Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
13-10-2023
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
linchamiento, arrastraron los cuerpos de los líderes liberales por las calles de Quito
hasta el parque "El Ejido" donde finalmente los incendiaron.
Se considera que su legado más importante fue la defensa de los valores
democráticos, la unidad nacional, la integridad territorial del Ecuador, el laicismo, la
modernización de la sociedad ecuatoriana, la educación, y los sistemas de transporte y
comunicación.
La Escuela Superior Militar del Ejército Ecuatoriano lleva su nombre, así como el
buque insignia de la Escuadra Naval, instituciones educativas (colegios, escuelas y
academias) y múltiples avenidas, calles y plazas en todo el Ecuador. Alfaro es
considerado en la historia del Ecuador como uno de los gobernantes y líderes más
sobresalientes y con mayor impacto en la vida del país.
Biografía
Primeros años
.
José Eloy Alfaro Delgado nació el 25 de junio de
1842. Su padre fue don Manuel Alfaro y González,
un republicano español oriundo de Cervera del Río
Alhama, La Rioja, nacido el 18 de diciembre de
1796, quien llegó al actual Ecuador en calidad
de exiliado político (hijo de Antonio Alfaro
Colmenares y de su esposa Leandra González
Larrañaga y nieto paterno de Antonio Alfaro y de su
esposa María Manuela Colmenares), y María de la
Natividad Delgado López, nacida en Montecristi el 8
de septiembre de 1808, hija de Rafael de la Cruz
Delgado, que fue en repetidas ocasiones regidor
del Cabildo colonial de Montecristi, y de su mujer
María de la Cruz López Prieto.
Activismo liberal
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
matrimonio con Ana Paredes Arosemena, panameña de 16 años de edad, y con quien
tuvo nueve hijos. En Panamá conoció a Juan Montalvo, a quien protegió y financió la
edición de algunos de los inmortales ensayos. Muerto el presidente Gabriel García
Moreno en 1875, Alfaro regresó a Ecuador, luchó por la abolición de la
octava constitución política conocida como Carta Negra y por la convocatoria de
una asamblea constituyente.
Artículo principal: Revolución de Veintemilla
Se unió al general Ignacio de Veintemilla en la llamada Revolución de
Veintemilla y se distinguió en el Combate de Galte, la batalla que consolidó la Jefatura
Suprema del general. Pronto se decepcionó de él, volviendo a Panamá, regresó
a Guayaquil en abril de 1878 para combatirlo.
En noviembre de ese año fue
apresado y cargado de grillos hasta marzo
de 1879. Gracias a la valiente defensa de
Montalvo fue puesto en libertad y
expulsado a Panamá. Como su fortuna
material había venido a menos, pues con
ella financiaba su activismo libertario y
porque Panamá había entrado en crisis
económica, Alfaro cayó en la pobreza.
Trabajó como periodista, pero volvió a la
lucha armada en 1882 al proclamarse
Veintemilla nuevamente dictador. Cuando
Alfaro contó a su madre que se
aproximaba la guerra civil, recibió de ella
esta bendición: 'Bien está. Vaya usted a cumplir sus deberes con la patria'.
Artículo principal: Guerra civil ecuatoriana de 1882-1883
Se embarcó para Esmeraldas y asumió la dirección del movimiento armado, pero
fue vencido y tras un escape prodigioso y lleno de sufrimientos a través de los
Andes y la selva llegó a Panamá. Volvió otra vez a combatir en la campaña de la
Restauración, lo que le valió ser nombrado Jefe Supremo de Manabí y
Esmeraldas. Los opositores le echaron en cara el decreto del 2 de julio de 1883,
en el que ordenaba que los "sindicados sean juzgados sumaria y verbalmente sin
apelación" y que "los bienes de todos estos criminales se les confisquen mientras
dure la guerra y para emplearlos en sostener la guerra".
Sus tropas fueron las primeras en cercar a Guayaquil. Combatió en la batalla del
9 de julio de 1883 y entró triunfante en la ciudad. Convocada la asamblea
constituyente de 1884, renunció a la Jefatura Suprema de Esmeraldas y Manabí,
recibió la confirmación de su grado de general y se exilió del Ecuador.
Poco después, volvió para combatir al presidente José María Plácido
Caamaño y liderar a los montoneros en la conocida como Revolución de los Chapulos.
En diciembre de 1884 perdió el Combate naval de Jaramijó en el vapor "Pichincha",
antes "Alajuela" (como la ciudad donde fue exiliado en Costa Rica y donde iniciado en
la francmasonería regular), contra la flotilla del presidente Caamaño
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
nimbado con la aureola de héroe mítico siempre derrotado pero jamás definitivamente vencido. "General de las Derrotas"
lo llamaban entre despectivos y asombrados sus grandes enemigos conservadores.
Durante sus exilios, recorrió Centroamérica, siendo el Congreso de Nicaragua el que le otorgó el grado de
General de División en ese país. Según declaró el gobierno del presidente Rafael Correa en 2012, Alfaro nunca llegó a
ser general en el Ejército ecuatoriano, por lo que Correa lo ascendió post mortem al grado de General de Ejército,
máxima jerarquía del Ejército ecuatoriano en la actualidad, pero que no existía en su época, en una ceremonia especial el
5 de junio de 2012.
Historiadores militares como el exalcalde de Quito y héroe de la Guerra del Cenepa, general (r) Paco Moncayo,
aclararon que Eloy Alfaro fue legalmente General de División del Ejército del Ecuador desde el 24 de agosto de 1895. 2 y
que no fue "General de Ejército" por no existir ese rango en su época. Alfaro fue ascendido por el Consejo de Ministros
cuando ya ostentaba la Jefatura Suprema de la República, según reza el decreto respectivo, que menciona sus triunfos
en los combates de la guerra civil de ese año, como Gatazo.
Moncayó precisó que según documentos del Ministerio de Guerra y Marina del Ecuador de 1900, que publicó en
ese año el Escalafón Militar de los generales ecuatorianos, con sus respectivas antigüedades, Eloy Alfaro fue nombrado
General de Brigada el 2 de febrero de 1883, durante la guerra civil que derrocó al general Ignacio de Veintimilla, quien
ejercía de "Jefe Supremo y Capitán General de los Ejércitos de la República", es decir, de dictador. 3
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
Legado[editar]
Uno de los principales aportes de Eloy Alfaro fue la creación de colegios públicos
laicos, eliminado el monopolio de la Iglesia católica en la educación. Estas
medidas fueron inspiradas por librepensadores como Juan Montalvo y José
Peralta, quienes impulsaron la secularización de la sociedad ecuatoriana. La
creación de colegios públicos y de colegios privados para la formación de
profesores laicos, fue una de las principales tareas de Eloy Alfaro. Una de las
medidas de la Revolución liberal que se mantuvo durante décadas fue la
obligación de los estudiantes de los colegios católicos de rendir sus exámenes y
validar sus conocimientos ante los maestros laicos del Estado.
El general fue miembro de las logias masónicas, al igual que los próceres de la
Independencia, y sus esfuerzos para separar la Iglesia del Estado fueron
consagrados en aspectos como la creación del Registro Civil. Esta medida
permitió que las personas tuvieran derecho a la identidad sin necesidad de
constar en los registros de bautismo de la Iglesia Católica. Alfaro promovió la
libertad de cultos, permitiendo el ingreso al país de misiones protestantes, en
especial, de Estados Unidos.
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
El general Leonidas Plaza Gutiérrez en nombre del Gobierno, como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para
combatir el levantamiento de Montero, que había recibido el apoyo de Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó
de Panamá, ante el pedido de Montero para actuar como mediador y pacificador. Alfaro regresó, para servir de mediador
entre los suyos y el Gobierno y evitar mayores problemas para el radicalismo y aún la mismísima desaparición del
partido.
1. Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi, donde mueren
cerca de 1000 hombres, en una corta guerra civil. Montero se vio obligado a llegar a un acuerdo de capitulación en
el que se pedían garantías para Alfaro y sus compañeros. Ante la eminente derrota del liberalismo, el Viejo
luchador firma la rendición, que fue mediada por los cónsules de Estados Unidos y Gran Bretaña en Guayaquil.
Contemplaba la rendición de las fuerzas liberales, amnistía a Montero y los partícipes del 28 de diciembre de 1911,
y el exilio voluntario de don Eloy, en un vapor asignado por el Gobierno. No habría represalias.
2. Pero la Capitulación no fue respetada, se argumentó que Alfaro tampoco había respetado su compromiso anterior
de 1911, y el general Leonidas Plaza, Jefe de las fuerzas gobiernistas, ordena la detención de Eloy y Flavio Alfaro,
Pedro J. Montero y Ulpiano Páez; además, se aprehendió a personas que nada tuvieron que ver con los hechos
anteriores, sino por el simple hecho de ser liberales, como Medardo Alfaro, el periodista Luciano Coral Morillo,
director del periódico liberal El Tiempo y Manuel Serrano Renda.
3. El general Montero fue juzgado por traición en Guayaquil, bajo el pretexto de estar sujeto a la jurisdicción militar,
en donde al final de la sentencia que lo condena a 16 años de prisión, un soldado le disparó en la frente y lo arrojó
a la calle desde una ventana. Como en un anticipo macabro de lo que vendrá, el pueblo arrastró el cadáver por las
calles de Guayaquil y lo quemó de forma bestial en una plaza.
"El cadáver, entonces, fue abandonado en las calles, descuartizado y por fin quemado en una plaza."
Freile Zaldumbide ordena que los otros prisioneros sean llevados a Quito. Plaza, aparece como contrario a esta
disposición, pero el historiador Roberto Andrade lo acusa de haber manipulado la decisión y planeado el asesinato de los
jefes del radicalismo, que finalmente ocurrió en la capital el 28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno.
Controvertida es aún hoy, la cuestión relativa a los responsables materiales e intelectuales, del asesinato de
Alfaro y varios de sus tenientes.
La historia oficial atribuye tal vergüenza a la plebe. El historiador Roberto Andrade, contemporáneo de Alfaro,
acusa a Leonidas Plaza; otros investigadores lo liberan. Nadie niega que fuera un crimen político y horrendo, instigado
por móviles protervos, que aún hoy llenan a la República de estupor.
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
unas seis mujeres del pueblo que les seguían, fueron en busca del señor General
Flavio Alfaro y dando con él, así mismo lo victimaron. Cevallos estaba armado con un
rifle, el zapatero Montenegro con pistola y el zapatero Vaca con un cuchillo que lo tenía
a la mano, con el que le punzaba al referido general cuando lo sacaban arrastrando de
la celdilla; constándome además que el indicado General aún no moría. Todos los
cadáveres sacó la gente arrastrándolos, para la ciudad; y como repito, como el
populacho era numeroso y había una fuerte confusión, no se distinguía a las personas.
El preso criminal A. Flores, que ya cumplió su condena y salió en libertad, me refirió que
él también había visto que el cochero Cevallos, mató al general Flavio E. Alfaro. Lo que
dejo relacionado, observamos desde la Bomba, yo, la viuda del comandante Estrada, la
señora Rosa Sierra y la señora Dolores Jara".
Según relató Gangotena, Ulpiano Páez había escondido un revólver en la bota,
con el que pudo defenderse y abatir a uno de los atacantes, antes de recibir un tiro fatal
en el rostro.
Flavio Alfaro, que tenía la puerta de su celda cerrada, pudo resistir varios
minutos a los balazos que le disparaban desde el exterior, pero finalmente fue
alcanzado por tiros de rifle.
Los asesinos mataron a un preso común, al que confundieron con uno de los
políticos liberales.
En la versión de Andrade, un individuo de apellido Pesantes llamó al pueblo y
abrió las puertas, entregó los cadáveres y ordenó, que los arrastrasen y quemasen,
según estableció el fiscal Pío Jaramillo Alvarado en 1919 después de su investigación
de estos asesinatos, un grupo de artesanos mestizos, llamados José Cevallos, José
Emilio Suárez, Alejandro Salvador Martínez, Julio Vaca Montaño, María Mónica
Constante, Emilia Laso y Silverio Segura.11 fueron los principales cabecillas del grupo
de asesinos que ingresó por la fuerza al Penal de Quito y los organizadores del
linchamiento, y posterior quema de los restos. A pesar lo escrito por José María Vargas
Vila, en su libro "La muerte del Cóndor", no participaron en el crimen indígenas ni
personas venidas de otras ciudades, pues casi todos eran personas conocidas como
artesanos y cocheros de Quito. Sobre Cevallos, el fiscal no pudo concretar su relación
con el ministro de Gobierno, Octavio Díaz, con quien al parecer trabajaba y estuvo
pocos minutos antes de sumarse a la turba y liderar el asesinato de Alfaro. Esto fue
negado siempre por Díaz.
El espectáculo fue horrendo. Los cadáveres desnudos fueron amarrados por la
turba de pies y manos. Al cadáver del periodista liberal Luciano Coral un abogado le
cortó la lengua y la llevaba en la punta de su bastón mostrándola a la gente.
Mujeres como María Mónica Constante, alías La Chimborazo y Emilia Laso
encabezaron la carnicería, arrastrando ellas mismas los restos de los generales
asesinados por prácticamente toda la ciudad.
PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ
Fue desde el tejado de una casa en la Plaza de Aunque la turba gritaba "viva el pueblo católico",
Santo Domingo, que Gangotena pudo ver lo siguiente: la Iglesia Católica no participó en la masacre. El
arzobispo de Quito, Federico Gonzáles Suárez, relató
luego de los hechos:
“Me fui hasta la esquina a tiempo para alcanzar a
El cuerpo de Eloy Alfaro mientras era arrastrado
ver pasar el cuerpo desnudo de don Eloy Alfaro, que fue
al mediodía por las calles de Quito.
el que primero bajaron. Iba el cadáver desnudo de
cintura arriba, en las piernas conservaba un calzón azul "En los momentos en que los cadáveres de los
de paño; al lado de de la boca, en el lado izquierdo, tenía Generales Eloy Alfaro y Ulpiano Páez, eran arrastrados
una herida, que no pude saber si era de balazo o de por la Plaza de la Independencia, un grupo del pueblo
arma blanca. La cabeza parecía tener triturados todos los penetró al Palacio Arzobispal y se dirigió decididamente a
huesos del cráneo, de tal manera que temblaba como los departamentos ocupados por el I. y Rvmo. señor
una bolsa de gelatina: mil años viviré que no olvidaré Arzobispo. Al oír el ruido, salió de su cuarto Monseñor
nunca lo que he visto. En la caja del cuerpo, que iba González Suárez y adelantándose a los del grupo, les
descubierta, yo no pude ver herida alguna, aunque preguntó qué querían. A lo que le contestaron: Dénos su
decían que tenía una en la tetilla izquierda. Ví, sí, Señoría Ilustrísima el permiso para repicar las campanas
manchas de sangre en el pecho, pero no me parecieron de la Catedral, porque el señor Sacristán Mayor
sino provenientes de la herida de la cara. Al ver pasar (entonces el Presbítero señor José Miguel Meneses) no
esa masa horripilante, no pude contener un gesto de quiere permitirnos. Y ¿por qué quieren ustedes repicar
horror, me llevé constantemente las manos a la cara y se las campanas de la Catedral?, replicó el I. señor
me escapó un grito "qué horror". Pero entonces un Arzobispo. Porque, contestaron, debemos alegrarnos de
muchacho me increpó, "canalla ajo" me gritó, que hayan desaparecido los que tanto perseguían a la
apuntándome con un revólver (...) El populacho llevó los Iglesia. La Iglesia no puede aplaudir esta conducta, y así
cadáveres por toda la carrera Guayaquil, hasta la Plaza ustedes deben retirarse de aquí y les prevengo que no
de La Alameda, en donde se dice que mutilaron el cuerpo han de poner un dedo en las campanas de ninguna
de don Eloy Alfaro, cortándole el miembro viril." iglesia, concluyó el Prelado. No hubo, pues, repiques de
campana en las iglesias católicas, como pretendieron
Gangotena relata a continuación, que los
algunos exaltados.”
asesinos armados le obligaron a aplaudir el espectáculo
horrendo que presenciaba a punta de pistola.
PRIMERO “A”