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Desastres
Autor
Ian Gorayeb Fuentes
igorayeb@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0000-0890-2066
Fecha de recepción: 160123- Fecha de aprobación: 280223
Ingeniero Civil Industrial, Diplomado en Planificación Estuvo en la Fuerza Aérea de Chile donde participó
y Gestión del Riesgo de Desastres, Máster en como Piloto de Helicópteros en las Inundaciones en
Resolución de Conflictos y Mediación, Magíster en Santiago – Lampa (2001), Invierno Blanco en
Planificación y Gestión del Riesgo de Desastres, con Coyhaique (2005), Desastre de Antuco (2005) y en la
Mención en Derecho en Desastres y Asistencia Misión de Paz Haití (2004); Actualmente es Director
Internacional Humanitaria, Magister en Gestión de del Diplomado Online de Gestión del Riesgo de
Gobierno y Doctor en Sostenibilidad. Desastres, Continuidad Operacional y Resiliencia del
Instituto ILCEC y Presidente de la Fundación
Inteligencia para la Gestión del Riesgo de Desastres.
DESARROLLO
1. Un poco de historia
Pese a no ser el principal propósito de esta publicación hacer un análisis
exhaustivo de la gobernanza del actual y del anterior sistema que debe enfrentar los
desastres en nuestro país, es necesario hacer un breve recuento de los hitos más
relevantes de manera de poder situarse en el contexto adecuadamente.
Este plan sienta las bases de la Reducción del Riesgo de Desastres, tal como se
conoce actualmente y en consonancia con los marcos internacionales vigentes en la
época, a saber, Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, y
la Estrategia y Plan de Acción de Yokohama para un Mundo más Seguro (1994), y
que, posteriormente, serían reemplazados por el Marco de Acción de Hyogo para el
2005-2015: Aumento de la Resiliencia de las Naciones y las Comunidades ante los
Desastres (2005) y, finalmente, por el actual Marco de Sendai para la Reducción del
Riesgo de Desastres 2015-2030 (2015).
Todas estas falencias, junto a las “lecciones aprendidas” de este terremoto y los
procesos posteriores de reconstrucción, sumado a las recomendaciones que el
gobierno de ese entonces recopiló, dio paso al proyecto de ley 7550-06 que versa sobre
“Agencia Nacional de Protección Civil, Sistema Nacional de Emergencia y Protección
Civil”, que posteriormente pasaría, tras 10 años de tramitación, a convertirse en la Ley
21.364. Dichas recomendaciones se recopilan en los estudios que dicho proyecto
presentó (Gobierno de Chile, 2011, p.8):
a) Es en este contexto que, entre los meses de mayo y agosto, una prestigiosa
consultora internacional realizó un estudio pro-bono en ONEMI con especial
énfasis en sus capacidades operacionales, sus procesos y su infraestructura. El
estudio concluyó con cerca de 40 recomendaciones.
b) Con el mismo objetivo, una misión especial conformada por catorce expertos
de las Naciones Unidas visitó Chile durante la última semana de octubre. Ellos
c) Por último, desde Septiembre del año 2010, y con apoyo del Banco
Interamericano de Desarrollo, ONEMI ha realizado un diagnóstico institucional
orientado a definir las competencias y funciones que debiese desempeñar la
nueva Agencia. Este estudio ha identificado una nueva estructura
organizacional más acorde con los desafíos que ésta debiese asumir.
Esta definición del ciclo del riesgo facilita la conformación de un ÚNICO comité
de Gestión del Riesgo de Desastres (COGRID), que actúa o se convoca en la fase
antes o después del desastre, lo que también pareciera contribuir a despejar dudas de
coordinación que generaba el anterior sistema, donde coexistían un Comité de
Protección Civil (CPC), para la planificación de las medidas de reducción del riesgo,
y un Comité de Operaciones de Emergencia (COE), que actuaba sobre la respuesta
ante la emergencia o desastre.
Por su parte, tampoco es posible medir a las comunas y sus municipalidades con
la misma vara, menos cuando son 345 comunas con territorios muy distintos entre
Incluso, hoy en día, es muy común seguir identificando una gran cantidad de
municipios cuyos directivos tienen que cumplir 1 o 2 o más funciones, y en el caso
de la Gestión del Riesgo de Desastres, se sigue viendo que la persona encargada
de esta unidad es el misma Directora de Obras, o Director de Seguridad, Director
de Desarrollo Comunal o Social, entre otros. Es decir, corriendo el año 2023, aún
persisten los directores que ejercen su función principal, y lo que se refiere a
desastres es “sin perjuicio de” su función primaria, es decir, sin dedicación
exclusiva.
La Ley entonces, viene a dar un punto de aterrizaje y dispone que esta Dirección
pueda ser una Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres, lo que flexibiliza la
Todas las definiciones debieran llevar a una sola reflexión: qué puede causar
entonces una alteración o disrupción de una comunidad y cómo se puede
enfrentar en forma prospectiva, correctiva y reactivamente dichas causas.
Esto, por supuesto, echa por tierra las frases como “el estallido social es “un
problema de seguridad”, la pandemia es “un problema de salud”, un accidente
de tránsito grave “es un problema vial” y así sucesivamente, donde se van
compartimentando las acciones de Gestión del Riesgo, sin embargo, la
interrupción a la sociedad se produjo igual. Entonces, a juicio de este autor, pero
basado en las definiciones y la realidad país, esta famosa unidad debería estar
ubicada, nada más ni nada menos que, al más alto nivel jerárquico de la
municipalidad, es decir, o bajo el alcalde o bajo su administrador Municipal,
porque si va a tener injerencia sobre TODAS las amenazas, vulnerabilidad y
capacidades que la Municipalidad va a tener disponible para reducir los riesgos
y luego para responder cuando estos se presenten, debe tener:
Ahora bien, pensando en que era conveniente corregir las falencias que presentaba
el Comité de Protección Civil, era esperanzador pensar que la Ley podría eliminar
el sesgo de voluntariedad de la convocatoria ciudadana y que se pensara en
reforzar este importante y vital vínculo entre el municipio y los representantes de
la sociedad civil, sin embargo, la ley 21.364, a juicio de este autor, desarma
completamente cualquier posibilidad de trabajo mancomunado entre el organismo
municipal y su contraparte en la comunidad.
Si bien, el foco de la ley son las personas, pareciera ser que NO es CON las
personas, pese a que sus principios señalan (Art. 4):
Curioso, por decirlo de alguna forma, resulta leer el segundo párrafo del proyecto
de ley que señalaba la intencionalidad que se esperaba imprimir en la ley:
3) El COSOC
Tan relevante es este organismo, que genera ruido el “podrá ser convocado al
comité” que señala la ley 21.364, por ello es necesario ahondar un poco sobre
su funcionamiento.
- El alcalde, con acuerdo del concejo, a requerimiento de los dos tercios de los
integrantes en ejercicio del mismo y a solicitud de dos tercios de los
integrantes en ejercicio del consejo comunal de organizaciones de la
sociedad civil, ratificada por los dos tercios de los concejales en ejercicio, o
por iniciativa de los ciudadanos habilitados para votar en la comuna,
someterá a plebiscito las materias de administración local relativas a
inversiones específicas de desarrollo comunal, a la aprobación o
modificación del plan comunal de desarrollo, a la modificación del plan
regulador o a otras de interés para la comunidad local, siempre que sean
propias de la esfera de competencia municipal…” (Art. 99).
Ahora bien, es de esperar que se haya podido apreciar la relevancia que tiene
esta estructura de participación ciudadana en las distintas actuaciones que debe
tener dentro de la estructura administrativa y funcional de una municipalidad,
lo que, por supuesto no puede ser excluido de la Gestión del Riesgo de
Desastres, especialmente cuando su enfoque actual es justamente la
participación de TODAS las partes, en todas las fases del ciclo integral del
riesgo.
a. Brigadas Blancas
Cada vez que se hace referencia a los Adultos Mayores en la Gestión del Riesgo de
Desastres, a coro, vienen a la mesa las palabras “vulnerabilidad”, “movilidad
reducida”, “población vulnerable”, pero rara vez se escucha un enfoque relacionado
a la “oportunidad” que su experiencia y conocimientos pueden aportar justamente
a la Reducción del Riesgo.
Por otro lado, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en
conjunto con el Programa de Preparación para Desastres (DIPECHO) gestionaron
1
Emol.com. Los "informantes" de la Onemi: Sepa quiénes le ponen el grado Mercalli a los sismos.
https://www.emol.com/noticias/nacional/2012/11/23/571187/sepa-quienes-son-las-personas-que-deciden-
cuantos-grados-mercalli-tuvo-un-sismo.html
Por lo tanto, los propios vecinos, buscando soluciones, plantean que, en temporadas
invernales, desde su posición geográfica pueden aportar notificando cuando las
condiciones meteorológicas están empeorando o definitivamente se reportan
aluviones, de manera de notificar rápidamente a las comunidades que se encuentran
quebrada abajo, y que, por su dificultad de comunicaciones y la falta de alertas
meteorológicas, podrían servir para tomar acciones anticipatorias.
De acuerdo con Cobo (2017), “En las aldeas remotas de Cuba aún se utilizan
palomas mensajeras. En la provincia de Guantánamo se emplearon 400 palomas
para asegurar el envío de los partes desde asentamientos intrincados, según el
presidente de la Federación Colombófila de la provincia”.
Por ejemplo, en Argentina, Buenos Aires, la ley 13.784 (2007), en su artículo N°3
se reconoce a la actividad Colombófila, destacando entre la autoridad de aplicación
y promoción de la actividad a variadas obligaciones y facultades, destacando
“Requerir a las Asociaciones Colombófilas la colaboración en situaciones de
emergencia y/o catástrofe, cuando ello fuere requerido por el Gobierno Nacional,
Provincial y/o Municipal, tanto con Defensa Civil, Salud, Fuerzas de Defensa y
Seguridad.” Por su parte, la Federación Colombófila de Cuba no solo se ha limitado
a desarrollar la disciplina como deporte, sino que estiman que la paloma mensajera,
por sus características, constituye una reserva de las comunicaciones ante la
presencia de desastres naturales (sic.) y guerras (EcuRed, s/f).
Agrega además que “China está entrenando a 10.000 palomas mensajeras para
entregar comunicaciones militares vitales en caso de que se rompan los sistemas de
comunicación del país.”
Tal como se ha señalado, existe la necesidad de incluir a todos los actores del
territorio en la gestión del riesgo de desastres que, por supuesto, van desde los
organismos del estado, los sectores privados, las ONGs, y la sociedad o comunidad en
general.
Por supuesto que, cuando se habla de comunidad en general, se refiere a los entes
u organismos que representen la voluntad, inquietudes y necesidades de la población,
por ello es que las juntas de vecinos tienen una trascendental importancia, al ser la
organización más cercana a la comunidad, pero que a su vez, son las que conocen mejor
el territorio y las realidades de casi todos los vecinos que la componen, lo que
difícilmente podrá ser emulado por un comité de gestión del riesgo como lo señala, en
lo que respecta a su composición, la ley 21.364.
Por esto es que se requiere sumar voluntades, no restar. Y en esta suma, no solo la
comunidad, a través de sus juntas de vecinos o del Consejo de la Sociedad Civil, sino
que también las personas naturales pueden ser agentes activos, tal como lo señalan las
buenas prácticas mencionadas en esta publicación.
Los gobiernos no pueden hacerlo todo, es un hecho. Por lo mismo, más allá de
generar políticas asistencialistas, que buscan ser un instrumento para las personas, pero
sin las personas, se debe mirar a la integralidad de la sociedad. Quizás no se hayan dado
cuenta, pero en la propia ley del Sinapred, la sociedad civil organizada, más conocida
como las ONG, voluntariado formal e informal, no se encuentra citado en las estructuras
de coordinación, siendo que estas prestan un servicio fundamental, principalmente en la
etapa de respuesta, tal como lo han demostrado los recientes incendios forestales.
Pero más allá de ver el vaso medio vacío, es importante mencionar que hay
avances, importantes, sin embargo, se sigue manteniendo una cultura del
asistencialismo, que a juicio de este autor, no es recomendable, considerando los tiempos
y las amenazas que se tienen y se tendrán que experimentar.
Finaliza este trabajo comentando un gran ejemplo que entrega un grupo de adultos
mayores de la comuna de Santa Cruz. Una vez disminuidas las restricciones por
pandemia, y con todas las medidas de seguridad (mascarilla y alcohol gel
principalmente) entendieron que la salud mental en la población más joven sería un
problema de interés nacional, pero a su escala, con sus recursos y la movilidad reducida,
decidieron salir a la plaza principal de la comuna, a DAR ABRAZOS a la gente.
Benavides A. (2015). Gestión del Riesgo del Adulto Mayor. Revista en Torno a la
Prevención No.14, CNE, p.30-35.
Cobo D. (2017). Las palomas mensajeras que aún se usan en Cuba. Yorokobu.
https://www.yorokobu.es/palomas-mensajeras-cuba/
Gorayeb, I. (2020). Comité de Protección Civil Comunal en Chile: En busca del eslabón
perdido. Revista de Estudios Latinoamericanos sobre Reducción del Riesgo de
Desastres REDER, 4(1), 52-66.
Naciones Unidas, Asamblea General (2016). Res. A/71/644, Informe del grupo de
trabajo intergubernamental de expertos de composición abierta sobre los
indicadores y la terminología relacionados con la reducción del riesgo de
desastres.
Paredes K. (2016). Los adultos mayores son más vulnerables al estrés tras las tragedias.
Red Latinoamericana de Gerontología (RLG).
https://www.gerontologia.org/portal/information/showInformation.php?idinfo=3
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