Está en la página 1de 244

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar
apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales, 2
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en tu blog
o foro.
Sinopsis Capítulo 15

Prefacio Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25 3
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Sobre la Autora
Capítulo 14
P
ensé que sabía cómo era el infierno.
Pensé que había estado viviéndolo todos estos años en la Tierra:
abandonada, olvidada y dejada con un peligroso secreto que no solo
me convirtió en el blanco número uno del Se7en, sino que también me
convirtió en un arma mortal, una amenaza para todos los humanos en
mi camino.
Estaba equivocada.
Para sobrevivir a los planes que Lucifer tiene para mí, y su insaciable sed de más
poder, tengo que entregar mi humanidad. Tengo que perder una parte de mí misma para
encontrar mi camino de vuelta a él. De vuelta al demonio que me salvó, solo para
romperme. Volver a Legion.
Pero incluso el mal supremo tiene sus límites, y los enemigos reales nunca 4
muestran sus caras devastadoramente hermosas. Olvida el fuego y el azufre. No son
nada en comparación con lo que viene.
Vínculos centenarios se romperán. Alianzas improbables se forjarán. Y sangre
inocente será derramada. Sangre que manchará mis manos por el resto de mis días
mortales.
Pensé que sabía cómo era el infierno.
Estaba equivocada.

El infierno está llegando.


El infierno es solo el comienzo.

Se7en Sinners #2
“No nos dejes caer en la tentación,
Y líbranos del mal”.

—¿E stás seguro que esto funcionará?


Legion baja la mirada a la daga en la palma de
su mano, los rubíes de sangre calentándose contra su
piel. Es una reacción natural a los de su especie. El
Redentor es una de sus más sagradas reliquias. Muy
pocas armas tienen el poder para matar demonios realmente. Esta es la única en posesión
de los Se7en, y una que han mantenido oculta durante cientos de años.
—No tengo ninguna otra opción —responde, su áspera voz quebrándose bajo la
presión de su ansiedad. Han pasado minutos desde que Eden le fue arrebatada. No. No 5
arrebatada.. Ella se fue. Ella tomó su mano y lo dejó. Hizo
arrebatada Hizo una elección y no miró atrás…
ni siquiera para despedirse.
Mierda.
Han pasado minutos. Y se sentía como si estuviera perdiendo la jodida razón.
No temía por su muerte voluntaria. No le importaba un jodido bledo volver a
caer al Infierno para recuperarla. Mataría a cualquiera que se interpusiera en su camino,
y nadie podría detenerlo. Demonios, ellos ni siquiera lo intentarían. Existía una razón
por la que
estaba era venerado
agradecido como
por esa uno de los
fea mancha rojademonios
sobre su más mortíferos de la historia, y hoy,
reputación.
Legion miró mientras sus amigos, sus hermanos, luchaban para silenciar sus
protestas. Sabían que su resistencia era inútil. Y ahora que Dorian, el rey Oscuro, había
aparecido, activando sus alarmas y casi consiguiendo ser decapitado en el proceso,
sabían que Legion agotaría cada esfuerzo y recurso para apresurarse al auxilio de Eden.
Incluso a expensas de su alma irredimible. Incluso a expensas de su propia vida.
Levanta la mirada desde la daga en la palma de su mano, sus ojos plateados
cegados por la bruma de la furia e ira. Poner un pie de vuelta en el Infierno podría
significar la guerra potencialmente. Y cuando el fuego terminara en cenizas y el humo
se disipara, solo quedarían dos personas: Lucifer y él. Y solo uno se alzaría de las
cenizas.
Cayó del Cielo, y sobrevivió.
Se alzó del Infierno, y sobrevivió.
Luchó contra el Llamado, la Alianza, y el tormento de cada alma perdida que ha
tomado, y sobrevivió a esa mierda con la cabeza bien alta.
Pero perder a Eden…
Eden… por el Diablo, por el mal supremo…
supremo… eso es algo a lo que
no será capaz de sobrevivir. Porque se niega a vivir un día, un maldito minuto, sobre la
Tierra sin ella.
Legion se gira hacia Dorian, fijando su escéptica mirada azul pálido con la suya
ardiendo como acero fundido, y asiente una vez.
—Estoy seguro, hechicero. Envíame de vuelta al Infierno.

6
E
stoy en el Infierno.
En todos los sentidos de la palabra.
Pero lo que espero, lo que me ha inculcado desde que era una
niña a través de libros, películas
p elículas y mi madre fanática de las enseñanzas,
no es lo que me rodea.
Estoy de pie en un pasillo tallado con madera rica y oscura, las paredes
presentando una decoración clásica con obras de arte de todos los rincones de la Tierra.
Mis ojos incultos escanean el gran espacio, estudiando lo que será mi nuevo hogar. Soy
demasiado terca para creer que esto no es otra cosa más que una ilusión artificial. Una
mala pasada, fabricada por el mismo Diablo para hacerme creer que esto es normal,
incluso lujoso. No dejaré que mis ojos me engañen.
—Eden, bienvenida. —Un destello fogoso de seda libera mi mano y doy un paso 7
atrás. Él me mira con cuidado, detenidamente, con iris salpicados de gris —. ¿No es lo
que esperabas?
Me encojo de hombros con énfasis.
—No es caliente.
—No para ti, no. Quiero que te sientas cómoda aquí.
Me vuelvo a mirarlo, sin miedo de su belleza de otro mundo. Ahora el miedo es
inútil.
—¿Por qué?
Lucifer se encoge de hombros, el pretendiente todo poderoso fingiendo
indiferencia.
—No eres una prisionera; tu alma mortal sigue intacta. Y te lo dije, Eden…
quiero protegerte. Quiero estar contigo.
Su mirada casi parece sincera. Sé bien que debo verlo como algo más que una
caliente mierda humeante.
—Lo que sea. —Aparto mi mirada, mis ojos cayendo en una pintura de una
pandilla de viejos tipos con cuchillos.
—La Ronda de la Noche. Rembrandt. Es el original. Todos ellos lo son —declara
Lucifer, siguiendo mi mirada. Su voz es orgullosa, como si estuviera hablando de un
hijo amado. Como si pudiera posiblemente creer que es incluso capaz de cualquier cosa
que se asemeje al amor—. Me considero un facilitador de cosas bellas, raras.
Manchas de colores parecen pulsar sobre el lienzo, arrastrándome a la vida
sombría e inmóvil cercada en oro dorado. Es… extraño. A diferencia
diferencia de cualquier
pintura que he visto nunca. Como si hubiera un alma palpitando justo debajo de esos
tonos apagados.
Aparto la vista.
Tal vez si no estuviera tan vacía, tal vez si pudiera importarme una mierda, lo
consideraría lo suficientemente interesante como para especular. O al menos para
encontrar la belleza acechando dentro de la pieza con siglos de antigüedad. Pero parece
sosa para mí. Todo esto.
esto. La obra de arte, los tapices, los muebles… todos son
s on fríos y sin
color.
Una vez me permití sentir. Me permití enamorarme de Legion y su pasado
atormentado. Me dejé convertirme en una de esas personas que una vez había jurado
que nunca sería: la irremediablemente estúpida, ingenua y sin preocupaciones. El tipo
de persona que se perdía a la primera probada de una buena polla y unas cuantas
palabras dulces susurradas en la oscuridad. Una de esas chicas. Solía odiar a esas chicas. 8
Incluso me desviaba de mi camino para hacérselos saber. Pero no les importaba. Eran
populares y bonitas. Vestían ropa de diseñador y gastaban el dinero de papá. Les
importaba una mierda la chica rara con ropa de segunda mano y zapatos en rebajas. Los
insultos de una pobre delincuente no tenían ningún peso. Pero mis palabras… mis
palabras…
Niego, disipando los recuerdos de mi mente. Hace ya mucho tiempo he superado
la pena del pasado. Y teniendo en cuenta que la línea entre el bien y el mal es tan
jodidamente borrosa que ni siquiera yo puedo reconocerla, ¿por qué en realidad tengo
que sentir pesar? Soy exactamente lo que estaba destinada a ser.
Lucifer se mueve a mi lado, casi con nerviosismo. Extraño. Tenía tanta mierda
sobre la que hablar hace unos minutos.
Suelta un suspiro resignado.
—La cena será servida en un par de horas. Espero que te unas a mí.
Lo miro, mi expresión llena de aburrimiento.
—No tengo hambre.
—Entonces te sentarás y me verás comer. —La llamarada y arrogancia se han
ido, reemplazadas por el fuego lento de la irritación —. No era una petición. —Una
tormenta se está formando en esos ojos ahumados y la temperatura de la habitación
aumenta por lo menos veinte grados—. Eden, estás aquí como mi invitada, y dije en
serio lo que dije: no tengo planes de hacerte daño. Pero vas a jugar según mis reglas. No
te equivoques; no soy Legion. No creo que tu desafío sea lindo.
Exhala un suspiro pesado, liberando la tensión en sus hombros junto con la
temperatura elevada,
elevada, luego sonríe. Sus labios destilan veneno.

Cenarás—aAhora, vamos
mi lado. a probar
Saskia estoa otra
te llevará vez. La cena
tu habitación será servida
y atenderá en un par de horas.
tus necesidades.
Sacude una mano, y de algún lugar desconocido, una mujer endiablada de
cabello oscuro aparece. Su mirada no deja el suelo en ningún momento, y se acerca con
pasos tímidos y espasmódicos. Con miedo. Esta mujer está atormentada por el miedo.
—Saskia, por favor, asegúrate que Eden esté arreglada y vestida apropiadamente.
Y asegúrate que está cómoda en todo momento. Lo que ella desee, que esté a su
disposición.
—Sí, Amo —responde la pequeña hembra. Su voz es… es… extraña. Como si tuviera
dificultades para hablar a través de un agarre apretado en su garganta. Es el sonido que

uno hace cuando está a punto de gritar.


Como si él la estuviera asfixiando con un agarre invisible que aplasta su tráquea
desde el interior. 9
Puedo sentir la sangre drenándose de mi cara, pero vuelvo mi rostro en una
máscara y me giro para seguirla. No dice nada a medida que me conduce por enormes
pasillos tras enormes pasillos. Hago una nota mental de no preguntarle nada a menos
que sea absolutamente necesario.
Giramos una esquina, y mi boca se seca.
Hay un hombre casualmente apoyado contra la pared, con la mirada impasible
clavada en sus cutículas. Vestido de negro de pies a cabeza, el complemento perfecto
para su cabello negro como la noche que cae sobre su frente de
d e manera deliberadamente
despeinada. Ligeramente por encima de la altura media, anchos hombros, mandíbula
cuadrada.
Los pasos de Saskia ralentizan, su pequeño cuerpo temblando al acercarse. Tengo
el suficiente buen sentido como para saber que debería
d ebería tomar su lenguaje corporal como
una pista. Éste es peligroso.
—Me encargaré a partir de aquí, Saskia —dice el hombre sin levantar la vista de
sus uñas.
La pequeña mujer se tambalea, sus palabras solo un murmullo bajo.
—Pero… pero el Amo dijo…
—A tu Amo no le importará en lo más mínimo. A menos que quieras molestarlo
y preguntar. ¿Por qué no vamos a buscarlo y, lo investigamos juntos, pequeña?
—No —responde Saskia rápidamente, su voz quebrándose por la tensión—. No,
eso no será necesario. Perdóneme. —Se vuelve hacia mí, sus ojos oscuros
completamente abiertos por el miedo. Una advertencia silenciosa—. Basta con que diga
mi nombre cuando me requiera. Estaré de vuelta en breve para ayudarla a lavarse y
vestirse. —Entonces desaparece por el pasillo por el que acabamos de venir, sus pasos
rápidos.
El hombre se empuja de la pared, y sin una palabra, comienza a caminar. No me
atrevo a hacer un movimiento.
—Bueno… ¿vienes?
¿vienes? ¿O prefieres
prefieres quedarte aquí en el vestíbulo?
Sopeso mis opciones, solo para encontrar que no tengo ninguna. Con un
resoplido frustrado y poniendo los ojos en blanco, voy detrás de él.
—¿A dónde me llevas? —Sé bien que no debo sonar asustada. Los asustados serían
comidos vivos aquí.

—Tu habitación.
No contigo, no, pienso. 10
Pero cuando miro alrededor a medida que pasamos puerta tras otra en esta
prisión tipo palacio, me doy cuenta que no tengo más remedio que seguirlo. Nunca
encontraré mi camino en este laberinto.
Además, no hay nada que él pueda hacerme que no haya sido hecho ya. He sido
golpeada, humillada, engañada. No hay ninguna palabra para lo que siento… no hay
nivel de ira o dolor que pueda resumir todo el intenso dolor en mi pecho.
Así que me lo trago todo, lo empujo abajo con una fuerte dosis de

desprendimiento. La emoción no tiene lugar aquí. No para lo que está reservado para
mí.
Se detiene en una puerta que parece como el resto: madera pulida y pesada,
ornamentada y un picaporte de oro; y la abre, a la espera de que entre. Me asomo al
interior, medio esperando ver una Cruz de San Andrés 1, cadenas y cuero. Pero lo que
encuentro es una gran cama cubierta en lo que parece ser costosa ropa de cama violeta
y marfil. Un armario y una cómoda están contra la pared del fondo de la habitación,
mientras que obras de arte de valor incalculable que no me importa un carajo decoran
las paredes. No hay ventanas. No hay necesidad para ellas aquí abajo.

1
Cruz de San Andrés: cruz en forma de aspa (por lo general con dos ángulos agudos y dos ángulos
obtusos) muy utilizada en heráldica y en vexilología, así como en el BDSM.
El hombre entra en la habitación como si poseyera
p oseyera el mismo aire dentro de ella,
caminando a mi lado hacia una mesa redonda con un plato de fruta fresca. También hay
una botella de líquido de color ámbar encima de la madera oscura, de la cual se sirve.
Es entonces cuando le doy un buen vistazo. Y realmente, en serio desearía no haberlo
hecho.
Su rostro está tallado en alabastro: liso y excepcionalmente diseñado. Tiene
pómulos definidos, una nariz recta y delgados, aunque sensuales, labios. Es, sin duda,
hermoso. Pero eso no es lo que me hace detenerme, congelándome en seco en el umbral.
Son sus ojos.
Conozco sus ojos. Como si ya hubiera visto a través de ellos, justo dentro del
centro mismo de su seductora oscuridad.
Cruzo el umbral y cierro la puerta detrás de mí, midiendo mis pasos. Llena dos
vasos, pero no me ofrece uno hasta que se bebe el suyo y lo rellena de nuevo.
—Gracias —le digo cuando me entrega uno sin molestarse en girar su mirada
azul cristalina hacia mí. Me ha mostrado que es seguro de beber. Esa es toda la cortesía

que necesito.
—¿Quieres decirme por qué estás aquí?
11
Su voz es fría, sin embargo, hay un indicio de júbilo en ella. Tomo un sorbo del
licor escaldante, el sabor ácido aunque dulce en mi lengua.
—¿Qué quieres decir?
—Mira a tu alrededor, Eden. Esto no es exactamente un resort de Sandals2.
Trago.
—¿Cómo sabes mi nombre?

Él admitir
me gusta tiene el que
coraje de Es
lo es. sonreírme, comopoco
francamente si sunatural
diversión fuera
ser tan una bendición.
hermoso Y no
sin quererlo.
La historia de mi vida. En un mundo de secretos y mentiras, dolor y miseria,
estoy constantemente rodeada por criaturas alarmantemente impresionantes cargadas
de mito y fantasía. El Se7en. Los hechiceros. Incluso Lucifer en todo su glorioso terror.
Tanta belleza aterradora yace dentro de esta mancha negra fea de maldad. Como si
necesitase una razón más para recordarme lo que soy: patética y trágicamente humana.
—¿De verdad crees que acabaste aquí por casualidad? Era solamente una
cuestión de cuándo. Para ser honesto, esperaba que tuvieras un poco más de respeto por
ti misma. Una pena.

2
Sandals: importantes complejos turísticos de lujo situados en islas paradisíacas.
Su sonrisa se torna salvaje… incluso letal. Si tuviera que adivinar, el desconocido
deslumbrante es más animal que hombre. Tal vez es un regalo. Tal vez me arrancará la
garganta y me liberará de cualquier cosa que tengan planeado para mí aquí abajo.
—La esperanza es para los débiles —replico fríamente antes de tomar otro sorbo
de licor ámbar. El ardor no es nada. No me permito sentirlo—. Estás equivocado.

serlo si—Así que,


quieres crees que
sobrevivir eres fuerte.
el tiempo —Resopla
suficiente con sarcasmo
para salir de aquí de—una
. Bien.
solaTendrás
pieza. que
—¿Y si no lo hago?
Se encoge de hombros, llevando el vaso de cristal a sus labios.
—Entonces, estamos todos jodidos. Y tantos de nosotros habrán muerto por
nada.
Se toma el resto de su bebida y estampa el vaso sobre la mesa, enviando una onda
de choque alrededor de la habitación. Que rebota en las paredes antes de establecerse
entre nosotros en adhesivas moléculas fragmentadas. La ansiedad es tan espesa que
puedo sentirla… saborearla.
—Nunca saldré de aquí —me encuentro susurrando, esas cuatro palabritas un
espectro desdeñoso. 12
—No de esa manera, no. —Echa un vistazo de arriba abajo por mi cuerpo. Es
entonces cuando recuerdo mi aspecto desaliñado.
Hace apenas unas horas, estaba paseando por las calles de Chicago llenas de
aguanieve, con una sonrisa estúpida pegada a mi cara, mirando al hombre… hombr e… el
demonio… del que me había permitido enamorarme. Luego, en un destello
dest ello brillante de
venganza y metal retorcido, el Jaguar de Legion fue golpeado por la parte delantera de
un vehículo blindado. Al menos eso es lo que dijo Lucifer después de sacarnos de los
escombros y atarnos dentro de esa habitación de concreto. Mi habitación. La habitación
de mis pesadillas donde torturo y mutilo a mi hermana adoptada y a otros inocentes.
Todo para hacer feliz a Lucifer. Todo para saciar la oscura violencia dentro de mí que
anhela la carnicería.
Pero he cambiado esa oscuridad por la vida de mi hermana. Mi acto
desinteresado final sobre la Tierra.
Me hubiera gustado que hubiera sido solo eso: desinterés. Pero, a decir verdad,
mi oscuridad no era rival para el dolor que sentí después de descubrir que no era más
que un peón del Se7en. Y serví bien mi propósito. Jaque mate.
Ahora aquí estoy, una cautiva dispuesta del Infierno.
El extraño oscuro pasea hacia el armario y sin siquiera agitar un dedo, se abre,
mostrando una gran variedad de lentejuelas, encaje y seda; todo absurdamente caro, sin
duda. Toma un vestido del color de rubíes brillando y lo extiende hacia mí.
—¿Y qué se supone que debo hacer con eso?
—¿Qué demonios crees? —responde, con un brillo siniestro en su ojo—. Póntelo.
—¿Y por qué habría de hacerlo?
—Porque a nuestro amigo le gustan las cosas bonitas. Y en este momento, eres
su juguete más intrigante. Vamos a mantenerlo de esa manera por solo un poco más de
tiempo. No se lleva bien con el aburrimiento.
No puedo discutir con eso. Sin embargo, no entiendo por qué… ¿por qué este
hombre extraño y absurdamente atractivo me está ayudando? ¿Qué saca él de esto?
Me bebo lo que queda de mi bebida y dejo el vaso antes de deambular adónde él
se encuentra con un aire de confianza tan potente que es casi palpable. Mi barbilla
levantada en desafío y mi mirada dirigida fijamente a esos deslumbrantes ojos hechos
de aguamarina, tomo el trozo de seda rojo y lentejuelas de su mano.
—No intentes meterte en mi mente. —Golpea ligeramente un dedo en su sien—
. Aquí no servirá, y seguramente hará que te maten. 13
Entrecierro mi mirada con irritación.
—¿Y quién se supone que eres? ¿Mi hada madrina del mal?
Él levanta una ceja oscura.
—Podrías decir eso. Pero estaba esperando que pudiéramos empezar por ser…
ser …
amigos. —La palabra amigos se cuela por mi columna vertebral, dejando un rastro de un
frío ardiente a su estela.

—Entonces… ¿quién eres? —La pregunta está teñida de demanda.


Sonríe, su belleza innatural desarmándome, y da un paso adelante, acortando la
distancia entre nosotros. La escarcha de invernal de su aliento besa mis mejillas antes de
deslizarse por mi pecho.
—Ya sabes quién soy, Eden —responde, su sonrisa transformándose en algo
mucho más seductor de lo que estoy preparada—. Soy Nikolai Skotos. Pero puedes
llamarme Niko.

ú.
—Yo.
Su mirada fulminante se siente como agujas en
mi piel, y me estremezco en mis botas salpicadas de
sangre. No siento ningún dolor, pero eso podría ser efecto de la sorpresa o el líquido
ámbar que en este momento está arremolinándose en mis entrañas. Sé bien que no debo
confiar en mi propio cuerpo en este lugar. Retrocedo un paso para retirarme de su mirada
especulativa, y arrojo el vestido reluciente a una silla cercana.
—Entonces eres el
el que… eres al que enviaron a L a encontrar.
Agacha la cabeza, su rostro etéreo una máscara de malicia calculadora. Amigo o
enemigo, este hombre tiene la maldad recorriendo sus venas.
—Así es. Y me encontraste. O debería decir, te encontré. ¿No eres afortunada? 14
—¿Lo soy?
—Eso creo. —Avanza hacia otro pesado armario de madera que contiene filas y
filas de zapatos. Todos tacones altos en todas las alturas y estilos posibles, desde
sandalias con tiras a zapatos de tacones gritando fóllame. Un bajo zumbido emana de su
pecho a medida que contempla las elecciones presentadas, decidiéndose por un brillante
par dorado incrustado con diamantes de imitación. El tacón es obsceno, pero no me
sorprende. Los pone en la silla junto al vestido antes de detenerse delante de mí, dejando
dejand o
poco espacio para respirar, mucho menos retarlo.
—No voy a usar eso —declaro desafiante.
—Bueno, obviamente no puedes ir a cenar así. —Alza una oscura y divertida
ceja—. Estoy bastante seguro que el estilo Carrie3 chic no está a la moda.
—Bueno, noticias de último momento: no voy a ir a la cena. —Me cruzo de
brazos, resistiendo
resistiendo el deseo de dar un pisotón como una niña petulante.
Nikolai da un amenazante paso hacia delante, entrando en el poco espacio
personal que me había quedado. Contengo la respiración, el aire de repente lo
suficientemente helado como para congelar mis pulmones.

3
película famosa, adaptación de la novela homónima de Stephen King, que habla sobre Carrie
Carrie:
White, una joven que posee poderes telequinéticos, que tras obtenerlos, causa un caos en su ciudad natal.
—Sí. Irás. No podría importarme menos lo que quieres; tus insignificantes
emociones humanas ya no importan. Aquí no, no importan.
Curioso. Tampoco parecían importar en la Tierra.
A pesar de la verdad en sus palabras y la máscara de malicia en su cara, alzo la
barbilla para encontrarme con su mirada fulminan
fulminante.
te.
—Podrías tener razón respecto a eso, pero hará un día frío en el Infierno antes de
que sea amable y coma con el Diablo. Elegí venir aquí, así como estoy eligiendo decirte
a ti y a cualquier otro que intente controlarme que se vayan a la mierda.
No retrocede. Ni siquiera se crispa. Y justo cuando estoy lista para retroceder de
su mueca amenazante, me desarma por completo con una sonrisa brillante y abierta.
—¿Qué pasa conmigo y las hermosas chicas testarudas? —murmura, negando
con la cabeza y dando un paso hacia atrás. Finalmente me permito respirar—. Este es el
trato, E. Quiero mantenerte viva y de alguna manera cuerda, a pesar de tus protestas
contra la auto-preservación. Y para conseguir eso, tienes que escuchar lo que digo y
hacer lo que pido.

—¿Y por qué haría eso? —pregunto, cruzando de nuevo mis brazos.
—Porque hice una promesa de proteger a una chica, no muy diferente a ti. Y 15
pretendo mantener esa promesa. Morí por ello una vez, y lo volvería a hacer.
Contemplo sus palabras y la pasión que se muestra a través de sus rasgos. Dice
en serio lo que expresa.
—Gabriella.
Asiente una vez.
—Hay una razón por la que le agradaste. Le recuerdas a sí misma.

—La
fracción. ¿Sabes
reinadeOscura
eso? —me
Siento la tensión
mostró apoderándose
amabilidad deen
y humildad misunhombros
momentoaflojarse
cuandouna
yo
era vulnerable. Y considerando su inmenso poder, no puedo imaginar ninguna razón
por la que Nikolai haría algo que comprometiera su vínculo.
Se encoge de hombros con hosquedad.
—Imagina ver a todos aquellos a quienes amas detrás de un vidrio empañado y
no ser capaz de llegar hasta ellos. Así de parecida es mi situación… única.
única.
—¿Situación única? Estamos en el Infierno —digo inexpresiva.
—No exactamente. —Avanza hacia una silla sin respaldos y se sienta, sus
movimientos ágiles y gráciles. La semejanza con su hermano, Dorian, es sorprendente
y es difícil mirarlo y no ver hermosos destellos del rey Oscuro. Honestamente, me da un
resquicio de comodidad.
Tomo el asiento frente a él, mi cuerpo destrozado hundiéndose en la tapicería de
felpa.
—¿Podrías explicarte?
Esos ojos pálidos se vuelven vidriosos y sus elegantes dedos dibujan círculos
contra el tablero a medida que su mente vaga.
—Estoy aquí… y sin embargo no lo estoy. Es complicado.
—Prueba.
—En algún otro momento. Tenemos compañía.
Mis ojos se lanzan al otro lado de la habitación justo cuando dos golpes en la
puerta rompen el corto silencio.
—Entra, Saskia —anuncia Niko. La endiablada chica de cabello oscuro entra
arrastrando
arrastrando los pies, con los ojos en el suelo, y se inclina en las rodillas por un segundo.
—Señor Skotos. Señora Eden. Estoy aquí para ayudarla a prepararse para la
cena. 16
—Eso no será necesario…
necesario…
—Eso es encantador, Saskia —interrumpe Nikolai. Y dirige su mirada hacia mí,
toda señal de júbilo habiendo desaparecido—. Deja que te ayude. Ella entiende lo que
se requiere.
—¿Y eso qué es exactamente?
—Después. Solo… escucha —advierte, sus palabras cortantes y bajas —. Observa.
Pero cuida tus palabras. Y hagas lo que hagas, no olvides por qué estás aquí.
Se pone de pie y se dirige a la puerta, dejándome sola con la pequeña sirviente de
suave hablar. Se ve tan frágil en su túnica pálida y larga hasta el suelo cerrada con una
cuerda roja de borlas, y el hecho de que no se encuentra con mis ojos me hace más
consciente de mi apariencia andrajosa.
Saskia se retira al baño adjunto y unos segundos después, escucho al agua correr.
Un olor familiar recorre el lugar, flotando en volutas de vapor. Un nudo del tamaño de
una pelota de béisbol se aloja en mi garganta, y contengo las lágrimas.
—¿Sucede algo, señora? —pregunta Saskia, apareciendo de pronto a mi lado.
Niego con la cabeza, sin embargo mis palabras me contradicen.

—Ese aroma… ¿qué


¿qué es?
—Jazmín de medianoche —responde tímidamente antes de buscar mi rostro con
ojos temerosos—. Sí… si no le agrada,
agrada, puedo…
—No. No, está bien. Gracias.
Levanto mi cuerpo agotado de la silla solo para tambalearme de regreso a ella.
Mi cabeza se siente pesada, mis oídos están resonando y mi visión está borrosa con
manchas
metálico, nubladas y negras. Inhalo a través de la nariz y huelo algo peculiarmente
como óxido.
—¿Se encuentra bien? —dice Saskia con voz áspera, su tono gutural
entrecortándose
entrecortándose con alarma.
—Eso creo. Solo un poco mareada —digo jadeando.
—Le traeré un poco de agua.
Miro a través de ojos vidriosos mientras Saskia se apresura al baño, su túnica
silbando a través de la madera dura. Una capa de sudor frío aparece en mi piel húmeda.
Me humedezco mis labios secos, luchando por estabilizar mis latidos rápidos. ¿Cuándo
fue la última vez que comí? Ni siquiera puedo estar segura de cuánto tiempo ha pasado
desde que fui transportada aquí desde el mundo mortal y traída a este hueco inframundo.
Pero la última comida que recuerdo tener fue con…
17
Lilith.
Su engaño de un día de chicas a medida que intentaba venderme una amistad
falsa con helado y películas de chicas. Y le creí. Eso es lo que hace que esto sea tan malo.
Confié en esas lágrimas falsas y sonrisas fabricadas. Comí sus dulces declaraciones de
sacarina como caramelos. Luego de apartarme de mi hermana y todo lo que había
conocido, ella fue lo único que pareció familiar y me aferré a ella por soledad y miedo.
Nunca más.

Jamás seré esa chica estúpida y confiada de nuevo.


Con pensamientos de su engaño girando en mi estómago vacío, alcanzo el
cuenco de fruta fresca y tomo una brillante manzana roja. Pero tan pronto como la llevo
a mis labios, Saskia aparece frente a mí y la golpea de mi mano.
—Oye, ¿qué demo…?
Sus dedos huesudos sujetan mi muñeca con sorprendente fuerza. La expresión
en su pálida cara es feroz cuando niega con la cabeza.
—Saskia, suéltame.
Hace lo que exijo, pero se lleva un solo dedo a sus labios fruncidos tensamente,
pidiéndome silencio. Entonces señala a la manzana en el suelo y vuelve a sacudir la
cabeza.
No comas la manzana.
Por supuesto. En un mundo donde nada es lo que parece, la verdad parece
arrastrarse a la leyenda. No soy el único Eden con veneno en su interior. Y mi fruta
prohibida podría probar ser el más mortal de todos.
Saskia alarga la mano para arrancar unas cuantas uvas de un racimo y me las da,
asintiendo.
obligándolasMantengo
a bajar pormis
mi ojos fijos seca.
garganta en ella a medida
Podría que las mastico
estar mintiendo conseguridad,
sobre su lentitud,
pero ¿qué podría hacer para desafiarla? Acababa de salvar mi vida, y no tenía por qué
hacerlo.
Tras largos segundos esperando una muerte que nunca llega, la sigo al baño para
ducharme. El agua está caliente, sin embargo relajante para mis articulaciones doloridas.
Una vez que la suciedad y la sangre seca desparecen, me doy cuenta que mis heridas
han desaparecido completamente. No sanado… desaparecido. Como si nunca
existieron. Tal vez lo imaginé todo. Tal vez la sensación de vidrio roto y concreto
resbaladizo como aceite se trató de una simple ilusión. Tal vez el doloroso eco de la
traición en mi pecho es solamente una trampa y me despertaré en cualquier segundo,

revolcándome en un
perfume de jazmín mar
que de seda
adorna mi gris
piel.claro perfumado con tierra abrasada y el mismo
La sensación es agradable, pero tonta, y la vacío de mi mente, permitiendo que 18
la tristeza insidiosa se filtre por el desagüe con el agua de baño manchada de óxido.
El entumecimiento viene más fácil de lo que esperaba cuando me visto y preparo
para la noche que se avecina. La distracción del cabello arreglado y lentejuelas de alguna
manera eclipsa la despiadada agonía de mi corazón astillado, y estoy agradecida de
permitir a Saskia ayudarme. El vestido es de mi talla exacta, no es sorprendente, e
incluso el maquillaje que unta en mi piel es de mi tono. Sombra de ojos oscura y brillante
y gruesas líneas de delineador adornan mis párpados, mientras que un rubor suave y
reluciente se extiende por mis mejillas. Es muy al estilo Garfield Park luego del anochecer,
pero no me atrevo a protestar, incluso cuando desliza los tacones de quince centímetros
adornados con diamantes de imitación en mis pies. Estoy
E stoy aquí para interpretar un papel.
Puta. Cautiva. Mártir. Todo parece y se siente igual para mí en este momento.
—Listo —anuncia Saskia, su voz ronca teñida con orgullo. Me miro en el espejo,
y frunzo el ceño. He sido transformada en un bombón, una criatura malvada envuelta
en inmoralidad. Tan diferente a la zorra vestida de blanco que aparenté ser para El
Vigilante. Entonces, mi inocencia pervertida era un misterio, una burla.
b urla. Aquí, mi disfraz
promete depravación de la peor, más del tipo lascivo. Aquí, soy el pecado encarnado.
Me han dado la vuelta de adentro hacia afuera, mis entrañas corruptas adornadas
en gemas rojo sangre. Aparto la mirada, incapaz de soportar la vista, porque sé que a él
le gustará. Y a una parte de mí también le gusta. Esa singular parte de mí que él
entreabrió en un baño mientras Legion escuchaba al otro
o tro lado de la puerta.
Puta. Esta noche voy a interpretar a la puta.
—Terminemos con esto —murmuro, avanzando a la puerta de la habitación.
Saskia me sigue a pocos pasos detrás.
—Mantenga la barbilla en alto —susurra antes de que mi mano pueda girar el
picaporte—. No deje que huelan su miedo, o la comerán viva. Y querrá que lo hagan.
Asiento una vez, tragando cada reserva, cada gota de modestia que me queda, y
abro la puerta. El pasillo está vacío, para mi alivio, pero no siento que estamos solas. La
sensación de miles de ojos pequeños y brillantes arrastrándose por todo mi cuerpo es
abrumadora a medida que me dirijo por la larga y cavernosa galería con pasos
calculados. Ruego silenciosamente que el temblor de mis rodillas cese. Saskia permanece
cerca detrás de mí, y cuando me tambaleo en mis tacones de zorra, pone una palma
tranquilizadoraa en mi antebrazo.
tranquilizador
—Tranquila —susurra—. Están observando.
—¿Quién? —Mis ojos recorren el lugar frenéticamente, buscando cualquier señal
de movimiento. Saskia simplemente dirige su oscura mirada a las paredes adornadas
con arte, transmitiendo
fue arrebatada lo que antigua.
por esa pintura yo habíaLas
sentido al primer
paredes p están
rimer vivas.
momentoY meenestán
que mi atención
vigilando.
El viaje al comedor parece interminable, solo con el sonido de mi corazón 19
latiendo rápidamente y el siseo de la túnica de Saskia
S askia para llenar el espacio. Pero cuando
llegamos a un par de pesadas puertas de madera tan altas como el techo abovedado, el
pánico se apodera de mi cuerpo y me detengo, incapaz de avanzar.
—¿Pasa algo, señora? —pregunta Saskia, sus penetrantes ojos buscan en mi rostro
alguna señal de daño. De cerca, veo que no son solo oscuros, sino negros, sus pupilas
demasiado grandes para ser humanas. Un rastro helado recorre mi espalda.
—No. Nada —miento. No tengo la voz ni la humildad para decirle que tengo
miedo. No tengo ni idea de qué podría esperarme al otro lado de estas puertas. Y en mi
angustia y rebelión obstinada, soy lo suficientemente inteligente como para saber que
estoy completamente sola en esto. No hay ningún calvario que venga a salvarme. No
hay escape de los monstruos que probablemente vivan detrás de esta pared. Incluso la
compulsión mental de Adriel se ha vuelto inútil aquí.
No me queda nada en qué confiar. Ni el Se7en. Ni algún poder oculto. Ni siquiera
mi estúpido corazón mortal.
Tomo una respiración profunda y exhalo el miedo paralizante que empalma
emp alma mis
articulacioness y músculos. Entonces, abro la pu
articulacione puerta.
erta.
Y veo rojo.

Piedras preciosas y de un rojo profundo adornan el suelo. El carmesí mancha las


paredes adornadas con arte, junto con tapices de oro. Una mesa, hecha de la misma
madera pesada y rica de mi habitación, se encuentra en medio del gran espacio.
Alrededor de esta hay cinco de los rostros más llamativos que he visto nunca. Y en la
cabecera de la mesa está el más encantador de todos.
Lucifer.
—Ah, Eden, amor mío —se burla, poniéndose de pie con entusiasmo. Sus largas
zancadas haciaabsolutamente
traje a medida mí son fluidas,negro
comocon
si sus
unapies ni siquiera
camisa a juego.tocaran el suelo.
Dos botones Llevapara
abiertos un
exponer solo un poco de su piel suave. Es como lo he soñado desde que cumplí dieciocho
años. Y todo lo que me deleita y ofende.
Gesticula hacia la mesa con un barrido elegante de su mano.
—Por favor, únete a nosotros. Hemos estado muriendo por verte. Y puedo decir,
luces devastadora esta noche. Sabía que una vez que te quitáramos esos trapos terribles,
te sentirías cien por ciento mejor.
Miro más allá de él y veo a Niko, mi único aspirante a amigo en la habitación.
Me da un asentimiento sutil, y escucho su advertencia en mi cabeza. Necesito mantener
aél,Lucifer apaciguado.
demonios, no confíoNecesito
en nadiehacer
, creo mi
queparte,
quierepor nuestro bien.
mantenerme Y aunque
viva. Incluso no confío
si no en
es para
mi beneficio. 20
Me obligo a seguirlo, poniendo un pie delante del otro robóticamente. Hay tres
mujeres jóvenes en la mesa, susurrando y riendo entre ellas cuando me acerco.
a cerco. Sus trajes
son similares a los míos, adornados con diamantes de imitación, encajes y lentejuelas,
solo que menos tela. Tal vez esa es la regla aquí: cuanto más desnudo estás, más cerca
se llega a la mesa del Diablo. Si ese es el caso, cambiaré mis ropas llamativas por el
hábito de una monja.
—Recuerdas a Sandra, Christina y Amanda —dice él, asintiendo hacia las
mujeres charlando al otro lado de la enorme mesa—. No han dejado de preguntar por ti
desde esa noche en la pequeña fiesta de Irin. Por un instante fugaz, me sentí un poco
celoso.
Trago. Las chicas. Y él. Todos juntos en ese maldito cuarto de baño.
¿Cómo he podido ser tan estúpida? Para abrirme ante él, ante ellas. ¿Qué
demonios es lo que me pasa? Son unos completos extraños y estuve más que feliz de
perder mis bragas.
¿O no?
Reprimo la vergüenza creciente y tomo el asiento que Lucifer ha sacado para mí.
Aquel a su lado. Estamos apenas ocupando un cuarto de la mesa, y sin nadie sentado a
mi otro lado, me pregunto si esperamos a alguien más para la cena.
Lucifer toma su suntuoso asiento de respaldo alto en la cabecera y sonríe.
—No me gusta sentir celos. Es toda una extraña emoción humana, ¿cierto? Una
para la que no sirvo. Así que he decidido no volver a sentirla. Espero que no te importen
los asientos. Las chicas prefieren estar juntas todo el tiempo, lo que las hace compañeras
de cama muy interesantes, como ya sabes.
Sacudo la cabeza. Eso es todo lo que recibirá de mi parte.

Skotos,—
mi¡Bien! Y perdona
invitado mis modales.
de momento. ¿SupongoEden, esese chico
que ya apuesto de allá es Nikolai
conocen?
Como si el sonido de su nombre sacudiera un interruptor interno y extinguiera
toda amabilidad de sus ojos, los rasgos etéreos de Niko se transforman en algo más
oscuro, más seductor. Su belleza permanece igual, pero hay algo absolutamente siniestro
en su expresión de desprecio.
Él me mira perezosamente desde el otro lado de la mesa y suelta un suspiro
exasperado.
—Creo que sí. Todas se me hacen iguales. ¿Follamos alguna vez?
—¡Oh, Nikolai! —gruñe Lucifer con un aplauso de su mano—. ¡Perro! No, no.
Ésta es Eden. La chica humana de la que te he hablado. La que espero sea mi novia.
Niko baja la vista para estudiar sus uñas, aparentemente más interesado en sus 21
cutículas que en mí.
—¿Novia? ¿Qué te obligaría a hacer eso? Seguramente no has perdido el apetito
por la variedad, amigo mío.
Lucifer vuelve su mirada hacia mí, esos ojos siempre cambiantes reluciendo con
cariño falso.
—Ah, pero Eden es especial. Y cuando has probado tantos sabores como yo,
estás destinado a adquirir un gusto para delicadezas raras solamente.

Niko dirige sus pálidos iris azules hacia mí y se encoge de hombros.


—Si tú lo dices. Prefiero probar todos los deliciosos placeres de esta vida. —
Alarga la mano y pellizca a Amanda que grita de alegría—. No te preocupes. Mi hambre
es lo suficientemente voraz para los dos.
—¡Ja! Y en esa nota…
nota… —Lucifer agita una mano y el personal aparece de alguna
puerta oculta, sosteniendo platos humeantes de comida que huele delicioso y botellas de
vino. Un pequeño plato de crostini cubierto con camarones y revestido con algún tipo
de salsa fragante es colocado delante de mí, y mi copa es llenada de un vino tinto
exquisito.
—Crostini de langostinos con pesto de guisantes ingleses, rociado con aceite de
trufa —anuncia Lucifer con orgullo—. Come.
Aunque mi cuerpo está inundado de temor, mi estómago gruñe. Inclino mi
cabeza para rezar; un hábito rápidamente formado de vivir con los Se7en. Una fuerte
inspiración brusca me detiene antes de cerrar los ojos.
—Oh, querida. —Lucifer se ríe—. No es necesario. Él no puede oírte aquí abajo,
e incluso si pudiera, te ignoraría junto con todas las demás oraciones sin respuesta. Pero,
por supuesto, que no te disuadamos de tus rituales de tradición.
Levanto la cabeza en desafío, a pesar de sus sonidos amortiguados de diversión.
Me niego a ser el entretenimiento de su noche. No dejaré que sus blasfemias se regocijen
a mi costa.
—Así que Eden, ¿has encontrado
e ncontrado agradable tu alojamiento? —pregunta Lucifer,
recogiendo uno de los muchos tenedores que tiene frente a él. Ante la señal, el resto de
la mesa también levanta sus tenedores.
A la mierda.
—Muy agradable —contesto rígidamente.
Mastica y traga lentamente, y esos ojos iridiscentes nunca dejan los míos.
—Eres bienvenida a añadir tus propios toques personales. Solo dile a Saskia lo
que necesites, y será tuyo. 22
Hace una pausa, como si estuviera esperando una gran muestra de gratitud.
Simplemente redirijo mi atención a mi plato intacto.
in tacto.
Y así continúa por casi seis platos: él hablando y yo ignorándolo. La comida
parece y huele deliciosa, pero aparte de unos mordiscos y dos copas de vino, tengo muy
poco interés en complacer su búsqueda de ser un anfitrión perfecto. Solo quiero salir de
esta habitación de una jodida vez, iniciar mi obscenamente ostentoso levantamiento y
encerrarme.
encerrarm e. Sé que tenía un papel que desempeñar, pero no puedo hacerlo. No mientras
las heridas de mi realidad estén tan frescas y supurando en mi corazón.
—Si eso es todo —empiezo quedamente, a medida que el personal recoge los
platos de postre—, regresaré a mi habitación.
—No. No lo harás.
Levanto la vista y me enfoco en la expresión severa de Lucifer, negándome a
retroceder ante el fuego en su mirada. Tal vez mi silencio le ha molestado. Bien. Que
vea que no seré su marioneta patética.
—Eden, he hecho grandes esfuerzos para adquirirte, y aunque tu comodidad es
de suma importancia, entiende quién está sentado ante ti. Harás bien en recordar que mi
bondad es una novedad.
novedad. Trátala como tal.

Trago mi temor, dejándolo deslizarse por mi garganta apretada para caer en mi


vientre medio vacío.
—¿Y si no lo hago?
Un expresión retorcida que habla de malevolencia y locura recorre su rostro, y se
inclina hacia delante en su asiento, apoyando los codos sobre la mesa. Ya no se escuchan
las risas nauseabundas de sus putas. Ni siquiera el sonido de las respiraciones
emocionadas, hambrientas de carnicería.

asiento— Ruega a tusus


lentamente, precioso Todopoderoso
ojos todavía clavadosque nunca
en los míoslo—descubras.
. Ahora, si—
yaSehas
reclina en su
terminado
de comportarte como una niña, hay algo que me gustaría que veas.
Contemplo mis siguientes palabras cuidadosamente.
Podría terminar todo aquí, ahora mismo. Podría escupirle en la cara y decirle que
se vaya a la mierda. ¿Qué más me puede hacer? ¿Torturarme? ¿Matarme? De todos
modos, no hay garantía de que no lo haga una vez que haya conseguido lo que busca.
Entonces, ¿qué más podría esperar?
Una punzada de angustia recorre mi pecho. No puedo hacer esto. No puedo, ni
por un segundo, creer que L arriesgará su vida y que los Se7en vendrán a rescatarme. Él
hizo su Lilith.
incluso elección, y altantas
Tenía final,razones
no fui yo.
paraNunca lo fui. que
no elegirme Siempre fue la misión,
fui estúpida y ciega Adriel,
al pensare
que podría valer la pena. Soy una chica: una mancha gris y olvidada en su cielo lleno de 23
estrellas.
Miro hacia la belleza y el esplendor del mal, y me pregunto si después de todo
somos tan diferentes. Fue expulsado y abandonado por aquel que lo había creado. ¿Es
verdaderamente culpable de su alma corrupta? ¿Cuando todo lo que quería era ser
escuchado y aceptado por su singularidad? No puedo reprocharle por no ser la imagen
perfecta de la moralidad, cuando yo tampoco lo soy. ¿Y quién puede decir que Dios no
me ha dado la espalda a estas alturas? ¿Cuando me he estado arrastrando y luchando
para sobrevivir cada maldito día desde que mi madre me sacó de su vientre en un intento
de abortarme?
Nos miramos durante medio minuto más antes de decir:
—Bien. Muéstrame.
La sonrisa de Lucifer es en partes iguales deslumbrante y encantadora.
—El gusto es mío. He estado guardando esta sorpresa por algún tiempo. Y
ahora… verás solo un indicio de la profundidad de mi devoción.
Trago de manera audible.
No sé lo que acabo de aceptar.
orpresa?

—¿S
a llenar nuestras bebidas.
—Sí —dice Lucifer arrastrando las palabras,
descansando en el terciopelo del respaldo alto de su
silla—. Piensa en esto como un regalo de bienvenida de
mí para ti. —Levanta un dedo y los sirvientes se apresuran

—No necesito ningún regalo.


—Eso dices. Pero confía en mí… esto es tan delicioso. ¿Puedes adivinar lo que
es?
Aprieto mis puños en mi regazo. No tengo paciencia para jugar más juegos. Hice
lo que quería. Vendí mi alma, mi cuerpo, para salvar un mundo que me había olvidado
hacía mucho tiempo. 24
Me dije que no bebería nunca más, pero si tengo que sentarme aquí por más
tiempo, necesitaré ayuda alcohólica. Me estiro y tomo mi copa de vino recién rellena
entre mis dedos, y la vacío de golpe. Un gruñido desaprobador enmascarado como una
tos retumba del otro lado de la mesa. Por suerte, Lucifer está demasiado absorto en sí
para notarlo.
—No. Entonces, ¿por qué no sigues con eso? Muéstrame —lo desafío después de
lamer los remanentes del Cabernet de mis labios. Me cruzo de brazos para ahogar los
latidos de mi corazón, temblando con un temor traidor.
Lucifer aplaude dos veces, señalando que es hora del espectáculo. Cuando
escucho los gritos sordos, junto a conmovedores ánimos de las putas demonios al otro
lado de la mesa, la bilis se alza a mi garganta.
No mires, me digo.
No reacciones. Ni siquiera respires.
Fallo, y al instante deseo poder arrancar mis ojos de sus cuencas.
Un hombre y una mujer, a principio de sus veintes, están contorsionándose en
medio del piso por dos guardias con piel de serpiente vestidos en cuero negro BDSM y
cadenas. Inhumanamente grandes con músculos abultados del tamaño de rocas
dentadas,
como aunque
petróleo ensus cabezas son
pavimento y peculiarmente pequeñas.
sus ojos son de Negra piel tono
un nauseabundo escamosa destella
de amarillo
ictericia. Trago reflexivamente, rogando que el filete molido y el vino tinto no salgan
repentinamente
repentiname nte de mis labios.
Los cautivos petrificados se levantan solamente en ropa interior sucia, sus
cabellos enmarañados con suciedad y sus caras húmedas por las lágrimas y el sudor. El
acre olor a orina y vómito invade mis fosas nasales.

—Eden, mi amor, recuerdas a estos dos, ¿verdad? ¿De tu viejo vecindario?


Me obligo a arrancar mis aterrados ojos afligidos de la escena frente a mí, y me
volteo hacia esa viciosa voz seductora para encontrar una inquietante mirada divertida.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—Porque lo mereces. Porque ellos lo merecen.
—¿Es realmente necesario? —pregunta Niko, fingiendo aburrimiento. Si no fuera
por su agarre de nudillos blancos al borde de la mesa, parecería abrumadoramente
desinteresando en la escena vil.
—Lo es —contesta Lucifer, sin molestarse en mirarlo—. Además, merecemos un
poco de diversión aquí, ¿no crees?
Él sacude una mano, ordenando que esos dos pprisioneros
risioneros sean traídos más cerca
25
en la habitación. Las dos bestias gigantescas los empujan a un metro de la mesa,
forzando mi atención. Apenas pueden mantenerse en pie, temblando violentamente en
el suelo de piedra roja. No quiero verlo, pero los conozco. Parecen completamente
extraños para mí, aunque algo en ellos…
—Zachary Finch —comienza Lucifer—. Atleta estrella, mujeriego famoso y el
más notorio homofóbico de la secundaria Paul Roberson. Eden, querida, ¿no es dónde
estabas matriculada?
Mis ojos se entrecierran con disgusto.
—¿Qué estás haciendo?
—Por lo que he recopilado —continúa Lucifer su diatriba, ignorando
completamente mi pregunta—. Nuestro Zachary también inventó un rumor despiadado
sobre ti, clamando que estabas teniendo un salaz amorío con tu hermana, Mary. Él le
dijo a todo el mundo que escuchara sobre las lesbianas incestuosas que atrapó follando
presuntamente una noche en una fiesta. Por supuesto, eso fue después de que intentara
sobrepasarse contigo en dicha fiesta, y respondiste con un rodillazo en su menos-que-
impresionante virilidad. ¿No es cierto, Zachary? Dinos cómo trataste de violar a Eden,
y luego manchaste su reputación con mentiras.
—Por favor —gimotea el ahora chico larguirucho, sus sollozos entrecortados

cada
No sévez
quémás patéticos.
quieres de mí.¿Cuánto tiempo
Por favor, ha estado aquí? Se ve desnutrido y enfermo—.
lo siento.
—Sí —musita Lucifer, su boca sensual envolviendo sus palabras con malicia. Sus
putas gimen de creciente excitación al sonido de su voz —. Lo sientes, Zachary. Muy
arrepentido,, en efecto. Pero no tan arrepentido como tienes que estarlo.
arrepentido
Él voltea su belleza brutal a la chica parada junto a Zachary, una rubia de aspecto
frágil llorando silenciosamente en sus sucias manos.

siempre—presente
Mírame,en
amor. —Su La
su tono. vozchica
es cuidosamente amable,bordeando
obedece, lágrimas aunque lasus autoridad está
ojos verdes
asustados—. Ah, eso es mejor. Ahora, ¿te gustaría presentarte
presentarte a la sala o debería hacerlo
yo?
Ella solloza con más fuerza en respuesta, balbuceando súplicas incomprensibles
de misericordia. Su desesperación solamente parece excitar aún más a las putas ansiosas,
junto con la sed de sadismo de Lucifer
Lucifer..
—Muy bien entonces, mi querida. Estaré encantado de hacer los honores.
Danielle McCullough —comienza, cruzando sus elegantes dedos frente a su pecho —.
¿Qué puedo decir verdaderamente que resuma a esta preciosa criatura frente a nosotros?
—De repente se levanta de un salto, sorprendiéndonos a todos. Ni siquiera una
respiración rápida puede escucharse en la sala cavernosa. Los sucios prisioneros se
estremecen violentamente,
violentamente, y el fuerte olor a orina se hace incluso más potente.
26
Camina hacia el par, incitando a los guardias con aspecto de serpientes a dar un
paso atrás. Ellos se irguen al menos una cabeza más alta, sin embargo su proximidad los
intimida en la sumisión.
—Conozco a los de tu tipo —se burla él duramente, sus labios solamente a unos
centímetros de la piel empapada de lágrimas de la chica —. Del tipo que abusa del débil.
Del tipo que se alimenta de su miseria para su propio disfrute personal. Te reíste y
molestaste a Eden en la secundaria. Empezaste a pintarla como una paria, un monstruo.
Y cuando te cansaste de ella, fuiste por su hermana. ¿No es cierto, Danielle? Dinos cómo
tú y tus secuaces chicas malas le arrojaron tampones ensangrentados en los pasillos. O
cómo pusiste mierda de perro en su casillero. Estabas unos pocos grados delante de
Eden, así que abordar a Mary sola fue fácil. Fuiste calculadora y cruel cuando supiste
que ella era la más vulnerable. Y no sentiste ni una onza de remordimiento por eso. No.
Te sentiste incentivada… incluso con derecho. Cómo se atreve ella, una pobre huérfana,
a respirar el mismo aire que tú.
—¡Por favor! —llora Danielle, moco y lágrimas cayendo en sus piel desnudos —
. Lo siento. Por favor, no me lastimes. No lo hice en serio.
—¡Lo hiciste en serio! —gruñe Lucifer. Agarra un puñado de su cabello grasoso y
tira, obligándola a mirarlo. Todos aparte de Niko y yo, gimen con deleite—. No te
atrevas a quedarte ahí y mentirme en la cara. Querías hacerlo entonces, y lo harías otra
vez. ¿Verdad? Les harías pagar a ambas por existir.
En un sorprendente acto de seducción enfermiza, él inclina su cabeza y pasa su
nariz a lo largo de la columna expuesta de su cuello sudado.
—Mmmmmm, sí, lo harías. Puedo oler la malicia en ti. Incluso hablar de esto te
pone caliente.
La libera tan rápidamente que tropieza hacia atrás contra el guardia, quien la
endereza
Pero bruscamente.
después Debería
de recordar sentirme malaños
esos tumultuosos por bajo
ella. Debería sentirme
sus reinados mal por ambos.
de crueldad, todo lo
que siento es furia. Furia por lo que hicieron. Furia por no hacerlos sufrir con mis propias
manos.
Recuerdo todo. Las heridas todavía sangran como si Lucifer hubiera roto las
puntadas de mi pasado cicatrizado. Tenía que ser buena… tenía que permanecer callada
y fuera de problemas si quería quedarme con mi hermana. Si no, sería enviada de vuelta
a una casa de cuidado. Ya tenía una reputación por ser una niña problemática, y un paso
fuera de la línea significaba que perdería a la única persona que se preocupaba por mí.
Así que me quedé callada. Mantuve mi cabeza baja. Quería ser invisible, así mi
hermana y yo podíamos permanecer juntas. Podría haber forzado mi voluntad sobre
ellos. Podría haberme arrastrado en sus mentes y manipular ese mismo odio que ellos
habían tan generosamente desatado sobre mí. Pero estaba demasiado asustada de ser
atrapada. Y estaba asustada de no ser capaz de detenerme. 27
No me atrevo a respirar hasta que Lucifer toma asiento, y se voltea hacia mí
casualmente, esos ojos de un tono de un malvado cielo oscuro están reluciendo con
excitación.
—¿Qué dices, Eden? ¿Deberíamos divertirnos? ¿Eso te complacería, mi amor?
Elevo mi barbilla para replicar, y capturo un movimiento por el rabillo de mi ojo.
Los guardias…
guardias… esas brutales criaturas asquerosas que no son del todo serpientes pero
tampoco hombres empiezan a desnudarse, sacudiendo las correas de cuero. Los
montículos bulbosos del músculo se flexionan bajo las escamas verdosas oscuras a
medida que desenvainan sus pollas monstruosas, bombeándolas con sus manos llenas
de garras de la raíz a la punta. Con ojos horrorizados, miro a Niko, quien
qu ien coincide con
mi disgusto. Abro la boca para espetar mi repugnancia, pero él sacude la cabeza solo
una fracción, indicándome que trague la protesta burbujeando en mi garganta.
Los sonidos de gritos a medida que les rasgan su ropa interior sucia de sus cuerpos
son suficientes para traer lágrimas a mis ojos. Bajo la cabeza y aprieto los ojos con fuerza,
negándome a participar en lo que sé que inevitablemente viene a continuación. El
choque de las cadenas, la bofetada en la piel, los chillidos de la risa femenina mientras
saliva es escupida en palmas sucias. Sé lo que pasará y no puedo hacer nada. Y tal vez
una pequeña y desviada parte de mí no quiere…
Sacudo la idea de mi cabeza.
No. No, esto estaba mal. Sin importar quiénes fueron y lo que habían hecho,
nadie merece esto.
Casi vómito mi cena en toda la mesa de madera tallada cuando sus gritos inundan
todo el comedor. Los gruñidos de aprobación de los guardias a medida que desgarran
su carne y los manchan con sangre y pecado son insoportables. ¿Cómo pueden encontrar
placer en esta tortura? ¿Cómo pueden permanecer excitados a través de los gritos
desamparados de sus víctimas?
Unos dedos delicados acarician mi mejilla y grito, retrocediendo del toque suave.
El aliento de Lucifer es cálido y seductor en mi oído.
—Ah-ah-ah. No te escondas de esto, Eden. Mira. Ve cómo se retuercen y lloran
como patéticos pequeños gusanos en la tierra. Ve el miedo en sus ojos al mismo tiempo
que da paso al placer que sus cuerpos no pueden negar. Mira por
po r mí, amor. Goza de su
debilidad, así como ellos han gozado de la tuya.
Me agarra la barbilla, obligándome a levantar la cabeza. Intento resistir el
impulso de mirar la escena grotesca a pocos metros, pero no puedo evitarlo. Soy débil.
Estoy cansada. No hay nada en mí para pelear.
Los guardias violadores han obligado a Zachary y a Danielle a ponerse de rodillas
y están bombeando rápidamente dentro de ellos. Sus empujes son agresivos, 28
despiadados y hacen que mis entrañas se revuelvan con ácido. Hay tanto dolor en sus
rostros. Tanto arrepentimiento, vergüenza y desesperanza desplegándose mientras su
público jovial se ríe y se burla entre copas de vino.
—No llores por ellos, querida —susurra Lucifer, todavía aferrando mi barbilla—
. No merecen tus lágrimas. ¿Crees que ellos te darían una jodida solitaria lágrima si esa
fueras tú, siendo abiertamente violada una y otra vez? ¿Crees que
q ue ellos te llorarían?
Sacudo mi cabeza, con un sollozo doloroso en mi garganta.

—No importa. Nadie merece esto.


—Ahí es donde te equivocas, mi amor. —Se reclina en la silla, descansando una
pierna agraciadamente en su rodilla—. Nuestro amigo Zachary es pedófilo. Y sí. ¿La
razón de que atormentara a tantos compañeros gay? Tiene una inclinación por niños
pequeños tan jóvenes en edad como de tres años. Verdaderamente una mierda enferma
enferma
hasta los huesos. De hecho, lo encontré en el acto. Había violado a un niño pequeño
hasta que sangró y expiró de la brutalidad. Y por miedo, Zachary comenzó a rezar,
pidiendo ayuda. Desafortunadamente para él, nuestro Padre misericordioso tenía cosas
más importantes que atender. Fui el único que atendió la llamada.
La sangre se drena de mis mejillas cuando miro hacia él, leyendo la sinceridad
pintada sin esfuerzo en su cara. No tengo que preguntar si es verdad. Le creo. Un pedazo
de mierda como Zachary sería capaz de tales actos terribles.
—Me ves y ves a un monstruo. Pero no fui yo quien permitió a esos incontables
niños sufrir. No fui yo quien lo dejó libremente para torturar, mutilar y sodomizar una
y otra vez. Si no hubiera sido por mi interferencia, todavía estaría allí fuera, violando
bebés…
bebés … bebés, Eden. Lo he detenido
detenido para siempre.
siempre. Y ahora est
estáá consiguiendo solo una
mínima probada de lo que hizo a sus jóvenes víctimas.
No hay palabras en ningún lenguaje que puedan refutar sus clamores, así que
simplemente asiento. Él tiene razón. Zachary fue, es, un depredador. Sin importar
cuántas veces sea violado, jamás entenderá ni una pizca del dolor que causó.
—Y la chica… entenderás por qué tenía que hacer lo que tenía que hacer —
explica Lucifer—. Verás, el acoso no paró después de la secundaria. Danielle lo hizo su
trabajo de vida el molestar y humillar a otros. Controló algunos sitios sociales de
internet, dirigidos a jóvenes chicas impresionables, no muy diferentes a ti y tu hermana
años atrás. Las atacó, enviándoles amenazas de violencia, y urgiéndolas a terminar con
sus vidas. Y en un acto desesperado de malicia, puso en escena una trampa que resultó
en fotos desnudas de una menor que fueron enviadas a cada estudiante, padre y miembro
de facultad de su escuela. Una chica de doce años que solo estaba buscando el amor y
aceptación de sus compañeros, muy parecido a las huérfanas de primer año que
aterrorizó diariamente en secundaria. —Lucifer se detiene, mirando fijamente la película
de acción en vivo a pocos metros de distancia —. Ella consiguió su deseo. Esa niña de
doce años terminó su vida… envolvió un cinturón alrededor de su cuello, lo amarró a 29
un ventilador de techo y saltó. Su madre la encontró después de la escuela un día, con
una nota de suicidio arrugada a sus pies.
—Oh, Dios mío —exclamo, tapándome la boca con dedos temblorosos.
—Pregúntale a Él dónde estaba —exige Lucifer silenciosamente, volviendo su
mirada fulminante hacia mí—. Pregúntale a Él por qué no lo detuvo. ¿Acaso otros eran
más dignos, más merecedores de Su gracia? No voy a mentir; me complazco mucho al
castigar a aquellos que son lo suficientemente tontos como para ganárselo. Pero éstos
eran inocentes, Eden. Niños inocentes. Y Él se quedó allí y no hizo nada. Así que mira
con ojos vengativos mientras se hace justicia. Ten el consuelo en el hecho de que no
dejaré que estos cretinos se salgan con la suya con la violación y el asesinato. Lo que
han hecho… lo que habrían continuado haciendo… no quedará impune.
Seducida por la seriedad de sus palabras, vuelvo la cabeza, contra todo instinto
dentro de mí, y los miro. Y cuando sus gritos mueren a meros gemidos, y la sangre se
arrastra en riachuelos rojizos por sus muslos, no me encojo ni cierro los ojos. Doy
testimonio de su degradación por todos los niños abusados y torturados. Nadie miró
mientras ellos resultaron lastimados. Nadie sufrió con ellos en su agonía. Así que voy a
cargar con todo, y llevar su dolor como tributo a sus vidas destrozadas. Y encontraré
paz y alegría en el hecho de que ya no sufrirán a manos de estos villanos.

Cuando
Zachary caen al suelo,
son arrastrados, finalmente
su suciedad inconscientes,
y sangre manchandolos cuerpos
el sueloflojos de Danielle
de piedra roja. Lay
conversación informal se reanuda como si nada hubiera ocurrido, dando paso a la culpa
progresiva. ¿Qué he hecho? ¿Cómo he permitido esto? Y por qué… ¿por qué me
complació el abuso?
¿Qué me está pasando?
—Perdóname, pero debo ocuparme de unos asuntos apremiantes —anuncia
Lucifer,
para levantándose
el resto y abotonando
de la noche, su chaqueta
por favor, no dudes en— . Eden, si quisieras
complacerte con todoalgo de compañía
lo que mi hogar
tiene para ofrecer. Christina, Amanda, Sandra… estoy seguro que estarían más que
felices de ocupar tu tiempo.
Echo un vistazo a sus putas para encontrarlas retorciéndose de expectativa. Sus
ojos vidriosos, sus mejillas rosadas, su piel espolvoreada con transpiración… ¿Ya están
excitadas? ¿De la carnicería que acabamos de presenciar?
Me permito mirar a Niko que, una vez más, sacude la cabeza solo una mera
fracción.
—No —digo, imitando el gesto y ganando unos pucheros seguido de gemidos
decepcionados—. No, estoy cansada. Me gustaría ir a la cama.
—Por favor, adelante. Esto no es la Tierra, Eden. Nadie te negará los deseos de
tu cuerpo. Mientras recuerdes a quién perteneces. 30
Quiero decirle que no pertenezco a nadie sino a mí. Pero, ¿de verdad es así? En
esos momentos de carnicería, a medida que él susurraba aquellas palabras serias y
fervientes, hablando de justicia para todas esas vidas inocentes, estaba enteramente bajo
su hechizo. Estaba cautivada por las promesas que sus labios sensuales me
proporcionaron. Y no fue una estratagema. No estaba interpretando un papel en algún
jodido juego. Quería hacerles daño. Quería su retribución. Y mientras me siento aquí, el
olor de su sangre y bilis aún frescas en mi nariz, estoy luchando para repetirlo. Y
honestamente… ¿realmente quiero hacerlo?
Me pongo de pie con piernas
pi ernas débiles sin otra palabra, demasiado angustiada para
poner atención a la maldita etiqueta social. No puedo mirar a Niko y ver el fantasma de
la decepción en su ceño fruncido. Me importa un carajo esas tres chicas, y lo increíble
que me sentí cuando sus lenguas estuvieron en mi cuerpo. Y no puedo pensar en el
momento que acabo de compartir con la encarnación del pecado, y cómo sus palabras
sentidas y su mirada solemne me han hecho sentir… menos sola.
Saskia me está esperando al otro lado de las pesadas puertas de madera. Durante
toda la caminata a mi habitación, me pregunto si ella puede oler el mal que se filtra de
mis poros.
P
ara el momento en que levanto mi cuerpo exhausto del piso del baño,
Saskia se ha ido. La había despedido desde el momento en que
regresamos, pero se quedó, ocupándose en reacomodar la ya prístina
habitación mientras me daba el espacio de vomitar la podredumbre de mi alma.
Me paro frente al espejo, pero mantengo los ojos bajos. No puedo verme, no
después de los horrores que he visto. Pero más que nada, tengo miedo de no reconocer
a la persona devolviéndome la mirada. La persona que se deleitó con la degradación…
que se quedó como testigo de una violación y no dijo nada.
Después de restregarme y dejar mi piel en carne viva desde la cabeza hasta los
dedos de los pies con agua casi hirviendo en la gigante tina con patas estilo garras, me
deslicé en el camisón de seda que Saskia sacó para mí. Hay también una jarra de agua
fría en la mesa, la cual me bebo ansiosamente en tiempo récord.
Aunque se siente como si no hubiera dormido en años, y mis piernas están tan 31
débiles que apenas puedo estar de pie, no quiero dormir. Este no es mi hogar. Esta no es
mi cama. Y aunque pensé estar en el mismo predicamento hace menos de veinticuatro
horas, hay algo particularmente incorrecto en esta habitación que no me dejará cerrar
mis ojos. Y esa sensación hierve en mi sangre cuando alguien toca en la puerta.
—¿Quién es? —demando.
—Tu hada madrina del mal.
Pongo los ojos en blanco, pero me apresuro a abrir la puerta para dejar entrar a
Niko. Seque
siniestra recarga en elsusmarco
hace que deojos
pálidos la puerta, sonriendo
azules brillen bajo ampliamente de embargo,
la luz tenue. Sin esa manerala
crueldad forzada de antes ha desaparecido, y por eso estoy agradecida. Solo fue un acto,
similar al que tuve que interpretar.
i nterpretar. Aun así, las líneas entre la fantasía y realidad fueron
borrosas al mom
momento
ento en que m mee permití
permití mirar
mirar a Lucifer y ve
verr aalgo
lgo más que pur
puraa mald
maldad.
ad.
—Una advertencia hubiera sido agradable —digo a modo de saludo una vez que
cierra la puerta detrás de él—. ¿Lo sabías? ¿Que él había traído a esos dos aquí y lo que
había planeado hacerles?
Suelta un suspiro pesado antes de moverse hacia la mesa y servirnos dos bebidas
del licor ámbar.
—No. No lo sabía. Y aunque lo hubiera sabido, no hay nada que pueda decir
para prepararte para ese grado de brutalidad. —Me tiende el vaso pero lo declino con
una sacudida de mi cabeza.
—No, gracias.
—¿Estás segura? Te ayudará a sobrellevarlo… te ayudará a olvidar. No quieres
esa clase de mierda grabada en tu cerebro, abriéndose paso por tu interior como un
parásito. —Sus ojos vagan por mi cuerpo de la cabeza hasta los dedos de mis pies antes
de colocar el vaso ofrecido en la mesa—. O tal vez ya lo ha hecho.
Me volteo.
—No sé de qué estás hablando.
—¿Ah, no? Eso es raro. Porque a mí me pareció que te estabas tragando todas
sus patrañas fervientes como si fuera algodón de azúcar. Eden, es el amo de la mentira.
Y si crees que puedes experimentar lo que pasó esta noche, y salir ilesa, te estás
engañando a ti misma. Nadie es tan buen actor.
Me giro a enfrentarlo con el ceño fruncido, cruzando mis brazos frente a mi
pecho.
—¿En serio? Porque tú mismo diste una muy buena interpretación jodidamente 32
convincente. Casi como si fuera una segunda naturaleza para ti. Y si él es tan peligroso
como dices, ¿por qué no pareces más cuidadoso sobre estar aquí y advertirme? ¿Quién
dice que esta habitación no tiene micrófonos ocultos? ¿O tal vez solo me estás poniendo
una trampa?
—Porque con la patética mota de magia que me queda, resguardé esta habitación.
Tus palabras están a salvo aquí. —Pasa una mano a través de su sedoso cabello negro
en exasperación, y sacude su cabeza —. Mira, Eden. Sé que tienes problemas de
confianza, pero no tenemos tiempo para dudar entre nosotros ahora mismo. Lo creas o
no,
cosasquiero mantenerte
que en a salvo.
realidad no quieroYhacer.
para Entiéndeme
hacer eso, maldición, tengo
cuando digo quecomprendo
esto: decir y hacer
por
qué te sentirías en conflicto sobre lo que pasó allá abajo esta noche. Mucha de la mierda
que dice tiene sentido; es así. Pero tienes que recordar cuál es su objetivo principal. Y
para conseguirlo, presionará todos tus botones de la manera correcta y manipulará tu
dolor. Te usará. Y una vez que haya acabado contigo, te descartará. No es tu amigo. No
estamos hablando de Legion. Él no está aquí para salvarte de ti misma.
—Oh. ¿Y él no me usó y me desechó? —Tal vez sí quiero esa bebida. Camino
hacia allá y me la bebo en un gran trago. Mi estómago grita en protesta, pero no me
importa.
—¿Eso es lo que piensas? ¿Que él quería que esto pase?
—No sé qué pensar. Pero sé que Lucifer no es el único mentiroso. —Giro mi
cabeza para ocultar el dolor y la ira floreciendo en mi rostro. No puedo dejarle ver cómo
la sola mención del nombre de L me destroza.
Siento a Niko acercarse más a mí, su aroma a fresca brisa de océano me invade.
Acuna mi mejilla gentilmente, y gira mi rostro para verlo. Entonces… se estremece.
estremece.

—Oh, mierda. —Frunce el ceño—. No vas a llorar, ¿verdad?


Me aparto de su agarre bruscamente, y pisoteo a través de la habitación, lejos de
su mirada condescendiente.
—No, estoy bien.
—¿Estás segura? No te ves así.
—¡Dije, que estoy bien!

—Bien. Porque las lágrimas son irresistibles aquí. Enójate. Enfurece todo lo que
quieras, pero no muestres vulnerabilidad. —Lo oigo soltar un suspiro detrás de mí —.
Mira, entiendo. Tu frágil corazón mortal está roto. Pero no dejes que esa mierda te mate.
El corazón
liberado en roto es una
la Tierra si cortada de papel comparado
pierdes perspectiva. con
Lo siento, peel
pero…
ro…tipotienes
de infierno que será
que aguantarte,
bomboncito. 33
—Lo diré una vez más: Estoy. Bien. Ya déjalo —digo inexpresivamente,
extinguiendo toda expresión de mi voz.
—Si tú lo dices. Pero si debes llorar, hazlo aquí. No dejes que te escuchen. Ni que
te vean.
—¿Quiénes son ellos? ¿Por qué hablas en plural? —le pregunto, lanzándole una
mirada escéptica. Nikolai se lleva un dedo a sus labios, y apunta a las paredes.
—Las paredes, las pinturas… viven.
¿Viven? Como en… ¿están
¿están vivas?
¿Qué jodida mierda?
Sabía que sentí algo cuando me quedé mirando a esa pintura Rembrandt, como
si los colores pulsaran con una fuerza oscura. Y caminando por el pasillo hacia el
comedor… los sentí. Aunque estaba completamente vacío, vacío, sentí como si no solo
estuviéramos siendo observadas, estuviéramos
estuviéramos siendo desmenuzadas, poco a poco, por
pequeños ojos relucientes anticipando hasta el más leve titubeo en mis pasos. Saskia
estaba diciendo la verdad.
Sabía por qué estaban observando… esperando. La corriente negra que trepidaba
debajo de los lienzos pertenecía a aquel que me había traído aquí. Aquel que quería
destriparme e infectarme con la misma maldad que respiraba fuego dentro de esas
paredes.
—Llorar es para aquellos que sienten dolor. Y yo no siento nada. —Levanto mi
mentón, sintiéndome sobria. Nikolai tiene razón. Tengo que aguantarm
aguantarme,
e, y recordar por
qué estoy aquí—. Ahora dime todo lo que necesito saber. ¿Cómo lo enfrento?

—¿Enfrentarlo? Solo quiero que sobrevivas a él.


—A la mierda con sobrevivir.
Nikolai levanta una ceja.
—No estás lista para eso.
—Estoy aquí, ¿cierto? Dime.
—¿Y qué hay de Legion?
Muerdo en el eco del dolor que se remueve en mi pecho, rehusándome a
reconocerlo.

—¿Qué hay con él?


—¿Y si viene por ti? Y sabes que lo intentará. ¿Serás todavía digna de ser salvada? 34
—No fui digna entonces. ¿Qué te hace creer que alguna vez lo seré?
Lo observo atentamente a medida que considera mis palabras por un momento.
—Sabes, una vez que algunas puertas son abiertas, no pueden ser cerradas. Y
cuando te permitas estar completamente sumergida en este inframundo, no habrá vuelta
atrás. Algunas veces, la oscuridad no puede ser extinguida.
Cierro la distancia entre nuestros cuerpos tensos, casi poniéndonos pecho a
pecho.
—No he hecho nada más que luchar para sobrevivir durante toda mi miserable
existencia. Ahora
Ahora no tengo nada que perder… nada por lo que vivir. Por lo tanto, si así
es como va a ser, que así sea. Enséñame a ser como tú: inquebrantable, indiferente.
Enséñame qué es lo que necesito ser para así poder
po der arruinar a ese hijo de puta y acabar
con él para siempre.
Asiente una vez, después se aleja para rellenar nuestros vasos.
—Sí, ya veo por qué le caes bien a Gabriella —remarca, con una sonrisa en sus
labios.
—¿Por qué dices eso? —Acepto el vaso de su mano extendida y le doy un sorbo.

—Eres una pequeña criatura feroz. Igual que ella.


Pasamos la mayor parte de tres horas y un quinto de botella de whisky escocés

sentados con las piernas


onza de información quecruzadas en mi
ha reunido cama gigante,
durante mientras
su estancia en el Nikolai
Infierno.descarga
Silenciocada
mis
jadeos y oculto mis encogimientos mientras describe las ideas de Lucifer de
entretenimiento nocturno. Considerando lo que pasó en la cena, no debería estar
sorprendida. Pero sus gustos van más allá y son más oscuros que la violación.
Bestialidad. Mutilación. Y por supuesto, asesinato absoluto. Y cada vez, Nikolai mostró
esa gran sonrisa siniestra y le siguió el juego para aplacar la sádica búsqueda de
admiración que tiene Lucifer.
—Entonces… ¿ustedes dos tienen algún tipo de bromance4 psicópata? ¿Por qué
te dejó entrar?
Niko se encoge de hombros.
—Supongo que ve algo en mí que le recuerda lo que tuvo con el hermano que
perdió… Legion. Ellos eran cercanos, sabes. Más cercanos que cualquiera que haya 35
conocido. Juntos gobernaban el inframundo. Además, soy jodidamente estupendo.
¿Quién no querría mantenerme cerca?
Pongo mis ojos en blanco con la última parte, y me concentro en los hechos.
—Y L lo dejó. Intercambió el mal por el bien. —Tomo un trago para abrasar esa
sola letra de mi lengua.
—Volvió loco a Lucifer. Es como un niño pequeño: todavía esperando ser
aceptado. El tipo tiene algunos serios problemas de abandono. Y ya que no estoy atado
a ningún lugar, parezco ser una apuesta segura. Una distracción sin el riesgo de ser
dejado otra vez.
—Espera… ¿qué quieres
quieres decir con que no estás atado a ningún lugar?
Niko contiene el aliento, y veo como sus ojos se apagan con tristeza.
—No estoy en el Infierno o en el Cielo. Estoy en algún lugar intermedio, incapaz
de seguir adelante. Estoy ligado por dos lados, el bien y el mal, que son cada uno parte
permanente en mí.
Mi mirada se va ampliando a medida que entiendo el significado en sus palabras.

4 Bromance : palabra coloquial que describe la amistad muy estrecha entre dos hombres heterosexuales al
punto de que sea considerado como un romance.
—Estás en el limbo.
Asiente.
—Y aunque eso suena como un arreglo genial, no lo es. Preferiría quemarme
aquí toda la eternidad que sentirme tan… perdido.
Me reacomodo sobre mis rodillas, ansiosa por oír más.
—¿Por qué no puedes seguir adelante?
Nikolai levanta su rostro de manera que puedo ver la imperturbable emoción
pintada tan dolorosamente a través de su piel de alabastro.
—Morí dando mi vida por la de Gabriella en manos de mi padre, Stavros. Pero
antes de que ella lo matara en represalia, fue capaz de atar su vida a la mía, como si
supiera que Dorian haría todo lo que estuviera en su poder para traerme de regreso. Y
así al hacer eso, se aseguraba que una nueva vida también sería una posibilidad para él.
—¿Tu propio padre te mató? —Mi voz es apenas un susurro roto.
—El día de la boda de Dorian y Gabriella, justo después de matar a mi madre. Y
tú que pensabas que tu familia ponía la diversión a lo disfuncional. —Se ríe
sombríamente, pero ningún humor alcanza sus ojos —. Stavros gobierna el Octavo
36
Reino: aquel que está reservado para aquellos creados de magia oscura. Si soy liberado
de mi purgatorio, seré desterrado allí.
—¿El Octavo Reino? Entonces, espera… ¿hay ¿hay más de esto que… esto? —
pregunto, ondeando una mano alrededor de la habitación. Ya debería haberlo sabido.
Este no es el Infierno. Es meramente una celda de detención.
Niko sacude su cabeza.
—Lejos de eso. Hay un reino para cada criatura del mal y la depravación,
incluyendo a los humanos. Mi padre fue una vez el más poderoso hechicero en el
mundo. Lucifer lo deja divertirse a cambio de su fidelidad.
—Pero no eres una criatura del mal y la depravación, ¿verdad? Esa es la razón
por la que estás en el limbo. —Siento que estoy haciendo muchas preguntas, pero no lo
entiendo. Después de todo lo que me ha dicho… después de todo lo que está haciendo
para tratar de ayudarme… ¿cómo podría ser merecedor de un destino
destino tan sombrío? ¿De
vivir en agonía bajo el gobierno del hombre que lo mató?
—Estoy en el limbo por una única y exclusiva razón. Por la misma cosa por la
que di mi vida. Amor.
Su garganta sube y baja cuando traga forzadamente antes de levantar la vista
hacia mí, su mirada azul glacial llena con algo que no puedo precisar del todo.
Admiración. Nostalgia. La emoción en sus ojos es tan intensa que puedo sentir su
energía disparándose sobre mí, logrando atraerme más cerca de su palpable calidez.
—Hace un tiempo, era un hombre diferente. Alguien descarado y despiadado…
era un monstruo. Pero conocí a alguien que me salvó de la desolación de mi alma y me
forzó a abrir mi corazón. Ella era buena, era íntegra. Era el día en mi mundo de noche
perpetua. Me
Me salvó… y la perdí.
perdí.
—¿Murió? —Odio siquiera preguntarlo.

Asiente.
—Intercambió su vida por la mía, de modo que así podría hacer lo mismo
muchos años después.
La comprensión me inunda.
—Por Gabriella.
Otro asentimiento.
—Ese siempre fue su destino; nuestro destino. Todo pasa por una razón. Por qué
fuiste escogida por el ángel Adriel… por qué los Se7en te acogieron… todo está
conectado a algo mucho más grande.
—¿Y qué es?
Una suave línea se forma entre sus cejas. 37
—No lo sé. Todavía no. Pero sea lo que sea, tienes que creer que todo está
predestinado para el bien mayor. Algo más allá de ti o de mí, o incluso del Cielo o el
Infierno.
Busco las palabras correctas para llenar el silencio tenso, pero nada de lo que
pudiera decir sería suficiente. Ha experimentado tanta pérdida, tanto dolor, y sin
embargo aquí está, diciéndome que no me rinda. Ofreciendo un sustento de esperanza
cuando todo lo que quiero es hundirme en mi miseria. Aunque, en el preciso momento
en que tomé la mano de Lucifer en ese frío sótano húmedo, pensé que la tenía. Quería
que todo terminara. Y habría permitido que toda la ira y desesperanza me llevara como
olas aplastantes si no lo hubiera conocido. Me habría resignado al destino que Lucifer
había construido para mí. Tal vez incluso hubiera sucumbido a sus avances, seducida
por la promesa del frío desapego.
El cansancio y demasiadas bebidas se posan como dos toneladas de yunques en
mis párpados, y ni siquiera me doy cuenta que me estoy quedando dormida hasta que
siento la suave calidez de una sábana siendo extendida sobre mí, y unos labios fríos
presionados en mi frente. Ni siquiera tengo la suficiente fuerza para susurrar buenas
noches. Pero cuando despierto de unos minutos de sueño profundo, tal vez horas después,
me doy cuenta que Nikolai se ha ido.

La habitación está en silencio y mortalmente quieta.


Pero no estoy sola.
S
olo me lleva una fracción de segundo sacar el sueño de mis ojos y sustituirlo
por un pánico helado. Me enderezo de golpe y me preparo para saltar
corriendo de la cama, pero antes de poder hacerlo, una mano cálida, casi
gentil, agarra mi codo.
—No era mi intención asustarte. ¿Podemos hablar?
Me obligo a enfocarme en él, encontrándome con esos brillantes iris púrpuras
azulados con desprecio contenido.
—¿Qué quieres? —espeto, mi voz mezclada con el sueño y la desconfianza.
—Solamente hablar, si eso está bien. —Lucifer levanta sus manos en
aquiescencia—. Estabas dormida, y me encontré extrañamente fascinado por esa
pacífica tranquilidad. ¿Qué se siente? —Se instala en la cama sin invitación alguna,
apoyando sus costosos mocasines de cuero en el edredón color crema. 38
Puedo jugar de dos maneras. Puedo ir con mi primer instinto: correr,
esconderme, escupir amenazas vacías que solo intensificarían este juego del gato y el
ratón. O puedo seguir el consejo de Niko: seguir el juego. Lucifer es un verdadero
narcisista. Tiene que creer que es todo acerca de él. Mi miedo, mi odio, mi deseo…
quiere regirlo todo. Quiere tirar de mis cuerdas raídas y ver cómo me desenredo justo
delante de él.
—¿Cómo es qué? —pregunto, escondiendo el terror de mi cara.
—Dormir —responde Lucifer. Sus ojos se entrecierran, inclina su cabeza a un
lado como si estuviera estudiando a una criatura rara y fascinante—. Soñar.
Me muevo incómoda bajo su mirada especulativa.
—¿No lo sabes?
—No. Es una función humana. No la necesito.
Mi ceño se frunce. Legion dormía. El recuerdo de mi mejilla presionada contra
su pecho desnudo a medida que su corazón me tarareaba una canción de cuna aún
persiste en las esquinas polvorientas de mi mente. Se veía tan tranquilo, tan humano,
mientras dormía. Quería existir en ese espacio con él para siempre. Y pensar que pudo
haber sido una farsa, francamente, duele. Es más parecido a Lucifer de lo que quiero
creer. Pero honestamente, son exactamente iguales.
—Entonces… ¿ninguno
¿ninguno de ustedes duerme? ¿Nunca?
Su mirada viaja sobre las líneas cuestionadoras talladas en mi cara.
—Aquí no. En la Tierra, estamos sujetos a cierto tipo de vulnerabilidad que se
parece mucho a la mortalidad. Requerimos de sustento, de descanso. Llegamos a ser
susceptibles a lesiones y, en algunos casos, a enfermedades. Aunque somos mucho más
fuertes y más resistentes a esas irritaciones, decido no dejarlo al azar.
Eso atrae mi interés. Me incorporo sobre mis rodillas, manteniendo una distancia
d istancia
saludable entre nosotros. Hace apenas unas horas, me había sentado a su lado, dejándole
seducirme con mentiras que cayeron de sus labios sutilmente a mis oídos. La sensación
de sus dedos todavía quema en mi mejilla. Pero ahora, con el suave resplandor de la luz
de las velas parpadeando en sus bases emitiendo sombras doradas a través de nuestros
rostros, su presencia parece asfixiante. Como si cada uno de mis sentidos despertase a
sus órdenes, solo para ser sofocado por su poder abrumador.
Es un truco, me digo. Un síntoma de su proximidad.
Justo como esa noche en el baño del Vigilante. Justo como ayer por la noche
cuando
demás. dejé que coaccione mi corazón vengativo sintiendo placer en el dolor de los
Saco los pensamientos de mi cabeza. Qué fácil sería caer víctima de su encanto y 39
su influencia oscura. Sabiendo eso, tengo que permanecer atenta. Tengo que reconocer
la diferencia entre lo que soy, y el pequeño monstruo dentro de mí que está tratando de
abrirse camino a la superficie.
—En cualquier caso —comienza él después de tener rato sin hablar después de
unos momentos de espesa tensión—. Me doy cuenta que eres, de hecho, humana, y sería
impropio de un caballero no ver cómo estás después de las festividades de la cena.
Perdóname por no acompañarte a tu habitación.

—Estoy bien
desesperadamente. Sus — comento,
labios negándome
se curvan a darle
con un toque la verdad
de alegría quecomo
tortuosa, busca
si
pudiera oler la mentira en mí.
—Bien. No me gustaría hacerte… —Sus dientes presionan su labio inferior,
mordiéndolo con la más mínima presión—… sentir incómoda de ninguna manera. Lo
sabes ¿verdad, Eden?
Aparto mis ojos de sus labios y miro más allá de él.
—¿Cómo podría?
—Mira a tu alrededor —responde con un gesto de su mano—. Los mejores
muebles. Los alimentos más deliciosos. Las telas más exuberantes. Quiero que te
ahogues en lujo, que estés completamente inmersa en todas las cosas placenteras. Sé que
esto es una gran mejora de lo que estás acostumbrada, pero créeme cuando te digo esto:
te mereces lo mejor. Y mientras estés conmigo, tendrás lo mejor.
—Mientras esté contigo. —Aprieto mis labios en una línea plana.
—Sí. —Asiente—. He esperado por ti incluso antes de que nacieras, Eden.
Cuando te sentí en el vientre de tu madre, no puedes imaginar la alegría pura que sentí,
sabiendo que pronto estaríamos juntos.
Mi rostro palidece, y mi boca se seca.
—¿Has estado esperando por mí? ¿Desde que era un feto? —Mi tono indignado
lo hace estremecerse pero continúo, mi lengua inflamada con disgusto—. ¿Qué clase de
mierda pedófila y enfermiza es esa? ¿Cómo eso te hace ser mejor que Zachary?
Lucifer se endereza con gracia, imperturbable ante mis acusaciones.
—Mi interés en ti no está concebido a partir de la lujuria, Eden. Te lo aseguro.
Lo que eres es… muy especial para
par a mí. Y encontrarte ha sido de gran importancia
durante siglos.

—¿Lo que soy? —balbuceo—. ¿Qué quieres decir?


—La más rara y hermosa de todas las joyas, mi amor. Una que debe ser
40
comparada con el más alto honor y admiración por todo el tiempo durante el cual pueda
reinar. Por eso te elegí, Eden. No a Adriel, no a Lilith. Te escogí a ti.
Lucifer rueda sobre su costado para mirarme, acortando la distancia entre
nosotros aún más. Su olor es mortal y embriagador, como flores violetas de belladona.
Con sus labios gruesos que todavía puedo saborear en mis sueños, y su cabello oscuro
que una vez se sintió como seda hilada entre mis dedos. Sus ojos parpadean con
resplandor como si fueran los guardianes de pequeñas galaxias a años luz más allá de
nuestros dos mundos.

Me gustaría
mi atracción quepor
demente fuera posible
él fuera odiarlo
mucho másmás de lo que ya lo hago. Haría que negar
fácil.
Esta cosa entre nosotros, esta fea criatura desesperada que no acaba de morir, me
ha perseguido desde la noche en la mansión del Vigilante. Sentí su poder trepar dentro
de mí con cada golpe. Me sentí cada vez más fuerte, más desinhibida. Como si nada
pudiera obligarme ni domarme.
Ese sentimiento, junto con nuestra ilusión erótica, se rompió al momento en que
la voz de Legion se abrió paso. Regresé a estar cubierta por la vergüenza y el
abatimiento, y por buenas razones. No solo había bailado con el Diablo. Cabalgué su
pene con tanta fuerza que el fuego del infierno explotó dentro de mi vientre y fundió el
pecado en las paredes del baño.
Y ahora aquí estoy, pensando en esa noche y la forma indescriptible en que me
hizo sentir. Y preguntándome si sería incluso mejor ahora que estamos aquí… juntos…
—Entonces… ¿folla
¿follamos
mos ahora, o debería dejarte continuar? —Una sonrisa
divertida se extiende burlonamente en su boca y levanta una ceja perfecta
—Maldito bastardo —espeto con dureza, dándome cuenta de lo que ha hecho—
. ¡Tú… tú me hiciste pensar en toda esa mierda!
—No. Es decir, sí, te di un empujón en esa dirección, pero tu pequeña mente
traviesa hizo el resto. —Apoya su barbilla con cautela en una palma —. Por favor,
déjame disfrutar con más. Tu recuerdo de aquella noche es bastante sugestivo. Debo
haber dejado una gran impresión.
—Idiota —murmuro, alzando el cobertor hasta mi barbilla. Huiría de la cama,
pero entonces él vería lo duro que están mis pezones a través de la delgada seda de la
blusa del pijama, y en realidad, no creo que sea posible iinflar
nflar su ego incluso más.
Se ríe profunda y desvergonzadamente, su mentón alzado, sus ojos cerrados y su
boca sensual abierta. Es tan libre con su cue
cuerpo
rpo y sus movimientos,
movimientos, como si el ccontrol
ontrol y
la precaución
en no existieran
un constante estado deen su mundo.
control. Un gran
Excepto contraste
cuando estabadeconmigo…
Legion, quien solo existía
ab razándome
abrazándome
fuertemente bajo un velo de luz de luna, besándome profunda y frenéticamente como si 41
fuera a desvanecerme en sus brazos, llenándome con su ira y caos hasta que yo ardía tan
radiante como el sol.
Esas fueron las únicas ocasiones que sentí que realmente lo vi, que realmente lo
conocí en lo más mínimo. Y aun así, era un gran extraño para mí.
Lanzo un suspiro pesado y alejo los recuerdos que continúan intentando trepar
su camino hacia la vanguardia de mi mente. Lucifer lee la frustración en mi rostro y
estira el brazo cuidadosamente para tocar un rizo suelto de mi cabello plateado,
enredándolo alrededor de sus dedos. Me quedo mortalmente quieta.
—Él no te apreciaba, sabes —dice, su voz apenas por encima de un susurro —.
Te mantuvo enjaulada como un animal. Te exhibió como un pedazo de carne. Y cuando
fue cuestión de salvar tu vida, o la misión de los Se7en, los eligió. No a ti, Eden.
Prácticamente
Prácticamen te te empujó a mis brazos.
—¿Y no tuviste nada que ver con ello? —interrogo gélidamente—. ¿No
secuestraste a mi hermana y amenazaste
amenazaste con lastimarla a ella y a los otros?
Sus dedos se detienen a medio giro y deja caer su mano.
—Es inocente. No le habría hecho daño. E incluso ahora, no recuerda esa noche.
Solo necesitaba llamar tu atención. Necesitaba que dejaras de pelear lo suficiente para

hacerte ver que tu salvador no es un santo. Es un hipócrita.


Con una expresión seria, Lucifer se levanta de la cama.
—Vístete. Me gustaría llevarte a desayunar, después a un recorrido por mi casa.
Quiero que estés cómoda aquí. Quiero que mi casa sea tu casa.
Resisto la abrumadora necesidad de poner mis ojos en blanco.
—¿Por qué?
Él se inclina hacia delante, presionando su puño en el colchón. Esos ojos
salpicados de estrellas me observan con sinceridad.
—Porque fui honesto de mis intenciones contigo. Tú podrás no amarme, y tal
vez nunca lo harás. Pero mi esperanza es que me abras tu corazón, incluso si es solo un
poco. Solo una grieta, es todo lo que pido. Solo entonces sentirás la solemnidad de lo
que siento por ti.
Las palabras caen en picada al fondo de mi estómago a medida que lo veo
erguirse y aproximarse a la puerta del dormitorio.
do rmitorio.
—Estaré esperando en el pasillo. Y no espero por nadie. Has estado aquí por
apenas veinticuatro horas y ya estoy listo para doblegarme ante tus deseos. Y ni siquiera
tuviste que infiltrarte en mi mente para hacerlo.
En el preciso momento en que la puerta se cierra detrás de él, gateo de la cama.
Estoy jadeando después de apenas respirar durante la última media hora. No puedo ir a 42
desayunar con él. Ya es lo suficientemente malo que viniera a mi habitación, sin
invitación, y que me viera dormir como un pervertido. Mierda, ¿puede hacer eso
siempre? ¿Dónde se aparecerá después? ¿El baño?
Acallo el grito de frustración formándose en mi garganta. Cómo se atreve. No
tiene derecho a invadir mi espacio personal y llevarse la pequeña semilla de seguridad
que pensé que tenía. Debí haber sabido que era incapaz de cualquier pizca de decencia
y decoro. ¿Y sabes qué? Necesita que alguien se lo diga. A la mierda el doblegarme y
morder mi lengua como todos los demás alrededor de él. Niko dijo que a Lucifer no le
va bien el aburrimiento. Bueno, afortunadamente para él, acaba de encender un petardo.
Me lavo apresuradamente y me visto en la cosa más modesta que puedo
encontrar en ese armario ridículo: una falda negra de tul que me llega por debajo de la
rodilla y una blusa blanca sencilla que fue hecha para ser una camiseta interior. Todos
los zapatos proveídos son nauseabundamente de mal gusto así que me decido por unas
zapatillas bajas rojo brillante. Son probablemente pantuflas pero que me condenen si
camino por este palacio parecido a una catatumba en tacones.
No me molesto con mucho maquillaje, y opto por atar mi cabello en un moño
desordenado. No estoy aquí para deslumbrarlo con mis encantos femeninos. Tiene
suerte de que tengo la suficiente amabilidad para incluso cepillar mis dientes. Pero
cuando piso fuera del dormitorio con piernas temblorosas, pensarías que acabo de salir
de una de las páginas de Vogue París.
—Guau… estoy sin habla.
—¿Qué? —Frunzo el ceño, mirando abajo a mi atuendo. No mi mejor trabajo,
pero mierda… tenía
tenía que trabajar con lo que me fue dado.
—Nada, tú solo estás… —Lucifer sacude su cabeza. Da un paso hacia delante, y
roza sus dedos con un rizo obstinado de cabello—. Este color te queda.
—Supongo que tengo que agradecerte por eso.
—Supongo que sí —responde, una sonrisa jugando en sus labios. Retrocede
apresuradamente y entrelaza sus manos detrás de su espalda—. Ven. Hice que el chef
preparara algo especial. No es usual que tenga el placer de comer a esta hora,
especialmente con una belleza tan seductora.
Sigo sus pasos relajados, manteniéndome a su lado, aunque con una distancia
sana entre nuestros cuerpos. Sus zancadas son naturales como si estuviera paseando en
una nube. El pasillo está siniestramente callado, como antes, pero el sentimiento
espeluznante de ser observada es más fuerte que nunca. Como si el inframundo entero
estuviera admirándonos
admirándonos en deleite. Cruzo mis brazos frente a mi pecho, esperando que
ello amortigüe el rápido palpitar de mi corazón.
—¿Pensé que podías hacer cualquier cosa que quisieras? —inquiero,
manteniendo mi mirada hacia delante. No quiero captar ni un destello de los cuadros. 43
Puedo sentirlos; incluso puedo sentir movimientos fugaces en mi visión periférica. Pero
cada vez que he mirado esas obras antiguas, han estado completamente inmóviles,
congelados en su poesía perpetua.
—Ah, como dice el dicho, no hay descanso para los malvados. Siempre hay
mucho por hacer: almas que reclamar, horquetas que afilar, cuernos que pulir. —Me
mira desde el rabillo de su ojo, justo a tiempo para atrapar mi mueca —. Es broma.
Gobernar es mucho más tedioso de lo que esperarías. Montones de papeleo.

Damos
adornado con lapiedras
vuelta rojo
en una esquina,
sangre. yendo
Busco en la dirección
frenéticamente poropuesta del señal
cualquier comedor
de
familiaridad, pero pronto me doy cuenta que estamos yendo a un ala diferente. ¿A dónde
me está llevando?
—Mis aposentos —ofrece Lucifer, arrancando la pregunta de mi mente.
Lo miro y le frunzo el ceño.
c eño.
—¿Estás leyendo mis pensamientos?
—No tengo que hacerlo. Eres absolutamente fácil de leer. No que me esté
quejando. Pero con dones como el tuyo, sería más precavido con tus expresiones. Podría
ser problemático.
Irritada con su evaluación, pero en cierto modo agradecida por el consejo, bo
borro
rro
la emoción batallando de mi rostro.
—¿Por qué me estás diciendo esto?
—Porque quiero ayudarte, por supuesto. Y al ayudarte,
ay udarte, me estoy ayudando a mí
mismo. Mi meta es hacerte ver tu potencial completo. Una vez que accedas a todo tu
poder, serás imparable. Seremos imparables.
—¿Y entonces qué?
Se detiene abruptamente frente a un juego de puertas de pesada madera
intrincadamente tallada y se gira para encararme, bajando su mentón de modo que
puedo ver las motas de obsidiana tiñendo los blancos de sus ojos.
—Entonces… reinamos.
reinamos.
Ni siquiera tengo tiempo de jadear cuando las puertas se abren por su propia
cuenta, revelando una lujosa sala de estar. Lucifer extiende un brazo para instarme a
entrar, y me sorprende que mis pies obedecen, ansiosos de entrar en el impresionante
espacio. Los suelos son de mármol pulido del color
co lor de las nubes de tormenta iluminadas
con relámpagos. Las paredes de piedra gris tienen paneles revestidos con ricos marrones
oscuros que acentúan el brillante candelabro de cristal derramando destellos de luz
reluciente del techo. Todos los muebles son modernos y están situados deliberadamente, 44
pero curiosamente acogedores.
acogedores. Es como si acabara de entrar en la sala de exposición de
un diseñador, y cada pieza fue elegida para reflejar estilo y riqueza obscena.
La zona de estar bordea una habitación más pequeña donde espío una mesa
redonda y alta alojando una jarra de zumo de naranja y dos vasos. Ni siquiera me doy
cuenta que tengo hambre hasta que soy inundada con los olores de tocino, huevos y
pasteles recién horneados. Aferro mi estómago gruñendo y me inclino hacia la fuente.
—Ven —dice Lucifer, llevándome más cerca del sustento—. Te puedo enseñar
los alrededores más tarde.
Lo sigo, regañándome internamente por la debilidad de mi cuerpo, y tomo uno
de los dos asientos. Para el momento en que mi espalda golpea la silla, una oleada de
camareros entran en fila a través de una puerta a varios metros de distancia, sosteniendo
varios platos humeantes de deliciosa fritura dorada. Estoy prácticamente salivando
cuando un plato rebosante con todos mis alimentos favoritos para el desayuno es
colocado frente a mí.
—Come. —Lucifer sonríe, recogiendo su tenedor y cuchillo. Corta una pila de
panqueques mullidos empapados en mantequilla y jarabe. Su mirada nunca se desvía de
mi cara a medida que abre sus sensuales labios y coloca un bocado en su lengua.

Maldita sea.
—¿Pasa algo? —pregunta alrededor de un bocado de panqueque.
Parpadeo de mi trance y lucho para recoger mi tenedor.
—No, no. Solo esperando.
—¿Esperando qué? —pregunta, alcanzando su vaso de jugo.
—Para ver si de verdad ibas a comer.

Lucifer sorbe su jugo y deja el vaso cuidadosamente antes de reclinarse en su silla.


—Hay literalmente un millón de maneras de lastimarte, Eden. Y el veneno está,
francamente,, en el fondo de esa lista. Es aburrido… cobarde. Si no lo has notado, lo mío
francamente
es la teatralidad.
Una rápida ráfaga de calor se dispara sobre mí, pero eso no hace nada para
sacudir el frío que se apodera de mi espalda. Agarro mi tenedor aún más fuerte para
estabilizar el temblor de mi mano.
—Ahora… come. Tu comida se está enfriando, y de verdad, en serio odio
repetirme.
Alza sus cubiertos y continúa comiendo. Solo me doy tres segundos para mirar
boquiabierta antes de recoger
recoger mi mandíbula de la mesa y pinchar una salchic
salchicha
ha con un
tenedor. Mordisqueo un bocado picante y grasiento para encontrar que, por supuesto,
es delicioso sin un rastro de toxicidad. No que realmente pensara que lo estaba. Pero o
45
bien era mentir
mentir sobre mi posible muerte por
por veneno, o admitir que estaba fascina
fascinada
da por
lo cautivante que es la boca de Lucifer. No puedo y no le daré la satisfacción de saber el
efecto que tiene sobre mí.
—¿Llevas a todas tus citas a desayunar a tus aposentos? —pregunto después de
cansarme de nuestros sonidos de masticar y tragar.
—No —contesta sin mirarme—. Y no sabía que esto era una cita.
—Oh, um —tartamudeo, de repente sintiéndome más que un poco cohibida. Fue
un débil intento de relajar el ambiente. Ahora acabo de hacer las cosas aún más
incómodas—. Por supuesto, no lo es.
—Relájate. —Lucifer ríe, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios —. Estoy
bromeando. Bueno, en realidad no. No tengo citas, Eden. Hago tratos, me divierto y
follo. Tener citas es una práctica mortal.
—No quise decir…
—Pero si eso es algo que deseas, entonces lo complacería. Y ciertamente no te
traería aquí a cortejarte con panqueques para nuestra primera cita.
Parpadeo dos veces antes de decir:
—No es necesario.
—¿Preferirías que nos saltemos el cortejo y vayamos directo a follar? —Menea
sus cejas juguetonamente y sé bien que debería actuar ofendida.
—Paso. Odiaría arruinar tus hermosas paredes con mi vómito.
Como antes en mi dormitorio, Lucifer inclina la cabeza hacia atrás y se ríe, un
sonido agudo, retumbante pero embriagador. No tan profundo y gutural como el de
Legion, pero igual de agradable.
—Eres graciosa, Eden. Me gusta eso. Puedo apreciar un buen sentido del humor.
Contemplo sus ojos relucientes y su sonrisa devastadora, y me pregunto si está
diciendo la verdad.
—Siempre pensé que el sarcasmo era uno de los Siete Pecados Capitales.
—Oh, está ahí arriba con la Gula y la Lujuria. No sé si tendría que hacerte azotar
o recompensarte públicamente.
Todavía está sonriendo así que considero que está bromeando. Pero por otra
parte, puso esa misma sonrisa anoche cuando ordenó que dos de mis antiguos
compañeros de clase fueran violados hasta morir. El solo pensamiento de sus cuerpos
ensangrentados
ensangrentados y sin vida hace que mi desayuno se revuelva en mi estómago.
—¿Qué pasó con Zachary y Danielle? —pregunto antes de que pueda evitarlo.
46
Toda señal de alegría desaparece al instante del rostro de Lucifer, y estoy
agradecida. Es demasiado fácil caer por su encanto y atractivo. Y cuando él sabe
exactamente qué botones debe empujar en mi cabeza, será mejor que me aferre a esas
escenas terribles del comedor. Necesito el horror para anclarme, para recordarme lo que
es realmente. Necesito sentir la misma rabia desesperada que me trajo a este llugar.
ugar.
—Te refieres, ¿si están vivos? —Golpetea con la punta de sus dedos ligeramente
sobre la mesa—. Si lo estuvieran, ¿te haría sentir mejor por lo que les hice? ¿Y eso los
haría menos merecedores de su destino?
Digo las palabras, aunque no las creo.
—No puedo decir que alguien merece ser violado y torturado hasta la muerte.
—Mentirosa. —Sonríe. Antes de que una hábil réplica salga de mis labios, él se
pone de pie, y me invita a hacer lo mismo con una
u na mano extendida—. Quiero mostrarte
algo.
Miro su mano y luego su rostro, el mío una máscara entrenada de indiferencia.
indiferencia.
—¿Qué?
—Ven. Ya lo verás. Puede darte algunas de las respuestas que buscas.
Me levanto, declinando su mano en un acto de desafío.
—¿Y qué respuestas busco?
—Por qué estás aquí. Qué te depara el futuro —bromea, llevándome más lejos en
sus aposentos. Se detiene en una puerta de aspecto normal y agarra el picaporte —. Y
quién es realmente tu amado Legion.
Solo la mención de su nombre me hace sentir vacía una vez más, a pesar de mi
estómago lleno. Quiero volver atrás, huir de este lugar y fingir que la curiosidad macabra
no me está comiendo como ácido. De todos modos, todo sería mentira. Lucifer solo me
mostrará lo que quiere que vea. Por otra parte, en realidad no estaba mintiendo en ese
sótano húmedo, ¿verdad? Me destrozó con la verdad mientras Legion observaba
horrorizado a medida que estaba atado con el veneno de ángel.
Tal vez Lucifer tenía razón. Tal vez Legion es el verdadero impostor en todo esto.
Quería creer en algo tan desesperadamente que probablemente habría caído por
cualquier cosa. Tal vez he tenido fe en lo equivocado todo el tiempo.
—Muéstrame.
Lucifer sonríe de esa manera que es partes iguales de maldad y sexo, y gira el
picaporte.
La habitación está iluminada solamente por decenas de velas, como si se tratara
de una habitación ritual, como la que tienen los Se7en. Sin embargo, no hay una estrella 47
tallada en el suelo o pilares albergando dagas con piedras preciosas. En cambio, hay
libros. Tumbas antiguas están meticulosamente labradas en tres de las cuatro paredes.
En medio de la habitación, hay un libro tan grande como una mesita ddee noche, situado
en un podio de mármol blanco. Velas altas como pilares de un metro de alto se alzan a
ambos lados del mismo. Miro a Lucifer, quien me da un asentimiento alentador antes
de acercarme con cautela.
—La sagrada Biblia —remarca, a medida que estudio la encuadernación de cuero
desgastado.
Le lanzo una mirada de reojo.
—¿Por qué tú tendrías un santuario para la Biblia?
Él se encoge de hombros.
—¿Por qué no? Después de todo, soy un protagonista.
Lucifer se detiene delante y pasa sus dedos gentilmente sobre la cubierta antes de
abrir el enorme libro. Da la vuelta a las páginas apergaminadas con facilidad, ni una
onza de duda o incertidumbre en sus movimientos. Sin sonidos de carne quemándose.
Sin llamas.

—Eden, ¿conoces la historia de Legion, como se escribió en la Biblia?


Lanzo una mirada de soslayo a la página en la que está Lucifer. El libro de
Marcos.
—Sí.
—¿En serio? Porque lo que esta historia falla en decirte es lo que realmente
sucedió todos esos siglos atrás. No solo atormentó a los hombres. Mujeres. Niños. Villas
enteras. Los volvió monstruos que se deleitaron con la muerte y destrucción. Quemaron
casas familiares hasta las cenizas. Violaron hijas y sacrificaron hijos. Toda esa crueldad
y caos solamente hicieron a Legion más fuerte.
Elevo mis ojos del texto, sin ver las palabras.
—Eso fue hace mucho tiempo. Y no pretendas que él no estaba siguiendo tus
órdenes.
—Legion nunca ha seguido mis órdenes. Él era mi hermano. Mi igual. Pero no
quería la responsabilidad y la notoriedad. Solo estaba tras una cosa.
—¿Y qué es? —pregunto, mi voz ahogada en un susurro.

—Venganza.
—¿Venganza? —Me volteo a él y frunzo el ceño —. ¿Por qué?
48
Lucifer cierra el libro y avanza hacia la única pared libre de estantes. En su lugar,
hay un mural pintado allí, abarcando al menos seis metros de largo y cuatro metros y
medio de alto. Parece un mapa, pero no es ningún país que conozca. Y entre las líneas
dentadas y las texturas yace una historia.
—¿Qué es esto? —pregunto, mis ojos ansiosos abarcándolo todo. Es solo
demasiado… representación de demonios y ángeles, incluso hombres. El artista pintó
con gran profundidad, aunque no es una pieza hermosa. Demasiada matanza y lucha,
cada escena más oscura que la siguiente. Incluso si la estudiara por horas, ni siquiera
podría
vivido acomenzar a digerir
través de ese dolor?su gravedad. ¿Cómo podría alguien, inmortal o no, haber
—Es el Comienzo, la chispa que creó el mundo. El hombre fue nacido para un
propósito: vivir para Dios. Para rendirle culto a Él y solamente a Él. Para respirar
solamente por Su gracia. Fueron hechos para ser marionetas mortales. Él como el único
maestro de marionetas. Pero aunque fueron creados a Su perfecta imagen, no eran
perfectos. Fueron diseñados para fallar. Y en ese fracaso, mendigarían, se arrastrarían, por
Su perdón. Y nuestro Padre misericordioso concedería ese perdón tanto tiempo como
su fe en Él fuera inquebrantable. Desafortunadamente, algunos de nosotros no fuimos
considerados dignos para recibir la misma gracia. Cuando caímos, creamos el pecado.
Interrumpimos el plan de Dios. Les dimos a las personas la habilidad de elegir, de
cambiar, de pensar
drásticamente. Nosotroslibremente. De sentir. La
creamos la humanidad cada
fe yaemoción tan profundamente
no fue inquebrantable por másy
tiempo. Se les permitió cuestionar todo, como habíamos tratado de hacer en el Cielo. Y
lo hice para que no fueran abandonados. Podían vivir, pensar y sentir sin Él. Podían
pertenecer a algo, ser queridos por alguien que no los juzgaría por simplemente ser
humanos.
Me volteo y parpadeo hacia él, fallando en ocultar la sorpresa en mi rostro.

—Estás mintiendo.
Él sacude su cabeza.
—Sabes que no lo hago. ¿Por qué piensas que Él permite el pecado? Podría
pararme, sabes. Podría castigarme donde estoy parado. Pero, ¿dónde está Él? Es
demasiado orgulloso para admitir que soy un problema. Que soy lo suficientemente
significante para Su tiempo y energía. Así que en lugar de salvar el mundo, Él prefiere
pretender que no soy de importancia. Prefiere dejar a todos sufrir que admitir que soy
un reto para Él.
Miro a Lucifer para encontrar su mirada impasible sobre el mural. Si no fuera por
el borde en su tono, pensaría que está completamente
completamente inafectado… sin sentimientos.
Pero nadie escapa de la condenación indemne. Incluso él, en toda su vomitiva belleza y
poder malévolo, es susceptible a las cicatrices emocionales del rechazo.
—¿Por qué me estás diciendo esto? —susurro, todavía mirando su perfil. 49
—Porque quiero que entiendas, quiero que veas que yo también sé lo que se siente
ser desechado y olvidado. Cuando Legion y yo caímos, no fue por las promesas
engañosas del placer y la iniquidad. Habíamos estado cambiando por algún tiempo …
muchos de nosotros. Y en lugar de aceptar ese cambio, y mucho menos abrazarlo,
nuestro Padre nos rechazó. Nos humilló. Lo tomé con calma… lo dejé motivarme para
construir mi imperio. Legion dejó que su dolor y furia lo consuman. Mató por deporte,
torturó por aburrimiento. Él liberó la pestilencia e hizo estallar guerras simplemente
porque podía. Era hermoso, fuerte más allá de cualquier medida y alimentado por su
odio profundo. Nunca pretendí no divertirme por el dolor y sufrimiento de otros. Pero
Legion… nadie era
era inocente a sus ojos. Él quería destruir el plan de Dios, y todo en él.
Y nadie podía pararlo. Ni siquiera yo.
—Entonces, ¿cómo se detuvo?
Lucifer se vuelve hacia mí finalmente, llevando su usual disfraz de sonrisa. Ahora
veo que es una mentira. No para mí, sino para él.
—Un misterio de la vida, me temo. Un U n día simplemente
simplemente…… fue consciente. Luego
vino la culpa y el remordimiento, tan fuerte que casi lo mató. Huyo, llevándose a unos
cuantos de mis mejores soldados con él, clamando que resarciría todos los males que
infringió. —Eleva una ceja astuta—. O quizás no. Quizás esto es todo parte de su plan.
Caminar entre los humanos. Crear un equipo de asesinos entrenados. Ganar la
confianza de las inocentes chicas solitarias que harían todo por él, incluso a expensas de
su propia mortalidad. Su amor perdido hace mucho tiempo, Adriel, solo fue la guinda
del pastel.
Mi cara arde de humillación mientras lucho por mantener las lágrimas vengativas
a raya. No es verdad, me digo. Está mintiendo. Pero a medida que mi cabeza y mi corazón
comienzan una guerra
guerra dentro de mi cuerpo tembloroso, sé que al menos una parte de lo

que Lucifer dijo es verdad. Solo estoy demasiado ida para descifrar la verdad de la
ficción.
—Me gustaría regresar a mi habitación —declaro girando a la salida. No espero
su permiso. Ni siquiera me detengo para dejarlo guiarme de regreso a la sala de estar.
Necesito escapar de este lugar, de su mirada conocedora y del mural pintado en muerte.
No cuando puedo verme a mí misma tan fácilmente entre la violencia y la carnicería.
Lucifer no habla en el regreso a mi dormitorio y estoy agradecida. Mi garganta
está tan apretada con sollozos ahogados que no sería capaz de responder de cualquier
forma. Cuando me deja, con una promesa de verme en la cena, juro que veo una sonrisa
falsa llena de gracia en sus labios antes de darse la vuelta y alejarse.
Sabe que ganó este round. Y ni siquiera puse pelea.

50
L
a cena transcurre en una niebla densa.
Otro vestido ajustado. Más ricos y deliciosos alimentos. Y más
estridentes divagaciones de la pequeña banda de inadaptados de
Lucifer. Nikolai ha renunciado a su papel de estúpido imbécil mientras
las tres sexuadas zorras ríen por cada jodida cosa que Lucifer dice. Lo
juro, él ni siquiera
siquiera puede masticar y tragar sin ellas adulando sus pies con moc
mocasines
asines de
cuero. Por suerte, solo tengo que sentarme a través de tres platos de su patética
denigración en vez de seis.
—¿Estás disfrutando de tus vieiras, Eden? —pregunta Lucifer casualmente, como
si no hubiera dejado caer una verdadera bomba atómica hoy temprano. Pasé la mayor

parte
Legiondefue
la uno
tarde
dehundiéndome aún del
los grandes malos másInfierno.
en la desconfianza
Simplementeynoconfusión.
sabía cuánSabía
malo que
fue.
Y cuáles eran sus verdaderas intenciones. 51
Asiento y reúno lo que se siente como una sonrisa educada. Hasta donde sé,
podría estar haciendo muecas.
—Sí. Gracias.
—Bien. Tengo algo especial planeado para el postre.
p ostre.
La sangre desaparece de mi rostro.
—¿Otra sorpresa?

Una mano elegante descansa encima de la mía durante apenas un segundo.


—No te preocupes. Esta noche se trata únicamente del placer. No hay castigos
que imponer, lo prometo.
Aparto mi mano rápidamente y la escondo debajo de la mesa.
—Es… bueno saberlo. —Pero incluso su promesa no hace nada para aliviar la
sensación de malestar en mis entrañas y dedico el resto de la cena a empujar la comida
alrededor de mi plato.
Tiempo después, los platos de postre son recogidos, la impía trinidad de Lucifer
se excusa a una habitación trasera, solo para regresar usando casi nada. Retazos de cuero
de charol apenas cubren sus pezones y un poco menos sus partes femeninas. Cada una
de ellas está sosteniendo una correa, y unidas a los otros extremos están tres cautivos
desnudos: dos hombres y una mujer. Atados de las muñecas y sus bocas rellenas con
bolas de mordaza, se arrastran hacia delante de rodillas, luchando para mantenerse al
ritmo de sus amas vestidas obscenamente. Lo único que evita que vaya a mi habitación
es el hecho de que parecen estar dispuestos, incluso excitados. Como si hubieran firmado
para ser degradados y humillados.

sonrisasLos ángeles
pícaras oscuros
mientras de Lucifer
juegan secorreas
con sus detienen ante nosotros, cada una de ellas con
encadenadas.
—Esta noche —comienza una, Amanda, creo.
—No es solo sobre el placer —continúa Sandra.
—Es también acerca
acerca del… —interviene Christina.
—Dolor —dicen las tres, sus voces perfectamente sincronizad
sincronizadas.
as.
¿Dolor? Mi cabeza se gira de golpe hacia Lucifer, quien como era de esperar me
está observando, como si estuviera esperando mi reacción.
—Pero dijiste…
—Shhh. Está bien —arrulla Lucifer, su voz empapada con condescendencia
aterciopelada—. Ellos quieren esto…
esto… ya verás.
52
Y sí lo veo. Más de lo que necesito.
Las chicas comienzan su show al ordenarles a los tres esclavos que besen la punta
de sus botas altas. Bastante inocente. Luego avanzan a las cosas pervertidas: unos azotes
en sus traseros con paletas, un par de azotes de sus fustas. Incluso sacan las abrazaderas
de pezones. Todo muy contrabando de BDSM, y tengo que admitir que estoy
decepcionada. Esperaba más de las rameras de Satanás. No una página de alguna novela
erótica amateur o una película de Skinemax.
Pero después las cosas se ponen… más oscuras.
El color se drena de mi rostro cuando las tres
t res mujeres sujetan un cinturón enorme
con consoladores incorporados y los untan con una viscosidad clara. Y cuando
empiezan a follarlos, duro, siento el primer gusto de bilis en el fondo de mi garganta.
Pero sus cautivos parecen disfrutarlo. Incluso, lo aman. Ruegan por más y más, y siendo
esta noche todo sobre el placer, las mujeres están demasiado felices de ccomplacerlos.
omplacerlos.
Pero lo que realmente me da asco es el fuego que parece rugir en mi vientre,
cubriendo mis extremidades en llamas. Siento el calor en mis mejillas, barriendo a través
de mi pecho y pintando manchas rosadas en mi piel de gallina. Mi lengua arde con la
necesidad de probar su pasión, mi boca salivando con deseo.
Odio sentirme de esta manera. Odio que solo mirarlos me hace retorcer con
anhelo. Estoy asqueada por la forma que me excita ver hombres adultos lloriqueando
mientras sus cuerpos son llenados con largas y rígidas pollas de silicona.
Aprieto mis muslos para sofocar el ardor. Mi sexo tiembla por la fricción aplicada
y muerdo mi labio para mantener a raya mis propios gemidos. Hipnotizada, ni siquiera
parpadeo hasta que Christina ladra una orden, haciendo que todo el mundo cambie de
puesto en diferentes posiciones.
posiciones. Y entonces… casi lo pierdo.
Ella desliza su polla de plástico en uno de los hombres, que luego entra en el otro

hombre apor
entierra detrás. dentro
sí mismo El segundo
de su hombre extiende
empapado los muslos
y húmedo de la mujer
sexo. Amanda quitacautiva y se
su correa y
se sienta a horcajadas del rostro de la mujer, montando su boca a tiempo con los
movimientos sincronizados. Y con sus manos libres, empuja a Sandra hacia ella,
balanceando su muslo encima de su hombro y enterrando sus dedos y su lengua
profundamente dentro de su coño.
Pensé que la orgía dentro del baño del Vigilan
Vigilante
te me pareció increíble. Esto… va
al siguiente nivel de lo extraño. Y cada golpe de piel, cada grito de placer y cada empuje
profundo me hace estremecer de deseo. Quiero esto. Quiero lo que tienen. Quiero los
jugos de Sandra goteando de mis labios. Quiero arañar su suave y húmeda carne con
mis uñas. Quiero la polla de ese desconocido dentro de mí a medida que él también es
bombeado por detrás. Lo L o odio, lo odio, lo odio, pero maldita sea… lo quiero. Y no sé
por qué.
Me siento cambiando aquí. Mi mente está tan abierta, mi cuerpo tan excitado. 53
Estoy pensando en cosas que nunca me atrevería a ver, y mucho menos probar. Y aquí
está, mío para tomar. Podría levantarme de esta mesa, arrancar mi vestido y unirme a
ellos, y nadie me juzgaría. Nadie intentaría detenerme o avergonzarme. Me darían la
bienvenida con los brazos abiertos y celebrarían la liberación de mi cu
cuerpo.
erpo.
Hazlo, susurra una voz en mi cabeza. No mi voz. Ni siquiera la voz de Adriel. Se
sentirá tan bien.
Quiero sentirme bien. Quiero sentir algo, cualquier cosa, más que dolor, rabia y
miedo. Quiero ser libre de las ataduras de la duda y la inseguridad que me ha mantenido
atada en una prisión de lo mundano. He trabajado toda mi vida para desvanecerme en
el fondo. No llames atención indebida. Permanece
Perm anece en las sombras. No los dejes ve
verr lo que eres en
realidad. ¿Y sabes qué? No he conseguido nada. Absolutamente nada, sino soledad,
angustia y un montón de problemas. Así que, ¿por qué no actuar con base en mis deseos?
¿Por qué no hacer lo que se siente bien?
Contengo la respiración y me preparo para arrojar hasta la última onza de
inhibición a un lado, cuando el sonido de unos dientes apretados y de cristal
rompiéndose captura mi atención.
—Disculpen —gruñe Nikolai entre dientes, su mirada helada penetrando
directamente a través de la niebla llena de lujuria. Su boca se aprieta con desprecio a

medida
manche que fingecon
la mesa sorpresa anterepugnancia.
sangrienta el desastre que ha hecho, causando que el vino rojo
Mierda. ¿En serio estaba a punto de rasgar mi ropa y unirme a una jodida orgía?
¿En el Infierno? ¿Con una manada de diablas o demonios o lo que carajo sean? ¿Qué me
está sucediendo?
Cierro los ojos para calmarme mientras los sirvientes entran para limpiar el
desastre de Niko. La escena delante de nosotros continúa, aunque con un poco menos

de entusiasmo.
lujuria O talpor
al rojo vivo, vezfin
soy yo. Tal
puedo vervez ahora
lo que que no estoy
realmente totalmente
es: una cegada
trampa. Una por la
diversión
para distraer mi mente de mi cuerpo. Lucifer sabe que la carne es débil. Demonios, él
prácticamente escribió el libro sobre la tentación de las necesidades carnales de los
hombres. Sabe qué botones pulsar para hacerme sucumbir ante mi fragilidad mortal. Y
a decir verdad, lo dejo empujar cada uno de los míos.
Qué. Se. Joda.
Pudo haber ganado esta mañana, pero no ganará esto.
—¡Es suficiente! —Salto de mi asiento con suficiente fuerza como para hacer que
las patas de la silla chirríen a través del suelo con pierdas rojas. Toda actividad cesa. Ni
un gruñido gutural o arañazo de uñas contra piel húmeda. No sé si simplemente he
cometido suicidio, pero a medida que cada mirada sorprendida recae en mí, sé con
seguridad que he conseguido su atención. Especialmente la del gran hechicero del mal
mismo. 54
—¿Hay algún problema, querida? —pregunta Lucifer tímidamente.
—Sé lo que estás tratando de hacer —respondo, inclinándome hacia delante. Mis
palmas sudorosas se sienten calientes contra la mesa, pero no retrocedo—. No me haré
la inocente; sabes que estoy casi tan jodida como ellos lo están. —Hago un gesto hacia
la orgía congelada en el suelo del comedor—. Pero estoy aquí para decirte que… no
funcionará. Agradezco
Agradezco el gesto, pero no va a suceder. Ahora si me disculpan.
Estoy firmando mi propia sentencia de muerte. Cruzo la distancia hacia las
puertas de salida sabiendo muy bien que el Ángel de la Muerte podría estar en el otro
lado. Pero nada más que silencio me sigue fuera de la habitación. Incluso la expresión
asustada de Saskia en el umbral no desacelera mi ritmo. Ignoro los ojos curiosos y el
zumbido bajo que parece emanar de las pinturas. Déjalos mirar. Déjalos que le informen
a su amo la perra desafiante que soy. Él probablemente está trazando mi trágico
fallecimiento justo en este momento, compilando sus muy propios Grandes Éxitos de
Tortura.
—Vamos —espeto, con miedo a frenar.
Sus piernas cortas luchan por mantener el ritmo.
—¿Qué pasó? —susurra Saskia con voz ronca.
Lanzo un vistazo a las paredes, captando movimiento por el rabillo de mi ojo.
Puedo escuchar el zumbido frenético de decenas de silenciosos susurros, pero no hacen
nada para ahogar la sangre rugiendo en mis oídos.
o ídos.
Ni siquiera le doy a Saskia la oportunidad de abrir la puerta de mi habitación
antes de que yo la abra de golpe, desesperada por la seguridad y consuelo. Sin embargo,

encuentro algo completamente distinto.


—¿Qué demonios estabas pensando? —gruñe Niko, el escozor de su voz
acompañado de una mirada que pretende congelarme en mi camino. La pobre Saskia
grita y cierra la puerta detrás de ella rápidamente, ansiosa por escapar de su ataque
helado.
—¿Cómo entraste aquí? —Rozo altivamente contra él—. ¿Y tú amo no estará
buscándote?
—Eso no importa. ¿Estás intentando hacer que te maten? Porque si es así, la
próxima vez avísame. En realidad me gusta este traje, y es una tortura sacar la sangre de
la seda.

Poniendo mis ojos en blanco, me arrastro hasta el guardarropa y me quito mis


obscenos tacones altos.
—Lo siento. No puedo jugar tu pequeño y retorcido juego. Consigue a alguien 55
más.
Rasgo la ridícula tela de mi vestido, un modelo negro sin tirantes que apenas llega
a seis centímetros por debajo de mis partes íntimas, muriendo por rasgar mi cuerpo de
cualquier recordatorio de las actividades de… esta noche. A la mierda la modestia.
Acabamos de ver una maldita orgía a pocos pies de distancia de nosotros. Mis fosas
nasales aún arden con el hedor de sudor, silicona y sexo.
Niko se vuelve y me da la espalda, demasiado molesto para admirar la vista de
mí en ropa interior.
—Noticia de última hora, bomboncito: no hay nadie más. Él te escogió, ¿no
escuchaste? No estás aquí por casualidad. Así que, me da igual si terminaste de una puta
vez con este juego. No ha terminado contigo. Lidia con eso.
Marcho alrededor para enfrentarme a él, incómoda por mi estado de desnudez.
Niko baja la mirada hacia mí con fría intensidad.
—¿Lo sabías? ¿Sobre Legion? ¿Sabías lo que era?
Parpadea, pero la dureza de su mirada no se disipa.
—Te lo mostró. El Comienzo.
—Sabías el monstruo que era, ¿cierto? Y que solo me estaba usando como
venganza.
—No lo sabes con seguridad. Nadie lo sabe, ni siquiera Lucifer.
—En serio. —Cruzo mis brazos frente a mis senos cubiertos de encaje—. Porque
desde donde estoy sentada, él ha sido mucho más comunicativo que cualquier otra
persona en mi vida, sin excluir a la compañía actual. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Cómo
se supone que luche cuando estoy aquí atrapada, jugando a la Zorra Barbie Gótica?

Niko deja escapar un suspiro pesado y se pasea cerca de la cama.


—Necesito tu ayuda.
—¿Mi ayuda con qué? —pregunto, uniéndome a él en la cama.
Sus ojos azul hielo se desplazan de izquierda a derecha, reacio a divulgar su
complot secreto.
—Lucifer tiene un arma, una que no solo podría destruir a cualquiera y a todos
en su camino, sino también acabar con él. Te necesito para mantenerlo distraído lo
suficiente para poder entrar en esa habitación. Y cuando Legion venga a rescatarte…
—No va a venir a rescatarme
rescatarme.. ¿No has estado prestando atención?
Niko pone los ojos en blanco.
—Oh, maldita sea, ya supera la desesperanza falsa. Sabes jodidamente bien que 56
Legion no te dejaría aquí. Él viene por ti. Solo tienes que estar lista para cuando llegue.
—¿Y si no quiero irme? —pregunto, levantando una ceja sin mucho
convencimiento.
Niko se toma un momento para elegir sus palabras generales, su boca
b oca trabajando
con el amargo sabor de la frustración.
—Entonces estaba equivocado sobre ti, y no eres en absoluto como Gabriella.
Darle la espalda a tu compañero te haría la egoísta e inmadura niña que el resto del
mundo creía que eras, y todo este sacrificio: de mí, de mi clase, de los Se7en, demonios,
incluso de tu hermana, habría sido para nada. Y tendrías que vivir con eso en tu
conciencia, junto con la sangre de inocentes en tus manos.
Sus palabras apuñalan a través de mí, dándome qué pensar.
—Si no consigues esta arma, ¿crees que Lucifer la usará? —pregunto, mi voz
pequeña y mi ego dócil.
—¿Contigo de su lado? Sin lugar a dudas. Eres exactamente lo que necesita para
manipularla.
—Razón por la cual no me quieres aquí.

—Hay otras razones, pero sí. Cuanto más tiempo estás aquí, más susceptible eres
a sus avances. Este lugar te altera… se alimenta de tus debilidades y te sostiene con un
falso sentido de liberación. Dime que no lo sientes. Dime que no estás empezando a
cambiar.
No puedo discutir con él, y no quiero. Sería una tonta al dudar de la validez de
sus afirmaciones, especialmente cuando no tengo nada para refutarlas. Eso sigue sin
tranquilizar mi mente cuando se trata de Legion, y su papel en todo esto. Pero si la

historia me ha
sienten bien enseñado
nunca algo, es
son buenas a seguir
para mí. Ymi instinto.
aunque Generalmente
Lucifer, y toda sulas cosasviciosa,
belleza que se
intriga mis sentidos básicos, soy lo suficientemente inteligente como para saber que su
mordida es mucho peor que su ladrido.
—Bien, bien. Haré
Haré lo que…
En un destello de color y movimiento, Niko me gira y sujeta mi cuerpo contra la
cama, cerniéndose al ras contra mi pecho. Su boca cubre la mía, y traza mis labios
abiertos con vagos trazos de su lengua. Jadeo ante la intrusión repentina, mi cabeza
nublada con la sensación y el sabor de él. Es suficiente como para casi hacerme olvidar
dónde estoy y quién es. Y justo cuando la realización se establece, y empujo mis palmas
contra su pecho duro, una oscura carcajada resuena a solo pocos centímetros de
distancia.
—Parece que llego justo a tiempo.
57
Me congelo, mis ojos abiertos de par en par y horrorizados perforando justo a
través de la exasperante apariencia de calma de Niko. Levanta su cabeza perezosamente
y sonríe.
—Ahí estás. ¿Qué te tomó tanto tiempo? —le pregunta a Lucifer, sus palabras un
poco mal articuladas.
—Solo necesitaba terminar un par de cosas. Veo que ustedes se están
familiarizando.

Nikocírculos
fríos trazan levanta lentamente
su cuerpo del mío y sede
alrededor tumba en su costado
mi ombligo, casualmente.
y reprimo Sus dedos
un escalofrío.
—Eh. Es una humana ordinaria. Una vez que has tenido unas cuantas miles, has
tenido a todas. Honestamente, Lucifer, ¿estás seguro que ella es la elegida?
—Humana, lo es. Ordinaria, no. ¿Te importaría darnos unos momentos a solas?
Agradezco que la acompañes a su dormitorio,
do rmitorio, pero puedo hacerme cargo desde aquí.
Niko se levanta, en lo absoluto afectado por la agudeza del tono de Lucifer y el
fuego hirviendo en su mirada de desdén. Cuando su hombro apenas roza el de Lucifer
en su camino a la puerta, el aire crepita con una invisible corriente eléctrica que hace
que el vello en la parte posterior de mi cuello se erice. Contengo mi aliento, esperando,
orando
paredes.en silencio. Un mal movimiento y las entrañas de Niko podrían pintar las
—¿Disfrutando? —pregunta Lucifer, al segundo que la puerta de mi dormitorio
se cierra. Exhalo a través de mis labios un poco temblorosos.
—¿Qué quieres decir?
Lucifer se acerca rápidamente al guardarropa y saca una bata de seda. Cuando la
extiende hacia mí, no dudo en envolverla alrededor de mi cuerpo casi desnudo. Mierda.
¿Qué estaba pensando?
—Te dije que no estabas sometida a los tontos estándares humanos de cortejo
aquí, Eden. Te dije que eras libre de explorar todos los placeres de mi casa, siempre y
cuando recuerdes a quién sirves. Sin embargo, hay un límite.
Antes de parpadear… antes de que pueda respirar… estoy debajo de él en la
cama, muy similar a la posición en la que Niko me tenía. Sin embargo, no hay pasión
en su toque. Solo un calor sofocante y una furia iracunda que hace que mi nariz y pecho
se cubran con gotas de sudor. Tomo una respiración brusca, incapaz de respirar a través
de la hoguera irradiando de su cuerpo.
Con unos ojos como diamantes negros y su boca en una mueca retorcida, se
acerca todavía más y arrastra sus dientes a lo
l o largo de mi oreja.
—Asegúrate de no cruzarlo. Puedo no ser capaz de matarlo, pero mataré a su
familia y a todo el mundo que alguna vez ha conocido y amado. Y te haré verlo. 58
Está fuera de mí en un instante, bajando la mirada hacia mí sin inmutarse. No
hay amor en sus ojos, ni bondad. No puedo creer que alguna vez pensé que podría ser
capaz de ser algo más que un monstruo.
Lucifer sale de mi habitación sin otra palabra. No me muevo durante varios
minutos, sin confiar en mis extremidades temblorosas. Pero cuando lo hago, camino
fatigosamente al armario y escojo los más escandalosos vestidos y tacones que puedo
encontrar, organizándolos
organizándolos por nivel de crudeza. Planeo cómo usaré cada uno e incluso
modifico
accesorios.algunos para máxima exposición. Luego trabajo en el maquillaje y los
Niko me necesita para ser la distracción de Lucifer. Y si esto es todo lo que
q ue puedo
hacer, desfilar alrededor como una de sus zorras, voy a ser la mejor maldita distracción
que nunca ha visto. Incluso si tengo que vender mi alma… solo un poco.
L
os días siguientes son un borrón de alimentos ricos, una cantidad
exorbitante de alcohol y algo de la mierda más sórdida que uno podría
imaginar. Cada noche es solo una puerta giratoria de sexo, violencia e
indulgencia, y aunque luché con ello al principio, al final acabo de volverme…
insensible. Esa indiferencia que quería conjurar, esa apariencia impasible que traté tan
desesperadamente de adoptar de Niko, de alguna manera aprendí a dejar que me
importe un carajo. Podía mirar a una mujer siendo violada múltiples veces, cada orificio
lleno hasta el borde y ni pestañar. Y no me asustaba. La parte aterradora era que no
sentía absolutamente…
absolutamente… nada.
—Estoy aburrido —anuncia Niko, lanzando un suspiro pesado. Se reclina en su
asiento hasta que su pierna está apoyada literalmente en el reposabrazos.
—También yo —dice una de las trillizas promiscuas. Amanda. En los últimos
días, he hecho un esfuerzo concertado para conocerlas, simplemente me pareció justo,
59
teniendo en cuenta que dormimos juntas. He aprendido que no son solo demonios, sino
Succubi. El Succubus es una criatura que parece ser extremadamente hermosa y
seductora con el propósito de cautivar a su presa. Y una vez que su objetivo está
inmovilizado, drena su fuerza vital, dejando solo una cáscara gris y decrépita de un ser
humano.
Por supuesto, las chicas no me harían eso. No a menos que Lucifer lo pidiera. Y
después de verlas en acción una noche, durante una exhibición bastante grotescamente
intrigante de sus poderes, estoy más que agradecida de estar en su lado bueno. Santa
mierda.
—Bueno, ¿qué deberíamos hacer esta noche? —pregunta Lucifer, deslizando la
punta de su dedo por el borde de su copa—. ¿Eden?
Levanto mi barbilla ante el sonido de mi nombre en sus labios deliciosos y le doy
mi mirada descarada.
—No lo sé. ¿Qué hay de ti?
Él levanta una ceja curiosa.
—¿Yo?
Me encojo de hombros.
—Hemos visto lo que muchos de tu corte pueden hacer, pero ¿qué hay de ti?
Hasta ahora, me has cubierto con ropa y regalos, y has demostrado ser un anfitrión
encantador. Pero ¿eso es todo? ¿Ese es el verdadero tú? Dando bienvenidas… generosas.
¿Aburridas?
La habitación se queda en silencio. Incluso las chicas risueñas parecen contener

su respiración.
Lucifer me mira, las manchas de obsidiana en sus ojos brillando con una
diversión contenida. Chupa su labio inferior entre sus dientes lentamente, haciendo que
un cosquilleo excitante estalle en mi vientre. Ignoro a mi cuerpo traicionero.
Sonríe astutamente antes de chasquear sus dedos.
Una fila de bailarinas de la danza del vientre escasamente vestidas entran en fila,
colocándose alrededor de la mesa. Incluso con sus tintineantes campanas sacudiéndose
alrededor de las caderas girando, su mirada nunca se aleja de la mía. Incluso cuando
empiezan a desvestirse y reunirse alrededor de él, su mirada nunca vacila. Y cuando
comienzan a acariciarlo, tirando de su ropa y revelando la suave piel de alabastro, sus
ojos se quedan fijos en los míos.
No parpadeo. Apenas respiro. Mientras observo a las bailarinas de la danza del
vientre caer de rodillas y desgarrar el traje de Lucifer, todo pensamiento racional parece 60
fallarme, como si estuviera paralizada en una prisión de mi propia lujuria. Está
completamente desnudo de la cintura para arriba, y aun así la visión de su piel no es lo
que me desarma. Son las chicas…
chicas … la forma en que se postran a sus pies. La forma en
que lo adoran en todo su poder aterrador. Como si fuera su dios, su padre, su salvador.
Como si él es la encarnación de todas las cosas verdaderame
verdaderamentente malvadas y hermosas.
Todavía no se ha movido cuando las chicas se vuelven la una a la otra y
comienzan a besarse. Ni siquiera me estremezco. Me he vuelto insensible por estos
pequeños espectáculos de erotismo en los últimos días. Ya ni siquiera me sonrojo. Pero
cuando sus besos
Lucifer cambia, se vuelven
como voraces,eclipsara
si la obsidiana al límitelosdebrillantes
la violencia,
tonosalgo en ylaazul.
violeta mirada de

Solo me toma unos momentos antes de notar que las chicas ni siquiera están
besándose en absoluto… al menos, ya no. Hay sangre corriendo por sus barbillas a
medida que mordisquean y… oh Dios mío… mastican sus caras la una a la otra. Sus
dientes se manchan de lágrimas rojas relucientes así como en su piel y tendón con un
deleite vicioso mientras se devoran unas a otras, arrancando trozos de carne. Grandes
agujeros quedan en donde una vez labios llenos y perfectos sonreían de forma seductora.
Y Lucifer solo…
solo… se sienta allí. Inquebrantable. Impasible. Como si no pudiera sentir la
sangre caliente corriendo
corriendo por sus piernas y juntándose a sus pies.
El pedacito de humanidad que queda dentro de mí pide que detenga esto, pero
no digo ni una palabra. Estas chicas se deleitarán unas con otras hasta que no queden
más que bloques sangrientos de carne devastada en el piso de rubí, y aun así no hablaré.
Sus muertes estarán en mis manos, junto con las de Zachary y Danielle. Pero esta vez,
no lloro ni suplico a Lucifer que lo detenga. Lo tragaré, como la píldora amarga de mi
conciencia rota.
Después de algún tiempo, cuando la sangre comienza a desdibujarse en el suelo
como un río carmesí, Lucifer se pone de pie y barre a un lado los cuerpos casi sin vida a

sus pies,
fueran dejándolos
nada más queen un montón
basura, y caminasangriento. Pasa
a zancadas lospor encima
pocos pasosde ellashasta
cortos comodonde
si no
estoy sentada, inmóvil como una piedra, y agarra mi mandíbula con dedos
ensangrentados,
ensangrenta dos, lo suficientemente rudo para hacerme jadear. Es la primera vez qqueue he
roto el personaje en toda la noche, y sé que solo está disfrutando el hecho de que todavía
puede evocar mi debilidad.
—Ten cuidado con lo que deseas, querida —susurra, llevando sus labios a mi
oído. Su aliento es tan caliente como su tono es frío—. Ni siquiera lo estaba intentando.
Y justo así, deja caer su agarre y se vuelve, dejando al resto de nosotros alrededor
de la mesa aturdidos y silenciosamente horroriza
horrorizados.
dos.
Lo tomo como mi señal para salir, y cuando finalmente llego a mi habitación,
Saskia detrás de mí, consigo llegar a la entrada del baño antes de vomitar por todo el
piso. Mi sirvienta demoníaca no dice una palabra, solo amplificando los sonidos de mis
violentas arcadas. Cuando he vaciado mi estómago, ella me ayuda a entrar a la ducha, 61
luego se vuelve para atender el desorden.
—Lo siento —gruño, con la garganta en carne viva—. Por favor…
favor… lo limpiaré.
Saskia sacude la cabeza.
—No es molestia. Esperaba mucho más para limpiar. Lo ha hecho mejor de lo
que esperaba.
Esta noche no le oculto las lágrimas. Y a Saskia tampoco parece importarle.

A la mañana siguiente, recibo un sobre apoyado contra mi lámpara de mesa. Ni


siquiera quiero pensar en cómo y cuándo llegó aquí. Lo abro rápidamente y saco el
pergamino elegante
elegante y leo con ojos amplios y excitados.
—¿Un baile? —exclamo cuando Saskia entra con mi bandeja de desayuno—. ¿Va
a dar un baile en mi honor?
No paso por alto el temblor en las manos de Saskia, lo suficientemente fuerte
como para sacudir los platos cubiertos de metal. De alguna manera, se ve aún más pálida
que antes.
—¿Lo tomo como que es algo malo? —pregunto, poniéndome la bata de seda
que hace juego con mi pijama ridículamente cómodo. Si hay algo a lo que podría

acostumbrarme, son las telas de calidad. Mi piel nunca se ha sentido tan lujosa.
acostumbrarme,
Saskia deja la bandeja y baja la mirada, su voz más tranquila que de costumbre.
He tenido que acostumbrarme a esforzarme para escucharla hablar.
—Invitará a la élite de cada reino, incluyendo al padre de Nikolai. Sus principales
asesores y guerreros demonios también estarán presentes.
Ahora entiendo las manos temblorosas.
—¿Qué debo esperar?
—Baile, champaña, música.
Frunzo el ceño.
—¿Antes de la decapitación pública? ¿O estaremos bailando el vals alrededor de
una orgía en masa?
62
Saskia sacude su cabeza, y creo que casi sonríe, revelando unos colmillos
brillantes y afilados. Nunca antes había visto sus dientes, y mierda… no estaba
esperando eso.
—Nada como eso. Nunca te presentaría en público acompañada de tanta
grosería.
—Entonces, ¿por qué debería estar preocupada?
Saskia continúa la tarea de descubrir platos y arreglar mi lugar, algo que le he
dicho varias veces que es innecesario.
—Él desea encantarte y seducirte, hacerte sentir como una reina entre los
monstruos más pervertidos y diabólicos.
diabólicos . Al… revelarte, se está moviendo a la siguiente
etapa de su plan.
—¿Y cuál es? —pregunto, hurgando en un plato de bayas acompañada de una
bandeja de huevos, tocino, salchichas y panqueques. La gula parece una ocurrencia
natural.
—Casarse contigo.
Un arándano inocente queda repentinamente pulverizado entre las yemas de mis
dedos, dejando un lío de carne púrpura sangrando en mi palma.
—Hijo de puta, me estás jodiendo.
Los ojos de Saskia se amplían con pánico antes de entender el significado detrás
de mis palabras. Le ha tomado tiempo acostumbrarse a mi completa incapacidad para
censurarme.
—Está desesperado. Tu única gracia salvadora es que no has entregado tu cuerpo
a él. Después de hacer eso, resistirse a él es imposible.
El calor inunda mis mejillas y bajo la vista hacia mi plato.
—¿Y qué pasa si lo hago? —susurro.
No me pierdo la inhalación brusca de aire antes de que ella responda.
—Entonces ya te tiene.
Levanto el rostro a su mirada fija, el negro de sus pupilas tan infinito como mi
miedo. No puedo decirle lo que he hecho. No puedo decírselo a nadie. Pero si lo que
está diciendo es cierto, ¿soy verdaderamente propiedad de Lucifer? Y su búsqueda de un
heredero… y si… y si…
Me agarro el estómago. Han sido más que un poco de mareos la semana pasada,
pero lo atribuí a las desagradables muestras de brutalidad que he tenido que soportar
cada noche. No hay manera de que pueda… es físicamente imposible.
¿Verdad?
63
Recorro mis archivos mentales, pensando en esa noche en la fiesta del Vigilante.
Y mi mundo, tan sombrío y sin esperanza como está, se derrumba alrededor de mí en
fragmentos de vidrios manchados de sangre y escombros.
—Intenta no dejar que tus hormonas saquen lo mejor de ti. Estás ovulando. Los Nephilim
y Cambion son altamente codiciados.
Fue Lilith quien me dijo eso mientras caminábamos en la mansión del Vigilante.
Pero sabiendo lo que sé ahora, podría haber estado mintiendo. De hecho, estoy segura
que tenía que haberlo hecho. Probablemente solo quería disuadirme de follar con
Legion.
Lo cual hice.
Pocos días después.
Mierda.
Tal vez he estado jugando el papel de Puta un poco demasiado bien.
Aunque hubiera estado ovulando, ¿habría sido fértil todavía cuando Legion
L egion y yo
dormimos juntos? No parecía preocupado por la protección, y estoy segura que se corrió
dentro de mí. Demonios, lo sentí hacerlo. Solo la presión de su semilla llenándome fue
suficiente para desencadenar los orgasmos más intensos que jamás he experimentado.
Casi todavía puedo sentirlo pulsando dentro de mí, tocando dentro de mi útero. Esa
inhumana fuerza y potencia dejó todo mi cuerpo temblando de réplicas durante casi una
hora.
Y Lucifer… aunque erótico y seductor y, mierda, alucinante como esa
experiencia fue, ¿incluso fue real? Al momento en que los golpes de Legion rompieron
mi bruma de lujuria, la ilusión se rompió y estaba presionada contra la puerta del baño
con mis
de mi dedos trabajando
imaginación, ferozmente
un truco plantadodentro
por elde mí. Todo
mismo eso podría
Diablo. Lo quehaber sido producto
significaría que no
hay manera de que él entrara en mí, y cualquier cosa que sienta, en mi corazón y en mi
interior, no tiene nada que ver con él en absoluto.
Entonces, ¿qué estoy sintiendo?
No puedo descifrarlo, pero debo estar irrevocablemente convencida de que no
hay nada agitándose en mi vientre salvo vergüenza, duda y miedo. Pero, ¿puedo admitir
eso? ¿Incluso a mí?
No es hasta que un revuelo de azul de medianoche capta mi atención que puedo
desviar mi mirada al bulto fantasma en mi vientre. Saskia está de pie en silencio a unos

cuantos
más metrosdel
profunda deocéano.
distancia,
La acunando
falda largaun lujoso
es de tul yvestido de bailecon
está adornada del cristales
color de de
la ónice
parte
en forma de gotas de lluvia. Un corpiño sin tirantes y escote profundo con un
recubrimiento de encaje recortado hace que se vea menos de baile de graduación cursi y 64
más de alta costura. Por supuesto, es hermoso, y ha sido elegido solo para mí. Estoy
segura que Lucifer incluso sabía que destacaría las tonalidades violetas en mi cabello. Es
repugnante lo bien que piensa que me conoce.
—Debemos empezar —anuncia Saskia.
Frunzo el ceño.
—Pero es de mañana. El baile no es hasta dentro de unas horas.

—Lo sé —responde, esos ojos amplios y negros cayendo sobre mi cabello


desordenado y máscara embadurnada. Un chistoso mapache sería una descripción
exacta de mi look—. Deberíamos haber empezado anoche.
Santo infierno.
Saskia dijo una broma.
Y es exactamente lo que necesito para sacar mi mente momentáneamente de la
ansiedad que actualmente está carcomiendo mi estómago.
Ansiedad… o algo más.
M
ientras veo mi reflejo en el espejo de cuerpo entero fijado en la puerta
p uerta
del armario, difícilmente puedo contener mi jadeo. Definitivamente
muy alejado de los escuetos atuendos que había estado vistiendo
durante la semana pasada, y tengo que admitirlo: nunca había lucido más elegante.
Saskia se para detrás de mí, rebosando con silencioso y orgullo. Me vuelvo para
sonreírle, la expresión tan desconocida para mí, que mi rostro duele literalmente.
¿Cuándo fue la última vez que sentí genuina felicidad, incluso por un breve momento?
—Luce hermosa, señora —dice, su ronca voz enlazada con emoción.
—Todo gracias a ti. Muchas gracias, Saskia.

saco. Hunde su barbilla en un modesto asentimiento antes de ofrecerme un pequeño


—Esto estará debajo de la cama —susurra. 65
Perpleja, frunzo el ceño.
—¿Qué es?
—Cosas que podrías necesitar más tarde.
Su respuesta vaga no hace nada para apaciguar mi confusión, pero antes de que
pueda sondear por respuestas, hay un golpe en la puerta. Me tenso instantáneamente,
pero la ausencia de terror en el rostro de Saskia me tranquiliza rápidamente.
—Vaya, vaya, vaya. Impresionante —musita Niko, después que Saskia lo deja
pasar. Está vestido de pies a cabeza con un conjunto azul con negro que hace que la
aguamarina de sus ojos luzca aún más claro. Su normalmente desaliñado cabello negro
está replegado hacia atrás lejos de su rostro. Luce cada centímetro como la realeza
Oscura que es, y el efecto está haciendo cosas extrañas a mis entrañas. Como si mi
cuerpo respondiera naturalmente al poder.
—Entonces, ¿cómo terminaste con la tarea de ser mi cita? —pregunto, colocando
una mano recientemente arreglada sobre mi cadera.
Desde que Lucifer encontró a Niko en mi habitación mientras estaba medio
desnuda, las cosas han estado tensas, por decir lo menos. Niko había estado

interpretando su ha
podía decir que papel comouna
habido mejor amigo mujeriego
distancia a laLa
entre ambos. perfección,
juguetonacomo siempre,
charla pero
entre ellos
ahora parecía forzada e incómoda a ratos, y definitivamente temía por la seguridad de
Niko. Si no hubiera sido por sus circunstancias especiales, estoy casi segura que habría
sido desmembrado miembro a miembro conmigo atestiguándolo con horror en nada
salvo mi ropa interior. Así que el hecho que a Niko se le haya permitido, o instruido,
acompañarme al baile simplemente parece extraño.

Tal vez nos han tendido una trampa.


Tal vez esto no es una fiesta en absoluto. Tal vez es una
u na ejecución.
—Simplemente fue suerte, supongo. ¿Tienes todo lo que necesitas? —pregunta,
su mirada pasa de mí a Saskia. No me pierdo el ligero asentimiento que viene de la chica
demonio. Aunque no lo cuestiono. No cuando mi corazón y mente todavía están
plagados con miedo. Y Satanás estando en una habitación rodeado por las más
peligrosas criaturas en la existencia no tiene nada que ver con ello.
Niko me ofrece su brazo, y con un suspiro resignado, uno el mío con el suyo y le
permito llevarme hacia el pasillo. No me atrevo a hablar con él con familiaridad fuera
de las paredes de mi habitación. En cambio, caminamos en silencio por lo que parecen

eones hasta que sin


sobrenaturales, llegamos
duda, a vestidos
una escalera
con dorada, llena ropas
magníficas con docenas de personas,
elegantes. Ricos y
resplandecientes
resplandecientes rojos, blancos invernales, relucientes negros. Es un baile legítimo. Y a
juzgar por la enorme cantidad de diamantes y joyas, solo las personas realmente 66
importantes de cada reino asistieron.
Niko da un apretón a mi brazo.
—¿Lista? —murmura, manteniendo sus ojos hacia el frente. Casi temo seguir su
mirada.
—Tanto como lo estaré.
Él da el primer paso, llevándome con él. A medida que subimos las escaleras,
cada ojo parece caer sobre nosotros con sádico deleite. Como si nuestra sola presencia
emitiera una excitante corriente que viaja por el terreno, ocasionando que cada cabeza
se vuelva en nuestra dirección. Si no hubiera sido por la fina ropa, esmóquines hechos a
la medida y hermosos vestidos de baile repletos con joyas, hubiera pensado que estaba
siendo acompañada hacia mi propia ejecución. Hace una semana, me habría balanceado
entre el abrumador miedo a lo desconocido y el asombro ante el completo esplendor
rodeándome. Ahora, sé que nada es lo que parece. La belleza es una distracción, una
diversión, de la fealdad pulsando dentro de estas paredes.
El viaje de subida hasta la parte superior de las escaleras es acompañado por una
sensación de incomodidad que ocasiona que los latidos de mi corazón se desdibujen y
unan en un solo flujo rítmico, muy parecido al zumbido que emana del pecho de Legion.
Incluso cuando
especulación no puedo
cuelga de los verlos mirando
pequeños vellosfijamente, puedo
en mi nuca, ser capazmidepiel
acariciando sentirlos. La
de gallina
con susurros y risitas groseras. Han estado esperando para verla, a la chica que Lucifer
quiere hacer su reina. Y no están para nada impresionados por su elección.
—Mentón levantado. Ojos hacia delante —murmura Niko en voz baja, sus labios
apenas moviéndose. Otro alentador apretón.
Hago lo que me dice, aun así, prácticament
p rácticamentee lo dejo arrastrarme todo el resto del
camino hacia el salón de baile. Todo está grabado en oro. Las paredes, brillantes y
sorprendentemente
sorprendenteme nte blancas, están pintadas con celosía dorada a lo largo de los bordes y
los pilares. El diseño se mezcla con el techo tallado, donde se encuentra el más grande e
impresionante candelabro que haya visto en mi vida. Es más grande que toda mi
habitación, y cada hilera parece contener más gotas de cristal que la anterior. La
habitación está llena con aún más de las preciosas obras de arte de Lucifer, estas piezas
lo suficientemente grandes para llenar las altas paredes y destacar contra la magnífica
arquitectura. Cada una está contenida en su propio marco dorado, haciendo juego con
el destellante metal precioso que se arremolina en el suelo de mármol. No tengo duda
que estamos parados sobre el suficiente oro para erradicar el hambre mundial. Todo el
espacio es una historia de extrema riqueza y opulencia, estallando con notas de erotismo
y artimaña. Es como cada uno de los Pecados Capitales en una sola habitación.
Donde el comedor estaba lleno con los colores de la muerte y el poder, esta
habitación es majestuosa y elegante, rayando en el mal gusto, con sus espectaculares 67
pilares barrocos y techo pintado, semejando algo sobre lo que solo he leído en los libros
de historia de la escuela.
—Miguel Ángel —comenta Niko, siguiendo mi mirada llena de asombro.
—¿Qué?
—El techo. ¿Alguna vez has escuchado de la Capilla Sixtina? Mismo artista.
—¿Quieres decir que… Miguel Ángel está… aquí? —Frunzo mis labios para
evitar que mi mandíbula caiga.
Niko asiente una vez.
—Sus dones dados por Dios no fueron suficiente para él. Lucifer le ofreció un
trato que no pudo rechazar.
Instintivamente, miro alrededor de la habitación, preguntándome cuántas de
estas pinturas fueron hechas por artistas que fueron influenciados por él. Lucifer había
dicho que Dios a menudo deja plegarias sin responder, y que él aparecería en Su lugar,
l ugar,
otorgando regalos, y castigos, por su cuenta. Toda esa gente, buscando ayuda de su
salvador en momentos de desesperanza, solo para encontrarse con promesas veladas y
engaños. Cambiaron sus almas por sus sueños, y él guardaba los contratos. Ni siquiera
quería pensar sobre lo exorbitante de ese precio.
—Luce impecable, E. Te dejaré saber cuándo es tiempo de irse —susurra Niko,
acercándose a mi oído. Luego desenreda nuestros brazos unidos, solo para llevar mis
nudillos a sus labios—. Te ves hermosa.
Es imposible evitar el sonrojo en mis mejillas ante la sensación de sus labios fríos
rozando mi piel. Sus ojos penetrantes, enmarcados por las pestañas más oscuras y
espesas conocidas
emoción por elentender.
que no puedo hombre, permanecen en mí todo el tiempo, agitándose con una
—¿Por qué se siente como una despedida? —Mi voz se rompe debido a la tensión
por mi confusión.
—Nunca es una despedida, Eden —contesta, todavía sosteniendo mi mano—.
Nadie se va para siempre.
Todavía estoy sopesando sus palabras cuando se aleja de mí, mezclándose entre
la multitud. Pero antes que el abandono y la excitación puedan apoderarse de mí, el mar
de gente finamente vestida comienza a separarse, abriendo camino para el amo de sus
almas y el gobernante de sus miedos.

Lucifer avanza a través de filas de gente, cada paso deliberado y fluido. Su rostro
una máscara de perfecta porcelana, y aunque su cuerpo puede no ser tan abrumador
como el de los guardias de piel de serpiente estacionados alrededor de la habitación, su 68
presencia es suficiente para hacer que los guerreros más fuertes se postren a sus pies.
Hombres y mujeres, dioses y monstruos, lo miran fijamente con una combinación de
temor y anhelo. Quieren ser él. Quieren follarlo. Pero los aterroriza, ocasionando que la
lujuria y la auto-preservación libren una batalla en sus sentidos. Odio admitirlo, pero
entiendo esa locura. Es el epítome de todo lo que odio y deseo, vestido en un esmoquin
que luce como si estuviera cosido, pieza a suntuosa pieza, sobre su hermoso cuerpo.
Las galaxias gemelas me encuentran a metros de distancia, y me congelo en mi
lugar sobre tacones incrustados con zafiros. Mi boca se abre por reflejo y tomo una
respiración
eléctrica en entrecortada, sintiendo
el aire que crepita en miellengua,
cambiosabiendo
en la atmósfera. Hay Es
a fuego y sexo. unacomo
descarga
si su
aroma hubiera subido unos cuantos niveles, y el hombre con quien he estado cenando
cada noche, el hombre que me trajo a su espacio vital y bromea conmigo mientras
comemos panqueques, fuera solo una fracción de su increíble poder. Y lo veo ahora
como nunca antes lo he hecho. No solo indescriptiblemente hermoso, elegante y letal.
Veo a un rey parado frente a mí.
—El color te queda —dice Lucifer, pasando su dedo por el corpiño de encaje de
mi vestido. El instinto me dice que me aleje de él, pero algo más, algo que no puedo
determinar, me mantiene en mi lugar.
—Gracias —contesto, bajando mi mirada al suelo. Verlo cuando está así tan
cerca de mí parece imposible, como si mis ojos pudieran quemarse en sus cuencas.
—Estás encantadora, Eden. Estoy contento que hayas venido.
—¿Acaso tuve opción? —replico antes de poder detenerme. Ahora no es el
momento para provocar al oso. Retarlo cuando estamos solos, o incluso frente a Nikolai
y las Succubi es una cosa. ¿Una habitación llena de sus estimados súbditos? Es suicidio.
—Siempre tienes opción, Eden. Elegiste venir aquí conmigo. Tomaste mi mano
—responde, deslizando sus dedos por mi vestido y dejándolos bajar por mi brazo.
b razo. Toma
mi mano, entrelazando nuestros dedos de modo que terminamos palma contra palma.
La sensación de su piel envía un hormigueante escalofrío por mi pecho hasta mis
entrañas y reprimo un jadeo.
—Lo hice —logro decir.
—¿Te arrepientes? ¿Ahora que sabes la verdad? ¿Ahora que ves que Legion solo
estaba utilizándote? Proclamó
Proclamó arriesgar su vida por ti, pero… ¿dónde está?
Mis ojos se mueven por toda la habitación a medida que batallo para tragar esa
dentada pulpa de verdad. Tiene razón. Han pasado días, probablemente una semana. Y
Legion no ha venido. Me dijo que me protegería o moriría intentándolo. Y la patética
parte de todo esto es que, en serio empecé a creerle. Por mucho que lo odiara por
fallarme al no contarme sobre Adriel, y por mucho que dolió darme cuenta que en
realidad no valía la pena ser salvada, todavía tenía la estúpida y ciega esperanza de que 69
él vendría, disparando armas y sacándome de este agujero del infierno.
Gran error.
No viene.
Nunca lo iba a hacer.
Y mientras estoy aquí parada, llevando un vestido y tacones que probablemente
cuestan más que mi salario anual, rodeada de belleza, arte y opulencia, todo en lo que
puedo pensar es cuán estúpida fui por alguna vez pensar que alguien podría
po dría mirarme y
ver más que esa chica conflictiva y desarraigada. Que de hecho podría ser alguien fuerte
y resistente. Que alguna
alguna vez podría ser suficiente… simplemente suficiente para él.
—Oye, oye… —Una cálida mano acuna mi mejilla gentilmente y dirige mi
mirada en blanco. La hermosa bestia frente a mí sonríe solemnemente—. Es una fiesta,
querida. Deberíamos estar celebrando.
Justo en el momento indicado, un camarero se detiene frente a nosotros,
sosteniendo una bandeja de flautas llenas de champaña. Lucifer toma una para cada
uno.
—Por el futuro —anuncia, alzando su copa—. Por nosotros.

Trago con fuerza para luego conseguir poner una sonrisa tensa.
—Por nosotros —digo, alzando mi propia copa.
Lucifer choca su copa contra la mía, bebe y observa con intensidad cuando hago
lo mismo. Bebo hasta la última gota en desafío a la agitación en mis entrañas. No estoy
segura de lo que tiene reservado para mí esta noche, pero si mis sospechas son ciertas,
necesitaré toda la ayuda que pueda conseguir; alcohólica y demás.
—¿Bailamos? —dice, tomando la flauta vacía y poniéndola sobre la bandeja. Los
camareros se mueven alrededor de nosotros, no amontonándose, sino anticipando
nuestras necesidades.
—¿Por qué no? —Pongo mi mano en la suya. Incluso con toda mi preparación
mental e indiferencia elaborada, fallo en suprimir el hormigueo de excitación que su
tacto aporta.
La multitud se separa nuevamente cuando Lucifer me lleva al centro de la pista
del salón de baile y pone una mano en mi cintura. Nunca he tenido un ápice de práctica,
pero él dirige con tal facilidad que mis propios pasos se vuelven tan constantes y fluidos
como los de él. Como si acabara de dar un paso en su nube y ahora estoy deslizándome
en volutas de seda y tul. Ni siquiera siento el mármol debajo de mis pies.

La música
me encuentro es clásica,
cautivada pero
por las hay algo
sinuosas tan inquietantemente
escalas melódico
y tonalidades. Es como en ella que
una sinfonía de
cuerpos: ligera y elegante, una canción solo para dos. Bailamos alrededor del salón en
movimientos coordinados, a medida que una orquesta crea nuestra propia historia, una 70
de oscuridad, muerte y lujuria abrasadora.
El horror de la noche anterior está olvidado, como si nunca hubiera pasado.
Como si lo hubiera imaginado todo, y este hombre grácil y elegante jamás soñaría con
mancillar su belleza con sangre y depravación. Tal vez todo fue un mal sueño. Tal vez
mi mente creó la ilusión de un monstruo, y me hizo ver lo que quería creer. No estoy
segura. Honestamente, no estoy segura de nada en este momento.
Cuando finalmente encuentro el valor de alzar los ojos, temerosa de pisar sus
pies, encuentro a Lucifer observándome fijamente, una sonrisa curiosa en sus labios.
—¿Qué?
—Cuidado. Me harás creer que estás divirtiéndote —se burla, haciéndonos girar.
El cristal negro adornando mi vestido tintinea como lluvia de diamantes cayendo encima
de hierba suave.
—¿Y qué pasa si me divierto? —replico. Mi rostro firme, aunque mi voz… no
puedo saber si lo digo en serio o si estoy jugando con él.
—Entonces estaré obligado a bailar contigo toda la noche, hermosa muchacha.
Baja y me hace girar, haciendo que los asistentes a la fiesta pronuncien oooh y
ahhh. Ahí es cuando noto
n oto a nuestra cautivada audiencia.
—Están mirando —susurro, con los ojos abiertos de par en par.
—¿Y?
—Y… todos están mirando. A nosotros.

—No a nosotros. A ti . —Me atrae, tan cerca que puedo sentir el fuego envuelto
en sus palabras—. ¿Y puedes culparlos? ¿Cuándo he sido capaz de quitar mis ojos de ti
desde que llegaste?
No tengo una respuesta sarcástica o incluso poner mis ojos en blanco
dramáticamente
dramáticame nte que ofrecer. No cuando su cuerpo está presionado contra el mío de una
manera que solamente está reservada para los amantes. De una manera en la que estuve
presionada contra Legion hace casi una semana.
Tengo que luchar por recordar ese sentimiento. Su aroma… el sonido de su voz…
la sensación de su cálida piel… tengo que luchar por recordarlo. Y en muchas maneras,
no quiero. Duele demasiado.
—¿Sucede algo? —pregunta Lucifer. La yema de su pulgar roza mi barbilla,
atrayendo mi atención.

Niego con la cabeza.


—Solo un poco sedienta. Y mis pies… — miento.
71
—Por supuesto. Disculpas.
Detiene nuestros movimientos, toma mi mano y entrelaza nuestros dedos antes
de sacarme de la pista de baile, permitiendo que docenas de parejas tomen nuestro lugar.
Pero antes de que podamos escapar de la multitud, nos detenemos junto a un hombre
abrumadoramente
abrumadoram ente apuesto y regio con llamativos ojos azules pálidos. Cabello azabache,
un rostro que debió haber sido hecho por el mismo Dios. Incluso con la pizca de cabello
gris justo a su sien, es fácilmente uno de los hombres más hermosos que he visto en mi
vida.

—Debo decir que…


que… los rumores no le han hecho justicia —le remarca a Lucifer
con una inclinación de la cabeza.
—Me inclino a estar de acuerdo. Stavros Skotos, es mi placer presentarte a la
encantadora Eden Harris.
¿Stavros Skotos? Debí saberlo. Y ahora que lo sé, el parecido es asombroso. Este
es el monstruo que asesinó a su propio hijo, e intentó destruir al otro y a su novia. El
gobernante del Octavo Reino del Infierno. Y, santa mierda, es espléndido y magnético,
esos ojos tan hipnotizantes que ni siquiera me doy cuenta que su mano está alargada
hasta que escucho a Lucifer carraspear junto a mí.
—Un placer conocerte —digo tartamudeando, dándole una mano floja. La toma
y rápidamente se la lleva a los labios, dejando fríos hormigueos en su estela. Arrebato
mi mano y la pongo en mi espalda.
—Es mi honor conocerte —dice suavemente, para nada atónito por mi gesto
brusco. En cambio, me guiña un ojo—. Nuestro amo te ha estado guardando para él
solo. Por suerte, no has estado completamente aislada desde tu llegada.
—Ah, para nada —interviene Lucifer antes de que pueda responder—. Solo
quería que Eden se aclimatara antes de ser liberada a los lobos. Hablando de eso, se ha
encariñado de tu chico.
Ante la mención de su hijo, Stavros frunce el ceño.
—¿Nikolai?
—Y también Dorian, sospecho. No sabrías nada de eso, ¿verdad? —Aunque su
cara es una máscara de pasiva perfección, no me pierdo la agudeza en el tono de Lucifer.
—Por supuesto que no —contesta Stavros sin dudar—. No tengo contacto con
ninguno de ellos. Están muertos para mí.
Lucifer asiente.
—Me alegra escucharlo. ¿Dónde está el joven Niko esta noche? —Finge
curiosidad, sus ojos escaneando la vasta pista de
d e baile. Frunzo los labios, negándome a
dar cualquier información.
—No sabría decirlo. Ustedes dos se han vuelto cercanos, ¿verdad? —contesta
72
Stavros. Hay un desafío oculto en sus palabras, y por un fugaz instante, casi me siento
preocupada por él.
Un camarero se detiene delante de nosotros con copas nuevas de champaña.
Lucifer me entrega una antes de tomar otra para sí. Nuevamente, tomo la mía en unos
cuantos tragos. No tengo razón para abstenerme. Lo que sospeché antes… fue estúpido.
Un momento de tonta ansiedad.
—Podrías decirlo. No me agradan las sorpresas —acentúa Lucifer, dando un
trago. Su mirada penetrante permanece en Stavros—. Y tu chico parece estar lleno de
ellas.
—Si te ha causado
causado problemas…
—No. Ningún problema en absoluto. —Lucifer sonríe astutamente—. Pero si lo
hace, serás el primero en escucharlo.
Stavros, con su formidable altura y desvergonzado encanto, queda blanco como
el papel, esos pálidos ojos brillando con fuego azul. Parece temeroso… genuinamente
aterrado.
—Entiendo —consigue decir roncamente.
—¡Bien! —exclama Lucifer antes de palmearlo en el hombro con suficiente
fuerza como para hacer a Stavros estremecerse —. Ahora disfruta de la fiesta, querido
amigo. Discúlpanos.
—¿Qué fue eso? —le susurro a Lucifer una vez que estamos lejos de su alcance.
Echo un vistazo hacia atrás, para encontrar a Stavros todavía parado allí,
observándonos.
—Stavros una vez fue una criatura muy poderosa. A veces necesita que se le
recuerde que ya no manda. No en el Infierno, y no en la Tierra. Ni siquiera manda en
su familia.
—Pero lo dejaste dirigir el Octavo Reino.
Lucifer asiente.
—Una formalidad. Parte de estar en el poder es saber cómo delegar. Está tan
hambriento de mi aprobación y mi oído que no se atrevería a desafiarme. No es que
alguna vez verdaderamente
verdaderamente gane alguna. La lealtad es importante para mí, y si la historia
nos ha enseñado algo, puede que nunca respete a alguien que pudo herir a sus propios
hijos. Sin embargo, observarlo gimotear y retorcerse es bastante entretenido.
Me encuentro riéndome a carcajadas a expensas de Stavros y alzo la mirada hacia
los ojos avellana de Lucifer. Ese último sorbo de champaña tiene a mi cabeza sintiéndose 73
brumosa. Eso junto al encanto magnético
magnético de Lucifer.
—Eres tan malo.
Me mira, su expresión cálida con un toque de travesura.
—No tienes idea.
Hacemos nuestras rondas, deteniéndonos para encontrar a los consejeros y
dignatarios más cercanos de Lucifer. Y con un suministro interminable de champaña,
se vuelve más fácil sonreír
sonreír y fingir que aquí es donde pertenezco.
pertenezco. Una gran parte de mí
sabe que es una traición; que debería estar dando patadas, gritando y actuando como
una tonta furibunda frente a sus amigos. Pero una pequeña parte de mí en cierto modo
modo……
lo disfruta. Las miradas lujuriosas de los hombres. Las miradas de admiración de las
mujeres. Soy la estrella aquí, no un aditamento. No una patética mascota pegada como
lapa, rogando la ocasional palmada en la cabeza.
Por una vez, me siento importante; poderosa. Incluso con mi frágil mortalidad,
siento que tengo la ventaja, aunque sé que simplemente se debe a que Lucifer se encuentra
a mi lado. No manteniendo la distancia y siendo distante mientras soy humillada y
abochornada por ser una chica ingenua. No está metiendo su lengua por la garganta de
otra mujer mientras me siento aquí y observo. Diablos, ni siquiera miró a otra mujer en
toda
es de la noche,
hecho un ysanto
considerando
o inmune aallas bellezas
sexo que se encuentran aquí, no puedo saber si
opuesto.
No sé lo que está sucediendo aquí… lo que me está sucediendo. Pero cuanto más
tiempo paso con él, más difícil es creer que sus intenciones no son ciertas. La manera en
que mantiene su mano en mi espalda, ofreciendo su calor y protección, la manera en
que me presenta como si fuera la persona más importante en el mundo para él… ¿cómo
puedo no sentirme diferente respecto a él? ¿Cuándo nadie más jamás me ha mostrado
ese tipo de atención?
Pero no debería querer su atención. ¿Verdad? No debería querer sentirme fuerte
y dominante en un salón repleto de monstruos. Debería acobardarme y esconderme
como lo he hecho toda mi vida. Quién soy, lo que soy, no debería ser algo de lo que estar
orgullosa.
Mis entrañas se revuelven con duda. Mi cabeza nada con confusión. Si me
pusiera del revés, todo el salón vería el horrible y confundido desastre que soy en verdad.
—¿Sucede algo? —pregunta Lucifer, con un leve ceño fruncido arrugando su
frente. Le ofrezco una sonrisa rígida.
—Solo tengo que ir al baño.
—Te llevaré.
Solo un indicio de presión
p resión en mi espalda a medida que me lleva suavemente. Voy
con las piernas temblorosas, intentando con todas mis fuerzas permanecer calmada y
74
contenta. Algo no está
está bien. No me… no me siento
si ento bien.
—Esperaré aquí —dice cuando alcanzamos la puerta marcada como el baño de
mujeres. La media docena de merodeadores en el pasillo miran boquiabiertos.
—Estoy bien. Lo prometo.
—Esperaré aquí —repite. Roza el dorso de su mano sobre mi mejilla —. Toma
todo el tiempo que necesites.

Sorprendida, camino de espaldas a la puerta giratoria, llevando su calidez


conmigo. Hay otras mujeres en el tocador de adentro, pero en cuanto me ven, sonríen y
me dan un amplio espacio. Me tienen miedo. Por qué, no tengo idea. Pero no puedo
recordar un tiempo donde recibí ojos en blanco e insultos mordaces murmurados sobre
un lavabo comunal.
Me deslizo en la cabina más lejana de la puerta.
Y choco directamente contra un duro pecho.
Un brazo rodea con fuerza mi cuerpo.
Una mano cubre mi boca.

Y antes de que pueda siquiera intentar luchar o gritar, las paredes se desvanecen
y me sumerjo en una completa oscuridad.
M
e desplomo en la cama, mi cama, un grito atascado en mi garganta.
Siento como si justo hubiera sido lanzada desde un cañón, o como si
hubiera estado cayendo de un avión. Agarro frenéticamente partes al
azar de mi cuerpo para asegurarme que aún estoy intacta. Mi estómago tuvo que haberse
caído completamente.
—¿Qué demonios? —exclamo—. ¿Qué acaba de suceder?
—Estarás bien. —Niko lanza un suspiro, hundiéndose en la cama. SSee ve… no
como él mismo. Su cabello está enredado, y no en forma deliberada, y hay gotas de
sudor en su frente. También se ve más pálido, con círculos purpurinos oscuros alrededor
de sus ojos. Inmediatamente me olvido de mí misma y mis órganos potencialmente
faltantes, y tomo entre mis manos sus mejillas.
—¿Qué pasa? ¿Estás enfermo?
75
Sacude su cabeza débilmente.
—Sacarte de ahí sin ser detectado tomó más de mí de lo que esperaba. He estado
aquí por mucho tiempo. Mi cuerpo está…
Mis ojos se abren aún más con horror.
—Estás muriendo. Otra vez.
—No te preocupes. La alternativa a este lugar es mucho más placentera. —Él
incluso intenta una sonrisa.
—¿Por qué aún sigues aquí? ¡Vete! ¡No puedes quedarte! ¡Tienes que irte ahora!
—Si no luciera tan débil, le daría un empujón para dejar mi punto claro.
—¿Y dejarte aquí con toda la diversión? Nunca. —Las palabras son como vidrio
en sus cuerdas vocales, y comienza a toser, su cuerpo entero sacudiéndose con el
esfuerzo—. Además, alguien tenía que venir a despedirte.
—¿De qué estás hablando? —pregunto, sintiendo humedad en mis mejillas. Ni
siquiera me di cuenta que estaba llorando. Pero viéndolo de esta manera… muriendo a
mi lado… no puedo
puedo dejarlo hacerse esto a sí mismo. No por mí.
—Tenía que asegurarme que alcanzaras tu aventón.
—¿Qué? Niko, necesitas…
necesitas…
Antes de que pueda terminar mi súplica desesperada, escucho el piso rechinar
detrás de mí, viniendo de las sombras a través de la habitación. Con los puños
levantados, salto fuera de la cama y giro para encarar al intruso, preparada para pelear
a muerte con tal de proteger a Niko, el hechicero Oscuro quien había arriesgado tanto
para protegerme. Pero cuando mis ojos caen sobre la hermosa bestia apareciendo ante
nosotros, todo discurso y pensamiento coherente se disuelve tan rápido como mi
temperamento.
Legion.
—Eden —susurra. Esa voz gravemente profunda, su voz. Había comenzado a
olvidarla. Y ahora escuchando mi nombre en sus labios me derrumba completamente.
—¿Cómo lograste…?
lograste…?
Él se acerca un paso más, las manos levantadas en precaución.
—¿No estás lastimada?
lastimada? Él no ha tocado… —Su rostro, ese brutalmente hermoso
rostro, se transforma en un ceño fruncido. Lo juro, incluso lo escucho gruñir.

—Estoy bien. —Trago el nudo en mi garganta—. ¿Cómo hiciste…?


hiciste…?
—Dorian. Explicaré todo, pero tenemos que irnos.
76
—Saskia le empacó una muda de ropa —dice Niko detrás de nosotros—. Pero
no hay tiempo. Tienen minutos… apenas. —Lucha para pararse, usando lo que parece
ser su última reserva de fuerza. Parece estar desvaneciéndose justo ante nuestros propios
ojos.
Legion abre su palma, revelando un pequeño vial de turbulento líquido
iridiscente, muy parecido a la dosis de magia que el rey Oscuro me hizo beber.
—Le hice una promesa a tu hermano. Esta es la magia de Gabriella. Es la única
cosa lo suficiente fuerte para sacarte. Te vas con ella.
—¿Qué? —preguntamos tanto Niko como yo con los ojos desorbitados.
—Encontraré una salida. Apresúrense. Tómenlo. —Da un paso más cerca para
empujar el vial en las manos de Niko. Suficientemente cerca para que su pecho roce
contra mi brazo. Su esencia a tierra calcinada y jazmín de medianoche invade mis
sentidos, creando un cóctel embriagador de recuerdos agridulces y deseo abrumador.
Niko sacude su cabeza.
—No. No puedo. Tómalo y sácala de aquí.
—Mantengo mis promesas, hechicero —enuncia Legion, su voz tomando ese
tono imponente que había llegado a apreciar. Aún hace a mis entrañas temblar.
—No puedo irme. Stavros está vinculado a mí. Sacarme lo saca a él. Además,
tengo asuntos sin terminar. Eden te necesita jodidamente más de lo que me necesita a
mí. Ella es la respuesta. Protégela con tu vida. Y esta vez… no la dejes ir.
Me giro hacia Niko con lágrimas frescas bordeando mis ojos.
—No puedo dejarte aquí.
—Estaré bien, E. Ve. Se fantástica. Salva el mundo. Solo hazme un favor. —Saca
un pequeño saco de su bolsillo y lo coloca en mi palma, cerrando mis dedos alrededor
del bulto. Su piel se siente como hielo —. Dale esto a Gabriella.
—¿Qué es? —pregunto, mi voz quebrándose.
—Su algo azul. —Sonríe, y una sola lágrima se desliza por su mejilla —. Nunca
pude dárselo. Dile que el pequeño Niko es la criatura más hermosa que he visto jamás,
y que los amo a todos más de lo que mi frío corazón
co razón negro puede soportar.
Viendo su dolor… sintiéndolo como si fuera propio… no intento acallar los
sollozos sofocantes desgarrando a través de mi pecho vacío.
—Gracias. Gracias por todo. No te olvidaré, lo prometo. Regresaremos.
No me dice que no llore. Incluso no me dice que soy ingenua por prometer cosas
77
que ambos sabemos son imposibles. Él simplemente limpia mis lágrimas con las puntas
de sus dedos fríos y me da una última sonrisa deslumbrante.
—No quiero dejarte —digo, sollozando incluso más fuerte—. No lo haré. Toma
mi lugar. Yo me quedaré.
Niko sacude su cabeza, haciendo que un bucle de cabello negro caiga sobre su
frente. Sostiene mi rostro entre sus manos y sus pulgares acarician sobre mis mejillas
húmedas.

—¿Qué pasa conmigo y las hermosas chicas testarudas?


Consigo sonreír a través de la angustia, recordando las palabras que él me dijo
cuando llegué por primera vez.
—Es como si te encantara el castigo.
—Siempre una dama de honor, nunca una novia. —Se inclina hacia delante y
coloca un frío beso en mi frente—. Ahora sal de aquí antes de que cambie de opinión.
—Ya vienen —anuncia Legion a mi espalda. La tensión en su tono indicando
que están cerca.
Reacia, doy un paso lejos del agarre de Niko, sabiendo que los minutos se han

convertido
en su pecho,eninhalando
simples segundos. Legion
su esencia. está su
Su calor, justo ahí, y sin
cuerpo… pensarlo,
se siente entierro
como mi casa.
estar en rostro
Con un brazo envuelto protectoramente alrededor de mí, Legion abre el vial y lo
inclina hacia sus labios. Ahí es cuando escucho los gritos y las violentas pisadas desde
el otro lado de la puerta de mi dormitorio. Están justo afuera, corriendo por el pasillo.
Imaginar a esos gigantescos guardias piel de serpiente derribando mi puerta y
arrastrándome
arrastrá ndome lejos me hace querer vomitar.

saco de—
suOye, Legion
bolsillo y se —
l ogrita
lo arrojaNiko
a L,por encima
quien del caos
sin ningún a sololounos
esfuerzo metros.
agarra en el Saca
aire. otro
—¿Qué es esto? —pregunta, un ligero fruncimiento arruinando su frente.
Niko simplemente guiña.
—Acábalos. —Entonces se ha ido, dejando solo hilillos de humo gris oscuro en
su paso.
Legion baja su barbilla, y me atrae tan cerca que puedo sentir la vibración de su
corazón inhumano.
—Agárrate.
Las pisadas están más cerca. Puedo escuchar sus gruñidos violentos solo a
centímetros desde donde estamos. En cualquier momento, esos guardias vendrán en
estampida a través de esa puerta. Y Lucifer…
L ucifer… ni siquiera quiero pensar en lo que hará. 78
—Respira profundo. Cierra los ojos —susurra, su aliento cálido revolviendo mi
coronilla de rizos. Justo cuando hago lo que ordena, esperando completamente que su
rostro sea la última cosa que vea, grita—: ¡Ahora!
Una vez más, la atmósfera se pone tensa con una carga eléctrica, y nuestros
cuerpos son impulsados a través de una ruptura entre el tiempo y el espacio. Se siente
como una aspiradora que succiona nuestras extremidades una por una y las cose
co se juntas
de nuevo dentro del período de un solo latido. La oscuridad es aterradora, pero solo

dura untallada
estrella momento.
en él.Entonces estamos cayendo en un piso de madera dura con una
Estoy en el apartamento de los Se7en. Estoy en Chicago. Estoy en casa.
—Santa mierda, funcionó —dice una voz familiar. Toyol aparece a la vista, sus
ojos en forma de almendra más grandes de lo que jamás los he visto—. ¡Maldición!
—Por supuesto, funcionó. —Phenex, el hermoso demonio caoba con ojos de miel
pasa junto a él y me toma de la mano, poniéndome de pie —. Es bueno tenerte de regreso,
Eden.
—Es bueno estar de regreso. Creo —respondo, sacudiéndome el polvo. Estoy
descalza. De alguna manera, entre ser succionada fuera del Infierno y reaparecer aquí,
he perdido mis zapatos—. ¿Qué sucedió? ¿Cómo llegamos aquí?
—Gabriella —responde una suave voz barítona detrás de nosotros. Todos nos
giramos para ver a Dorian parado en la entrada, sus helados ojos azules fijos en Legion—
. Todavía tienes mi magia en tu sangre. Sin embargo, la magia de Gabriella era la única
lo suficiente fuerte para sacar a un demonio. A un demonio, o a un príncipe Oscuro. Ese
vial estaba reservado para Nikolai. ¿Dónde está mi hermano?

Legion deja escapar un suspiro resignado, y encuentra la mirada fija de Dorian.


—Él se negó a irse. Stavros se ha vinculado de alguna manera a sí mismo a
Nikolai. Si él es traído de regreso, también lo será tu padre.
—¿Cómo? ¿Cómo puede ser eso? Una vez que el Infierno los reclama, todos los
lazos de magia son anulados.
—El Infierno aún no lo ha reclamado —explico, dando un paso hacia delante—
. Niko está en el limbo. Está siendo anclado por Stavros y su amor perdido, así que no
puede seguir adelante.
—Amelie —dice una voz baja desde detrás de Dorian. Gabriella lo rodea y viene
a pararse frente a mí. Entonces,
En tonces, sin aviso alguno, envuelve sus brazos delgados alrededor
de mí en un abrazo acogedor —. Está siendo protegido por Amelie. Sabía que te
encontraría.. Siempre tiene la manera de encontrar a aquellos quienes están perdidos.
encontraría
Con el dolor de la despedida aún fresco en mi corazón, hay lágrimas en mis ojos 79
cuando ella se aleja.
—Lo hizo. Lo lamento tanto.
tanto. Quería traerlo de regreso… más de lo que podrás
saber jamás. Él te ama, a todos ustedes.
—Sé que lo hace. Lo siento cada vez que veo a su sobrino. —Ahora hay lágrimas
brillando en sus ojos.
ojos.
—Ten —digo, abriendo mi palma para revelar el pequeño saco—. Él quería que

te diera que
criatura esto.élDijo que jamás.
ha visto algovigila
era tu Los azul. aTambién dijo que
todos, sabes. Aúntu hijopor
mira es ustedes.
la más hermosa
Sus lágrimas caen libremente ahora a medida que abre el saco y revela una gran
gema azul. Ambas jadeamos ante su brillante belleza.
—El diamante de Skiathos —explica Dorian, deteniéndose detrás de su esposa y
deslizando una mano alrededor de su cintura—. Forjado de nuestros mares azul
cristalino. Ha estado en mi familia por siglos.
—Lo siento —le digo al rey Oscuro—. Lo juro, L quería enviarlo de regreso
conmigo. Pero no se arriesgaría a liberar a tu padre.
—Te creo. —Dorian asiente solemnemente. Se gira hacia Legion —. La deuda
está pagada. Aprecio tus esfuerzos.
—Deseo poder haber hecho más —responde L sinceramente—. A partir de
ahora, tienes amigos en los Se7en. Si alguna vez nos necesitas, no dudes en llamar.
—Tu hospitalidad es correspondida —dice Dorian antes de mirarme—. Y si tú
alguna vez quieres visitar mi reino en Skiathos, Eden, siempre eres bienvenida.
—Gracias.
Me despido desanimadamente por inercia, no porque esté triste de verlos irse,
sino porque estoy nerviosa de estar de regreso aquí. Sin esa distracción, estoy sola con
ellos: los Se7en. Demasiado ha sucedido. Y cuando me obligo a mirar alrededor del
lugar, es casi como si estuviera viendo a amigos distantes a quienes no he visto en
meses… años. O tal vez estoy mirando a extraños. Las cosas son diferentes ahora. Yo
soy diferente ahora.
Todos están aquí: Phenex, Toyol, Caín, Jinn y por supuesto, Legion, menos
Andras, y esa perra conspiradora, Lilith. Eso duele. Sé que Andras y Lilith son cercanos.
Diablos, comparten una habitación. Pero pensé que Andras y yo nos habíamos hecho
amigos. No era lo suficientemente patética para creer que nos habíamos convertido en
mejores
Mierda, amigos, pero se
incluso Caín al presentó,
menos pensé
con que él se interesaría
su diabólico lo suficiente
ceño fruncido y todo,para
y él estar aquí.
me odia.
—Vamos a llevarte a la enfermería —sugiere Phenex, intentando guiarme 80
gentilmente a través del pasillo como si fuera una abuelita de 90 años. Él es el único que
se ha atrevido a acercárseme. Incluso el juguetón e intrépido Toyol ha mantenido su
distancia. Y Legion… él solo me mira como si tuviera
tuv iera miedo de que desaparezca justo
frente a sus ojos.
—Estoy bien —insisto.
—Nadie va al Infierno y regresa bien —remarca L, su mirada plateada tomando
inventario de cada una de mis respiraciones —. Tal vez solo un chequeo rápido para

asegurar que no has sido…


sido…
—Dije que, estoy bien —repito más enfáticamente. Miro a los demonios parados
alrededor de mí, todos usando varias máscaras de preocupación. Y por alguna razón
irracional, eso me hace enojar.
—Eden, solo queremos ayudarte —intercede Phenex, usando esa voz gentil que
tenía la intención de hacer incluso a los pacientes más hostiles dóciles. De ninguna
manera. Solo suena condescendiente para mí.
—¿Ayudarme? ¿En serio?
—Por supuesto. Te has ido por algún tiempo. Solo puedo imaginar los horrores
que has enfrentado.
—No fue tan malo —miento.
Legion da un paso adelante. Sus manos están extendidas, pero no hace intento
por alcanzarme.
—Lucifer tiene formas de influenciar tus pensamientos. Tus emociones han sido
comprometidas. Tienes que saber que fuiste manipulada.
—¿Manipulada? —digo incrédulamente—. ¿Crees que él me estaba manipulando?
Gracioso. Él dijo la misma cosa de ti.
—¿Qué? —La expresión
expresión en el rostro de L es una de shoc
shock…
k… incluso dolor. C
Como
omo
si justo lo hubiese abofeteado.
—Me dijo todo. El comienzo de la l a humanidad… cómo fuiste una vez. ¿Cómo
son sus intenciones algo distintas de las tuyas?
Su voz es plana cuando dice:
—Quiero protegerte.
—Él dijo lo mismo.

—Me preocupo por ti.


—Él también lo hace. —Sacudo mi cabeza, apartando las lágrimas frustradas.
No más. Ya he llorado demasiado. 81
—Eden…
Levanto una palma para detener cualquier persuasión más.
—Detente. Solo detente. Gracias, a todos ustedes, por rescatarme. Por eso, estoy
absolutamente agradecida.
agradecida. Pero necesito algo de tiempo. Necesito espacio. Solo denme
eso ahora mismo.
Giro para salir de la habitación, pero me paro a medio paso.
—¿Dónde está ella? —pregunto, no, demando, mi espalda aún girada.
Silencio.
—Dije: ¿dónde está?
—Aquí. En su habitación —responde Legion reluctantemente
reluctantemente—. Será detenida
en sus aposentos hasta que hayamos decidido colectivamente…
Salgo del lugar y avanzo por el pasillo, rehusándome a escuchar más. Cuando
me detengo frente a la puerta de Lilith, una mano cálida sujeta la mía antes de que pueda
girar la perilla.
—¿Qué estás haciendo? —siseo, alejándome.
—No quieres hacer esto —insta Phenex.
Lo miro, y contengo el desprecio brillando en mi mirada vengativa.
—Sí. Sí quiero.
—Nos encargaremos de ella. Tú ya has pasado suficiente.
—¿Qué demonios sabes por lo que he estado pasando? Esperé
Esperé casi una semana…
una semana
ahí como soportando
una puta e ibaser
a latestigo
camade violación,
oliendo a miasesinato y canibalismo.
propio vómito Me Todo
cada noche. paseé por
por
ella. Ella hizo esto. ¿Y quieres que confíe en que se encargarán? ¿Cómo es que aún sigue
aquí? ¿Cuando han pasado días desde que los traicionó a todos ustedes?
Phenex toma una respiración profunda, como si el peso de la verdad estuviera
aplastando sus hombros.
—El tiempo pasa diferente en el Infierno a como lo hace en la Tierra —dice
tranquilamente—. Horas aquí se sienten como días allá. Y al mismo momento en que
fuiste secuestrada, Legion intentó matarse para llegar a ti. La única cosa que lo detuvo
fue la intervención del rey Oscuro. Eden, solo te fuiste por el tiempo que le tomó
encontrarte…
encontrarte … 6 horas.
El calor de la ira se drena de mi rostro cuando comprendo lo que está diciendo.
Legion estaba listo para morir… por mí. No fui olvidada. Simplemente
Simplemente no fui querida
lo suficiente para que él me conservara. 82
—Bueno, eso no cambia el hecho de que él me dejó ir —murmuro. Mi roto
corazón testarudo no puede sanar. Simplemente aún no.
—No tuvo elección, Eden.
Doy un paso atrás de la puerta, y del demonio que yo había querido creer era mi
amigo. Él es uno de ellos. Cuando se trata de eso, defenderá a su familia. Sin importar
lo que hagan, siempre los apoyará. Lilith es su hermana, hermana de todos ellos. Su
lealtad es con los Se7en. Así que, ¿dónde me deja eso?
—Él hizo una elección, Phenex. —Mis palabras se sienten tan vacías como mi
pecho—. Solo que no fui yo.
D
e verdad desearía que mi único refugio no fuese la habitación de Legion,
pero con todas mis posesiones aún atrapadas
a trapadas allí, no tengo más opción
que tragarme mi ego. Aún luce exactamente igual: limpio, frío y estéril.
Aparte de mi revoltijo de cajas y bolsos apilados en un rincón, no hay ninguna señal
verdadera de vida. Aun así, de alguna manera, cuando estábamos aquí juntos, en esas
mismas sábanas del color del cielo nublado, me sentí como en primavera. Sentía el sol
sobre la piel húmeda. Mi cuerpo florecía por él cuando lo ordenaba. En esos tranquilos
momentos, se convertía en tierra y lluvia, devolviéndome a la vida después de años del
duro y frío invierno.
Parece que hubieran pasado años. No puedo imaginarlo observándome como lo
hizo una vez, y ver a esa chica de cabello platinado con fuego en su mirada y tristeza en
su alma. Esa Eden murió al momento en que acepté a Lucifer, y otra tomó su lugar. Una
que había sido traicionada más allá de cualquier traición imaginable. Una que no podría
soportar otra vez ese nivel de angustia. 83
Tengo toda la intención de cambiarme, empacar mis cosas, y elaborar un plan
para irme, pero luego de sentarme y verdaderamente pensarlo, me doy cuenta que no
tengo lugar adónde ir. Sin auto, ni dinero. Demonios, estoy segura que mi celular es tan
solo una pila de plástico derretido en la avenida Michigan. Me permití volverme
dependiente de L y los Se7en, y como una idiota, no hice ningún plan de respaldo. Era
más inteligente que esto. Incluso con mi hermana, insistí en valerme por mi cuenta,
incluso si hacía menos de la mitad de dinero que ella. Y ya que ella es buena, amable y
todo lo que yo no, me dejó conservar mi orgullo.
Exhausta por mi plan inexistente de empacar e irme, ni siquiera noto que me he
quedado dormida hasta que hay un suave golpe en la puerta. Me despierto de golpe, casi
desprendiéndoseme la piel antes de recordar en dónde estoy.
A salvo, dice una voz en mi cabeza. Tonterías, respondo silenciosamente.
—Adelante —digo al recomponerme.
Sean días o siquiera seis horas, la belleza angelical de Andras siempre me deja
sin aliento. Su largo cabello rubio está atado en un moño, y está usando una camiseta
blanca simple y jeans. Aun así, bien podría pararse en una pasarela en Milán y robarse
rob arse
el show. Incluso con su expresión sombría, es fácilmente la persona más atractiva que
he visto alguna vez.
—Escuché que estabas de vuelta —dice en forma de saludo, cerrando la puerta
detrás de él—. Estaba esperando que pudiésemos hablar.
Asiento hacia el sillón en la esquina, el mismo asiento que Legion tomó para
observarme detenidamente mientras dormía por inducción de las drogas. El demonio
rubio toma asiento, inclinándose con los codos en las rodillas.
—No puedes saber cuánto lo siento por lo que hizo Lilith.
—No fue tu culpa —respondo llanamente—. A menos que supieses de ello.
—No lo sabía… lo juro. Pero sabía de sus sentimientos por L. Tan solo no
imaginé que los llevaría tan lejos.
Su rostro está pintado con remordimiento. No tengo ninguna razón para no
creerle, pero ya he estado equivocada antes.
—¿Y qué hay de Adriel? ¿Sabías que ella era su amante? —traté.
—No. Nadie más lo sabía excepto Phenex. Las últimas horas han sido tensas,
por decir lo menos.
—Y confías implícitamente en él. —No es una pregunta. Ya sé la respuesta.
—Sí —responde Andras sin dudarlo—. Legion es mi hermano, así como Lilith, 84
incluso con toda la mierda terrible que ha hecho, es mi hermana. Y es por eso que te
estoy pidiendo que, por favor… por favor, intentes perdonarla.
Retrocedo tan rápido como si acabara de abofetearme con su estúpida petición.
—Estás bromeando, ¿no?
Sacude la cabeza.
—Si le dices a L que la destierre y se la deje a los matones de Lucifer, lo
considerará.
oscuro ahoraQuizás
Quizás incluso
mismo
mismo, lo haga para quevengativo.
, Eden. Desesperado… así confíesHaría
de nuevo ensea
lo que él. Está
para en un lugar
protegerte.
—¿Y al ser amable con la persona que nos hizo caer directamente en las manos
de Lucifer se supone que me dé, a cualquiera de nosotros, algún tipo de seguridad? ¿Qué
sigue? ¿Va a invitarlo a venir a cenar y a jugar Scrabble amistosamente?
Levanto las manos en desconcierto, frustrada y, francamente, molesta de que
Andras siquiera viniera con toda esta mierda. ¿Perdonar a Lilith? Vendió a los Se7en, y
casi hizo que mataran a Legion, sin mencionar que puso a mi hermana en peligro. A la
mierda el perdón. Ella debería ser la que se desintegre en el Infierno. No Niko. ¿En
dónde estaba la misericordia para él?

Lucifer—jamás
Lil está arrepentida,
te dañaría, peroEden. Pensócon
sí acabaría quecada
estaba haciendo
opción, lo correcto.
incluyendo Sabe que
conspirar con
ángeles renegados por su veneno. Si todos morimos, ¿quién lo detendría de hacer lo que
quiere? ¿Quién protegería a los humanos inocentes que caerían bajo su reinado del mal?
Y me doy cuenta que, este era su plan todo el tiempo. Matar a uno para salvar a un
millón. Lilith tan solo estaba siguiendo el decreto por el que habían vivido por siglos.
Entregándome mantendría a incontables personas fuera de peligro. Por supuesto, sus
motivos
platónicofueron
por sucompletamente
líder. Aun así…egoístas y regidospensó
ella realmente por algún patético
que estaría tipo de amor
protegiendo a su
familia de la ira de Lucifer.
Cierro los ojos por un segundo y dejo salir un suspiro exasperado.
—Jamás la perdonaré. Lamento no poder darte lo que quieres. Pero no le diré a
L que la expulse. De todas formas, si eso es lo que él quiere, no lo convenceré de lo
contrario.
—Gracias. —Andras exhala con alivio—. Eso es más de lo que había esperado.
Sé que no lo entiendes, pero… ella es la persona más cercana que tengo aquí. Yo fui un
demonio que nació envuelto en llamas, no un ángel caído. Así que las relaciones
familiares
como Legionno son naturales
y Phenex, para nosotros.
e incluso Lucifer,No estamos Ellos
lo estaban. predispuestos al amor
saben lo que y el cariñoa
es pertenecer
una verdadera familia. Yo no lo comprendí hasta los Se7en. Y nuestra familia no sería
lo mismo sin ella. 85
Lo escucho, pero no quiero. No quiero escuchar su triste historia de cómo no
sabía lo que era pertenecer, o cómo no sabía cómo se sentía que una familia te acogiera
y te tomase como suyo hasta que conoció a los Se7en. No me importa que no haya
nacido del amor, y que quizás nunca sepa lo que en realidad significa entregarse
completamente a alguien. Su dolor no es especial… no es único. Sus cicatrices quizás
sean más viejas, tal vez incluso más profundas, pero no son muy diferentes a las mías.
Después de exponer su caso, Andras se pone de pie.
—Hay una reunión en cinco.
—¿Y?
—Y… se espera que tú asistas.
—¿Para qué? No soy una de los Se7en.
—Has estado en las reuniones antes, ¿cierto? ¿Qué cambió?
Mi rostro es una máscara de helada indiferencia cuando alzo la barbilla y
respondo:
—Todo.
Niko habría estado orgulloso.
Aunque estaba renuente al inicio en cuanto a no asistir a la reunión, la curiosidad
se apodera de mí, y me resigno a dejar el aislamiento de la habitación de L y unirme a
ellos. Cuando me detengo en la entrada de la sala de estar abierta, toda conversación
viniendo del comedor cesa. Media docena de pares de ojos están sobre mí, esperando
ansiosamente mi siguiente movimiento. Pero hay una mirada intensa en particular que
me mantiene cautiva, cubriéndome con chispeantes hilos plateados, y me atrae más
adentro de la habitación.
—Me alegro que pudieras unirte a nosotros —nota Legion, mientras tomo un
asiento junto a él. Es este o la silla que una vez estuvo reservada para Lilith, y que me
condenen si me siento allí. Incluso el recordatorio de su presencia me hace perder la
paciencia.
Una vez que me acomodo, Legion continúa informando a los Se7en de su
siguiente movimiento.
—Como tenemos un hombre menos, necesitaremos tomar turnos extras, como 86
también reforzar las medidas de seguridad. Toyol, ¿cómo estamos en lo de extender la
vigilancia?
—Lo tendré listo para el final del día —responde Toyol, tecleando algo en la
pantalla de su iPad—. Y gracias a Dorian, he estado trabajando en reforzar las
protecciones.
—Bien. Caín, ¿cómo vamos en lo concerniente al armamento?
El demonio con cicatrices horrorosas me dirige una mirada y entrecierra sus ojos
antes de girar su atención hacia Legion.
—Creo que deberíamos ir exclusivamente con balas de plata. Serán jodidamente
difíciles de cargar, pero usando un clip de aleación de titanio podría reducir los efectos
secundarios.
—¿Y podremos asegurar su seguridad? —inquiere Phenex.
Caín se encoge de hombros.
—Más seguros que ir sin ellas. Es nuestra mejor apuesta, considerando que las
perras de Lucy de alguna manera tienen en sus manos veneno de ángel. La plata las
derribará antes de que sus espadas puedan tocarnos. Es un riesgo que tendremos que
tomar.
Phenex asiente, aparentemente satisfecho con esas probabilidades.
—Hablando de eso, he estado trabajando en duplicar el antídoto, mientras Jinn
está intentado formar una versión sintética del veneno.
—¿Algún éxito? —pregunta Legion.
—Algo. No tanto como quisiéramos.

Legion asiente sombríamente.


—Sigan con eso, especialmente con el antídoto. Si no tenemos una dosis
completa a nuestra disposición, la siguiente emboscada podría ser fatal. Y ahora que
Eden está de vuelta bajo nuestra protección, él probablemente multiplicará sus fuerzas.
El resto de la mesa gruñe en concordancia, cada uno de ellos viéndose menos que
confiado. Son vulnerables. Son seis de ellos en contra de Dios solo sabe cuántos soldados
de Lucifer. Protegerme será un trabajo a tiempo completo sin beneficios.
—¿Qué hay del arma? —intervengo, sintiendo que debería ofrecer algo… algo que
me haga sentir menos una carga.
—¿Qué arma? —gruñe Caín desde el final de la mesa.
—Mientras estaba… allá abajo… Nikolai me dijo que había un arma arma:: la única
cosa que podría detener a Lucifer. Y yo era la clave para manipularla. ¿Y si logramos
87
poner nuestras manos en ella? Le pondría fin a todo esto, ¿cierto?
Silencio. Ninguno de ellos siquiera tiene la decencia de mirarme a los ojos.
—Entonces hay un arma, ¿verdad?
Andras se remueve incómodo. Caín se aclara su garganta.
—Holaaaa. ¿Hay o no hay un arma?
Más. Jodido. Silencio.
—Entonces, ¿nadie va a reconocer lo que acabo de decir? ¿Todos van a pretender
que, posiblemente, podría estar en algo? Mierda, entonces, ¿por qué siquiera estoy aquí?
Algunas miradas inquisitivas se dirigen hacia Legion, quien flexiona su
mandíbula lo suficientemente fuerte para morder y atravesar acero.
—¿Saben qué? A la mierda con esto —resoplo, saltando de mi asiento y
golpeando mis palmas contra la sobremesa de mármol—. La última vez, hice las cosas
a su manera. Me dejaron en la oscuridad, me mintieron, y se los permití. ¿Qué los hace
mejor que Lucifer? Cuando solo me mantienen cerca para usarme para alguna agenda
oculta. Eso no va a pasar de nuevo. Si me quieren aquí, entonces comiencen a hablar.
Si quisiera ser el juguete de alguien para ser manipulada y degradada, lo podría haber
sido en el Infierno con muchas mejores prendas.
Cuando nadie tiene las bolas de siquiera comentar mi diatriba, me doy la vuelta
para salir de la habitación. Demonios, preferiría estar en la calle que ser la puta
mantenida de alguien.
—Espera —ladra Legion antes de conseguir avanzar dos metros lejos de su lugar
en la cabecera de la mesa—. Espera. Tienes razón.
Me rehúso a voltear para mirarlo.
—¿En qué tengo razón?
—Nosotros, no, yo, te he estado dejando en la oscuridad en la mayoría de las
cosas pertenecientes a tu rol aquí. Sé que no confías en mí ahora mismo, pero te estoy
pidiendo que creas en mí solo una vez más. Eden, por favor, ven a sentarte para poder
explicarte.
Giro mi cuerpo para identificar si la sinceridad en su tono contradice o no su
normalmente expresión fría, y me encuentro con que, sorpresivamente, no lo hace.
Porque la manera en que me está mirando, como si fuera la luz de la luna en su cielo
nocturno sin nubes, de alguna forma me jala de vuelta hacia donde él está, impaciente
por disfrutar en esas radiantes estrellas titilando. Me permito alzar la mirada hacia ellos,
hacia él, por solo un intenso momento antes de sentarme. Mirarlo fijamente me hará
recordar lo que era ser adorada por él bajo el velo del crepúsculo, y así jamás podría 88
liberarme de su agarre. Sería muy feliz al ser completamente ignorante mientras
permanezca a su lado, y yo necesitaba respuestas. Respuestas que no serán diluidas con
verdades a medias.
—El arma de la que hablas…
hablas … —comienza L, trabando sus dedos frente a su
barbilla—, está en mi poder.
—¿Qué?
—Nikolai… lo que me dio antes de que fuéramos sacados del Infierno.
Claro. Ahora todo tiene sentido. Niko me necesitaba para distraer a Lucifer lo
suficiente para extraerlo de dondequiera que estaba. El baile era la distracción perfecta,
aunque fui yo quien terminó siendo distraída por Lucifer. Sin embargo, eso le dio el
tiempo suficiente para robarlo mientras Legion llegaba a mi habitación. Como si fuera
planeado… Pero, ¿cómo es que L habría sabido que había un baile esa noche? Y ¿Niko
sabría que L estaría ahí en el momento exacto para entregárselo?
¿Coincidencia? Tal vez. ¿Intervención divina? Posiblemente.
—Bueno, ¿por qué no lo estamos usando? —pregunto lo obvio. Un arma que
podría derrotar a Lucifer…
Lucifer… ¿qué
¿qué es lo que hay que discutir?

—Porque no es así de simple, Eden.


Legion alcanza en su bolsillo y saca el pequeño saco, con cautela poniéndolo en
la sobremesa frente a él. Con dedos tímidos, lo abre y revela lo que parece ser un amuleto
antiguo hecho de oro curado. El colgante tiene forma de una bestia con cuernos, tal vez
un dragón, con pequeños diamantes resplandecientes por ojos. Y dentro de su boca,
cercado por colmillos como navajas afiladas está una gema rojo sangre, muy similar a
las gemas incrustadas en la daga sagrada de los Se7en, El Redentor.
—¿Qué es eso? —susurro, casi temerosa de despertar a la bestia custodiando la
joya. Es horrorosa, aunque extrañamente majestuosa. No puedo quitar mis ojos de la
belleza aterradora.
aterradora.
—Es lo que una vez fui —explica L, su voz tomando ese timbre estruendoso lleno
de nostalgia y tristeza—. Sé que te dijo sobre el monstruo que solía ser, Eden. Sé que te
mostró los horrores que causé. Dentro de ese amuleto está mi poder, el poder de muchos.
Es la Legion de las Almas Perdidas. El arma que puede derrotar a Lucifer… soy yo. Yo
soy el arma.
Por impulso, estiro la mano hacia el colgante,
col gante, pero me detengo antes de tocarlo.
Miro a L, quien me da un rígido gesto de asentimiento.
—Adelante —exhorta suavemente, deslizándolo hacia las puntas de mis dedos
extendidos.
89
Hay algo en ese extraño y abrumador amuleto, algo que me atrae hacia él como
una polilla a una llama. Y, en el preciso instante en que mi piel roza la suave joya color
rojo, una ráfaga de calor irradia a través de mí como un virus moviéndose rápidamente.
Solo dura un segundo antes de apagarse hasta morir, pero siento su recuerdo en mis
huesos, como si hubiera grabado su nombre en cada una de mis células. Legion, susurran.
Un millón de almas perdidas recluidas en la sangre me han marcado y reclamado como
suya. Aparto la mano, pero es demasiado tarde. Ellos ya saben quién soy.
—¿Qué… qué fue eso? —tartamudeo.
Legion vuelve a meter el amuleto en el saco y lo guarda en su bolsillo.
—La razón por la que no puedo usar esta arma, ni siquiera para derrotar a
Lucifer. Sentiste su poder; sabes lo que le hará a tu mundo. No puedo arriesgarme.
arriesgarme.
—Quieres decir, sentí tu poder y sé lo que tú le harás a mi mundo. ¿Tú eres el
arma?
Asiente, con los hombros hundidos.
—¿Tienes miedo de que esto cambie lo que eres? ¿Después de todo lo que has
hecho para expiar tus pecados? ¿Después de todo el bien que has hecho en la Tierra? No
puede cambiarte completamente… ¿verdad?
—No puedo estar seguro y, como dije, no puedo arriesgarme. No cuando
humanos inocentes están en juego. No cuando tu vida está en juego. No volveré a
ponerte otra vez en esa situación.
Asiento, porque discutir sería ignorante de mi parte. No conozco la magnitud del
poder de Legion, pero a juzgar por la pequeña dosis superficial que acabo de sentir a
través de mí, puedo adivinar. Y si él dice que desatarlo significaría la destrucción de la
humanidad, entonces tal vez debería tragarme mi orgullo testarudo y hacer exactamente
lo que me ha estado pidiendo que haga: confiar en él.
—Bueno… —comienza Andras, probando la tensión en la habitación. Había
olvidado que estaba aquí. Honestamente, la presencia de Legion había eclipsado todo lo
que no existía entre nuestros dos alientos—. Ahora que eso ya está resuelto, ¿pasaremos
a hablar de la incomodidad que pesa en la habitación?
Ambos nos volvemos hacia él, con la confusión descansando en mi frente y la
frustración pesando en la suya.
—Ella no puede quedarse ahí dentro para siempre —explica Andras—. Tenemos
que
así. resolver esto. Tú mismo lo dijiste, L: tenemos un hombre menos. No tiene que ser
—A la mierda con eso —gruñe Caín desde el otro lado de la mesa y, por una vez, 90
él y yo estamos de acuerdo.
—Ella es una de nosotros —replica Andras. Su mirada azul cielo se mueve hacia
mí por un segundo, y sé exactamente lo que quiere decir: yo no soy una de ellos. Y Lilith
lo es. Su lealtad debería estar con ella—. No le damos la espalda a la familia.
—Lilith hizo su elección cuando se alineó con Lucifer —declara L—. El Se7en
se fundó sobre la confianza absoluta, y ella la traicionó al momento en que nos tendió
una trampa.
—¿También te dijo que él amenazó con ponerle precio a nuestras cabezas? ¿Con
liberar a todo su ejército en la Tierra si no la entregábamos?
—¿No es eso lo que ya está haciendo? —pregunta Toyol.
Andras sacude la cabeza.
—Eso fue solo una advertencia. Él ya no sigue las reglas.
—No se atrevería —replica Toyol—. Conoce los términos establecidos por el
Todopoderoso. Romperlos sería suicidio, y él es demasiado narcisista para correr el
riesgo.
—Y ahora que renunció al uso de la Llamada en su trato con Eden, está perdiendo
ventaja —añade L—. Podemos manejar lo que sea que nos lance.
—Pero, ¿y si Lucifer no está detrás del aumento de los ataques?
Toda la habitación se queda en silencio y un frío se extiende por el espacio, como
si el aire acondicionado hubiera sido encendido. Todos se vuelven hacia la fuente de esa
voz femenina y cantarina aparte de mí. No puedo mirarla ahora mismo. No cuando
todavía puedo sentir la cuerda de plata empapada de veneno de ángel enterrándose en
mis muñecas.

—Tienes fuerte
suficientemente prohibido participar
para hacerme en esta reunión, Lilith. ¡Vete! —grita L, lo
estremecer.
—Solo escúchame —suplica—. Tengo información que podría ayudarnos, que
podría salvar nuestras vidas. Quiero ayudar.
—Ya has hecho suficiente.
—Por favor, Legion… Lo siento. ¿Eden? —Su voz tiembla, pero todavía me
niego a darle la decencia de un reconocimiento—. Lo que dije… no lo dije en serio.
Tienes que saberlo. Solo tenía que decir esas cosas para que Lucifer creyera que estaba
de su lado.
Cuando no respondo, Phenex interviene:
—Estabas de su lado, Lilith. Tus acciones han dañado a todo este equipo. Tienes
que asumir la responsabilidad por lo que has hecho.
91
—Y lo hago. Phenex, tú conoces mi corazón. Sabes que nunca podría hacerle
daño a alguien maliciosamente, sobre todo a L. Lucifer me prometió que él no saldría
herido.
—Sin embargo, ¿sacrificaste a Eden? —grita L, poniéndose de pie de un salto —.
¿Cómo pudiste? ¿Sabes lo que arriesgué para recuperarla? ¿Lo que sacrificó el Oscuro
para mantenerla a salvo? ¿Tienes alguna idea del desastre que causaste?
—Lo… lo sé… yo… —lloriquea, probablemente viéndose como la damisela en
apuros
de sabercon
queojos
no de
eragacela queun
más que creí quecon
lobo erapiel
cuando nos conocimos
de oveja porDeja
—. Lo siento. primera
que vez. Antes
lo arregle.
Déjame tener otra oportunidad. Puedo ayudar.
L hace una mueca como si estuviera a punto de escupir la amarga maldición de
su nombre de su boca. Él me mira y, de alguna forma, su expresión se suaviza al instante.
—¿Qué quieres hacer con ella, Eden? Tú eres la que más ha sufrido por su
traición. ¿Cómo debería ser tratada?
Repudio.
Destierro.

Muerte.
Todas parecen opciones muy buenas para mí. Pero sé que el Se7en no solo estaría
perdiendo un miembro. Estarían perdiendo dos. Andras no lo superaría. Y no puedo ser
la causa de más dolor o disensión.
—Si crees que se puede confiar en ella, cualquier cosa que sepa podría ser valioso.
No tengo que levantar la vista para saber que todos me están mirando, algunos
con expresiones de asombro o confusión. Otros con alivio y agradecimiento. Ya he
terminado con ser parte de esto. Hice lo que dije que haría y, ahora, no puedo soportar
estar en la misma habitación con Lilith ni un segundo más.
Me pongo de pie lentamente y aparto la mirada de sus rostros perplejos. Al
momento en que mis ojos caen sobre su cuerpo esbelto e inusualmente desaliñado, veo
rojo. Después marcho directo hacia ella, con el corazón palpitando y la mandíbula tan
apretada que me duelen las mejillas. Ni siquiera tiene tiempo para protegerse o no siente
la necesidad de hacerlo, antes de que mi puño choque
c hoque contra su nariz con un resonante
¡crack! que retumba en toda la habitación. Se tambalea, sosteniéndose la nariz que ahora
chorrea sangre,
sangre, y me mira con los ojos desorbitados.

perdono —Tú
y noyhe
yo… hemosloterminado
olvidado termina do —De
que hiciste. escupo,
ahoraelenveneno gotea
adelante, medeimportan
mi lengua
una—mierda
. No te
tú y tus disculpas. Estás muerta para mí.
92
Salgo hecha una furia de la habitación y camino por el pasillo con un silencio
anonadado a mi espalda, aparte del sonido de la risa ronca de Caín.
U
na vez que la adrenalina desaparece, mi mano está doliendo como una
perra, pero estoy demasiado enojada, y tal vez un poco avergonzada,
para salir a la cocina por hielo. Así que cuando Phenex aparece con una
bandeja de comida y un paquete de hielo,
hielo, casi rompo en lágrimas.
lágrimas.
—Vaya, vaya —murmura, colocando la bandeja en la mesita de noche —. No
podía dejarte morir de hambre. Además, ese fue un gancho derecho terrible. Necesitas
tu fuerza.
Sonríe, llenándome de una calidez que no había sentido en un largo tiempo.
Fuera de L, era el que más había extrañado.
—Gracias —murmuro antes de succionar mi labio inferior para evitar llorar.
—Debes estar exhausta. Toma. Vamos a alimentarte para que puedas descansar
un poco. 93
Él retira el domo de metal para revelar un plato caliente de carne asada con
verduras y puré de patatas con salsa extra. Huele divino y mi estómago ruge en acuerdo.
—Creo que Jinn te extrañó más que nadie. Y aunque es excesivo —añade,
destapando un plato más pequeño—, pensé que merecías esto.
Son macarrones con queso. También de los mejores. Si no estuviera hambrienta,
estaría llorando a mares.
—Me siento extraña comiendo delante de ti —digo, mis palabras amortiguadas
por una enorme cucharada de pasta con una cantidad ridícula de queso—. Comparte
conmigo.
Phenex levanta una palma.
—Es todo para ti. Estoy bien.
Sigo comiendo con euforia, dándome cuenta de lo hambrienta que estoy. Ha
pasado al menos un día desde que comí… o tal vez no. Si el tiempo
tiemp o pasa diferente aquí
que en el Infierno, mi cuerpo debe estar del todo arruinado. Y honestamente nunca he
oído hablar de un humano vivo y respirando yendo al Infierno y regresar vivo.
—¿Necesitas hablar sobre… sobre lo que pasó? —pregunta Phenex
tentativamente. Ahora entiendo. Esto no es solo una visita social. Lleva puesto su
sombrero de doctor.
Sacudo la cabeza, pero bajo los cubiertos y digo:
—Hubo cosas que… sucedieron. Cosas que me hicieron enfermar físicamente.
Sin embargo, no hice nada para detenerlas. No pude. Y a veces… a veces…
Phenex coloca una cálida mano sobre la mía.

—Está bien. Cualquier cosa que digas quedará entre nosotros.


Tomo una respiración profunda y resignada, exhalando la pena de una semana
de vergüenza.
—A veces
veces no creo
creo que quisiera detenerlo. La ggente
ente que castigó… algunos de ellos
lo merecía. Sé que eso me convierte en un monstruo —digo rápidamente—, y sé que no
so
soyy mejor que él, pero…
—Eso no te convierte en un monstruo, Eden —interviene Phenex
vehementemente, apretando mi mano buena—. Te hace humana. Y lo que te hace
absolutamente diferente de Lucifer es el hecho de que sientes remordimiento, donde él
no siente nada.
—¿Es cierto? ¿Que no siente nada?
—No puedo creer que alguien que ha hecho las cosas que él ha hecho sin una
pizca de pesar tenga la capacidad de sentir cualquier emoción que no sea egoísta.
94
Tal vez tiene razón… conoce a Lucifer mejor que yo, eso es jodidamente seguro.
Pero duele un poco que todo lo que Lucifer me dijo probablemente sea una mentira.
Diciendo que se preocupaba por mí, diciéndome que me quería dar poder, mirándome
como si fuera la única en la habitación que existiera en aquellos ojos sombreados en
anochecer… podría haber sido todo un engaño. Quiero decir, por supuesto que lo era. Él
es una de las criaturas más poderosas de la existencia, y yo solo soy una chica sureña.
Sería una tonta al pensar que él podía ver algo más que eso.
Un poco similar a Legion.
Así que sí, creo totalmente que ambos tienen sus propias agendas cuando se trata
de mí. Solo tengo que confiar
c onfiar en que las intenciones de uno son más honorables que las
del otro.
Doblo los dedos, haciendo muecas a través del dolor en mis nudillos. Phenex
agarra la bolsa de hielo inmediatamente y la coloca cuidadosamente en el dorso de mi
mano.
—Sabes… —comienzo, fingiendo interés en mi servilleta de lino blanco—. Hay
una cosa que quería preguntarte.

—Pregúntame lo que sea.


—¿Y esto queda entre nosotros?
—Confidencialidad médico-paciente. —Sonríe, haciendo gestos entre nosotros—
. Tienes mi palabra.
Tomo un trago gigante de agua helada antes de continuar, deseando que fuera
vodka.
—Solo quería saber cómo funciona, quiero decir, ¿cómo ocurre la concepción?
Phenex levanta una ceja oscura.
—Bueno, Eden, cuando
cuando dos adultos deciden rreunirse
eunirse y expresa
expresarse…
rse…
—¡No, no! —Sacudo la cabeza, luchando por no reír. ¿Phenex tratando de
explicármelo con pájaros y abejas? Dios mío, ese barco zarpó hace mucho —. Quise
decir, ¿cómo funciona la concepción entre un humano y… un no humano? Como algo
de otro mundo.
—¿Algo como… un demonio?
demonio?
—Sí —respondo, sintiendo mi cara caliente. ¡Solo sácame de mi miseria, por
por el amor
de Dios!—. U… otro.
—Ehhh —reflexiona Phenex. Al menos tiene la decencia de no mirarme con ojos
acusadores—. Los mestizos, tanto de los demonios como de los ángeles, son muy raros 95
y codiciados. Sería muy parecido a la concepción humana, pero la madre tendría que
ser muy fuerte para llevar a término el embarazo. No es raro que la madre muera en el
parto.
Trago fuerte.
—Y la duración de dicho embarazo… ¿sería de nueve
nueve meses? ¿O más corto? ¿Más
largo?
—Cerca de cinco meses, más corto para los más poderosos. El cuerpo humano
no
sus puede soportar ese nivel de tensión. El bebé literalmente drenaría a la madre todas
fuerzas.
Otro trago.
—¿Y cómo se detecta un embarazo? ¿Sería suficiente una prueba de embarazo?
¿O algún palo para hacer pis sobrenatural?
Su voz es nivelada y tranquila, pero tiene que estar asustado por dentro.
—Un análisis de sangre sería mejor, aunque sospecho que la madre estaría
mostrándolo cerca de dos semanas a un mes en adelante.
¿Dos semanas? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la fiesta del Vigilante? Mierda,
ni siquiera sé qué día es.
Por último, Phenex retira la compresa fría de mis nudillos y toma mis manos en
las suyas mirándome directamente a los ojos.
—¿De qué se trata todo esto, Eden? ¿Sospechas que estás embarazada?
Oh, mierda, sabía que era una mala idea. Pero no tenía nadie más a quien
preguntarle. Sin embargo, él no puede saber lo que pasó en ese cuarto de baño con
Lucifer. No estoy segura si él estuvo allí o fue solo una ilusión, pero es jodidamente
seguro que se sintió real.
De repente, la comida que devoré tan felizmente se siente como plomo en mi
estómago y una oleada de náuseas me invade. Trago
T rago la saliva en mi boca y presiono mis
labios juntos para evitar arrojarla.
—¿Estás bien? —pregunta Phenex, notando mi expresión alarmada. No dudo
que también me veo un poco verde.
—Sí, solo cansada —miento—. ¿Te importa si dejamos esta conversación para
otro momento? Me gustaría tomar una ducha caliente y acostarme.

después—de
Por supuesto.
darle Mis disculpas
otro vistazo por
a mi mano, retenerte.
notando —Recoge
un poco los platos
los moretones—.rápidamente
Esto sanará
con bastante rapidez. Mientras tanto, si hay algo que pueda hacer para solventar tus
otras necesidades médicas, mi puerta siempre está abierta. —Y con eso, me besa la frente 96
y me da las buenas noches. O buen día. No estoy segura qué hora es, y las nnubes
ubes oscuras
y espesas fuera de las ventanas de hierro no son de ayuda.
Por suerte, la sensación de malestar en mi estómago pasa después de unos tragos
de agua, y puedo pasar por alto el trono de porcelana e ir directamente a la ducha.
Después de casi una semana siendo mimada por Saskia, bañarse parece un poco como
una novedad. Estaré eternamente agradecida por su silenciosa bondad. Y una gran parte
de mí se pregunta qué pasará con ella allá abajo. ¿Será culpada por mi escape? ¿Lucifer
la castigará
para protegerpor
su no vigilarme?
propia vida? ¿O ella le entregará cada onza de información sobre mí
Contengo el aire, probando las lágrimas de frustración en el agua cayendo sobre
mi cabeza. Ahora que el shock está pasando, siento que estoy siendo enterrada, ladrillo
a ladrillo, bajo el peso de mi trágica realidad. Estuve en el Infierno. El Infierno. El mismo
Diablo me sirvió vino y comida mientras la vida satisfactoria se reproducía sobre postres
deliciosos. Retomé el papel de puta tonta, pavoneándome en ropa llamativa y maquillaje
de payaso, con el fin de mantenerlo contento. Y al final de todo, sentí algo. No odio
como al principio. Tampoco miedo. Sentí algo en ese salón de baile cuando me giró y
me sumergió en nuestra propia sinfonía. No sé qué fue, pero tengo que olvidarlo. Tengo
que fingir que nunca ocurrió si quiero alguna oportunidad, al menos una oportunidad,
para arreglar las cosas con Legion.
Si eso es lo que él quiere.
Si eso es lo que yo quiero.
¿Qué me está pasando?
¿Dónde fui? ¿Por qué me siento como una extraña en mi propia piel?
No puedo pensar aquí. Y si tengo la oportunidad de revivir a esa chica, esa
versión de mí que murió en aquella habitación de concreto fría y húmeda, tal vez… tal
vez no puedo estar aquí.
Me quedo en la ducha hasta que el agua empieza a salir fría. O tal vez solo creo
que lo hace. Y cuando limpio el espejo empañado con mi palma, la chica que me mira
de regreso es completamente irreconocible para mí. Sombríos ojos marrones, piel pálida,
hombros demacrados. He sido derrotada. Me dejé convertir en una víctima, y ahora
mira lo que ha sucedido. Y soy la única culpable.
Sé lo que tengo que hacer. Incluso si se siente que tendré que romper todos los
huesos de mi cuerpo para hacerlo.

97
L
o encuentro parado junto a la ventana cuando entro en el dormitorio,
contemplando la noche negra sin estrellas. No se da la vuelta, pero sé que
siente mi presencia. Estamos conectados de esa manera. Nuestros cuerpos
son dos mitades de un todo, y cada segundo que hemos pasado separados ha hecho esa
atracción magnética entre nosotros mucho más fuerte. Me duele físicamente por él.
Puedo sentir su influencia en mis huesos, vibrando con una deliciosa agonía que me
hace temblar en pies descalzos.
—Te has ido por mucho tiempo —dice sin volverse.
—Lo siento —logro responder. Palabras… pensamientos… son difíciles de
hilvanar cuando él está cerca.
—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me dejaste? —Hay dolor en su voz, y
cada palabra me corta como una navaja.
98
—No creí que te importaría.
Ahora se vuelve hacia mí, su belleza etérea forzada en una expresión de shock y
dolor.
—¿Cómo no lo sabrías? Después de decirte…
decirte … decirte lo que sentía. Sufro por ti,
Eden. Mírame —demanda, sus ojos celestiales salvajes con traición—. Esto no es lo que
soy; esto no es lo que estaba destinado a ser. Me estás cambiando. Desde el día que
entraste corriendo
corriendo en mi vida, me has cambiado. ¿No lo ves?

—Lo veo. Tú lo sabes. —Verlo así… tan abierto, tan vulnerable…


vulnerable… me lo acla
aclara
ra,,
lo revela. El muro que había construido alrededor de mí en un intento por proteger mi
maltrecho corazón comienza a desmoronarse a sus pies.
—No lo ves. No realmente. No lo suficiente para hacer que te quedes conmigo.
—Sabías que no podía quedarme. Somos muy diferentes; de dos mundos
diferentes. Nunca sería capaz de encajar en el tuyo, y nunca podrías intentar encajar en
el mío. Eso no cambia lo que siento por ti…
ti … por nosotros. Simplemente es como debe
ser.
Él sacude la cabeza.
—No. No acepto eso. Y si dejaras de mentirte a ti misma, verías que tampoco lo
aceptas. —Se acerca a donde estoy, llenando la distancia entre nosotros con su fuego
ardiente —. Dime que no me deseas. Dime que no sentiste algo, algo realmente
extraordinario, entre nosotros en el tiempo que pasamos juntos. Sé que no siempre fue
bueno, pero fue real. Era el de
destino,
stino, Eden. Nuestro de
destino.
stino.
—Tal vez eso no es suficiente —susurro.
—¿Pero no lo es? —exclama, agitando los rizados cabellos colgando de mi moño
húmedo y desordenado—. ¿No te basto? ¿No he probado una y otra vez que siempre
lucharé por ti? ¿Que no me detendré ante nada para estar contigo?
—Sí —susurro sin pensar.
—Entonces detén todo esto. Déjame entrar. No pelees más. No cuando lo quieres
tanto.
Jadeo y mis ojos se cierran agitados cuando siento que él agacha su cabeza para
recorrer sus labios a lo largo de mi mandíbula. Siempre que me toca, juro que siento el
roce de las alas de ángel en todo mi cuerpo. Esa parte de su pasado todavía existe en
algún lugar profundo dentro de él, aunque no lo crea. Pero lo he visto, lo he sentido. Si
hay un Dios, Él todavía vive dentro de él.

—Solo déjame intentarlo, Eden —murmura contra mi garganta, poniéndome la


piel de gallina—. Solo dame la oportunidad de mostrarte que puedo amarte.
—Sí —gimo hasta el cielo—. Sí, Lucifer. 99
Me abro paso a la superficie de la conciencia, mis puños llenos de sábanas de
seda. No me oigo gritar, pero me duele la garganta, como si me estuviera ahogando en
el aire. Hay calor alrededor de mí, calor que corta mi piel y rompe el sueño en pedazos,
no, la pesadilla, que me había mantenido como rehén con cadenas de plata sumergidas
en veneno de ángel.
—Estás bien, Eden. Te tengo. Estás a salvo —murmura Legion, sosteniéndome
cerca de su cálido pecho desnudo. Está más caliente de lo que recuerdo. Casi me quema.
O tal vez había olvidado lo que se siente.
—Tú —grazno—. Eres tú.
—Por supuesto, soy yo. No voy a ninguna parte.
Sé que no debería, sé que estoy jugando con fuego, pero envuelvo mi cuerpo
alrededor de él, desesperada por el consuelo de su calor. Me sostiene
so stiene tan fuerte que sus
dedos se sienten como puñales clavándose en mi flexible carne. No me importa. Lo
necesito más cerca. Más fuerte. Más caliente. Necesito que queme los recuerdos de
Lucifer con su toque. Necesito que me haga olvidar los últimos seis días, o seis horas.
Necesito que me haga olvidar mi propio nombre.
Encuentro sus labios en la tenue iluminación y bebo en el anhelo que gotea de su
lengua, dejando que alimente mi alma consumida. Ojalá pudiera sofocarme con esa
intensidad. Ahogarme
Ahogarme en su necesidad para que ya no pueda pensar, ya no pueda sentir.
Prefiero ser insensible que confrontar esto… esta confusión, este odio a mí misma. Y sé
que está mal. Sé que es muy asqueroso robar sus besos y mentirle a sus dedos, pero
necesito que me haga recordar. Hacerme recordar cómo era antes de irme. Antes de caer
en la oscuridad y perderme. Si lo recuerdo, tal vez pueda recordarme.
Jadeo en su boca, mi cuerpo respondiendo a sus manos conocidas. Conozco esta
parte. Cuando me toca así, como si estuviera hecha de cristales dentados y rotos, me
siento tan delicada como peligrosa, como si tuviera miedo de que me rompa en sus
palmas antes de penetrar profundamente en su piel.
Cuando tiemblo bajo su toque, se aleja.
—¿Estás segura? —pregunta, sus ojos plateados brillando en la oscuridad.
Quiero decirle que ya no estoy segura de nada, que mentí, no estoy bien. No
escapé indemne del Infierno. Las cicatrices en mi psique son tan profundas y grotescas
que quizás nunca sea la Eden que él una vez sostuvo firme en su pecho mientras me
retorcía y lloraba en sueños. Pero en lugar de eso, tomo la ruta del cobarde y le respondo
con un simple “Sí” antes de empujarlo sobre su espalda y montar sus muslos. Hemos
estado aquíenantes,
enterrarse yo intentando enterrar mis pesadillas en su calor, y él necesitando
mi cuerpo.
Sus grandes manos palmean mis pechos a través de mi camiseta, mis pezones 100
tensos contra la tela.
—Sácala —digo con un áspero susurro.
No pierde un solo segundo, destrozando la camiseta en pedazos y atrayéndome
hacia abajo para llevarme a su boca. El primer roce de su lengua me hace jadear, esa
suave y firme humedad produciendo hormigueos en mi columna vertebral. Me froto
contra la pronunciada dureza que palpita debajo de mí. Puedo sentir la humedad
empapando a través de mi ropa interior, causando otra capa de fricción. Mierda, podría
correrme solo con
honestamente, esto.
siento queDijeron quetocado
no me han solo han pasado horas desde que me fui, pero
en meses.
Estoy flotando, a la deriva en nubes púrpuras de lujuria, cuando de repente
Legion me levanta por las caderas solo para depositarme en su rostro, mi sexo
perfectamentee alineado con su boca. Me agarro a la cabecera de la cama para mantener
perfectament
el equilibrio a media que él me abre aún más, desliza mi ropa interior a un lado, y empuja
su lengua dentro de mí.
Sus golpes largos, perezosos y enloquecedores a través de mis húmedos y
goteantes pliegues me hacen lanzar la cabeza hacia atrás y gritar sus alabanzas a los
cielos. Sus manos están en mi trasero, las yemas de sus dedos provocando mi raja. Cada
vez que hunde su lengua dentro de mí, aplica un poco de presión desde atrás, lo
suficiente como para hacerme temblar incontrolablemente mientras echo al olvido todas
las inhibiciones y me libero en su boca. Él me bebe, una y otra vez, como si hubiera
estado en una condición de hambre perpetua hasta este mismo momento. Sus labios
vibran contra mi carne hipersensible con cada gemido de aprobación, llevando este
placer a alturas que nunca imaginé.
Después que los orgasmos se han abierto paso a través de mi cuerpo más veces
de lo que puedo contar, L me levanta de su cara suavemente y me pone de costado.
co stado. Lo
siento detrás de mí, arrancando su propia ropa antes de levantar mi pierna y alzarla sobre
su antebrazo, exponiendo mi sexo todavía empapado. Las respiraciones calientes y
erráticas revuelven el enredado cabello en mi nuca a medida que su palma se desliza
sobre mi estómago, bajando para provocar mi clítoris en círculos lentos y deliciosos.
—Pensé que te perdí —gime. Su polla pulsa contra mi trasero con su propio latido
salvaje. Podría flexionar sus caderas y estar fácilmente dentro de mí.
—Pero me encontraste —respondo a través de una serie de gemidos ahogados.
En este momento, con él caliente y listo contra mí, no hay manera de que pudiera decirle
la verdad.
—Y no voy a dejarte ir —gruñe—. Jamás voy a dejarte ir, campeona. —Hunde
un la
de dedo dentro
cabeza de pies.
a los mí, empujando
eLas
mpujando
paredeshasta que susededo
húmedas roza ese
contraen punto que
alrededor melargo
de su haceytemblar
grueso
dedo y lo absorben ávidamente, mientras su palma se presiona contra mi montículo,
todavía hormigueando por su lengua. Aplica la presión suficiente para hacer que mi 101
espalda se arquee, y empujo contra su dureza, anhelando la promesa de castigo.
—Más —jadeo, sintiendo ese nudo apretado en mi estómago doler de la peor
manera. Lo necesito… todo de él. No me importa sonar desesperada o necesitada. Mi
alma puede haber sido abandonada, pero mi cuerpo es irrevocablemente suyo.
Me abre aún más, preparándome para su tamaño. Y en un empujón
enloquecedoramente
enloquecedoram ente lento que nos hace gemir, está dentro de mí, profundo, palpitante
y vivo. Se queda inmóvil por un largo rato, luego se desliza hacia fuera hasta la punta
antes de embestir de vuelta en mi interior. Su mano sigue en mi clítoris, dibujando
círculos con los restos de mi liberación. Aprieto los ojos y me concentro en la sensación
de estar completamente llena de él. Su cuerpo es todo lo que quiero sentir por el resto de
mis días.
—Dime que él puede hacerte sentir así —gruñe entre embestidas, sus labios en
mi oreja—. Dime que puede follarte como yo.
La vulgaridad en sus palabras solo me excita más, y empujo contra él,
encontrando su asalto con uno de los míos. Mierda, está tan adentro… tan profundo que
duele. Pero me encanta. Quiero sentir ese monstruo en su interior, aquel que luchó por
rechazar desde su salida del Infierno. Quiero esa furia y fuego en su forma más
embriagadora.. Dame tus mentiras. Dame tu brutalidad. Quiero que Legion me destruya,
embriagadora
un empuje poderoso a la vez.
Pero incluso a través de la neblina de lujuria que actualmente enturbia mi ya
discutible juicio, no se me escapa el significado en aquellas palabras sucias.
Él.
¿En quién piensa… por qué piensa que hay un él?

—Porque lo hay —dice una voz tan suave como el terciopelo a unos centímetros
de distancia. Mis ojos se abren de golpe y me pongo rígida.
—¿Estás bien? —Legion se preocupa detrás de mí, girando mi cabeza para poder
evaluar mi cara—. ¿Demasiado duro?
¿Demasiado duro? ¿Cómo no puede verlo? ¿Por qué no está quemando todo este
edificio hasta sus cimientos?
—Porque no puede verme. Solo tú puedes. —Lucifer sonríe. Dobla las manos
detrás de la cabeza y cruza las piernas por los tobillos. Incluso en la tenue iluminación,
puedo ver que está impecablemente vestido, como siempre. Como si acabara de salir de
un desfile de modas y entrara en esta habitación.
Miro a Legion y de regreso al lugar donde Lucifer yace.
—Sí, um. Estoy bien. No te detengas.
102
L reanuda con un toque menos intenso como si tuviera miedo a lastimarme, así
que me aseguro de responder a cada empuje con entusiasmo. Quizás la niebla del éxtasis
lo eche. Cualquier cosa para expulsar a este
e ste espectro de mis pensamientos.
—Eres una actriz terrible —dice Lucifer, sacudiendo la cabeza—. ¿En serio crees
que él te creerá? Espera. Tacha eso. Por supuesto que lo hará. Cualquier cosa para
mantenerlo cegado por la negación. Preferiría creer que estás realmente aquí con él que
enfrentarse al hecho de que parte de ti no lo está. Que la Eden por la qque
ue tanto luchó ya
no es suya.
Estoy aquí. Estoy aquí con él. No voy a ninguna parte.
Estiro la mano y agarro un puñado de cabellos de Legion y lo atraigo más cerca.
Él responde con un sendero de besos desde mi oído a mi hombro.
—Puedes decirte lo que necesites para ayudarte a dormir de noche. Pero cuando
te preguntó si yo podía hacerte sentir así… si yo podía follarte así. —Él pone en blanco
sus ojos, esos iris brillantes nacidos por el anochecer brillando con burla —. Mentiste,
Eden. Le mentiste. Igual que te estás mintiendo a ti misma.
No lo hago. No estoy mintiendo. Sé lo que soy.
—¿De verdad? Entonces, ¿estás siendo completamente honesta acerca de lo que
sucedió entre nosotros? —Rueda sobre su costado para enfrentarme, tan cerca que puedo
sentir las solapas de su chaqueta rozarse contra mis pezones erectos—. ¿Y esas preguntas
que le hiciste a Phenex? Solo curiosidad, ¿no?
Antes de que pueda pensar en una respuesta, lo juro, siento unos dedos arrastrarse
sobre mi vientre desnudo. Lucifer sonríe y estrecha su mirada.

—¿Estás siendo honesta acerca de esto?


Como si su toque fantasma convocara a cada una de mis terminaciones nerviosas
para que ardan con placer, el orgasmo se abre paso a través de mí inesperadamente, y
grito. Con la cabeza inclinada hacia atrás, los ojos cerrados, el sudor deslizándose por
mi pecho, libero cada gramo de frustración, confusión y dolor. Legion me sostiene
apretada contra su cuerpo y disminuye a embistes poco profundos, dejándome subir las
olas de frenesí. Sigue por lo que parece ser eterno, y cada vez que pienso que ha
terminado, otra inundación corre a través de mí. Solo quiero que pare, pero se siente
muy bien. Él dentro de mí, sosteniéndome, diciéndome lo hermosa que soy en estos
momentos de entrega ilimitada. Quiero que dure. No quiero olvidar. Tengo que esperar
un poco más.

que no Cuando recobro


irá a ninguna el aliento
parte. y abro
Solo está los ojos, Lucifer se ha ido. Pero en el fondo, sé
empezando.
103
D
ebo esperar por horas para que Legion se duerma. Él insistió en estar
dentro de mí hasta que ambos nos desmayamos del agotamiento, e hizo
un maldito buen trabajo intentándolo. El sol estaba asomándose por
detrás de airadas nubes grises cuando finalmente insistió en que durmiéramos, pero sabía
que no había manera de que pudiera cerrar mis ojos. No con el riesgo de que pudiera
aparecerse en mis sueños. No cuando sabía lo que había por delante.
Mientras me lavo y me visto a escondidas, intento entender lo que ocurrió la
noche anterior. Ver a Lucifer… eso no podría haber sido real. Pero sentí sus manos sobre
mí, sus hábiles y elegantes dedos recorriendo mi vientre desnudo, de una cadera hasta
la otra. Oí su voz tan clara como oí a Legion gimiendo en mi oído. Pero… ¿cómo?
Prometió que me liberaría, y a todos los otros humanos, de la Llamada si iba con él. Me
dio su palabra. ¿Cómo demonios
d emonios me tiene controlada todavía?
Incluso con el corazón en la garganta, me permito unos pocos momentos 104
tranquilos para mirar a Legion, en toda su cegadora belleza. Dios, es todo lo que siempre
he querido, y todo lo que
qu e no sabía que necesitaba. E incluso con toda
t oda la desconfianza y
el peligro que viene con él, estoy indudablemente enamorada de él. Creo que incluso mi
roto corazón humano lo supo desde la primera vez que lo vi en mi tienda en medio de
la noche, comprando té helado y mentas. Siempre estuve destinada a ser víctima de sus
ojos estelares y de sus raras y deslumbrantes sonrisas. Incluso cuando lo odiaba, una
parte de mí siempre estaba extendiendo la mano, suplicando que él me note… note … que me
me
quiera.

Parece como si hubiera sido hace tanto tiempo.


Ahora, a medida que miro hacia abajo a su pacífica y dormida figura, puedo
sentir físicamente que me estoy rasgando en dos. Y ninguno de los dos lo merece. No
podemos seguir así. No puedo seguir diciéndome que la culpa y la vergüenza solo
desaparecerán.
desaparecer án. Ahora que sé la verdad, no ppuedo
uedo mirarlo y no preguntarme si es Adriel
a quien ve, si es Adriel a quien le hace el amor, si es por Adriel que arriesgó su vida para
salir del Infierno.
He sido tan estúpida por tanto tiempo. Incluso con la incertidumbre
revolviéndose en mi estómago, todavía me abrí ante él. Todavía abrí las piernas y lo
l o dejé
tomarme, una y otra y otra vez, sin protección. ¿Por qué no estaba preocupado? Cuando
él sabía… sabía lo que podía pasar. Puede que haya sido más que imprudente en mi
búsqueda por perderme
perderme en él, per
peroo ¿cuál era su excusa?
excusa? ¿Su motivación?
motivación?
—Los Nephilim y Cambion son altamente codiciados.
Mierda.
¿Y si… y si Lucifer no es el único con un caballo en esta carrera?
Estaba tan desesperada por desmentirlo, tan ansiosa por demostrarle que las
intenciones de Legion conmigo eran sinceras, que ni siquiera lo había considerado. Pero

¿qué ganaría? ¿Qué bien podría salir de ser tan irresponsable?


No me doy un segundo más para reflexionar antes de colgar mi bolso sobre mi
hombro y girar hacia la puerta del dormitorio. No miraré hacia atrás. Prefiero morir que
intentar separarme
separarme de él una vez más.
—¿Vas a algún lado? —gruñe una voz desde la sala de estar. Había estado tan
concentrada en intentar escapar de la habitación secretamente que ni siquiera me fijé en
él.
Caín se levanta del sofá y camina hacia el lugar donde estoy a pocos metros de la
puerta principal. Estaba tan cerca… tan cerca de hacer un escape limpio. Quería arrancar
la bandita. Ahora me veo obligada a mirar mientras esta se desprende lentamente de la
abierta y ulcerada herida en mi corazón.
—Yo… yo… —tartamudeo. Ya es lo suficientemente aterradoraterrador estar a solas con
el demonio del asesinato cubierto de cicatrices. Pero tener que explicarme…
105
—¿Simplemente ibas a salir huyendo? —adivina—. ¿Ni siquiera ibas a dejar el
dinero en la mesita de noche? Guau. Tengo que decirlo, estoy sorprendido de ti, Eden.
Tal vez incluso un poco impresionado. Nunca pensé que tenías las pelotas.
—¿Qué quieres, Caín? —pregunto inexpresiva, desesperada por escapar de su
mirada con ojos entornados. Sin embargo, ni siquiera responde. En su lugar, comienza
a vaciar sus bolsillos casualmente sobre la mesa. Un juego de llaves, un teléfono celular,
un taco de dinero en efectivo y una pequeña pistola. Mierda. ¿Se está preparando para
una pelea? La sangre en mis venas corre fría.
—Sabes, nunca pensé que sería un humano quién pusiera a Legion de rodillas —
comenta, centrándose en arreglar los artículos en una línea ordenada—. Ha sido
inquebrantable por años… siglos. Es por lejos el demonio más fuerte que he tenido el
placer de llamar mi hermano. Y tú… estás decidida en destruirlo.
—No lo estoy destruyendo —insisto—. Lo estoy salvando.
—¿Cómo? ¿Al dejarlo en las primeras horas de la mañana, sabiendo que no se
detendrá ante nada para recuperarte? Incluso a expensas del Se7en… ¿a expensas de su
vida? —Hay una ferocidad en su voz que nunca antes había escuchado. No su habitual
gruñido grave. Sino algo más. Algo que se parece mucho a la desesperación.

—me
que esto Meduele
estoy—yendo porhará
. Sé qué eso lo
—suplico, esperandopara
que sea necesario que mantenerme
pueda entender lo mucho
a salvo, y no
puedo dejarlo. No puedo permitir que otra persona más se vea afectada por mí. Está
confiando en un traidor, alguien que casi lo mató, en su búsqueda radical por
protegerme.. No puedo detenerlo, Caín…
protegerme Caín… nadie puede. Tú lo sabes. Así que lo único que
puedo hacer es sacarme de la ecuación.
—Y crees que eso funcionará. —No es una pregunta. Él ve a través de mí.

—Tiene que ser mejor que poner un objetivo en todas sus espaldas.
Él arroja un pesado suspiro y asiente. No por acuerdo, sino por resignación. Ya
he tomado una decisión, y sabe que no hay nada que pueda hacer para detenerme. Al
menos eso es mejor que nada. Si intentaba hacerme quedar físicamente, no habría nada
que pudiera hacer para luchar contra él.
—Está bien, entonces. Bueno… cuídate, Eden. —Echa un vistazo a la fila de
objetos que dejó en la mesa antes de girar por el pasillo hacia su habitación.
Extraño.
—Oye, dejaste tus cosas en la mesa —grito a susurros antes de que él desaparezca
de mi línea de visión.
—¿Qué cosas? —responde por encima de su hombro—. No dejé nada.
Mi rostro se contrae con confusión y abro la boca para discutir cuando lo
entiendo de golpe.
106
Recojo el fajo de efectivo, llaves y el celular, y los meto en el bolsillo de mi
chaqueta. La pistola es una bestia completamente diferente. Con las puntas de los dedos,
la recojo y la coloco cuidadosamente en mi bolso.
Maldito Caín.
Bueno… ya antes me he equivocado con él.
Cuando llego al garaje subterráneo, aprieto el mando a distancia para
desbloquear el auto que él ha dejado para mí. Para mi sorpresa, y alivio, es un Jag más
pequeño que el que fue hecho en pedazos en la avenida Michigan. Maldición, ese auto
era sexy. Pero este es igual de lujoso, y por supuesto, es negro sobre negro, con cristales
tintados. Los asientos son como mantequilla y todavía tiene ese olor de auto nuevo. Me
pregunto brevemente
brevemente a cual bebé podría pedir prestado antes de sacar el teléfono celular.
Está limpio…
limpio… nuevo. Como si él siempre estuviera esperando que huya.
—¿Hola? —suena una voz aturdida por el receptor.
—¿Hermana?
—¿Eden? ¿Eres tú? Dios mío, cariño, ¿dónde has estado? Intenté llamarte
llamar te pero…

—Solo— séSí,
queperdí
L lamitrasladó
teléfono. Escucha,
a un edificioquiero
seguroir en
a verte. Necesito
una buena tu nueva
parte dirección.
de la ciudad. Ni
siquiera me molesté con los detalles porque nunca esperé volver a verla.
—Por supuesto. Ven ahora. Llamaré para que el portero lo sepa y te deje subir.
No puedo esperar a verte.
Anoto la información mentalmente y pongo en marcha el auto. Ronronea para
mí, invitándome a agarrar el volante y apretar un poco el acelerador. No sé cómo
demonios voy a salir de aquí, pero cuando me acerco a la primera puerta de acero, se
abre. Debe estar equipado con algún tipo de sensor que desactiva las alarmas. Eso es
una ventaja. Con toda la rapidez de una abuelita de noventa años de edad, conduzco en
el primero de muchos túneles recubiertos de lo que parece acero. Ahora que estoy
viajando mucho más lento que antes, noto que todos están marcados con símbolos
dibujados con pintura negra, o tal vez hollín. Runas de protección y desviación, me
pregunto. Niko construyó originalmente las protecciones en la guarida secreta del Se7en,
pero éstas parecen frescas. Tal vez Dorian, o incluso Gabriella, las fortalecieron en mi
ausencia.
Después de varios minutos de conducir cuidadosamente a travést ravés de los túneles y
puertas a paso de caracol, con cuidado para no hacer ni un solo rasguño en mi auto
prestado, finalmente llego a una calle lateral y a la luz del sol asomándose a través de
nubes
como sioscuras y pesadas.
no fuera nada. LoNo sénicómo
juro, el resto
siquiera de los
respiro Se7en
hasta que corren
alcanzoa eltravés delprincipal.
camino corredor

Durante todo el camino hasta el nuevo apartamento de mi hermana, casi abro un 107
agujero en mis labios a medida que me preocupo en cómo explicar mi ausencia. Pero
cuando ella abre la puerta de su nuevo apartamento increíblemente espacioso, actúa
como si no hubiera pasado el tiempo. Como si no me hubiera caído de la faz de la Tierra.
Como si Lucifer no la hubiera retenido como rehén, desnuda y sucia, en un exitoso
intento de chantajearme.
—Es tan bueno verte, hermanita. —Me abraza y aprieta. Por supuesto, me pongo
completamente rígida.
rígida. Mi hermana siempre ha sido la afectuosa, mientras que yo tiendo
a rehuir la mayoría del contacto físico. Eso nunca la detuvo. Ella quería que yo supiera
que era amada, incluso cuando me ponía extremadamente incómoda.
—Bonitos aposentos —observo cuando finalmente me suelta. Disfruto la amplia
sala de estar abierta con amplios ventanales. Cremas y blancos con toques de grises
industriales. Es luminoso y abierto, permitiendo que la luz natural añada calor al
espacio. Es ella. Siempre la imaginé
i maginé en un lugar así. Era demasiado buena para nuestro
pequeño y destartalado apartamento.
—¿Cierto? Al parecer, el tipo que compró nuestro edificio antiguo es un tipo viejo
y rico que quiere derribarlo y convertirlo en un centro comercial. Creo que solo nos pagó
a todos porque tenía miedo de una demanda. Moho tóxico, asbesto y una tonelada de
otros peligros. No es una sorpresa.
—Tengo que estar de acuerdo contigo en eso —respondo sofocando una sonrisa
de dolor. Un tipo viejo y rico. Bueno, Legion es muy viejo. Y a juzgar por los autos y la
sede del Se7en, tendría que decir que también rico.
—Ven, ven —dice ella, conduciéndome hacia los sofás blancos y brillantes. Está
totalmente amueblado. Si no fuera por las pocas cajas de cartón escondidas en la
esquina, no sería capaz de decir que se mudó hace unos días.
—Lamento caerte de sorpresa. —Dejo caer mi bolso a los pies, con cuidado de
no molestar a la Glock en su interior.
—¿Me estás tomando el pelo? Eden, no estás molestando. Esta es tu casa.
Cuando estés lista para volver… esta también es tu casa.
Intento sonreír para alejar la emoción de mis ojos.
—Bien. Porque… necesito un lugar para quedarme por un rato.
—¿Las cosas no están funcionando con Lily?

existe. Ese es el eufemismo del año. Sobre todo porque la belleza de ojos bonitos Lily no
—No exactamente.
108
—Bueno, odio que no lo hiciera, pero estoy tan contenta de que estés aquí.
Vamos, te enseñaré tu habitación.
Ya me está halando para ponerme de pie cuando digo:
—No tienes que hacer nada especial, hermana. Puedo dormir en el sofá.
—No, Eden. Tienes una habitación aquí. Ven a verlo tú misma.
Mi hermana me conduce por el pasillo, deteniéndose frente a una puerta cerrada.
Me echa un vistazo, con esos grandes ojos marrones brillando con alegría.
—Adelante. Creo que te gustará.
Sin entender completamente su entusiasmo, pongo los ojos en blanco y empujo
la puerta.
Y me congelo, incapaz de avanzar más.
La ropa de cama, las paredes…
paredes… todo envuelto en tonos de gris apagado. Gris
como los ojos que había mirado tan solo horas atrás, deseando que pudiese observarlos
hasta que tomara mi último aliento. Conozco ese cubrecama. He dormido desnuda
envuelta en él. La cabecera es acolchonada, como si hubiese sido especialmente escogida
para mí por alguien que supiese que me gusta leer en la cama. Las mesitas de noche y
los armarios son simples, subestimados y mínimos, como si esa misma persona supiese
que no me preocupo por muebles frívolos. Pero en donde se controló en la decoración,
lo compensó totalmente con el estéreo y centro de entretenimiento, junto con una
estantería llena de todos los libros que tengo en mi lista de “por leer”. Hay incluso un
acolchonado rinconcito para leer junto a una
u na amplia ventana panorámica que enmarca
la ciudad. ¿Cómo… cómo pudo saberlo? ¿Por qué siquiera esperaría que un día yo
buscara refugio
refugio de mi realida
realidadd y necesitara un lugar para llamar
llamar propio?

—¿Esta es mi habitación?
—Bueno, seguro que no es mía. —Hermana se ríe. Retuerce un mechón de mi
cabello platinado gentilmente alrededor de su dedo—. Siempre ha sido para ti.
—Es… es… asombroso.
—Agradécele al Señor Bolsas de Dinero. —Bosteza contra el dorso de su mano
y se restriega los ojos irritados—. Voy a dormir otro par de horas. Pero antes de que lo
olvide, es casi perfecto que te aparecieras hoy de todos los días.
—¿Por qué? —pregunto, retirando los ojos del esplendor de la habitación, mi
habitación.

—Bueno, Ben y yo vamos a salir a beber algo esta noche con un amigo, este chico
nuevo que trabaja con él y es realmente dulce y tierno. Lo conocí hace un par de días y
Dios mío, Eden, ¡tienes que conocerlo! También le he contado todo sobre ti, y parece
súper interesado.
109
—Ah, no. Creo que pasaré —gruño, oliéndome una cita doble a un kilómetro de
distancia.
—¿Por favor, hermanita?
hermanita? ¿¿Por
Por fa
favor?
vor? Es solo… aca
acabo
bo de recuperar
recuperarte,
te, y no quiero
dejarte aquí. Ni siquiera tienes que quedarte con él. Solo conocerlo.
Sacudo la cabeza.
—No es mi escena. Tú ve y diviértete. Preferir
Preferiría
ía desempacar y ver Netflix.
—Está bien. —Hace un puchero—. Entonces, cancelaré con Ben. Apesta porque
no hemos salido en lo que parece una eternidad…
eternidad…
Mierda. Sé lo que está haciendo y no
n o estoy ni cerca de ceder. No voy a dejar que
me haga sentir culpable con esos ojos de perrito y con esa mirada patética y triste en su
rostro. No voy a ceder.
—De acuerdo. Lo conoceré —digo a regañadientes antes de que se gire
g ire para irse.
—¡Genial! —Aplaude con alegría antes de plantarme un beso en la mejilla—. Te
gustará, lo prometo.
—Sí, sí. Más vale que saque algunas bebidas gratis de todo esto.
—Totalmente. Pero en serio… necesito dormir mis ocho horas. El refrigerador
está lleno y la contraseña del wifi es tu cumpleaños. ¡Te quiero, hermanita!
Me planta otro beso en la mejilla antes de irse rebotando por el pasillo, sus rizos
balanceándose a cada paso. Siempre ha sido imposible no quererla. Ha sido la mejor
parte de mí, la que yo desearía ser. Despreocupada, impulsiva, considerada, amable.
Nadaría océanos por esa chica, y ella no dudaría en hacer lo mismo.
Me tomo unos minutos para relacionarme con mi nueva habitación, tratando con
mucho esfuerzo por mantener las lágrimas a raya por cada recuerdo de L. Hizo esto a
propósito. Quería que pensara en él. Y funcionó. Aun así, no cambiaría este hermoso
espacio por nada, aun si tengo que detenerme y respirar deliberadamente a través del
nudo en mi garganta cada pocos minutos. Legion había comenzado a volverse mi hogar.
Y ahora ha creado uno para mí, incluso cuando no puedo estar con él.
Cuando me siento exhausta finalmente, me quito los jeans y subo a la lujosa
cama. Se siente igual, pero no es lo mismo. No sin él junto a mí. Extiendo una mano
hacia el otro lado, el lado que habría estado reservado para él. Está frío. Mayor
recordatorio de lo que acabo de hacer esta mañana.
Me coloco el par de auriculares inalámbricos Bose que estaban colocados en el
centro de entretenimiento y los conecto al pulcro estéreo en la mesita de noche. Ni
siquiera sé qué tipo de música está cargada en él, pero cuando comienza, las lágrimas 110
empiezan a caer libremente en la suave almohada, y no hay absolutamente nada que
pueda hacer para detenerlas.
Kanye West.
Nadie jodidamente llora con Kanye West. Nadie más que yo.
Él lo odia. Y yo lo escuchaba para hacerlo rabiar. Tan solo para ver uno de esas
raras sonrisas incautas con hoyuelos, y para escuchar el sonido de su resonante
carcajada.
sabía qué seYsentía
cuandoquememeobservaba,
robaran elsus ojos platinados reluciendo con risa, finalmente
aliento.
Es curioso lo mucho que puede cambiar en el transcurso de una semana. Qué no
daría por verlo sacudir la cabeza hacía mí con una sonrisa asomándose en las esquinas
de sus labios solo una vez más. Incluso comería frituras de vegetales y un sándwich de
pavo seco como el desierto por tenerlo viéndome de esa manera una vez más.
En cuestión de minutos, me duermo con Kanye preguntándome por qué soy tan
paranoica. Y cuando me despierto tiempo después, me doy cuenta que esa no era una
simple letra al fondo de un buen ritmo. Eran un presagio.
—¿Q ué demonios? —grito, saltando de la cama y sobre la alfombra
de felpa. Miro desde mi lugar en el suelo y frunzo el ceño —.
¿Cómo entraste aquí?
—Por la puerta —explica Legion inexpresivo, la expresión de sus ojos
entrecerrados
entrecerrados es tan afilada como su lengua.
—¿Te vio mi hermana? —susurro ásperamente. Gracias a Dios, la puerta está
cerrada. Que ella entre balanceando un bate de béisbol no sería bueno. Mi hermana es
una bestia con Brenda, el fiel Louisville Slugger que ha mantenido en su cama durante
años.

cabello— No. Está


oscuro, unadurmiendo.
señal de su—irritación
Legion pasa una
—. Te manoDesperté
fuiste. a travésyde
te su desordenado
habías ido. Me
dejaste.
111
—Bueno, no es que hubiera ido lejos —murmuro, tirando del edredón de la cama
y tratando de quitarme el sueño de los ojos.
—Mentira —gruñe, lo suficientemente fuerte como para hacerme echar un
vistazo a la puerta del dormitorio con pánico —. Me dejaste. Sin explicación. Sin
despedida. Simplemente empacaste tus cosas y te fuiste.
—No es así.
—Ah, ¿no? —Cruza los brazos delante de su pecho, haciendo que las mangas de
su camisa ajustada se extiendan a través de sus bíceps—. Ilumíname.
—L… —Suelto un suspiro resignado—. No quería hacerte daño. En realidad, es
exactamente por eso que me fui. Solo…
Solo… necesito un poco de tiempo para arreglarlo. Para
ordenar toda la mierda que no puedo entender. Y necesito hacerlo mientras sé que estás
a salvo, que todos están a salvo.
—¿Y qué hay de tu seguridad?
Me encojo de hombros.
—Estuve en el Infierno, L. Viví bajo su techo, bebí su vino, comí su comida. Si
me quisiera muerta, lo estaría. No creo que eso es lo que busque.

—No lo sabes.
—Tal vez no. Pero sé que
q ue estará en tu puerta si estoy contigo. Probablemente no
seas su demonio favorito ahora mismo, considerando que me robaste justo debajo de su
nariz.
Legion sacude la cabeza, murmurando algo que no entiendo.

—¿Qué?
Él exhala pesadamente.
—Dije que no te robé.
—Um, ¿me perdí algo? —Frunzo el ceño—. Estoy bastante segura que es así
como Lucifer lo verá. No creo que esté esperando que me devuelvas.
—No te robé, Eden —reitera, el tono de su voz está lleno de exasperación. Se
acerca al espacio a mi lado en la cama, invadiendo mis sentidos con su olor y su calor
sofocante—. No te robé. Él te dejó ir.
—¿Qué?

—Él te dejó ir —repite, su mirada fija en un lugar en el suelo —. Si hubiera


querido, podía haberme detenido. Tuvo tiempo suficiente. Si quería mantenerte allí, no
habría enviado a los guardias. Él mismo habría ido.
112
—¿Qué estás diciendo? —susurro, mis ojos se abren de par en par con confusión.
—Estoy diciendo que era como si supiera que iría, y no hizo nada para evitarlo.
Demonios, podría haber anulado la magia de Gabriella, si quisiera. Estaba esperando
una pelea… y nada.
—Pareces decepcionado.
—Solo que no tuve la oportunidad de acabar con él de una vez por todas. —
Legion levanta la cabeza, sujetándome con esos brillantes ojos plateados. La fiereza da
lugar al calor… suavidad—. Ven a casa, Eden. Déjame cuidarte.
Contengo el sí en mis labios, luchando para aferrarme al poco coraje que me
queda.
—Estoy en casa. Estoy con mi hermana. Y puedo cuidarme. He estado haciendo
eso toda mi vida.
—Pero ya no tienes que hacerlo. Quiero protegerte, de la forma en que necesitas
ser protegida. De la forma en que debería haberte protegido todo este tiempo. Déjame
hacerlo bien esta vez —insiste, su voz suavemente suplicante—. Te necesito conmigo.
Sus palabras serias me detienen, pero me mantengo firme.
—¿En serio? ¿Es a mí a quien quieres? ¿Necesitas? No puedo ser la sustituta de
otra persona. No soy un premio de consolación.
—Maldita sea, campeona. ¿Qué puedo hacer para que lo veas? Eres tú. Has sido
tú desde la primera noche que entré en esa tienda de la esquina. ¿Crees que tenía que
volver… noche tras noche?
noche? ¿Crees que no podría haber permanecido fuera de vista y
dejar que los otros se encargaran de ti? No, Eden. Necesitaba estar cerca de ti. Necesitaba
conocerte. —Se inclina hacia delante y presiona su frente contra la mía —. A ti . Nadie

más.
—No lo sé —susurro, sus labios a solo unos centímetros de los míos. Podía
rozarme contra ellos por accidente. Podía deslizar mi lengua sobre mis dientes y probarlo
sin ni siquiera intentarlo.
—Lo sabes, Eden. Solo tienes miedo. No tengas miedo de mí. Juro, por todo lo
que soy, nunca podría hacerte daño.
Me roza la mejilla con el dorso de la mano, y me inclino en el contacto. Solo su
toque, tierno, cálido y sensual, es todo lo que se necesita para reducir mi resolución a
escombros. No puedo luchar contra él, y no hay parte de mí que ni siquiera quiera
hacerlo. No cuando él puede hacerme sentir tan bien. No cuando su cuerpo es tan
atractivo en un mundo tan frío…
—Oye, hermanita,
hermanita, ¿qué tal este vestido…
vestido…??
La tela negra cae de su mano a medida que mi hermana analiza la escena ante 113
ella. Legion y yo saltamos y ponemos unos buenos centímetros entre nosotros. Mierda.
No sé cómo explicarlo. E incluso si lo hiciera, no hay manera que me crea.
—¿Quién eres? —pregunta ella, sus rasgos normalmente suaves se llenan de
desconfianza mientras ve a L de arriba abajo, analizándolo. Ahora mismo, sé que está
calculando cuánto tiempo le llevaría correr de regreso a su habitación y agarrar a Brenda.
Una vez que comienza a balancearlo, será el final.
—Um, eh…
eh… —Piensa Eden, piensa. Pero, ¿cómo se supone que debo formar
oraciones
Mi cerebrocoherentes cuandodelaoxígeno
ha sido privado presencia de L literalmente
durante demasiado quita el aire de la habitación?
tiempo.
—Soy de mantenimiento —responde él suavemente—. Tu hermana llamó para
reportar escuchar algo dentro de las paredes. Solo vine a comprobarlo. Probablemente
solo un mapache buscando refugio del invierno.
—Mantenimiento, ¿eh? —replica mi hermana, poniendo una mano en su
cadera—. ¿Es normal que todos los empleados se sienten en las camas de las personas?
¿Personas que no llevan pantalones?
Mierda.
Llevo mi camiseta hasta mis muslos torpemente.
—Estábamos esperando oír el rasguño de nuevo —miento, intentando controlar
mi expresión. Siempre ha podido saber cuándo miento. La mayoría de las veces no me
delataba, pero era evidente que lo sabía.
—Bueno, señor de Mantenimiento, estoy segura que estaremos bien. Le
avisaremos si hay más problemas.
Ella se aparta, dando a Legion acceso completo a la puerta. Él me mira una
última vez y asiente antes de salir. Cuando escuchamos a la puerta principal cerrarse,
ella recoge la prenda caída y se acerca a mí.
—¿Quién era ese, Eden?
—Te lo dije —respondo desviando mi mirada culpable—. Mantenimiento.
Cuando miro de vuelta a mi hermana, hay una sonrisa conocedora en su rostro.
—Eso es gracioso. No vi ninguna herramienta. —Me entrega el vestido y se da
la vuelta para irse—. Te quiero lista a las seis —dice por encima del hombro—. Y tu
chico de mantenimiento es tan caliente como el maldito Hades.
Según su petición, estoy preparada y lista a las seis en punto, ansiosa por
p or terminar
con esta noche. No puedo creer que esté haciendo esto. Debería estar meciéndome en
un rincón en alguna parte, arrancándome mis pestañas y hablando conmigo misma 114
después de lo que pasé. Hace menos de cuarenta y ocho horas, estaba en el Infierno. No
en el sentido figurado. Estaba en el maldito Infierno. Con el jodido Diablo. Y bailaba
con él… sonriéndole. Permitiéndome caer en la hermosa fachada que había creado para
mí. Ahora voy a una cita a ciegas con un tipo agradable (traducción: lamentable) del
trabajo de Ben. O estoy completamente jodida, o en serio amo a mi hermana. Cualquier
tipo con el que su novio sea amigo no es para mí. Sin ofender a Ben, es simpático. Lo
cuál es exactamente el problema. No soy buena. O sencilla. O amable. Probablemente
eso explica mi situación actual, pero al menos soy coherente.
Supongo que eso es lo que ocurre cuando estás rodeada por el caos toda tu vida.
Incluso antes de que hubiera tomado mi primer aliento, había vivido más horror que la
mayoría. Así que adquirí un gusto por las cosas más duras de la vida. Yendo hacia los
parias, los alborotadores, los delincuentes, porque me veía en ellos. Y cuando la gente
está tan mal como tú, tienden a ser reservados. Además era más fácil mantener la cabeza
baja y mezclarse
mezclarse con el rest
restoo de los monstruos.
Ahora aquí estoy, de pie en un apartamento de lujo y magnífico que no podría
pagar, incluso si trabajara 24/7 en mi antiguo trabajo en la tienda de la esquina. Ningún
plan, ninguna dirección. Ni siquiera sé si viviré mañana. Pero sé que no puedo existir en
un estado constante de miedo, esperando a que el otro zapato caiga. Tal vez Lucifer
tenía razón. Tal vez es hora de que comience a abrazar quién y qué soy. Tal vez debería
aceptar lo que el destino me ha dado.
—¿Lista? —pregunta mi hermana, Mary, sacándome de mi ensueño.
—Sí —respondo con una sonrisa forzada. Es honestamente lo último que me
apetece hacer, pero pongo una cara valiente por ella —. Te ves realmente linda.
—¿Lo crees? —exclama, girando de manera extravagante. Los pantalones de
lentejuelas plateadas y la chaqueta negra complementan perfectamente su pequeña
forma curvilínea. Mataría por sus caderas y trasero—. Solo algo en lo que me di el gusto.
Ese vestido también te hace ver increíble, hermanita.
—Gracias. —No me opongo al elogio, una rareza para mí. Teniendo en cuenta
los últimos días, el Infierno, la última semana, debería parecer una resaca. Pero el
vestido ajustado, suéter negro y las botas altas de muslo que me prestó en realidad me
hacen ver medio decente. Nada como el precioso vestido azul medianoche adornado
con gemas negras que actualmente reside en una caja de cartón en la habitación de L,
pero servirá—. Debemos salir o…
Como una señal, hay un golpe en la puerta. Con una exuberancia que había
extrañado, Mary salta a responder y casi ataca a su novio con un beso.
—Espera hasta que la veas —comenta, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
Bueno, a ellos.
—Christian, esta es mi hermana, Eden. Eden, este es Christian. Trabaja con Ben.
Él sonríe cálidamente y extiende una mano. 115
—Encantado de conocerte, Eden. He escuchado mucho de ti.
Lo primero que noto es que es rubio, con mechones ondulados que caen justo
debajo de sus orejas. Piel morena, un poco más de metro ochenta, ojos verdes musgo, y
un ligero vello en su mandíbula fuerte y angular y sobre sus labios curvados. Parece que
salió de alguna playa arenosa de California, y es difícil para mí no preguntarme si el
cuerpo debajo del suéter azul marino y jeans es comparable a uno de un surfista. Sin
embargo, no es mi tipo, pero será agradable mirarlo por la noche. E incluso si fuera
f uera mi
tipo, de ninguna jodida manera podría mirarlo como algo más que solo un tipo con el
que Ben trabaja. Mi vida ya es bastante complicada.
—Igualmente —respondo, extendiendo la mano. Pero al momento en que
nuestras manos se tocan, sucede algo. No una sacudida eléctrica. No es una extraña
sensación de hormigueo. Solo algo raro. Pero es suficiente para hacer que un sonido de
alarma estalle dentro de mi cabeza y dé un paso atrás.
Me había acostumbrado a estar cerca de criaturas sobrenaturales que me forzaron
a evitar usar mis dones. Pero ahora que no tengo al Se7en para cuidarme, estoy más que
agradecida por mi capacidad secreta.
Toma un poco de concentración, pero después de unos segundos, siento que la
mano invisible se extiende desde mi cuerpo. Solo una suave caricia. Si presiono
demasiado fuerte, podría lastimarme, o peor, a un tipo inocente y desprevenido que solo
quiere comprarme un trago. Estrecho mis ojos, todo mi enfoque penetrando su lóbulo
frontal. Al segundo en que lo hago, tengo esa sensación extraña de nuevo. Pero no hay
ningún dolor debilitante. Ninguna nariz sangrienta o náusea.
Lo primero que obtengo de él es un toque de nerviosismo, como si estuviera
esperando esta noche. Entonces emoción… atracción física. Parece ansioso, pero no
demasiado, como si tuviera algo que ocultar. Ninguna malicia o mal se esconden en los
rincones oscuros y polvorientos de su mente.
Y después de estar inmerso en un mundo de agendas y secretos, eso me preocupa.
No sé cómo tomarlo. Solo es humano. Un hombre humano americano regular,
regular, que está
ansioso por nuestra cita. Mierda, qué extraño.
—Es un placer conocerte, Christian. —Salgo de su mente y finjo una sonrisa.
s onrisa.
—Tenemos reservas —dice Ben—. Debemos ponernos en marcha si queremos
tomar una copa primero.
Asiento.

—Por supuesto. Déjame agarrar mi bolso.


Voy corriendo a mi habitación y tomo la bolsa grande de debajo de mi cama. Ya
había desempacado, pero no sabía dónde guardar la Glock que Caín dejó para mí sin 116
que mi hermana la encuentre. Después de colocarla en mi bolso cuidadosamente, tomo
una respiración profunda y trato de prepararme mentalmente
mentalmente para la noche.
n oche. Ya sea un
buen chico o no, no hay manera de que salga de este apartamento desarmada.
Me quedo callada cuando los chicos se asombran por el Jaguar estacionado unos
espacios abajo del Ford Focus de Ben. No tengo manera de explicárselo a mi hermana,
y no es que se crea que algún tipo simplemente me lo prestó. Eso, o pensaría que me
había enamorado de un traficante de drogas y se convertiría en su misión personal
eliminarlo de mi vida.
—Entonces, Eden —empieza Christian. Estamos en el asiento trasero, y podrías
cortar la incomodidad con un cuchillo —. Mary me dice que tienes un oído real para la
música. ¿Qué tipo de cosas te gusta escuchar?
Así que solo vamos a conversar banalmente. Estupendo. Nunca he sido buena en
ello, no es que quiera serlo. La cara de perra puede ser una cosa hermosa.
—Oh, sí. Hip Hop, en su mayoría. Rock alternativo y RnB. En realidad nada que
escuches en el top 40 de una emisora de radio.
—Oh, eso es estupendo. En realidad no escucho mucha música, pero Drake es
bastante bueno.
La necesidad de poner mis ojos en blanco es demasiado fuerte para resistir.
Sí. Por supuesto.

No me molesto en participar durante el resto del viaje. Bebidas gratis, me recuerdo


mentalmente. Voy a necesitar varias.
El restaurante al que llegamos es un lugar hípster ultra moderno que todos los
profesionales de negocios y personas bonitas frecuentan. Así que, básicamente, me
siento como un pez fuera del agua. Incluso después de experimentar la lujuria en la casa
de Lucifer, o incluso el apartamento súper elegante del Se7en, todavía no siento que
pertenezco. Sinceramente, probablemente me sentiría más cómoda con demonios y
hechiceros que con todos estos pretenciosos y mezquinos.
—¿Qué quieres beber? —grita Christian. Con la música y conversaciones, este
lugar es ruidoso. ¿Cómo demonios se supone que alguien pueda hablar como gente
normal?
—¿Algo con vodka? Nada demasiado afrutado.
Él levanta el pulgar y se dirige al bar con Ben. Por un golpe de suerte, somos
capaces de agarrar una pequeña mesa de salón mientras esperamos para sentarnos.
Cuando los chicos vuelven varios minutos más tarde, recibo agradecidamente el Cosmo
que Christian me entrega. Típico, pero lo que sea.
Sorprendentemente (bueno, no realmente), me he tomado dos cuando la
anfitriona nos informa que nuestra mesa está lista. Y después del vino con nuestra cena 117
de marisco y carne, mi lengua comienza a soltarse y el estrés de la semana pasada
empieza a derretirse. No me he sentido tan inconsciente, tan libre, desde que estuve en
la pista de baile en la casa del Vigilante. Con las manos en alto en el aire y los ojos
cerrados, nada existía excepto la música y yo. No había ninguna amenaza inminente de
la Llamada o asesinos demonios. Estuve animada y hermosa por ese espacio de tiempo.
Entonces fui al cuarto de baño en una nube de éxtasis efervescente y rosado, solo
intensificando el impulso de saciar mis deseos internos. Ni siquiera me sentí mal por
ello. En cambio, me sentí liberada.
—¿Eden?
Parpadeo de mi trance y vuelvo a Christian, con una perezosa sonrisa avivada
por el alcohol en mi rostro.
—¿Sí?
—Dije, esto
esto ha sido genial y debemos hacerlo de nuevo. Ya sabes, pasar el rato…
solo nosotros dos.
Asiento.
—Sí, seguro. Suena bien.

jugar al—billar.
¿Quieres
billa salir de
r. Además, aquí?
creo que Hay un bar ay una
tu hermana Ben manzana más
están bastan
bastante
te…o menos;
… podríamos
ocupados.
Él asiente hacia el otro lado de la mesa, donde Mary y Ben están a punto de
enrollarse. Algunos cócteles y dos botellas compartidas de vino te hacen eso. Bien por
ella. Siempre ha tenido en cuenta mis sentimientos, y nunca quiso hacer alarde de su
amor en mi cara. Así que seguro, voy a irme con Christian. Es dulce y generoso. Y a
decir verdad, es bastante ardiente, incluso con la apariencia de surfista. Y de hecho,

después
tengo misdemanos
hablarllenas
con él,
deme parece
chicos que No
malos. también
estoy es inteligente.
buscando otro.Nada
Solo de
unachico malo, ya
conversación
amistosa con un tipo normal.
—Sí, déjame ir al baño y nos iremos.
Incluso se pone de pie cuando lo hago y siento un toque de calor en mis mejillas.
Es un caballero. Eso no puede ser malo, ¿verdad?
Estoy demasiado embriagada y demasiado distraída y no me molesto en pedir a
mi hermana que venga conmigo, una regla que adoptamos hace años. Tengo esto, a
pesar de mi trayectoria en los baños. Y después de aliviarme, lavarme las manos y volver
a aplicar mi brillo labial, me siento bastante satisfecha conmigo mismo.

Es decir, hasta que me doy la vuelta y golpeo un pecho tallado en granito y unos
brazos de acero
acero ardiente rod
rodean
ean mi cintura.
¿En serio? 118
¿En serio?
¿No puede una chica hacer pis en paz?
—¿
uién es ese?
Me aparto de un empujón del pecho de Legion,
rompiendo su agarre de mi cuerpo.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Te hice una pregunta. —Su tono es tan cortante como vidrio roto, su mirada
tempestuosa.
—También te hice una. No puedes seguir apareciéndote así.
—¿Y dejarte desprotegida? Puedo. Y lo haré. —Me mira con desconcierto
furioso, como sique
pedí, te rogué, acabara de darle
regresaras unaconmigo.
a casa bofetada¿Y
enestás
el rostro —. ¿Quéque
diciéndome sucede, Eden?que
preferirías Te
me mantuviera alejado? ¿Que lo que sea que haya pasado entre nosotros no es
jodidamente suficiente
suficiente para llevarte
llevarte de vuelta
vuelta?? 119
—No. Estoy diciendo que necesito tiempo. No lo sé… —Sacudo la cabeza. No
puedo explicarlo como necesito, porque decirle la verdad nos rompería a ambos —. No
sé lo que quiero.
—No sabes si me quieres.
—No, no. Sé que lo hago, es solo que…
Adriel.
Lilith.
Lucifer.
Tantos factores se interponen en nuestro camino. Legion me mintió en cuanto a
Adriel. Lilith me mintió en cuanto a todo. Y Lucifer… puede que haya sido el único en
decirme la verdad. Y ahora le estoy mintiendo a Legion sobre él. ¿Qué demonios se
supone que debo hacer con eso?
—Mira, tú mismo lo dijiste —continúo—. Lucifer me dejó ir. La Llamada está
rota. Ya no me necesitas más.
Avanza más rápido de lo que puedo ver, empujándome contra la pared de
azulejos y presionando su cuerpo contra el mío. Jadeo ante la sensación de su calor y su
dureza, mis sentidos quedando abrumados. Estaba bien hasta ahora. Estaba haciendo
todo lo posible para resistir el impulso de dejar que me rodeara con sus brazos y me
asfixiara con su enorme cuerpo. Él sabe lo que está haciendo. La sonrisa cómplice en su
rostro mientras me mira, los músculos marcados de sus antebrazos
a ntebrazos enjaulándome… sabe
el efecto que tiene sobre mí. Podríamos andar con rodeos durante todo el día, pero al
momento en que me toca, no tengo más remedio que someterme a su fuego.

—¿Estás diciéndome que no estás segura de mí? —murmura, su cálido aliento


sacudiendo los mechones de cabello junto a mi oreja—. ¿Que no estás segura de esto?
—Estoy diciendo…
Entonces sus labios se estrellan contra los míos; calientes, suaves y dominantes.
Sus dedos están en mi cabello, tirando con la presión suficiente para inclinar mi cabeza
hacia arriba y darle acceso a mi boca. Me convence para abrirla con un solo roce de su
lengua y, luego, me besa profundamente, lentamente. Como el sexo dominical
do minical perezoso
que dura horas y horas con el sonido de la lluvia cayendo contra las ventanas
empañadas. Me derrito en él completamente, parándome de puntillas y envolviendo mis
brazos alrededor de su cuello. Esa pequeña muestra de rendición provoca algo bajo su
frío y duro exterior y enciende un frenesí ardiente. Me sujeta contra la pared con mis
botas altas de tacón suspendidas en el aire y sus manos sosteniendo, no, apretando, la
parte posterior de mis muslos. Se traga mis gemidos como agua, dejando que sacien su
devastadora sed de más. 120
Se aparta solo para inmovilizarme con esa implacable mirada plateada.
—Él no va a tocarte —ordena—. No pondrá ni un puto dedo encima.
—No puedes decirme qué hacer —respondo sin aliento. Estoy jadeando; me
siento mareada. No sé si es por el alcohol o simplemente por él.
—Lo acabo de hacer.
Me besa de nuevo, esta vez asaltando mi boca con lengua y dientes. No es suave.
No es amable. Y que me condenen si no me excita. Mis pezones se tensan contra mi
sujetador, deseando ser chupados. Está tan duro debajo de sus jeans que el roce de la
mezclilla rígida contra mis bragas es suficiente para hacerme palpitar y tensarme con las
primeras señales del orgasmo. Debo haberme corrido media docena de veces anoche,
sin embargo, siento que estoy al borde de la liberación.
Entonces, con la misma urgencia con que me besó, me deja en el suelo. Mis
piernas se tambalean en mis botas de tacón y agarro sus bíceps para estabilizarme.
—¿Qué fue eso? —jadeo. Mi cabeza está nadando y siento que podría
desmayarme, ya sea por falta de oxígeno, por el alcohol o de deseo.
—Eso fui yo. Diciéndote…
Diciéndote… que él no va a tocarte.
—Pareces celoso —logro decir entre respiraciones laboriosas.
—Los celos son una emoción humana, Eden. No me gustan. Entonces, ¿por qué
demonios los sentiría?
Levanto la vista hacia él, con la mirada borrosa, pero firme.
—Es curioso. Suenas un poco como Lucifer. ¿Tal vez eres más parecido de lo que
te gustaría admitir?
Rabia. Rabia pura pinta su rostro.
—No soy nada como él.
Retrocede y el frío invade los centímetros de espacio entre nosotros. Parece como
si estuviéramos separados por océanos. La magia negra que existía hace un momento
con mi espalda contra la pared de azulejos y mis muslos envueltos alrededor de sus
caderas ha desaparecido, dándole la bienvenida a un fríof río cortante que me hace temblar
sobre mis piernas inestables. Su expresión es de piedra y vislumbro a ese monstruo que
me sujetó en su cama, con su mano envuelta alrededor de mi garganta mientras trata trataba
ba
de exorcizar al intruso en mi alma.

Él no se merecía eso. Lo supe al momento en que las palabras dejaron mis labios
ardiendo por el beso. Pero la habilidad para censurar mis pensamientos nunca ha sido
un don. Y, a pesar de que
q ue fue algo cruel y malvado para decir, el hecho de que esté tan
afectado por la acusación me dice todo lo que necesito saber: no es una mentira. Lucifer 121
y Legion son de la misma carne, de la misma sangre. Estuvieron unidos en su búsqueda
de rebelión mucho antes de que la sed de venganza y anarquía oscurecieran sus
corazones.
Por supuesto, él no es muy diferente a Lucifer. Puede pecar de otra manera, pero
siempre será sin duda un pecador hasta la médula.
—Mira, tengo que irme… —murmuro finalmente, moviéndome hacia la puerta.

Me preparo para que me detenga, pero… nada. Ni siquiera una palabra. Dime que
me quede, insto por dentro. Dime que estoy siendo estúpida e insensible. Levántame contra la
pared de nuevo y haz que me arrepienta de haberte dejado.
Pero este no es un angustioso drama adolescente en el que el héroe confiesa
furiosamente su amor eterno por su estúpida damisela en apuros, mientras al mismo
tiempo lucha contra el intenso deseo de volver a su verdadera naturaleza. Legion nunca
ha pretendido ser algo más de lo que es, y esto, esta cosa entre nosotros, nunca será más
de lo que era.
Cuando miro hacia atrás a medida que jugueteo con la cerradura de la puerta, él
ni siquiera me mira. Está tan quieto como una estatua, el tic de su mandíbula es la única
señal de vida. Desearía poder ir a él, decirle que lo siento. Decirle que tengo miedo y me
siento insegura, y pedirle que me haga sentir mejor. Pero no puedo. Y no lo haré. Puede
que no tenga mucho, pero tengo mi orgullo.
Cuando abro la puerta, hay una fila de mujeres mirando de reojo esperando para
entrar y aliviarse de los martinis y el vino demasiado caros. Murmuro una disculpa poco
entusiasta y paso por delante de ellas. Pero antes de salir completamente, echo un vistazo
hacia el baño.
Legion se ha ido. Quizás esta vez, para siempre.

—¿Lista? —pregunta Christian con expectación cuando me acerco a la mesa. La


cuenta ya ha sido pagada y mi hermana y Ben se han llevado su pequeña sesión de besos
de vuelta al apartamento, lo que significa que estoy atrapada con Christian por al menos
un par de horas más. Maldita sea. ¿Por cuánto tiempo me fui?
—Sí, claro —respondo, tratando de exhibir una sonrisa.

lengua.Todavía puedo
Sus huellas sentir a están
dactilares Legionmarcadas
en mis labios. Todavía
en la parte puedo de
posterior probarlo en mi
mis muslos.
Mierda, todavía estoy húmeda por el roce de sus jeans contra mis bragas. Pero me lo
aguanto y dejo que Christian me lleve fuera del restaurante atestado y hacia la acera 122
cubierta de escarcha. La ciudad está viva, a pesar de las frías temperaturas. Envuelv
Envuelvoo mi
abrigo de lana alrededor de mí más apretadamente, ansiando calor. Me había
acostumbrado tanto al calor que proporcionaban los Se7en cada vez que estaban cerca.
Era como viajar con tu propia chimenea personal.
Christian nota que estoy temblando y se acerca a mí mientras caminamos por la
cuadra hacia un grupo de bares y más restaurantes.
—¿Quieres mi abrigo? —ofrece. Sacudo la cabeza antes de que pueda deslizarlo
de los hombros, que noto que son amplios y esculpidos bajo su suéter. No está mal.
—Estoy bien. Pero, gracias.
—¿Estás segura? Odio usar abrigos. Ni siquiera tenía uno decente hasta que me
mudé aquí.
Aspiro una bocanada de aire helado y húmedo y asiento.
—Sí, los inviernos de Chicago son bastante brutales.
Por el rabillo del ojo, lo veo hacer un encogimiento de hombros masculino.
—Puedo pensar en cosas peores.

Varios pasos más y llegamos a un lugar tipo bar deportivo que parece mucho más
casual que el restaurante que acabamos de dejar, pero igual de bullicioso. Música de
mierda, decoración cursi, pero es cálido y, como había prometido, hay mesas de billar
más allá de un mar de mesas llenas de cestas de alitas, papas fritas y botellas de cerveza
barata. Zigzagueamos
Zigzagueamos a través de la multitud, deteniéndonos
deteniéndonos cada pocos
pocos segundos par
paraa
ofrecer un “disculpe” poco entusiasta. Christian mantiene una mano en mi espalda baja,
pero no tan abajo como para parecer atrevido o posesivo. Solo está siendo educado, lo
cual es…dedos
con sus agradable.
tirandoDespués de la manera
de mi cabello en robándome
y su boca que Legion elmealiento,
empujótodo
contra la pared,
en Christian
parece agradable,
agradable, recatado, seguro. Y eso tiene que ser algo bueno.
Encontramos una mesa desocupada y agarro un taco de billar a medida que
Christian coloca las bolas en el triángulo. Cuando una camarera viene a ver si nos
gustaría algo, él levanta una ceja interrogante en mi dirección.
Veamos esto objetivamente, ¿de acuerdo?
Estoy en una cita con un chico que literalmente acabo de conocer hace un par de
horas. Ni siquiera sé su apellido (bueno, puede que me lo haya dicho, pero seamos
honestos… probablemente no estaba escuchando). Ya he he tomado un poco, y mi
hermana, la única familia que tengo en este mundo, está haciendo quién sabe qué con
su novio. Y no olvidemos que… los demonios me están acechando.
Pero, ya no tengo la Llamada encima. Lucifer me ha dado su palabra de que no
me hará daño a mí o a más inocentes. Y si aparece, su modus operandi parece ser algo 123
más similar a la seducción, no a la destrucción. Dios sabe que eso es lo último que mi
frágil estado mental puede manejar en este momento.
Mi vida es complicada, pero es más normal de lo que ha sido en un tiempo.
Además, estoy corta de dinero. No es normal, pero tampoco es algo malo.
—Claro —respondo, apartándome de mis pensamientos—. Una cerveza.
Christian ordena dos de las disponibles. No estoy realmente segura de lo que es
y, para cuando empezamos a meternos en el juego, me está pateando el trasero, por
cierto, ya no me importa. Me estoy… divirtiendo. Tampoco es normal y,
definitivamente,
definitivamente, no es algo malo.
Christian está intentando en broma un tiro difícil para meter la bola lisa amarilla
a marilla
en la tronera de la esquina cuando le da un codazo a un imbécil bronceado con aerosol
y exageradamente musculoso, usando demasiada colonia y tantas joyas de oro falsas
que es un misterio que su cuello no esté verde.
—Cuidado, hijo de puta —gruñe, evaluando a Christian, con los puños apretados
a los costados. Incluso tiene el coraje de tener un diente de oro.
—Hombre, lo siento —responde Christian con sinceridad, antes de moverse a un
lado para darle un poco de espacio al rechazado de Jersey Shore 5.
—Sí, será mejor que lo sientas, jodido marica.
Guau.
Un coro de risas nasales procede de su grupo de zorras con bronceados falsos,
todas usando varios tonos de desesperación con lentejuelas.
—Ay, Johnny, nene, no seas malo con el pequeño marica. Su novia falsa se ve
como si se hubiera cortado las muñecas —tiene el coraje de decir una zopenca bañada
en peróxido. Ella pasa una uña
u ña postiza color rojo manzana por el antebrazo venoso de
Johnny nene.
Qué precioso.
Debería dejarlo pasar, pero ¿conoces ese filtro social? ¿El inexistente que me hace
decir mierdas estúpidas, incluso a la gente que me importa? Sí. Maldición, gracias por
eso.
—Disculpa, pero, Johnny nene, ¿verdad? Sí, sé que los esteroides pueden encogerte
las bolas, pero no sabía que en realidad convertían a la gente en imbéciles. ¡Rápido,
Barbie Snooki6! ¡Métetelo en la boca antes de que el pequeño amigo se escape! 124
El jadeo indignado desde el otro lado de la mesa de billar solo hace que mi sonrisa
exageradamente
exageradam ente dulce se ensanche mientras la pandilla de gatas petrificadas de Johnny
tropiece con una serie de insultos pocos imaginativos. Zorra. Puta. Perra. Cielos. No estoy
segura si debería fingir indignación o lanzarles un jodido diccionario de sinónimos.
—¿Vas a dejar que nos hable de esa manera? —le pregunta la aspirante a esposa
de la mafia a su machote con la cara enrojecida. Está respirando con tanta fuerza que
temo que pueda hacer trizas su camiseta dos talles más chica como un Hulk enloquecido.
—Cállate, Debbie —grita, liberándose de su agarre. Da un paso adelante, lo que
lleva a Christian a interceptar su camino con las manos levantadas.
—Oye, hombre, vamos a calmarnos. Ella solo estaba bromeando. Sin daño, no
hay delito.
—Mentira —gruñe—. Será mejor que le enseñes a tu perra a cuidar su maldita
boca antes de que pierda los dient
dientes.
es.

5
Jersey Shore: reality show que se transmitió por el canal MTV de Estados Unidos y trata de ocho
personas que se reúnen durante el verano para vivir y trabajar en Seaside Heights.
6
En referencia a Nicole E. Polizzi, más conocida como Snooki, quien se hizo famosa por sus escándalos
de peleas, sexo y alcohol durante su participación en el reality show Jersey Shore.

Pongo los ojos en blanco, pulo las uñas contra mi pecho y me inspecciono las
cutículas, como había visto hacer a Niko cuando estaba en modo de “me importa una
mierda”. Dios, ojalá estuviera aquí ahora mismo. Se haría un festín con este grupo.
—¿Perder mis dientes? Qué palabras tan duras de un hombre tan pequeño. Te
das cuenta que esto no es un episodio de Los Soprano, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no
llevas a tus putas con las tetas caídas de vuelta al sótano de tu abuela para que puedan
reventartee los granos del culo antes de que salgas herido? ¿De acuerdo, calabacita?
reventart
—¡Estás muerta, puta! —ruge Johnny, empujando a Christian fuera del camino.
Él no se cae, de hecho apenas se mueve, pero todavía intenta razonar con este payaso.
¿Qué mierda?
—Amigo, en serio. No es tan grave. Cálmate de una puta vez.
—¡¿Quieres un poco también, jodido chupapollas?!
Johnny levanta un puño rollizo para golpear, pero antes de que la saliva de rabia
de sus labios apretados tenga la oportunidad de caer sobre sus zapatillas Burberry de

imitación, ya laestoy
siquiera tengo dentro de
oportunidad su cabeza,
de tantear dejándolo
ahí dentro. completamente
Es todo negro, vacío;indefenso.
una cloaca Ni
de
inseguridad y malicia. Quiero limpiarme
limpiarme de su bi
bilis
lis mental lo antes posible. Estar dentro
de su cerebro inútil realmente me hace sentir más tonta. 125
—Baja la mano. —Mi voz es clara e imponente, desprovista de alarma. Christian
y el grupo de zorras observan con asombro cuando Johnny hace exactamente lo que le
ordeno. Él mira fijamente hacia el frente, con los ojos bien abiertos y vidriosos, incapaz
de moverse bajo mi coacción.
—Ahora, date vuelta y pídele disculpas a mi amigo Christian por ser un
intolerante con micropene.
Justo como le ordené, Johnny se vuelve rígidamente hacia Christian, con
movimientos robóticos. Incapaz de luchar contra la coacción, su voz vacila cuando dice:
—Lamento ser un intolerante con micropene.
Christian se queda allí, sin palabras, mirando de Johnny a mí y luego de vuelta a
Johnny. Normalmente, no haría esto. Demonios, nunca antes había hecho una
demostración de mi poder delante de la gente. No sé si es por el alcohol o por mi propia
conciencia alterada, pero estoy harta y cansada de ser dócil. Estoy harta y cansada de
estar asustada. Tantas veces, podría haberme defendido y me quedé callada. Ya no más.
He estado en el Infierno y he regresado. ¿Qué más tengo que temer?
—¡¿Qué estás haciendo con él, maldito fenómeno?! —grita Donna, la chica
principal de Johnny. Mi cabeza se mueve hacia ella tan rápido que casi se siente
antinatural. Sobrehumano. Y sin pensarlo, hundo garras invisibles en el suave y
esponjoso tejido de su cerebro.
Santa mierda.
Santa mierda.
Los tengo a ambos. Al mismo tiempo.
Nunca, jamás había hecho esto antes. Mierda, ni siquiera lo había intentado. Y
ni siquiera puedo enloquecer por ello por miedo a perder la conexión. Silencio mis
propias divagaciones mentales, tomo una respiración profunda y me concentro en
aprovechar mi voluntad en ellos.
—Cierra la boca.
Los labios pintados de rojo se cierran al instante, formando una delgada y furiosa
línea.
—Siéntate.
Ella cae al suelo sucio, justo en un charco de cerveza derramada llena de papas
fritas mojadas.
Dirijo mi atención de vuelta hacia Johnny.
—Golpéate en la cara.
126
El resonante crujido de hueso contra hueso es suficiente para revolverme el
estómago, pero no vacilo, ni siquiera cuando el resto de las chicas gritan en estado de
shock. Sé que hay ojos en todas partes. Debería parar; necesito parar. Pero no quiero
hacerlo.
hacerl o. Su dolor, su sangre… solo parecen motivarme.
—Hazlo otra vez. Duro.
Todo el bar parece quedarse en silencio con horror estupefacto, haciendo que el
crujido de cartílagos rotos y de carne desgarrada sea mucho más repugnante.
—Ahora cada vez que tengas ganas de ser un pequeño cabrón irrespetuoso,
quiero que te golpees en la cara —exijo—. ¿Entiendes? Respóndeme.
—Entiendo —lloriquea Johnny a través del chorro de sangre espesa que sale a
borbotones de su nariz.
nariz.
Asiento una vez. Luego me vuelvo hacia las chicas.
La escena ha estado grabada en mi mente durante días. La forma en que Lucifer
le ordenaba a las mujeres sin siquiera decir una palabra. Cómo se arrancaban la carne
entre ellas con un regocijo aterrador. Estaba asqueada, horrorizada y físicamente
enferma. Pero más que eso, estaba fascinada. ¿Cómo? ¿Por qué?

No lo hagas, un pequeño susurro resuena en mi cabeza.


Pero ni siquiera esa voz puede disuadirme del encanto… de esa embriagadora
atracción por el poder. Lo quiero para mí. Todo mi cuerpo está hormigueando.
Literalmente estoy muriendo por la necesidad de sentir ese poder en mis venas.
—Eden… —escucho a Christian llamarme. Ahora está a mi lado, pero ya no
siento su presencia. No siento nada en absoluto.
Mis labios se separan. Respiro profundo.
Puedo saborear las palabras venenosas en mi lengua, rogando ser habladas. Un
veneno tan adictivamente dulce, pero letal.
No lo hagas, dice la voz de nuevo, más fuerte esta vez.
Sin embargo, no me importa. Mi decisión está tomada. Ya he pasado el punto
sin retorno.
Esto es lo que soy. Lo que estaba destinada a ser.
¿Quién puede detenerme ahora?

127
L
o siento antes de que él entre a la vista. Incluso a unos metros de distancia,
su mera presencia pone mis sentidos a máxima velocidad, revolviendo
mis pensamientos y haciendo que mi mandíbula se relaje. Y cuando abre
la boca para hablar, la rabia que había alimentado mis palabras viciosas momentos antes
se extingue instantáneamente en cenizas, permitiendo que la vergüenza, el
remordimientoo y, sí, el miedo tomen su lugar. Ni siquiera puedo entender por qué estoy
remordimient
aquí… por qué estoy haciendo esto. Me deshago de la presión en mi mente y retrocedo,
chocando con una mesa del pub lo suficientemente fuerte como para sacudir los vasos
vacíos encima de ella.
—¿Te importa si jugamos? —pregunta con suavidad, esos brillantes ojos
plateados
luego a la burlándose
escena antedenosotros:
mí bajo la
untenue iluminación
aspirante delcon
a gánster ba r.laÉlnariz
bar. mirarota
de mí a Christian,
y su horda de
putas horrorizadas.
128
—¿Jugamos? —Incluso en mi estado de shock, no paso por alto el plural en la
palabra. Un demonio es bastante malo. Más que eso… problemas.
En el momento justo, Caín y Toyol salen de la multitud, deteniéndose en los
extremos opuestos de la mesa de billar. Legion me mira desde el otro lado, sus hermanos
a mi izquierda y mi derecha. Estoy encerrada. Todos llevan su habitual atuendo negro
de asesinos, y aunque no hay armas a la vista, no dudo que estén armados hasta los
dientes.

abiertosChristian se queda
y sus labios congelado
ligeramente en un lugar
separados. Pobreapartado dequería
tipo. Solo Legion,
que con alos
ría llevar ojos
una muya
chica
una cita, jugar algunas rondas de billar, tal vez incluso robarle un beso. No tiene ni idea
en qué se ha metido. Fue un error aceptar salir con él. Pero la idea de sentarme en ese
enorme y nuevo apartamento sola, francamente, me asustaba. Sería una presa fácil. Y
aunque Lucifer no quiera hacerme daño físicamente, no puedo decir que estoy
convencida que no recurrirá a otros métodos de tormento para conseguir lo que quiere.
Métodos que no estoy segura de ser lo suficientemente fuerte como para resistir.
Lo que no me hace nada más que una imbécil egoísta que pone a un humano
inocente en la mira.
Y eso no me hace mejor que el Diablo mismo.
No hay duda de que Legion podría desintegrar a solas este edificio entero en
cuestión de segundos si así lo quisiera. Y ahora que he hecho lo indecible y me he
revelado, ¿lo haría?
—Así que… ¿podemos? —pregunta al mismo tiempo que Christian salta de su
shock momentáneo. Se apresura a mi lado, pasando cuidadosamente por delante de
Caín, que se burla de él con un desprecio divertido.
—Eden, ¿estás bien? —pregunta, agarrando mis hombros. Estudia mis ojos
aturdidos, buscando señales de daño, pero no puedo
p uedo ver nada más allá del hombre cuya
mirada de mercurio es lo único que me ancla de vuelta a la humanidad. Es curioso cómo
hace unos días, solo quería recordar. Ahora no puedo olvidar.
—Está bien —espeta Legion, el borde en su tono haciéndome parpadear de mi
trance.
Me obligo a mirar a Christian.
—Sí. Estoy bien. —No sé qué más decir. ¿Cómo lo explico? ¿Cómo puedo
deshacer todo el mal que he infligido?
Hay una conmoción desde la mesa de billar al otro lado cuando la mente lenta y
enrevesada de Johnny comienza a reconstruir lo que acaba de suceder. Se lame los
labios, saboreando la sangre, luego mira a su novia desorientada sentada en una piscina 129
de cerveza, un poco de su sangre y, a juzgar por el hedor, su propia orina.
—¿Qué… qué mierd
mierda?
a? —tartamudea, recuperando el uso de sus facultades. Mira
a su izquierda, fijándose en la bestia de hombre cuyos ojos permanecen enfocados en los
míos. Junto a Legion, Johnny parece un niño con sobrepeso. Sin embargo, incluso con
su sangre manchando el frente de su camisa y su chica llorando en su propia suciedad,
él, por desgracia, no percibe el verdadero peligro que lo rodea.
—Oye tú, te estoy hablando —grita, su mirada salvaje clavada en Christian y en
mí—. ¿Qué demonios hiciste, perra loca?
Ante eso, Legion se estremece ligeramente. Lo suficiente para que yo sepa que la
vida de Johnny está colgando de un solo hilo deshilachado.
—Están muertos. Los dos —amenaza Johnny, sus puños apretándose a los
costados—. ¡Están jodidamente muertos!
Solo logra dar un paso antes de que Johnny esté boca abajo sobre la mesa de
billar, su sangre goteando sobre el fieltro verde. Sus brazos están estirados detrás de él,
ambas muñecas atrapadas dentro de una de las palmas de Legion mientras su otra mano
se presiona en la parte posterior del cuello carnoso de Johnny.

—¡Suéltame, imbécil! —grita Johnny. Lucha con cada onza de su poder, pero
Legion es inamovible. Demonios, ni siquiera rompe a sudar. En su lugar, dirige su
mirada en Christian, sus ojos resplandeciendo con fuego de plata.

—Llévala a casa.
Sacudo la cabeza.
—No. No voy a ninguna parte.
—Vete. ¡Ahora, Eden!
Sus palabras atraviesan por completo a la sala bulliciosa y cortan afiladamente
en mi cabeza. El eco de su orden resuena en mi cráneo de una manera que es a la vez
un poco dolorosa e imposible de resistir. Avanzo, mis miembros moviéndose por su
propia voluntad.
—No… no quiero irme —logro tartamudear. Pero incluso mientras digo las
palabras, me estoy volviendo hacia la puerta, Christian a mi lado con una mano
guiadora en mi brazo—. No quiero hacerlo.
—Ve, ahora. Vete a casa.
La intensidad de su orden no es tan chocante, pero aun así no puedo desafiarlo.
Y a juzgara por
antebrazo la forma
medida en queenellínea
que avanza apretón
rectadea Christian se vez
la salida, tal aprieta alrededor
él también de mi
lo siente.
Mierda. ¿Qué está pasando? No se supone que los demonios puedan doblegar las
voluntades de los humanos. Razón por la cual es exactamente que fui creada. Y si eso 130
es cierto, ¿cómo es que Legion está haciéndolo ahora mismo?
Me siento instantáneamente sobria cuando golpeamos la acera helada, el aire
helado refrescándome como un chorro de agua en la cara. Hay un taxi esperando en la
acera al que Christian me lleva. Cuando ambos estamos seguros en el asiento trasero, el
conductor despega sin siquiera preguntar a dónde vamos.
—¿Conoces a esos tipos? —susurra, intentando domar la emoción de su voz.

—No —miento.
—Pero sabían tu nombre, Eden. Y la forma en que hiciste que ese matón se
golpeara en la cara, y cómo hiciste que la chica se sentara en el suelo sucio… guau. ¿Qué
fue eso? ¡Nunca antes he visto algo así en mi vida!
Aunque está susurrando, Christian está prácticamente saltando de arriba abajo
en su asiento. Nada de lo que pueda decir podría explicar con lógica lo que sucedió.
Mierda. Esto no es bueno. Y si alguna vez hubo un buen momento para usar mi don,
ahora lo es. No solo para salvar mi propio culo, sino para ahorrarle el saber de un
inframundo que no fue diseñado para los débiles de corazón. La ignorancia no es solo
dicha, en este caso. Es absolutamente necesario para su supervivencia.
—Oye, Christian. Mírame.
Él gira su cuerpo en el reducido y mohoso asiento trasero, el cuero agrietado
crujiendo debajo de nosotros. Sus intensos ojos verdes musgos brillan con excitación.

Está tan distraído por las ocurrencias de la noche que su mente está completamente
abierta para mí, y me deslizo sin que él detecte la intrusión. Ni siquiera se estremece.
—Olvida lo que viste esta noche.
Pienso ir un paso más allá, y plantar una ilusión en su cabeza, pero nunca he ido
tan lejos. Y ahora
Especialmente no connoalguien
es el como
momento de probar
Christian. Alguienlosbueno,
límites de mis
amable habilidades.
y normal. Algún
otro idiota en la calle podría ser una historia diferente para un día diferente.
Cuando llegamos delante del edificio de mi hermana, paro a Christian antes de
que pueda abrir la puerta del auto.
—Puedo encargarme desde aquí. Gracias —insisto con una sonrisa tensa.
—¿Estás segura? Al menos deja que te acompañe. —Ahora hay un toque de
esperanza iluminando sus ojos verdes.
—Estoy bien, lo prometo. Es tarde, y todo lo que quiero hacer es acostarme.

Tiene la decencia de ahorrarse la persistencia y asiente con comprensión.


—Esto fue… divertido. Lo siento, no llegamos a jugar al bi billar.
llar. ¿Podemos darle
otra oportunidad?
131
—Claro, eso suena divertido —me encuentro diciendo. Y casi lo digo en serio.
—Estupendo. Tu hermana tiene mi número. Duerme bien, Eden.
Como un verdadero caballero, no se van hasta que estoy a salvo dentro del
edificio. Por suerte, mi hermana me dio mi propia llave antes, o tendría que averiguar
cómo entrar sin molestarla a ella y a Ben. Sin embargo, cuando cierro silenciosamente
la puerta del apartamento en lo más alto, encuentro que está vacío. Hmmm. Tal vez
Christian se equivocó en cuanto a que regresaban aquí, lo cual es tanto un alivio como
una decepción. Hubiera sido agradable tener a alguien en casa, incluso si tuviera que
quedarme dormida con mis auriculares puestos y mi música encendida.
Estoy exhausta por excederme mentalmente, pero todavía muy activa, así que
me dirijo a la cocina en busca de bolsas de té. ¿Qué fue eso con Legion? ¿Y qué pasó
después de que nos hizo salir? No creo que le hiciera daño a un humano, ni siquiera a
una mierda como esa, pero no estoy segura de qué haría si lo provocaban. Mierda. No
sé nada de él, a decir verdad. Y si las leyendas son ciertas, herir a los inocentes no está
fuera del ámbito de las posibilidades.
No puedo pensar así. No puedo creer que el hombre que sostuvo mi cuerpo con
firmeza y apartó mis pesadillas con sus besos llegaría alguna vez tan lejos. Puede ser un
demonio, pero es un ángel por naturaleza. No fue creado en pecado. Había
H abía renacido en
él.
Tengo que creer que la luz todavía existe dentro de él. Lo he visto antes en sus
deslumbrantes ojos nacidos del polvo de estrellas. Lo he sentido en su toque, suave y
reverente, tan en desacuerdo
desacuerdo con la brusquedad que permite ver al resto del mundo. Me
he refugiado en el cálido resplandor de sus sonrisas de hoyuelos mientras su ccorazón
orazón me
arrullaba con una canción de cuna, mi mejilla presionada contra su pecho. Ese es el
hombre que conozco
ningún cuento y pordebería
antiguo… el que me habíaeso.
cambiar preocupado cada vez
Lo que puede o nomás. Y ningún
haber mito…
ocurrido hace
una docena de siglos no debería dictar lo que siento aquí mismo, ahora mismo.
Si tan solo fuera así de simple.
Después de asegurarme que el apartamento está bien cerrado, llevo mi té a mi
habitación. Mi dormitorio. Nunca en mi vida he tenido algo tan lujoso para llamarlo
mío. Ni siquiera tenía mi propia habitación hasta que mi hermana y yo conseguimos
aquel apartamento destartalado entre las dos, e incluso eso era más un armario que un
dormitorio. Y ahora tengo montones de metros cuadrado, con zócalos, guarniciones y
toda esa mierda que veríamos en HGTV. Y sí, no es técnicamente mío, pero estoy segura
que voy a disfrutar como tal. He vivido mi vida esperando que el otro zapato cayera…
esperando que algo me sea arrebatado. Aprendí a no sentirme cómoda, porque todo era
temporal. Y mi propia jodida existencia… es absolutamente temporal. Así que voy a
disfrutar de este pequeño pedazo de felicidad, incluso cuando sé que me lo pueden
arrancar en cualquier momento. 132
Acabo de quitarme las botas y el vestido y los cambié por leggings y una camiseta
suelta inmensa, cuando hay un golpe en la puerta. Me congelo. Podría ser mi hermana,
pero probablemente pasaría la noche con Ben. O tal vez sea Legion. Por otra parte, él
no golpearía. Y tampoco es una llamada social al azar. Es completamente tarde y el
portero habría llamado.
Mierda.

Otro golpe y estoy buscando mi bolso. No saco la pistola, pero deslizo mi mano
temblorosa dentro de ella antes de salir lentamente de mi habitación. Si esto fuera
alguien que intenta hacerme daño, no perderían tiempo con llamar. Especialmente no
el tipo de enemigos que parezco atraer.
Otro golpe y miro a través de la mirilla.
Y suspiro de alivio.
Dejo mi bolsa en una mesa pequeña cercana, sintiéndome tonta.
—Hola —digo después de abrir la puerta—. ¿Olvidé algo?
Christian hace una mueca infantil y sacude la cabeza, haciendo que las ondas
rubias de su cabello se sacudan contra su frente.
—No. Pero yo lo hice. A ti.

Entonces estoy mirando el barril oscuro de una pistola que huele extrañamente
dulce, casi asqueroso.
Como el olor que manchó la sangre de Phenex después de que su muslo fuera
cortado en rodajas hasta el hueso.

Como la cuerda ardiente que ató mis brazos y mis piernas en esa prisión húmeda
y de cemento.
Madreselva y sol.
Veneno de ángel.

133
¿
Christian? Seguro. Por qué jodidamente no. Todo lo demás en mi vida es
una farsa.
Tienes que estar jodidamente bromeando.
—Tienes que estar jodidamente bromeando —digo en voz alta.
Christian camina hacia delante, obligándome a entrar en el apartamento. Patea
la puerta para cerrarla, su arma todavía expertamente entre mis ojos.
—No quiero hacerte daño, Eden. Pero lo haré. Dame una razón y lo haré. —Su
voz es diferente… más fría. Incluso sus ojos parecen más oscuros. La actuación de chico
bueno era solo eso: una actuación.
—¿Y qué razón justifica esto? —pregunto, mi voz plana. Debería estar asustada,
pero curiosamente no lo estoy. Más molesta que nada. Normal, mi culo. Pero, ¿qué
esperaba? Nunca ha habido nada normal sobre mí. Simplemente estoy enojada porque 134
desperdicié un buen vestido en un fraude.
—Ponte tus zapatos —exige, ignorando mi pregunta.
Comienza a caminar hacia el pasillo, haciendo que camine hacia atrás hasta que
llegamos a mi habitación. Encuentro mis zapatos y me tomo mi tiempo poniéndomelos,
dándome un momento para ponerme a pensar. Y mientras él se avecina sobre mí, esa
arma a solo centímetros de mi rostro, extiendo mi mano invisible, llegando, alcanzando,
consiguiendo la conexión de su cerebro. Pero mi agarre mental se cierra alrededor de
estática. Arrojo mi lazo una vez más, de nuevo encontrando ruido blanco borroso,
ininteligible.
—¿Algo mal, Eden? —Christian sonríe, leyendo mi mirada entrecerrada.
No tiene sentido en mentir. Si sabe lo suficiente como para aparecerse con un
arma con veneno de ángel, entonces él sabe lo que soy.
—¿Por qué no puedo leerte?
—Porque no te lo estoy permitiendo.
¿No me lo permite? ¿Cómo…?

—¿Y eso es posible?


—Para mí, lo es. Ahora deja de intentar joder con mi cabeza y agarra tus cosas.
Tenemos un lugar en el que estar.
Me ordena que agarre mi abrigo y las llaves, pero cuando voy a recoger mi bolso,
me detiene.

que no —
vasEres más propensa
a dispararme. a dispararte a ti misma que nadie. Y es jodidamente seguro
Déjalo.
Maldición. ¿Cómo
¿Cómo demonios…? No ha estado fuera de mi vista durante la noche
entera.
Estoy totalmente indefensa. De repente, mi molestia se ha transformado
enteramente en algo más. Pánico.
—¿Y a dónde vamos?
—A reunirnos con alguien.
—Y este alguien… ¿qué quiere? —Mantenlo hablando, Eden
E den. Hablar es bueno. Si
sigo hablando, seguiré con vida.
—Hablar contigo.
—¿Hablar conmigo? ¿No crees que esta reunión podría haberse arreglado sin la 135
interferencia
interferencia de una pist
pistola
ola en mi rostro?
—¿Tan opuesto a razonar contigo? —Resopla una risa—. Razonar, no es algo
que entiendas. ¿Pero la violencia? Creciste con esa mierda.
Se estira detrás de él para girar el picaporte de la puerta principal antes de
retroceder lentamente,
lentamente, la pistola todavía apuntándome. No pierde ni un instante.
—Sabes que hay cámaras en el pasillo, ¿cierto? —advierto, saliendo poco a poco
del apartamento.
brazo rudamente Para
y me el momento
retuerce en quede
alrededor estoy
modolo suficientemente cerca,
que termina a mis él agarra
espaldas. mi
Puedo
sentir la pistola presionando en mi espina dorsal.
—Soy consciente. Por suerte para mí, están experimentando problemas técnicos.
Ahora camina.
Hago como me dice, orando por algún vecino perdido que salga. No estoy segura
que abra fuego contra un inocente, pero tengo que creer que hay al menos una pizca de
decencia en él. El hombre bueno y cálido que conocí más temprano… esperemos que
no fuera del todo una farsa.
Para mi consternación, el pasillo y ascensor están completamente vacíos. Ni

siquiera hay un portero en la entrada del edificio.


—¿Lo lastimaste? —pregunto, sacudiendo mi cabeza hacia el pequeño podio
donde el agradable caballero mayor se encontraba solo unos minutos atrás y me deseó
buenas noches.
—No permanente.

Jodidamente
demasiado. Domino genial. Cualquier
mi cólera creciente.grado de mantener
Necesito daño infligido en mi
la cabeza fría,nombre es
y permitir
que el pesar y la rabia entren silenciosamente y nublen mi juicio no hará nada bueno.
—¿Y mi hermana?
—A salvo. Con Ben. No tenemos ningún interés en lastimar a los seres humanos
no contaminados.
¿Seres humanos no contaminados?
Mierda.
—¿Has sido Llamado?
Christian escupe una maldición.
—Mierda, no.
136
—Deberías saber que yo
yo tampoco. Yo… hice un acuerdo…
—Sé eso, Eden. No cambia lo que eres. Así que,
que , ya cállate.
—¿Lo que soy? ¿Y qué es eso?
Él ignora mis preguntas y me lleva a un SUV negro sin placa. No tan lujoso como
uno de los del Se7en, pero tengo la sensación que no fue elegido por razones estéticas.
Abre la puerta trasera y me empuja dentro bruscamente, sin dar dos mierdas por mí
cayendo sobre mi costado. Ya hay alguien en el asiento del conductor y al segundo en
que Christian nos encierra dentro del vehículo caliente, él arranca.
—¿A dónde me estás llevando?
—Estaremos allí pronto. Cierra la boca y disfruta del paseo. —Su tono no es tan
profundo e imponente como el de Legion, pero hay un aire de autoridad en él. Como si
estuviera acostumbrado
acostumbrado a que las personas hagan lo que él dice. Hijo de puta.
—¿Y qué? ¿Estás secuestrándome? Por lo menos podrías haberme dejado agarrar
algo de ropa limpia.
A modo de respuesta, él baja su arma lo suficiente para mostrar lo que parece una
venda negra.
—Te la pones tú, o lo hago yo.
—Estás bromeando, ¿cierto?

—Maldición, ¿luzco como si estuviera bromeando? —Lo único que hace es


arrojarme la venda y apunta su arma de nuevo en mi cabeza—. Póntela. Ahora.
Arrebato el trozo de tela con un resoplido.
—Imbécil —murmuro, sin preocuparme si me ha escuchado —. Y pensar que
estaba preocupada por ti siendo tan agradable.
—Lamento decepcionarte, pastelito. Simplemente soy mejor actor que tú.
Pongo mis ojos en blanco antes de cubrirlos con la venda. Debería estar más
asustada, pero honestamente estoy muy molesta conmigo misma para permitir que el
miedo tome el control. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? No se puede confiar en
nadie, especialmente no en algún cretino con amables ojos verdes y una sonrisa
agradable. Los bonitos son siempre los más peligrosos. Debería haber aprendido eso
para ahora.
Parecen diez minutos más de camino antes que el SUV baje la velocidad hasta
detenerse, pero podría estar equivocada. Es imposible decirlo cuando nada sino
oscuridad
hacerlo, el se extiende
auto anteymis
se detiene ojos. se
el motor Quiero
apaga.rasgar la venda,
Después, perolateral
la puerta antes se
deabre
que ypueda
estoy
siendo arrojada dentro de la noche helada.
—Mantén el ritmo —ladra Christian, empujándome a medida que tropiezo sobre 137
la grava y mis propios pies.
—¿Dónde estoy?
De nuevo, él me ignora, pero puedo sentir su molestia al tener que guiarme a
través de algún tipo de entrada de un edificio. Solo sé que es un edificio porque nuestros
pasos parecen hacer eco y ya no me estoy congelando.
Hay una ráfaga de estática y una voz apagada viniendo de un receptor, como un
walkie talkie. No puedo entender por completo lo que están diciendo, pero capto las
palabras:
—El sujeto está en las instalaciones y en camino. —Sujeto, como en mí. Todo
esto fue planeado, y quién sabe por cuánto tiempo.
Tengo que tantear mi camino por unas escaleras estrechas y sinuosas, sin ningún
tipo de ayuda de Christian. La rugosa pared se siente fría bajo mis dedos y tiene un olor
mineral, como si fue cortada en piedra. Una vez que llegamos finalmente a nivel de
tierra, caminamos por lo que parece por siempre, pasillo tras pasillo interminable, antes
de que Christian literalmente me deje golpearme justo contra una puerta.
—¡Qué carajo! —grito, frotando mi frente.
—Cuida tu lengua —gruñe antes de tirar de mi venda con suficiente fuerza como
para sacar unos mechones de cabello—. Estás en la casa del Señor.

Parpadeo rápidamente, mis ojos ajustándose a la luz que fluye de docenas de


candelabros brillantes situados a lo largo del pasillo, todo llevando a una pesada puerta
de madera. Parece antigua, algo que probablemente fue construido en la época medieval.
Honestamente, a juzgar por los muros de piedra y la falta de electricidad avanzada, diría
que estamos en la cripta de algún castillo jodidamente espeluznante. Estupendo.
Christian golpea la puerta tres veces antes de que una voz desconocida nos
instruya a entrar. Masculina. Suave, casi relajante. Pero eso no significa nada.
Christian abre la puerta, revelando una gran oficina. Muebles pesados de madera
de roble acentuados con tonos de tierra oscura. Nada de diseñador o de alto perfil, y
todo bastante usado. Dos hombres armados vestidos con pantalones negros cargo y
chalecos antibalas se sitúan a ambos lados del enorme escritorio que se encuentra en
medio de la habitación. Y en ese escritorio se sienta un hombre guapo, a finales de los
cuarenta, inicio de los cincuenta, piel de bronce claro, cabello oscuro y limpio, usando
una bata color borgoña y mirándome expectante con una suave sonrisa en los labios.
Bueno, esto es nuevo.
—Por favor, entra. Toma asiento —insiste, haciéndonos señas con las manos
hacia delante—. Disculpa por la poca anticipación, pero eres muy difícil de encontrar,
jovencita. —Su tono no está tocado en absoluto con irritación. Honestamente, parece
amistoso, un poco similar a cuando pensé que Christian era amistoso. Y todos sabemos 138
cómo resultó.
Me acomodo cuidadosamente en una de las sillas frente a su escritorio, mientras
que Christian toma la que está a mi lado con un resoplo de disgusto.
—¿Dónde estoy? —pregunto, saltándome las falsas cortesías.
—Una iglesia —responde sin vacilar el hombre de voz amable.

—Entonces, ¿qué
¿qué eres…? ¿Un sacerdote?
Él asiente.
—Más o menos. Un tipo de ministro. Por aquí, me llaman Rev. Eres más que
bienvenida a hacer
hacer lo mismo por el momento.
Iglesia. Ministro. Guardias armados.
Jodido infierno.
—Son de la Alianza.
—Una fracción de ella, sí. Estamos muy contentos de tenerte aquí. Crysis me dice
que tus amigos han dado una gran pelea para mantenerte alejada de nosotros hace unos
días.
—¿Crysis?

El ministro, Rev, señala con la cabeza hacia Christian, que se pone tenso
visiblemente.
—Muy desafortunado. Se derramó mucha sangre innecesariamente.
Ante eso, Christian, Crysis, se vuelve para mirarme, puro odio en sus ojos y añade:
—La sangre de hombres buenos. Estoy seguro que tus amigos están satisfechos de
sí mismos.
El tiroteo de la gasolinera… ese era él. El hombre rubio con el rifle de alcance.
Habló con Legion como si lo conociera, o por lo menos sabía de él. Y definitivamente
sabía quién era yo. Dios, ¿cómo pude haber sido tan ingenua? Debí haberlo sabido desde
el momento en que puse los ojos en él.
—Estabas tratando de matarnos —replico.
—Estábamos tratando de salvarte —responde de vuelta.
—Fue una tontería de nosotros esperar que los Se7en fueran razonables, teniendo
en cuenta sus planes para ti —explica Rev—. Yo subestimé su insaciable sed de poder.
Sacudo la cabeza.
—Los Se7en salvaron mi vida más de una vez. Si alguien estaba tratando de 139
salvarme, son ellos —digo, aunque no estoy segura de creerlo por completo. Aun así, no
quiero dar a estos idiotas la idea de que su interferencia es bienvenida.
—Por lo que parece. Pero uno debe preguntarse por qué fueron tan inflexibles
para mantenerte alejada de nosotros, una organización que ha acogido a los afligidos
durante siglos mientras luchaba con éxito contra los males conocidos de nuestro mundo.
—Um, probablemente para evitar que me hagas un agujero en la cabeza —le
respondo, poniendo los ojos en blanco.
Rev agita las manos ante mi comentario como si la idea de la tortura no fuera
más que un molesto mosquito en su oreja.
—Experimentos bárbaros intentados por el primero de los Ordenados, muchas,
muchas décadas atrás. Una mancha fea en nuestra historia, pero te aseguro que ningún
humano ha sido dañado bajo nuestra protección en los últimos años. —Se inclina hacia
delante, apoyando los codos en su escritorio y apretando los dedos bajo su barbilla —.
Tienes formas de detectar si estoy o no siendo sincero. Te invito a verlo por ti misma.
Estrecho mis ojos en él, con una sonrisa satisfecha en mis labios. Eso es
exactamente lo que quiere. Su amigo, Crysis, me engañó para que piense que era un tipo
normal, solo para bloquear mi compulsión más adelante. ¿Cómo sé que no me
encontraré con un dolor debilitante al momento en que llegue a tocar su mente? Podría
estar extendiendo una invitación para suicidarme.

A la mierda.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres de mí? —pregunto, recostándose en mi
asiento.
—¿Querer de ti? —Rev frunce el ceño.
—Parece que todo el mundo tiene su propia agenda cuando se trata de mí. ¿Cuál
es la tuya?
Él sacude la cabeza.
—Nada. Solo queremos mantenerte alejada de aquellos que quieren hacerte
daño. Te hemos vigilado toda tu vida, Eden, esperando que el mal no te encuentre. Nos
mantuvimos en las sombras porque queríamos
q ueríamos que vivieras una vida normal y humana.
Pero ahora que te has hecho amiga de las mismas fuerzas que quieren manipular tus
dones únicos, creemos que es imperativo
i mperativo extender nuestra ayuda.
Cruzo los brazos delante de mi pecho y frunzo los labios antes de decir:

entonces ¿Una saber


—debe vida normal y humana
que nada en mi?vida
Si haha
estado observando, como dice haberlo hecho,
sido normal.
Rev tiene el coraje de parecer contrito, y baja sus oscuros ojos marrones por
140
vergüenza.
—Lo sé, y me disculpo. No tienes idea de cuánto desearía que las cosas hubieran
sido mejores para ti. Todos los días he orado pidiendo perdón. Todos los días he orado
por ti.
Qué tontería.
Pongo los ojos en blanco por lo que debe ser la vigésima vez desde que llegué y
resoplo un suspiro exasperado.
—Ahórrate tus oraciones. Además,
Además, no es como si fuera culpa tuya.
Él mantiene su mirada en mí por un largo tiempo antes de mirar hacia abajo a
una carpeta de archivo manila delante de él.
—Tu madre… ¿cuándo
¿cuándo fue la última vez que la vis
viste?
te?
—No lo sé. —Me encojo de hombros—. Hace unos años. Quizás más.
—¿No eres una visitante frecuente en el hospital? —Frunce el ceño ligeramente.
—¿Por qué lo sería? Ella no quiere verme. Y cuando está lo suficientemente
lúcida como para recordar quién soy, me culpa por estar ahí.
—¿Crees que pueda mejorar?
Aparto la cabeza de sus ojos curiosos, prestando atención a los polvorientos
estantes llenos de libros.
—No lo ha hecho en veintidós años. Es seguro decir que el barco ha zarpado.
—Todas las cosas son posibles por medio de Cristo, Eden. Solo
S olo debes buscar Su
gracia.
—¿Ah, sí? —Me vuelvo a mirarlo, mi mirada se oscurece —. Hubiera sido
agradable de parte de Él que me prestara un poco de esa gracia cuando usaba ropas
agujereadas y de segunda mano y dormía sobre un colchón sucio. Pero supongo que
estaba demasiado ocupado en difundir esa gracia a los niños que se lo merecían más.
—Yo… —Rev traga con fuerza, sus ojos marrones oscuros vidriosos —. Lo
siento. Solo puedo imaginar lo difícil que debe haber sido ser criada en circunstancias
tan nefastas.
—¿Difícil? —Resoplo—. Durante los inviernos, tenía que envolver mis zapatos
en bolsas de plástico para poder ir a la escuela en la nieve. Nunca falté un día, aunque
estuviera
damas de enferma. Sabía
la cafetería queempaquetaban
incluso el almuerzo gratis sería mi
las sobras única
para comida real
enviármelas del día.para
los viernes Las
que así tuviera algo que comer los fines de semana.
Él hace una mueca como si le hubiera escupido en la cara, sus facciones teñidas 141
con cientos de sombras de pesar. Eso era injusto de mi parte. No es su culpa que mi
madre hubiera esperado que eventualmente me marchitara y muriera, y le ahorrara la
tarea de matar a su engendro del demonio. Pero cuando mi joven espíritu demostró ser
demasiado fuerte, siguió con el Plan B. Bajo el disfraz de la Voluntad de Dios, me ahogó
en la bañera. Sin embargo, fue Adriel, disfrazada de perro callejero, quien me trajo de
vuelta al borde de la muerte.
Después de eso, mamá solo empeoró.
—Mira, ni siquiera importa —le aseguré medio sinceramente—. No me voy a
quedar ahora con el Se7en. Solo estoy intentando seguir con mi vida y dejar toda esta
mier… esta basura atrás. No soy una amenaza para nadie. Así que, ¿puedo irme a casa
ahora?
—Entonces, ¿ese truco esta noche? —interviene Crysis con altivez—. ¿No era una
amenaza? El hecho de que tu demonio te haya reclamado fue nuestra única gracia
salvadora.
¿Me reclamó?
¿Me reclamó?

¿Qué demonios?
—¿No lo sabías? —pregunta, obviamente complacido con mi confusión—. Por
supuesto que no.
—Las criaturas sobrenaturales, como los animales, tienen una forma de grabarse
en los seres humanos —explica Rev después de disparar a Crysis una mirada de
reprimenda —. Es una marca de posesión, un medio de control. Busca disuadir a los
demás para evitar que se acerquen a lo que él considera como su propiedad,
p ropiedad, y en esencia,
quitarte tu libre albedrío.
Él no va a tocarte.
La manera en que Legion lo dijo, como si fuera un evangelio, me desconcertó.
No eran celos. Hablaban de propiedad.
Maldito. Cabrón.
Pero seamos honestos… si Legion no hubiera
hubiera aparecido cuando lo hizo, quién
sabe lo que habría hecho. Me gustaría pensar que me habría detenido, pero no puedo
mentir… Lucifer también ha dejado su marca. Y esa noción debería absolutamente
repugnarme y aterrorizarme hasta los huesos.
—Él no me controla. Si lo hiciera, ¿no crees que me tendría bajo su techo ahora
mismo?
142
Rev se encoge de hombros.
—Quizás. O tal vez solo quiere que pienses que tienes el control.
—O tal vez no es el monstruo que quieres creer que es —contesto antes de soltar
una respiración molesta. Pensar que Legion podría haberme reclamado sin mi
conocimiento es bastante malo. Pero su creencia arcaica de que soy una damisela
indefensa que no puede pensar por sí misma es irritante—. Mira, sé que te gustaría creer
que los Se7en tienen algún extraño y sobrenatural agarre
agarre en mí, pero no es así. Todo lo
que he hecho, bueno o malo, fue porque quería hacerlo. Soy dueña de mis acciones, sin
importar lo perjudiciales que hayan sido. En todo caso, los Se7en han tratado de
ayudarme, ayudar a la humanidad. Y eso es más de lo que puedo decir de nadie más.
¿Has mirado afuera últimamente? El crimen en Chicago está fuera de control. Y ese no
es el trabajo de siete demonios renegados. Los humanos destruyeron esta ciudad. Los
humanos están luchando, matando y lastimándose unos a otros cada día en todo el
mundo. Quizás es el momento de que asumamos la responsabilidad de eso.
Rev reflexiona mis palabras durante más de unos cuantos largos momentos antes
de asentir en resignación diplomática.
—No puedo discutir eso. Este mundo, y su gente, tienen muchas faltas. Pero
tengo fe en que lograremos la redención que la Alianza de los Ordenados busca. Nos
merecemos una segunda oportunidad para hacer las cosas bien.
Levanto una ceja.

—¿Y esa misericordia se extiende a todas las criaturas de Dios, incluso las de
poca fe? ¿Incluso los que han perdido su camino?
Puedo ver que no quiere admitirlo, pero los inquilinos del perdón han sido
abrasados en su cerebro y corazón. Baja la cabeza una vez, pero no responde
verbalmente.
—Entonces tal vez la Alianza es más parecida a los Se7en de lo que quieres creer.
Quedamos encerrados en un duelo de miradas hasta que finalmente Rev
parpadea, y desvía la vista. Mueve los papeles delante de él para ocupar sus manos y
evitar mi mirada expectante, pero aun así no habla.
—¿Qué estoy haciendo aquí? —pregunto cansadamente. Es tarde, y mi energía
se acabó hace mucho tiempo, lo que significa que estoy absolutamente cansada. Si
planean retenerme aquí, desearía que lo terminaran y me mostraran mi mazmorra.
—Nos gustaría extenderte refugio y protección, Eden —responde Rev—. Sé que
has tenido una vida muy dura, pero podemos ayudarte. No solo hemos curado con éxito
aPodemos
los afligidos, sino
hacer lo que por
mismo hemos ayudado a aclimatarse a la vida post- Llamado.
los ti.

—¿En serio?
143
—Así es. Puedo ver que eres escéptica, pero cuando estés lista, estaré encantado
de mostrarte parte del trabajo que hacemos aquí. —Él se inclina hacia delante, su voz
albergando lo que suena como ferviente sinceridad—. Sé que te has sentido perdida,
como si no perteneces a nada, toda tu vida. Tal vez esto es para lo que fuiste creada:
para ayudar a los que son como tú. Aquí, no te sentirás como una paria. No serás
considerada como un error o una carga. Tus cicatrices pasadas no te definirán. Te
alentarán.

pecho. Trago fuerte, asimilando sus palabras que parecen dispararse a través de mi
—Yo… —Trago de nuevo, esta vez a través de un nudo en mi garganta—. No lo
sé.
—Entonces, piénsalo —añade y sonríe—. Vete a casa; descansa. Tómate tu
tiempo para entender las cosas. Sabemos que sientes un cierto sentido de lealtad a los
Se7en, pero quiero asegurarte que, nunca trataremos de manipularte o controlarte.
Nosotros simplemente queremos aceptarte, a la verdadera tú. Aquí, somos como una
familia, Eden. Y nos sentiríamos honrados que seas parte de eso.
¿Una familia? ¿Con rifles militares y tumbas espeluznantes bajo iglesias? Caray.

Apuesto a que el Día de Acción de Gracias es interesante.


Asiento y me pongo de pie, haciendo que Rev haga lo mismo. Extiende una
mano hacia mí, y cuando la tomo, él cubre la mía con ambas palmas.

—Fue tan estupendo finalmente conocerte, Eden. Espero que podamos hablar
pronto.
Otro asentimiento. No estoy segura de lo que debo decir. Pero sé que este tipo,
con sus suaves ojos castaños y su voz relajante, me asusta por completo. No creo que
sea un pervertido o algo así. Es solo la forma en que me mira… como si fuera sincero
con sus palabras. Como si hubiera estado esperando para decirlas toda su vida.
Bajo la mirada, sintiéndome insegura, y dentro de la carpeta de archivos,
vislumbro un conjunto disperso de fotos, amarillentas con la edad. Fotos de mí cuando
niña, fotos de mi madre cuando estaba sana y hermosa, fotos de mi madre vestida con
un vestido blanco de pie junto a un hombre vestido de esmoquin con piel ligeramente
bronceada y ojos mmarrones.
arrones. Están de pie en el altar de una iglesia ador
adornada
nada con docenas
de flores.
Tomó una respiración temblorosa y alzo mi cabeza de golpe. Rev sonríe
cálidamente, sus ojos (los mismos ojos que miran de vuelta en esa foto) brillan con
lágrimas. Idénticos
Idénticos a los ojos que he visto durante veintidós años.
—¿Quién… quién eres tú? —me las arreglo para murmurar, el nudo en mi
garganta cada vez más doloroso.
—Reverendo Joshua Harris —contesta con una voz temblorosa—. La mayoría 144
me llama Rev. Un día, tal vez te gustaría llamarme papá.
P ermanezco en silencio durante nuestro traslado a través de los túneles
subterráneos de la iglesia, pero solo porque honestamente no puedo
encontrar las palabras para describir lo que estoy sintiendo. Mi padre…
mi padre es el líder de la Alianza de los Ordenados. ¿Pero cómo? ¿Y por qué? Crecí
creyendo que huyó porque pensó que mi madre era una puta psicópata infiel, pero
durante todo este tiempo, él sabía que ella estaba diciendo la verdad. Él lo sabía. Y no
hizo nada para detener su locura. Empacó y nos abandonó, me abandonó, dejándome
para que averiguara la mierda por mí misma.
No puedo sentirme bien con esto. No puedo saltar a sus brazos y abrazar su
cuello, emocionada de reunirme por fin con él. No puedo dejar que
q ue sus cálidas sonrisas
y miradas cariñosas borren dos décadas de dolor, miedo y rabia.
Entonces, ¿por qué quiero hacerlo?
¿Por qué me siento tan confundida, tan enojada por lo que hizo, pero no lo odio? 145
—No te equivocas en no odiarlo —dice Crysis en voz baja a medida que
desciende por el pasillo empedrado. Se le ha encargado llevarme a casa a salvo, una
tarea con la cual estoy segura, está emocionado—. Rev es un buen hombre. La
separación no ha sido fácil para él.
—¿Qué? —Santa mierda. ¿Él
¿Él acaba…
acaba…??—. Amigo, ¿leíste mis pensamientos?
Crysis golpea su sien.
—Tú tienes tus dones, y yo tengo los míos.
Oh. Dios. Mío.
Sin pensarlo, agarro su brazo con todas mis fuerzas.
—¿Eres como yo? —susurro emocionada.
Molesto, Crysis arranca su brazo de mi agarre pero no se aleja.
—No. No exactamente.
—Pero tú eres algo. Por eso pude leerte, pero luego no pude. Me bloqueaste.
Él asiente.
Porque soy medio humano, puedo proyectar pensamientos y emociones a
voluntad. También puedo apagarlos.

—Medio humano. ¡Santo


¡Santo ci… mierda! ¿Qué más ere
eres?
s?
Él pone sus ojos en blanco ante mi euforia y exhala pesadamente.
—Ángel. Soy Nephilim.
OhDiosMío.OhDiosMío.OhDiosMío.
—Eres medio ángel…
ángel… oh Dios mío. ¿En serio?
Gime con irritación y se gira para seguir caminando.
—Espera, ¿no se supone que los Nephilim son como gigantes en la Biblia?
—Ni siquiera debería estarte diciendo esto —se queja. Un largo segundo pasa
antes de suspirar y añadir a regañadientes—: Es una metáfora. Soy más fuerte que el
humano promedio, sí. Y se dice que tenemos habilidades diferentes. El rasgo de ángel
se manifiesta de manera diferente en cada Nephilim.
—¿Y tú don es leer la mente?

—Entre otras cosas.


—¿Qué más puedes hacer?
—Cosas. 146
—¿La Alianza lo sabe?
—Sí.
—¿Tu papá es el ángel? ¿O tu mamá? ¿Los ves mucho?
—En serio, tienes que parar con las preguntas. Estoy intentando respetar la casa
de Dios, pero confía en mí, en mi cabeza te he estrangulado una docena de veces.

—Ciertamente no actúas como un ángel —murmuro en voz baja, rezagándome.


—Debe ser el ser humano en mí.
—Oído sobrehumano, ¿eh? —grito a su espalda.
—Es difícil no oírte cuando tu boca es tan grande.
No me molesto en alcanzarlo hasta que llegamos al santuario principal, que,
como era de esperar, está lleno de guardias a la espera de mi aparición. Irradian
desconfianza, y hago mi mejor esfuerzo para mantener la cabeza baja y seguir a Crysis
para evitar el conflicto. He tenido suficiente emoción por una noche.
—¿Qué? ¿Sin los ojos vendados? —pregunto cuando nos acercamos a la misma
camioneta negra de antes.
—No, pero daría mi brazo izquierdo por un bozal. —Supongo que todo su
argumento de “respeto a la casa del Señor” no cubre los estacionamientos.
Me deslizo en el asiento delantero y cierro de un portazo. Crysis ya está en el
asiento del conductor arrancando el auto.

—En serio, amigo… ¿cuál es tu problema conmigo? —espeto—. Sé que lo he


estropeado antes, pero vamos…
—Estás bromeando, ¿verdad? —responde carcajeando—. Dios, ¿puedes ser más
egocéntrica? Tal vez simplemente no me gustan los simpatizantes de demonios que
matan a mis hombres.
—¿Y cómo eres mejor que alguno de los Se7en? Tú y tus muchachos acaso no se
presentaron a esa gasolinera con armas Nerf. Y si la memoria no me falla, tus hombres
dispararon primero. ¿Qué se supone que debíamos hacer? ¿Una batalla
b atalla de rap?
—Se suponía que eras inteligente. Es la única manera de sobrevivir a lo que viene.
—Espera… ¿qué
¿qué viene? —Eso capta mi atención—. ¿De qué estás hablando?
Crysis sacude la cabeza, manteniendo los ojos en la carretera.
—Algo que Rev no quiere admitir. El fin.
147
—¿Qué? Christian…
Christian… Crysis… quienquier
quienquieraa que seas… dime lo que está pasando.
Sacude la cabeza de nuevo, pero murmura:
—Él no sabe dónde has estado.
—¿Qué?
—Has hecho todo un viaje, si no me equivoco. ¿Hacia el Sur? La Alianza, tu
padre, no lo saben. Y a menos que quieras vivir el resto de tus días atada a una mesa, no
pueden saberlo jamás.
Levanto una palma, golpeando el botón de pausa en esta conversación
desconcertante.
—Detente. Lo que dices no tiene ningún sentido.
Crysis libera una respiración impaciente.
—La Alianza cree que está haciendo la obra de Dios, y en esencia, lo hacen. Sin
embargo, los líderes son de la vieja escuela. Ellos piensan que la obra de Dios implica
erradicar todo lo que no es de este mundo, y una vez más, están en su mayoría en lo
correcto. Por eso tu padre dejó a tu madre embarazada. Era joven, un nuevo miembro
de la Alianza. Y quedarse habría significado la exposición. Después de que él subió en
las filas, pensó que sería seguro interferir. Sin embargo, hay algunas cosas que no puede
p uede
ignorar, sea tu padre o no. Ir al Infierno es una de esas cosas. Mucho ha cambiado, pero

asociarse con Lucifer no es negociable. Tendría que darte la espalda. Así que no le voy
a contar.
Me quedo mirando fijamente su perfil con los ojos completamente abiertos, la
boca entreabierta.
entreabierta.

—¿Cómo? ¿Cómo lo sabes?


—La noche habla. Yo escucho —dice inexpresivo.
—¿Por qué? Si me odias tanto, ¿por qué mantener mi secreto? ¿Por qué
protegerme?
—No lo sé. —Se encoge de hombros, lanzándome una mirada divertida —. Debe
ser el ángel en mí.
—Grandioso —me animo.
—Además, necesito que hagas algo por mí.
—Y ahí está
está…

—Necesito que vuelvas a los Se7en.
Mi cabeza casi gira 360 grados. 148
—Espera, ¿qué? ¿Por qué?
—Porque tienen algo que necesito. Y tú eres la única persona que puede acercarse
lo suficiente.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho y vuelvo la vista a la carretera extendida delante
de nosotros.
—No. Infiernos, no.
—Bien. Voy a dar un giro en U entonces. Estoy seguro que tu papá estará
encantado de saber de tus viajes…
—¿Chantaje? ¿En serio? —Dos veces en una semana. Estoy en una buena racha.
—Si hubiese alguna otra manera que no implique estar conectado a ti, confía en
mí, lo haría en un abrir y cerrar de ojos. Pero, por desgracia, tú eres mi única opción.
—No voy a traicionar al Se7en. No solo es súper mierda, sino que sería cometer
un suicidio.
Me lanza una mirada de soslayo, con la ceja levantada.
—¿Lo sería? El rumor dice que, Lilith te preparó una trampa, traicionando a tu
precioso Legion, y ella todavía está bajo su techo, muy no-muerta. ¿No crees que ellos
te darían la misma gracia?

Opto por ignorar su versión de los acontecimientos, por más exactos que sean, y
lo golpeo con un par de preguntas por mi cuenta.
—Si sabes tanto, ¿por qué no recuperas este artículo tú mismo? De todos modos,
¿qué es lo que quieres?

—Un arma forjada en fuego y sangre. El Redentor. Es una daga que tiene el poder
de enviar demonios de donde vinieron. Ya ves, cuando los Se7en eligieron abandonar
el Infierno, Lucifer los despojó de la mayor parte de su poder por despecho, haciéndolos
vulnerables. Sin embargo, hay otros por ahí causando estragos, los matones de Lucifer,
con toda su fuerza. Son demonios de nivel inferior, pero siguen siendo muy peligrosos
y muy difíciles de matar. Por eso necesito esa daga.
Mierda.
No hay manera en el infierno que le vaya a decir que sé exactamente de lo que él
está hablando, la misma daga usada en el ritual sagrado de los Se7en, el Juramento de
Sangre. Sería una idiota al aceptar robar algo de una banda de demonios asesinos,
especialmente algo tan precioso. Además, está encerrado en una habitación a la que
nunca he tenido acceso. ¿Cómo podría acercarme a ella?
Aun así… no puedo dejar que la Alianza
Alianza sepa que estuve en el Infierno. No los
necesito en mi trasero, especialmente ahora que estoy tratando de seguir adelante. Sin 149
mencionar que acabo de conocer a mi padre, un hombre que supuestamente me
abandonó para salvarme la vida. Pero cuando se trataba de eso, solo intercambió mierda
por mierda. De cualquier manera, estaba condenada.
Con toda la locura nadando en mi cabeza, ni siquiera me doy cuenta que hemos
llegado hasta que el auto se detiene frente al edificio de mi hermana. Crysis se acerca y
saca algo de la guantera, rozando mi muslo en el proceso.
—Toma. Es un teléfono desechable. Mantenlo fuera de vista, y que no te atrapen
con él. —Me lanza la pequeña cosa. Es más pequeño que la palma de mi mano —.
Déjame saber cuándo hayas tomado tu decisión. Mientras tanto, estaré en contacto. Si
hay algo que creas que debo saber, cualquier cosa, el mío es el único número registrado.
Asiento, y coloco mi mano en la manija de la puerta para salir, sin saber
realmente qué decir. Después de todo lo que he aprendid
aprendido,
o, un “hasta luego” parece más
que un poco decepcionante.
—Oh, ¿y Eden? —empieza, su voz tomando el mismo tono de la noche anterior.
La voz agradable, de hombre normal—. No estás embarazada.
Mis ojos están casi a punto de saltar de sus órbitas.

—¿Qué?
—Mi… don. No oigo pensamientos, en sí. Solo cosas que la gente proyecta, cosas
que gritan en sus cabezas. No es una ciencia exacta. Anoche, te mantuviste proyectando

“No estoy embarazada”,como si la idea te estuviera molestando. Por cierto, no lo estás.


Otro don de ángel. Puedo sentir una vida nueva, igual que puedo sentir cuando alguien
está muriendo. Incluso antes de que ellos lo sepan. No es un truco divertido de fiesta. —
Sonríe solemnemente.
—Oh. —Trago, digiriendo todo. No estoy embarazada. No estoy embarazada.
Debería estar saltando de arriba abajo justo ahora mismo —. Bueno… gracias.
gracias.
—Ni lo menciones. Solo piensa en lo que te pedí. Podría ser algo bueno. Para
ti… para la humanidad. Imagina un mundo sin demonios. Piensa en cómo tu vida se ha
puesto al revés
revés debido al mal. Quieres una vida normal… una familia. Este podría ser tu
boleto.
Con eso, le disparo una sonrisa tensa e incómoda y salgo de la camioneta. Tengo
mucho que pensar, y no voy a tomar una decisión aquí, ahora mismo. Él tiene muchos
puntos buenos. La presencia del mal en la tierra ha afectado a todas las facetas de mi
vida, incluso antes de tomar mi primer bocanada de oxígeno. Podría haber tenido una
infancia normal y feliz. Podría haber sido popular, haber obtenido buenas calificaciones,
haber
donde ido a laestá
el mal universidad.
erradicadoTal vezser
podría incluso tener una
mi segunda sana relación real. Un mundo
oportunidad.
Pero, ¿a qué costo?
150
¿En serio podría traicionar a Legion? ¿Phenex? ¿Incluso Caín? ¿Podría vivir
conmigo si pongo a Andras, Jinn y Toyol en peligro, después de que han luchado y
arriesgado sus vidas por mí? Lilith puede comer mierda, pero no puedo herirla sin herir
a los demás en el proceso. Es por eso que estoy regresando al apartamento de mi
hermana, viéndome como la muerte, sin un plan ni siquiera una pizca de dirección.
¿Cómo puedo seguir adelante cuando estoy aún estancada en el lugar?
Ni siquiera he desbloqueado la puerta cuando es abierta por un demonio de metro
y medio de altura con rizos salvajes.
—¿Dónde has estado? ¡Estaba tan preocupada cuando llegué a casa y no estabas
aquí!
Ella toma una pausa rápida para evaluar mi aspecto desaliñado, entonces su
rostro se ilumina con deleite tortuoso.
—Aguanta. ¡Pequeña zorra!
zorra! ¡Fuiste a casa de Christian anoche!
Bueno… no está totalmente equivocada.
Ni siquiera puedo evitar la divertida ironía en mi cara.
—Fue una noche interesante. Pe
Pero
ro no… no nos en
enredamos.
redamos.
—¿No? ¿Entonces qué pasó? Christian dijo que ustedes dos se reunirían con
nosotros en este bar de vinos en esa misma calle, así que cuando no se presentaron, pensé
que ustedes dos se habían marchado.
—Oh. Sí. Pero solamente hablam
hablamos.
os. Él… no es lo que esperaba.
esperaba.

Mi hermana agarra mi brazo, llevándome a la sala de estar.


—Cuéntamelo todo y no dejes nada por fuera. ¿Te gusta? ¿Vas a volver a verlo?
¿Se besaron?
En el lapso de sesenta segundos, ya planeó nuestra boda, así que simplemente la
dejé divagar emocionada y esperar a que tomara aliento. Antes de pasar a escoger los
nombres de nuestros hijos, quito sus diminutos dedos de mi brazo e intento escapar del
interrogatorio.
—Hermana, en serio necesito una ducha caliente y unas pocas horas de sueño.
¿Podemos retomar esto más tarde? ¿Cuándo el sol salga?
Ella sonríe tímidamente.
—Por supuesto, mi error. Hablaremos más tarde. Pero
Pe ro antes de que te vayas…
—comienza antes de que pueda dar vuelta hacia el pasillo que lleva a los
l os dormitorios—
. Necesito decirte algo realmente rápido. —Respira hondo—. Ben y yo hemos decidido 151
vivir juntos… aquí. Ahora bien, nada tiene que cambiar en absoluto. Este sigue siendo
también tu hogar, así que si no estás bien con eso, no se hace. Pero su contrato de
arrendamiento ha terminado, y tenemos todo este espacio, y sería mucho más sensato
financieramente,
financieram ente, y ambos trabajamos horas de locura, así que casi no nos vemos como
es…
—Está bien —digo con un suspiro. Amo a mi hermana, pero santo cielo, solo
escucharla puede ser agotador.
—¿Qué?
—Está bien, hermana. Mereces ser feliz, y vivir juntos es la progresión natural de
una relación, o eso he oído. Por mí está bien.
—Gracias —dice alegre, envolviendo sus brazos alrededor de mí y
apretándome—. Eres la mejor.
—Ni siquiera cerca —le respondo, resolviendo apretarla aún más fuerte.
Estoy saliendo de la ducha cuando oigo la conmoción que viene del frente del
apartamento. Estoy corriendo por el pasillo, mojada, en nada más que un albornoz en
cuestión de segundos. Afortunadamente, fui lo suficientemente inteligente para llevar la
pistola al baño. Desafortunadamente, a juzgar por el chillido agudo de mi hermana, que
estoy segura que está despertando a cada perro en el vecindario, tal vez tenga que usarla.
—¡Esto es una locura! No puedes venir aquí. ¡Oye! ¡¿Qué clase de hombre de
mantenimiento eres?!
¿Hombre de mantenimiento? ¿Qué?
Espera…
—Necesito verla. ¿Dónde está?
—No puedes entrar aquí como si fueras el dueño del lugar, ¡oye! ¡Tus botas van
a llenar con barro la alfombra!
Para el momento en que entro a la vista, Legion se acerca a mí, con mi hermana
detrás de él. Me agarra por los hombros y se inclina para estudiar mi rostro.
—¿Te hicieron daño? Dime que te han puesto un dedo, y te juro que…
Sacudo la cabeza y me alejo de su agarre. No porque no quiera que me toque,
sino porque mi hermana parece que está lista para arrancarle la cabeza. Gracias a Dios
152
que la Glock está guardada en el bolsillo de mi bata.
b ata.
—Estoy bien, L. No me tocaron.
—Eden, ¿quién diablos es este? —Ella se acerca a mí, mirando a L con
desconfianza.
Mierda.

Obviamente, el acto bobo del hombre de mantenimiento no la engañó.


—Él es, um… él es…
es… —balbuceo.
—Soy su novio.
¿Novio? Oh, por el amor de Dios. Esa
E sa palabra ni siquiera suena bien tocando sus
labios.
—¿Novio? —repite mi hermana—. Eden no tiene novio.
Porque Eden no hace lo de novios. Yo era más el tipo de chica de tener sexo y
dejarlo. Las relaciones requieren intimidad, cercanía, vulnerabilidad. Ninguno de los
cuales me podía permitir.
—Ahora sí. —Entonces en un acto que hace que mi mandíbula golpee a la
alfombra, L extiende su palma—. Es bueno conocerte finalmente, Mary. Incluso bajo
estas circunstancias. Disculpa si te asusté.
Mi hermana echa una mirada a su mano extendida antes de que sus ojos
escépticos vuelvan a su rostro.
—Ujum. Entonces, ¿por qué me dijiste que eras el hombre de mantenimiento?
—Eden no estaba lista para que nos conociéramos todavía —explica él,
retractándose de su mano ofrecida sin ningún indicio de ofensa —. Ella es protectora
contigo, como tú lo eres con ella. Puedo entender y respetar eso. —La mentira es tan
suave que casi me encuentro asintiendo concordando con él.
—¿Y cuánto tiempo se han conocido?
Ante esto, él tiene el valor, el maldito valor, de mostrar una sonrisa con hoyuelos.
—Honestamente, parece una eternidad. Pero recientemente lo hicimos oficial, de
ahí la razón por la que ella quería que nuestro encuentro fuera correcto.
Desafortunadamente, cuando no pude localizarla antes, me preocupé. Hubo un
disturbio más temprano esta noche, cerca del restaurante en el que comieron. Tenía que
saber que estaba a salvo. Disculpa mi sobreprotectividad.
153
—De acuerdo. —Ella frunce los labios, todavía mirándolo de arriba abajo—. Así
que, sabes que salimos a cenar. ¿Sabes con quién fuimos?
Otra sonrisa desgarradora. Maldito sea.
—Confío en ella, como espero que ella confíe en mí. Mi única esperanza era que
pasara un buen momento volviendo a conectar con su hermana.
Ahogo una tos que extrañamente suena como chorradas.
—Claro —responde hermana, chupándose los dientes—. Entonces, L, ¿qué
haces?
—Soy promotor inmobiliario.
—Seguro que no pareces uno.
—Me dicen mucho eso.
—¿Eres de Chicago?
—No originalmente.
—¿Cuándo te mudaste aquí?
—Hace algún tiempo.
—¿Dónde vives?

—No muy lejos de aquí.


Mi hermana está disparando las preguntas, y L está derribándolas sin problemas.
Pero antes de que esto salte
salte al territorio de “¿Cuáles son tus
t us intenciones con mi
hermanita?”” finalmente encuentro mi voz e intercedo.
hermanita?

—Mira, en serio necesito hablar con L… en privado, por no mencionar ponerme


ropa antes de morir de frío. ¿Crees que podemos hacer esto en otra ocasión?
Hermana me mira, luego vuelve a L, aún sin confiar plenamente en él, pero hay
menos asesinato en su mirada.
—Bien. Vayan. Hablaremos más tarde.
Antes de que cambie de opinión y vaya a agarrar a Brenda, el bate, tomo la mano
de L y lo llevo a mi dormitorio, cerrando la puerta detrá
detráss de nosotros.
—¿Qué fue eso?
—Dímelo todo. Necesito descripciones detalladas, nombres, localizaciones. —
Está caminando de un lado a otro. Nunca lo había visto así, especialmente no
conmigo—. ¿Qué te dijeron? ¿Qué quieren?
—Cálmate, ¿de acuerdo? No querían nada. —No puedo decirle lo que me pidió
154
Crysis. No ahora, de todos modos—. Solo querían presentarse.
Deja de pasearse lo suficiente para volverse hacia mí, su expresión indescifrable.
—¿La Alianza?
—Sí. ¿Cómo supiste?
—Es su modo de operar. Están organizados, altamente entrenados. Perturban
nuestras cámaras alrededor de la ciudad para proteger su ubicación. No hemos sido
capaces de infiltrarnos con éxito sin arriesgarnos a exponernos. Y ese tipo con el que
estabas… todavía siento que lo conozco… no lo sé. ¿Leíste algo en él?
—Sí.
—¿Y?
—Al principio nada. Mira, L, sé que estás enojado por lo que pasó…
Entonces de repente, él está justo frente a mí, acariciando mi cara en sus enormes
palmas y envolviéndome en calor. Pasa un pulgar sobre mi labio inferior y silencia lo
que estaba preparada para decir.
—Mierda, Eden, podría haber vuelto
vuelto a perdert
perderte.
e. Si te hubie
hubieran
ran hecho daño… —
Su voz es tan penosamente desesperada, como si cada palabra fuera una pequeña
tragedia—. Quemaría esta ciudad hasta sus cimientos. Los cazaría uno por uno, y

desataría mil millones de años de venganza en cada alma que te pusiera un dedo encima.
El Infierno sería demasiado amable para ellos.
Ni siquiera parpadeo a medida que contemplo la angustia pintada en su rostro.
Cuando me habla así, como si fuera más que una partícula de polvo en su mundo de
mitos y fantasías, casi le creo. Quiero creerle. La rendición sería mucho más fácil.
—Estoy bien —susurro contra su pulgar—. Lo juro, solo querían hablar.
Me libera pero todavía se queda cerca.
—¿Por qué?
—Bueno… —Respiro profundamente, y mojo mis labios, saboreando todavía la
sensación de su piel. Tengo que darle esto, si no por su cordura, entonces por la mía. No
hay forma de que se lo cuente a alguien más—. Uno de los líderes de la Ali
Alianza
anza es… mi
padre.
—¿Qué?

—El Reverendo Joshua Harris. Es parte de la Alianza de los Ordenados. Según


él, por eso nos dejó a mi madre y a mí antes de que yo naciera. No era que no le creyera
a ella, sino que sabía que estaba diciendo la verdad. Y no quería tener que entregarme.
—Eso es… —Se pasa una mano por el cabello oscuro, buscando las palabras para
155
describir este espectáculo de mierda.
—Totalmente jodido, lo sé. Todavía lo estoy digiriendo. Todo este tiempo lo he
odiado por habernos abandonado. Ahora no sé qué sentir.
—Mierda. ¿Vas a volver a verlo?
Me encojo de hombros.

—No lo sé. También tenía mucho que decir sobre ti.


—¿Como qué? —Frunce el ceño, dando un paso atrás.
—Como armaste toda una mierda sobrenatural y extraña al marcarme, y por eso
pudiste controlarme en ese bar. ¿En serio? ¿Cómo pudiste hacer eso y no decirme?
Se aleja de mí y reanuda su paseo. Así que es cierto.
—No es como si pudiera controlarlo, Eden. Es más bien un ritual de
apareamiento; una manera de mantener a los demás alejados de los que hemos
reclamado. Y que suceda entre un demonio, un caído, en este caso, y un ser humano es
prácticamentee desconocido. Así que no te lo dije porque no sabía si…
prácticament

Se detiene y me mira, con una disculpa tácita en sus ojos.


Esa mirada…

Conozco esa mirada.


Es la misma que usó en ese sótano húmedo y frío cuando Lucifer recitó los
pecados que le arrancaron las alas. Fue como la última vez que lo vi antes de tomar la
mano de Lucifer y dejar que me llevara al Infierno. Culpa. El rostro que lleva está
pintado en gruesos tonos de culpa.
—No sabías si me reclamabas a mí o a Adriel.
—No, no es eso. —Sacude la cabeza, pero ya es demasiado tarde —. La habría
reclamado antes si estuviera destinado a ser así.
así. Simplemente… nada de esto ha ocurrido
antes, nunca.
Camino a mi tocador y saco algo de ropa para ponérmela. Siento a L acercarse,
pero no me toca. No creo que pudiera soportarlo si lo hacía.
—Eden, no creo que entiendas lo peligrosa que es la Alianza. Ahora que sabes
que su líder es tu padre, podrían tratar de usarlo como ventaja…
ventaja… te manipularán.
manipularán. Quiero
que seas inteligente, que estés a salvo. Puedes usar el sensor que llevabas en la casa del
Vigilante cuando no estoy cerca. Al menos podemos
p odemos rastrear tus movimientos.
—No hace falta —respondo duramente, todavía rebuscando entre los cajones.
—Estoy hablando en serio, Eden. Si insistes en vivir aquí, necesito saber que estás 156
fuera de peligro.
—No lo necesito, porque no estaré aquí. —Me doy la vuelta para enfrentarme a
él con mi brazo lleno de ropa—. Voy a regresar de nuevo.
—¿Qué? —susurra L, con una sorpresa de esperanza desinhibida en sus ojos.
Suelto un aliento resignado.
—Me voy a mudar de regreso.
Crysis me pidió que lo considerara, y le dije que no traicionaría al Se7en. Hace
dos minutos, todavía me sentía así.
Es curioso lo que solo una mirada puede hacer.
F ue aún más difícil intentar dejar a mi hermana otra vez, pero después de
explicarle que Ben y ella podrían querer su espacio, y que mentí
completamente
completame nte sobre mudarme con “Lily” (vomito)
(v omito) después de superar
nuestra disputa, pareció odiarlo menos. Ella todavía no estaba del todo convencida sobre
L, pero sugirió que tuviéramos una cita doble.
dob le. Lo cual me lleva a mi siguiente pregunta
difícil…
—¿Por qué le dijiste a mi hermana que eras mi novio? —exclamo,
interrumpiendo el suave zumbido del motor. L está conduciendo el Jaguar que Caín me
prestó. No pregunté cómo logró llegar al apartamento de mi hermana.
—¿Está mal? —responde, mirándome por el rabillo de su ojo.
—Bueno… por un la lado,
do, no sabía que estábamos
estábamos ju
juntos.
ntos. Como juntos-juntos.
juntos-juntos. ¿No
es algo que debes discutir con la otra parte?
157
—Bien. Vamos a discutirlo —sugiere casualmente.
—Espera, ¿qué? —digo, tropezando con mis palabras.
—Vamos a discutir la perspectiva de tú y yo estando juntos. Novio y novia, para
todos los efectos y propósitos.
—¿Puedes, por favor, dejar
dejar de decir eso? Novio, novia
novia…
… suena ridículo vin
viniendo
iendo
de ti.

—¿No es así como los humanos se dicen cuando están en una relación?
Me estremezco. El solo sonido de las palabras en su lengua me pone inquieta.
—¿Podemos… no hacerl
hacerlo?
o?
Alza una ceja pero mantiene sus ojos hacia delante.
—¿Pensé que querías discutir esto?
—Sí, pero… —Inhalo profundamente y exhalo mi exasperación por toda esta
ridícula, por no decir embarazosa, conversación —. ¿Por qué tenemos que etiquetarlo?
¿Novio? L, no creo que hayas sido jamás el novio de alguien en todo tu existencia. Solo
no parece correcto. Vamos, fuiste un arcángel,
arcáng el, luego un demonio… el demonio,
precisamente. Esa palabra es demasiado insignificante para siquiera describir quién eres.
precisamente.
—Para mí. Esa última parte es un trozo más de la verdad que no estoy dispuesta a
compartir.

Él se queda en silencio mientras reflexiona sobre mis palabras.


—Tienes razón —dice después de casi un minuto.
—¿Sobre qué?

—Nunca he sido novio de alguien. Nunca he sido nada para nadie, además de…
—Adriel. —Quiero arrancarme la lengua incluso cuando digo su nombre.
Se gira hacia mí, ignorando completamente el tráfico frente a nosotros, aunque
de alguna manera parece navegar por la carretera con facilidad. Me estoy preparando,
una mano agarrando el asiento de cuero mientras clavo la uñas en la puerta con la otra.
La última vez que estuvimos en un auto juntos, no terminó muy bien.
—Eden, tienes que creer que mis sentimientos por ti no tienen nada que ver con
Adriel. Mi interés en ti existió mucho antes de que siquiera supiera que ella habitaba tu
cuerpo. Y lo que creció entre nosotros desde ese punto nació de algo mucho más grande
que cualquier cosa que pudiera haber siquiera imaginado. Tú hiciste algo que tu mundo
mortal ha fallado por siglos: me sorprendiste. Y solo ese simple acto humano ha evocado
emociones que habían yacido dormidas desde mi caída de gracia. Lo que es esto… lo
que somos… es más grande que ambos, campeona. Es por eso que te reclamé.
Sus ojos expectantes todavía están sobre mí, brillando intensamente contra la luz 158
de la luna. No sé qué decir a eso. Pero la seriedad en esa mirada de plata, y la convicción
de sus palabras, quiero creerlo. Necesito creer en él.
Tan decepcionante como suena, susurro un tembloroso:
—Bien. —Es todo lo que ofrezco, aunque parece ser suficiente para él porque gira
de vuelta hacia la carretera. Sin embargo, alarga su mano y toma la mía del asiento de
cuero, deslizando su palma contra la mía hasta que nuestros dedos están entrelazados.
Y una vez más, soy atrapada por el calor, la fiera pasión y una sensación en mi pecho
que se siente como si pudiera rasgarme de par en par con la luz abrasadora.
Podría estar mintiéndome a mí misma, pero maldita sea si no es una hermosa
mentira.

—Amen.
Levantamos nuestras cabezas a tiempo para ver a Phenex levantarse.
—Quiero hacer un brindis —anuncia, golpeando ligeramente su copa—. Por
nuestro primer día de Acción de Gracias juntos. Y por Eden, quien ha elegido unirse a
nuestra pequeña familia disfuncional.
—¿Acción de Gracias? —pregunto rápidamente, sin querer interrumpir la rara
vibra alegre—. Pero es diciembre. Es casi Navidad.
—Lo sé. Pero verás, nunca antes sentimos la necesidad de celebrarlo,
considerando que es una festividad humana. Y ahora, tenemos un humano aquí para
celebrar con nosotros. Además, le da a Jinn la oportunidad de lucirse un poco. —Le
dispara un vistazo a su hermano y compañero
co mpañero de habitación, y lo juro, veo al demonio
de bronce ruborizarse.
—Bueno, espero que no hayas cocinado todo esto solo por mí, Jinn —digo, mis
ojos amplios absorbiendo el festín frente a nosotros—. Todo luce increíble, pero no
debiste haberte tomado la molestia.
Y así es. Pavo asado, jamón glaseado con piña, puré de patatas (casero, no de
esas hojuelas con sabor a cartón), relleno, salsa, batatas, judías verdes, arándanos,
zanahorias asadas con miel, y por supuesto, macarrón con queso. Sin mencionar, más
panes recién horneados y pasteles de los que probablemente comeríamos en una semana.
Jinn había estado trabajando sin parar desde anoche, y cuando pregunté qué estaba
pasando, fui rápidamente expulsada de la cocina. Ahora veo por qué. Nunca antes he 159
visto semejante festín, y si era por el valor de la sorpresa por lo que él lo había hecho,
ciertamente lo logró.
—Sabemos que esto es algo de lo que fuiste privada desde niña —explica Phenex,
con una sombría sonrisa en sus labios llenos —. Y como adulta, siempre te conformaste
con una cena de pavo en microondas viendo la televisión, dado que tu hermana siempre
trabajaba en las fiestas por el dinero extra. Todos estuvimos de acuerdo en que nunca es
demasiado tarde para crear esos recuerdos que te fueron robados. Y estaríamos honrados
si lo creas con nosotros.
Con lágrimas frescas brillando en mis ojos, susurro:
—¿Todos ustedes?
—Todos nosotros —afirmó con un asentimiento.
Puedo sentir los ojos de ella sobre mí desde el otro lado de la mesa, pero no la
miro. Cuando regresé a vivir con los Se7en hace dos semanas, se mostraron reacios a
permitir que Lilith y yo estuviéramos juntas en la misma habitación. Estaba bien con ese
arreglo, honestamente,
honestamente, pero podía decir que les costó mucho más a los otros. Así que le
aseguré a L que no le daría más puñetazos mientras se mantuviera en su línea y se
quedara
tendría lafuera de miprivacidad
suficiente espacio. Ypara
él mepromulgar
aseguró que ella jamás
cualquier otro estaría solameterse
plan para conmigo,
en ni
la
cama de él. Aparentemente, ellos le creyeron cuando dijo que estaba verdaderamente

arrepentida. Y aunque probablemente yo nunca estaría en ese lugar, traté jodidamente


de no hacerlo incómodo para todos los demás. Incluso si quería arrancarle los ojos cada
vez que tenía que mirar su jodidamente perfecto rostro.
—Gracias —me las arreglo para susurrar a través del enorme nudo en mi
garganta,, mis ojos cayendo en todos
garganta en Lilith. Jinn había trabajado tan duro por
menos
hacer esto especial para mí. De ninguna manera iba a arruinarlo con malicia, pero eso
no significaba que iba a ser falsa—. De verdad, esta es la cosa más dulce que alguien ha
hecho por mí.
—Sí, sí, mierda, nos amas mucho —gruñe Caín desde su asiento, al otro lado de
L—. En serio, ¿ya podemos comer?
Me río. Hace un mes, el tosco demonio cuya belleza estaba empañada por una
viciosa cicatriz que corría desde su labio hasta su oreja me aterrorizaba y molestaba.
Pero después de lo que hizo, dejarme ir con un poco de seguridad en mi bolsillo, había
aprendido a apreciar su brusquedad. Y a pesar de que pensaba absolutamente que todo
el evento fue orquestado por L, él no admitirá que Caín se lo dijo. Así que el demonio
que me dijo que
Enfrentémoslo, L memenoqueó
odiaba hasta las en
y estranguló entrañas se había
las primeras veinteencariñado
cuatro horasconmigo.
que nos
conocimos y mira en donde estamos ahora. Eso, o yo simplemente doy unas primeras
impresiones de mierda. 160
Miro a Legion, que me mira con un atisbo de lo que solo puedo describir como
adoración. Mientras que los otros tragan con exuberancia, él no parece ser influenciado
por la deliciosa muestra ante nosotros.
—¿No estás hambriento? —pregunto.
—Mucho —gruñe, su voz baja—. Pero no por nada en esta mesa.
Muerdo mi labio para contener mi sonrisa. Sé lo que está pasando por su mente,
y no tiene ni mierda que ver con el pavo.
—A menos que quieras poner ese bonito culo tuyo sobre la mesa —dice,
moviéndose más cerca para burlarse de mi oreja con su cálido aliento.
Suelto una risita.
Una risita.
Santa mierda, ¿qué está pasándome?
—Lástima —respondo juguetonamente—. Y realmente es de muy mala
educación. La gente come en esta mesa.
Que es exactamente lo que planeo hacer.
Oh, diablos. Este tipo realmente está tratando de corromperme.

—Diiissssscuuulpen —dice Caín desde el otro lado de la mesa, su boca está llena
de comida—. Hay oídos jóvenes e impresionables presentes. Dejen de ser asquerosos.
La gente está tratando de comer aquí.
De hecho siento como mi rostro acaba de estallar en llamas. Como legítimo fuego

saliendo
el uno al de mis
otro oídos. ¡Maldita
y compartimos unasearisita
su audición sobrenatural!
tímida entre dientes. Legion y yo nos miramos
—¿Patatas? —pregunta él, recogiendo una nube blanca y esponjosa.
Sostengo mi plato.
—Por favor.
Se toma la tarea de servirme hasta que mi plato está literalmente rebosante.
Todavía no se ha acostumbrado a los
lo s requerimientos del sustento humano. O se le olvida
que necesito comer regularmente, o piensa que como igual que él y sus camaradas
demonios. Hay una buena posibilidad de que limpien todo la mesa en una sentada.
—Estaba pensando que podíamos ver una película —sugiere L, cortando su pavo.
—¿No les toca patrullar?
—Yo no. —Desliza un tierno bocado en su boca y mastica suavemente —.
161
¿Alguna sugerencia?
Esto es una delicia. Desde que L intentó tener la temida conversación de novio-
novia, está haciendo un punto en tratar de salir. Raro, considerando que estamos
durmiendo en la misma cama desde el día en que nos conocimos, pero aprecio el
esfuerzo. El cortejo, me explicó, es una práctica puramente humana. La mayoría de las
criaturas sobrenaturales saben de inmediato si están destinadas a estar con el otro, ya
sea por pura gratificación física o más. Y aunque las actividades en nuestro dormitorio
son lo suficientemente calientes como para derretir la pintura de las paredes, tengo que
admitir, que he disfrutado salir con él. Es nuevo, pero agradable. Al menos con él lo es.
—Hmmm… ¿qué
¿qué tal Estigma?
Él entrecierra sus ojos, mientras sacudo mis pestañas juguetonamente.
—¿Qué? ¿No está en Netflix? ¿O Constantine? ¿Caído? ¡Oh! El Final de los días. El
gobernador está en esa —sugiero, completándolo con un verdaderamente malo acento
australiano.
—Muy graciosa, campeona. —Sonríe, su mirada oscureciéndose—. ¿Qué tal si
olvidamos la película y vemos una serie? ¿Lucifer está bien para ti?
Hago una mueca.
—Nah. Pero hay una película llamada Legion que he estado muriendo por ver.

Él me da una mirada aguda antes de sacudir su cabeza y seguir comiendo.


—¿Qué? —pregunto tímidamente—. Las cosas de profecías apocalípticas son lo
mío.
—Tú solo quieres usar mi cerebro para averiguar qué es un hecho y qué es ficción
—acusa, apuntándome con su tenedor—. Ni siquiera pudimos terminar un episodio
de Supernatural sin que me miraras con alegría en tus ojos cada cinco minutos.
—¡Oh, vamos! Esa alegría fue totalmente por Sam y Dean. Además, ¿no quieres
que esté bien informada?
—Estás más informada que la mayoría de los humanos.
—No. —Sacudo mi cabeza—. Informada, punto. Quiero saber todo. Sobre ti. Y
tu mundo.
—Eden… —Baja su tenedor antes de tomar también el mío. Luego recoge mis
manos en las suyas—. Tú eres mi mundo.

Me ruborizo, y cuando la incontenible euforia se vuelve demasiado difícil de


esconder, bajo la mirada de sus intensos ojos.
—No puedes decir eso. Apenas me conoces.
162
—Sé todo lo que hay que saber sobre ti —responde, dejando mis manos—. Y ni
siquiera tuve que ver una ridícula comedia sobre mujeres increíblemente
autocomplacientes tratando de hacer malabares con el amor, el éxito y la familia,
plagada de extenuantes bromas y clichés de la cultura pop.
Él vuelve a reanudar con su comida, pero mi mirada aguda se pega a su cabeza,
mi boca se estira en una sonrisa conocedora.
—Has estado viendo Las Chicas Gilmore, ¿no?
Él ni siquiera tiene el coraje de mirarme cuando exige:
—Come tu cena, campeona.
—E
ntonces, ¿qué se supone que debo usar para esta cosa?
Asomo mi cabeza desde el baño, con una
plancha todavía pegada a mi cabello.
—Algo lindo, pero no demasiado. Nada de
pantalones militares o térmicos. —A pesar de que luce condenadamente delicioso en su
negro asesino.
Legion arruga sus labios con contemplación y levanta dos camisas, estudiando
cada una con un ceño fruncido.

—¿Necesito corbata? Dime que no tengo que usar corbata.


Desenredo la plancha ardiente de mi cabello y casi salto a donde él está
est á parado.
Después de arrancar las perchas de sus manos y dejar las prendas de ropa sobre la cama,
envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. 163
—Relájate. Es solo una cena con mi hermana y su novio. No una entrevista de
trabajo.
—¿Estás segura de eso? —murmura, bajando aún más su cabeza, motivándome
a pararme sobre las puntas de mis pies.
—Yo diría que ya estás contratado. Demonios, eres el empleado del mes.

—Mmmmm… y ¿cuál es mi recompensa por por ello?


Deslizo mis brazos lentamente hacia abajo por su pecho, retrocedo unos cuantos
pasos sin prisa y tomo la banda de mi corta bata entre las puntas de mis dedos. Entonces
con mi mirada entrecerrada todavía en la suya, la desato, dejando caer la bata desde mis
hombros hasta el suelo. Sus ojos plateados parpadean con diabólica tentación a medida
que observa el modelo de encaje negro, cosido con hilo de plata que parece brillar contra
mi piel clara. El corsé es transparente, dándole un vistazo de mis pezones ya
endurecidos. Hay recortes a los costados, mostrando el descenso de mi cintura
curvándose en mis caderas bien formadas. La tela brillante se detiene en lo alto, dejando
solo una delgada tira para cubrir mi sexo, e incluso menos para contener mi trasero.
Siempre había estado acomplejada por mis curvas en el pasado. Pero la manera
en que Legion me mira, como si su único deseo en esta Tierra fuera arrancar cada pedazo
de encaje de mi cuerpo y dedicar su sola existencia a adorarlo por horas y horas sin
parar, me hace sentir como la mujer más sexi en el planeta.

Avanza y llega detrás de mí, manoseando mi culo mientras que también me jala
contra su pecho. Grito ante el impacto.
—Cuidado, campeona. O no estaremos yendo a ningún lado porpo r un buen rato —
gruñe, su voz baja y violenta en mi oído. Incluso contra el calor de su cuerpo, me

estremezco.
—No te lo permitiré
pe rmitiré —susurro.
Se ríe, oscuro y siniestro.
—¿Quién dijo algo sobre tú permitiéndome?
Cualquier otra persona estaría aterrorizada por este pequeño juego, pero
solamente despierta aún más mi excitación. Con
C on una mano sujetando mi parte trasera,
la otra viene para enredarse en mi cabello, tirando solo con la suficiente presión para
que mi cuero cabelludo punce.
—Vamos a llegar tarde —digo con voz ronca, a medida que pasa sus labios de
arriba abajo por la columna de mi cuello.
—Esa es mi intención. —Jala mi cabello al mismo tiempo que aprieta su agarre
en mi culo, provocando que gima—. Parece que también es tu intención.
164
—No lo es —miento.
—Apuesto a que si extiendo mi mano entre tus muslos, estarás empapada para
mí.
—No, no lo estaré. —Otra mentira.
—Oh, ¿en serio? —Alza su cabeza, se mantiene tan cerca que puedo sentir el
calor de su respiración—. Lo curioso de ser sobrenatural, Eden. Puedo olerte. Casi
puedo probarte. Miente, si debes hacerlo, pero ambos sabemos la verdad. Me deseas.
—¿Y? Tal vez lo hago. Pero a diferencia de ti, tengo un poco de autocontrol.
—Autocontrol, ¿eh?
La mano en mi trasero comienza a descender, hasta que está empujando entre
mis muslos desde atrás. La delgada y transparente tela es como una segunda piel, y el
mínimo toque sobre mi sofocante sexo me hace temblar.
—¿Qué estás haciendo?
—Solo relájate —instruye, su voz suave.
Presiona la palma de su mano contra mí, mientras sus dedos acarician mi clítoris
a través del encaje, solo con el peso suficiente para sentirlo ahí. Entonces de repente, su
mano es consumida con un calor que parece vibrar y fluir justo dentro de mí. Envuelve
mi interior, acunando cada terminación nerviosa con una cálida y palpitante presión que

me lleva al borde, pero me mantiene en un estado de cruel purgatorio. Es esa sensación


justo antes del alivio… la prolongación del más intenso orgasmo de mi vida. Jadeo,
arrojando mi cabeza hacia atrás a medida que intento moverme contra su mano, mi
cuerpo suplicando por solo un poco más, pero él me mantiene completamente quieta,
negándome la misericordia. Levanto la mirada hacia él con ojos suplicantes y veo las
esquinas de su boca curvarse en una sonrisa retorcida.
Y en un movimiento que solo puedo describir como pura maldad, da un paso
atrás, quitando su mano, todavía dejando su palpitante calor en lo profundo de mi
vientre.
—¿Qué. Fue. Eso? —Jadeo cuando la presión fluye y circula dentro de mí. Estoy
tan increíblemente húmeda, y la fricción del encaje sobre mi sexo solamente está
aumentando la sensación.
—Probar tu autocontrol. Ahora, deberíamos terminar de alistarnos. —Hunde sus
dientes despacio en su labio inferior, mirándome de arriba abajo—. La cena será
divertida.
Estoy ardiendo. Mi cuerpo está ruborizado de la cabeza a los pies. Y ese dolor
punzante irradiando, como un ardiente nudo de éxtasis inalterado, sigue latiendo dentro
de mí, llevándome justo al límite, solo para disminuir a un constante cosquilleo.
165
—No puedes… dejarme… así. Por favor. —Mi respiración está viniendo tan
rápidamente que siento que me puedo desmayar. No hay manera que pueda sentarme a
través de la cena así. Estaría retorciéndome en mi asiento y tratando de callar mis
gemidos mientras ondas de choques se extienden a través de mí.
Todavía con esa sonrisa de suficiencia, camina hacia mí, esta vez, ahuecando mi
sexo desde el frente. Solo ante la sensación de su mano, comienzo a temblar entre mis
piernas.
—Tranquila, nena. Me encargo de esto.
Otra ráfaga de calor, y la presión cede, pero solo un poco. Aún puedo
sentirla, sentirlo a él, aunque no es tan poderoso. Todavía estaré luchando por mantener
el control, pero al menos seré capaz de resistir la tentación de arrancar mi ropa y
acostarme sobre la mesa.
Con el poco orgullo que me queda, alzo mi barbilla y pongo una máscara de fría
indiferencia.
—Diez minutos. Nos vamos en diez minutos —declaro. Pero ni siquiera yo
puedo negar el temblor en mi voz.
treinta Me apresuro
segundo para arespirar
retocarentre
mi maquillaje
ataques deyagonizante
terminar mi cabello,
placer, misdeteniéndome cada
temblorosas manos
agarrando la encimera del baño. Cuando salgo a vestirme, encuentro a L sentado en la

cama, luciendo endemoniadamente


endemoniadamente apuesto de pies a cabeza en negro, muy parecido a
lo que usó en la mansión del Vigilante. Recuerdo pensar que él era fácilmente el hombre
más seductor que había visto esa noche, y ese sentimiento solamente se intensificó ahora.
Con su calor fluyendo a través de mí y sus ojos estrellados recorriendo mis curvas a
medida que me deslizo en mi vestido, siento como si él pudiera simplemente respirar mi
nombre y yo me vendría al instante.
Se acerca y levanta una copa de vino llena con líquido borgoña.
—Toma. Bebe. Ayudará.
Acepto la copa ofrecida de sus dedos y pregunto:
—¿Alguna bebida sobrenatural para hacerme alucinar?
Legion sacude su cabeza.
—Vino. Lo hará más fácil.
Frunzo mis labios en fingida desconfianza antes de tomar un sorbo. Es bueno.
Realmente bueno. Comparado con el vino servido cuando estaba en…
Bloqueo el pensamiento antes de que se manifieste completamente en mi cabeza.
Ya no había tenido más visiones de Lucifer. Incluso mis sueños estaban libres del 166
Diablo. Y se sentía… raro. Esa noche cuando él apareció sobre la cama mientras Legion
me follaba hasta dejarme sin sentido tenía que haber sido una casualidad. Tal vez solo
era un efecto secundario de estar en el Infierno. Seguía esperando su regreso, pero nunca
lo hizo, como si hubiera abandonado todo pensamiento de mí por completo.
co mpleto. Y si lo que
Legion dijo era cierto, si él de hecho me dejó ir, parecía que ya no me quería más.
Bien.
Tomo el vino para disipar cualquier y todos los pensamientos de Lucifer de mi
mente. No esta noche. Tras la asquerosa montaña rusa que ha sido mi vida durante el
último mes, solo quiero una noche normal haciendo lo que las parejas normales hacen.
Luego quiero venir a casa y tener sexo asombroso con mi anti-novio.
Después que la palpitación en mi sexo finalmente cesó y he conseguido meterme
en mis zapatos, voy a tomar mi bolso y noto que
q ue tengo un nuevo mensaje de texto.
Comprobando. ¿Podemos encontrarnos?
Escaneo las palabras rápidamente y meto el pequeño celular en el fondo de mi
bolso sin responder. Legion,
Legion, quien afortunadame
afortunadamente
nte no se entera de nada, se para en la
puerta del dormitorio, sosteniéndome abierto mi abrigo.
—¿Tienes todo? —pregunta.
Deslizo mis brazos a través de mi abrigo.

—Todo lo que necesito.


No sé durante cuánto pueda mantener esto.
Cuando me mudé, le dejé saber a Crysis que no robaría al Se7en. Pero tampoco
le había dicho a Legion sobre el agente de la Alianza mitad humano mitad ángel que
básicamente me había cha chantajeado.
ntajeado. Él sabía sobre el tiem
tiempo
po en el Inf
Infierno,
ierno, pero el resto
de la Alianza no, incluyendo mi padre. Y si ellos lo sabían, juró que estaría encerrada
de por vida, y por alguna razón, no quería que eso pase. Sin embargo, él me quería
infiltrada en el Se7en, usando su cariño hacia mí contra ellos, y con suerte, robar su daga
sagrada, el Redentor.
Lo cual es jodidamente ridículo.
En cambio, le ofrecí trozos de información, nada importante, solo lo suficiente
para mantenerlo tranquilo hasta que pueda llegar con un plan para salvar mi propio
trasero sin traicionar el Se7en. Lo lógico habría sido ir con Legion con las demandas de
Crysis. Pero sé que él habría provocado un infierno al tratar de defenderme, y no los
quiero enfrentándose contra la Alianza. Por extraño que parezca, quiero proteger a
Crysis, justo como él quiere protegerme. Nada de esto tiene sentido, lo sé. Pero ha
habido suficientes muertes en mi nombre.
Para el momento en que hemos llegado al garaje, todos los pensamientos de la 167
Alianza y traición se han ido. Legion toma mi mano y me lleva hacia su auto, un nuevo
Jaguar XJ, una réplica del que fue destruido en el desastre que causó Lucifer.
—Me encanta este auto —arrullo, hundiéndome en el lujoso asiento de cuero.
Aunque nunca he sido una amante de los autos, ese olor a auto nuevo es como un
afrodisíaco para mí.
—¿En serio? Te quejaste lo suficiente sobre viajar en él durante el camino a
Colorado.
—Eso fue diferente. Estabas tratando de torturarme con carne seca de pavo y
frituras de vegetales.
—¿Y ahora? —Me da una mirada de reojo, poniendo el auto en marcha.
—Ahora… iría a cualquier parte contigo. Pero solamente si yo elijo los aperitivos.
Y la música.
Aceleramos por los túneles subterráneos marcados con runas de magia Oscura.
Cuando llegamos a la calle, nos encontramos con grandes y esponjosos copos de nieve.
Hace un mes, me habría quejado y lloriqueado por tener que caminar por el congelado
y blanco fango, pero ahora, sentada junto a la criatura más sexi de la tierra, mi trasero
firmementealas
diminutas plantado sobre
de ángel un cálido
cayendo lo sasiento
de los de cuero, todotodo
cielos espolvoreando parece
contan hermoso,
brillante
b rillante como
suavidad.
Nunca me di cuenta cuán mágica era la ciudad de noche. Las vistas, los sonidos, las

personas… este es mi hogar.


hogar. Pero nunca me sentí totalmente así hasta ahora. Hasta
Legion.
—¿Qué? —pregunta, su voz profunda una suave caricia en el velo de la luz de la
luna.

Ni siquiera me había dado cuenta que estaba mirándolo fijamente. Sacudo mi


cabeza.
—Nada. Simplemente estoy…
estoy… feliz.
—¿Feliz? Es solo un auto. Puedo darte unos minutos a solas con él si quieres.
—No, listillo. —Lo golpeo juguetonamente en el hombro y pongo los ojos en
blanco—. Quiero decir, estoy auténticamente feliz. Han pasado semanas sin ningún
ataque, sin pesadillas locas, mi hermana y yo somos más cercanas que nunca, y Phenex
ha estado enseñándome a controlar mis impulsos. Diría que la vida es tan buena como
será para mí, y no estoy para nada molesta.
—Me alegro. —L sonríe, estirándose para darle a mi muslo un suave apretón—.
Entonces, ¿tus sesiones con Phenex han estado ayudando?
—Eso creo. Por supuesto, no he estado en ninguna parte para probarlo realmente,
pero considerando que no he asfixiado a Lilith mientras duerme, diría que voy bastante
b astante 168
bien. Además, la meditación
meditación con Jinn ccada
ada noche ayuda un montón. M Mee siento bastante
Zen.
Él se ríe despreocupado, en ese raro modo que hace que mi pecho se caliente.
Ojalá pudiera ver esos pronunciados hoyuelos que he pasado las últimas dos semanas
trazando con mi lengua. Estoy mirándolo fijamente otra vez y no me importa. EEsto
sto es.
Así es como se siente la dicha verdadera. Y antes de que escape, quiero capturarla en
mis palmas, embotellarla, y guardarla en mi pecho por
po r la eternidad.
Llegamos al restaurante, un pequeño y romántico lugar que L sugirió, antes que
mi hermana y Ben aparezcan. Cuando entramos, junto con el increíble olor de especies
e species
y panes recién horneados, un hombre mayor con piel del color de los centavos pulidos
nos saluda calurosamente. Él habla con L en su lengua natal, y cuando L responde sin
problemas de la misma manera, estoy más que impresionada. No porque L hable
amárico. Sino porque el anciano parece cariñoso con L y ni siquiera mínimamente
intimidado. Es como si lo conociera personalmente, lo cual parece como un acto de
intervención divina cuando se trata de L. He dormido junto a él durante el último mes,
ofreciéndole mi cuerpo y alma, y sí, aunque nos hemos vuelto más cercanos, es difícil
sentir que en realidad lo conozco. Y considerando que es un ángel caído de billones de
años convertido en un demonio asesino, ¿alguna vez lo haré?
Plasmo una sonrisa y agradezco al anciano después que nos conduce a una íntima
mesa en la parte trasera. Ya hay unos cuantos comensales aquí, pero nuestra área parece
deliberada. He estado con los Se7en el tiempo suficiente para saber que nada es una

casualidad. Hay un camino visible hacia la entrada y hacia la puerta de atrás que dirige
a la cocina. También hay una media pared que bloquea nuestra mesa parcialmente,
perfecta para esconder armas. No me sorprendería si hay una salida de emergencia que
dirija hacia el callejón detrás del edificio.

—Esto
el menú. es lindo.
Legion No sabía
ha ordenado unaque eres fan
botella de de la para
vino comida etíopeaunque
la mesa, —señalo,
no levantando
es un gran
bebedor. Beber es pecar y hace eso mucho conmigo.
—Creí que te gustaría probar algo diferente. De hecho, fue Jinn quien me
presentó el lugar. Hemos conocido a Sami y a su familia por un tiempo ya. Son buenas
personas.
Me lo quedo viendo mientras él sopesa el menú. Sé que puede sentir mis ojos
sobre él, pero no lo reconoce.
—¿Ellos… ellos saben?
L voltea la plastificada página del menú.
—He conocido a Sami desde que él era un niño. Su padre era dueño de este
restaurante cuando era solo una pequeña cocina con un par de destartaladas mesas.
Sospecho que sabe que nosotros no somos meramente mortales considerando que no
hemos envejecido en las últimas seis décadas. No hace preguntas sobre nosotros, y 169
nosotros no ofrecemos ningún tipo de explicación.
La realidad es como un puñetazo en el estómago, quitándome el aire.
Cuando mi silencio creciente se vuelve demasiado incómodo para ignorar, L se
gira hacia mí, frunciendo el ceño ligeramente.
—¿Pasa algo?

Bajo el menú que no estaba leyendo, mis ojos fijos en mi vaso de agua.
—No envejeces.
—No.
—Bueno… yo sí.
Estoy completamente inmóvil hasta que siento las puntas de sus dedos, cálidas y
sorprendentemente
sorprendenteme nte suaves, tocar mi mandíbula guiándome a enfrentarlo.
—Hay muchas cosas en tu vida humana que son impredecibles. La muerte no es
una de ellas. Sé agradecida de que a su tiempo, estarás descansando de los males de tu
mundo y encontrarás la paz eterna. La muerte es un regalo, Eden. Uno que yo envidio
mucho.
Aturdida, simplemente lo miro, incapaz de encontrar las palabras para decirle
que se equivoca. La muerte no es un regalo. No a donde voy.

Separo mis labios para intentar decirle justo eso, pero antes de que pueda,
escucho la cantarina voz de mi hermana cuando elogia a Sami por el hermoso arte
africano puesto alrededor del restaurante. Él responde en perfecto inglés a medida que
conduce a mi hermana y a Ben a nuestra pequeña área apartada. Cuando se acercan, L
se pone de pie.
—Mary, que agradable verte de nuevo. —Sonríe cálidamente. Extiende una
mano hacia Ben—. Es bueno conocerte finalmente, Ben. Por favor. Siéntense.
Ben estrecha su mano, pero puedo decir que está un poco más que nervioso por
el tamaño de L y su dominante presencia. Mi hermana, no tanto. Después de agradecer
a Sami antes de que se escabulla a la cocina, ella aprieta sus labios y entrecierra sus ojos.
—L, seguro te arreglaste bien. Esto es definitivamente una mejora. —Toma
asiento frente a mí, dejando a Ben en el asiento opuesto al de L. Creo que el pobre chico
acaba de tragar audiblemente.
Girándose hacia mí, esos ojos plata brillando con alegría, le responde:

—Tu hermana tiene una manera de hacerme querer ser un mejor hombre.
Me sonrojo como una colegiala y me vuelvo hacia hermana, disparándole una
mirada que dice sé amable. Lo cual es loco considerando que normalmente ella es
quien me da esa mirada cuando sea que me necesita en mi mejor comportamiento. 170
A tiempo, Sami regresa con el vino y un plato de variadas y brillantes salsas
coloridas y condimentos servidos con un tipo de pan plano, todavía flotando rizos de
vapor del horno. Todo luce delicioso, aunque un poco intimidante.
—Vaya —remarca hermana, observando la extensión ante nosotros —. Luce
increíble. He vivido aquí toda mi vida, pero nunca supe sobre este lugar.
—Un tesoro escondido —responde L, su voz teñida de un optimismo que nunca
antes he escuchado. No puedo decir si todo es un acto para hermana, o si es cariño
genuino por el restaurante y su propietario.
p ropietario.
Luego en un acto que casi hace los ojos de mi hermana salir de su cabeza, L toma
un trozo de pan, pone encima un poco de salsa, lentejas y pequeños trozos de carne y lo
trae a mis labios.
—Abre. —Él susurra esa única orden como si estuviera pidiendo permiso al
húmedo espacio entre mis muslos. Mi cuerpo hormiguea ante el sonido de su sensual
tono.
Hago como pide y desliza la comida en mi lengua, picante, rica y exótica. Gimo
de satisfacción.
—Buena, ¿cierto?

Solamente puedo lograr un simple asentimiento a medida que lo observo lamer


los restos de sus dedos, sus ojos bajos y puestos en mí.
Pasan casi sesenta segundo antes de recordar que no estamos solos, y cuando
miro hacia mi hermana y Ben, ambos están pasmados con sus bocas abiertas.

—Coman —dice L, rompiendo sus miradas raras—. Espero que les guste el
picante.
Tengo que morder el interior de mi mejilla para evitar reír. Esto debería ser
interesante.

Para el momento en que Sami trae el segundo plato, este ofreciendo cordero,
pollo y carne, no soy la única comiendo de la palma de la mano de L. Aparentemente,
algún chico ha hecho su tarea. Él gana el voto de Ben con su conocimiento de deportes,
especialmente su equipo favorito de béisbol, los Cubs y su épica victoria en la Serie
Mundial, la cual Ben considera “un acto de Dios”. Luego adula a mi hermana
preguntando por su trabajo en el hospital, incluso llega a agradecerle el servicio y 171
sacrificio que hace a la sociedad. Y cuando habla sobre su participación en obras de
caridad y fundaciones por la ciudad, especialmente esas que benefician a jóvenes
desplazados y con problemas, en verdad no sé si debería reír o besarlo. Estoy
auténticamente impresionada. Está dando en el blanco, y es demasiado difícil no estar
completamente encantada por él.
—Entonces L, déjame saber cuándo quieras ver un juego, hombre —dice Ben
mientras nos deslizamos en nuestros abrigos.
Hemos terminado una increíble cena, una que Sami se negó a cobrar cuando
pregunté. Aparentemente,
Aparentemente, ya había sido pagada. No es que me sorprenda.
—Lo haré. Estoy seguro que a las damas les gustaría una tarde con nosotros fuera
de su camino. —Se inclina para poner un suave beso en mi sien.
—Estoy segura que podemos encontrar algún problema en que meternos. —
Hermana me da un guiño.
Sé que voy a tener un sermón después. Durante el último par de semanas, he
estado rogándole que le dé una oportunidad a L y ahora que lo ha hecho, estoy segura
que tendrá un montón que decir del tema. Y por más molesto que eso pueda parecer,
estoy emocionada al respecto. Nunca hemos tenido eso. Ella siempre ha sido abierta
conmigo sobre sus relaciones, pero yo nunca he tenido nada que valga la pena compartir.
Nunca hablamos de chicos al crecer. Ella nunca me hizo sentir mal por eso, pero puedo

decir que es algo que siempre quiso, esa cercanía. Y aunque no puedo decirle todo,
puedo darle esto, lo que sea esto entre L y yo.
—Espero que no haya sido tan horrible —digo, después que nos hemos despedido
de ellos y están en la seguridad de su Ford Focus.
L activa el encendido automático del Jag y abre la puerta para mí.
—¿Por qué pensarías que fue horrible?
No respondo hasta que está en el asiento del conductor.
—No lo sé. Esto es nuevo para ti. Caray, es nuevo para mí. Te lo dije… nunca
antes he hecho esto.
—¿Comer comida etíope?
—No. Salir en una cita —respondo antes de añadir rápidamente—: Eso es lo que
estamos haciendo, ¿verdad?

—Me gustaría pensar que estamos haciendo más que salir en una cita.
Me giro para mirarlo en la oscuridad, su perfil oculto en sombras y misterio, y
recuerdo sus palabras de antes. La muerte no será
s erá un regalo, no si él sigue vagando por
esta tierra. No si él no está conmigo. En tan poco tiempo, se ha convertido en un soporte 172
permanente, e imaginar una vida, incluso una más allá, sin él parece imposible. Solo me
recuerda aún más que todo es temporal.
Incluso yo.
Especialmente yo.
—¿Hay más que esto? —susurro, tan bajo que no estoy segura que pueda oírme.

Las luces
de simples rayasde la calle
rojas fluyenCuando
y verdes. a través finalmente
de las ventanas tintadas,
habla, su voz pintando
está llenasuderostro
una
emoción innombrable, una que no puedo describir, pero algo que sin duda he sentido en
este corto tiempo que he llegado a preocuparme por él.
—Tú eres más, Eden. Tú eres todo lo que he estado buscando, por lo que he estado
luchando. Tú eres mi cielo.
—¿C onfías en mí?
L levanta una ceja precavida a medida que
inspecciona la venda colgando de mi dedo.
—¿Es una pregunta capciosa?
Con una mano en mi cadera vestida de encaje, pongo los ojos en blanco y replico:
—Oh, vamos. Después de ese pequeño truco que hiciste antes de la cena, me
debo un poco de diversión. No te lastimaré. Lo prometo.
—¿Y si digo que no?
—Entonces esto —digo, rozando lentamente una mano desde la parte superior
de mis pechos hasta la mitad de mi muslo desnudo —, se va a desperdiciar. ¿Qué va a
ser, grandote? 173
Lo miro mientras reflexiona mi proposición a medida que su mirada de párpados
caídos deambula por mi cuerpo con poca ropa. La manera en que me mira, como un
hombre hambriento en un buffet, mierda, puede que me salte la venda completamente
y lo deje tomarme como él quiera.
L se reclina en la cama, sus codos soportando su peso. Una siniestra sonrisa se
desliza sobre sus labios.

—Haz lo peor que tengas, campeona.


Mi estómago se revuelve con los nervios, camino hacia delante y apoyo una
rodilla sobre el borde de la cama, justo entre sus piernas. Me arrastro sobre su cuerpo,
con cuidado de no ceder al impulso abrumador de montarlo.
—Inclínate hacia delante —instruyo, mi voz ya ronca con excitación.
Hace como le digo, haciendo que su pecho roce contra mis pezones erectos en un
acto de desafío tentador. Contengo el escalofrío que toma mi columna vertebral, y en su
lugar, lo empujo sobre su espalda y trabajo en los botones de su camisa, cuidando
prolongar la tarea para nuestra tortura. Muerdo mi labio para evitar inclinarme hacia
delante y degustar cada pedazo de su pecho expuesto. Quiero deslizar mi lengua sobre
los bordes
piel de sus abdominales
chisporrotea y trazar
bajo mis dedos, la V quemás
volviéndose se vacaliente
estrechando enmás
cuando sus pantalones. Su
abajo viaja mi
toque. Cuando llego a la hebilla de su cinturón, siento que puedo entrar en combustión.

—¿Pasa algo? —se burla.


Levanto la mirada para echar un vistazo a su sonrisa astuta.
—Sé lo que estás intentando hacer. Y no funcionará.

—No
seré feliz tengo elidea
de tomar lo que
control quieres
desde decir. Pero si crees que no puedes manejar esto,
aquí.
Le doy un tirón rápido a su cremallera en advertencia,
advertencia, abriendo el botón superior
de sus pantalones.
—¿Asustado?
—¿De ti? —Traga, y miro con fascinación sensual mientras su pronunciada nuez
de Adán se mueve sobre su garganta expuesta—. Aterrorizado.
Sus palabras entregadas, junto con su tono embriagador, intensifican mi hambre
por él, y bajo de golpe sus pantalones por sus piernas y los arrojo al otro lado de la
habitación. Mis planes de tomarme mi tiempo con su ajustado bóxer negro se
desvanecen con una visión de la muy apetecible erección tensada contra el tejido
apretado. Se los bajo por sus muslos, liberando su gruesa y deliciosamente larga polla de
la prisión de su tela. Él gime cuando el aire frío golpea su carne ardiente, sin embargo
no se mueve. Toco con mis dedos la cabeza hinchada con simples roces. 174
Lento, me digo. Tranquilízate. Pero es tan difícil resistirse a su cuerpo cuando está
prácticamente rogando por mis caricias y mi lengua. Acerco mis labios a su punta y le
doy una suave succión, pasando suavemente mis dedos de arriba hacia abajo por su
rígido eje. Legion me agradece con otro gemido gutural, así que chupo un poco más,
pasando mi lengua sobre su gruesa cabeza. Unto la pequeña gota de su dulce salitre
sobre mis labios antes de lamer cada gota.
—Sabes —jadeo entre lamidas
lamidas codiciosas—, delicioso.
—Entonces deberías tener un poco más —dice con voz ronca, doblando sus
caderas para encontrar más de mi lengua.
Le doy toda mi boca, tragando cada centímetro de anchura que puedo manejar.
Se queda quieto, saboreando la sensación de cada hambriento tirón, y gruñe de placer a
medida que lo chupo con un ardor febril antes de soltarlo con un rotundo sonido hueco.
—No pares —ordena. Sus manos sujetando las sábanas en señal de frustración.
—Quédate quieto.
Reanudo mi asalto sobre su cuerpo al besar
be sar mi camino hasta sus muslos y sobre
los bordes duros de sus abdominales. Hago una pausa para lamer y burlarme de sus
pezones, teniendo mucho cuidado al trazar con mi lengua la marca de los Se7en que
cubre su pectoral izquierdo. Se estremece cuando mi lengua golpea las delicadas plumas
tatuadas en su piel y se curva alrededor para encontrar su clavícula. Una vez que he

besado un sendero a su mandíbula, guio una de sus manos para ahuecar mi pesado
pecho a través del cordón de mi corpiño. Dirige su palma reflexivamente sobre mi pezón
puntiagudo antes de pellizcarlo suavemente entre sus dedos.
—¿Quieres probarlo? —susurro en su oído, mi respiración saliendo en forzados
jadeos.
Ni siquiera termino la pregunta antes de que él gruña un decisivo:
—Infiernos, sí.
Deslizo hacia abajo la parte superior de mi corpiño y me inclino para suavemente
tocar mi pezón con sus labios expectantes. Se lanza con avidez al segundo que me siente,
succionando mi pecho en su boca y jadeando de placer. Solo le doy unos segundos antes
de obligarme a retroceder y apartarlo.
—Eso es suficiente por ahora —digo, reuniendo todo mi autocontrol mientras
deslizo los tirantes sobre mis hombros —. Se bueno y podría darte más.

PremioUn
su ruido retumba con
cumplimiento en elun
fondo
besode
ensu
susgarganta y se instala mi
labios, deslizando nuevamente en lalacama.
lengua contra suya
en una danza lenta y rítmica. Tomo su aliento, alimentando su vida con la mía por lo
que parecen horas. Él acuna mi culo, deslizando sus dedos bajo la tira de encaje que
apenas cubre mi carne sensible. 175
—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunto contra sus labios.
—Lo que quieres que haga. —Me jala más cerca, moviendo mi cuerpo por lo que
ahora estoy a horcajadas sobre él.
—No dije que podías tocarme.
L mueve sus caderas contra las mías, mi sexo cubierto de encaje ruborizado
contra su pene rígido. Él pulsa violentamente entre mis muslos.
—Entonces dime que no. —Masajea mi culo, haciendo que me balancee contra
él desde la raíz a la punta—. Dime que me detenga, Eden.
Estoy sin aliento, sin sentido. No podría hacer que mis labios le dijeran que se
detenga incluso si quisiera.
Lleva una mano hacia mi pezón a medida que la otra presiona ligeramente contra
mi hendidura. Mierda. Junto con la fricción contra mi montículo húmedo e hinchado,
podría venirme ahora mismo.
—Dime que esto no se siente bien. Miénteme y dime que no estás empapando mi
pene ahora mismo. Vamos.
Sus palabras son como erotismo eléctrico, enviando espasmos de placer a cada
zona erógena. No solo lo siento entre mis piernas. Él está en la parte trasera de mis

rodillas, lamiendo con llamas carmesí. Está en la base de mi columna, castigándome


con un hormigueante calor. Es un susurro en mi vientre, respirando todas mis más
profundas, más oscuras fantasías.
Lo siento en mi sangre, en mis huesos. En este momento, con mi cuerpo
moldeado
manchandoalmi
suyo, él es
vientre conla venganza
vida misma. Y cada
y lujuria, mesegundo
sumerjo que no más
mucho está profundo
dentro deenmí,
la
muerte.
—Rásgalo —llego a gemir—. Rasga la maldita cosa.
La hermosa lencería se convierte en delicadas tiras de cintas de encaje en solo
tres segundos. L me vuelca sobre mi espalda, monta mis piernas sobre sus hombros y
empuja dentro de mí con tanta pasión que grito en una mezcla de placer consumidor y
una sacudida de dolor. Sus empujes son profundos y desesperados, como si necesitara
tocar cada parte de mí desde el interior. Como si su misma existencia dependiera en
marcarme en la forma más íntima. Agarra mis caderas, jalándome con cada golpe
devastador. Sus gruñidos y gemidos son un grito de guerra, mezclándose con mis
lloriqueos y gemidos. Creamos la más erótica y embriagadora melodía. Dos almas
trágicas muriendo para que podamos renacer dentro del otro.
Esto no es sexo. No es hacer el amor. Es follar. Se está follando mi odio. Se está
follando mi dolor. Y de muchas maneras, tantas maneras conmovedoramente
conmovedoramente hermosas; 176
Legion se está follando mi amor.
A través de la pasión torturante nublando mis sentidos, levanto la mirada hacia
él, mirando su ceño fruncido mientras dedica cada pensamiento a mi cuerpo. Estudio
los ángulos de su mandíbula, apretada con el esfuerzo de reducir la velocidad, a solo una
mera velocidad lenta impidiendo que me venga todavía. Veo con asombro sus ojos
entrecerrados de tormenta gris, esmaltado en éxtasis, mientras viajan por mi cuerpo
desnudo y tembloroso.
Desearía poder tener esto para siempre. Desearía poder revivir cada momento de
este día como si fuera nuevo, para que así pudiera sentirme siempre así de adorada, así
de atesorada, así de hermosa. Podemos no tener la eternidad, pero ahora mismo, a
medida que él se impulsa violentamente dentro de mí mientras la primera señal del
orgasmo nos rompe, soy inmortal.
Sus manos en mis caderas se vuelven desesperadas, casi bruscas, cuando bombea
bo mbea
dentro de mí, vaciando cada gota de su alma devastada. Me arqueo completamente de
la cama mientras exorciza mi propia liberación violenta, tan alto que siento que estoy
disparándome a través de turbulentas galaxias púrpuras, moteadas de estrellas brillantes.
Cuando finalmente caigo de su paraíso infernal, estoy ubicada con seguridad en
los brazos de L. Ni siquiera lo recuerdo llevándome a la cabecera de la cama y
envolviéndome con el edredón. Él besa mi frente y lo siento sonreír contra mi piel.

—¿Qué? —pregunto, mi voz cruda.


—Nada. Simplemente estoy…
estoy… feliz —responde, reflejando las palabras que le dije
antes. Pero la forma en que laslas dice, como si fuera una pregunta… como si el
pensamiento de la felicidad fuera un simple mito, una fantasía, para alguien como él.
Un ángelelexpulsado
Legion, del Cielo,
Coleccionista solo para
de Almas pasar
Caídas la eternidad
y ahora, como lodeque
el Guardián mi desprecia.
Corazón
Devastado.
—Sabes, si sigues hablando así, podrías
p odrías comenzar a convertirte en humano —me
burlo, antes de dejar un suave beso en su pecho.
—¿Y eso sería tan malo?
Levanto mi cabeza para estudiar su expresión.
—Estás bromeando, ¿cierto?
—No lo sé. Tal vez.

—¿Por qué? ¿Por qué alguien, especialmente tú, un ángel caído, querría ser
humano? Eres tan poderoso, tan valiente. ¿Por qué abrirte a la vulnerabilidad,
enfermedad… dolor?
Me mira fijamente, esos ojos suyos de párpados pesados e iluminados por
177
estrellas sin revelar nada. A regañadientes, coloco mi cabeza contra su pecho con la
esperanza de que podamos recuperar la comodidad de momentos antes. Su mortalidad
no es de mi incumbencia. Ni siquiera soy su novia oficialmente. He sido su prisionera,
su protegida, su amante. Antes me dijo que yo era su cielo. ¿Qué significa eso? ¿Y por
qué parece tan increíblemente aterradora esa responsabilidad?
—La inmortalidad no te exime del dolor.

Sus palabras se deslizan directamente hacia mi corazón. Contengo mi aliento,


esperando a que continúe.
—En todo caso, solo te consume hasta que el dolor de la pérdida llega a ser tan
grande que te conviertes en una cáscara de lo que eras. Vacío, desesperado, buscando
algo… cualquier cosa, para distraerte de la agonía constante. Incluso si sabes que la
alternativa solo cortará tu alma en dos, dejando la mancha del pecado y la iniquidad.
Pero lo haces de todos modos, porque la ira es más fácil que sentir dolor.
dol or.
—Caíste por ella. —Adriel. Debería haberlo sabido. Ella siempre está aquí. En
esta cama, entre estas sábanas, en mi cabeza… en su corazón. Mi propio fantasma.
—No, Eden. —Sus cálidos dedos trazan mi mandíbula y mi mejilla, alzando mi
cabeza para mirarlo—. No caí del Cielo por Adriel. Caí debido a ella. Pero caería… por ti.
Si tuviera que hacerlo todo otra vez, caería por ti, Eden.

Con mis ojos brillando con emoción que aún ni siquiera entiendo, abro mis labios
temblorosos y le doy una pizca de verdad tímida, orando que no lo rompa y lo astille en
su palma.
—Creo que yo ya he caído.

178
L a cálida luz del sol acaricia mi mejilla a últimas horas de la mañana,
despertándome del sueño. Legion no está aquí, pero todavía siento su
calidez impregnada en la funda de la almohada a mi lado mientras paso
mis dedos sobre la suave seda. Mi piel está bañada en su aroma: masculino y fragante,
como un fósforo encendido. Y entre mis piernas, todavía vive, aún palpita con la misma
pasión incontenible que desató en mí hasta que mi cuerpo entero tembló y mi voz se
volvió ronca con mis gritos. Hasta que la luz y el
e l color estallaron dentro de mis venas y
encendieron cada terminación nerviosa con dinamita brillante.
b rillante.
Me recuesto de nuevo y me hundo aún más en los abrasadores recuerdos de la
noche anterior. Saboreando a Legion, deleitándome en los sonidos que él hacía a medida
que me entregaba su cuerpo, dejándolo tomar el control una vez más y castigándome de
la manera más deliciosa posible. Dios, fue tan jodidamente…
jodidamente … cacaliente.
liente. Pero no
solamente fue su cuerpo lo que me dejó llena a reventar. Fueron sus palabras… lo que
dijo y lo que le dije a cambio. No sabía que alguna vez podría ser así de vulnerable con 179
nadie. Nunca. Y ahora que he desnudado mi cuerpo y alma, tal vez debería dejar de
bailar alrededor de mis deseos y ser sincera. Solo que no sé cómo puedo lograrlo y aun
así quedarme con él. Y no estoy dispuesta a dejar ir la ilusión. Todavía no.
Mi cuerpo se siente flojo y lánguido, con solo un toque de dolor entre mis piernas.
Salto hacia la ducha, poniendo el agua tan caliente como puedo soportar y rápidamente
me lavo y enjuago. A pesar de que podría pasar una hora bajo el chorro de vapor, hay
algo que necesito hacer. Y ese algo tiene que hacerse antes que Legion regrese de su
turno de patrullaje. Después de secarme con una toalla y tragarme mi píldora
anticonceptiva (cortesía del doctor Phenex que me las dio cuando regresé a la casa de
los Se7en), me pongo mis jeans apresuradamente, un suéter ajustado y botas.
—¿Vas a alguna parte? —pregunta Toyol cuando llego a la sala de estar. Está
situado frente a la televisión, con un control de Xbox en sus manos.
—Voy a reunirme con mi hermana para el almuerzo. No tardaré. —No es del
todo mentira. Desde que regresé, me he asegurado que mi hermana sea un elemento
permanente en mi vida, y no me han negado eso.
—Anoche nevó. Los caminos probablemente están resbaladizos. ¿Necesitas que
te lleve?
—Nah, puedo manejar un poco de nieve. —Sacudo mi cabeza—. Me encargo.
—Acaricio mi bolso, indicando
indicando que no estaré desarmada… solo por si acaso, por
supuesto.

Toyol frunce el ceño.


—¿Segura? No me importa.
—Estoy segura. Estaré de regreso en un par de horas. Le avisas a L por mí, ¿de
acuerdo?
Me dirijo a la puerta antes de que él pueda
p ueda acribillarme con preguntas. Sé que es
solo por preocupación hacia mí, pero no ha habido una amenaza en semanas, no desde
que regresé del Infierno. Y si van a insistir en que no soy una prisionera, no puedo actuar
como una. Necesito seguir con mi vida, incluso encontrar un trabajo. No puedo hacer
eso de calentar la cama de Legion día y noche, tan tentador como suena.
Tomo el pequeño Jag que tomé prestado antes. L insistió en que es para mi uso
siempre que pueda necesitarlo y se negó a tomar las llaves de regreso. Como Toyol
sugirió, las carreteras están un poco resbaladizas, pero llego al pequeño y discreto bar
sin incidentes. Y después de estacionar una cuadra lejos al igual que la semana anterior,
respiro hondo, arreglo mi cabello y domino el nerviosismo culpable de mi rostro.

—Qué bueno de tu parte aparecerte —se burla Crysis. Está sentado en un taburete
en el extremo más lejano del bar vacío, dos tarros de cerveza sin tocar delante de él.
—Que no se te olviden las bragas
b ragas —disparo en respuesta, enfocando mis ojos en
las cervezas—. Un poco temprano, ¿no crees? 180
El apuesto híbrido ángel-humano rubio se encoge de hombros.
—He estado despierto toda la noche. Es tarde para mí. Siéntate.
Hago como él ordena, pero no sin murmurar “Maldito mandón” en voz baja,
sabiendo que él escuchará. Él se ríe oscuramente y desliza un tarro delante de mí.
—Entonces, ¿qué hay de nuevo, Eden? ¿Disfrutando de la vida como una mujer
mantenida?
—¿Celoso? —replico, tomando un sorbo de cerveza espumosa—. Además, ¿no
es eso lo que querías?
Crysis se encoge de hombros y toma un trago de su cerveza. Después de unos
momentos de silencio, se guarda la actuación de idiota sarcástico y me informa
silenciosamente:
—Rev todavía está preguntando por ti.
Deslizo el tarro a un lado y le doy mi atención completa.
—¿Preguntando qué sobre mí?
Otro encogimiento de hombros.
—Si estás a salvo… feliz. En serio quiere verte otra vez.

Sacudo mi cabeza, insegura de qué decirle.


—No lo sé. Hace dos semanas, estaba resignada al hecho de que no tenía un
padre. Y ahora que sé que lo tengo y ha sabido de mí todo este tiempo, no puedo decir
qué tipo de relación puedo tener con él a estas alturas, especialmente teniendo en cuenta
mi participación con el Se7en.
—Pero estás a salvo, ¿no?
—Lo estoy. Sin informes de ataques o atentados contra mi vida. Y he estado
trabajando en controlar mis habilidades y canalizar mi ira.
Crysis asiente, su expresión ilegible.
—¿Eres feliz?
Ante eso, una sonrisa inesperada encuentra su camino en mis labios a medida
que relato las últimas semanas. Volver a caer en los pasos con los Se7en fue más fácil de
lo que esperaba. No hicieron un gran problema sobre mí yéndome y regresando,
teniendo en cuenta
no dicha que Legionque meteníamos
y yo fui durante
comoapenas
algo veinticuatro
normal, como horas. Y trataron
si siempre hubolaalgo
relación
entre
nosotros. Seguro, noté las miradas burlonas que los otros chicos le daban cuando
pensaban que yo no estaba mirando, pero esa era una respuesta, sino humana, normal.
En realidad, la parte más rara de todo era que parecían tan normales con mi presencia. 181
Yo, una chica humana, una vez de los Llamados, habitada por el alma de un ángel/ex
amante de L, y arrastrada fuera del Infierno donde era la preciada mascota de Lucifer.
No había absolutamente nada normal en toda esa mierda.
Pero lo es, en cierta forma. Y a pesar de que lo que estoy sintiendo no es en
absoluto normal para mí y todo mi equipaje, se siente jodidamente bien.
—Lo soy —respondo sinceramente.
Crysis no responde inmediatamente, solo sigue mirando su vaso con
condensación como si existe algún significado más profundo en medio de la capa de
espuma blanca. Nunca lo he visto así, pensativo. Apagado. Claro que, aparte de esta
reunión, solo he estado alrededor de él dos veces, la noche que nos conocimos (y puso
una pistola en mi cabeza) y una semana después de que volví a quedarme con los Se7en.
Lo había visto en personaje, interpretando el papel de un chico normal, agradable. Y lo
había visto como realmente es: el arrogante y temperamental teniente medio ángel de la
Alianza de los Ordenados.
No es de sorprender que ocupe una posición de poder dentro de su organización.
Él es su arma secreta, lo mejor de ambos mundos. Fuerza bruta, astucia, habilidad y
poderes sobrehumanos, cortesía de su papá ángel. Hay una cosa sobre la que Lilith no
mintió: Nephilim y Cambion son altamente codiciados y muy raros. Según Crysis, que
es su nombre Nephilim, mientras que Christian es el nombre que le dieron al nacer, un
humano tiene que ser fuerte de voluntad y cuerpo para albergar una semilla de ángel o

de demonio, y aun así, es poco probable que la madre y el bebé sobrevivan. Los
embarazos son mucho más cortos porque el bebé crece a un ritmo increíblemente rápido,
haciendo que la madre no pueda buscar la medicina occidental tradicional. La Alianza
es un refugio seguro para estas mujeres, proporcionándoles cuidados de salud y vivienda
durante la duración de sus embarazos. Y puesto que la tasa de supervivencia de las
madres es escasa, también toman a sus hijos huérfanos, criándolos para ser guerreros de
Cristo.
Crysis ha estado con ellos desde el primer día. Pensarías que alguien que
literalmente nació y se crio en una iglesia sería menos idiota. O tal vez todo es un acto,
también.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Se vuelve y me da su atención, sus deslumbrantes ojos verdes fríos y claros. Hoy
se ven diferentes, más jade que musgo. Me pregunto si esa también es una cosa
Nephilim.

—¿Sí? —Levanta una ceja cuestionadora. ¿Cuánto tiempo estuve mirándolo?


—Um, sí. —Me recupero. Mi voz demasiado baja para el oído humano,
pregunto—: El veneno de ángel…
ángel… ¿es tuyo?
Él sacude su cabeza. 182
—No puedo producir nada lo suficientemente fuerte para ser utilizado como un
arma.
—Pero sabes quién puede. Conoces al ángel que lo suministra. —Es una
posibilidad remota, pero ¿podría ser el mismo ángel que provee a la Alianza con su
veneno sagrado el mismo que suministra a Lucifer?
—No personalmente, no. Aunque lo creas o no, no lo sé todo. Lo sé…
impactante.
Pongo mis ojos en blanco, antes de seguir insistiendo.
—¿Crees que tal vez podría ser tu… tu papá?
Ante eso, Crysis frunce el ceño, alejando la mirada.
—No lo sabría.
—¿No lo sabrías si él los está suministrando?
s uministrando? ¿O no lo conoces?
Se vuelve hacia mí, su mirada endurecida y oscura.
—Ambos.
—¿No sabes quién te engendró? —susurro.

Él sacude su cabeza, su mandíbula apretada.


—Sé quién es. Él solo no me considera lo suficientemente importante para
reconocerme. —Deja salir una risa sarcástica que termina en un gruñido —. Puriel, el
fuego de Dios. —Toma un fuerte trago de cerveza,
ce rveza, luego resopla—: Y padre haragán.
—Maldición —es todo lo puedo lograr decir. Supongo que los padres ausentes
no solo están reservados para los humanos.
—En realidad no importa, sinceramente. —Se encoge de hombros—. Así es
cómo nos ven: ángeles y demonios. Somos pequeños, insignificantes, nada más que
hormigas en la tierra. Ellos viven durante billones de años. ¿Qué es una vida humana
para ellos? Es probable que parpadeen y se la pierdan por completo.
Ignoro el aguijón de sus palabras, y lo que implican para mi situación y urgencia.
—Pero él tiene que saber que estás vivo. Me dijeron que la concepción es
deliberada. Él eligió hacerte. Te eligió a ti.

—Bueno
se dio cuenta que—eligió
dice, mal.
llevando su vaso a sus labios—. Tal vez echó un buen vistazo y
Frunzo el ceño. No puede decir eso en serio. Pero por otro lado, tengo mis
propios problemas de abandono. Sin embargo, la manera en que Phenex describió la 183
creación de descendencia, parecía que el acto en sí mismo era un rito religioso, un gran
privilegio y sacrificio para el padre y la madre. Hablando con Crysis, no estoy tan segura.
—Muy bien, eso es todo.
Antes de que Crysis pueda preguntarme de qué demonios estoy hablando, bajo
del taburete y salto a la rockola colocada a unos metros de distancia.
—¿Qué estás haciendo? —llama mientras me inclino sobre ella, mirando las
selecciones de canciones.
—Sacándote de cualquier mal humor de mierda en el que caíste esta mañana —
respondo, aun mirando hacia el panel iluminado con luces y botones—. ¿Alguna
petición?
—Oh, no lo sé. ¿Tienen algo de Drake?
Giro mi cabeza y trabo mis ojos en él, haciendo que deje escapar una fuerte
carcajada. Eso es más como él.
—Muy divertido. Probablemente bailas Hotline Bling en la ducha.
Crysis salta del taburete y avanza hacia mí, con una sonrisa juguetona en sus
labios.
—Vaya, vaya, señorita Harris. ¿Alguna vez has fantaseado conmigo en la ducha?

Frunzo mis labios en disgusto y reanudo la búsqueda a través de las opciones de


canciones.
—Ya quisieras, amigo. Tú y fantasía ni siquiera pertenecen a la misma oración.
—¿De verdad? Entonces, ¿no estabas mirando mis ojos antes, preguntándote por
qué parecían más claros que antes?
—¡Ugh! —resoplo, presionando la palma de mi mano en mi frente —. En serio,
la porquería de leer la mente no solamente es molesta, sino que es una mierda. No salto
en tu cabeza cada vez que me siento con ganas.
Todavía está riéndose cuando responde:
—No es mi culpa. Tal vez deberías trabajar más en el fortalecimiento de tus
escudos mentales en lugar de planear noches de citas.
—¿Espiándome? —Le doy un vistazo de reojo.
—Simplemente haciendo mi trabajo. —Se apoya contra la rockola, descansando
un codo en la parte superior—. Lucías realmente bien anoche, por cierto.
Rápidamente lanzo mi mirada expectante hacia él y espero el remate. Pero nunca
llega. Sin insulto adjunto. Sin un codazo sarcástico. Crysis simplemente me dio un
184
cumplido. Y ni siquiera se está retractando de él.
—Um… ¿gracias?
¿gracias?
Me da un asentimiento sutil antes de volver a mi búsqueda. Finalmente, diviso
una canción decente a mitad de camino y presiono el botón.
—Espera un minuto, esto está en la radio —comenta Crysis a medida que las
notas de “Don’t Let Me Down” suenan—. Pensé que la snob musical, Eden Harris,
desdeñaba las canciones poco originales y comerciales en primer lugar.
Arrastrando los pies hacia atrás, me muevo hacia el pequeño espacio que
supongo está designado para bailar, al mismo tiempo que me sacudo al ritmo adictivo.
—¿Qué? Las Chainsmokers no son poco originales.
Él me sigue a la zona de baile, deteniéndose a unos pasos delante de mí.
—Síguete diciendo eso, princesa. ¿Y qué demonios estás haciendo?
—Bailando —respondo, balanceando mis caderas de lado a lado, con mis manos
en el aire como si no me importa nada.
—¿Quién te mintió y dijo que sabías bailar?
—¿Qué? Sé bailar, envidioso. Tal vez deberías quitar el gigante palo de tu culo y
probarme que estoy mal, chico ángel.

Se cruza de brazos, haciendo que sus bíceps se flexionen bajo la tela de su


camiseta. Nunca me di cuenta lo impresionante que es su cuerpo. No me sorprende,
pero… maldición.
Él mira el hipnótico vaivén de mis caderas con diversión embelesada, el indicio
de una Crysis
cuando sonrisaavanza
en sushacia
labios.
miPor supuesto,
espacio, no espero que
lo suficientemente acepte
cerca que el desafío,
puedo asínieve
oler la que
recién caída sobre su piel y la mezcla de cerveza y gaulteria en su respiración, me
detengo.
—¿Qué? Querías que baile contigo. Aquí estoy. —Su voz es baja… ronca… a
medida que su mirada baja sobre mí a través de sus pestañas gruesas y rubio oscuro. Un
mechón de cabello rubio sobresale de detrás de su oreja y adorna su mandíbula
cuadrada.
Parte de mí está gritando para que me aleje, y rompa cualquier magia cruel que
ha caído sobre nosotros, haciendo que mi respiración se detenga y mis mejillas se
calienten. La otra parte de mí me está diciendo que no me aleje, aunque solo sea para
mostrarle que no me distraigo tan fácilmente con el sabor de la tentación.
Cuando no me muevo ni un poco, coloca sus manos en mis caderas. Su mirada
es tan intensa, sin embargo, hay algo extrañamente tímido en su toque. Como si
estuviera pidiendo permiso, o esperando
esperando a que lo rechace. Mi silencio no indica nada. 185
Los segundos se deslizan por nosotros de pie ahí, compartiendo la respiración,
aunque no estoy segura que cualquiera de nosotros esté respirando hasta que Crysis
susurra:
—Permíteme mostrarte.
Mis labios se separan y mi boca se seca cuando siento sus manos sobre la curva
de mis caderas, ganando confianza. Exhalo, cerrando mis párpados.
Entonces, la tierra se mueve sobre su eje.
No figurativamente. Con un estruendo ensordecedor, la tierra muy por debajo de
nuestros pies retumba violentamente, enviando vasos y botellas rompiéndose contra el
piso de madera pulida. El solitario cantinero busca refugio, mientras Crysis me protege
con su propio cuerpo. Mis oídos están retumbando. Desechos llueven sobre nosotros
desde el techo tenso y fracturado. Una vez que el rugido atronador muere, dando paso
a una sinfonía de sirenas y alarmas de autos y el temblor de la tierra se detiene, miro la
habitación empañada por el polvo, preguntándome qué demonios acaba de pasar.
Los ojos de Crysis se llenan de pánico cuando rudamente agarra mis hombros,
girándome para enfrentarme a él.
—Ve a casa. Ahora. Ve directamente allí y no te detengas.
—Crysis, ¿qué acaba…
acaba…??

—¡Escúchame, Eden! Necesitas ir a tu auto y manejar directame


directamente
nte a la sede de
los Se7en. —Corre hacia los taburetes a solo unos metros de distancia, todavía cubierto
con nuestros abrigos y arrebata mis pertenencias, empujándolas a mi pecho —. ¡Vete
ahora!

Después
caos después deexplosión,
de la prácticamente
Crysisempujarme
se vuelve afuera
mí, eldel baren
fuego y hacia la verdes
sus ojos calle repleta de
rugiendo
con violencia.
—Yo tete llam
llamo.
o. Solo… solo tienes que irte ahora. Mientras puedas. —Luego corre
en la dirección opuesta, dispersándose en la multitud histérica, antes de tomar a la
izquierda para cruzar a la siguiente calle.
La calle en la que ahora vive mi hermana.
Habíamos acordado reunirnos en el bar, porque estaba lo bastante cerca del
apartamento de mi hermana de modo que pudiera mantener la mentira. Era lo
suficientemente inteligente
inteligente como para saber que probablemente había un dispositivo de

rastreo en el auto,
mala muerte local si
nono en mí.
sería Y si de alguna manera era descubierta, estar en un bar de
sospechoso.
Y ahora… ahora mi coartada egoísta parece karma.
Empiezo a alejarme, lejos de donde está estacionado mi auto. Abriéndome paso 186
a través de los gritones y desorientados transeúntes, voy con cuidado, con tranquilidad,
sin prisas por encontrar lo que estoy tratando de desesperadamente hacerme creer a mí
misma.
No es nada. Mi hermana está bien. Probablemente fue un accidente de auto o un
accidente de construcción. Todo está bien.
Pero incluso a medida que me repito las palabras, no puedo evitar moverme más
rápido. El miedo me ha tomado en su frío y huesudo agarre. Cada paso se siente como
si estuviera siendo absorbida por arenas movedizas de cemento. Sin embargo, el morbo
me sigue empujando a través del cúmulo de pánico. Destellos de luces rojas y azules
zumban, sus sirenas una advertencia chillando: Da la vuelta. No mires.
mire s. No hay nada que
ver. Todo está bien.
Pero incluso mientras toso y escupo a medida que el humo mancha mis pulmones
con el hollín, incluso mientras la ceniza flota alrededor de nosotros como nieve gris
oscuro, lucho contra todo impulso de alejarme de los horrores que me esperan. Y doy
vuelta a la esquina.
No eran advertencias lo que las sirenas cantaban.
Eran mentiras.

N
o puedo respirar.
No puedo respirar.
No puedo respirar.
Aun así, corro a través del humo y los escombros, avanzando hacia las feroces
llamas que devoran el edificio de mi hermana. Con los ojos ardiendo y los pulmones
respirando con dificultad, peleo contra la multitud, navegando a través de la trayectoria
de obstáculos de concreto, contaminado con trozos carbonizados de madera y ladrillos
derrumbados.

—¡Señorita,
para bloquear necesitamos que permanezca atrás! —grita un policía, corriendo
mi avance.
—Mi hermana… —grazno, mi garganta en carne viva—. Mi hermana vive aquí.
—Intento agacharme bajo sus brazos extendidos, pero él me agarra del brazo. 187
—Déjenos hacer nuestro trabajo. No es seguro entrar.
Peleo por arrancar mi brazo fuera de su agarre y moverme junto a él. Al momento
en que siento sus manos envueltas alrededor de mi cintura, grito. Mis ojos se entornan
en concentración feroz, empujo mi mente fuera tan lejos como puede ir, más rápido de
lo que nunca se lanzó antes. Penetro piel y cráneo, y hundo mis dañinas garras en su
lóbulo frontal, dejándolo completamente inútil y bajo mi control.
—Déjame ir —digo con los dientes apretados, mi voz tan oscura como mi
mirada.
Sus manos caen a sus lados.
—Déjame pasar.
El policía sale rápidamente de mi camino.
Simultáneamente, retiro mi agarre cuando paso junto a él apresuradamente, pero
antes de que pueda apartarme de él completamente, un brazo serpentea alrededor de mi
cintura y me levanta del suelo.
—¡Suéltame! —chillo, a medida que soy retirada a varios pasos de distancia del
abrumado oficial.

—Tranquila, Eden, tranquila. Soy yo. Te tengo. —Legion me estrella contra su


pecho y me jala más lejos de las ruinas, lejos de los ojos entrometidos —. Gracias al
Todopoderoso. Creí que estabas… creí que te había perdido.
—Mi hermana… —A través de la nube de humo y el completo temor de lo que
ocurrió, apenas puedo sacar las palabras—. Ella está… está… no sé dónde está.
—Lo sé, cariño. Estamos en ello. ¿Ella estaba arriba cuando te fuiste?
Mierda.
En mi aterrada prisa de atravesar la matanza, por supuesto que mantener mis
mentiras en línea ya no era una prioridad.
Me alejo de L y desvío mi mirada.
—Estaba a punto de regresar al apartamento.
—Bien. —Asiente—. Necesito que hagas eso por mí ahora. Hasta que
encontremos la fuente de la explosión, estamos en alerta máxima. —Levanta su cabeza,
sus ojos disparándose alrededor de la devastadora ruina antes de que la llame —: ¡Lil!
Oh. Infiernos. No.
La esbelta demonio rubia trota hacia nosotros, deteniéndose justo a un pie de 188
distancia. Me da un vistazo, sus brillantes ojos azules observándome en mi salvaje
apariencia.
—La encontraste. —Ella incluso tiene el valor de sonar aliviada.
—Sí. Necesito que la lleves a casa a salvo. Jinn irá contigo. Vayan ahora.
—No voy a irme —protesto—. No hasta que la encontremos.

como si—pudieras
No hay nada que puedas
solo moverte hacer aquí, Eden.
campantemente en unEs demasiado
edificio peligroso.
que aún está en Y no es
llamas.
Tengo a Caín y Phenex allí dentro vestidos de bomberos. Toyol está de camino. La
encontraremos,
encontraremos, ¿de acuerdo?
Sacudo mi cabeza y comienzo
co mienzo a voltear hacia el infierno de concreto.
c oncreto.
—Tengo que quedarme. Necesito encontrarla.
—Y lo haremos —declara él con sinceridad, agarrando mis hombros—. Pero por
ahora, necesito saber que estás fuera de peligro, así puedo enfocarme en encontrar a
Mary. Si estoy constantemente mirando sobre mi hombro, podría perderme de algo.
¿Puedes hacer eso por mí? ¿Por favor?
No quiero hacerlo, pero asiento. Honestamente, no sé dónde está mi hermana, y
él tiene razón: si está preocupado por mi seguridad, fácilmente podría pasar por alto algo
que podría llevar a encontrarla.

—Bien. Pero llámame cada media hora. Necesito saber qué sucede.
—Lo haré. —Presiona sus cálidos labios sobre mi frente antes de liberarme,
entonces mira hacia Lilith—. Llévala directo
directo a casa. Si ooigo
igo una sola cosa…
—La protegeré con mi vida, L. Lo juro —promete ella solemnemente—. No
tendrá ningún daño.
Legion me da un último vistazo y antes de que pueda separarme de su cuerpo,
voltea y se aleja trotando, reuniéndose al trabajo de rescate.
Dejándome sola con la psicótica perra traicionera que me tendió una trampa.
—Eden… —Ella se estira para guiarme lejos del caos, pero me alejo.
—No te atrevas a tocarme —escupo, veneno goteando de cada palabra —. Nada
ha cambiado. Aún eres una perra falsa, y nada que puedas hacer o decir reparará lo que
hiciste.
Salgo enfurecida en la otra dirección, pasando junto mirones entrometidos y
vecinos asustados.
—¿Crees que no sé eso? —responde ella—. Estoy intentando enmendar las cosas.
Sé que lo arruiné, pero tienes que creerme cuando digo que lo siento.
189
Continúo avanzando a través de la multitud, Lilith justo sobre mis talones.
—De cualquier forma, ¿por qué siquiera estás aquí? ¿No tienes algunos bebés que
asesinar? ¿O algunos esposos que robar?
—Eso no es justo, Eden. Sabía que Lucifer no te lastimaría. Él nunca fue la
verdadera amenaza.
Volteo tan rápido que ella casi choca con mi pecho.
—¿Estás jodiendo conmigo? Fui al Infierno, Lilith. Infierno. Él quería hacer
pequeños bebés demonios conmigo que gobernarían el mundo. ¿Cómo eso no es una
amenaza? —Sigo mi caminata a través de la multitud sin darle la oportunidad de
explicar.
—Pero él no te habría lastimado. La alternativa era mucho peor. ¿Quién crees
que lo abasteció con el veneno de ángel? No se suponía que fuera usado para atraparte.
Se suponía que fuera usado para matarnos, y luego, por último, matarte. Él traicionó a
alguien, a algo, mucho más peligroso para salvar tu vida y llevarte al único lugar en el
que no podrían encontrarte.
Pongo mis ojos en blanco y sacudo mi cabeza. Chorradas.
—¿Y tú cómo sabes esto?

—¿Por qué crees que estuve de acuerdo con ayudarlo? Para mantener a salvo a
mis hermanos y a ti.
—Tus hermanos —resoplo—. ¿Es normal que quieras follar a tus hermanos?
La oigo liberar un suspiro exasperado detrás de mí.
—Mira, lo admitiré; he estado enamorada de Legion desde que puedo recordarlo.
Pero nunca surgió nada de ello, y nunca lo hará. Él es mi líder, eso es todo. Y después
de lo que hice, podría nunca ser lo mismo. Haría cualquier cosa para recuperar su
confianza y respeto. Además… no tengo ningún otro sitio al cual ir.
No quiero creerle. Quiero continuar odiándola, y atribuir su intenso
remordimiento a ser pillada y rechazada por L. Pero
Pero lo que ella está diciendo… sobre
Lucifer…
Lucifer… tiene sentido. Él no me lastimó.
lastim ó. Incluso ahora, después de que escapé, no
envió a nadie tras nosotros. En cualquier caso, parece que está pasando desapercibido.
Podría significar que él está planeando algo incluso más retorcido. O podría significar
que él está con la mierda hasta el cuello con la persona a la que traicionó. Lo que
explicaría por qué
salvar su propio no peleó para conservarme; debe tener otras cosas en mente y quería
pellejo.
—Como sea —gruño, negándome a darle la satisfacción de tener la razón —.
Encontremos a Jinn y salgamos de esta mierda. 190
Como esperaba, la calle está bloqueada por varias cuadras, así que pasamos
caminando las barricadas para encontrar a Jinn. Él está en una camioneta negra,
esperándonos como si L lo hubiese llamado e informado
i nformado del plan. No me sorprende. Si
Lilith hubiera aprovechado esta oportunidad para deshacerse de mí de una vez por
todas, Jinn sabría que algo sucedió cuando yo no apareciera. No puedo ver que ellos la
perdonen una segunda vez, y realmente creo que ella no amenazaría su propia
supervivencia.
El tráfico es un desastre, y estamos atascados en el mismo sitio por más de una
hora. Para el momento en que llegamos al apartamento, L ya ha enviado tres
actualizacioness de estado: al menos seis muertos, doce personas heridas y no hay señales
actualizacione
de tu hermana. Incluso revisaron el hospital, solo en caso de que ella hubiese sido
llevada. Aún hay mucho por revisar, y es temprano, así que esperan recuperar muchas
más víctimas. Como sea, los bomberos fueron capaces de contener la mayoría del fuego,
así que eso es un extra. Aun así, no puedo lograr que mi corazón
c orazón se sienta optimista.
—¿Por qué no tomas una ducha y te acuestas? —sugiere Lilith después de verme
pasear por el piso toda la tarde, mis ojos volando de las noticias a mi teléfono.
¿Por qué no comes mierda y te mueres?
—Estoy bien —insisto, aunque estoy cubierta de hollín y escombros. Incluso Jinn
insistió en que descansara, pero no hay forma en que pueda sentarme sin hacer nada

mientras mi hermana y el resto de los Se7en están allí fuera. Y Crysis… él se fue tan
rápido que ni siquiera tuve oportunidad de cuestionarlo.
Me dirijo a la habitación de L y saco el pequeño teléfono celular oculto en mi
bolso. Sorprendentemente,
Sorprendentemente, hay media dodocena
cena de mensajes
mensajes de textos.
¿Lograste salir bien?
¿Dónde estás?
Necesito hablar contigo. Llámame.
Eden, tenemos que hablar.
Dime que estás bien.
¿DÓNDE ESTÁS?
Cierro la puerta del dormitorio y presiono el único número programado en el
teléfono.
—Mierda, Eden. ¡Respóndeme cuando te escribo! Estaba a punto de decir a la
mierda, y acercarme al jodido Legion solo para ver si él te había visto.
—Lo siento. Estoy bien. ¿Has oído algo? 191
Está ruidoso donde sea que él esté, pero no oigo sirenas o alarmas de autos. Esa
es una buena señal… espero.
—No hay novedades hasta el momento.
—¿Tú no estás allí? —Extraño. Quiero decir, sé que mi hermana no significa nada
para él y que solo se comportó bien para llegar a mí. Y no es como si me debiera algo.
Pero aun así…
—Estuve por un rato, pero una vez que vi a los Se7en, tuve que retroceder. No
puedo volar mi cubierta. Pero hay agentes de la Alianza allí.
—¿Y la están buscando?
—Sí. Rev sabe cuán importante es ella para ti. Aun así, con los Se7en allí, buscar
y rescatar es limitado. No es el momento ni el lugar para una confrontación.
Intento sentir una pizca de alivio con esa pizca de
d e gracia, pero no puedo exhalar.
Aún no. No hasta que ella sea encontrada sana y salva.
—¿Puedes… puedes sentirla?
sentirla?
No es de esa forma, Eden explica, su voz volviéndose silenciosa . Puedo
sentir la presencia de una vida nueva. Puedo sentir la sombra de la muerte. No puedo
determinar si alguien está muerto.

—Pero, ¿al menos puedes intentarlo? —ruego, sin importarme una mierda el
orgullo.
—Lo hice. Llegué tan cerca de las ruinas como pude. Sentí muerte a todo mi
alrededor, pero no puedo sentir quién, solo qué.
—Pero…
—Eden. No hay nada que pueda hacer ahora mismo. Lo siento.
Cierro mis ojos por un segundo y respiro hondo, diciendo una silenciosa
sil enciosa plegaria
por paciencia.
—Lo sé. Gracias por intentar.
—Hay algo…
—¿Qué es?
—Descubrimos…
Golpeo Terminar y meto el teléfono en mi bolsillo justo cuando la puerta del
dormitorio se abre. Legion se para allí, su expresión agotada, su rostro manchado de
hollín, y su ropa oscura espolvoreada con cenizas. Aun así, corro para envolver mis
brazos a su alrededor, buscando cconsuelo
onsuelo en su presencia
presencia.. 192
—Oh, Dios mío. He estado muy preocupada. Por favor, dime que la encontraste.
Por favor, dime que está a salvo.
Legion pone un vacilante beso en la cima de mi cabeza y me sostiene apretado
contra su cuerpo.
—La encontramos.

—¿Está bien? ¿Dónde está? Debe estar enloqueciendo. Necesito ir con ella.
L detiene mi frenético paseo al agarrarme firmemente por los hombros.
—Eden… necesito que te sientes para que así podamos hablar.
—No —rujo, sacudiendo mi cabeza frenéticamente y retrocediendo de él—. No.
No. No me digas que… — Las palabras quedan asfixiadas por el creciente nudo en mi
garganta.. Lágrimas brotan en mis amplios ojos aterrados—. No. No me lo digas. No me
garganta
digas que ella está…
—Está viva —afirma. Y con sus palmas elevadas, camina hacia mí lentamente y
acuna mi rostro con rastros de lágrimas—. Está viva, Eden. Caín está en el hospital con
ella ahora mismo. Sufrió algunas quemaduras, huesos rotos y pulmones dañados por
inhalación de humo, pero aún vive.

—Bueno… ¿por qué no dijiste eso? ¡Vamos! —Intento luchar para salir de su
agarre, pero él me sostiene firmemente.
—Eden, hay algo más… —Veo una docena de sombras de tristeza oscurecer su
mirada—. Ben está muerto.
Inhalo agudamente y toco mis labios con una mano temblorosa.
—¿Ben? Oh, Dios mío, Ben. Mi hermana…
hermana… debe estar devastada.
—Aún no lo sabe. Todavía está en cirugía y, con
co n su condición, probablemente es
mejor que sane primero.
Asiento, entendiendo por completo. Mi hermana tiene que estar completamente
traumatizada,, y saber qque
traumatizada ue su novio fue asesinado podría detener su recuperación.
—Tienes razón —acepto, volteando hacia la puerta —. No diré nada. Solo déjame
tomar mi abrigo e iremos…
—No vas a ir al hospital.
Volteo tan rápido que me provoco un latigazo.
—¿Qué? Sí, sí voy.
193
—No, Eden. —L flexiona sus puños a sus lados, su mandíbula apretada con
irritación —. Las noticias están reportando esto como una fuga de gas, pero tenemos
razones para creer que esto fue un ataque premeditado. Fuimos capaces de recuperar lo
que parecen ser partes de una bomba. Toyol y Phenex están analizándolas ahora.
Mis ojos se abren de par en par.
—¿Una bomba?

Legion asiente solemnemente.


—Eso es lo que parece.
—¿Y… y ellos querían
querían asesinarme a mí?
—Esa parte no está clara. Pero si ese era el objetivo, entonces no podemos
arriesgarnos al dejarte salir en público. Quienquiera que haya hecho esto fue tan
atrevido, tan vil, que mataría a inocentes sin pensarlo. No vacilarán en intentarlo de
nuevo.
—¿Lucifer? —susurro, esperando internamente que él no sea capaz de tal
maldad. Él me dijo que le encantaba castigar a los culpables, y no tenía deseo de herir a
esos quienes no merecían su ira. Y aunque había secuestrado y humillado a mi hermana,
no la hirió. Era todo una farsa para llegar a mí… para protegerme, tan loco como ssuene.
uene.
Aun así, eso no explica el uso de los Llamados. Él influenció a humanos para que
obedezcan sus órdenes. Masas disparando y bombardeando reclamando miles de vidas

inocentes. ¿Acaso estaba en el asiento del conductor? ¿O simplemente aportó el vehículo


que condujo a esas personas a la malicia imperdonable?
Cuando Legion sacude su cabeza, resoplo aliviada.
—No lo creo. Él no se arriesgaría a lastimarte.
lastimarte. Incluso si odia el no poder tenerte,
sabe que eres demasiado valiosa.
—Entonces, ¿quién? ¿Quién haría algo así? ¿Y por qué? ¿Qué ganarían de matar
humanos de una forma tan desagradable y dañina?
L pasa una mano a través de su cabello, enviando cenizas hacia sus hombros.
—Eden, la bomba estaba hecha…
hecha… hemos visto algo así antes. Fue hace años, pero
tendemos a mantener cuentas sobre nuestros enemigos.
—Enemigos. Si no fue Lucifer, entonces ¿quién más podría ser? ¿Quién tendría
la hombría, las bolas, para
p ara alzarse contra demonios?
La respuesta me golpea en el estómago antes de que incluso deje sus labios.
—La Alianza.
Con rabia hirviente corriendo a toda prisa por mis venas, alcanzo mi bolsillo
trasero. 194
Yo hice esto.
Yo hice esto.
La sangre de Ben está en mis manos. Todas esas personas inocentes… mi
hermana… soy
soy responsable de sus destinos. No confié en Crysis, pero quería hacerlo. Y
mi padre… ¿cómo pude haber sido tan estúpida? ¿Realmente estoy tan desesperada por
amor? ¿Tan débil por alguna falsa sensación de familia?
¿Cómo pude haber arruinado esto tanto?
—Tenemos que limpiarnos y alistarnos para irnos.
—¿Qué? —pregunta L. Frunce el ceño cuando sus ojos caen sobre el teléfono
celular agarrado apretadamente
apretadamente en mi palma.
—Tenemos que alistarnos —repito.
—¿Para qué?
Escribo un rápido mensaje con mis dedos temblando con furia.
Hay alguien que necesito que conozcas.

L egion zigzaguea a través de las calles empapadas, su mandíbula


apretándose con rabia. Sus manos están envolviendo tan tensamente el
volante que sus nudillos están blancos. No ha pronunciado ni una palabra
desde que salimos del apartamento. Ni siquiera
s iquiera me mira.
—Cuidado —le advierto, después de que apenas pudiera esquivar a un peatón.
Hace tres minutos casi chocó un auto estacionado. Cuando no reacciona, intento
disculparme por enésima vez.
—L… te lo juro, no lo habría hecho. Nunca le robaría a los se7en. Siento no
haberte hablado de Crysis, pero…
—¿Te preocupas por él? —escupe las palabras con tanta vehemencia que, no
puedo estar segura si no acaba de ponerme un maleficio.
—¿Qué? No —insisto, mi rostro retorciéndose en asco. 195
—Entonces, ¿por qué me hiciste jurar que no se lo dijera a los demás? ¿Por qué
querías que lo encontrara solo con la promesa de que no lo mataría al solo verlo?
—Porque quiero estar cien por ciento segura que él tuvo que ver con esa bomba.
Ha habido suficiente muerte innecesaria. ¿Cuál podría ser el daño de interrogarlo antes
de arrancarle la cabeza?
—Y esas pequeñas
pequeñas reuniones que tuvist
tuvistee con él…
—Dos. Nos encontramos dos veces —aclaro, sosteniendo en alto mis dedos
medio e índice.
—¿Él nunca te indicó que había un blanco sobre tu vida? ¿O la vida de tu
hermana, para el caso?
—Por supuesto que no. Más bien, parecía que me quería proteger. Sabe de mi
tiempo en el Infierno, y cómo la Alianza reaccionaría ante esas noticias. Él juró
mantener mi secreto para evitar que me convierta en un experimento científico el resto
de mi vida.
L resopla.
—Por un precio.

—Sí, pero sabía que no te robaría. No podría, aunque lo intentara. Aun así
mantiene mi secreto.
—Pero también convenientemente te mantuvo lejos mientras un edificio entero
colapsó sobre personas inocentes. Un jodido edificio donde se suponía tú estabas. Así
que tal vez
lo había no quería lastimarte, pero parece demasiado evidente que sabía que alguien
hecho.
No tengo nada que refutar sobre su teoría, así que no lo hago. Estoy contenta que
vuelva a hablar conmigo.
—Los Nephilim no son ángeles, Eden —continúa—. No están obligados a un
voto para proteger. Son peligrosos, repugnantes y vengativos.
—Qué curioso. Él dijo lo mismo de ti.
—¡A él no le importas un carajo! —grita L, golpeando la palma de su mano sobre
el volante—. Esa noche en el bar… podría haberte detenido.
detenido. Podría haberte salvado de
bajar por ese oscuro camino. Demonios, podría haber manejado a eese se imbécil en dos
segundos. Pero te engañó, y permitió que tu ira se apoderara de todo. Si no hhubiéramos
ubiéramos
aparecido cuando lo hicimos, te habría dejado matar a esa gente. Habría permanecido
ahí parado y te habría permitido convertirte en una asesina, sin siquiera preocuparse por
la angustia y la culpa que tú habrías tenido que llevar contigo el resto de tu vida. Podría 196
haberte ayudado entonces y no lo hizo.
Muerdo mi labio, encerrada en una prisión de mis propios pensamientos antes de
susurrar mi horrible verdad.
—Ya soy una asesina.
—¿Qué?

Tomo una
muy profundo respiración
en el profunda, yático
oscuro y polvoriento repitodelas
mipalabras
alma. que han estado
e stado enterradas
—Dije, ya soy una asesina.
—Eden…
—Cuando era una una niña. Su nombre era Lucas. Él solía intentar… hacerme cosas.
Le dije a mi mamá, pero a ella no le importó. O tal vez pensó que me haría bien. Le dije
al profesor, pero nadie me creyó. Pensaron que estaba tan loca como mi madre. Y allí
estaba yo… solamente
solamente una niña, con este poder desconocido en la punta de mi lengua.
Solo quería que se detenga. Solo quería que me dejara en paz. Así que le dije que
q ue saliera
a la calle, justo en el momento en que pasaba un autobús. Lo maté. Arruiné la vida del
conductor del autobús.
Legion. Crysis Les infligí
no me habría dejadoelconvertirme
peor dolor imaginable a susYapadres.
en una asesina. lo soy.Así que, no,

Volteo hacia la ventana, observando los fragmentos borrosos de edificios y


personas a través de mis ojos llorosos.
—Nunca le he contado esa historia a nadie. Siempre tuve miedo que al decirlo
en voz alta lo haría real. El Infierno era inevitable. Siempre estaba en las cartas para mí.
Solo era cuestión de cuándo.
Deja un rastro de calidez a lo largo de mi mandíbula cuando Legion gira
suavemente mi cabeza hacia él.
—Si alguien es merecedor de gracia y misericordia, eres tú. Eras una niña, Eden.
No tenías ni idea del peso de tus acciones.
—Pero, ¿y las personas que vi ser asesinadas en el Infierno? Solo me senté ahí y
no hice nada. Me quedé callada… complaciente. Soy tan responsable
responsable como Lucifer por
sus muertes.
Legion niega con su cabeza.

—Cuando
definitiva. uno es arrojado
Son torturados, al Infierno,
mutilados, la noción
desfigurados, mortal de
pero vuelven la muerte
a vivir nuncaotro
para sufrir es
día. Si hubieras hablado o no, habrían tenido el mismo destino.
Su explicación me da una pequeña pizca de alivio, pero aun así no borra la culpa 197
que me ha plagado durante semanas. Todavía no hace que lo que hice, o no, sea correcto.
Cuando llegamos a la cafetería donde Crysis organizó para que nos
encontráramos, teniendo en cuenta que nuestro lugar habitual de reunión está plagado
de policías, soy la que ahora se queda en completo silencio. No porque esté enojada con
Legion, o cualquier persona para lo que importa. Sino que estoy avergonzada. Y temo
que lo que sospecha de Crysis será cierto y habré añadido aún más nombres a mi
creciente lista de víctimas.
Legion abre mi puerta y me ayuda a salir del auto, manteniendo su mano en la
parte inferior de mi espalda a medida que entramos en la cafetería. El lugar está
completamente vacío, salvo por una mesera que se sienta en el mostrador y Crysis, que
está sentado en la cabina más alejada de la puerta. Su cabello rubio hasta los hombros
está empujado hacia atrás y está usando un suéter negro. Sorbe de su café, sus astutos
ojos verdes estudiando cada paso hacia él. Estoy segura que tiene una pistola dirigida
hacia nosotros ahora mismo. Sería inteligente. Legion tiene una apuntando
directamente entre
entre sus ojos desde el bolsillo de su chaqueta.
Cuando nos acercamos a la cabina y nos deslizamos en la banca frente a Crysis,
no estoy muy segura qué decir.
Hola, Crysis, conoce al tipo que les disparó a todos tus compañeros de la Alianza en la
parada de descanso. Legion, por favor, conoce al ángel híbrido que me chantajeó para obtener
información sobre ti.

Afortunadamente,
Afortunadamente, Crysis me saca de mi torpe miseria.
—Eden —dice y asiente una vez.
Devuelvo el asentimiento.

—Crysis.
Él posa su mirada esmeralda sobre Legion sin ningún signo de ansiedad o
repugnancia. Crysis es solamente medio ángel. Legion es un ángel caído que se volvió
un demonio asesino. ¿Qué tan iguales son? L no tiene pleno uso de sus poderes, aunque,
gracias a los dedos pegajosos de Niko, tiene posesión de ellos. Ni siquiera sé la extensión
de lo que Crysis puede hacer, pero creo que es biológicamente humano… mortal. Sin
embargo, su mirada desafiante es de quien no le teme a la muerte.
—Supongo que eres el cobarde Nephilim que trató de chantajear y manipular
a Eden —gruñe L, mirando a Crysis de arriba abajo.
—Y tú eres el demonio que la dejó arrastrarse al Infierno porque eras demasiado
cobarde
grande a para
travésdetener a tu de
del alcance jodido amo —responde Crysis—. Curioso, parecías más
mi rifle.
—Curioso. No recuerdo haberte visto en absoluto, considerando que huiste como
una perra y dejaste morir a tus hombres. 198
Levanto las manos para detener esta ridícula exhibición de machismo antes de
que se intensifique.
—¿En serio, chicos? Mi hermana está en el hospital, ¿y ustedes dos quieren medir
sus pollas? Miren, si quieren pelear, háganlo después de averiguar quién plantó esa
bomba.
—Te lo dije por teléfono, Eden… no tuve nada que ver
ver con eso —insiste Crysis.
—Sin embargo, ¿ella estaba convenientemente contigo cuando fue detonada? —
desafía Legion, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Si estuviera involucrado, ¿no habría insistido en que fuera a ver a su hermana?
h ermana?
¿Y no que nos encontráramos en la otra calle?
Él tiene un punto. Si Crysis era parte de este complot, no habría estado en el pub
con él, lo suficientemente lejos de la explosión que me salvó.
—¿Alguien más en la Alianza sabía de nosotros reuniéndonos? —le preguntó.
¿O saben que hemos estado en contacto?
Crysis niega con su cabeza.
—No. No se lo he dicho a nadie. Ni siquiera a tu padre.

—Así que, a menos que no supieran que me había mudado, lo cual es improbable,
no había manera de que supieran que debía estar allí.
—Lo que significa…
significa… —medita Legion.
Crysis frunce el ceño, dándose cuenda de adónde va esto.
—Pero eso no tiene
tiene sentido…
—Ese ataque no fue para mí —susurro.
Legion saca el teléfono y escribe un mensaje urgente.
—Toyol y Phenex se dirigen al hospital.
—¿Y puedes confiar en ellos? —pregunta Crysis con aire de presunción—. Quiero
decir, fue uno de ustedes quien la traicionó y la ofreció a Lucifer.
—Confío en ellos con mi vida —responde Legion, su voz llena de autoridad. Y
es el fin de eso.
—Y Lucifer lo hizo porque pensó que me estaba protegiendo.
L se vuelve hacia mí y frunce el ceño. Pongo una mano en su antebrazo y asiento,
dándole la seguridad de que todo está bien. 199
—Lilith me contó todo. Lucifer recibió el veneno de ángel si aceptaba usarlo para
matar al Se7en. Con ellos fuera del camino, estaría desprotegida y vulnerable, y la
verdadera amenaza podría moverse. En su lugar, incumplió el acuerdo y me atrapó para
llevarme al Infierno donde no podría ser encontrada.
Crysis se recarga en su asiento, su ceño fruncido.
—Maldición. Entonces, ¿quién es la verdadera amenaza?
—Nadie lo sabe —interviene L—. Lilith solo recibió instrucciones para
mantenerlos al tanto de nosotros. Ella tenía… otras… motivaciones para su
deshonestidad, pero pensó que estaba salvando nuestras vidas. Sin embargo,
sospechamos que los Serafines tienen algo que ver con ello.
—¿Serafines? —La expresión aturdida de Crysis habría igualado la mía si no
hubiera aprendido de la forma difícil: nada es lo que parece.
—Nos dieron una pequeña visita poco antes de que Lucifer se la llevara —explica
Legion, con los labios apretados.
—¿Estuvieron aquí? ¿En Chicago?
La mirada
inesperada punzadaendeel simpatía
rostro deenCrysis, una Puedo
mi pecho. mezclaverlo
de sorpresa y dolor,
en sus ojos… losenvía una
Serafines
me consideran lo suficientemente importante como para bajar a la Tierra, sin embargo,

su padre no pudo molestarse. Y aunque sus motivaciones eran probablemente


maliciosas, el hecho de que los arcángeles, los seres más poderosos que existen fuera de
Dios mismo, aun así se acercaron, significa que algo grave está por suceder.
Crysis se recupera al siguiente parpadeo y vuelve a los negocios.
—¿Crees que tienen algún interés en Eden?
Legion calcula el peso de sus palabras en su lengua antes de contestar.
—Eden. O… Adriel.
Adriel.
Jodida-A.
¿En serio? ¿De nuevo con esta mierda?
—Déjalos tenerla. —Me pongo furiosa—. Mierda, no la quiero.
—No es así de fácil, Eden. No puedes exorcizar a un ángel. Tiene que ser su
elección. La única otra manera de forzar el proceso sería… —Legion traga, matarte.
Y ahí está otra vez. Otra forma en que Adriel se ha metido con mi vida. Legion
la amaba. Lucifer quiere usarla. Y ahora, probablemente los Serafines quieren sacarla.
Con el riesgo de mi muerte, por supuesto.
200
Estoy agradecida cuando Crysis salta con más preguntas, salvándome de
pensamientos sobre Adriel y el hecho de que los Serafines posiblemente me quieren
muerta.
—Esto podría explicar por qué Lucifer no ha intentado recuperarla, ¿cierto? No
quiere arriesgarse
arriesgarse a molestarlos. Pero, ¿acaso no estaba tan reacio a protegerla? ¿Ahora
qué? ¿Ella está por su cuenta?
—No sé lo que motivó a Lucifer a hacer las cosas que hizo. —L se encoge de
hombros—. Es egoísta…
egoísta… completamente regido por sus deseos. Si esto se resume a la
auto preservación, se salvará a sí mismo.
—¿Crees que de hecho los Serafines… van a herirme? —pregunto, mi voz apenas
encima de un susurro.
Legion se gira hacia mí, su mirada cálida y seria.
—Nunca dejaría que eso suceda. Te juro que lucharé hasta mi último aliento en
la Tierra para mantenerte a salvo, Eden. Incluso a riesgo de mi alma.
Me toca la mejilla cuando Crysis se ríe desde el otro lado de la mesa. La expresión
de Legion se endurece instantáneamente cuando se vuelve para encararlo.
—Aww, eso es dulce. El único problema es que: nada puede vencer a un Serafín.

—Nada más uno de los suyos. —Todos los ojos están sobre Legion mientras
continúa—: Conozco a los Serafines; era uno. Es verdad, son indestructibles. Y aparte
del Todopoderoso, solo uno de los suyos puede detenerlos.
—Pero tú no puedes… —Legion yendo contra los Serafines me aterroriza. Pero
no solo eso.ÉlNo
sí mismo. puede
tiene golpearlos
la llave físicamente.
para desatar toda No como es
la fuerza deahora, solo pero
su poder, una fracción de
eso podría
significar liberar el Infierno en la Tierra. No sería el arcángel que alguna vez fue. Sería
Legion en toda su horrible gloria.
Asiente una vez, asegurándome que comparte mis reservas. No sé cuánto sabe
Crysis, podría estar leyendo esto de mi cabeza ahora mismo, pero no voy a mostrar
nuestra mano hasta que sepamos con certeza que está de nuestro lado.
—¿Puedes hacer algo de investigación dentro de la Alianza? —le pregunto,
ganándome una ceja levantada, continúo—: Tal vez alguien sabe quién está detrás del
bombardeo, o tal vez hay algún agente deshonesto actuando solo. Cualquier cosa
ayudaría.
—Como te dije por teléfono: la Alianza no haría algo como esto. —Hay una
llamarada de irritación en sus ojos entrecerrados.
Legion interviene. 201
Bueno, de hecho, la tecnología de la Alianza fue utilizada al momento. Ya sea
que quieras creerlo o no, están involucrados. Tú estás involucrado.
Crysis pellizca el espacio entre sus ojos y re
resopla
sopla una exhalación agravada.
—Bien. Veré qué puedo encontrar. Y si escucho algo, ¿entonces qué? ¿Qué se
puede hacer? La Alianza de los Ordenados está en todas partes. Tenemos cantidad.
Incluso si fuese contra ellos, nosotros tendríamos ¿qué… ocho? ¿Nueve, incluyendo
a Eden? Eso no es suficiente para vencerlos, mucho menos a los Serafines.
—Podríamos ser capaces de obtener ayuda de los hechiceros —comenta Legion.
Crysis escupe una maldición y se pasa una mano por su cabello rubio.
—Mierda. ¿Hechiceros? Oh, a los Serafines les encantaría eso, considerando que
creen que la magia es una abominación. Los hechiceros no tienen lealtad a ninguna de
las partes. ¿Cómo sabes que puedes confiar en ellos?
—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? —contesta Legion bruscamente—
. Además, yo confío en ellos. Eso es suficiente.
s uficiente.
Crysis pone sus ojos en blanco antes de beber su café frío.

—Como sea. Ninguno es lo suficientemente fuerte como para vencer a un


Serafín. Eres caído. Incluso con toda tu fuerza, no puedes vencerlos a todos.
t odos. Solo serías
tú. Y ellos son…
—Siete —finaliza Legion—. Hubo una vez que eran siete Serafines. Ahora son
cinco.
—Bueno, esos son cuatro más de los que tenemos —gruñe Crysis—. Cuatro y
medio, considerando que solo estás al cincuenta por ciento, demonio.
—Tal vez no —ofrezco, luchando por sonar esperanzada en una situación que es
totalmente desesperada—. Hay un Serafín
Serafín más caído…
—Mierda, no —gruñe Legion.
—¿Estás jodidamente loca? —ladra Crysis, reflejando la indignación de L.
—Solo piénsenlo…
piénsenlo… está escondido porque no quiere ir contra ellos. Sin embargo,
si todos estamos trabajando hacia un enemigo común, tal vez podríamos poner
temporalmente a un lado
odiarse mutuamente. las viejas
Mírense enemistades
ustedes dos. —Mi y sesgos.
miradaDespués ya podrán
va de Legion volver—a.
a Crysis
Enemigos jurados, sin embargo, están dispuestos a ser civilizados hasta que logremos
resolver esta mierda. Lucifer no me quiere muerta, todos sabemos eso. Y no disfruta
lastimando a inocentes. ¿La gente que murió hoy? ¿Mi hermana? Ellos son inocentes. Y 202
con todo cayendo a pedazos, los verdaderos culpables sabían que todos los dedos
apuntarían a Lucifer. Esto podría haber sido una trampa de ellos.
—Pero él ha lastimado a personas inocentes —insiste Crysis—. Los niños
asesinados en las escuelas primarias a manos de los Llamados son tan inocentes como es
posible. Mira el aumento de la delincuencia solamente en Chicago. Sus manos están
sucias, Eden.
—Pero, ¿crees que él convirtió a los Llamados en asesinos? —desafío, apretando
mis codos en la mesa inclinándome hacia delante—. ¿O ya se dirigían en esa dirección?
Admito que, no es completamente inocente de esas muertes, pero esos humanos no eran
puros para empezar.
Por eso me eligió.
Incluso sin la Llamada, yo estaba propensa a la destrucción. Tenía un agujero en
mi corazón. Si los Se7en no hubieran venido cuando lo hicieron, yo habría sido otro
tirador de masas. O tal vez un asesino en serie, buscando venganza. Ni siquiera puedo
imaginar el daño que habría hecho si hubiera dejado que el dolor y la soledad se
enconaran en una rabia sin contención.
—No, absolutamente —dice L con aire de finalidad—. No lo necesitamos.
Quiero discutir que sí lo hacemos, que la ayuda de Lucifer podría hacer mucho
bien. Tal vez inclu
incluso
so ayudarles a encontrar algún terr
terreno
eno común para el bien del mundo

humano. Pero sé que discutir esto con Legion ahora mismo, especialmente delante de
Crysis, no va a suceder. Y por mucho que odio admitirlo, mi mejor apuesta podría ser
acudir a Lilith.
—¿Y ahora qué? —pregunta Crysis, mirando su reloj.
—Ahora, volteamos cada piedra buscando cualquier pista que conduzca al
bombardeo —responde Legion—. Ahora, mantenemos a Eden fuera del ojo público, y
protegemos a su hermana, Mary, hasta que esté lo suficientemente estable como para
sacarla de la unidad de cuidad intensivos.
—¿Y moverla a dónde? —Mi mirada se amplía con alarma. No a otro edificio
lujoso con un portero. Nada de eso la protegerá a estas alturas.
—No sé. Pero lejos del hospital. A algún lugar donde pueda recibir la atención
medica que necesita mientras se recupera, mientras está siendo protegida. Con suerte
quienquiera que esté detrás de este ataque piensa que ella no lo logró, hay un caos entero
por toda la ciudad y es imposible tamizar toda la carnicería. Una vez que sepamos que
está fuera de peligro, la sacaremos de allí.
—También haré lo que pueda para ayudarte —ofrece Crysis—. Nuestra
información podría haber recogido algo que ustedes pasaron por alto. Tenemos cámaras
y micrófonos instalados en todos los hospitales de la ciudad. Podría comprobar si 203
alguien está demasiado interesado en encontrar a una víctima específica.
L asiente.
—Gracias.
Esa palabra envía un poco de calidez a mi pecho. Este es un buen comienzo. Sé
que esto no me indulta por mentir, pero al menos Legion ve que las intenciones de Crysis
son de alguna forma honorables. Este alto al fuego podría ser más que una tregua
temporal.
—Y la próxima vez que intentes poner tus manos de Nephilim sobre el Redentor,
voy a tener el gran placer de cortarte todos los dedos con ella, antes de cortar tu jodida
cabeza.
Legion se pone de pie y se vuelve hacia la puerta, dejándome con un divertido
Crysis.
—Um, hablaré contigo después —tartamudeo, antes de seguir a L.
Bueno, hasta ahí llega mi plan. Les doy una semana antes de que se maten
mutuamente.
—¿D e verdad crees que puedes confiar en este hijo de puta?
Sonrío para mis adentros y niego con la cabeza.
c abeza.
A pesar de que él no está bien plantado en su asiento
frente a Legion, puedo imaginar claramente el rostro
de Caín, retorcido en asquerosa amargura.
Los siete restantes de nosotros nos sentamos alrededor de la mesa del comedor,
con tazas de café emanando con rizos de vapor fragante delante de nosotros. Caín está
en el hospital. Después que Toyol y Phenex comprobaron la situación, y dejaron
suficientes armas y municiones para defender un bloque de la ciudad entera, corrieron a
toda velocidad a casa para reunirse con nosotros. Cuando Legion llama a una reunión
familiar, todo el mundo asiste, aunque sea por altavoz.
—En realidad no tenemos opción, ¿no? —declara L, lo suficientemente alto para
que su barítono retumbante sea captado por el receptor. 204
—¡Maldita sea, sí, tenemos opciones! —susurra Caín con dureza. Me lo imagino
en la habitación de mi hermana, con el teléfono pegado a la oreja, la astuta mirada
clavada en el marco de la puerta. Es bien pasada la medianoche, pero no se siente como
tal. Ese es el problema cuando corres con las bestias de la noche. Pierdes todo el sentido
del tiempo.
—Caín, el agente Nephilim puede hacernos llegar información desde dentro de
la Alianza.
cierto apegoAlgo queEden
con no hemos
nos sido
llevacapaces de lograr
a creer lque debido
ograrsus a él. Y el hecho
intenciones de que tiene
son honorables.
Traicionarnos la lastimaría.
Le doy un vistazo a Legion, cuya mandíbula está apretada con recelo, tal vez con
un toque de celos. Él no devuelve mi mirada. Me he disculpado una docena
docen a de veces, y
aunque dice que lo ha superado, que Crysis no es una amenaza para él, puedo decir que
su recelo no está reservado exclusivamente para el hibrido ángel-humano que he estado
ocultando como un sucio pequeño secreto. Él no confía en mí completamente.
Y me lo he ganado. Guardé un secreto que podría haberlos puesto a él y a su
familia en peligro. Tal vez si hubiera sido más comunicativa desde el principio,
podríamos haber frustrado el ataque a mi hermana. No sé cómo, considerando que ni
siquiera sabemos quién demonios está detrás de todo esto, pero podría haber hecho algo.
Y ese sentimiento de culpa; ese firme hundimiento en mi estómago que físicamente me

hace sentir enferma cada vez que pienso en mi hermana… asustada, cubierta de sangre
y escombros; es algo con lo que tengo que vivir durante el resto de mi vida.
—No sé, L —dice Andras. Niega con la cabeza, provocando que un mechón de
su brillante cabello rubio se deshaga de su moño y caiga sobre sus ojos azules. Lo aleja
detrás de la oreja—. Quiero decir, ¿qué tan bien lo conoces? ¿Qué tan bien lo
conoce Eden?
Todos los ojos están en mí. Lo juro, incluso pudo sentir la intensidad de la mueca
de Caín por teléfono. Inhalo hondo y repaso a través del caos en mi cabeza, esperando
desenterrar las palabras correctas.
—Es un idiota —comienzo—. Es atrevido y arrogante. Piensa que camina sobre
el agua. Es tramposo;
tramposo; las mentiras le vienen fácilmente. Pero… pero puedo sentir que
está diciendo la verdad. Siento, en mi corazón, que podemos confiar en él. Podría haber
dado información sobre mí hace mucho tiempo, logrando así que nunca saliera de la
sede de la Alianza la primera noche que lo conocí. Pero lo hice. Él mantuvo su promesa
incluso después de decirle que no robaría para él. Así que, sí… lo conozco. Al menos lo
suficiente para saber que se puede confiar en él.
Se quedan en silencio por unos buenos treinta segundos antes de que Caín
gimotee:
205
¡Oh, por el amor de Dios! Entonces, ¿ahora estamos trabajando con el
Nephilim?
—Parece que sí —responde L.
—Bueno, míralo de esta manera —comienza Toyol—. Si se pasa de la raya,
nosotros somos siete y él solo uno. Tiene que salir de su escondite algún día.
No tengo corazón para decirles sobre los dones de deflexión 7 de Crysis,
haciéndolo prácticamente imposible de rastrear. Es exactamente la razón por la que no
se dieron cuenta que él era algo más que un ordinario hombre humano la noche que
aparecieron en ese bar, justo a tiempo para detenerme de hacer algo de lo que me
arrepentiría.
arrepentiría. Es también por eso que sus señales se moverían en cualquier momento que
estuvieran cerca de la sede de la Alianza. Crysis es un arma. Y es mejor tenerlo con
nosotros que en contra, sobre todo ahora que podríamos estar en contra de algo
virtualmente indestructible.
Sin embargo, no es suficiente.
7
Deflexión:
Cambio de dirección que sufre un haz de electrones o partículas cargadas a causa de un
campo magnético.

Si los Serafines están realmente involucrados, necesitamos números. Mano de


obra. Necesitamos combatir el fuego con fuego.
—Lilith… —Ni siquiera puedo creer que su nombre esté en mis labios. Solo el
acto de girar la cabeza en su dirección y verla me duele—. ¿Crees…?
—Maldita sea, no —gruñe Legion, sabiendo exactamente hacia dónde se dirigen
mis pensamientos.
—L, si alguien supiera cómo contactarlo, es ella. Y si tenemos alguna posibilidad
de sobrevivir…
—¿Siquiera te das cuenta de lo que estás diciéndome? ¡Dije que, no!
Golpea las palmas contra la mesa, haciendo que la piedra de mármol tiemble,
antes de ponerse de pie y caminar por el pasillo. La puerta del dormitorio se cierra de
golpe, el choque de madera y acero resonando alrededor del apartamento. No tengo que
levantar la cabeza para saber que todos los ojos están sobre mí, lanzando incómodas y
comprensivas miradas.
—Yo
Yo…
… yo… —Trago, mi boca seca.
—No puedes hacer eso. Después de lo que Lucifer hizo… después de lo que L
pasó para traerte de regreso. No puedes hacerlo. —La voz de Caín es clara… sobria. Me 206
recuerda esa noche cuando me atrapó intentando escabullirme. La noche después que
Legion me arrastró de regreso del Infierno.
—Solo quiero ayudar —explico, levantando la barbilla desafiando mi
vergüenza —. Solo estoy intentando encontrar una manera de mantenerlos a salvo. No
estoy tratando de lastimarlo.
—Entonces deja de hacerlo.
No puedo discutir con lal a franqueza de Caín. Tiene razón. Desde que escapé del
Infierno, he estado buscando una excusa para marcharme. No me sentía digna de
Legion. Hay sangre en mis manos, y sin importar lo que hiciera; por mucho que tratara
de convencerme que no era mi culpa, no podía lavarla. Nunca estaría lo suficientemente
limpia para él. Nunca sería lo suficientemente buena para sus secretas miradas de
soslayo y sus raras sonrisas de hoyuelos y sus ardientes besos llenos de amor.
Incluso con todo lo que hice para sobrevivir veintidós tumultuosos años como un
monstruo olvidado, nada se compararía con la culpa que se inflamaba dentro de mis
huesos como cáncer desde el día que
q ue me senté en ese comedor con joyas de rojo sangre
y vi como mis enemigos de la preparatoria fueron brutalmente violados. Y que el cáncer
se propagara
propagara cada noche… cada maldita noche… con cada vil exhibición que no
no traté
de detener.

Y ahora, estaba lastimando a la persona que quería curarme de esa enfermedad.


Quien quería librar mi corazón y alma de la suciedad que amargaba mi ssangre,
angre, sin pedir
nada a cambio.
No podía seguir haciendo esto. No podía seguir lastimando al único hombre por
el que alguna vez verdaderamente me he preocupado por miedo. Miedo de perderlo.
Miedo de perderme.
Me levanto de la mesa y tomo una respiración profunda.
—Lo siento. Esto no es lo que quería para ninguno de ustedes. Y si todos quieren
hacerse a un lado y lavarse las manos conmigo, no los culparía. Honestamente, no sé
por qué no lo han hecho ya.
Miro alrededor de la mesa, preparándome para el golpe de rechazo que nunca
llega. Ni siquiera Caín tiene un comentario listillo.
Phenex me sonríe, cálido y radiante, y dice:

No vamos a ir a ninguna parte. La familia no huye. Así que, aunque sean cinco,
o cincuenta, que están en nuestra contra, estamos contigo, Eden. Te guste o no.
Asiento una vez, incapaz de formar palabras coherentes que no resultarían en mí
sollozando en el suelo en posición fetal. No merezco su gracia. Y honestamente, ni 207
siquiera sé qué hacer con eso. Ellos me conocen. Las cicatrices feas, el temperamento
irracional, el secreto mortífero…
mortífero… me conocen.
Cuando finalmente soy capaz de moverme sin riesgo a desmoronarme, me giro
y camino hasta el final del pasillo. Muy segura que él no quiere verme en este momento,
pero no puedo dejar pasar otro segundo sin que sepa cuánto lo siento. Caín tenía razón:
lo estoy lastimando. Lo he estado lastimando. Y él es demasiado paciente, amable y
comprensivo para gritarme por mis mierdas.
El dormitorio está oscuro cuando entro, excepto por la delgada franja de luz
irradiando debajo de la puerta del baño. La ducha está encendida, e hilillos de vapor
patinan a través de la madera dura. Levanto el puño para llamar, pero lo pienso mejor.
En su lugar, simplemente abro la puerta del baño.
Incluso su silueta borrosa es espectacular a través del vidrio empañado, y tengo
que tomar un momento para simplemente admirarlo. Con la cabeza inclinada en
contemplación y los brazos presionados contra la pared de azulejos, me quita la
respiración. Y con el vapor incrementando su olor embriagador, me siento mareada con
la necesidad de tocarlo, sostenerlo. Estoy prácticamente dolorida con el abrumador
deseo de pasar las puntas de los dedos sobre su resbaladiza piel y recoger cada minúscula
gota con ladespojándome
encuentro lengua. Y debido
de la aropa
queyelabriendo
control la
delpuerta
impulso nunca ha sido lo mío, me
de cristal.

Levanta la cabeza, sus cansados ojos observándome a través del caliente vapor.
Cuando separa los labios para hablar, rozo su sensual boca suavemente con mi pulgar a
medida que trazo su fuerte y angulosa mandíbula con mis dedos.
—Lo siento. No debí haber sacado el tema. Estoy
Esto y asustada, L. Tengo miedo y no
quiero que tú o nadie más salga herido.
Asiente, y se aleja de mi toque, dejando atrás la frialdad de su rechazo en las
yemas de mis dedos. No me doy por vencida. Presiono la frente contra su espalda y
envuelvo los brazos alrededor de su torso, sosteniéndolo tan apretado a mi pecho como
puedo. Sus tensos músculos se aflojan solo una fracción y exhala. Cierro los ojos, mi
mejilla en su espalda, y escucho el sonido de su respiración, entregando cada una a la
memoria como el ritmo de mi canción favorita.
—Eden… —Mi nombre es un gemido que retumba en su pecho, vibrando a través
de su cuerpo. Lo siento contra mí… dentro de mí.
Rompe mi agarre y se vuelve hacia mí lentamente, su expresión sombreada por
su oscuro y húmedo
anticipación. cabello.que
O va a decirme Alzo la mirada
salga hacia
de su vista, él, ami
o va corazón palpitando
empujarme con
contra la pared
con mis muslos apretando su cintura. Estoy orando por lo último.
Legion cubre ambos lados de mi cuello con las manos. 208
—¿No confías en mí lo suficiente para saber que moriría por ti? ¿Asesinaría por
ti? ¿No es eso suficiente?
—Lo es. Tú lo eres —respondo con un sollozo entrecortado. Me inclino hacia
delante y presiono los labios contra su liso y bronceado pecho —. Lo eres, L. Eres
suficiente.
Repito el mantra una y otra vez entre besos, comenzando en sus pectorales y
luego inclinándome para lamer y tentar sus abdominales. Caigo de rodillas, deseando
probar más de él. Gime en voz alta cuando lo tomo
to mo en mi boca… todo de él.
—Eden —gime, acariciando cariñosamente el cabello húmedo de mi rostro —.
Dios… Eden. Maldición.
Su muestra de aprobación me anima a chupar un poco más duro, tomándolo un
poco más profundo. Me retiro hasta la punta lentamente, usando la lengua para dibujar
círculos por su eje. L jadea, su agarre en mi cabello apretándose. Miro hacia arriba para
encontrar su cabeza echada hacia atrás y su otra palma apoyada contra la pared de
azulejos.
Acelero el ritmo y agarro el trasero de L a medida que comienza a follar mi boca.
Cada vez que gimo, se sacude, sus muslos flexionándose con la sensación. Sé que está
cerca. Se siente más duro, más grueso. Aplico más presión con la lengua, persuadiendo
su orgasmo, luego bebo cada gota de él.

Acabo de liberarlo cuando L se inclina para levantarme y presionarme contra la


pared de la ducha. Todavía increíblemente duro y pulsando, se empuja dentro de mí,
llegando más profundo de lo que jamás lo he sentido. Lo acuno dentro de mi vientre,
mis paredes apretándose y contrayéndose con cada empuje. Estoy mareada. La
habitación está girando. Mi corazón está latiendo tan rápido y duro que creo que va a
salirse de mi pecho.
Exploto de adentro hacia fuera, en un millón de diamantes multicolores que caen
en cámara lenta a nuestro alrededor. Con el rostro de Legion enterrado en mi cuello, lo
siento estremecer y gruñir su propia liberación con sacudidas y golpes superficiales. Me
retiro el cabello con dedos temblorosos y le beso la cabeza, apreciando su vulnerabilidad
mientras baja de su pesada nube de éxtasis.
Esta parte es fácil. Amarlo… follarlo… es fácil. Por eso somos tan buenos en esto.
La otra mierda, la parte donde nos desnudamos hasta los huesos y somos
completamente honestos el uno con el otro, esa es la parte difícil. Son las cosas que no
decimos las que nos matarán a ambos.
Me pone de pie, y en silencio nos lavamos y enjuagamos. Después que L cierra
la llave, sale, su cuerpo húmedo goteando y abre una toalla para mí.
—Gracias.
209
—Por supuesto. —Me envuelve en una cálida y suave toalla, tomando los
extremos y pasándolos a lo largo de mis mejillas para atrapar las gotitas que corren de
mi cabello. Un gesto tan tierno. Hace un mes, apenas podía conseguir que me mirara
sin gruñir. Ahora, el mismo pensamiento de estar sin su toque me llena de pavor.
Debería decirle cómo me siento antes de que sea demasiado tarde; es posible que
no tengamos otra oportunidad como esta. Pero mientras lo miro fijamente, mis amplios
ojos buscando por algo, cualquier cosa, para probar que siente lo mismo, no puedo
encontrar las palabras. Porque al final del día, soy una tonta y testaruda chica que es
demasiado peculiar para mi mundo, pero demasiado humana para el suyo. Y él es un
ángel caído convertido en demonio en busca de su redención. No encajamos. ¿Cómo
podemos? ¿Cuando la misma cosa que nos unió es la misma cosa destinada a
separarnos?
—¿Qué? —reflexiona, leyendo la desesperación en mi expresión.
Dile. Simplemente dile, resuena una voz en mi cabeza. Antes de que no puedas.
Sacudo la cabeza, disipando el susurro fantasma.
—Nada. No es nada.
L levanta una ceja oscura con sospecha.
—Nada.

—Solo estaba pensando en…


en…
Pero la voz no será ignorada. Ruge más fuerte en mi cráneo, urgiéndome,
suplicándome.
No tienes suficiente tiempo. Dile ahora mientras puedas.
Muerdo la locura que intenta a travesar mi garganta, ahogando la verdad y
sacudo la cabeza una vez más.
—Solo estaba pensando que estoy hambrienta. ¿Quieres que preparemos algo?
Un pequeño ceño frunce el espacio entre las cejas de L por un momento antes de
darse la vuelta, recuperando su propia toalla.
—Claro.
Abre la puerta del baño y entra al dormitorio, llevando el húmedo calor con él, y
dejándome con nada más que un frío asombroso y esa voz espectro en mi cabeza.

Cobarde.
—Lo sé —susurro en voz baja—. Lo sé.

210
P ensé que mudar a mi hermana a la sede de los Se7en sería encontrado con
intensa resistencia por parte de Caín, pero, en realidad, fue su idea.
Y eso no me cae bien.
Es lo más sensato. Tienen una instalación médica completamente surtida, un
doctor en casa, es más seguro que Fort Knox, y más difícil de encontrar que el Área 51.
Y por supuesto, la quiero cerca de mí, especialmente después de sufrir tal traumático
ataque y perder a su novio en un día.
Sin embargo, no me esperaba que Caín sea tan… atento con ella. El frío y

temerario
días. Caín no ha dejado el lado de mi hermana desde esa fatídica tarde hace tres
Y mi hermana tampoco lo ha enviado lejos.
—Espero que te sientas a gusto aquí —le digo, mi voz tranquila. 211
Transportándola, con sus quemaduras vendadas y huesos rotos, tomó mucho de ella.
Además, Phenex tuvo que darle una buena cantidad de analgésicos para que así
pudieran llevársela sin alarmar al personal de enfermería. Sinceramente
Sinceramente no sé cómo está
consciente todavía.
—¿Estás bromeando? —dice sin aliento, dándome una sonrisa soñolienta —.
Podría fingir estar lastimada solo para así no tener que irme.

—Puedes quedarte tanto tiempo como quieras, Mary —le asegura Caín
dulcemente. Nunca lo he escuchado usar ese tono de voz, todo suave, tranquilizante y
mierda. A mí, quería despedazarme solo por respirar. Pero con mi hermana, es tan dócil
como un gato doméstico.
No. Me. Gusta.
Quiero decir, claro, estoy emocionada que los Se7en no han sido nada más que
amables y comprensivos en cuanto a mudar a mi hermana para su propia protección.
Andras incluso se ofreció a cambiar la enfermería en alguna habitación de hospital Zen
y lujosa, haciéndola parecer menos fría y estéril con unos colores más ricos, una
iluminación suave opcional y una cama de hospital de primera línea vestida con las más
suaves sábanas y mantas conocidas por el hombre. Los chicos también trajeron una
televisión de pantalla plana, un minibar y un
u n montón de libros y revistas para mantenerla
ocupada. Lilith también ayudó y yo ni siquiera dije nada sobre eso.

Así que, aunque me gusta, hasta me encanta, todo el esfuerzo que todos ponen
en hacer que mi hermana esté cómoda, no estoy emocionada en cuanto a este nuevo
lazo que ha forjado con Caín.
Es comprensible, seguro. Él estaba allí cuando recuperó la conciencia en el
hospital. Y una vez que le explicó todo la primera vez (las primeras veces, dijo groserías
inducida por la morfina) y lo confirmé todo por teléfono, lo miró como su ángel
guardián, con cicatriz fea y todo. Sé que ella y yo tenemos mucho que discutir, pero
hasta que su condición mejore, todo lo que quiero que haga es que mejore.
Phenex juguetea con los ajustes de iluminación y lo atenúa a un brillo ámbar
después de comprobar la intravenosa de mi hermana.
—Vamos a dejarla descansar —sugiere, con su voz de doctor —. El viaje
probablemente no fue lo mejor para su capacidad pulmonar limitada y lesiones, y no
quiero que esté tentada a hablar.
—Estaré aquí mismo. —Caín se deja caer en el sillón reclinable de felpa que le
pidió a Andras que incluyera en su renovación y recoge una revista. ¿En serio?
Phenex se encoge de hombros, la comisura de su boca inclinándose hacia arriba
con diversión resignada. No comparto el sentimiento.
—Estaré de regreso en un rato para comprobar a nuestra paciente —anuncia 212
Phenex antes de cerrar la puerta detrás de nosotros. Una vez que estamos fuera en el
pasillo, trabo mis ojos en él—. Oh, podría ser peor.
—¿Cómo? ¿Cómo podría ser esto peor?
—Bueno… — Phenex frota la parte posterior de su cuello—. Él podría tratarla
como te trató a ti.

Cruzo mis brazos frente a mi pecho y bufo.


—Sí, ya me gustaría verlo. Mi hermana lo rasgaría en pedazos.
—Entonces deberías estar feliz que ha tomado un interés en ella. El noventa y
cinco por ciento de la actitud de Caín es nacida de una necesidad de protegerse a sí
mismo. Con Mary, no tiene que proyectar esos sentimientos amargos porque siente que
ella necesita protección. Aun a costa de su propia vulnerabilidad.
—Pero… pero… ¿Caín? —Mi rostro se transforma en una mueca—. ¿Por qué?
Phenex coloca una suave mano sobre mi hombro.
Tu hermana ha sufrido algo inimaginable que dejó su cuerpo roto y su piel
quemada. Ella perdió
mismo aspecto. Quizásuna buena partededebelleza
su percepción su cabello y puede que
ha cambiado no vuelva
durante a tener
los últimos el
días.
Deberías darles un poco de espacio.

Sus palabras son como un mazo para mi ego y bajo mi cabeza al instante con
vergüenza.
—Tienes razón. Lo siento. No puedo creer que pudiera estar tan ensimismada.
Lo que está pasando… entiendo por qué buscaría consuelo en él. Estoy agradecida por
él. Honestamente.
—Bueno, no dejes que te escuche decir eso. —Phenex ríe entre dientes antes de
soltar mi hombro.
—¿Por qué no?
—De ti, él todavía disfruta burlarse. Eso solo le dará más munición.

Con Caín sumergido por completo como el escolta personal de mi hermana,


Phenex dándole atención durante todo el día, y Legion, Toyol, Andras, Jinn e incluso
Lilith trabajando horas extras para tomar relevos, creo que tengo un montón de tiempo
para mí. Ellos han estado vigilando la ciudad por cualquier actividad potencial de los 213
Serafines, mientras también trabajan con Crysis para descubrir al terrorista. Y ya que
estoy confinada en el apartamento, estoy bastante aburrida.
Me dirijo hacia la habitación de Legion y recojo el libro de bolsillo que estuve
leyendo durante los dos últimos días. Es una fascinante historia de una joven que es
capturada por un hombre que tiene la intención de matarla. Sin embargo, termina
enamorada de él, solo para darse cuenta que ella en realidad ha estado enamorada de él
toda su vida. Es curioso cómo el arte imita la vida. Mi vida, de todos modos. En muchos
sentidos, he estado conectada a L desde el día en que nací. Ya sea que tuviera veintidós
o sesenta y dos, luchar contra lo inevitable nunca fue una opción.
Después de unos minutos luchando para centrarme en las palabras de las páginas,
mi cabeza demasiado consumida con una interminable corriente de “y si”, bajo el libro
y dejo salir un suspiro frustrado.
—Sabes, eres más útil de lo que piensas —dice una suave voz aterciopelada a mi
lado.
Grito de asombro y casi caigo de la cama, pareciendo completamente
completamente como una
idiota alterada y agitada. Me pongo de pie de un salto, mis ojos asustados lanzándose
alrededor de la habitación.
—¿Cómo diablos entraste aquí? —susurro medio gritando, sin querer alarmar a
los demás. Lo cual es estúpido. Debería estar reaccionando de forma exagerada. Debería
estar gritando por ayuda. Sin embargo, no lo hago.

Lucifer cruza sus tobillos y entrelaza sus dedos detrás de su cabeza, descansando
en la cama.
—Voy a dónde sea que vayas, gatita. Estoy contigo. Estoy en ti. Todo lo que
tienes que hacer es pensar en mí.
—No estaba pensando en ti. —Cruzo mis brazos frente a mi pecho en defensa.
—¿Estás segura de eso? ¿Así como no estabas pensando en mí mientras la polla
de Legion se empujaba dentro de ti? Eres realmente una mentirosa terrible.
Mi rostro se vuelve tan caliente que juro que hay vapor saliendo de mis oídos.
Vete. Ahora.
—¿No querías preguntarme algo primero? —Levanta una curiosa ceja.
—No.
—¿Estás segura? ¿No quieres saber si tuve algo que ver con el bombardeo del
edificio de tu hermana? —La esquina de su boca su alza lentamente.
—No tuviste que ver —lo desafío a atreverse a mentir.
—Cierto. Pero, ¿no tienes curiosidad por saber si sé quién lo hizo? 214
—Si quisieras que lo supiera, ya me lo habrías dicho.
—Tal vez sí. Tal vez no. Necesitaría ser persuadido.
—¿Hay un punto en todo esto? ¿O solo vas a seguir con las preguntas?
Pongo mis ojos en blanco y dejo salir una respiración frustrada. Lucifer y sus
pequeños juegos. Él quiere que yo sienta que lo necesito. Como si pudiera darme algo

que nadie
necesita sermás puede. constantemente.
acariciado Sexo. Poder. Información. Su ego es un gordo gato casero que
Lucifer salta ágilmente de la cama, su traje oscuro sin una arruga.
—Deberías saber para ahora que siempre hay un método para mi locura, Eden.
Así como engañarte para ir al Infierno conmigo, nada de lo que hago es sin razón. Y
aunque no te diré quién está detrás del ataque, te dejaré con este pequeño regalo: haz
que miren las imágenes de ese día. Estúdienlas. Están en buen camino, pero están
pasando por alto una pista muy importante.
—¿No crees que lo hemos hecho? Es todo lo mismo —insisto, arrojando mis
manos al aire.
—¿Lo es? Tu hermana vivió. Su novio no. Extraño.
—Porque ella estaba dentro del apartamento. Legion había reforzado las paredes
de su apartamento por protección. Ben apenas había bajado del ascensor y se dirigía a

su casa. Si él hubiera estado dentro, probablemente también hubiera vivido. Pero había
una vecina… una anciana… él sostuvo la puerta del ascensor para ella. Treinta
segundos. Si hubiera llegado al apartamento treinta segundos antes, hoy podría estar
vivo. Pero hizo lo correcto. —Sacudo mi cabeza y lanzo mi mirada hacia el suelo—. Eso
suena tan egoísta. Todas esas personas que murieron… personas buenas. Personas
inocentes. Ninguno de ellos merecía eso.
Lucifer rodea la cama y se detiene a solo unos treinta centímetros de donde estoy.
No me toca, y no sé cómo sentirme al respecto.
—Esta… culpa. No es tuya para llevar. Al secuestrarte y tratar de ocultarte, envié
un mensaje muy fuerte, uno que estaba destinado a ser recibido con retribución. Y por
eso, me disculpo. Sin embargo, era tu vida o la de ellos. Y te elegí. Siempre te elijo,
Eden.
—¿Qué? —Me tambaleo hacia atrás, mi rostro retorcido en disgusto —.
¿Sacrificaste a todas esas personas inocentes por mí? ¿Sabías que ellos, quienquiera que
sean ellos, buscarían venganza? ¿Por qué? ¿Cómo pudiste hacer algo como eso?
—Simple. —Se encoge de hombros—. Tú me intrigas. ¿Por qué crees que todavía
estás viva? Si no tuviera ningún interés en proteger mi inversión, los habría dejado llegar
hasta ti cuando vinieron por ti la primera vez.
215
—¿Qué? —La palabra es un susurro ahogado.
Lucifer desvía su mirada deslumbrante y muerde su labio, el primer espectáculo
de cualquier cosa parecida a la renuencia que
qu e le he visto desde… bueno, nunca.
—¿Recuerdas cuando el estado se encargó de ti, Eden?
Hago una mueca reflexivamente. ¿Qué tiene esto que ver con nada?

—Por supuesto que sí.


Él asiente.
—Había una familia dispuesta a llevarte casi de inmediato. Me aseguré que te
colocaran en un hogar grupal y te alternaran alrededor del sistema.
—¿Qué
¿Qué…… q ué? ¿Por qué? —balbuceo, mis palabras solo pequeños estallidos de
confusión. ¿Por qué haría eso, y me robaría la posibilidad de una verdadera familia?
—Porque esa familia no era humana. Y no habrías sobrevivido la noche. Así que
te di un pequeño empujón… un impulso.
im pulso. Te hice atacar a los consejeros que intentaron
ayudarte. Y cuando te detuvieron, te di la fuerza para luchar contra ellos. —Se vuelve
hacia mí, esos inquietantes ojos del color de las estrellas moteadas del cielo nocturno
sombreados con seriedad—. Fuiste
F uiste etiquetada como “una niña problemática”. En ese
momento, solo eras otra cara sucia para que el estado ignorara. Y yo pudiera seguir
vigilándote.

Lo recuerdo. Siempre había intentado permanecer bajo el radar, si no demasiado


dócil, así la gente no sospecharía que había maldad pudriéndose dentro de mí. Cuando
ataqué a la gente tratando de ayudarme, no lo entendí. No tenía miedo; me sentía
aliviada. Todo este tiempo pensé que mi miedo irracional provenía de una rabia
reprimida por mi madre. Pensé que años de abandono finalmente habían hecho mella
en mí.
—¿Tú hiciste eso?
—Sí. —Asiente—. Una vez que tuvieran sus manos en ti, sabía que sería incapaz
de detenerlos. Fue lo único que pude hacer sin librar una guerra santa en la Tierra. Pero
no podía dejarlos…
dejarlos… no podía dejarlos tenerte.
—¿Y Legion…? —Teniendo en cuenta cómo se siente acerca de su hermano
enemistado, no me sorprendería si lo culpaba.
—No era consciente. Estaba tan encaprichado por ti que no vio lo que estaba
sucediendo. Su anhelo por Adriel lo había hecho descuidado. Tú fuiste lo siguiente
mejor.
Y solo así, el estado de ánimo cambia.
Adriel.
216
—Legion no sabía que Adriel había invadido mi cuerpo hasta que me rescató.
—¿No lo sabía? —Sonríe astutamente, haciendo que el vello en la parte posterior
de mi cuello se ponga de punta—. No crees eso, ¿cierto? Razón por la cual estás parada
aquí hablándome, en lugar de hablar con él. ¿Por qué crees que no puedes decirle que lo
amas, Eden? Es porque no confías plenamente en él.
Sacudo mi cabeza, saliendo del juego mental de Lucifer.
—Te equivocas.
equivocas. Tú… no sabes ni mierda.
mierda. Confío en él. Maldición, mil veces más
de lo que confío en ti.
Se encoge de hombros.
—Cree lo que quieras. O mejor aún, pregúntales tú misma.
—De todos modos, ¿qué querrían conmigo?
—Lo mismo que ocupaba los pensamientos de Legion. Adriel. No es tanto que
te quieran muerta. La quieren a ella de regreso.
Lucifer lee las preguntas que destellan a través de mi rostro antes de dar un paso
adelante en mi espacio. Estoy demasiado aturdida para empujarlo lejos.
—Comprueba las grabaciones. Legion sabe cosas… así co
como
mo yo. Recuerda,
caímos juntos.

Parpadeo.
—¿Por qué me estás diciendo todo esto?
Su aliento es cálido, su voz suave, como el susurro de una brisa de verano.

—Porque a veces el silencio es tan peligroso como la venganza.


Con eso, da un paso atrás y se ha ido.
Ni siquiera tengo oportunidad de tomar un respiro para reemplazar el que Lucifer
robó cuando se abre la puerta del dormitorio. Legion se para allí, su frente surcada de
escepticismo.
—Las cintas de vigilancia —digo sin preámbulo—. Míralas otra vez.
Legion inclina su cabeza hacia un lado. Sus labios se separan como si estuviera a
punto de preguntar de qué diablos estoy hablando de la manera más sutil posible. Le
ahorro la molestia y me arriesgo a su ira.

—Lucifer. Me habló… me me habla —explico, mi tono entrecortado—. Creo que sé


quién es la fuente de la bomba.

217
A
fortunadamente,, era justo como creía.
fortunadamente
Desafortunadamente,
Desafortunadamente, era justo como creía.
Ben no era la fuente de la bomba. Él era la bomba.
El pequeño artefacto que los Se7en habían recuperado había estado implantado
en él, quizás incluso dentro de él. Y quienquiera que lo hubiese puesto allí, había
apostado que regresaría a mi apartamento antes de que detonara, matándose a él mismo
y a mi hermana. Además de ellos, hubiese habido mínimas pérdidas de vida. El edificio
habría sufrido un gran daño y debería haber heridos, pero las paredes reforzadas habrían
contenido Solo
inocentes. la explosión de alguna forma. El objetivo no era matar muchas personas
a ellos dos.
Pero Ben era un hombre bueno.
b ueno. Y cuando vio a su vecina anciana corriendo para
alcanzar el elevador, lo sostuvo para ella, añadiendo treinta segundos a su ruta. 218
Treinta segundos, y habría estado en el apartamento, saludando a mi hermana
con un beso.
Treinta segundos, y yo habría perdido a la persona más importante en mi vida y
la única razón por la que todavía no me había vuelto completamente oscura.
—Mierda —escupe Crysis. Repite el video sobre la pantalla de su teléfono por
tercera vez antes de escupir otra maldición—. Mierda, mierda, mierda.
—Ese es el consenso —murmura L.
Estamos en la misma cafetería que antes. Exactamente la misma camarera está
en el mostrador de estilo antiguo.
—¿Y estás seguro que está muerto? —pregunta Crysis.
Legion se encoge de hombros.
—No sé cómo sobreviviría. No había mucho que quedara de él, honestamente.
—¿Lo confirma el ADN?
Un asentimiento.
—En el video, está en un punto ciego cuando la bomba detona. Es por eso que
nos perdimos el hecho de que él era la fuente. Asumimos que era coincidencia.

Crysis cargo el video una vez más.


—¿Y estás seguro que Mary era el objetivo?
—Eso es lo que parece.

—Mierda —maldice Crysis, pasando una mano a través de su cabello rubio.


—¿Qué significa todo esto? —pregunto, sin entender realmente. Ya sabíamos
todo esto.
—Ben tuvo una cita con el doctor esa mañana —explica Legion, girando hacia
mí. Eso explicaría cómo implantaron en él o sobre él el dispositivo. Sin embargo, a
juzgar por su
su comportamiento, no lo sabía. Alguien debió ha
haber
ber borrado su m
mente.
ente.
—¿Alguien como quién?
—Solo hay un par de seres con el poder
po der de hacer algo como eso. Uno de ellos son
los ángeles —interviene Crysis. Apaga el dispositivo móvil y lo mete en su bolsillo.

Golpeteando
miembros de sus dedos sobre
la Alianza que la superficie
creen que losdeángeles
la mesauna
pensativo, dice —: Hay
vez le hablaron algunos
a hombres
sagrados. Esos de fe y devoción inquebrantable. Ellos aseguran que fueron los ángeles
quienes los instruyeron para que capturaran y torturaran a los Llamados. Que fueron los
ángeles quienes susurraron en sus oídos, diciéndoles que la llave para salvar a la 219
humanidad yacía bajo sus cortezas cerebrales, en lo profundo, y la única forma de llegar
a ello requería medidas extremas. Medidas espantosas. La Alianza de los Ordenados
estaba en riesgo de ser expuesto al público y todo para lo que habría sido fundado habría
sido destruido. Así que, cada jefe de cada religión se juntó e hicieron una limpieza
completa. Todos los líderes se habían desvanecido. La mayoría desaparecieron de la faz
de la Tierra. Eso fue como hace veinte años atrás.
—Entonces, ¿crees que esto podría estar pasando de nuevo? —Santa mierda. No
quería creer que los ángeles podían estar tras tal perversidad, pero todas las señales
parecen apuntar a ellos. Lo que significa que solo es cuestión de tiempo antes de que
golpeen de nuevo y tendríamos que ir contra los seres más fuertes, con excepción a Dios
mismo.
No podemos ganar.
—Es imposible. Significa… significa que sabes quién está detrás de esto —
murmura Crysis, su mirada ensombrecida fija en su taza de café helado—. Y yo también.
Rev.
—¿Qué? —Mi voz se rompe en mi garganta—. ¿Mi… mi padr
padre?
e? Pero todo lo que
dijo sobre protegerme… sobre cómo entendía cuán importante es mi herma
hermanna para mí…
¿por qué haría eso?
—Él debe creer que está salvando tu alma —sugiere Legion—. Los ángeles, los
Serafines específicamente,
específicamente, son criaturas de verdad y luz. Son la creación más preciosa y

perfecta de Dios. Ser guiado por uno es considerado un gran regalo, enviado por el
Todopoderoso. Tu padre puede creer que este es el plan de Dios.
—¿Matar a su propia hija? —chillo sin preocuparme por la camarera humana de
pie a la distancia—. Después de abandonarme por veintidós años, ¿cree que lo más
lógico que hacer luego de nuestra reunión es matar a la única familia que alguna vez he
conocido, para así poder matarme eventualmente? ¿Por qué haría eso?
Ya sé la respuesta. La he sabido todo el tiempo. Y el mordaz conocimiento de
esa verdad me tiene empujándome contra el hombro de Legion, rogándole que me deje
salir del cubículo.
—Necesito salir de aquí —ruego, empujando su duro bíceps. Estoy usando todo
mi poder, y, aun así, difícilmente se mueve—. Por favor, L. Solo quiero irme.
—¿Qué pasa, Eden? —Se desliza fuera del cubículo, pero bloquea mi camino.
—Solo necesito algo de aire. Muévete. Por favor.

Finalmente, se mueve a un lado y yo


y o me apresuro a pasarlo. Medio camino medio
corro hacia la salida y no me detengo hasta que estoy inhalando aire helado hasta llenar
mis pulmones, mi espalda presionada contra el ladrillo congelado.
Quería creerle. Todo este tiempo en el que había estado ausente en mi vida, había 220
esperado llegar a conocerlo en el futuro… tener un papá. Mierda, solo tener un padre
hubiera sido lo suficientemente bueno para mí. Que estúpida. Debí haberlo sabido. Una
madre adicta a las drogas y un padre que solo se aparecía de regreso en mi vida para
conspirar mi muerte, mientras casi mataba a mi hermana adoptiva. ¿Todo eso por qué?
¿Adriel? ¿Un ángel caído que no pudo dejar ir a su ex?
Estoy tan enferma de esta mierda. Esta no es su vida; es la mía. Aun así, cada vez
que volteo, algo se va a la mierda por culpa de ella. Quizás hay una forma… una forma
de sacarla de mi cuerpo definitivamente. Los Serafines quieren a Adriel, y están
dispuestos a usar a la Alianza para conseguirla de regreso, por alguna razón. Debería
solo darles los que quieren para evitar otro derramamiento de sangre más y reclamar mi
vida en el proceso.
—Sé lo que estás pensando. —El profundo barítono de Legion retumba a solo
unos pasos de distancia, perforando justo a través de mis tortuosos pensamientos —.
Crees que te usó.
—Sé que me usó —digo, alrededor de las lágrimas en mi garganta.
—Él podría no saber eso, Eden. Los Serafines son poderosos. Honestamente,
podría creer que oyó la voz de Dios.
—Y si ellos no lo hubieran
hubieran influenciado… ¿alguna vez me habría buscado?
El silencio de L es toda la respuesta que necesito.

Y lo odio.
Odio que él no me vea.
Odio que él tenga algo más profundo y significativo con ella.

Y el odio mezclado con la desesperación me tiene cerrando la distancia entre


nuestros cuerpos, hasta que mi pecho está alineado contra el suyo y nuestras bocas
fusionadas. Quiero que me saboree. Quiero que me sienta. Y cuando separe mis muslos
y envuelva su polla entre mis paredes resbaladizas, quiero que se venga por mí.
Lo beso frenéticamente, nuestras lenguas juntas en una violenta batalla por la
dominación. Él carcome mi frío con su abrazador calor. Encuentra mi suavidad con
inflexible dureza. Traga mi locura y me abastece con estabilidad.
Cuando se aleja, solo lo suficiente para clavarme con su salvaje mirada plateada,
pregunta:
—¿Qué es esto?
Le respondo jalando su camisa, necesitando sacarla y tirarla. Sí, justo aquí, en
temperaturass congelantes, bajo la perlada luna creciente, junto a una cafetería en medio
temperatura
del lado malo de la ciudad, lo necesito como necesito el aire. Como si mi vida y mi
muerte dependiese de ello. 221
—Eden, ¿qué estás haciendo?
Desvío mi enfoque a la cremallera de sus jeans.
—Te deseo. —Mi voz suena lejana, como si estuviese unida a un eco distante de
medianoche. Vacía.
Él cubre mis manos con las suyas, pero no me aleja.
—¿Aquí afuera? Alguien podría vernos.
Empujo sus manos para alejarlas.
—Bien. Dejemos que vean. ¿Crysis aún está aquí? —Otro tirón en su cinturón y
el grueso cuero cuelga de su cintura.
Un destello de furia ilumina sus ojos.
—Se fue.
—Bien.
—Eden… déjame llevarte a casa.
—No. Te necesito ahora. —Levanto la mirada a él, con ojos suplicantes vidriosos
con lágrimas—. ¿Por favor? Solo… ¿por favor?

Legion me observa por largos segundos tortuosos, su ceño fruncido, perplejo. Y


entonces, un ardiente agarre de fuego se envuelve en mis muñecas y estoy siendo alzada,
mirando como el ladrillo y concreto se derriten en borrosas manchas de rojo y gris. Mi
espalda choca con la pared helada lo suficientemente duro para hacer sonar mis dientes.

Mis piernas están


de mezclilla envueltas
palpitando alrededor
contra de su cintura,
mi ansioso y puedo
sexo. Su boca sentir su dureza cubierta
está cubriendo la mía,
alimentando mi calor y locura, y sofocando mi cordura con cada movimiento deliberado
de su lengua. Se empuja contra mi parte media y la fricción de mis bragas frotándose
contra su hinchazón envía un dolor a lo largo de mis muslos, que parece irradiar hacia
mi vientre.
Me estiro entre nosotros para liberarlo de sus pantalones al mismo tiempo que él
toma la cremallera de mis jeans. Le toma simplemente segundos bajarla, jalarlos hacia
abajo y girarme para que mi pecho se presione contra los duros y fríos ladrillos. Y con
un gemido que retumba en su pecho tanto como en el mío, empuja dentro de mí desde
atrás. Me estiro hacia atrás y agarro el cabello en su nuca a medida que bombea
furiosamente dentro de mí, causando que la presión alrededor del nudo en mi vientre
pulse salvajemente. Lo siento… lo siento a él allí. Creciendo, palpitando, viviendo,
muriendo.
No me habla. No me pregunta si me hace sentir bien. Solo me folla contra la
pared en un callejón, como la salvaje bestia que es. Y amo cada jodido segundo de ello. 222
Porque ahora mismo, está follando a Eden. No está haciéndole el amor al ángel al que
amaba tanto que cambió el favor de Dios por un boleto solo de ida al Infierno. Él está
follando a la obstinada chica con un objetivo en su espalda, que acaba de descubrir que
su última esperanza en cuanto a un padre real fue toda una mentira.
Me vengo como una tempestad, lloviendo con violencia y pasión. Legion me
sigue de cerca, su rostro enterrado en la curva de mi cuello. Lo aprieto hacia mí, tratando
de absorber ysu
medianoche calor,
fuego. Su disfrutando
nombre cantasuenesencia de Está
mi sangre. tierratallado
chamuscada, jazmines
en mis huesos hastade
la
médula. Y ahora quiero marcarlo sobre todo mi cuerpo.
La incomodidad cuelga como una densa nube cuando se aleja. El frío eriza la piel
de gallina sobre mis muslos desnudos y trasero, aunque Legion se inclina rápidamente
para jalar mis jeans de nuevo hacia arriba por mi cuerpo. Él no me mira, pero no lo
sabría con seguridad, considerando que tampoco lo miro.
—¿Tienes hambre? —pregunta después de enderezarse.
Aliso mi cabello y le doy una sonrisa tensa.
—No. Estoy bien.
—Bien. Deberíamos ir a casa.

Toma mi mano, entrelazando nuestros dedos y me lleva fuera del callejón.


Aunque estuvo dentro de mí minutos atrás, el acto parece incómodamente íntimo.
—¿Eden? —La voz obviamente es femenina, pero ronca, como si la fuente de ella
hubiese estado llorando. O gritando.
Miro a mi izquierda y veo a una pequeña mujer delgada. Su piel es pálida, su
cabello castaño largo y lacio. Su ropa luce limpia y aseada, aunque ordinaria. Da unos
pasos al frente y cubre su boca con una frágil mano temblorosa, conteniendo un sollozo.
—Oh, Dios mío, eres tú, ¿verdad? Eres tú.
Por puro reflejo, Legion me jala hacia atrás, cubriendo mi cuerpo con el suyo.
¿Quién eres tú?
La mujer continúa como si ni siquiera hubiese visto la roca de músculos
bloqueando su camino.
camino.

—Ha pasado tanto tiempo… tanto tiempo,


hermosa. tiempo, mi bebé. Mírate…
Mírate… toda crecida. Eres
Todos los pensamientos coherentes son cenizas en mi cráneo, dejando el sabor
amargo de la confusión sobre mi lengua. 223
—Voy a preguntarte
preguntarte de nuevo… ¿Quién. Eres. Tú?
Hay un movimiento por el rabillo de mi ojo, y entonces el Reverendo Joshua
Harris entra en la vista, deslizándose junto a la pequeña mujer mirándome fijamente
como si acabase de ver un fantasma. Sé exactamente cómo se siente. También estoy
viendo uno.
—Su madre —anuncia él, justo cuando somos rodeados por una docena de
agentes vestidos de negro y armados. La Alianza —. No se muevan. No queremos
lastimarte, Eden.
Hemos estado por este camino antes. Solo le tomará a Legion un segundo
calcular cuántos puede derribar antes de que ellos tengan el sentido común de devolver
el fuego. E incluso entonces, será demasiado rápido para que ellos lo golpeen. Él podría
hacerlos caer a todos sin siquiera romper a sudar.
Pero entonces, estoy yo. Y mi madre. La mujer que, literalmente, intentó
cortarme de su vientre. La mujer que me descuidó en lugar de alimentarme, lavarme,
vestirme. La mujer que trató de ahogarme para eliminar el mal de mi alma.
Ella está llorando, como si cada uno de sus pecados fuera un latigazo sangriento
a lo largo de su espalda. La veo desmoronarse sin vida alguna en mis ojos. Soy
completamente insensible a su sufrimiento, tanto como ella fue ajena al mío.

Aun así… no puedo verla morir. Incluso cuando fue demasiado feliz de jugar el
rol principal en mi muerte. No soy como ella.
Con mi mano aún en el apretado agarre de L, le doy un apretón. Cuando mueve
su feroz mirada hacia mí, sacudo mi cabeza sutilmente. Él podría disparar para que
salgamos de aquí; está armado hasta los dientes, sin mencionar que simplemente podría
robar una de las muchas armas apuntadas hacia nosotros. Pero no tendría éxito sin
algunas causalidades. Y hay muchas de esas.
El reverendo agarra gentilmente el brazo derecho de mi madre por encima del
codo y la guía lentamente hacia donde L y yo estamos de pie.
—Solo tenemos que hablar, Eden —me dice—. Nadie tiene que salir herido.
—Si solo quieres hablar, ¿por qué tienes armas apuntando a nuestras cabezas?
disparo de regreso.

—Solo una precaución. La reputación de tu amigo lo precede. Se detiene a


unos buenos tres metros de nosotros.
—Bien. Hablemos. Pero déjalo ir.
—Eden, no…
224
—Lo siento, cariño. Sabes que no puedo hacer eso. Además, tengo el
presentimiento de que él no dejará tu lado si lo hiciera. Especialmente, después de que
sepa lo que podemos hacer… por ustedes dos.
Miro hacia Legion.
—¿Y qué será?
—Tu vida… tu vida propia —explica Rev—. La vida que estabas destinada a
tener antes de que el mal te la robara. Y él puede tener aquello que realmente quiere. Por
lo que ha esperado un milenio.
La espalda de Legion se tensa, la mirada salvaje en su rostro arruinado con
pánico.
—Eden, no lo escuches…
escuches…
Alejo la mirada de L y volteo mi dura mirada hacia el reverendo.
—¿Cómo?
—Hay una forma… hemos estado trabajando en ella por un tiempo para
ayudarte. Para salvarte. Mira cómo transformamos a tu madre —dice orgullosamente—
. Hace solo meses, estaba tan drogada con antisicóticos que ni siquiera podía decirnos
su propio nombre. Ahora, está completamente recuperada, sin la dependencia por las
drogas. Y está lista para comenzar de nuevo… contigo.

—Es verdad. —Asiente mi madre—. Estoy mejor ahora. Y tengo tanto que
enmendarte, cariño. Lo siento muchísimo.
—Ambos lo sentimos —añade Rev—. Pero ahora… podemos ser una familia
otra vez. Podemos hacerlo bien esta vez.
Una familia. Una vida. Todo esto suena como un sueño.
Un estúpido, mentiroso y destrozado sueño.
—¿Y si no voy contigo?
Rev suspira como si nunca hubiese siquiera imaginado que yo rechazaría su
oferta de amor y cercanía.
—Bueno… aun así nos encargaríamos de tu compañía demonio. Y temo que no
sería capaz de garantizar su seguridad. Con suerte, podemos hacer funcionar esto.
Quiero que seas feliz, Eden. Solo déjanos ayudarte.

Legion aprieta mi mano, atrayendo mi atención.


—Acábalos —dice con los dientes apretados—. Hazlo, Eden. Ahora.
Honestamente, sería tan fácil. Podría entrar en la cabeza de Rev, y obligarlo a
instruirles a sus hombres que bajen sus armas. O quizás hacer que se vuelvan el uno 225
contra el otro. Había controlado más de una mente antes; quizás puedo controlarlas
todas. ¿Y luego qué? ¿Hacerlos atacarse el uno al otro? ¿O empujar el barril de sus armas
en sus propias bocas y jalar el gatillo?
No.
No puedo.
Porque quiero hacerlo. Lo quiero tanto. Quiero flexionar mis músculos mentales
y herirlos solo porque puedo. Quiero mostrarles a todos que soy yo quien es fuerte. Que
soy yo a quien deberían temer.
Y por esas razones, sé que solo hay una forma en que puedo resolver esto.
—Iré con ustedes —declaro—. Pero tienen que dejarlo ir.
El reverendo sonríe, ignorando por completo el rugido de protesta de L.
—Me alegra oír eso, Eden. Pero… lo siento.
El repugnante estallido de acero contra hueso perfora a través de mi cráneo, el
sonido retumbando en mi oído como un ciclo constante de muerte. Legion colapsa justo
frente a mí, su cuerpo débil doblándose como un castillo de cartas. Grito al momento
exacto en que algo pasa sobre mi cabeza, acallando mis llantos y obstruyendo mi visión.
Pero aún puedo olerlo.

Sangre.
Sangre y madreselva.

226
N unca antes he visto esta habitación, pero supongo que estamos en algún
lugar debajo de la iglesia. Puedo decir
dec ir por el olor… el pilar de velas
ardiendo, la piedra y la tierra húmeda… se parece a una tumba. Al igual
que el lugar donde vierten cuando te han reducido a poco más que un cadáver en
descomposición y unos efectos personales que nunca importaban cuando estabas vivo.
Incluso aun así, podría caber más basura inútil en un ataúd que dentro de estas cuatro
paredes.
He estado escondida en un dormitorio de algún tipo. Una cama doble, un par de
sillas y una pequeña mesa. No hay ventanas. Nada para usar como arma. Es

prácticamente una celda de prisión. Incluso la mesa y sillas están atornilladas.


prácticamente
La puerta se entreabre, y Joshua Harris entra con grandes zancadas, mi padre,
quien después de ignorarme toda mi vida, de pronto ha tomado un gran interés en mi
mortalidad. Y aunque sabía que estaba usándome de una manera u otra, quería creerle.
227
Dios, quería. Pero mi optimismo de corta duración se desvaneció al segundo que los
agentes de la Alianza golpearon a Legion en la cabeza con lo que parecía ser el martillo
de Thor sumergido en veneno de ángel.
Aun caminando de un lado a otro y clavándolo con mi mirada venenosa, lanzo
toda mi energía hacia su mente.
—Dime dónde está.

Rev tiene el coraje de parecer


p arecer divertido. Inclina la cabeza a un lado.
—Está arrestado de momento. Me temo que no tengo libertad de decirte dónde.
—Dime, ahora —ordeno, mi voz temblorosa.
—Eden… querida. —Suspira—. Ven. Vamos a sentarnos y hablar un poco. Hay
mucho que contarte.
Qué.
Mierda.
Leyendo mi ceño fruncido y la desconcertada mirada en mis ojos, extiende una
mano hacia la pequeña mesa y sillas.

—La compulsión de tu ángel no funcionará en mí —explica, tomando asiento—


. Como sabes, tu nuevo amigo, Crysis, tiene dones muy únicos. Dones que no he
insistido que comparta con nosotros hasta ahora.
—¿Crysis? —Esbozo una sonrisa sardónica, niego con la cabeza, antes de caer en
la silla frente a él—. ¿Por qué no me sorprende?
—Oh, él no quería hacerlo. Honestamente, estoy más que un poco
p oco decepcionado
de él. Ha demostrado ser desleal con la Alianza, pero con recursos. —Tiene en sus dedos
un colgante que se balancea en su cuello, y siento el color drenarse de mi rostro. Es un
vial lleno con una sustancia de color rojo oscuro. Sangre.
—¿Lo mataste? —Mi voz es un hilillo.
—No. Cielos, no. Nunca lo haríamos. Conozco a Crysis de toda su vida. Es como
un hijo para mí.
—Sí. Y ambos sabemos cómo tratas a tus hijos.

Mis ojos son dagas sumergidas en veneno. Incluso sin el uso de mis poderes,
puedo ver la forma en que mis palabras le afectan. Cómo se retuercen en su estómago,
desangrando su temperamento. Quiere darme una bofetada en el rostro y regañarme por
mi insolencia. Pero en su lugar… sonríe. Como un jodido asesino
asesi no en serie, mi padre
sonríe. 228
—Eden, no quiero esto para ti. Nunca quise esto para ti. Había esperado
ahorrarte esta vida, mucho antes que Satanás hundiera sus anzuelos en ti. He pasado la
mayor parte de mi vida intentando encontrar la forma de salvar tu vida.
—No quiero ser salvada —digo impávida.
—¿Ni siquiera por una segunda oportunidad con tu madre? ¿La oportunidad de
conocer a un hombre bueno que pueda amarte? ¿Casarte? ¿Envejecer contigo?
No quería esas cosas, porque nunca supe que existían. Pero ahora que él los ha
lanzado al universo, no puedo evitar reconocer el agujero en mi pecho donde la
esperanza vivió una vez.
La última vez que vi a mi madre, me dijo que deseaba que yo no hubiera nacido.
Dijo que deseaba haberme cortado la garganta en lugar del brazo cuando intentó
cortarme de su vientre con un cuchillo de cocina. Dijo que yo era la causa de todas las
cosas terribles que le ocurrieron, y nunca me perdonaría mientras viviera.
Luego me miró con ojos vidriosos y preguntó:
—¿Quién eres?
Nunca regresé al hospital después de eso.

No hay segundas oportunidades declaro, arañando sin pensar mis uñas sobre
la mesa, marcada con la edad y uso.
—Siempre hay segundas oportunidades con Cristo, Eden —declara Rev,
sonriendo suavemente—. Todo lo que has hecho, todo el odio y la ira que sientes pueden
ser eliminados. Puedes ser hecha de nuevo, de la manera que Dios quiso. No es
demasiado tarde. Puedes vivir la vida que siempre quisiste tener. Puedes ir a la
universidad, perseguir tus sueños. Puedes viajar por el mundo y caminar por las calles
sin tener que mirar por encima de tu hombro. Y nosotros, tú y yo, podemos finalmente
conocernos. —Se acerca a la mesa y coloca una suave y cálida mano encima de la mía.
Las lágrimas brillan en su tierna mirada—. Puedo estar allí para ti como se suponía que
estuviera. Y esta vez, no fallaré, cariño.
Miro en esos ojos idénticos a los míos durante un largo instante antes de retirar
la mano.
Es demasiado tarde.

—Nunca es demasiado tarde, Eden —insiste—. Aun eres joven. Tienes mucho
por vivir. No lo tires todo por un demonio que nunca tendrá la capacidad de amarte.
Quien nunca será capaz de darte una vida normal y segura. Quien te mirará marchitar
por la edad año tras año, mientras él permanece sin cambios. ¿Crees que querrá las
mismas cosas que tú cuando estés lista para asentarte? Él es malvado inherentemente.
229
Todo lo que conoce es la carnicería y el dolor.
Sacudo la cabeza furiosamente.
—No lo conoces.
—No, Eden. No sabe lo que es ser humano. Para él y su clase, eres una mascota.
Un pequeño perrito faldero con el que jugar cuando se aburren. Están enamorados de
tu vulnerabilidad. Es fascinante para ellos, simplemente entretenimiento. ¿Crees que
alguna vez te verán como su igual? ¿Como uno de ellos? No. Te mantienen a su
alrededor porque la inmortalidad ha demostrado ser tediosa. Y cuando se cansen de ti,
encontraránn algo más ppara
encontrará ara ocupar su tiempo. Especialmente, Legion.
—Estás equivocado. No lo conoces —repito.
—Bueno… conozco lo único que quiere incluso más que a ti. Incluso más que
Adriel.
—¿Qué? —Frunzo el ceño, lista para refutarle toda su mierda. No hay manera
que sepa ni una maldita cosa sobre lo que Legion quiere.
—Su salvación. Y tengo una forma de dársela.
Intento desesperadamente controlar mis rasgos y mantener una expresión
impasible, pero por dentro estoy gritando. ¿La salvación de Legion? ¿Podría encontrar
su camino de regreso? ¿Podría ser él mismo otra vez?

Ha vagado por la Tierra durante siglos. Luchó contra su propia clase para
demostrar que era honorable. Oró, suplicó y sangró en penitencia por cada pecado
cometido y cada alma perdida recogida. Y si Rev está en lo cierto, quizás haya un modo
de limpiar la pizarra. Una forma de despojar el dolor, el auto-desprecio y transformarlo

en lo que una vez fue.


Pero, ¿a qué costo?
Pareciendo que arrancara la pregunta de mi cabeza, Rev continúa:
—¿Qué crees que elegirá, si se le da la opción? ¿A ti, o la cosa que ha estado
buscando desde eell comienzo de la humanidad? Ya sabes la rrespuesta,
espuesta, Eden. Esto es todo
lo que él siempre ha querido. Eres simplemente un desvío en el camino.
Abro la boca para refutar sus afirmaciones, pero las palabras crepitan y mueren
en mi lengua. ¿Cómo puedo competir con eso? Esta puede ser la última y única
oportunidad hacia la redención de L. Y después de todo lo que ha hecho, todo lol o que ha
sacrificado, ¿por qué intentaría impedírselo?
Este podría ser el comienzo de mi propio viaje de salvación. Este acto
desinteresado podría ser mi punto de inflexión. Tengo tanto por lo que pedir perdón,
tantos pecados por los cuales arrepentirme, tantos crímenes por expiar. Este podría ser
el comienzo para reclamar mi alma. 230
—Necesito verlo —pronuncio.
—Desafortunadam
Desafortunadamente,
ente, eso no es posible. —Rev me ofrece una solemne sonrisa
a modo de disculpa.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué no?
—Porque él intentará convencerte de lo contrario. Está tan cegado por su odio
hacia la Alianza que no será capaz de ver que esto es lo mejor para ti. Y si te ama de
verdad, si se preocupa por ti de alguna manera, sería capaz de dejar a un lado este
pequeño rencor y hacer lo correcto. Te dejaría ir. Te permitiría vivir una vida normal y
segura, libre de demonios, hechiceros y el resto de los males de su mundo. Si Legion
fuera capaz de amarte, te permitiría tener la vida humana que mereces.
Miro alrededor de la pequeña habitación solo para darle a mis ojos algo que
hacer, porque si me atrevo a mirar a través de la mesa y leer la piedad grabada en el
rostro de mi padre distanciado, sé que no seré capaz de mantener la calma. No seré
capaz de mantener esta ridícula charada de tipa dura, una chica sin miedo que lucharía
a muerte antes de rendirse. Pero no lo soy. Ni siquiera cerca. Porque ahora mismo,
mientras las palabras de Rev retumban en mi cráneo, quiero renunciar. Quiero ceder y
dejar que la marea de derrota me jale, hasta que esté flotando, sin peso… ssin
in aliento, en
un mar de dolor.

No puedo negarle esto. No puedo evitarle a Legion su destino solo porque


po rque quiero
mantenerlo cerca de mí. Porque lo amo. Y por eso… por eso tengo que dejarlo ir. Incluso
si es incapaz de sentir lo mismo. Lo dejaré ir y pasaré el resto de mis días humanos
amándolo lo suficiente por ambos.
—Dime qué es lo que quieres que haga —digo con voz áspera, con lágrimas
hechas de vidrio roto en mi garganta.
—No es lo que quiero que hagas, Eden. Es lo que podemos hacer por ti. —De
nuevo, se acerca a la mesa y apoya una mano encima de la mía. Esta vez no me alejo.
Hay alguien que quiere conocerte. Alguien que puede borrar el mal dentro de ti, extraer
al ángel caído y devolverte tu vida. Puedes alejarte de aquí como una persona nueva,
libre de los lazos del miedo y odio.
Finalmente me permito mirarlo.
—Pero, ¿eso no me mataría? ¿Extraer el ángel?

—¿Si es hecho por manos de los malévolos? Sí.


—¿Y en las manos de un humano? ¿No sería eso fatal?
f atal?
Asiente.
231
—Se necesita un ser todo poderoso para exorcizar a un ángel fuera de su anfitrión
elegido. Un humano tratando de realizar el acto seguramente mataría al anfitrión y a
ellos mismos.
—Entonces, ¿cómo? ¿Cómo se supone que eso me convenza a confiar en ti?
¿Cuándo has probado que es una misión suicida?
Rev se inclina hacia delante, la emoción brillando en sus ojos salvajes.

—Porque yo no sacaré ese ángel de tu cuerpo, Eden. Ellos están aquí. En la Tierra.
T ierra.
Me prometieron… me prometieron que regresarían y lo hicieron.
hi cieron. Y ahora vendrán por
ti.
—¿Quiénes están aquí? —susurro, con un tinte de terror en mi voz. Sé la
respuesta, pero necesito escucharlo decirla. Necesito saber que lo que sospechamos es
cierto. Que todo lo malo que ha ocurrido es porque ellos lo permitieron. Porque nos
dejaron sufrir deliberadamente.
Intento retraer mi mano, pero la aprieta lo suficiente para hacer que mis huesos
se rompan.
—Los Serafines. Los Serafines están llegando, querida. Y ellos arreglarán esto.
Te quitarán tu dolor y confusión. Con la gracia de Dios, harán que vuelvas a estar
completa.
Completa de nuevo.

¿Qué significa eso?


Nunca estuve completa. Cuando él se fue antes que yo hubiera tomado mi primer
aliento, tomó un pedazo de mí. Cuando mi madre llevó un cuchillo a su estómago y
trató de acabar con mi vida, cortó un pedazo de mí. Cuando fui molida a golpes,
intimidada y degradada, perdí pedazo tras pedazo de mí. Y cuando Legion se sentó allí,
con los brazos y piernas atados en plata y veneno de ángel, y me vio tomar la mano de
Lucifer, dejé atrás el pedazo más grande y más importante de mí.
Soy y siempre he sido un fragmento de una chica. Tal vez esta sea mi oportunidad
de finalmente ser algo más.
¿Y él estará bien? ¿Legion? ¿Y Crysis? ¿Qué les pasará?
—Mientras sigas cooperando, todo estará bien. Eden, una vez que todo esto haya
terminado, nos alejaremos mejor de lo que somos ahora. Conseguiremos exactamente
lo que queremos. Y entonces podrás
p odrás determinar si todavía te quiere.

—¿Qué se supone que significa eso? —Frunzo el ceño.


—No será el hombre, el demonio, que conoces. Y Adriel habrá tomado su propia
forma. Estarás libre de ella. Me pregunto… ¿Legion seguirá queriéndote entonces? En
este momento, apenas está a un paso de lo humano. Pero lo que era antes… lo que será
de nuevo…
232
No tiene que terminar su reflexión. Sé exactamente a dónde se dirige. Una vez
que Legion sea restaurado a su antigua y angelical gloria, no me querrá más. No cuando
será indestructible, formidable y devastadoramente hermoso. No cuando tenga esas
majestuosas alas que fueron arrancadas de su espalda antes de ser arrojado al Infierno.
No cuando recupere a Adriel.
Y no puedo ser egoísta con él. No puedo mantenerlo atrapado aquí, en la Tierra,
como algo que nunca quiso ser, solo porque tengo miedo de seguir sin él. No solo
miedo… estoy aterrorizada. Aterrorizada de que la escoja en lugar de a mí.
Completamente,, severamente aterrorizada que todo esto haya sido por nada, y que me
Completamente
convertiré en lo que siempre sentí en el fondo. Solo una pequeña y flotante mota de
polvo en su cielo lleno de estrellas radiantes.
Levanto la barbilla apenas una fracción, y trago lo que queda de
d e mi orgullo roto.
¿Cuándo empezamos?
Rev ni siquiera tiene la decencia de ocultar su alegría obvia.
—Mañana por la noche, ocurre un raro acontecimiento celestial. Habrá un
eclipse total de sol, junto con el paso de un cometa. Eso crea el balance perfecto de
energía para la trasferencia que toma lugar. Energía que atrae solo a los más poderosos
ángeles.

—Los Serafines —digo en voz baja.


—Ellos lo sabrán. Vendrán por ti. Y castigarán a cualquiera que se interponga en
nuestro camino. Es la voluntad de Dios.

Aprieto mis dientes con exasperación.


—¿Así como intentaron castigar a mi hermana? ¿O esa también era la voluntad de
Dios?
—No sé de qué estás hablando —dice inexpresivo, su rostro sin delatar nada.
Maldito mentiroso.
No debería confiar en él. No debería creerle ni una maldita palabra. Pero si no
sigo con esto, quién sabe lo que harán con L. Demonios, tal vez ya lo han atravesado
con una espada remojada en veneno de ángel.
Y Crysis… puede que no lo conozca bien, pero me preocupo lo suficiente por él
para no quererlo muerto. Él estaba dispuesto a luchar por mí. Estaba preparado para
traicionar a la hermandad por la que fue criado para hacer lo correcto. Eso cuenta para
algo. Y para ser honesta, no es un chico malo. Y si nos hubiéramos conocido en otro
momento, en otra vida, probablemente habría estado con él. Claro está, si hubiera
resultado ser otra persona. Alguien optimista, brillante y resplandeciente.
233
Es demasiado tarde para mí. Pero no es demasiado tarde para él. O Legion. O
incluso mi hermana. Después que todo esto termine, y los Serafines hayan recuperado
a Adriel, ya no me verán como una amenaza. Estaré sola para vivir mi lamentable e
intrascendente vida humana si tener que mirar por encima del hombro cada cinco
minutos. Mi hermana podrá enfocarse en sanar sin la amenaza de otra bomba contra
mí. Cada cosa mala que ha sucedido, cada cosa que ha dañado a personas que amo, ha
sido por mí y lo que soy. Esta es mi oportunidad, mi oportunidad para hacerlo bien. No
tengo otra opción.
Estiro una temblorosa mano sobre la mesa. Mis dedos tiemblan contra el frío aire
húmedo.
Mañana a esta hora, seré una chica normal.
Sin Llamado.
Sin Adriel.
Sin Legion.
Entonces, ¿por qué se siente como si estuviera a punto de perder mi vida en la
línea punteada?
Los Se7en lucharon, mataron y sangraron por mí. Ahora, es mi turno de devolver
el favor.

—Tienes un trato.
—Maravilloso, mi querida hija. Sabía que tomarías la decisión correcta.
La expresión de mi padre se transforma en una alegre mueca
m ueca maliciosa a medida
que estrechaluz
y cegadora suse
palma contra
dispara la mía. Al
de nuestras momento
manos, en que su piel
envolviéndolas entoca la mía,
llamas una brillante
blancas. Quema,
tanto que el abrasador dolor ahoga los gritos de mi garganta. Intento luchar contra su
agarre, pero estoy completamente paralizada por la agonía y el miedo. Solo mis ojos
muy abiertos y aterrorizados pueden ver con horror que la sonrisa de Rev se ensancha,
emitiendo otra ráfaga de luz. Él abre la boca para hablar y tengo que cerrar los párpados
para evitar que mis retinas ardan.
—Adriel… —arrulla en una voz que nunca he escuchado. Una voz que no es
humana en absoluto. Como la hermosa música que ha sida rayada y distorsionada, sin
embargo, puedo entenderla. Puedo oírla, a pesar del sonido mismo haciendo que mi
cerebro pulse y duela dentro de mi cráneo. Intento gritar, pero mis cuerdas vocales están

congeladas.
haciendo queNi
unasiquiera misnáuseas
oleada de labiosruja
tiemblan en terror—
en mi estómago Adriel
—.. Nos —dice de
reuniremos nuevo,
de nuevo.
Pronto, mi amor. No puedes huir de mí. Estaremos juntos. Tu demonio no puede salvarte
ahora.
Luego, misericordiosamente, el dolor da lugar a la inconsciencia y me desmayo. 234
El fantasma de esa luz cegadora está ardiendo en mis ojos, robándome de la paz y
seguridad de la oscuridad. No hay pesadillas en mi sueño. Ya no puedo ver las estrellas.
Entonces Jesús le preguntó:
—¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es Legion —respondió él—, porque somos muchos.

La sangre todavía resbala de la herida en la parte superior de su cráneo, corriendo


en riachuelos rojos por su cuerpo brutalmente golpeado. Ha sido desvestido y
degradado. No puede sanar. Sus heridas no coagulan. Pero está vivo. Solo apenas, pero
está vivo.
Legion es lo suficientemente inteligente como para saber que no es un accidente.
La Alianza podría haberlo matado, lo habría matado, bajo cualquier otra circunstancia.
Tienen veneno de ángel, y a juzgar por lo mucho que está empapado en las restricciones
que lo tienen atado en una cruz de plata sólida, formada como un enfermizo crucifijo
torcido, tienen una tonelada de ella.
Está vivo. Pero no por mucho.
Sabe lo que está sucediendo ahora mismo. Están llenando la cabeza de Eden con
promesas vacías, diciéndole que ella puede seguir delante de esto, que puede ser feliz, a
salvo y normal, solamente si coopera. Vomitando mentiras sobre cómo los demonios no 235
pueden amar, por lo tanto, él nunca podría, jamás tener la capacidad de amarla.
Derrotándola solo para que así puedan reconstruir sus bases con sus mierdas sin
fundamento.
No saben nada del amor. Su padre; el honorable reverendo que la abandonó a
una drogadicta mentalmente enferma; perdió su derecho a amarla hace veintidós años.
Y ahora, la está lastimando una vez más. Violándola en su espíritu y bondad, solo para

poder
va matarla.
a matar a su Porque eso es lo que va a suceder si Legion no llega a Eden a tiempo. Él
propia hija.
Legion lucha contra sus restricciones y el sonido de la carne chisporroteando
llena la pequeña y oscura habitación. Puede oler su propia piel cocinándose, y si tuviera
fuerza para vomitar, estaría ahogándose en su propia bilis en este momento. Ya ni
siquiera puede gritar, su garganta demasiado cruda y ensangrentada para hacer más que
sisear a través del dolor. No pasará mucho tiempo. Una vez que coaccionen a Eden
E den para
que acepte sus términos, no lo necesitarán más.
Apenas tiene la energía suficiente para estremecerse cuando escucha la pesada
puerta de acero abrirse, permitiendo que la tenue luz inunde su pequeña mazmorra. Con
la cabeza baja y las manos amarradas, una pequeña figura vestida se acerca en silencio.
Eso es todo. Eden se entregó más rápido de lo que pensaba. Tal vez la torturaron
como lo hicieron con él. A él no le sorprendería, considerando que su propia carne y

sangre quiere servirla en un plato de plata y de veneno de ángel, a L no le extrañaría que


la Alianza volviera a sus formas arcaicas.
Lo que significa que ya es demasiado tarde.

Lucha
de energía contra lasque
y haciendo restricciones otra
la cuerda de vez,rasgue
plata gastando
en lalopiel
último de su pequeña
ya mutilada. reserva
Está más allá
del sufrimiento. El dolor es secundario al miedo que siente por la mortalidad de Eden.
Prometió salvarla o morir en el intento. Este es él… muriendo por salvarla.
La figura en túnica se acerca a él, lo suficientemente cerca como para oler el
miedo mientras deja caer la capucha. Él atrapa el olor e instantáneamente se queda
quieto.
Es una mujer.
Pero no es cualquier mujer.
Es la madre de Eden.
Abre su boca para cuestionar su presencia, ¿en serio enviaron a la madre de Eden
a matarlo?, pero las palabras se desmoronan como cenizas en su garganta.
—Reserva tu fuerza, demonio —susurra ásperamente, separando las palmas de
sus manos y revelando una pequeña bolsita negra. Entonces con dedos temblorosos,
236
pero rápidos, afloja el amarre y revela una bestia con cuernos de oro con brillantes ojos
de diamantes y una gema roja sangre sujetada detrás de los afilados dientes. Ella lo
coloca en su mano por solo un momento, contemplando su grotesca belleza, antes de
caminar sobre las puntas de sus pies—. La necesitarás.
Al segundo en que el colgante cae sobre la piel de Legion, el suelo debajo de ellos
ruge con temor. La madre de Eden se tambalea hacia atrás, viendo con horror cómo se
abre el pecho de Legion y se traga el monstruo ddee ojos de diamante entero, encerrándolo
en una tumba de sangre y huesos, antes de arreglarse a sí mismo para dejar la carne sin
marca. Él se retuerce una y otra vez sobre la cruz de plata, uniéndose como un
rompecabezas. Jadea y gime a medida que el poder magnífico fluye a través de él,
cauterizando sus heridas e infectando su sangre con magia cristalizada.
Cuando los temblores bajo sus pies cesan, Legion se hunde en el suelo, desnudo
y jadeante. Planta un pie descalzo sobre el suelo de piedra fría, luego el otro, levantando
su glorioso cuerpo para alzarse sobre la figura temblorosa de la madre de Eden. Ella
lleva sus temblorosos dedos a sus labios, asustada y enmudecida ante el hombre, el
monstruo, que está delante de ella.
No hay redención brillando en sus destellantes ojos de diamante. Ninguna gracia
o misericordia existe en el gruñido con colmillos.
Él es poder.

Él es dolor.
Él. Es. Legion.
Y después de siglos de inactividad, la bestia acaba de ser despertada.

237
“Y no es de extrañar, porque incluso Satanás se disfraza de ángel de luz”.

Una sonrisa contenta curva sus sensuales labios mientras mantiene su mirada fija
en el brutalmente
horas mirándolo, hermoso mural
recordando un que se extiende
tiempo cuando por la pared
él sintió algodemás
su estudio. Ha pasado
que aburrimiento.
Esperanza. Regocijo. Furia.
Había pasado tanto tiempo desde que algo lo conmovía. Se había cansado incluso
de sus propias travesuras. Castigar a los malvados no lo emocionaba. No despertaba el
desprecio y el dolor que aún tenía en su corazón.
Hasta ahora.
Las cosas estaban cayendo en su lugar, tal como él lo había esperado. Pero, ¿a
qué costo? ¿La destrucción de la humanidad? ¿La muerte de una sola chica que
obsesionaba cada puto pensamiento suyo?
Jodido infierno.
No seguiría así. No sin una pelea. Incluso si no fuera él quien estaba luchando.
Tres golpes contra la puerta indican que su invitado ha llegado, pero no se gira
238
para enfrentarlo. El otro hombre aclara su garganta y él todavía no reconoce su
presencia.
—¿Querías verme?
Lucifer sonríe para sí mismo.
—Sí.

—¿Para…?
Con ojos de color negro iridiscente, se centra en la parte del mural que cuenta la
historia de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Pestilencia.
Guerra.
Hambruna.
Muerte.
Realmente una historia encantadora, medita. Pero como la mayoría de la historia,
los detalles son un poquito turbios. Sin embargo, tanto potencial, y ahora que todos los
jugadores están alineados, tal vez sea tiempo. Su Padre no estaría complacido, pero
bueno, ¿cuándo le había importado ag agradar
radar a su Padre?
Padre?
Aun así, esperará. Como siempre. Esperará, planeará y programará.

—Nikolai, tengo una tarea para ti —dice Lucifer finalmente, su espalda todavía
hacia el confundido hechicero—. Necesito que vuelvas al reino humano.
—¿El reino humano? ¿Para qué?

Lucifer
brillando en susseojos.
da la vuelta para mirar al hombre igualmente llamativo, la diversión
ojos.
—Quiero que ayudes al Se7en y luches en mi nombre. Quiero que luches por
Eden.
Nikolai frunce el ceño, la confusión estropeando sus rasgos etéreos.
—¿Por qué no luchas tú por ella? Podrías detener esto… igualar el campo de
juego.
—Porque me niego a luchar por alguien que no me quiere —responde Lucifer
con más fuerza de lo que pretende. Se aclara la garganta antes de continuar,
reemplazando el tinte de ira con algo más crudo—. No lucharé por ella solo para verla
correr de nuevo a los brazos de él.
Nikolai asiente una vez, comprendiendo ese toque de vulnerabilidad en el tono
de Lucifer. Aun así, contesta:
—Sabes que no puedo. Stavros se ha anclado a mí. Si me regresas, también él
239
puede encontrar su camino.
—No es mi problema. —Lucifer se encoge de hombros—. Tú quisiste desafiarme
y ayudaste a mi chica, ahora esta es tu oportunidad. Hazlo y sobrevive, y serás libre de
quedarte con tu familia ahí. Falla, y eres mío. Para la eternidad. Y desgraciadamente
para ti, tu estancia será permanente.

parezcaUna
aúnsombra cae sobre el rostro
más amenazante. de Lucifer,
No está Lmintiendo.
ucifer, haciendo que sufalla,
Si Nikolai mirada arremolinada
Lucifer hará su
misión personal poner el fuego del Infierno sobre él. Nikolai lo traicionó y él lo permitió.
No porque fuera débil o blando, sino porque realmente le gustaba el joven príncipe
Oscuro y admiraba su coraje. Pero Lucifer no dudaría en desollar cada pedazo de piel
de sus huesos si probaba su paciencia otra vez.
—Vete ahora —dice Lucifer—. Y si intentas engañarme, me encantará dejar que
mis guardias se aprovechen de tu querido sobrino. Un hermoso niño…
Echando humo, los ojos azules de Nikolai palidecen a un extraño tono
iridiscente. Él agacha su cabeza solo una vez, su lengua tan pesada con palabras
venenosas para responder a la amenaza despiadada.
Con pasos medidos, se da la vuelta y se retira de la habitación. No respira hasta
que deja la suite, ni siquiera parpadea hasta que está a varios metros de distancia. Pero
mientras Nikolai se aleja, dejando a Lucifer en su cobardía y auto-desprecio, una sonrisa

maliciosa se desliza sobre los labios llenos del hermoso hechicero, y un brillo maligno
se enciende dentro de sus deslumbrantes iris azules.
Todos esos años jugando a ser agradable y complaciente finalmente habían dado
sus frutos, y Lucifer acababa de firmar su indulto.
El pequeño Skotos ha vuelto.

240
Dicen que nunca estás realmente
preparado para la muerte hasta que te mira
fijamente, con dedos fríos y huesudos
extendidos y arañando tu frágil mortalidad.
Pensé que estaba lista desde el día en que
mi propia madre trató de asesinarme. Tal vez
estaba lista en el momento que nací.
Pero cuando miro en el frío vacío de la
muerte, mi aliento superficial y mi ritmo
cardíaco lento, sé que no puedo terminar así.
Fui hecha para un propósito.
Y ese propósito es Legion.
241
Ahora que estamos librando la batalla de nuestras vidas, una guerra que podría
eliminar a la humanidad, veo ese propósito tan claro como las espirales de tinta oscura
grabadas en su piel.
Los reinos están colisionando. Alianzas se están formando. Y mi corazón se está
partiendo en dos.
Conozco el código por el que viven los Se7en.
Matar a uno para salvar a un millón.
Pero tal vez no soy yo quien debe morir.
Tal vez sea el hombre a quien pensé que podía salvar… el hombre que una vez
me salvó.
El hombre que fui creada para matar.

Se7en Sinners #3
S.L. Jennings es la orgullosa esposa militar de su amor de secundaria, una mamá
de tres ruidosos chicos, y una
una autora de romance contemporáneo y paranormal
paranormal en la
lista de los más vendidos en New York Times y USA Today. Cuando no está 242
obsesionada con los novios de libros, la puedes encontrar saliendo con unos pocos
amores épicos ficticios en librerías independientes, o bebiendo un Bloddy Mary
en su guarida en Spokane, Washington. Ella es auto proclamada elitista de la
comida, maquillaje chatarra y amante de todas las cosas brillosas, destellantes y cursis.

Serie Se7en Sinners:

1. Born Sinner
2. End of Eden
3. Wicked Ruin
4. Fallen Reign
MODERADOR
Knife

TRADUCCIÓN
Âmenoire Jeyly Carstairs
Antoniettañ Kwanghs
Anelynn* Knife
Brisamar58 LizC
Camii.Beelen Luisa.20 243
Crazy_mofos168 Lyla
Flochi Smile.8
Genevieve Vero Morrison

CORRECCIÓN, RECOPILACIÓN y REVISIÓN


Antoniettañ Knife
Flochi LizC

DISEÑO
Aria

244

También podría gustarte