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JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ

Grad. Eloy Alfaro Delga

13-10-2023

Jostin Alexander Diaz Gómez


primero “A”

PRIMERO “A”
JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ

ELOY ALFARO DELGADO


José Eloy Alfaro Delgado (Montecristi, 25 de junio del 1842 - Quito, 28 de
enero de 1912) fue presidente de la República de Ecuador en dos ocasiones en
períodos que comprenden entre 1895 a 1901 y 1906 a 1911, general de división
del Ejército del Ecuador desde 1895 y líder de la revolución liberal ecuatoriana (1895-
1924). Por su rol central en las batallas de la revolución y por haber combatido al
conservadurismo por casi treinta años, es conocido como el Viejo Luchador. En ninguno
de sus mandatos llegó al poder político por elección popular, siempre fue por medio
de golpe de Estado dado por los revolucionarios, luego de lo cual se llamaba
a asamblea constituyente para legitimar el poder.
Alfaro inició su lucha contra los conservadores católicos desde los años 60 del
siglo XIX, las fuerzas revolucionarias lo nombraron Jefe Supremo de las provincias
de Manabí y Esmeraldas, durante su rebelión en febrero de 1883, rebelión que terminó
el 11 de octubre del mismo año cuando fue organizado un gobierno provisional que
restauró el conservadurismo en el poder.
El 5 de junio de 1895, el pueblo de Guayaquil se pronuncia en contra del
presidente interino Vicente Lucio Salazar y lo nombra Jefe Supremo, por lo que Eloy
Alfaro vuelve al país desde el destierro en Panamá y se da inicio a la Revolución liberal
y a una corta guerra civil con la que conquista el poder político.
El 17 de enero de 1897 es nombrado Presidente Constitucional con Manuel
Benigno Cueva Betancourt (tío del futuro Presidente Isidro Ayora Cueva) en el papel de
vicepresidente, hasta el 1 de septiembre de 1901, con lo cual entre sus principales
logros estuvo la separación entre Iglesia y Estado. Después de su primer gobierno,
apoyó a su sucesor, Leónidas Plaza Gutiérrez, pero poco tiempo después surgieron
diferencias entre ambos. Se opuso contra el gobierno de Lizardo García el 1 de enero
de 1906 y a pocos días, el 17 de enero, se proclama Jefe Supremo y gobernó hasta el
12 de agosto de 1911. En el segundo período de gobierno de Alfaro se realizaron varios
cambios, entre los cuales consta la legalización del divorcio, la construcción de
numerosas escuelas públicas, se instauró la libertad de expresión, se instituyó
el laicismo, el derecho a la educación gratuita, así como el matrimonio civil. Sin
embargo, se considera como el mayor logro de este período el haber finalizado la
construcción del Ferrocarril Transandino del Ecuador que unió las ciudades
de Guayaquil y Quito. Esto ayudó a la creación de la empresa ferrocarrilera dirigida por
el empresario quiteño Marco Antonio Benavides; que se convirtió, años después, en la
mano derecha de Eloy Alfaro.
Después del cese de sus funciones, durante el gobierno de Emilio Estrada
Carmona, Alfaro cuestionó severamente la administración del Presidente y pronto los
coidearios de Alfaro, empezaron a organizar una serie de sublevaciones militares.
Alfaro fue desterrado a Panamá durante el gobierno interino de Carlos Freile
Zaldumbide. El 4 de enero de 1912 volvió al país y pronto se propuso dialogar con el
Gobierno, sin embargo, el general Leónidas Plaza lo encarceló en el expenal García
Moreno. El 28 de enero de 1912, un tumulto de personas en Quito ingresaron a la
cárcel donde estaban detenidos Alfaro, sus familiares, y amigos, y después de un

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linchamiento, arrastraron los cuerpos de los líderes liberales por las calles de Quito
hasta el parque "El Ejido" donde finalmente los incendiaron.
Se considera que su legado más importante fue la defensa de los valores
democráticos, la unidad nacional, la integridad territorial del Ecuador, el laicismo, la
modernización de la sociedad ecuatoriana, la educación, y los sistemas de transporte y
comunicación.
La Escuela Superior Militar del Ejército Ecuatoriano lleva su nombre, así como el
buque insignia de la Escuadra Naval, instituciones educativas (colegios, escuelas y
academias) y múltiples avenidas, calles y plazas en todo el Ecuador. Alfaro es
considerado en la historia del Ecuador como uno de los gobernantes y líderes más
sobresalientes y con mayor impacto en la vida del país.

Biografía
Primeros años
.
José Eloy Alfaro Delgado nació el 25 de junio de
1842. Su padre fue don Manuel Alfaro y González,
un republicano español oriundo de Cervera del Río
Alhama, La Rioja, nacido el 18 de diciembre de
1796, quien llegó al actual Ecuador en calidad
de exiliado político (hijo de Antonio Alfaro
Colmenares y de su esposa Leandra González
Larrañaga y nieto paterno de Antonio Alfaro y de su
esposa María Manuela Colmenares), y María de la
Natividad Delgado López, nacida en Montecristi el 8
de septiembre de 1808, hija de Rafael de la Cruz
Delgado, que fue en repetidas ocasiones regidor
del Cabildo colonial de Montecristi, y de su mujer
María de la Cruz López Prieto.
Activismo liberal

José Eloy Alfaro Delgado recibió su instrucción


primaria en su lugar natal y al concluir esos estudios, se dedicó a ayudar a su padre en
los negocios. En su juventud fruto de una relación amorosa tuvo un hijo
ilegítimo llamado Rafael.
Al enterarse, el joven Eloy Alfaro, de que el presidente Gabriel García
Moreno había pedido el protectorado a Francia, se unió a las filas liberales. A los 22
años de edad empuñó las armas contra García Moreno, pero tuvo que salir del Ecuador
porque la conspiración urdida por el general Tomás Maldonado había sido sofocada.
Corría 1864. Al año siguiente regresó para combatir junto al general José María
Urbina en el Combate naval de Jambelí (1865).
Derrotado y perseguido, Alfaro se exilia en Panamá, departamento
de Colombia todavía, en donde dedicado al comercio adquirió riqueza y contrajo

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matrimonio con Ana Paredes Arosemena, panameña de 16 años de edad, y con quien
tuvo nueve hijos. En Panamá conoció a Juan Montalvo, a quien protegió y financió la
edición de algunos de los inmortales ensayos. Muerto el presidente Gabriel García
Moreno en 1875, Alfaro regresó a Ecuador, luchó por la abolición de la
octava constitución política conocida como Carta Negra y por la convocatoria de
una asamblea constituyente.
Artículo principal: Revolución de Veintemilla
Se unió al general Ignacio de Veintemilla en la llamada Revolución de
Veintemilla y se distinguió en el Combate de Galte, la batalla que consolidó la Jefatura
Suprema del general. Pronto se decepcionó de él, volviendo a Panamá, regresó
a Guayaquil en abril de 1878 para combatirlo.
En noviembre de ese año fue
apresado y cargado de grillos hasta marzo
de 1879. Gracias a la valiente defensa de
Montalvo fue puesto en libertad y
expulsado a Panamá. Como su fortuna
material había venido a menos, pues con
ella financiaba su activismo libertario y
porque Panamá había entrado en crisis
económica, Alfaro cayó en la pobreza.
Trabajó como periodista, pero volvió a la
lucha armada en 1882 al proclamarse
Veintemilla nuevamente dictador. Cuando
Alfaro contó a su madre que se
aproximaba la guerra civil, recibió de ella
esta bendición: 'Bien está. Vaya usted a cumplir sus deberes con la patria'.
Artículo principal: Guerra civil ecuatoriana de 1882-1883
Se embarcó para Esmeraldas y asumió la dirección del movimiento armado, pero
fue vencido y tras un escape prodigioso y lleno de sufrimientos a través de los
Andes y la selva llegó a Panamá. Volvió otra vez a combatir en la campaña de la
Restauración, lo que le valió ser nombrado Jefe Supremo de Manabí y
Esmeraldas. Los opositores le echaron en cara el decreto del 2 de julio de 1883,
en el que ordenaba que los "sindicados sean juzgados sumaria y verbalmente sin
apelación" y que "los bienes de todos estos criminales se les confisquen mientras
dure la guerra y para emplearlos en sostener la guerra".
Sus tropas fueron las primeras en cercar a Guayaquil. Combatió en la batalla del
9 de julio de 1883 y entró triunfante en la ciudad. Convocada la asamblea
constituyente de 1884, renunció a la Jefatura Suprema de Esmeraldas y Manabí,
recibió la confirmación de su grado de general y se exilió del Ecuador.
Poco después, volvió para combatir al presidente José María Plácido
Caamaño y liderar a los montoneros en la conocida como Revolución de los Chapulos.
En diciembre de 1884 perdió el Combate naval de Jaramijó en el vapor "Pichincha",
antes "Alajuela" (como la ciudad donde fue exiliado en Costa Rica y donde iniciado en
la francmasonería regular), contra la flotilla del presidente Caamaño

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nimbado con la aureola de héroe mítico siempre derrotado pero jamás definitivamente vencido. "General de las Derrotas"
lo llamaban entre despectivos y asombrados sus grandes enemigos conservadores.
Durante sus exilios, recorrió Centroamérica, siendo el Congreso de Nicaragua el que le otorgó el grado de
General de División en ese país. Según declaró el gobierno del presidente Rafael Correa en 2012, Alfaro nunca llegó a
ser general en el Ejército ecuatoriano, por lo que Correa lo ascendió post mortem al grado de General de Ejército,
máxima jerarquía del Ejército ecuatoriano en la actualidad, pero que no existía en su época, en una ceremonia especial el
5 de junio de 2012.
Historiadores militares como el exalcalde de Quito y héroe de la Guerra del Cenepa, general (r) Paco Moncayo,
aclararon que Eloy Alfaro fue legalmente General de División del Ejército del Ecuador desde el 24 de agosto de 1895. 2 y
que no fue "General de Ejército" por no existir ese rango en su época. Alfaro fue ascendido por el Consejo de Ministros
cuando ya ostentaba la Jefatura Suprema de la República, según reza el decreto respectivo, que menciona sus triunfos
en los combates de la guerra civil de ese año, como Gatazo.
Moncayó precisó que según documentos del Ministerio de Guerra y Marina del Ecuador de 1900, que publicó en
ese año el Escalafón Militar de los generales ecuatorianos, con sus respectivas antigüedades, Eloy Alfaro fue nombrado
General de Brigada el 2 de febrero de 1883, durante la guerra civil que derrocó al general Ignacio de Veintimilla, quien
ejercía de "Jefe Supremo y Capitán General de los Ejércitos de la República", es decir, de dictador. 3

Presidencia del Ecuador[editar]


Primer Gobierno (1895-1901)[editar]
La crisis originada por la Venta de la Bandera originó una serie de levantamientos armados en el país,
provocando la renuncia del presidente Luis Cordero Crespo en 1895 y asumiendo interinamente el poder ejecutivo el
entonces vicepresidente Vicente Lucio Salazar.
El 5 de junio de 1895 estalló la Revolución Liberal de Ecuador, cuando en una asamblea popular reunida en
Guayaquil decide desconocer al gobierno interino de Vicente Lucio Salazar y nombrar como Jefe Supremo de la
República a José Eloy Alfaro Delgado, que regresando del exilio lideró con éxito a las fuerzas rebeldes en la Batalla de
Gatazo (14 de agosto de 1895) lo que le permite asumir el poder político como dictador al derrotar a las fuerzas
gobiernistas.
La primera medida fue exonerar a los indígenas del pago de la contribución territorial y del trabajo subsidiario, y
gobernar con todos los sectores del liberalismo. La segunda, aplacar a la Iglesia católica: escribió al papa León XIII para
presentarse y le pidió que canonizara a la quiteña Mariana de Jesús de Paredes. El Papa le contestó con paternal

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Hubo abusos y desmanes: el coronel Manuel Antonio Franco, el hombre duro de


Alfaro, expulsó a los capuchinos de Ibarra. Las tropas liberales asaltaron el Palacio
Arzobispal de Quito, quemaron la biblioteca y el archivo, injuriaron al arzobispo Pedro
Rafael González y Calisto paladín de la cruzada antiliberal, e hicieron la parodia de
fusilarlo si no gritaba "!Viva Alfaro!".
El arzobispo respondió que "¡Viva hasta que muera!". Se persiguió a los
hermanos de la Salle, a los padres salesianos y redentoristas y se apresó a algunos
sacerdotes y religiosos, sobre todo, a los dominicos. Y expulsó de la misión del Napo a
los jesuitas, "destruyendo con un sólo mandato sacrificios, beneficio y costos sostenidos
durante muchas décadas, interrumpiendo así... la defensa del territorio oriental", como
señala el historiador Luis Robalino Dávila. El coronel Antonio Vega Muñoz al mando de
fuerzas conservadoras tomó Cuenca el 5 de julio de 1896. Cuenca estaba psicológica y
militarmente preparada para resistir. Por las noches, indios, sirvientes, patrones y
sacerdotes salían en procesión de antorchas cantando la letanía: "Del indio Alfaro,
líbranos, Señor". El propio Alfáro tuvo que tomar la ciudad al mando de un poderoso
ejército. La campaña duró dos meses. Se peleó calle por calle y casa por casa. Cuenca
se defendió hasta con agua y aceite hirviendo. El 23 de agosto de 1896, la ciudad se
rindió. Hubo 1250 muertos.
En Quito, la represión a los conservadores fue durísima: la Universidad y sus
profesores fueron ultrajados y los periódicos, clausurados. En el cementerio de San
Diego, el periodista Víctor León Vivar daba el adiós a los restos mortales de Pablo
Herrera González, académico de la Lengua y prominente político conservador. Cuando
abandonaba el cementerio, fue cazado entre las tumbas por soldados alfaristas y
acribillado a balazos. Pese a esta guerra religiosa y regionalista, el Gobierno dictatorial
gobernó: canalizó Guayaquil, construyó el mercado de Quito, reformó los aranceles,
suspendió el pago de la deuda externa, apoyó la independencia de Cuba ante la reina
de España, María Cristina, convocó un Congreso Internacional Americano en México
para fomentar la unión latinoamericana, que no tuvo éxito, y llamó a elecciones para la
asamblea constituyente para restaurar el orden jurídico. Casi todos los elegidos fueron
liberales y gobiernistas.
La asamblea se reunió en Guayaquil el 9 de octubre de 1896. Cuatro días antes,
un tercio de Guayaquil había sido pasto de las llamas. Las pérdidas llegaron a 18
millones de sucres. La asamblea trasladada a Quito por el incendio eligió a Eloy Alfaro
Delgado Presidente Constitucional de la República el 17 de enero de 1897 por 51 votos,
más 12 votos en blanco, y promulgó la undécima Constitución el 14 de enero de 1897.
Ésta consagró la libertad de cultos, abolió la pena de muerte, estableció la igualdad de
los ciudadanos ante la Ley y quitó el privilegio de fuero para los delitos comunes.
Cuatro cuidados principales ocuparon la atención de Alfaro en este período: las
relaciones con la Iglesia católica, el ferrocarril, la obra pública, la paz interna y externa.
La libertad de cultos violaba el Concordato con la Santa Sede. Alfaro intentó
renegociarlo de modo que Roma aceptara la separación entre la Iglesia y el Estado. La
Santa Sede se mostró más flexible que la Iglesia local, pero no se llegó a un acuerdo.
El Congreso Extraordinario de 1899 resucitó el Patronato real, que sometía la Iglesia al
Estado. Lo hizo para impedir que el clero participara en la política partidista y para

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"inducirlo a vivir nuestra vida republicana... mediante el ejercicio sublime, pero


exclusivo, de su ministerio", como dijo Alfaro.
En 1900, se estableció la Dirección General de Registro Civil, Identificación y
Cedulación con lo que se arrebató a la Iglesia católica un instrumento de información y
control ciudadano. Los cementerios pasaron a ser administrados por el Estado.
Entonces el delegado apostólico de la Santa Sede para América del Sur, monseñor
Pietro Gasparri, negoció con el canciller José Peralta, cabeza ideológica del
radicalismo. Conferenciaron en Santa Elena, Guayas, y firmaron protocolos de
reconciliación, que, al tiempo de ser ejecutados por el nuncio apostólico Bavona, fueron
desconocidos por Peralta. El secretario de Estado de la Santa Sede protestó.
En 1897, Alfaro celebró un contrato con el empresario estadounidense Archer
Harman, de confesión protestante, para la terminación del ferrocarril Guayaquil-Quito.
Desde Durán había construidos 70 kilómetros de línea estrecha.

Todo el mundo se le opuso: los


comerciantes y banqueros porque había
contratado con una compañía extranjera, y
había que renegociar la deuda externa y
gravar con impuestos el comercio exterior.
Los latifundistas de la Sierra, por la deuda
externa y los trastornos que el ferrocarril
acarrearía al mercado interno; la Iglesia,
porque el contratista no era católico y
porque con el ferrocarril llegaría la
disolución de las costumbres. Alfaro se mantuvo firme: "Don Miedo nunca fue buen
consejero. El decoro nacional no consiente un paso atrás", telegrafió a Luis Felipe
Carbo, su ministro en Washington.
Se sancionó la Ley de Instrucción de 1897, que reservaba al Estado el control
de todo el ciclo de enseñanza, incluida la universitaria; la educación debía ser laica y
gratuita, y la primaria obligatoria; entregó la recaudación de impuestos en la Costa a
una compañía privada, la Sociedad de Crédito Público; adoptó el patrón oro como base
del sistema cambiario y norma referencial para el comercio exterior; reorganizó las
Fuerzas Armadas, abrió la administración pública a la clase media, y las oficinas del
Estado a la mujer trabajadora.
En 1900, Ecuador concurrió con éxito a la Exposición Mundial de París; se
trasladaron solemnemente a la catedral metropolitana los restos mortales del
Mariscal Antonio José de Sucre, descubiertos en el subsuelo del Carmen Bajo de Quito.
La paz interna fue perturbada por sucesivos levantamientos de los
conservadores. Primero en Riobamba, en 1897, lo que dio pie a excesos en el colegio
San Felipe: El padre Victor Emilio Moscoso Cárdenas, superior del colegio, fue
asesinado por las tropas alfaristas, que profanaron las hostias consagradas. Al año
siguiente, se levantó en Cuenca el coronel Antonio Muñoz y fue derrotado por el coronel
Ullauri, liberal. En 1898, la lucha fue en Taya y Guangoloma, Cotopaxi. Se mutilaron las
orejas de los prisioneros reincidentes, vencidos en Taya. En 1899, fue derrotado en

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la Batalla de Sanancajas, Chimborazo, el general conservador José María Sarasti. Los


desterrados al Perú atacaron Loja. Las mutuas intromisiones de liberales ecuatorianos
apoyados por Alfaro en Colombia y de conservadores colombianos en Ecuador
causaron tres batallas entre 1898 y 1900, que aunque localizadas y sin consecuencias
internacionales, fueron sangrientas. En la de Tulcán, el 22 de mayo de 1900, murieron
800 combatientes, en su mayoría colombianos. Destacó en este conflicto la doctrina del
obispo de Ibarra, Federico González Suárez, que se opuso a los invasores
conservadores de la llamada "Restauración Católica", aduciendo que no era moral
sacrificar los intereses del Ecuador por querer salvar los de la religión.
En este período, el presidente Eloy Alfaro también dio impulso a la educación
laica. El 19 de mayo de 1896 su mano derecha, el coronel Luciano Coral Morillo,
inaugura el Instituto Tecnológico Bolívar de Tulcán siendo el primer colegio laico del
país, el 1 de junio de 1897 el Instituto Nacional Mejía, el 14 de febrero de 1901 el
Colegio Normal Juan Montalvo y el Colegio Normal Manuela Cañizares, el 11 de agosto
de 1901 el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil.
Segundo Gobierno (1906-1911)[editar]

1) El golpe de Estado de Eloy Alfaro contra el presidente Lizardo García en 1906


produjo una atmósfera de conflicto en todo el país. Después de asumir el poder
político como dictador por segunda vez después de derrotar a las fuerzas
gobiernistas de Lizardo García en la Batalla de Chasqui (15 de enero de 1906),
Eloy Alfaro llamó a elecciones para la asamblea constituyente para restaurar el
orden jurídico.
2) La asamblea se reunió en Quito el 9 de octubre de 1906, eligió a Eloy Alfaro
Delgado Presidente Constitucional de la República el 23 de diciembre de 1906
por 41 votos, más 13 votos en blanco, y promulgó la duodécima constitución
política.
El 9 de diciembre de 1906, el general conservador Antonio Vega Muñoz levantó
a Cuenca contra Alfaro. Vega esperaba refuerzos conservadores. Fue derrotado por el
general liberal Ulpiano Páez en Ayancay, entre Azuay y Cañar. Vega murió de un
balazo cuando entraba a pie en Cuenca como prisionero de las tropas alfaristas. Los
gobiernistas dieron la versión de que Vega se había suicidado; pero lo más probable es
que fue asesinado.
Eloy Alfaro montado sobre el corcel presidencial en el patio sur del Palacio de
Carondelet en 1906.
Este hecho aumentó la impopularidad de Alfaro. Vega era un ciudadano
distinguido y respetado en Ecuador. La impopularidad creció cuando en el mismo mes
de diciembre el batallón Vargas Torres saqueó la ciudad de Loja con la connivencia de
las autoridades alfaristas locales, y cuando el desmán quedó impune. Muchos liberales
radicales se pasaron a la oposición. Había descontento contra los abusos del Ejército,
cuyo liderazgo iba escurriéndose de las manos de Alfaro, quien, débil y achacoso,
permitía que el poder se repartiera entre los favoritos y sus familias. Consultado el
nuevo arzobispo de Quito, Federico González Suárez, sobre qué hacer contra estos y
otros abusos, aconsejó votar por personas capaces y patriotas.

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En 1907 se constituyó un Club Político Universitario en Quito para luchar por la


libertad de sufragio en las elecciones del próximo Congreso, en las que preveían
el fraude electoral, por lo que el pueblo se levantó para apoyar a los universitarios y el
25 de abril de 1907 se dio un choque sangriento con varios muertos y heridos entre los
estudiantes.4 Este hecho provocó que Alfaro perdiera el apoyo de un amplio sector de
los intelectuales.
Un poco más tarde, el 19 de julio del mismo año, se fraguó un intento de
asesinato contra Eloy Alfaro en la gobernación del Guayas, escena en la que murieron
ocho de los oficiales que lo defendieron, y se fusiló a ocho de los 16 complotados que
habían sido reducidos a prisión tras las investigaciones.
El 6 de noviembre de 1908 se promulgó la Ley de Beneficencia, más conocida
como "De manos muertas". Su primer artículo decía: "Decláranse del Estado todos los
bienes raíces de las comunidades religiosas establecidas en la República". Y el
segundo: "Adjudícanse las rentas de los bienes determinados en el artículo primero a la
beneficencia pública". La mitad de las rentas producidas por esos bienes fue para la
sustentación de los religiosos y religiosas despojados de ellos, y la otra mitad para
hospitales y obras sociales. En 1910 se promulgó una ley que autorizó la venta de los
terrenos adyacentes a las iglesias y conventos con el objeto de financiar la defensa
nacional y se autorizó la creación de la Cruz Roja Ecuatoriana.5
El sector bancario tuvo una rápida expansión: se fundaron en Quito los bancos
del Pichincha (1906), de Crédito (1907), y de Préstamos (1909), y en Guayaquil la Caja
de Préstamos y Depósitos La Filantrópica (1908).
La llegada del ferrocarril transandino a Quito el 25 de junio de 1908 fue el triunfal
Domingo de Ramos para el acosado
presidente. El arzobispo de Quito ordenó
echar a vuelo las campanas. Hubo fiestas
populares y oficiales. El regocijo fue
intenso. "Día", dijo Alfaro, "el más glorioso
de mi vida porque es la realización de los
más grandes ideales del país y que han
sido y son los míos propios".
Artículo principal: Tensión peruano-
ecuatoriana de 1910
El laudo arbitral del Rey de España
estaba próximo a pronunciarse, y se supo que iba a ser desfavorable a Ecuador. "El
Perú había comprado con oro, derramado pródigamente, a todos los españoles que
tenían que tomar parte en el proyecto del laudo", opinaba González Suárez en una
carta privada. Y aunque el laudo hubiese sido favorable a Ecuador, Perú había
declarado por boca de sus representantes en Madrid y de su propio presidente que "si
peruanos ocupaban (ya) todo el Oriente, estas tierras son y serán peruanas contra
todas las declaraciones del mundo". Los ánimos populares se encendieron. El 3 de abril
de 1910 fueron atacados en Guayaquil el Consulado del Perú, algunos establecimientos
comerciales y un barco mercante de ese país. Hubo desmanes parecidos en Quito.
Ecuador dio satisfacciones, pero el Perú respondió con un ultimátum incumplible para el

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honor nacional. Alfaro encargó la presidencia y se puso al frente de un Ejército de 25


mil soldados y una reserva de 20 mil voluntarios. Todo el Ecuador lo respaldó a través
de Juntas Patrióticas Nacionales. No se llegó a combatir porque
mediaron Argentina, Brasil y Estados Unidos.
Para sede de esa exposición se construyó el Palacio de la Exposición, actual
sede del Ministerio de Defensa del Ecuador.

Legado[editar]
 Uno de los principales aportes de Eloy Alfaro fue la creación de colegios públicos
laicos, eliminado el monopolio de la Iglesia católica en la educación. Estas
medidas fueron inspiradas por librepensadores como Juan Montalvo y José
Peralta, quienes impulsaron la secularización de la sociedad ecuatoriana. La
creación de colegios públicos y de colegios privados para la formación de
profesores laicos, fue una de las principales tareas de Eloy Alfaro. Una de las
medidas de la Revolución liberal que se mantuvo durante décadas fue la
obligación de los estudiantes de los colegios católicos de rendir sus exámenes y
validar sus conocimientos ante los maestros laicos del Estado.
 El general fue miembro de las logias masónicas, al igual que los próceres de la
Independencia, y sus esfuerzos para separar la Iglesia del Estado fueron
consagrados en aspectos como la creación del Registro Civil. Esta medida
permitió que las personas tuvieran derecho a la identidad sin necesidad de
constar en los registros de bautismo de la Iglesia Católica. Alfaro promovió la
libertad de cultos, permitiendo el ingreso al país de misiones protestantes, en
especial, de Estados Unidos.

Derrota y asesinato: "La Hoguera Bárbara "[editar]


Artículo principal: La Hoguera Bárbara
Desde mediados de 1911, en Quito y en todo el país, se fue afianzando y
extendiendo, un clima antialfarista que culminó el 11 de agosto de 1911 con un golpe
de Estado militar, que obligó a Eloy Alfaro a dimitir de la presidencia, a refugiarse en
la embajada de Chile y posteriormente exiliarse a Panamá. Según estima Cristóbal
Gangotena, un testigo presencial de los hechos que dejó una crónica, la vida de Alfaro
ya corrió peligro durante su derrocamiento, siendo salvado por los cónsules de Brasil y
Chile. Este último, de apellido Eastman, fue el responsable de un acuerdo que permitió
que Alfaro salga ileso, pero comprometiéndose a salir del país por lo menos un año.
Desde entonces, el Viejo luchador, perdería todo el apoyo en el Congreso, en donde la
"mayoría constitucionalista" lanzaba furibundos ataques contra él, llegándose a plantear
incluso la colocación de una placa difamatoria contra el alfarismo en el Palacio de
Carondelet y a pedir su extradición, para juzgarlo, mientras los hombres del antiguo
régimen eran apresados y sufrían las consecuencias de la ira de un populacho que
enfurecido linchó al coronel Antonio Quiroga.
En este clima, Emilio Antonio Jerónimo Estrada Carmona, asumió el poder
político como Presidente Constitucional del Ecuador al resultar vencedor en
las Elecciones presidenciales de Ecuador de 1911, pero sus problemas del corazón lo
llevaron a la tumba después de tres meses.

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El general Leonidas Plaza Gutiérrez en nombre del Gobierno, como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para
combatir el levantamiento de Montero, que había recibido el apoyo de Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó
de Panamá, ante el pedido de Montero para actuar como mediador y pacificador. Alfaro regresó, para servir de mediador
entre los suyos y el Gobierno y evitar mayores problemas para el radicalismo y aún la mismísima desaparición del
partido.
1. Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi, donde mueren
cerca de 1000 hombres, en una corta guerra civil. Montero se vio obligado a llegar a un acuerdo de capitulación en
el que se pedían garantías para Alfaro y sus compañeros. Ante la eminente derrota del liberalismo, el Viejo
luchador firma la rendición, que fue mediada por los cónsules de Estados Unidos y Gran Bretaña en Guayaquil.
Contemplaba la rendición de las fuerzas liberales, amnistía a Montero y los partícipes del 28 de diciembre de 1911,
y el exilio voluntario de don Eloy, en un vapor asignado por el Gobierno. No habría represalias.
2. Pero la Capitulación no fue respetada, se argumentó que Alfaro tampoco había respetado su compromiso anterior
de 1911, y el general Leonidas Plaza, Jefe de las fuerzas gobiernistas, ordena la detención de Eloy y Flavio Alfaro,
Pedro J. Montero y Ulpiano Páez; además, se aprehendió a personas que nada tuvieron que ver con los hechos
anteriores, sino por el simple hecho de ser liberales, como Medardo Alfaro, el periodista Luciano Coral Morillo,
director del periódico liberal El Tiempo y Manuel Serrano Renda.
3. El general Montero fue juzgado por traición en Guayaquil, bajo el pretexto de estar sujeto a la jurisdicción militar,
en donde al final de la sentencia que lo condena a 16 años de prisión, un soldado le disparó en la frente y lo arrojó
a la calle desde una ventana. Como en un anticipo macabro de lo que vendrá, el pueblo arrastró el cadáver por las
calles de Guayaquil y lo quemó de forma bestial en una plaza.
"El cadáver, entonces, fue abandonado en las calles, descuartizado y por fin quemado en una plaza."
Freile Zaldumbide ordena que los otros prisioneros sean llevados a Quito. Plaza, aparece como contrario a esta
disposición, pero el historiador Roberto Andrade lo acusa de haber manipulado la decisión y planeado el asesinato de los
jefes del radicalismo, que finalmente ocurrió en la capital el 28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno.
Controvertida es aún hoy, la cuestión relativa a los responsables materiales e intelectuales, del asesinato de
Alfaro y varios de sus tenientes.
La historia oficial atribuye tal vergüenza a la plebe. El historiador Roberto Andrade, contemporáneo de Alfaro,
acusa a Leonidas Plaza; otros investigadores lo liberan. Nadie niega que fuera un crimen político y horrendo, instigado
por móviles protervos, que aún hoy llenan a la República de estupor.

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"Enseguida desembarcó Plaza con su ejército. Su primera decisión en


Guayaquil, fue la violación de las Capitulaciones. En algunos de sus telegramas
manifestó sorpresa porque los Generales no habían fugado: ésta es declaración de que
él lo hubiera hecho, porque para él nada importa un compromiso. En la mejor acción de
este hombre se deja vislumbrar la estrofa de una canalla. Mandó prender á los
generales Eloy Alfaro y Ulpiano Páez, quienes se hallaban juntos, esperando la
designación del vapor en que debían embarcarse (...) Plaza había tenido buen cuidado
de incorporar en el populacho a soldados disfrazados y escogidos, para que mataran a
los generales en la calle, cuando los conducían a prisión". Se refiere a Plaza: "Y a su
cómplice Valverde le telegrafiaba a Manabí en las mismas horas: "El hecho de haber
caído prisioneros todos los cabecillas está revelando que una justicia superior va á
destruir el mal de una manera radical y para siempre."
Conducidos por el coronel Alejando Sierra y sus soldados del batallón Marañón
a pie y a caballo, los prisioneros de guerra entraron en Quito. A pesar de que era un
secreto a voces que se tramaba un linchamiento -algunos diarios hasta lo insinuaron en
sus editoriales, aunque dado el porcentaje de analfabetismo de la época es muy poco
probable que hayan influenciado directamente a la masa- Sierra paseó al general Alfaro
en un automóvil blanco desde el sector de Chillogallo, en la entrada sur de Quito, al
Penal, tomando las calles más concurridas, donde la gente pudo verlo e insultarlo.
Según relató Cristóbal Gangontena, el auto iba conducido por un francés llamado
Hubert, quien fue insultado por la gente. Gangontena cree que hubo incidentes entre la
guardia y la gente, al extremo de haber un muerto y por lo menos un herido. 8 Los
militares entregaron a Alfaro en la Penitenciaría, donde fue encerrado en la Sección E,
junto con sus tenientes. Pero no hubo tiempo ni siquiera de asegurar las celdas, cuando
empezó el ataque.
Era poco después del mediodía cuando una turba, estimada en cuatro mil
personas (según los resultados de las investigaciones del fiscal Pío Jaramillo Alvarado
en el año de 1919), rodeó el Penal para asaltarlo. Los militares, según pudo establecer
el fiscal, no solo que no ofrecieron resistencia, sino que llamaron a la gente para darle
armas y elementos para el ataque. Solo la guardia interna del Penal resistió,
asegurando las puertas con lo que tenían a mano, pero estas fueron rápidamente
destruidas. Todos los tiros disparados fueron contra el Penal, sin que se hiciera fuego
desde el interior. Según pudo establecer Gangotena en una visita a los pocos días, los
asesinos forzaron a tiros una ventana y una puerta de madera, mientras que no
pudieron romper la puerta principal. La puerta de madera había sido asegurada con
unos adobes, sin éxito. Quienes entraron abrieron luego la puerta principal y supieron
rápidamente en donde estaban los presos, pues se dirigieron a la Serie E sin demoras.
El general Alfaro, que tenía 69 años, le dijo al director del Penal, Rubén Estrada,
que se ahogaba y pidió un cajón para sentarse, pues en la celda no había mueble
alguno. El director declaró que había dispuesto que le den una silla.
Un grupo de artesanos de Quito, armados con fusiles, pistolas y garrotes,
ingresaron con facilidad a las celdas donde se había conducido al expresidente y sus
tenientes. Las puertas de las celdas estaban abiertas, pues, según declararon los

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JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ

empleados del presidio, no tuvieron tiempo de asegurarlas con candados, salvo en el


caso de la celda de Flavio Alfaro.
Cuando el general anciano sintió un ruido, púsose en pie y se acercó a la
puerta, en ademán de imponer silencio. Un cochero llamado José Cevallos, al parecer
un sicario contratado por el ministro de Gobierno de Freile, Octavio Díaz, entró en la
celda a matarlo. Según Gangotena, el general llevaba consigo una botella de coñac,
que lanzó contra él.
El testigo del asesinato del general, Adolfo Sandoval, declaró en el proceso:
“Penetré por medio de aquel populacho hasta la puerta de aquel
establecimiento, que ya la encontré despedazada y que habían botado una especie de
muro de adobe, que habían hecho para resguardarle. Habiendo subido la escalera de la
Serie ‘E’ encontré en una celdilla a los generales Eloy Alfaro y Ulpiano Páez, y me
consta que el cochero José Cevallos, dirigiéndose al general Alfaro le dijo: ‘dónde están
los millones que has robado viejo sinvergüeza’, le dio de golpes con un palo que tenía
en la mano, lo boto al suelo, y en seguida con el rifle que tenía, lo mató, y luego hizo lo
mismo con el general Páez. Cuando muerto ya el general Páez, el carpintero Emilio
Suárez, le dio un barretazo en la cara que le hizo tortilla, sacaron sus cadáveres que los
botaron de ese altillo para abajo, y los bajaron. En seguida volvió a subir Cevallos,
gritando ‘falta un bandido’, y dirigiéndose a la celdilla en donde había estado el general
Flavio E. Alfaro, en cuyas puertas que habían estado aseguradas con candado, rompió
éste a balazos, penetró, le hizo un tiro, con el que cayó muerto, en cuyas circunstancias
entró un joven con pistola en mano, con la que también le hizo un tiro: no conocí a ese
joven, pero debe dar razón el sindicado Cevallos. Vi también al zapatero Montenegro
con cuchillo y que gritaba también, que había que matarles a los Flavistas, y el cochero
de la señora Isabel Palacios, hacía tiros en las celdillas de los presos, en compañía de
muchas personas a quienes no pude conocer porque eran numerosas y debido también
a la ofuscación que existía; pues es inexplicable lo que acontecía, puesto que los
hechos que pasaban eran terribles”
Al parecer, Cevallos tras golpear al expresidente le disparó dos tiros, uno en la
cara y otro en el ojo, quedando en la celda un charco de sangre y la botella rota.
Carmen Sandoval, una empleada del Penal, relató al fiscal haber visto lo
siguiente:
“Ví subir por la escalera de ese altillo a un joven de leva y dos muchachos,
armados con rifles, y dirigiéndose a las celdillas en que estaban los generales Eloy
Alfaro y Ulpiano Páez, los victimaron, y sacando arrastrado el cadáver del general
Alfaro, lo metieron por las barandas del pasamano de fierro de aquella Serie y lo
botaron hacia abajo al empedrado. Vi que el cadáver del general Páez, lo arrastraron y
le daban con piedras, sin haber podido conocer a ninguna persona que estos hechos
bárbaros cometían. Luego el general Flavio Alfaro, se encontraba solo en su celdilla,
era el único que no había sido muerto, cuando vi que se regresaba el cochero Cevallos,
de cerca de la puerta principal, y decía “falta un bandido”, y subiendo la escalera, en
compañía del zapatero Montenegro y N. Vaca, cochero de la señora Isabel Palacios y

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JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ

unas seis mujeres del pueblo que les seguían, fueron en busca del señor General
Flavio Alfaro y dando con él, así mismo lo victimaron. Cevallos estaba armado con un
rifle, el zapatero Montenegro con pistola y el zapatero Vaca con un cuchillo que lo tenía
a la mano, con el que le punzaba al referido general cuando lo sacaban arrastrando de
la celdilla; constándome además que el indicado General aún no moría. Todos los
cadáveres sacó la gente arrastrándolos, para la ciudad; y como repito, como el
populacho era numeroso y había una fuerte confusión, no se distinguía a las personas.
El preso criminal A. Flores, que ya cumplió su condena y salió en libertad, me refirió que
él también había visto que el cochero Cevallos, mató al general Flavio E. Alfaro. Lo que
dejo relacionado, observamos desde la Bomba, yo, la viuda del comandante Estrada, la
señora Rosa Sierra y la señora Dolores Jara".
Según relató Gangotena, Ulpiano Páez había escondido un revólver en la bota,
con el que pudo defenderse y abatir a uno de los atacantes, antes de recibir un tiro fatal
en el rostro.
Flavio Alfaro, que tenía la puerta de su celda cerrada, pudo resistir varios
minutos a los balazos que le disparaban desde el exterior, pero finalmente fue
alcanzado por tiros de rifle.
Los asesinos mataron a un preso común, al que confundieron con uno de los
políticos liberales.
En la versión de Andrade, un individuo de apellido Pesantes llamó al pueblo y
abrió las puertas, entregó los cadáveres y ordenó, que los arrastrasen y quemasen,
según estableció el fiscal Pío Jaramillo Alvarado en 1919 después de su investigación
de estos asesinatos, un grupo de artesanos mestizos, llamados José Cevallos, José
Emilio Suárez, Alejandro Salvador Martínez, Julio Vaca Montaño, María Mónica
Constante, Emilia Laso y Silverio Segura.11 fueron los principales cabecillas del grupo
de asesinos que ingresó por la fuerza al Penal de Quito y los organizadores del
linchamiento, y posterior quema de los restos. A pesar lo escrito por José María Vargas
Vila, en su libro "La muerte del Cóndor", no participaron en el crimen indígenas ni
personas venidas de otras ciudades, pues casi todos eran personas conocidas como
artesanos y cocheros de Quito. Sobre Cevallos, el fiscal no pudo concretar su relación
con el ministro de Gobierno, Octavio Díaz, con quien al parecer trabajaba y estuvo
pocos minutos antes de sumarse a la turba y liderar el asesinato de Alfaro. Esto fue
negado siempre por Díaz.
El espectáculo fue horrendo. Los cadáveres desnudos fueron amarrados por la
turba de pies y manos. Al cadáver del periodista liberal Luciano Coral un abogado le
cortó la lengua y la llevaba en la punta de su bastón mostrándola a la gente.
Mujeres como María Mónica Constante, alías La Chimborazo y Emilia Laso
encabezaron la carnicería, arrastrando ellas mismas los restos de los generales
asesinados por prácticamente toda la ciudad.

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JOSTIN ALEXANDER DÍAZ GÓMEZ

Fue desde el tejado de una casa en la Plaza de Aunque la turba gritaba "viva el pueblo católico",
Santo Domingo, que Gangotena pudo ver lo siguiente: la Iglesia Católica no participó en la masacre. El
arzobispo de Quito, Federico Gonzáles Suárez, relató
luego de los hechos:
“Me fui hasta la esquina a tiempo para alcanzar a
El cuerpo de Eloy Alfaro mientras era arrastrado
ver pasar el cuerpo desnudo de don Eloy Alfaro, que fue
al mediodía por las calles de Quito.
el que primero bajaron. Iba el cadáver desnudo de
cintura arriba, en las piernas conservaba un calzón azul "En los momentos en que los cadáveres de los
de paño; al lado de de la boca, en el lado izquierdo, tenía Generales Eloy Alfaro y Ulpiano Páez, eran arrastrados
una herida, que no pude saber si era de balazo o de por la Plaza de la Independencia, un grupo del pueblo
arma blanca. La cabeza parecía tener triturados todos los penetró al Palacio Arzobispal y se dirigió decididamente a
huesos del cráneo, de tal manera que temblaba como los departamentos ocupados por el I. y Rvmo. señor
una bolsa de gelatina: mil años viviré que no olvidaré Arzobispo. Al oír el ruido, salió de su cuarto Monseñor
nunca lo que he visto. En la caja del cuerpo, que iba González Suárez y adelantándose a los del grupo, les
descubierta, yo no pude ver herida alguna, aunque preguntó qué querían. A lo que le contestaron: Dénos su
decían que tenía una en la tetilla izquierda. Ví, sí, Señoría Ilustrísima el permiso para repicar las campanas
manchas de sangre en el pecho, pero no me parecieron de la Catedral, porque el señor Sacristán Mayor
sino provenientes de la herida de la cara. Al ver pasar (entonces el Presbítero señor José Miguel Meneses) no
esa masa horripilante, no pude contener un gesto de quiere permitirnos. Y ¿por qué quieren ustedes repicar
horror, me llevé constantemente las manos a la cara y se las campanas de la Catedral?, replicó el I. señor
me escapó un grito "qué horror". Pero entonces un Arzobispo. Porque, contestaron, debemos alegrarnos de
muchacho me increpó, "canalla ajo" me gritó, que hayan desaparecido los que tanto perseguían a la
apuntándome con un revólver (...) El populacho llevó los Iglesia. La Iglesia no puede aplaudir esta conducta, y así
cadáveres por toda la carrera Guayaquil, hasta la Plaza ustedes deben retirarse de aquí y les prevengo que no
de La Alameda, en donde se dice que mutilaron el cuerpo han de poner un dedo en las campanas de ninguna
de don Eloy Alfaro, cortándole el miembro viril." iglesia, concluyó el Prelado. No hubo, pues, repiques de
campana en las iglesias católicas, como pretendieron
Gangotena relata a continuación, que los
algunos exaltados.”
asesinos armados le obligaron a aplaudir el espectáculo
horrendo que presenciaba a punta de pistola.

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