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En Memorial del convento, 

el portugués nos presenta la historia de un Rey que, tras un tiempo


de matrimonio, no ha concebido heredero y la va llevando hasta llegar a la historia de amor de
Baltasar y Blimunda que parecen no tener mucha relación. La presencia de esa pareja donde la
relación se mantiene día a día con una sencillez increíble,

Saramago parte de un hecho real, el reinado del monarca portugés Juan V, que reinó desde 1681
y quien fue el que mandó a construir el convento de Mafra, terminado en 1730, que se convirtió
en un panteón real. En un primer momento el convento fue construido como una ofrenda a Dios
a cambio de que su mujer conciba un hijo, y el escritor parte de este detalle para retratar los
usos y las costumbres de esa realidad histórica, sin dejar ningún detalle por fuera, incluyendo las
guerras, las pestes, las fiestas religiosas, el Sano Oficio y cualquier detalle que le parezca
importante, retratando el abuso del poder y el marco conceptual sobre el que se apoyaba la
monarquía absoluta, llena de prejuicios, injusticias y dolor, dentro de su sistema vertical y
autoritario, poniendo en manifiesto el rol de la iglesia como aliada de la monarquía y la visión
del mundo que manejaban los que mandaban y obedecían dentro del convento, a partir del cual,
el autor se adentra para reflejar las maneras de pensar y sentir de sus personajes.

RESUMEN

Nos encontramos con la historia de amor que a lo largo de las páginas protagonizan Baltasar
Mateus, alias Sietesoles, y Blimunda, ambos pobres en extremo e iletrados. Casi al comienzo de la
novela, Baltasar (alto, delgado, con 26 años de edad, nacido en Mafra el año de 1685) ha sido
liberado del ejército de su majestad después de cuatro años de guerrear, tras perder la mano
izquierda en una batalla ocurrida en Jerez de los Caballeros un día de octubre de 1710. En la
primavera de 1711, Baltasar Mateus anda en  Évora pidiendo limosna para reunir el pago al
herrero quien le hace un gancho de hierro y un punzón, que alternativamente usará ligados al
muñón con correas de cuero, ya como instrumento de trabajo, ya como puntiaguda y mortal arma,
que en su camino a Lisboa, donde tal vez obtenga de las arcas del palacio real una pensión de
guerra “por la sangre vertida”, pasando Pegões, le sirve para matar a uno de los bandidos que
intentan asaltarlo y quizá liquidarlo. 

Ya en Lisboa, Baltasar Sietesoles vagabundea y se informa para comer de limosna en las


hermandades católicas y conoce a João Elvas, un viejo ex soldado convertido en ladrón que se
hace su amigo y lo lleva a dormir a su refugio a un lado del convento de la Esperanza. En el año de
1711, Baltasar conoce a la joven Blimunda, quien se halla acompañada por el padre Bartolomeu
Lourenço de Gusmão.

   Una especie de inducción telepática hace que ante al paso y la mirada de la madre entre los
procesados por el  Santo Oficio, Blimunda, sorpresivamente, le pregunte al desconocido que tiene
al dado: “Cuál es tu gracia”; y allí mismo con pocas palabras y largos silencios empieza a tejerse la
ideal historia de amor entre Baltasar Sietesoles (el susodicho desconocido) y Blimunda, pues luego
del auto de fe se van  a la casucha de ella acompañados por el padre Bartolomeu Lourenço,

Dado que el padre Bartolomeu Lourenço goza de cierta cercanía y protección del rey Don Juan V,
le consigue empleo a Baltasar Sietesoles en el matadero del Terreiro do Paço aledaño al castillo
real,. Antes lo lleva a conocer su máquina de volar que oculta en la especie de bodega de una finca
en San Sebastián da Pedreira, no muy lejos de Lisboa, y le enseña el dibujo de un ave, nada menos
que la passarola, con la que según él volará, y le propone a Baltasar que lo auxilie en su
construcción. Baltasar acepta 

Pero la passarola sólo podrá volar cuando el cura, les dice a Baltasar y a Blimunda en otro
momento, conozca y domine el misterio del éter, que según él “es donde cuelgan las estrellas” y
que únicamente se baja del espacio mediante la alquimia, arte que el cura Bartolomeu aprenderá
en Holanda. 

Así, hacia 1713, el padre Bartolomeu Lourenço realiza su viaje de estudios a Holanda. Dejando
bajo llave la passarola. Y Baltasar y Blimunda se van a Mafra

  En 1717 el cura Bartolomeu retorna de Holanda y los visita en Mafra, precisamente en el chamizo
de los padres de Baltasar y en un paseo los pone al tanto de sus nuevos conocimientos 

mientras el padre Bartolomeu Lourenço se marcha rumbo a Coimbra en busca de su doctorado en


Cánones, dispone que Baltasar y Blimunda regresen a Lisboa y se instalen en la finca en
San Sebastián da Pedreira con dos objetivos: que Baltasar Sietesoles construya la máquina
siguiendo el dibujo y las indicaciones del cura (cosa que hace con el auxilio de Blimunda)

Así, entre 1717 y 1724, Baltasar y Blimunda viven en la finca de San Sebastián da Pedreira
realizando, sobre todo, las labores que les destina el cura. Llega el momento en  que
la passarola ya está en condiciones de volar, cosa que  ocurre un día de septiembre de 1724
cuando el padre Bartolomeu Lourenço, en medio de la locura que lo atosiga, de sus devaneos
religiosos y de la persecución del Santo Oficio, inesperadamente arriba a la finca de San Sebastián
da Pedreira y los tres huyen volando en la máquina, pasan incluso sobre las obras del convento de
Mafra, donde “hay quien los ve, gente que huye despavorida, gente que se arrodilla y alza las
manos implorando misericordia, gente que tira piedras, se apodera la inquietud de miles de
hombres, quien no ha llegado a verlo, duda, quien lo vio, jura y pide el testimonio del vecino, pero
pruebas ya nadie puede presentar, porque la máquina se ha alejado en dirección al sol, se ha
vuelto invisible contra el disco refulgente, tal vez no haya sido más que una alucinación, los
escépticos triunfan sobre la perplejidad de los que creyeron”. Sin embargo, la passarola sigue su
azaroso curso y aterriza al concluir la luz del día sin que a los tres ocupantes les pase nada

 Durante la noche el padre  Bartolomeu intenta incendiar la máquina. “Si he de arder en una
hoguera, al menos que sea en ésta”, les dice. Y luego desaparece en la oscuridad sin que Baltasar y
Blimunda lo adviertan. Al día siguiente, en el camino, las palabras de un pastor les hace ver que
cayeron en Monte Junto, un sitio de la sierra del Barregudo, donde la passarola ha quedado
chamuscada y escondida. 
La pareja tarda dos días en retornar a la villa de Mafra, donde se encuentran en las calles con una
procesión que celebra y da gracias a Dios por hacer volar a su Espíritu Santo “por encima de las
obras de la basílica”. No vuelven a tener noticia del cura, hasta que el músico Domenico Scarlatti,

les lleva la mala nueva de que el padre Bartolomeu Lourenço de Gusmão murió en Toledo, España,
el 19 de diciembre de 1724. 

 Baltasar y Blimunda, que se aman hasta la saciedad, de vez en cuando van de Mafra hasta Monte
Junto, en la sierra del Barregudo, a visitar a la passarola, que tiene forma de ave, y limpian y
remozan las averías que presenta por el abandono y la vuelven a dejar oculta, quizá con una
especie de esperanza de volar en ella.

Hasta el dia que por causa de un accidente Baltazar sale volando y Blimunda no vuelve a saber de
el, ella lo busca por años por todo Portugal y la séptima vez que pasa por Portugal se encuentra
con una multitud en la plaza de Santo Domingo donde se efectúa un auto de fe. Son once los
condenados por el Santo Oficio que arden en la hoguera, entre ellos “un hombre a quien falta la
mano izquierda”.

RELACION ENTRE LOS VALORES ETICOS Y ESTETICOS

es una crítica a la histórica intolerancia de la Iglesia católica, pues, por ejemplo, es una herejía
ser judío y por ende el judío, por serlo, puede ser condenado a la hoguera. Pero además es una
crítica a la hipocresía y a la endeble ética de los feligreses y sacerdotes, pues, también, por
ejemplo, durante Cuaresma y durante Semana Santa casi todo es libertinaje y fornicación;
además de que sobran las sabrosas y lúdicas anécdotas de los frailes disolutos; y del consabido y
sobresaliente caso de que el propio monarca, Don Juan V, se da la gran vida con las monjas de
los conventos del reino.

Baltasar, evoluciona de una forma clara hacia la herejía influido por la amistad con el padre y su
relación con Blimunda. LA religión de Baltasar es al comienzo temerosa de las actividades heréticas
y supersticiosa, como la de la mayoría de la clase popular. Por esta razón presenta al principio un
cierto rechazo ante la actitud para el sospechosa de sus nuevos acompañantes, sin embargo, con
el amor de blimunda y la construcción de la passarola comienza a olvidarse de estas cuestiones y
lo que antes le asustaba y deja de ser un conflicto.

El hereje en la obra de Saramago es el que encuentra otra verdad distinta a la impuesta y es


persistente en ella para dirigir su vida. entonces los personajes como Baltasar son un símbolo de la
victoria inferior frente a la imposición ideológica que persigue la iglesia con la instauración de una
sola verdad.

Los tres personajes más importantes defienden su nueva concepción ético-religiosa y son capaces
de vivirla a pesar de la marginación social que esta implica.

Baltasar debe ocultar sus ansias de volar al santo oficio ya que este podría considerarlas
demoniacas y una manifestación del pecado de soberbia. Así la concepción inquisitorial del mundo
se caracterizaba por la confusión del avance científico con cuestiones teológicas. La iglesia impedía
el desarrollo del país con estas imposiciones.
Desde que empecé a construir la máquina voladora, he dejado de pensar en esas cosas, tal vez
Dios es uno, tal vez es tres, tal vez es cuatro, la diferencia es la diferencia no es perceptible
(Memorial, p. 174).

Consideramos como protagonista principal de la novela a la pareja constituida por blimunda y


baltasar , paralela a la que forman el rey y la reina –como paralela es también la construcción del
convento de Mafra y la de la passarola , pero con una decidida preferencia del narrador por
Blimunda y Baltasar.

El segundo personaje protagonista es Baltasar Mateus, más conocido como Baltasar siete soles,

Fue expulsado del ejército porque ya no era útil en él, después de que le cortaran la su mano
izquierda por el nudillo de la muñeca, destrozado por una bala delante de Jerez de los Caballeros

(Memorial,

p. 35).

Existe una fuerte conexión entre Baltasar y Blimunda, prácticamente son dos en uno. La relación
de los dos es intensa, sólida y sincera. Blimunda podría hacer usos inapropiados de su poder.

si no acude el padre a espabilar el fuego del alma cristiana qu sin duda habita en Blimunda y
Baltasar, el con sus hierros , ella con su lumbre y su agua, ambos con el ardor que los lanza sobre
el jergon, no es raro que olviden el santo sacrificio y del olvido no queden arrepentidos , con lo
que resultaal fin licito dudar si en definitiva es cristiana la supuesta alma de ambos
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Poder que está controlado completamente por su voluntad, y lo pone al servicio del amor por
Baltasar y del ideal común, volar.
Esta pareja es presentanda como incapaces de modificar el rumbo de la historia , pero si, de alguna
manera , capaces de transformar su propia historia.
En primer lugar escogen un camino compartido sin el sacramento ortodoxo pertinente, que es
substituido por un rito personal y seguramente sacrilegio, en segundo lugar, vuelven a poner en
marcha la maquina voladora. Blimunda y Baltasar no tienen, pues, en sus manos el poder inmenso
de un rey que moviliza a seiscientos hombres para construir su convento, pero administran de
manera benéfica su limitado poder de seres humanos.
Incluso después de la muerte del padre Bartolomeu , la pareja de blimunda y Baltasar mantienen la
trinidad terrestre . primero, cuando una vez muerto el padre, los dos personajes continúan cuidando
la passarola ; luego de desaparecido Baltasar Blimunda continua cuidándola. Recordemos que el
nombre de los tres personajes , Baltasar, blimunda y Bartolomeu , empieza con B , y al final los tres
permanecen juntos , incluso después de la muerte.
Y una nube cerrada está en el centro de su cuerpo. Entonces Blimunda dijo: "Ven".Dejó ir la
voluntad de Baltasar Siete Soles, pero no subió a las estrellas, si a la La tierra le pertenecía a él y
a Blimunda (Memorial, p. 359).
La fe en el amor humano es el motor del sistema ético de la obra.

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