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Ritual Romano

Renovado según el decreto del Sacrosanto Concilio


Ecuménico Vaticano II
Promulgado por la autoridad de S.S. Juan Pablo II

RITUAL DE LOS EXORCISMOS

Congregación para el Culto Divino


y la disciplina de los Sacramentos
Prot. 1280/98/L

Notificación
El Rito de Exorcismos

La edición latina del renovado rito de Exorcismos aprobada


el 1° de Octubre de 1998 por el Sumo Pontífice Juan Pablo
II, fue dada a conocer en el día de ayer y, conforme al
decreto de este Dicasterio, puede ser utilizada por aquellos
a quienes compete por Derecho desde este mismo
momento.

La Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los


Sacramentos, por la peculiar facultad otorgada a la misma
por el Sumo Pontífice (cfr. Decretos de la Secretaría de
Estado n. 434.563 del día de 2 de Octubre de 1998),
establece y declara lo que sigue.
Dado que compete al Obispo diocesano, en la diócesis a él
confiada, la moderación de la Sagrada Liturgia y el ejercicio
de la tarea pastoral es por ello que, para aliviar
misericordiosamente a los fieles en la lucha contra el poder
del diablo, examinada con diligencia cada situación, podrá
pedir a la Santa Sede que un sacerdote, a quien el cargo
de exorcista fuere confiado, pueda también emplear el rito
hasta ahora usado según el título XII de la edición de 1952
del Ritual Romano.

La Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los


Sacramentos, atendiendo a las peticiones de los
Ordinarios, que conocen enteramente la realidad pastoral
de su jurisdicción, concede gustosamente la facultad
pedida.

Dadas en la Sede de la Congregación, a los veintisiete días


del mes de enero de mil novecientos noventa y nueve.

Jorge A. Card. Medina E.


Prefecto

Mario Marini
Subsecretario

Congregación para el Culto Divino


y la disciplina de los Sacramentos
Prot. 1280/98/L

Decreto

La Iglesia, obediente a la oración dominical, cuidó


misericordiosamente, desde los tiempos antiguos a través
de sacramentales, que con súplicas piadosas a Dios se
procurase que los fieles cristianos fueran librados de todos
los peligros y, especialmente, de las insidias del diablo. Así,
de una manera peculiar, fueron instituidos en la Iglesia los
exorcismos, para que a través de ellos, imitando la caridad
de Cristo, fueran curados los poseídos por el Maligno, y
expulsados los demonios en nombre de Dios, de modo de
evitar a las criaturas humanas todo perjuicio.
Ahora bien, actualmente parece oportuno rever las normas
transmitidas y las oraciones suplicantes, como también las
fórmulas empleadas por el título XII del Ritual Romano,
para que el rito de exorcismos responda a lo decretado por
la Constitución “Sacrosanctum Concilium” del Concilio
Vaticano II, especialmente en su artículo 79.
Por lo tanto, esta Congregación promulga el Rito de los
Exorcismos, aprobado por el Sumo Pontífice Juan Pablo II
el día 1° de Octubre de 1998, para que se aplique en lugar
de las normas y fórmulas que, bajo el título XX del Ritual
Romano, hasta ahora se empleaban.
La edición latina, tan pronto como sea editada, puede ser
utilizada por aquellos a quienes compete según Derecho.
No obstante, las Conferencias Episcopales vigilen que las
ediciones en lengua vernácula, cuidadosamente
preparadas y adaptadas de acuerdo a las normas del
Derecho, sean sometidas a la confirmación de la Sede
Apostólica.
Sin que obste nada en contrario, se emite este Decreto, en
la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, en el día doce de Noviembre de mil
novecientos noventa y ocho, en la solemnidad de Nuestro
Señor Jesucristo, Rey del Universo.

Jorge Card. Medina Estévez


Prefecto

+ Gerardo M. Agnelo
Arzobispo Secretario

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia de la salvación, se hacen presentes


las criaturas angélicas, ya sea prestando un servicio como
mensajeros divinos, ya ayudando de manera misteriosa en
la Iglesia; también aparecen criaturas espirituales caídas,
llamadas diabólicas, que, opuestas a Dios y a su voluntad
salvífica consumada en Jesucristo, se esfuerzan por
asociar al hombre en su propia rebelión contra Dios.1
En las Sagradas Escrituras, el Diablo y los demonios son
llamados con varias apelaciones, entre las cuales, algunas
muestran del algún modo, su naturaleza y origen .2 El
Diablo, llamado Satanás, “serpiente antigua” y “dragón”,
seduce él mismo a todo el orbe y lucha contra quienes
1
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 332, 391, 414, 2851.
2
Cf. Ibidem, nn. 391-395, 397.
guardan los mandatos de Dios y también contra quienes
dan testimonio de Jesús (cf. Apoc. 12, 9.17). Se lo designa
“adversario de los hombres” (cf. 1 Ped. 5, 8) y “homicida
desde el comienzo” (cf. Jn. 8, 44), cuando por el pecado
hace al hombre sujeto a la muerte. Dado que, por sus
insidias provoca al hombre para la desobediencia a Dios, a
este malvado se lo llama también “tentador” (cf. Mt. 4, 3 y
26, 36-44), “mentiroso” y “padre de la mentira” (cf . Jn. 8,
44): él obra con astucia y falsedad, como lo atestiguan el
relato de la seducción de los primeros padres (cf. Gen. 3,
4.13), el intento de desviar a Jesús de la misión aceptada
del Padre (cf. Mt. 4, 1-11; Mc. 1, 13; Lc. 4, 1-13) y su
transfiguración en ángel de luz (cf. 2 Cor. 11, 14). Se lo
llama, también, “príncipe de este mundo” (cf. Jn. 12, 31 y
14, 30) en referencia a aquel ámbito que en su totalidad fue
puesto en el Maligno (cf. 1 Jn. 5, 19) y no conoció la
verdadera luz (cf. Jn. 1, 9-10), como también a aquellos
que odian la Luz, que es Cristo, y arrastran a los hombres a
las tinieblas. Puede considerarse que a los demonios que,
con el diablo, no acataron el principado de Dios (cf. Jud. 6),
se hicieron réprobos (cf. 2 Ped. 2, 4), constituyen los
espíritus del mal (cf. Ef. 6, 12) y se los llama “ángeles de
Satanás” (Cf. Mt. 25, 41; 2 Cor. 12, 7; Apoc. 12, 7.9), les
fue confiada cierta misión por su príncipe mayor. 3
Las obras de todos los espíritus inmundos, seductores (cf.
Mt. 10, 1; Mc. 5, 8; Lc. 6, 18; 11, 26; Hech. 8, 7; 1 Tim 4, 1;
Apoc. 18, 2) fue disuelta por la obra de Cristo (cf. 1 Jn. 3,
8). Aunque “a la historia universal le invade la ardua lucha
contra los poderes de las tinieblas” y “hasta el último día…
persistirá”,4 Cristo, por su misterio pascual de muerte y
resurrección, nos “libró de la esclavitud del diablo y del
pecado”5 derribando su poder y librando todas las cosas de
su influencia maligna. Con todo, dado que la dañosa y
contraria acción del Diablo y de los demonios afecta a las
personas, cosas y lugares y aparece de diversas maneras,
3
Cf. Ibidem, n. 394
4
Cf. Conc. Vat. II, Const. Past. “Gaudium et spes”, n. 37.
5
Cf. Ibidem, n. 22.
la Iglesia, conocedora de que “estos tiempos son malos”
(Ef. 5, 16), oró y ora para que los hombres sean librados de
las insidias diabólicas.

PRENOTANDOS
I
LA VICTORIA DE CRISTO Y LA POTESTAD DE LA
IGLESIA CONTRA LOS DEMONIOS

1. La Iglesia cree firmemente que uno solo es el


verdadero Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, único
principio de todos los seres: creador de todo lo visible
e invisible.6 Más aún, todas las cosas que Dios creó
(cf. Col. 1, 16), las conserva y gobierna con su
Providencia7 y nada hizo que no fuera bueno8;
también “el diablo (…) y los otros demonios fueron
creados por Dios ciertamente buenos por naturaleza,
pero ellos se hicieron malos por sí mismos” 9 de donde
puede pensarse que también ellos serían buenos si,
de acuerdo a cómo habían sido creados, así hubiesen
permanecido. Debido al mal uso que hicieron de su
natural excelencia y por no permanecer en la verdad
(cf. Jn. 8, 44), sin transformarse en sustancialmente
distintos, fueron separados del sumo Bien, a quien
debieron adherirse.10
2. En realidad, el hombre ha sido creado a imagen de
Dios “en la justicia y en la verdadera santidad” (Ef. 4,
24) y su dignidad requiere que obre según su
6
Cf. Conc. Lateran. IV, Cap. I “De fide catholica”, DS 800; Cf. Pablo VI, “Profesión de fe”, AAS 60
(1968) 436.
7
Cf. Conc. Vat. I, Const. Dogm. “Dei Filius de fide catholica”, cap. I. “De rerum omnium creatore”, DS
3003.
8
Cf. S. León Magno, Epístola “Quam laudabiliter ad Turribium”, c. 6, “De natura diaboli”, DS 286.
9
Conc. Lateran. IV, Cap. I “De FIDE católica”, DS 800.
10
Cf. S. León Magno, Epístola “Quam laudabiliter ad Turribium”, c. 6, “De natura diaboli”, DS 286.
conciencia y elección.11 Ahora bien, persuadido por el
Maligno, el hombre abusó del don de su libertad y por
esa desobediencia fue puesto bajo la potestad del
diablo y de la muerte, convertido en siervo del pecado
(cf. Gen. 3; Rom. 5, 12). 12 Por esa razón, “en la
universal historia de los hombres persiste la ardua
lucha contra el poder de las tinieblas que, comenzado
en el origen del mundo, persistirá hasta el último día,
según lo dicho por el Señor (cf. Mt. 24, 13; 13, 24-
30.36-43)”.13
3. El Padre omnipotente y misericordioso envió al Hijo de
su amor al mundo para que librase a los hombres de
la potestad de las tinieblas y lo trasladase a su reino
(cf. Gal. 4, 5; Col. 1, 13). Por lo tanto, Jesucristo,
“primogénito de toda la creación” (Col. 1, 15), a fin de
renovar al hombre viejo, vistió la carne del pecado,
“para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a
aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al
demonio” (Heb. 2, 14) y, por el don del Espíritu Santo,
transformase la naturaleza humana herida en una
nueva criatura por medio de su Pasión, Muerte y
Resurrección.14
4. En los días de su vida terrena, el Señor Jesús,
vencedor de la tentación en el desierto (cf. Mt. 4, 1-11;
Mc. 1, 13; Lc. 4, 1-13), expulsó por propia autoridad a
Satanás y a otros demonios, imponiéndoles su divina
voluntad (cf. Mt. 12, 27-29; Lc. 11, 19-20). Haciendo el
bien y sanando a todo los oprimidos por el diablo (cf.
Hech. 10. 38), manifestó la obra de su salvación, para
librar a los hombres del pecado así como del primer
autor del pecado, Satanás, que es homicida desde el
comienzo y el padre de la mentira (cf. Jn. 8, 44).15
11
Cf. Conc. Vat. II, Const. “Gaudium et Spes”, n. 17.
12
Cf. Conc. Trid., sesión V, Decretum de peccato originali, nn. 1-2, DS 1511-1512.
13
Conc. Vat. II, Const. “Gaudium et Spes”, n. 37 ; cf. ibidem, n. 13 ; 1 Jn 5, 19 ; Catecismo de la Iglesia
Católica, nn. 401, 407, 409, 1717.
14
Cf. 2 Cor 5, 17.
15
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 517, 549-550.
5. Al llegar la hora de las tinieblas, el Señor “obediente
hasta la muerte” (Filip. 2, 8), repelió el último ataque
de Satanás (cf. Lc. 4, 13; 22, 53) por el poder de la
Cruz16 y triunfó así sobre la soberbia del antiguo
enemigo. Esta victoria de Cristo fue manifestada en su
gloriosa resurrección, cuando Dios lo levantó de entre
los muertos y lo colocó a su derecha en los cielos
sometiendo todas las cosas bajo sus pies (cf. Ef. 1,
21-22).
6. En el ejercicio de su ministerio, Cristo entregó a sus
Apóstoles y a otros discípulos el poder para expulsar
los espíritus inmundos (cf. Mt. 10, 1.8; Mc. 3, 14-15; 6,
7.13; Lc. 9, 1; 10, 17.18-20). A ellos mismos, el Señor
prometió el Espíritu Santo Paráclito, procedente del
Padre por el Hijo, el cual argüiría al mundo acerca del
juicio, porque el príncipe de este mundo ya fue
juzgado (cf. Jn. 16, 7-11). El Evangelio atestigua que
entre los signos que caracterizarían a los creyentes,
se encuentra la expulsión de los demonios (cf. Mc. 16,
17).
7. Por tanto, la Iglesia ejerció la potestad, recibida de
Cristo, de expulsar a los demonios y repeler su influjo
ya desde la época apostólica (cf. Hech. 5, 16; 8, 7; 16,
18; 19, 12) por lo cual, en el nombre de Jesús, ora
continua y confiadamente, para ser ella misma librada
del Maligno (cf. Mt. 6, 13).17 También en el mismo
nombre, por virtud del Espíritu Santo, manda de
diversos modos a los demonios que no impidan la
tarea de la evangelización (cf. 1 Tes. 2, 18), y que
restituya “al más fuerte” (cf. Lc. 11, 21-22) el dominio
tanto del universo entero como de cada hombre.
“Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad,
en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto

16
Cf. Misal Romano, Prefacio I de Pasión.
17
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2850-2854.
sea protegido contra las asechanzas del Maligno y
sustraída de su dominio, se habla de exorcismo”.18

II
LOS EXORCISMOS EN EL MINISTERIO SANTIFICADOR
DE LA IGLESIA

8. La antigua tradición de la Iglesia, guardada sin


interrupción, atestigua que en el camino de la
iniciación cristiana se anuncia con claridad y, de
hecho comienza, la lucha espiritual contra la potestad
del diablo (cf. Ef. 6, 12). Los exorcismos que han de
ser hechos de forma simple en el tiempo del
catecumenado sobre los elegidos, se llaman
exorcismos menores19; son las preces de la Iglesia
para que aquellos elegidos, instruidos con el misterio
liberador de Cristo, se libren de las secuelas del
pecado y de la influencia del diablo, se fortalezcan en
su camino espiritual y abran los corazones a los dones
que el Salvador les ofrece.20 Finalmente, en la
celebración del bautismo, los elegidos renuncian a
Satanás y a sus fuerzas y poderes, y le oponen su
propia fe en Dios uno y trino. También en el bautismo
de niños, se eleva la plegaria del exorcismo sobre los
párvulos, “que habrán de experimentar las
seducciones de este mundo y lucharán contra las
insidias del demonio” para ser fortalecidos por la
presencia de Cristo “en el camino de la vida”.21 Por el
lavado de la regeneración bautismal, el hombre
participa sobre la victoria de Cristo sobre el diablo y el
pecado, cuando pasa “del estado de hijo del primer
18
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1673
19
Cf. Ritual Romano, Iniciación cristiana de adultos, n. 101; Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n.
1673.
20
Cf. Ibidem n. 156
21
Cf. Ritual Romano, Bautismo de niños, nn. 49, 86, 115, 221.
Adán al estado de gracia y “de adopción de los hijos”
de Dios por obra del segundo Adán, Jesucristo,”22 y es
liberado de la esclavitud del pecado, con la libertad
con la que Cristo nos liberó (cf. Gal. 5, 1).
9. Los fieles, si bien han renacido en Cristo,
experimentan sin embargo las tentaciones que hay en
el mundo y, por lo tanto, deben vigilar en oración y
sobriedad de vida, porque su enemigo “el demonio,
ronda como un león rugiente, buscando a quién
devorar” (1 Ped. 5, 8). A él le deben resistir firmes en
la fe “fortalecidos en el Señor con la fuerza de su
poder” (Ef. 6, 10) y, sostenidos por la Iglesia que
ruega para que sus hijos estén protegidos de toda
perturbación,23 tomar fuerzas por la gracia de los
sacramentos, en especial, mediante la asidua
celebración de la penitencia, para llegar así a la plena
libertad de los hijos de Dios (Cf. Rom. 8, 21)24.
10. Con todo, el misterio de la divina piedad resulta
para nosotros bastante difícil de comprender25 cuando,
permitiéndolo Dios, algunas veces ocurren casos de
peculiares asechanzas o posesiones de parte del
demonio sobre algún miembro del pueblo de Dios,
iluminado por Cristo y llamado a caminar como hijo de
la luz hacia la vida eterna. Aun cuando el diablo no
pueda traspasar los límites puestos por Dios, es
entonces que se manifiesta claramente el misterio de
la iniquidad que obra en el mundo (Cf. 2 Tes. 2, 7; Ef.
6, 12). Esta forma de potestad del diablo sobre el
hombre difiere de aquella otra que llamamos pecado y
que deriva del pecado original.26 Sucediendo estas
cosas, la Iglesia implora a Cristo, Señor y Salvador, y
confiando en su virtud, otorga muchas ayudas al fiel
22
Conc. Trid., sesión VI, Decretum de iustificatione, Cap. IV, DS 1524.
23
Cf. Misal Romano, Embolismo que prolonga la Oración del Señor.
24
Cf. Gal. 5, 1; Ritual Romano de la Reconciliación, n.7.
25
Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica “Reconciliatio et paenitentiae”, nn. 14-22; AAS 77 (1985)
206-207, y carta encíclica “Dominum et vivificantem”, n. 18; AAS 78 (1986) 826.
26
Cf. Conc. Trid. Sesión V, Decretum de peccato originali, cann. 4 y 5; DS 1514-1515.
atormentado o poseído para que sea liberado de estos
males.
11. Entre estas ayudas, hay una de carácter más
solemne, el exorcismo mayor,27 que es una
celebración litúrgica. El exorcismo, que “procura
expulsar los demonios o librar del influjo demoníaco y
constante con la autoridad espiritual que Cristo confió
a su Iglesia”28 es una petición del género de los
sacramentales, por lo tanto, es un signo sagrado con
el cual “los efectos, especialmente espirituales, se
significan y se obtienen por la impetración de la
Iglesia”.29
12. En los exorcismos mayores, la Iglesia unida al
Espíritu Santo, suplica para que Él mismo ayude
nuestra debilidad (Cf. Rom. 8, 26) a fin de rechazar a
los demonios para que no dañen a los fieles. Confiada
en aquél soplo divino con el cual el Hijo de Dios donó
el Espíritu Santo después de su resurrección, la
Iglesia obra en los exorcismos no en nombre propio
sino únicamente en el nombre de Dios o de Cristo el
Señor a quien deben obedecer todas las cosas,
incluidos el diablo y los demonios.

III
EL MINISTRO Y LAS CONDICIONES PARA EFECTUAR
EL EXORCISMO MAYOR

13. El ministerio de exorcizar a los poseídos se


concede por especial y expresa licencia del Ordinario,
que regularmente será el mismo obispo diocesano.30
27
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1673.
28
Cf. Ibidem
29
Conc. Vat. II, Const. “Sacrosanctum Concilium”, n. 60.
30
Cf. C.I.C., can. 1172 § 1.
Dicha licencia debe concederse únicamente a un
sacerdote dotado de piedad, ciencia, prudencia e
integridad de vida.31 Además debe estar preparado
específicamente para este oficio. Se exhorta al
sacerdote, a quien se le encomiende el oficio de
exorcista de manera estable o por un caso aislado,
ejercitar esta delicada y caritativa tarea con humildad
y confianza, bajo la dirección del obispo diocesano. En
este Ritual cuando se indica “exorcista”, siempre debe
entenderse como el “sacerdote exorcista” que aquí se
ha mencionado.
14. El exorcista, en caso de alguna, así llamada,
intervención diabólica, debe observar la máxima
circunspección y prudencia, imprescindible en estos
casos. En primer lugar no debe creer fácilmente que
alguien que padece alguna enfermedad,
especialmente psicológica, esté poseído por el
demonio.32 Del mismo modo, no debe creer que hay
posesión por la sola afirmación de alguien que
expresa estar especialmente tentado, desolado o
atormentado por el diablo, pues la persona podría
estar engañada por la propia imaginación. Por el
contrario, es necesario advertir también, para no
equivocarse, que el diablo usa artes y fraudes para
engañar al hombre, para persuadir al endemoniado
que no es necesario someterse a exorcismo alguno,
que su padecimiento es natural y debe someterse
simplemente a la ciencia médica. Por lo tanto, siempre
debe indagarse y quien es tenido como endemoniado
debe ser especialmente tenido en cuenta para
verificar si está realmente atormentado por el diablo.
15. También deben distinguirse los ataques
diabólicos de los casos de credulidad mediante la cual
algunos fieles juzgan que son objeto de maleficios, de
31
Cf. Ibidem § 2.
32
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1673.
mala suerte o maldiciones, ya sea ocasionados por
otras personas contra ellos mismos o bien allegados
contra sus bienes. En estos casos, no debe acudirse
de modo alguno al exorcismo, si bien no debe negarse
la ayuda espiritual necesaria, sobre todo con
oraciones aptas, de tal manera que encuentren la paz
de Dios. Tampoco ha de rehusarse la ayuda espiritual
a los creyentes que quieren guardar fidelidad al Señor
Jesús y al Evangelio y en quienes el Maligno sin
entrar (cf. 1 Jn. 5, 18) tienta fuertemente. En estos
casos, pueden ser empleadas las preces y las
súplicas adecuadas por un presbítero que no es
exorcista e incluso por un diácono.
16. El exorcista, por lo tanto, debe proceder a
celebrar el exorcismo sólo cuando tenga seguridad de
la verdadera posesión demoníaca33 y, si fuera posible,
con el consentimiento del mismo sujeto. Según una
probada praxis se juzgan como signos de la posesión
demoníaca hablar con muchas palabras en una
lengua desconocida o entender al que la habla,
movilizar cosas distantes u ocultas, manifestar fuerzas
por encima de la naturaleza de la edad o condición del
sujeto poseso. Estos signos pueden ser un indicio
pero podrían no ser atribuidos necesariamente a la
posesión diabólica en cuyo caso debe prestarse
atención a otros posibles signos de índole espiritual o
moral que pudieren manifestar, de algún modo, la
intervención diabólica, como por ejemplo la aversión
vehemente a Dios, al Santísimo Nombre de Jesús, a
la Bienaventurada Virgen María y a los santos, a la
Iglesia, a la Palabra de Dios, a los objetos sagrados, a
los ritos, especialmente sacramentales y a las
imágenes sagradas. Conviene, finalmente, examinar
la relación que existe de todos los signos indicados
con la fe y la vida espiritual teniendo en cuenta que el
Maligno es enemigo de Dios y de todo aquello que los
33
Cf. Benedicto XIV, Ep. “Sollicitudini”, 1 oct. 1745, n. 43; cf. C.I.C. 1917, can. 1152 §2.
fieles tienen para experimentar la acción salvífica de
Dios en ellos.
17. Corresponde al exorcista juzgar con respecto a la
necesidad de apelar al rito del exorcismo, después de
realizar una diligente investigación, guardando
siempre el secreto de confesión, y consultados, en
cuanto sea posible, los expertos de vida espiritual;
también, si fuere necesario podrá consultar a expertos
en la ciencia médica y psiquiátrica que tengan sentido
de las cosas espirituales.
18. En los casos que afecten a personas no católicas
y en todo lo que parezca más difícil de discernir,
llévese el asunto al obispo diocesano, quien por
razones prudenciales podrá reclamar el parecer de
algunos expertos antes de tomar la decisión acerca
del exorcismo.
19. El exorcismo se realiza de tal manera que
manifieste la fe de la Iglesia y que por nadie pueda ser
considerado como una acción mágica o supersticiosa.
Debe cuidarse que el rito no se convierta en un
espectáculo para los presentes. De ningún modo se
dé espacio a los medios de comunicación social
mientras se realiza el exorcismo; tampoco
corresponde divulgar la noticia del exorcismo antes o
después de realizado, pues debe guardarse la debida
discreción.

IV
EL RITO QUE DEBE EMPLEARSE

20. En el rito que se propone, fuera de las fórmulas


mismas del exorcismo, préstese una atención especial
a aquellos gestos y aspectos rituales que tienen el
primer lugar y sentido, por ejemplo aquellos que
forman parte de la purificación en el camino
catecumenal (el signo de la cruz, la imposición de las
manos, el soplo, la aspersión con el agua bendita,
etc.).
21. El rito comienza con la aspersión del agua
bendita, con la cual se recuerda la purificación
bautismal y el atormentado se defiende de las insidias
del enemigo. El agua puede bendecidse fuera del rito
o dentro del rito antes de la aspersión y, si es
oportuno, junto con una mezcla de sal.
22. Sigue la oración letánica con la cual se implora la
intercesión de todos los santos sobre el atormentado.
23. Después de las preces letánicas el exorcista
puede recitar uno o varios salmos que imploran la
protección del Altísimo y proclaman la victoria de
Cristo sobre el Maligno. Los salmos pueden decirse
de modo corrido o responsorial. Terminado cada
salmo, el exorcista puede añadir una oración sálmica.
24. Luego se proclama el Evangelio, como signo de
la presencia de Cristo quien, por su propia Palabra en
la proclamación de la Iglesia cura las enfermedades
de los hombres.
25. A continuación el exorcista impone las manos
sobre el atormentado, con lo cual se invoca el poder
del Espíritu Santo, para que el diablo salga de aquel
que por el bautismo fue hecho templo de Dios. Al
mismo tiempo puede soplar sobre el rostro del
atormentado.
26. Se recita, entonces, el símbolo de la fe, o bien, se
renueva la promesa de fe bautismal con la abjuración
previa a Satanás. Sigue la oración dominical, con la
cual se implora al Dios y Padre nuestro que nos libre
de todo mal.
27. Terminados los ritos precedentes, el exorcista
muestra al atormentado el crucifijo que es fuente de
toda bendición y gracia, y se hace la señal de la cruz
sobre él señalando así la potestad de Cristo sobre el
diablo.
28. Finalmente dice la fórmula deprecativa, con la
cual se ruega a Dios, así como la fórmula imperativa,
con la que el diablo, en nombre de Cristo, es
conjurado directamente para que salga del
atormentado. No debe utilizarse la fórmula imperativa
si no precedió la fórmula deprecativa, en cambio ésta
puede emplearse sin aquélla.
29. Todos los pasos del rito indicados pueden
repetirse cuantas veces sean necesarias tanto en la
misma celebración (atendiendo a lo que se indica en
el n.34) como en otro momento, hasta que el
atormentado sea liberado totalmente.
30. El rito concluye con el canto de acción de
gracias, con la oración y la bendición.

V
OBSERVACIONES Y ADAPTACIONES

31. Conviene recordar que la raza de los demonios


no puede ser expulsada sin ayuno y oración, por lo
cual se recomienda, siguiendo el ejemplo de los
Santos Padres, emplear estos dos remedios para
pedir la ayuda divina, tanto por el mismo exorcista
como por otros en cuanto sea posible.
32. Si fuera posible, el fiel atormentado debe rogar a
Dios, ejercitar la mortificación, renovar frecuentemente
la fe recibida en el bautismo, acudir al sacramento de
la Reconciliación frecuentemente y fortalecerse con la
sagrada Eucaristía, todo esto sobre todo, antes del
exorcismo. Del mismo modo pueden ayudar con la
oración, los familiares, amigos, el confesor o director
espiritual, sobre todo si al sujeto le facilita rezar con la
ayuda y la presencia de otros fieles.
33. Si es posible, realícese el exorcismo en un
oratorio o en otro lugar oportuno, apartado de la
multitud, en donde esté destacada la imagen del
crucifijo. También debe tenerse en el lugar una
imagen de la Bienaventurada Virgen María.
34. Teniendo en cuenta las características del
atormentado, el exorcista puede usar de las varias
opciones que le ofrece el rito, siempre siguiendo la
estructura básica y optando por las fórmulas y
oraciones que mejor se acomoden a las condiciones
de la persona.
a. En primer lugar debe tenerse en cuenta el estado
físico y psicofísico de la persona como también
atender las variaciones posibles dentro del día y
aun dentro de una misma hora.
b. Cuando no hay presencia ni siquiera de unos
pocos fieles –que por prudencia y sabiduría
podrían requerirse-, el exorcista debe recordar
que la Iglesia está presente en él mismo y en el
fiel atormentado y esto recuérdeselo a éste.
c. Procúrese siempre que el fiel atormentado,
mientras es exorcizado, se concentre lo mejor
posible y se convierta a Dios, reclamándole con
profunda humildad y con fe firme la liberación.
Exhórteselo a tolerar con paciencia su situación
sin desconfiar en el auxilio de Dios y en el
ministerio de la Iglesia.
35. Si para la celebración del exorcismo parece
oportuno que deba admitirse un grupo elegido de
personas, debe indicarse a éstas que rueguen con
empeño por el hermano atormentado ya sea de
manera privada ya uniéndose en el rito, pero
absteniéndose siempre de emitir cualquier fórmula de
exorcismo tanto deprecativas como imperativas dado
que éstas quedan reservadas al exorcista y solamente
él puede pronunciarlas.
36. Es muy conveniente que el fiel librado del
tormento exprese su acción de gracias a Dios por la
paz recibida, haciéndolo solo o unido a sus familiares.
Además debe inducirse al fiel recuperado para que
persevere en la oración, con ayuda de la Sagrada
Escritura y que frecuente la celebración de la
Reconciliación y la Eucaristía; invíteselo también a
llevar una vida cristiana caracterizada por las obras de
caridad y de amor fraterno hacia todos.

VI
ADAPTACIONES QUE COMPETEN A LAS
CONFERENCIAS EPISCOPALES

37. Pertenece a las Conferencias Episcopales:


a. Preparar las versiones de los textos, observando
su integridad y cuidando su fidelidad.
b. Si se juzga oportuno, adaptar signos y gestos del
mismo rito atendiendo a la cultura y al genio del
pueblo, sometiendo las variaciones al
consentimiento de la Santa Sede.
38. Además de la versión propia de los Prenotandos,
que debe ser íntegra, si parece oportuno, las
Conferencias Episcopales pueden añadir un
“Directorio pastoral para el uso del exorcismo mayor”,
con el cual los exorcistas puedan entender más
profundamente la doctrina de los prenotandos,
comprendan más plenamente la significación de los
ritos y, con indicaciones de autores probados,
conozcan el mejor modo de obrar, de hablar, de
interrogar y de juzgar. Estos directorios, que pueden
componerse con la colaboración de sacerdotes
versados en ciencia y madura experiencia por un largo
ejercicio del ministerio del exorcismo, deben ser
reconocidos por la Sede Apostólica, según la norma
del derecho.

CAPÍTULO I
RITO DEL EXORCISMO MAYOR

39. Antes de comenzar el rito del exorcismo, el


ministro que ha de ejercerlo debe disponerse
adecuadamente, según las circunstancias, diciendo la
siguiente oración en secreto:

Dómine Iesu Christe, Verbum Dei Patris,


Deus univérsae creatúrae,
qui sanctis Apóstolis tuis potestatem dedisti
daemonia subiciéndi in nómine tuo
et super omnem calcándi virtútem inimíci;
Deus sancte,
qui inter cétera mirabília tua
praecípere dignátus es: Dáemones effugate;
Deus fortis,
cuius virtúte Sátanas elísus
tamquam fulgur de caelo cécidit:
nomen sanctum tuum
cum timóre ac tremóre supplíciter déprecor,
ut tua poténtia munítus
spíritum malígnum,
qui hanc vexat creatúram tuam,
fiduciáliter aggrédiar.
Qui ventúrus es iudicáre vivos et mórtuos
et sáeculum per ignem.
Amen.

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre,


Dios de toda criatura
que diste a tus santos Apóstoles la potestad
de someter a los demonios en tu nombre
y de aplastar todo poder del enemigo;
Dios santo,
que al realizar tus milagros
ordenaste: “huyan de los demonios”;
Dios fuerte,
por cuyo poder
Satanás, derrotado,
cayó del cielo como un rayo;
ruego humildemente con temor y temblor
a tu santo nombre
para que fortalecido con tu poder,
pueda arremeter con seguridad contra el espíritu
maligno
que atormenta a esta criatura tuya.
Tú que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador
y en él a los vivos y los muertos.
Amén.

El exorcista puede añadir también otras oraciones, como


por ejemplo “En el nombre de Jesucristo…” (Apéndice II,
7), “Bajo tu amparo” (Apéndice II, 8), “San Miguel
Arcángel…” (Apéndice II, 9), “Príncipe gloriosísimo…”
(Apéndice II, 6).

Ritos iniciales

40. El sacerdote exorcista accede al lugar de la


celebración, con los ornamentos adecuados que,
según la costumbre será el alba, o el sobrepelliz sobre
la vestidura talar, y la estola morada. Hecha la debida
reverencia al altar o, faltando éste, a la cruz, se
encamina a la sede. El sacerdote y los fieles hacen la
señal de la cruz de la manera habitual:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos responden:
Amén.
Luego el exorcista saluda a los fieles extendiendo las
manos:
Dios, Padre omnipotente
que quiere que todos los hombres se salven
esté con todos ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
El Señor esté con ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Entonces, el sacerdote puede preparar al fiel
atormentado por el diablo y a los demás presentes con
delicada humanidad a través de breves palabras.

41. Si fuera oportuno, el exorcista bendice el agua,


diciendo con las manos juntas una de las siguientes
oraciones:
Dios, que para la salvación del género humano,
hiciste brotar de las aguas el sacramento de la nueva
vida,
escucha, con bondad, nuestra oración
e infunde el poder de tu bendición X sobre esta agua,
para que sirviendo a tus misterios,
asuma el efecto de la divina gracia
que espante los demonios y expulse las dolencias
y así, al ser rociados, tus fieles sean liberados de todo
daño;
que en el sitio que será aspegido con esta agua,
no resida el espíritu del mal y se alejen todas las insidias
del oculto enemigo;
haz que tus fieles,
manteniéndose firmes por la invocación de tu santo
nombre
sean libres de todas las asechanzas.
Te lo pedimos, por Cristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.

42. O bien:
Dios todopoderoso,
fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo,
bendice X esta agua,
que vamos a usar con fe para implorar el perdón de
nuestros pecados
y alcanzar la ayuda de tu gracia
contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.
Concédenos, Señor, por tu misericordia,
que las aguas vivas siempre broten salvadoras,
para que podamos acercarnos a ti con el corazón limpio
y evitemos todo peligro de alma y cuerpo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.

43. Si se hace la mezcla de la sal, en la bendición del


agua, el exorcista la bendice diciendo:
Te suplicamos, Dios todopoderoso,
que bendigas ? en tu bondad esta sal creada por ti.
Tú mandaste al profeta Eliseo
arrojarla en el agua estéril para hacerla fecunda.
Concédenos, Señor,
que al recibir la aspersión
de esta agua mezclada con sal
nos veamos libres de los ataques del enemigo,
y la presencia del Espíritu Santo nos proteja siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.

Luego mezcla la sal con el agua, sin decir nada.

44. Luego, el exorcista, asperge con el agua bendita


al fiel atormentado, a los presentes y al lugar,
diciendo:
Esta es el agua que Dios ha bendecido.
Que ella sea para nosotros fuente de salvación y de
vida.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos responden:
Amén.
O bien:
Que esta agua nos recuerde que hemos sido bautizados
y con ella, hagamos memoria de Jesucristo,
que nos redimió con su muerte y resurrección.
Todos responden:
Amén.

Súplica litánica
45. Después el exorcista, con estas u otras palabras
semejantes, se dirige a los presentes y los invita a la
oración:
Queridos hermanos,
supliquemos intensamente la misericordia de Adonai
para que movido por la intercesión de todos los
santos
atienda bondadosamente la invocación de su Iglesia
a favor de nuestro hermano(a) N. [Alejandro]
que sufre gravemente.

46. Enseguida el exorcista y los fieles, en la medida


de las posibilidades, se arrodillan. Quien preside la
celebración u otra persona comienza las letanías.
Pueden agregarse, en el lugar correspondiente,
algunos nombres de santos o santas (por ejemplo, del
patrono del lugar, del fiel atormentado, etc.) y también
alguna intención especialmente apta para la situación.
Quienes participan se unen en las respuestas
comunes.

Señor, ten piedad.


Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, ruega por él (por ella).
San Miguel, Gabriel y Rafael, rueguen por él (por ella).
Todos los santos Ángeles de Dios, rueguen por él (por
ella).
San Elías, ruega por él (por ella).
San Juan Bautista, ruega por él (por ella).
San José, ruega por él (por ella).
Todos los santos Patriarcas y Profetas, rueguen por él
(por ella).
Santos Pedro y Pablo, rueguen por él (por ella).
San Andrés, ruega por él (por ella).
Santos Juan y Santiago, rueguen por él (por ella).
Todos los santos Apóstoles y Evangelistas, rueguen
por él (por ella).
Santa María Magdalena, ruega por él (por ella).
Todos los santos Discípulos del Señor, rueguen por él
(por ella).
San Esteban, ruega por él (por ella).
San Lorenzo, ruega por él (por ella).
Santas Perpetua y Felicidad, rueguen por él (por ella).
Todos los santos Mártires, rueguen por él (por ella).
San Gregorio, ruega por él (por ella).
San Ambrosio, ruega por él (por ella).
San Jerónimo, ruega por él (por ella).
San Agustín, ruega por él (por ella).
San Martín, ruega por él (por ella).
San Antonio, ruega por él (por ella).
San Benito, ruega por él (por ella).
Santos Francisco y Domingo, rueguen por él (por ella).
Santos Ignacio (de Loyola) y Francisco (Javier),
rueguen por él (por ella).
San Juan María (Vianney), ruega por él (por ella).
Santa Catalina (de Siena), ruega por él (por ella).
Santa Teresa de Jesús, ruega por él (por ella).
Todos los Santos y Santas de Dios, rueguen por él (por
ella).
Muéstrate propicio, líbranos (líbralo[a]), Señor.
De todo mal, líbranos (líbralo[a]), Señor.
De todo pecado, líbranos (líbralo[a]), Señor.
De las insidias del diablo, líbranos (líbralo[a]), Señor.
De la muerte eterna, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu nacimiento, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu santo ayuno, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu cruz y tu pasión, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu muerte y sepultura, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu santa resurrección, líbranos (líbralo[a]), Señor.
Por tu admirable ascensión, líbranos (líbralo[a]),
Señor.
Por la venida del Espíritu Santo, Paráclito, líbranos
(líbralo[a]), Señor.
Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Tú que por nosotros fuiste tentado por el diablo, ten
piedad de nosotros.
Tú que libraste a los atormentados de los espíritus
inmundos, ten piedad de nosotros.
Tú que diste a tus discípulos el poder sobre los
demonios, ten piedad de nosotros.
Tú que sentado a la derecha del Padre intercedes por
nosotros, ten piedad de nosotros.
Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos, ten
piedad de nosotros.
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos,
óyenos.
Para que nos perdones, te rogamos, óyenos.
Para que nos indultes, te rogamos, óyenos.
Para que nos confortes y conserves en tu santo servicio,
te rogamos, óyenos.
Para que eleves nuestras mentes hacia deseos
celestiales, te rogamos, óyenos.
Para que concedas a tu Iglesia servirte con plena
libertad, te rogamos, óyenos.
Para que le concedas la paz y la verdadera concordia a
todos los pueblos, te rogamos, óyenos.
Para que nos escuches, te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos,
Cristo, escúchanos.

47. Concluidas las letanías, el exorcista dice, de pie,


la siguiente oración:
Adonai y Dios nuestro,
a quien pertenece compadecerse siempre y
perdonar,
escucha nuestra súplica
para que la compasión de tu misericordia
libere a este servidor tuyo N. (servidora tuya N.
[Alejandro])
que está sujeto(a) por las cadenas del dominio
diabólico.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.
Todos se ponen de pie.

48. O bien:
Adonai y Padre nuestro,
que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad,
te rogamos suplicantes
por este hermano nuestra N. (hermana nuestra N.
[Alejandro]),
para que apartes de él (ella) el espíritu del mal
y lo (la) restituyas a la plena libertad de tus hijos
para que así, te alabe siempre
con la multitud de tus santos.
Por Cristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.
Todos se ponen de pie.

Oración con salmos


49. Después el exorcista puede recitar, según las
circunstancias, uno o varios salmos, o bien algunos
versículos o estrofas escogidas. Aquí se propone un solo
salmo pero pueden añadirse otros, según los textos
indicados en el capítulo II.
Los salmos pueden ser introducidos con una sentencia
neotestamentaria y concluidos con una oración, tal como
puede verse a continuación.
Quienes están presentes en la celebración pueden
participar de los modos acostumbrados en la Liturgia
para la oración con salmos.
Hch 2:25 David enim dicit in eum: [Providebam Iahveh
in conspectu meo semper: quoniam a dextris est mihi,
ne commovear:
Hch 2:26 propter hoc lætatum est cor meum, et
exsultavit lingua mea, insuper et caro mea requiescet in
spe:
Hch 2:27 quoniam non derelinques animam meam in
inferno, nec dabis sanctum tuum videre corruptionem.
Hch 2:28 Notas mihi fecisti vias vitæ: et replebis me
jucunditate cum facie tua.]
Hch 2:25 Pues David dice sobre él: ‘Siempre tengo a
Iahveh* frente a mí,* porque él está a mi derecha para
que nada me sacuda jamás.
Hch 2:26 Por eso se alegró mi corazón y se puso muy
contenta mi lengua. Y yo viviré* con esperanza,
Hch 2:27 porque no me dejarás* en el Infierno,* ni
permitirás que tu siervo leal sufra corrupción.*t
Hch 2:28 Me has dado a conocer los caminos de la
vida. Me llenarás de gran alegría en tu presencia’.*u
Sal 16:8 (15:8) providebam Iahveh in conspectu meo
semper quoniam a dextris est mihi ne commovear
Sal 16:9 (15:9) propter hoc laetatum est cor meum et
exultavit lingua mea insuper et caro mea requiescet in
spe
Sal 16:10 (15:10) quoniam non derelinques animam
meam in inferno non dabis sanctum tuum videre
corruptionem
Sal 16:11 (15:10) notas mihi fecisti vias vitae
adimplebis me laetitia cum vultu tuo delectatio in
dextera tua usque in finem
Sal 16:1
Miktam* de David.

Oh, Dios, protégeme, porque en ti me he refugiado.a


Sal 16:2 Le he dicho a Iahveh: “Tú eres Iahveh, mi
fuente de todo lo bueno.
Sal 16:3 Y los santos que están en la tierra,
los majestuosos, me resultan muy agradables”.b
Sal 16:4 Los que andan tras otros dioses multiplican
sus penas.c
Nunca derramaré sus ofrendas líquidas* de sangre

ni mis labios mencionarán sus nombres.*d


Sal 16:5 Iahveh es mi porción, la parte que me
corresponde,e y mi copa.f
Tú proteges mi herencia.
Sal 16:6 Se han demarcado para mí lugares
agradables.

De hecho, estoy satisfecho con mi herencia.g

Sal 16:7 Alabaré a Iahveh, que me ha dado consejos.h


Hasta de noche mis pensamientos más íntimos* me
corrigen.i

Sal 16:8 Siempre tengo a Iahveh delante de mí.j

Como él está a mi derecha, nada me sacudirá jamás.*k


Sal 16:9 Por eso está contento mi corazón y está
alegre todo mi ser.*
Y yo vivo* en seguridad.

Sal 16:10 Porque no me dejarás* en el Infierno.*l

No permitirás que tu siervo leal vea el hoyo.*m

Sal 16:11 Me das a conocer la senda de la vida.n

En tu presencia* hay gran alegría;o


a tu derecha habrá felicidad* para siempre.

50.Salmo 90
Bajo la protección del Altísimo
Luc 10:19 Ecce dedi vobis potestatem calcandi supra
serpentes, et scorpiones, et super omnem virtutem
inimici: et nihil vobis nocebit.

Luc 10:19 Miren, les he dado autoridad para pisotear


serpientes y escorpiones, y para vencer todo el poder
del enemigo.q Y no habrá absolutamente nada que les
haga daño.
Sal 90:1 <Laus cantici David.> [Qui habitat in adjutorio
Altissimi, in protectione Dei cæli commorabitur.
Sal 90:2 Dicet Iahveh: Susceptor meus es tu, et
refugium meum; Deus meus, sperabo in eum.
Sal 90:3 Quoniam ipse liberavit me de laqueo
venantium, et a verbo aspero.
Sal 90:4 Scapulis suis obumbrabit tibi, et sub pennis
ejus sperabis.
Sal 90:5 Scuto circumdabit te veritas ejus: non timebis
a timore nocturno;
Sal 90:6 a sagitta volante in die, a negotio
perambulante in tenebris, ab incursu, et dæmonio
meridiano.
Sal 90:7 Cadent a latere tuo mille, et decem millia a
dextris tuis; ad te autem non appropinquabit.
Sal 90:8 Verumtamen oculis tuis considerabis, et
retributionem peccatorum videbis.
Sal 90:9 Quoniam tu es, Iahveh, spes mea; Altissimum
posuisti refugium tuum.
Sal 90:10 Non accedet ad te malum, et flagellum non
appropinquabit tabernaculo tuo.
Sal 90:11 Quoniam angelis suis mandavit de te, ut
custodiant te in omnibus viis tuis.
Sal 90:12 In manibus portabunt te, ne forte offendas ad
lapidem pedem tuum.
Sal 90:13 Super aspidem et basiliscum ambulabis, et
conculcabis leonem et draconem.
Sal 90:14 Quoniam in me speravit, liberabo eum;
protegam eum, quoniam cognovit nomen meum.
Sal 90:15 Clamabit ad me, et ego exaudiam eum; cum
ipso sum in tribulatione: eripiam eum, et glorificabo
eum.
Sal 90:16 Longitudine dierum replebo eum, et
ostendam illi salutare meum.]

R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Sal 91:1 El que viva en el lugar secreto del Altísimoa

se hospedará bajo la sombra del Todopoderoso.b


Sal 91:2 Le diré a Iahveh: “Tú eres mi refugio y
mi fortaleza,*c

mi Dios, en quien confío”.d


R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.
Sal 91:3 Porque él te rescatará de la trampa del
pajarero,
de la plaga destructora.
Sal 91:4 Con sus plumas te cubrirá,*

y bajo sus alas te refugiarás.e

Su fidelidadf será un escudo grandeg y una muralla


protectora.*

Sal 91:5 No temerás los terrores de la nocheh

ni la flecha que vuela de díai

Sal 91:6 ni la plaga que acecha en la oscuridad


ni la destrucción que arrasa al mediodía.

R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Sal 91:7 Mil caerán a tu lado


y diez mil a tu derecha,

pero a ti nada de eso se te acercará.j


Sal 91:8 Solamente lo verás con tus ojos,
cuando seas testigo del castigo* de los malvados.
Sal 91:9 Como tú dijiste “Iahveh es mi refugio”,

has hecho del Altísimo tu lugar de residencia;*k


R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Sal 91:10 ningún desastre vendrá sobre til


y ninguna plaga se acercará a tu tienda.*

Sal 91:11 Porque él les dará a sus ángelesm órdenes


acerca de ti

para protegerte en todos tus caminos.n

R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Sal 91:12 Te llevarán en sus manoso

para que no te golpees el pie con ninguna piedra.p


Sal 91:13 Sobre el león joven y la cobra caminarás;

pisotearás al león con melena y a la serpiente grande.q

R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Sal 91:14 Dios dijo: “Como él me quiere,* lo rescataré.r

Lo protegeré porque conoce* mi nombre.s

Sal 91:15 Él me llamará, y yo le responderé.t


Estaré con él en la angustia.u
Lo rescataré y lo glorificaré.

Sal 91:16 Haré que esté satisfecho con una larga vidav

y que vea mis actos de salvación”.*w

R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
R. Tú eres, Iahveh, mi refugio.

Oración
Iahveh, tú eres nuestra defensa y nuestro refugio;
te pedimos que libres a tu hijo(a) N. [Alejandro]
de la trampa de los demonios
y de la palabra cruel de los perseguidores.
Protégelo(a) bajo la sombra de tus alas
rodéalo(a) con el escudo de tu fortaleza
y muéstrale la clemencia de tu salvación.
Por Cristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.
51. A continuación el exorcista proclama el Evangelio;
todos lo escuchan de pie. Puede tomarse también una
perícopa de las propuestas en el capítulo II (nn.76-80).
52. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según san
Juan 1,1-14
Jua 1:1 [In principio erat Verbum, et Verbum erat apud
Deum, et Deus erat Verbum.
Jua 1:2 Hoc erat in principio apud Deum.
Jua 1:3 Omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso
factum est nihil, quod factum est.
Jua 1:4 In ipso vita erat, et vita erat lux hominum:
Jua 1:5 et lux in tenebris lucet, et tenebræ eam non
comprehenderunt.
Jua 1:6 Fuit homo missus a Deo, cui nomen erat
Joannes.
Jua 1:7 Hic venit in testimonium ut testimonium
perhiberet de lumine, ut omnes crederent per illum.
Jua 1:8 Non erat ille lux, sed ut testimonium perhiberet
de lumine.
Jua 1:9 Erat lux vera, quæ illuminat omnem hominem
venientem in hunc mundum.
Jua 1:10 In mundo erat, et mundus per ipsum factus
est, et mundus eum non cognovit.
Jua 1:11 In propria venit, et sui eum non receperunt.
Jua 1:12 Quotquot autem receperunt eum, dedit eis
potestatem filios Dei fieri, his qui credunt in nomine
ejus:
Jua 1:13 qui non ex sanguinibus, neque ex voluntate
carnis, neque ex voluntate viri, sed ex Deo nati sunt.
Jua 1:14 Et Verbum caro factum est, et habitavit in
nobis: et vidimus gloriam ejus, gloriam quasi unigeniti
a Patre plenum gratiæ et veritatis.

Jua 1:1 En el principio la Palabra existía,*a la Palabra


estaba con Diosb y la Palabra era un dios.*c
Jua 1:2 Él estaba en el principio con Dios.
Jua 1:3 Todas las cosas llegaron a existir por medio de
él,* y sin él no llegó a existir ni siquiera una sola cosa.
Lo que ha venido a existir
Jua 1:4 mediante él fue la vida, y la vida era la luz de
los seres humanos.d

Jua 1:5 La luz brilla en medio de la oscuridad,e pero la


oscuridad no la ha podido vencer.
Jua 1:6 Vino un hombre enviado como representante
de Dios. Se llamaba Juan.f
Jua 1:7 Este hombre vino como testigo, para dar
testimonio acerca de la luz,g para que gracias a él
personas de todo tipo creyeran.

Jua 1:8 Juan no era aquella luz,h sino que vino a dar
testimonio acerca de aquella luz.
Jua 1:9 La luz verdadera que alumbra a todo tipo de
personas estaba a punto de venir al mundo.i

Jua 1:10 En realidad, él* ya estaba en el mundo,j y el


mundo llegó a existir por medio de él,k pero el mundo
no lo conoció.
Jua 1:11 Vino a su propia casa, pero su gente no lo
aceptó.
Jua 1:12 Ahora bien, a todos los que sí lo recibieron
les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios,l porque
demostraban fe en su nombre.m
Jua 1:13 Y ellos no nacieron de sangre ni por voluntad
humana* ni por la voluntad de un hombre, sino que
nacieron de Dios.n

Jua 1:14 La Palabra llegó a ser carneo y vivió entre


nosotros, y vimos su gloria, una gloria como la que le
corresponde a un hijo unigénitop de parte de su padre.
Y estaba lleno de favor divino* y verdad.

Imposición de las manos


53. Luego, el exorcista impone las manos sobre la cabeza
del fiel atormentado, mientras dice:
V. Hágase tu Voluntad, Señor, sobre nosotros
del modo como todos esperan de ti.
Todos dicen:
Señor, ten piedad.
V. Envía tu Espíritu y las cosas serán creadas, y renovarás
la faz de la tierra.
Todos dicen:
Señor, ten piedad.
V. Salva a tu siervo(a) que espera en ti, Dios mío.
Todos dicen:
Señor, ten piedad.
V. Sé para él (ella), Señor, una torre de fortaleza frente al
enemigo,
Todos dicen:
Señor, ten piedad.
V. Que el enemigo no se aproveche de él (ella), y que el
hijo de la impiedad no añada más dolor.
Todos dicen:
Señor, ten piedad.
V. Envíale, Señor, tu auxilio y cuídalo desde tu morada.
Todos dicen:
Señor, ten piedad.

Símbolo de fe o promesas bautismales


El exorcista invita a profesar la fe. Si se usa para ello el
Símbolo, se invita a recitarlo con las siguientes palabras:
Profesemos nuestra fe, que es la victoria que vence al
mundo.
Si se emplean las renuncias y promesas bautismales, se
dice:
Renovemos ahora las promesas de nuestro bautismo, con
las cuales, un día, renunciamos a Satanás y a sus obras y
prometimos servir a Dios en la santa Iglesia católica.
Primera forma.
Todos juntos recitan el Símbolo:
Éxo 6:3 qui apparui Abraham, Isaac et Jacob in Deo
omnipotente: et nomen meum Adonai Iahveh non
indicavi eis.
Éxo 6:3 Yo me aparecía a Abrahán, Isaac y Jacob
como el Dios Todopoderoso,c pero con respecto a mi
nombre, Adonai Iahveh,d no me di a conocer a ellos.e
Credo in Deum,
Patrem omnipotentem,
Creatorem caeli et terrae.

Et in Iesum Christum,
Filium eius unicum, Dominum nostrum:
qui conceptus est de Spiritu Sancto,
natus ex Maria Virgine,
passus sub Pontio Pilato,
crucifixus, mortuus, et sepultus,
descendit ad inferos:
tertia die resurrexit a mortuis;
ascendit ad caelos;
sedet ad dexteram Dei
Patris omnipotentis:
inde venturus est
iudicare vivos et mortuos.
Credo in Spiritum Sanctum,
sanctam Ecclesiam catholicam,
Sanctorum communionem,
remissionem peccatorum,
carnis resurrectionem,
vitam aeternam.
Amen.
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta "María Virgen", todos
se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.
O bien:
Jdt 16:16 Adonai Iahveh, magnus es tu, et præclarus in
virtute tua: et quem superare nemo potest.
Jdt 16:16 Oh Adonai Iahveh, Señor mío, tú eres el
grande y el muy glorioso por tu poder, y nadie puede
sobrepujarte.
Credo in unum Deum,
Patrem omnipotentem,
Factorem caeli et terrae,
visibilium omnium et invisibilium.
Et in unum Dominum Iesum
Christum,
Filium Dei unigenitum
et ex Patre natum
ante omnia saecula,
Deum de Deo,
Lumen de Lumine,
Deum verum de Deo vero,
genitum, non factum,
consubstantialem Patri:
per quem omnia facta sunt:
qui propter nos homines
et propter nostram salutem,
descendit de caelis,
et incarnatus est de Spiritu Sancto
ex Maria Virgine
et homo factus est,
crucifixus etiam pro nobis sub Pontio Pilato
passus et sepultus est,
et resurrexit tertia die secundum Scripturas,
et ascendit in caelum,
sedet ad dexteram Patris,
et iterum venturus est cum gloria,
iudicare vivos et mortuos,
cuius regni non erit finis.
Et in Spiritum Sanctum,
Dominum et vivificantem,
qui ex Patre Filioque procedit,
qui cum Patre et Filio
simul adoratur et conglorificatur,
qui locutus est per Prophetas.
Et unam sanctam catholicam
et apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unum Baptisma
in remissionem peccatorum.
Et exspecto resurrectionem mortuorum,
et vitam venturi saeculi.
Amen.
Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
En las palabras que siguen, hasta "se hizo hombre",
todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

56.Otra forma:
Exorcista:
¿Renuncian a Satanás?
Todos:
Sí, renuncio.

Exorcista:
¿Renuncian a todas sus obras?
Todos:
Sí, renuncio.

Exorcista:
¿Renuncian a todas sus vanidades?
Todos:
Sí, renuncio.

Exorcista:
¿Renuncian al pecado, para vivir en la libertad de los hijos
de Dios?
Todos:
Sí, renuncio.
Exorcista:
¿Renuncian a las seducciones de la iniquidad, para que no
los domine el pecado?
Todos:
Sí, renuncio.

Exorcista:
¿Renuncian a Satanás, que es el autor y el príncipe del
pecado?
Todos:
Sí, renuncio.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso,


creador del cielo y de la tierra?
Todos:
Sí, creo.
¿Creen en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor,
que nació de la Virgen María,
padeció y fue sepultado,
resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre?
Todos:
Sí, creo.
¿Creen en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la Vida eterna?
Todos:
Sí, creo.

57. Luego el exorcista introduce a la oración del Señor


diciendo con las manos juntas:
Unidos como hermanos y junto a N. [Alejandro],
invoquemos a Adonai como Jesucristo nos enseñó
para que Él nos libre de todo mal.
O bien:
No sabemos orar como conviene, pero el Espíritu viene en
ayuda de nuestra debilidad y Él mismo interpela y ruega a
Dios por nosotros. Movidos por el Espíritu digamos juntos:
Mat 6:9 Sic ergo vos orabitis: [Pater noster, qui es in
cælis, sanctificetur nomen tuum.
Mat 6:10 Adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua,
sicut in cælo et in terra.
Mat 6:11 Panem nostrum supersubstantialem da
nobis hodie,
Mat 6:12 et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos
dimittimus debitoribus nostris.
Mat 6:13 Et ne nos inducas in tentationem, sed libera
nos a malo. Amen.]

Mat 6:9 ”Ustedes deben orar de esta manera:g


”‘Padre nuestro que estás en los cielos, que tu
nombreh sea santificado.*i

Mat 6:10 Que venga tu Reino.j Que se haga tu


voluntad,k como en el cielo, también en la tierra.l

Mat 6:11 Danos hoy nuestro pan para este día;m


Mat 6:12 perdónanos nuestras deudas, como nosotros
también hemos perdonado a nuestros deudores.n

Mat 6:13 Y no nos dejes caer* en la tentación,o sino


líbranos* del Maligno’.p
Junta las manos y los presentes concluyen la oración
aclamando:
Mat 6:13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del
mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por
todos los siglos. Amén.

Señal de la cruz.
58. Luego el exorcista muestra la cruz y, con ella, bendice
al fiel atormentado mientras dice:
Ante la Cruz de nuestro Señor
aléjense de aquí,
todas las fuerzas enemigas.
O bien:
Por medio del signo de la Cruz,
nuestro Señor te libre del enemigo.
O bien:
La santa Cruz sea, para ti, luz y vida.

Soplo.
59. Si parece conveniente, el exorcista sopla sobre el rostro
del fiel atormentado, diciendo:
Con el Espíritu de tu boca, Señor
expulsa los espíritus malignos,
mándales alejarse
porque se aproxima tu Reino.

Oración del exorcismo


60. Luego el exorcista pronuncia la fórmula deprecativa del
exorcismo mayor (n.61). Si es oportuno también añade la
fórmula imperativa. Otras fórmulas tanto deprecativas como
imperativas, se proponen en el capítulo II, nn.81-84

61. Fórmula deprecativa


Dios, creador y defensor del género humano,
dirige tu mirada sobre este siervo tuyo (sierva tuya) N.
[Alejandro]
a quien formaste a tu imagen
y llamas a ser partícipe de tu gloria.
El antiguo adversario lo (la) atormenta cruelmente,
lo (la) oprime con fuerte violencia
y lo (la) inquieta con cruel terror.
Envía sobre él (ella) tu Espíritu Santo
para que lo (la) haga fuerte en la lucha
le enseñe a rogar en la tribulación
y lo (la) defienda con su poderosa protección.
Escucha, Padre santo,
el gemido de tu Iglesia suplicante;
no permitas que tu hijo (hija)
sea poseída por el padre de la mentira;
no dejes que este servidor (servidora)
a quien Cristo redimió con su Sangre
sea retenido (retenida) por la cautividad del diablo;
impide que el templo de tu Espíritu
sea inhabitado por los espíritus inmundos.
Escucha, Dios misericordioso,
la oración de la bienaventurada Virgen María,
cuyo Hijo, muriendo en la Cruz,
aplastó la cabeza de la antigua serpiente
y encomendó a la Madre todos los hombres como
hijos.
Que resplandezca en este siervo tuyo (sierva tuya) la
luz de la verdad
entre en él (ella) el gozo de la paz,
lo (la) posea el Espíritu de la paz
y llenando su corazón le dé la serenidad y la paz.
Escucha, Adonai. la oración de San Miguel Arcángel
y de todos los ángeles que te sirven.
Dios de todo bien, impide decididamente la acción
diabólica;
tú que eres la fuente de la verdad y del perdón,
expulsa las falaces insidias del diablo;
Señor de la libertad y de la gracia,
desata los lazos de la perversidad.
Tú que amas y salvas al hombre
que escuchas paternalmente la oración de los
apóstoles Pedro y Pablo
y de todos los santos que con tu gracia vencieron las
asechanzas del Maligno.
Libra a este siervo tuyo (esta sierva tuya)
de toda potestad ajena
y custodia la firmeza que necesita.
para que restituido (restituida) a la serenidad espiritual
te ame de corazón y te sirva con sus obras,
te glorifique con sus alabanzas y te celebre con su
vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Y todos responden:
Amén.

62. Fórmula imperativa


Te declaro anatema, Satanás, enemigo de la salvación
humana;
reconoce la justicia y la bondad de Dios Padre,
que, con justo juicio, condenó tu soberbia y tu envidia:
apártate de este siervo (esta sierva) N. [Alejandro],
a quien Dios hizo a su imagen,
colmó con sus dones
y adoptó como hijo (hija) de su misericordia.
Te conjuro, Satanás, príncipe de este mundo:
reconoce el poder y la fuerza de Jesucristo,
que te venció en el desierto,
superó tus insidias en el Huerto,
te despojó en la Cruz,
y resucitado del sepulcro
transfirió tus trofeos al reino de la luz:
retírate de esta criatura N. [Alejandro],
a la cual Cristo al nacer hizo su hermano (hermana)
y al morir lo (la) redimió con su Sangre.
Te conjuro, Satanás, que engañas al género humano,
reconoce al Espíritu de la verdad y de la gracia
que repele tus insidias y confunde tus mentiras.
Sal de N. [Alejandro], criatura plasmada por Adonai,
a quien el mismo Espíritu marcó con su sello
poderoso;
retírate de este hombre (esta mujer),
a quien Dios hizo templo sagrado
con una unción espiritual.
Por eso, retírate, Satanás,
en el nombre del Padre X, y del Hijo X, y del Espíritu X
Santo;
retírate por la fe y la oración de la Iglesia;
retírate por la señal de la santa Cruz,
de nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.
Otras fórmulas deprecativas e imperativas que pueden
añadirse o cambiarse con aquéllas que aquí se han
indicado, pueden verse en el capítulo II, nn. 81-83.

Acción de gracias
63. Después de la liberación del fiel atormentado, el
exorcista y los presentes entonan el siguiente cántico:
Luc 1:28 Et ingressus angelus ad eam dixit: Ave gratia
plena: Iahveh tecum: benedicta tu in mulieribus.
Luc 1:42 et exclamavit voce magna, et dixit: Benedicta
tu inter mulieres, et benedictus fructus ventris tui.

Luc 1:28 Cuando el ángel entró, le dijo: “Te saludo,


mujer especialmente favorecida; Iahveh* está contigo”.
Luc 1:42 y con voz fuerte exclamó: “¡Bendita tú entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

Luc 1:46 Et ait Maria: [Magnificat anima mea Iahveh:


Luc 1:47 et exsultavit spiritus meus in Deo salutari
meo.
Luc 1:48 Quia respexit humilitatem ancillæ suæ: ecce
enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes,
Luc 1:49 quia fecit mihi magna qui potens est: et
sanctum nomen ejus,
Luc 1:50 et misericordia ejus a progenie in progenies
timentibus eum.
Luc 1:51 Fecit potentiam in brachio suo: dispersit
superbos mente cordis sui.
Luc 1:52 Deposuit potentes de sede, et exaltavit
humiles.
Luc 1:53 Esurientes implevit bonis: et divites dimisit
inanes.
Luc 1:54 Suscepit Israël puerum suum, recordatus
misericordiæ suæ:
Luc 1:55 sicut locutus est ad patres nostros, Abraham
et semini ejus in sæcula.]
Luc 1:46 Y María dijo: “Mi alma* engrandece a
Iahveh,*j
Luc 1:47 y mi espíritu no puede menos que rebosar de
alegría a causa de Dios, mi Salvador,k
Luc 1:48 porque él se ha fijado en la humilde condición
de su esclava.l ¡Y de ahora en adelante todas las
generaciones me llamarán feliz!m
Luc 1:49 Porque el Poderoso ha hecho cosas grandes
por mí, y su nombre es santo.n
Luc 1:50 De generación en generación les tiene
misericordia a quienes le temen.o
Luc 1:51 Ha hecho cosas poderosas con su brazo; ha
dispersado a los que tienen intenciones arrogantes en
el corazón.p
Luc 1:52 A los poderosos los ha derribado de sus
tronosq y a los humildes los ha elevado;r
Luc 1:53 a los hambrientos los ha saciado por
completo con cosas buenass y a los ricos los ha
despedido con las manos vacías.
Luc 1:54 Ha venido a ayudar a su siervo, Israel,
acordándose de su misericordiat

Luc 1:55 a favor de Abrahán y su descendencia*u para


siempre, tal como les prometió a nuestros
antepasados”.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
O bien:
Luc 1:68 [Benedictus Iahveh Deus Israël, quia visitavit,
et fecit redemptionem plebis suæ:
Luc 1:69 et erexit cornu salutis nobis in domo David
pueri sui,
Luc 1:70 sicut locutum est per os sanctorum, qui a
sæculo sunt, prophetarum ejus:
Luc 1:71 salutem ex inimicis nostris, et de manu
omnium qui oderunt nos:
Luc 1:72 ad faciendam misericordiam cum patribus
nostris: et memorari testamenti sui sancti:
Luc 1:73 jusjurandum, quod juravit ad Abraham patrem
nostrum, daturum se nobis
Luc 1:74 ut sine timore, de manu inimicorum
nostrorum liberati, serviamus illi
Luc 1:75 in sanctitate et justitia coram ipso, omnibus
diebus nostris.
Luc 1:76 Et tu puer, propheta Altissimi vocaberis:
præibis enim ante faciem Iahveh parare vias ejus,
Luc 1:77 ad dandam scientiam salutis plebi ejus in
remissionem peccatorum eorum
Luc 1:78 per viscera misericordiæ Dei nostri, in quibus
visitavit nos, oriens ex alto:
Luc 1:79 illuminare his qui in tenebris et in umbra
mortis sedent: ad dirigendos pedes nostros in viam
pacis.]
Luc 1:68 “Alabado sea Iahveh,* el Dios de Israel,z
porque se ha compadecido de su pueblo y lo ha
liberado.a
Luc 1:69 Ha hecho surgir para nosotros un poderoso
salvador*b de la casa de su siervo Davidc
Luc 1:70 —tal como dijo por boca de sus santos
profetas de la antigüedad—d
Luc 1:71 para salvarnos de nuestros enemigos y de las
manos de todos los que nos odian,e
Luc 1:72 para tener misericordia por causa de
nuestros antepasados y para acordarse de su santo
pacto,f
Luc 1:73 el juramento que le hizo a nuestro
antepasado Abraháng
Luc 1:74 de que, después de rescatarnos de las manos
de los enemigos, nos concedería el privilegio de darle
servicio sagrado sin temor
Luc 1:75 y con lealtad y justicia delante de él todos los
días de nuestra vida.
Luc 1:76 Y tú, pequeño, serás llamado profeta del
Altísimo, porque irás delante de Iahveh * para preparar
sus caminos,h
Luc 1:77 para darle a su pueblo el conocimiento de la
salvación mediante el perdón de sus pecadosi
Luc 1:78 debido a la tierna compasión de nuestro Dios.
Por esa compasión, la luz de un amanecer nos visitará
desde lo alto
Luc 1:79 para alumbrar a los que están sentados en
oscuridad y bajo la sombra de la muerte,j y para guiar
nuestros pies por el camino de la paz”.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

64. Luego el exorcista pronuncia la siguiente oración:


Señor y Dios, creador y salvador de todo hombre,
que a este amado siervo tuyo (esta amada sierva tuya)
N. [Alejandro]
recibiste con misericordia;
te pedimos que lo (la) conserves con tu providencia
y lo (la) custodies en la libertad que le concedió tu Hijo.
Garantiza, Iahveh, que el espíritu de impiedad
no tenga poder en adelante sobre él (ella);
ordena, Iahveh, que lo (la) colmen
la bondad y la paz del Espíritu Santo,
de tal manera que nunca tema al Maligno,
porque el Señor Jesucristo permanece entre nosotros,
Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.
Rito de conclusión
65. Luego se procede a la despedida. El exorcista,
dirigiéndose a los presentes dice con las manos
extendidas:
El Señor esté con ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
El exorcista bendice a los presentes:
Que el Señor los bendiga y los proteja.
R. Amén.
Haga brillar su rostro sobre ustedes y los bendiga.
R. Amén.
Les descubra su rostro y les conceda la paz.
R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo X y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
Todos responden:
Amén.

O bien:
La paz de Dios,
que supera todo lo que podemos pensar,
tome bajo su cuidado los corazones y pensamientos de
ustedes,
en el conocimiento y el amor de Dios
y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo X y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
Todos responden:
Amén.

66. Si el exorcismo debe ser reiterado, el exorcista reserva


la bendición indicada en el n. 65 para el final.

CAPÍTULO II
DIVERSOS TEXTOS FACULTATIVOS PARA AÑADIR EN
EL RITO

I
SALMOS
67.
Salmo 3
2Co 1:9 Sed ipsi in nobismetipsis responsum mortis
habuimus, ut non simus fidentes in mortuos, sed in
Deo, qui suscitat mortuos:
2Co 1:9 De hecho, nos sentimos como si ya
estuviéramos condenados a muerte. Esto sucedió para
que no confiáramos en nosotros mismos, sino en el
Diosm que levanta a los muertos.
Sal 3:1 <Psalmus David, cum fugeret a facie Absalom
filii sui.> [Iahveh, quid multiplicati sunt qui tribulant
me? Multi insurgunt adversum me;
Sal 3:3 multi dicunt animæ meæ: Non est salus ipsi in
Deo ejus.
Sal 3:4 Tu autem Iahveh, susceptor meus es, gloria
mea, et exaltans caput meum.
Sal 3:5 Voce mea ad Iahveh clamavi; et exaudivit me de
monte sancto suo.
Sal 3:6 Ego dormivi, et soporatus sum; et exsurrexi,
quia Iahveh suscepit me.
Sal 3:7 Non timebo millia populi circumdantis me.
Exsurge, Iahveh; salvum me fac, Deus meus.
Sal 3:8 Quoniam tu percussisti omnes adversantes
mihi sine causa; dentes peccatorum contrivisti.
R. Tú, Iahveh, eres mi protector.
Sal 3:1

Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón. a


Oh, Iahveh, ¿por qué se han hecho tantos
mis adversarios?b

¿Por qué se levantan tantos contra mí?c


Sal 3:2 Muchos dicen de mí:
“Dios no lo va a salvar”.d (Sélah).*

R. Tú, Iahveh, eres mi protector.

Sal 3:3 Pero tú, oh, Iahveh, eres un escudo a mi


alrededor,e

eres mi gloriaf y el que levanta mi cabeza.g


Sal 3:4 Llamaré a Iahveh con toda mi voz,

y él me responderá desde su santa montaña.h (Sélah).

R. Tú, Iahveh, eres mi protector.

Sal 3:5 Me acostaré y dormiré;


y me despertaré sintiéndome seguro,

porque Iahveh siempre me da su apoyo.i


Sal 3:6 No tengo miedo de decenas de miles

que por todos lados se ponen en fila contra mí.j

R. Tú, Iahveh, eres mi protector.

Sal 3:7 ¡Levántate, oh, Iahveh! ¡Sálvame,k Dios mío!


Porque tú golpearás a todos mis enemigos
en la mandíbula;
les romperás los dientes a los malvados.l

Sal 3:8 La salvación le pertenece a Iahveh.m


Tu bendición está sobre tu pueblo. (Sélah).

R. Tú, Iahveh, eres mi protector.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Tú, Iahveh, eres mi protector.

Oración.

Iahveh y protector nuestro,


atiende nuestra aflicción,
porque se han multiplicado quienes atormentan
a tu servidor (tu servidora) N. [Alejandro];
tú que sostienes al que persevera,
derrama tu bendición abundante sobre él (ella)
para que conozca a tu Salvador, Jesucristo,
que venció las insidias del diablo.
Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
68.
Salmo 10
Mat 10:31 Nolite ergo timere: multis passeribus
meliores estis vos.

Mat 10:31 Así que no tengan miedo. Ustedes valen más


que muchos gorriones.p
Sal 10:1 <In finem. Psalmus David.> [In Iahveh confido;
quomodo dicitis animæ meæ: Transmigra in montem
sicut passer?
Sal 10:3 Quoniam ecce peccatores intenderunt arcum;
paraverunt sagittas suas in pharetra, ut sagittent in
obscuro rectos corde:
Sal 10:4 quoniam quæ perfecisti destruxerunt; justus
autem, quid fecit?
Sal 10:5 Iahveh in templo sancto suo; Iahveh in cælo
sedes ejus. Oculi ejus in pauperem respiciunt;
palpebræ ejus interrogant filios hominum.
Sal 10:6 Iahveh interrogat justum et impium; qui autem
diligit iniquitatem, odit animam suam.
Sal 10:7 Pluet super peccatores laqueos; ignis et
sulphur, et spiritus procellarum, pars calicis eorum.
Sal 10:8 Quoniam justus Iahveh, et justitias dilexit:
æquitatem vidit vultus ejus.]

R. Confío en Iahveh.
Sal 11:1
Al director. De David.

En Iahveh me he refugiado.a
Así que no sé cómo pueden ustedes decirme:
“¡Huye* como un pájaro a su montaña!

R. Confío en Iahveh.

Sal 11:2 Mira cómo tensan el arco los malvados;


colocan sus flechas en la cuerda
para disparar desde la oscuridad a los que son rectos
de corazón.
Sal 11:3 Cuando los fundamentos* son demolidos,
¿qué puede hacer el justo?”.

R. Confío en Iahveh.

Sal 11:4 Iahveh está en su santo templo.b

El trono de Iahveh está en los cielos.c


Sus ojos observan;
su atenta mirada examina* a los hijos de los
hombres.d
Sal 11:5 Iahveh examina tanto al justo como al
malvado;e
él* odia a todo el que ama la violencia.f
Sal 11:6 Sobre los malvados él hará llover trampas;*

fuego, azufreg y un viento abrasador es lo que les


corresponderá.*

R. Confío en Iahveh.

Sal 11:7 Porque Iahveh es justo;h él ama los actos


justos.i

Los que son rectos verán su rostro.*j

R. Confío en Iahveh.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Confío en Iahveh.

Oración.

Iahveh, que amas la justicia y miras atentamente al


pobre;
libra a tu servidor (tu servidora) N. [Alejandro] de los
lazos ocultos
y defiéndelo (defiéndela) de los que se ven;
para que siguiendo tras las cosas que te agradan,
merezca ver tu rostro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

69.
Salmo 12
Rom 15:13 Deus autem spei repleat vos omni gaudio,
et pace in credendo: ut abundetis in spe, et virtute
Spiritus Sancti.

Rom 15:13 Que el Dios que da esperanza los llene de


felicidad y paz por su confianza en él, para que tengan
mucha* esperanza por el poder del espíritu santo.u
Sal 12:1 <In finem. Psalmus David.> [Usquequo,
Iahveh, oblivisceris me in finem? usquequo avertis
faciem tuam a me?
Sal 12:2 quamdiu ponam consilia in anima mea;
dolorem in corde meo per diem?
Sal 12:3 usquequo exaltabitur inimicus meus super
me?
Sal 12:4 Respice, et exaudi me, Iahveh Deus meus.
Illumina oculos meos, ne umquam obdormiam in
morte;
Sal 12:5 nequando dicat inimicus meus: Prævalui
adversus eum. Qui tribulant me exsultabunt si motus
fuero;
Sal 12:6 ego autem in misericordia tua speravi.
Exsultabit cor meum in salutari tuo. Cantabo Iahveh qui
bona tribuit mihi; et psallam nomini Iahveh altissimi.]

R. Mi corazón se alegrará en tu salvación.

13:1
Al director. Salmo de David.
¿Hasta cuándo, oh, Iahveh, me dejarás en el olvido?
¿Para siempre?

¿Hasta cuándo me darás la espalda?*a


Sal 13:2 ¿Hasta cuándo tendré ansiedad y
preocupaciones,
tristeza en mi corazón día tras día?

¿Hasta cuándo estará mi enemigo por encima de mí?b


Sal 13:3 Mírame y respóndeme, oh, Iahveh mi Dios.
Ilumina mis ojos para que no me duerma en la muerte,

Sal 13:4 para que mi enemigo no diga: “¡Lo he


derrotado!”.
No dejes que mis opositores se alegren por mi caída.c

R. Mi corazón se alegrará en tu salvación.

Sal 13:5 Por mi parte, yo confío en tu amor leal;d

mi corazón se alegrará por tus actos de salvación.e


Sal 13:6 Le cantaré a Iahveh, porque me ha
recompensado generosamente.*f

R. Mi corazón se alegrará en tu salvación.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Mi corazón se alegrará en tu salvación.

Oración

Iahveh el omnipotente,
no apartes tu rostro de este servidor tuyo (esta
servidora tuya) N. [Alejandro]
para que nuestro enemigo no se levante contra él
(contra ella);
llena de tal manera su corazón con el gozo de tu
salvación
que prevalezca sobre el mar de la muerte.
Por Cristo nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

70.
Salmo 21
Heb 5:7 Qui in diebus carnis suæ preces,
supplicationesque ad eum qui possit illum salvum
facere a morte cum clamore valido, et lacrimis offerens,
exauditus est pro sua reverentia.

El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias,


con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía
salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde
sumisión. (Heb 5,7)
Sal 21:1 <In finem, pro susceptione matutina. Psalmus
David.> [Deus, Deus meus, respice in me: quare me
dereliquisti? longe a salute mea verba delictorum
meorum.
Sal 21:3 Deus meus, clamabo per diem, et non
exaudies; et nocte, et non ad insipientiam mihi.
Sal 21:4 Tu autem in sancto habitas, laus Israël.
Sal 21:5 In te speraverunt patres nostri; speraverunt, et
liberasti eos.
Sal 21:6 Ad te clamaverunt, et salvi facti sunt; in te
speraverunt, et non sunt confusi.
Sal 21:7 Ego autem sum vermis, et non homo;
opprobrium hominum, et abjectio plebis.
Sal 21:8 Omnes videntes me deriserunt me; locuti sunt
labiis, et moverunt caput.
Sal 21:9 Speravit in Iahveh, eripiat eum: salvum faciat
eum, quoniam vult eum.
Sal 21:10 Quoniam tu es qui extraxisti me de ventre,
spes mea ab uberibus matris meæ.
Sal 21:11 In te projectus sum ex utero; de ventre matris
meæ Deus meus es tu:
Sal 21:12 ne discesseris a me, quoniam tribulatio
proxima est, quoniam non est qui adjuvet.
Sal 21:13 Circumdederunt me vituli multi; tauri pingues
obsederunt me.

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:1
Al director; a la manera de “La cierva del alba”.* Salmo
de David.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?a


¿Por qué estás lejos de salvarme,

lejos de mis gritos de angustia?b


Sal 22:2 Dios mío, sigo llamando de día, y tú
no respondes;c
y de noche no me quedo en silencio.

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:3 Pero tú eres santo,d


estás rodeado de* las alabanzas de Israel.

Sal 22:4 Nuestros padres pusieron su confianza en ti;e

ellos confiaban, y tú siempre los rescatabas.f


Sal 22:5 A ti clamaban, y eran salvados;

en ti confiaban, y no quedaban decepcionados.*g

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:6 Pero yo soy un gusano, no un hombre,


ridiculizado por* los hombres y despreciado
por el pueblo.h

Sal 22:7 Todos los que me ven se ríen de mí;i


hablan con desprecio y menean la cabeza en son de
burla:j
Sal 22:8 “Se puso en manos de* Iahveh. ¡Que él lo
rescate!

¡Que lo salve, si tanto lo quiere!”.k


R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:9 Fuiste tú quien me sacó de la matriz,l


quien me hizo sentir seguro en los pechos
de mi madre.
Sal 22:10 Desde que nací, fui puesto a tu cuidado;*
desde la matriz de mi madre, tú has sido mi Dios.
Sal 22:11 No te quedes lejos de mí, porque se acercan
dificultadesm

y no tengo a nadie más que me ayude.n

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:12 Me rodean muchos toros jóvenes;o

me cercan toros fuertes de Basán.p

Sal 22:13 Abren bien su boca contra mí,q

como un león que ruge y despedaza su presa.r


Sal 22:14 Como agua, soy derramado;
todos mis huesos están dislocados.

Mi corazón se ha vuelto como cera,s

se derrite muy dentro de mí.t


Sal 22:15 Mi fuerza se ha secado como una vasija de
barro;u
la lengua se me pega a las encías;v

tú me haces bajar al polvo de la muerte.w

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:16 Porque perros me rodean;x

me acorralan como una banda de delincuentes;y

como un león, se lanzan contra mis manos y mis pies.z

Sal 22:17 Puedo contar todos mis huesos.a


Ellos* me observan y se quedan mirándome.
Sal 22:18 Se reparten mis prendas de vestir,

y por mi ropa echan suertes.b

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:19 Pero tú, oh, Iahveh, no te quedes lejos.c

Tú eres mi fuerza; ven rápido a ayudarme.d


Sal 22:20 Sálvame de la espada,

libra mi valiosa vida* de las garras* de los perros;e

Sal 22:21 sálvame de la boca del leónf y de los cuernos


de toros salvajes;
respóndeme y sálvame.

Sal 22:22 Les proclamaré tu nombre a mis hermanos;g

te alabaré en medio de la congregación.h

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:23 ¡Ustedes, los que temen a Iahveh, alábenlo!

¡Todos ustedes, descendencia de Jacob, denle gloria!i


¡Muéstrenle reverencia, todos ustedes, descendencia
de Israel!
Sal 22:24 Porque él no ha despreciado ni aborrecido el
sufrimiento del oprimido;j

no le ha dado la espalda.*k

Cuando este le pidió ayuda a gritos, él oyó.l

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:25 Te alabaré en la congregación grande;m


delante de los que le temen, cumpliré mis votos.
Sal 22:26 Los mansos comerán y quedarán
satisfechos;n

los que buscan a Iahveh lo alabarán.o


Que ustedes vivan* para siempre.
Sal 22:27 Todos los confines de la tierra se acordarán
de Iahveh y volverán a él.
Todas las familias de las naciones se inclinarán delante
de ti.p

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:28 Porque la autoridad real es de Iahveh;q


él gobierna a las naciones.
Sal 22:29 Todos los ricos* de la tierra comerán y se
inclinarán;
todos los que van bajando al polvo se arrodillarán ante
él;
ninguno de ellos puede conservar su vida.

R. Sálvame de la boca del león.

Sal 22:30 Sus descendientes le servirán;*


a la siguiente generación se le hablará de Iahveh.
Sal 22:31 Vendrán y anunciarán su justicia.
Al pueblo que aún no ha nacido le contarán lo que él ha
hecho.

R. Sálvame de la boca del león.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Sálvame de la boca del león.

Oración

Iahveh, que reconciliaste contigo al mundo por la


pasión de tu Hijo,
te suplicamos humildemente
que no postergues el auxilio que necesita de ti, este
hijo tuyo (hija tuya) N. [Alejandro];
defiéndelo (defiéndela) y líbralo (líbrala) de la boca del
león
que busca arrebatarlo (arrebatarla).
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

71.
Salmo 30
Luc 23:46 Et clamans voce magna Jesus ait: Pater, in
manus tuas commendo spiritum meum. Et hæc dicens,
expiravit.

Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos


encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró (Lc.
23,46).
Sal 30:1 <In finem. Psalmus David, pro extasi.> [In te,
Iahveh, speravi; non confundar in æternum: in justitia
tua libera me.
Sal 30:3 Inclina ad me aurem tuam; accelera ut eruas
me. Esto mihi in Deum protectorem, et in domum
refugii, ut salvum me facias:
Sal 30:4 quoniam fortitudo mea et refugium meum es
tu; et propter nomen tuum deduces me et enutries me.
Sal 30:5 Educes me de laqueo hoc quem absconderunt
mihi, quoniam tu es protector meus.
Sal 30:6 In manus tuas commendo spiritum meum;
redemisti me, Iahveh Deus veritatis.
Sal 30:7 Odisti observantes vanitates supervacue; ego
autem in Iahveh speravi.
Sal 30:8 Exsultabo, et lætabor in misericordia tua,
quoniam respexisti humilitatem meam; salvasti de
necessitatibus animam meam.
Sal 30:9 Nec conclusisti me in manibus inimici:
statuisti in loco spatioso pedes meos.
Sal 30:10 Miserere mei, Iahveh, quoniam tribulor;
conturbatus est in ira oculus meus, anima mea, et
venter meus.
Sal 30:11 Quoniam defecit in dolore vita mea, et anni
mei in gemitibus. Infirmata est in paupertate virtus mea,
et ossa mea conturbata sunt.
Sal 30:12 Super omnes inimicos meos factus sum
opprobrium, et vicinis meis valde, et timor notis meis;
qui videbant me foras fugerunt a me.

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:1
Al director. Salmo de David.

Oh, Iahveh, en ti me he refugiado.a

Que nunca quede avergonzado.b

Por tu justicia, rescátame.c


Sal 31:2 Inclina tu oído hacia mí.*

Ven rápido a rescatarme.d


Sé para mí una fortaleza en las montañas,

una fortificación para salvarme.e

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:3 Porque tú eres mi peñasco y mi fortaleza;f

por tu nombre,g me dirigirás y me guiarás.h


Sal 31:4 Me liberarás de la red que escondieron
para atraparme,i
porque tú eres mi fortaleza.j

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:5 En tus manos encomiendo mi espíritu.k

Me has rescatado, oh, Iahveh, el Dios de la verdad.*l


Sal 31:6 Odio a los que son devotos de ídolos vanos,
inútiles;
pero yo, yo confío en Iahveh.
Sal 31:7 Sentiré una inmensa alegría por tu amor leal,

porque tú has visto mi sufrimiento,m


estás al tanto de mi profunda angustia.*
Sal 31:8 No me entregaste en manos de mi enemigo,
sino que me pusiste en un lugar seguro.*

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:9 Concédeme tu favor, oh, Iahveh, porque estoy


agobiado.

La angustia ha debilitado mis ojos,n mi cuerpo


entero.*o

Sal 31:10 Mi vida se consume de tristeza,p

y mis años, entre quejidos.q


Por culpa de mi error, mis fuerzas se están agotando,

mis huesos se van debilitando.r

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:11 Todos mis adversarios se burlan de mí,s


sobre todo mis vecinos.
Soy el terror de mis conocidos;

cuando me ven en público, huyen de mí.t


Sal 31:12 Me sacan de su corazón* y me olvidan, como
si estuviera muerto;
soy como una vasija rota.
Sal 31:13 He oído muchos rumores maliciosos;

el terror me rodea.u
Cuando ellos se reúnen como uno solo para ir contra
mí,

traman quitarme la vida.v

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:14 Pero yo, oh, Iahveh, confío en ti.w

Declaro: “Tú eres mi Dios”.x


Sal 31:15 Mis días* están en tus manos.
Rescátame de las manos de mis enemigos y
de quienes me persiguen.y

Sal 31:16 Haz que tu rostro brille sobre tu siervo.z


Por tu amor leal, sálvame.

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:17 Oh, Iahveh, que yo no quede avergonzado


cuando te llame.a

Que queden avergonzados los malvados;b

que sean silenciados en la Tumba.*c


Sal 31:18 Que se queden mudos los labios
mentirosos,d
los labios que hablan contra el justo de modo
arrogante, con soberbia y desprecio.

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:19 ¡Qué abundante es tu bondad!e

La has reservado para los que te temen,f


la has mostrado ante todos los hombres en beneficio
de quienes se refugian en ti.g
Sal 31:20 En el lugar secreto de tu presencia, tú los
ocultarásh
de los planes malvados de los hombres;
en tu refugio, tú los esconderás

de los ataques maliciosos.*i

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:21 Alabado sea Iahveh,


porque, de una manera maravillosa, me ha mostrado su
amor lealj en una ciudad sitiada.k
Sal 31:22 Sentí pánico y dije:

“Seré eliminado de tu presencia”.l


Pero, cuando clamé a ti, tú oíste mis ruegos
por ayuda.m

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Sal 31:23 ¡Amen a Iahveh, todos los que le son leales!n

Iahveh protege al fiel,o

pero al arrogantep le da con creces su merecido.

Sal 31:24 Sean valientes, y que sea fuerte su corazón,q

todos ustedes, los que esperan a Iahveh.r

R. Líbrame del poder de mis enemigos.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Líbrame del poder de mis enemigos.

Oración

Iahveh, sé una roca protectora para tu servidor


(servidora) N. [Alejandro],
y ya que lo (la) redimiste con la preciosa Sangre de tu
Hijo,
líbralo (líbrala) del lazo del enemigo que lo (la)
persigue;
ilumina tu rostro sobre él (ella) y sálvalo (sálavala) por
tu misericordia,
Tú que conoces las ansiedades de su alma.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

72.
Salmo 34
Efe 6:10 De cetero, fratres, confortamini in Domino, et
in potentia virtutis ejus.
Efe 6:11 Induite vos armaturam Dei, ut possitis stare
adversus insidias diaboli:

Efe 6:10 Por último, sigan fortaleciéndosel en el Señor


y en su poderosa fuerza.

Efe 6:11 Pónganse la armaduram completa que Dios


da, para que puedan mantenerse firmes contra las
astutas trampas* del Diablo;

Sal 34:1 <Ipsi David.> [Judica, Iahveh, nocentes me;


expugna impugnantes me.
Sal 34:2 Apprehende arma et scutum, et exsurge in
adjutorium mihi.
Sal 34:3 Effunde frameam, et conclude adversus eos
qui persequuntur me; dic animæ meæ: Salus tua ego
sum.
Sal 34:4 Confundantur et revereantur quærentes
animam meam; avertantur retrorsum et confundantur
cogitantes mihi mala.
Sal 34:5 Fiant tamquam pulvis ante faciem venti, et
angelus Iahveh coarctans eos.
Sal 34:6 Fiat via illorum tenebræ et lubricum, et
angelus Iahveh persequens eos.
Sal 34:7 Quoniam gratis absconderunt mihi interitum
laquei sui; supervacue exprobraverunt animam meam.
Sal 34:8 Veniat illi laqueus quem ignorat, et captio
quam abscondit apprehendat eum, et in laqueum cadat
in ipsum.
Sal 34:9 Anima autem mea exsultabit in Iahveh, et
delectabitur super salutari suo.
Sal 34:10 Omnia ossa mea dicent: Iahveh, quis similis
tibi? eripiens inopem de manu fortiorum ejus; egenum
et pauperem a diripientibus eum.
Sal 34:11 Surgentes testes iniqui, quæ ignorabam
interrogabant me.
Sal 34:12 Retribuebant mihi mala pro bonis,
sterilitatem animæ meæ.
Sal 34:13 Ego autem, cum mihi molesti essent,
induebar cilicio; humiliabam in jejunio animam meam,
et oratio mea in sinu meo convertetur.
Sal 34:14 Quasi proximum et quasi fratrem nostrum sic
complacebam; quasi lugens et contristatus sic
humiliabar.
Sal 34:15 Et adversum me lætati sunt, et convenerunt;
congregata sunt super me flagella, et ignoravi.
Sal 34:16 Dissipati sunt, nec compuncti; tentaverunt
me, subsannaverunt me subsannatione; frenduerunt
super me dentibus suis.
Sal 34:17 Iahveh, quando respicies? Restitue animam
meam a malignitate eorum; a leonibus unicam meam.
Sal 34:18 Confitebor tibi in ecclesia magna; in populo
gravi laudabo te.
Sal 34:19 Non supergaudeant mihi qui adversantur
mihi inique, qui oderunt me gratis, et annuunt oculis.
Sal 34:20 Quoniam mihi quidem pacifice loquebantur;
et in iracundia terræ loquentes, dolos cogitabant.
Sal 34:21 Et dilataverunt super me os suum; dixerunt:
Euge, euge! viderunt oculi nostri.
Sal 34:22 Vidisti, Iahveh: ne sileas; Iahveh, ne discedas
a me.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:1
De David.

Oh, Iahveh, defiende mi caso contra mis opositores;a

lucha contra los que luchan contra mí.b

Sal 35:2 Toma los escudos, el pequeño* y el grande,c

y levántate en mi defensa.d
Sal 35:3 Levanta tu lanza y tu hacha de guerra* contra
los que me persiguen.e

Dime: “Yo soy tu salvación”.f

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:4 Que queden deshonrados y humillados los


que tratan de quitarme la vida.*g
Que retrocedan avergonzados los que traman acabar
conmigo.
Sal 35:5 Que sean como paja llevada* por el viento;

que los expulse el ángel de Iahveh.h


Sal 35:6 Que su camino sea oscuro y resbaladizo
cuando el ángel de Iahveh los persiga.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:7 Porque sin ningún motivo han escondido una


red para atraparme;
sin ningún motivo han hecho un hoyo para mí.*
Sal 35:8 Que el desastre les caiga encima por
sorpresa;
que la red que escondieron los atrape;

que caigan en ella y sean destruidos.i

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:9 Pero yo me alegraré por causa de Iahveh;


estaré alegre por sus actos de salvación.
Sal 35:10 Todos mis huesos dirán:
“Oh, Iahveh, ¿quién es como tú?

Tú rescatas al indefenso de los que son más fuertes,j

al indefenso y al pobre de los que les roban”.k


R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:11 Testigos con malas intenciones se


presentanl
preguntándome cosas sobre las que no sé nada.

Sal 35:12 Me devuelven mal por bien,m


me dejan desolado.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:11 Testigos con malas intenciones se


presentanl
preguntándome cosas sobre las que no sé nada.

Sal 35:12 Me devuelven mal por bien,m


me dejan desolado.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:15 En cambio, cuando yo caí,* ellos se pusieron


contentos y se juntaron;
se juntaron para atacarme en una emboscada;
me hicieron pedazos y no se quedaron callados.
Sal 35:16 Los irreverentes se burlan de mí con
desprecio,*

aprietan los dientes contra mí.n

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:17 Oh, Iahveh, ¿hasta cuándo te quedarás


mirando?o

Líbrame de sus ataques,p

libra de los leones jóvenes* mi valiosa vida.*q


Sal 35:18 Entonces, te daré gracias en la gran
congregación;r
te alabaré entre las multitudes del pueblo.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:19 No dejes que disfruten a costa mía quienes


sin ningún motivo son mis enemigos;

no dejes que se guiñen el ojo con malicias quienes sin


ningún motivo me odian.t
Sal 35:20 Porque no tienen palabras de paz,
sino que con engaño conspiran contra los pacíficos de
la tierra.u
Sal 35:21 Abren la boca de par en par para acusarme;
dicen: “¡Ah, qué bien! Nuestros ojos lo han visto”.
R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:22 Tú has visto eso, oh, Iahveh. No te quedes


callado.v

Oh, Iahveh, no te quedes lejos de mí.w


Sal 35:23 Despiértate, ven en mi defensa,
Dios mío, Iahveh, defiende mi caso legal.

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:24 Júzgame según tu justicia,x oh, Iahveh mi


Dios;
no dejes que ellos disfruten a costa mía.
Sal 35:25 Que nunca se digan a sí mismos: “¡Qué bien!
Ya tenemos lo que buscábamos”.*

Que nunca digan: “Nos lo hemos tragado”.y

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:26 Que todos ellos queden avergonzados


y deshonrados,
los que disfrutan con mi desgracia.
Que los que me tratan con arrogancia queden vestidos
de vergüenza y humillación.
Sal 35:27 Pero que quienes se complacen en mi
justicia
den gritos de alegría y siempre digan:
“Que sea engrandecido Iahveh, quien se complace en
la paz de su siervo”.z

R. Despiértate, Iahveh, y ven en mi ayuda.

Sal 35:28 Entonces, mi lengua hablará de* tu justiciaa

y te alabará todo el día.b

Oración

Iahveh y Dios nuestro, que proteges a los que esperan


en ti;
con tu auxilio y escudo levántate a favor de tu siervo
(sierva) N. [Alejandro],
rescátalo (rescátala) de las asechanzas del enemigo
y combate con tu fuerza poderosa a quienes lo (la)
atacan.
Por Cristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.
73.
Salmo 53, 3-9
Mar 6:50 Omnes enim viderunt eum, et conturbati
sunt. Et statim locutus est cum eis, et dixit eis:
Confidite, ego sum: nolite timere.

Mar 6:50 ya que todos lo vieron y se asustaron. Pero él


inmediatamente les dijo: “¡Ánimo! Soy yo. No tengan
miedo”.o
Sal 53:1 <In finem, in carminibus. Intellectus David,
cum venissent Ziphæi, et dixissent ad Saul: Nonne
David absconditus est apud nos?> [Deus, in nomine
tuo salvum me fac, et in virtute tua judica me.
Sal 53:4 Deus, exaudi orationem meam; auribus
percipe verba oris mei.
Sal 53:5 Quoniam alieni insurrexerunt adversum me, et
fortes quæsierunt animam meam, et non proposuerunt
Deum ante conspectum suum.
Sal 53:6 Ecce enim Deus adjuvat me, et Iahveh
susceptor est animæ meæ.

R. Iahveh sostiene mi alma.

Sal 54:1
Al director. Para acompañarse con instrumentos de
cuerda. Maskil. De David. Cuando los zifeos entraron
adonde estaba Saúl y le dijeron: “David está escondido
entre nosotros”.a

Sálvame, oh, Dios, por tu nombre;b

defiéndeme*c con tu poder.

Sal 54:2 Oh, Dios, oye mi oración;d


presta atención a las palabras de mi boca.

R. Iahveh sostiene mi alma.

Sal 54:3 Porque extraños se levantan contra mí

y hombres despiadados que quieren quitarme la vida.*e

Ellos no respetan a Dios.*f (Sélah).

Sal 54:4 ¡Miren! Dios es quien me ayuda;g


Iahveh está con quienes me apoyan.

R. Iahveh sostiene mi alma.

Sal 54:3 Porque extraños se levantan contra mí

y hombres despiadados que quieren quitarme la vida.*e

Ellos no respetan a Dios.*f (Sélah).

Sal 54:4 ¡Miren! Dios es quien me ayuda;g


Iahveh está con quienes me apoyan.
R. Iahveh sostiene mi alma.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Iahveh sostiene mi alma.

Oración

Iahveh, salva a tu siervo (tu sierva) N. [Alejandro],


y juzga con tu poder al enemigo que persigue su alma,
para que despojado (despojada) de toda tribulación
engrandezca tu santo nombre con el testimonio de su
fe.
Por Cristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

74.
Salmo 67, 2-4.29.33-36
Efe 4:8 Propter quod dicit: Ascendens in altum,
captivam duxit captivitatem: dedit dona hominibus.
Efe 4:8 Porque las Escrituras dicen: “Cuando él subió
a lo alto, se llevó prisioneros; dio hombres como
regalos”.l
Sal 67:1 <In finem. Psalmus cantici ipsi David.>
[Exsurgat Deus, et dissipentur inimici ejus; et fugiant
qui oderunt eum a facie ejus.
Sal 67:3 Sicut deficit fumus, deficiant; sicut fluit cera a
facie ignis, sic pereant peccatores a facie Dei.
Sal 67:4 Et justi epulentur, et exsultent in conspectu
Dei, et delectentur in lætitia.
Sal 67:5 Cantate Deo; psalmum dicite nomini ejus: iter
facite ei qui ascendit super occasum. Iahveh nomen illi;
exsultate in conspectu ejus. Turbabuntur a facie ejus,
Sal 67:6 patris orphanorum, et judicis viduarum; Deus
in loco sancto suo.
Sal 67:7 Deus qui inhabitare facit unius moris in domo;
qui educit vinctos in fortitudine, similiter eos qui
exasperant, qui habitant in sepulchris.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Sal 68:1
Al director. De David. Salmo. Canción.
Que Dios se levante, que sus enemigos
sean dispersados

y los que lo odian huyan de su presencia.a


Sal 68:2 Tal como el viento se lleva el humo, aléjalos tú
a ellos;
tal como la cera se derrite ante el fuego,

que así sean destruidos los malvados ante Dios.b

Sal 68:3 Pero que se alegren los justos;c


que estén contentísimos delante de Dios;
que estén radiantes de alegría.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Sal 68:4 Cántenle a Dios; cántenle alabanzas a* su


nombre.d
Cántenle al que cabalga por las llanuras desérticas.*

¡Iah* es su nombre!e ¡Alégrense delante de él!

Sal 68:5 Padre de huérfanos* y protector* de viudasf

es Dios en su santa morada.g


Sal 68:6 Dios les da a los que están solos un hogar
donde vivir;h

lleva a los prisioneros a la libertad y la prosperidad.i

Pero los tercos* tienen que vivir en una tierra reseca.j

Sal 68:7 Oh, Dios, cuando guiaste a* tu pueblo,k


cuando avanzaste por el desierto, (Sélah)
Sal 68:8 la tierra tembló;l
el cielo derramó lluvia* por causa de Dios;
el monte Sinaí tembló por causa de Dios, el Dios de
Israel.m
Sal 68:9 Trajiste abundantes lluvias, oh, Dios;
reanimaste a tu pueblo agotado.*

Sal 68:10 Ellos vivieron en tu campamento;n


por tu bondad, le diste al pobre lo necesario, oh, Dios.
Sal 68:11 Iahveh da la orden;
las mujeres que proclaman las buenas noticias
son un ejército grande.o

Sal 68:12 Los reyes de los ejércitos huyen,p ¡se dan a


la fuga!

La que se queda en su casa recibe parte del botín.q


Sal 68:13 Aunque ustedes estuvieron acostados entre
las fogatas del campamento,*
recibirán una paloma con alas cubiertas de plata,
con plumas de oro fino.*
Sal 68:14 Cuando el Todopoderoso dispersó a los
reyes de esta tierra,*r
nevó en Zalmón.*

Sal 68:15 La montaña de Basáns es una montaña de


Dios;*
la montaña de Basán es una montaña
de muchos picos.
Sal 68:16 Ustedes, montañas de muchos picos,
¿por qué miran con envidia
a la montaña que Dios ha elegido* como su lugar
de residencia?t

Sin falta, Iahveh vivirá allí para siempre.u


Sal 68:17 Los carros de guerra de Dios son decenas de
miles, miles y miles.v

Iahveh ha venido al lugar santo desde el monte Sinaí.w

Sal 68:18 Tú subiste a lo alto;x


te llevaste prisioneros;

tomaste hombres como regalos,y

sí, hasta hombres tercos,z para vivir entre ellos, oh, Iah
Dios.
Sal 68:19 Alabado sea Iahveh, que día tras día
nos lleva las cargas,a
el Dios verdadero de nuestra salvación. (Sélah).
Sal 68:20 El Dios verdadero es para nosotros
un Dios que salva;b

Iahveh, el Señor Soberano, libra de la muerte.c


Sal 68:21 Sí, Dios aplastará la cabeza de sus
enemigos,
el cráneo* de cualquiera que persista en sus
pecados.*d
Sal 68:22 Iahveh ha dicho: “Los traeré de vuelta desde
Basán,e
los traeré de vuelta desde las profundidades del mar,

Sal 68:23 para que hundas los pies en la sangre de tus


enemigosf
y la lengua de tus perros reciba su parte”.
Sal 68:24 Ellos ven tus desfiles triunfales, oh, Dios,
los desfiles de mi Dios, mi Rey, entrando
en el lugar santo.g
Sal 68:25 Los cantores van delante;

los músicos, detrás, tocando instrumentos de cuerda;h

en medio, las jóvenes que tocan panderetas.i


Sal 68:26 Entre las multitudes reunidas* alaben a Dios;
alaben a Iahveh, ustedes que son de la Fuente de
Israel.j

Sal 68:27 Allí está Benjamín,k el más joven,


dominándolos,
y también los príncipes de Judá con su bulliciosa
multitud,
los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
Sal 68:28 Tu Dios ha decretado que seas fuerte.
Oh, Dios, demuestra tu fuerza, tú que has actuado a
nuestro favor.l

Sal 68:29 Por causa de tu templo en Jerusalén,m

reyes te traerán regalos.n


Sal 68:30 Reprende a los animales salvajes de las
cañas,

la manada de toroso y sus terneros,


hasta que los pueblos se inclinen y traigan* piezas de
plata.
Pero él dispersa a los pueblos que disfrutan con la
guerra.

Sal 68:31 De Egipto traerán objetos de bronce;*p


Cus se apresurará a ofrecerle regalos a Dios.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Sal 68:32 Oh, reinos de la tierra, cántenle a Dios,q


cántenle alabanzas a* Iahveh, (Sélah)

Sal 68:33 al que cabalga por el antiguo cielo de los


cielos.r
¡Fíjense! Él truena con su voz, su voz poderosa.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Sal 68:34 Reconozcan la fuerza de Dios.s


Su majestad está sobre Israel
y su fuerza está en los cielos.*
Sal 68:35 Desde su* magnífico santuario, Dios es
imponente.t
Él es el Dios de Israel,

que da fuerza y poder al pueblo.u


Alabado sea Dios.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Se levanta Iahveh y sus enemigos se dispersan.

Oración

Mira, Iahveh, la aflicción de tu servidor (servidora) N.


[Alejandro],
y levántate para auxiliarlo (auxiliarla);
para que liberado (liberada) de la esclavitud del
demonio
y recuperada su paz y su piedad
reconozca que Tú eres admirable.
Por Cristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.

75.
Salmo 69
Mat 8:25 Et accesserunt ad eum discipuli ejus, et
suscitaverunt eum, dicentes: Domine, salva nos:
perimus.

Mat 8:25 Ellos se acercaron y lo despertaron


diciéndole: “¡Señor, sálvanos! ¡Nos vamos a morir!”.
Sal 69:1 <In finem. Psalmus David in rememorationem,
quod salvum fecerit eum Iahveh.> [Deus, in adjutorium
meum intende; Iahveh, ad adjuvandum me festina.
Sal 69:3 Confundantur, et revereantur, qui quærunt
animam meam.
Sal 69:4 Avertantur retrorsum, et erubescant, qui
volunt mihi mala; avertantur statim erubescentes qui
dicunt mihi: Euge, euge!
Sal 69:5 Exsultent et lætentur in te omnes qui quærunt
te; et dicant semper: Magnificetur Iahveh, qui diligunt
salutare tuum.
Sal 69:6 Ego vero egenus et pauper sum; Deus, adjuva
me. Adjutor meus et liberator meus es tu; Iahveh, ne
moreris.]

R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.


Sal 70:1
Al director. De David; para que sirva de recordatorio.*
Oh, Dios, sálvame;

oh, Iahveh, ven rápido a ayudarme.a

R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.

Sal 70:2 Que los que quieren quitarme la vida*


queden avergonzados y deshonrados.
Que los que se alegran de mi desgracia
retrocedan humillados.
Sal 70:3 Que a los que se burlan de mí diciendo
“¡Ah, qué bien!”
se les haga retirarse avergonzados.

R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.

Sal 70:4 Pero que los que te están buscando

estén radiantes y se alegren gracias a ti.b


Que los que aman tus actos de salvación
siempre digan:
“¡Que Dios sea engrandecido!”.
R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.

Sal 70:5 Pero yo estoy indefenso y soy pobre.c

Oh, Dios, actúa rápido a mi favor.d

Tú eres quien me ayuda y quien me rescata;e

oh, Iahveh, no te demores.f

R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R. Tú eres, Iahveh, mi ayuda y mi liberador.

Oración

Ven a nuestra ayuda, Iahveh,


y apresúrate a socorrer a este hijo tuyo (esta hija tuya)
N. [Alejandro],
para que, vencidas las insidias del diablo
permanezca siempre protegido (protegida) con tu
presencia.
Por Cristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

II
EVANGELIOS

76.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
(4, 1-11)
Mat 4:1 Tunc Jesus ductus est in desertum a Spiritu, ut
tentaretur a diabolo.
Mat 4:2 Et cum jejunasset quadraginta diebus, et
quadraginta noctibus, postea esuriit.
Mat 4:3 Et accedens tentator dixit ei: Si Filius Dei es,
dic ut lapides isti panes fiant.
Mat 4:4 Qui respondens dixit: Scriptum est: Non in
solo pane vivit homo, sed in omni verbo, quod procedit
de ore Dei.
Mat 4:5 Tunc assumpsit eum diabolus in sanctam
civitatem, et statuit eum super pinnaculum templi,
Mat 4:6 et dixit ei: Si Filius Dei es, mitte te deorsum.
Scriptum est enim: Quia angelis suis mandavit de te, et
in manibus tollent te, ne forte offendas ad lapidem
pedem tuum.
Mat 4:7 Ait illi Jesus: Rursum scriptum est: Non
tentabis Iahveh Deum tuum.
Mat 4:8 Iterum assumpsit eum diabolus in montem
excelsum valde: et ostendit ei omnia regna mundi, et
gloriam eorum,
Mat 4:9 et dixit ei: Hæc omnia tibi dabo, si cadens
adoraveris me.
Mat 4:10 Tunc dicit ei Jesus: Vade Satana: Scriptum
est enim: Iahveh Deum tuum adorabis, et illi soli
servies.
Mat 4:11 Tunc reliquit eum diabolus: et ecce angeli
accesserunt, et ministrabant ei.
Mat 4:1 Entonces el espíritu dirigió a Jesús al desierto
para que fuera tentadoa por el Diablo.b
Mat 4:2 Después de haber ayunado 40 días y 40
noches, Jesús tenía hambre.

Mat 4:3 Y el Tentadorc se le acercó y le dijo: “Si eres


hijo de Dios, diles a estas piedras que se conviertan en
panes”.
Mat 4:4 Pero él le respondió: “Está escrito: ‘No solo de
pan debe vivir el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Iahveh’”.*d

Mat 4:5 Entonces el Diablo lo llevó a la ciudad santa,e


lo puso en la parte más alta* del templof
Mat 4:6 y le dijo: “Si eres hijo de Dios, arrójate abajo,
porque está escrito: ‘Les dará a sus ángeles órdenes
acerca de ti’, y ‘Te llevarán en sus manos para que
no te golpees el pie con ninguna piedra’”.g
Mat 4:7 Jesús le contestó: “Pero también está escrito:
‘No pongas a prueba a Iahveh* tu Dios’”.h
Mat 4:8 Luego el Diablo lo llevó a una montaña altísima
y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria.i
Mat 4:9 Y le dijo: “Te daré todas estas cosas si te
arrodillas y realizas ante mí un solo acto de
adoración”.
Mat 4:10 Jesús entonces le contestó: “¡Vete, Satanás!
Porque está escrito: ‘Adora a Iahveh* tu Diosj y sírvele*
solo a él’”.k

Mat 4:11 Entonces el Diablo lo dejó,l y en eso vinieron


unos ángeles y se pusieron a atender a Jesús.m

77.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
(16, 15-18)
Mar 16:15 Et dixit eis: Euntes in mundum universum
prædicate Evangelium omni creaturæ.
Mar 16:16 Qui crediderit, et baptizatus fuerit, salvus
erit: qui vero non crediderit, condemnabitur.
Mar 16:17 Signa autem eos qui crediderint, hæc
sequentur: in nomine meo dæmonia ejicient: linguis
loquentur novis:
Mar 16:18 serpentes tollent: et si mortiferum quid
biberint, non eis nocebit: super ægros manus
imponent, et bene habebunt.
Mar 16:14 Finalmente se apareció a los once mismos,
estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su
incredulidad y dureza de corazón, porque no habían
creído a los que le habían visto resucitado.
Mar 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura.
Mar 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
mas el que no creyere, será condenado.
Mar 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En
mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas;
Mar 16:18 tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

78.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
(1, 21b-28)
Mar 1:21 Et ingrediuntur Capharnaum: et statim
sabbatis ingressus in synagogam, docebat eos.
Mar 1:22 Et stupebant super doctrina ejus: erat enim
docens eos quasi potestatem habens, et non sicut
scribæ.
Mar 1:23 Et erat in synagoga eorum homo in spiritu
immundo: et exclamavit,
Mar 1:24 dicens: Quid nobis et tibi, Jesu Nazarene?
venisti perdere nos? scio qui sis, Sanctus Dei.
Mar 1:25 Et comminatus est ei Jesus, dicens:
Obmutesce, et exi de homine.
Mar 1:26 Et discerpens eum spiritus immundus, et
exclamans voce magna, exiit ab eo.
Mar 1:27 Et mirati sunt omnes, ita ut conquirerent inter
se dicentes: Quidnam est hoc? quænam doctrina hæc
nova? quia in potestate etiam spiritibus immundis
imperat, et obediunt ei.
Mar 1:28 Et processit rumor ejus statim in omnem
regionem Galilææ.
Mar 1:21 Y entraron* en Capernaúm.
En cuanto comenzó el sábado, él entró en la sinagoga y
se puso a enseñar.w
Mar 1:22 La gente quedó impactada con su manera de
enseñar, porque les enseñaba como alguien con
autoridad, y no como los escribas.x
Mar 1:23 Justo en ese momento estaba en la sinagoga
de ellos un hombre poseído por un espíritu maligno,*
que gritó:
Mar 1:24 “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús el
Nazareno?y ¿Viniste a destruirnos? Sé perfectamente
quién eres: ¡el Santo de Dios!”.z
Mar 1:25 Pero Jesús reprendió al demonio y le dijo:
“¡Cállate y sal de él!”.
Mar 1:26 Y el espíritu maligno, después de provocarle
convulsiones al hombre y de gritar con todas sus
fuerzas, salió de él.
Mar 1:27 Todos quedaron tan asombrados que
empezaron a debatir el asunto entre ellos. Decían:
“Pero ¿qué es esto? ¡Una nueva forma de enseñar!*
Hasta a los espíritus malignos les da órdenes con
autoridad, y estos lo obedecen”.
Mar 1:28 De modo que la fama de Jesús enseguida se
extendió en todas direcciones, por toda la región de
Galilea.
79.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
(10, 17-20)
Luc 10:17 Reversi sunt autem septuaginta duo cum
gaudio, dicentes: Domine, etiam dæmonia subjiciuntur
nobis in nomine tuo.
Luc 10:18 Et ait illis: Videbam Satanam sicut fulgor de
cælo cadentem.
Luc 10:19 Ecce dedi vobis potestatem calcandi supra
serpentes, et scorpiones, et super omnem virtutem
inimici: et nihil vobis nocebit.
Luc 10:20 Verumtamen in hoc nolite gaudere quia
spiritus vobis subjiciuntur: gaudete autem, quod
nomina vestra scripta sunt in cælis.
Luc 10:17 Entonces los 70 volvieron sintiéndose
felices* y le dijeron: “Señor, hasta los demonios
quedan sometidos a nosotros cuando usamos tu
nombre”.o

Luc 10:18 A esto, él les dijo: “Veo a Satanás ya caídop


como un rayo del cielo.
Luc 10:19 Miren, les he dado autoridad para pisotear
serpientes y escorpiones, y para vencer todo el poder
del enemigo.q Y no habrá absolutamente nada que les
haga daño.
Luc 10:20 Pero no se alegren porque los espíritus
quedan sometidos a ustedes. Más bien, alégrense
porque sus nombres han sido escritos en los cielos”.r
80.
X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
(11, 14-23)
Luc 11:14 Et erat ejiciens dæmonium, et illud erat
mutum. Et cum ejecisset dæmonium, locutus est
mutus, et admiratæ sunt turbæ.
Luc 11:15 Quidam autem ex eis dixerunt: In Beelzebub
principe dæmoniorum ejicit dæmonia.
Luc 11:16 Et alii tentantes, signum de cælo quærebant
ab eo.
Luc 11:17 Ipse autem ut vidit cogitationes eorum,
dixit eis: Omne regnum in seipsum divisum
desolabitur, et domus supra domum cadet.
Luc 11:18 Si autem et Satanas in seipsum divisus est,
quomodo stabit regnum ejus? quia dicitis in Beelzebub
me ejicere dæmonia.
Luc 11:19 Si autem ego in Beelzebub ejicio dæmonia:
filii vestri in quo ejiciunt? ideo ipsi judices vestri erunt.
Luc 11:20 Porro si in digito Dei ejicio dæmonia:
profecto pervenit in vos regnum Dei.
Luc 11:21 Cum fortis armatus custodit atrium suum,
in pace sunt ea quæ possidet.
Luc 11:22 Si autem fortior eo superveniens vicerit
eum, universa arma ejus auferet, in quibus confidebat,
et spolia ejus distribuet.
Luc 11:23 Qui non est mecum, contra me est: et qui
non colligit mecum, dispergit.

Luc 11:14 Más tarde expulsó de un hombre a un


demoniom que lo había dejado mudo.* Después que el
demonio salió, el mudo habló y las multitudes
quedaron asombradas.n
Luc 11:15 Pero algunos de ellos dijeron: “Expulsa a
los demonios por medio de Belcebú,* el gobernante de
los demonios”.o
Luc 11:16 Y otros, para ponerlo a prueba, comenzaron
a exigirle una señalp del cielo.

Luc 11:17 Sabiendo lo que pensaban,q él les dijo:


“Todo reino dividido internamente va a la ruina y una
familia* dividida internamente se desmorona.
Luc 11:18 De la misma manera, si Satanás está
dividido internamente, ¿cómo podrá su reino
mantenerse en pie? Porque ustedes dicen que yo
expulso a los demonios por medio de Belcebú.
Luc 11:19 Si yo expulso a los demonios por medio de
Belcebú, ¿por medio de quién los expulsan los hijos*
de ustedes? Por eso ellos mismos los juzgarán a
ustedes.
Luc 11:20 Pero, si yo expulso a los demonios por
medio del dedo de Dios,r es que el Reino de Dios los ha
tomado a ustedes desprevenidos.*s
Luc 11:21 Cuando un hombre fuerte y bien armado
vigila su palacio, sus bienes están seguros.
Luc 11:22 Pero, cuando alguien más fuerte que él lo
ataca y lo vence, le quita todas las armas en las que
confiaba y reparte el botín.
Luc 11:23 El que no está conmigo está contra mí, y el
que no recoge conmigo desparrama.t
Hch 19:13 Tentaverunt autem quidam et de
circumeuntibus Judæis exorcistis invocare super eos
qui habebant spiritus malos nomen Domini Jesu,
dicentes: Adjuro vos per Jesum, quem Paulus
prædicat.
Hch 19:14 Erant autem quidam Judæi, Scevæ principis
sacerdotum septem filii, qui hoc faciebant.
Hch 19:15 Respondens autem spiritus nequam dixit
eis: Jesum novi, et Paulum scio: vos autem qui estis?
Hch 19:16 Et insiliens in eos homo, in quo erat
dæmonium pessimum, et dominatus amborum, invaluit
contra eos, ita ut nudi et vulnerati effugerent de domo
illa.
Hch 19:17 Hoc autem notum factum est omnibus
Judæis, atque gentilibus qui habitabant Ephesi: et
cecidit timor super omnes illos, et magnificabatur
nomen Domini Jesu.
Hch 19:13 Pero algunos judíos que iban de un sitio a
otro expulsando demonios también intentaron usar el
nombre del Señor Jesús con los que tenían espíritus
malvados. Decían: “Yo les ordeno solemnemente en el
nombre de Jesús, a quien Pablo predica, que salgan”. p
Hch 19:14 Esto era lo que hacían siete hijos de un
sacerdote principal judío llamado Esceva.
Hch 19:15 Sin embargo, un espíritu malvado les
respondió: “Conozco a Jesúsq y sé quién es Pablo.r
Pero ¿quiénes son ustedes?”.
Hch 19:16 Entonces el hombre poseído por el espíritu
malvado se lanzó sobre ellos y los fue dominando uno
tras otro hasta que pudo con todos. Y ellos huyeron de
aquella casa desnudos y heridos.
Hch 19:17 Todos, tanto los judíos como los griegos
que vivían en Éfeso, se enteraron de lo que había
pasado. Así que todos se llenaron de temor, y el
nombre del Señor Jesús siguió siendo engrandecido.

III
FÓRMULAS DEL EXORCISMO

81. Otra forma deprecativa (cfr. n. 61)


Dios del cielo, Dios de la tierra,
Dios de los ángeles, Dios de los arcángeles,
Dios de los patriarcas, Dios de los profetas,
Dios de los apóstoles, Dios de los mártires,
Dios de los sacerdotes, Dios de las vírgenes,
Dios de todos los santos y santas,
Dios que tienes poder
para dar vida después de la muerte, el descanso después
del trabajo,
no hay otro Dios fuera de ti,
creador de todo lo visible e invisible,
Dios, que quieres que todos los hombres se salven
y amaste al mundo de tal modo que enviaste a tu Hijo
Unigénito
para destruir las obras del diablo;
te suplicamos, Señor. humildemente,
apelando a la majestad de tu gloria,
que libres a este servidor tuyo (servidora tuya)
de todo poder de los espíritus infernales,
de sus lazos, de sus engaños, de sus malicias,
y que lo (la) custodies incólume.
Infunde, el Espíritu de la verdad,
Aquél que tu Hijo prometió a sus discípulos;
desde el cielo expulsaste al diablo como un rayo,
envía desde allí al Espíritu Paráclito,
para que expulse lejos al delator y opresor de nuestra
naturaleza
y nos haga evitar todo daño.
Por Cristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén.

82. Otra fórmula imperativa (cfr. n. 62)


Te exorciso, antiguo enemigo del hombre:
sal fuera de N. [Alejandro] a quien Dios creó con amor.
Te lo manda, nuestro Señor Jesucristo,
cuya humildad venció tu soberbia
cuya prodigalidad prevaleció sobre tu enviada,
cuya mansedumbre aplastó tu crueldad.
Enmudece, padre de la mentira,
y no impidas que este siervo (esta sierva) de Dios
bendiga y alabe a su Señor.
Eso te ordena Jesucristo,
Sabiduría del Padre y esplendor de la Verdad,
cuyas palabras son espíritu y vida.
Sal de él (ella), espíritu inmundo,
deja el lugar al Espíritu Santo.
Eso te manda Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del
hombre,
que naciendo puro del Espíritu y de la Virgen
purificó todas las cosas con su Sangre.
Por eso, retrocede, Satanás,
vuélvete atrás en el nombre de Jesucristo,
que te expulsó fuertemente con el dedo de Adonai y
destruyó tu reino.
Retírate, por la fe y la oración de la Iglesia,
huye de aquí, por la fuerza de la Santa X Cruz,
en la cual, el dulce Cordero inmolado por nosotros,
nuestro Señor Jesucristo,
nos libró de tu cruel potestad.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.

83. Otra fórmula deprecativa (cfr. n. 61)

Tú eres Santo, Adonai de los ejércitos,


llenos están los cielos y la tierra de tu gloria,
porque creaste todas las cosas que existen en el
universo.
Tú que sentado sobre los querubines no sólo habitas
en lo alto
sino que miras con atención hacia el cielo y la tierra
y observas también los abismos.
Abre tus ojos, Adonai,
y contempla la aflicción de N. [Alejandro], a quien
creaste por amor;
por él (ella) te rogamos suplicantes,
que despiertes tu poder,
envíes tu Espíritu Paráclito
para que este siervo tuyo (sierva tuya) no sólo
ordenado (ordenada) en su corazón
sino también sincero (sincera) en su mente
pueda ofrecerte el debido servicio.
Dios, creador y redentor del género humano,
que desde el comienzo hiciste al hombre según tu
imagen,
y le encomendaste el cuidado del mundo entero,
para que, sirviéndote a ti, su Creador,
dominara todo lo creado;
te pedimos que te apiades de la condición humana,
herida por el pecado,
y muestres tu bondad a este siervo tuyo (sierva tuya) N.
[Alejandro]
abatido (abatida) por el engaño diabólico
para que liberado (liberada) del enemigo,
te reconozca ti, el único Dios y Señor.
Dios de infinita misericordia,
que para nuestra redención enviaste bondadosamente
a tu Hijo Unigénito
a fin de que todo el que crea en él no perezca
sino que tenga vida eterna;
Tú que levantaste en la Cruz a tu propio Hijo,
para que borrado el decreto de muerte atrajese a sí
todas las cosas,
te pedimos que tengas compasión de tu Iglesia
suplicante
y escuches su oración a favor de tu atribulado
(atribulada) N. [Alejandro]
de tal manera que, desaparecida toda adversidad,
tu derecha proteja a quien, con su Sangre derramada
en la Cruz
redimió Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.

Todos responden:
Amén.

84. Otra fórmula imperativa (cfr. n. 62)

Por el Dios vivo, por el Dios verdadero, por el Dios santo,


yo te exorcizo, espíritu inmundo, enemigo de la fe,
enemigo del género humano, conductor de la muerte,
padre de la mentira, raíz de todos los males,
seductor de los hombres, provocador de los dolores.

Te adjuro, maldito dragón,


en el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
para que abandones de raíz y que huyas
de este ser plasmado por Dios.
El mismo Jesucristo te lo ordena,
quien te mandó sumergirte desde lo alto de los cielos
a los lugares más bajos de la tierra.

El mismo Cristo te lo ordena,


que calmó al mar, a los vientos y a las tempestades .

El mismo Cristo te lo ordena,


que es la eterna Palabra de Dios hecha carne,
y que se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte
por la salvación del género humano perdido por tu envidia.

Témelo a Él,
que en Isaac fue inmolado,
en José vendido,
en el Cordero, muerto,
en el hombre, crucificado,
y en el infierno, triunfador.
Dale lugar a Cristo,
en quien ninguna de tus obras has podido encontrar.

Humíllate bajo la potente mano de Dios;


tiembla y huye,
pues invocamos el santo nombre de Jesús,
ante quien tiemblan los infierno,
a quien están sujetas las Virtudes de los cielos,
las Potestades, las Dominaciones,
y a quien los Querubines y los Serafines
aclaman con una sola voz diciendo:
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos.

Retrocede ya,
en el nombre del Padre X y del Hijo X y del Espíritu X
Santo.
Dale el lugar al Espíritu Santo
por este signo de la Santa X Cruz
de nuestro Señor Jesucristo
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos responden:
Amén.

APÉNDICES

SÚPLICAS Y EXORCISMOS QUE PUEDEN AGREGARSE


EN PECULIARES CIRCUNSTANCIAS
1. La presencia del diablo y de otros demonios aparece
no solamente en personas tentadas o atormentadas,
sino también en las cosas y en los lugares que están
en contacto, de algún modo, con ellas o su actividad.
Asimismo pueden hacerse presente en las variadas
formas de oposición y persecución a la Iglesia. De
acuerdo a los sucesos y las circunstancias, el Obispo
diocesano puede considerar oportuno congregar a los
fieles para orar, presididos y animados por un
sacerdote, para lo cual se disponen los elementos
siguientes.
2. Congregada la asamblea de los fieles, el sacerdote
dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos se signan y dicen:
Amén.
3. Luego el sacerdote, saluda a los presentes con las
manos extendidas:
Dios, Padre omnipotente
que quiere que todos los hombres se salven
esté con todos ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
O bien:
Puede usarse otro saludo tomado de los libros litúrgicos
aprobados.
4. Luego el sacerdote habla brevemente a los presentes,
para disponer su atención a la celebración. A
continuación es conveniente dar lugar a una Liturgia
de la Palabra en la que se incluya una breve homilía
del sacerdote que preside; en ella, inspirado por los
textos bíblicos que se proclamen, el sacerdote invite a
los fieles a la esperanza en la victoria de Cristo y las
disposiciones de Dios a favor de los hombres, como
las angélicas. Los textos bíblicos a proclamarse y los
salmos responsoriales correspondientes pueden
elegirse de entre los propuestos en los Leccionarios
aprobados.
5. Pueden recitarse las letanías de los santos, que el
sacerdote puede concluir con la oración siguiente:
Espíritu Santo Creador,
asiste bondadosamente a la Iglesia Católica;
fortalécela y confírmala con tu poder
contra los embates de los enemigos,
y renueva el espíritu de tus servidores fieles
a quienes ungiste con tu caridad y tu gracia
para que en ti glorifiquen al Padre
y a su Hijo Unigénito, Jesucristo, nuestro Señor.
Todos responden:
Amén.
6. Puede también, en lugar de las letanías, rezarse la
Oración Universal con intenciones apropiadas. Al final
se dice el Padre nuestro.
Luc 11:2 Et ait illis: Cum oratis, dicite: Pater,
sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum.
Luc 11:3 Panem nostrum quotidianum da nobis
hodie.
Luc 11:4 Et dimitte nobis peccata nostra, siquidem et
ipsi dimittimus omni debenti nobis. Et ne nos inducas
in tentationem.
Luc 11:2 Entonces, él les dijo: “Cuando oren, digan:
‘Padre, que tu nombre sea santificado.*a Que venga tu
Reino.b
Luc 11:3 Danos nuestro pan cada día según nuestras
necesidades diarias.c

Luc 11:4 Perdónanos nuestros pecados,d porque


nosotros mismos también perdonamos a todo el que
está en deuda con nosotros.e Y no nos dejes caer* en
la tentación’”.f
7. Después el sacerdote, con las manos juntas, agrega:
En nombre de Jesucristo, Dios y Señor nuestro,
y con la intercesión de la Inmaculada Virgen María,
Madre de Dios,
del bienaventurado Miguel Arcángel,
de los bienaventurados apóstoles, Pedro y Pablo, y de
todos los santos,
y confiando en la sagrada autoridad del ministerio
recibido de la Iglesia
me encamino seguro a enfrentar las vejaciones
producidas por el engaño diabólico que han de ser
repelidas.
8. Todos recitan a la vez:

Sal 67:1 <In finem. Psalmus cantici ipsi David.>


[Exsurgat Deus, et dissipentur inimici ejus; et fugiant
qui oderunt eum a facie ejus.
Sal 67:3 Sicut deficit fumus, deficiant; sicut fluit cera a
facie ignis, sic pereant peccatores a facie Dei.

Sal 68:1
Al director. De David. Salmo. Canción.
Que Dios se levante, que sus enemigos
sean dispersados
y los que lo odian huyan de su presencia.a
Sal 68:2 Tal como el viento se lleva el humo, aléjalos tú
a ellos;
tal como la cera se derrite ante el fuego,
que así sean destruidos los malvados ante Dios.b
V. Huyan de la Cruz de Cristo, enemigos de Iahveh.
R. Ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de
David.
V. Iahveh, que venga tu misericordia sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de ti.
V. Iahveh, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

9. El sacerdote dice con las manos juntas:


Oremos.
Y todos oran en silencio.
Entonces el sacerdote con las manos juntas dice la
siguiente oración:
Dios del cielo, Dios de la tierra,
Dios de los ángeles, Dios de los arcángeles,
Dios de los patriarcas, Dios de los profetas,
Dios de los apóstoles, Dios de los mártires,
Dios de los sacerdotes, Dios de las vírgenes,
Dios de todos los santos y santas,
Dios que tienes poder
para dar vida después de la muerte, el descanso
después del trabajo,
no hay otro Dios fuera de ti,
creador de todo lo visible e invisible, cuyo reino no tiene
fin;
humildemente suplicamos a la majestad de tu gloria,
para que, con tu poder, libres a tus hijos
de toda potestad, engaño y perversidad
de los espíritus del infierno
y nos custodies incólumes.
Todos responden:
Amén.
10. Luego, si parece oportuno, el sacerdote con las
manos extendidas pronuncia la siguiente fórmula
imperativa, al modo de un exorcismo.
Te exorcizo, todo espíritu inmundo,
toda potestad de las tinieblas,
toda embestida del infernal adversario,
toda legión, congregación y secta diabólica,
en el nombre y el poder de nuestro Señor Jesucristo,
para que salgas y huyas fuera de la Iglesia de Dios
y de los hombres creados a imagen de Dios
y redimidos por la preciosa Sangre del Cordero divino.
No te atrevas más, astuta serpiente,
que engañas al género humano,
persigues a la Iglesia de Dios,
que sacudes y tamizas como al trigo a los elegidos de
Dios.
Te ordena el Dios altísimo,
que quiere que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad,
de quien te presumes semejante por tu gran soberbia.
Te ordena Dios Padre,
te ordena Dios Hijo,
te orden Dios Espíritu Santo.
Te ordena Cristo, eterna Palabra hecha carne,
quien por la salvación del género humano, perdido por tu
envidia,
se humilló a sí mismo
hecho obediente hasta la muerte,
que edificó su Iglesia sobre una piedra firme
y manifestó que nunca las fuerzas del infierno
prevalecerían contra ella,
con la cual él mismo estará todos los días hasta la
consumación del mundo.
Te ordena el sacramento X de la Cruz,
y la fuerza de todos los misterios de la fe cristiana.
Te ordena la excelsa Virgen María, Madre de Dios,
que con su humildad aplastó tu cabeza soberbia
desde el primer instante de su Inmaculada Concepción.
Te ordena la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo
y de los demás Apóstoles.
Te ordena la sangre de los Mártires
y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas.
Por tanto, legión diabólica,
te conjuro por el Dios vivo,
por el Dios verdadero, por el Dios santo,
por el Dios que amó al mundo hasta dar a su Hijo
Unigénito
para que todo el que crea en Él no perezca
sino que tenga la vida eterna:
deja de engañar a las criaturas humanas,
deja de infectarlas con el veneno de la perdición eterna,
deja de dañar a la Iglesia,
deja de echarle lazos a su libertad.
Vete, Satanás, padre de la mentira,
enemigo de la salvación humana.
Deja el lugar a Cristo
en quien nada de tus obras encontraste;
deja el lugar a la Iglesia una, santa, católica y apostólica
a la cual Cristo mismo adquirió con su Sangre.
Humíllate bajo la potente mano de Dios,
tiembla y huye,
por el santo nombre de Jesús
ante quien se estremecen temerosos los infiernos,
y a quien están sujetos las Potestades y las
Dominaciones,
a quien alaban con incansables voces los Querubines y
Serafines,
diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los
ejércitos.

11. Después se recita o canta esta antífona:


Bajo tu amparo, nos refugiamos
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras
necesidades.
Antes bien, líbranos de todos los males,
Virgen gloriosa y bendita.

También puede recitarse la siguiente súplica a san


Miguel Arcángel u otra súplica más conocida por el
pueblo:
Príncipe glorioso de la celestial milicia,
san Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla contra los Principados y
Potestades
contra los conductores de las tinieblas del mundo,
contra todo aquello que pervierta lo celestial.
Ven en auxilio de los hombres a quien Dios hizo a su
imagen y semejanza
y rescató con alto precio de las tiranías del diablo.
A ti te venera la Iglesia como custodio y patrono,
a ti te entregó el Señor las almas de los redimidos
que han de ser hospedadas en la suprema felicidad.
Ruégale al Dios de la paz,
para que quebrante a Satanás bajo nuestros pies
y no pueda, en adelante, mantener cautivos a los
hombres
y dañar a la Iglesia.
Ofrece nuestras plegarias en presencia del Altísimo
para que alcancemos pronto las misericordias del Señor,
y apreses al dragón, la antigua serpiente,
que es el diablo y Satanás,
y lo envíes al abismo
para que deje de seducir a los puebos.
Amén.

12. El sacerdote rocía el lugar con agua bendita.


Luego bendice a los presentes y los despide, como se
acostumbra normalmente.

II
SÚPLICAS QUE PUEDEN SER EMPLEADAS
PRIVADAMENTE POR LOS FIELES EN LA LUCHA
CONTRA LAS POTESTADES DE LAS TINIEBLAS
Oraciones
1. Señor Dios, ten misericordia de mí, tu siervo,
que por la multitud de las asechanzas
estoy como un vaso resquebrajado;
líbrame de la mano de mis enemigos,
asísteme para que busque al que está perdido,
lo pueda encontrar y restituirlo para ti,
lo pueda restituir y entregártelo para que no lo
abandones.
Concédeme que te agrade en todo
ya que he podido conocerte y saber que me has
redimido.
Amén.

2. Dios omnipotente,
que refugias a los desolados
y confortas a los prisioneros,
mira mi aflicción y manifiesta tu poder para auxiliarme;
vence al detestable enemigo;
y haz que, superada la presencia del adversario,
pueda recuperar la paz y la libertad
y así, sirviéndote con sincera piedad,
pueda confesar que tú eres admirable
y manifestar la grandeza de tus obras.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

3. Dios, creador y defensor del género humano


tú formaste al hombre a tu imagen
y lo recreaste admirablemente con la gracia del
Bautismo;
vuelve tu mirada sobre este siervo tuyo,
y escucha bondadosamente mis súplicas.
Te pido que brote en mi corazón el esplendor de tu gloria
para que, eliminado todo terror, miedo y temor,
sereno en mente y alma
junto a los hermanos en tu Iglesia
pueda alabarte eternamente. Amén.

4. Padre Dios, autor de la misericordia y de todo amor,


que quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el patíbulo
de la Cruz
para expulsar de nosotros el poder del enemigo,
mira atentamente mi humillación y dolor,
y mantente firme, te pido,
para que a quien renovaste en la fuente del Bautismo
vencido el combate del Maligno,
lo llenes con la gracia de tu bendición.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

5. Señor y Dios mío, que me adoptaste por la gracia


y quisiste que fuera hijo de la luz,
concédeme, te pido, que no sea envuelto por las
tinieblas de los demonios
y siempre pueda permanecer en el esplendor de la
libertad recibida de ti.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

6. Invocaciones a la Santísima Trinidad

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.


Honor y gloria al único Dios.
Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
alabémoslo y exaltémoslo por los siglos.
Te invocamos, te alabamos, te adoramos, oh
bienaventurada Trinidad.
Esperanza nuestra, salvación nuestra, honor nuestro, oh
bienaventurada Trinidad.
Líbrame, sálvame, vivifícame, oh bienaventurada
Trinidad.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios omnipotente
el que es, el que era y el que vendrá.
A ti la honra y el imperio, oh bienaventurada Trinidad.
A ti la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
A ti la alabanza, a ti la gloria, a ti la acción de gracias por
los siglos de los siglos, oh bienaventurada Trinidad.
Santo Dios, Santo y fuerte, Santo e inmortal, ten
compasión de mí.

7. Invocaciones a nuestro Señor Jesucristo


a.
Jesús, Hijo del Dios vivo, ten
compasión de mí.
Jesús, imagen del Padre, ten
compasión de mí.
Jesús, sabiduría eterna, ten
compasión de mí.
Jesús, esplendor de la luz eterna, ten
compasión de mí.
Jesús, Palabra de vida, ten
compasión de mí.
Jesús, Hijo de la Virgen María, ten
compasión de mí.
Jesús, Dios y hombre, ten compasión
de mí.
Jesús, Sumo Sacerdote, ten
compasión de mí.
Jesús, pregonero del Reino de Dios, ten
compasión de mí.
Jesús, camino, verdad y vida, ten
compasión de mí.
Jesús, pan de Vida, ten compasión
de mí.
Jesús, Vida verdadera, ten
compasión de mí.
Jesús, hermano de los pobres, ten
compasión de mí.
Jesús, amigo de los pecadores, ten
compasión de mí.
Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten
compasión de mí.
Jesús, salvación de los oprimidos, ten
compasión de mí.
Jesús, consuelo de los desamparados, ten
compasión de mí.
Tú, que viniste a este mundo, ten
compasión de mí.
Tú, que libraste a los oprimidos por el diablo, ten
compasión de mí.
Tú, que estuviste colgado en la cruz, ten
compasión de mí.
Tú, que aceptaste la muerte por nosotros, ten
compasión de mí.
Tú, que yaciste en el sepulcro, ten
compasión de mí.
Tú, que descendiste a los infiernos, ten
compasión de mí.
Tú, que resucitaste de entre los muertos, ten
compasión de mí.
Tú, que subiste a los cielos, ten
compasión de mí.
Tú, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, ten
compasión de mí.
Tú, que estás sentado a la derecha del Padre, ten
compasión de mí.
Tú, que vendrás a juzgar a los vivos y muertos, ten
compasión de mí.
b.
Por tu encarnación, líbrame,
Señor.
Por tu nacimiento, líbrame,
Señor.
Por tu bautismo y ayuno santo, líbrame,
Señor.
Por tu cruz y tu pasión, líbrame,
Señor.
Por tu muerte y sepultura, líbrame,
Señor.
Por tu santa resurrección, líbrame,
Señor.
Por tu admirable ascensión, líbrame,
Señor.
Por la efusión del Espíritu Santo,
líbrame, Señor.
Por tu gloriosa venida, líbrame,
Señor.

c.
Cuando nombra a la cruz, el fiel puede signarse.
Sálvame, Cristo Salvador, por el poder de la Cruz X
tú que salvaste a Pedro en el mar, ten misericordia de
mí.
Por la señal de la Cruz X
líbranos de nuestros enemigos, Dios nuestro.
Por tu Cruz X sálvanos, Cristo redentor,
tú que muriendo destruiste nuestra muerte
y resucitando restableciste la vida.
Tu Cruz X adoramos, Señor,
tu gloriosa Pasión recordamos,
ten compasión, tú que padeciste por nosotros.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
porque por tu Cruz X redimiste al mundo.

8. Invocaciones a la Virgen María


Bajo tu amparo, nos refugiamos
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras
necesidades.
Antes bien, líbranos de todos los males,
Virgen gloriosa y bendita.

Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.


Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

Hazme digno de alabarte, Virgen santa;


dame poder contra tus enemigos.
Madre mía, confianza mía.

Virgen Madre de Dios, María, ruega a Cristo por mí.

Dignísima Reina del mundo,


siempre Virgen María,
intercede por nuestra paz y salvación
tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos.

María, Madre de gracia,


Madre de misericordia,
protégenos del enemigo
y recíbenos en la hora de la muerte.

Socórreme, piadosísima Virgen María,


en todas mis tribulaciones,
angustias y necesidades
y alcánzame de tu amado Hijo
la liberación de todos los males
y de los peligros del alma y del cuerpo.

Recuerda, piadosa Virgen María,


que no se ha oído en el mundo
que alguien que ha recurrido a tu apoyo,
que haya implorado tu auxilio,
que haya pedido tu ayuda,
haya sido abandonado.
Yo animado por tal confianza
corro hacia ti, Madre, Virgen de las vírgenes
y como un pecador que llora sus culpas comparezco
ante ti.
No quieras desdeñar mis palabras, Madre de Dios,
sino que óyelas bondadosamente y recíbelas.

9. Invocación a san Miguel Arcángel


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla
sé un refugio contra la malicia y las insidias del diablo.
Te rogamos, suplicantes, que Dios lo domine
y tú, que presides la milicia celestial,
arrojes al infierno, con el divino poder,
a Satanás y a los espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de los
hombres.

10. Preces litánicas


Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros (por mí).
San Miguel, ruega por
nosotros (por mí).
San Gabriel, ruega por
nosotros (por mí).
San Rafael, ruega por nosotros
(por mí).
Santos Ángeles custodios, rueguen por
nosotros (por mí).
San Juan Bautista, ruega por
nosotros (por mí).
San José, ruega por
nosotros (por mí).
San Pedro, ruega por
nosotros (por mí).
San Pablo, ruega por
nosotros (por mí).
San Juan, ruega por
nosotros (por mí).
Todos los Apóstoles, rueguen por
nosotros (por mí).
Santa María Magdalena, ruega por
nosotros (por mí).
(Pueden añadirse los nombres de otros santos o beatos)
De todo mal, líbranos
(líbrame), Señor.
De todo pecado, líbranos
(líbrame), Señor.
De las insidias del diablo, líbranos
(líbrame), Señor.
De la muerte eterna, líbranos
(líbrame), Señor.
Cristo, óyenos (óyeme).
Cristo, escúchanos (escúchame).
CAPÍTULO 8
“La congregación [...] entró en un período de paz”
Saulo, el perseguidor implacable, se convierte
en celoso predicador
Basado en Hechos 9:1-43
Hch 9:1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte
contra los discípulos del Señor, vino al sumo
sacerdote,
Hch 9:2 y le pidió cartas para las sinagogas de
Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres
o mujeres de este Camino, los trajese presos a
Jerusalén.
Hch 9:3 Mas yendo por el camino, aconteció que
al llegar cerca de Damasco, repentinamente le
rodeó un resplandor de luz del cielo;
Hch 9:4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hch 9:5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo
soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es
dar coces contra el aguijón.
Hch 9:6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor,
¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo:
Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que
debes hacer.
Hch 9:7 Y los hombres que iban con Saulo se
pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas
sin ver a nadie.
Hch 9:8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y
abriendo los ojos, no veía a nadie; así que,
llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
Hch 9:9 donde estuvo tres días sin ver, y no
comió ni bebió.
Hch 9:10 Había entonces en Damasco un
discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo
en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí,
Señor.
Hch 9:11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la
calle que se llama Derecha, y busca en casa de
Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he
aquí, él ora,
Hch 9:12 y ha visto en visión a un varón llamado
Ananías, que entra y le pone las manos encima
para que recobre la vista.
Hch 9:13 Entonces Ananías respondió: Señor, he
oído de muchos acerca de este hombre, cuántos
males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
Hch 9:14 y aun aquí tiene autoridad de los
principales sacerdotes para prender a todos los
que invocan tu nombre.
Hch 9:15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento
escogido me es éste, para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos
de Israel;
Hch 9:16 porque yo le mostraré cuánto le es
necesario padecer por mi nombre.
Hch 9:17 Fue entonces Ananías y entró en la casa,
y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano
Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el
camino por donde venías, me ha enviado para que
recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Hch 9:18 Y al momento le cayeron de los ojos
como escamas, y recibió al instante la vista; y
levantándose, fue bautizado.
Hch 9:19 Y habiendo tomado alimento, recobró
fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los
discípulos que estaban en Damasco.
Hch 9:20 En seguida predicaba a Cristo en las
sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
Hch 9:21 Y todos los que le oían estaban atónitos,
y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén
a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá,
para llevarlos presos ante los principales
sacerdotes?
Hch 9:22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y
confundía a los judíos que moraban en Damasco,
demostrando que Jesús era el Cristo.
Hch 9:23 Pasados muchos días, los judíos
resolvieron en consejo matarle;
Hch 9:24 pero sus asechanzas llegaron a
conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las
puertas de día y de noche para matarle.
Hch 9:25 Entonces los discípulos, tomándole de
noche, le bajaron por el muro, descolgándole en
una canasta.
Hch 9:26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de
juntarse con los discípulos; pero todos le tenían
miedo, no creyendo que fuese discípulo.
Hch 9:27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a
los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto
en el camino al Señor, el cual le había hablado, y
cómo en Damasco había hablado valerosamente
en el nombre de Jesús.
Hch 9:28 Y estaba con ellos en Jerusalén; y
entraba y salía,
Hch 9:29 y hablaba denodadamente en el nombre
del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos
procuraban matarle.
Hch 9:30 Cuando supieron esto los hermanos, le
llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.
Hch 9:31 Entonces las iglesias tenían paz por toda
Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas,
andando en el temor de Jehová, y se acrecentaban
fortalecidas por el Espíritu Santo.
Hch 9:32 Aconteció que Pedro, visitando a todos,
vino también a los santos que habitaban en Lida.
Hch 9:33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas,
que hacía ocho años que estaba en cama, pues era
paralítico.
Hch 9:34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te
sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se
levantó.
Hch 9:35 Y le vieron todos los que habitaban en
Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al
Señor.
Hch 9:36 Había entonces en Jope una discípula
llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas.
Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que
hacía.
Hch 9:37 Y aconteció que en aquellos días
enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron
en una sala.
Hch 9:38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los
discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le
enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en
venir a nosotros.
Hch 9:39 Levantándose entonces Pedro, fue con
ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le
rodearon todas las viudas, llorando y mostrando
las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía
cuando estaba con ellas.
Hch 9:40 Entonces, sacando a todos, Pedro se
puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo,
dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver
a Pedro, se incorporó.
Hch 9:41 Y él, dándole la mano, la levantó;
entonces, llamando a los santos y a las viudas, la
presentó viva.
Hch 9:42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos
creyeron en el Señor.
Hch 9:43 Y aconteció que se quedó muchos días
en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor.
LOS viajeros se aproximan a Damasco con
siniestras intenciones: quieren sacar de sus casas a
los discípulos de Yahshúa, humillarlos y llevárselos
atados a Jerusalén para que los castigue el Sanedrín.
2
A la cabeza de la comitiva va Saulo, quien ya tiene
las manos manchadas de sangre. Hace poco observó
complacido cómo sus correligionarios, cegados por el
fanatismo, lapidaban a Esteban, fiel discípulo de
Mashíaj (Hech. 7:57–8:1). Y, más tarde, lanzó un feroz
ataque contra los mesiánicos de Jerusalén.
No contento con eso, ahora está decidido a erradicar
de todo lugar a ese grupo al que tanto detesta,
conocido como el Camino (Hech. 9:1, 2; véase el
recuadro de la página 61 “La expedición de Saulo a
Damasco”).
3
De repente, los viajeros se quedan mudos del
susto al ver que una luz brillante rodea a su cabecilla,
quien además se queda ciego, cae al suelo y escucha
una voz celestial que le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué
me estás persiguiendo?”. Boquiabierto, responde:
“¿Quién eres, Señor?”. Y luego recibe una
contestación que lo conmociona aún más: “Soy
Yahshúa, a quien estás persiguiendo” (Hech. 9:3-5;
22:9).
4
¿Qué aprendemos de estas primeras palabras de
Yahshúa a Saulo? ¿Por qué es útil que repasemos los
sucesos que rodearon su conversión? ¿Y qué nos
enseña la forma en que aprovecharon los mesiánicos el
período de paz subsiguiente?
“¿Por qué me estás persiguiendo?” (Hechos 9:1-5)
5
Cuando Yahshúa detuvo a Saulo en el camino de
Damasco, no le preguntó: “¿Por qué estás
persiguiendo a mis discípulos?”, sino: “¿Por qué me
estás persiguiendo?” (Hech. 9:4). Como vemos,
Mashíaj siente como suyos los problemas de sus
seguidores (Mat. 25:34-40, 45).
6
Por eso, si uno está sufriendo dificultades por ser
leal a Mashíaj, puede estar seguro de que tanto él como
su Padre están al corriente de la situación (Mat. 10:22,
28-31). Claro, es posible que no eliminen la prueba de
inmediato. Recordemos que el Hijo de Elohim vio a
Saulo colaborar en la matanza de Esteban y sacar a
rastras de sus hogares a los mesiánicos de Jerusalén
(Hech. 8:3). Y, sin embargo, en esos momentos
no intervino, aunque sí les infundió el poder de Elohim
que les permitiría mantenerse fieles.
7
Para superar la persecución, debemos dar cuatro
pasos: 1) Decidirnos a ser leales a Yahweh, cueste lo
que cueste. 2) Pedirle ayuda (Fili. 4:6, 7). 3) Dejar la
venganza en sus manos (Rom. 12:17-21). 4) Confiar en
que nos dará fuerzas para aguantar la prueba hasta que
la elimine (Fili. 4:12, 13).
“Saulo, hermano, el Señor [...] me ha enviado” (Hechos
9:6-17)
8
Una vez contestada la pregunta “¿Quién eres,
Señor?”, Yahshúa ordenó a Saulo: “Levántate y entra
en la ciudad, y se te dirá lo que tienes que hacer”
(Hech. 9:6). Como había perdido la vista, tuvieron que
llevarlo de la mano hasta su hospedaje en Damasco,
donde se entregó al ayuno y la oración por tres días.
Entretanto, Mashíaj le habló de Saulo a Ananías,
mesiánico del que, como leemos en Hechos 22:12,
“daban buen informe todos los judíos” de aquella
ciudad.
9
Ananías tuvo que haber experimentado un gran
conflicto de emociones. El propio Yahshúa Ha Mashíaj
resucitado, Cabeza de la congregación, estaba
hablando con él y designándolo para una misión
especial. ¡Qué honor tan inmenso! Al mismo tiempo,
¡qué misión tan extraña! De forma que, cuando le dijo
que fuera a ver a Saulo, no pudo menos que responder:
“Señor, he oído de muchos acerca de este varón,
cuántas cosas perjudiciales hizo a tus santos en
Jerusalén. Y aquí tiene autoridad de parte de los
sacerdotes principales para poner en cadenas a todos
los que invocan tu nombre” (Hech. 9:13, 14).
10
Yahshúa no lo criticó por manifestarle su
inquietud; aunque sí le dio instrucciones muy claras.
Además, tuvo la gentileza de explicarle por qué quería
que realizara esa tarea tan fuera de lo común: “Este
hombre [Saulo] me es un vaso escogido para llevar mi
nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de
Israel. Porque le mostraré claramente cuántas cosas
tendrá que sufrir por mi nombre” (Hech. 9:15, 16). Sin
vacilación, Ananías puso manos a la obra, fue al
encuentro de quien había perseguido a tantos
mesiánicos y le dijo: “Saulo, hermano, el Señor, el
Yahshúa que se te apareció en el camino por el cual
venías, me ha enviado, para que recobres la vista y
seas lleno de espíritu santo” (Hech. 9:17).
11
¿Qué aprendemos de todos estos sucesos en que
intervinieron Yahshúa, Ananías y Saulo? Entre otras
cosas, que Yahshúa es fiel a su promesa de dirigir la
predicación (Mat. 28:20). Aunque hoy no se comunica
directamente con ningún ser humano, coordina esta
obra a través del esclavo fiel y discreto, al que ha
nombrado sobre sus domésticos (Mat. 24:45-47). Bajo
la dirección del Cuerpo Gobernante se envían
publicadores, precursores y misioneros en busca de
quienes anhelan conocer mejor a Mashíaj. Y como
vimos en el capítulo anterior, muchos de ellos han
recibido la ayuda de los testigos de Jehová en
respuesta a sus oraciones (Hech. 9:11).
12
Ananías fue obediente, aceptó su misión y por ello
disfrutó de la bendición divina. ¿Qué hay de nosotros?
¿Cumplimos con el mandato de dar testimonio cabal,
participando en todas las facetas del ministerio,
incluso en las que nos producen más aprensión?
A algunos mesiánicos, la sola idea de ir de casa en
casa a hablar con extraños les crea ansiedad. A otros
les cuesta predicar en los comercios, en las calles o
por teléfono. Si ese es nuestro caso, imitemos a
Ananías. Él hizo acopio de valor y, como consecuencia,
tuvo el honor de ayudar al futuro apóstol a recibir el
espíritu. Logró realizar su comisión porque confió en
Yahshúa y aceptó a Saulo como hermano. De igual
modo, nosotros venceremos nuestros temores si,
como Ananías, confiamos en que Mashíaj dirige la
evangelización, nos ponemos en el lugar de la gente y
recordamos que hasta quienes más nos intimidan
pudieran llegar a ser hermanos nuestros (Mat. 9:36).
“Se puso a predicar a Yahshúa” (Hechos 9:18-30)
13
Sin dilación, Saulo puso en práctica lo que había
aprendido. Una vez que recobró la vista, se bautizó y
entabló una estrecha relación con los discípulos de
Damasco. Lo que es más, “inmediatamente en las
sinagogas se puso a predicar a Yahshúa” y demostrar
que era “el Hijo de Elohim” (Hech. 9:20).
14
¿Qué enseña este ejemplo a quienes están
estudiando la Biblia pero aún no han llegado a
bautizarse? La importancia de poner por obra lo que
aprenden. Es cierto que Saulo fue testigo presencial de
un milagro de Mashíaj, lo que sin duda lo ayudó a
actuar con decisión. Pero no olvidemos que hubo
personas que también vieron milagros de Yahshúa y,
sin embargo, reaccionaron con apatía o incluso con
hostilidad. Esto fue lo que sucedió con los fariseos que
lo vieron curar a un hombre que tenía la mano seca, así
como con muchos judíos que podían dar fe de que
había resucitado a Lázaro (Mar. 3:1-6; Juan 12:9, 10).
Pero Saulo no fue como ellos, sino que se dejó
transformar. ¿A qué se debió la diferencia? A que temía
más a Elohim que al hombre y valoraba enormemente
la misericordia que le había demostrado Mashíaj (Fili.
3:8). Así pues, si aún no somos evangelizadores o
mesiánicos bautizados, imitemos su buena actitud y
no permitamos que nada ni nadie nos impida reunir las
condiciones necesarias para serlo.
15
Cuando el anterior perseguidor comenzó a
predicar en las sinagogas acerca de Yahshúa, ¡qué
sorprendidos, atónitos e incluso enojados se debieron
de sentir los judíos! De hecho, se preguntaban:
“¿No es este el hombre que en Jerusalén asolaba a los
que invocan este nombre[?]” (Hech. 9:21). Para
explicarles por qué había modificado su postura, tuvo
que “probar lógicamente que [Yahshúa] es el Mashíaj”
(Hech. 9:22). Pero la lógica no es una llave maestra que
sirva para todas las puertas. Por eso, no logró abrir las
mentes cerradas por la tradición ni los corazones
atrancados por el orgullo. Con todo, Saulo no se dio
por vencido.
16
Tres años más tarde, los judíos de Damasco
todavía estaban disputando con él, y finalmente
decidieron matarlo (Hech. 9:23; 2 Cor. 11:32, 33; Gál.
1:13-18). Cuando se enteró de sus confabulaciones,
tuvo la prudencia de abandonar la ciudad. Lucas
cuenta que Saulo, aprovechando la noche, se descolgó
en un cesto por una abertura de la muralla, y que lo
hizo con la ayuda de “sus discípulos” (Hech. 9:25).
Esta expresión parece indicar que algunos de sus
oyentes de Damasco sí lo escucharon y abrazaron el
mesianismo.
17
En la actualidad sucede igual. Cuando
comenzamos a hablarles a nuestros parientes,
amistades y otras personas acerca de las maravillas
que estamos aprendiendo en nuestro estudio de las
Escrituras, tal vez demos por sentado que los
convencerá la lógica de las verdades bíblicas. Claro,
algunos la aceptarán, pero muchos otros no. Tal vez,
hasta nuestra familia más cercana nos trate como
enemigos (Mat. 10:32-38). Ahora bien, quizás cambien
de actitud si mejoramos constantemente nuestros
argumentos bíblicos y mantenemos una buena
conducta (Hech. 17:2; 1 Ped. 2:12; 3:1, 2, 7).
18
Como cabía esperar, cuando volvió Saulo a
Jerusalén, los discípulos pusieron en duda su
conversión. Sin embargo, al sacar la cara por él
Bernabé, los apóstoles lo recibieron con los brazos
abiertos (Hech. 9:26-28). Aunque en el tiempo que se
quedó con ellos en Jerusalén siguió actuando con
prudencia, nunca se avergonzó de las buenas nuevas
(Rom. 1:16). Al contrario, demostró verdadera hombría
al predicar en el mismo lugar donde había lanzado sus
rabiosos ataques contra los mesiánicos. Viendo con
espanto que su anterior campeón había cambiado de
bando, los judíos de la ciudad trataron de matarlo, pero
“los hermanos descubrieron esto, lo llevaron a Cesarea
y lo enviaron a Tarso” (Hech. 9:30). Gracias a que Saulo
se dejó guiar por los representantes de Mashíaj, se
beneficiaron él y todos los demás.
19
Observemos también que Bernabé le tendió una
mano a Saulo por iniciativa propia. Aquel gesto sin
duda contribuyó a estrechar la amistad entre estos
fervientes siervos de Yahweh. ¿Qué puede decirse de
nosotros? ¿Imitamos a Bernabé apoyando a los
nuevos publicadores, tal vez trabajando con ellos en el
ministerio o ayudándolos de otras maneras a progresar
espiritualmente? Si lo hacemos, Yahweh nos
recompensará con creces. Pero ¿y si somos nosotros
los nuevos? ¿Actuaremos como Saulo y aceptaremos
la ayuda que nos brinden hermanos con experiencia?
En tal caso, nos haremos más diestros en el ministerio,
sentiremos más gozo y formaremos relaciones que
pudieran durar toda una vida.
“Muchos se hicieron creyentes” (Hechos 9:31-43)
20
¿Qué ocurrió después de la partida del converso
Saulo? La comunidad de los fieles “por toda Judea y
Galilea y Samaria entró en un período de paz” (Hech. 9:31).
¿Cómo utilizaron ese “tiempo favorable”? (2 Tim. 4:2.)
El citado versículo de Hechos indica que la congregación
estaba “siendo edificada” y que “andaba en el temor de
Yahweh y en el consuelo del espíritu santo”. Esa
estabilidad se debía a que los apóstoles y otros varones
responsables aprovechaban el tiempo para fortalecer la fe
de los discípulos y dirigían bien la obra. Por ejemplo, Pedro
se dedicó a animar a los hermanos de la ciudad de Lida, en
la llanura de Sarón. Además, gracias a él,
muchos habitantes de las cercanías “se volvieron al Señor”
(Hech. 9:32-35). Otro factor de estabilidad era que, en vez
de ocuparse en otros asuntos, los creyentes se centraban
en ayudarse mutuamente y en predicar las buenas nuevas.
Como consecuencia, su número “siguió multiplicándose”.
21
A finales del siglo XX, los testigos de Jehová de
muchos países entraron en “un período de paz” similar.
De la noche a la mañana desaparecieron regímenes que
llevaban décadas oprimiendo al pueblo de Elohim y se
eliminaron o suavizaron algunas prohibiciones contra la
evangelización. Decenas de miles de hermanos
aprovecharon la oportunidad para predicar públicamente, y
los resultados fueron espectaculares. Pongamos por caso a
Rusia. En 1991, cuando los testigos de Jehová recibieron
reconocimiento oficial, la cifra de publicadores no llegaba a
16.000. Pero tan solo dieciséis años más tarde ya superaba
los 150.000.
22
¿Qué hay de nosotros? Si vivimos en un país que
respeta la libertad religiosa, nada le gustaría más a
Satanás que vernos sucumbir al materialismo y desatender
los intereses del Reino (Mat. 13:22). Pero no permitamos
que él nos descentre. Más bien, utilicemos nuestras
libertades y los períodos de relativa paz para dar testimonio
cabal y edificar a la congregación. No olvidemos que todo
pudiera cambiar de la noche a la mañana.
23
Recordemos lo que le sucedió a una fiel discípula
conocida como Tabita o Dorcas, quien vivía en la localidad
de Jope, no muy lejos de Lida. Ella usaba sabiamente su
tiempo y recursos, pues “abundaba en buenos hechos y en
dádivas de misericordia”. Pero, de forma inesperada, cayó
enferma y perdió la vida, sumiendo en la tristeza a los
mesiánicos de Jope, y en particular a las viudas que se
habían beneficiado de su generosidad. Cuando Pedro llegó
a la casa donde la estaban preparando para el entierro,
efectuó un milagro que no había realizado antes ninguno
de los apóstoles: después de ofrecer una oración, la
resucitó de entre los muertos. ¡Qué contentos tuvieron que
ponerse las viudas y los demás hermanos cuando Pedro
los invitó a pasar a la habitación y les presentó a Tabita
viva! Sin duda, habían cobrado fuerzas para enfrentarse a
las pruebas que se avecinaban. Como era de esperar, el
milagro “llegó a ser conocido por toda Jope, y muchos se
hicieron creyentes en el Señor” (Hech. 9:36-42).
24
De este animador relato extraemos dos puntos clave:
1) la vida se va en un suspiro; por eso, es importantísimo
que la aprovechemos para labrarnos un buen nombre ante
Elohim (Ecl. 7:1); 2) la esperanza de la resurrección
merece nuestra confianza más absoluta. Yahweh no pasó
por alto todas las muestras de bondad de Tabita, y la
recompensó con creces. Tampoco olvidará él nuestros
desvelos, y si llegamos a morir antes de Armagedón, nos
devolverá la vida (Heb. 6:10). Así pues, sea que
atravesemos un “tiempo dificultoso” o “un período de paz”,
mantengámonos siempre constantes y nunca dejemos de
dar testimonio cabal acerca de Mashíaj (2 Tim. 4:2).
[Notas]
Véase el recuadro de la página 62 “Saulo, el fariseo”.
Por regla general, los dones del espíritu se recibían solo a
través de los apóstoles. Pero en este caso excepcional,
parece que Yahshúa autorizó a Ananías para
transmitírselos a Saulo, el instrumento, o “vaso”, que
había escogido. Por lo visto, Mashíaj se encargó de que
obtuviera el poder necesario para cumplir con su misión
como predicador, ya que por buen tiempo no tendría
ningún contacto con los apóstoles y es muy probable
que tuviera muchísimo que hacer durante ese período.
Véase el recuadro de la página 67 “Dorcas ‘abundaba en
buenos hechos’”.
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Con qué intenciones se dirige Saulo a Damasco?
3, 4. a) ¿Qué le sucedió a Saulo? b) ¿Qué preguntas
vamos a examinar?
5, 6. ¿Qué aprendemos de las palabras de Yahshúa a
Saulo?
7. ¿Qué pasos debemos dar para superar la persecución?
8, 9. ¿Cómo debió de sentirse Ananías al enterarse de su
misión?
10. ¿Qué cualidades diríamos que demostró Yahshúa al
hablar con Ananías?
11, 12. ¿Qué aprendemos de estos sucesos en que
intervinieron Yahshúa, Ananías y Saulo?
13, 14. ¿Qué enseña el ejemplo de Saulo a quienes están
estudiando la Biblia pero aún no se han bautizado?
15, 16. ¿Qué hizo Saulo en las sinagogas, y cómo
reaccionaron los judíos de Damasco?
17. a) ¿De qué maneras reacciona la gente a la verdad
bíblica? b) ¿Qué debemos seguir haciendo, y por qué
razón?
18, 19. a) ¿Qué consecuencias tuvo el que Bernabé sacase
la cara por Saulo? b) ¿Cómo podemos imitar a
Bernabé y a Saulo?
20, 21. ¿Cómo han aprovechado bien los siervos de Elohim
del pasado y del presente cualquier “período de paz”
del que han disfrutado?
22. ¿Cuál es el mejor modo de usar nuestras libertades?
23, 24. a) ¿Qué dos puntos extraemos del relato acerca de
Tabita? b) ¿Qué firme decisión debemos adoptar?
[Recuadro de la página 61]
LA EXPEDICIÓN DE SAULO A DAMASCO
¿Cómo es que tenía Saulo la potestad para detener a los
mesiánicos de una ciudad extranjera? Gracias a las cartas
del sumo sacerdote, las cuales facilitarían la cooperación
de los ancianos de las sinagogas de Damasco, pues él era
una figura que, junto con el Sanedrín, ejercía una gran
autoridad moral sobre los judíos de todo el mundo (Hech.
9:1, 2). Además, se cree que los poderes del sumo
sacerdote incluían la extradición de delincuentes.
Los romanos habían autorizado a los judíos a encargarse
de la administración de justicia en sus comunidades. Por
ejemplo, en diversos momentos de la vida del apóstol
Pablo pudieron castigarlo dándole “cuarenta golpes menos
uno” (2 Cor. 11:24). Asimismo, el libro apócrifo de
1 Macabeos señala que, en el año 138 antes de nuestra
era, el cónsul de los romanos envió una carta al rey de
Egipto Tolomeo VIII donde le planteaba esta exigencia: “Si
hombres perversos de aquel país [de Judea] se refugian en
el de ustedes, entréguenlos al sumo sacerdote Simón para
que los castigue según su ley” (1 Macabeos 15:21, Biblia
de América). En el año 47 antes de nuestra era, Julio César
confirmó los privilegios de los que ya disfrutaba el sumo
sacerdote, incluido su derecho a zanjar disputas en materia
de costumbres judías.
[Recuadro de la página 62]
SAULO, EL FARISEO
El “joven [...] Saulo” que se menciona en el relato de la
lapidación de Esteban procedía de Tarso, capital de la
provincia romana de Cilicia (en el sur de la actual Turquía),
en la cual había una marcada presencia judía (Hech. 7:58).
De acuerdo con sus propias explicaciones, había sido
“circuncidado al octavo día” y era “de la estirpe de Israel, de
la tribu de Benjamín, hebreo nacido de hebreos; respecto a
ley, fariseo”. Sin duda, su linaje se consideraba impecable
(Fili. 3:5).
Habiéndose criado en Tarso —próspera urbe mercantil y
centro de cultura helénica—, dominaba el griego, aunque
seguramente recibió la instrucción primaria en una escuela
hebrea. Además, conocía el oficio de fabricante de tiendas
de campaña, que era común en la zona. Es probable que,
siendo muy joven, lo aprendiera de su padre (Hech.
18:2, 3).
Las Escrituras también indican que nació con la ciudadanía
romana (Hech. 22:25-28). Aunque es evidente que alguno
de sus ancestros obtuvo este privilegio, no tenemos más
detalles sobre el particular. Sea como fuere, Saulo
pertenecía por ello a la élite social de la provincia. Y su
formación le permitía entender bien tres culturas distintas:
la judía, la griega y la romana.
Al alcanzar la adolescencia —probablemente no tendría
más de 13 años—, viajó 840 kilómetros (520 millas) hasta
Jerusalén a fin de continuar su educación, llegando a
estudiar a los pies de Gamaliel, afamado maestro de la
escuela farisea (Hech. 22:3).
La preparación académica que recibió, que hoy
llamaríamos universitaria, consistía en la enseñanza y
memorización de pasajes bíblicos y leyes de la tradición
oral judía. Ser un buen estudiante de Gamaliel garantizaba
un brillante porvenir, y Saulo, por lo visto, lo era, ya que
más tarde escribió: “Estaba alcanzando mayor progreso en
el judaísmo que muchos de mi propia edad de mi raza,
puesto que era mucho más celoso por las tradiciones de
mis padres” (Gál. 1:14). Fue precisamente este celo por la
tradición judía lo que lo convirtió en notorio perseguidor de
la joven congregación mesiánica.
[Recuadro de la página 67]
DORCAS “ABUNDABA EN BUENOS HECHOS”
En la ciudad portuaria de Jope vivía una mesiánica muy
querida por sus hermanos en la fe debido a sus
abundantes “buenos hechos y [...] dádivas de misericordia”
(Hech. 9:36). Era conocida por su nombre griego, Dorcas,
que significa “Gacela”, y por su equivalente arameo, Tabita.
Esta costumbre de usar dos nombres propios (uno hebreo
o arameo y el otro griego o latino) era muy común entre los
judíos que vivían en zonas donde había muchos gentiles.
Por lo visto, Dorcas enfermó y murió de forma inesperada.
De acuerdo con la costumbre de la época, la lavaron para
el entierro y la colocaron en un aposento alto, tal vez en su
propia casa. En Oriente Medio, las altas temperaturas
exigían que los funerales tuvieran lugar el mismo día de la
defunción, o a lo sumo un día después. Al enterarse los
mesiánicos de Jope de que Pedro se encontraba en la
cercana Lida —a solo 18 kilómetros (11 millas), o cuatro
horas de camino—, decidieron avisarle, pues había tiempo
para que él acudiera antes del sepelio. Despacharon dos
hombres con el mensaje de que se acercara cuanto antes
(Hech. 9:37, 38). Según explica un erudito, “en el judaísmo
temprano era habitual enviar emisarios en parejas, en parte
para que uno validara el testimonio del otro”.
El relato indica qué sucedió a la llegada de Pedro: “Lo
condujeron al aposento de arriba; y todas las viudas se le
presentaron llorando y exhibiendo muchas prendas de
vestir interiores y exteriores que Dorcas solía hacer
mientras estaba con ellas” (Hech. 9:39). En efecto, una de
las cosas que le habían ganado el cariño de la
congregación era su afición a coser para los demás. Les
hacía túnicas, que se llevaban directamente sobre el
cuerpo, y mantos que se usaban encima. No sabemos si
Dorcas corría con los gastos de la tela o si solo aportaba el
trabajo. En todo caso, era muy querida por su bondad y por
sus “dádivas de misericordia”.
El cuadro que encontró el apóstol al entrar en el aposento
debió de conmoverlo profundamente. El estudioso Richard
Lenski explica: “Era un lamento muy distinto del que hubo
en casa de Jairo, con el ruido de los flautistas y las lloronas
de alquiler. De ningún modo era tan fingido” (Mat. 9:23).
Se trataba, más bien, de una sentida muestra de dolor.
Como en el relato no se habla de ningún marido, muchos
opinan que tenía que estar soltera.
Cuando Mashíaj comisionó a sus discípulos, les dio
poderes y les dijo: “Levanten muertos” (Mat. 10:8). Sin
embargo, aunque Pedro había visto a Yahshúa devolver la
vida a varios difuntos, entre ellos la hija de Jairo, no hay
constancia de que ningún apóstol hubiera efectuado antes
un milagro así (Mar. 5:21-24, 35-43). Pedro sacó del
aposento a los presentes e hizo una ferviente oración, y
Tabita abrió los ojos y se incorporó. ¡Qué alegría tuvieron
que sentir las viudas y los demás discípulos de Jope en el
momento en que Pedro les presentó viva a su amada
hermana! (Hech. 9:40-42.)
[Ilustración de la página 66]
¿Cómo podemos imitar a Dorcas?
CAPÍTULO 23
“Oigan mi defensa”
Pablo defiende la verdad ante las turbas y el
Sanedrín
Basado en Hechos 21:18–23:10
Hch 21:18 Y al día siguiente Pablo entró con
nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos
todos los ancianos;
Hch 21:19 a los cuales, después de haberles
saludado, les contó una por una las cosas que
Dios había hecho entre los gentiles por su
ministerio.
Hch 21:20 Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a
Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos
millares de judíos hay que han creído; y todos son
celosos por la ley.
Hch 21:21 Pero se les ha informado en cuanto a ti,
que enseñas a todos los judíos que están entre los
gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no
circunciden a sus hijos, ni observen las
costumbres.
Hch 21:22 ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá
de cierto, porque oirán que has venido.
Hch 21:23 Haz, pues, esto que te decimos: Hay
entre nosotros cuatro hombres que tienen
obligación de cumplir voto.
Hch 21:24 Tómalos contigo, purifícate con ellos, y
paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y
todos comprenderán que no hay nada de lo que se
les informó acerca de ti, sino que tú también andas
ordenadamente, guardando la ley.
Hch 21:25 Pero en cuanto a los gentiles que han
creído, nosotros les hemos escrito determinando
que no guarden nada de esto; solamente que se
abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de
sangre, de ahogado y de fornicación.
Hch 21:26 Entonces Pablo tomó consigo a
aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose
purificado con ellos, entró en el templo, para
anunciar el cumplimiento de los días de la
purificación, cuando había de presentarse la
ofrenda por cada uno de ellos.
Hch 21:27 Pero cuando estaban para cumplirse
los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el
templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron
mano,
Hch 21:28 dando voces: ¡Varones israelitas,
ayudad! Este es el hombre que por todas partes
enseña a todos contra el pueblo, la ley y este
lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el
templo, y ha profanado este santo lugar.
Hch 21:29 Porque antes habían visto con él en la
ciudad a Trófimo, de Efeso, a quien pensaban que
Pablo había metido en el templo.
Hch 21:30 Vé a este pueblo, y diles: De oído oiréis,
y no entenderéis; Y viendo veréis, y no
percibiréis;Así que toda la ciudad se conmovió, y
se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le
arrastraron fuera del templo, e inmediatamente
cerraron las puertas.
Hch 21:31 Y procurando ellos matarle, se le avisó
al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de
Jerusalén estaba alborotada.
Hch 21:32 Este, tomando luego soldados y
centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron
al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a
Pablo.
Hch 21:33 Entonces, llegando el tribuno, le
prendió y le mandó atar con dos cadenas, y
preguntó quién era y qué había hecho.
Hch 21:34 Pero entre la multitud, unos gritaban
una cosa, y otros otra; y como no podía entender
nada de cierto a causa del alboroto, le mandó
llevar a la fortaleza.
Hch 21:35 Al llegar a las gradas, aconteció que era
llevado en peso por los soldados a causa de la
violencia de la multitud;
Hch 21:36 porque la muchedumbre del pueblo
venía detrás, gritando: ¡Muera!
Hch 21:37 Cuando comenzaron a meter a Pablo en
la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte
algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?
Hch 21:38 ¿No eres tú aquel egipcio que levantó
una sedición antes de estos días, y sacó al
desierto los cuatro mil sicarios?
Hch 21:39 Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy
hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad
no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me
permitas hablar al pueblo.
Hch 21:40 Y cuando él se lo permitió, Pablo,
estando en pie en las gradas, hizo señal con la
mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en
lengua hebrea, diciendo:
Hch 22:1 Varones hermanos y padres, oíd ahora
mi defensa ante vosotros.
Hch 22:2 Y al oír que les hablaba en lengua
hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
Hch 22:3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso
de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a
los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la
ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy
lo sois todos vosotros.
Hch 22:4 Perseguía yo este Camino hasta la
muerte, prendiendo y entregando en cárceles a
hombres y mujeres;
Hch 22:5 como el sumo sacerdote también me es
testigo, y todos los ancianos, de quienes también
recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco
para traer presos a Jerusalén también a los que
estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Hch 22:6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar
cerca de Damasco, como a mediodía, de repente
me rodeó mucha luz del cielo;
Hch 22:7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hch 22:8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres,
Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a
quien tú persigues.
Hch 22:9 Y los que estaban conmigo vieron a la
verdad la luz, y se espantaron; pero no
entendieron la voz del que hablaba conmigo.
Hch 22:10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor
me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá
todo lo que está ordenado que hagas.
Hch 22:11 Y como yo no veía a causa de la gloria
de la luz, llevado de la mano por los que estaban
conmigo, llegué a Damasco.
Hch 22:12 Entonces uno llamado Ananías, varón
piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de
todos los judíos que allí moraban,
Hch 22:13 vino a mí, y acercándose, me dijo:
Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella
misma hora recobré la vista y lo miré.
Hch 22:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te
ha escogido para que conozcas su voluntad, y
veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Hch 22:15 Porque serás testigo suyo a todos los
hombres, de lo que has visto y oído.
Hch 22:16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre.
Hch 22:17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que
orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
Hch 22:18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal
prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu
testimonio acerca de mí.
Hch 22:19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo
encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a
los que creían en ti;
Hch 22:20 y cuando se derramaba la sangre de
Esteban tu testigo, yo mismo también estaba
presente, y consentía en su muerte, y guardaba las
ropas de los que le mataban.
Hch 22:21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré
lejos a los gentiles.
Hch 22:22 Y le oyeron hasta esta palabra;
entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la
tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.
Hch 22:23 Y como ellos gritaban y arrojaban sus
ropas y lanzaban polvo al aire,
Hch 22:24 mandó el tribuno que le metiesen en la
fortaleza, y ordenó que fuese examinado con
azotes, para saber por qué causa clamaban así
contra él.
Hch 22:25 Pero cuando le ataron con correas,
Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os
es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber
sido condenado?
Hch 22:26 Cuando el centurión oyó esto, fue y dio
aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer?
Porque este hombre es ciudadano romano.
Hch 22:27 Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú
ciudadano romano? El dijo: Sí.
Hch 22:28 Respondió el tribuno: Yo con una gran
suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo
dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
Hch 22:29 Así que, luego se apartaron de él los
que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al
saber que era ciudadano romano, también tuvo
temor por haberle atado.
Hch 22:30 Al día siguiente, queriendo saber de
cierto la causa por la cual le acusaban los judíos,
le soltó de las cadenas, y mandó venir a los
principales sacerdotes y a todo el concilio, y
sacando a Pablo, le presentó ante ellos.
Hch 23:1 Entonces Pablo, mirando fijamente al
concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda
buena conciencia he vivido delante de Dios hasta
el día de hoy.
Hch 23:2 El sumo sacerdote Ananías ordenó
entonces a los que estaban junto a él, que le
golpeasen en la boca.
Hch 23:3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará
a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para
juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley
me mandas golpear?
Hch 23:4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al
sumo sacerdote de Dios injurias?
Hch 23:5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era
el sumo sacerdote; pues escrito está: No
maldecirás a un príncipe de tu pueblo.
Hch 23:6 Entonces Pablo, notando que una parte
era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en
el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo
de fariseo; acerca de la esperanza y de la
resurrección de los muertos se me juzga.
Hch 23:7 Cuando dijo esto, se produjo disensión
entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se
dividió.
Hch 23:8 Porque los saduceos dicen que no hay
resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos
afirman estas cosas.
Hch 23:9 Y hubo un gran vocerío; y levantándose
los escribas de la parte de los fariseos,
contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en
este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un
ángel, no resistamos a Dios.
Hch 23:10 Y habiendo grande disensión, el
tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese
despedazado por ellos, mandó que bajasen
soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y
le llevasen a la fortaleza.
¡JERUSALÉN! Una vez más vuelve a recorrer Pablo sus
transitadas callejuelas. En el mundo no hay otra capital que
haya sido testigo de tantos acontecimientos de la historia
sagrada. Y la mayoría de sus habitantes viven anclados a
sus pasadas glorias. De hecho, el apóstol sabe que
muchos mesiánicos de la zona también caen en ese error
y, por ello, no están al día con los cambios que ha ido
introduciendo Yahweh. Lo cierto es que la necesidad
espiritual es mucho mayor que la escasez material que lo
movió a salir de Éfeso y dirigirse a la gran ciudad sin
reparar en peligros (Hech. 19:21).
2
¿A qué se enfrentará en Jerusalén? A mesiánicos
inquietos por los rumores que corren acerca de él y, sobre
todo, a enemigos de Mashíaj, quienes lo acusarán en falso,
lo golpearán y lo amenazarán de muerte. Pero este
torbellino de sucesos le brindará la oportunidad de
defender sus creencias. Plantará cara a la situación con
una humildad, una valentía y una fe que hacemos bien en
imitar. Veamos cómo.
“Empezaron a glorificar a Elohim” (Hechos 21:18-20a)
3
Al día siguiente de llegar a Jerusalén, Pablo y sus
compañeros fueron a reunirse con los ancianos que dirigían
la congregación. En esta ocasión, no se indica que
estuviera presente ninguno de los apóstoles que quedaban
vivos; puede que para entonces se hubieran ido a servir a
otras partes del mundo. Pero el que sí se encontraba en
aquella reunión —y probablemente la presidió— era
Santiago, el hermano de Yahshúa (Hech. 21:18; Gál. 2:9).
4
Tras saludar a los ancianos, Pablo “se puso a hacerles
un relato detallado de las cosas que Elohim había hecho
entre las naciones mediante su ministerio” (Hech. 21:19).
¡Qué animados se sintieron! ¿Verdad que a nosotros
también nos alegra enterarnos del progreso de la obra en
otros países? (Pro. 25:25.)
5
En algún momento, el apóstol tuvo que mencionar los
donativos que traía de las congregaciones de Europa. Los
ancianos debieron de sentirse conmovidos al ver el interés
que habían demostrado mesiánicos de lugares tan
distantes. En efecto, al oír el informe, “empezaron a
glorificar a Elohim” (Hech. 21:20a). Hoy ocurre igual.
Muchos hermanos afectados por catástrofes y
enfermedades aprecian enormemente el consuelo y la
ayuda que les brindamos.
Quedaban muchos “creyentes [...] celosos por la Ley”
(Hechos 21:20b, 21)
6
A continuación, los ancianos le mencionaron al apóstol
un problema que existía en Judea y tenía que ver
directamente con él: “Contemplas, hermano, cuántos
millares de creyentes hay entre los judíos; y todos son
celosos por la Ley. Pero ellos han oído que se rumorea
acerca de ti que has estado enseñando a todos los judíos
entre las naciones una apostasía contra Moisés,
diciéndoles que ni circunciden a sus hijos ni anden en las
costumbres solemnes” (Hech. 21:20b, 21).
7
La Ley de Moisés había quedado abolida hacía más de
dos décadas (Col. 2:14). Entonces, ¿por qué se aferraban
a ella tantos mesiánicos? Es cierto que en el año 49 los
apóstoles y los ancianos de Jerusalén habían mandado a
las congregaciones una carta donde explicaban que los
fieles de origen gentil no tenían que someterse ni a la
circuncisión ni a la Ley mosaica; sin embargo, no hablaron
de los hermanos judíos (Hech. 15:23-29). En este último
grupo había muchos que estaban convencidos de que ese
código seguía vigente.
8
¿Impedía esa equivocación que fueran mesiánicos?
No, pues no estaban adorando elohim falsos ni negándose
a dejar prácticas paganas. La Ley por la que tanto apego
sentían la había dado el propio Yahweh, así que no tenía
nada malo ni demoníaco. Pero los mesiánicos habían
entrado en el nuevo pacto, y aquel código pertenecía al
antiguo, de modo que sus disposiciones se habían vuelto
obsoletas. ¿En qué situación se encontraban los discípulos
hebreos que seguían con tanto celo la Ley? Estaban
demostrando falta de confianza en la congregación
mesiánica y poco entendimiento. Por lo tanto, era preciso
que modificaran su actitud de acuerdo con la revelación
progresiva de la verdad (Jer. 31:31-34; Luc. 22:20).
“No son ciertos los rumores” (Hechos 21:22-26)
9
Ahora bien, ¿qué puede decirse de la acusación: “Se
rumorea [...] que has estado enseñando a los judíos entre
las naciones [...] que ni circunciden a sus hijos ni anden en
las costumbres solemnes”? Antes de nada, recordemos
que Pablo ejercía su apostolado principalmente entre los
gentiles y que estaba obligado a defender la decisión que
los eximía de acatar la Ley mosaica. Además, había
refutado el error de quienes los incitaban a circuncidarse en
señal de sometimiento a dicha Ley (Gál. 5:1-7). Sin
embargo, también anunciaba las buenas nuevas a los
judíos de las ciudades que visitaba. Y si estos lo
escuchaban, seguramente les explicaba que la muerte de
Yahshúa había dejado anticuada la Ley y que la justicia
ante Elohim se obtenía por la fe, y no por las obras
estipuladas en dicho código (Rom. 2:28, 29; 3:21-26).
10
Sin embargo, el apóstol no dejó de ser comprensivo
con quienes preferían mantener ciertas costumbres del
judaísmo, como el descanso laboral del sábado o la
abstinencia de determinados alimentos (Rom. 14:1-6).
Tampoco impuso reglas sobre la circuncisión; de hecho, se
encargó de que Timoteo se sometiera a esa intervención
para que los judíos no desconfiaran del muchacho, pues
era de padre griego (Hech. 16:3). Consciente de que se
trataba de una decisión personal, escribió a los gálatas: “Ni
la circuncisión es de valor alguno, ni lo es la incircuncisión,
sino la fe que opera mediante el amor” (Gál. 5:6). Con todo,
había ocasiones en que sí era una falta de fe adherirse a
esta práctica. ¿Cuándo? Cuando se hacía para sujetarse a
la Ley o cuando se enseñaba que era indispensable para
obtener la aprobación de Yahweh.
11
Aunque aquellos rumores sobre Pablo eran una grave
distorsión de la realidad, habían conseguido perturbar a los
hermanos de origen judío. Por esta razón, los ancianos le
dieron estas instrucciones al apóstol: “Tenemos cuatro
varones que tienen sobre sí un voto. Toma a estos contigo
y límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus
gastos, para que se les rape la cabeza. Y así sabrán todos
que no son ciertos los rumores que se les contaron acerca
de ti, sino que estás andando ordenadamente, tú mismo
también guardando la Ley” (Hech. 21:23, 24).
12
Pablo pudiera haber protestado que la raíz del
problema no eran los rumores sobre su persona, sino el
celo por la Ley mosaica que manifestaban aquellos
judeomesiánicos. Pero estaba dispuesto a ser flexible
siempre que no tuviera que ir en contra de ningún principio
divino. Hacía tiempo había escrito: “A los que están bajo ley
me hice como bajo ley, aunque yo mismo no estoy bajo ley,
para ganar a los que están bajo ley” (1 Cor. 9:20). En esta
ocasión, él colaboró con los ancianos de Jerusalén y así
llegó a estar “como bajo ley”. De este modo nos dejó un
magnífico ejemplo que nos anima a cooperar con los
superintendentes y a no insistir en que las cosas se hagan
según nuestro criterio (Heb. 13:17).
“No ha debido vivir” (Hechos 21:27–22:30)
13
Al acercarse los días en que tenían que cumplirse los
votos, el apóstol se presentó en el templo, aunque no le
fueron bien las cosas. Al verlo, ciertos judíos de Asia lo
acusaron sin base de haber introducido gentiles en el
sagrado recinto y desencadenaron un tumulto contra él.
De no ser por la intervención de un comandante romano, lo
habrían matado a golpes. En vista de la situación, aquel
oficial mandó ponerlo en custodia. A partir de entonces,
Pablo tardaría cuatro años en recuperar su libertad. Pero el
peligro para su vida no había terminado. Cuando el militar
preguntó a los judíos por qué lo habían atacado, se
pusieron a gritar una acusación tras otra, de modo que
no logró sacar nada en claro. Era tal el alboroto que tuvo
que ordenar a varios soldados que lo sacaran de allí. En el
momento en que estos iban a entrar en el cuartel llevando
al apóstol en vilo, este le dijo al comandante: “Te ruego:
permíteme hablar al pueblo” (Hech. 21:39). Concedida su
petición, procedió a defender su fe con mucha valentía.
14
“Oigan mi defensa”, dijo Pablo en hebreo (Hech. 22:1).
Al expresarse en su idioma, logró calmar al gentío. Les
explicó por qué se había hecho mesiánico. Con habilidad
fue mencionando puntos que podían comprobar si lo
deseaban. Por ejemplo, que había estudiado a los pies del
famoso Gamaliel y que en su día había perseguido a los
discípulos de Yahshúa, como debían de saber algunos de
los presentes. Añadió que, cuando iba camino de
Damasco, tuvo una visión de Mashíaj resucitado, quien le
dirigió la palabra. Aclaró que sus compañeros de viaje
vieron, como él, una luz brillante y escucharon una voz,
pero no “oyeron con entendimiento” lo que decía (Hech.
9:7; 22:9, nota). Como la visión lo dejó ciego, tuvieron que
llevarlo de la mano a Damasco, donde le devolvió la vista
milagrosamente Ananías, varón conocido por los judíos de
la región.
15
Siguió relatando que, a su regreso a Jerusalén, se le
apareció Yahshúa en el templo. Al llegar a este punto, los
judíos que lo escuchaban se pusieron furiosos y gritaron:
“¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no ha debido vivir!”
(Hech. 22:22). Para evitar que lo mataran, el comandante lo
metió en el cuartel. Decidido a descubrir por qué lo odiaban
tanto, ordenó que lo interrogaran con azotes. Pero Pablo
protestó contra ese abuso amparándose en sus derechos
como ciudadano romano. (Hoy, los siervos de Yahweh
también nos valemos de recursos semejantes para
defender nuestra fe. Véanse el recuadro de la página 184
“La ley y la ciudadanía romanas” y el de esta misma página
“Batallas modernas en los tribunales”.) Al oír que el
acusado era romano, el comandante comprendió que debía
encontrar otra forma de sacarle la información. Al día
siguiente lo hizo comparecer en una reunión especial del
Sanedrín, el tribunal supremo de los judíos.
“Soy fariseo” (Hechos 23:1-10)
16
Pablo inició así su defensa ante el Sanedrín:
“Varones, hermanos, yo me he portado delante de Elohim
con conciencia perfectamente limpia hasta este día” (Hech.
23:1). Pero no pudo decir más, pues “el sumo sacerdote
Ananías ordenó a los que estaban de pie cerca de él que le
hirieran en la boca” (Hech. 23:2). ¡Qué afrenta! ¡Y qué
prejuicio mandar castigarlo como a un mentiroso sin haber
oído ni una sola de sus declaraciones! No es de extrañar
que el apóstol replicara: “Elohim te va a herir a ti, pared
blanqueada. ¿A un mismo tiempo te sientas tú a juzgarme
según la Ley y, violando la Ley, me mandas herir?” (Hech.
23:3).
17
Algunos de los presentes expresaron su indignación,
pero no porque golpearan al acusado, sino por la reacción
de este, de modo que le recriminaron: “¿Al sumo sacerdote
de Elohim injurias?”. Dándoles una lección de respeto a la
Ley y de humildad, él les respondió: “Hermanos, no sabía
que era sumo sacerdote. Porque está escrito: ‘No debes
hablar perjudicialmente de un gobernante de tu pueblo’”
(Hech. 23:4, 5; Éxo. 22:28). Luego adoptó una táctica
diferente. Como sabía que el Sanedrín estaba integrado
tanto por fariseos como por saduceos, dijo: “Varones,
hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Respecto a la
esperanza de la resurrección de los muertos se me está
juzgando” (Hech. 23:6).
18
¿Por qué se presentó Pablo como fariseo? Porque era
“hijo de fariseos”, es decir, de padres que pertenecían a
esta secta, y, por consiguiente, muchos aún lo
considerarían así. No obstante, ¿cómo pudo relacionar su
esperanza de la resurrección con las doctrinas de ese
grupo? Según fuentes dignas de crédito, ellos creían que
las almas de las personas sobrevivían a la muerte y, en el
caso de que hubieran sido justas, volvían a vivir en cuerpos
humanos. Aunque Pablo no aceptaba tales nociones, sino
que creía en la resurrección tal y como la había predicado
Yahshúa, podía estar de acuerdo con ellos en que habría
vida después de la muerte, a diferencia de los saduceos,
que lo negaban rotundamente (Juan 5:25-29). Hoy
podemos utilizar líneas de razonamiento similares cuando
mantenemos conversaciones con católicos y protestantes.
Tal vez les digamos que, como ellos, creemos en Elohim.
Es cierto que nosotros ciframos nuestra fe en el Elohim de
la Biblia, mientras que muchos de ellos aceptan la
Trinidad. Con todo, compartimos la misma creencia básica
de que Elohim existe.
19
La afirmación de Pablo consiguió sembrar la división
en el tribunal. Leemos que “estalló una gran gritería, y se
levantaron algunos de los escribas del partido de los
fariseos y empezaron a contender ferozmente, diciendo:
‘No hallamos nada malo en este hombre; [...] si un espíritu
o un ángel le habló...’” (Hech. 23:9). Ahora bien, la sola
insinuación de que un ángel se hubiera comunicado con él
era inadmisible para los saduceos. ¿Por qué? Porque ellos
rechazaban de plano la existencia de cualquier criatura
celestial (véase en esta misma página el recuadro “Los
saduceos y los fariseos”). El tumulto terminó agravándose
tanto que el comandante tuvo que volver a rescatar al
apóstol (Hech. 23:10). Pero Pablo aún no estaba fuera de
peligro. ¿Qué le iba a pasar? Veámoslo en el próximo
capítulo.
[Notas]
Para atender a tantos mesiánicos de origen judío tuvo que
haber un buen número de congregaciones que se
reunieran en hogares particulares.
Años después, Pablo escribió su carta a los Hebreos,
donde demostró que el nuevo pacto era superior al
antiguo, y de hecho lo había dejado anticuado. Sus
razonamientos cumplieron un doble propósito:
brindaban a los mesiánicos hebreos argumentos contra
las críticas judías y, al mismo tiempo, corregían la
actitud de los hermanos que daban demasiada
importancia a la Ley de Moisés (Heb. 8:7-13).
Hay quienes afirman que era un voto de nazareato (Núm.
6:1-21). Aunque ya había caducado la Ley mosaica,
bajo la cual se hacía dicha promesa, Pablo podría haber
razonado que no era improcedente que aquellos
hombres cumplieran su voto a Yahweh. De ser así,
no habría hecho nada malo pagando los gastos y
acompañándolos al templo. Pero no sabemos con
certeza cuál era el tipo de voto implicado. Fuera como
fuese, no es probable que él los hubiera apoyado si,
como los nazareos, hubieran ofrecido un animal con la
intención de limpiarse de sus pecados. El sacrificio
perfecto de Mashíaj había quitado a tales dádivas su
valor expiatorio. En todo caso, podemos estar seguros
de que el apóstol no habría hecho nada contrario a su
conciencia.
¿Por qué no reconoció Pablo al sumo sacerdote? Entre las
posibles razones que se han dado están la mala vista, la
incapacidad de identificarlo en persona —ya que llevaba
mucho tiempo fuera de Jerusalén— o sencillamente la
imposibilidad de distinguir entre los concurrentes quién
había emitido la orden.
En el año 49, cuando los apóstoles y los ancianos se
reunieron para analizar si los gentiles debían someterse
a la Ley mosaica, algunos de los mesiánicos presentes
fueron mencionados con la designación “los de la secta
de los fariseos que habían creído” (Hech. 15:5).
Es obvio que por sus antecedentes aún se les
identificaba a cierto grado con aquel grupo.
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Qué trae a Pablo a Jerusalén, y qué problemas le
esperan allí?
3-5. a) ¿A qué reunión asistió Pablo, y qué se trató en ella?
b) ¿Qué lecciones podemos extraer al meditar en la
reunión de Pablo con los ancianos de Jerusalén?
6. ¿Qué problema le señalaron a Pablo?
7, 8. a) ¿Qué forma de pensar equivocada tenían muchos
mesiánicos de Judea? b) ¿Por qué no incurrían en
apostasía quienes se apegaban a la Ley?
9. ¿Qué enseñaba Pablo acerca de la Ley mosaica?
10. ¿Qué equilibrio mantuvo Pablo ante la Ley y la
circuncisión?
11. ¿Qué consejo le dieron los ancianos a Pablo, y qué
pudo implicar su cumplimiento? (Véase también la
nota.)
12. ¿Cómo demostró Pablo flexibilidad y espíritu de
cooperación al recibir el consejo de los ancianos de
Jerusalén?
13. a) ¿Por qué desencadenó un tumulto en el templo un
grupo de judíos? b) ¿Cómo se salvó Pablo de la
muerte?
14, 15. a) ¿Qué explicó Pablo a los judíos? b) ¿Qué
medidas adoptó el comandante romano para
determinar por qué estaban tan furiosos los judíos?
16, 17. a) Explique qué sucedió cuando Pablo dirigió la
palabra al Sanedrín. b) ¿Qué ejemplo de humildad
dio el apóstol aunque lo habían golpeado?
18. ¿Por qué se identificó Pablo con los fariseos, y cómo
podríamos seguir líneas de razonamiento semejantes
en algunas circunstancias?
19. ¿Por qué terminó con desórdenes la reunión del
Sanedrín?
[Recuadro de la página 184]
LA LEY Y LA CIUDADANÍA ROMANAS
Las autoridades romanas no acostumbraban inmiscuirse en
la administración local. En líneas generales, dejaban que
los judíos aplicaran sus propias leyes. Si intervinieron en el
caso de Pablo fue únicamente porque el disturbio
producido tras su aparición en el templo amenazaba el
orden público.
Las autoridades nombradas por la metrópoli tenían
considerable poder sobre los súbditos de provincias. Sin
embargo, las cosas cambiaban cuando tenían que tratar
con ciudadanos romanos. Estos gozaban de derechos que
se respetaban en todo el imperio. Por ejemplo, no podían
ser atados ni golpeados sin previo juicio, ya que ese trato
estaba reservado a los esclavos. Además, tenían la opción
de apelar las decisiones del gobernador provincial
recurriendo al emperador en Roma.
La ciudadanía se obtenía de diversos modos. El primero
era por herencia sanguínea. Además, los emperadores
solían concederla tanto a individuos como a la población
libre de ciudades y distritos enteros en gratitud por los
servicios recibidos. También la conseguían los esclavos a
quienes liberaban sus amos romanos por voluntad propia o
a cambio de dinero, así como los veteranos que eran
licenciados de las fuerzas auxiliares. Parece que en
determinadas circunstancias se conseguía realizando un
pago, dado que el comandante Claudio Lisias le dijo a
Pablo: “Yo compré estos derechos como ciudadano por
una gran suma de dinero”. Pero ese no era el caso de
Pablo, pues él le respondió: “Yo hasta nací en ellos” (Hech.
22:28). Así que alguno de los antepasados varones del
apóstol tuvo que haber adquirido la ciudadanía, aunque
no sabemos cómo.
[Nota]
En el siglo I de nuestra era, pocos habitantes de Judea
disfrutaban de la ciudadanía romana. Este privilegio no se
concedió a todos los súbditos provinciales sino hasta
llegado el siglo III.
[Recuadro de la página 186]
BATALLAS MODERNAS EN LOS TRIBUNALES
Al igual que Pablo, los testigos de Jehová de tiempos
modernos hemos empleado todo recurso jurídico a nuestro
alcance para combatir las limitaciones impuestas a la
predicación. Con gran celo, nos hemos dedicado a
“defender y establecer legalmente las buenas nuevas” (Fili.
1:7).
En las décadas de 1920 y 1930, centenares de hermanos
fueron arrestados por distribuir publicaciones bíblicas. Por
ejemplo, para 1926 había pendientes 897 litigios en los
tribunales de Alemania, lo que exigió la formación de un
Departamento Legal en su sucursal. En la década de 1930
se detuvo en Estados Unidos a centenares de
proclamadores anualmente por ir de puerta en puerta
(en 1936 la cifra fue de 1.149). A fin de brindar
asesoramiento jurídico, también se creó un Departamento
Legal en este país. Entre 1933 y 1939, los Testigos de
Rumania encararon 530 procesos. Sin embargo, las
apelaciones ante el Tribunal Supremo de la nación
produjeron numerosos fallos favorables. Y en muchos otros
lugares, la situación ha sido parecida.
Otros problemas legales surgieron cuando algunos
mesiánicos se negaron por motivos de conciencia a
participar en actividades que violarían su neutralidad (Isa.
2:2-4; Juan 17:14). Sus oponentes los acusaron falsamente
de sedición, lo que a veces desencadenó la prohibición de
sus actividades. Sin embargo, muchos gobiernos han
terminado reconociendo que los Testigos no constituyen
ninguna amenaza.
[Nota]
Las victorias legales de los testigos de Jehová en diversos
países se explican con más detalle en el capítulo 30 del
libro Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de
Elohim.
[Recuadro de la página 188]
LOS SADUCEOS Y LOS FARISEOS
El Sanedrín, consejo administrativo y tribunal supremo de
la nación judía, estaba dominado por dos facciones rivales:
los fariseos y los saduceos. Según el historiador Flavio
Josefo (siglo I), la principal diferencia entre ambos grupos
era que los primeros trataban de imponer la observancia de
un gran número de tradiciones, mientras que los últimos
consideraban obligatorios únicamente los preceptos de la
Ley de Moisés. Sin embargo, ambos partidos estaban
unidos en su oposición a Mashíaj.
Parece ser que los saduceos, de orientación conservadora,
mantenían lazos estrechos con el sacerdocio, y de hecho
tenían entre sus miembros a Anás y Caifás, ambos
ex sumos sacerdotes (Hech. 5:17). Josefo indica que las
enseñanzas de esta poderosa secta “sólo convencían a los
ricos”.
Los fariseos, por el contrario, ejercían una enorme
influencia sobre las masas. No obstante, puesto que
insistían en aspectos como la pureza ceremonial extrema,
convertían la Ley en una carga insoportable para el pueblo.
A diferencia de los saduceos, concedían gran importancia
al destino y creían que las almas sobrevivían a la muerte,
tras lo cual recibían la recompensa por sus virtudes o el
castigo por sus vicios.
[Ilustración de las páginas 182 y 183]
Como Pablo, ¿cedemos cuando no se está violando ningún
principio bíblico?
[Ilustración de la página 187]
Al igual que Pablo, buscamos puntos de acuerdo con
personas de otras religiones
CAPÍTULO 25
“¡Apelo a César!”
Pablo defiende magistralmente las buenas
nuevas
Basado en Hechos 25:1–26:32
Hch 25:1 Llegado, pues, Festo a la provincia,
subió de Cesarea a Jerusalén tres días después.
Hch 25:2 Y los principales sacerdotes y los más
influyentes de los judíos se presentaron ante él
contra Pablo, y le rogaron,
Hch 25:3 pidiendo contra él, como gracia, que le
hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una
celada para matarle en el camino.
Hch 25:4 Pero Festo respondió que Pablo estaba
custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría
en breve.
Hch 25:5 Los que de vosotros puedan, dijo,
desciendan conmigo, y si hay algún crimen en
este hombre, acúsenle.
Hch 25:6 Y deteniéndose entre ellos no más de
ocho o diez días, venido a Cesarea, al siguiente día
se sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído
Pablo.
Hch 25:7 Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos
que habían venido de Jerusalén, presentando
contra él muchas y graves acusaciones, las cuales
no podían probar;
Hch 25:8 alegando Pablo en su defensa: Ni contra
la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra
César he pecado en nada.
Hch 25:9 Pero Festo, queriendo congraciarse con
los judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres
subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas
cosas delante de mí?
Hch 25:10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César
estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les
he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien.
Hch 25:11 Porque si algún agravio, o cosa alguna
digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero
si nada hay de las cosas de que éstos me acusan,
nadie puede entregarme a ellos. A César apelo.
Hch 25:12 Entonces Festo, habiendo hablado con
el consejo, respondió: A César has apelado; a
César irás.
Hch 25:13 Pasados algunos días, el rey Agripa y
Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo.
Hch 25:14 Y como estuvieron allí muchos días,
Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo:
Un hombre ha sido dejado preso por Félix,
Hch 25:15 respecto al cual, cuando fui a
Jerusalén, se me presentaron los principales
sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo
condenación contra él.
Hch 25:16 A éstos respondí que no es costumbre
de los romanos entregar alguno a la muerte antes
que el acusado tenga delante a sus acusadores, y
pueda defenderse de la acusación.
Hch 25:17 Así que, habiendo venido ellos juntos
acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado
en el tribunal, mandé traer al hombre.
Hch 25:18 Y estando presentes los acusadores,
ningún cargo presentaron de los que yo
sospechaba,
Hch 25:19 sino que tenían contra él ciertas
cuestiones acerca de su religión, y de un cierto
Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo.
Hch 25:20 Yo, dudando en cuestión semejante, le
pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado
de estas cosas.
Hch 25:21 Mas como Pablo apeló para que se le
reservase para el conocimiento de Augusto,
mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo
a César.
Hch 25:22 Entonces Agripa dijo a Festo: Yo
también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo:
Mañana le oirás.
Hch 25:23 Al otro día, viniendo Agripa y Berenice
con mucha pompa, y entrando en la audiencia con
los tribunos y principales hombres de la ciudad,
por mandato de Festo fue traído Pablo.
Hch 25:24 Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y
todos los varones que estáis aquí juntos con
nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del
cual toda la multitud de los judíos me ha
demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que
no debe vivir más.
Hch 25:25 Pero yo, hallando que ninguna cosa
digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló
a Augusto, he determinado enviarle a él.
Hch 25:26 Como no tengo cosa cierta que escribir
a mi señor, le he traído ante vosotros, y
mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que
después de examinarle, tenga yo qué escribir.
Hch 25:27 Porque me parece fuera de razón enviar
un preso, y no informar de los cargos que haya en
su contra.
Hch 26:1 Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te
permite hablar por ti mismo. Pablo entonces,
extendiendo la mano, comenzó así su defensa:
Hch 26:2 Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de
que haya de defenderme hoy delante de ti de todas
las cosas de que soy acusado por los judíos.
Hch 26:3 Mayormente porque tú conoces todas
las costumbres y cuestiones que hay entre los
judíos; por lo cual te ruego que me oigas con
paciencia.
Hch 26:4 Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual
desde el principio pasé en mi nación, en
Jerusalén, la conocen todos los judíos;
Hch 26:5 los cuales también saben que yo desde
el principio, si quieren testificarlo, conforme a la
más rigurosa secta de nuestra religión, viví
fariseo.
Hch 26:6 Y ahora, por la esperanza de la promesa
que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a
juicio;
Hch 26:7 promesa cuyo cumplimiento esperan
que han de alcanzar nuestras doce tribus,
sirviendo constantemente a Dios de día y de
noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy
acusado por los judíos.
Hch 26:8 ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa
increíble que Dios resucite a los muertos?
Hch 26:9 Yo ciertamente había creído mi deber
hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de
Nazaret;
Hch 26:10 lo cual también hice en Jerusalén. Yo
encerré en cárceles a muchos de los santos,
habiendo recibido poderes de los principales
sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.
Hch 26:11 Y muchas veces, castigándolos en
todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y
enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí
hasta en las ciudades extranjeras.
Hch 26:12 Ocupado en esto, iba yo a Damasco
con poderes y en comisión de los principales
sacerdotes,
Hch 26:13 cuando a mediodía, oh rey, yendo por
el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el
resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los
que iban conmigo.
Hch 26:14 Y habiendo caído todos nosotros en
tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en
lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? Dura cosa te es dar coces contra el
aguijón.
Hch 26:15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor?
Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú
persigues.
Hch 26:16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies;
porque para esto he aparecido a ti, para ponerte
por ministro y testigo de las cosas que has visto, y
de aquellas en que me apareceré a ti,
Hch 26:17 librándote de tu pueblo, y de los
gentiles, a quienes ahora te envío,
Hch 26:18 para que abras sus ojos, para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad
de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que
es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados.
Hch 26:19 Por lo cual, oh rey Agripa, no fui
rebelde a la visión celestial,
Hch 26:20 sino que anuncié primeramente a los
que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la
tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo
obras dignas de arrepentimiento.
Hch 26:21 Por causa de esto los judíos,
prendiéndome en el templo, intentaron matarme.
Hch 26:22 Pero habiendo obtenido auxilio de Dios,
persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a
pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de
las cosas que los profetas y Moisés dijeron que
habían de suceder:
Hch 26:23 Que el Cristo había de padecer, y ser el
primero de la resurrección de los muertos, para
anunciar luz al pueblo y a los gentiles.
Hch 26:24 Diciendo él estas cosas en su defensa,
Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las
muchas letras te vuelven loco.
Hch 26:25 Mas él dijo: No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de
verdad y de cordura.
Hch 26:26 Pues el rey sabe estas cosas, delante
de quien también hablo con toda confianza.
Porque no pienso que ignora nada de esto; pues
no se ha hecho esto en algún rincón.
Hch 26:27 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas?
Yo sé que crees.
Hch 26:28 Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco
me persuades a ser cristiano.
Hch 26:29 Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por
poco o por mucho, no solamente tú, sino también
todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales
cual yo soy, excepto estas cadenas!
Hch 26:30 Cuando había dicho estas cosas, se
levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los
que se habían sentado con ellos;
Hch 26:31 y cuando se retiraron aparte, hablaban
entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de
muerte ni de prisión ha hecho este hombre.
Hch 26:32 Y Agripa dijo a Festo: Podía este
hombre ser puesto en libertad, si no hubiera
apelado a César.
PABLO permanece en Cesarea bajo estricta vigilancia.
Desde que regresó a Judea, hace ya dos años, ha
sobrevivido al menos a tres atentados consecutivos
perpetrados por sus compatriotas (Hech. 21:27-36; 23:10,
12-15, 27). No obstante, viendo que no van a darse por
vencidos y que todavía puede caer en sus garras, exclama
ante el gobernador Festo: “¡Apelo a César!” (Hech. 25:11).
2
¿Tuvo esa decisión el respaldo del cielo? Los
mesiánicos que damos testimonio cabal del Reino estamos
muy interesados en saberlo. ¿Por qué? Porque si Yahweh
apoyó la apelación a la máxima autoridad romana, nosotros
también podremos recurrir a medios como ese para
“defender y establecer legalmente las buenas nuevas” en
estos días del fin (Fili. 1:7).
“Delante del tribunal” (Hechos 25:1-12)
3
Tres días después de asumir la gobernación de Judea,
Festo viajó a Jerusalén, donde escuchó los graves cargos
que formularon contra el apóstol los principales sacerdotes
y otros judíos destacados. Los acusadores sabían que el
nuevo gobernador romano tenía órdenes de mantener la
paz con ellos y con los demás hebreos. Por eso, se
envalentonaron y le pidieron que trasladara al preso desde
Cesarea para que fuese juzgado en su ciudad, con la
siniestra intención de asesinarlo en el camino. Pero él les
denegó la petición, diciéndoles: “Los que están en el poder
entre ustedes [...] bajen conmigo [a Cesarea] y acúsenlo, si
hay algo impropio en el varón” (Hech. 25:5). Una vez más,
Pablo había salvado el cuello.
4
¿Cómo había podido soportar tantas angustias?
Gracias al consuelo que Yahweh le había dado mediante el
Señor Yahshúa. Por ejemplo, Mashíaj le había dicho en
una visión: “¡Ten ánimo!” (Hech. 23:11). Hoy, los siervos de
Elohim también nos encaramos a dificultades e
intimidaciones. Claro, nuestro amoroso Padre no nos libra
de todas ellas. Lo que sí hace es darnos sabiduría y
“poder [...] más allá de lo normal” (2 Cor. 4:7).
5
Días después, Festo “se sentó en el tribunal” de
Cesarea. Ante él tenía al apóstol y a los querellantes.
En respuesta a sus cargos infundados, Pablo replicó: “Ni
contra la Ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra
César he cometido pecado alguno”. Era inocente y merecía
la libertad. Pero ¿qué decisión iba a tomar el gobernador?
Queriendo congraciarse con los judíos, preguntó al
acusado: “¿Deseas subir a Jerusalén y ser juzgado allí
delante de mí respecto a estas cosas?” (Hech. 25:6-9).
¡Qué propuesta tan absurda! Si lo remitía a Jerusalén, los
acusadores se convertirían en jueces, y aunque el propio
gobernador estuviera presente en el proceso, de un modo u
otro la muerte sería inevitable. En esta ocasión, el
procurador estaba anteponiendo el interés político a la
justicia, como ya había hecho un predecesor suyo, Poncio
Pilato, al juzgar a un prisionero mucho más importante
(Juan 19:12-16). En tiempos modernos también hay
magistrados que ceden a las presiones políticas. Por ende,
no debemos llevarnos las manos a la cabeza si alguna
corte falla contra el pueblo de Elohim a pesar de todas las
pruebas a su favor.
6
Comprendiendo que los deseos de Festo de ganarse
las simpatías de los judíos lo colocaban en peligro de
muerte, Pablo invocó su derecho como ciudadano romano
diciéndole: “Estoy de pie delante del tribunal de César,
donde debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los
judíos, como tú también estás descubriendo bastante
bien. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez hecha
esta reclamación, no había vuelta atrás. Así lo admitió el
propio gobernador: “A César has apelado; a César irás”
(Hech. 25:10-12). Al exigir la revisión del caso en un foro
más alto, el apóstol sentó un precedente para todos los
mesiánicos. Si la autoridad “dicta injusticias en nombre de
la ley” y ataca las buenas nuevas, nosotros las defendemos
valiéndonos de los medios legales a nuestro alcance (Sal.
94:20, Nueva Biblia Española).
7
Al cabo de dos años de prisión por delitos que
no había cometido, Pablo recibió la oportunidad de
presentar su causa en Roma. Pero antes de partir, quiso
verlo otro político.
“No me hice desobediente” (Hechos 25:13–26:23)
8
Unos días después de que Pablo invocara la
apelación a César, el gobernador recibió la visita de
cumplido del rey Agripa y su hermana Berenice. En el
Imperio romano era habitual que los altos dignatarios
presentaran sus saludos a los nuevos procuradores.
Al felicitar a Festo por su designación, Agripa sin duda
pretendía forjar vínculos políticos y personales que
podrían resultarle útiles en el futuro (Hech. 25:13).
9
Cuando Festo le habló de Pablo al monarca,
despertó en él la curiosidad. Al día siguiente, los dos
jefes de estado se sentaron en el tribunal con todo un
despliegue de pompa y magnificencia. Sin embargo, lo
más impresionante iban a ser las palabras del
prisionero que tenían ante él (Hech. 25:22-27).
10
Con los debidos respetos, el apóstol agradeció al
soberano la oportunidad de presentar su defensa ante
él, reconociéndolo como entendido en las costumbres
y polémicas del judaísmo. A continuación, comenzó a
repasar su vida: “Conforme a la secta más estricta de
nuestra forma de adoración yo viví fariseo” (Hech.
26:5). Cuando era miembro de esa escuela religiosa,
Pablo aguardaba la venida del Mashíaj. Y ahora que era
mesiánico, no tenía reparos en identificar a Yahshúa
con el Ungido anhelado por tantos siglos. Dijo que se
encontraba en aquella audiencia porque —al igual que
sus acusadores— estaba convencido de la realización
de las promesas que Elohim les había hecho a sus
antepasados. Esta afirmación avivó aún más el interés
de Agripa.
11
Recordando los atropellos que había perpetrado
contra los mesiánicos, Pablo dijo: “Pensé dentro de mí
que debía cometer muchos actos de oposición contra
el nombre de Yahshúa el Nazareno; [...] estando
sumamente enojado contra [sus seguidores], fui hasta
el extremo de perseguirlos hasta en las ciudades de
afuera” (Hech. 26:9-11). Y había muchos testigos de
que el apóstol no estaba exagerando (Gál. 1:13, 23).
Puede que Agripa se preguntara: “¿Por qué habrá
cambiado tanto?”.
12
La respuesta vino en sus siguientes
declaraciones: “Mientras viajaba a Damasco con
autoridad y una comisión de parte de los sacerdotes
principales, vi al mediodía en el camino, oh rey, una luz
que fulguró desde el cielo en derredor de mí y de los
que conmigo iban, y su resplandor sobrepasaba el del
sol. Y cuando todos habíamos caído a tierra oí una voz
que me decía en el lenguaje hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por
qué me estás persiguiendo? Te resulta duro seguir
dando coces contra los aguijones’. Pero yo dije:
‘¿Quién eres, Señor?’. Y el Señor dijo: ‘Yo soy
Yahshúa, a quien estás persiguiendo’” (Hech. 26:12-
15).
13
Antes de producirse esta manifestación
sobrenatural, Pablo había estado “dando coces contra
los aguijones”. En otras palabras, había actuado igual
que la bestia de carga que se lastima sin necesidad
dando patadas contra el pincho de la vara con que es
guiada. En efecto, había sufrido graves daños
espirituales al resistirse a la voluntad de Elohim. Pero
en el camino de Damasco, Yahshúa se apareció a este
hombre sincero, aunque mal orientado, y consiguió
hacerle cambiar de actitud (Juan 16:1, 2).
14
¡Y menudos cambios hizo! Dijo a Agripa: “No me
hice desobediente a la vista celestial, sino que, tanto a
los de Damasco, primeramente, como a los de
Jerusalén, y por todo el país de Judea, y a las
naciones, fui llevando el mensaje de que se
arrepintieran y volvieran a Elohim, e hicieran obras
propias del arrepentimiento” (Hech. 26:19, 20).
En realidad, llevaba años cumpliendo la comisión que
había recibido de Mashíaj aquel mediodía. ¿Qué frutos
había dado su predicación? Muchos habían abrazado la
verdad, corregido sus vidas inmorales y deshonestas y
buscado a Elohim. De este modo se habían hecho
buenos ciudadanos y promotores del respeto a la ley y
el orden.
15
Pero a sus enemigos les tenían sin cuidado esos
beneficios, y así lo indicó Pablo al decir: “Por estas
cosas los judíos me prendieron en el templo e
intentaron matarme. Sin embargo, porque he obtenido
la ayuda que proviene de Elohim, continúo hasta este
día dando testimonio tanto a pequeño como a grande”
(Hech. 26:21, 22).
16
Los mesiánicos hemos de estar “siempre listos
para presentar una defensa” de nuestra fe (1 Ped. 3:15).
Si tenemos que hablar de nuestras creencias ante
jueces y políticos, debemos copiar el modelo que nos
dejó el apóstol al dirigirse a Agripa y Festo. Es posible
que les lleguemos al corazón si les explicamos que la
verdad bíblica nos ha brindado una mejor calidad de
vida tanto a nosotros como a nuestros oyentes.
“En poco tiempo me persuadirías a hacerme
mesiánico” (Hechos 26:24-32)
17
Al escuchar aquel persuasivo testimonio, ninguno de
los dos mandatarios se quedó indiferente. Notemos qué
sucedió: “Mientras [el apóstol] decía estas cosas en su
defensa, Festo dijo con voz fuerte: ‘¡Estás volviéndote loco,
Pablo! ¡El gran saber te está impulsando a la locura!’”
(Hech. 26:24). Su impetuosa respuesta pudo deberse a una
actitud que hoy también es muy común. Ciertamente,
no son pocos los que piensan que quienes difunden las
verdaderas enseñanzas bíblicas son unos fanáticos. Y a la
mayoría de los sabios de este mundo se les atraganta la
doctrina mesiánica de la resurrección de los muertos.
18
Pero Pablo tenía una buena respuesta para el
procurador: “No estoy volviéndome loco, excelentísimo
Festo, sino que expreso dichos de verdad y de buen juicio.
En realidad, el rey a quien hablo con franqueza de
expresión bien sabe de estas cosas [...]. ¿Crees tú, rey
Agripa, a los Profetas? Yo sé que crees”. El monarca le
respondió: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme
mesiánico” (Hech. 26:25-28). Sea que lo dijera en serio o
no, el testimonio de Pablo había calado hondo en él.
19
A continuación, ambos mandatarios se pusieron en
pie, dando por concluida la audiencia. “Al retirarse iban
hablando los unos con los otros, y decían: ‘Este hombre
no practica nada que merezca muerte o cadenas’. Además,
Agripa dijo a Festo: ‘Este hombre podría haber sido puesto
en libertad si no hubiera apelado a César’.” (Hech.
26:31, 32.) Los dos sabían muy bien que acababan de
escuchar a una persona inocente, y ahora tal vez verían
con más simpatía a los mesiánicos.
20
No parece que ninguno de estos poderosos
gobernantes aceptara las buenas nuevas del Reino de
Elohim. Entonces, ¿actuó con sabiduría el apóstol al
comparecer ante ellos? Sí. El que este mesiánico fuera
llevado “ante reyes y gobernadores” de Judea permitió que
el testimonio alcanzara sectores de la administración
romana hasta entonces probablemente inaccesibles (Luc.
21:12, 13). Además, sus experiencias y su fidelidad ante
dichas pruebas animaron mucho a sus hermanos en la fe
(Fili. 1:12-14).
21
Hoy ocurre igual. Si perseveramos en la obra pese a
las pruebas y la oposición, veremos muchas bendiciones.
Quizás hasta podamos dar testimonio a autoridades poco
accesibles. Y nuestra fidelidad y aguante puede animar a
muchos mesiánicos a ser aún más valerosos y efectuar
exhaustivamente la obra, dando testimonio cabal del Reino
de Elohim.
[Notas]
Véase el recuadro de la página 199 “El procurador romano
Porcio Festo”.
La palabra que se traduce “tribunal” alude a un podio o
estrado sobre el que se colocaba la silla del juez.
Se consideraba que esa elevada posición confería a sus
decisiones un carácter autoritativo e irrevocable. Fue en
un podio como ese donde se sentó Pilato a evaluar los
cargos contra Yahshúa.
Véase el recuadro de la página 200 “Apelaciones modernas
a favor de la adoración verdadera”.
Véase el recuadro de la página 201 “Herodes Agripa II”.
Al ser mesiánico, el apóstol aceptaba a Yahshúa como el
Mashíaj. Sin embargo, los judíos lo habían rechazado, y
por eso consideraban a Pablo un apóstata (Hech. 21:21,
27, 28).
Es interesante el siguiente comentario de un biblista sobre
la frase “al mediodía”: “A menos que un viajero tuviera
mucha prisa, al mediodía descansaba a causa del calor.
Aquí vemos lo empeñado que estaba Pablo en su
misión de persecución”.
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿En qué circunstancias se encuentra Pablo? b)
¿Qué pregunta podemos hacernos sobre su
apelación a César?
3, 4. a) ¿Cuál era el verdadero motivo de la petición de
trasladar a Pablo a Jerusalén, y cómo se libró él de la
trampa? b) ¿Cómo nos sostiene Yahweh tal como
hizo con el apóstol?
5. ¿Cómo actuó Festo en el caso de Pablo?
6, 7. ¿Por qué apeló Pablo a César, y qué precedente
sentó para los testigos de Jehová?
8, 9. ¿Por qué se desplazó el rey Agripa a Cesarea?
10, 11. ¿Cómo mostró Pablo el debido respeto a Agripa, y
qué detalles le reveló?
12, 13. a) ¿Qué descripción hizo Pablo de su conversión?
b) ¿En qué sentido había estado él “dando coces
contra los aguijones”?
14, 15. ¿Qué dijo Pablo sobre los cambios que había hecho
en su vida?
16. ¿Cómo podemos imitar a Pablo al hablar de nuestra fe
con jueces y políticos?
17. ¿Qué reacción tuvo Festo ante la autodefensa de
Pablo, y en qué se parece a la de muchos
contemporáneos nuestros?
18. ¿Qué respuesta dio Pablo a Festo, y cuál fue la
reacción subsiguiente de Agripa?
19. ¿Qué decisión adoptaron Festo y Agripa en el caso de
Pablo?
20. ¿Qué resultados tuvo el testimonio de Pablo ante altos
cargos?
21. ¿Qué resultados podremos ver si perseveramos en la
obra del Reino?
[Recuadro de la página 199]
EL PROCURADOR ROMANO PORCIO FESTO
De acuerdo con las únicas fuentes que aportan información
directa —el libro de Hechos y las obras de Flavio Josefo—,
Porcio Festo sucedió a Félix en la gobernación de Judea
hacia el año 58 y por lo visto murió dos o tres años más
tarde ocupando aún el cargo.
A diferencia de su predecesor, Félix, y de su sucesor,
Albino, parece que, en líneas generales, fue un procurador
prudente y capaz. Cuando asumió el poder, Judea sufría
una auténtica plaga de salteadores. Según Josefo,
“Festo [...] persiguió a los principales causantes de la ruina
del país, capturó gran cantidad de bandidos y ajustició a
muchos de ellos”. Durante su mandato ordenó la
demolición de un muro que se había construido para evitar
que el rey Agripa viera lo que se hacía en el recinto del
templo. Pero ante las protestas de los judíos, les autorizó
que enviaran una delegación a Roma para exponer el
asunto al emperador Nerón.
Todo indica que trató con mano dura a delincuentes y
subversivos. No obstante, al menos en lo referente al
apóstol Pablo, estuvo dispuesto a dejar de lado la justicia a
fin de llevarse bien con los judíos.
[Recuadro de la página 200]
APELACIONES MODERNAS A FAVOR DE LA
ADORACIÓN VERDADERA
Los testigos de Jehová han acudido en multitud de
ocasiones a audiencias superiores con la esperanza de
eliminar trabas a la predicación de las buenas nuevas del
Reino. Veamos dos ejemplos.
El 28 de marzo de 1938, el Tribunal Supremo de Estados
Unidos anuló varias sentencias de tribunales estatales y
exoneró a un grupo de testigos detenidos por distribuir
publicaciones bíblicas en la localidad de Griffin (Georgia).
Este fue el primer fruto de una larga lista de recursos
presentados ante esta alta corte con el fin de defender
nuestro derecho a la evangelización.
El segundo ejemplo es la causa de un Testigo de Grecia
llamado Minos Kokkinakis. En el transcurso de cuarenta y
ocho años fue arrestado más de sesenta veces bajo la
acusación de “proselitismo”. En dieciocho ocasiones tuvo
que comparecer ante los jueces, y pasó muchos años en
prisión o exiliado en apartadas islas del Egeo. En 1986
recibió su última condena. Aunque apeló ante las más altas
instancias del país, perdió el caso, de modo que recurrió al
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Este dictaminó el
25 de mayo de 1993 que el gobierno griego había violado
sus derechos a la libertad de culto.
Los Testigos hemos llevado a esta corte decenas de casos
y hemos salido vencedores en la mayoría. Ninguna otra
organización, religiosa o civil, ha cosechado en este foro
tantos éxitos.
¿Se beneficia la ciudadanía en general de nuestros triunfos
jurídicos? El especialista Charles C. Haynes así lo cree:
“Todos estamos en deuda con los testigos de Jehová.
No importa cuántas veces se les haya insultado, se les
haya echado de los pueblos y ciudades o incluso se les
haya agredido; ellos siguen luchando por su libertad
religiosa (y por extensión, por la nuestra). Cuando ellos
ganan, ganamos todos”.
[Nota]
Más recientemente, una apelación ante este organismo
condujo a un veredicto a favor de la libertad de expresión.
Véase ¡Despertad! del 8 de enero de 2003, páginas 3 a 11.
[Recuadro de la página 201]
HERODES AGRIPA II
El Agripa del que habla el capítulo 25 de Hechos es el
último soberano de la dinastía herodiana, a saber, Herodes
Agripa II, bisnieto de Herodes el Grande e hijo de Herodes
Agripa I, el que había atacado a la congregación de
Jerusalén catorce años antes (Hech. 12:1).
Cuando murió su padre, en el año 44 de nuestra era, tenía
17 años de edad y se encontraba en Roma educándose en
la corte de Claudio. Dado que los consejeros de este
emperador lo consideraban muy joven para suceder al
difunto, se nombró en su lugar un gobernador romano.
No obstante, Flavio Josefo indica que, aun durante su
estancia en Roma, abogó por los judíos y sus intereses.
Hacia el año 50 fue instituido por Claudio rey de Calcis, y
en el 53, de Iturea, Traconítide y Abilene. Además, recibió
la superintendencia del templo de Jerusalén, lo que
conllevaba la autoridad de designar a los sumos sacerdotes
judíos. Gracias a Nerón —el sucesor de Claudio—, llegó a
anexionarse regiones de Galilea y Perea. Cuando se reunió
con Pablo, se encontraba en Cesarea con su hermana
Berenice, quien había abandonado a su esposo, el rey de
Cilicia (Hech. 25:13).
En el año 66 no consiguió sofocar la rebelión judía contra el
imperio y se convirtió en blanco de los ataques rebeldes, lo
que no le dejó otra alternativa que unirse a los romanos.
Como recompensa a su lealtad, el nuevo césar,
Vespasiano, le extendió aún más los territorios de su
dominio.
[Ilustración de la página 197]
Los mesiánicos apelamos las sentencias desfavorables
HECHOS DE PABLO Y TECLA
1. 1-Cuando Pablo subió a Iconio tras su fuga de
Antioquía, se le unieron como compañeros de camino
Dimas y Hermógenes, el herrero, llenos ambos de
hipocresía, y se juntaron a Pablo fingiendo amor por él.
Mas éste, que tenía ante sus ojos únicamente la bondad de
Mashíaj no les hizo nada malo, sino que les mostró un gran
amor. 2-Tanto que intentaba hacerles dulces todas las
palabras del Señor, [su enseñanza y la interpretación del
Evangelio] así como (lo relativo) al nacimiento y
resurrección del Amado, y las grandezas de Mashíaj tal
como le habían sido reveladas se las iba explicando
palabra por palabra y que Mashíaj había nacido de María y
de la semilla de David.
En casa de Onesíforo
2. 1-Un cierto varón llamado Onesíforo, al oír que
Pablo había de llegar a Iconio, salió al encuentro de él con
sus hijos Simias y Zenón, y con su mujer Lectra, para
recibirlo en su casa. Tito, en efecto, le había explicado cuál
era la apariencia de Pablo, pues no lo había visto aún
corporalmente, sino sólo en espíritu.
3. 1-Anduvo Onesíforo por el camino real que lleva
a Listra y se situó allí de pie, para esperarlo, comparando a
todos los que venían con la descripción de Tito. Vio, pues,
que se acercaba Pablo, hombre pequeño de estatura,
calvo, de piernas arqueadas, vigoroso, cejijunto, de nariz
un tanto sobresaliente, (mas) lleno de gracia. Unas veces
parecía un hombre, otras tenía el rostro de un ángel.
4. 1- Pablo sonrió al ver a Onesíforo. Éste le dijo:—
Te saludo, siervo del Elohim bendito.
Aquél respondió:
—La gracia sea contigo y con tu casa.
Dimas y Hermógenes sintieron envidia, pero mostraron
una hipocresía aún mayor, tanto que dijo Dimas:
2—¿Acaso no somos nosotros (siervos también) del
Bendito, ya que no nos saludas?
Replicó Onesíforo:
—No veo en vosotros el fruto de la justicia. Mas si sois
realmente siervos, venid también vosotros a mi casa y
reposaos en ella.
5. 1 - Cuando entró Pablo en casa de Onesíforo, se
produjo una gran alegría. (La gente) se hincó de rodillas y
hubo fracción del pan y (predicación) de la palabra de
Elohim sobre la continencia y la resurrección. Decía Pablo
así:
2—Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Elohim. Bienaventurados los que conservan
pura su carne, ya que serán templo de Elohim.
Bienaventurados los castos, porque con ellos hablará
Elohim. Bienaventurados los que han dicho adiós a este
mundo, porque ellos serán agradables a Elohim.
Bienaventurados los que tienen mujer como si no la
tuvieren, porque ellos recibirán a Elohim como herencia.
Bienaventurados los que tienen temor de Elohim, porque
serán ángeles de Él.
6. 1—Bienaventurados los que sienten temor ante
las palabras de Elohim, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que han aceptado la sabiduría de
Yahshúa Ha Mashíaj, porque ellos serán llamados hijos del
Altísimo. Bienaventurados los que han conservado el
(propósito) del bautismo, porque ellos descansarán en el
Padre y en el Hijo. Bienaventurados los que han
comprendido la ciencia de Yahshúa Ha Mashíaj, porque
ellos se hallarán en la luz. Bienaventurados los que por
amor a Elohim se han apartado de los hábitos mundanos,
porque ellos juzgarán a los ángeles y serán glorificados en
la derecha del Padre. 2- Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia y no
verán el amargo día del juicio. Bienaventurados los cuerpos
de los vírgenes, porque ellos agradarán a Elohim y no
perderán la recompensa de su pureza. Porque la Palabra
del Padre será para ellos obra de salvación para el día de
su Hijo, y tendrán descanso por los siglos de los siglos.
Tecla escucha la predicación de Pablo
7 1- Mientras Pablo hablaba así en medio de la
asamblea reunida en casa de Onesíforo, una cierta Tecla,
cuya madre se llamaba Teoclía, virgen y prometida a un
varón por nombre Támiris, estaba sentada muy cerca de la
ventana de la casa, y escuchaba noche y día el discurso de
Pablo sobre la pureza, la fe en Mashíaj y la oración. 2- No
se movía de la ventana, sino que llena de alegría se sintió
arrastrada a la fe. Además, viendo que llegaban ante Pablo
muchas mujeres y vírgenes, deseaba también ella ser
considerada digna de estar en presencia de Pablo y oír la
palabra de Mashíaj. Pues aún no había contemplado la
figura del Apóstol, sino que había escuchado solamente su
voz.
8 1- Como no se apartaba de la ventana, la madre
envió a buscar a Támiris. Éste vino lleno de alegría
pensando que iba a tomarla ya en matrimonio. Dijo, pues,
Támiris a Teoclía:
—¿Dónde está mi Tecla?
Respondió Teoclía:
2 - Tengo que contarte algo nuevo, Támiris. Pues hace
tres días y tres noches que Tecla no se separa de la
ventana, ni para comer ni beber, sino que, con la mirada fija
como hacia un espectáculo agradable, está tan apegada a
un extranjero que predica palabras brillantes y engañosas,
que me extraño cómo su virginal pudor puede turbarse tan
terriblemente.
9. 1 - Támiris: este hombre anda agitando la ciudad
de Iconio y también a tu Tecla. Pues todas las mujeres y
los jóvenes se acercan donde él para aprender que «se
debe adorar —dice— aun solo Elohim y vivir castamente».
2- También mi hija está en la ventana pegada como una
araña a sus palabras, y se halla dominada por un nuevo
deseo y una terrible pasión. Presta fija atención a todo lo
que aquél dice y ha quedado prendida la muchacha. ¡Ea!,
acércate a ella y háblale, ya que es tu prometida.
10. 1- Se acercó Támiris, lleno de amor por ella y, a
la vez, de temor ante su ensimismamiento, y le dijo:
—Tecla, prometida mía, ¿por qué estás sentada así?
¿Qué pasión te mantiene arrobada? Retorna a tu Támiris y
avergüénzate.
La madre le decía también semejantes palabras: —2-
Hija, ¿por qué estás ahí sentada, con la vista baja, sin
responder nada, como extasiada?
Comenzaron a llorar amargamente, Támiris porque
perdía a su mujer, Teoclía a su hija, y las sirvientas a su
dueña. Había, pues, en la casa una confusión y tristeza
generales, y aunque estaban así las cosas, Tecla no se
movía, sino que continuaba absorta en las palabras de
Pablo.
11. 1- Támiris, de un salto, salió a la calle y se puso
a observar a los que entraban y salían donde Pablo. Vio a
doshombres enzarzados en una violenta disputa y les dijo:
2- Hombres, decidme quiénes sois, y quién es ese que
está con vosotros ahí dentro, seductor de las almas de
jóvenes y vírgenes, que anda engañándolos para que no
se casen y permanezcan como están. Os prometo daros
mucho dinero si me habláis de él, puesto que soy
ciudadano importante de esta villa.
12. 1 - Dimas y Hermógenes le respondieron:
—No sabemos quién es ése. Pero priva a los jóvenes
de las mujeres y a las muchachas de sus (posibles)
maridos diciéndoles: «No habrá para vosotros resurrección
si no permanecéis castos, sin manchar vuestra carne, sino
conservándola pura».
13. 1 - Támiris añadió:
—Venid, hombres, a mi casa y tomad un descanso
conmigo.
Y se marcharon a participar de un opulento banquete,
con mucho vino y fasto, en una mesa espléndida. Y así les
convidó a beber Támiris, el enamorado de Tecla, y que
deseaba conseguirla como esposa. Durante el banquete
les dijo Támiris:
2 - Hombres, contadme cuál es su enseñanza para que
me entere, pues no paso pocas angustias por Tecla, ya que
ama tanto a ese extranjero que me veo privado del
matrimonio.
14. 1 - Le respondieron Dimas y Hermógenes:
—Llévale ante el gobernador Cestilio bajo la acusación
de que seduce a la gente con la nueva doctrina de los
mesiánicos. Este lo hará perecer, y tú tendrás a Tecla
como tu mujer. Nosotros te ilustraremos sobre esa
resurrección que él dice habrá de suceder, mas ha tenido
ya lugar por nuestros hijos. Nosotros resucitaremos si
conocemos al Elohim verdadero.
Pablo, arrastrado al tribunal
15- 1 - Támiris, tras oír estas palabras, se levantó de
mañana, pleno de envidia y de ira, y se dirigió a la casa de
Onesíforo con magistrados, alguaciles y con gente
suficiente armada con garrotes. Dijo entonces a Pablo:
2 - Has corrompido la ciudad de Iconio y a mi
prometida, de modo que no quiere casarse conmigo.
Vayamos ante el gobernador Cestilio.
Toda la muchedumbre decía:
—Quita al mago de en medio, pues ha corrompido a
nuestras mujeres. Y (el resto de) la gente estaba de
acuerdo.
16. 1 - Colocándose en pie ante el tribunal, dijo Támiris
con grandes gritos:
—Procónsul: no sabemos de dónde procede este
hombre93, que no permite casarse a las muchachas. Que
diga ante ti por qué motivo enseña tal doctrina.
Dimas y Hermógenes dijeron a Támiris:
—Di que es mesiánico, y así acabarás con él. 2 -
¿Mas el gobernador, sin formarse aún ningún juicio, llamó
a Pablo y le preguntó:
—¿Quién eres tú y cuál es tu enseñanza? Pues no
dirigen contra tí leves acusaciones.
17. 1 - Pablo levantó la voz y respondió:
—Puesto que hoy se me interroga cuál es mi
enseñanza, escucha, procónsul. El Elohim vivo, el Elohim
de la venganza, el Elohim celoso, el Elohim autosuficiente,
pero que necesita la salvación de los hombres, me ha
enviado para arrancarlos de la perdición, de la inmundicia y
de todo mortífero placer", para que no vuelvan a pecar. 2 -
Por este motivo, envió Elohim a su proprio Hijo, a quien yo
predico, y enseño a los hombres a poner en El su
esperanza. El sólo se ha compadecido del mundo sumido
en el error, para que los hombres no sean sujetos a
condenación, sino que tengan fe y temor de Elohim,
conocimiento de la santidad y amor a la verdad. Si, pues,
enseño lo que me ha sido revelado por Elohim, ¿qué
injusticia cometo, procónsul?
El gobernador, tras oírlo, ordenó que fuera encadenado
y conducido a prisión, hasta tener tiempo para interrogarlo
con más cuidado.
18. 1 - Tecla, por su parte, de noche, se despojó de
sus brazaletes y se los entregó al portero, y cuando abrió
éste la puerta, se dirigió a la cárcel. Regaló al carcelero un
espejo de plata, penetró donde estaba Pablo y, sentándose
a sus pies, se puso a escuchar las grandezas de Elohim.
Pablo no albergaba ningún temor, sino que se conducía
con la libertad de Elohim, y la fe de Tecla aumentaba
mientras besaba sus cadenas.
19. 1 - Mientras tanto, Tecla era buscada por sus
parientes y por Támiris, quienes recorrían las calles
pensando que estaba perdida. Pero uno de los esclavos,
compañero del portero, confesó que había salido de noche.
Interrogaron al portero, y éste les dijo que se había
marchado donde el extranjero, a la cárcel. Marcharon
según les había sido indicado, y la encontraron allí, como
encadenada por el amor. Salieron de allí, arrastraron
consigo a la gente y contaron al gobernador lo sucedido.
Primera condena de Tecla. Prodigiosa salvación
20. 1 - El gobernador ordenó traer a Pablo ante el
tribunal, mas Tecla andaba rondando por el lugar en donde
Pablo, sentado en la cárcel, le había enseñado. El
gobernador ordenó que trajeran también a aquélla ante el
tribunal. Tecla, gozosa y alegre, salió de allí. La
muchedumbre, cuando trajeron de nuevo a Pablo, gritaba
aún más fuerte:
—Es un mago. ¡Quítalo de en medio!
2 - Mas el gobernador escuchaba con agrado a Pablo
que hablaba de las obras santas de Mashíaj. Luego, tras
haber reunido al consejo, llamó a Tecla y le dijo:
—¿Por qué no te casas con Támiris, según la ley de los
iconios?
Pero ella, de pie, miraba fijamente a Pablo. Como no
respondía nada, Teoclía, su madre, exclamó entre gritos:
—Quema a esta impía; quema a esta enemiga del
matrimonio en medio del teatro, para que se atemoricen
todas las mujeres que reciben de este hombre enseñanza.
21. 1 - El gobernador sufría terriblemente, pero, tras
flagelara Pablo, lo expulsó fuera de la ciudad y condenó a
Tecla a perecer en la hoguera. Al punto se levantó el
gobernador y marchó al teatro. Todo el pueblo salió a
contemplar ese espectáculo ineluctable.
2 - Como un cordero anda oteando al pastor en el
desierto, así buscaba Tecla a Pablo. Mirando entre la
gente, vio al Señor sentado en la figura del Apóstol, y dijo:
—Como si yo no fuera capaz de resistir, ha venido
Pablo a contemplarme.
Y continuó mirándolo fijamente, pero él subió al
cielo.
22. 1 - Los jóvenes y las muchachas trajeron leña y
paja para quemar a Tecla. Cuando la trajeron desnuda, el
gobernador prorrumpió en lágrimas y quedó admirado de la
fortaleza que había en ella. Esparcieron la leña, y los
verdugos le ordenaron subir a la pira. Tecla, haciendo el
signo de la cruz, se subió sobre la leña, y ellos le
prendieron fuego. 2 - Y aunque refulgía una enorme llama,
el fuego no la tocaba, pues Elohim, compadecido, hizo
resonar un ruido subterráneo, y una nube, en lo alto, llena
de lluvia y granizo, la cubría con su sombra. Al momento
vertió todo su contenido de modo que muchos corrieron
grave peligro y murieron, mientras se extinguía el fuego y
se salvaba Tecla.
El ayuno de Pablo y Onesíforo
23. 1 - Mientras, Pablo ayunaba con Onesíforo, su
mujer y sus hijos en una tumba al aire libre, en el camino
que va de Iconio a Dafne. Cuando pasaron muchos días de
ayuno, dijeron los muchachos a Pablo:
—Tenemos hambre.
Y no tenían con qué comprar comida, pues
Onesíforo había dejado sus bienes de este mundo, y había
seguido a Pablo con toda su familia. 2- Pablo entonces se
despojó de su manto y dijo a uno de ellos:
—Vete, hijo, véndelo y compra muchos panes y tráelos.
Cuando el muchacho estaba comprándolos, vio a
Tecla, su vecina, quedó estupefacto y le dijo:
—Tecla, ¿adonde vas?
Respondió:
—Busco a Pablo, después de que me he salvado del
fuego.
El muchacho añadió:
—Ven, te conduciré a él, pues anda lamentándose por
ti, reza y ayuna desde hace seis días.
24. 1 - Cuando llegó a la tumba. Pablo estaba de
rodillas y pronunciaba esta súplica:
—Padre de Mashíaj, que el fuego no toque a Tecla,
sino ayúdala, pues es tuya.
Y ella, detrás, gritó:
— 2- "Padre, hacedor del cielo y de la tierra, Padre
de tu Hijo amado Yahshúa Ha Mashíaj, te bendigo porque
me has salvado del fuego para ver a Pablo.
Se levantó Pablo, la vio y dijo:
—Elohim, escrutador de los corazones, Padre de
nuestro Señor Yahshúa Ha Mashíaj, te bendigo porque te
has apresurado a escucharme en lo que te había pedido.
25. 1 - Dentro del sepulcro dominaba un gran espíritu
de amor, con gran alegría de Pablo, Onesíforo y todos.
Tenían cinco panes, verduras, agua <y sal>, y estaban
gozosos por las obras santas de Mashíaj. Dijo Tecla a
Pablo:
—Voy a cortarme la cabellera y te seguiré adonde
vayas.
Pablo respondió:
—Los tiempos son malos y tú eres hermosa... no sea
que te sobrevenga una tentación peor que la primera y no
puedas resistir, sino que desfallezcas.
2 - Replicó Tecla:
—Concédeme solamente el sello de Mashíaj, y no me
alcanzará ninguna tentación.
Añadió entonces Pablo:
—Ten ánimo, Tecla, y recibirás el agua.
Tecla en Antíoquía. Segunda condena
26. 1- Pablo reenvió a Iconio a Onesíforo con toda su
familia y, tomando a Tecla, entró en Antioquía. Nada más
penetrar en la ciudad, un cierto magistrado sirio llamado
Alejandro, ciudadano importante de Antioquía, vio a Tecla,
se enamoró de ella, y pretendía ablandar a Pablo con
dinero y presentes.
Pablo le dijo:
—No conozco a la mujer de la que hablas, pues no es
mía.
Pero el sirio, que era poderoso, la rodeó con sus
brazos en la calle. Mas ella no lo soportó, sino que andaba
buscando a Pablo. Gritaba amargamente con estas
palabras:
2 - No fuerces a una extranjera, no fuerces a la sierva
de Elohim. Soy ciudadana principal de Iconio, y por no
haber querido casarme con Támiris he sido expulsada de la
ciudad.
Puso sus manos sobre Alejandro, le desgarró la
clámide, le arrancó la corona de su cabeza y lo dejó en
ridículo.
27. 1 - Él la amaba, pero, a la vez, estaba
avergonzado de lo ocurrido, por lo que la condujo ante el
gobernador. Tecla confesó haber cometido esa acción, y
aquél la condenó a las fieras. Pero las mujeres quedaron
horrorizadas y gritaron junto al tribunal:
—Mala sentencia; injusta sentencia.
2 - Tecla pidió al gobernador permanecer pura hasta su
lucha contra las bestias. Cierta mujer rica, de nombre
Trifena, cuya hija había muerto, la recibió en custodia y fue
para ella motivo de consuelo.
28. 1 - Cuando se formó el desfile de las fieras,
ataron a Tecla a una leona feroz, mientras la reina Trifena
la acompañaba. Pero la leona lamía los pies de Tecla, que
cabalgaba sobre ella, y todo el pueblo estaba estupefacto.
El motivo de su condena inscrito sobre ella, rezaba:
«Sacrilega».
2 - Mas las mujeres, acompañadas de sus hijos,
gritaban de nuevo: —Oh Elohim, en esta ciudad se está
ejecutando una impía sentencia.
Después del desfile, Trifena la llevó de nuevo a su
casa, pues su hija Falconila, que había muerto, le había
dicho en sueños: «En mi lugar tendrás a Tecla, la
extranjera abandonada, para que ruegue por mí y pueda yo
pasar al lugar de los justos».
29. 1 - Cuando después del desfile la recibió de
nuevo Trifena, estaba ésta triste porque al día siguiente
tenía que luchar Teda contra las fieras, y, a la vez, la
amaba tiernamente como a su hija Falconila. Le decía:
—Tecla, mi segunda hija, ven, ruega por mi hija para
que viva por siempre, pues esto es lo que he visto en
sueños.
2- Y Tecla, sin perder un momento, levantó su voz y
dijo:
—Elohim mío, Hijo del Altísimo que estás en los cielos,
concédele, según su voluntad, que su hija Falconila viva
por siempre.
Cuando Tecla hubo dicho esto, se entristeció Trifena al
pensar que semejante hermosura había de ser arrojada a
las fieras.
Lucha contra las fieras. Bautizo de Tecla
30. 1 - Cuando despuntó la aurora, vino Alejandro a
llevarse a Tecla, pues era él quien costeaba los juegos. Le
dijo:
—El gobernador está ya sentado, y la plebe está
agitada por nuestra causa; dame a la que ha de pelear con
las fieras, que voy a conducirla (al circo).
2 - Pero Trifena se puso a gritar hasta hacerlo huir.
Decía:
—Un segundo duelo por Falconila se abate sobre mi
casa, y no hay nadie que me preste ayuda: ni hijo, pues ha
muerto, ni pariente, pues soy viuda. ¡Elohim de mi hija
Tecla, socórrela!
31. 1- El gobernador envió unos soldados para que
llevaran a Tecla. Pero Trifena no la abandonó, sino que
tomándola de la mano, la llevó (al circo) mientras decía:
—Yo he conducido al sepulcro a mi hija Falconila, y a ti,
Tecla, te llevo a pelear contra las fieras.
2 - Lloró entonces Tecla amargamente y suplicó al
Señor entre gemidos:
—Señor Elohim en quien creo, en el que me he
refugiado, que me ha salvado del fuego, concede su
recompensa a Trifena, que se ha apiadado de tu sierva y
me ha guardado pura.
32. 1 - Se produjo, pues, un tumulto: rugían las
fieras, vociferaba el pueblo y gritaban las mujeres que
estaban sentadas juntas. La plebe decía: «Trae a la
sacrilega». Las otras exclamaban: «Perezca la ciudad por
esta impiedad. Aniquílanos a todas. procónsul: ¡Triste
espectáculo; malvada sentencia!»
33. 1 - Tecla fue arrancada de las manos de Trifena.
La desnudaron, le pusieron un ceñidor, la lanzaron al
estadio, y soltaron contra ella leones y osos. Una terrible
leona corrió hacia ella y se acurrucó a sus pies. El grupo de
las mujeres se puso a gritar desaforadamente. 2 - Pero una
osa se lanzó contra Tecla, mas la leona rápidamente le
salió al encuentro y la desgarró. De nuevo, un león
adiestrado para atacar a los hombres y que pertenecía a
Alejandro, corrió contra ella. Pero la leona se enzarzó con
él, y ambos perecieron. Las mujeres se lamentaron con
más intensidad, pues había muerto la leona que defendía a
Tecla.
34. 1 - Lanzaron entonces a muchas fieras, mientras
ella, de pie, extendía sus manos y rezaba. Cuando
concluyó su plegaria, se volvió, vio una gran cavidad llena
de agua y se dijo: «Ahora es el momento de recibir el
baño». Y se lanzó al agua mientras decía: «En el nombre
de Yahshúa Ha Mashíaj me bautizo en mi postrer día».
2- Al verla, las mujeres y la muchedumbre
prorrumpieron en lágrimas y exclamaron:
—No te lances al agua.
Ante este espectáculo también el gobernador derramó
lágrimas, porque las focas iban a devorar a tal hermosura.
Así pues, Tecla se lanzó al agua en nombre de Yahshúa
Ha Mashíaj. Pero las focas, tras ver el fulgor de un
relámpago ígneo, quedaron flotando, muertas. Y se
extendió sobre Tecla una nube de fuego, de modo que ni
las fieras podían tocarla, ni pudiera contemplarse su
desnudez.
35. 1 - Lanzaron otras fieras más terribles, y las
mujeres ulularon. Unas arrojaban vainas verdes, otras
nardo, otras casia, otras bálsamo de modo que hubo una
gran cantidad de perfumes. Todas las fieras arrojadas
contra ella no la tocaron, como si fueran presa del sueño.
por lo que Alejandro dijo al gobernador:
2 - Tengo unos toros muy bravos, atemos a ellos a la
condenada.
El gobernador, con gran tristeza, se lo permitió con
estas palabras:
—Haz lo que quieras.
Entonces la ataron por los pies en medio de los toros y
aplicaron a sus partes hierros ardientes, de modo que,
conturbados al máximo, la mataran. Los animales, pues,
saltaron, pero la llama, ardiendo en derredor, quemó las
ataduras, como si no hubiera estado ligada.
Salvación de Tecla. Conversión de Trifena
36. 1- Trifena perdió el sentido cuando se hallaba de
pie al lado de las puertas junto a la arena, de modo que sus
sirvientas gritaron:
—Ha muerto la reina Trifena.
El gobernador detuvo los juegos, y toda la ciudad
quedó consternada. Entonces Alejandro cayó a los pies del
gobernador y dijo:
2—Apiádate de mí y de la ciudad, y libera a la
condenada a las fieras, no sea que perezca toda la ciudad.
Pues si el César se entera de lo ocurrido, hará perecer
enseguida a nosotros y a la ciudad, ya que su parienta, la
reina Trifena, ha muerto junto a las puertas.
37- 1 - El gobernador mandó traer a Tecla de entre las
fieras y le dijo:
—¿Quién eres tú y qué tienes a tu alrededor, que
ninguna fiera te ha tocado?
Respondió Tecla:
—Soy sierva del Elohim vivo y lo que (me protege) a mi
alrededor es la fe que tengo en el Hijo de Elohim, en quien
Aquel se complació. Por El no me ha tocado ninguna
bestia, pues El solo es la frontera de la salvación y el
fundamento de la vida inmortal. 2 - Él es el refugio para
quienes castiga la tormenta, el descanso para los
oprimidos, la protección para los desesperados y, en una
palabra, si alguno no cree en El, no vivirá, sino que morirá
eternamente.
38. 1 - Al oír estas palabras, ordenó traer sus
vestidos y le dijo:
—Ponte tus vestiduras.
Ella replicó:
—El que me ha vestido cuando estaba desnuda entre
las fieras, ése es el que me revestirá de salvación en el día
del juicio.
2 - Y tomando sus vestidos, se cubrió con ellos. El
gobernador dictó inmediatamente un decreto con estas
palabras: «Os entrego libre a Tecla, sierva piadosa de
Elohim». Todas las mujeres prorrumpieron en gritos y,
como con una sola lengua, alabaron a Elohim así: «Sólo
hay un Elohim, el que ha salvado a Tecla», de modo que
con sus voces conmovieron a toda la ciudad.
39. 1 - Trifena, a quien dieron la buena noticia, salió
al encuentro de Tecla con la muchedumbre, la abrazó y le
dijo:
—Ahora creo que los muertos resucitan; ahora creo
que mi hija vive. Entra dentro, que voy a hacerte heredera
de todos mis bienes.
2 - Tecla entró con ella y reposó en su casa durante
ocho días, enseñándole la palabra de Elohim, de modo que
creyó Trifena y la mayoría de sus sirvientas. Y hubo una
gran alegría en la casa.
Muerte de Támiris. Tecla, predicadora. Su muerte.
40. 1 - Tecla echaba de menos a Pablo y le hacía
buscar enviando gente a todas partes. Le indicaron que
estaba en Mira. Tomó esclavos de ambos sexos, se ciñó e
hizo ajustar su túnica como si fuera una capa varonil y se
dirigió a Mira. Allí encontró a Pablo predicando la palabra
de Elohim y se acercó a él. 2 - Pablo quedó admirado al
verla a ella y a la gente que con ella estaba, pensando que
le sobrevenía a ella alguna otra prueba. Mas ella, cayendo
en la cuenta, le dijo:
—He recibido el bautismo, Pablo. El que colabora
contigo en el Evangelio, me ha ayudado también en el
bautismo.
41. 1 - Tomó Pablo su mano, y la condujo a casa de
Hermeo. Allí escuchó todo lo suyo, de modo que se admiró
muchísimo, y los oyentes se fortalecieron y rogaron por
Trifena. Se levantó Tecla y dijo a Pablo:
—Me marcho a Iconio.
Pablo respondió:
—Vete y enseña la palabra de Elohim.
Trifena había regalado a Tecla muchos vestidos y oro,
por lo que ésta pudo dejar a Pablo suficiente para el
servicio de los pobres.
42. 1 - Tecla, pues, se marchó a Iconio. Allí entró en
casa de Onesíforo, y se postró en el suelo donde Pablo se
había sentado y enseñado la palabra de Elohim.
Prorrumpió en lágrimas y dijo:
—Oh Elohim mío y de esta casa en la que brilló para mí
la luz, Yahshúa Ha Mashíaj, Hijo de Elohim, mi ayuda en la
cárcel, mi ayuda con los gobernantes, entre el fuego y las
fieras, Tú eres Elohim, y a ti la gloria por los siglos, amén.
43, 1 - Allí encontró a Támiris muerto, pero a su madre
aún con vida. La mandó llamar y le dijo:
—Madre Teoclía, ¿puedes creer que el Señor vive en
los cielos? Pues si deseas riquezas, el Señor te las dará
por mi medio; si quieres una hija, aquí estoy yo.
Dando así testimonio, partió para Seleucia, y tras haber
iluminado a muchos con la palabra de Elohim, se durmió
con un bello sueño.
APOCALIPSIS

1 Una revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrarles


a sus esclavos las cosas que tienen que suceder dentro de poco.
Jesucristo envió a su ángel y, por medio de este, se la presentó en
señales a su esclavo Juan, 2 quien dio testimonio de la palabra dada
por Dios y del testimonio dado por Jesucristo, sí, de todas las cosas
que vio.

Apo 1:1 Revelación de Yahoshúa el Mashíaj, que Elohim le dio


para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y
que dio a conocer enviándola por medio de su mensajero a su
siervo Yojanán.

Apo 1:2 Éste ha dado testimonio de la palabra de Elohim y del


testimonio de Yahoshúa el Mashíaj, de todo lo que ha visto.
3
Feliz el que lea en voz alta las palabras de esta profecía y
felices los que oigan y obedezcan las cosas escritas en ella, ya que
el tiempo fijado está cerca.
4
De Juan a las siete congregaciones que están en la provincia
de Asia:

Que reciban bondad inmerecida y paz de parte de “aquel que es


y que era y que viene”, de parte de los siete espíritus que están
delante de su trono 5 y de parte de Jesucristo, el Testigo Fiel, el
Primogénito de los muertos y el Gobernante de los reyes de la
tierra.

Al que nos ama y nos liberó de nuestros pecados por medio de


su propia sangre

Apo 1:5 y de parte de Yahoshúa el Mashíaj, el testigo fiel, el


primogénito de entre los muertos y el soberano de los reyes de la
tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su
sangre,
6
—y que hizo que fuéramos un reino y sacerdotes para su Dios
y Padre—, a él vayan la gloria y el poder para siempre. Amén.
7
¡Miren! Vendrá con las nubes y todo ojo lo verá, hasta los que
lo traspasaron; y a causa de él todas las tribus de la tierra se
golpearán el pecho de dolor. Sí, amén.
8
“Yo soy el Alfa y el Omega —dice Jehová Dios—, aquel que es
y que era y que viene, el Todopoderoso”.

Éxo 3:14 Y Elohim le dijo a Mosheh: “Ehyéh ashér Ehyéh” yo soy


el que soy”. Y continuó: “Así les dirás a los yisraelitas: ‘Ehyéh Yo
Soy me envió a ustedes’”.

Éxo 3:15 Y Elohim le dijo además a Mosheh: “Así les hablarás a los
yisraelitas: Yahweh el Elohim de sus padres, el Elohim de Avraham,
el Elohim de Yitsjaq, y el Elohim de Yaaqov, me ha enviado a
ustedes’, Este será mi nombre para siempre, este es mi apelativo
por toda la eternidad.
9
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la persecución,
en el reino y en el aguante en unión con Jesús, estuve en la isla
llamada Patmos por hablar acerca de Dios y por dar testimonio
acerca de Jesús.

Apo 1:9 Yo Yojanán, su hermano y copartícipe en la tribulación y


en el reino y en la perseverancia en Yahoshúa, estaba en la isla
llamada Patmos por causa de la palabra de Elohim y del testimonio
de Yahoshúa.
10
Por inspiración llegué a estar en el día del Señor, y oí detrás
de mí una voz poderosa, como el sonido de una trompeta, 11 que
decía: “Escribe en un rollo lo que ves y envíaselo a las siete
congregaciones: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia
y Laodicea”.
12
Me volví para ver quién hablaba conmigo y, al volverme, vi
siete candelabros de oro. 13 En medio de los candelabros vi a
alguien como un hijo del hombre vestido con una túnica que le
llegaba hasta los pies, y llevaba una banda de oro a la altura del
pecho. 14 Además, su cabeza y su cabello eran blancos como la
lana blanca, como la nieve, y sus ojos eran como una llama de
fuego. 15 Sus pies eran como el cobre refinado cuando brilla en el
horno, y su voz era como el sonido de muchas aguas. 16 En la mano
derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de dos
filos, larga y afilada, y su rostro era como el sol cuando brilla con
toda su fuerza. 17 Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies.

Y él puso su mano derecha sobre mí y me dijo: “No tengas


miedo. Yo soy el Primero y el Último, 18 y el que vive. Estuve
muerto, pero ahora vivo para siempre jamás, y tengo las llaves de la
muerte y de la Tumba. 19 Así que escribe las cosas que viste, las
cosas que están sucediendo ahora y las cosas que sucederán
después de estas. 20 Este es el secreto sagrado de las siete
estrellas que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros
de oro: las siete estrellas representan a los ángeles de las siete
congregaciones y los siete candelabros representan a las siete
congregaciones.

2 ”Escríbele al ángel de la congregación de Éfeso: Esto es lo


que dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y
camina entre los siete candelabros de oro: 2 ‘Conozco tus hechos,
tu duro trabajo y tu aguante. También sé que no puedes tolerar a
hombres malos y que pusiste a prueba a los que dicen ser
apóstoles pero no lo son, y descubriste que eran mentirosos.
3
Además, estás teniendo aguante, y has perseverado por causa de
mi nombre, y no te has cansado. 4 Pero tengo algo contra ti: que
has perdido el amor que tenías al principio.
5
”’Por lo tanto, recuerda desde dónde has caído, arrepiéntete y
haz las cosas que hacías al principio. Si no, vendré y te quitaré tu
candelabro de su lugar, a menos que te arrepientas. 6 Pero tienes
esto a tu favor: que odias las cosas que hace la secta de Nicolás,
cosas que yo también odio. 7 El que tenga oídos, que oiga lo que el
espíritu les dice a las congregaciones: al que venza le concederé
comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios’.
8
”Escríbele al ángel de la congregación de Esmirna: Esto es lo
que dice él, el Primero y el Último, el que estuvo muerto y volvió a
vivir: 9 ‘Conozco tu sufrimiento y pobreza, aunque eres rico.
También conozco la blasfemia de los que dicen ser judíos pero que
en realidad no lo son; ellos son una sinagoga de Satanás.
10
No tengas miedo de las cosas que vas a sufrir. Mira, el Diablo
seguirá metiendo a algunos de ustedes en prisión para que sean
puestos a prueba por completo, y sufrirán persecución por 10 días.
Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida. 11 El que
tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las
congregaciones: al que venza jamás le hará daño la muerte
segunda’.
12
”Escríbele al ángel de la congregación de Pérgamo: Esto es lo
que dice el que tiene la espada de dos filos, larga y afilada: 13 ‘Sé
dónde resides: ahí donde está el trono de Satanás. A pesar de eso,
sigues aferrándote a mi nombre. Además, no renegaste de tu fe en
mí ni siquiera en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue
asesinado al lado de ustedes, donde reside Satanás.
14
”’Pero tengo algunas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
se aferran a las enseñanzas de Balaam, quien le enseñó a Balac a
tentar a los hijos de Israel para que comieran carne sacrificada a
ídolos y cayeran en la inmoralidad sexual. 15 Igualmente, tú también
tienes a los que se aferran a las enseñanzas de la secta de Nicolás.
16
Así que arrepiéntete. Si no lo haces, vendré pronto y guerrearé
contra ellos con la espada larga de mi boca.
17
”’El que tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las
congregaciones: al que venza le daré del maná escondido y le daré
una piedrecita blanca. En ella hay escrito un nombre nuevo que
nadie conoce excepto el que lo recibe’.
18
”Escríbele al ángel de la congregación de Tiatira: Esto es lo
que dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como una llama de
fuego y los pies como el cobre refinado: 19 ‘Conozco tus hechos, tu
amor, tu fe, tu servicio y tu aguante. Y sé que tus últimos hechos
son más que los del principio.
20
”’Pero tengo algo contra ti: que toleras a esa mujer, Jezabel,
que dice ser profetisa y engaña con sus enseñanzas a mis esclavos
para que caigan en la inmoralidad sexual y coman carne sacrificada
a ídolos. 21 Le di tiempo para que se arrepintiera, pero ella no quiere
arrepentirse de su inmoralidad sexual. 22 Mira, voy a hacer que
caiga enferma en cama, y a los que cometen adulterio con ella les
causaré grandes sufrimientos, a menos que se arrepientan de los
actos que ella los incitó a cometer. 23 A los hijos de ella los mataré
con una plaga mortal. Así todas las congregaciones sabrán que yo
soy el que examina los pensamientos más íntimos y los corazones.
Y a cada uno de ustedes le pagaré según sus hechos.
24
”’Pero al resto de ustedes que están en Tiatira, todos los que
no siguen estas enseñanzas, los que no llegaron a conocer las
llamadas “cosas profundas de Satanás”, les digo: “No les impongo
ninguna otra carga. 25 Eso sí, aférrense a lo que tienen hasta que yo
venga. 26 Al que venza y se mantenga en mis caminos hasta el fin le
daré autoridad sobre las naciones, 27 así como yo he recibido
autoridad de mi Padre. Y él pastoreará a la gente con vara de
hierro, de modo que serán hechos pedazos como vasijas de barro.
28
También le daré la estrella de la mañana. 29 El que tenga oídos,
que oiga lo que el espíritu les dice a las congregaciones”’.

3 ”Escríbele al ángel de la congregación de Sardis: Esto es lo


que dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:
‘Conozco tus hechos y sé que tienes fama de estar vivo, pero estás
muerto. 2 Sé vigilante y fortalece lo que queda y estaba a punto de
morir, porque no he visto que tus obras estén plenamente
realizadas delante de mi Dios. 3 Por lo tanto, acuérdate siempre de
lo que recibiste y oíste. No dejes de obedecerlo, y arrepiéntete. De
hecho, si no te despiertas, vendré como un ladrón y de ninguna
manera sabrás a qué hora voy a llegar.
4
”’Pero en Sardis tienes a algunos que no contaminaron sus
ropas, y caminarán conmigo con ropas blancas, porque se lo
merecen. 5 El que venza irá vestido así, con ropas blancas, y jamás
borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su
nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 El que
tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las
congregaciones’.
7
”Escríbele al ángel de la congregación de Filadelfia: Esto es lo
que dice el que es santo, el que es verdadero, el que tiene la llave
de David, el que abre sin que nadie pueda cerrar y cierra sin que
nadie pueda abrir: 8 ‘Conozco tus hechos. (Mira, he puesto ante ti
una puerta abierta, que nadie puede cerrar). Y sé que, aunque
tienes pocas fuerzas, obedeciste mis palabras y no fuiste desleal a
mi nombre. 9 Mira, haré que los de la sinagoga de Satanás —que
dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten— vengan y se
inclinen a tus pies, y les haré saber que yo te he amado. 10 Como
guardaste las palabras acerca de mi aguante, yo también te
guardaré en la hora de prueba, que va a venir sobre toda la tierra
habitada para poner a prueba a los que viven en la tierra. 11 Vengo
pronto. Sigue aferrándote a lo que tienes para que nadie te quite tu
corona.
12
”’Al que venza lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya
nunca saldrá de ahí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios, el
nombre de la ciudad de mi Dios —la Nueva Jerusalén que baja del
cielo, desde donde está mi Dios— y mi nuevo nombre. 13 El que
tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las
congregaciones’.
14
”Escríbele al ángel de la congregación de Laodicea: Esto es lo
que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la
creación de Dios: 15 ‘Conozco tus hechos y sé que no eres ni frío ni
caliente. Ojalá fueras frío o caliente. 16 Pero, como eres tibio —ni
caliente ni frío—, te voy a vomitar de mi boca. 17 Tú dices “soy rico,
he conseguido riquezas y no necesito absolutamente nada”, pero
no te das cuenta de que eres desdichado, digno de lástima, pobre y
ciego, y de que estás desnudo. 18 Por eso te aconsejo que me
compres oro refinado por el fuego para que te hagas rico, ropas
blancas para que vayas vestido y no quede a la vista la vergüenza
de tu desnudez, y pomada para los ojos para que te la apliques y
puedas ver.
19
”’Yo corrijo y disciplino a todos a los que les tengo cariño. Así
que demuestra entusiasmo y arrepiéntete. 20 Mira, estoy de pie
llamando a la puerta. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venza le
concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me
senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo
que el espíritu les dice a las congregaciones’”.

4 Después de esto vi una puerta abierta en el cielo, y la primera


voz que oí hablándome era como el sonido de una trompeta. Me
dijo: “Sube aquí, que te voy a mostrar las cosas que tienen que
suceder”. 2 Después de eso, enseguida llegué a estar bajo la
influencia del espíritu. Y entonces vi un trono en el cielo, y alguien
estaba sentado en el trono. 3 El que estaba sentado tenía la
apariencia del jaspe y del sardio, y alrededor del trono había un
arcoíris que parecía una esmeralda.
4
Alrededor del trono había 24 tronos, y en estos tronos vi
sentados a 24 ancianos. Llevaban ropas blancas y una corona de
oro en la cabeza. 5 Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y
había siete lámparas de fuego encendidas delante del trono. Estas
representan a los siete espíritus de Dios. 6 Delante del trono había
una especie de mar de vidrio, parecido al cristal.

En medio del trono y alrededor del trono había cuatro seres


vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer ser
viviente parecía un león, el segundo ser viviente parecía un toro
joven, el tercer ser viviente tenía la cara parecida a la de un hombre
y el cuarto ser viviente parecía un águila en vuelo. 8 Cada uno de
los cuatro seres vivientes tenía seis alas, que estaban llenas de ojos
por fuera y por dentro. Y constantemente, día y noche, dicen:
“Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y
que es y que viene”.

Isa 6:2 Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas;
con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus piernas y con dos
volaban.
Isa 6:3 Y uno proclamaba al otro: “¡Santo, santo, santo! ¡Yahweh
de los Ejércitos! ¡Su presencia llena toda la tierra!”
9
Cada vez que los seres vivientes le dan gloria, honra y gracias
al que está sentado en el trono, al que vive para siempre jamás,
10
los 24 ancianos caen delante del que está sentado en el trono y
adoran al que vive para siempre jamás. Arrojando sus coronas
delante del trono, dicen: 11 “Jehová nuestro Dios, tú mereces recibir
la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y
por tu voluntad llegaron a existir y fueron creadas”.

Apo 4:11 Yahweh, digno eres de recibir gloria y honra y virtud:


porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y
fueron creadas.

5 En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un


rollo escrito por los dos lados. Estaba bien sellado con siete sellos.
2
Y vi a un ángel poderoso que proclamaba con voz fuerte: “¿Quién
merece abrir el rollo y romper sus sellos?”. 3 Pero nadie, ni en el
cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver lo
que había escrito en él. 4 Rompí a llorar desconsoladamente porque
no se encontraba a nadie que mereciera abrir el rollo y ver lo que
había escrito en él. 5 Pero uno de los ancianos me dijo: “No llores
más. Mira, el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido.
Así que él puede abrir el rollo y sus siete sellos”.
6
En medio del trono y de los cuatro seres vivientes y en medio
de los ancianos, vi de pie un cordero que parecía haber sido
sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos. (Los ojos representan
los siete espíritus de Dios que han sido enviados por toda la tierra).
7
El Cordero enseguida se acercó y tomó el rollo de la mano
derecha del que estaba sentado en el trono. 8 Cuando tomó el rollo,
los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos cayeron delante del
Cordero. Cada uno tenía un arpa y tazones de oro llenos de
incienso. (El incienso representa las oraciones de los santos). 9 Y
cantan una canción nueva que dice: “Mereces tomar el rollo y abrir
sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para
Dios personas de toda tribu, lengua, pueblo y nación. 10 Tú hiciste
que fueran un reino y sacerdotes al servicio de nuestro Dios. Y ellos
reinarán sobre la tierra”.
11
Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los
seres vivientes y de los ancianos. Eran miríadas de miríadas y
millares de millares, 12 y decían con voz fuerte: “El Cordero que fue
sacrificado merece recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fuerza, la honra, la gloria y la bendición”.
13
Y oí que todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra,
debajo de la tierra y en el mar —todo lo que hay en ellos— decían:
“Que el que está sentado en el trono y el Cordero reciban la
bendición, la honra, la gloria y el poder para siempre jamás”. 14 Los
cuatro seres vivientes decían: “¡Amén!”. Y los ancianos cayeron de
rodillas y adoraron.

6 Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos y oí a uno


de los cuatro seres vivientes decir con voz de trueno: “¡Adelante!”.
2
Y vi entonces un caballo blanco. Su jinete tenía un arco. Se le dio
una corona, y salió venciendo para completar su victoria.
3
Cuando el Cordero abrió el segundo sello, oí decir al segundo
ser viviente: “¡Adelante!”. 4 Y salió otro caballo, de color de fuego. A
su jinete se le concedió quitar la paz de la tierra para que sus
habitantes se mataran unos a otros, y se le dio una gran espada.
5
Cuando el Cordero abrió el tercer sello, oí decir al tercer ser
viviente: “¡Adelante!”. Y vi entonces un caballo negro. Su jinete tenía
en la mano una balanza. 6 En medio de los cuatro seres vivientes, oí
lo que parecía una voz, que decía: “Un litro de trigo por un denario y
tres litros de cebada por un denario; no desperdicies el aceite de
oliva ni el vino”.
7
Cuando el Cordero abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser
viviente decir: “¡Adelante!”. 8 Y vi entonces un caballo pálido. Su
jinete se llamaba Muerte, y la Tumba lo seguía de cerca. Y se les
dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra para matar con una
espada larga, con hambre, con una plaga mortal y con los animales
salvajes de la tierra.
9
Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las
almas de los que habían sido asesinados por ser fieles a la palabra
de Dios y por el testimonio que habían dado. 10 Estos gritaban con
voz fuerte: “Señor Soberano, santo y verdadero, ¿hasta cuándo te
vas a contener de juzgar a los que viven en la tierra y de vengar en
ellos nuestra sangre?”. 11 A todos ellos se les dio una túnica larga
blanca. También se les dijo que descansaran un poco más, hasta
que se completara el número de sus compañeros esclavos y de sus
hermanos que estaban a punto de ser asesinados como ellos lo
habían sido.
12
Y vi cuando el Cordero abrió el sexto sello. Hubo un gran
terremoto, el sol se puso negro como tela de saco hecha de pelo, la
luna entera se puso roja como la sangre 13 y las estrellas del cielo
cayeron a la tierra, así como caen los higos verdes de una higuera
cuando un viento fuerte la sacude. 14 El cielo se retiró como un rollo
que se va enrollando, y todas las montañas y todas las islas fueron
arrancadas de su lugar. 15 Entonces, los reyes de la tierra, los altos
funcionarios, los comandantes militares, los ricos, los poderosos,
todos los esclavos y todas las personas libres se escondieron en las
cuevas y entre las rocas de las montañas. 16 Y vez tras vez les
dicen a las montañas y a las rocas: “Caigan sobre nosotros y
escóndannos del rostro del que está sentado en el trono y de la ira
del Cordero, 17 porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, y
¿quién puede mantenerse en pie?”.

7 Después de esto vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro


extremos de la tierra. Estaban sujetando los cuatro vientos de la
tierra para que no soplara ningún viento ni sobre la tierra ni sobre el
mar ni sobre ningún árbol. 2 También vi a otro ángel que subía
desde el nacimiento del sol llevando un sello del Dios vivo, y que les
gritó con fuerza a los cuatro ángeles a quienes se les había
concedido hacer daño a la tierra y al mar. 3 Les dijo: “¡No les hagan
daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la
frente a los esclavos de nuestro Dios!”.
4
Y oí el número de los sellados: 144.000 sellados, de todas las
tribus de los hijos de Israel.
5
De la tribu de Judá, 12.000 sellados;

de la tribu de Rubén, 12.000;

de la tribu de Gad, 12.000;


6
de la tribu de Aser, 12.000;

de la tribu de Neftalí, 12.000;

de la tribu de Manasés, 12.000;


7
de la tribu de Simeón, 12.000;

de la tribu de Leví, 12.000;

de la tribu de Isacar, 12.000;


8
de la tribu de Zabulón, 12.000;

de la tribu de José, 12.000;

de la tribu de Benjamín, 12.000 sellados.


9
Después de esto vi una gran muchedumbre que ningún
hombre podía contar. Eran de todas las naciones, tribus, pueblos y
lenguas, y estaban de pie delante del trono y delante del Cordero.
Iban vestidos con túnicas largas blancas y llevaban hojas de
palmera en las manos. 10 Y estaban gritando con voz fuerte: “¡La
salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el
trono, y al Cordero!”.
11
Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, y
alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y cayeron
rostro a tierra delante del trono y adoraron a Dios. 12 Dijeron:
“¡Amén! Que nuestro Dios reciba la alabanza, la gloria, la sabiduría,
las expresiones de gratitud, la honra, el poder y la fuerza para
siempre jamás. Amén”.
13
Entonces, uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son
los que van vestidos con túnicas largas blancas? ¿Y de dónde
vinieron?”. 14 Así que enseguida le contesté: “Señor mío, tú eres el
que lo sabe”. Entonces él me dijo: “Ellos son los que salen de la
gran tribulación; han lavado sus túnicas largas y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante
del trono de Dios y le dan servicio sagrado día y noche en su
templo. Y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre
ellos. 16 Ya no pasarán hambre ni volverán a tener sed; tampoco los
castigará el sol ni ningún calor abrasador. 17 Porque el Cordero, que
está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a manantiales
de aguas de vida. Y Dios les secará toda lágrima de sus ojos”.

8 Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio en el


cielo durante una media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que están
de pie delante de Dios, y a estos se les dieron siete trompetas.
3
Llegó otro ángel con un braserillo de oro para quemar incienso,
y se quedó de pie junto al altar. Se le dio una gran cantidad de
incienso para que lo ofreciera —junto con las oraciones de todos los
santos— en el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y, de la
mano del ángel, el humo del incienso subió delante de Dios junto
con las oraciones de los santos. 5 Pero el ángel enseguida tomó el
braserillo, lo llenó con brasas del altar y las arrojó a la tierra. Y hubo
truenos, voces, relámpagos y un terremoto. 6 Y los siete ángeles
con las siete trompetas se prepararon para tocarlas.
7
El primero tocó su trompeta. Entonces hubo granizo y fuego
mezclados con sangre, y esto fue arrojado a la tierra. Y la tercera
parte de la tierra se quemó; también la tercera parte de los árboles
se quemó, y toda la vegetación verde se quemó.
8
El segundo ángel tocó su trompeta. Entonces algo parecido a
una montaña grande en llamas fue arrojado al mar. Y la tercera
parte del mar se convirtió en sangre; 9 la tercera parte de los seres
vivos del mar murió, y la tercera parte de los barcos fue destrozada.
10
El tercer ángel tocó su trompeta. Entonces del cielo cayó una
gran estrella ardiendo como una antorcha. Cayó sobre la tercera
parte de los ríos y sobre los manantiales. 11 El nombre de la estrella
es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo.
Mucha gente murió por culpa de las aguas, porque se habían vuelto
amargas.
12
El cuarto ángel tocó su trompeta. Entonces fue herida la
tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de
las estrellas. Así la tercera parte de ellos se oscurecería y la tercera
parte del día no tendría luz, y lo mismo pasaría con la noche.
13
Miré, y oí a un águila que volaba en medio del cielo decir con
voz fuerte: “¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando
suenen los toques de trompeta restantes que los tres ángeles están
a punto de tocar!”.

9 El quinto ángel tocó su trompeta. Entonces vi una estrella que


había caído del cielo a la tierra, y se le dio la llave del hoyo del
abismo. 2 La estrella abrió el hoyo del abismo, y del hoyo subió
humo, como el humo de un gran horno. El sol y el aire se
oscurecieron con el humo que salía del hoyo. 3 Del humo salieron
langostas hacia la tierra, y se les dio autoridad, la misma autoridad
que tienen los escorpiones de la tierra. 4 Se les ordenó que
no dañaran la hierba de la tierra ni ninguna planta verde ni ningún
árbol, sino solo a las personas que no tienen el sello de Dios en la
frente.
5
A las langostas no se les permitió matar a las personas, sino
atormentarlas por cinco meses. El tormento que causaban era como
el tormento que produce un escorpión cuando ataca a una persona.
6
En esos días, la gente buscará la muerte, pero de ninguna manera
la encontrará; estarán deseando morir, pero la muerte huirá de
ellos.
7
El aspecto de las langostas era como el de caballos
preparados para la batalla. Tenían en la cabeza una especie de
corona de oro, y sus rostros eran como rostros humanos. 8 Tenían
cabellos como de mujer y dientes como de león; 9 y llevaban
corazas parecidas a corazas de hierro. El ruido que hacían sus alas
era como el ruido de carros tirados por caballos que corren a la
batalla. 10 Además, tienen colas con aguijones, como los
escorpiones; y en las colas está su autoridad para hacer daño a las
personas durante cinco meses. 11 Sobre ellas tienen un rey: el ángel
del abismo. Su nombre en hebreo es Abadón, y en griego es
Apolión.
12
El primer ay ya pasó. ¡Atención! Vendrán dos más después de
estas cosas.
13
El sexto ángel tocó su trompeta. Entonces oí una voz que
venía de los cuernos del altar de oro que está delante de Dios. 14 Le
dijo al sexto ángel que tenía la trompeta: “Desata a los cuatro
ángeles que están atados junto al gran río Éufrates”. 15 Y los cuatro
ángeles —los que habían sido preparados para esa hora, día, mes
y año— fueron desatados para que mataran a la tercera parte de
las personas.
16
El número de los soldados del ejército de caballería era de dos
miríadas de miríadas; yo oí su número. 17 Los caballos y los jinetes
que vi en la visión eran así: tenían corazas rojas como el fuego,
azules como el jacinto y amarillas como el azufre; las cabezas de
los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salía
fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de las personas murió por
estas tres plagas: el fuego, el humo y el azufre que salían de la
boca de los caballos. 19 Porque la autoridad de los caballos está en
su boca y en su cola, pues su cola es como una serpiente y tiene
cabeza, y con la cola causan daño.
20
Pero las demás personas, las que no murieron por estas
plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos. No dejaron
de adorar ni a los demonios ni a los ídolos de oro, plata, cobre,
piedra y madera, que no pueden ni ver ni oír ni caminar. 21 No se
arrepintieron de sus asesinatos ni de sus prácticas espiritistas ni de
su inmoralidad sexual ni de sus robos.
10 Vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo vestido con una
nube, y había un arcoíris sobre su cabeza. Su rostro era como el
sol, y sus piernas, como columnas de fuego. 2 Tenía en la mano un
rollo pequeño que había sido desenrollado. Puso el pie derecho
sobre el mar, pero el izquierdo sobre la tierra. 3 Entonces gritó con
voz fuerte como cuando ruge un león. Y, cuando gritó, las voces de
los siete truenos hablaron.
4
Yo estaba a punto de escribir cuando hablaron los siete
truenos, pero oí una voz que venía del cielo y decía: “Guarda en
secreto lo que los siete truenos dijeron y no lo escribas”. 5 El ángel
que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó su mano derecha
hacia el cielo 6 y juró por el que vive para siempre jamás, el que
creó el cielo y lo que hay en él, la tierra y lo que hay en ella, y el mar
y lo que hay en él. Dijo: “Ya no habrá más demora. 7 Más bien, en
los días en que el séptimo ángel esté a punto de tocar su trompeta,
sin falta quedará cumplido el secreto sagrado que Dios anunció
como buenas noticias a sus propios esclavos, los profetas”.
8
Y oí la voz que venía del cielo hablándome de nuevo. Me dijo:
“Ve y toma el rollo abierto que tiene en la mano el ángel que está de
pie sobre el mar y sobre la tierra”. 9 Yo fui adonde estaba el ángel y
le pedí que me diera el rollo pequeño. Y él me contestó: “Toma el
rollo y cómetelo. Te amargará el estómago, pero en tu boca será
dulce como la miel”. 10 Así que tomé el rollo pequeño de la mano del
ángel y me lo comí. En mi boca era dulce como la miel, pero
después de comérmelo se me amargó el estómago. 11 Y me dijeron:
“Tienes que profetizar de nuevo acerca de pueblos, naciones,
lenguas y muchos reyes”.

11 Y se me dio una caña parecida a una vara de medir mientras


él me decía: “Levántate y mide el santuario del templo de Dios, el
altar y a los que adoran allí. 2 Pero pasa por alto el patio que está
fuera del santuario del templo y no lo midas, porque ha sido
entregado a las naciones, que pisotearán la ciudad santa por 42
meses. 3 Haré que mis dos testigos profeticen 1.260 días vestidos
de tela de saco”. 4 Estos testigos están representados por los dos
olivos y los dos candelabros, y están de pie delante del Señor de la
tierra.
5
Si alguien quiere hacerles daño, de la boca de ellos sale un
fuego que devora a sus enemigos. Así tiene que morir todo el que
quiera hacerles daño. 6 Ellos tienen autoridad para cerrar el cielo y
hacer que no llueva durante los días en que profeticen. También
tienen autoridad para convertir las aguas en sangre y para dañar la
tierra con toda clase de plaga todas las veces que quieran.
7
Cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia salvaje
que sube del abismo guerreará contra ellos, los vencerá y los
matará. 8 Sus cadáveres quedarán en la calle principal de la gran
ciudad —ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto
—, donde también su Señor fue ejecutado en el madero. 9 Gente de
diversos pueblos, tribus, lenguas y naciones mirará sus cadáveres
por tres días y medio, y no dejará que sus cadáveres se pongan en
una tumba. 10 Y los que viven en la tierra se alegrarán y celebrarán
su muerte, y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos
profetas habían atormentado a los que viven en la tierra.
11
Después de los tres días y medio, entró en ellos el espíritu de
vida que viene de Dios, y ellos se pusieron de pie. Quienes los
vieron sintieron mucho temor. 12 Entonces ellos oyeron una voz
fuerte que venía del cielo y les decía: “Suban aquí”. Y subieron al
cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. 13 En ese instante
hubo un gran terremoto. La décima parte de la ciudad cayó y 7.000
personas murieron por el terremoto. Los demás se aterrorizaron
y le dieron gloria al Dios del cielo.
14
El segundo ay ya pasó. ¡Atención! El tercero viene pronto.
15
El séptimo ángel tocó su trompeta. Entonces hubo fuertes
voces en el cielo, que decían: “El reino del mundo ha llegado a ser
el Reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará para siempre
jamás”.
16
Los 24 ancianos que estaban sentados en sus tronos delante
de Dios cayeron rostro a tierra y adoraron a Dios. 17 Dijeron: “Te
damos las gracias, Jehová Dios —el Todopoderoso, el que es y que
era—, porque has asumido tu gran poder y has empezado a reinar.

Zac 14:9 Y Yahweh será rey sobre toda la tierra; en ese día habrá
un solo Yahweh con un solo nombre.
18
Pero las naciones se llenaron de ira, y entonces vino tu propia
ira y vino el tiempo fijado para que los muertos sean juzgados y
para recompensar a tus esclavos, los profetas, así como a los
santos y a los que temen tu nombre —tanto a los pequeños como a
los grandes—, y para destruir a los que están destruyendo la tierra”.
19
Entonces se abrió el santuario del templo de Dios en el cielo y
se vio el arca de su pacto en el santuario de su templo. Y hubo
relámpagos, voces, truenos, un terremoto y granizo fuerte.

12 Entonces se vio en el cielo una gran señal: una mujer estaba


vestida con el sol, tenía la luna debajo de sus pies y en su cabeza
llevaba una corona de 12 estrellas. 2 Estaba embarazada, y gritaba
por los dolores y el intenso sufrimiento de dar a luz.

NICAN MOPOHUA: 14.- Y al llegar a la cumbre del cerrito, tuvo la


dicha de ver a una Doncella, que por amor a él estaba allí de pie,
15.- la cual tuvo la delicadeza de invitarlo a que viniera 'juntito' a
Ella. 16.- Y cuando llegó a su adorable presencia, mucho se
sorprendió por la manera que, sobre toda ponderación, destacaba
su maravillosa majestad: 17.- sus vestiduras resplandecían como el
sol, como que reverberaban, 18.- y la piedra, el risco en que estaba
de pie, como que lanzaba flechas de luz; 19.- su excelsa aureola
semejaba al jade más precioso, a una joya, 20.- la tierra como que
bullía de resplandores, cual el arco iris en la niebla. 21.- Y los
mezquites y nopales, y las otras varias yerbezuelas que ahí se dan,
parecían esmeraldas. Cual la más fina turquesa su follaje, y sus
troncos, espinas y ahuates deslumbraban como el oro.
3
Y se vio en el cielo otra señal: apareció un dragón grande de
color de fuego que tenía 7 cabezas y 10 cuernos, y en sus cabezas
había 7 coronas; 4 su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas
del cielo, y las arrojó a la tierra. Y el dragón se quedó de pie delante
de la mujer que iba a dar a luz, listo para devorar a su hijo en
cuanto naciera.
5
Ella dio a luz un hijo, un varón, que pastoreará a todas las
naciones con vara de hierro. Entonces el hijo fue arrebatado y
llevado a Dios y a su trono. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde
Dios le tiene preparado un lugar y donde sería alimentada por 1.260
días.
7
Y estalló una guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles lucharon
contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles también lucharon,
8
pero no pudieron vencer, ni quedó ya sitio para ellos en el cielo.
9
Así que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente
original, al que llaman Diablo y Satanás, que está engañando a toda
la tierra habitada. Él fue arrojado a la tierra, y sus ángeles
fueron arrojados con él. 10 Y oí una voz fuerte en el cielo, que decía:
“¡Ahora se han hecho realidad la salvación, el poder y el Reino
de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo! Porque ha sido
arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos, que los
acusa día y noche delante de nuestro Dios. 11 Ellos lo vencieron
gracias a la sangre del Cordero y gracias al mensaje que
proclamaron, y no amaron su vida ni siquiera al enfrentarse a la
muerte. 12 Por esta razón, ¡alégrense, cielos y los que viven en
ellos! Pero ¡ay de la tierra y del mar! Porque el Diablo ha bajado
adonde están ustedes lleno de furia, ya que sabe que le queda poco
tiempo”.
13
Entonces, cuando el dragón vio que había sido arrojado a la
tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
14
Pero a la mujer se le dieron las dos alas de una gran águila para
que volara al desierto, a su lugar, donde tiene que ser alimentada
lejos de la presencia de la serpiente por un tiempo y tiempos y
medio tiempo.
15
Y por la boca la serpiente arrojó agua detrás de la mujer,
como un río, para que el río la ahogara. 16 Pero la tierra vino en
ayuda de la mujer. La tierra abrió la boca y se tragó el río que el
dragón había arrojado por la boca. 17 De modo que el dragón se
enfureció con la mujer y fue a guerrear contra los que quedan de la
descendencia de ella. Estos son los que obedecen los
mandamientos de Dios y tienen la misión de dar testimonio acerca
de Jesús.

Apo 12:17 Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se


fue para hacer guerra contra los demás descendientes de ella,
quienes guardan los mandamientos de Yahweh y tienen el
testimonio de Yahoshúa el Mashíaj. Y él se puso de pie sobre la
arena del mar.

13 Él se quedó de pie en la arena del mar.

Entonces vi una bestia salvaje que subía del mar. Tenía 10


cuernos y 7 cabezas. En sus cuernos llevaba 10 coronas y en sus
cabezas nombres blasfemos. 2 La bestia salvaje que vi parecía un
leopardo, pero sus pies eran como de oso y su boca como de león.
Y el dragón le dio a la bestia su poder, su trono y gran autoridad.
3
Vi que una de las cabezas de ella parecía haber sido herida de
muerte, pero esa herida mortal había sido curada. Y toda la tierra
siguió a la bestia salvaje con admiración. 4 Adoraron al dragón
porque él le había dado la autoridad a la bestia salvaje, y adoraron
a la bestia salvaje diciendo: “¿Quién es como la bestia salvaje? ¿Y
quién puede luchar contra ella?”. 5 Se le dio una boca que decía
cosas arrogantes y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar por
42 meses. 6 Luego ella abrió su boca para decir blasfemias contra
Dios, para blasfemar contra su nombre, contra su lugar de
residencia, sí, contra los que viven en el cielo. 7 Se le permitió
guerrear contra los santos y vencerlos, y se le dio autoridad sobre
toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y todos los que viven en la
tierra la adorarán. Desde la fundación del mundo, no se ha escrito el
nombre de ninguno de ellos en el rollo de la vida del Cordero que
fue sacrificado.
9
Si alguien tiene oídos, que oiga. 10 Si alguien tiene que ser
capturado, será capturado. Si alguien mata con la espada, se le
matará con la espada. Por eso los santos necesitan tener aguante y
fe.
11
Entonces vi otra bestia salvaje que subía de la tierra. Tenía
dos cuernos como de cordero, pero empezó a hablar como un
dragón. 12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia salvaje en
presencia de ella. Hace que la tierra y sus habitantes adoren a la
primera bestia salvaje, la que fue curada de su herida mortal. 13 Y
realiza grandes señales; hasta hace bajar fuego del cielo a la tierra
a la vista de la humanidad.
14
Engaña a los que viven en la tierra con las señales que se le
permitió realizar en presencia de la bestia salvaje, mientras les dice
a los que viven en la tierra que le hagan una imagen a la bestia
salvaje, la que tenía una herida de espada pero revivió. 15 Y se le
permitió darle aliento de vida a la imagen de la bestia salvaje, para
que la imagen de la bestia salvaje hablara e hiciera matar a todos
los que se negaran a adorar a la imagen de la bestia salvaje.
16
A todos —pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos— les impone la obligación de ser marcados en la mano
derecha o en la frente 17 para que nadie pueda comprar o vender
excepto la persona que tenga la marca, el nombre de la bestia
salvaje o el número de su nombre. 18 Para esto se necesita tener
sabiduría: el que sea perspicaz, que calcule el número de la bestia
salvaje, porque es un número humano; su número es 666.

14 Entonces vi al Cordero de pie en el monte Sion, y con él


144.000 que llevan escritos en la frente el nombre de él y el nombre
de su Padre. 2 Oí un sonido que salía del cielo; era como el sonido
de muchas aguas y como el sonido de un fuerte trueno. El sonido
que oí era como el de cantores que tocan sus arpas al cantar.
3
Ellos están cantando delante del trono y delante de los cuatro
seres vivientes y de los ancianos lo que parece ser una canción
nueva. Nadie podía aprender bien esa canción aparte de los
144.000 que fueron comprados de entre los de la tierra. 4 Estos son
los que no se contaminaron con mujeres; de hecho, son vírgenes.
Son los que van siguiendo al Cordero vaya donde vaya. Fueron
comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para
el Cordero, 5 y no se encontró ningún engaño en su boca; no tienen
ningún defecto.
6
Vi a otro ángel que volaba en medio del cielo. Tenía buenas
noticias eternas que anunciarles a los que viven en la tierra: a toda
nación, tribu, lengua y pueblo. 7 Decía con voz fuerte: “Teman a
Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Así que
adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales”.
8
Después vino un segundo ángel, que decía: “¡Ha caído!
¡Babilonia la Grande ha caído! Esa que hizo que todas las naciones
bebieran del vino de la pasión de su inmoralidad sexual”.
9
Otro ángel, un tercero, los siguió, y decía con voz fuerte: “Si
alguien adora a la bestia salvaje y a su imagen, y recibe una marca
en la frente o en la mano, 10 también beberá del vino de la furia de
Dios, servido sin diluir en la copa de su ira, y será atormentado con
fuego y azufre a la vista de los santos ángeles y a la vista del
Cordero. 11 El humo de su tormento subirá para siempre jamás. Y
los que adoran a la bestia salvaje y a su imagen y los que reciben la
marca de su nombre no tendrán descanso ni de día ni de noche.
12
Por eso los santos —los que obedecen los mandamientos de
Dios y se aferran a la fe en Jesús— necesitan tener aguante”.

Apo 14:12 ¡Aquí se requiere la perseverancia de los santos,


quienes guardan los mandamientos de Yahweh y la fe de
Yahoshúa!”
13
Y oí una voz que venía del cielo y decía: “Escribe esto:
‘Felices los muertos que mueren en unión con el Señor a partir de
ahora; sí, dice el espíritu, que descansen de sus agotadoras tareas,
pues las cosas que hicieron van con ellos’”.
14
Entonces vi una nube blanca, y había alguien parecido a un
hijo del hombre sentado en la nube; llevaba una corona de oro en la
cabeza y una hoz afilada en la mano.
15
Otro ángel salió del santuario del templo y le gritó con voz
fuerte al que estaba sentado en la nube: “¡Comienza a usar la hoz y
cosecha, que ha llegado la hora de cosechar, porque la cosecha de
la tierra está totalmente madura!”. 16 Y el que estaba sentado en la
nube metió la hoz en la tierra, y la tierra fue cosechada.
17
Otro ángel salió del santuario del templo que está en el cielo;
él también tenía una hoz afilada.
18
Y del altar salió otro ángel más, que tenía autoridad sobre el
fuego. Y, gritando con voz fuerte, le dijo al que tenía la hoz afilada:
“¡Comienza a usar la hoz afilada y recoge los racimos de la vid de la
tierra, porque sus uvas ya están maduras!”. 19 El ángel metió la hoz
en la tierra y cortó la vid de la tierra, y la arrojó en el gran lagar de la
furia de Dios. 20 La vid se pisó fuera de la ciudad, y salió sangre del
lagar hasta la altura de los frenos de los caballos por una distancia
de 1.600 estadios.

15 Vi en el cielo otra señal, grande y maravillosa: siete ángeles


con siete plagas. Estas son las últimas, porque por medio de ellas la
furia de Dios llegará a su fin.
2
También vi algo que parecía un mar de vidrio mezclado con
fuego y a los que habían vencido a la bestia salvaje, a su imagen y
al número de su nombre. Estos estaban de pie al lado del mar de
vidrio; tenían en las manos arpas de Dios. 3 Estaban cantando la
canción de Moisés, el esclavo de Dios, y la canción del Cordero.
Decían:

“Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el


Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la
eternidad. 4 Jehová, ¿quién no te temerá? ¿Quién no glorificará tu
nombre? Es que solo tú eres leal. Todas las naciones vendrán ante
ti y te adorarán porque tus justos decretos han sido revelados”.

Éxo 15:1 Entonces Mosheh y los yisraelitas entonaron esta


canción a Yahweh. Dijeron: “Cantaré a Yahweh, porque ha triunfado
gloriosamente; caballo y jinete ha arrojado al mar.

Jer 10:6 ¡No hay nadie como tú, oh Yahweh! Tú eres grande y tu
nombre es grande en poder.

Jer 10:7 ¡Quién no te respetará, oh Rey de las naciones! Porque


eso se te debe, ya que entre todos los sabios de las naciones y
entre toda su realeza no hay nadie como tú.
5
Después de esto vi que se abrió en el cielo el santuario de la
tienda del Testimonio, 6 y del santuario salieron los siete ángeles
con las siete plagas. Iban vestidos de lino limpio y resplandeciente,
y llevaban bandas de oro ceñidas a la altura del pecho. 7 Uno de los
cuatro seres vivientes les dio a los siete ángeles siete tazones de
oro que estaban llenos de la furia de Dios, quien vive para siempre
jamás. 8 Y el santuario se llenó de humo por causa de la gloria de
Dios y por causa de su poder. Nadie podía entrar en el santuario
hasta que terminaran las siete plagas de los siete ángeles.

16 Entonces oí una voz fuerte que venía del santuario y les


decía a los siete ángeles: “Vayan y derramen en la tierra los siete
tazones de la furia de Dios”.
2
El primer ángel se fue y derramó su tazón en la tierra. Y una
úlcera dolorosa y maligna hizo sufrir a las personas que tenían la
marca de la bestia salvaje y que adoraban a su imagen.
3
El segundo ángel derramó su tazón en el mar. Y este se
convirtió en sangre como la de un muerto, y murieron todos los
seres vivos, los que había en el mar.
4
El tercer ángel derramó su tazón en los ríos y en los
manantiales. Y estos se convirtieron en sangre. 5 Entonces oí al
ángel de las aguas decir: “Tú —aquel que es y que era, el Leal—
eres justo porque has dictado estas sentencias. 6 Como ellos
derramaron la sangre de los santos y de los profetas, tú les has
dado de beber sangre. Se lo merecen”. 7 Y oí al altar decir: “Sí,
Jehová Dios, el Todopoderoso, verdaderas y justas son tus
sentencias”.

Sal 119:137 [Tsade] Tú eres justo, oh Yahweh; tus reglas son


rectas.
8
El cuarto ángel derramó su tazón en el sol. Y al sol se le
permitió quemar con fuego a la gente. 9 Y el intenso calor quemó a
la gente. Pero blasfemaron contra el nombre de Dios —quien tiene
la autoridad sobre estas plagas— y no se arrepintieron ni le dieron
gloria.
10
El quinto ángel derramó su tazón sobre el trono de la bestia
salvaje. Y su reino se oscureció. La gente empezó a morderse la
lengua de dolor, 11 pero blasfemaron contra el Dios del cielo debido
a los dolores y a las úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
12
El sexto ángel derramó su tazón en el gran río Éufrates. Y sus
aguas se secaron para prepararles el camino a los reyes que
venían del nacimiento del sol.
13
Y vi tres mensajes inspirados impuros parecidos a ranas salir
de la boca del dragón, de la boca de la bestia salvaje y de la boca
del falso profeta. 14 De hecho, son mensajes inspirados por
demonios y realizan señales; se dirigen a los reyes de toda la tierra
habitada con el fin de reunirlos para la guerra del gran día de Dios,
el Todopoderoso.
15
“¡Escucha! Vengo como un ladrón. Feliz el que se mantiene
despierto y con la ropa puesta, para que no ande desnudo y la
gente vea su vergüenza”.
16
Y reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama
Armagedón.
17
El séptimo ángel derramó su tazón en el aire. Con esto, una
voz fuerte salió del santuario, desde el trono, y dijo: “¡Ya está
hecho!”. 18 Y hubo relámpagos, voces y truenos, y hubo un gran
terremoto como no había sucedido ninguno desde que el hombre
llegó a existir en la tierra. Así de extenso y de grande fue el
terremoto. 19 La gran ciudad quedó dividida en tres partes y las
ciudades de las naciones se vinieron abajo; y Dios se acordó de
Babilonia la Grande para darle la copa del vino del furor de su ira.
20
Además, todas las islas huyeron y las montañas desaparecieron.
21
Entonces del cielo cayeron sobre la gente grandes piedras de
granizo —cada piedra pesaba alrededor de un talento—. Y la gente
blasfemó contra Dios debido a la plaga de granizo, ya que la plaga
era excepcionalmente grande.

17 Uno de los siete ángeles que tenían los siete tazones vino y
me dijo: “Ven, que te voy a mostrar la sentencia contra la gran
prostituta que se sienta sobre muchas aguas. 2 Con ella los reyes
de la tierra tuvieron relaciones sexuales inmorales, y los habitantes
de la tierra se emborracharon con el vino de su inmoralidad sexual”.
3
Y, por medio del espíritu, él me llevó a un desierto. Entonces vi
a una mujer sentada sobre una bestia salvaje de color rojo escarlata
que estaba llena de nombres blasfemos y tenía 7 cabezas y 10
cuernos. 4 La mujer iba vestida de púrpura y rojo escarlata, y llevaba
adornos de oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una
copa de oro llena de cosas repugnantes y de las impurezas de su
inmoralidad sexual. 5 Llevaba escrito en la frente un nombre, un
misterio: “Babilonia la Grande, la madre de las prostitutas y de las
cosas repugnantes de la tierra”. 6 Y vi que la mujer estaba borracha
con la sangre de los santos y con la sangre de los testigos de
Jesús.

Al verla, me quedé totalmente asombrado.

Apo 17:6 Vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos, y


con la sangre de los mártires de Yahoshúa. Al verla, quedé
asombrado con gran asombro.
7
Así que el ángel me dijo: “¿Por qué te asombras? Yo te
contaré el misterio de la mujer y de la bestia salvaje que la lleva, la
que tiene las 7 cabezas y los 10 cuernos. 8 La bestia salvaje que
viste era pero ya no es, y aun así está a punto de subir del abismo,
y se encamina a la destrucción. Los habitantes de la tierra —
aquellos que desde la fundación del mundo no han tenido sus
nombres escritos en el rollo de la vida— se asombrarán cuando
vean que la bestia salvaje era pero ya no es y aun así estará
presente.
9
”Para esto se necesita una mente sabia. Las 7 cabezas
representan 7 montañas, sobre las que se sienta la mujer. 10 Hay 7
reyes: 5 han caído, uno es y el otro todavía no ha llegado; pero
cuando llegue tiene que quedarse por poco tiempo. 11 Y la bestia
salvaje que era pero ya no es, ella también es un octavo rey; surge
de los 7 y se encamina a la destrucción.
12
”Los 10 cuernos que viste representan 10 reyes que todavía
no han recibido un reino, pero sí recibirán autoridad como reyes por
una hora junto con la bestia salvaje. 13 Ellos tienen un mismo
objetivo, y por eso le entregan su poder y autoridad a la bestia
salvaje. 14 Lucharán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá
porque es Señor de señores y Rey de reyes. Los que están con él
—los que son llamados, escogidos y fieles— también vencerán”.
15
Él me dijo: “Las aguas que viste, donde está sentada la
prostituta, representan pueblos, multitudes, naciones y lenguas.
16
Los 10 cuernos que viste y la bestia salvaje odiarán a la prostituta
y la dejarán en ruinas y desnuda. Se comerán su carne y a ella la
quemarán por completo con fuego. 17 Porque Dios puso en sus
corazones llevar a cabo el pensamiento de él, es decir, cumplir el
objetivo que ellos tienen en común entregándole su autoridad como
reyes a la bestia salvaje hasta que se hayan cumplido las palabras
de Dios. 18 Y la mujer que viste representa a la gran ciudad que
gobierna como reina sobre los reyes de la tierra”.

18 Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo con gran
autoridad, y la tierra quedó iluminada con su gloria. 2 Él gritó con
voz fuerte: “¡Ha caído! ¡Babilonia la Grande ha caído! Se ha
convertido en guarida de demonios, donde están al acecho todos
los espíritus impuros y todas las aves impuras y odiadas. 3 Porque
todas las naciones fueron víctimas del vino de la pasión de su
inmoralidad sexual; con ella los reyes de la tierra tuvieron relaciones
sexuales inmorales, y los comerciantes de la tierra se hicieron ricos
gracias al poder de su lujo descarado”.
4
Y oí otra voz que venía del cielo y decía: “Sálganse de ella,
pueblo mío, si no quieren ser cómplices de sus pecados y si
no quieren recibir parte de sus plagas. 5 Porque sus pecados se han
acumulado hasta el cielo y Dios ha recordado sus actos injustos.
6
Páguenle con la misma moneda. Sí, devuélvanle el doble de las
cosas que ha hecho. En la copa en la que ella preparó la bebida,
prepárenle el doble de bebida. 7 Denle tormento y duelo en
proporción a la gloria que ella misma se dio y al lujo descarado en
que vivió. Porque ella no deja de decir en su corazón: ‘Estoy
sentada como reina; no soy viuda y nunca estaré de duelo’. 8 Por
eso, en un solo día vendrán sus plagas —muerte, duelo y hambre—
y será quemada por completo con fuego. Porque Jehová Dios, que
la juzgó, es poderoso.

Jer 50:34 Pero su Redentor es fuerte; Yahweh de los Ejércitos es


su nombre. Él abogará por la causa de ellos, para dar reposo a la
tierra e inquietud a los habitantes de Bavel.
9
”Cuando los reyes de la tierra que tuvieron relaciones sexuales
inmorales con ella y vivieron en lujo descarado con ella vean el
humo de su incendio, llorarán y se golpearán el pecho de dolor por
ella. 10 Se quedarán de pie a cierta distancia por temor al tormento
de ella. Dirán: ‘¡Qué lástima! ¡Qué lástima, tú, la gran ciudad,
Babilonia, la poderosa ciudad! ¡Y es que en una sola hora ha
llegado tu juicio!’.
11
”Además, los comerciantes de la tierra llorarán y se
lamentarán por ella porque ya no habrá nadie que compre todo su
cargamento, 12 un cargamento de oro, plata, piedras preciosas,
perlas, lino de calidad, tela púrpura, seda y tela rojo escarlata; toda
clase de artículos hechos de madera aromática y todo tipo de
objetos elaborados con marfil y con maderas preciosas, cobre,
hierro o mármol; 13 también canela, especia de la India, incienso,
aceite perfumado, olíbano, vino, aceite de oliva, harina fina, trigo,
vacas, ovejas, caballos, carruajes, esclavos y vidas humanas. 14 Sí,
el buen fruto que deseabas te ha abandonado y todas las
mercancías exquisitas y espléndidas se han acabado para ti.
No volverán nunca más.
15
”Los comerciantes que vendían estas cosas, los que se
hicieron ricos gracias a ella, estarán de pie a cierta distancia por
temor al tormento de ella. Llorarán y se lamentarán 16 diciendo:
‘¡Qué lástima! ¡Qué lástima, la gran ciudad, vestida de lino de
calidad, de púrpura y de rojo escarlata, y adornada con muchas
joyas de oro, piedras preciosas y perlas! 17 ¡Y es que en una sola
hora riquezas tan grandes han sido destruidas!’.

”Y todos los capitanes de barco, todos los navegantes y


marineros, y todos los que se ganan la vida en el mar se quedaron
de pie a cierta distancia. 18 Y, al mirar el humo de su incendio,
gritaban: ‘¡¿Qué ciudad es como la gran ciudad?!’. 19 Se echaban
polvo sobre la cabeza y, llorando y lamentándose, gritaban: ‘¡Qué
lástima! ¡Qué lástima, la gran ciudad, donde gracias a su riqueza se
hicieron ricos todos los que tenían barcos en el mar! ¡Y es que en
una sola hora ha sido destruida!’.
20
”¡Oh, cielo, alégrate por lo que le ha pasado! ¡Alégrense
también ustedes, los santos, los apóstoles y los profetas! Porque
Dios ha actuado a favor de ustedes dictando su sentencia contra
ella”.
21
Y un ángel fuerte levantó una piedra parecida a una gran
piedra de molino y la arrojó al mar diciendo: “Así, de un golpe, será
arrojada hacia abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca más se la
volverá a ver. 22 Nunca más se volverá a oír en ti el sonido de
cantores tocando sus arpas ni el sonido de músicos, flautistas o
trompetistas. Nunca más se volverá a ver en ti a ningún artesano de
ningún oficio. Nunca más volverá a oírse en ti el sonido de la piedra
de molino. 23 Nunca más volverá a brillar en ti la luz de ninguna
lámpara ni jamás volverá a oírse en ti la voz de un novio o de una
novia. Porque tus comerciantes eran los magnates de la tierra y
porque engañaste a todas las naciones con tus prácticas
espiritistas. 24 Así es, en ella se encontró la sangre de profetas, de
santos y de todos los que han sido asesinados en la tierra”.
19 Después de esto oí algo como la voz fuerte de una gran
multitud en el cielo. Ellos decían: “¡Alaben a Jah! La salvación, la
gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios,

Apo 19:1 Después de esto, escuché la potente exclamación de


una numerosa multitud en el Cielo, que decía: ¡Alaben a Yah! La
redención, el poder, la gloria y la honra pertenencen a nuestro Dios,
2
porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha
ejecutado la sentencia contra la gran prostituta —la que corrompió
la tierra con su inmoralidad sexual— y ha vengado la sangre de sus
esclavos que había en las manos de ella”. 3 Y enseguida dijeron por
segunda vez: “¡Alaben a Jah! El humo de ella seguirá subiendo para
siempre jamás”.
4
Los 24 ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron de
rodillas y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y dijeron:
“¡Amén! ¡Alaben a Jah!”.

Apo 19:3 Entonces dijeron por segunda ocasión: ¡Alaben a Yah! Y


EL HUMO DE ELLA ASCENDERÁ POR ETERNIDADES DE
ETERNIDADES.

Apo 19:4 Y los veinticuatro ancianos y las cuatro criaturas vivientes


se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y
dijeron: ¡Amén! ¡Alaben a Yah!
5
Además, del trono salió una voz, que dijo: “Alaben a nuestro
Dios, todos ustedes, sus esclavos, los que le temen, los pequeños y
los grandes”.
6
Y oí algo que sonaba como la voz de una gran multitud, como
el sonido de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos.
Ellos decían: “¡Alaben a Jah! ¡Y es que Jehová nuestro Dios, el
Todopoderoso, ha empezado a reinar!

Sal 135:3 Alaben a Yah, porque Yahweh es bueno; canten


alabanzas a su nombre, porque es agradable.
7
Estemos felices y radiantes de alegría, y démosle gloria porque
ha llegado la boda del Cordero y ya está lista su esposa. 8 Así es, a
ella se le ha concedido ir vestida de lino de calidad, resplandeciente
y limpio, ya que el lino de calidad representa los actos justos de los
santos”.
9
Y el ángel me dijo: “Escribe esto: ‘Felices los invitados a la
cena de la boda del Cordero’”. Y añadió: “Estas son las palabras
verdaderas de Dios”. 10 Ante esto, caí a sus pies para adorarlo. Pero
él me dijo: “¡Cuidado! ¡No hagas eso! Yo solo soy un esclavo como
tú y tus hermanos, que tienen la misión de dar testimonio acerca de
Jesús. ¡Adora a Dios! Porque el testimonio acerca de Jesús es lo
que inspira las profecías”.

Apo 19:10 Yo me postré ante sus pies para adorarlo, pero él me


dijo: “¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos
que tienen el testimonio de Yahoshúa. Adora a Yahweh. Pues el
testimonio de Yahoshúa es el espíritu de la profecía”.
11
Vi el cielo abierto; y en esto apareció un caballo blanco. Su
jinete se llama Fiel y Verdadero, y juzga y guerrea con justicia.
12
Sus ojos son una llama de fuego, y en su cabeza hay muchas
coronas. Lleva un nombre escrito que solo él conoce, nadie más.
13
Va vestido con un manto manchado de sangre, y se le llama por
este nombre: La Palabra de Dios. 14 Además, los ejércitos del cielo
lo seguían en caballos blancos y estaban vestidos de lino de
calidad, blanco y limpio. 15 De la boca de él sale una espada larga y
afilada para atacar a las naciones. Y las pastoreará con vara de
hierro. Además, pisa las uvas en el lagar del furor de la ira de Dios,
el Todopoderoso. 16 Y en su manto, a la altura del muslo, tiene un
nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores.
17
También vi a un ángel de pie en el sol. Él gritó con voz fuerte y
les dijo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: “¡Vengan
aquí! Reúnanse para la gran cena de Dios. 18 Coman carne de
reyes, de comandantes militares y de hombres poderosos, y carne
de caballos y de sus jinetes; la carne de todos, tanto de hombres
libres como de esclavos, de pequeños y de grandes”.
19
Y vi a la bestia salvaje, a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, todos reunidos para guerrear contra el jinete de aquel
caballo y contra su ejército. 20 Y la bestia salvaje fue atrapada, y
junto con ella el falso profeta que realizó delante de ella las señales
con las que engañó a los que recibieron la marca de la bestia
salvaje y a los que adoran a la imagen de ella. Mientras todavía
estaban vivos, los dos fueron arrojados al lago de fuego que arde
con azufre. 21 Pero al resto se le dio muerte con la espada larga que
salía de la boca del jinete de aquel caballo. Y todas las aves se
saciaron con la carne de ellos.
20 Vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y
una gran cadena en la mano. 2 Atrapó al dragón, la serpiente
original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por 1.000 años. 3 Y lo
arrojó al abismo, donde lo encerró, y selló la entrada para que
no volviera a engañar a las naciones hasta que se terminaran los
1.000 años. Después de eso tiene que ser liberado por un poco de
tiempo.
4
Vi tronos, y a los que se sentaron en ellos se les dio autoridad
para juzgar. Así es, vi las almas de los que habían sido ejecutados
por el testimonio que dieron acerca de Jesús y por hablar de Dios,
quienes no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y
no habían recibido la marca ni en la frente ni en la mano. Estos
llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por 1.000 años.

Apo 20:4 Y vi tronos; y se sentaron sobre ellos, y se les concedió


hacer juicio. Y vi vivos a los inmolados por causa del testimonio de
Yahoshúa y por la palabra de Yahweh. Ellos no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, ni tampoco recibieron su marca en sus
frentes ni en sus manos. Ellos volvieron a vivir y reinaron con el
Mashíaj por mil años.
5
Esta es la primera resurrección. (El resto de los muertos
no llegó a vivir hasta que terminaron los 1.000 años). 6 Feliz y santo
el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda
no tiene autoridad sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y
del Cristo, y reinarán con él por los 1.000 años.
7
Pero, en cuanto hayan terminado los 1.000 años, Satanás será
liberado de su prisión 8 y saldrá a engañar a esas naciones que
están en los cuatro extremos de la tierra —a Gog y a Magog— a fin
de reunirlas para la guerra. Su número es como la arena del mar.
9
Y estas avanzaron por toda la tierra y rodearon el campamento de
los santos y la ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y las
consumió. 10 El Diablo, que las estuvo engañando, fue arrojado al
lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje
como el falso profeta. Ellos serán atormentados día y noche para
siempre jamás.
11
Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra
y el cielo huyeron de su presencia y no se les volvió a ver. 12 Y vi a
los muertos —los grandes y los pequeños— de pie delante del
trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo: el rollo de la vida.
Y, de acuerdo con lo que estaba escrito en los rollos, se juzgó a los
muertos por sus acciones. 13 El mar entregó a los muertos que
había en él, y la muerte y la Tumba entregaron a los muertos que
había en ellas. Y cada uno fue juzgado por sus acciones. 14 La
muerte y la Tumba fueron arrojadas al lago de fuego. El lago de
fuego representa la muerte segunda. 15 Además, los que
no aparecían inscritos en el libro de la vida fueron arrojados al lago
de fuego.

21 Entonces vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo


anterior y la tierra anterior habían desaparecido, y el mar ya
no existe. 2 También vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, bajando
del cielo, desde donde está Dios. Y estaba preparada como una
novia arreglada para su esposo. 3 Luego oí una voz fuerte que salía
del trono y decía: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad.
Él residirá con ellos y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con
ellos. 4 Y les secará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya
no existirá, ni habrá más tristeza ni llanto ni dolor. Las cosas
anteriores han desaparecido”.
5
El que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira! Estoy haciendo
nuevas todas las cosas”. También dijo: “Escribe estas palabras,
porque son fieles y verdaderas”. 6 Y me dijo: “¡Ya se han hecho
realidad! Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin. A todo el
que tenga sed le daré de beber gratis del manantial del agua de la
vida. 7 Todo el que venza heredará estas cosas, y yo seré su Dios y
él será mi hijo. 8 Pero a los cobardes, a los que no tienen fe, a los
que son sucios y repugnantes, a los asesinos, a los que son
sexualmente inmorales, a los que practican el espiritismo, a los
idólatras y a todos los mentirosos les espera el lago que arde con
fuego y azufre, que representa la muerte segunda”.
9
Uno de los siete ángeles que tenían los siete tazones llenos de
las siete últimas plagas vino y me dijo: “Ven, que te voy a mostrar a
la novia, la esposa del Cordero”. 10 Así que, por medio del espíritu,
me llevó a una montaña grande y alta, y me mostró la santa ciudad
de Jerusalén, que bajaba del cielo, desde donde está Dios, 11 y que
tenía la gloria de Dios. Su brillo era como el de una piedra
preciosísima, como jaspe con destellos cristalinos. 12 Tenía una
muralla grande y alta, y 12 puertas con 12 ángeles en las puertas, y
los nombres de las 12 tribus de los hijos de Israel estaban escritos
en las puertas. 13 Al este había tres puertas, al norte tres puertas, al
sur tres puertas y al oeste tres puertas. 14 Además, la muralla de la
ciudad tenía por fundamentos 12 piedras, y en ellas estaban los 12
nombres de los 12 apóstoles del Cordero.
15
El que hablaba conmigo tenía un instrumento de medir, una
caña de oro, para medir la ciudad, las puertas y la muralla. 16 El
trazado de la ciudad era cuadrado, medía lo mismo de ancho que
de largo. Él midió la ciudad con la caña: 12.000 estadios; su
longitud, anchura y altura eran iguales. 17 También midió la muralla:
144 codos, según la medida de hombre, que es a la vez la medida
de ángel. 18 La muralla era de jaspe y la ciudad de oro puro,
cristalino como el vidrio. 19 Los fundamentos de la muralla de la
ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el
primer fundamento era jaspe, el segundo zafiro, el tercero
calcedonia, el cuarto esmeralda, 20 el quinto sardónica, el sexto
sardio, el séptimo crisólito, el octavo berilo, el noveno topacio, el
décimo crisoprasa, el undécimo jacinto y el duodécimo amatista.
21
Además, las 12 puertas eran 12 perlas; cada una de las puertas
estaba hecha de una sola perla. Y la calle principal de la ciudad era
de oro puro, transparente como el vidrio.
22
No vi ningún templo en ella, porque Jehová Dios, el
Todopoderoso, es su templo, así como lo es el Cordero.

Éxo 6:2 Elohim le habló a Mosheh y le dijo: “Yo soy Yahweh.

Éxo 6:3 Me le aparecí a Avraham, a Yitsjaq, y a Yaaqov como ‘El-


Shaday, no me di a conocer a ellos en mi nombre Yahweh.
23
La ciudad no necesita que el sol o la luna brillen sobre ella,
porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
24
Las naciones caminarán gracias a su luz, y los reyes de la tierra
llevarán a ella su propia gloria. 25 Sus puertas no se cerrarán en
todo el día, porque allí no habrá noche. 26 Y llevarán a ella la gloria y
el honor de las naciones. 27 Pero nada que esté contaminado ni
nadie que haga algo repugnante y engañoso entrará jamás en ella.
Solo entrarán los que estén inscritos en el rollo de la vida del
Cordero.

22 Entonces él me mostró un río de agua de vida, claro como el


cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, 2 y corría por el
centro de la calle principal de la ciudad. En las dos orillas del río
había árboles de vida que producían 12 cosechas y que daban fruto
cada mes. Las hojas de los árboles eran para curar a las naciones.
3
Y ya no habrá ninguna maldición, sino que el trono de Dios y
del Cordero estará en la ciudad. Y sus esclavos le darán servicio
sagrado, 4 verán su rostro y tendrán el nombre de él en la frente.
5
Tampoco volverá a haber noche, y no necesitarán la luz de una
lámpara ni la luz del sol, porque Jehová Dios los iluminará, y ellos
reinarán para siempre jamás.

Isa 60:19 “Ya no necesitarás del sol para que te alumbre de día, ni
del resplandor de la luna para iluminar la noche*; porque Yahweh
será para ti una luz eterna, tu Elohim será tu gloria.

Isa 60:20 Tu sol no se pondrá jamás, ni se quitará la luna, porque


Yahweh será para ti una luz eterna, y tus días de duelo se
acabarán.
6
El ángel me dijo: “Estas palabras son fieles y verdaderas. Así
es, Jehová, el Dios que inspiró a los profetas, ha enviado a su ángel
para mostrarles a sus esclavos lo que tiene que suceder dentro de
poco.

Apo 22:6 Me dijo además: “Estas palabras son fieles y verdaderas.


Y Yahweh, el Elohim de los espíritus de los profetas, ha enviado su
mensajero para mostrar a sus siervos las cosas que tienen que
suceder pronto”.
7
Mira, vengo pronto. Feliz el que obedece las palabras de la
profecía de este rollo”.
8
Yo, Juan, fui el que oyó y vio estas cosas. Después de verlas y
oírlas, caí a los pies del ángel que me había mostrado estas cosas
para adorarlo. 9 Pero él me dijo: “¡Cuidado! ¡No hagas eso! Yo solo
soy un esclavo como tú y tus hermanos, los profetas, y como los
que obedecen las palabras de este rollo. Adora a Dios”.
10
Y añadió: “No guardes en secreto las palabras de la profecía
de este rollo, ya que el tiempo fijado está cerca. 11 Que el injusto
siga en la injusticia y el sucio siga en su suciedad. Pero que el justo
siga en la justicia y el santo siga en la santidad.
12
”‘¡Escucha! Vengo pronto, y traigo conmigo la recompensa
que voy a dar, para pagarle a cada uno según sus hechos. 13 Yo soy
el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin.
14
Felices los que lavan sus túnicas largas para tener derecho a los
árboles de la vida y para entrar en la ciudad por sus puertas.
15
Afuera están los perros, los que practican el espiritismo, los que
son sexualmente inmorales, los asesinos, los idólatras y todos los
que aman la mentira y tienen la costumbre de mentir’.
16
”‘Yo, Jesús, envié a mi ángel para darles testimonio a ustedes
de estas cosas para el bien de las congregaciones. Yo soy la raíz y
la descendencia de David y la brillante estrella de la mañana’”.

Apo 22:16 “Yo, Yahoshúa, he enviado a mi mensajero para darles


a ustedes testimonio de estas cosas para las comunidades. Yo soy
la raíz y el linaje de Dawid, la estrella brillante de la mañana”.
17
El espíritu y la novia no dejan de decir “¡Ven!”. Y todo el que
oiga diga “¡Ven!”. Y todo el que tenga sed venga. Todo el que lo
desee, que tome gratis el agua de la vida.
18
“A todos los que oyen las palabras de la profecía de este rollo
yo les declaro: si alguien les añade algo a estas cosas, Dios le
añadirá a él las plagas que están escritas en este rollo; 19 y, si
alguien les quita algo a las palabras del rollo de esta profecía, Dios
le quitará su parte de los árboles de la vida y de la santa ciudad,
cosas que están descritas en este rollo.
20
”El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Sí, vengo pronto’”.

“¡Amén! Ven, Señor Jesús”.


21
Que la bondad inmerecida del Señor Jesús esté con los
santos.

Apo 22:20 El que da testimonio de estas cosas dice: “¡Sí, vengo


pronto!” ¡Amén! ¡Ven, Maestro Yahoshúa!

Apo 22:21 Que el favor de nuestro Maestro Yahoshúa sea con


todos.

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