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JUDIT, FIGURA DE MARÍA

SANTÍSIMA
Nabucodonosor, rey de Asiria, quiere
formar un gran ejército para conquistar
el reino de Media. Invita a diversos pue-
blos a tomar parte en la expedición; a
los pueblos que no acogieron su invita-
ción envía contra ellos su ejército al
mando del general Holofernes.
Este somete sin dificultad a todos, ex-
cepto al pueblo judío, que se atrinchera
en las montañas (Jd 4,1-8). Mientras el
pueblo elegido ora a Dios, Holofernes
sitia Betulia, donde habita Judit, para
penetrar en Judea.
Holofernes desea destruir todo culto
local con el fin de erigir el culto univer-
sal a Nabucodonosor. El santuario y la
fe de Israel están condenados a desapa-
recer (6,1-4). Pero Israel es propiedad de
Dios, nación elegida y santa. Esto le ha-
ce inexpugnable, mientras se mantenga
fiel (5,5-21).
El sitio de Betulia pone a prueba la fe
vacilante de los judíos sitiados, que em-
piezan a hablar de rendición (7,1ss). En
este momento aparece Judit, una viuda,
joven, sabia y piadosa. Judit se enfrenta
a la cobardía de los suyos, confesando la
fe y confianza en Dios. La historia del
pueblo es el testimonio vivo de la pro-
tección de Dios. No pueden rendirse,
pues de ellos depende la suerte de Jeru-
salén, la ciudad santa (8,11-27).
Con gran determinación y con la con-
fianza puesta en Dios, Judit acompañada
de su criada se presenta en el campamen-
to asirio diciéndoles que les mostrará
como tomar la ciudad sin que derramen
sangre; Holofernes, seducido por la be-
lleza de Judit, la invita a pasar la noche
junto a él en su tienda. Una vez allí, Judit
lo embriaga y, cuando cae dormido, lo
decapita con su propia espada. Luego,
abandona el campamento llevando con-
sigo la cabeza del líder invasor.
Y dice: “Que viva el Señor que me ha
protegido en el camino que he recorrido,
porque la seducción de mi rostro le ha
perdido, sin que haya cometido conmigo
pecado alguno que me contaminara y
avergonzara”. (Jd 13, 16).
Los habitantes de Betulia cuelgan de
la muralla la cabeza del general lo que
hace huir en desbandada a los ninivitas.
El relato de Judit es todo un símbolo,
comenzando por el nombre: Judit es la
“judía” por excelencia y, como Débora y
Ester, es madre de Israel... En Judit apa-
rece el Dios de la revelación, que da la
vuelta a la historia, exaltando al débil y
humillando al potente: “No está en el
número tu fuerza, ni tu poder en los va-
lientes, sino que eres el Dios de los hu-
mildes, el defensor de los pequeños,
apoyo de los débiles, refugio de los des-
validos, salvador de los desesperados”
(9,11). Judit es la judía fiel; Betulia es la
casa de Dios, viuda defendida por Dios
que destruye, aplastando la cabeza de su
general Holofernes, a Nabucodonosor,
encarnación del orgullo personificado.
De este modo Judit es el prototipo de
la debilidad que vence al demonio, al
Anti- cristo, a la violencia, al mal.
Algunos textos del libro de Judit:
(8, 4) Judit permanecía viuda en su ca-
sa desde hacía tres años y cuatro meses.
(8, 5) Se había construido una tienda
en la azotea de su casa, se había ceñido
la cintura de saco y llevaba los vestidos
de viuda.
8; 6 Ayunaba todos los días de su viu-
dez.
(8, 7) Era de buena apariencia y muy
hermosa. Además, su marido le había
dejado oro, plata, esclavos, esclavas, re-
baños y campos, de los que se ocupaba.
[El esposo de María, el Espíritu Santo la
había revestido con todos sus dones].
(8, 28-29) Ozías [principal entre los
judíos dijo]: “Todo lo que has dicho, lo
has hecho con un corazón recto; no hay
quien se pueda oponer a tus palabras. Tu
sabiduría no sólo es admirada hoy, sino
que desde el comienzo de tus días todo
el pueblo conocía tu cordura, porque es
recta la disposición de tu corazón.
[Como María Santísima] Judit enton-
ces dijo. -Escuchadme. voy a hacer algo
que se transmitirá de generación en ge-
neración entre los hijos de nuestro pue-
blo.
(8, 33) ... el Señor por mi mano visita-
rá a Israel en los días que habéis puesto
como plazo para entregar la ciudad a
nuestros enemigos.
... “se asombraron por su extraordina-
ria belleza” [¿quiénes? Los ángeles, de
la belleza de su alma].
... Dios me ha enviado a cumplir...
empresas que dejarán asombrada a toda
la tierra, a todos los que las escuchen;
(11, 17) [reconoce con humildad]: tu
sierva es piadosa con Dios y sirve de
noche y de día al Dios del cielo.
(12, 14) Judit: -¿Quién soy yo para
oponerme a mi señor? Haré enseguida
todo lo que sea de su agrado; y esto será
mi alegría hasta el día de mi muerte.
... El Señor le ha golpeado por mano
de una mujer. [Después de decapitar a
Holofernes que es figura de la serpiente
infernal a quien María aplasta su cabe-
za].
(13, 17) Todo el pueblo [por causa de
lo realizado por Judit] se llenó de asom-
bro y, rostro en tierra, adoraron a Dios
diciendo con una sola voz. -¡Bendito
seas, Dios nuestro, que has aniquilado
en el día de hoy a los enemigos de tu
pueblo!
... Una sola mujer de los hebreos ha
llenado de vergüenza la casa del rey Na-
bucodonosor. [el rey de las huestes dia-
bólicas].
La liturgia aplica a María la bendición
pronunciada sobre Judit: “Tú eres la glo-
ria de Jerusalén, tú el honor de nuestro
pueblo. Al hacer todo esto con tu mano
has procurado la dicha de Israel y Dios
se ha complacido en lo que has hecho.
Bendita seas del Señor Omnipotente por
siglos infinitos” (15,8-10).
También: “¡Bendita seas, hija del Dios
Altísimo más que todas las mujeres de la
tierra! Y bendito sea Dios, el Señor,
Creador del cielo y de la tierra, que te ha
guiado para cortar la cabeza del jefe de
nuestros enemigos” (13,18).
Estas bendiciones se cumplirán ple-
namente en María, cuyo Hijo aplastará
realmente la cabeza del jefe de nuestros
enemigos.

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