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Poesias
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13”
En sí, el desafío no presentaba gran dificultad: cada participante debía deshacerse de una de
sus prendas en tanto respondiera equívocamente. El primero en cometer un desacierto fue
Gianluca: sus conocimientos de Literatura Hispanoamericana eran vagos y confusos. Se quitó
la camisa a cuadros, exponiendo la tonificación de sus carnes. Nada mal para romper el hielo.
Continuó Rosario, quien confundió el nombre de un filósofo con el de un psicoanalista y, por
tal, se desabotonó la campera de lana que llevaba puesta. Los cuatro nos sorprendimos al
observar que debajo de aquella no había más ropa: los pechos lucían imperantes bajo el
desierto de su piel. Algo en mí se iba despertando poco a poco. Amparo, Noah y yo
mantuvimos la buena suerte hasta la tercera ronda, cuando por errores inauditos tuvimos
que rendir culto a la desnudez.
Pasado un cuarto de hora, ya todos estábamos como Dios nos trajo al mundo. Y no quisimos
dar marcha atrás. Rocé con mis dedos el vientre de Rosario, minutos antes de que Amparo
me interceptara con un beso. Gianluca, entretanto, acariciaba la entrepierna de Noah y
buscaba con su lengua la lengua de Rosario… No pasó mucho tiempo para que mudáramos
los cuerpos a la habitación lindera. ¡Vaya destape del placer! El colchón fue absorbiendo el
sudor que emanaba de las hembras ubicadas en el centro de la cama. Los machos, en la
periferia, estimulábamos nuestras partes persiguiendo la máxima erección. Nada importó
esa madrugada: ni las orientaciones sexuales ni los roles socialmente establecidos. Los
instintos más bajos se dieron a conocer.
Noah y Amparo dejaron que penetráramos en sus cuerpos, abriendo la mente y desterrando
sus prejuicios. Rosario, por su parte, iba dejándonos mordiscos marcando un camino desde el
cuello hasta el bajo vientre. A todo esto, Gianluca jugaba ardiente con mis labios y yo no
podía evitar hacerlo con los suyos. ¡Cuántos deseos latentes! Pero lo que más nos fascinó a
los cinco fue la recta final: una masa heterogénea de pieles que se deslizaban entre las
sábanas con sus cientos de dedos y sus bocas infinitas, hasta que alcanzaron el clímax. Y con
él vinieron los orgasmos. Y con él, los suspiros. Y con él, la relajación muscular. Nadie nunca
me había contado que la noche es mejor cuando se la mira desde adentro
Un Dios A La Fuerza
Nos maldijeron
Nos impusieron
un dios a la fuerza
sus miedos
su miseria
su misantropía.
Y ensayaron
el universal pretexto
de que en Cristo
todo se puede
¡y nada se pudo!
Antepusieron sus directivas a nuestros derechos y desataron una guerra con el saludo de la
paz.
Pero hoy el pueblo se levanta así que sigan rezando… sigan rugiendo… que son la iglesia y el
estado asuntos sepa rad os
Metástasis de un insulto
Tantas veces desistí de mí
Me hicieron creer
lo que de mí creían
y pasé a convertirme en