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Marxismo/materialismo histórico:
Marx (1818-1883) escribió muy poco sobre las RRII, pero sus trabajos fueron
de inspiración para otros autores.
El sistema de producción económica (infraestructura) determina las estructuras
institucionales e ideológicas de la sociedad (superestructura).
Cada período de la historia contiene fuerzas en conflicto, o una dialéctica.
Varios autores van a extrapolar este punto al sistema internacional.
El marxismo es una tradición distinta en la teoría RRII. Rechaza la visión
liberal del mundo de los individuos interesados (que buscan maximizar sus
intereses) y la visión realista del mundo de los Estados soberanos y la
anarquía. Considera ambas perspectivas como limitadas y limitantes y cómo
caracterizadas por una política conservadora.
Comprensión relacional y orientada a los procesos de la vida humana. Ve
a los humanos como agentes productivos que en sus interacciones reproducen
o alternan continuamente su mundo y a ellos mismos.
La visión dialéctica desafía los enfoques empiristas que estudian las leyes de la
vida social y rechaza las afirmaciones objetivistas de la “naturaleza humana”.
Estados como instrumento al servicio de la burguesía, esfera interna e
internacional estrechamente vinculadas y RR. II. dominadas por la lucha de
clases (motor del cambio social).
Dirige su atención al conflicto (al igual que el realismo), ve en el conflicto el
proceso del continuo rehacer de la naturaleza humana y de la creación de
nuevos patrones de las relaciones sociales que cambian las reglas del juego y
de los cuales se puede esperar que surjan nuevas formas de conflicto.
El imperialismo como producto del desajuste estructural del mercado. Por
su atención al imperialismo, el materialismo histórico añade una dimensión
vertical de poder a la dimensión horizontal de rivalidad entre los estados más
poderosos, que centra casi exclusivamente la atención del neorrealismo. Esta
dimensión es la dominación y subordinación de la metrópoli sobre el entorno,
del centro sobre la periferia, en una economía política mundial.
Perspectiva dinámica y progresista del cambio social. La producción de
bienes y servicios —que crea la riqueza de una sociedad y la base para la
capacidad del estado para sustentar su política exterior en su poder— tiene
lugar en una relación de poder entre aquellos que controlan y aquellos que
ejecutan las tareas de producción. El conflicto político y la acción del estado
mantienen y transforman estas relaciones de poder de y en la producción.
Concepto de hegemonía
Aquí la teoría de la hegemonía de Gramsci es una de las
reconceptualizaciones más cruciales del pensamiento marxista. El poder
político se ejerce así a través del consentimiento en lugar de la coerción, donde
las clases dominantes articulan visiones sociales en términos de los intereses
de todos.
Robert Cox critica la teorización positivista de las RRII y aboga por una investigación
crítica gramsciana sobre el surgimiento de estructuras históricas.
Las teorías críticas del siglo xx van a encontrar su origen a la hora de pensar las
sociedades y eventualmente el sistema internacional, en la última tesis de Marx sobre
Feuerbach (1845/1888): “Los filósofos hasta ahora sólo han interpretado el
mundo de varias maneras; el punto es cambiarlo".
Para Lenin el imperialismo es la fase superior del capitalismo, aquí las potencias
centrales encuentran sus mercados internos colmados, por lo que la expansión
territorial se vuelve condición necesaria para colocar los excedentes en productos y
capitales. Esto conlleva una situación de empobrecimiento generalizado del
proletariado (que lo llevaría a tener una conciencia de clase y finalmente optar por la
revolución) y una explotación por parte de los burgueses de los países
centrales/avanzados a los Estados subdesarrollados.
Wallerstein y el Sistema-Mundo.
Wallerstein. Más allá de ser un autor sistémico, Wallerstein no deja de lado el rol que
juegan otros actores desde los Estados, a las burguesías nacionales a los gremios en
el surgimiento del capitalismo moderno.
El capitalismo floreció gracias a que existen dentro de sus límites no una sino
una multiplicidad de sistemas políticos. El capitalismo se basa en la constante
absorción de pérdidas económicas por parte de entidades políticas, mientras que la
ganancia es mayormente distribuida en manos privadas.
Teorías de la dependencia.
⚠ En este artículo Cox plantea cómo a lo largo del desarrollo de la disciplina de las
RRII se han ido enfrentando las distintas percepciones sobre el estado y sociedad civil.
Continúa presentando la importancia de los enfoques críticos.
Teoría crítica
Globalización económica: según él, va a generar una polarización entre los ricos y
los pobres, el incremento de la anomia social y el surgimiento de un populismo
excluyente (extrema derecha, grupos racistas).
Objetivo: entender como surgen los órdenes mundiales y sus normas, y como se da
el cambio de un orden mundial a otro, a través del cual buscaba construir un nuevo
orden mundial más justo.
Las instituciones proporcionan vías de gestión de los conflictos internos para minimizar
el uso de la fuerza. Las instituciones son una expresión de la hegemonía, no la
hegemonía misma.
HEGEMONÍA
La hegemonía, representada como acople entre el poder material, las ideologías y las
instituciones, puede parecer que se presta a una teoría cíclica de la historia;
uniéndose las tres dimensiones en ciertos tiempos y lugares y separándose en otros.
La explicación de cuanto, cómo y por qué se ajusta o desajusta, la podemos encontrar
en el campo de las fuerzas sociales conformadas por las relaciones de producción.
IMPERIALISMO
El sistema imperial es una estructura del orden mundial que se beneficia del
apoyo de una configuración particular de fuerzas sociales, nacionales y
transnacionales, y de los estados en el centro y la periferia. Uno debe tener cuidado
cuando se habla de estructuras; éstas son constricciones a las acciones, no actores.
El sistema imperial incluye algunas organizaciones formales y menos formales en el
nivel del sistema a través de las que pueden ejercer presiones sobre los estados sin
que estas organizaciones, en realidad, usurpen el poder del estado.
Las fuerzas sociales generadas al cambiar los procesos de producción son el punto de
partida para pensar en futuros posibles. Tres diferentes desenlaces del futuro del
sistema de estados:
ORDEN. Tanto Robert Cox (1986) como Immanuel Wallerstein (1997) consideran la
idea de orden como configuración de fuerzas específicas en un momento dado. Pero
Wallerstein tendrá aportes propios.
capitalista había existido ya por dos siglos. Surgió como consecuencia, la necesidad
de saber cómo sabemos y debatir acerca de cómo debemos saber.
¡OJO! el cambio dentro del sistema es posible, tanto hacia arriba como hacia abajo,
los Estados pueden modificar su posición (ej: China, que pasó de la periferia al
centro). También se puede dar un cambio en el orden capitalista. Para comprender la
evolución de un sistema mundo, el autor va a considerar la economía-mundo con
características cíclicas, y va a plantear un enfoque histórico entendido a partir de
procesos de corta, mediana y larga duración ; lo que busca es analizar los ciclos
hegemónicos en donde la cultura tiene gran influencia a la hora de dotar de legitimidad
y estabilidad a ese sistema.
El orden es posible, puede ser necesario, el mismo puede darse dentro del
sistema actual o se puede ir a un nuevo ordenamiento. El cambio no necesariamente
será para mejor (puede ser más conflictivo) y la transición será turbulenta.
Luego están los particularismos de los medios en declive. Estos grupos pueden
definirse a sí mismos de cualquier manera: clase, raza, etnia, idioma, religión. En las
presiones incesantemente polarizadoras de la economía mundial capitalista, siempre
hay grupos de personas cuyo estatus en la jerarquía de prestigio y cuyo nivel de vida
está disminuyendo con referencia a un pasado reciente. Y esas personas son
naturalmente ansiosas, resentidas y combativas.
Hay que tener en cuenta que todos nos movemos de un lado a otro a través
de todas estas variedades constantemente, y adoptamos varias de ellas en cualquier
momento y espacio. Las implicaciones políticas de cada una tampoco están grabadas
en piedra. Su papel es una función de la situación social total en la que ocurren y en la
que se perciben.
La idea general es que, más allá de la anarquía, hay una sociedad de Estados
a nivel internacional. Del mismo modo, sus miembros concuerdan en que las ideas,
antes que simplemente las capacidades materiales, forman la conducta de las políticas
internacionales.
Los solidarios por su parte, con Wight como referente principal, argumentan
con una visión cosmopolita que la sociedad de Estados debería buscar impulsar y
promover los derechos humanos, habiendo al menos el potencial para el respeto
mutuo y el reforzamiento del derecho internacional y la ética universal, normas y
valores compartidos y que deberia hacerse lo necesario para desarrollar ese potencial.
De ahi que ven al individuo como un sujeto de estudio en si mismo y consideran que la
necesidad de protegerlo puede justificar la violación de principios como los de la
soberania y la no intervención.
Las categorias no son necesariamente excluyentes entre si, sino que hay
posturas priman más que otros según el sector (economía, medio ambiente, aspectos
militares) o regiones analizadas. Al mismo tiempo, estas posturas y sus defensores, no
son estáticos.
Los autores de esta escuela no ven a los Estados como cosas que pueden
existir o interactuar en función de ellos mismos; sino que no pueden existir sin los
seres humanos que los componen y actúan en su nombre (diplomáticos, estadistas,
gobernantes, etc); lo que importan son las ideas en las que los actores creyeron y
cómo intentaron ejecutarlas. Es por esto que se mantuvieron dentro de enfoques más
tradicionalistas, con el empleo de métodos sociologicos, interpretativos e histórico-
filosóficos (aunque sin descuidar su compromiso con la objetividad científica).
Estados están obligados por las leyes e instituciones que crean. Pero no significa que
rechazan a las otras dos, sino que se ven como una via media entre ambas al
incorporar elementos de una y otra a su análisis.
Asi, de los realistas tomaron, entre otras cosas, al estado como actor central, la
clara diferencia entre la política interna y externa de los Estados, la importancia del
poder y del interés nacional, y la existencia de un sistema internacional anárquico. Sin
embargo, disentirán respecto a la naturaleza esencialmente conflictiva de este último,
rechazando la visión de que la política mundial es un estado de naturaliza hobbesiano,
por considerar que la anarquía no imposibilita el desarrollo de conductas cooperativas
y la presencia de cierto orden internacional. Más bien consideran que lo que existe es
una sociedad anárquica integrada por Estados soberanos que nace de un balance de
poder, que constituye normas asentadas en conductas consuetudinarias y en su propio
interés, y en una subordinación compartida a un conjunto específico de normas
universales. Además, la Escuela Inglesa concibe el cambio en el sistema, aunque la
misma no implicaría necesariamente un mundo mejor.
Otro aspecto que ubica a los racionalista en un punto intermedio tiene que ver
con la dinámica del jugo, el cual no es totalmente de suma cero (realista) ni
cooperativo (revolucionista), sino que según Bull se trata de un juego que es, en parte
distributivo, y en parte también productivo. De ahí que rechacen tanto el excesivo
pesimismo de los realistas como el desmedido optimismo de los revolucionistas.
El orden que los individuos buscan en la vida social consiste en una pauta que
conduce a un resultado determinado, a una organización de la vida social que
promueve determinados fines o valores. Aunque hay discrepancias acerca de cuales
son los mismos, lo que genera diferentes concepciones de como deberia ser el orden,
todas las sociedades reconocen los siguientes fines básicos o primarios y se dotan de
estructuras que los promueven:
Todas las sociedades intentar asegurarse de que la vida será, en cierto modo,
segura frente a la violencia que pueda resultar en muerte o daño corporal.
Todas las sociedades intentan asegurarse de que las promesas, una vez
hechas; se cumplirán, o que los acuerdos, una vez pactados, serán
respetados.
Todas las sociedades persiguen el objetivo de asegurarse de que la posesión
de las cosas permanecerá, hasta cierto punto, estable y que no será
amenazada de forma permanente y sin límites.
Por orden en la vida social Bull entiende unas pautas de actividad humana que
cumplen con unos fines elementales, primarios o universales para la vida social como
son éstos. Estos fines también son primarios en el sentido de que cualquier otro fin
que la sociedad se plantee presupone su realización en cierta medida. Con esto el
autor no pretende decir que los fines elementales o primarios de la vida social tengan
o deban tener prioridad sobre otros y tampoco que estos fines sean totalmente
obligatorios.
Por orden internacional Bull se refiere a la pauta de actividad acorde con los
fines elementales o primarios de la sociedad de estados, es decir, de la sociedad
internacional.
Es por estas razones, entre otras, que la anarquía no refuta por si misma la
existencia de una sociedad internacional. No obstante, es importante no olvidar las
limitaciones que caracterizan a esta sociedad internacional anárquica. Puesto que la
sociedad internacional no es sino uno de los elementos básicos que operan en la
Pero las normas en sí mismas no son más que constructos intelectuales. Sólo
si son efectivas juegan un papel en la vida social. La efectividad de una norma no
consiste en que sea respetada por todas las personas o grupos a los que sea aplicable
y en cualquier circunstancia. Por el contrario, cualquier norma efectiva suele ser
violada de vez en cuando y, si no existiera la posibilidad de que el comportamiento real
fuera distinto del prescrito, no tendría sentido la existencia de la norma. Pero para que
una norma sea efectiva en una sociedad debe ser obedecida hasta cierto punto, y
debe ser tenida en cuenta como un factor más en los cálculos de aquellos a quienes
es aplicable, incluso si optan por violarla. Cuando las normas dejan de ser meros
constructos intelectuales y resultan ser efectivas en el sentido descrito, se debe en
parte a la existencia de instituciones que llevan a cabo toda una serie de funciones:
8. Las normas deben ser "protegidas" frente a los cambios que se puedan
producir en la sociedad y que puedan socavar su funcionamiento efectivo.
los que deben llevar a cabo esta función en ausencia de un gobierno supremo
equivalente al del estado moderno y en ausencia también del grado de solidaridad que
caracteriza al desempeño de estas funciones por los grupos políticamente
competentes de las sociedades primitivas sin estado. En este sentido, se puede decir
que los estados son las instituciones principales de esta sociedad de estados.
Los Estados son quienes: comunican las normas, las administran, las elaboran, las
ejecutan, las protegen y las legitiman.
internacional, hoy en día, a través de organismos casi universales como las Naciones
Unidas y sus agencias especializadas, está formalmente comprometida con algo que
va mucho más allá del mantenimiento de un mínimo orden o coexistencia, ha
adoptado la idea de la justicia internacional o interestatal, así como de la justicia
individual o humana, e inclu- . so se ha mostrado 'receptiva, a través de su apoyo a la
idea de transferencia de recursos de los países ricos a los pobres, al objetivo de
justicia mundial.
Existe una incompatibilidad entre, por un lado, las normas e instituciones que
en la actualidad mantienen el orden dentro de la sociedad de estados y, por otro, las
demandas de justicia mundial, que implican la destrucción de esta sociedad; las
demandas de justicia humana, que sólo tienen cabida en ella de forma selectiva y
parcial; y las demandas de justicia interestatal e internacional, a las que la sociedad de
estados no es especialmente hostil, pero a las que tampoco puede satisfacer más que
parcialmente. Puesto que el marco de la sociedad internacional no logra satisfacer
estas ideas de justicia, ¿qué consecuencias tendrían para el orden internacional los
intentos de llevarlas a cabo? ¿Acaso la única forma de alcanzar la justicia en la política
internacional, en sus distintas versiones, es minando el orden internacional? Es
posible distinguir tres doctrinas típicas-ideales que ofrecen respuestas a estas
preguntas:
Por equilibrio de poder Bul entiendo un estado de las cosas tal que ningún
poder está en una posición preponderante de forma que pueda imponer la ley a los
demás" 1. Cuando utilizamos este término normalmente es el poder militar lo que
tenemos en mente, pero también se puede referir a otros tipos de poder en la política
mundial.
El bajo grado de conflictos armados entre los países de la América del Sur y el
fuerte apego a las normas (formales e informales) de resolución pacífica de disputas,
activos incuestionables de la región en comparación con lo que ocurre en otras
convulsionadas regiones del planeta, son aspectos mayormente desatendidos por las
lecturas originadas en los centros de poder mundial. Sin embargo, Anzelini y Castro
desarrollan una lectura optimista sobre la realidad y perspectivas de América del Sur
en materia de seguridad internacional. La base de este enfoque supone tomar por
unidad de análisis a los Estados nacionales, dejando de lado los canales
transnacionales e intraestatales. Cabe señalar que en el plano interestatal no existe
otra región del mundo que tenga en materia de resolución pacífica de controversias el
número de acuerdos, tratados, convenciones y resoluciones que detenta América del
Sur.
del sistema internacional, noción que se halla fuertemente teñida por la concepción
realista del conflicto real o potencial entre los Estados, es espacio para la cooperación
es sólo marginal. Así, como sostiene Sterling-Folker, la idea de sistema internacional
admite sólo intercambios diplomáticos mínimos y negociación de ciertos tratados,
mientras que, tal como se deduce de la definición de Bull, la idea de sociedad
internacional supone intereses compartidos, reglas comunes, codificación de esas
reglas mediante instituciones y un espacio razonable para la cooperación. En el caso
de América del Sur, la definición de Bull resulta perfectamente aplicable.
Enfoque constructivista:
Enfoque de Wendt.
guían la conducta. La conclusión a la que arriba Wendt es que las culturas son el
producto de la interacción de acuerdo a ciertas identidades de rol. Entonces, la
interacción produce cambios en las identidades y no sólo en los comportamientos,
abriendo las puertas a la posibilidad de cambio de la estructuras.
Criticas al constructivismo.
fin y al cabo. Siguiendo este conocimiento provisional, ego realiza un nuevo gesto, de
nuevo mostrando las pautas según las cuales responderá a alter, y, después, alter
vuelve a responder, y así van ampliando la cantidad de conocimiento que cada uno
tiene sobre el otro. Es un mecanismo de refuerzo. Si el proceso se repite durante el
tiempo suficiente, estas “tipificaciones recíprocas” crearan conceptos relativamente
estables del yo y del otro sobre el objetivo de la interacción. Es mediante esta
interacción recíproca como se crean y se representan las estructuras sociales
relativamente duraderas con las que definimos nuestras identidades y nuestros
intereses.
Los sistemas de seguridad de autoayuda evolucionan a partir de ciclos de
interacción en los que cada parte actúa de forma que el otro siente su yo amenazado,
creando la sensación de que no se debe confiar en el otro. Las identidades
competitivas y egoístas encuentran su causa en esta inseguridad; si el otro es una
amenaza (o viceversa), el yo se ve obligado a “reflejar” tal comportamiento en su
concepto de relaciones con los otros.
Los sistemas de interacción competitivos son propensos a los “dilemas” de
seguridad, dilemas en los que los esfuerzos de los actores para fortalecer su
seguridad de forma unilateral amenaza la seguridad de los otros, perpetuándose la
desconfianza y la alienación. Sin embargo, las formas de identidad y los intereses que
dan lugar a estos dilemas son efectos de la interacción en curso y no exteriores a ella;
las identidades se producen dentro de una “actividad concreta” y mediante ella. Eso sí,
una vez institucionalizado tal dilema puede ser muy difícil cambiarlo.
1. Una vez formado, cualquier sistema social aparece ante cada uno de sus
miembros como un hecho social objetivo que premia ciertos comportamientos y
disuade de mantener otros.
2. El cambio sistémico puede también ser impedido por actores interesados en
mantener el papel relativamente estable de las identidades. Estos intereses
tienen su razón de ser no sólo en el deseo de minimizar la incertidumbre y la
ansiedad, manifiesto en los esfuerzos por confirmar las creencias existentes
sobre el mundo social, sino también en el deseo de evitar los costes previstos
en caso de ruptura de los compromisos contraídos con los otros como parte de
las prácticas del pasado. El nivel de resistencia que suponen estos
compromisos dependerá de la “relevancia” de una determinada identidad para
el actor.
papel significativo para las ideas, pero en la mayoría de los casos serán las ideas las
que den sentido a las condiciones materiales y no al revés.
La comprensión compartida sobre la violencia varía de lo general (matar o ser
asesinado) a lo específico (usar banderas blancas para rendirse). Si bien cada uno
puede estudiarse individualmente, mi propuesta, adaptada de Bull and Weight, es que
tienden a agruparse en tres culturas con lógicas y tendencias distintas, Hobbesiana,
Lockeana y Kantiana. Trataré estas culturas como tipos ideales, aunque creo que las
tres han sido creadas en diferentes momentos y lugares en la historia internacional: no
pretendo que agoten las posibles formas de anarquía, solo que son particularmente
sobresalientes.
Un aspecto clave de cualquier forma cultural es su estructura de roles, la
configuración de la posición del sujeto que las ideas compartidas ponen a disposición
de sus titulares. Las posiciones de los sujetos están constituidas por representaciones
de sí mismo y de otros tipos particulares de agentes relacionados de maneras
particulares, que a su vez constituyen la lógica y los requisitos de reproducción de un
sistema cultural distinto (escuelas, iglesias, organizaciones políticas, etc.). La
reproducción de estos sistemas solo ocurre cuando las personas reales desempeñan
los roles, pero dado que diferentes personas pueden ocupar el mismo puesto con el
tiempo y realizarlo de diferentes maneras, los roles no pueden reducirse a individuos.
Los roles son atributos de estructuras, no de agentes.
Aunque en la mayoría de las culturas los roles están funcionalmente
diferenciados, la anarquía hace que sea difícil mantener la asimetría de roles hasta
que se mitigue el problema de la violencia, por lo que propongo que en el núcleo de
cada tipo de anarquía haya una sola posición: en las culturas hobbesianas es
"enemigo" en las lockeanas "rival" y en las kantianas "amigo". Cada uno implica una
postura u orientación distinta del Ser hacia el Otro con respecto al uso de la violencia,
que puede realizarse de múltiples maneras a nivel micro. La postura de los enemigos
es de adversarios amenazadores que no observan límites en su violencia entre ellos;
el de los rivales es uno de los competidores que usarán la violencia para promover sus
intereses pero se abstendrán de matarse entre ellos; y el de amigos es uno de los
aliados que no usan la violencia para resolver sus disputas y trabajar en equipo contra
las amenazas de seguridad.
La estructura y las tendencias de los sistemas anárquicos dependerán de cuál
de nuestros tres roles - enemigo, rival y amigo - domine esos sistemas, y los estados
estarán bajo la presión correspondiente para internalizar ese papel en sus identidades
e intereses.
La cultura hobbesiana.
Los enemigos se encuentran en un extremo de un espectro de relaciones de
roles que rigen el uso de la violencia entre el Ser y el Otro, distinto en especie de los
rivales y amigos. Los enemigos están constituidos por representaciones del Otro como
un actor que (1) no reconoce el derecho del Ser a existir como un ser autónomo, y por
lo tanto (2) no limitará voluntariamente su violencia hacia el Ser.
Un enemigo no reconoce el derecho del Ser a existir como un sujeto libre en
absoluto, y por lo tanto busca "revisar" la vida o libertad de este último (llame a esto
revisionismo "profundo"). Por el contrario, se cree que un rival reconoce el derecho del
Ser a la vida y la libertad, y por lo tanto busca revisar solo su comportamiento o
propiedad (revisionismo "superficial"). La violencia entre enemigos no tiene límites
internos; cualesquiera que sean los límites se deben únicamente a capacidades
inadecuadas (un equilibrio de poder o agotamiento) o la presencia de una restricción
externa (Leviatán). Este es el tipo de violencia que se encuentra en un estado de
naturaleza. La violencia entre rivales, en cambio, es autolimitada, limitada por el
reconocimiento del derecho de los demás a existir. Este es el tipo de violencia
característico de la "civilización".
Es posible que una anarquía hobbesiana no tenga cultura alguna. Aquí, todo el
conocimiento es privado en lugar de compartido. Es poco probable que esta situación
de puro conocimiento privado dure mucho. Desde el inicio de un Primer Encuentro, los
actores estarán aprendiendo unos de otros y alineando sus expectativas, y también
tendrán un incentivo para comunicarse, aunque solo sea para exigir y concertar la
rendición. El hecho de que no se reconozcan mutuamente el derecho a la vida y la
libertad es, sin embargo, una fuerte restricción para que puedan formar una cultura, ya
que significa que es tan probable que maten al Otro como que compartan ideas con
él.
En esta cultura, los estados han compartido el conocimiento de al menos tres
cosas: (1) que están tratando con otros estados, seres como ellos; (2) que estos seres
son sus enemigos y por tanto amenazan su vida y libertad; y (3) cómo lidiar con los
enemigos: cómo hacer la guerra, comunicar amenazas, organizar rendiciones,
equilibrar el poder, etc. Lo que los estados comparten ahora, en resumen, son las
normas de una cultura de realpolitik, donde la política de poder y la autoayuda no son
solo regularidades de comportamiento, como en la naturaleza, sino un entendimiento
compartido sobre "cómo se hacen las cosas".
El conocimiento compartido que constituye las culturas lockeana y kantiana
está institucionalizado en gran medida en el derecho y los regímenes internacionales,
con las correspondientes manifestaciones a nivel nacional. Por el contrario, la
naturaleza violenta y alienada de la cultura hobbesiana asegura que no es probable
que sus normas se formalicen a nivel sistémico y, de hecho, es posible que sus
miembros ni siquiera las vean como normas, o que ellos mismos formen una cultura.
La cultura lockeana.
La cultura lockeana tiene una lógica diferente a la hobbesiana porque se basa
en una estructura de roles diferente, la rivalidad en lugar de la enemistad. Como
enemigos, los rivales están constituidos por representaciones sobre uno mismo y el
otro con respecto a la violencia, pero estas representaciones son menos
amenazantes: a diferencia de los enemigos, los rivales esperan que los demás actúen
como si reconocieran su soberanía, su "vida y libertad" como un derecho, y por tanto,
no intentar conquistarlos ni dominarlos. Dado que la soberanía estatal es territorial, a
su vez, esto implica el reconocimiento de un derecho a alguna "propiedad" también.
Sin embargo, a diferencia de los amigos, el reconocimiento entre rivales no se
extiende al derecho a estar libre de violencia en las disputas. Además, algunas de
estas disputas pueden estar relacionadas con las fronteras, por lo que la rivalidad
podría implicar cierto revisionismo territorial.
La rivalidad subyacente es el derecho a la soberanía. Los derechos son
capacidades sociales que se confieren a los actores mediante el "permiso" de otros
para hacer ciertas cosas. Un estado poderoso puede tener la capacidad material para
defender su soberanía contra todos los interesados, pero incluso sin esa capacidad,
un estado débil puede disfrutar de su soberanía si otros estados la reconocen como un
derecho. La razón de esto es que una característica constitutiva de tener un derecho
es la autolimitación por parte del Otro, su aceptación del goce del Yo de ciertos
poderes.
Los estados reconocen la soberanía de los demás como un derecho, entonces
podemos hablar de soberanía no solo como una propiedad de los estados
individuales, sino como una institución compartida por muchos estados. El núcleo de
esta institución es la expectativa de que los estados no intentarán quitarse la vida y la
libertad de los demás.
Las dos reglas de la amistad generan las lógicas y tendencias a nivel macro
asociadas con las "comunidades de seguridad pluralistas" y la "seguridad colectiva".
La guerra es siempre una posibilidad lógica entre Estados porque la capacidad de
violencia es inherente a su naturaleza, pero en una comunidad de seguridad pluralista
la guerra ya no se considera una forma legítima de resolver disputas. Esto no evita
que surjan conflictos, pero cuando surgen se manejan mediante negociación, arbitraje
o los tribunales, incluso cuando el costo material de la guerra para una o ambas partes
puede ser bajo.
Conclusión.
No existe una "lógica de la anarquía" per se. El mismo término "anarquía" deja
claro por qué debe ser así: se refiere a una ausencia ("sin regla"), no a una presencia;
nos dice lo que no hay, no lo que hay. Es un recipiente vacío, sin significado intrínseco.
Lo que le da sentido a la anarquía son los tipos de personas que viven allí y la
estructura de sus relaciones. la anarquía puede tener al menos tres culturas distintas,
hobbesiana, lockeana y kantiana, que se basan en diferentes relaciones de roles,
enemigo, rival y amigo. Estas estructuras y roles se ejemplifican en las
representaciones estatales del Yo y el Otro (identidades de roles) y las prácticas
subsiguientes, pero es en el nivel macro, relativamente autónomo de lo que los
estados piensan y hacen, donde adquieren lógicas y tendencias que persisten en el
tiempo.
Las estructuras más importantes en las que se insertan los estados están
hechas de ideas, no de fuerzas materiales. Las ideas determinan el significado y el
contenido del poder, las estrategias mediante las cuales los estados persiguen sus
intereses y los propios intereses. (Tenga en cuenta que esto no quiere decir que las
ideas sean más importantes que el poder y el interés, sino que las constituyen.
Contexto de emergencia.
Lo que se había globalizado era el modo de ejercicio del poder liberal. Buena
parte de la corriente posmodernista apuntó sus miradas a dos autores que habían
hecho del liberalismo su centro de atención: Carl Schmitt y Michel Foucault. La
utilización de estos dos autores por los posmodernistas buscaría reflexionar en torno
del discurso liberal y su modo de ejercicio del poder asociado, siguiendo una
preocupación central en estos análisis: las de la relación del saber con el poder.
Características.
apunta tanto al discurso de la disciplina como a aquél cuyos portadores son los
funcionarios que participan en los procesos de decisiones y su relación con la
construcción de la identidad internacional.
Posmodernismo y constructivismo.
En 1988 dos eran los ejes básicos sobre los que giraban las intervenciones
feministas en Relaciones Internacionales: por un lado, mostrar los prejuicios de género
inherentes a las aproximaciones teóricas dominantes y a las agendas de investigación
disciplinarias y, por otro, probar que la incorporación de las mujeres y el género al
análisis del juego internacional modificaría las fronteras teóricas y las ideas
preconcebidas sobre lo que era relevante para explicar, evaluar y comprender dicho
juego.
Las teorías feministas contemporáneas hunden sus raíces en los siglos xvii,
xviii y xix. Mucho antes del movimiento a favor del sufragio femenino, mujeres como
Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft y Harriet Taylor Mill marcaron su época
reivindicando los derechos de las mujeres en nombre de la tradición filosófica liberal.
La idea liberal de igualdad procede de una concepción de la naturaleza humana y de
la sociedad fundamentalmente individualista. De acuerdo con esta premisa, el
liberalismo atribuye derechos específicamente a los individuos, sobre la base de su
capacidad para razonar. Siendo indiferente el fundamento físico de esta capacidad, los
derechos están disponibles en principio para todos los individuos.
Pese a las diferencias que los separan, estos dos segmentos del feminismo
liberal se fundamentan en la misma propuesta epistemológica: empirismo feminista.
Aunque esta propuesta acepta la hipótesis positivista de la separación entre objeto y
sujeto, manteniendo la existencia de un mundo externo al investigador que se puede
descubrir mediante el uso correcto de las herramientas metodológicas —razón, lógica,
observación, medición, verificación y falsificación— heredadas de la Ilustración,
censura el sexismo y el androcentrismo que singularizan a la investigación científica.
El empirismo feminista defiende que es más probable que las mujeres (o las feministas
y los feministas, sean mujeres u hombres), como grupo, obtengan más resultados no
sesgados y objetivos que los hombres (o los no feministas y las no feministas), como
grupo. , la restauración de la objetividad se traduce en la incorporación de un mayor
número de mujeres en las Relaciones Internacionales como objetos de conocimiento
—sistemáticamente excluidas o escasamente presentes en los relatos elaborados por
las lentes deformadoras de observadores (hombres) particulares— y como
conocedoras.
Así las cosas, una de las divergencias más significativa entre el feminismo
postmoderno y las aproximaciones feministas consideradas previamente es la
deconstrucción de conceptos preexistentes, incluido el de «mujer». Para los feministas
posmodernos, el hecho de asignar un estatus ontológico a la mujer causa problemas:
hacer uso de ella como un concepto o categoría de análisis presupone efectivamente
que todos los individuos del sexo femenino, independientemente de otros rasgos de su
identidad como la clase o la etnia, conforman un grupo homogéneo, reconocible con
anterioridad al proceso de análisis.
Durante gran parte del siglo XX, diversos estudios en ciencias sociales
denotaron una diferencia entre el norte y el sur del globo. Términos como tercer
mundo, periferia o países subdesarrollados eran ocupados comúnmente para la
categorización de los países del sur. Con el desarrollo industrial y economico apoyado
en severos cambios políticos suscitados en algunos países, se consideró por algún
tiempo la categorización de economías emergentes, un nivel intermedio entre ambos
polos de desarrollo. Sin embargo, con el fin de la guerra fría esto cambio, académicos
que trabajan dentro de tradiciones teóricas críticas han incrementado el uso de
conceptos relacionales y no tanto de índole meramente geopolitico.
Todos los medios políticos y sociales se caracterizan por seguir dos lógicas de
actuación: la “lógica de las consecuencias esperadas” y la “lógica de la pertinencia”. La
lógica de las consecuencias esperadas contempla la acción política y sus
resultados (incluidas las instituciones), como producto de una conducta calculadora
racional diseñada para maximizar un conjunto dado de preferencias inexplicadas. La
lógica de la pertinencia entiende la acción política como producto de principios, roles
e identidades que estipulan una conducta pertinente o conveniente en situaciones
dadas. La cuestión que se plantea no es la de cómo maximizar el propio interés, sino
más bien la de, dado quién soy, cómo debería actuar en esta circunstancia.
Los gobernantes y no los Estados son los que eligen políticas, reglas e
instituciones. Que respeten o no la soberanía legal internacional y la soberanía
westfaliana depende de las decisiones que tomen los gobernantes. No existe una
estructura jerárquica que evite que los gobernantes violen la lógica de la pertinencia
asociada al reconocimiento mutuo o a la exclusión de autoridades externas. Esos
gobernantes pueden reconocer a otro Estado o no hacerlo, pueden reconocer
entidades carentes de independencia jurídica o de territorio.
Si bien la mayor parte de los Estados del sistema internacional han disfrutado
de reconocimiento internacional, es mucho más reducido el número de éstos que ha
gozado de una soberanía westfaliana. La soberanía westfaliana puede violarse
mediante la intervención (coerción e imposición) y a través de invitaciones (convenios
y contratos). Los Estados más poderosos han optado por la intervención, manteniendo
una coerción sobre las autoridades públicas de Estados más débiles para que
aceptaran estructuras de autoridad dictadas desde el exterior. Los gobernantes
también han hecho uso de la invitación, políticas voluntarias que comprometen la
autonomía de la propia entidad política, como la firma de acuerdos sobre derechos
humanos establecidos por estructuras judiciales supranacionales, o la aceptación de
acuerdos sobre préstamos internacionales que proporcionan a quienes conceden no
sólo el derecho de cobrarlos, sino también a influir sobre políticas e instituciones
internas.
Conclusión.
América del Sur es una de las regiones del “mundo moderno” o “sistema
interestatal westfaliano” que resulta mayormente afectada por la primera configuración
del poder descripto por Cox: el imperio (imperio; sistema interestatal; sociedad civil).
Sin embargo, el hecho de ser una región afectada por la influencia de una potencia
hegemónica no significa que los países sudamericanos carezcan de activos a partir de
los cuales desplegar estrategias restrictivas de poder.
Esto significa que se admitió a EE.UU. como líder del mundo occidental, pero al
interior del bloque liderado por Washington Argentina optó por la estrategia de
autonomía heterodoxa. Las discrepancias registradas a lo largo de la década en las
relaciones con EE.UU. no obedecieron a una postura antiimperial, sino más bien a la
necesidad de marcar la distinción entre el interés nacional estadounidense (como líder
Conclusión.
Viabilidad nacional: Es una categoría relativa que varía con las circunstancias
históricas y socioculturales. Depende del momento histórico del país en la
medida de que cuente con un mínimo crítico de recursos humanos y naturales,
incluida la capacidad de intercambio internacional. A mayores exigencias
tecnológicas de la época, mayores masas mínimas necesarias (recursos
naturales y población). Este mínimo crítico está también condicionado por el
nivel de integración sociocultural del respectivo país y por el nivel educacional y
moral de su población (a mayores niveles, mayor eficacia).
Permisibilidad internacional: Es de más difícil caracterización abstracta. Se
refiere fundamentalmente a la medida en que, dada la situación geopolítica de
un país y sus relaciones internacionales, este país dispone de condiciones
(puramente internas o externas e internas) para neutralizar el riesgo
En este trabajo los autores proponen una resignificación del concepto de autonomía
en materia de relaciones internacionales, con el objeto de adaptar esta noción a las
nuevas circunstancias mundiales y regionales. Frente a la idea tradicional de
autonomía definida como “oposición” a un marco de relaciones, presentan una
definición alternativa que se construye “dentro” de un determinado contexto y que
llaman “Autonomía Relacional”.
Las distintas circunstancias de tiempo y lugar han dado espacio a una diversidad de
enfoques teóricos utilizados para caracterizar a la soberanía.
Para los académicos la autonomía fue percibida como una situación que no era propia
de los países latinoamericanos y, por consiguiente, como una meta por alcanzar. El
logro de la autonomía durante el siglo XX se convirtió en una poderosa idea fuerza que
unió sectores ideológicamente diversos. En los años `70, esta idea fuerza llegó a su
apogeo de la mano de un intenso activismo en materia de política exterior y de los
cambios producidos en el sistema internacional.
En los años `80 esta teoría fue rechazada por otra teoría también normativa : el
“utilitarismo de la periferia”, sus elementos sustantivos fueron la optimización de la
felicidad entendida como el logro del bienestar material, el hincapié en la noción de
utilidad como criterio de validación de lo que realmente genera dividendos, el énfasis
en el cálculo racional y estratégico costo-beneficio, sobre la base del interés personal,
para comprender tanto la motivación como la acción humana, la reivindicación de una
ética de las consecuencias por sobre una ética de los principios, el rechazo al
pensamiento especulativo e idealista, la compresión de la política como instancia
únicamente dirigida a la gratificación económica egoísta.
El realismo de la periferia fue desplazado desde fines de los ochenta por la corriente
utilitarista que identificó al realismo político con la concordancia con lo históricamente
necesario, esto es, con el cálculo correcto de medios y fines.
Según Russell y Tokatlian las nuevas circunstancias mundiales y del Cono Sur
requieren una resignificación del concepto de autonomía como condición, es decir, la
capacidad de los países para tomar decisiones sin seguir los deseos, preferencias u
órdenes de otros. Estas mismas circunstancias complican el significado de autonomía
Carlsnaes define a la política exterior como todas aquellas acciones que, expresadas
en términos de objetivos claros, compromisos o directivas y perseguidas por los
representantes del gobierno actuando en representación de sus comunidades
soberanas, están dirigidas a los objetivos, condiciones y actores (tanto
gubernamentales como no gubernamentales) a los que quieren afectar y que se
encuentran más allá de su legitimidad territorial. Desde otra perspectiva, Hill la define
simplemente como la suma de las relaciones exteriores oficiales llevadas a cabo por
un actor independiente (en general un Estado) en las relaciones internacionales. A
partir de estas definiciones es posible extraer tres conclusiones:
La política exterior no se constituyó como una rama formal de conocimiento sino hasta
después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces, se la consideraba parte de la
política doméstica, si bien se destacaba la primacía de la política exterior por sobre las
demás políticas públicas, ya que atañe directamente al interés nacional y a valores
fundamentales.
No todas las escuelas abordaron a la política exterior del mismo modo ya que algunas
hicieron foco en la dimensión del Estado y su interacción con el sistema internacional
(Rosenau), otras profundizaron en la dimensión estatal para explicar cómo sus
diferentes agentes toman decisiones (Snyder), y una visión que se focalizó en la
relevancia de los individuos en los resultados de política exterior (Sprout). En una
perspectiva amplia, es posible asociar cada una de estas tres corrientes con los
niveles de análisis introducidos por Waltz:
internacional. Los fenómenos de política exterior son transversales a los cinco niveles
y se pueden explicar desde todos ellos. Estos niveles pesarían más o menos en la
formulación de la política exterior de un Estado en función de sus dimensiones y de su
desarrollo social, político y económico.
VAN KLAVEREN, Alberto “El análisis de la política exterior: una visión desde
América Latina”
La política exterior es una política pública, pero es más que eso. Por medio de la
política exterior, los Estados se relacionan con el sistema internacional y se adaptan a
éste. De esta manera, la política exterior se vincula a la disciplina de las relaciones
internacionales, representando un área específica en ese ámbito. La política exterior
también suele parecer diferente al resto de las políticas. Muchas veces se identifica
como una política de Estado que está por sobre las diferencias políticas internas y los
cambios de gobierno. Se le atribuye permanencia y se aspira a que sea congruente y,
ocasionalmente en el discurso público, invariable. Van Klaveren expone los elementos
básicos del análisis de la política exterior, identifica sus factores externos e internos, y
menciona sus principales actores, desde una perspectiva latinoamericana.
generan entre ellos. Es probable que la clasificación más conocida y utilizada de las
variables que afectan los comportamientos de política exterior sea la que distingue
entre factores externos e internos. Los analistas han demostrado la relevancia que
asume el contexto interno de los países en la elaboración de la política exterior. El
énfasis en los factores internos ha permitido a los expertos superar las limitaciones del
análisis tradicional de la política del poder, que tendía a considerar que los países se
comportaban con independencia de las fuerzas políticas y sociales internas en la
búsqueda de intereses nacionales evidentes por sí solos. Cualquier análisis que
eleva a los factores internos o externos a la categoría de determinantes
primarios y exclusivos de la política exterior está condenado al fracaso. Las dos
categorías de factores no están en competencia, sino que se complementan.
Contexto externo.
El medio externo de cada Estado comprende el sistema global compuesto por el resto
de los Estados, tanto de manera individual como en una variedad de combinaciones.
El sistema global se caracteriza por una situación de interdependencia compleja e
incluye diferentes regímenes internacionales. La noción de sistema global también
comprende una variedad de actores no estatales; éstos pueden variar desde
organizaciones intergubernamentales hasta organizaciones no gubernamentales.
Todos estos actores pueden transferir influencias desde el medio externo a cualquier
sistema de política exterior.
Por otra parte, las perspectivas de política del poder se centran igualmente en el
contexto externo y se caracterizan por su orientación estratégica, racional y
calculadora, por su tendencia a considerar al Estado como un actor unificado y
racional, y por su énfasis en los conflictos internacionales. Este enfoque de política del
poder considera las acciones de otros países como los principales factores
condicionantes de las decisiones de política exterior.
Contexto interno.
Las características del sistema político pueden ser significativas para explicar cambios
en la política exterior. Éstas se refieren al régimen político, es decir, a la forma de la
organización política. La distinción básica que se hace en esta área es entre
regímenes democráticos y autoritarios, y apunta a saber si un régimen político
determinado conduce a cierto tipo de política exterior o por lo menos afecta esta área.
Esta interrogante fue relevante para analizar las continuidades y cambios entre los
regímenes autoritarios y democráticos en diversos países de América Latina y los
efectos de los procesos de transición a la democracia que se dieron en la región.
Otro elemento del contexto interno que es relevante tiene que ver con las políticas
económicas de los países. Considerando que todas las naciones latinoamericanas
forman parte del mundo en desarrollo, este elemento se hace equivalente a las
estrategias específicas de desarrollo que han seguido. En América Latina, los países
con estrategias económicas más liberales y políticas comerciales más aperturistas
tienden a bajar el tono de la antigua confrontación Norte-Sur o Primer-Tercer Mundo.
Sobre esta base, a mediados de la década de 1980, a la par que se relanza la CEE y
comienzan a ensayarse nuevos acuerdos de integración regional a nivel mundial, se
percibe la imposibilidad de contar con una única teoría comprensiva de la integración
y, consecuentemente, la parcialidad de cada enfoque teórico. En este punto se
produce una bifurcación de los estudios sobre integración regional. Por un lado, dentro
del campo de estudios europeos, se habilitan nuevos enfoques para tomar las
diferentes aristas del proceso; por el otro, se plantean acercamientos más generalistas
en vistas a incorporar el conjunto de nuevos procesos de regionalismo que se suceden
con mayor intensidad a partir de la década de 1990 y en el marco de la cristalización
de un nuevo orden económico mundial. Una de las preocupaciones centrales consistió
en identificar la peculiaridad de “lo regional” y los diferentes incentivos o propósitos de
la creación de los nuevos regionalismos.
El nuevo regionalismo.
Síntesis.
La integración regional es, ante todo, una política pública: La integración regional
consiste en una decisión de los Estados en función de sus lineamientos de política
más amplios. La profundización o el retroceso de la integración en Europa, el
alineamiento o no a las prescripciones proyectadas por organismos internacionales,
son todas decisiones de política que moldean diferentes formas de hacer integración.