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LIBRE FLOTACIÓN

Dicho sistema se adoptó como consecuencia del colapso del régimen de bandas que
México utilizó como instrumento de estabilización durante el periodo 1988-1994. Se
recordará que dicha regla establecía un piso de una banda que se mantuvo fijo durante
todos esos años, mientras que el techo se depreciaba continuamente, abriendo con el
tiempo la brecha entre piso-techo. Se permitía que el tipo de cambio de mercado fluctuara
dentro de la banda, pero tan pronto la cotización se pegaba al techo como consecuencia
de presiones de demanda de dólares, el Banco de México intervenía en el mercado
vendiendo divisas para que el tipo de cambio se volviera a mantener dentro de la banda.

Lo opuesto sucedía cuando la cotización llegaba a tocar el piso de la banda. El banco


central compraba dólares excedentes con lo que el tipo de cambio se depreciaba,
corrigiendo su trayectoria dentro de la banda. Este sistema cambiario funciona mientras el
banco central cuente con reservas internacionales “suficientes” para mantener la
cotización dentro de la banda. Pero estos sistemas de tipo de cambio semi fijo llevan la
semilla de su autodestrucción, pues propician que los especuladores apuesten contra las
reservas del banco central, por lo tanto, es inevitable que llegue el momento de que ese
sistema se derrumbe.

La crisis financiera severa que se detonó en México a fines de 1994 en el ámbito


bancario, de deuda, inflación, desconfianza e incertidumbre llevó a varios errores de
manejo cambiario. El 19 de diciembre de 1994 se pensó que sería posible ampliar la
banda para enfrentar la presión sobre el peso. Al día siguiente se evidenció ese fracaso y,
con prácticamente nulas reservas líquidas en el Banco de México, se tuvo que dejar flotar
al tipo de cambio, produciéndose una depreciación de golpe de más de 100%.

Fue ciertamente una devaluación traumática que disparó la inflación anual en 1995 a 52%
comparado con una cercana al 4% a fines de 1994. Ya en ocasiones de crisis económicas
anteriores se había puesto a flotar al peso para que su valor lo fijaran libremente la oferta
y la demanda. Pero el mercado sabía que ello era un arreglo transicional, y tan pronto se
estabilizara la economía, las autoridades retornarían a un tipo de cambio fijo o semi fijo.
Esperaban lo mismo en esa ocasión, no obstante, el gobierno de Ernesto Zedillo comenzó
a mandar la señal de que habría que pensar en la flotación cambiaria como un arreglo
más permanente.
El sector exportador, que tradicionalmente era un grupo de cabildeo importante para
devaluar al tipo de cambio con el pretexto de que sus exportaciones fuesen
“competitivas”, aprendió en los siguientes dos a tres años de que la flotación llegó para
quedarse, y se percataron de que la competitividad la deberían de construir con factores
inherentes a su actividad productiva, por ejemplo la capacitación de su mano de obra, los
cambios tecnológicos, estrategias adecuadas de mercadotecnia internacional y un puntual
seguimiento de las condiciones de competencia en su sector.

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