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Mi tío me domino y me volvió su puta |

RELATOS PORNO

Amor filial On 10 julio, 2019


Antes de empezar el relato te invito aa que veas mi primer
video porno te lo dejo en en mi perfil para que lo veas y me
puedas comentar que te parece

Después de que mi tío se metiera en mi habitación a


manosearme las tetas, me quedé algo asustada, una cosa era
que mis primos, jóvenes y guapos, me cogieran a su antojo y
otra muy diferente era que un viejo como mi tío quisiera
hacérmelo; tuve ganas de regresar a casa de mis abuelos y
terminar con todo ese asunto, pero la verdad es que estaba
demasiado entusiasmada con la idea de que mis primos
siguieran dándome los deliciosos orgasmos que me habían
dado, sin duda con una aventura como esa, sería la más popular
entre las chicas de mi escuela, después de eso ninguna se
atrevería a llamarme «ñoña» de nuevo.

Pasé la noche como si nada y por la mañana me levanté a


desayunar sin mencionar nada el asunto, mi tía me dijo que iría
al supermercado (que en esa ciudad bicicletera está a casi una
hora de distancia) y me invitó a acompañarla, pero Santiago, mi
primo mayor, me lanzó una mirada cómplice, como pidiéndome
que no aceptara.

–         No, mamá, no te la lleves. Seguro que la chilanguita sabe


ir al super, déjala a que siga aprendiendo a montar, a ver si esta
vez no acaba tan cansada como ayer. – Le dijo a mi tía.

–         Está bien, pero pórtense bien con ella, no está


acostumbrada al ritmo de vida del campo. – advirtió mi tía.

–         No te apures, te prometo que la vamos a cuidar.

Ni bien salió mi tía de la casa, mi primo Santiago ya estaba en


mi habitación.

–         Ay, chiquita, estuve duro toda la noche pensando en tus


tetas. – dijo mientras me las apretaba fuerte con sus dos
manos.

–         Espérate, que mi tío sigue en la casa, nos va a ver. – le


dije asustada.

–         No te apures, mi papá no va a entrar a tu recamara, dame


una mamada rápido, no me dejes con las ganas, mamita. – y sin
pensarlo se sacó la verga del pantalón.

La verdad era una verga tan dura y tan deliciosa, que no me


aguanté las ganas y comencé a comérmela enterita; le pasé la
lengua por cada milímetro, mientras apretaba sus huevos
suavemente, él me dijo que debía lamerle los huevos y seguir
jalándole la verga, cosa que disfruté muchísimo; mientras yo me
dedicaba a comerme su verga y sus huevos, él no soltaba mis
pezones, ya me tenía empapada con sólo tocarlos.
–         No te detengas, chiquita, no pares que voy a llenarte la
boquita. – me dijo anunciando su venida.

–         ¡Apriétame más fuerte, también voy a venirme! – Sentí


cómo mi conchita se escurrió completa al tiempo que él me
llenaba la boca de su caliente y delicioso semen.

–         Ay, mi amor, no se nota que acabas de aprender a mamar


la verga, lo haces delicioso. – dijo mi primo subiéndose los
pantalones. – Voy a decirle a Miguel que nos vayamos un rato al
río, para que sigamos con tu entrenamiento, hermosa, vete
preparando.

Yo feliz, me quedé preparando todo para salir con ellos, estaba


ansiosa por seguir con mi “entrenamiento”, la verdad es que
seguir sintiendo esas dos duras vergas por todo mi cuerpo me
tenía más que animada. Estaba en eso cuando escuché que un
auto salía de la casa, me asomé por la ventana y vi que el auto
que salía era el de mi tío, me dio mucho gusto que mis primos y
yo volviéramos a quedarnos solos, eso significaba coger en la
comodidad de la casa, pero al bajar las escaleras, usando sólo
una camiseta y un minishort, el que estaba en la sala era mi tío,
sentado en el sillón.

–         ¡Qué bonita mi sobrinita! ¡Mira nada más qué pezoncitos


más duritos! ¿Qué, pensaste que ibas a quedarte a coger con
los chamacos? – me preguntó en tono burlón.

–         No, tío, no digas eso, mis primos me están enseñando a


montar a caballo, no otras cosas. – le respondí nerviosa.

–         ¡Ándale pues! A montártelos a ellos es lo que te


enseñaron, golfita; a ver, ven acá, vamos a ver qué tan bien te
enseñaron. – me ordenó en voz fuerte.

–         No, tío, yo no quiero – dije casi llorando.


–         No te estoy preguntando, perrita, si no me la mamas bien
rico como se la mamaste al Santi, le voy a contar a tus abuelos
la clase de putita que eres, ¿eso quieres? ¿Les digo a todos que
no sólo te encanta la verga sino que te comes las de tus
primos?

–         No, no le digas a nadie por favor – le respondí ya sumida


en llanto.

–         Pues entonces bájame el cierre, saca mi verga y


cómetela hasta que me saques hasta la última gotita de leche,
mandé a los chamacos a hacer unos mandados, se van a tardar
un rato.

No sabía qué hacer, estaba como en shock, así que me hinqué y


obedecí a mi tío; no puedo decir que fuera un ranchero sucio ni
mucho menos, en realidad era un señor bastante agradable a la
vista, aunque sí mucho mayor que yo, en aquel entonces él
tendría unos 45 años, el triple de mi edad; desabroché sus jeans
y metí mi mano para tocar su verga, todavía no estaba dura,
pero sí era de un tamaño considerable, él se levantó un poco y
se bajó los pantalones hasta los tobillos, lo que facilitó mi labor.
Saqué su verga y comencé a chuparle la puntita, estaba rica, y
me gustaba cómo se iba poniendo tiesa cada que mi lengua la
rozaba; mientras le pasaba la lengua de arriba a abajo, iba
jalándola como Santi me había enseñado, eso parecía gustarle
mucho porque no dejaba de gemir. Seguí bajando mi lengua
hasta llegar a sus huevos, los tenía gordos y peludos, me
encantó meterlos en mi boca y succionarlos, para ese momento
la verga de mi tío estaba tiesa como mástil, definitivamente se
notaba quién era el hombre de la casa, era enorme y lleno de
venas, tan sólo de verlo me estaba empapando; yo subía y
bajaba mi boca por su verga mientras él me sujetaba la cabeza,
como ordenándome que no me detuviera, cosa que no tenía
intención alguna de hacer, esa verga gorda me estaba
calentando tanto que no sólo la quería en mi boca, ahora la
quería metida enterita en mi mojada puchita.

Estaba tan concentrada en sacarle la leche a mi tío que no


escuché cuando entró un coche al garaje, pero sí escuché
cuando metieron las llaves a la puerta, quise levantarme de
inmediato, pero mi tío me tomó del cabello y me obligó a seguir.

–         Síguele, putita, han de ser tus primos, seguro también van
a querer una mamada tuya.

Seguí con mi labor, excitada con la idea de que esta vez no me


cogieran dos vergas, sino tres.

–         ¡Mira nada más qué espectáculo tan bonito! – Escuché la


voz de mi tía y casi me desmayo de la impresión. Solté la verga
de mi tío y me levanté de inmediato.

–         ¡Perdóname, tía! ¡Te prometo que yo no quería, pero él me


obligó! – le dije casi rogando.

–         No te hagas pendeja, chamaca, no creas que eres la


primera puta que le chupa la verga a Luis, es un putañero de lo
peor, pero por lo menos deberías aprender a hacerlo en
habitaciones cerradas. – dijo mi tía sin mostrar la más mínima
sorpresa o enojo.

–         ¡Ya no hagas panchos, vieja! ¿Quieres que te coma la


pucha mientras esta putita me chupa la verga? Tus hijos ya se
la cogieron entre los dos, seguro que no le importará un trío con
sus tíos favoritos, ¿verdad, perrita? – dijo mi tío muy cínico.

Yo no sabía qué responder, nunca me imaginé que mi familia


pueblerina fuera tan liberal en cuestiones de sexo. Mi tía se
acercó quitándose la blusa y el sostén; en realidad para una
mujer de su edad estaba bastante bien cuidada, sus tetas
estaban grandes y firmes y tenía una cintura muy estrecha; se
acercó a mi tío y le puso las tetas en la boca, cosa que a él
pareció agradarle mucho ya que comenzó a mamárselas como
un bebé.

–         ¡Ándale, putita, sigue comiendo verga! – me ordenó mi


tía.

Quedé tan impresionada, pero a la vez tan caliente, que volví a


hincarme a comer la verga de mi tío; creí que no podría estar
más duro, pero me equivoqué, estaba que explotaba; yo
levantaba la mirada ocasionalmente para ver cómo mi tía se
apretaba un pezón, mientras mi tío le chupaba el otro de manera
devota, me estaba calentando demasiado, estaba escurriendo.

–         Quítate la blusa y pon su verga entre tus tetas, eso le


gusta mucho. – me instruyó mi tía y yo obediente lo hice. Mi tío
parecía estar en el cielo, gemía y temblaba mientras con mis
tetas apretaba su verga, y lamía su cabecita con mi lengua. De
repente sentí un chorro directo a mi garganta, su semen era
más ácido que el de Santi, y también mucho más abundante.

Me levanté y me puse la blusa, mi tía hizo lo mismo, mientras se


ponía su blusa se acercó a mí y me apretó un pezón
fuertemente.

–         Estás bien buena, chamaca. Si como mamas la verga,


comes la concha, tú y yo nos vamos a llevar muy bien.

Subí a mi habitación intrigada, en verdad no creía que mi tía


fuera capaz de cogerme, además a mí nunca me había pasado
por la cabeza el hacerlo con una mujer. Mientras estaba
acostada en la cama, escuché cómo mis tíos cogían como
locos en su habitación, claramente a mi tía no sólo no le
molestó que mi tío me cogiera la boca, sino que me había
calentado tanto o más que a mí.

Definitivamente mi familia no era lo que yo creía, y me faltaba


mucho por descubrir.

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