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Arqueología y patrimonio cultural en Oaxaca: un análisis del patrimonio, identidad y

el turismo

L.A.T. Miguel Geovanny Hernández Jiménez

El presente análisis tiene a poner un breve acercamiento al patrimonio, identidad y sistema


turístico, más allá de adentrarse a cada uno de estos tres sistemas, se pretende analizar la
gestión de patrimonio cultural, tanto material (Zonas Arqueológicas) como inmaterial
(tradiciones y costumbres) así también el patrimonio natural que se encuentra inmerso dentro
del espacio que alberga las demás descritas, si bien el estado de Oaxaca es resaltado por
albergar un patrimonio cultural material de gran importancia, tal es el caso de la Zonas
Arqueológicas de Monte Alban, Mitla, Yagul, Dainzu, Lambyteco, Copalita, Atzompa por
nombrar algunas, pero no hay que olvidar que también cuenta con un patrimonio cultural
inmaterial de gran importancia como lo son sus fiestas, mencionando como ejemplo la
guelaguetza y sus fiestas patronales de cada región, pero no solo estos tipos de patrimonios
existen en el estado, hay que mencionar actualmente la importancia del patrimonio natural
como el de la Reserva de la biosfera de Cuicatlan – Tehuaca;

Turismo, identidad y patrimonio constituyen en sí mismos tres complicados sistemas


de construcciones sociales más o menos relacionadas con la realidad empírica y su
percepción, que se expresan en una inagotable sucesión de manifestaciones, cada una de ellas
con su propio conjunto de características. De hecho, las relaciones entre estos sistemas, en
sus distintas combinaciones, tienen una larga historia. El patrimonio nace como tal en el
proceso de construcción de las identidades colectivas necesarias para la formación de un
grupo. El turismo se relaciona con lo que después será identificado como patrimonio desde
los orígenes del Grand Tour. La identidad se convierte en producto turístico cuando la
industria está en condiciones de ofrecer viajes exóticos para conocer culturas indígenas
pretendidamente auténticas, tal es el caso de la fiesta de los oaxaqueños “La Guelaguetza”.

En fechas más recientes, la formula turismo-identidad-patrimonio ha llegado a


instalarse de una manera rústica en los productos de masas ofrecidos por las instituciones
encargadas de planear y gestionar la actividad turística en diversas zonas ya se en donde
predomine el producto turístico de masas como lo es el turismo cultural y el sol y playa, el
cual, en particular se combina con la visita a templos y monumentos, o a espectaculares e

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impresionantes expresiones del patrimonio natural, mencionado como ejemplo a la Riviera
Maya, junto con manifestaciones folclóricas y artesanales, realizadas de forma
supuestamente espontánea y autentica por los locales del lugar.

A lo anterior no es este el punto en el que se pretende centrar nuestra reflexión, sino


en algo mucho más reciente y, que observa a distintas fuerzas y razonamientos: como lo es
la planeación y gestión del Patrimonio cultural dentro de tres ejemplos que cuentan cada uno
con una historia y características muy particulares dentro de la fórmula de Patrimonio-
identidad-turismo, estos casos que se describirán brevemente son productos turísticos
culturales, pero cada uno representa una manera de gestionarlo muy diferente, sin más
iniciamos este breve análisis, resaltado datos y comentarios de la ponencia en el Diplomado
de Historia y Patrimonio de Oaxaca por parte de la Dra. Nelly M. Robles García perteneciente
al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Oaxaca, México.

En esta primera parte se analiza Monte Albán y Atzompa dos componentes urbanos
monumentales de la ciudad prehispánica de Oaxaca, explorados y abiertos al público en dos
momentos históricos (1928-1957 y 2007-2020 respectivamente), por una parte la Zona
Arqueológico de Monte Alban inicia su apertura al sistema turístico en el momento de su
inscripción en 1987 conjuntamente a la centro histórico de la ciudad de Oaxaca en la lista de
Patrimonio de la Humanidad, antecedente a esto es importante hacer una pequeña semblanza
de la planeación y previa apertura de la zona hacía unos futuros visitantes.

Hacia la década de 1970, un nuevo proyecto fundamental para la vida social de Monte
Albán comenzó. Richard E. Blanton, representante de una nueva corriente teórica, la
Ecología Cultural, cuyo pionero Kent V. Flannery (Universidad de Michigan) había
seleccionado Oaxaca como su centro de prácticas y campo, inició recorridos sistemáticos de
superficie en Monte Albán. Su objetivo era establecer el tamaño real de la gran ciudad, su
crecimiento físico e influencias a través de las épocas, y, sobre todo, comprender los procesos
de adaptación humana que dieron lugar al establecimiento y crecimiento de esta ciudad.

Después de muchos recorridos, en los que sus colaboradores se adentraron a todos los
parajes del área que circunda a Monte Albán, tomando como límites norte a Atzompa, y sur
a El Paragüito y San Javier en Xoxocotlán, estableció que la definición física de Monte Albán
abarcaba un territorio de más de dos mil hectáreas para la época de su máxima expresión

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urbana, contabilizando siete enclaves monumentales o “barrios”, y más de dos mil terrazas
habitacionales y de cultivo, con cuya construcción los zapotecos originarios modificaron el
paisaje de las colinas Monte Albán, Cerro del Gallo y Atzompa.

Con base en lo descrito, es importante indicar que el polígono de la zona se encuentra


dentro de varios asentamientos urbanos actualmente, a la par los diversos actores sociales y
la tenencia de la tierra ha desarrollado un conflicto de interés por el uso de la tierra, en donde,
podemos indicar que el control cultural de los grupos que se encuentra en una enajenación,
puesto que el patrimonio es propio y no inventado como en otros monumentos históricos,
como ejemplo la Dysneynilizacion de los Pueblos Mágicos y de complejos turísticos todo
incluido como Xcaret en la Riviera Maya, lo que se trata de señalar es que particularmente
la gestión del patrimonio cultural es nula, puesto a los conflictos de interés por el uso de
tierra, los grupos culturales no tienen, ni experimenta una identidad con el patrimonio cultural
de la Zona Arqueológico de Monte Alban.

En contraparte como ya se ha mencionado, Santa María Atzompa es uno de los cuatro


municipios cuyos terrenos quedan comprometidos en el área de conservación de Monte
Albán, siendo la población ubicada en el límite Norte de lo que hoy en día es el polígono del
área protegida. Atzompa es una población de firmeza indígena, cuya comunidad hasta hace
pocos años se regía por medio de mecanismos de Usos y Costumbres, es decir, la autogestión
gubernamental propia de las comunidades tradicionales de México, particularmente de
Oaxaca.

Atzompa es una población cuya economía históricamente había dependido de


actividades agrícolas y de la manufactura de objetos de barro. La alfarería de esta comunidad
surtió casi exclusivamente de objetos de servicio doméstico a las comunidades del lado oeste
del Valle de Oaxaca en la época moderna. Su apariencia elegante dada por el baño de esmalte
verde intenso la hizo conocida y apreciada tanto por sus consumidores locales como por el
turismo llegando a Oaxaca, en gran parte como consecuencia de la apertura de Monte Albán,
por lo que pronto se desarrolló entre los alfareros una vertiente dedicada a los “recuerdos”,
miniaturas realizadas en barro verde, lo que le permitía al pueblo mantener su tradición y al
mismo tiempo participar en el beneficio económico del turismo.

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Sin embargo, la expansión de la industria del plástico de las últimas décadas retrajo
sustancialmente la economía de Atzompa; aunque la mayoría de las familias aún están ligadas
a la producción alfarera, hoy en día la población depende más de empleos en las áreas de
servicios a la ciudad que como vendedores de sus propios productos. Estas condiciones
socioeconómicas han modelado el perfil de los actores sociales que se encuentran en
Atzompa, en cuanto al diálogo por la zona arqueológica

La importancia actual para un manejo adecuado y exitoso de este sector de Monte


Albán radica en que, siendo el territorio mayor dentro del polígono, con 1 200 hectáreas,
Atzompa presenta igualmente la presión urbana por el crecimiento de los asentamientos
humanos irregulares de la ciudad de Oaxaca, y por los nuevos desarrollos o
“fraccionamientos” oficiales de las instituciones de vivienda, que han realizado transacciones
de tierras alrededor del área protegida, por lo cual su conservación se hace prioritaria. Las
hectáreas que constituyen el territorio arqueológico de Atzompa pertenecen al Ejido de Santa
María Atzompa, por lo tanto, se rigen por los acuerdos y normas establecidas a través de los
añejos repartos agrarios ocurridos en la posrevolución de 1910, y que hoy en día constituyen
verdaderos poderes paralelos a las normas municipales en el estado de Oaxaca.

Como se ha indicado el caso de planeación y gestión de la Zona Arqueológica de


Atzompa, es la otra cara de la moneda a diferencia de la otra parte del polígono de la Z.A. de
Monte Alban, debido generalmente a una participación más fortalecida por parte los grupos
que se encuentran en el espacio, una identidad reconocida e identificada al patrimonio de la
comunidad, el uso de la tierra y la gestión por parte de asambleas comunitarias aun en parte
de asentamientos urbanos es impórtate recalcar, pero en este análisis no vamos a hondar a
especificar el control cultural para la identificar como ciertos grupos de dicho espacio se
sienten parte de dicho patrimonio.

Por otra parte, es importante mencionar que el caso de Atzompa es una forma de
encarar y consumir el turismo, especialmente de pequeña escala, pero no sólo, que, más que
ver, busca, o propone, vivir el destino y que, dentro de esta vivencia, integra todo tipo de
experiencias, preferentemente autentificadas por la cultura autóctona, incluyendo un
acercamiento más personal al patrimonio. Esto se debe a diversos factores, ya indicado muy
brevemente en el párrafo anterior.

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Finalmente, la propuesta del Valle de Tehuacán-Cuicatlán para la Lista de Patrimonio
Mundial se sustentó en los excepcionales valores del entorno natural y de las tradiciones
culturales mesoamericanas. La postulación del segundo bien mixto mexicano a la Lista del
Patrimonio Mundial, el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, hábitat originario de Mesoamérica, dio
inicio en enero de 2014 con el trabajo de expertos técnicos de diversas áreas de las ciencias
sociales, humanidades y naturales.

Un proyecto ambicioso, pero cabe duda que tener ya la experiencia del manejo del
patrimonio cultural de la Z.A. de Monte Alban, no quiere recaer en suponer que una mala
planeación por parte de la superestructura turística (Instituciones publicas y privadas) haya
generado una anémica participación de los grupos de las diferentes zonas del polígono, los
cuales, les cuesta reconocer como su patrimonio, la reserva de la biosfera es parte
fundamental y proyecto idóneo para aplicar una educación patrimonial dentro de la formula
de Patrimonio-identidad-turismo, cabe resaltar que este patrimonio mixto alberga una gran
biodiversidad natural y cultural, la cual, como en el caso de Atzompa la cohesión cultural y
social esta vinculada por parte de los diversos grupos que habitan en el espacio.

Es importante sensibilizar y conservar dicho patrimonio, es parte fundamental de los


grupos y de los especialistas en trabajar por un bien común la conservación y preservación
del patrimonio mixto de la reserva, estoy llegando a la conclusión de esta breve reseña, para
indicar que la educación patrimonial se ha consolidado como uno de los ejes principales de
actuación e imprescindibles para conectar los patrimonios y las personas (Fontal e Ibáñez-
Etxeberria, 2015).

En las últimas dos décadas hemos transitado desde una concepción tradicional
centrada en la didáctica hacia otra que aborda los procesos de enseñanza-aprendizaje del
patrimonio desde un enfoque disciplinar, que parte del eje de los procesos de
patrimonialización. Por tanto, desde la premisa de que la educación se ocupa de las relaciones
entre personas y aprendizajes, “el Patrimonio es el contenido de ese aprendizaje y las formas
de relación se refieren a la identidad, la propiedad, el cuidado, disfrute, transmisión, etc.”
(Domingo,2013). Debemos destacar que la educación patrimonial se refiere a todas aquellas
acciones que se desarrollan en el campo de la educación formal, no formal e informal (Fontal,
2016a). Por tanto, la educación patrimonial abarca los campos no sólo de los niveles

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educativos obligatorios, sino que se extiende a todos los aspectos de la vida en los que el
patrimonio es el eje de conexión con la comunidad.

Bibliografía consultada

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Cultura, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2020

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NAHMAD Y SITTÓN, SALOMÓN “El patrimonio cultural de los pueblos originarios de Oaxaca”, en Carlos
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BARABAS, ALICIA M. “El territorio: Patrimonio cultural indígena tangible e intangible”, en Carlos García
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Vázquez, Jesús “Patrimonio y control cultural. Acotaciones sobre la antropologización del patrimonio”,
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pp.<http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/Clasicos/articulos/TeoriadelContr ol.pdf> [publicado en Anuario
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Arrieta Urtizberea, Iñaki y Díaz Balerdi, Iñaki (Eds.) (2021) Patrimonio y museos locales: temas clave para su
gestión / Patrimoine et musées locaux : clés de gestion. El Sauzal (Tenerife): PASOS Revista de Turismo y
Patrimonio Cultural.Colección PASOS Edita nº 29.

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