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- Una ojeada menos superficial

Hoy en día, asistimos a una revolución


conmovedora en nuestro Cosmos
conceptual, al sobrevolar desde una
perspectiva renovadora, atendida por una
mirada más detenida, ideas preconcebidas e
inapropiadas con respecto a los nuevos
datos que aporta la experimentación
moderna en los campos que consideramos
fundamentales, como son el de la “vida”, la
“mente” y la “materia”.

Este libro se ajusta a la tesis en la cual


se considera la necesidad primordial de:
“identificar” al observador humano pues, a
fin de cuentas es quien determina, en cuanto
“motor” vehiculante del mundo observado,
lo que existe como tal.

Ponderando entonces, esta


información que nos llega sobre la capacidad
perceptiva humana en los resultados de un
experimento llevado a cabo por John
Krauskopf de los Laboratorios Bell,

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1.- Una ojeada menos superficial

convenimos el craso error en el que estamos


instalados.

Resumiendo un poco, sintetizaremos


lo ocurrido diciendo que, el “modelo” que
usamos habitualmente en nuestra
interpretación del “cómo” vemos es
asimilado al modo de actuar de una cámara
de televisión donde, el cristalino enfoca la
luz que recibimos del mundo exterior sobre
una matriz de fotorreceptores situados en el
fondo del ojo que llamamos retina.

Entonces, como si de forma subliminal


fuera entendemos que, en nuestras retinas se
transforman los rayos incidentes de
información dada en los fotones en señales
eléctricas que se transmiten posteriormente
al cerebro, para ser procesada en el área
correspondiente a la visión.

Contrariamente a esto, el sistema


visual humano está capacitado para
procesar la información que nos llega del
mundo externo de tal manera que, los

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1.- Una ojeada menos superficial

autores de estos experimentos en los cuáles


se basan sus afirmaciones indican que,
nuestros sentidos, ¡son excrecencias! de
materia cerebral, llevada a la periferia
corporal de nuestro organismo para tener un
acceso cómodo y directo al mundo.

Por ejemplo, el físico Hermann Von


Helmholtz1 en su tiempo supuso
erróneamente que el ojo mide la luz. Los
dispositivos realizados por el hombre para
medir, están proyectados para responder
sólo a una estimulación física en un
momento dado. Así, considerar estos
dispositivos hechos por el hombre como
“modelo” del sistema sensorial humano es, a
todas luces ¡una gran equivocación!.

El resultado del test de Krauskopf en


su experimento, nos habla de un proceso
subyacente en nuestra percepción que

1
Fue un médico y físico alemán. (1821 – 1894). De sus
numerosas aportaciones a la ciencia cabe resaltar el invento del
oftalmoscopio, instrumento diseñado para inspeccionar el
interior del ojo, y del oftalmómetro, para medir su curvatura.

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1.- Una ojeada menos superficial

conlleva un mensaje alentador, sobre la


respuesta que buscamos al situar el papel
del observador humano en la configuración
de la realidad pues, se determina de forma
concomitante lo acaecido en nuestro mundo
exterior observado… “el papel que juega la
consciencia, nuestra mente en la mecánica
cuántica”.

Así, este descubrimiento de Krauskopf,


que desglosaremos más adelante, sobre
nuestro comportamiento fisiológico en
nuestra capacidad perceptiva es
concomitante con el experimento realizado
por Thomas Young2 denominado en física,
de la Doble Ranura al proyectarse desde
ambos, resultados equivalentes al coligarse
tales mundos: el objetivo físico y el subjetivo
mental.
2
Fue un científico inglés (1773- 1829). Contribuyó a demostrar
la validez de la teoría ondulatoria de la luz y enunció el
principio de interferencia de la luz; en fisiología, formuló la
teoría de la visión de los colores, explicó el mecanismo de la
acomodación del cristalino y del astigmatismo (Gal, B. y
Prieto, J. 2003). Es célebre por su Experimento de la Doble
Ranura.

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1.- Una ojeada menos superficial

Resulta extraordinario pudiéndose


considerar un hito histórico esta “ruptura“
de la ambivalencia existente entre “mente y
materia”, tras el encuentro armonioso de los
resultados experimentales… latentes en la
naturaleza.

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