Está en la página 1de 20

UN ENFOQUE MULTI-NIVEL EN EL ESTUDIO DE HABLA-INSTERACCIÓN 1

Catherine Kerbrat-Orecchioni

Introducción

El nacimiento de la investigación sobre el funcionamiento de las conversaciones y


otras formas de habla-interacción se remonta a finales de los años 60, periodo en
el que este tema se convirtió en un campo de investigación más o menos
autónomo. Este trabajo ha alcanzado ahora su madurez (siempre que se acepte esta
metáfora antropomórfica...). Aunque no pretendo hacer un balance del "estado de
la cuestión", me gustaría considerar aquí algunos puntos de los desarrollos
recientes de la lingüística interaccional.

Una cuestión preliminar: si se define este campo como cualquier estudio que
aborde cualquier forma de hablar-interacción desde cualquier perspectiva, ¿qué
término convencional debería utilizarse para etiquetar este campo? En la literatura
francesa se suele utilizar "analyse des interactions verbales " 2 (en español: "análisis
de las interacciones verbales", es decir, "AIV"). En cualquier caso, no cabe duda
de que, desde nuestro punto de vista, "análisis de la conversación" es demasiado
restrictivo, por dos razones:
— Considerando el objeto de investigación, las "conversaciones" son
sólo uno de los numerosos tipos diferentes de interacciones verbales
(aunque se puede admitir que es prototípica1)3;
— Considerando los aspectos metodológicos, la "AC" se refiere a un
enfoque particular que está bien definido tanto desde el punto de vista
histórico como metodológico; pero los análisis de la interacción
también se basan en otras tradiciones descriptivas distintas de la
etnometodología - citemos, entre otras el interaccionismo simbólico
(Goffman), la etnografía de la comunicación (Hymes), la
sociolingüística interaccional (Gumperz), el análisis del discurso
representado por Labov & Fanshel, o Sinclair & Coulthard ('escuela de
Birmingham'), y más recientemente por la 'escuela de Ginebra' (el
llamado
“modelo jerárquico” elaborado por E. Roulet)...

Un análisis de las interacciones verbales se considera en sentido amplio, cuando se


ha caracterizado desde el principio por extrema variedad de los enfoques
recomendados. Esta variedad se redujo posteriormente (ya que el AC pronto se
convirtió en el "núcleo duro" de este campo reforzando y perfeccionando sus
herramientas analíticas), y aumentó -sobre todo desde que el interaccionismo, tras
haber traspasado las fronteras de los EE.UU donde nació, se implantó
progresivamente en otros países, donde se vio expuesto a influencias locales. Así,
mientras que en EE.UU. el análisis de las interacciones verbales se ha desarrollado
principalmente en el campo de la sociología, en Francia fue adoptado
principalmente por los lingüistas, donde, como resultado, existe un fuerte vínculo
entre el análisis de la conversación y el análisis del discurso.
En el presente artículo, me gustaría hacer hincapié en los dos aspectos que se dan
dentro de dicha variedad en la escena interaccionista: 1. la variedad relativa a los
géneros interaccionales que se someten a investigación 2. la variedad relativa a los
niveles de análisis explorados, y me ocuparé más concretamente de:
— el mecanismo de las conversaciones a tres bandas sobre 1.
— y la cuestión del trabajo de cara y la cortesía en relación con 2.

1. Géneros interactivos

1.1. Las preocupaciones de la AC son ante todo "generales". En primer lugar, se


trata de identificar, a partir de una gran variedad de datos naturales, los
mecanismos que subyacen al funcionamiento de cualquier forma de hablar-
interacción. En lo que respecta al sistema de turnos, por ejemplo, Sacks&a1.
consideran que la cuestión principal es:
"Lo que podría extraerse como fenómenos ordenados de nuestro
material conversacional que no resultara requerir referencia a uno u
otro aspecto de la situacionalidad, las identidades y las
particularidades del contenido o el contexto". ( 1978:10).
Este objetivo está sin duda eminentemente justificado. Sin embargo, también se
puede interesar por uno u otro tipo particular de interacción e intentar averiguar la
especificidad de su funcionamiento con respecto a las características contextuales.
En este sentido, observamos que los interaccionistas privilegiaron inicialmente
algunos géneros comunicativos, como las interacciones en las aulas, en entornos
médicos o en los tribunales. Posteriormente, sin embargo, se produjo una
considerable diversificación de los temas sometidos a análisis y, hoy en día, apenas
se puede encontrar ningún tipo de evento de habla que no haya sido objeto de
atención por parte de los especialistas — Tanto las interacciones informales como
las más institucionalizadas 4. Mencionemos al azar: la gran familia de interacciones
en encuentros con medios o servicios (tiendas de cualquier tipo, bancos, oficinas de
correos, taquillas en la estación de metro, etc.); las interacciones en situaciones de
trabajo (en la oficina, en las empresas, en las fábricas, en los garajes) 5 las
interacciones en el control del tráfico aéreo, en las entrevistas de trabajo, en los
debates parlamentarios, en los entornos académicos o diplomáticos; en los
mercados al aire libre, en las subastas, en la casa del adivino..., junto con ciertas
formas de comunicación relacionadas con las nuevas tecnologías, como el diálogo
persona-máquina o la comunicación mediada por ordenador, sobre las que se está
desarrollando una abundante literatura en la actualidad.

Los actores variacionales que pueden contribuir a fundar una tipología de los géneros
interaccionales son numerosos y distintos (Kerbrat-Orecc hioni 1990: 11 l- 133J). Nos
ocuparemos aquí de uno de esos factores, como se dijo, el número de participantes. De hecho,
aunque Sacks había previsto la posibilidad de estudiar las conversaciones multipartitas per se
(1992-I, 533: "hay que prestar atención directamente, de forma independiente, a las
conversaciones multipartitas"), este proyecto todavía no se ha llevado a cabo, que yo sepa. En
particular, el caso de las conversaciones tripartitas (de ahora en adelante trilonge) ha sido
injustamente descuidado hasta ahora, en comparación con el caso de las conversaciones tête-
à-tete (e incluso en comparación con las conversaciones multipartitas) 6.
De hecho, se podrían aportar muchas pruebas de la tendencia general a identificar la
comunicación, a menudo inconsciente, (como en la perspectiva jakobsoniana) con la
interacción entre dos pensadores. Consideremos, por ejemplo, el hecho de que, a pesar de su
enología 7, el "diálogo" se entiende a menudo como interacción entre dos partes: no cabe
duda de que ello se debe a la confusión entre los prefijos paronímicos "día- y "di-", pero
también es una tendencia asimilar indebidamente la interacción a la interacción dual,
considerada como el prototipo -y, sin embargo, las organizaciones triádicas no desempeñan
un papel insignificante en nuestras sociedades (pensemos, por ejemplo, en el trío familiar y
en muchos otros tipos de situaciones ordinarias; en los debates televisivos con un moderador,
en las interacciones con un intérprete o con cualquier otro tipo de mediador...). Ciertamente,
la base de la experiencia comunicativa de un hablante (o de la "intersubjetividad", como la
denomina Benveniste) es el descubrimiento del "otro", y en este punto poco importa que este
"otro" sea singular o plural. Pero en cuanto uno se interesa por "la organización técnica del
habla en la interacción", queda claro que "es sensible al número de participantes" (Schegloff
1995: 31) y que "los triálogos funcionan en muchos aspectos de forma diferente a los
diálogos..." 8.
Partiendo de este punto, en 1993 empezamos a investigar los triálogos 9. Nuestro objetivo era
determinar las propiedades que rigen el modo en que se desarrollan en comparación con un
diálogo, con la ayuda de los distintos instrumentos disponibles en el VIA. Estas
especificidades se han estudiado a todos los niveles en estos tipos de organización
conversacional. Mediante la observación de una amplia gama de datos, se han realizado las
siguientes generalizaciones.

1.2. Especificidades de los triálogos

1.2.1. Los distintos papeles del oyente

Recordemos con Goffman (1981) que el triálogo nos obliga a distinguir entre "oyente" y
"dirigido", nociones que a menudo se confunden entre sí en la literatura pragmática, cuyo
modelo de comunicación implícito es esencialmente diádico 10.En efecto, desde el momento
en que tres participantes ratificados están presentes (de ahora en adelante: P1, P2, P3), hay
por definición en cualquier momento T del curso de la conversación dos no hablantes 11,que
no tienen necesariamente, como oyentes del mismo mensaje, el mismo estatus: uno de ellos
puede ser 'dirigido' y el otro 'no-dirigido'- lo que genera nueve situaciones interlocutivas
teóricamente posibles en el triálogo, frente a las dos en el diálogo:

Sin embargo, es importante añadir que no sólo la configuración de estos patrones


fluctúa en el transcurso de un mismo enunciado (como bien demostró Goodwin 12),
también veces se difusa. En otras palabras, no siempre es posible determinar si los
distintos oyentes mantienen o no una relación jerárquica, y de qué manera, ya que:
— entre las pistas de alocución, algunas son claras y discretas, pero no son
sistemáticamente presentes (como los términos de dirección 13), mientras
que otros (como la dirección de la mirada en la interacción cara a cara) son,
por el contrario, constantes pero a veces difíciles de interpretar;
— estos indicios no convergen necesariamente.
Imaginemos, por ejemplo, la escena "real" (resulta que en este caso se trata de un cuadríalogo
y no de un triálogo) que se supone evoca el siguiente extracto de la novela de Proust Le Cóté
de Guermantes 14:
— " Ta grand-mè re pou rrait peut-ètre aller s'asseoir, si le üocteii
r le liii permet, dans ti ne allée calme des Champs-El ysées, près de
ce riiassif de laurie rs devant laquelle tu jouais autrefois ", me dit
ma mère consti ltant ainsi indirecteriient du Boulboii et de laqtie
lle la voi. prenait à cause de cela que 1que chose ale timide et Je
déféreitt qti 'elle n'aurait pas eu si elle s 'était adressée à moi se il.
Le docte ur se tourna ve rs ma g rand- mè re et (...)
— "Tal vez tu abuela podría ir a sentarse, si el doctor lo permite, en
un camino tranquilo de los Campos Elíseos, cerca de ese grupo de
arbustos de laurel delante del cual solías jugar", me dijo mi madre
mientras consultaba indirectamente a du Boulbon; y su voz se volvió
por ello algo tímida y diferente, lo que no habría hecho si se hubiera
dirigido sólo a mí. El doctor se volvió hacia mi madre y (...)

Vemos cómo la jerarquía de los indicios nos permite organizar una jerarquía
correlativa de los oyentes:
1. Marcel (pistas: "tu abuela", y obviamente la mirada, que no es
mencionada por el narrador)
2. El doctor du Boulbon (pista: el tono de la voz, que es analizado por
el narrador)
3. La abuela (pista: el contenido de la frase, que le "concierne"
directamente).

Pero ¿realmente están las cosas tan claras? Nos damos cuenta de que, de hecho, es
el médico quien se apodera del enunciado, sin producir ningún efecto de intrusión.
Parece, por tanto, que en el enunciado de la madre se produce un choque entre el
oyente al que aparentemente va dirigido (de acuerdo con los principales indicios de
la alocución, verbales y no verbales) y el oyente al que principalmente va dirigido,
es decir, este tipo de mecanismo enunciativo (bien atestiguado tanto en la literatura
como en la vida ordinaria) yo personalmente denomino “tropo comunicativo” (en
francés trope communicationnel) 15
En cualquier caso, en lugar de oponer, como hace Goffman, "destinatario" y "no
destinatario", es preferible hablar, con más cautela, de destinatario principal frente
a destinatario "secundario"16. Añadamos dos puntos más:
— Si P2 y P3 son los dos no hablantes, se pueden encontrar todos los grados
relativos a su jerarquía como destinatarios del enunciado de P1, estando
representados los dos casos extremos, por un lado, por su igualdad de estatus (es la
dirección colectiva) y, por otro lado, por la exclusión total de P2 (o P3) del circuito
interlocutivo (su "excomunicación").
— En cuanto al valor del enunciado como acto de habla: el mismo enunciado no
sólo puede cambiar de valor durante la conversación en función de las
fluctuaciones de su destinatario (por ejemplo, una información inicial puede
reconvertirse en una petición de confirmación; cf. Goodwin 1981), sino que
también puede transmitir diferentes valores pragmáticos para sus diferentes
destinatarios. Esta idea ya ha sido expresada por Sacks (Lecttit es vol.I: 530-4 y
vol. II: 99- 101): un enunciado dirigido a B bien puede "hacer algo" a C, y algo
diferente de lo que hace a B (por ejemplo, si A coquetea con B, "entonces ella
puede estar burlándose de C"). Clark y Carlson también han desarrollado la misma
idea (1982)17, dentro de una perspectiva cercana a la teoría "estándar" de los actos
de habla, pero también crítica con esta, que olvida que cuando un enunciado tiene
varios destinatarios, "los hablantes realizan actos ilocucionarios no sólo hacia los
destinatarios, sino también hacia algunos otros oyentes" (p. 333): para estos
oyentes "laterales", tales actos tienen siempre al menos el valor de un acto
informativo, y a menudo algunos valores adicionales. Así, en el último ejemplo de
Proust, el enunciado de la madre tiene simultáneamente los siguientes valores
pragmáticos
1. En cuanto a Marcel, es una sugerencia y una petición indirecta.
2. En cuanto a du Boulbon, se trata de una petición de permiso.
3. En cuanto a la abuela, se trata de una información, quizá
acompañada de una solicitud de acuerdo.

Como demuestran Clark y Carlson, la existencia de circuitos paralelos


complica enormemente la descripción de los actos de habla, en particular
aquellos que son indirectos:
"Con la indirecta lineal ordinaria, los enunciados pueden llegar a
ser muy complicados; pero con la indirecta lateral, las
posibilidades casi desafían la imaginación" (p. 364)
1.2.2. Organización de la toma de decisiones
Recordemos las principales especificidades de los triálogos, refiriéndonos en
primer lugar a los trabajos de CA y al marco que ellos desarrollaron, concebido
para un número indeterminado de participantes, pero que también permite dar
cuenta de la variación en función del número de las partes (sobre el caso particular
de tres partes, véase el artículo seminal de Sacks, Schegloff y Jefferson 1978: 23).
— En cuanto a la alternancia, la famosa fórmula ababab sólo funciona para los
diálogos, mientras que para las trialogías la alternancia no respeta ningún tipo de
reglas fijas: estamos tratando con un número infinito de posibilidades, siendo el
modelo abcabcabc muy excepcional (Sacks 1992-II: 523.4, Speier 1972: 400,
Schegloff 1995: 32).

Asimismo, mientras que en los diálogos la desigualdad de los participantes se


deriva únicamente (en lo que a este nivel organizativo se refiere) de la duración de
los turnos, en los trialogos esta desigualdad consiste también en el número de
turnos que produce cada participante.
— En cuanto a la selección del siguiente orador: si hay más de dos participantes,
existen dos posibilidades, denominadas en el modelo SSJ "otra selección" y
"autoselección", respectivamente. Ahora bien, en el primer caso, P1 puede
seleccionar a P2, mientras que es P3 quien toma la palabra (estos intentos de
provocar interferencias en la relación interlocutiva son constantes, por ejemplo,
cuando un juez de menores interroga a un niño acusado en presencia de su madre,
cf. de Fornel 1986: 177-8). Estamos entonces ante un tipo de violación del sistema
de turnos que es desconocido en el diálogo. Llamo a esto fenómeno de la intrusión
18
y debe ser adherida a los otros tipos de “fallos” intencionales o no que ya son
familiares para los diálogos, pero que es más probable que ocurren en trilogos, es
decir, interrupción y superposición 19 (como lapso – ejemplo espacio
anormalmente prolongado entre dos vueltas este caso– es más delicado: su
ocurrencia parece ser tanto reducida, ya que el número de hablantes potenciales es
más alto y mayor, ya que cada uno puede confiar, a veces erróneamente, en el otro
para reanudar).

En conclusión, los triálogos son organizaciones potencialmente más conflictivas


que los diálogos (ya que hay muchas más oportunidades de luchar por la palabra)
y, al mismo tiempo, menos convincentes para cada participante, ya que la
obligación de cooperar, al estar repartida de algún modo dentro del grupo, es más
débil para cada orador considerado individualmente - cf. Goffman (197 4: 540):

En conclusión, los triálogos son organizaciones potencialmente más conflictivas


que los diálogos (ya que hay muchas más oportunidades de luchar por la palabra)
y, al mismo tiempo, menos convincentes para cada participante, ya que la
obligación de cooperar, al estar repartida de algún modo dentro del grupo, es más
débil para cada orador considerado individualmente - cf. Goffman (197 4: 540):

“Los números por sí mismos reducen la obligación de comunicación de cualquier


destinatario.”

Goffman se hace eco aquí de Jean-Jacques Rousseau, que mencionaba las


obligaciones de los diálogos en los siguientes términos (Confesiones, 3er libro):

"En las conversaciones tete a tete hay otro inconveniente, que es la necesidad de
hablar constantemente: cuando alguien te habla, tienes que responder, y si el otro
no dice una palabra, tienes que mantener la conversación. Sólo esta tensión
insoportable me habría llenado de repugnancia por la sociedad. repugnancia por la
sociedad: Yo sólo tengo la obligación de hablar e inevitablemente digo tonterías".

1.2.3 El esfuerzo del dialogo


N.B. Para nosotros, esta estructuración esta en un nivel organizativo más
específico comparado con el turno. Es el nivel en el que se establece la coherencia
semántica y pragmática, que suele describirse en términos de "rangos" jerárquicos
de unidades pragmáticas 20. La unidad inferior es el acto de habla (más o menos
revisado y corregido en una perspectiva conversacional), y la unidad superior es la
conversación en su conjunto. En esta perspectiva, la unidad clave es el
"intercambio" (unidad dialógica más pequeña), que está constituido por
"intervenciones o "movimientos" (una intervención es una contribución de un
hablante a un intercambio dado). Como la intervención no coincide con el turno
(que puede constar de varias intervenciones), el intercambio tampoco es una
secuencia de turnos: es un conjunto de unidades cuya definición es pragmática y
cuya relación es tanto de secuencialidad como de complementariedad, mientras
que la relación entre turnos es pura y simplemente una relación de orden. Tras esta
observación preliminar, ¿cuáles son a este nivel las principales características de
los triálogos en comparación con los diálogos?
1. El hecho más destacado es que en las trialogías la función tanto de iniciativa
como de movimiento reactivo suele estar a cargo de dos componentes 21. Esto da
lugar, por ejemplo, a los siguientes patrones:
(A acaba de llamar a un amigo que no está en casa)

A: es increíble que la gente no esté en casa

B: bueno, es domingo

C: bueno, es el tiempo... hace un tiempo tan bonito... sí que apetece salir a pasear.
o dependiente (según las distintas modalidades)22:

A: quiero... beber algo... ¿te vas ya?

B: pues no tenemos que ir [a... mi casa a buscar [

C: [sí [nos vamos

Esto da lugar al problema teórico y descriptivo decidir si en estos casos se trata de


dos aportaciones diferentes con la misma jugada, o de dos jugadas diferentes que
tienen la misma parte estructural dentro del intercambio, que pueden tener
relaciones extremadamente diferentes. Este problema no se discutirá en detalle;
basta decir de nuevo que, en cuanto hay tres participantes, las cosas se vuelven
mucho más difíciles.

2. La cuestión del carácter completo o incompleto de los intercambios, asunto


delicado incluso en los diálogos (pues la gramática conversacional suele ser difusa
y las expectativas correlativas son bastante imprecisas) 23, resulta ser aún más
complejo en los tríalogos, sobre todo cuando la jugada inicial es bidireccional. En
este caso, se puede suponer teóricamente que el movimiento requiere dos
reacciones y que la norma organizativa del intercambio es en realidad un triplete
(en lugar de un par de adyacencia). Pero en realidad, cuando sólo hay una
reacción, la ausencia de la segunda no siempre es "perceptible", e incluso puede
ser bastante normal. Todo depende de una serie de factores, como por ejemplo:

- la naturaleza del movimiento de iniciativa: en cuanto a la oferta, por ejemplo,


esta ausencia produce el efecto de que falta algo, diremos que el intercambio está
"truncado":

A: ¿qué quieres beber?

B: tomaré vino de Oporto

C: (no contesta)

La misma observación se aplica a las preguntas "personales". Por el contrario, tras


una pregunta informativa ("¿Qué hora es?") basta una respuesta para satisfacer las
expectativas creadas por la pregunta, interpretándose el silencio de C como la
confirmación de la primera respuesta -a este respecto Traverso habla de una "ley
de economía", pero añade que los dos casos no siempre son claros, como lo
demuestra este extracto:

A hace frío fuera


B hace tiempo que no tengo calor

C (no contesta)

- Vemos que el efecto de truncamiento o no depende también de la actitud


enunciativa del primer contestador: si habla en su propio nombre, se espera una
segunda respuesta; pero el intercambio parece completo si P2 se presenta como
portavoz del dúo en cuestión (y si P3 acepta ser representado de este modo por
P2):

A: ¿No vas de vacaciones pronto?

B: Bueno, ya sabes que siempre estamos de vacaciones, somos vacacionistas a


tiempo completo.

La cuestión del carácter completo o incompleto del intercambio triádico se refiere,


por tanto, a la idea de portavoz, una noción delicada de tratar, ya que esta función
no está siempre denotada por un nosotros como en el ejemplo anterior 24. Esta
noción remite al último nivel de la mecánica de las conversaciones que voy a
considerar: la relación interpersonal.

1.2.4 Construcción de las relaciones interpersonales:

Toda interacción verbal puede considerarse una sucesión de acontecimientos cuyo


conjunto constituye un "texto", producido conjuntamente y regido por unas reglas
de cohesión interna. Pero también es el lugar donde se establece una relación
particular entre los interactuantes: de distancia o familiaridad, de dominio o
igualdad, de complicidad o conflicto...

Desde este punto de vista, y en relación con los diálogos, los triálogos presentan
una serie de características específicas. Aquí sólo consideraré una de ellas: la
posibilidad de que los miembros de la tríada formen coaliciones y, al mismo
tiempo, modifiquen las relaciones de dominación.

Desde su propia perspectiva de psicólogo social, Caplow (1968) demostró cómo


una coalición de dos elementos contra un tercero puede "transformar la fuerza en
debilidad y la debilidad en fuerza". Desde un punto de vista lingüístico, se puede
intentar describir, por ejemplo, cómo se forman y se rompen estas coaliciones
(pues en las conversaciones ordinarias, las coaliciones suelen ser móviles y las
reversiones de las alianzas son muy frecuentes), también se puede describir cómo
toman forma y cuáles son los principales marcadores de una coalición en el
triálogo estudiado: los pronombres personales nosotros y vosotros, demostraciones
de acuerdo, operaciones de incitación al interlocutor (mediante las cuales el
hablante aliado ayuda a su interlocutor cuando se atasca léxicamente), o bien
asistencia argumentativa (el aliado suministra a su interlocutor enunciados
coordinados), etc. También pueden interesar los casos en los que la constitución de
una coalición se somete a una negociación entre los participantes: Pl puede ofrecer
sus servicios a P2, que los declina (lo que amenaza seriamente la cara de P1).
También puede producirse un malentendido entre las partes implicadas; ejemplo:
una discusión entre tres estudiantes, dos chicas (G1 , G2) y un chico (B), sobre el
tema de las llamadas "grandes écoles" en Francia)25 .

B: Lo pasan mal durante cuatro o cinco años, pero luego lo tendrán fácil el resto de
su vida.

G1: tienes que saber si quieres vivir el momento presente o si quieres vivir a la
edad de 30 años... porque durante esos cuatro años no van a ver nada de estos...

[estos jóvenes

B: [no pero [tienes

G2: [seguro que tienes que tener cierta voluntad [para hacer algunos-
tienes que

B: [sí

G2: sacrificarte [por estos estudios y eso no está bien... pierdes tu

B: [tienes que sacrificarte por supuesto

G2: personalidad

F1: y eso no está bien.

El debate tiene lugar entre B (que defiende la idea de que el sacrificio necesario
para preparar las oposiciones a las "grandes écoles" merece la pena, ya que
permite después "tenerlo fácil" durante toda la vida), y G1 (que defiende la idea
opuesta del carpe diem: no hay nada que justifique el sacrificio de la hermosa
juventud). G2, que había permanecido en silencio hasta ese momento, entra por fin
en la discusión y da su opinión, pero ¿de qué manera? B interpreta primero (y
también lo hace el analista) "hay que sacrificarse ' como un eco de su propio
discurso, e inmediatamente se adelanta (demasiado pronto) solapándose ("hay que
sacrificarse por supuesto"), pero G2 continúa: "y eso no está bien". Con asombro
descubrimos que, de hecho, G2 acaba de constituir una coalición argumentativa
con G1, y G1 se aprovecha inmediatamente de ello dándole la razón mediante el
eco: "y eso no está bien":

Tras haber constatado la gran complejidad de los distintos niveles de las


conversaciones, ya que la interpretación que hacen los oradores de lo que ocurre
en el plano de la constitución de coaliciones puede determinar su toma de la
palabra, propondremos algunos elementos concluyentes sobre la mecánica general
de los triálogos

1. Para el analista, los triálogos tienen una organización más difícil de


describir que los diálogos. Esto refleja el hecho de que, para los propios
participantes, enfrentarse a los triálogos es más delicado que a los diálogos,
pura y simplemente porque en los triálogos, la parte receptora es
esencialmente heterogénea. En particular, los distintos participantes no
comparten generalmente la misma "historia conversacional": si llamamos
"CH" (siguiendo a Golopentia 1988) al conjunto ordenado de
conversaciones que han tenido lugar entre dos o varios hablantes, resulta
que los triálogos se sitúan dentro de cuatro CH: CH (P1-P2), CH (P1-P3),
CH (P2-P3) y CH (P1-P2-P3). En los diálogos tripartitos, el principal
trabajo que tiene que hacer un hablante es adaptarse lo mejor posible a esa
heterogeneidad, a veces a costa de algunas contorsiones, por ejemplo, para
aplicar las máximas Griceano, ya que hacerlo depende totalmente de lo que
el hablante supone que saben sus dos destinatarios, y no necesariamente
ambos tienen el mismo estado de conocimiento (un ejemplo clásico: P1
contando a P2 una historia o un chiste en presencia de P3, que ya lo sabe).
Así pues, los triálogos requieren un saber hacer superior al que exigen las
situaciones tete-a-tete para la misma tarea. Pero, al mismo tiempo, los
triálogos les proporcionan recursos adicionales: por ejemplo, cuando el
interlocutor principal no está prestando atención, el hablante puede hacer
uso de alguna técnica disponible también en los diálogos (como la auto
interrupción), pero también puede buscar un destinatario más receptivo
remodelando el enunciado para hacerlo más apropiado para él o ella,
siguiendo un mecanismo que ha sido sacado a la luz por Goodwin (1981:
cap. 5).
2. El número de participantes en una conversación influye mucho en su
funcionamiento:

- en los diálogos, se supone que ambas partes permanecen activamente


implicadas en el intercambio durante todo su proceso;

- las conversaciones a cuatro bandas (y a fortiori las conversaciones que


incluyen aún más participantes) se caracterizan por la posibilidad de que se
produzca un "cisma", es decir, la constitución de dos grupos
conversacionales separados;

- el triálogo es una estructura intermedia que se caracteriza por el hecho de


que entonces la tríada puede dividirse en un dúo activo + un "tercero", que
permanece al margen de la conversación y puede desempeñar diferentes
papeles un testigo completamente pasivo, o un árbitro, o más
perversamente, la parte del "tertius gaudens" (para usar el término de
Caplow), que obtiene beneficios de los conflictos que probablemente
surjan en el seno de la tríada; o bien una parte desestabilizadora, como en
la obra de Jean-Paul Sartre Huis Clos, que representa una tríada infernal en
la que cada parte hace a su vez de verdugo de las otras dos.

De hecho, parece que este mecanismo de desdoblamiento es


extremadamente frecuente y que las trilogías se asemejan en su mayoría a
una sucesión de diálogos giratorios, pero que tienen lugar bajo la atenta
mirada de un tercero; y eso es lo que marca la diferencia. En otras
palabras, los "verdaderos" diálogos tripartitos son excepcionales, si por ello
se entiende una organización en la que cada participante habla por turnos
teniendo también en cuenta a sus dos interlocutores,

es decir: P1-> P2 + P3
luego P2-> Pl +P3

luego P3-> Pl + P2, etc.

Este tipo de arreglo es poco frecuente en las conversaciones naturales y


nunca dura mucho: muy pronto, el triángulo se deshace, ya sea por la
expulsión de un tercero puesto temporalmente en los laterales, ya sea por la
fusión de dos participantes en un único papel discursivo.

El principal temor de los triálogos es su inestabilidad, su flexibilidad y su


imprevisibilidad. Por lo tanto, son más difíciles de describir que los
diálogos, que son "mucho más blandos" según Sacks, pero también podrían
ser "mucho más interesantes" (1992-I: 533)26.

3. Estas pocas consideraciones nos han permitido ver también que las
conversaciones pueden considerarse en distintos niveles de
funcionamiento, que son a la vez autónomas y conectadas.

2. La cortesía en la interacción

Los trabajos realizados en el marco de la AC tratan principalmente de los niveles


de conversación que pueden denominarse organizativos 27 (sistema de turnos,
actividades de reparación, organización secuencial, etc.). Sin embargo, algunos
investigadores se interesaron más por explorar el "nivel relacional", es decir, el
modo en que se construye y negocia la relación interpersonal (distancia, poder,
etc.) en el transcurso de la interacción. Se puede encontrar abundante literatura
sobre esta cuestión 28, y estos estudios se enriquecieron a finales de los 70 con una
nueva gama de investigaciones, es decir, era sobre los fenómenos de cortesía, de la
que se ha dicho que es "una de las áreas de investigación más importantes y
productivas de la pragmática y la sociolingüística". (Preisler & Haberland 1984:
227). Así, en la segunda parte de mi artículo, me gustaría tratar de la politología -
después de haber de haber mencionado el reciente interés por otra dimensión de la
interacción: el constituyente emocional (véanse, por ejemplo, los numerosos
estudios sobre interjecciones y exclamaciones, los trabajos de Wierzbicka sobre la
conceptualización de las emociones en diferentes lenguas y culturas, los de Tannen
o Blum-Kulka sobre la noción de "implicación", los de Auchlin sobre la "felicidad
conversacional", etc.: es evidente que las emociones están de moda hoy en día).

Pero volvamos a la cuestión de la cortesía. Como es bien sabido, es imposible


hablar de ella sin referirse a la teoría de Brown y Levinson 29. Esta teoría es
extremadamente famosa, se aplica abundantemente y, correlativamente, a veces es
criticada. Me gustaría decir lo siguiente sobre este tema.

2.1. Para empezar, creo que la teoría de B-L es relevante en su principio: la


cortesía es en realidad y fundamentalmente una cuestión de rostros, de deseo de
rostro y de trabajo de rostro -el trabajo de rostro consiste en una serie de
estrategias que ayudan a reconciliar el deseo de rostro con el hecho de que la
mayoría de los actos que se nos inducen a realizar durante la interacción son
"amenazadores para el rostro". Eso no significa necesariamente que todo en la
interacción sea una cuestión de cara (hay muchos otros "deseos implicados"), sino
que en cuanto uno se pregunta por el grado de política o descortesía de cualquier
afirmación, se topa con la idea de cara o algo parecido.

Así que, para mí, este punto de vista sobre la cortesía es coherente con la intuición
que se tiene del fenómeno, con el uso ordinario de la palabra "cortesía" y también
con todas las diversas reflexiones que se pueden encontrar en la literatura
precientífica sobre el tema (manuales de buenos modales en particular). En
cualquier caso, ha demostrado ser más satisfactorio que los modelos alternativos
que se han propuesto recientemente, de los que mencionaré dos:

- El modelo de Fraser y Nolen (1981), según el cual la cortesía corresponde al


respeto del "contrato conversacional" dentro de cuyos términos operan los
hablantes en una situación de comunicación dada: si se atienen a ese contrato, son
corteses, si transgreden uno o más de los términos contractuales, se convierten en
descorteses; pero no se puede decir que ningún enunciado sea intrínsecamente
cortés o descortés.

Sin embargo, creo que las gracias son intrínsecamente más educadas que las
órdenes y que las disculpas son intrínsecamente más educadas que los insultos. Es
cierto que, para convertirse en realidad, este valor potencial necesita unas
condiciones contextuales adecuadas: el agradecimiento más exquisito puede perder
su efecto si está fuera de lugar y, a la inversa, una orden gritada puede perder su
valor descortés (sin convertirse en descortés en el proceso) en ciertas
circunstancias en las que no está fuera de lugar (como el entrenamiento militar). El
efecto de cortesía (o de descortesía) depende en gran medida del contexto, pero
eso no es motivo para asimilar la cortesía a la adaptación al contexto: La
definición de Fraser es demasiado general.

- Por otra parte, la definición de Arndt y Janney (1985) es demasiado restrictiva,


ya que asimila la cortesía a la comunicación emocional y a las demostraciones de
"apoyo". Pero todas las demostraciones emocionales no son corteses, y todo
comportamiento cortés no implica lo emocional en particular: en consecuencia,
ambos fenómenos no pueden considerarse en modo alguno lo mismo.

2.2. Así pues, por el momento, la teoría de B-L no tiene otros competidores serios
en el "mercado de la cortesía". Sin embargo, para ser aún más eficaz y, en
particular, para poder alcanzar sus ambiciones universales, me parece que el
modelo debe someterse a un cierto número de revisiones30.

El principal obstáculo para el buen funcionamiento del modelo de B-L es la


extrema imprecisión que rodea a las nociones negativo/positivo. De hecho, estos
predicados se aplican a dos objetos diferentes: "cara" y "cortesía".

1. En lo que respecta a la cara: - "cara negativa" corresponde más o menos a la


noción de "territorio" de Goffman y los especialistas en etología: -'cara positiva'
corresponde más o menos a la 'cara' del lenguaje ordinario que puede perderse o
salvarse: es el orgullo, el sentido del honor, el narcisismo, etcétera.

Entonces, ¿por qué renombrar "territorio" y "rostro" como "rostro negativo" y


"rostro positivo" respectivamente, expresiones que podrían implicar que podría
haber una relación de oposición entre esas dos entidades, cuando son, de hecho,
dos constituyentes complementarios de cualquier sujeto social? La respuesta es:
para correlacionarlas (creo que indebidamente) con dos formas de cortesía, la
cortesía positiva y la cortesía negativa.

2. En cuanto a la cortesía se refiere:

- La cortesía negativa se orienta, en primer lugar, a la satisfacción de la cara


negativa pero Brown y Levinson añaden que esta forma de cortesía se basa
principalmente en la orientación, y ahí es donde descubrimos la motivación de su
elección terminológica: cuando se trata de territorio, la necesidad de rostro
equivale exclusivamente a un deseo de preservación, y cuando se trata del
territorio, la cara-deseo equivale exclusivamente a un deseo de conservación y,
correlativamente, la cara-trabajo equivale a una acción de evitación o de
reparación (cf. 1981 , 129: la cortesía negativa es una acción reparadora dirigida a
la cara negativa del destinatario". del destinatario").

Así pues, se produce una especie de toma de posesión terminológica por la fuerza
por la que la noción de territorio (rostro negativo) se asimila a la cortesía negativa,
en el sentido en que la entienden ciertos antropólogos o sociólogos como
Durkheim, es decir, la realización de rituales de evitación. Pero esta asimilación es
excesiva ya que, si el territorio es en realidad un objeto de deseo de conservación,
también puede prestarse a un deseo de expansión (que el regalo, por ejemplo,
pretende satisfacer haciendo un ritual positivo a la cara negativa del destinatario).

- El mismo argumento puede aplicarse a la cara positiva, que es el escenario tanto


de un deseo de presentación como de gratificación, mientras que Brown y
Levinson ponen el acento particularmente en su propensión a ser aumentada,
asimilando esta vez cara positiva y cortesía positiva - mientras que creo que
podemos tener:

 la cortesía negativa se dirige a la cara negativa del destinatario (por


ejemplo, la aceptación de un pedido),
 la cortesía positiva hacia su cara negativa (por ejemplo, un regalo),
 la cortesía negativa hacia su cara positiva (por ejemplo, suavizar una crítica
o un desacuerdo),
 la cortesía positiva hacia su cara positiva (por ejemplo, un cumplido, una
expresión de acuerdo, etc.) acuerdo, etc.).

Mencionemos que Brown y Levinson han realizado otro cambio que consiste en
asimilar la cortesía positiva a la reducción de la distancia, es decir, a un ethos de
calidez y la solidaridad, y la cortesía negativa a un ethos de mantenimiento de la
distancia y de la postura de aislacionismo. De modo que, al final, la cortesía
negativa y la cortesía positiva pueden darse de todas las formas, y eso es lo que
caracteriza la herencia Brown-Levinson: a partir de un mismo modelo teórico,
distintos autores dicen cosas diferentes sobre el mismo hecho (como ha
demostrado Meier 1995 con respecto a la disculpa, y muchos otros ejemplos de
confusiones y contradicciones podrían tenerse en cuenta; por ejemplo, para
algunos investigadores, de acuerdo con Brown y Levinson, la deferencia es una de
cortesía negativa, cuando otros consideran que, puesto que nos permite realzar
otras personas utilizando fórmulas "honoríficas", la diferencia es, por el contrario,
una cuestión de cortesía positiva...). Es evidente que el modelo original es en parte
responsable de esta inconsistencia en sus aplicaciones.

Para concluir con estas críticas, diré que la forma en que Brown y Levinson
enfocan la cortesía es excesiva. de Brown y Levinson es demasiado restrictiva. En
su diagrama de las cinco "superestrategias para realizar TLC, sólo el segundo y el
tercer caso se consideran propios de la a la cortesía, es decir, sólo los casos de
logros "registrados, con acciones logros. Sin embargo, creo que se han excluido
erróneamente algunos casos:

- evitación de un posible TLC

- las realizaciones off-record (recordemos lo imprecisa que es la frontera entre on-


y off-record, ya que para esos investigadores coincide con la que divide las
formulaciones indirectas convencionales y no convencionales de los actos de
habla)

- y los casos en los que la práctica de la cortesía se basa en la realización de actos


que no son TLC: ¡afortunadamente, la cortesía no puede limitarse a mantener la
agresividad de cada uno dentro de unos límites razonable!

Este es el corazón de la cuestión: la visión que el modelo de B-L ofrece de la


cortesía y de la mecánica de las interacciones en general es muy negativa,
pesimista e incluso -como se ha dicho- "paranoica", ya que se presenta a los
interactuantes como individuos sometidos a la amenaza permanente de todo tipo
de TLC y que pasan el tiempo montando guardia sobre sus territorios y sus rostros.

En este sentido, es revelador que Brown y Levinson, en su intento de reciclar la


noción de acto de habla en la perspectiva de una teoría lingüística de la cortesía,
sólo han considerado los actos que potencialmente amenazan las caras del
destinatario, y han omitido los actos que se utilizan para realzar estas caras, como
los deseos, los agradecimientos o los cumplidos - cumplidos que sólo son vistos
por ellos como una amenaza para la cara negativa del destinatario en la medida en
que expresan deseo por el objeto alabado.... Pero sin negar que este acto pueda
tener a veces ese tinte, un cumplido constituye ante todo un comportamiento de
halago hacia la otra persona, es decir, una anti-amenaza.

Por esta razón, creo que es esencial introducir un término adicional en el modelo
teórico para referirse a estos actos que son, en cierto modo, las contrapartidas
positivas de los TLC. Al principio, me había referido a estos actos como "anti-
TLC", pero esa designación mantiene inconvenientemente una cierta disimetría en
el sistema, al seguir otorgando a los TLC el privilegio de ser los elementos no
marcados de la oposición. Así que finalmente los llamamos FEA (Face Enhancing
Acts).

2.3. Ha llegado el momento de presentar brevemente mis propias proposiciones


del modo de B-L: consisten esencialmente en disociar con precisión cara
negativa/positiva y cortesía negativa/positiva.
2.3. 1. Cara negativa frente a cara positiva

- La cara negativa son entonces todos los "territorios del yo" (Goffman) -
territorios corporales, espaciales o temporales, cualquier tipo de "reservas",
materiales o cognitivas...

- La cara positiva son todas las imágenes de realce que los hablantes intentan crear
de sí mismos en la interacción.

Los actos que se induce a los participantes a realizar en el transcurso de la


conversación pueden tener efectos negativos (FTAs) o positivos (FEAs) sobre los
rostros. Por supuesto, un mismo acto puede pertenecer a varias categorías a la vez;
tomemos por ejemplo el acto de la declaración de amor31:

 para el "declarante", se trata de una doble FTA: para su cara negativa, ya


que el declarante revela algo que hasta entonces había mantenido en
secreto y, al hacerlo, se ve obligado a un cierto número de obligaciones; y
para su cara positiva, ya que la confesión de haberse "enamorado" coloca al
declarante en una "posición inferior" y le hace correr el riesgo
terriblemente mortificante de un rechazo por parte de la persona amada;
 para el 'declarante', es un FTA para su cara negativa (un acto incursivo e
impositivo), pero también un FEA para su cara positiva (ya que, en
general, es bastante 'impositivamente' halagador oír que alguien te quiere).

Como se puede ver, el número de categorías de actos de habla que se pueden crear
sobre esta base es considerable. Añadamos que

 los diferentes constituyentes de un acto dado pueden recibir una


"ponderación" variable (en el caso de un cumplido, por ejemplo, me
parece obvio que el constituyente "cara positiva del destinatario FEA"
suele tener más peso que el constituyente "cara negativa del destinatario
FTA");
 la composición de un acto dado puede modularse en el contexto, lo que
puede cambiar la proporción de los ingredientes del acto, e incluso a veces
invertir su valor.

Pero, como lingüista, lo que para mí es esencial en este asunto es que la


formulación de un acto de habla depende totalmente de su estatus de
TLC/AAE (que a su vez depende tanto del contexto como de las
características intrínsecas del acto), un estatus que explica, por ejemplo, la
disposición muy general de los TLC a suavizarse y minimizarse -ejemplo de
la crítica- y la disposición muy general de los AEA a endurecerse y
maximizarse -ejemplo del agradecimiento-:

"muchas gracias/ muchas gracias/ (siempre) muchas gracias/ un millón de


gracias/ no puedo agradecértelo lo suficiente "32

pero la falta de gramaticalidad de "unas gracias" no se explica sin ninguna


referencia al sistema de cortesía; (en cuanto a las ofertas, el hecho mismo de
que puedan ser tanto endurecidas como suavizadas". "Vamos, toma un poco
de más" puede explicarse fácilmente por su naturaleza híbrida, ya que asocian
por igual FTA y FEA).

2.3.2. Cortesía negativa frente a cortesía positiva

Además, la distinción TLC/FEA nos permite arrojar luz sobre las nociones de
cortesía negativa y positiva, que se confunden un poco en la teoría B-L:

-La cortesía negativa tiene un carácter abstencionista o compensatorio:


consiste en evitar que se produzca un TLC o en suavizar su formulación por
cualquier medio.

- La cortesía positiva tiene, por el contrario, un carácter productivo: consiste


en realizar un acto halagador para una u otra cara del destinatario.

Quisiera añadir que, a diferencia de Brown y Levinson. Considero que, en el


sistema global, la cortesía positiva ocupa legítimamente una posición tan
importante como la de la cortesía negativa: ser cortés en la interacción
significa producir AEF tanto como suavizar la expresión de los AEF, e incluso
más: de hecho, la cortesía negativa es básicamente una descortesía restringida,
más o menos neutralizada por alguna acción regresiva; pero la cortesía
positiva es "cortesía genuina" La cortesía positiva es la "cortesía genuina" (el
elogio es aún más cortés que la crítica suavizada; es un desacuerdo mitigado,
etc.). Por último, cabe señalar que esta redefinición de negativo/positivo
también podría aplicarse a la descortesía: la "descortesía negativa", que
consiste en no producir un TEA esperado (saludos, disculpas,
agradecimientos, etc.), y la "descortesía positiva", que consiste en producir un
TEA no suavizado que incluso podría reforzarse con algún tipo de
"endurecedor".

2.4. Partiendo de estas distinciones, es posible establecer un sistema de


cortesía de cortesía algo diferente del sistema de B-L, que creo que nos
permite coherente y eficaz del funcionamiento de la cortesía en diferentes
tipos de intercambios comunicativos. No puedo presentar este sistema en
detalle (cf. Kerbrat Orecchioni 1992: 183-320). Me limitaré a decir a este
respecto que:

-estas reglas integran tanto las proposiciones de Brown y Levinson como las
de Leech (estos dos sistemas, que a veces se presentan como rivales, son en
mi opinión perfectamente compatibles);

- Todo el sistema se basa en las distinciones establecidas anteriormente entre


la cortesía negativa-positiva y la cara negativa-positiva, pero también en otra
distinción preliminar: la distinción entre los principios orientados al otro y los
orientados a uno mismo.

De hecho, la cortesía es, en primer lugar, un conjunto de instrucciones sobre el


comportamiento que el hablante debe cumplir hacia su destinatario (guardar y
halagar sus caras). Pero estos principios "orientados a los demás", que
constituyen la cortesía propiamente dicha, implican correlativamente a otros
principios que se refieren al comportamiento que el hablante debe adoptar
hacia sí mismo; por tanto, principios "orientados a uno mismo" (entre los que
se encuentra, por ejemplo, la "Máxima de Modestia" de Leech).

Sin embargo, existe al mismo tiempo una asombrosa disimetría entre estos dos
conjuntos de normas, ya que:

- los principios orientados al otro son todos favorables a la otra persona, a la


que hay que tratar con tacto (cortesía negativa) o ser realzado (cortesía
positiva);

- entre los principios pertenecientes al segundo tipo (principios autodirigidos),


algunos son favorables al yo, pero únicamente en la forma defensiva; y algunos
son incluso desfavorables: si a uno se le permite durante la interacción proteger
sus rostros, no es no se recomienda realzarlas de forma ostensiva; además, puede
ser recomendable en determinadas circunstancias despreciarlas (para dañar nuestro
territorio o menospreciarse a uno mismo con cualquier autocrítica).

La comunicación cortés consiste sobre todo en anteponer los intereses de los


demás a los propios. Ilustraré este principio general con dos ejemplos:

1. El "nosotros" de la solidaridad, que asocia un predicado común al "yo" y al


"tú": su uso es cortés siempre que el predicado en cuestión tenga algún tipo
de valor. educado siempre que el predicado en cuesti6n tenga de alguna
manera un rasgo potenciador; por ejemplo: "gente de nuestra estatura" es
cortés sólo si el destinatario tiene una estatura igual o inferior que la del
hablante;

"gente de nuestra edad" es cortés sólo si el destinatario tiene la misma edad


o más que el hablante.

Si estas conclusiones no se cumplen, las frases producirán, por el contrario, un


efecto de grosería (al menos, en nuestra sociedad, que valora positivamente la
juventud y la estatura).

La mecánica comparativa de los agradecimientos y las disculpas

Se trata de dos intercambios que presentan numerosas analogías (Coulmas 1981) y


que se componen generalmente de tres elementos: el primero es un acto preliminar
(regalo u ofensa) que desencadena el intercambio ritual propiamente dicho,
constituido a su vez por un acto de cortesía (agradecimientos o disculpas) y por su
aceptación, que a menudo adopta la forma de una minimización/negación del
regalo o de la ofensa (en francés "dc- rien", "ce n'cst rien", véase en inglés "not
all", "don't mention it" en español “ni lo menciones”, “para nada”). Pero las
diferencias entre estos dos intercambios son tan interesantes como sus similitudes,
ya que resumen a la perfección la esencia de la cortesía lingüística:
Intercambio centrado en el agradecimiento
Constituyentes: Regalo agradecimientos “de
rien”

Participantes: P1 P2 P1
Estatus relativo FEA FEA
al sistema de
(otras) caras:

Intercambio centrado en la disculpa gracias


Constituyentes: Ofensa Disculpa “de
rien”
Participantes: P1 P1 P2
Estatus relativo FTA FEA
al sistema de
(otras) caras:

La organización de estos dos intercambios se deriva lógicamente de la naturaleza


del acontecimiento inicial que desencadena el proceso:

- En lo que respecta al elemento central del intercambio (en ambos casos un FEA,
ya que procede de una cuestión de cortesía):

 El agradecimiento sigue a un FEA, entonces debe ser pronunciado por el


segundo interactuante (P2), que busca de esta manera compensar el regalo
con ese tipo de pago simbólico representado por el agradecimiento.
 La disculpa, por el contrario, sigue a un FTA, debe ser entonces el propio
ofensor original (P1), que intenta de esta manera menos, esta ofensa por un
acto de comportamiento 'repairine'.

- En cuanto al tercer constituyente del intercambio:

 En el primer caso. el regalo es un acto positivamente considerado (bajo la


sociedad en cuestión); por lo tanto, su minimización recae sobre su autor
(P1: aplicación de la "regla de modestia");
 En el segundo caso, la ofensa es un acto considerado negativamente, y su
minimización recae en su víctima (P2).

Como siempre, la cortesía consiste en minimizar los méritos propios y los ajenos.

Para concluir con esta cuestión de la cortesía, diría que una teoría de la cortesía
como la que recomiendan Brown y Levinson, aunque sus fundamentos son
completamente externos a la lingüística (las nociones de rostro y de temperamento
son nociones importadas), puede ser extremadamente útil para la descripción
lingüística. De hecho, nos permite dar cuenta de una masa considerable de hechos,
que hasta ahora habían sido descritos de manera desorganizada (como parte de la
retórica clásica o de la pragmática contemporánea), pero que de repente aparecen
como un sistema si los consideramos en la perspectiva del trabajo con las caras.
Acabamos de ver un par de ejemplos, y se podrían citar muchos más: para
empezar, ¿por qué no se habla siempre directamente (sería mucho más sencillo
para todos)? La respuesta es: para salvar la cara del otro y proteger la propia.
Cuando queremos dar una orden, ¿por qué preferimos las expresiones complicadas
a la sencillez y claridad de los imperativos? La respuesta es: porque es más cortés;
En otras palabras: el coste cognitivo que estas formulaciones suponen para ambas
partes se compensa en gran medida por el beneficio psicológico que ambas
obtienen de ellas, dado que la cortesía es, según Roland Barthes:

"un etat d'iquilibre tris subtil et trisjirt pour se protiger.snns blesser alttute"

("un sutilísimo y finísimo estado de equilibrio que permite protegerse sin herir al
otro").

Evidentemente, la forma en que se logra ese equilibrio difiere de una situación de


comunicación a otra y de una sociedad a otra. Sin embargo, mi última observación
será que un modelo como el que acabamos de presentar es lo suficientemente
general y sutil como para aspirar a la universalidad - y todos los estudios que he
leído sobre el tema, incluso los más críticos, como el de Matsumoto (1988) sobre
los japoneses o el de Mao (1994) sobre los chinos, no han cambiado mi opinión:
validan el modelo más que lo contrario.

Por supuesto, las nociones de territorio y de rostro no se conceptualizan de forma


idéntica en todas las lenguas y culturas. Sin embargo, son "primitivos etológicos"
(como demuestran a diario los conflictos internacionales). conflictos
internacionales).

Por supuesto, el trabajo de los rostros no siempre se produce en todas partes de la


misma manera. No obstante, siempre actúa de forma encubierta en el habla:
respetar las normas de cortesía es garantizar que la interacción funcione bien, y a
todos los participantes les gusta que la interacción se desarrolle en las mejores
condiciones. Por el contrario, la falta de cortesía es sinónimo de guerra civil: basta
con darse cuenta de las pequeñas frustraciones y los grandes enfados que provoca
la más mínima infracción de las normas básicas de cortesía ("Al menos, podría
haber dado las gracias", "Ni siquiera se disculpó") para valorar "el tremendo poder
destructivo de la descortesía sistematizada" que menciona Goffman, y darse cuenta
de lo insoportable que sería un mundo sin "modales".

En consecuencia, el respeto de las normas de cortesía procede más de un principio


de racionalidad (es más sensato favorecer la viabilidad del intercambio que perder
el tiempo apresurándose hacia su fin) que de una ética básicamente altruista: uno
demuestra ser altruista en la interacción principalmente por un interés personal
inteligentemente pensado.

Triálogos y cortesía: podríamos finalmente intentar articular estas dos cuestiones


que se han tratado aquí por separado, mostrando cómo la presencia de un tercero
P3 puede afectar al valor de cortesía o la falta de esta de un enunciado dirigido por
P1 a P2 - por ejemplo, cómo esta presencia puede añadir peso a un FTA (Brown y
Levinson 1987: 12); cómo una crítica que se dirige a P2 (FTA) puede
indirectamente realzar a P3 (FEA), o, al contrario, cómo un cumplido que
concierne a P2 (FEA) puede ser poco P3 (FTA)33.

Sin embargo, mi objetivo era esencialmente ilustrar con estos dos ejemplos la
extrema diversidad de los enfoques que se atestiguan hoy en día en el estudio de la
habla-interacción. Esta diversidad, que va de la mano de la del propio objeto de
investigación, es despreciada por algunos investigadores (en nombre de la
coherencia descriptiva); otros, por el contrario, están encantados con ella (en
nombre de la riqueza descriptiva); e incluso otros intentan construir una especie de
teoría unificadora de la conversación como la teoría modular de Roulet, cuyo
objetivo es agrupar en un sistema integrado las diferentes dimensiones que son
constitutivas de los diálogos34.

Hoy en día, el análisis de la habla-interacción es escenario de animados debates


(por ejemplo, sobre la existencia y la naturaleza de las reglas conversacionales o
de los universales pragmáticos). Alimenta ciertas modas (nociones como
"negociación" o "estrategia"), sigue otras (nociones como "prototipo 35" y, por
supuesto, preocupaciones cognitivistas): en resumen, en su madurez, el análisis de
la conversación-interacción muestra una vitalidad floreciente.

También podría gustarte