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1003A Claudio Gonzalez Ceron 2021B R03
1003A Claudio Gonzalez Ceron 2021B R03
La historia comienza en un salón grande de desayunar, donde una protesta que reza “menos pan, más
impuestos” se hace presente, allí se encuentra el ignorante narrador de la Plaza Pública, quien evidencia
el gran descontrol. Fue el canciller quien contrató al grupo clandestino, quienes realizaron una “libre
demanda”. Bruno tropieza con la rodilla del canciller en su intento desesperado de buscar a Silvia,
mientras tanto, ella se encontraba escuchando atentamente el comunicado que expresaba un guardián, en
el que se anunciaba el regreso del profesor, Silvia estaba oyendo lo que expresaba un Guardián acerca
del regreso. El rector, un hombre alto y digno con un rostro serio pero muy agradable, se encontraba
sentado ante un escritorio, que estaba cubierto de papeles, aguantando sobre su rodilla a una de las
jovencitas más encantadoras y adorables que jamás he tenido la suerte de ver. Parecía unos cuatro o cinco
años mayor que Bruno, pero presentaba las mismas mejillas sonrosadas y los mismos ojos chispeantes,
Luego el narrador se consigue con una bella joven cuando viene en un compartimiento de trenes para
encontrarse con su amigo médico Arthur para ir a una consulta, y por un descuido lee en voz alta la carta
de su amigo que le pregunta en voz alta una de las frases finales que decía “¿Crees en el destino?”, la
joven lo volteó a ver y sin querer soltó una pequeña sonrisa, que sirvió como excusa para entablar una
amena conversación. La joven sonríe y ambos comienzan a conversar de manera muy interesante. Por
otro lado, el canciller convence al alcalde para promover al guardián a Sub-Warden y al Sub-Warden a
Vice-Warden, el guardián firmó aceptando los casos y se convirtió en jefe de Estado de Fairyland. Tras
el engaño por parte del canciller, le fue asignado otro rol que le permitió acceder a poderes dictatoriales
al vicejefe. Mientras tanto Silvia y Bruno, dirigidos por el jardinero, van tras un mendigo con la intención
de regalarle una porción de pastel. El mendigo a cambio los llevó bajo tierra, una vez allí y en medio de
muchas enredaderas con frutas y flores, el hombre se transfiguró y ¡resultó ser el verdadero padre de
Silvia y Bruno! Él les propone un encuentro en Elfland y le enseña a Silvia dos medallones, uno de color
rojo y otro de color azul. Silvia, en medio de su ingenuidad e inocencia escogió se decantó por el rojo, lo
que ella no sabía es que con el azul “todos amarán a Silvia” y con el rojo “Silvia amará a todos”. Mientras
esto sucede Bruno cae en la tentación de probar una fruta, a la cual no lo haya sabor y hace que no sienta
satisfacción. Simultáneamente, cuando el narrador logra concretar su encuentro con el doctor Arthur, le
contó sobre la hermosa mujer que conoció llamada Mary Muriel Orme, con quien mantuvo una agradable
charla durante el trayecto. Arthur se ve sorprendido ya que conoce a esa mujer y le confesó al narrador
que está perdidamente enamorado de ella. Todo causó un increíble giro en la historia de ambos, ya que
éste se debía hacer a un lado para permitir a su amigo poder conquistarla. La primera parte llega a su fin
con Silvia y Bruno junto a las ranas ofreciendo un gran concierto, Mary se comprometió con Eric y
Arthur le da la noticia al narrador de que viajará a la India. Todos éstos acontecimientos sorprendentes
En este volumen se profundiza más sobre acontecimientos de la vida sin dejar a un lado el toque de
fantasía que al transcurrir los hechos se confunden la realidad con la fantasía que se reflejó en el primer
volumen, dejando un aprendizaje que difícilmente pueda verse en la actualidad. Tras varias semanas en
Londres el narrador dio con el prometido de Mary, quien le confesó que tal compromiso no se consumará,
Arthur aun no lo sabe ya que se encuentra en Elveston. El asunto por el cual había regresado a Londres
lo retuvo allí un mes entero y, aun así, fue únicamente el insistente consejo del médico el que me
persuadió de dejarlo sin resolver del todo y realizar otra visita a Elveston. Arthur le escribió una o dos
veces durante el mes, pero en ninguna de sus cartas había mención alguna a lady Muriel. No obstante, su
silencio no era un mal augurio: a su modo de ver se trataba del comportamiento natural de un enamorado,
el cual, aun cuando su corazón estuviese cantando «Es mía», temía plasmar su felicidad en las frías frases
de una carta, prefiriendo en cambio esperar a contarlo de palabra. «Sí, ¡escucharé su canción victoriosa
de sus propios labios!». De regreso a casa el narrador se cruza con Silvia y Bruno en un parque, una vez
en casa encontró un telegrama a nombre de Arthur donde él le pide que vaya a verlo. Partiendo para
Elveston el narrador se vuelve a encontrar a Maty, quien le reveló la razón que forzó el fin de su
compromiso con Eric. En el camino transcurren una serie de acontecimientos que incluyen a una dama
que se queja de su marido bebedor, un granjero de nombre Willie, a quien Silvia y Bruno arrastran para
que comience a hacer lo correcto. Finalmente, cuando el narrador logra llegar, se entera de que Arthur y
Mary establecieron un compromiso. Tiempo después el narrador vuelve a encontrarse a Mary con un
hombre de nombre Mein Herr. Para terminar, el narrador fue llamado al salón, Eric se tuvo un encuentro
con Arthur, y Silvia y Bruno resuelven el misterio de los medallones, que terminaron siendo uno. El
profesor comenzó a decir un poema muy largo con muchos versos. Luego de eso el otro profesor observó
a Bruno con cierta preocupación. —La criaturita debería irse a la cama de una vez —dijo con aire
autoritario, el profesor pregunto por qué. —Porque no puede irse de dos veces —respondió el otro
profesor. El profesor aplaudió con suavidad. —¿No es asombroso? —le dijo a Silvia—. Nadie más habría
dado con la razón tan rápido. ¡Pues claro que no puede irse de dos veces! Que lo partieran por la mitad
le dolería. Aquel comentario despertó a Bruno, súbita y completamente. Había dos espléndidos sabuesos
de san Huberto sentados muy derechos, uno a cada lado del portador de la corona. Dos o tres bulldogs
—los cuales, supuse, formaban la guardia personal del rey— aguardaban en un adusto silencio: de hecho,
las únicas voces claramente audibles eran las de dos perros pequeños, que se habían subido a un sofá, y
mantenían una acalorada discusión que tenía todo el aspecto de una riña. Silvia y Bruno, los protagonistas
de esta historia pertenecen al mundo de las hadas, pero la novela se centra en las disparatadas aventuras
que viven actuando en el mundo real y sus intentos por intervenir en él. Estas dos novelas, Silvia y Bruno
y Silvia y Bruno.Conclusión eran consideradas por su autor sus menores novelas. Al igual que el volumen
de Alicia, se incluyen las ilustraciones originales de Henry Holliday y los prólogos a cada uno de los
volúmenes, en los que el autor reflexiona sobre sus textos y desvela algunos de sus secretos. Al finalizar
el narrador y Arthur se sentaron a hablar mientras consumían una hora tras otra, de esta su última noche
juntos, sin darse cuenta. Tenía mucho que contar acerca de la India, la nueva vida que iba a emprender y
el trabajo que esperaba realizar. Y su gran y generosa alma parecía tan llena de nobles ambiciones como
para no dejar espacio a ningún remordimiento vano o queja egoísta. El libro termina con la frase: Que
desaparezcan, con la noche, el recuerdo de un amor difunto, las hojas marchitas de una esperanza
malograda y las enfermizas tribulaciones y los sombríos remordimientos que aturden las mejores energías
del alma, y que surjan, creciendo, ascendiendo como una riada viviente, la determinación viril, la
voluntad tenaz y la mirada a los cielos de la fe: el fundamento de toda esperanza, la evidencia de lo