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AR TABOO
Punished by the Principal
BY AR TABOO
—Quiero que escribas Prometo ser una buena chica. ¿Puedes hacerlo
por mí? —Vuelvo a asentir y entonces sus dientes trazan el camino de
sus labios. —Adelante, Sadie.
Tomo el lápiz y, cuando empiezo a escribir, sus manos suben por
el interior de mis muslos abiertos. Me tiemblan los dedos cuando
aprieto la punta del lápiz contra el papel y escribo la primera letra.
Justo cuando estoy a punto de escribir la palabra prometo, siento que
sus dos manos me separan y se deslizan entre mis húmedos pliegues.
—Escríbelo, Sadie, o me detendré. — Sus dedos rozan mi clítoris
y jadeo de lo bien que me siento.
Me frota el clítoris arriba y abajo como a mí me gusta, y el lápiz
casi se me cae de la mano cuando se detiene. Me apresuro a agarrarlo
con fuerza y escribo una línea lo más rápido que puedo. En cuanto
termina la primera, sus dedos se hunden dentro de mí y oigo lo mojada
que estoy. Suena obsceno, pero él tararea su aprobación mientras baja
entre mis piernas y llega a mi culo.
Garabateo otra línea igual de rápido, y sé que apenas es legible,
pero él no dijo que tuviera que ser prolijo. Mis caderas empiezan a
balancearse contra sus dedos mientras una mano juega con mi clítoris
y la otra entra y sale de mi coñito. Es mucho mejor cuando lo hace él
que cuando lo hago yo sola, y ya quiero correrme.
—Escribe una más y podrás correrte. — me dice y me lame la
oreja.
Mi respiración queda atrapada en mi garganta, y lo aprieto
mientras escribo furiosamente otra oración. Prácticamente aprieto el
lápiz y me reclino contra él justo cuando el orgasmo me sacude el
cuerpo. Es caliente y rápido, pero el subidón es como una droga y
quiero otro.
— ¿Mejor? — me pregunta, y niego. — ¿Quieres más? —Esta vez
asiento, y sonríe mientras saca sus dedos de mí y los chupa
rápidamente. —Creo que puedo hacer algo al respecto.
Para mi sorpresa, me levanta de su regazo y me sienta en su
escritorio frente a él, de modo que mis piernas quedan abiertas y mi
falda recogida. Me lleva hasta el borde y, antes de que me dé cuenta,
su cara está entre mis muslos y me está lamiendo el coño.
Los sonidos que hace son casi tan eróticos como la sensación de
su lengua en mi clítoris dolorido. Tiene hambre y, por la forma en que
me lame, debe de estar hambriento. Me balanceo contra él, y ver cómo
me chupa es suficiente para llevarme al límite, y me corro en su cara.
Justo cuando grito, se levanta, me mira con ojos desorbitados y
se lleva la mano a los pantalones. Sé exactamente lo que quiere, y
también quiero dárselo. Cuando su polla queda libre entre nosotros,
miro hacia abajo y mis ojos se abren de par en par al verla. Está dura
e hinchada hasta el punto de que su polla es venosa y la piel está
tirante. Alargo la mano para tocarlo, pero me coge de la muñeca y me
aparta la mano.
—Este coñito ya va a estar bastante apretado, no necesito que
tu mano me haga correrme demasiado deprisa. — Me sujeta las manos
al escritorio mientras me empuja la abertura con la gorda cabeza de
su polla. —Este es nuestro secreto, ¿verdad, Sadie?
—Sí, director Smith. — acepto, y empuja dentro de mí.
Al principio me aprieta tanto que gimo, pero no se detiene
mientras se hunde profundamente en mi cuerpo, y tengo que
estirarme para dejarlo entrar. Abro la boca para decirle que es
demasiado, pero se inclina y me besa. Cuando su lengua se desliza en
mi boca, noto mi propio sabor, y es extraño y sexy.
Sus caderas retroceden y luego avanza hasta follarme con
fuerza. Tengo que contener la respiración y obligarme a relajarme
mientras me penetra con fuerza y sin parar. Reboto en su polla y, al
ver lo mucho que le gusta, me relajo. Después de unas cuantas veces
más, empiezo a sentirme bien, y al final me abro más para que pueda
follar más.
—Así me gusta. — me anima, y me mojo aún más.
Mira cómo su polla desaparece dentro de mí antes de bajarme la
copa del sujetador y chuparme el pezón. Cuando su boca se aferra,
me siento encendida hasta el clítoris, y la sensación de tenerlo dentro
de mí al mismo tiempo hace que me corra.
En cuanto palpito a su alrededor, se detiene y empuja por última
vez hasta el fondo. Siento cómo palpita su polla mientras se vacía, y
mis ojos se abren de par en par. Su semen está caliente y es tan
abundante que noto cómo sale por donde estamos unidos.
Sonríe soñoliento cuando empieza a relajarse y me besa el pezón
antes de volver a colocarme la copa del sujetador en su sitio. Suelto
una risita y me besa los labios antes de retirarse lentamente. Me duele
perderlo, pero algo me dice que aún no hemos terminado.
—Coge la mochila. — me dice mientras vuelve a meterse en los
pantalones.
— ¿De verdad? Aún no han terminado las clases. — le digo, pero
ya me estoy bajando la falda y saltando de su mesa.
—Soy el director; yo digo cuándo se acaba. — Alcanza su
escritorio y agarra sus llaves antes de extender su mano para tomar
la mía.
Me sorprende el gesto, pero estoy deseando tomarla mientras
salimos de su despacho y empezamos a caminar por el pasillo hacia
el estacionamiento.
Justo cuando estamos a punto de llegar a la salida, veo que la
señora Welborne se pone delante de nosotros.
—Director Smith, ¿se va a casa por hoy? — Nos mira y luego baja
la mirada hacia nuestras manos unidas.
—Sí, me temo que tengo una cita a la que no puedo faltar. — Me
toma la mano con más fuerza y no hace ademán de separarnos.
— ¿Y supongo que te llevarás a la señorita Sadie contigo?
—Sí. — respondo por él y sonrío mientras me apoyo en su brazo.
—Bueno. —frunce los labios y luego suspira. —Supongo que
buena suerte para ti en el futuro entonces, Sadie. Tienes suerte de
tener un padre como el director Smith que vela por tu educación.
—Es el mejor papi del mundo. — digo, y siento que me aprieta la
mano.
—Me gusta pensar que soy el afortunado. — dice papá y luego
me guiña un ojo. —Que pase un buen verano, señora Welborne.
Cuando nos alejamos un paso, creo que lo hemos conseguido,
pero entonces oigo a la señora Welborne detrás de nosotros.
—Oh Sadie, tienes algo en la pierna. — Me señala el muslo, y
papá y yo miramos hacia abajo al mismo tiempo para ver de qué está
hablando.
—Oh, es solo un poco de crema de mi golosina de antes. — digo
mientras me paso el dedo y me la llevo a los labios.
La señora Welborne nos mira con expresión confusa mientras
papá tira de mí detrás de él para que podamos salir rápidamente del
edificio.
—No puedo creer que hayas dicho eso. — sisea juguetón
mientras me mete en el coche y va hacia el lado del conductor.
—No he podido evitarlo. —Me inclino y le doy un beso en los
labios. —Además, me gusta cómo sabe, papi. — Nunca me sacio de su
sabor. No desde la primera noche que me desperté con él metiéndome
la polla en la boca antes de que me inmovilizara en la cama y me
convirtiera en una mujer. Mis sábanas rosas muestran la evidencia de
lo que hizo mi travieso papi. Pero me prometió que seguiría siendo su
pequeña.
—Ya la tengo dura otra vez. No me obligues a follarte en este
estacionamiento, pequeña.
— ¿Tengo mi sorpresa ahora?— Lo miro con ojos grandes y él
mete la mano en la guantera para sacar un sobre. —Oh mi Dios,
¿hablas en serio?
—Lo que sea por ti, nena. — me dice y me pone la mano entre
las piernas mientras sale del estacionamiento.
—Los dos solos en el Caribe durante tres semanas. ¿Qué vamos
a hacer?
—Estoy seguro de que se te ocurrirá algo. — dice justo cuando
sus dedos encuentran mi húmeda raja.
Fin…