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Debates urbanos sobre la Rambla de Montevideo

AL PUERTO LO QUE ES DEL PUERTO


Alvaro Echaider *

La empresa Berkes presentó al Poder Ejecutivo una iniciativa privada para construir
una nueva terminal de pasajeros para ferrys y cruceros en la Rambla Sur de
Montevideo. Opino que el instrumento de “iniciativa privada” utilizado es bueno, y
que parte del mecanismo de repago de la inversión que proponen está muy bien,
pero la propuesta presentada es mala: destruye un monumento histórico nacional
y contradice las señales ambientales que la naturaleza nos da para actuar en el
territorio. Muy mala.
De todas maneras – hay que reconocerlo - a partir de la misma otra vez el espacio
Mauá está en la agenda pública. Tenemos que a volver a mirarlo y definir qué
hacemos con él. No puede quedar más tiempo así como está
¿Qué hacemos con él?
Esta no es la primera propuesta de actuación que se presenta para ese lugar. Se
propuso antes –2007 - hacer un centro cultural, cuando Petrobras todavía estaba
en Uruguay. Después – 2010 - sobre los escombros de esa propuesta, se propuso
hacer un museo, el Museo del Tiempo, un proyecto que fue desarrollado a través
de un acuerdo interinstitucional muy amplio - MEC, MIEM, MEF, Universidad de la
República, ANEP e Intendencia de Montevideo – y que quedó “llave en mano” para
ser ejecutado (ver www.museodeltiempo.org.uy , todavía vive !) Más adelante –
2015- la empresa Buquebus presentó una propuesta de construcción de una
terminal exclusiva que incluía un shopping, hotel y otras construcciones para uso
privado en un área eminentemente pública, que exigía la venta de un sector de la
costa en la Rambla Sur – lo que fue felizmente rechazado- a partir de lo cual el
MIEM con apoyo de la IM y la FADU convocó a un concurso de ideas – 2019 - para
actuar en el área (54 propuestas fueron presentadas). Hoy estamos ante dos
nuevos planteos de actuación: el ya citado de la empresa Berkes – inicialmente con
el apoyo de la empresa Corporación América y ahora sin él - reformulando la
construcción de un puerto para ferrys y cruceros en el lugar, y el de - otra vez -
Buquebus, proponiendo financiar un parque y equipamientos públicos - sin puerto-
en una modalidad que parecería que recoge las demandas de cuidado de la
Rambla Sur como monumento histórico nacional (una buena para López Mena!).
Movido periplo para los que dicen que nunca nadie se ha preocupado por la
recuperación de este espacio.
¿Qué hacemos entonces, con él?
El debate sobre este punto, a la luz de todas estas propuestas, implica la
consideración de varios aspectos de manera complementaria.
En mi opinión, cometeríamos un grave error si desarrolláramos un puerto para
ferrys y cruceros en ese enclave.
¿Por qué?
Primero, por elementales razones ambientales.
Si el lugar natural para hacer un puerto en Montevideo fuera la costa de la Rambla
Sur, entonces el puerto de Montevideo se habría desarrollado allí en lugar de
haberlo hecho al lógico abrigo de la bahía. Obvio, ¿no? Ya es hora de cambiar el
chip y cuidar realmente los impactos ambientales de las obras que se impulsan.
Los informes producidos en el país para la adaptación y mitigación ante el cambio
climático, fruto de tres años de estudios con apoyos del PNUD, indican que las
costas de Montevideo están en alerta roja. Estamos en una crisis ambiental mundial
que surge de actuar con soberbia, generada porque los seres humanos nos
equivocamos imponiendo lo que se nos ocurre hacer sin tener ninguna
consideración con las señales que nos da la naturaleza para que nos integremos
armónicamente en ella. La instalación de un puerto en medio de la Rambla Sur
repite ese mismo error. Y además afecta negativamente la calidad ambiental del
principal sistema de playas urbanas de Montevideo.
Hay que redirigir esa inversión y enfocarla de manera inteligente, evitando el alto
costo inicial y los efectos ambientales nefastos que se generarían a partir de tomar
una mala decisión como sería la de instalar ese puerto ahí.
Segundo, por evidentes razones económicas.
La infraestructura necesaria para un puerto de pasajeros ya está resuelta en otro
lado. El puerto de Montevideo ya tiene amortizada y resuelta toda la infraestructura
básica necesaria para instalar una nueva terminal: escolleras, canal de acceso,
logística para limpieza, provisión de combustibles y demás insumos para los
barcos, incluyendo la energía de operaciones mientras están en puerto. Es mucho
más racional aprovechar la economía de escala que representa utilizar la
infraestructura existente que replicar ese mismo equipamiento del lado de la
Rambla Sur.
Lo que del lado de la Rambla Sur llevaría 200 mm de dólares o más, de acuerdo a
las declaraciones de los proponentes, al abrigo de la Bahía insumiría mucho menos
inversión – ya está lo principal ejecutado – y los costos mayores son más bien de
gestión político administrativa interna. Lo que el puerto tiene que hacer es
reorganizar responsablemente los muebles de su casa y no exportar problemas a
la ciudad. Más aún considerando que lo que se invierta, por más que se adelante
por las empresas o sus apoyos financieros, lo terminará repagando el estado, o sea
todos nosotros.
Tercero, por importantes razones culturales.
Un puerto es una infraestructura tipo C en la calificación ambiental, equivalente a
la que se aplica a las industrias más contaminantes. La Rambla Sur es Monumento
Histórico Nacional y candidata a Patrimonio Mundial de la Unesco: un espacio de
valor social y paisajístico que hay que proteger, no romper.
Un puerto instalado en medio del paseo Rambla Sur, lo rompe.
Es como si en el barrio histórico de Colonia, también Monumento Histórico Nacional
y ya declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, se propusiera demoler las
construcciones patrimoniales para hacer unos edificios modernos porque esa
nueva actividad crearía nuevas fuentes de trabajo. Sería una barbaridad ¿no?
No promovamos una barbaridad similar en Montevideo.
La bahía tiene aproximadamente 17 km perimetrales que le permiten al puerto
resolver la contradicción entre los flujos de carga y los de pasajeros en su propio
recinto. Le sobra espacio. Sus planes maestros siempre previeron la resolución y
manejo de este conflicto a la interna. No puede admitirse que traslade ese problema
a la ciudad y desconsideradamente rompa lugares de alto valor – paisajístico,
turístico, patrimonial - en ella.
Por supuesto que Mauá no puede quedar así como está. Pero ese espacio tiene
que ser recuperado para el uso público, de un modo que sea congruente con el
carácter que define a la Rambla: público, abierto, despejado y libre.
Hay fondos disponibles para alcanzar ese objetivo sin necesidad de desarrollar el
puerto en ese lugar. Es relativamente poco el dinero necesario para recuperar las
Carboneras, el Edificio del Reloj y el espacio público circundante. Hoy hay dos
propuestas privadas que – con modificaciones - permitirían hacerlo, y podría
sumarse alguna más. No se necesitan los centenares de millones de dólares
ofertados en una de las alternativas, que pueden ser redirigidos a otros proyectos.
Con parte de los fondos que quedarían vacantes por la ubicación de una nueva
terminal en su lugar natural, se puede hacer muchas más cosas: poner en marcha
el Museo del Tiempo, resolver los problemas pendientes del saneamiento en la
ciudad, enfocar con otra fuerza la problemática de los asentamientos aún existentes
o atender otros asuntos a los que quieran aplicarse. Y todo esto puede financiarse
por la sumatoria de los mecanismos que se proponen en las propuestas
anunciadas. Pero aplicarlos a desarrollar una terminal de ferrys y cruceros en el
espacio Mauá, no. Hacerlo sería un crimen urbano y ambiental.
Hay que hacer una nueva terminal portuaria de pasajeros – sí, la más linda del
mundo- pero no en el espacio Mauá sino en el lugar natural para un puerto de ese
porte en Montevideo, su bahía.
En lugar de aplicar los recursos ofertados a la destrucción de un lugar público e
identitario de nuestra ciudad capital, altamente disfrutado por vecinos y visitantes
como es la rambla, lo que se debe hacer es aplicarlos a abrir el espacio Mauá,
recuperarlo e integrarlo al espacio público, por un lado, y a construir la nueva
terminal, en otro.
El espacio de las carboneras constituye un balcón al mar que, con muy poca
inversión, puede albergar usos públicos deseables en sus más variadas formas y
funciones: interpretación histórica de sus edificios, áreas verdes, el Museo del
Tiempo o alguna versión renovada del mismo, actividades de impulso al candombe
–Patrimonio Cultural de la Humanidad y fruto intangible de las comunidades
inmediatas-, promoción de otras expresiones culturales. Una serie de opciones que
nos permitan disfrutar intensamente de este espacio de todos.
El concurso de ideas convocado en 2019 da cuenta de la diversidad de
actuaciones, coherentes con el cuidado del espacio que reclamamos, que se
podrían ejecutar. Las autoridades competentes – y los empresarios involucrados –
deben actuar con más responsabilidad respecto a los impactos futuros de sus
decisiones actuales.
Me sumo a la voz de los piden que se descarte la construcción de un puerto de
ferrys y cruceros en el espacio Mauá y la habiliten en cambio en la bahía de
Montevideo, recinto natural para albergarlo, reordenando el uso de sus espacios.
Y simultáneamente, también, a la voz de los que piden que se impulse la
recuperación del espacio Mauá para el uso público, equipándolo de un modo
congruente con el carácter de la Rambla de Montevideo, y en particular de la
Rambla Sur : público, abierto, despejado y libre.
Abrirlo al uso público de manera inmediata, permitiría que todos advirtieran de su
belleza y potencialidad y que se concluyera en lo inadecuado de instalar un puerto
allí.
Los fondos están a la mano.
Necesitamos que los responsables actúen con la necesaria amplitud y valentía
políticas como para no enredarse en la falsa contradicción “puerto en Mauá o
abandono del lugar” y para que se puedan superar las descoordinaciones
institucionales que tienen inmovilizada la resolución de este tema a favor de ambos
objetivos: construir una hermosa nueva terminal de pasajeros - en el puerto, su
lugar natural- y recuperar el espacio Mauá para el uso público sin romper la Rambla
Sur.
No nos fallen.

 Alvaro Echaider, rematador y operador inmobiliario, fue Presidente de la Comisión


Financiera de la Rambla Sur (1995 – 2005), Coordinador de la primer Oficina de Gestión
Territorial del Plan Montevideo (1998 – 2005) e integrante del Consejo de Administración de
la Fundación Museo del Tiempo por la Intendencia de Montevideo (2014-2015). Desde 2017
a la fecha integra la Comisión Directiva de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya. Participa de la
Asamblea Permanente por la Rambla Sur desde su fundación (2018) pero sus opiniones
personales no la comprometen.

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