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1.

La Cebra Camila, de Marisa Núñez y Óscar Villán


Sin duda, los valores que inculca el cuento de La Cebra Camila son
excepcionales: acercarse Camila para averiguar por qué llora, intentar ayudarla, y
entregarle algo nuestro para que se sienta mejor.
Además de este mensaje aparentemente sencillo, La Cebra Camila nos habla
también de lo que supone hacerse mayor: no escuchar siempre los consejos de
los padres, reivindicar independencia y autonomía, perseguir nuestros sueños,
vivir nuevas experiencias, cometer nuestros propios errores…
La Cebra Camila abandona la infancia para adentrarse en la adolescencia, donde
seguirá necesitando muchísimo a su madre, pero ya no esos calzones y tirantes
que empezaban a apretarle.
De hecho, cuando vuelve a su casa su madre no la regaña, sino que entiende que
Camila se hace mayor y debe apoyarla en el proceso natural de maduración que
está experimentando. Dejará de ser una niña, vestida como su madre le mandaba,
para pasar a ser una joven con personalidad y, en ese caso, aspecto diferente al
resto de las cebras.
2. Te Quiero (Casi siempre)
Este libro para niños narra la historia de amor de Lolo y Rita, dos personajes que
se respetan en sus diferencias y se adaptan para convivir en armonía. Son dos
animales muy diferentes: Lolo es un bicho bola y Rita es una luciérnaga. te quiero
(casi siempre).
Él es fuerte y resistente, experto en camuflaje, práctico y organizado. Rita, en
cambio, es ligera y delicada, brillante, imaginativa, rápida y con capacidad para la
improvisación. Lolo y Rita saben que son diferentes, pero se gustan mucho. Hasta
que de pronto un día empiezan a chocar por sus diferencias y terminan por sentir
que sus diferencias les molestan, les separan. te quiero (casi siempre).
Pero, desde el amor que sienten, aprenderán a respetar las características de su
compañero y harán lo posible por adaptarse. Te Quiero (Casi Siempre) es una
preciosa historia de amor que encantará también a los padres y que nos enseña la
importancia de respetar las peculiaridades de nuestra pareja y a quererla en su
conjunto, adaptándonos en aquello en lo que chocamos.
3. Adivina Cuánto Te Quiero
es una lectura muy tierna, llena de cariño, perfecta para explicar a nuestros hijos
que el amor que sentimos es infinito y que es complicado cuantificarlo o calificarlo.
Un álbum ilustrado absolutamente imprescindible en nuestra «biblioteca de
sentimientos», que nos invita a expresar nuestro amor y contribuye a crear un
vínculo con nuestros hijos. Una excusa perfecta para demostrarles, una vez más,
cuánto les queremos
Con una historia sencilla y estructurada de forma repetitiva y una letra muy clara,
nos parece además una excelente elección para primeros lectores. Sin apenas
darnos cuenta, estamos practicando los juegos de adivinanzas, las
comparaciones, el uso de adjetivos y el pensamiento abstracto: ¿cómo es el
amor? ¿cómo se puede medir?

Adivina Cuánto Te Quiero es uno de esos libros que son perfectos para todas las
edades. Muy emotivo para los papás, se puede contar desde muy pequeñitos, con
poco más de un año, sentaditos en nuestro regazo, hasta que se vayan haciendo
mayores y puedan leerlo ellos mismos. ¡Quién sabe si algún día no serán ellos los
que se lo lean a sus hijos!

4.
La máquina de fabricar besos, de Agnès de Lestrade y Chariotte Cottereau.
es un emotivo álbum ilustrado que narra una historia llena de fantasía e ilusión.
Cornelio era un viejecito que no había descubierto el amor. A veces se sentía solo
y triste. Entonces, se dedicaba a inventar: semillas voladoras, rastrillos mellados,
flores con ruedas, jardines con pompas de jabón… Pero, un día, Cornelio fabrica
el gran invento de su vida: una máquina de fabricar besos. De su máquina salían
miles y miles de besos, que volaban por los aires y se movían a lo largo de la
ciudad. La gente los atrapaba y los regalaba. Los niños se los comían porque los
besos eran dulces como el azúcar.
La máquina de fabricar besos Un día, todos los besos se juntaron encima de una
casa. Era la casita de Gala, una viejecita que todos decían que era una bruja. Ella
no estaba mucho por la labor de hacer caso a los besos que se agrupaban junto a
su casa. De hecho, no le hacía ninguna gracia que rondaran sus casitas de
madera y la molestan con sus risas y cánticos, cada vez más fuertes.

5. Laberinto del Alma, de Anna Llenas

Laberinto del Alma, de Anna Llenas es toda una enciclopedia para niños
sobre los estados de ánimo, las emociones, los sentimientos, todo aquello que
afecta a nuestra alma. Así empieza Laberinto del Alma, explicándonos que el
objetivo del libro es que conozcamos cómo somos por dentro, viajando por ese
laberinto interior que es nuestra alma y reconociendo los estados que nos
conmueven, expresados mediante imágenes.
Laberinto del Alma es, sin duda, una herramienta increíblemente útil para
estimular la inteligencia emocional de los niños.
6. Orejas de Mariposa
Pero Mara tiene una sana autoestima y sabe responder a todas esas críticas
crueles con ingenio, sentido del humor, incluso riéndose de ella misma sin
permitírselo a los demás. Orejas de Mariposa es un álbum ilustrado precioso para
estimular la inteligencia emocional de nuestros niños, hablando con ellos acerca
de la necesidad de quererse y aceptarse tal cual somos, teniendo claro que todos
tenemos defectos y virtudes, que todos somos diferentes. Precisamente esas
diferencias son las que nos hacen únicos e irrepetibles y es absurdo convertirlas
en motivo de mofa, como bien enseña Mara. Además, nuestra protagonista nos
demuestra que se puede responder a las burlas con inteligencia, sin dejar que te
hagan daño ¡algo que no es sencillo ni para los adultos!
No os desvelamos la respuesta final de Mara a los niños que se meten con sus
orejas, pero es para levantarse y aplaudirla, ¡no os lo podéis perder!

7.
Emocionaría. Di lo que sientes, de Cristina Núñez y Rafael R. Valcárcel
Emocionaría. Di lo que sientes, es una enciclopedia de las emociones, un
recorrido sentimental que podemos seguir encadenando una emoción con otra,
empezando por la ternura y siguiendo por el amor, el odio, la ira, la irritación, la
tensión, el alivio… hasta la gratitud. O podemos usar su índice y elegir la emoción
que más nos interese en ese momento.
Cada una de las emociones incluye una breve descripción y una explicación de
cómo nos hace sentir, así como una indicación de cómo se relaciona con la
siguiente emoción del libro. Está acompañada de una ilustración más o menos
abstracta, en las que han colaborado más de veinte artistas diferentes.
No es un libro sencillo para niños tan pequeños. Aunque las explicaciones son
breves y a menudo las acompañan de ejemplos, el lenguaje es muy rico y el tema
es profundo, además de que la abstracción de las ilustraciones no ayuda
demasiado. Aunque creemos que es un libro que disfrutarán mucho más a largo
plazo, cuando tengan por lo menos 8-9 años, lo cierto es que lo recurrimos a él
con bastante
frecuencia y que
les gustó desde un
primer momento.
8. ¿A qué sabe la Luna?
Es una historia, sobre todo, de trabajo en equipo, de esforzarse juntos para
conseguir algo que en principio parece inalcanzable. Con su lectura podemos
hablar de muchos valores a nuestros hijos: de apoyarse unos a otros, de ser
solidarios, de compartir una meta común, de la importancia de la generosidad y de
la amistad, de valorar la aportación que todo hacen al grupo sin importar si se es
grande o pequeño. ¿A qué sabe la Luna?, nos enseña que la unión hace la fuerza
y que si colaboramos y trabajamos juntos por el bien común podemos conseguir
metas que al principio parecían imposibles.
Trabajando la empatía y el respeto, nos explica que la diferencia también es un
valor y que todo el mundo merece un respeto, incluso si no «no es como los
demás». En definitiva, seamos como seamos, todos somos necesarios dentro del
grupo y nuestra aportación es relevante para alcanzar esa meta soñada.
Un libro maravilloso para tratar esta temática de la diversidad y el respeto y
especialmente del trabajo en equipo, del tesón, la solidaridad, la fuerza de
voluntad y la superación de los miedos que todos tenemos.
9. EL árbol genealógico
El niño jugaba todo el día con el árbol y, cuando estaba cansado, se dormía en su
regazo. Lo cierto es que ambos se querían mucho y, desde luego, el árbol era
feliz.
Pero el tiempo pasó y el niño dejó de ser niño. Conforme el niño se vaya haciendo
mayor, el árbol irá pasando cada vez más tiempo solo. El niño ya será demasiado
grande para trepar, o para jugar, o para columpiarse en sus ramas. Sin embargo,
aunque ya no vaya a verle para jugar con él, veremos como el niño, ya adulto,
seguirá acudiendo a él para contarle sus problemas, para pedirle cosas. Estoy
demasiado ocupado para trepar a los árboles, dice el niño. Quiero una casa que
me proteja del frío. Y quiero una mujer y unos hijos, por eso necesito una casa.
¿Puedes darme una casa? El árbol seguirá acogiéndole cada vez que vaya a
pedirle cosas, dándole todo lo que tiene: sus manzanas, sus ramas para que se
construya una casa, incluso su propio cuerpo, su tronco.
Habiendo sido tan generoso incluso para entregarse a sí mismo, el árbol será
feliz… Aunque la verdad es que no. El niño, ya convertido en un anciano, volverá
de nuevo a su lado, quizá habiendo comprendido que lo que el árbol le daba iba
mucho más allá de lo material. Ya al final de sus días, el niño necesitará ya muy
pocas cosas, sólo un sitio donde descansar y alguien con quien estar.
10. Las Princesas también se tiran Pedos, de IIan Brenman y Ionit Zilberman
Las Princesas también se tiran Pedos es el libro infantil perfecto para desmontar el
mito de que las princesas son seres perfectos, de belleza y saber estar
inalcanzables. Al regresar del colegio, Laura tiene una duda muy muy importante:
¿las princesas también se tiran pedos?
Al parecer Marcelo les ha dicho a las niñas que Cenicienta se tiraba muchos
pedos. Pero ellas opinan que eso no es posible, que las princesas no hacen esas
cosas.
Las Princesas también se tiran Pedos es un libro irreverente, estupendo para
desmitificar esa aparente perfección que siempre se atribuye a las princesas de
cuento. Al fin y al cabo, ¿son más creíbles sus historias fantasiosas y sus finales
felices o la realidad de que todas las personas vamos al baño y tenemos gases?
Es un libro divertido, especialmente divertido si los niños se encuentran en esa
fase en que la palabra pedo les hace mondarse de la risa. Nosotros damos fe: en
casa a los nuestros les duró una buena temporada lo aprendido en este libro.

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