Isaura Arregín

Arreguín, “Pueblos indígenas: la defensa de la naturaleza, el ser humano y la

sociedad”, en Los pueblos originarios en el estado de Guanajuato, David Charles

Wright Carr y Daniel Vega Macías, coordinadores, Guanajuato/México,

Universidad de Guanajuato/Pearson Educación, 2014, pp. 153-184

(ISBN 978-607-32-2717-9).

(Versión preliminar)
PUEBLOS INDÍGENAS: LA DEFENSA DE LA NATURALEZA, EL SER HUMANO Y LA SOCIEDAD

Gloria A. Miranda-Zambrano

Davison Mazabel Domínguez

Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos

División de Ciencias Sociales y Administrativas

Campus Celaya-Salvatierra

Universidad de Guanajuato

Isaura Arreguín Arreguín

Departamento de Enfermería Clínica

División de Ciencias de la Salud e Ingenierías

Campus Celaya-Salvatierra

Universidad de Guanajuato

Introducción

El estado de Guanajuato sufre un futuro de amenaza e incertidumbre en términos de

sustentabilidad, tras haber sido declarado hace unos meses como adalid del crecimiento

económico del país bajo los eslóganes “La fábrica de México” y “Nuestra empresa es

Guanajuato”. La política del Gobierno estatal alienta convertirlo en ícono, especialmente para la

industria automotriz en América Latina, y puerta para conquistar mercados del Norte, el Centro y

el Sur de América. El fundamento es favorecer la inversión de grandes inversiones de las

empresas transnacionales–especialmente del sector automotriz–, por lo cual se proyecta un

2
desarrollo capitalista vertebrador y vorágine para el crecimiento del mismo,1 dando continuidad a

la sobreeconomización del mundo,2 donde la globalización transforma los territorios,

constituyendo desde soberanías sin territorialidad hasta nuevas geografías de las identidades, lo

que Yaeger denomina el ámbito posnacional, al que fluyen las nuevas tensiones de la geopolítica

contemporánea.3

En esta tesitura, el presente documento ambiciona visibilizar, valorar y recuperar la vigencia y

contribuciones a la sustentabilidad ambiental de un sector de la población que trabaja al margen

del movimiento estatal aludido, al intentar proteger y perpetuar sus propias formas de vida, en la

convicción inquebrantable de persistir en la administración de su patrimonio natural. Es decir, el

ejido persiste en la pretensión de salvaguardar la oferta ambiental substanciosa y sui géneris que

ostenta en medio de la presión del despegue económico-territorial que viene perfilando el Estado.

Estamos hablando de un sector que a nivel nacional representa al 76 por ciento de la superficie

del territorio indígena que conserva la cubierta vegetal natural, donde “los núcleos agrarios

(ejidos y comunidades) con población indígena, son dueños de 22 millones 624 mil hectáreas,

que representa 21.9% de la superficie de la tierra en manos de ejidos y comunidades”.4

1
Se han ha concretado proyectos de inversión con Alemania, Brasil, Canadá, Corea, España, los
Estados Unidos, Francia, Holanda, Japón y Taiwán, entre otros. Éstos incluyen la instalación de
la armadora Honda en Celaya, en 566 hectáreas de tierra (segunda en México, con una estimación
de producción de 200,000 vehículos), Mazda en Salamanca, ubicada en 256 hectáreas de
superficie, y Volkswagen en Guanajuato, entre otras. El estado concentra seis corredores
económicos que facilitan interconectar la infraestructura, asegurando un radio de mercado de 400
kilómetros, el cual puede tener acceso al 80 por ciento de mercado mexicano y el 70 por ciento de
los principales establecimientos industriales del país, con lo que se puede tener acceso al 70 por
ciento del comercio internacional y el mismo porcentaje de exportaciones. Se suma a ello la
infraestructura de 513 kilómetros de nuevas carreteras (Nuestra empresa es Guanajuato, 2012).
2
Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005.
3
Yaeger, citado en Zambrano, 2001: 37.
4
Robles/Concheiro, 2004: 5.

3
Luego de acompañar por tres años al pueblo indígena Ojo de Agua de Ballesteros –y de

reflexionar sobre aspectos diversos que acercan a comprender cómo estos pueblos, ejidos y

comunidades campesinas articulan complejas estrategias de reproducción de sus formas de vida,

vinculados a un enfoque propio de sustentabilidad–, nos planteamos las siguientes reflexiones:

¿Cuáles son las evidencias de resguardo y salvaguarda de sus patrimonios naturales ante la

amenaza de las externalidades? ¿Por qué y cómo los conflictos con las externalidades orientan un

proceso de resistencia y afirmación de los mismos? ¿Por qué se agudiza la visión de

incertidumbre de su patrimonio? ¿Qué hay detrás del enfoque de conservación, defensa y

resistencia de los mismos, y qué lo sostiene?

El ejido, ubicado en el municipio de Salvatierra, cuenta con un total de más de 1,000

hectáreas de tierras, compuesto por un bosque de 288 hectáreas con una amplia gama de flora y

fauna endémica, una laguna cristalina de 20 hectáreas (hoy en sequía por el impacto del cambio

climático), 16 ojos de agua o manantiales (varias de ellas termales, con vocación turística), tierra

agrícola de riego (270 hectáreas) y temporal (460 hectáreas), atmósfera límpida y clima templado,

entre otros atributos naturales.

Hay 60 ejidatarios y sus familias. Son actores sociales, protagonistas de la defensa,

salvaguarda y preservación de sus tierras, alentados por el compromiso de sustentabilidad per se.

De ello dependen la economía productiva y los servicios del agua para la gestión de su

microempresa, llamada Balneario Ejidal Ojo de Agua de Ballesteros. En este panorama, la

sustentabilidad se expresa en un tamiz de salvaguarda de sus patrimonios, resumiendo

trascendencias más allá de lo local.

Corrobora con la ecología y medio ambiente de localidades del hinterland municipal. Es

decir, no sólo encierra el beneficio local, sino viene preservando de manera indirecta la ecología y

medio ambiente de diez municipios de la región que integran, además de Salvatierra: Tarimoro,

4
Santiago Maravatío, Yuriria, Tarimoro, Apaseo el Alto, Apaseo el Grande, Uriangato, Moroleón,

Acámbaro y Jerécuaro. Extendie sus beneficios ambientales no sólo dentro del sur del Bajío, sino

también en los estados adyacentes de Querétaro y Michoacán.

Así, el objetivo del presente trabajo es identificar y mostrar estas expresiones de salvaguarda

y resistencia de bienes y patrimonios naturales por parte de los actores sociales, vinculadas a

cómo éstos sienten y conciben su naturaleza. Esta mirada vertebra el compromiso férreo de los

ejidatarios por la sustentabilidad de la oferta natural que les ha tocado administrar. Puede

constituirse en un modelo de resistencia y de valor sustantivo y simbólico a su tierra y territorio,

ante el despojo de los bienes naturales, para arenas análogas.

La metodología y enfoque teórico

La metodología se asentó en la investigación-acción participativa, donde intervinieron de manera

protagónica las autoridades y la mayoría de los socios ejidatarios, con sus familias. La

información fue robusteciéndose, especialmente por los “principales” o sabios expertos5 del

pueblo, así como representantes de instituciones de formación superior6 quienes colaboraron con

la investigación en distintos momentos, como conductores y consultores.

5
En los pueblos de la América indígena de hoy, especialmente el mundo andino, se le da esta
denominación a quienes son reconocidos en la comunidad por su sapiencia en todo o algún ramo
de la vida productiva, la espiritualidad, la ritualidad y la historia, entre otros. Se les denominan
“principales”, “amautas”, “maestros”, “chamanes”, “padres”, “consejeros”, “personas de
conocimiento” o “ancianos”. Enrique Florescano explica que la génesis del concepto “sabio” en
la época prehispánica se vincula estrechamente con Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, fundador del
reino de Tollan (que pudo estar en Teotihuacán o Tula, según este historiador) y “gran sabio”,
quién resumía “conocimientos especializados (escritura, cómputo del tiempo, astronomía), el
patrón de las artes refinadas (arquitectura, pintura, escultura, plumería, música...), y el supremo
ejecutor de los oficios religiosos. […] Pero lo que sí puede decirse es que la imagen canónica del
caudillo conquistador y gobernante sabio se creó en Teotihuacán” (Florescano, 2002: 42-44).
6
Investigadores del Departamento del Hombre y su Ambiente de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco; del Colegio de Posgraduados, Montecillo, de la Universidad
Nacional del Centro del Perú; y de diferentes especialidades de la Universidad de Guanajuato,

5
Esta herramienta permitió el levantamiento, de manera colectiva, de la información

sintetizada en el diagnóstico-inventario participativo, destacándose la identificación de los

patrimonios naturales de este ejido, así como su problemática, sus limitaciones y sus

potencialidades para beneficiar a la comunidad. Ello permitió identificar, ordenar y jerarquizar

los temas-eje a atender, permitiendo sugerir un plan único de trabajo, dirigido a la solución de los

problemas en el ejido, dando paso al empoderamiento y autogestión de sus patrimonios y

proyectos.

Las categorías de análisis fueron varias. Las que utilizamos para la presente entrega fueron: la

identificación de potenciales y limitaciones de los patrimonios naturales (bosque, laguna, tierra y

ojos de agua), la relación con las externalidades, la defensa del territorio y su relación con los

patrimonios. La aplicación de estas categorías proyecta contribuir a la profundización del análisis

de las aportaciones a la sustentabilidad ambiental de los actores rurales en territorios más amplios

(América Andina y Mesoamérica).

En la motivación académica y el compromiso social de seguir dando continuidad a las

investigaciones que visibilizan las evidencias de las contribuciones de las comunidades rurales a

la sustentabilidad,7 este estudio utilizó el método del estudio de caso, así como las técnicas de

investigación cualitativa, como la observación participante, las entrevistas con informantes clave

y las reuniones de profundización de temas con los actores sociales.

entre otros, robustecieron los resultados de la investigación con sus sugerencias.


7
Caso, 1996; Miranda, 2011; Toledo, 2003, 2005a; 2005b; Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005;
Leff, 2010; Barkin, 2001; Boege/Vidriales, 2008; Martínez, 1992; Concheiro/López, 2006. Con
el libro Contribuciones de las comunidades rurales a la sustentabilidad, Parque Ejidal San
Nicolás Totolapan, México (Miranda, 2011), se evidencian los aciertos, dominios y conquistas en
el tema de la sustentabilidad que forjaron y vienen haciendo los pueblos indígenas en
Mesoamérica, los Andes y al mundo.

6
El trabajo sustantivo que orientó la investigación se centró en dar continuidad al renovado

paradigma (de espíritu crítico-propositivo) que venimos construyendo, respecto al

cuestionamiento al “paradigma sustentable” con los mismos procedimientos teóricos y

metodológicos del modelo convencional. Como afirma Serge Latouche, “se viene poniendo vino

nuevo en odres viejos”.8 En la exigencia magnánima de corregir dicha metáfora, la metamorfosis

esencial establecería que lo correcto es “poner vino nuevo en odres nuevos”. La existencia del

contrasentido se manifiesta entre lo que se hace y lo que se quiere lograr, evidenciando que en

esencia se viene navegando a contracorriente. Por ello se cuestiona aquí el enfoque y los

contenidos que siguen entendiendo a la sustentabilidad como “desarrollo sustentable”,

identificando los patrimonios naturales como “recursos a explotar”. Así mismo cuestionamos la

manera de vincularse con las comunidades productivas como “intervención”, considerando a los

actores sociales como “pobres” o “pueblos en vías de desarrollo”, y teniendo como objetivo de

los proyectos en el campo “alcanzar el progreso” y “la modernidad”, etcétera. Estos aspectos

discurren ingenua o mecánicamente como propuestas “alternativas” en la travesía hacia la

sustentabilidad.9

No es una cavilación reciente, sino el resultado de casi dos décadas de trabajo y estudio

desarrollado en América Andina10 y México sobre la validez y pertinencia que poseen los pueblos

originarios y campesinos a la sustentabilidad actual.11 El estudio de caso del ejido Ojo de Agua de

8
Latouche, 2008: 61, 82.
9
Miranda, 2011: 375. La reflexión irrumpe cuando analizamos el sentido de la construcción del
discurso de la sustentabilidad desde la forma vinculado al contenido, el enfoque, la metodología,
los conceptos y los indicadores, observando que no es posible un cambio trascendental del
sistema mundo –como diría Enrique Leff–, utilizando los mismos principios y la metodología del
paradigma occidental.
10
Minka, 1984-1997.
11
Miranda, 2011.

7
Ballesteros sirvió como escenario delimitado para seguir identificando los renovados términos de

la sustentabilidad.

Al aplicar la renovada intencionalidad del enfoque de la sustentabilidad a la metodología de

investigación, se empezó a vislumbrar un proceso de resquebrajamiento de los patrones y

estereotipos convencionales en la vinculación de actores sociales e investigadores, con resultados

insospechados. Los cambios se evidenciaron cuando se dio el viraje y distanciamiento al discurso

ideologizado –producto de la concepción milenaria eurocentrista– que etiqueta, estigmatiza y

arraiga invariablemente a estos actores como referentes per se y símbolos de la cultura de la

“pobreza”, por consiguiente identificándolos en la más cerrada interpretación como “pobres,

generalizada a todas sus componentes de vida.

Al haber superado el sesgo economicista hacia estas culturas, que invalida los otros grandes

componentes como son lo social, lo espiritual y lo cultural,12 y relacionarnos como seres humanos

con potenciales y limitaciones, se desató un proceso por demás inédito e inverosímil. Los

ejidatarios empezaron a recuperar un modelo de vida centrado en una legítima responsabilidad y

creatividad por sus proyectos compartidos, entrando a un paulatino proceso de empoderamiento,

además de la recuperación de su dignidad como personas y como comunidad.

Los siguientes comentarios son de los ejidatarios de Ojo de Agua de Ballesteros:

Sabíamos más de lo que pensábamos; no nos dábamos cuenta de


que somos personas que saben como ustedes.

Somos ricos en conocimientos, nada nos falta.

Nunca habíamos estado en la universidad; ahora siento que soy una


persona de respeto.

12
Miranda, 2011; García, 1996.

8
Nosotros podemos, claro que podemos hacer más de lo que
pensábamos.

Cuánto tenemos y no nos habíamos dado cuenta de su valor; estoy


orgulloso de ser ejidatario y mis antepasados indígenas.

El renovado enfoque teórico y metodológico aplicado no refuta ni desestima las carencias

pecuniarias ni la problemática compleja que atraviesa este sector. Estamos ante una forma

diferente de fomentar y recuperar la identidad campesina, vinculada a su dignidad y

empoderamiento, donde la relación de horizontalidad es el referente fundamental.

La ruptura trajo como respuesta una renovada manera de acompañamiento a los actores,

recayendo en la reafirmación de su identidad personal y cultural, lo cual arrojó inevitablemente

una renovada forma de comportamiento, seguridad y autoestima, que fue vertiendo ante nuestra

percepción atónita, la prodigalidad insospechada de conocimientos, específicamente

manifestaciones de una cultura vertebradora e inquebrantable a favor de la reproducción y la

recreación de la vida. En otras palabras, estos ejidatarios se concibieron como seres responsables

de la sustentabilidad histórica y actual en el campo, administrando su patrimonio natural y su

arsenal nemotécnico de conocimientos sobre la sustentabilidad.13

La huella de la historia como impulsora del arraigo al territorio y el sentido identitario

Concebimos, junto con Villoro,14 que la historia hace comprensibles los lazos que unen a una

comunidad, promoviendo actitudes positivas hacia ella. La fundación de Ojo de Agua de

13
Toledo, 2005a; 2005b; Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005; Leff, 2010; Martínez, 1992;
Concheiro/López, 2006; Boege/Vidriales, 2008; Bartra, 2006; Miranda, 2011.
14
Villoro, 1999: 46.

9
Ballesteros como pueblo se sitúa en 1936, pero sus antecedentes territoriales refieren una

permanencia previa. Desde su conformación, el ejido ha tenido como constante las pugnas

internas y externas, siendo el centro de la disputa las relaciones de poder sobre el patrimonio

natural, cuya expresión fue la amenaza de la expropiación. No en vano lo atractivo de su territorio

concentra a manera de naturaleza prodigiosa un ramillete de bienes y patrimonios irrepetibles en

cualquier comunidad vecina. Ojo de Agua de Ballesteros no es otra cosa que la adjudicación de

los dieciséis manantiales que encierra la localidad, entre otros patrimonios de intangible valor.

El ejido no ha registrado, desde su visión, la historia de su creación ejidal; sin embargo el

testimonio de los actores sociales, así como algunos documentos gubernamentales,15 arrojan

coincidencias de una historia de lucha que ha configurado una serie de relaciones sociales entre

los distintos actores y sus diferentes percepciones de dominio. La pertenencia territorial produce

la más estable condición identitaria, la que persiste a pesar de la inestabilidad producida por la

crisis y la conflictividad.16 En el pueblo, definitivamente, las contiendas fomentaron el arraigo a

la tierra y al territorio.

Como ejido, se originó con posterioridad a la Revolución Mexicana, producto de la entrega de

dos dotaciones de tierra en la orientación de la reestructuración de posicionamiento de tierras

entorno a la hacienda de Ojo de Agua. La hacienda fue construida en 1755, y su último dueño se

apellidaba Ballester. En ella trabajaba un buen número de peones para la producción

especialmente de maíz y tumbando zacate. Se cuenta que cerca del año 1915,

surgieron los ataques en Celaya, cuyos efectos fueron percibidos en


muchos pueblos vecinos, entre ellos el Fénix y otro que se llamaba
la Lagartija. Así mismo se saquearon muchas Haciendas por los
rebeldes y fue entonces cuando la gente en su mayoría de la

15
Plan de Desarrollo Comunitario, 2004; Ojo de Agua de Ballesteros, 2012.
16
Zambrano, 2001: 28.

10
Lagartija se replegó a la Hacienda Ballesteros por razones de
protección. Desde entonces nunca hubo propietarios de la Hacienda
y sólo eran arrendatarios los dueños. Vivía mucha gente dentro de
la hacienda, se cuenta que cada cuartito era habitado por cinco o
seis familias y que se les pagaba muy poco por el trabajo que
realizaban.
Los arrendatarios eran dueños de toda la tierra y estaban en
contra de los campesinos porque ellos exigían que hubiera ejido.
Después, lucha tras lucha, los campesinos echaron fuera a los
arrendatarios.
Pero después del movimiento cristero, las personas tuvieron que
abandonar la Hacienda llevándose consigo canteras, tejas, vigas,
adobes y construyendo fuera de la Hacienda sus casas con todo ese
material. 17

Hubo enfrentamientos que la gente recuerda con emoción encontrada, especialmente por la

sobrevivencia y las precarias condiciones de vida, agudizadas por el sometimiento y la

explotación por parte de los capataces, carabineros y cristeros.18 Los siguientes testimonios, de

algunos ejidatarios de edad avanzada, reviven estas disputas.

Niños de 12 trabajaban; su salario era una cuartilla de maíz o de


frijol, dinero. El capataz explotaba a la gente dándole más trabajo, y
los peones no podían más tiempo para producir lo que encargaba el
patrón. Se comían las pitayas y mezquites del monte, aunque ni
tenían tiempo de comer, porque el capataz estaba sobre de aquellos,
y aquel que hallaran cortando un elote y todo, luego luego lo
desterraban de la comunidad. ¡Por un elote lo desterraban!19

Este testimonio sintetiza la disputa y la pugna por la tierra:

Todos los cristeros querían acabar a mi padre; era un líder. Por eso
perdió el brazo y se salvó de la muerte, no más porque Dios. Lo

17
Plan de Desarrollo Comunitario, 2004.
18
Otro artículo en preparación está dedicado especialmente a la historia del ejido, condensando
las entrevistas a manera de historias de vidas.
19
Antonio Maldonado Sosa, 65 años, Ojo de Agua de Ballesteros, 2012. Entrevista realizada por
Ricardo Contreras Soto.

11
emboscaron los cristeros, parte de la iglesia de los hacendados. Lo
venadearon. Iba a Salvatierra. Él traía su pistolita que lo defendió,
con un siete milímetros, pero pegó en la cacha de la pistola, le
atravesó la mano izquierda, pegó en la cacha de la pistola y lo
tumbó. Tuvieron que llevárselo a México y allá le salvaron la vida
[…]. Hoy ya hasta me quiero poner a chillar porque yo quisiera
haber estado ahorita con esto y poder ayudar. La gente que vemos
ahorita se andan matando por un surco sin tomar en cuenta las
raíces de donde viene, porque tenemos el pedazo de ejido, porque
está todo esto; los de la Moncada querían adueñarse de todo este
pedazo.20

Otro ejidatario expresa un testimonio similar:

Donde quiera había emboscadas; a mi papá le tendieron una y le


metieron un riflazo por las costillas, buena suerte que traía la
pistola y la bala le desparramó; le cruzaron astillas por los dos lados
del cuerpo, bueno una cosa terrible. No lo mataron porque la yegua
le cubrió tantito; pensaban que estaba muerto y unos tíos lo
escondieron, tapándolos con pencas de nopal. Sufrió mucho para
pelear el ejido, yo estaba muy chico, de a tiro, no más me acuerdo
como un sueño. Más adelante un diputado y un comandante que
estaban en Salvatierra dijeron de que todo el grupo se juntara y
pudieron proteger, y crearon la defensa rural federal y esos tíos se
los pararon a lo mero macho, con un “De aquí no me dan un paso
más, y si me dan un paso más, ¡me los trueno!” […] pero si este
ejido lo estamos conservando a base de buena voluntad de todos los
compañeros y el sacrificio que hicimos de por sí estaba todo bien
duro.21

Con el tiempo –quién lo diría–, estas condiciones de vida fueron convirtiéndose en el férreo

andamiaje ideológico, político e identitario de la lucha por la defensa de la tierra, y plataforma

histórica para seguir defendiendo el territorio.22 Ello nos lleva a aseverar que estas luchas

20
Gabriel Sosa, 60 años, Ojo de Agua de Ballesteros, diciembre de 2010. Entrevista realizada por
Ricardo Contreras Soto.
21
Ricardo Maldonado Maldonado, 67 años. Ojo de Agua de Ballesteros, diciembre de 2010.
Entrevista realizada por Ricardo Contreras Soto.
22
Miranda, 2011.

12
antisistema son, aun sin saberlo, luchas ecologistas emprendidas por movimientos ecologistas

históricos, entendiendo que detrás de las disputas y conflictos subyace una disputa política,

cultural y de aspiración de modelo de vida como ha sido señalado por Martínez Alier,23

Zambrano24 y Miranda.25

La presión fue por la descomposición del rancio poder patrimonialista, mismo que calzó

inevitablemente un nuevo destino para el ejido.

Finalmente, en el año 1936, el Departamento Agrario dictaminó una extensión de 948.74

hectáreas que fueron otorgadas oficialmente al ejido.26 Los hechos más importantes para el ejido

y su patrimonio natural se resumen en el cuadro 1.

Años Hechos históricos


1936 Se fundó el ejido con el nombre de Ojo de Agua de Ballesteros.
A pesar de tener vecindad lejana, la erupción del volcán Paricutín afectó
1947 a 1948
la naturaleza y la producción de cultivos.
1957 Una gran sequía afectó el pueblo.
1962 Se construyó el sistema de agua potable que abastece a la comunidad.
1970 Se abrió el camino mayor de acceso a la comunidad.
1980 a 1982 Se construyó la primera etapa de la instalación del drenaje público.
Se secó la laguna o presa San Bartolo por el impacto del cambio
2011
climático.
Se obtuvo el título político-cultural como “pueblo indígena”, otorgado
2012 por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas,
México.

Cuadro 1: Breviario de eventos trascendentes y su vinculación con el patrimonio natural.27

23
Martínez, 1992.
24
Zambrano, 2001.
25
Miranda, 2011.
26
Plan de Desarrollo Comunitario, 2004.
27
Elaboración propia, con base en el documento Ojo de Agua de Ballesteros (2012: 7), así como
entrevistas a ejidatarios.

13
Con estos y otros acontecimientos, el ejido fue estableciendo su sentido de identidad como

grupo, donde fueron necesarios estos hitos y otros para vincular y elaborar un sentido de

pertenencia simbólica a su territorio común. Siguiendo a Zambrano,28 el territorio es una

construcción social afectada por las dinámicas identitarias; no son los territorios los que

determinan las identidades, sino éstas las que coadyuvan a configurarlos históricamente. Lo viene

trasluciendo el ejido Ojo de Agua de Ballesteros en los sucesos vividos.

Lo que siguió después y se mantiene a la actualidad es la construcción social de su espacio,

que al organizarlo y administrarlo sigue generando un sentido de pertenencia ejerciendo su

jurisdicción. Así, pueden distinguirse algunos patrones de diferenciación productiva (la

organización según los cultivos y la inversión), social (siendo ésta el origen del parentesco),

espiritual (su iglesia, los lugares de festividad y los espacios sagrados) e inclusive la división por

sexo o género de los espacios. Por ejemplo, las mujeres están más vinculadas a la presa y los

hombres son los responsables de los diferentes cultivos.

Un acontecimiento que revela la vigencia de su sentido de pertenencia al pueblo fue cuando

en 2012 la comunidad logró el reconocimiento de “pueblo indígena” por autoadscripción.29 En un

documento publicado por el Gobierno del Estado de Guanajuato, se explica cómo los habitantes

de Ojo de Agua de Ballesteros conciben su identidad étnica, su historia y los restos de la cultura

material dejados por los antiguos habitantes de su territorio:

La comunidad se reconoce a sí misma por auto adscripción [sic]


como comunidad indígena, porque de acuerdo a los habitantes que
comentan de viva voz que descienden de la etnia otomí, mantienen
sus tradiciones, usos y costumbres.

28
Zambrano, 2001.
29
La distinción se dio en el marco de las acciones de vinculación que se mantiene con el ejido,
acompañándolos hasta la declaratoria final, después de casi un año de gestión.

14
Ellos tienen muchas nociones de cómo eran y de qué raza eran
sus ancestros. Comentan que en varios lugares de la localidad
pueden encontrarse vestigios arqueológicos y que su raza era otomí,
hasta hace poco tiempo todavía se hablaba la lengua materna pero
actualmente esto se ha ido perdiendo.
También comentan que ahí era una hacienda de gente con
apellido Ballester (con el tiempo se modificó a Ballesteros) y que
Ojo de Agua es por la cantidad de brotes de agua (manantiales).
Incluso cuentan que los primeros habitantes llegaron de un pueblo
desaparecido y que estaba al poniente Ballesteros, esta comunidad
se llamaba La Lagartija.
En la comunidad se pueden encontrar vestigios arqueológicos
tales como: tepalcates, pedacero de alfarería, molcajetes, flechas,
hachas, figurillas de indios e incluso piedras talladas.30

A la fecha, el ejido continúa en el estatus político de organización ejidal, donde están latentes

algunos hechos de trabajo colectivo para el beneficio común están latentes (cuadro 2).31

Faenas recientes Participación de ejidatarios


Instalación de la red de drenaje 50 personas
Empedrado de las calles 20 personas
Construcción de aulas 10 personas
Caminos de acceso al pueblo 30 personas
Limpieza del canal principal 20 personas
Limpieza del patrimonio natural Por turnos, con reglamento
Gestión y administración del Por turnos, con reglamento
patrimonio social (balneario)
Cercado limítrofe del bosque Por turnos, con reglamento.
Algunas labores son
remuneradas por
auspiciadores

30
Ojo de Agua de Ballesteros, 2012: 8, 9.
31
Las comunidades indígenas antiguamente trabajaban, de manera compartida y con diferente
intencionalidad, bajo las denominaciones de tequio, tequil, gozona, mano vuelta, fajina,
guelaguetza, tarea, córima y trabajo de en medio, entre otros, que en términos generales
manifiestan el mismo espíritu. Son formas de aportación con o sin reciprocidad (Pueblos
indígenas, sin fecha). En los Andes son vigentes esquemas laborales similares, expresados en los
términos ayni, mita, minka, fajina y wagete, entre otros.

15
Cuadro 2: Organización ejidal manifestada en obras para el beneficio común y fuerza de

trabajo.32

Por otro lado, a pesar de las amenazas y presiones de las externalidades, y aun al interior de la

organización, los ejidatarios se resisten a privatizar las tierras, negándose a entrar al Programa de

Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE). Resisten el asedio porque

tienen claro que “no habrá despojo ni muerte lenta y segura” de su patrimonio y organización

ejidal, como sostienen sus propios actores, tema que abordaremos en otro tratado. Mientras tanto,

guardan celosamente diferentes testimonios documentados que los representan como ejido en

torno a su patrimonio natural y productivo.33

No cabe duda que las luchas y conflictos propiamente territoriales se producen, como refiere

Carlos Zambrano, “cuando entran en relación distintas percepciones de pertenencia, dominio y

soberanía sobre el espacio”.34 Así la lucha por la tierra se incorpora a la reivindicación de la

naturaleza35 y la reproducción de la vida, externalizándose una cultura sustentable desde dentro y

en torno a ella.

Quién diría que Teodor Shanin, Eric Wolf, Arturo Warman y Ángel Palerm –entre otros

expertos estudiosos del mundo rural–, quienes tipificaban a los campesinos y pueblos indígenas

esencialmente como productores agropecuarios, estaban lejos de imaginar estas otras

contribuciones al mundo rural. Que cuando se escudriña el campo desde el enfoque del

32
Elaboración propia, con base en el documento Ojo de Agua de Ballesteros (2012: 14), así como
entrevistas a ejidatarios.
33
Escrituras y títulos del “Otorgamiento de dos dotaciones de tierras”, “Concesión de los
manantiales”, Actas Constitutivas de la Sociedad de Producción Rural de Responsabilidad
Limitada, Registro Federal de Causantes (como empresa), Registro Federal de Causantes (como
ejido) y Declaratoria como Pueblo Indígena.
34
Zambrano, 2001.
35
Bartra, 2006; Barkin, 2001; Toledo, 2005a; 2005b; Concheiro, 1995; Miranda, 2011.

16
pensamiento complejo,36 se manifiestan disquisiciones subterráneas sustentables. El resultado

arroja a todas luces una vorágine de vertientes, donde estos actores juegan diferentes roles –ahora

estelarizando en rol protagónico– en la recuperación de la sustentabilidad medioambiental y el

binomio naturaleza/ser humano-sociedad (biocultura). El tema de fondo de esta interpretación

radica en la ecosofía de diferente cuño,37 sustentado en el “buen vivir”38 que asumen los pueblos

indígenas, soslayando pertinentemente la crisis provocada por el sistema capitalista, de carácter

profundamente destructivo, como fundamento económico de una cultura del progreso sin límites,

que ignora las externalidades sociales y ecológicas. El buen vivir, como modelo alternativo de

vida, propugna como valores fundamentales, a saber: la defensa de la vida, la recuperación de los

equilibrios del ecosistema, vinculados a una expresión de espiritualidad sagrada con la naturaleza,

y la importancia de lo colectivo frente al individualismo.39

Ojo de Agua de Ballesteros en el movimiento de la sustentabilidad alternativa

Lo que ocurrió en la historia de resistencia del ejido, y las acciones presentes que realizan sus

actores, no es un movimiento individualizado o carente de una intencionalidad subyacente.

Podemos inscribirlo en la movilización mayor que vienen evidenciando cada vez más

comunidades rurales en el país y en el resto de América Latina.

36
Morin, 1998a, 1998b, 1998c.
37
Leff, 2010.
38
La propuesta del buen vivir es de los pueblos indígenas de América del Sur. Por ello, países
como Bolivia, Venezuela y Ecuador la han adoptado en sus constituciones políticas; sin embargo
otras culturas indígenas del mundo la comparten. Es el sello que distingue su identidad y
pertenencia territorial.
39
Destacados investigadores vienen sustentando créditos a esta vertiente, entre ellos François
Houtart (2011), Aníbal Quijano (2010; 2011), Boaventura de Sousa (2010), Eduardo Gudynas y
Alberto Acosta (2011), Xavier Albó (2009), Héctor Díaz Polanco (en Del Val, 2011), Gloria
Caudillo (2012) y Javier Lajo (2008).

17
En Argentina, el territorio Humahuaca entra a la vulnerabilidad desde su declaratoria como

Patrimonio de la Humanidad; en Cochabamba (Bolivia) hay desavenencias por la privatización

del agua; en el Ecuador se concesionan las tierras de las comunidades shuar y otras a empresas

petroleras; en el Perú, se disputan las tierras de las comunidades nativas de la Amazonía y de las

campesinas de la sierra. En México, el movimiento indígena/campesino/ejido adopta el emblema

simbólico del principio férreo de soberanía de la tierra, promulgado por Emiliano Zapata. Las

acciones de resistencia explican la apuesta por la reinvindicación de propuestas más allá de la

defensa y legitimización de la tierra. Se cuentiona la omisión de la consulta a los posesionarios

ancestrales del patrimonio natural, a razón de la acción conjugada de las transnacionales que

buscan, con los gobiernos y diversos medios, el control y posicionamiento sobre los mismos.40

Prácticamente ninguna región escapa de las manifestaciones de defensa, resistencia, lucha,

disputa y/o negociación “condicionada”. La negativa persistente es brindar alteridad al territorio y

evitar que siga desdibujándose por la codicia de las externalidades. Estos movimientos no hacen

más que interpretar que estamos ante una renovada mirada de los actores-gestores del territorio,

quienes vienen externando aspectos que los estudios tradicionales sobre el tema –la geografía

como política expansionista–,41 no consideraban.

Hay miradas renovadas acerca de estos procesos, reconfigurando identidades individuales y

colectivas desde la visión de los pueblos en resistencia. Por ello Ojo de Agua de Ballesteros no

hace más que recordarnos que hay otras maneras de interpretarlos. Así tenemos el “territorio

subjetivizado” y el principio bioproductivo: “producir conservando y conservar produciendo”;42

40
Ello se produce en respuesta a la iniciativa de la política de implementación de la Iniciativa
para la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA) y el Plan Puebla Panamá
(PPP).
41
Porto, 2001.
42
Toledo, 2005b: 78.

18
el “parlamento de las cosas”;43 la tierra y el territorio adjetivados, como base de las identidades;44

la idea del “habitus”, apoyada en el concepto de Bourdieu;45 o cuando los pueblos “geo-grafían”

la tierra y el territorio.46 Así mismo, se denomina al binomio movimiento-resistencia y la

capacidad cognoscitiva-administrativa del territorio como “ecología de los pobres”, “ecología

popular”,47 “arsenal nemotécnico”48 o “conocimiento tradicional”.49 Tal tendencia afirma que

vienen prosperando disímiles interpretaciones acerca de la naturaleza y el territorio, sustentado en

el enfoque transversal, esencialmente vinculando las ciencias biológicas y sociales. Veamos un

ejemplo, tomado de Leff:

La geografía que ha trazado el seringueiro no es, pues, resultado de


la aplicación de un “modelo” teórico a un campo de
experimentación. Por el contrario, esta geografía política se
produce como un movimiento en el pensamiento que acompaña a
una acción social que reconfigura identidades colectivas, reorganiza
el espacio ecológico y construye nuevos territorios teóricos,
políticos y culturales. Esta nueva geografía es producto de un
movimiento social en el que el hombre va significando su hábitat y
asignando a sus prácticas el nombre de su cultura: va geografiando
la tierra al hacer el camino de la seringa, en un proceso histórico en
el que se hace seringueiro. Así, la geografía deja de ser la ciencia de
un medio que determina a la cultura; por el contrario, es la cultura
la que, a través de sus saberes sobre el mundo, imprime su sello en
la tierra, en el bosque, en la selva; son saberes que describen y se
inscriben en un territorio a través de prácticas productivas y luchas
sociales; son prácticas mediante las cuales se apropian su naturaleza

43
Latour, 2004.
44
Concheiro, 1995.
45
Bourdieu, 1972.
46
Porto, 2001.
47
Desentrañar a las comunidades rurales como pobres (“ecologismo de los pobres”) no hace otra
cosa que invalidar los otros componentes de la vida de estas comunidades. Lo propio sería
interpretarlas como empobrecidas económicamente por el sistema, liberando los otros atributos
de toda una cultura a favor de la sustentabilidad y recuperación del ser humano/sociedad, que es
la tesis que venimos demostrando.
48
Toledo, 2005a.
49
Concheiro/López, 2006; Boege/Vidriales, 2008; Toledo, 2005a; 2005b;
Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005; Miranda, 2011.

19
dándole nombre propio. Si la tradición geográfica ha puesto el
acento en las condiciones que impone el medio al desarrollo de la
cultura, la nueva geografía cambia la mirada para ver cómo el
hombre arraiga en un territorio e irriga su destino: habitus que
construye un hábitat, ser cultural que se conforma y da forma al
medio ecológico.50

El Patrimonio natural del ejido

Si otras comunidades rurales en el país, y en ellas los pueblos indígenas, se destacan como

espacios productivos,51 el ejido Ojo de Agua de Ballesteros se ha empeñado en salvaguardar un

detallado catálogo de heredades naturales, aparte de gestionar su principal proyecto productivo, el

Balneario Ejidal, mismo que se extinguiría si se devastan los otros componentes naturales

dinamizados en torno al bosque. En palabras de Eckart Boege y Georgina Vidriales, los pueblos

indígenas tradicionales son “laboratorios de domesticación, experimentación y manipulación

genética de las especies silvestres, semisilvestres y domesticadas”.52 Sin embargo, este

patrimonio es arena de diversas contiendas; veámoslo para después explicar el porqué de la

importancia de la resistencia y con qué gestas enfrentan sus protagonistas.

50
Leff, en Porto, 2001: vii, viii.
51
Se han formado cooperativas tipo MIPYME (acrónimo que significa “micro, pequeña y mediana
empresa”) y otras asociaciones productivas, como aquellas que trabajan en el ámbito del
ecoturismo. Algunos ejemplos de “modelos empresariales paradigmáticos” son los “Pueblos
Mancomunados” (Oaxaca); “Parque San Nicolás Totolapan” y “Parque Tepozán” (Distrito
Federal); “Proyecto Comunitario de Taselotzin” (Puebla); “Isla Yunén” y “Maruata”
(Michoacán); “Escudo Yahuar”, “Aru Macao”, “Misol-Ha”, “Agua Clara” y “Welib-Ha”
(Chiapas); “Hostal Indígena Guitayvo”, “Barrancas de Uruachi” y “Arareco” (Chihuahua);
“Ixtlán de Juárez” e “Isla Soyaltepec” (Oaxaca); “Red de Ecoturismo de Los Tuxtlas” y “Selva
del Marinero” (Veracruz). Así mismo, en América Latina hay experiencias emblemáticas en
Ecuador, Perú, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Cuba, Brasil, Argentina y Bolivia, entre otros
países (Miranda, 2011).
52
Boege/Vidriales, 2008: 159.

20
La disputa del bosque ejidal

Ojo de Agua de Ballesteros es una comunidad que se encuentra enclavada en el Sistema

Neovolcánico. Se encuentra rodeado de un bosque con una gran variedad de flora y fauna, y que a

través de los años se ha mantenido gracias a la labor de vigilancia estoica de sus pobladores. La

historia de disputa, sin embargo, no ha cesado. Ahora enfrenta otros actores, otros

acontecimientos, otros intereses y otras estrategias en la contienda. ¿Cuáles son los móviles y

cómo vienen resistiendo la pérdida y amenaza cotidiana de despojo y descalabro de sus recursos

naturales por actores sociales externos que presionan la gestión?

Ojo de Agua de Ballesteros, al integrar una complejidad de bienes naturales y expresiones

tangibles de capital social y humano, es sin lugar a dudas una herencia estratégica de la

recreación de la ecología, las poblaciones y la sustentabilidad. Por un lado, el mundo entero

reclama tierra, agua y biodiversidad, por su lugar estratégico en la economía y expansión global;

y por otro, el ejido resume estos atributos pero lamentablemente invisibilizados y en amenaza del

saqueo generalizado.

El despojo, la amenaza, el descalabro y la pérdida de los patrimonios naturales se debe a la

caza clandestina llevada a cabo por los “pajareros” y coleccionistas de pieles, a la tala furtiva por

los leñadores (respaldados por mujeres productoras de tortillas de un ejido adyacente), a un

tiradero de basura y rastrojos (proveniente del tiradero del municipio de Salvatierra) y a la

ineficiencia de las instituciones oficiales para atender el problema.

Huelga decir que la principal amenaza –como ocurre en otros lugares– es el creciente interés

del capital financiero que quiere apoderarse de los bienes naturales, especialmente el agua y los

bosques. Caso concreto es la reciente instalación de una maquiladora coreana en el ejido

contiguo, a pocos metros del Balneario Ejidal, y otras empresas externas que vienen adquiriendo

tierras en el campo.

21
Los siguientes testimonios, recogidos en el ejido de Ojo de Agua de Ballesteros, dan muestra

de las expresiones de despojo y saqueo que vienen mermando el bosque:

Los saqueadores vienen de los pueblos de Urireo, San Nicolás de la


Condesa, El Fénix y de Charco Largo. Son individuos conocidos
que utilizan pistola y escopeta, con el apoyo de perros adiestrados,
desde hace muchísimo tiempo. Hace cuarenta años atrás, hubo
heridos en los enfrentamientos; por ello hay temor para la
vigilancia por parte de nosotros. Son muchos y no se les puede
enfrentar, sólo nos da mucha cólera.

Hace 30 años el saqueo era más frecuente. Por ello el municipio de


Salvatierra nos mandaba vigilancia para frenar la depredación. Este
apoyo en la actualidad ya no tenemos por falta de presupuesto.

Hacen “rodeo” a los animales. El rodeo se da en promedio de dos


veces por semana o mes, cuando un grupo de delincuentes armados
con palos, cuchillos, armas de fuego, mulas y vehículos hacen una
gran rueda en el bosque y poco a poco avanzan capturando,
cazando y degollando todo animal que encuentran, especialmente
los grandes. Sus pieles, carnes, plumas y otras partes es para
venderlas. En esta caza se da muerte o se llevan vivos a conejos,
pájaros, coyotes, zorros y hasta el faisán. También la víbora de
cascabel y el coralillo chirrionera.

Un resumen de estos y más testimonios muestra la cruel amenaza de extinción del bien

natural que viene enfrentando el ejido, destacándose los siguientes problemas.

 El robo ilegal de árboles y arbustos “en verde”, destinados para combustible –leña y

carbón– para su venta en pueblos vecinos. Los vigilantes del bosque enumeran que se

llevan cinco o más costales al día. La tala de árboles para la construcción de viviendas,

corrales y cabos para herramientas como picos, palas, hachas, talachos y almocafres.

22
 La sustracción de plantas medicinales, raíces y frutos, que oscila entre cinco y quince

kilos por semana. Principalmente se recolecta: manzanilla, gordolobo, camote, pitaya,

granjeno, garambullo, nopal y tuna para su comercialización en el mercado de Salvatierra.

Aproximadamente 15 veces por año se hace esta desvalijamiento a la foresta,

acarreándose en mulas y en vehículos motorizados.

 La explotación, con amenaza de extinción, de la fauna endógena. Se cazan diversas

especies con fines alimenticios y medicinales como conejos, ardillas, coyotes, zorrillos y

tlacuaches, entre otros. “De cinco a ocho se matan por semana, creyéndose que es

medicinal”.53

 La caza de aves migratorias como palomas, patos o gansos, eliminándose de cinco a diez

ejemplares por día. Este fenómeno se da en la laguna San Bartolo, otro patrimonio natural

del ejido.

 La sustracción de veinte a cincuenta kilos por semana de tierra de hojarasca

comercializada como humus, destinado a la jardinería de ciudades cercanas.

 La tala del bosque por los mismos ejidatarios, para expandir el terreno destimado a la

labor agrícola, a razón de una hectárea por año.

 La explotación del suelo y subsuelo mediante la minería a tajo abierto, donde se extrae de

veinte a treinta centímetros cúbicos por día de roca, piedra laja y gravilla, acción que

estaría influyendo negativamente a la filtración natural de los mantos acuíferos. La última

explotación fue realizada por una empresa agroindustrial contigua, so pretexto de abrir

caminos comunes que beneficiaría también al ejido. A la fecha no se reconoció pago

53
Entrevista a José Palacios, administrador del Balneario Ejidal de Ojo de Agua de Ballesteros.

23
alguno, inclusive para liquidar el pendiente las autoridades propusieron el préstamo de

maquinarias, pero fue denegado.

 Se suman a lo anterior los incendios forestales (en mínima proporción) y los tiraderos de

basura. Estos problemas se agravan por la inexistencia de un reglamento actualizado de

usos, usufructo y cuidados de bosque, según la normativa estatal y federal.

El saqueo, desmantelamiento y deterioro del bosque viene impactando notablemente en las

actividades productivas, especialmente la agricultura. Por ejemplo, se vienen extinguiendo

algunas especies útiles para evitar o controlar las plagas.

El bosque brinda sustento para la circulación filtrante de las aguas subterráneas y el

suministro natural de las aguas para los manantiales; sin embargo está amenazado. Lo expresan

sentidamente los locales. El asedio indiscriminado daña, devasta y altera los suelos, el agua, el

clima y la reproducción de los microorganismos y regeneración de la vida silvestre, alterando el

ecosistema.

Ante ello, los ejidatarios de Ojo de Agua de Ballesteros vienen desplegando heterogéneos

procedimientos, a manera de acciones de resistencia organizada. Entre las más relevantes están

las que se enumeran a continuación.

 Gestiones para la reposición de la vigilancia municipal.

 Trámites y gestiones con organizaciones de competencia forestal para cercar el bosque.

 Multa a quienes sorprenden sustrayendo o destruyendo el patrimonio natural, aunque el

resultado es poco significativo.

24
 Entrega de malhechores a las autoridades de Salvatierra. Lo desalentador es advertir que

no se les hace nada; los sueltan.

 Multas a quienes no cumplen el rol de vigías.

 Indagación sobre la existencia en otros ejidos de un reglamento oficial que rija el cuidado

de este tipo de bienes.

 Participación en eventos de capacitación relacionados al resguardo de patrimonios

naturales.

 Coparticipación en el proyecto de recuperación de sus bienes naturales y desarrollo

turístico que han establecido con la Universidad de Guanajuato, incluyendo una

Declaratoria como Reserva Ecológica Comunitaria.

 Participación en convocatorias de proyectos productivos de instituciones oficiales,

algunos con resultados alentadores.

El proyecto más importante, la gestión del Balneario Ejidal, es desde hace diez años el eje

vertebrador del patrimonio natural.54 Las aguas que desfogan del Balneario son destinadas para el

riego de parcelas en todo su cauce, hasta desembocar en la laguna San Bartolo. Así mismo,

estando llenos los cuatro grandes ojos de agua que lo sustentan, el agua para la agricultura estará

garantizada. En otras palabras, el cuidado y la defensa del bosque, de los ojos de agua, de la tierra

agrícola y de la laguna, dinamizan y benefician en general la actividad productiva y de servicios

de los pobladores.

54
El trabajo de asesoramiento, consultoría, vinculación, capacitación, promoción e investigación
participativa por parte nuestra fue la constante para mejorar la calidad y autogestión del Balneario
Ejidal. Los resultados saltan a la vista: el mejoramiento en la calidad del servicio, pero sobre todo
el reempoderamiento de los actores por sus patrimonios, sustentados en la revaloración de los
mismos.

25
Los ejitatarios han tenido que enfrentar y resistir el asedio del Programa de Certificación de

Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE), quien parece fungir –ante el asombro de

propios y extraños– como el principal protagonista para la desestructuración del patrimonio

natural en su impulso por favorecer la privatización de la tierra.

Con el apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y la

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se ha instalado un cerco de 600 metros

lineales –con malla de púas y postes–, en gran parte del perímetro del bosque que colinda con el

ejido de Urireo y una agroexportadora, reduciendo la declinación del bosque.55

Hay incertidumbre por el futuro del bosque, producto de dos manifestaciones: (1) el

envejecimiento de la tradicional cuadrilla de vigilancia del ejido,56 y (2) el mínimo interés de las

nuevas generaciones, que no sienten ni padecen el bosque. La explicación que se da a este último

hecho, se sustenta en una alta corriente migratoria a los Estados Unidos, por lo cual la mayoría de

los hoy jóvenes no fueron criados en el sentir y compromiso identitario que tiene la generación de

adultos y mayores por su bien patrimonial. Muchos de ellos crecieron en el extranjero, junto a sus

padres migrantes, y al retornar adolecen de interés e identidad alguna, inclusive de generar

proyectos productivos en dicho escenario.57 No tuvieron una cultura del campo interiorizada en el

bosque que forjara su identidad.

55
Como parte de la labor de vinculación, promoción y servicio social del proyecto, se acompañó
en múltiples gestiones, para finalmente coronar dicho resultado.
56
El envejecimiento de la población actual es preocupante. La mayoría de los integrantes de esta
cuadrilla sobrepasan los 60 años, llegando a 75 años la edad promedio de los participantes. En esa
perspectiva, la generación de remplazo que se ocuparía del bosque no estaría asegurada. Según
uno de los ejitadarios entrevistados, “En las asambleas, asisten viejitos que dormitan […]; ya por
cansancio estamos aprobando las cosas”.
57
Giménez, 2008.

26
El bosque: laboratorio y dador de vida

La flora es un componente elemental de la vida natural de los pueblos, que posibilita la vida de la

fauna que la habita, en sus formas de gramíneas, herbáceas, arbustos, árboles, cactáceas, etcétera.

Por eso, la vegetación es parte de la vida humana porque es fuente de energía, alimentación y

economía. Por eso, el ser humano aprendió a conservarlo en beneficio de su existencia, y también

a depredarlo en beneficio del capital, con los impactos negativos que afectan su propia existencia.

A continuación se presenta una breve revisión a manera de inventario –injusto por cierto, por

separar el espíritu totalizador e integrador per se de la naturaleza, pero útil, porque demuestra el

“banco de oro” en el cual está sentado el ejido–.58 El inventario a manera de catálogo fue

realizado con los mismos ejidatarios in situ. Se advierte que es un inventario incompleto, pues el

espíritu fue registrar los elementos más importantes de la foresta y la vida que ésta encierra, a los

ojos de los locales.59

Sauce Palo bobo (cazahuate)


Fresno Palo guajolote
Peinecillo Zopilite
Nogal Sicua
Acebuche Peinecillo
Mesquite Lianas (tripa de vaca)
Pochote Nopal blanco (bistec verde)
Zichote Capulín blanco

58
Se tomó esta frase del célebre naturalista italiano Antonio Raymondi (1824-1890), quien al
desarrollar sus investigaciones de la fauna, flora y geología del Perú, expresó tener una profunda
admiración por la riqueza natural extraordinaria que posee dicho país. También señaló la gran
pobreza económica, producto de la explotación hacendaria a las comunidades indígenas en ese
tiempo, por lo cual acuñó la frase “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro” (Antonio
Raimondi, 2013). No creemos que Ojo de Agua de Ballesteros esté en la “mendicidad” del
enfoque aludido. Si bien cuando los visitamos manifestaban ser pobres, hoy en día el adjetivo
resulta humillante debido a que han ingresado a un estatus de redignificación y empoderamiento.
59
Por ejemplo, participó en el levantamiento don Gabriel Maldonado Sosa, quien llegó a contar
las especies de aves que anidaban en la laguna, según su comportamiento. Otro colaborador fue
don Socorro Vega Maldonado, gran sabio del bosque y de las propiedades de plantas medicinales
y alimenticias.

27
Higuera Palo cruz o vara en cruz
Pochote Uña de gato
Zapote blanco Copal
Palo prieto Huizache chino (para la
Palo dulce eliminación de piedras del
Palo blanco riñón)
Palo amarillo Garambullo (amenazado)
Palo seco Pitayo (en extinción)

Cuadro 3: Patrimonio forestal: árboles altos.60

Vara en cruz Girasol


Uña de gato Higuerilla
Granjeno rojo Hierba del golpe
Granjeno amarillo Limpia tuna
Pico de pájaro Gordolobo (medicinal)
Mirtillo Jiricua (medicinal)
Huizache Tripa de vaca
Vara prieta Rabo del diablo
Frutilla. Camote del cerro (comestible,
Epazote 2 variedades)
Hierba de venado (comestible), Árnica
Cahualillo Santa mata
Xotol Muerillo
Cinco llagas (muy fuerte; Sangre de madre
quema la mano) Lirios (2 variedades)
Guayaba

Cuadro 4: Patrimonio forestal: árboles medicinales, frutales, ornamentales y de uso culinario.

Pastos Cactáceas
Soramota Garambullo
Sabanilla Nopal (ocho variedades:
Chacamo xoconostle, tomatillo,
Pasto chileno etcétera)
Granea Pitayo
Pasto cola de zorra Maguey

60
Los cuadros 3 a 7 fueron elaboradas con base en el diagnóstico-inventario participativo del
patrimonio natural del ejido Ojo de Agua de Ballesteros, de 2011 a 2013.

28
Hongos de suelo Sábila
Hongos de madera
Quelites (diferentes variedades)

Cuadro 5: Patrimonio forestal: pastos y cactáceas.

Aves Mamíferos
Cenzontle Ardilla
Búho o tecolote Tuza
Halcón Tejón
Calandria Liebre
Azulillo Conejo
Aguiluchos Coyote
Gavilán Zorro
Paloma Gato montés
Faisán Mapache
Correcaminos Tlacuache
Pájaro carpintero
Codorniz

Cuadro 6: Patrimonio biológico: fauna (aves y mamíferos).

Reptiles Insectos Arañas venenosas


Lagartijas (varias especies) Chapulín Viuda negra
Serpiente coralilla Gallina ciega Tarántula patona
Serpiente chicuate Catarina Enredonas
Serpiente hocico de puerco Grillo Capulina
Serpiente pajulilla verde Alacrán güero
Serpiente de agua Alacrán negro

Cuadro 7: Patrimonio biológico: fauna (reptiles, insectos y arañas).

Habría que señalar la enorme relevancia para los ejidatarios de Ojo de Agua de Ballesteros de

las criaturas del bosque.

29
La relación consagrada con la naturaleza y la vida, plataforma de la sustentabilidad

Si desentrañamos explicaciones medulares del ejercicio de conservación y resistencia del

territorio, lo que está desencadenando el ejido en su ejercicio de resistencia son acontecimientos

mucho más relevantes y trascendentales que ellos mismos desconocen. Concretamente, están

reproduciendo y propiciando la evolución natural de la esencia de la naturaleza. En términos de

Latour –cuando explica que las entidades tienen parlamento–,61 los elementos del bosque de ojo

de Agua de Ballesteros (censados líneas arriba) están parlando en lenguaje silencioso entre ellos,

dando evidencia de las relaciones que se establecen entre sujetos, manifestando una

intersubjetividad cósmica, demostrando que hay dinámicas intrínsecas conjugándose todas al

unísono. Lo afirma Carlos Lenkersdof cuando –producto del acompañamiento a los tojolabales en

Chiapas–, argumenta la intersubjetividad biocósmica entre todas las criaturas que habitamos la

Tierra y el universo, señalando que “todos somos sujetos”.62 Es decir, los seres humanos estamos

compartiendo con la complejidad de otros seres vivos –animales, plantas, cerros, estrellas,

piedras, semillas, etcétera–,no distinguiéndose sujetos ni objetos. Dicho argumento es propio de

las culturas indígenas, quienes conciben este principio como primordial para la reproducción y

conservación de la vida.63

De esta forma, cuando los ejidatarios incursionan en la defensa de su territorio, también están

saliendo al encuentro en la defensa de la dinámica de la vida, donde se manifiestan las

interrelaciones (vinculadas a una vasta taxonomía) entre las “constelaciones, plantas, animales,

hongos, rocas, nieves, aguas, suelos, paisajes y vegetación, o sobre procesos físicos, biológicos y

ecológicos tales como movimientos de tierras, ciclos climáticos o hidrológicos, ciclos de vida,

61
Latour, 2004.
62
Lenkersdof, 1999.
63
Miranda 2011; Toledo, 2005a; 2005b; Boege/Vidriales, 2008; Bartra, 2006.

30
periodos de floración, fructificación, germinación, celo o nidificación, y fenómenos de

recuperación de ecosistemas (sucesión ecológica)”,64 por ello su importancia trascendental.

Aún más, si varios investigadores argumentan que existe una relación de intersubjetividad entre

estos actores con la naturaleza,65 la esencia de esta mirada radica en la concepción sagrada que

tienen de ella. De esta manera, “el ser humano está siempre en íntima relación con la sociedad, con

las plantas, los animales, los objetos, así como con los elementos de la naturaleza: el aire, el agua,

la tierra, las divinidades, los planetas y el cosmos […], manifestándose una relación de

‘intersubjetividad’ […], donde además la pluralidad de la vida nos conduce a reconocer que todas

las cosas tienen vida y corazón”, según las propuestas mesoamericana y andina.66

Por ello, testimonios como el siguiente evidencian cuadros estoicos de consternación al dar

lectura a la destrucción del patrimonio, señalado anteriormente:

Es una gran pena, hasta queremos llorar. […] unos [animales] están
vivos, otros heridos y muertos. Los dejan sufriendo. Unos están
pisoteados, pero a la mayoría se los llevan para venderlos. El monte
es tan abundante que felizmente aparecen más animalitos, si no, ya
todo se habría acabado.67

Me duele como si fuera mi hijo o mi hermano o mi mano. Sé que


sienten como nosotros, ellos no me dejarán mentir. No duermo
pensando cómo estarán tirados moribundos [los animalitos del
bosque].68

64
Toledo, 2005a.
65
Lenkersdorf (1999), Toledo (2003, 2005a; 2005b), Leff/Argueta/Boege/Porto (2005),
Concheiro y López, (2006), Levi-Strauss (1988), Geertz (1994) y Miranda (2011).
66
Miranda, 2011: 61, 62.
67
Entrevista a Socorro Vega Maldonado, ejidatario de Ojo de Agua de Ballesteros.
68
Entrevista a Marcelino Cerritos Delgado, ejidatario de Ojo de Agua de Ballesteros.

31
Entonces, la relación del ejido con su entorno natural es de sujeto a sujeto, donde prevalece la

relación biocultural por esencia. Es decir, la naturaleza entrañándose en el ser humano, y el ser

humano fundiéndose en la substancia de la vida.

Si conociéramos de fondo esta relación, o si profundizáramos más esta perspectiva –la cual

está asentada en una ecosofía acerca del sentir, la identidad y la cosmovisión indígena–,69

contribuiríamos sin duda a evitar el gran flagelo de la insustentabilidad. Lamentablemente, lo que

limita a la sociedad civil es concebir a estos actores como “incapaces”, “pobres”, “atrasados” y

hasta “folklóricos”, por lo cual se construye una gran barrera para visibilizar sus contribuciones a

la sustentabilidad. Según Lenkersdorf , “Aún son mal conocidos, dominados, subyugados,

oprimidos y discriminados. De ahí el primer reto de conocerlos; de aprender de aquellos a

quienes nadie consideró maestros”.70 Al respecto, Toledo alecciona:

es en última instancia, en esos lenguajes milenarios, largamente


ignorados, desvalorizados o mal interpretados, donde se encuentran
las claves para remontar la actual crisis ecológica y social
desencadenada por la revolución industrial, la obsesión mercantil y
el pensamiento racionalista.71

Leff y sus colaboradores, por su parte, explican:

La racionalidad ambiental está siendo internalizada por nuevos


actores sociales, expresándose como una demanda política que guía
nuevos principios para la valorización del ambiente y para la
reapropiación de la naturaleza, arraigándose en nuevos territorios y
nuevas identidades.72

69
Leff, 2010.
70
Lenkersdorf, 1999.
71
Toledo, 2005a: 7, 8.
72
Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005: parte 3.

32
En el entendido que tenemos la enorme tarea de superar la crisis ecológica, humana y social,

nos sumamos a la corriente alternativa de Toledo, que expresa que en esta filosofía se encuentran

las claves, las llaves, los códigos, los símbolos y los secretos de la sustentabilidad actual.

Algunos autores identifican la existencia de signos de reciprocidad y espiritualidad hacia la

naturaleza, visibilizada en la relación de respeto y convivencia con ella.73

Desde la mirada de Occidente, se considera al capital físico, el capital humano y el capital

social como componentes primordiales en la existencia de las comunidades, asumiendo un énfasis

en lo económico-productivo y cultural-social.74 Sin embargo, los pueblos indígenas tienen entre

sus principales referentes de vida otro componente trascendental: el espiritual como atributo de la

expresión íntima que tienen en su relación con la naturaleza y la vida.

Si entendemos el valor de la espiritualidad indígena, que está en íntima sujeción con la

naturaleza y la vida, podremos explicarnos de manera subterránea el porqué de su defensa,

resistencia y contienda por el patrimonio natural. Más aún, podremos obtener respuesta a la tan

evocada reflexión que siempre cuestionó al productor del campo cuando éste invierte

repetidamente en la labor agropecuaria a sabiendas que la mayoría de las veces “no recupera ni el

gasto”. Algunos ilusos que desconocen este aspecto afirmarían: ¿será que les gusta vivir siempre

en pobreza? Y no es así. La riqueza que sostiene el mundo material y productivo de estos

pueblos, inclusive lo emocional y social, se asienta en el ámbito espiritual vinculada a la

naturaleza y con ello a la vida. Es el soporte que llena los otros vacíos que ocurren en lo

emocional, lo social y lo material. Así las cosas, esta arena estaría respondiendo la reflexión que

la perspicacia académica no deja de reflexionar. ¿Por qué, ante tantos siglos de dominación,

explotación y exclusión, persisten estas personas, culturas y sociedades? ¿Qué los sostiene? La

73
García, 1996; Toledo, 2003; 2005a; 2005b; Leff/Argueta/Boege/Porto, 2005; Miranda; 2011.
74
Merino, 2004; Kay, 2005.

33
respuesta es clara: los pueblos indígenas resumen un vivificante sentido espiritual que se

enriquece al relacionarse cotidianamente con la naturaleza, donde precisamente el trabajo que

realizan es nada menos que reproducir la vida, cual dualidad en complementación perfecta.

Por lo anterior, y volviendo al tema sobre la amenaza de desaparición del patrimonio natural –

y con ello la afectación a estos pueblos–, de seguir la contienda, se estaría cerrando la prospectiva

a la vida, el ser humano y la sociedad, es decir una inmolación colectiva jamás imaginada. No

cabe duda que, detrás de las declaraciones como “Si es posible, daremos nuestra propia vida, y no

tenemos miedo al decirlo” y “Sea como sea, tenemos que conservar la tierra”, está otra lectura,

desde la espiritualidad, que efectivamente puede trascender lo inconmensurable. El ejido viene

demostrándolo.

Comentarios Finales

Los resultados de vinculación con las comunidades productivas del campo obtendrán cambios

estructurales y sustantivos, si se abraza el compromiso por la construcción de un paradigma

renovado y crítico a la propuesta convencional, renovando el enfoque, los presupuestos teóricos,

la metodología y la forma de vinculación, desde la perspectiva del actor social.75 Ello

transparentará un real proceso de redignificación y empoderamiento de los pueblos indígenas,

visibilizando sus aportaciones a la construcción del modelo sustentable. Estos pueblos lo hacen

desde su cultura, identidad, cosmovisión, conocimiento tradicional y relación sagrada con la

naturaleza y la vida, manifestando la propuesta alternativa de un modo de vida centrado en el

paradigma del buen vivir.

75
Long, 2007.

34
Cuando se despoja a los pueblos indígenas de la mirada del pensamiento complejo, holístico y

de intersubjetividad, como lo expresan en su forma de relacionarse con la naturaleza, estamos

condenándolos a una situación de imperecedera dependencia, anulando su vertiente

eminentemente recreadora y generadora de una cultura a favor de la sustentabilidad.

En Ojo de Agua de Ballesteros, esta aportación ha estado vigorizándose en la huella de su

historia, cuyo móvil se acrecienta al enfrentar agravios, en el perfil de héroes anónimos de la

sustentabilidad. Entonces, la lucha, contienda y resistencia de los actores sociales, antes por la

tierra y ahora por el territorio, es una reyerta en defensa de la sustentabilidad ecológica y social,

que da paso a la continuidad del protagonismo de la reproducción del binomio biología-cultura o

lo que es lo mismo, naturaleza-ser humano/sociedad.

La defensa del ejido de su patrimonio natural se inscribe en el movimiento de reivindicación

de la naturaleza en los niveles local, regional y mundial, donde la tierra y el territorio adquieren

renovadas interpretaciones que van más allá de la vertiente productiva (agropecuaria y de

servicios), evidenciándose que el mundo indígena exterioriza una vinculación espiritual con todas

las criaturas que habitan el bosque y la naturaleza.

El ejido padece una cruel amenaza a su patrimonio natural por parte de las externalidades que

pretenden quebrantar su territorio. Empero, han aprendido a urdir diferentes estrategias

administrativas, políticas, organizativs, laborales, sociales y económicas para la conservación y

preservación perdurable del territorio en el tiempo y espacio, es decir, su sustentabilidad. Los

actos de defensa, preservación y resistencia no son meros hechos político-ideológicos; su

significancia es trascendental. Evidencia una contribución, un subsidio a la sustentabilidad y

medio ambiente, en lo local y más allá del propio territorio. Al conservar el bosque, se mantiene

in situ y en sinfonía las interrelaciones de la vida. Los ecosistemas se reposicionan y se

regeneran; se produce la sucesión ecológica.

35
La relación simbiótica entre los actores sociales y el patrimonio natural en Ojo de Agua de

Ballesteros contribuye al modelo de sustentabilidad desde la visión indígena. El reto es evitar la

erosión cultural, el deterioro del conjunto natural, la pérdida de sus conocimientos, entre otros

aspectos que amenazan el futuro de su modo de vida y su relación con su entorno natural. No

basta reconocer estas virtudes y su trascendencia; es preciso contribuir con nuevos compromisos,

desde todos los ámbitos, para seguir reproduciendo la vida de la naturaleza y lo que ella encierra,

es decir, identificarnos y reconfigurar una cultura a favor de ella, donde lo trascendental es el

paso a una racionalidad ecológica y moral. El tema es considerablemente complejo; abarca otros

asuntos medulares como las invasiones territoriales, los intereses políticos, la compra-venta de las

tierras, los litigios y la movilidad de la tierra, entre otros temas que dejamos como vertientes de

análisis para trabajos futuros.

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