MOVIMIENTO MISIONERO DE SALVACION

CENTRO CRISTIANO FAMILIA DE FE

INSTITUTO BIBLICO DIDASKO
EVANGELIOS SINOPTICOS/ PR JUAN MENA
JESUS EN SUS PARABOLAS VS SUS ENEMIGOS

¿Qué quiso decir Jesús a sus enemigos, a través de

las parábolas?
Al principio de su ministerio a Jesús, le encontramos enseñando en las
sinagogas; ahora enseñara en los caminos y a la orilla del mar. El cambio
es muy significativo. No es que ya se le hubieran cerrado definitivamente
las puertas de la sinagoga, pero se le estaban cerrando. Todavía le recibía
con gusto en la sinagoga la gente corriente; pero los responsables oficiales
de la ortodoxia judía se le oponían abiertamente. Cuando entraba en una
sinagoga ahora, no sería para encontrar sólo una multitud deseosa de
escuchar; también sería para encontrar una compañía de espías
escribas y fariseos y ancianos que sobrepasaban y filtraban cada una
de sus palabras y observaban cada acción suya para tener algo de
que acusarle. (SUS ENEMIGOS) Cuando se le cerraron las puertas de la
sinagoga, se dirigió al aire libre y enseñó a la gente por las calles de las
aldeas y por las carreteras, a la orilla del lago y en sus propios hogares.
Es en el capitulo 13 del evangelio de Mateo es donde se muestra en su
esplendor el inicio del uso de las parábolas por Jesús, las parábolas, que
serían el método de enseñanza característico de su ministerio, narrándose
al menos 30 parábolas en los evangelios sinópticos.

Lo que Jesús quiso decir a sus enemigos con las parábolas es que la
verdad divina encubierta en ellas no les pertenecía por que …oyendo
no oían… buscando hallar de que acusarle, pero sin entender, no lo
hallaban. En tanto Jesús no dejaba de explicar, por parábolas, el Reino a
sus discípulos.

La parábola con un mensaje divino, que incitaba a la reflexión y a la

decisión, estaba encubierta a sus enemigos, no tenían acceso por que no
quería recibirla la parábola le revela la verdad al que desea la verdad, y se
la oculta al que no quiere verla. Sus enemigos…NO QUERIAN VERLA NI
RECIBIRLA. El es la verdad. Gloria a Dios.

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Jose Alberto Che
Polanco