Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Solo de Lo Perdido
Solo de Lo Perdido
habría hecho cualquier otra vecina, se limitó a mirar con una cara de
incredulidad y espanto que nos desarmó. Había sido sin querer y así se lo
suavemente la mano por el pelo al tiempo que le decía: «No es nada, señora,
mancha de sangre con los ojos llenos de lágrimas. Nosotros, a no ser que
anduviésemos solos, éramos tipos más o menos duros, nada propensos a las
mariconadas, pero si no nos hubiese perdonado ahí mismo nos hubiera hecho
trizas el corazón. Eso fue hace muchos años, era la época en que todavía
cuando nos veía pasar nos llamaba por nuestros nombres, nos pedía por Dios
Recuerdo la primera vez que nos invitó a pasar a su casa. Sentaos allí que
merendaréis un poco. Las galletas estaban un poco rancias, pero la caja que
una sola partida. Luego, cuando fuimos creciendo y nos llegó la época de los
justificarnos los unos ante los otros, pero era la ternura la que nos arrastraba a
alcobas. Siempre nos preguntaba por el colegio, nos hacía sentar en torno a
una mesita baja de mármol, y tras quitar el polvo con un paño a unas cuantas
copas que guardaba en el mueble bar, anunciaba animosa: «Tenéis jerez dulce
o seco, y al que no le guste pues anisete como yo». Siempre decía lo mismo,
día tras día; quería saber las últimas palabras que habíamos aprendido a decir