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Colección "Venga a leer"

Dirigida por Lourdes Miquel y Neus Sans


Serie "Hotel Veramar"

Diseño de colección y cubierta: Angel Viola


Ilustraciones: Julio Cebrián

La carretera es estrecha y sinuosa y el Dos caba-


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llos avanza penosamente, frenando en las curvas, au-
mentando la velocidad en las rectas. E l sol se está po-
niendo y la luz es más suave, menos violenta que ha-
© Dolores Soler-Espiauba
ce unas horas. E l coche atraviesa sierras desiertas y
Difusión, S. L. llega a un grupo de casas con un bar y una gasolinera.
Madrid, 1989 —¿Preguntamos aquí? —dice Gabriel.
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—Vale —contesta Cari .
Dentro del bar hay una mujer lavando vasos. Sa-
Reimpresión: 7 8 9 10 / 2006 2005 2004 ludan:
—Por favor, el hotel Veramar, ¿está cerca?
—Veramar, Veramar... ¡Antonio! ¿Conoces el ho-
tel Veramar?
Sale Antonio de la cocina:
ISBN: 84-87099-01-7 —Sí, mujer, el Veramar es el que está pasando
Depósito legal: M-7.459-1992 el pueblo, después del Parador, al borde de la carretera...
Printed in Spain
—No está lejos.
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—¿Y cuántos kilómetros faltan para el pueblo

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—¿Para el pueblo? Unos tres kilómetros. No — E l canto de los grillos es la música del vera-
llega a tres... —les acompaña a la puerta—. Siguen no —dice Cari mientras mete la llave en el contacto.
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todo recto por la general y después toman la desvia- —Prefiero el rock duro —y ahora es Gabriel el
ción a la derecha. que se ríe.
—Muchas gracias. ¿Nos tomamos unos vinos Recorren dos kilómetros y medio y, de repente,
antes de continuar?
en una curva, Cari da un grito de admiración:
—Yo prefiero una cerveza, Gabriel, tengo mucha
—¡Mira, qué maravilla!
sed...
—Bueno, pues una caña de cerveza y un vaso —¡Qué bonito! Seguro que es Mojácar.
de vino. La pequeña ciudad de Mojácar se ofrece a sus
—¿Tinto? —pregunta el hombre. ojos en lo alto de una colina. Las pequeñas casitas
—Me da igual. El de la tierra, si es bueno. blancas, de estilo árabe, suben por ella y en la cima
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—Bueno, no. Buenísimo. Jumilla de catorce están el castillo y la iglesia.
grados... Para el motor y contemplan en silencio el es-
—Me parece que el volante lo cojo yo ahora pectáculo. A lo lejos se encienden las primeras luces.
—se ríe Cari mientras bebe su inofensiva cerveza.
Gabriel la mira. Está un poco triste porque tie- * **
nen que despedirse y de pronto se da cuenta de que la
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quiere mucho. Además, tiene que marcharse a la mili
La fachada del hotel es totalmente blanca y en
y no le apetece nada. E l verano está ya aquí con sus
torno a la puerta de entrada crece una buganvilla mo-
playas, su música, sus largas noches... y él tiene que
rada. E l contraste es violento y bonito en la luz de la
ponerse un uniforme y encerrarse en un cuartel.
tarde.
—¿Nos vamos? —pregunta Cari mirando el re-
loj preocupada—. Ya son las ocho. — L a primera impresión es buena —comenta
Gabriel le da las llaves del coche y se despiden Cari.
de Antonio y su mujer: Gabriel le ayuda a bajar la maleta y la pesada
—Adiós y gracias. bolsa de viaje.
—Adiós y buen viaje. —¡Cuánto pesa! ¿Qué llevas aquí dentro? ¿Pie-
La televisión cuenta en voz alta historias que dras?
nadie escucha. Casi siempre hay un televisor funcio- —¡Qué va, todo es indispensable. ¿Me oyes?
nando en los bares de los pueblos de España. In-dis-pen-sa-ble.
Fuera es aún de día y cantan los grillos. —Claro: cantidades de vestidos, bañadores, bi-
k i n i s , t o a l l a s de playa, blusas, pantalones, minifaldas.

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cremas para el sol... Si te conozco yo a ti —dice —No. Vengo de Cartagena y no está lejos. Ade-
Gabriel con ironía. más la carretera es tan bonita...
—Oye, oye, que yo aquí vengo a trabajar y no —Sí, pero peligrosa. ¿Dónde está su equipaje?
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a ligar , ¿eh?
Cari le enseña sus cosas:
Gabriel la mira incrédulo y comprende que es
el momento de despedirse: —Aquí.
—Te dejo aquí, prefiero no entrar. ¿Me llamas El hombre la mira de pies a cabeza y saca unos
mañana? papeles del cajón de la mesa. Los consulta. Cari se
— S i puedo, te llamo. Sin falta. Pero espero ver- encuentra incómoda. Ahora no puede sonreír...
te algún fin de semana, Gabriel. ¿Me prometes venir? —Es usted muy joven...
Gabriel la abraza tiernamente. Pone el motor en —Veintitrés años... Está ahí, en mi "curricu-
marcha. Coloca el intermitente. Arranca. lum" —añade un poco molesta, señalando los papeles.
—¡Cuídate! —le grita Cari, un poco emocio- —Sí, claro, claro. Habla inglés y francés, ¿ver-
nada. dad?
El "Dos caballos" da media vuelta y se dirige —Bueno, me defiendo...
hacia el norte, bordeando el mar. —Escribe a máquina, sabe llevar la contabili-
Cari suspira y entra en el hotel. dad... E l teléfono también es esencial en este tipo de
El hombre de pelo gris que está en la recepción trabajo, pero eso no es complicado. Lo importante es
la mira curioso: ser eficaz, ser amable con la clientela, tener mucha
—Buenas tardes. ¿Qué desea? paciencia, dominar los nervios, sonreír...
—Soy Caridad Lozano, la nueva recepcionista. Cari sonríe, espontáneamente. Don José tam-
Bueno, Cari para los amigos... bién. Es contagioso. Parece más joven cuando sonríe.
—Hola, Caridad. L a estaba esperando. Soy Debe tener aproximadamente cincuenta y cinco años.
José Roig, el dueño del hotel. Tiene unos bellos ojos azules de miope, que están
—Mucho gusto. Puede llamarme Cari. ocultos por unas gafas sin montura. Es alto, delgado,
muy moreno de piel. Está bien conservado, debe ha-
* * * cer deporte, se le nota en los músculos de los brazos y
de la espalda. Lleva un pantalón gris y un polo azul
Sonríe. Cari sabe que tiene una sonrisa bonita y marino, zapatos de lona y calcetines blancos. Su as-
que su sonrisa le ayuda en los momentos difíciles. E l pecto es agradable, pero a Cari no le gustan ni su mi-
hombre se levanta y le tiende la mano. rada ni los silencios que deja entre las frases.
—¿Qué tal, Cari?... ¿No está muy cansada? —Su horario de trabajo es de nueve a dos y de

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cinco a ocho. A mediodía tiene tres horas para comer sas. A l fondo hay una puerta que da a un pequeño
y descansar y, después de las ocho, está libre hasta el aseo, con ducha.
día siguiente. A partir de las ocho, Paco controla la —Me gusta —declara Cari.
puerta y yo me ocupo del teléfono. Los domingos tie- —¿Abro la ventana? Huele un poco a cerrado.
ne todo el día libre, pero no los sábados, que son días —Sí, sí. Además hace calor.
de mucho trabajo. ¡Paco! —llama por fin. Se asoma a la ventana y ve a sus pies la playa
Aparece un hombre moreno, bajo, con bigote, de Mojácar y el Mediterráneo: gris a esta hora, tran-
un poco grueso y de aspecto simpático. quilo, inmenso.
—Le presento a Paco. Paco es el vigilante noc- —¿Qué te parece?
turno, jardinero, encargado de la piscina, en fin, mu- —Una maravilla. El trabajo no empieza mal,
chas cosas. Paco, ésta es Cari, la nueva recepcionista. pero...
No le importa que la llame Cari, ¿verdad? —¿El patrón quieres decir? No es mala perso-
—Claro que no, no faltaba más —responde Cari na. Sólo iin poco raro. Es muy silencioso, muy calla-
sonrojándose. do..., a veces parece que está triste, pero no es mal pa-
Paco le tiende la mano, sonriente: trón. Hay que conocerlo.
—Encantado, Cari. Me alegro de conocerte. —¿Hace mucho que trabajas con él?
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A Cari también le gusta tutear . Le cae bien es- —Desde que tiene el hotel, hace cinco años. Yo
te Paco. soy de Mojácar y me viene muy bien trabajar aquí de
—Ven, tu cuarto está en el segundo piso. junio a septiembre. E l resto del año tengo otro trabajo
Paco coge las maletas y Cari lo sigue: en el pueblo.
—¿Hay otros empleados en el hotel?
—Hasta luego, don José.
—Sí, claro. Rocío y Angela, las chicas de la
—Hasta luego, y ya sabe, mañana a las nueve, limpieza, llevan cinco años trabajando aquí también.
en la recepción.
Luego está Mari Carmen, que sirve en el comedor, y
—Sin falta. este año esperamos un nuevo cocinero, un vasco.
Las habitaciones del personal del hotel están en Creo que llega mañana.
el segundo y último piso, al que se accede por una es- —¿Un vasco? ¡Qué exótico! Un vasco en esta
calera de caracol. La de Cari es pequeña, pero muy 9
zona .
acogedora. La cama tiene una bonita colcha de jampa* —Ya ves, un capricho del patrón. Bueno, te de-
azul vivo, hay cuadros de flores en las paredes, un ar- jo. Si necesitas algo, me llamas, ¿vale?
mario empotrado, una silla, un sillón y una mesa en la —Vale. Las flores las has puesto tú, ¿verdad?
que alguien ha colocado un jarrón con un ramo de ro- —Claro. ¿Soy el jardinero o no lo soy? Bueno

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que descanses. Buenas noches. Mañana empezamos a playa y piensa: "Qué pena no poder tomar el sol. Qué
trabajar en serio: llegan los primeros clientes. blanca estoy..." Pero comprende que no ha venido
—Buenas noches, Paco, y gracias por todo. aquí de vacaciones y se resigna.
Cari se queda sola en la habitación. Se asoma a Cari es morena y muy expresiva. Tiene unos in-
mensos ojos negros, con largas pestañas y una nariz
la ventana. Es casi de noche. Piensa en Gabriel, que
pequeña y graciosa. Sus dientes son blancos y muy
se aleja con su "Dos caballos" por las peligrosas ca-
bonitos, y, cuando sonríe, se le ilumina la cara. Tiene
rreteras. Piensa en su madre, en Cartagena, que segu-
el pelo rizado y lo lleva muy corto, porque es más có-
ramente está preparando la cena a estas horas; en sus modo en verano. Es delgada y menuda. Este es su
amigos, escuchando música y paseando por las calles grave problema porque Cari se encuentra ridicula-
de su ciudad. Es duro trabajar, pero es mejor no pen- mente baja, bajísima. Pero sabe que contra la natura-
sar en ello. Decide abrir la maleta, ordenar sus cosas leza no se puede luchar y se ha resignado también.
y acostarse. Mañana será otro día. Ha desayunado con Paco y ha conocido a An-
gela y a Rocío, las dos chicas de la limpieza. Son an-
* * * daluzas. Rocío es muy joven, debe tener veinte años,
y Angela es diez años mayor que ella, está casada y
Hace una espléndida mañana de junio. E l cielo tiene tres hijos. Han hablado del trabajo, de los hora-
está totalmente despejado, sin una nube, y el mar está rios, de don José, de los clientes y sus manías..., y
azul e inmóvil. Hay poca gente en la playa, porque la después se han ido a continuar la tarea, que no es fá-
temporada alta aún no ha empezado, pero algunos tu- cil. Cada una de ellas debe limpiar diez habitaciones,
ristas ingleses, casi todos mayores, se pasean por la además del comedor, el salón, la recepción y las terra-
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orilla: algunos con sus perros, otros solos y otros en zas. E l sueldo no es nada del otro mundo , pero en
parejas. En Mojácar viven todo el año muchos ex- estos tiempos no hay que ser exigente pues lo que fal-
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tranjeros, británicos en su mayoría, que disfrutan del ta es trabajo y hay mucha gente en el paro . En la
agradable clima de la región cuando se jubilan, y se costa, el turismo resuelve un poco el problema duran-
instalan en España. También se ven algunos grupos te el verano.
dispersos, pero aún es muy temprano y los españoles Son las nueve en punto y Cari se instala en la
suelen ir a la playa más tarde. recepción. Don José le explica el manejo del teléfono,
Cari se ha puesto una blusa blanca impecable y le enseña el libro de reservas y las habitaciones que
una falda azul oscuro muy formal. Es su "uniforme" ya están reservadas para los próximos días, le habla
de recepcionista. Lleva también unos zapatos de me- de precios, de las características de las habitaciones,
dio tacón y, para alegrar un poco el conjunto, se ha de la pensión completa, de la media pensión... En fin,
puesto unas pulseras de colores. Mira con nostalgia la la pone al corriente de su trabajo.

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—¿Está todo claro? ¡Su primera reserva! Apenas ha anotado en el
Otra vez la mirada inquisidora detras de las libro las fechas y el tipo de habitación, suena otra vez
fas. el teléfono. "¡Empezamos bien!, piensa, asustada.
—Sí, sí... Perfectamente claro. ¿Hotel Veramar? Soy doña Rosa ¿Se acuerda?...
Le explica después el sistema para abrir la caja
fuerte y para controlar las tarjetas de crédito. En e i | Cari no sabe qué decir.
momento suena el teléfono. Cari descuelga: —Buenos días, doña Rosa. ¿Qué desea?
—Hotel Veramar, dígame. —Pero ¿quién está al aparato? ¿No me conoce?
—Buenos días. Deseo reservar una habitación Soy doña Rosa, doña Rosa Azcárate... ¿No está don
individual desde el tres al ocho de julio. José? Señorita, llame a don José inmediatamente.
— A ver, un momento... No hay ningún pro- "¡Qué señora más autoritaria!", piensa Cari,
blema. ¿La desea con baño o con ducha, con vistas al mar nerviosa.
o al jardín?
—Don José está ocupado... ¿Puedo ayudarla en
—Depende del precio... algo?
—Las que dan a la playa tienen todas cuarto de —Ocupado, ocupado... —gruñe la señora—.
baño completo y cuestan seis mil pesetas diarias hasta ¿Y usted quién es?
el primero de julio, después es más caro. Las que dan
al jardín tienen cuarto de aseo con ducha y cuestan —Soy la recepcionista —contesta Cari muy digna.
cinco mil. —Bueno, pues le dice a don José de mi parte
—Vale. Resérveme una con baño a nombre de que, como todos los años, pienso pasar la última se-
Salzburger, Marek Salzburger... mana de junio en el hotel, con toda mi familia, como
A Cari le entran sudores fríos, porque no ha en- siempre, mis hijas, mis yernos, mis nietos... Don José
tendido cómo se llamaba. ya sabe... Todo como siempre.
¿Puede deletrear el apellido, por favor? —¿Podría, por favor, decirme cuántas habita-
— S A L Z B U R G E R... Ese, a, ele, zeta, be, ciones y de qué tipo?
u, ere, ge, e, ere. — Y a le he dicho que don José ya lo sabe. No
Ahora sí lo ha cogido todo: Salzburger. "¿Por parece usted muy enterada, señorita. Se nota que es
qué los extranjeros no pueden llamarse Pérez o nueva...
Rodríguez, como todo el mundo?", piensa. Cari tiene ganas de contestarle que es una mal
—De acuerdo, señor Salzburger, queda reserva- educada y que ella no tiene por qué aguantar imperti-
da para el día tres. nencias, pero se calla porque el cliente siempre tiene
—Adiós y gracias. razón. Así que le dice muy secamente:
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—Esta bien. Le pasaré su recado a don Jo —¿No han oído ustedes? Parece que hay un
¿Qué día piensan llegar? animal ahí dentro...
—¿No le he dicho que la última semana <lc ¡U —Debe ser el viento —contesta don José.
nio? Pues el veintiuno, hijita, el veintiuno... El sábado Suena el teléfono y Cari se precipita hacia él.
veintiuno de junio sobre las ocho. Saldremos de Mu ¿Qué va a pensar don José si sigue toda la mañana
drid por la mañana... Las carreteras están mal los i mano sobre mano ! 13

bados... Bueno, señorita, dele recuerdos a don José. Otra reserva de Madrid. E l cuaderno se llena
—Se los daré sin falta, señora. Buenos días. poco a poco. Cari organiza el planning de habitacio-
"¡Qué pesada!", murmura mientras cuelga. Va nes y clientes. "Necesitamos un ordenador", piensa
a buscar a don José, que está al borde de la piscina, Cari. Ha estudiado un poco de informática y sabe que
con Paco, que la está limpiando. se ahorra mucho tiempo. Absorta en su trabajo, no se
—Don José, ha llamado doña Rosa Azcáratc, da cuenta de que Paco está delante de ella, muy son-
dice que usted ya sabe, que es para toda la familia, a riente, con algo negro y tembloroso en sus brazos.
finales de junio.
—¡Huy! ¡Un gatito!
— A h , sí, doña Rosa. Es nuestra dienta más Efectivamente, es un gatito recién nacido, ne-
fiel. La viuda de un ministro de Franco, un poco pe- gro, suave, minúsculo, con un rabito puntiagudo y
sada, pero muy buena persona. Apunte en el libro
unos inmensos ojos verdes.
cuatro habitaciones con baño y media pensión. Todos
los años invita a toda la familia a pasar aquí una se- —¿Tenía yo razón o no? Estaba entre las mar-
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manita... Se gasta una buena pasta , la pobre. La fa- garitas. Y no tiene más de dos semanas.
milia es todo para ella. Cari se enternece, siempre le han gustado los
Antes de volver a la recepción, Cari admira el gatos y sobre todo, los gatos negros. Hay quien dice
cuidado jardín de Paco: geranios, jazmines, buganvi- que traen mala suerte, pero Cari no cree en ello aun-
llas, palmeras enanas y otras plantas mediterráneas que es supersticiosa.
crecen junto a las blancas tapias que lo rodean, y, en- —Déjame cogerlo, Paco... Qué gracioso es, qué
tre éstas y la piscina, hay macizos de rosas, margari- bigotes más largos y qué ojos más bonitos... Hay que
tas y pensamientos. La piscina está en el centro del encontrarle un nombre, ¿no te parece?
jardín y le dan sombra algunos pinos frondosos. Paco —Creo que lo más urgente es encontrarle un
ha regado el césped y las flores y, a pesar del sol que platito con leche. E l pobre se está muriendo de
calienta cada vez más, se respira un aire fresco y hambre.
agradable. Paco mira hacia unos macizos de margari- En ese momento llama alguien para anular una
tas, que se agitan. reserva de junio y cambiarla para agosto, pero en

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5 EJari

agosto el hotel está completo, es el mes peor. Cari po- en la que pone que no se admiten perros. Son normas
ne al cliente en la lista de espera, rogándole que llame internacionales de higiene, compréndalo.
otra vez dentro de una semana. —Pero si mi "Pupuce" es el perro más limpio
Cuelga el teléfono y pone al gatito delante del del mundo, ¿verdad, Antoinette?
plato de leche que ha traído Paco de la cocina. E l ani- Antoinette asiente muy seria:
mal se abalanza sobre él y lame hasta la última gota, —Hombre, claro. E l más limpio y el más inteli-
relamiéndose después, cómicamente, los bigotes. gente...
—Creo que vamos a necesitar grandes reservas —De verdad que lo siento mucho, pero es el
de leche —dice Paco riéndose. reglamento —se excusa Cari—. Puedo hacer una co-
El gatito se instala en un rincón de la estera de sa: buscarle en la guía un hotel donde admitan perros,
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esparto que cubre parte de la recepción y se duerme alguno debe haber, aunque haya pocos.
inmediatamente. Paco vuelve a su jardín y la puerta Cari busca la guía entre las publicaciones turís-
de cristales se abre, dejando paso a dos señoras con ticas y justo en ese instante Antoinette grita, señalan-
un minúsculo perro en brazos. Dejan la maleta cerca do con un dedo hacia un punto del vestíbulo.
de la entrada y se dirigen a Cari en francés: —¿Y "eso"?
—Desearíamos una habitación doble con baño, "Eso" es el pobre gatito negro, que duerme plá-
por favor. cidamente en un rincón.
—Pero, señora, ese gato no duerme en las habi-
Cari se concentra para comprender y sobre todo
taciones de los clientes, no es lo mismo.
para contestar correctamente.
—¡Pero bueno, esto es el colmo! Rechazan a
—Tenemos una libre, pero no se admiten perros mi "Pupuce" y hay gatos asquerosos durmiendo por
en las habitaciones. Si no les importa, el perro puede el suelo. Vamonos ahora mismo, Antoinette. Señori-
dormir en el garaje. ta, escribiremos a la Oficina de Turismo quejándonos.
—¿En el garaje mi "Pupuce"? ¡Jamás! —se in- Esto es inadmisible. ¡Adiós!
digna la señora que lo lleva en brazos. "Pupuce" le- Con el ruido, el gatito negro maulla, asustado:
vanta la cabeza muy digna al oír que hablan de ella, y el perrito enano ladra furioso, y Cari, con un gran es-
sacude los pelos que le tapan los ojos. Lleva un lacito fuerzo de voluntad, recuerda las consignas del jefe:
rojo muy coqueto en la cabeza. Cari se está poniendo mucha paciencia, dominar los nervios, etc.
nerviosa: ¡qué difícil es explicar estas cosas en fran- —¡Qué cruz, Señor, qué cruz! —murmura.
cés, Dios mío! La puerta se cierra estrepitosamente y Cari se
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—Mire, señora, hay una pegatina en la puerta pone a ordenar guías y papeles, intentando recuperar
—(¿cómo diablos se dice "pegatina" en francés?)— el buen humor.

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Y es entonces cuando, como una aparición de
otro planeta, de otra galaxia: alto, esbelto, rubio, tos-
tado por el sol, vestido de cuero, con un impresionan-
te casco bajo el brazo, L O descubre, apenas a un par
de metros delante de ella.
—Soy Eneko. Eneko Zubazagoitia.
Cari jamás ha oído un nombre más maravilloso.
Balbucea tontamente:
—Soy Cari... —y se pone colorada como un to-
mate al darse cuenta de que una recepcionista no debe
dar su nombre—. ¿Desea una habitación?
El joven se ríe:
—¡Pero si soy el nuevo cocinero!
Cari casi se desmaya. Menos mal que está sen-
tada. Parece tonta, decididamente tonta, y el cocinero
se está burlando de ella. Coge el teléfono para llamar
al director, se equivoca de línea y no contesta. Se le-
vanta, se le caen al suelo los papeles y por último, al
dirigirse al jardín para buscar a don José, pisa al gati-
to, que maulla de dolor:
—Don José, don José, es el nuevo cocinero. ¡De-
prisa!
Don José la mira, extrañado de tanta agitación:
—Vaya, hombre, por fin vamos a poder comer
decentemente.
Entra en el salón y estrecha la mano que le tien-
de Eneko:
—¡Hola! ¿Qué tal el viaje?
—Largo, larguísimo. Pero lo que pasa es que
cuando voy en moto no se me hace pesado.
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—¿Ha venido en moto desde el País Vasco .
Se la enseña, orgulloso, con un gesto de la ma-

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no: fuerte, potente, nerviosa, como un caballo de ra- —Seguro que tú no sabes dónde está: de Fuen-
za, está parada delante de la entrada del hotel. Cari la terrabía.
contempla alucinada. Una "Yamaha" de ensueño. —Claro que lo sé. Eso está justo en la frontera
—¡Qué calor hace en esta tierra! —se queja francesa, ¿a que sí?
Eneko. —Eso es. A media hora de Donosti.
—Pues suba a ducharse y a ponerse cómodo —¿Donosti? Eso sí que no sé dónde está.
primero, y después hablaremos. Cari, ¿podría ense- — S i , mujer: San Sebastián, en castellano; Do-
ñarle a Eneko su habitación, por favor? Es la de en- nosti es en euskera.
frente de la suya, junto al ropero. ¿Sabe cuál le digo? —Huy, huy..., ya empezamos... Vosotros, los
Le espero en mi despacho dentro de una hora. E l res- vascos..., siempre igual.
taurante tiene que empezar a funcionar mañana y te- —¿Qué pasa con los vascos? —pregunta Eneko
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nemos que ir temprano al mercado central para llenar entre bromista y desconfiado .
la camioneta. Menos mal que ya han llegado al segundo piso.
—Vale. Dentro de una hora estoy aquí. Cari abre la puerta y le enseña una habitación idéntica
a la suya, pero que da al jardín. Cari piensa que don
Coge la mochila que trae consigo y sube las es- José la ha tratado bien, mejor que a Eneko. Y, ade-
caleras detrás de Cari, que se vuelve a encontrar ridi- más, aquí no hay rosas encima de la mesa...
culamente baja, casi enana, a su lado. —Es una pena que desde esta habitación no se
—¡Dios mío, qué cruz! Por lo menos mide un vea el mar —le dice Cari.
metro noventa —piensa suspirando. —No importa. Si quieres que te sea sincero, a
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Eneko la observa de reojo . mí el Mediterráneo no me gusta. No es un mar de ver-
—¿Hace mucho tiempo que trabajas aquí? dad. E l Cantábrico es otra cosa: ¡eso es un mar!
—Qué va. Empecé ayer. Soy nueva también. A Cari le molesta el tono. Para ella el Medi-
—¿Y qué tal el patrón? Un poco estirado, ¿no? terráneo es muy importante, y además, es también la
—No sé..., todavía es pronto. Un poco raro sí cuna de toda una cultura, de su cultura.
parece. —Bueno, yo te dejo, que tengo trabajo —se
—¿De dónde eres? despide secamente.
—De Cartagena. Supongo que sabes dónde está. —Gracias por todo, ¿eh?
Y la puerta se cierra. Mientras baja las escale-
—Sí, claro. He pasado por allí esta mañana. ras, Cari se siente como flotando: "¿Qué me pasa?
Por cierto, que hacía un calor... ¿Van a ser todos los días así?"
— L o normal en esta época, ¿no? Y tú, ¿de dón-
de eres? * * *

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Han pasado varios días. E l hotel se está llenan- cal. Como es un pueblo muy turístico, hay muchos
do poco a poco de clientes, turistas nacionales y ex- bares, restaurantes y discotecas, y todos están siempre
tranjeros, que vienen a disfrutar del sol de la costa y llenos de gente. En uno de los bares, Paco y su mujer,
de la clemente temperatura del Mediterráneo. La pis- que se llama Encarna, le presentaron a un grupo de
cina está llena, los primeros clientes se han instalado amigos muy simpáticos, algunos de su edad, que que-
en sus habitaciones, se ha inaugurado el restaurante y daron con ella para ir juntos a la playa.
el gatito negro ha sido bautizado con el nombre de Hoy el día ha empezado bien. Desde la cama,
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"Regaliz" debido naturalmente, a su color. Cari oye el ruido de las olas en la playa, porque hace
Cari no ha podido ir a la playa ni un solo día, un poco de viento, Levante seguramente, pero hace
porque en sus horas libres está demasiado cansada y un día espléndido y Cari por fin va a poder ponerse
en estos primeros días ha tenido que ocuparse de de- morena. Sus cremas solares esperan pacientemente
masiadas cosas. Pero hoy es domingo y se ha desper- junto al traje de baño, el bikini, la toalla de playa, las
tado contenta y descansada, a pesar de que anoche es- gafas de sol y la cesta donde piensa meterlo todo al
tuvo en Mojácar con Paco y su mujer, y se acostó tar- bajar a la playa. En ese momento oye, muy cerca, un
dísimo. ruido muy diferente del de las olas. "¿Pero cómo es
Fueron a cenar a un restaurante muy popular y posible?", se pregunta Cari al ver que "Regaliz" se ha
simpático, de un cuñado de Paco precisamente. E l infiltrado clandestinamente en su cuarto y ha pasado
restaurante se llamaba "Los Candiles", y estaba en el la noche, tan feliz, acostado junto a ella, en la cama.
mirador del castillo. Cari pudo admirar desde allí la "Seguramente entró anoche, en un momento de
puesta de sol y la vista maravillosa que se disfruta descuido". La culpa la tuvo el vino de Mojácar. Cari
desde la parte alta de Mojácar. Bebieron un vino deli- mira muy seria a "Regaliz":
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cioso, pero traicionero. Comieron pescaíto frito al- —¿A ti te parece serio esto? —le dice sin espe-
go muy típico de toda Andalucía y un gazpacho re- 21
rar respuesta.
frescante y fuertecito. Después se pasearon por el Pero a "Regaliz" no parece preocuparle el qué di-
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pueblo y Cari los invitó a tomar un helado. rán . Se dedica a su higiene matinal, lamiéndose las
Era la primera vez que Cari iba a Mojácar y le patas concienzudamente. Cari piensa en la pobre se-
gustó muchísimo, con sus calles estrechas, sinuosas y ñora del perrito y en los principios de higiene que de-
empinadas. En Mojácar siempre hay que subir o ba- fendió tan rotundamente aquel día.
jar, no hay nada horizontal. Las casas son blanquísi- Por fin se levanta y, tras una larga mirada a la
mas y sus ventanas tienen rejas por donde trepan flo- playa, que aún está vacía, se ducha, se lava la cabeza,
res, también hay macetas colgadas en las paredes de se lava los dientes, se seca el pelo, se pone crema hi-
las casas y sus flores contrastan con el blanco de la dratante para protegerse del sol, se pone el bañador y,

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por encima, un traje de playa muy ligero y de colores
gada al hombro, pasa por la recepción, donde don
vivos. Se mira en el espejo: "No estoy demasiado
José hojea el periódico.
mal, ¿verdad, "Regaliz"? Pero al volver a mirarse en
—Buenos días.
el espejo del armario, se pone seria:
—Qué madrugadora, Cari.
—Me faltan por lo menos veinte centímetros 23
—A quien madruga, Dios le ayuda —contes-
para estar como me gustaría... ¡Qué cruz!
ta sonriente Cari.
En el mismo instante, un motor estridente arran- —¡Hasta luego!
ca debajo de su ventana y Cari llega justo a tiempo de —¡Hasta luego! —y desaparece detrás de su
ver a Eneko, vestido de cuero negro, como un cen- periódico.
tauro rubio en su "Yamaha", que se aleja. En la puerta se encuentra con el señor Salzbur-
ger, que vuelve de su paseo matinal. Es un hombre real-
* * * mente extraño: altísimo, casi gigantesco y completa-
mente calvo. Muy a menudo lleva gafas negras, por-
En el comedor hay algunos clientes desayunan- que no soporta la luz de España, según dice, y siem-
do. Cari se instala discretamente en un rincón. Hoy es \pre lleva un montón de libros y de notas bajo el bra-
su día libre, no es la recepcionista, es simplemente zo^ Le ha contado a Cari que está escribiendo una
24
Cari. Deja su bolso encima de la silla y va a buscar a biografía sobre Juan Goytisolo , el novelista espa-
la cocina un zumo de naranja, que prepara ella mis- ñol, y que ha venido a seguir sus pasos en Níjar, pue-
ma, exprimiendo dos naranjas en un exprimidor eléc- blecito del interior, sobre el que Goytisolo escribió un
trico y se sirve café de una gran cafetera eléctrica que libro en 1959. A Cari le parece un hombre interesan-
está permanentemente enchufada. Coge un panecillo, te, culto y correcto, pero su mirada, sobre todo detrás
una porción de mantequilla y dos raciones de merme- de las gafas, le produce cierto malestar.
lada: una de naranja, que es su preferida, y otra de al- —Buenos días, señorita.
baricoque. También las hay de fresa, de ciruela y de A Cari le sorprende que algunos extranjeros,
mora, pero las deja para mañana, y también la miel. además de pasarse la vida dando las gracias y pidien-
Coge también un yogur en el gran frigorífico. Hoy es do perdón, llamen señor, señora y señorita a todo el
domingo. mundo. Le parece bonito, aunque muy ceremonioso.
Mientras devora, piensa: "Voy a engordar". —Hola, buenos días. ¿Qué? ¿Paseando?
Pero no le importa. La salida de anoche la ha puesto —Sí. Paseando y leyendo. He estado leyendo
de buen humor. Termina su desayuno, recoge taza, en la playa. ¡Qué hermoso día!
vaso, plato, cucharilla y cuchillo en una gran bandeja Cari también admira los adjetivos del señor
y lo deja todo en la cocina. Con la cesta de playa col- Salzburger. Qué bonito decir "hermoso día". Habla
como un libro abierto.
24 25
15
—Huy, sí. Hace un día..., qué día. Me voy a la El País es un diario que a Cari le gusta mu-
playa a aprovechar el sol. cho leer, pues es serio y tiene muy buenas colabora-
—Pues aproveche, aproveche. No la entretengo ciones. Los domingos, los periódicos españoles tienen
más. más páginas, con mucha información cultural y de es-
Le hace una complicada reverencia y, devorán- pectáculos, y además, publican un suplemento con
dola con los ojos, la mira alejarse hacia la playa. juegos, dibujos, moda, artículos de escritores conoci-
dos ¡y el horóscopo! Cari es una fanática del horósco-
* * * 26
po, lo cree a pies juntillas , no puede empezar la se-
mana sin consultar antes a los astros. Abre el suple-
Los amigos de Cari todavía no han llegado. mento en la página correspondiente y busca su signo:
Son las diez y media nada más, y los españoles sue- Virgo. Es un signo que va de finales de agosto a fina-
len ir más tarde a la playa; sin embargo, hay ya mu- les de septiembre: "... situaciones difíciles que hasta
chos turistas extranjeros debajo de sus toldos y som- pueden implicar cierto peligro. Necesitará mucha se-
brillas. En general vienen de países donde el sol no es renidad. Alguien que está lejos se interesará por us-
muy generoso y quieren aprovechar al máximo su es- ted. Deje pasar unos días y verá cómo sus asuntos se
tancia en España. Hay parejas tumbadas en la arena, solucionan por sí mismos. Salud, perfecta. Podrá vivir
padres con niños pequeños que juegan con cubos y sentimientos profundos con alguien recién aparecido
palas, yendo y viniendo del agua al toldo, algunos en su vida. Relaciones ideales con los Capricornio..."
grupos de jóvenes, uno de ellos con un transistor en Cari se queda pensativa: "Peligro..., una perso-
el que se oye música moderna... Cari escoge un sitio na que está lejos... Otra que casi no conoce... ¿Qué
un poco tranquilo y solitario, cerca de unas rocas, puede significar todo esto?" Además, no conoce a
aunque sabe que, como es domingo, la playa se va a ningún Capricornio. En ese momento oye unas voces
llenar y a las doce o la una estará como el Metro a las que se acercan.
horas punta. Suspira: "Problemas de la civilización de
masas..." Se sienta en la toalla y empieza a ponerse —¡Ahí está Cari!
por todo el cuerpo una eficaz crema para el sol: la —¿Qué hay, Cari?
vendedora le garantizó un resultado perfecto cuando —De maravilla... Por cierto, ¿alguno de voso-
la compró hace unas semanas. Lo importante es no tros es Capricornio?
quemarse mucho. Se miran extrañados:
El sol no calienta todavía demasiado y Cari se
- Y o , no. fc W
tumba boca abajo. Saca de la bolsa el periódico que
ha cogido al pasar por la recepción y que le ayudará a — N i yo, tampoco.
pasar el tiempo mientras espera a sus amigos. —Yo soy Libra...
UNIVERSITAT P
JAUME-I . V
26
— Y yo, Piscis... Pero, ¿por qué lo preguntas? tomarse una aspirina y está contemplando plácida-
¿Qué mosca te ha picado? mente las burbujas en el vaso de agua, se para en la
—No, por nada..., por nada. No tiene impor- puerta la furgoneta del hotel, con Eneko al volante,
tancia. que regresa del mercado. Es un momento que a Cari
—¿No creerás en eso de los horóscopos? siempre le gusta, y no sólo por volver a ver al guapí-
simo Eneko, sino por el espectáculo de color que
—Me hace gracia leerlos —miente Cari—. Es
ofrecen todas las frutas y verduras que vienen en el
todo.
"Renault". Ante sus ojos pasan tomates, lechugas, be-
renjenas, pimientos, calabacines, zanahorias, alcacho-
* * * fas, pepinos, coliflores, cebollas, ajos... Todo huele a
sol, a huerta, a verano. Después, cargando enormes
cajas, Eneko lleva frutas rojas, verdes y doradas:
La semana ha empezado mal para Cari: le due-
melones, sandías, albaricoques, cerezas, melocotones,
le la cabeza porque anoche se acostó a las tres des-
ciruelas... Pronto llegarán las uvas. A Cari se le hace
pués de haber estado bailando en una discoteca de 21
la boca agua , porque siempre le ha gustado mucho
Mojácar; le pica la espalda, porque, naturalmente,
la fruta. Saca una mano por detrás de su mesa y le ro-
ayer tomó demasiado sol en la playa; han llegado dos
ba unas cerezas al sudoroso cocinero:
clientes a primera hora de la mañana y las habitacio-
nes aún no estaban listas; hay un antiestético montón —Oye, Eneko; ¿tú de qué signo del zodíaco
de maletas en la recepción, que ha puesto de mal hu- eres? —le pregunta con falsa ingenuidad.
mor a don José; una señora de Madrid ha tenido un —¿Yo? Capricornio... Nací un veintitrés de diciem-
2

cólico nefrítico a las cinco de la mañana y hubo que bre *... Casi como el Niño Jesús.
avisar al médico y, además, acaba de descubrir un Casi se atraganta con el hueso de la cereza y se
mensaje que le dejaron anoche encima de su mesa. bebe la aspirina de un trago: tose, tose y tose, ante los
Dice: "Ha llamado Gabriel, llámalo sin falta." Pero ojos asombrados de Eneko, que termina de descargar
cuando lo ha llamado esta mañana, Gabriel ya no es- su furgoneta en silencio.
taba en su casa. Se había marchado temprano al cuar-
tel.
Y para acabarlo de arreglar, los clientes de la
103 y de la 110 le han dicho que se iban y tiene que —¿Se puede? —pregunta Cari golpeando lige-
prepararles corriendo la cuenta, comprobar la nota del ramente la puerta del despacho.
teléfono y los extras: bebidas, lavandería, sellos, etc. —¡Adelante! —responde don José.
Cuando por fin encuentra cinco minutos para Está sentado a su mesa de trabajo, con el teléfo-

28 29
no en la mano. Cuando entra Can, cuelga y se suena —¿Me dais un poco de leche para "Regaliz"?
ruidosamente con un gran pañuelo. Está muerto de hambre el pobre.
—Perdone, don José, quería preguntarle si po- —Claro, pero este gato ya no tiene edad de to-
demos aceptar esta tarjeta de crédito o no. Es un poco mar sólo leche. Yo creo que tendremos que empezar a
rara. Yo no la he visto nunca. darle otras cosas —dice Mari Carmen, la ayudanta
Don José tiene los ojos rojos. Cari está casi se- del cocinero, mientras pone en un platito un poco de
gura de que ha llorado... pan con leche y un resto de carne picada.
"¿Qué le pasará a don José?" —se pregunta "Regaliz" se lo come todo en un santiamén . 29

Cari. —¿Qué? ¿Has visto? —dice triunfante, y sigue


—Puede aceptarla, sí. Funciona igual que la pelando y lavando kilos y kilos de verduras.
Visa, con el mismo recibo incluso. Dígale al cliente Eneko está removiendo algo misteriosamente,
que no hay ningún problema y añádala a nuestra lista en una gran cacerola
de tarjetas.
—¿Qué estás haciendo, Eneko?
Cari no se decide a marcharse. Está allí, en pie, 30

en medio del despacho, mirando a don José con ojos —Chipirones en su tinta.
tristes: —¡Huy, qué rico! ¿Me explicas cómo los haces?
—¿Quiere algo más, Cari? —Es un secreto profesional.
—No, no... ¿Y usted, necesita algo, don José? —Venga, hombre, dame la receta. No se lo
—le pregunta ella. contaré a nadie —bromea Cari.
—No, gracias, Cari. Puede marcharse —contes- —Bueno, por ser tú... Para seis u ocho perso-
ta secamente. nas, tienes que poner dos kilos de chipirones, los la-
—¡Qué cruz, Dios mío, qué cruz! —murmura vas muy bien con agua fresca, les quitas una piel muy
Cari mientras cierra la puerta—. Es el hombre más fina que tienen por encima y los vacías.
seco y brusco que he visto en mi vida. —Eso es lo que me toca hacer a mí, hija, pelar-
En la recepción hay un momento de calma. Ya los, lo más ingrato y lo más sucio —suspira Mari
se han ido los que se tenían que ir, no hay más llega- Carmen.
das previstas para hoy y la mayoría de los clientes, Eneko continúa imperturbable:
después de desayunar, se han ido a la playa o al pue- —Después, les quitas las bolsas de tinta y las
blo. dejas aparte en una tacita. Pones en una mesa de ma-
Junto a la piscina, un grupo de alemanes intenta dera todas las patas de los calamares, las aletas y me-
broncearse. Cari los mira con envidia, y cogiendo en dio kilo de cebolla muy picada, más tres cucharadas
brazos a "Regaliz" que la mira con cara de hambre, de pan rallado y un poco de perejil. Lo picas todo
se dirige a la cocina. bien, haciendo una pasta. Rellenas cada chipirón con

30 31
—Pues, hija, ¿te ha obligado alguien a venir?
esta pasta, los pasas por harina y los fríes en una sar-
tén con aceite, poco a poco. Luego los dejas escurrir Hay mucha gente buscando trabajo, ¿sabes? —salta
muy bien escurridos, y entonces preparas la salsa. Cari.
Tienes que freír en aceite otro medio kilo de cebolla Eneko y Mari Carmen la miran extrañados.
picadita con cuatro dientes de ajo picados también y, Cari no suele ser tan agresiva. Se pone colorada.
cuando están transparentes, pasas todo esto por un —Bueno, me voy. Hasta luego y gracias por la
pasapurés y vas añadiendo la tinta de las bolsitas di- receta.
sueltas en agua. Bueno, entonces pones esta salsa y En ese momento Mari Carmen da un grito:
los chipirones en una cazuela, cubriéndolos con agua —¡Mirad lo que está haciendo el gato!
suficiente, sal y pimienta. Y nada, cocerlos a fuego "Regaliz" está feliz devorando una deliciosa
lento, si son tiernos, una media hora más o menos, y chuleta de cordero, sin el menor complejo.
ya está. ¡Ah!, me olvidaba. Los sirves con arroz blan- —Creo que está claro que ya no necesita leche
co y unos triángulos de pan frito. No es difícil. —exclama vengativa Mari Carmen.
"Eneko se transforma cuando habla de cocina",
piensa Cari. Mari Carmen también lo mira boquia- * * *
bierta y esto la fastidia. "¿Por qué no seguirá pelando Algunos días, entre las dos y las cinco, Cari se
patatas, como es su obligación?" 32
prepara un bocadillo y un poco de fruta, y se va a
—Le tengo que dar la receta a mi madre, que es comer a la playa y a bañarse. No tiene más que cruzar
muy buena cocinera. En casa, los calamares los co- la carretera y el mundo del trabajo se convierte en un
31
memos siempre fritos, como los chopitos . mundo de vacaciones, de sol y de ocio. A las dos hay
—Es que en el Sur tenéis la manía de freírlo todo. siempre mucha gente y es difícil encontrar un lugar
—Pues mejor para nosotros. Cada región tiene tranquilo. A l llegar a la zona de arena, se quita los za-
sus costumbres, ¿no? —dice Cari un poco enfadada. patos y deambula de un lado para otro buscando un
Y luego pregunta para suavizar—: ¿Y qué más vas a espacio libre.
hacer hoy?
Reconoce enseguida a los diferentes grupos de
—Pues eso que ves ahí es bacalao, y aquello turistas: los españoles son los más fáciles de recono-
que está en la mesa son chuletas de cordero. De pri- cer, forman grupos más numerosos, suele haber mu-
mer plato tenemos el gazpacho que está en la nevera chos niños y a menudo hay también alguna abuela o
y la ensalada mixta que está preparando Mari Car- abuelo y son los que más ruido hacen. Los italianos
men, y hay también melón con jamón... para luchar también hablan muy fuerte, pero son en general gru-
contra el calor.
pos de chicos y chicas jóvenes que hacen camping, y
—Calor el que paso yo aquí, todo el día en la a quienes les gusta sobre todo divertirse. Son los que
cocina... —gruñe otra vez Mari Carmen.

32 33
más se mezclan con los españoles, debe ser por el pa- —¿Qué tal? ¿Tomando el sol? —pregunta otra
recido de la lengua. Hay siempre muchos franceses, vez la voz.
pero son generalmente parejas con niños pequeños El señor Salzburger sigue tan pálido como el
que han alquilado un piso o se alojan en un hotel. Los primer día. Lleva un sombrerito de paja en lo alto de
ingleses suelen ser en Mojácar residentes de invierno, la cabeza, gruesas gafas negras, pantalón y camisa de
y en verano se les ve poco por la playa, pues vuelven manga larga. No parece preocuparse mucho por el
a sus islas. A veces vienen sus hijos y nietos a visitar- bronceado.
los durante las vacaciones, y se les ve en grupos en la —Quisiera pedirle un favor, señorita. Tengo que
playa, pero casi todos tienen piscina en sus casas. Los ir a Níjar. Ya sabe... Goytisolo y mi libro... Tengo que
alemanes, belgas, holandeses y nórdicos son los que visitar algunos lugares, aclarar algunas ideas... ¿No
más sol quieren llevarse. Llegan sobre las nueve de la podría acompañarme? Me sería tan útil su ayuda...
mañana, se extienden inmóviles al sol, comen en la A Cari le extraña. No entiende en qué podría
playa y se quedan en ella hasta el final de la tarde. ayudarle, pero no sabe negarse.
Son también los más deportistas: tienen tablas de ve- —¿Acompañarle? Bueno, no sé... Como tra-
la, hacen surfing y esquí náutico. bajo...
Cari se instala entre una familia madrileña y —No importa, podemos ir cualquier día, hoy,
una pareja alemana. Saca un libro e intenta leer, pero mañana... Podríamos visitar el pueblo y cenar juntos
no lo consigue. La familia española habla a gritos, para comentar algunas cosas, si no ve inconveniente.
llama a gritos a los niños que siempre están haciendo —¿Esta tarde? Bueno, pues esta tarde, pero con
cosas prohibidas, comentan los incidentes del día, ha- la fresca, ¿eh?
blan de los amigos, se cuentan lo que han comido o lo —¿Quién es la fresca? —pregunta el señor Salz-
que van a comer. No paran. E l contraste con los silen- burger sin entender.
ciosos alemanes es enorme. Ella está leyendo un libro Cari se ríe a carcajadas.
y él parece dormir. Están disfrutando del sol y no ne- —"Con la fresca" quiere decir "cuando haga
cesitan hablar. Cari piensa: "Todos tenemos los mis- menos calor", "cuando haga fresco"... ¿Comprende?
mos problemas; ¡pero qué diferentes somos!". Se — A h , naturalmente. ¡Qué bella! ¡Qué llena de
acerca un poquito más a los alemanes para estar más imágenes está la lengua española...! "Con la fresca"...
tranquila, y justo cuando empieza a leer el primer pá- Esto en mi país no se dice, como siempre hace fres-
rrafo del primer capítulo, oye una voz conocida de- co... Entonces, ¿a las ocho?
trás de ella: —Vale. Justamente termino mi trabajo a las
—Buenas tardes, señorita Cari. ocho. No conozco Níjar, será un descubrimiento.
No necesita volverse para saber quién es. — Y yo le preguntaré muchas cosas sobre la

34 35
lengua de Goytisolo, su visión de Níjar y de sus gen-
tes, será una gran ayuda para mí.
—Pues hasta luego entonces.
Salzburger se aleja con sus libros bajo el brazo
y Cari lo mira, gigantesco y extraño, demasiado abri-
gado para el calor que hace. Sigue pensando que es
un hombre muy raro.
A las cuatro y media vuelve al hotel, se ducha y
se pone ropa fresca y recién planchada. La tarde se le
pasa muy rápidamente, porque hay un gran movi-
miento de clientes y el teléfono no para. Un poco an-
tes de las ocho, Eneko, con su espectacular traje de
cuero negro y el casco y las llaves en la mano, pasa
por delante de ella:
—Hasta luego, Cari. ¿Te queda mucho?
—No, enseguida termino... ¿Te vas?
—Sí, voy a dar una vuelta en moto. La pobre se
aburre mucho.
—Pues que te ayude en la cocina, así no se
aburrirá y Mari Carmen te lo agradecerá —dice Cari
con ironía.
— L o pensaré. ¡Oye, qué pendientes más boni-
tos! ¿Son nuevos?
—¡Huy, qué va! Me los regaló mi hermana el
día de mi cumpleaños.
Son unos aros rojos, muy grandes, que van
muy bien con la piel morena y el pelo negro de Cari.
—Pues estás muy guapa con ellos, Cari, de ver-
dad —¿comenta Eneko.
Pero ya se aleja hacia su "Yamaha", cuyo mo-
tor da un salto como el corazón de Cari.
—¡Qué cruz! —murmura. Y resé,momento
suena el teléfono.

37
" ¿ L UNIVERSITAT P
G>Í J A U M E - I - V
—Hotel Veramar, buenas tardes. ja, son su calva brillante y recién lavada y, lo más
—¡Por fin! Llevo una semana llamándote y no sorprendente, con guantes negros de piel.
hay manera de hablar contigo. ¡Vaya recepcionista! "¡Qué gente más rara son estos extranjeros! Guan-
—¡Gabriel! ¿Eres tú? ¿Dónde estás? tes con este calor...!", piensa Cari.
—Pues en el cuartel, en una cabina, con una —Estoy a su disposición, señorita...
cola terrible esperando. Pero ¿dónde te metes, que — U n momentito nada más. Subo un momento
nunca estás en el hotel? —pregunta Gabriel un poco a mi cuarto a recoger el bolso y ya está. Es que no me
enfadado. gusta salir sin documentación ni dinero.
—No sé... A veces salgo. —Está bien. La espero fuera, en el coche. — Y
¡Ah! ¿Y con quién? mientras Cari sube las escaleras, ve a Salzburger de-
—Pues con gente del hotel, amigos... jando su llave en el casillero que corresponde a su ha-
—Amigos, amigos... ¡Huy, huy!, te encuentro bitación.
muy rara, Cari. Me parece que tú ya no te acuerdas de
mí, que me has olvidado, vaya. * * *
—Nada de eso. Lo que pasa es que al cuartel es
imposible llamarte y a tu casa te llamé una vez y... Cari leyó "Campos de Níjar' en clase de Len-
—Pues yo te he llamado casi todos los días. 35
gua , con aquel profesor barbudo del que todas las
Esa es la diferencia. Cari, están dando golpes en la chicas de la clase estaban enamoradas. Fue exacta-
puerta, son unos animales. Dime que me quieres por 36
mente en C.O.U. , cuando tenía dieciocho años.
favor, antes de colgar. Incluso decidieron hacer un viaje con la clase a Níjar,
—Claro que te quiero Gabriel, te quiero mu- pero al final nunca fueron. Mientras se van acercan-
cho. Pero, dime, ¿cómo te va? ¿Estas contento? ¿Lo do, va recordando las descripciones de Goytisolo y,
soportas bien? efectivamente, a pesar de los años que han pasado, es
Se oye una carcajada irónica. el mismo paisaje: montañas desnudas y oscuras, pitas
—Contentísimo. Esto es un paraíso. ¡Dema- 31
y chumberas como única vegetación, y el cielo obs-
33
siao! . Un beso, Cari. Escríbeme. ¿Lo prometes? tinadamente azul. Han dejado atrás Carboneras, con
34
—Te escribo, te escribo. Un besazo , Gabriel. sus casitas de pescadores y sus barcos de pesca... E l
Cuelga con mala conciencia. Últimamente ha "Ford" avanza ahora hacia el interior y el calor es
pensado muy poco en Gabriel. No sabe qué le pasa; más seco. Hay pocos coches en la carretera, porque la
no lo echa de menos, como imaginaba. Pero no puede zona no es turística.
sacar conclusiones, porque aparece Marek Salzbur- Salzburger habla poco y Cari piensa en su con-
ger, muy elegante, con un traje gris y una corbata ro- versación con Gabriel, en su conversación con Eneko,

38 39
mientras mira las manos de Salzburger, dentro de sus te al niño de los ojos verdes que lo guió hace casi
guantes negros, manejando el volante. Son unas ma- treinta años y, cansados, han entrado a cenar en un
39
nos grandes y misteriosas. pequeño restaurante, casi vacío, en el que piden tapas
40
—Anoche soñé con usted, Cari. de jamón serrano y queso, y después pescaito frito.
"Caramba, es la primera vez que no me llama Salzburger pide una botella de Rioja tinto, pero a Cari
señorita. ¿Qué le pasará?", piensa Cari. Pero dice: esta noche no le apetece el vino y pide agua mineral.
—¿Ah, sí? Pues yo nunca sueño. Es una pena. Salzburger parece muy contento, seguramente por el
—Soñé con una isla lejana, llena de pájaros y vino, y al llegar al postre pregunta a Cari.
de flores, y usted y yo en la isla, rodeados de oro... —Cari, ¿no cree usted que los sueños son a ve-
—¿De oro? ces premonitorios?
—¡De oro! Cari empieza a sudar.
—¡Qué sueño más raro! —Huy, no. Yo no creo en los sueños. Debe ser
Cari lo mira de reojo, un poco preocupada. In- porque yo no sueño nunca. Ya se lo he dicho.
tenta cambiar de conversación: —Pues premonitorio o no, mi decisión está to-
—¿Y cuándo piensa terminar su biografía de mada, Cari. Yo la amo, la amo locamente, desde el
Goytisolo? ¿Le falta mucho? primer día, cuando llegué a la recepción y me dijo
—Una biografía nunca se termina. Un biógrafo usted con una sonrisa maravillosa: "Tiene usted reser-
descubre constantemente nuevos aspectos de su hom- vada la habitación número ciento siete, señor Salz-
bre. burger..." La amo, Cari...
—Bueno, pues a lo mejor descubrimos esta Cari piensa que no es momento para reírse, pe-
noche algo nuevo en Níjar. ro este verbo "amar" que emplea con tanta seriedad
La mira con una sonrisa enigmática: Salzburger, le da mucha risa. Se imagina a Gabriel y
—Seguro que sí, Cari. Seguro que sí. a todos sus anteriores ligues y..., ¿por qué no?, a
Eneko también, diciéndole "te amo" y se muere de ri-
* * * sa. Su sonrisa divertida parece animar al otro, que le
coge una mano, un brazo, los hombros...
Han dado un paseo por el pueblo, han visitado —Cari, dígame, dime que tú también, que...
3
el taller de un alfarero *, con la típica cerámica de —su cara está a unos centímetros de la de Cari, que
Níjar, y Cari ha comprado un jarrón bellamente deco- tiene miedo, mucho miedo. Se levanta bruscamente:
rado, para su madre, a quien le encanta la cerámica. —Perdone, no me encuentro bien. Voy un mo-
Han recorrido el paseo de las luces de neón de que mento al servicio.
habla Goytisolo en su novela, han buscado inútilmen- Se refugia en el servicio y se lava la cara con

40 41
agua fría. Se mira en el espejo sus enormes ojos asus- soñando, porque delante de la puerta de un bar hay
tados: "¿Qué hago? Este hombre está loco..." una "Yamaha"... "¡Dios mío! —piensa— Claro que co-
Mientras, Salzburger ha sacado un tubo con mo ésta hay miles". Le pesa la cabeza, el corazón le
pastillas de su bolsillo y ha dejado caer una en el vaso late enloquecidamente, se encuentra muy mal. A l dar
de agua de Cari. Pide la cuenta, paga y se pone lenta- la vuelta, ve la matrícula: "Matrícula de San Sebas-
mente sus guantes negros. Cari vuelve, sonriente, pe- 41
tián ...", casi grita de alegría.
ro nerviosa. "¡Es él... Es su moto", piensa Cari con cierta
—¿Nos vamos? Necesito aire fresco. —Termi- esperanza. Los dedos de Salzburger le aprietan el co-
na su postre: un helado de fresa, se bebe el vaso de do y le hacen daño... Se acercan al coche cada vez
agua y los dos se levantan y salen del restaurante. más... Van a pasar por delante del bar y ésa es la últi-
—Cari, perdóname si he sido un poco brusco, ma esperanza de Cari... Aunque ve mal, mira dentro
pero te amo demasiado y he decidido que te vengas del bar; hay muchos hombres, pero no ve a Eneko.
conmigo lejos, a mi país, a cualquier sitio... "No está Eneko". Y nota cómo todo se nubla... Va a
—Pero ¿cómo que "ha decidido"? ¿Y yo, no caerse, pero en ese momento tiene una idea genial: se
decido nada? ¡Yo soy una mujer libre, señor Salzbur- quita uno de los bonitos pendientes rojos y disimula-
ger, y he decidido volver a Mojácar inmediatamente! damente lo deja en el sillín de la "Yamaha". Salz-
La sonrisa de Salzburger es terrible. burger abre la puerta trasera del "Ford" y Cari cae pe-
—No, querida mía, no volverás a Mojácar —la sadamente sobre el asiento, quedándose instantánea-
coge por un brazo—. En el coche tengo la caja... mente inerte.
—¿Qué caja?
— L a caja del hotel. La cogí cuando subiste a * **
buscar el bolso —muestra sus manos negras—. Todos
pensarán que eres tú la ladrona, porque tú eres la que
tiene la llave. Antes de marcharme, he liquidado la Eneko ha bebido varios vasos de tinto, solo,
cuenta con tu patrón; además, llevo la maleta en el frente a la barra. Es triste beber solo. Además, este
coche. Nadie sospechará de mí... vino no se parece al de su tierra, que es más ligero y
Esta vez, Cari se encuentra mal de verdad. menos dulce. Se siente invadido por la nostalgia.
Siente un sudor frío por todo el cuerpo y le duele mu- Echa de menos el viento del Cantábrico y hasta la llu-
42
cho la cabeza. También tiene mucho sueño. Acaban via menuda, el "sirimiri" , que cae también en vera-
de salir del restaurante y se dirigen inexorablemente no y que crea un ambiente diferente del de aquí.
hacia el "Ford" que espera junto a la acera de enfrente. Estos cielos claros y estrellados son bellos, pero no
De repente Cari no sabe si tiene una visión o si lo está está acostumbrado a este calor, a esta gente en la calle

42 43
toda la noche, a estas miradas, a sentirse siempre ob- —¿Qué coche?
servado. —Un "Ford Fiesta" azul marino.
Desde una cabina, marca un número de San Eneko arranca la moto como una tromba y grita:
A3
Sebastián y habla largo rato en euskera . Cuelga el —¿Hacia dónde han ido?
teléfono, con una mirada un poco triste, y se dirige —¡Han torcido a la derecha, en dirección a A l -
hacia la moto. Consulta el reloj: son las doce y media, mería!
tiene que volver a Mojácar, porque como mañana es Unos segundos más tarde, de Eneko sólo queda
día de mercado, tiene que madrugar. Saca la llave, una nube de polvo.
abre el candado que cierra la moto y, cuando va a sen- —¡Jo, cómo anda el turismo! —murmura el
tarse, algo cae al suelo. Se agacha para cogerlo. "¡Si hombre—. Van como locos...
es un pendiente! ¡Un pendiente de Cari!" No com-
prende nada... Mira a su alrededor: nadie. Entra al * **
bar, tampoco. Da la vuelta a la plaza, nada. ¡Qué mis-
terio! "¿Por qué este pendiente en el sillín de la moto? Eneko sale de Níjar en dirección a Almería. No
¿Qué ha querido decir Cari con este mensaje?" En respeta el "stop", pero afortunadamente no venía na-
una esquina de la plaza, un hombre solitario, inmóvil, die ni a la derecha ni a la izquierda. Mete la tercera
que ha estado observando en silencio, le dice: velocidad, la cuarta, la "Yamaha" vuela casi cuando
—Ha sido una chica. Una chica morena, bajita, mete la quinta. Eneko corta el viento como una espa-
guapa ella... da... Adelanta a dos camiones que transportan fruta, a
Eneko se acerca a él, curioso: una "roulotte" de holandeses, entra en una zona de
—Pero ¿cuándo? curvas muy peligrosas donde tiene que limitar la ve-
—Hará diez minutos... Se la veía muy rara a la locidad y mete la tercera. De nuevo una recta. Hay
chica. Iría borracha seguramente. dos turismos de Almería a los que adelanta también y
—¿Borracha? entra en la sierra. La carretera es cada vez más acci-
—Bueno, borracha o drogada. No sé. Casi se dentada y un "Renault 4", conducido por un abuelo
cae. El tío la tuvo que sujetar... tranquilo y prudente, que va a treinta por hora, le im-
—¿Pero qué tío? ¿Iba con un hombre? ¿Quién pide el adelantamiento.
podía ser? Eneko se desespera. "Los viejos no deberían te-
—Yo qué sé. Un tío muy alto, calvo, con pinta ner carné", piensa, cada vez más nervioso. Por fin, lo
de extranjero. Pero ella iba muy mal, de verdad. Cayó adelanta entre dos curvas, no sin peligro, pues enfren-
en el coche como muerta. te viene a toda velocidad un "Mercedes" con todas
A Eneko le empieza a latir el corazón muy fuerte: las luces dadas. Justo en ese momento los ve. "¡Son

44 45
ellos, son ellos!", grita. Vuelve a meter la cuarta, la
44
quinta... Eneko corre jugándose la vida . "Tengo que
ser prudente —piensa—. Si me ve, estoy perdido,
nunca conseguiré alcanzarlos." Disminuye la velocidad
y deja una respetuosa distancia entre el "Ford" y la
moto. La carretera va ahora bajando hacia el mar y el
turismo coge una terrible velocidad en la cuesta abajo,
pero van a atravesar un pueblecito y tiene que frenar.
Eneko frena también. Hay una gasolinera a la entrada
del pueblo y, de repente, el "Ford" se desvía y entra en
ella. "¡Pero, bueno, no es posible tener tanta suerte! —
piensa Eneko—-. Esta imprudencia te perderá,
Salzburger." Y acelera, para entrar a todo gas en la
gasolinera, echándose encima del hombre de los guan-
tes negros que abre en ese momento la portezuela.
—¡Bandido! ¡Secuestrador! ¡Sádico! ¿Dónde está
Cari?
Mientras le retuerce un brazo, ve a Cari en el asien-
to trasero, inerte, como muerta. El empleado de la gaso-
linera y el chófer de un camión se acercan, curiosos y
alarmados. Salzburger, que es muy fuerte, coge a Eneko
por el cuello y lo aprieta, lo aprieta... Entonces el
muchacho introduce su brazo derecho por la ventanilla,
coge el paquete con el jarrón de cerámica de Níjar que
está encima de un asiento y golpea con toda su fuerza
el cráneo de Salzburger, que cae pesadamente al suelo,
con todos los pedazos de cerámica alrededor de su
cuerpo. Los dos hombres, que ya están junto a ellos,
gritan:
—Pero, ¿qué haces, estás loco?
—¿Loco? ¡Miren ahí dentro! —y señala a Cari,
inmóvil—. Ha raptado a esta chica, el loco es él, un
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sádico, un obseso sexual. Hay que llamar inmediata- NOTAS EXPLICATIVAS
mente a la policía.
El empleado de la gasolinera corre hacia el teléfono. (1) Dos caballos: En España es frecuente llamar a los coches por
Mientras tanto, Eneko, con ayuda del chófer, saca a el modelo. S e trata de un modelo antiguo, muy utilizado por los
Cari del "Ford". La acuestan en el suelo, le echan agua jóvenes, pero que la empresa Citroen ya no fabrica.
fría en la cara, le toman el pulso: "Está viva, respira". (2) Cari: Diminutivo del nombre Caridad. Como en otros países,
Cari abre por fin los ojos y ve los ojos verdes de Eneko en España frecuentemente, por razones afectivas, se acortan los
nombres de las personas en el entorno familiar y entre amigos.
muy cerca de los suyos. "No es posible. Yo nunca
(3) La general: Además de autopistas y autovías, existen en
sueño. Lo he dicho esta misma tarde. Los sueños no España carreteras generales, de trazado ancho, y comarcales,
existen", y cierra otra vez los ojos, muy triste. de trazado estrecho.
—No es un sueño, Cari, bonita. Soy yo, Eneko.Ya (4) Jumilla: Vino que se produce en la zona de Jumilla (Murcia),
ha pasado todo. ¿Me oyes? La policía va a venir a bus- muy alto en grados.
car a Salzburger. Todo acabó. (5) Mili: Diminutivo familiar de Servicio Militar. En España antes
"Cari, bonita... Cari, bonita. Me ha dicho Cari, boni- era obligatorio. Fue suprimido a partir del año 2001.
ta. ¿De verdad que no estoy soñando?". (6) Ligar: En lenguaje coloquial, establecer una relación más o
Se oye una sirena y aparecen dos motos de la poli- menos íntima con una persona del sexo opuesto. "Un ligue" se
cía. Los policías interrogan a Eneko y a Cari. "Tendrán refiere a la persona con quien se ha establecido dicha relación.
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que venir con nosotros al cuartelillo , les dicen. (7) Tutear: A partir de los años 70 se generalizó el tuteo en
Cuando llega una ambulancia para recoger a España, en detrimento del uso de "usted". Puede practicarse
también entre personas de rango social distinto, como un profe-
Salzburger, ya hay un grupo de curiosos haciendo
sor y un alumno, por ejemplo.
comentarios. En ese momento es cuando Cari ve los (8) Jarapa: Variedad de textil típico de la región de Níjar
pedazos de su maravilloso jarrón, irrecuperable: (Almena). Tiras muy finas de tejido de algodón se unen para for-
—¡Dios mío! ¡El regalo para mi madre! mar un nuevo tejido, liso o multicolor.
—He sido yo, Cari, no he podido encontrar otro sis- (9) Un vasco en esta zona: En la mente del resto de los españo-
tema... Perdóname. les está la idea de que los vascos salen poco de su tierra.
—Pero ¡qué cruz, Señor, qué cruz! —murmura Cari, (10) Nada del otro mundo: Nada extraordinario.
mientras monta, bien abrazada a Eneko, en la (11) Paro (estaren el): Situación de desempleo, no tener trabajo
"Yamaha" de sus sueños, que, por fin, están a punto de por falta de oferta. Parado: el que está en el paro.
ser realidad. (12) Pasta: En la lengua coloquial, dinero.
(13) Mano sobre mano (estar): Expresión que significa estar OOlo-
sos, no hacer nada.
(14) Esparto: Planta de países esteparios, cuyas hojas, sacas

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y duras, se utilizan para cordelería y suelas de alpargatas. En el (25) El País: El diario independiente de mayor tirada de España.
sureste de España es muy frecuente encontrar productos arte- (26) A pies juntillas (Creer en algo): Expresión que significa "sin
sanos fabricados con esparto, y en la zona mediterránea se uti- la menor duda".
lizan las alpargatas, zapatos de faena cuya suela es de este (27) Hacerse la boca agua: Expresión que se refiere a la sensa-
ción producida por la descripción o la observación de alguna
material.
comida apetecible.
(15) Pegatina: Trozo de papel plastificado autoadhesivo que
(28) El 24 de diciembre es, en el calendario cristiano, la fecha del
suele servir para hacer publicidad o advertencias públicas.
Nacimiento de Cristo (El Niño Jesús).
(16) País Vasco: Una de las diecinueve Comunidades autóno- (29) En un santiamén: Expresión de origen religioso que signifi-
mas que constituyen el Estado español, situada en el norte de ca "rápidamente", "a toda velocidad".
España, junto a la frontera francesa. Tiene una lengua propia, (30) Chipirones: Calamares pequeños. Su tinta es la substancia
cooficial con el castellano, el euskera, o lengua vasca. que se emplea para elaborar este plato.
(17) De reojo: Mirar disimuladamente por el rabillo del ojo. (31) Chopitos: Pequeñísimos calamares, que se comen fritos en
(18) Este pequeño diálogo pone de manifiesto las incomprensio- aceite. E s otro plato típico andaluz.
nes que, a veces, se producen debido al uso de las lenguas (32) Bocadillo: Pan que contiene en su interior jamón, queso,
chorizo, etc.
peninsulares distintas al castellano (catalán, euskera y gallego).
(33) Demasiao: En el habla actual es frecuente la caída de la "d"
(19) Regaliz: Pasta dulce de color negro que suelen comer los
en las terminaciones en "-ado".
niños y que se extrae de una planta aromática del mismo nom-
(34) Besazo: Los diminutivos y aumentativos pueden tener una
bre. gran carga afectiva, como en este caso.
(20) Pescaito frito: Plato típico andaluz que se realiza friendo (35) Lengua: En el sistema escolar español, la clase de lengua
pescaditos pequeños en aceite. es la dedicada al estudio de la lengua española, basada a menu-
(21) Gazpacho: Plato andaluz, especie de sopa muy fría, a base do en textos literarios.
de tomate fresco, pepinos, ajo, aceite y vinagre. (36) C.O.U.: Abreviatura de "Curso de Orientación Universitaria".
(22) El qué dirán: S e refiere a lo que los demás piensan de uno, Curso que precedía a la entrada a la Universidad. En la actuali-
a la opinión que puedan formarse basándose en superficiales dad no existe.
observaciones de actitudes, costumbres, hechos, etc. (37) Pitas y chumberas: Plantas de familia de los cactus, típicas
de países secos y cálidos. La chumbera da un fruto comestible:
(23) A quien madruga, Dios le ayuda: Refrán que ensalza el
el higo chumbo o tuna.
hecho de levantarse temprano (madrugar), pretendiendo que las
(38) Alfarero: Artesano que trabaja la arcilla para hacer con ella
cosas le salgan bien al que lo practica. vasijas y recipientes, funcionales o decorativos.
(24) Juan Goytisolo: Importante escritor español contemporáneo. (39) Tapas: En los bares españoles pueden pedirse pequeñas
Campos de Níjar, referida a la región de Almería, es una de sus raciones, como, por ejemplo, tortilla española, calamares a la
obras. romana, chorizo, jamón, queso, etc., para acompañar a las bebi-
das, principalmente a la hora del aperitivo. Las tapas suelen
tomarse de pie, en las barras de los bares.

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(40) Jamón Serrano: Jamón de cerdo crudo, curado en las sie- PREGUNTAS
rras del sur de España, aprovechando las condiciones climatoló-
gicas de estas zonas.
(41) En las matrículas de los coches españoles se combinaban:
las iniciales de la provincia, una serie de cuatro números y una Págs. 3-5
combinación alfabética. A partir del año 2000 se suprimieron las
letras de la provincia en las nuevas matrículas. —¿Cómo es el paisaje por el que atraviesan Gabriel y
(42) Sirimiri: Nombre que se da en euskera a la lluvia fina y per- Cari? Descríbelo.
sistente, típica del País Vasco. —¿Por qué está triste Gabriel? ¿Cuáles son sus rela-
ciones con Cari?
(43) Euskera: Lengua muy antigua de origen aún desconocido,
—¿Cómo te imaginas Mojácar?
que se habla en el País Vasco (Euskadi) además del castellano.
—¿En qué estación se desarrolla la acción? ¿En qué
(44) Jugándose la vida: Actuar con peligro de la propia vida. se nota?
(45) Cuartelillo: (de la Guardia Civil): Diminutivo de cuartel. En —¿Por qué coge Cari el volante al salir del bar?
todas las pequeñas localidades españolas, donde no tiene sede
la Policía Nacional o la Policía Autonómica, es la Guardia Civil la
que ostenta la autoridad en caso de litigio, pequeña delincuencia, Págs. 6-9
etc.
—¿Qué va a hacer Cari en Mojácar?
—¿Cómo es el dueño del hotel? Descríbelo.
—¿Qué piensa Cari de Paco, el empleado del hotel?
—¿Puedes hablar del horario de Cari? ¿Qué te parece?
— Describe la habitación de Cari.

Págs. 10-18

—¿Cuáles son las primeras acciones de Cari en su pri-


mera mañana en el hotel?
—¿Te parece simpática doña Rosa? ¿Por qué? ¿Qué
cualidades o defectos tiene?
—¿Quién es "Regaliz"? ¿Cómo ha aparecido en el hotel
Veramar? ¿Te gustan los gatos?
—¿Te parece justa o injusta la actitud de Cari con la
dienta del perro? ¿Y la reacción de ésta?
—¿Cómo transcurre el primer encuentro entre Cari y
Eneko? ¿En un clima de confianza y simpatía?

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Pags. 22-25
Págs. 44-46

—Cuéntanos cómo ha pasado Cari la noche anterior —¿Qué le cuenta a Eneko el hombre solitario?
en Mojácar. —¿Por qué parece Cari estar muerta?
—¿Tiene Cari algún complejo? ¿Te parece normal? —¿Cómo consigue Eneko inmovilizar a Salzburger?
—¿Qué desayuna Cari? ¿Es lo mismo que desayunas —¿Qué pretendía Salzburger?
tú? —¿Crees que se termina aquí esta historia o crees
—¿Qué hace el señor Salzburger en Mojácar? continúa?
—¿Por qué encuentra Cari que Salzburger habla de —¿Puedes imaginar una posible continuación?
una manera rara?

Págs. 26-28

—¿Qué es lo que más le gusta a Cari del periódico? ¿Y


a ti?
—¿Por qué se interesa tanto Cari por el signo de C a -
pricornio?
—¿De qué signo eres tú? ¿Qué características tiene tu
signo?
—¿Por qué ha empezado mal la semana para Cari?
—¿Qué observa Cari mientras está en la playa? ¿Estás
de acuerdo con ella?

Págs. 31-43

—¿Qué problemas de alimentación presenta "Regaliz"?


—¿Hay problemas entre Cari, Eneko y Mari Carmen?
—¿Qué le reprocha Gabriel a Cari por teléfono?
—¿Qué elementos extraños observas en el comporta-
miento de Salzburger?
—¿Con qué fin deja Cari un pendiente en el sillín de la
\ Q
moto de Eneko? ^ UN1VI-.RSITAT >

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