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Cariruro 4 La democracia de Pericles en su coyuntura histérica realidad, Pericles nos es conocido desde el afio 472, cuando fue de Los persas de Esquilo; Efialtes, tan s6lo desde el 464, cuando 16 a Cim6n. Pero Pericles, aunque importante, s6lo cobré un especial a partir del asesinato de Efialtes, en el 462. Y aunque es, , su heredero politico, es dudoso desde cuando fue el primer re de Atenas. Para algunos, desde esta misma fecha; para otros, varios momentos de los afios cincuenta; para otros atin, solo des- Hamada de Cimén, cuando volvi6 del exilio en el 450, o la muer- Tolmides en la batalla de Coronea (se nos dice que Pericles se puesto a esta campaiia) en el 447. n todo caso, Pericles era desde joven un hombre importante en litica ateniense al lado de Efialtes, puesto que se unié a él en el contra Cimén; y fue importante en los afios cincuenta, aun- su papel en la guerra contra los peloponesios fuera secundario }6 en Tanagra en el 457, dirigié una expedicién contra Sicién en ) y no sean claras las fechas de las reformas constitucionales ni Kervenci6n en ellas, Pero no hay duda de que la paz de Calias, los persas, en el 449, y la tregua de treinta afios con Esparta, en fueron obra suya. Y¥ que desde entonces fue, claramente pero no sin oposicién, el Prostétes toit démow o jefe del pueblo, el general que era reelegido 10s afios del 443 al 429, el artifice del programa que levé a cabo magnificentes construcciones de la acrépolis y no s6lo de ésta. bien o para mal, el responsable, junto con los espartanos, de la ra del Peloponeso. Para Pericles disponemos de una documentacidn hist6rica infin, tamente mas abundante que para Sol6n y Clistenes. Y si no conserva, mos palabras literales suyas, sf tenemos transeripciones mas © meno, literarias de las mismas. Y unas cuantas frases: Egina como «legaiia dey Pireo» que habia que limpiar, los muertos en la campaiia de Samog como dioses: «no los vemos, pero por los honores que reciben y log beneficios que reportan conjeturamos que son inmortales»."Y cong. cemos el ambiente hist6rico intelectual en que se movis con ung relativa profundidad, aunque la literatura ateniense que conservamos sea casi toda posterior a su: muerte, en el afio 429, Con todo esto, las preguntas se acumulan. Hay la imagen idealiza. da, derivada de la que nos ofrecen Tucidides y Putarco: la del aristay crata distante y sereno, amante de la gloria y la belleza, moderado y ra. ional, creador de un mundo liberal y moderno y respetuoso al tiempo de los valores tradicionales, creador de concordia, Hay la imagen del politico pragmatico, que quiere hacer avanzar a la vez el imperio y la demouracia, pero que se pliega a las circunstancias cuando es preciso, Estas dos visiones pueden darse aiskadamente o combinarse variamente entre sfy con la del hombre embarcado en la misién imposible de con- ciliar cosas inconciliables. El hombre carente de sucesores y causante, involuntariamente, del hundimiento de Atenas y su democracia de re. sultas de la guerra.®* Y hay otra visién atin, la del mero imperialista, el tirano que enga faba con palabras, como querian los cémicos de Atenas y algunos auto res modernos.”* Hay un apoyo antiguo: para Tucidides™ «era aquello oficialmente una democracia; pero, en realidad, un gobierno del pri- mer ciudadano», ¥ todavia puede proponerse que hay dos Pericles, el radical de los primeros tiempoyy el hombre que acomods a las circuns- tancias, a lo posible, su ideal racional y, también, su ambicion de hacer de Atenas el poder hegeménico de Grecia.” Lo peor del caso es que en todas estas visiones hay parte de verdad. Yo luché con todas ellas en mi Iustracién y politica en la Grecia clésica. ED tema cs tan apasionante que me atrae tocarlo por segunda vez. Coinc do en buena medida con aquella ya antigua exposicion mia, pero creo que puede irse mas alli. Pero volvamos al comienzo. Pericles, nacido en torn al 495, peF tenecia por su madre, Agarista, sabrina de Clistenes, a la familia de 108 Alcmesnidas; por su padre, Jantipo, que fite personaje importante en fa década de tos noventa, vencedor de la flota persa en Micala, a la arist critica familia de los Burigas, Slo un hombre de esta aleurnia y riquez podia ser corego de Los Pensas, en el 472, con poco més de veinte aiios. i a PAR amo dij: de una obra, por otta parte, en la mas estricta Iinea de la pocracia religiosa de un Aristides o un Cimén. Aunque, ciertamente, faba a Temistocles, ostraquizado mas o menos por estas fechas. Pero silo diez afios mis tarde, en el 462, encontramos a Pericles al do de Bfialtes como acusador cle Gimén. Como buen Alemednida, re tio el papel de Clistenes: se unio al pueblo contra los nobles. Siempre Piuvo distante de ellos: sabemos que rehuia las invitaciones, que salvo ea asuntos vitales trataba al pueblo de lejos, a través de intermediarios, [js Hipodamo), intelectuales o artistas atenienses (Damén, Fiias). Que je separd de su mujer ateniense y se unié a la heteta milesia Aspasia.** 2 un hombre aparte, de modales aristocraticos, elocuente y ra “tional, que se alejaba de los nobles y admitia ser el segundo de un po- Iisico radical como Efialtes, salido del pueblo, La famosa «mancha» de © Jos Alemeénidas pesaba sobre él, ponia en su derredor una invisible ba- srera, Debié de contribuir a alejar su pensamiento de la religién tradi- nal, aunque como politico la respetara externamente; ya acercarle “alos nuevos pensadores ilustrados, que trataban de crear una idea del cosmos y la naturaleza y del mundo humano basada en la pura razén, Que esa mancha era algo importante, al menos como potencial pretexto religioso, se ve por el hecho de que los espartanos pidieron a Atenas, si ésta queria evitar la guerra (la guerra det Peloponeso), que expulsara de la ciudad «a los sacrilegos de la diosa»: a Pericles. Seguia | el destino de sus ancestros. Ede otro, la politica democratica radical. Es El hecho es que Efialtes mutid asesinado y el partido demécrata de- bia continuar sin él. El programa estaba dado, no es de Pericles. De un lado, la guerra contra el persa y contra Esparta, la guerra en dos frentes, {cil que, en este sentido, las dos medidas mas importantes, a saber, la eleccién de los arcontes por sorteo directo y la extensisn del arcontado a la clase de Jos zeugitas, la tercera en ingresos, fueran poco posteriores a la muerte de Efialtes y no cosa de Pericles: se trataba de un programa comin, ya digo. Un Alcmesnida estaba en una situacion especial. De un lado, es taba mal visto por los nobles, aunque ocasionalmente hubiera incluso telaciones matrimonials, como cuando Jantipo se cas6 con Agarista 0 Cimén con Isédica; las relaciones de Pericles con Cimén no siempre fucron malas; hubo un juego politico entre ellos (véase mis adelante) tro lado, un Alemednida estaba bien visto por el pueblo. Y era es- Pecialmente fécil que fuera elegido para los pocos cargos que se daban Por votacién de la Asamblea: los de general y los de helenotaméas, teso- Tero del imperio. EI pueblo tenia el poder y el control de los magistrados, pero pre, feria para esos puestos a los nobles, dotados de conocimientos tradicio. nales, ricos ademds. Esto lo dice expresamente el aristécrata autor de la Constitucién de Atenas y es completamente cierto, hasta los tiempos de Pericles al menos. Pericles era una buena inversiGn para los demécratas radicales, De momento, lo esencial para ellos era esa doble guerra en que Ate. nas estaba envuelta, siguiendo una politica que era una tradicion para ellos. En ella, los generales mas importantes eran Mir6nides, Télmides, Caritimides y Leécrates; a Pericles lo encontramos un poco mas tarde y en un segundo plano. Al decir «generales» quiero decir, al tiempo, los principales jefes politicos: era el puesto fundamental para hacer alta politica en Atenas, porque no sélo era electivo sino que podia reno- varse indefinidamente. Comportaba una serie de prerrogativas civiles, Querrfa hacer notar, antes de entrar en las vicisitudes de las gue tras y de la politica interna, que la guerra precisamente, con todo lo que tenfa de destructora, tuvo al menos un buen efecto: aplazaba las grandes decisiones en politica interna. El problema que habia dejado Efialtes era éste: si segufa la revoluciGn igualitaria, como sin duda de- seaba el pueblo, se corrfa el riesgo de tener que elegir entre un con- tragolpe aristocrético 0 un aniquilamiento de los nobles. El riesgo de Ja guerra civil en suma, como la hubo en Corcira y en tantas ciudades. Pero si no segufa y todo se estancaba, el pueblo podfa rebelarse, bus cando otros jefes mas radicales. Es un punto clave, decisivo en la evolu- Gién de cuaiquier régimen democratico. Pues bien, Ia guerra daba un plazo: era neces de todos. El problema vendrfa después, cuando Pericles Hegé a ser ya verdaderamente «jefe del pueblo». Era un hijo de stasis, revolucién, como decia el cémico Cratino."® Qué iba a hacer con la revolucién? 2O prescindirfa de ella y se dedicarfa a consolidar la democracia? Ya veremos que ésta fue la soluci6n.2” Pero en un momento dado Pericles retrocedié en cierto modo, voledndose a sus empresas internacionales y alas artistico-politicas: fun dacién de Turios ¢ intento de una conferencia panhelénica, restaura- cién de la acr6polis. Ostraquizado su oponente Tucidides, el hijo de Melesias, en el 443, trasladado el tesoro de la Liga de Delos a Atenas: Pericles tenia las manos libres para todo. Y mantuvo su programa igualitario, pero no lo llevé mas lejos, 67 su axioma 0 auctoritas frenaba la demagogia, frenaba a los radicales, nadie se atrevia a enfrentarsele, pero tenia que intervenir en los tribunales par defender a sus amigos (Aspasia, Anaxagoras, Fidias), y hacer compromi= ‘en su ret6rica ocultando sus posiciones mas extremas, como en mi cin y Politica hice ver en mi andlisis de la oracién fiinebre.2™ El mis- se ponia, racionalmente, el limite. ¥, siendo amante de las ideas mais das de sus amigos los sofistas, mantenia un cierto eclecticismo. No fa poner en riesgo la gloria de Atenas; luchaba por ella. Pero Pericles, cuando buscaba una supremacia de Atenas en Gre- tom6, para ello, la decisién equivocada de lanzarse a la guerra en el |, Muerto él ya no hubo freno. Perdida toda prudencia, de la mano ledn y de Alcibiades, Atenas siguié por el camino belicista hasta el re. Contra el bando conservador, desde luego. ¥ en el desastre se {ié también la democracia en una guerra civil y una derrota ante En Europa, en una situacién parecida, en que las democracias aban contra las dictaduras, la suerte de las armas fue favorable, dos veces, a los demécratas: a los ingleses y sus aliados, y triunfé la ycracia. Esta es la historia, Pero voy a contar el detalle. guerra y la paz Ya dije que la doble campaia, contra Persia y Esparta, que reunia torno a sia los peloponesios y a otros aliados en la Grecia conti tal, era un programa heredado. La primera parte del mismo venia Jas guerras médicas: era una cuestién de honor que toda Atenas fa como propia, aparte de que aumentaba su area de influencia, cio y poder en el Egeo yen Asia. La segunda parte, la guerra con a, era politica del partido popular desde los tiempos en que los rtanos se aliaron con Isdgoras y luego se enfrentaron a Clistenes € lieron el Atica. Pasado el acercamiento de las guerras médicas, volvi6 la descon- ya reciproca entre Atenas y Esparta, basada en razones de historia, itura politica y de intereses contrapuestos entre las dos potencias acaudillaban, cada una de ellas, media Grecia. Cierto que Cimén i6 una prudente politica de concordia: pero ya hemos visto que ésta tuna de las causas de su caida. No es cuestién de explicar aqui en detalle las vicisitudes de esta s6lo presentaré las esenciales, necesarias para comprender Ia po- de Atenas. Ya en el 460 los atenienses tenfan en Chipre doscientos les, que atacarian poco después Egipto, vasallo de Persia, Habfan llamados por inaro, principe del Delta, que se habia sublevado. Suerra lev6 a Atenas a la gran derrota, con enorme pérdida de del afio 454. lun momento en que Pericles estaba ya en el centro del poder: El | De otro, aumentarlos recursos econémicos de a ciudad. En parte blema es en qué medida se trataba de soluciones pragmaticas, la s: la creacién de un vasto sector piiblico, de cargos y actividades forzadla por la imposibilidad de imponerse en la guetta y por el ap dos por el Estado, eta librio de las armas, y en qué otra Pericles, ayuclado por los hechos, Haclendo de la necesidad virtud, Pericles dedic6, sfectivamente, Ponia su propia politica paeifica, su vision de un espacio hegemnis esfuerzos, tras el 446, a aumentar Ia gloria de Atenas mediante sus de Atenas que debfa ser respetado, Evidentemente, este respeto yng jumentos (que, de paso, daban trabajo a los anor) alee otra cosa fue el que intents imponer a Esparta y sus aliados en el 431, eos, el Partensén, el Odedn, templos como los de Nemesis en Ram- al comienzo de la guerra del Peloponeso. a te y los de Ares y Hefesto en Atenas, Y con innumerables bes He No serfa sincero si no dijera que mi impresién es que la primey mnes, sacrificios (en que se comia a cuenta del Estado); engrandecié interpretacién es Ta acertada: que Pericles proseguia una politica ¢ iment las Panateneas. x yecial A 2 ; Pansiva sin limites claros a la vista, Atenas estaba en la culminacién, de Se dedicé, igualmente, a profundizar el sistema democratico, su poder, su idea de gloria viene de los antiguos ideales de las aristoe dole una base econémica y de intereses que lo hiciera dificilmen- cracias: ser siempre el mejor, como decia Homero. No del ideal de jesmontable. a Esquilo, que criticaba precisamente a los conquistadores de ciudades Pero sus movimientos en politica exterior, tras esa fecha, indican en un momento en que los atenienses eran exactamente esto. Jes eran sus intimos deseos. Queria, sin duda, disimular su fracaso, La conducta de Pericles y Atenas tras el 446 -diré algo a conti \do impresién de no ceder. No s6lo se dedicé a reprimir las rebelio- nuacién— asi lo certifica. Para la fecha anterior no sélo luché en varias en el imperio ateniense, a consolidarlo, como veremos. Desde el gucrras, estuvo entre los vencidos y los vencedores, sino que la frase de establecié relaciones con Tereo, rey de los Odrisos, en Tracia. Apre- Pericles sobre Egina es bien expresiva de su deseo expansionista, los lazos con Psamético, rey ahora de Egipto, que hizo un donativo La democracia iba unida, ya desde Temistocles y desde Aristides, a trigo al pueblo ateniense. Renov6 la alianza con Leontinos y Region, 4a afirmacién de Atenas en el exterior (por otra parte imprescindible, Sicilia. Envi6, en el 439, una expedici6n a Acarnania y la entrada véase més adelante). En este punto, como en tantos otros, la democracia golfo de Corinto, al mando de Formién. En 437 fund6 colonias en ™mantenia vivos los ideales de las aristocracias griegas, desde Homero. ipolis y Sinope. Sus ambiciones eran universales. O sea: Pericles, unido, por raz6n de la historia de Atenas y de st Sobre todo, no renuncié a presionar sobre Corinto, En 438 hizo partido, a una visidn hegemsnica de la ciudad sobre Grecia, reflexion6, a alianza defensiva con Corcira, colonia corintia en el camino de Ita- Vio que no era posible. Tuvo el valor de frenar a los suyos, como luego que habia hecho defecci6n de su metrépoli. En 432 sitié a Potidea, hizo tantas veces; Tucidides lo cuenta. No era un hombre de impul colonia corintia con vocacién de independencia que los corintios sos, era un hombre racional: sus campaiias fueron siempre modestas, sbfan reconquistado. Ello lev6 al gran choque con Esparta en 431, la

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