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Modulo; CULTURA AMBIENTAL

Nombre de la entrega; Problemática ambiental en el entorno

Estudiante; Deimar Diaz Iglesias

Tutora: ADRIANA YANETH OCAÑA POVEDA


LOS ARROYOS CON TODOS SUS ROLLOS

En Barranquilla, debido a la ausencia de un sistema de drenaje de aguas lluvias formal, las calles cumplen la
función de alcantarillado pluvial superficial y, en épocas de lluvias, se forman en ellas fuertes corrientes de
agua denominadas arroyos. Los arroyos en la ciudad ocasionan inundaciones, pérdidas de vidas humanas,
daños en la infraestructura urbana y redes de servicios públicos, daños ambientales, parálisis en la actividad
comercial, industrial, educativa y en el transporte urbano y deterioro en la salud pública.

La situación es cada vez más crítica: las áreas impermeables son mayores por el crecimiento urbano, haciendo
que el caudal de los arroyos se incremente y con ello aumente su peligrosidad. Las alternativas de solución van
desde la canalización hasta los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible que permiten el manejo de la
escorrentía pluvial desde las cuencas hasta la descarga final.
INTRODUCCIÓN

En el caso de los caudalosos arroyos de Barranquilla, íntimamente ligados al pasado histórico de la ciudad, esas
impetuosas corrientes de agua lluvia que desordenadamente recorren la ciudad en cada época invernal se
constituyen en verdaderas trampas humanas de las que son víctimas algunos imprudentes ciudadanos que, ya
sea a pie o en vehículos, abandonan las debidas precauciones desafiando su mortal recorrido con resultados
lamentables. De todas formas, es pertinente reconocer la labor que hacen el cuerpo de bomberos, la Defensa
Civil, la Policía Nacional, la Cruz Roja, la Oficina de Prevención y Atención de Desastres y otros organismos para
manejar oportunamente las situaciones de emergencia en momentos en que se presentan.

Con todo lo anteriormente mencionado podemos dar paso a la gran pregunta; ¿Como se forman los Arroyos en
barranquilla?

A continuación, mencionaré las razones principales por las cuales se inundan las calles de esta gran ciudad.

1. En Barranquilla, debido a la ausencia de un sistema de drenaje de aguas lluvias formal, las calles
cumplen la función de alcantarillado pluvial superficial y, en épocas de lluvias, se forman en ellas
fuertes corrientes de agua denominadas arroyos.
2. La falta de cultura Ambiental en los ciudadanos y la falta sentido de clasificación y reciclaje lleva a los
habitantes a arrojar grandes cantidades de basuras en las calles, estos residuos con los vientos y las
lluvias llegan a los drenajes obstaculizando el paso del agua en las alcantarillas.
3. Condiciones topográficas. Adicional a lo anterior, el relieve de la ciudad, el cual presenta una pendiente
relativamente alta cerca a la divisoria de aguas entre la vertiente del río Magdalena y la del arroyo
León, es un factor que combinado con los anteriores incide en disminuir los tiempos de concentración
y en el aumento de los caudales máximos.
4. Condiciones geomorfológicas y características de los suelos. Las tormentas generan crecientes con
grandes velocidades que, al discurrir sobre terrenos altamente erosionables, arrastran gran cantidad
de material que es depositado en la parte baja de la ciudad, cerca al río Magdalena, o en las zonas de
inundación del arroyo León.

Cuando una ciudad ha crecido sin un sistema de alcantarillado pluvial, la comunidad espera que algún
día exista, y mientras tanto se acomoda a esta circunstancia, modificando sus hábitos. Cuando la comunidad ha
tenido un deficiente sistema de recolección de basuras y ha encontrado que los arroyos son una opción que les
permite solucionar su problema, así sea trasladando el problema a otro lugar, se crea un hábito que
incrementa la problemática de los arroyos.

METODOLOGIA

ARBOL DEL PROBLEMA

El Siguiente árbol presenta las causas de los arroyos en barranquillas y las consecuencias.

Raíces: Representa las causas del problema.

1. Crecimiento no planificado.
2. La cultura e idiosincrasia de la gente.
3. Condiciones pluviométricas.
4. Condiciones topográficas, geomorfológicas y características de los suelos.
5. Falta de inversión.
6. El incremento de la producción de residuos domiciliarios y un proceso de recolección
deficiente.

Tronco: Representa el problema principal.

Los arroyos en la ciudad de barranquilla.

Ramas: Representa los principales efectos o consecuencias dadas por el problema principal.

fLos arroyos ocasionan inundaciones, pérdidas de vidas humanas, daños en la infraestructura urbana y
redes de servicios públicos, daños ambientales, parálisis en la actividad comercial, industrial, educativa
y en el transporte urbano y deterioro en la salud pública.

MAPA DE ACTORES

 Menos involucrados: La naturaleza


 Parcialmente: La comunidad
 Más involucrados: Gobierno, empresas

Documentación

Los arroyos de Barranquilla han existido desde siempre y a través de la historia, se han vinculado con el
desarrollo urbanístico de la ciudad. De acuerdo con la tradición recogida por Domingo Malabeth, se da por
sentado que para la época del nacimiento de la ciudad las barrancas en que se estableció estaban separadas
por arroyos poderosos que bajaban las aguas de la sierra del noroeste y las de los altos areniscos del viejo
camino de Soledad, hacia una gran ciénaga espaciosa, comunicada con el río.
La ciénaga, que tenía su borde occidental en lo que hoy es la plaza de Bolívar y con anchura probable desde la
carrera del Cuartel, hasta más allá de la plaza de la Tenería, recibía tributo del extinguido caño de Soledad y era
una especie de lago que tenía gran caudal de aguas profundas, había sido primero parte del mar y antes de la
formación del terreno conocido hoy como La Loma, era parte del Río Magdalena. Cuando La Loma, completó
su formación, quedó siendo un brazo del río que recibía sus aguas en cercanías de Ponedera para arrojarlo otra
vez al río por el caño de la Tablaza.

Mercado de Granos-Caño de la Tablaza

Las tierras altas del occidente, y parte de las del suroeste vertían sus aguas a la ciénaga, a través de un gran
arroyo que bajaba por el callejón de Progreso, cruzando por la Calle Ancha (llamada así por el arroyo que se
formaba en su centro) hasta la laguna. La existencia de la ciénaga, explica la forma irregular de los callejones
formados en la banda oriental de la Calle del Comercio y la banda occidental de la Calle Real.

Los arroyos también han tenido que ver con la movilidad de sus habitantes, la comunicación con las
poblaciones vecinas y especialmente, con la creación de algunos caños. En un escrito publicado en 1872 se
afirma:

hacia el año 1687, cuando aún no se había formado la faja de terreno conocida hoy como Barranquillita, la
ciénaga fue parte de la ribera occidental del Río Magdalena... Cuando los depósitos de aluvión al solidificarse
formaron La Loma, no quedaron caños de comunicación con el río en frente de la ciudad; apenas había algunas
vertientes o desagües naturales, formados por la presión de las aguas en las épocas de creciente, cuyos
nombres no ha conservado la tradición. Por consiguiente, la acción natural de las aguas, no interrumpida o
trastornada por ninguna corriente transversal, tendía siempre a profundizar su cauce, ganando fuerzas en cada
invierno, para volver a arrojar al río los objetos flotantes que éste introducía desde las cercanías de Ponedera.
Las necesidades del tráfico hicieron sin duda que los pueblos de la ribera occidental, aprovechando esas
mismas vertientes, establecieran una comunicación regular por el cañón de Arriba, el de los Tramposos, el de
Trupillos y el que conducía a otros pueblos de la provincia. La desviación del río en el curso de muchos años fue
impulsada en épocas de sequía por las enormes cantidades de arena, de escombros y de basuras que ha venido
arrastrando las aguas pluviales en su atropellado descenso por el plano inclinado de la población.

En 1987, se realizó el Estudio de Drenaje Urbano para Barranquilla, a cargo de la Agencia de Cooperación
Internacional de la Misión Japonesa, JICA.

Durante varios meses estuvo en Barranquilla un grupo de profesionales y técnicos japoneses que estudiaron la
situación financiera, los servicios públicos y, especialmente, el tráfico de la ciudad (los arroyos de aguas lluvias
impresionaron notablemente a la misión). Como resultado de su trabajo presentaron dos planes a
consideración del municipio y su área metropolitana: un Plan Maestro de Transporte y un Estudio de
Factibilidad para el Distrito de Barranquilla.

El estudio de la Misión Japonesa fue uno de los más completos acerca de la problemática de los arroyos, y
estableció que la solución integral y definitiva, no era otra, que la construcción de un alcantarillado pluvial. El
resultado ya era conocido: la solución integral es costosísima. La solución planteada por la Misión, se basaba en
adelantar la canalización de los arroyos que se desarrollan por las vías de la ciudad, en tanto que para los
arroyos de la zona sur-occidental, el plan contempló otras medidas encaminadas a controlar las inundaciones.

La Misión Japonesa, hizo algunas recomendaciones tendientes a atenuar los efectos de los arroyos. Entre las
recomendaciones, que, por cierto, no han sido desarrolladas con suficiencia, están la de instalar cunetas a
ambos lados de la vía, canalizar las vías colectoras principales (box culverts), combinación de los dos casos
anteriores, e instalación de drenaje en futuros planes de mejoramiento. Se sugirió también establecer
soluciones en las vías más importantes, en los sitios críticos de mayor afluencia de agua, de acuerdo con la
movilidad de la población, en sentido este - oeste, o viceversa, dentro de estos "puntos críticos" estarían las
carreras 21, 38, 46, 51B y 54; y las calles 47, 45, 17 y 84.

También se planteó la posibilidad de construir reservorios de agua, para disminuir los volúmenes de
escorrentía y facilitar el tránsito de los vehículos y peatones. Los reservorios podrían construirse en lugares
cercanos a parques, a fin de extraer esta agua mediante tuberías subterráneas para riego de los mismos. En
1994, el Gobierno Municipal a través del alcalde Bernardo Hoyos, presentó una propuesta al gobierno
canadiense con el objetivo de que este país realizara en Barranquilla el alcantarillado pluvial que se necesitaba.
La propuesta fue rechazada.

La simple canalización es una alternativa insuficiente y altamente costosa que no proyecta una solución óptima
a futuro. La ciudadanía puede contribuir a mitigar el problema, construyendo más jardines. El reto presente y
futuro de los arroyos, requiere mayor inversión en investigación y desarrollo.
Todos los barranquilleros hemos percibido el asombro de quienes visitan por primera vez a nuestra ciudad
cuando observan la transformación de las vías principales en caudalosos y peligrosos ríos. Realmente, después
de darnos cuenta que hemos convivido con ello más de 50 años, siendo un problema crónico que causa
pérdidas humanas, impactos sociales, daños ambientales y materiales y parálisis general de las actividades
productivas de la ciudad, reflexionamos y queremos actuar con diligencia y prontitud. Y vemos, que mientras
otros están planeando el futuro, nosotros aún estamos resolviendo nuestro pasado; por lo tanto, los
ciudadanos barranquilleros, en especial los directamente responsables del desarrollo urbano de la ciudad,
tenemos ahora doble responsabilidad, que nos obliga a tomar decisiones coherentes, responsables y óptimas
en el tema de los arroyos.

Los arroyos de Barranquilla son en esencia un problema de manejo de cantidad de agua. Por lo tanto, la simple
canalización sería una alternativa insuficiente y altamente costosa que no proyecta una solución óptima a
futuro. Se requiere enfrentar el problema de manera integrada desde la fuente.

Es decir, hay que incrementar estratégicamente el área permeable de la ciudad y regular el uso del suelo,
intensificando la construcción de pavimentos permeables, aprovechando parques, parqueaderos, patios y
jardines de las viviendas como zonas de amortiguamiento y crear zonas de almacenamiento temporal para
reducir los picos de caudal y la cantidad de agua que requiere ser canalizada. Todas las alternativas anteriores
se apoyan, en el hecho de que la mayor parte de nuestra ciudad, como pocas en el mundo, reposa sobre un
gran manto de arena de alta permeabilidad, condición que debemos aprovechar.

Salvados del arroyo: un civil y dos policías hacen una cadena humana para evitar que una mujer sea
devorada por el arroyo.
Los arroyos barranquilleros, esas crecientes de agua repentinas que han amenazado durante años la vida y
bienes de los ciudadanos, son un viejo problema del que dan cuenta las más antiguas crónicas locales y que se
ha discutido y analizado hasta el cansancio. Las causas que suelen mencionarse para que estos flujos súbitos de
aguas pluviales sean una amenaza incluyen la ausencia de un sistema de alcantarillado pluvial en gran parte del
área urbana, la disminución creciente de zonas permeables causada por la manera en que se ha consolidado el
espacio urbano local y las altas pendientes en algunas vías que dotan de velocidades muy altas a las aguas que
fluyen en creciente súbita.

En los últimos años resolver el problema de los arroyos ha sido un reto colectivo de gran envergadura al que las
administraciones municipales han asignado recursos públicos por más de 1 billón de pesos, concretados en
unos 66 kilómetros de obras civiles que incluyen canalizaciones subterráneas tipo box-culvert y canales al aire
libre.

Afirman las autoridades que ahora: “Podemos transitar de manera tranquila y segura por muchos sitios de
Barranquilla. Todas estas obras han reducido a cero las muertes que producían estos arroyos”. Los resultados
de las canalizaciones realizadas son patentes: se ha mejorado la calidad de vida de los barranquilleros
mitigando el riesgo de cuantiosas pérdidas materiales y de vidas humanas.

No sobra, sin embargo, plantearse algunas preguntas relacionadas con la sostenibilidad y pertinencia de un
programa de gobierno intensivo en contratación pública de obras civiles, pues las tres causas-raíz anotadas
como diagnóstico del problema de los arroyos sugieren estrategias de mayor alcance: construir un sistema de
alcantarillado pluvial con 100 % de cobertura espacial, planeación adecuada de la ocupación del espacio
urbano y mitigar el riesgo de crecientes súbitas.

Surge entonces una última pregunta.

¿Tienen los gobiernos locales un cabal entendimiento de los ciclos extremos en los fenómenos climáticos, esto
es, una visión más allá del corto plazo?

Para encarar el problema de los arroyos en Barranquilla no bastan kilómetros de concreto, asunto de enorme
agrado para los gremios de constructores y que registra muy bien en las primeras planas noticiosas en tiempo
de inauguraciones. Tampoco basta apelar a las alertas del IDEAM pues los arroyos fluyen en microcuencas.

Hace siglos, cuando las ciudades no tenían sistemas de disposición de aguas servidas, el grito “¡Aguas Van!” era
elemento fundamental de un sistema social de alertas tempranas locales que advertían al transeúnte sobre un
baño inminente en aguas negras, sustancias que, aunque naturales resultaban incómodas, malolientes e
incluso perjudiciales para la integridad física, no muy diferentes a las aguas contaminadas que llegan hoy al
Lago del Cisne y a mallorquín a través del Arroyo León. El grito funcionó bien durante muchos años, pero un día
hubo de mejorarse.

La preservación de la vida y bienes de los ciudadanos incluyendo su patrimonio colectivo exige planear e
implementar sistemas de alertas tempranas. Se necesita construir y calibrar modelos de los flujos locales
basados en información hidrológica de microcuencas, estudiar condiciones de drenaje, regular el uso del suelo,
construir una red muy amplia de captura de datos de precipitación a efectos de incluir toda la cuenca
metropolitana y usar información satelital, entre muchas otras averiguaciones e insumos básicos para formular
modelos de escorrentía. Y se necesita informar con tiempo a los ciudadanos acerca de las aguas que van.

En Barranquilla un sistema de alertas tempranas podría salvar vidas y contribuir a disfrutar sin angustias del
espacio urbano y de las áreas de protección ambiental.

Son contadas las historias que se conocen en Barranquilla de personas que han sobrevivido tras ser arrastradas
por uno de los arroyos que se forman en esta capital cuando llueve. Pero la de William Alberto Ortega Ortiz,
uno de los sobrevivientes de estas turbulentas corrientes, es única.

Logró salir con vida de uno de los arroyos más peligrosos y que más vidas ha cobrado en esta ciudad, luego de
ser arrastrado casi dos kilómetros y terminar en el río Magdalena.
En Barranquilla, cuando se recuerda esta historia, no dudan en decir que fue un milagro y para muchos este
hombre volvió a nacer ese día, porque como dijeron los testigos de ese episodio: “el que se cae al arroyo de la
84 no sale más”.

El 17 de agosto del 2019, a las 10 de la mañana, William se encontraba como de costumbre en la esquina de la
carrera 49C con calle 85, en el norte de la ciudad, atendiendo su negocio de venta de agua y frutas, que tiene
montado en una carretilla.

Entre los detalles de ese día, no olvida que se puso uno de los interiores nuevos que había comprado la semana
anterior. Confiesa que la prenda le dio algo de seguridad y se sintió protegido cuando salió a trabajar.

“Desde hace dos años trabajaba en ese punto. Es bueno porque hay movimiento de gente por las clínicas”,
comenta William, al recordar lo que hacía la mañana de aquel aciago sábado, minutos antes de ser sorprendido
por una corriente de agua. “Vi que el cielo estaba algo cargado y había amenaza de lluvia”.
Comunidad alerta sobre impacto en la salud por contaminación. Autoridades aseguran que es falta de
cultura ciudadana.

En un basurero a cielo abierto se ha convertido el arroyo de Rebolo, debido a que decenas de personas llegan a
diario a tirar todo tipo de desechos, tales como residuos plásticos, material de construcción y madera, entre
otros.

Los habitantes también aseguraron que esta problemática afecta su salud y la de los niños. Asimismo,
indicaron que, durante las temporadas de lluvias, el arroyo se tapa por la cantidad de basura acumulada y esto
causa inundaciones en las viviendas cercanas.

Maribel de la Hoz, vecina del sector, manifestó que anteriormente había constante presencia de funcionarios
de la empresa Triple A, pero su labor ha disminuido en los últimos meses.

“Tienen alrededor de dos meses que no vienen a hacer aseo, solo aparecen cuando llueve. Nosotros como
vecinos nos sentimos agobiados con tantos mosquitos, moscas y malos olores”.

“La mala costumbre de la gente que arroja los desechos a los arroyos y cuando llueve se presentan las
emergencias”, se lee en el reporte. Los ciudadanos hicieron un llamado a las autoridades competentes en
Soledad y Malambo para que se adopten los correctivos correspondientes, teniendo en cuenta que este tipo
de situaciones pueden generar alteraciones en la prestación del servicio de agua potable en Barranquilla y su
área metropolitana.
Referencia

Universidad del norte. Arroyos: Desarrollo, riesgo y sostenibilidad. (2022)


https://www.uninorte.edu.co/web/dip/arroyos-en-barranquilla

El Heraldo. EL PROBLEMA CRÓNICO DE LOS ARROYOS.(2013)


https://www.elheraldo.co/opinion/editorial/el-problema-cronico-de-los-arroyos-123730

Causas de los arroyos en Barranquilla. (2013) http://www.arroyosdebarranquilla.co/2015-02-12-17-20-


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