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1003-A

González Cerón Claudio


Gonzalez.ceron.claudio@gmail.com
Silvia y Bruno
Carroll, Lewis
179 pp.

Universidad Tecnológica de la Mixteca


Programa de Lectura
2021-B
Claudio González Cerón
2015030336
Ingenieria en Diseño
10 semestre
Martes 27 de abril del 2021.
Silvia y Bruno

La historia comienza en un salón grande de desayunar, donde una protesta que reza “menos pan, más

impuestos” se hace presente, allí se encuentra el ignorante narrador de la Plaza Pública, quien evidencia

el gran descontrol. Fue el canciller quien contrató al grupo clandestino, quienes realizaron una “libre

demanda”. Bruno tropieza con la rodilla del canciller en su intento desesperado de buscar a Silvia,

mientras tanto, ella se encontraba escuchando atentamente el comunicado que expresaba un guardián, en

el que se anunciaba el regreso del profesor, Silvia estaba oyendo lo que expresaba un Guardián acerca

del regreso. El rector, un hombre alto y digno con un rostro serio pero muy agradable, se encontraba

sentado ante un escritorio, que estaba cubierto de papeles, aguantando sobre su rodilla a una de las

jovencitas más encantadoras y adorables que jamás he tenido la suerte de ver. Parecía unos cuatro o cinco

años mayor que Bruno, pero presentaba las mismas mejillas sonrosadas y los mismos ojos chispeantes,

y una idéntica abundancia de rizos castaños.

Luego el narrador se consigue con una bella joven cuando viene en un compartimiento de trenes para

encontrarse con su amigo médico Arthur para ir a una consulta, y por un descuido lee en voz alta la carta

de su amigo que le pregunta en voz alta una de las frases finales que decía “¿Crees en el destino?”, la

joven lo volteó a ver y sin querer soltó una pequeña sonrisa, que sirvió como excusa para entablar una

amena conversación. La joven sonríe y ambos comienzan a conversar de manera muy interesante. Por

otro lado, el canciller convence al alcalde para promover al guardián a Sub-Warden y al Sub-Warden a

Vice-Warden, el guardián firmó aceptando los casos y se convirtió en jefe de Estado de Fairyland. Tras

el engaño por parte del canciller, le fue asignado otro rol que le permitió acceder a poderes dictatoriales

al vicejefe. Mientras tanto Silvia y Bruno, dirigidos por el jardinero, van tras un mendigo con la intención

de regalarle una porción de pastel. El mendigo a cambio los llevó bajo tierra, una vez allí y en medio de

muchas enredaderas con frutas y flores, el hombre se transfiguró y ¡resultó ser el verdadero padre de

Silvia y Bruno! Él les propone un encuentro en Elfland y le enseña a Silvia dos medallones, uno de color
rojo y otro de color azul. Silvia, en medio de su ingenuidad e inocencia escogió se decantó por el rojo, lo

que ella no sabía es que con el azul “todos amarán a Silvia” y con el rojo “Silvia amará a todos”. Mientras

esto sucede Bruno cae en la tentación de probar una fruta, a la cual no lo haya sabor y hace que no sienta

satisfacción. Simultáneamente, cuando el narrador logra concretar su encuentro con el doctor Arthur, le

contó sobre la hermosa mujer que conoció llamada Mary Muriel Orme, con quien mantuvo una agradable

charla durante el trayecto. Arthur se ve sorprendido ya que conoce a esa mujer y le confesó al narrador

que está perdidamente enamorado de ella. Todo causó un increíble giro en la historia de ambos, ya que

éste se debía hacer a un lado para permitir a su amigo poder conquistarla. La primera parte llega a su fin

con Silvia y Bruno junto a las ranas ofreciendo un gran concierto, Mary se comprometió con Eric y

Arthur le da la noticia al narrador de que viajará a la India. Todos éstos acontecimientos sorprendentes

dejan mucha incertidumbre suelta.

En este volumen se profundiza más sobre acontecimientos de la vida sin dejar a un lado el toque de

fantasía que al transcurrir los hechos se confunden la realidad con la fantasía que se reflejó en el primer

volumen, dejando un aprendizaje que difícilmente pueda verse en la actualidad. Tras varias semanas en

Londres el narrador dio con el prometido de Mary, quien le confesó que tal compromiso no se consumará,

Arthur aun no lo sabe ya que se encuentra en Elveston. El asunto por el cual había regresado a Londres

lo retuvo allí un mes entero y, aun así, fue únicamente el insistente consejo del médico el que me

persuadió de dejarlo sin resolver del todo y realizar otra visita a Elveston. Arthur le escribió una o dos

veces durante el mes, pero en ninguna de sus cartas había mención alguna a lady Muriel. No obstante, su

silencio no era un mal augurio: a su modo de ver se trataba del comportamiento natural de un enamorado,

el cual, aun cuando su corazón estuviese cantando «Es mía», temía plasmar su felicidad en las frías frases

de una carta, prefiriendo en cambio esperar a contarlo de palabra. «Sí, ¡escucharé su canción victoriosa

de sus propios labios!». De regreso a casa el narrador se cruza con Silvia y Bruno en un parque, una vez

en casa encontró un telegrama a nombre de Arthur donde él le pide que vaya a verlo. Partiendo para
Elveston el narrador se vuelve a encontrar a Maty, quien le reveló la razón que forzó el fin de su

compromiso con Eric. En el camino transcurren una serie de acontecimientos que incluyen a una dama

que se queja de su marido bebedor, un granjero de nombre Willie, a quien Silvia y Bruno arrastran para

que comience a hacer lo correcto. Finalmente, cuando el narrador logra llegar, se entera de que Arthur y

Mary establecieron un compromiso. Tiempo después el narrador vuelve a encontrarse a Mary con un

hombre de nombre Mein Herr. Para terminar, el narrador fue llamado al salón, Eric se tuvo un encuentro

con Arthur, y Silvia y Bruno resuelven el misterio de los medallones, que terminaron siendo uno. El

profesor comenzó a decir un poema muy largo con muchos versos. Luego de eso el otro profesor observó

a Bruno con cierta preocupación. —La criaturita debería irse a la cama de una vez —dijo con aire

autoritario, el profesor pregunto por qué. —Porque no puede irse de dos veces —respondió el otro

profesor. El profesor aplaudió con suavidad. —¿No es asombroso? —le dijo a Silvia—. Nadie más habría

dado con la razón tan rápido. ¡Pues claro que no puede irse de dos veces! Que lo partieran por la mitad

le dolería. Aquel comentario despertó a Bruno, súbita y completamente. Había dos espléndidos sabuesos

de san Huberto sentados muy derechos, uno a cada lado del portador de la corona. Dos o tres bulldogs

—los cuales, supuse, formaban la guardia personal del rey— aguardaban en un adusto silencio: de hecho,

las únicas voces claramente audibles eran las de dos perros pequeños, que se habían subido a un sofá, y

mantenían una acalorada discusión que tenía todo el aspecto de una riña. Silvia y Bruno, los protagonistas

de esta historia pertenecen al mundo de las hadas, pero la novela se centra en las disparatadas aventuras

que viven actuando en el mundo real y sus intentos por intervenir en él. Estas dos novelas, Silvia y Bruno

y Silvia y Bruno.Conclusión eran consideradas por su autor sus menores novelas. Al igual que el volumen

de Alicia, se incluyen las ilustraciones originales de Henry Holliday y los prólogos a cada uno de los

volúmenes, en los que el autor reflexiona sobre sus textos y desvela algunos de sus secretos. Al finalizar

el narrador y Arthur se sentaron a hablar mientras consumían una hora tras otra, de esta su última noche

juntos, sin darse cuenta. Tenía mucho que contar acerca de la India, la nueva vida que iba a emprender y

el trabajo que esperaba realizar. Y su gran y generosa alma parecía tan llena de nobles ambiciones como
para no dejar espacio a ningún remordimiento vano o queja egoísta. El libro termina con la frase: Que

desaparezcan, con la noche, el recuerdo de un amor difunto, las hojas marchitas de una esperanza

malograda y las enfermizas tribulaciones y los sombríos remordimientos que aturden las mejores energías

del alma, y que surjan, creciendo, ascendiendo como una riada viviente, la determinación viril, la

voluntad tenaz y la mirada a los cielos de la fe: el fundamento de toda esperanza, la evidencia de lo

invisible. ¡Mira al este! ¡Sí, mira al este!

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