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La Leyenda de Ñaimlap

Por julio cesar Fernández Alvarado


Arqueólogo

El cronista Miguel Cabello de Balboa, en 1586, en su obra Miscelánea Antártida, recoge


la historia leyendaria del valle de Lambayeque, la leyenda de Ñaimlap es como a
continuación se narra:

Dicen los naturales de Lambayeque (y con ellos conformaron los demás pueblos es este
valle comarcamos), que en tiempos muy antiguos que nos aben numerarlos, vino de la
parte suprema del Perú, con gran flota de balsas, un padre de Campañas, hombre de
mucho valor y calidad llamado Ñaimlap, y consigo traía muchas concubinas, mas su
mujer principal llamada Ceterni, trajo en su compañía mucha gente, que así como a
capitán y caudillo lo venían siguiendo , más lo que entre ellos tenía ms valor eran sus
oficiales que fueron 40, entre ellos estaba Pita Zofi que era su trompetero tañedor de
unos grandes caracoles, que entre los nativos estimaban en mucho, otro Ñinacola que
era el que tenía cuidado de sus andas y sillas; otro Ñinagintue a cuyo cargo estaba la
bebida de señor a manera de botiller; otro llamado Fonga Sigde, que tenía a cargo de
derramar polvo de conchas marinas en la tierra que su señor había de pisar; otro
Occhocalo era su cocinero, otro tenía el cuidado de la unciones y el color con que el
Señor adornaba su rostro, a este llamaban Xam Muchec. Tenía a cargo de bañar al
señor, Ollop-Copoc confeccionaba camisetas y ropa de pluma, otro principal y muy
estimado de su señor llamado Llapchiluli, y con esta gente (y otros infinitos oficiales y
hombres de cuenta) traía adornada su persona y casa.

Ñaimlap con toda su gente vino a asentarse y tomar tierra a la boca de un rio (ahora
llamado Faquisllanga) y habiendo allí desembarcado allí sus balsas, entraron tierra
adentro, deseosos de hacer asiento en ella, y habiendo andado espacio de media legua,
construyeron unos palacios a su modo, a quien llamaron Chot, y en esta casa y palacios
convocaron con devoción bárbara un ídolo que traían consigo, hecho sobre el rostro de
su mismo caudillo. Este era labrado en una piedra verde, a quien llamaron Yampallec
(que quiere decir figura y estatua de Ñaimlap). Habiendo vivido muchos años en paz y
quietud esta gente, y habiendo su Señor, y caudillo tenido muchos hijos, le vino el
tiempo de u muerte, y como no entendían sus vasallos, que la muerte tenia jurisdicción
sobre él, lo sepultaron escondidamente en el mismo lugar donde había vivido, y
difundieron por toda la tierra que el (por su misma voluntad), había tomado alas y había
desaparecido. Fue tanto lo que sintieron su ausencia aquellos seguidores, que en su
venida lo habían seguido, que aunque tenían gran cantidad de hijos y nietos, y estaban
muy contentos en la nueva tierra fértil, y lo dejaron todo, y decidieron sin tiento ni guía,
salir a buscarlo por todas partes, y así no quedo por entonces en la tierra, más de los
nacidos en ella, que no era poca cantidad, porque los damas, se dispersaron sin orden,
en busca de que creían había desaparecido.

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