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El rancho erótico de papi

HAYDEN ASH
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Otras Obras de Hayden Ash
Sobre la escritora
Nota de la traductora
La siguiente es una obra de ficción dirigida exclusivamente a lectores adultos.
Todos los personajes son mayores de 18 años y ninguno tiene relación de sangre.
Todos los nombres, personajes, lugares y eventos mencionados en esta obra son
producto de la imaginación de la escritora o se utilizan de manera ficticia.
Cualquier coincidencia con eventos, lugares o personas reales, vivas o muertas, es
pura coincidencia.
Derechos de autor © 2023 por Hayden Ash
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de este libro se puede reproducir de ninguna manera, ni por medio
electrónico, ni mecánico, incluidos sistemas de almacenamiento o recuperación de
información, son el consentimiento por escrito de la escritora, excepto para ser
utilizada en breves citas para la reseña de un libro.

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Uno

E stá muy bien dotado…

Recuerdo oír a mi madrastra decirle eso a su nuevo grupo


de amigas hace unos meses.
Nos mudamos aquí desde Nueva York para que mi
padrastro por fin pudiera perseguir su sueño de convertirse en
ranchero. Y supongo que mi mamá creyó que eso la ayudaría a
encajar mejor, porque parecía dispuesta a chusmear hasta de su
propio marido.
Hoy es viernes. Y estoy muy entusiasmada.
Los próximos días serán muy especiales porque voy a estar
a solas con papi por primera vez desde que nos mudamos aquí.
Siempre me llevé bien con mi madre. Ella no es el
problema. Sin embargo, últimamente, desde que oí el
comentario acerca del tamaño del miembro de mi papi, no me
lo puedo quitar de la mente.
Sé que, si uno de los dos se entera, me dejarán el trasero
colorado.
Eso ya ha pasado antes. Papi cree firmemente en las
técnicas antiguas de crianza.
El sol de hoy emana un calor ardiente. De buenas a
primeras, no soy la persona que trabaja más duro. Pero esta
temperatura me está dejando inútil.
Miro al coche de mi madre, que está saliendo de la entrada.
La observo desaparecer en la distancia y dirigirse a las
colinas distantes.
Se va a visitar a su hermana, que acaba de tener un bebé. O
algo por el estilo que no recuerdo bien porque no estaba
prestando demasiada atención en el momento en que lo
mencionó.
Como considero que ya he trabajado lo suficiente en el
rancho por el día de hoy, decido darme una ducha y cocinar la
cena para los dos.
Estoy famélica. Y ya he planificado la cena en mi cabeza
por un tiempo, aunque es probable que no esté lista para
empezar a cocinar al menos por una hora.
De camino a la casa, oigo que alguien está usando la ducha
del exterior.
No la uso nunca porque mi papi no me deja. Dice que es
inapropiado para las mujeres, en especial para las de mi edad.
Me sorprende que la esté usando él porque por lo general
no lo hace nunca cuando estoy por aquí. Mi mamá me ha
dicho que solo la usa cuando estoy en la escuela o he salido
con mis amigas.
Eso me hace sentir enfadada porque lo cierto es que me
gustaría observarlo ducharse. Al menos una vez. Además, si
hay rumores acerca del paquete de mi papi, creo que debería
poder confirmarlos en persona.
Y, pensándolo mejor, creo que eso es exactamente lo que
voy a hacer mientras tengo la oportunidad.
Cuando me acerco a la ducha, veo salpicaduras de agua en
el suelo y comienzo a imaginarme lo que se esconde detrás de
esa puerta endeble.
Pronto, oigo la voz de papi. Un estremecimiento de
emoción me recorre la columna vertebral.
Debería cancelar el plan. Si papi me ve espiándolo
desnudo en la ducha… Bueno, no sé en cuántos problemas me
metería. Pero me aterra descubrirlo.
Sin embargo, en esta oportunidad, la curiosidad le gana al
temor.
Me acerco más al compartimiento de madera en el que se
encuentra la ducha. Luego entrecierro los ojos para ver entre
las grietas de la madera.
Lo primero que veo es la espalda de papi, que es puro
músculo duro.
Papi se da la media vuelta, y veo un poco más, pero no
todo.
Se está lavando el cuerpo firme, se frota una barra de jabón
entre los músculos de todo el cuerpo y revela el contorno de
cada uno.
Espiarlo está muy mal. Mis pies se quieren mover en la
dirección opuesta a donde se dirigen mis ojos.
Sin embargo, la humedad que me comienza a chorrera
entre los muslos es tan intensa que me impide pensar con
lógica.
Entonces, papi se vuelve a girar. Ahora me mira
directamente mientras me quedo de pie congelada en mi sitio.
Creo que papi no me puede ver por el vapor. De lo
contrario, ya se hubiera cubierto con una toalla y me hubiera
perseguido por todo el rancho para bajarme los pantalones y
darme nalgadas para castigarme.
Como no lo hace, me quedo allí.
Y de pronto lo veo…
El agua retira todo el jabón que le cubría la verga a papi.
Los ojos se me agrandan de par en par. Papi tiene una verga
realmente enorme. Y tan ancha como una lata de refresco.
He oído a los chicos hablar de los sujetos que tienen vergas
como esa. Pero nunca pensé que podían ser así de gruesas.
Siento un calor intenso en la rajita al ver a mi papi tocarse
los testículos. Con la mano libre, sujeta el miembro. Luego
comienza a masturbarse lentamente hasta que se le pone
completamente dura.
El corazón me late desbocado. Sé que estoy loca por estar
observando a mi padrastro masturbarse. Pero mientras veo
cómo la verga se le endurece cada vez más, sé que no me iré a
ningún sitio.
—Pues, sí que estás bien dotado, papi —gimoteo en voz
alta.
Por suerte, tengo una voz suave por naturaleza y papi no
me oye. Además, el agua de la ducha hace mucho ruido
porque no deja de correr.
Como soy una virgen sin ninguna experiencia, no me
puedo ni imaginar cómo se sentirá tener una verga como esa
en mi rajita estrecha.
¿Y cómo será la anatomía de eso? ¿Cómo encajaría? Soy
muy pequeña…
Papi parece estar gozando de tocarse la verga. Me pregunto
si podría experimentar el mismo placer que él si supiera cómo
masturbarme.
De pronto, recuerdo mi nuevo mantra: jamás posponer lo
que puedo hacer hoy.
Por eso comienzo a desabrocharme la camiseta y me
introduzco la mano en el sostén para pellizcarme los pezones
duros.
Al sentir los capullos endurecidos con las puntas de mis
dedos, el calor en la entrepierna alcanza niveles volcánicos.
—Diablos… —gruñe papi mientras se masturba hacia
arriba y abajo cubriendo toda la longitud de la verga con la
mano.
De solo observar el agua caliente que cae por el cuerpo
perfecto de mi padrastro mientras se da placer, siento el deseo
de tocarme con el mismo vigor que él.
Abro los botones de mis pantalones cortos. Como me
quedan muy ceñidos al cuerpo, me los tengo que bajar por las
piernas.
Clavo la mirada en las braguitas de encaje de color marfil
y me muerdo el labio inferior. Luego me las bajo por los
muslos y me siento avergonzada.
¿Será que de verdad estoy así de empapada por mi papi?
Esto está muy mal.
Es mi padre, mi líder, mi protector… no mi amante.
Debería aspirar a ser como él, no a meterme con él.
Pero supongo que es demasiado tarde para eso. En el
momento en que miré el cuerpo desnudo de mi padre, me hice
mi propia cama. Y está llena de perversión, pero igual tengo
que yacer en ella.
Me quito los pantalones cortos y me llevo la mano al sexo
suave.
Con detenimiento, me acerco un dedo al clítoris, que ruega
ser atendido. Tengo que contener un gemido mientras me
acaricio mi punto más sensible.
¡Vaya! ¡Estoy empapada!
Echo un vistazo a mi padrastro, que está usando las dos
manos para acariciarse la gran verga.
No puedo superar lo hermosa que es. Tiene la punta
grandota, gorda y bulbosa.

Me introduzco unos dedos en el coñito para ayudarme a


imaginar cómo se podría sentir tener el miembro hinchado de
mi papi enterrado entre mis paredes virginales.
En realidad, es probable que no lo pueda albergar en mi
sexo empapado y pequeño.

La rajita se me tensa alrededor de un dedo delgado


mientras miro el rostro concentrado de papi.
—¡Sí, Scarlett! —gruñe mi papi—. ¡Chúpale la verga a
papito, chúpasela bien rico!
Dos

P api aumenta el ritmo.

Se acaricia el miembro duro hacia arriba y abajo y veo


cómo se le estremece y le late.
Le sigo el ritmo introduciéndome los dedos más rápido y
más profundo.

No puedo creer que papi acaba de decir mi nombre. ¿Se


habrá referido a mí en realidad? No, debe estar engañando a
mi mamá con otra Scarlett.

Un torrente de placer comienza a burbujear en el centro de


mi ser.
—Deja que papi posea esa rajita, Scarlett. Sé que has
deseado la verga de papi durante mucho tiempo. No lo puedes
negar, ¿no, pequeña?

Nunca me imaginé que mi padre tuviera tanto morbo. Por


lo general, es muy conservador, sobre todo en temas de sexo.
A pesar de eso, sus palabras me ponen a mil. Hago presión
sobre mi punto G y me aferro al borde del clímax.
—¿Quieres que papi te acabe sobre el vientre, pequeña? —
Gruñe—. ¿Te gustaría eso?
Observo cómo se le tensan todos los músculos del cuerpo
al mismo tiempo. Luego bajo la mirada al acero sólido entre
sus piernas musculosas.
De la punta de la verga le sale un chorro de semen blanco
tras otro. Me entierro el dedo aún más y me dejo ir durante
varios segundos.
—¡Oh, sí! —grito a todo pulmón.
La ansiedad hace que se me congele la piel.
Aguardo en silencio sabiendo que solo estoy posponiendo
lo inevitable al no decirle a mi papi que lo he estado
observando.
—Vaya, ¿quién está allí? ¿Quién dijo eso? —pregunta papi
—. Scarlett, será mejor que no seas tú. ¡De lo contrario, te
dejaré el trasero morado!
Tres

P or suerte, me pude alejar antes de que papi me


encontrara…
Salí corriendo de regreso a la casa. Luego subí las
escaleras a toda prisa y entré en mi habitación. Cerré la puerta
y la trabé.

Al cabo de media hora, papi entró en mi habitación con


unos pantalones vaqueros y una camiseta de mangas cortas,
blanca y sucia.
Sabía que había sido yo, pero no podía demostrarlo. Y, por
fortuna, mi padrastro cree firmemente que, si no puedes
demostrar algo, entonces no tienes derecho de acusar a nadie.
***
Es sábado por la mañana, y siento que no puedo ni salir de
la cama. Estoy demasiado preocupada de enfrentarme a mi
papi.
Aunque sé que no me va a cuestionar acerca del incidente,
tengo la certeza de que estará enfadado. Y eso me lastimará y
me hará llorar. Y él me preguntará qué me pasa y tendré que
contárselo.
Por otro lado, está la pregunta de por qué mi padrastro no
dejaba de repetir mi nombre mientras se masturbaba.
Supongo que no lo puedo juzgar por desearme. Al fin y al
cabo, hace tiempo que me gusta como mucho más que un
padrastro.
Es que… es como el hombre mayor más caliente que
hay…
De pensar en darle cabida a la verga viril de mi papi me
hace humedecer.
Detesto lo mucho que me humedezco últimamente. Antes
era una situación mala, pero desde que vi el miembro
descomunal de mi padrastro, es fácil entender por qué me está
pasando esto.
Aunque mi misión de espionaje hizo que mi papi se enfade
conmigo, quiero volver a hacerlo. Y, la próxima vez, quiero
estar más cerca de la verga de mi padrastro. Quiero saber
cómo se sentiría apoyada contra la palma de mi mano mientras
la acaricio de arriba abajo y la siento latir.

Me pregunto si él también pensará en mi cuerpo. ¿Me


imaginará completamente desnuda?

Si mi papi estuviera aquí en este preciso momento, podría


verlo todo. Se lo mostraría todo.
Luego me pasaría las manos por los pechos y me
pellizcaría los pezones endurecidos delante de él.

Me paso las manos por la entrepierna y me froto tres dedos


contra los pliegues suaves.
Me imagino a mi papi mirando por mi recámara llena de
colores cítricos y brillantes, como cuando era pequeña.

Sé que haría un gesto negativo con la cabeza al reparar en


la colección de peluches. Luego, vería las cortinas cerradas y
la ropa interior sexy desparramada por el suelo y me acusaría
de hacer cosas inapropiadas en este cuarto.
Papi me pondría de espaldas. Me sujetaría de los muslos y
los apartaría para acercárselos a las piernas mientras extrae la
punta de la verga y la acerca a mi entrada.

La fantasía erótica está cargada de miedo porque no tengo


dudas de que esa gruesa vara de carne me desgarraría por
completo.
No habría modo de que papi entrara por completo. Pero lo
intentaría porque es ese tipo de hombre. Y yo abriría bien las
piernas para él de buena gana.
Me pongo boca abajo y entierro el rostro en una almohada
antes de comenzar a acariciarme el clítoris con más fuerza.
Siento que estoy a punto de alcanzar el orgasmo. Esta será
la segunda vez que acabo pensando en mi padrastro.
Pero esta vez, me estoy imaginando que le paso los tobillos
por la espalda. En respuesta, mi papi me embiste sin cesar
hasta que acabo y le empapo el miembro con mis juguitos.
—¡Sí, papi! —gimo—. ¡Sí!
El orgasmo me hace añicos y me deja echa un lío pegajoso,
húmedo y sollozante.

Oh, papi, si tan solo pudieras ver lo que me haces…

—¡Scarlett! —me llama papi a los gritos desde la planta


baja—. Ven aquí. Tengo una sorpresa para ti.
Cuatro

E l solo oír el sonido de una voz débil me alcanza para


saber que el hijastro de papi, Tom, ha venido de visita.
No nos conocemos muy bien. Su madre y la mía no
se llevan para nada bien.

Sin embargo, las pocas veces que Tom y yo hemos pasado


tiempo juntos han sido… interesantes por decirlo de alguna
manera.

Tras bajar el último tramo de las escaleras, por fin puedo


ver el rostro de Tom por primera vez en casi cinco años.
El clítoris me empieza a palpitar. Tom se ve mucho más
atractivo de lo que recordaba.
Lo malo de que Tom esté aquí es que tanto él como mi
papi me van a ignorar.

Cuando paso tiempo a solas con cualquiera de los dos, son


de lo más encantador del mundo conmigo. Pero cuando
estamos los tres juntos, siempre me dejan afuera de la
conversación.

—¿Qué diablos llevas puesto? —le pregunto a Tom


cuando me uno a ellos en el pasillo.
Mi hermanastro lleva una camiseta blanca que le queda
muy ceñida en la parte superior del cuerpo musculoso.
También lleva unos vaqueros y un par de botas de cuero
desgastadas del estilo que usan los vaqueros.
En casa, jamás hubiéramos visto a Tom en nada que no
fuera un traje de tres piezas finamente confeccionado.
—Pues, hola, hermanita. —Tom me guiña un ojo y termina
de abrazarse con papi.
—Pequeña, Tommy ha venido para ayudarte con las tareas
del rancho —me dice papi—. ¿No te parece un buen gesto?
—¿Ayudarme a mí? —le pregunto—. ¿Por qué solo me va
a ayudar a mí?
—Tesoro, eres la única que nunca termina sus tareas al
final del día —me dice mi padrastro de la manera más
condescendiente posible.
—No te preocupes, Scarlett. —Mi hermano me envuelve
en sus brazos—. Te ayudaré con todo lo que haga falta en el
rancho antes de subirme a otro avión, ¿de acuerdo?
—Está bien —accedo con debilidad—. Entonces ¿quieres
que te muestre lo que hago todos los días?
—Eso suena bien. —Tom inclina la cabeza porque no lleva
puesto ningún sombrero.
En respuesta automática, pongo los ojos en blanco y suelto
un suspiro. Me había olvidado lo cursi que puede ser Tom.
Pero también es un gesto bien lindo…
—Qué se diviertan —nos dice papi—. Hijo, dime cuando
estés listo para empezar con lo que hablamos antes en el
teléfono.
—Claro, papi. —Tom asiente—. Te lo diré…
Cinco

A los diez minutos, regreso a mi habitación y recojo el


atuendo con el que tengo la esperanza de excitar a mi
hermano.
Si papi me va a obligar a trabajar con el hijo pródigo, le
voy a sacar el máximo provecho a la situación.
Voy a coquetear lo máximo posible con Tom, aunque solo
sea para ponerlo celoso a papá.
Me pongo un par de pantalones cortos que revelan mis
nalgas y tienen unos agujeros que muestran aún más mis parte
trasera redondeada.
Me olvido del sostén y me pongo una camiseta grande que
deja ver el lateral de mis senos.
Mi hermano siempre ha tenido una fascinación con mis
tetitas hermosas…

***
Cuando regreso a la planta baja, veo a mi hermanastro por
la ventana. Está afuera parado bajo el sol ardiente del verano.
A papi no se lo ve por ningún sitio, y eso es bastante
normal últimamente. Así que decido unirme a Tom afuera.
Una parte de mí ansiaba poder saltearnos las tareas.
Preferiría seducirlo en un sitio con aire acondicionado.
—¿Por dónde comenzamos hoy, hermano? —le pregunto
cuando lo encuentro afuera—. Era una broma eso de que te iba
a mostrar lo que hago por aquí. No tengo ni idea de lo que
tengo que hacer. Me limito a parecer ocupada cuando papi está
cerca.
—Estaba pensando en comenzar por el campo de maíz —
me responde Tom—. Cierra la puerta para que no entren
insectos.
—¡Ay, por favor! ¿Qué insectos? ¡Si no hay insectos! —
me cruzo de brazos.
Tom se detiene frente a mí y cierra la puerta él mismo. No
puedo evitar notar las definiciones increíbles de sus brazos.
Puedo garantizar que no estaba así de musculoso ni tonificado
la última vez que lo vi.
Ay, por todos los cielos… ¡No puedo estar húmeda de
nuevo!
—¿Comenzamos, querida? —mi hermano me ofrece un
brazo.
—Por supuesto —le respondo coqueta pasándole un brazo
por el suyo.

***
Mientras caminamos hacia el campo, me empiezan a arder
las mejillas… y no se debe al tiempo.
Comienzo a tener los mismos sentimientos que me genera
papi en la entrepierna, pero por Tom.

—No te molesta ensuciarte, ¿no es cierto, Scarlett? —Tom


me sonríe—. No quiero oír acerca de ningún truco que hayas
pensado para no arruinarte la manicura. Sé que detestas
trabajar aquí.
—Por lo general, sí —le respondo—. Pero contigo, no
tanto.
No sé por qué Tom y yo estamos siendo tan dulces y nos
comportamos como si esta fuera nuestra primera cita. Sin
embargo, se siente como una.
Creo que al menos para mí es una manera de dejar fluir
todas las sensaciones que tengo.
El clítoris me palpita a cada segundo que estoy con mi
hermano y no puedo ni recordar qué estamos haciendo aquí.
Seis

S igo la sensación física de una gota de sudor que me


recorre el rostro y cae dentro de mi escote.
Tom y yo tenemos puestas prendas blancas. Y
estamos sudando un montón.

Y, en concreto, eso quiere decir que no puedo apartar la


mirada de las capas de músculos visibles y gruesos bajo la
camiseta húmeda de mi hermano.
—Te ves algo extraña, Scar —señala Tom—. ¿Quieres que
te acompañe a la casa?
—Ay, por Dios, Tom, si quieres regresar, solo dilo.
Siempre me quieres usar como excusa —le respondo con tono
acusador.
—Ah, ¿sí? —Me sonríe—. ¿Esta es la cuarta o la quinta
vez que pasamos tiempo juntos?
—Creo que la cuarta. —Me río y Tom da un paso hacia
mí.
Mi hermano me pasa los brazos por la cintura y me jala
contra su cuerpo. De pronto, se ciñe sobre mí y me enjaula en
su abrazo.
—No debería estar abrazándote. Ya estamos
sobrecalentados. —Se encoge de hombros.
—No me importaría calentarme aún más —le respondo
atrevida.
En cuanto las palabras me salen de los labios, siento que la
verga de Tom se pone aún más dura dentro de los vaqueros.
Me muerdo el labio inferior para evitar gemir.
—No lo sé. Creo que preferiría estar más frío —me
provoca mi hermano—. ¡Es broma! ¡Solo bromeo!
—¡Ay, por Dios! ¡Pensé que ibas en serio! —exclamo
enfadada.
Siguiendo un impulso, sujeto el borde de mi camiseta y me
hago un nudo.
Luego se lo acerco a la cabeza de mi hermano… Bueno, en
realidad al mentón, porque no llego más alto que eso.
Lo tomo por sorpresa y retuerzo el nudo para que mi sudor
le salpique el rostro.
—¡Scarlett! —ruge Tom—. No te das una idea de lo
asqueroso que es eso, ¿no?
—Mmm… apuesto a que alguien pagaría mucho dinero
por el sudor en internet.
—¿Ah, sí? —Se ríe—. ¿Por tu sudor?
—Ajá. —Asiento la cabeza con confianza plena.
—Y, ¿cuánto pagarías por el mío? —Tom se ríe y me
acerca la camiseta empapada de sudor.
Me alejo corriendo, pero solo pretendo que me molestaría
sentir el sudor de mi hermano en el cuerpo.
En realidad, disfruto ver el pecho musculoso de mi
hermano y sus abdominales increíbles sin la camiseta
empapada que los recubra.
Cielos, ese cuerpo hace que la rajita me lata rápido. Ojalá
pudiera lamerlo con la lengua.
Basta. Detente, Scarlett.
Papi ya sabe que lo deseas sexualmente. ¡No necesitas que
Tom sepa que también lo deseas a él!
***
Cuando terminamos de jugar, mi hermano escoge un roble
para que nos sentemos a la sombra.
Tom se sienta primero e insiste en que me siente frente a él
para poder abrazarme contra su torso duro. Además, en esa
posición, puede sentir mi trasero apretado contra su
entrepierna.
—Bueno, hemos decidido que nadie pagará dinero por
nuestro sudor corporal —le digo a Tom mientras observo las
nubes en el cielo—. ¿Qué tipo de líquido podemos hacer que
valga algo?
—¿De qué hablas? No producimos líquidos de ninguna
otra forma —señala Tom confundido.
—Pues, yo sí —lo contradigo—. Es más, los estoy
produciendo en este preciso momento…
La frase queda colgando en el aire por lo que parece una
eternidad. Los dos sufrimos en esta tensión incómoda hasta
que, por fin, mi hermano se aclara la garganta.
—¿Dónde estás produciendo líquidos, Scarlett? —me
pregunta.
Unas mariposas me aletean en el estómago. Siento que a
mi hermano se le endurece el bulto en los vaqueros aún más.
Comienzo a sospechar que podría tenerla del mismo tamaño
que papi.
—Bueno, la ropa interior no está empapada de sudor
únicamente —le respondo.
—Dime por qué está empapada —me pide Tom.
—Bueno, porque… —le comienzo a responder, pero el
corazón me empieza a latir más rápido.
Todo el cuerpo me tiembla y pide a los gritos sentir la
verga de mi hermano.
—Porque… bueno, no es un líquido como el agua, es un
poco más espeso… —añado—. ¿Sabes de qué hablo?
—No estoy seguro —responde mi hermano.
—Bueno, déjame aclarártelo —le digo.
Sin aguardar una respuesta, sujeto la muñeca de mi
hermano y la llevo a mi entrepierna.
Cuando la palma de Tom está lo suficientemente cerca
como para sentir el calor que emana de mi centro, termina de
acercar la mano sin ayuda.
Suelto un jadeo cuando me apoya la mano contra mi parte
femenina y jala el delgado hilo de tela que me cubre la rajita.
Luego me desliza el tercer dedo en el interior.
—Oh, sí, creo que ya lo entiendo —susurra mi hermano al
tiempo que el pulgar se posa sobre mi clítoris.
—¿Quizás deberíamos buscar un sitio adentro para hacer
esto? —le pregunto sin poder esconder lo excitada que estoy
de que se pueda tratar del momento en que pierdo la
virginidad.
—¿Te preocupa que papi nos encuentre aquí en el campo
de maíz? —Tom se ríe—. Aunque nos vea moviéndonos, no
va a estar parado…
—¿Justo delante de ustedes? —le pregunta papi a mi
hermano—. Scarlett…
—¿Sí, papi? —le pregunto temblando.
—Tengo un castigo especial para ti —me advierte papi.
Siete

P api se acerca a mí. Me recoge y me aprieta contra su


pecho.
Miro los ojos de color miel de mi padrastro.
Luego, bajo la mirada a la tienda de campaña que se le
formó en los pantalones. Unas chispas calientes y deliciosas
explotan en el centro de mi ser.

—¿De verdad estás enfadado conmigo? —le pregunto con


suavidad—. ¿Puedes estar quieto y enfadado al mismo tiempo,
papi?
—No lo sé, pequeña —me responde—. Podemos hablar
del tema cuando termine de castigarte.
Tras decir eso, papi me arroja sobre una pila de heno.
Tengo las piernas abiertas de par en par mientras intento
recuperar el equilibrio y le ofrezco una vista frontal de mi
rajita empapada a mi papi.
No me caben dudas de que la ve. Está tan cerca que quizás
hasta puede inhalar mi aroma.
—Tom —papi le guiña un ojo a mi hermanastro—. ¿No te
digo siempre que tu hermana es una manzana podrida?
—Sí, papi. —Tom se ríe—. Y tienes razón. Tiene la mente
sucia. Tan sucia que creo que te la va a chupar aquí mismo, en
el medio del campo de maíz.
—¿Y bien, Scarlett? —me pregunta papi bajando la mirada
para observarme con esos ojos magnéticos y penetrantes—.
¿Tiene razón tu hermano?
—Sí. — Asiento con la cabeza—. Soy lo suficientemente
sucia como para chupártela.
Me pongo de rodillas y deslizo la palma de la mano por la
erección de papi.
Acto seguido, le quito el cinturón y extraigo la verga de mi
padrastro por la cremallera.
¡Oh, por Dios, no puedo creer que estoy haciendo esto!
Me inclino hacia adelante y le lamo las gotitas de semen.
Luego me sonrojo toda porque sé que Tom me está
mirando.
Tom se arrodilla detrás de mí.
Siento las manos cálidas que me dan una nalgada en el
trasero. Luego me separa las nalgas.
Mi hermanastro me lame el ano y me produce una ola de
deseo que me llega hasta el centro de mi ser.
En respuesta, empujo el trasero contra el rostro de Tom.
Quiero que me siga saboreando allí, que me recorra el agujero
prohibido con esa lengua habilidosa.
De pronto me da un chirlo en las nalgas.
La conmoción del dolor me deja congelada durante unos
instantes. Luego, cuando el dolor pasa, descubro que estoy
más húmeda que antes.
Papi me aferra la nuca y se frota por mi lengua.
Me cuesta mucho cerrar los labios alrededor del grosor de
mi papi. La tiene tan gruesa que me estira las mejillas.
—Qué buena chica. —Papi suelta un gruñido—. Sabes
cómo usar la boquita mejor que tu madre.
—¡Ay, por favor, papi, no seas irrespetuoso con mami! —
le pido.
¡Otro chirlo! Mi hermanastro me vuelve a golpear el
trasero redondeado.
En esta ocasión, me da una nalgada tan fuerte que me
caigo sobre la verga de mi papi y casi me llega hasta el fondo
de la garganta.
Papi me quita la verga de la boquita cuando empiezo a
atragantarme.
—¿Qué te pasa, pequeña? —me pregunta papi
apoyándome la verga gigante en el rostro.
—Es que la tienes tan gruesa y tan larga que me duele la
garganta —le confieso mientras observo la baba que cae del
pene.
—Ya te vas a acostumbrar, pequeña —me dice cariñoso—.
Lo estás haciendo muy bien.
Mojarle la verga a mi padre con mi boca mientras mi
hermano usa la suya para mojarme el trasero es como vivir en
un sueño.
Me convulsiono y siento que voy a salir disparada del
suelo. Es como si mis piernas fueran a colapsar y separarse de
mi cuerpo.
Papi y Tom dan un paso hacia atrás. Me doy vuelta y veo
que mi hermano se ha sacado la verga de los pantalones y la
tiene completamente dura.
No puedo evitar relamerme los labios y abrir la boquita al
ver ese pedazo de carne.
Papi me hace arquear la espalda para posicionarme en el
ángulo perfecto para que le pueda chupar la verga a Tom.
Luego, mi padrastro me pasa la puntita humedecida por el
contorno del trasero hasta llegar a mi rajita.
Sé que el momento ha llegado por fin. Voy a perder la
virginidad a manos de mi papi.
¡Sinceramente, no podría haber deseado nada mejor!
Papi desliza la verga por entre mis pliegues. Aún con la
espalda arqueada, mi padrastro la tiene tan grande que me
cuesta darle cabida.
—Esto va a funcionar, ¿no es cierto, papi? —le pregunto
entrando en pánico.
—Claro que sí, pequeña —me dice con suavidad—. Papi
va a llenar bien a su niña. No te preocupes.
—Está bien, papi —accedo.
—Hijo… —papi llama a Tom.
—De inmediato, papi —responde mi hermanastro.
Al instante siguiente, Tom me introduce la verga en la
boca.
Al mismo tiempo, papi me mete la suya en la rajita.
Comienzo a gritar. ¡Papi me ha enterrado la verga en el
coñito, y la sensación me encanta!

—¿Crees que esto te enseñará a no espiar a tu papi? —me


pregunta mi padrastro.
Papi me junta las nalgas. Luego comienza a embestirme
sin cesar.
La verga se le endurece aún más entre mis paredes
estrechas y me produce mucha presión en el interior.
Pronto comienzo a ver las estrellas…

—¡Ay, por Dios, papi! —echo un vistazo hacia atrás para


ver a mi padrastro—. ¡Me encanta tenerte en mi rajita
estrecha!
—¡La mirada al frente, jovencita! —me ordena. Me toma
la cabeza y me hace volver hacia la vara de carne de mi
hermano.
Tengo muchas emociones recorriéndome el cuerpo:
felicidad, perversión y, sobre todo, excitación.
—¡Estoy por acabar, chicos! —les advierto—. ¡Quiero que
me acaben dentro!
Papi me aprieta el trasero aún más mientras me embiste
profundo. Luego los dos me llenan al mismo tiempo.
Un chorro tras otro, la esencia masculina me llena el
interior y la garganta. Mientras absorbo sus semillas, me relajo
sobre la pila de heno.
—Bueno, presten atención, chicos —nos dice papi a Tom y
a mí—. Obviamente, no le podemos decir nada de esto a la
madre de Scarlett. Pero eso no significa que no lo podamos
repetir…
Otras Obras de Hayden Ash
¡Sh! Soy la vaca humana de papi
La nodriza de papi
La asistente del abuelito
Papi se queda dormido conmigo
¡Sh! Soy la vaca humana de papi
Papis autoritarios en la montaña
Papi me encuentra dormida
Papi me ordeña dormido
Sobre la escritora

Tienda de Hayden Ash


Website de Hayden Ash
Hayden Ash en Audible
Soy una autora de erótica que disfruta escribir historias inapropiadas y hacer que la
gente se sienta incómoda con lo pervertida que soy.
Cada uno de mis relatos eróticos es como un automóvil deportivo acelerado que
aguarda a que abras la primera página. En cuanto lo haces, la luz del semáforo se
pone en verde ; )
Nota de la traductora

E stimados lectores:

Gracias por haber llegado al final de este relato. Si lo


disfrutaron, Hayden y yo les agradeceríamos que lo califiquen
en Amazon y, si es posible, escriban una reseña (no se
preocupen, no tiene que ser larga). Aunque no lo crean, esto
nos ayuda mucho a llegar a más lectores que pueden disfrutar
de este género.

Mientras trabajo continuamente para traerles nuevos


relatos de Hayden todas las semanas, los invito a que visiten
mi página web y descubran otras obras que he traducido de
este género:

https://eroticaenespanol.com/

Nuevamente, gracias por elegirnos.


¡Nos vemos pronto con más relatos ardientes llenos de
tabú!

Su traductora,
Caro

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