Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LIC-LOPEZ-Teoria Sociologic
LIC-LOPEZ-Teoria Sociologic
Teoría
Sociológica
Ernesto López
Carpeta de trabajo
Diseño original de maqueta: Hernán Morfese
Procesamiento didáctico: María Inés Silberberg / Hernán Pajoni
ISBN: 978-987-1782-77-2
Impreso en Argentina
Bibliografía obligatoria
Actividades
Para reflexionar
Índice
Introducción..........................................................................................9
Objetivos ........................................................................................10
3. Marx .............................................................................................53
4. Durkheim ........................................................................................71
7
5. Weber .............................................................................................79
Referencias bibliográficas....................................................................95
8
Introducción
9
Universidad Virtual de Quilmes
Dialéctica: doctrina distintos autores. Así, por ejemplo, el materialismo dialéctico postulado en
que sostiene que la el terreno epistemológico por la sociología marxista es completamente con-
lucha de contrarios -que se
despliega según el modelo gruente con su visión de “lucha de clases” en el plano de la teoría sobre lo
de tesis, antítesis y sínte- social.
sis- es el fundamento del
desarrollo de todos los fe- Así las cosas, es posible sostener que no obstante su objeto básico co-
nómenos. mún la Teoría Sociológica alberga sistemas teóricos diferentes. Y que estas
diferencias resultan tanto de las distintas apreciaciones que los diversos au-
tores tienen sobre lo social cuanto de sus también divergentes concepciones
epistemológicas.
El curso de Teoría Sociológica centrará especialmente su atención sobre
los sistemas teóricos formulados por Karl Marx (1818-1883), Emile
Durkheim (1859-1917) y Max Weber (1864-1920), quienes constituyeron con
sus trabajos el meollo de la disciplina sociológica, por esto son considera-
dos los “padres fundadores” de la Sociología. Sus aportes se tratarán a la
luz de lo apuntado precedentemente, es decir, serán considerados desde el
doble ángulo de sus respectivas concepciones generales sobre la sociedad
y sobre cómo es posible conocer en ciencias sociales. Asimismo, se exami-
narán los antecedentes de los cuales son tributarios y las influencias que
han recibido. Y se explicitará el contexto histórico en el interior del cual de-
sarrollaron sus trabajos.
Es preciso alertar sobre la importancia de atender a esta última dimen-
sión. No es infrecuente encontrar en los compendios o manuales de historia
de las ideas (sociológicas u otras) un escaso interés por la contextuación
histórica de los distintos autores que se van presentando. Desasidos de su
contexto histórico-político y del debate de época del que seguramente parti-
ciparon y que probablemente también contribuyó a modelarlos, los diferentes
autores parecen contestarse unos a otros con independencia del tiempo y de
las circunstancias en que vivieron. Es como si Marx hubiese escrito sólo pa-
ra refutar a G. F. Hegel (1770-1831) o Weber sólo para contestar a los enci-
clopedistas.
Finalmente, pueden señalarse tres metas centrales del curso:
a) proveer información sobre los sistemas teóricos de los autores bajo
consideración;
b) proveer asimismo criterios acerca de cómo ellos encararon la construc-
ción de teoría;
c) examinar en qué tradiciones de pensamiento se inscriben y/o de cuá-
les resultan tributarios.
De manera que hay una meta que conduce al qué, otra que conduce al có-
mo y una tercera que conduce al desde dónde.
Objetivos
10
Teoría Sociológica
11
1
Objetivos
1.1.1. La Ilustración
13
Universidad Virtual de Quilmes
14
Teoría Sociológica
15
Universidad Virtual de Quilmes
16
Teoría Sociológica
1.1.2. La Contra-Ilustración
17
Universidad Virtual de Quilmes
no debería ser así. Vico anticipó genialmente algunas ideas que serían lue-
go centrales al movimiento contra-ilustrado (o antirracionalista), que por lo
mismo, controvierten algunas de las postulaciones básicas del Iluminismo.
Una primera gran diferenciación con el pensamiento ilustrado viene dada
por el hecho de que Vico no creía en la existencia de una sola ciencia. Creía
que los hombres sólo podían conocer cabalmente aquello que había sido
creado por ellos (el lenguaje, las sociedades, la historia, pero, también, la
geometría y las matemáticas), mientras que lo que no había sido objeto de
su creación, como la Naturaleza y sus procesos que eran obra de Dios, po-
día sólo tener un conocimiento limitado. Llamaba al primer tipo de saber ve-
rum y al segundo certum. El divorcio entre las ciencias y las humanidades o
la diferenciación entre ciencias del espíritu y ciencias de la naturaleza fue,
más tarde, uno de los estandartes de la Contra-Ilustración. Vico, a su mane-
ra, fue un precursor de este modo de entender las cosas.
Creía, por otra parte, que los fenómenos culturales eran históricamente
producidos bajo condiciones que eran propias de cada tiempo y de cada me-
dio específicos. De manera que a cada orden cultural le correspondían sus
propios y peculiares modos de conciencia y autopercepción. Cada cultura ex-
presaba, así, su propia experiencia colectiva y poseía sus propios medios de
expresión, genuinos y valederos. En definitiva, Vico creía en la singularidad o
unicidad de las culturas, cada una de las cuales se expresaba de una mane-
ra igualmente auténtica. Se diferenciaba, por lo tanto, de la pretensión de
universalidad en materia de fines humanos que vendrían a postular los ilus-
trados y estaba asimismo muy lejos de admitir como posible la compatibili-
zación de las metas y/o de los valores humanos y, por ende, de aceptar la
posiblidad de la existencia de una sociedad perfecta.
Proponía que era posible conocer las culturas “ajenas”. Condición indis-
pensable para ello resultaba la suspensión de las maneras más profundas,
fundantes, de mirar las cosas, de la cultura de quien investiga. Algo así co-
mo suspender los propios moldes, los propios esquemas, los prismas y án-
gulos desde los cuales se mira y se comprende habitualmente, en favor de
abrirse imaginativamente a lo distinto. Para Vico, los hombres se hacen, se-
gún las épocas y los lugares donde les ha tocado vivir, diversas preguntas
sobre el mundo, la vida, el devenir. Y las responden diferentemente. A su mo-
do de ver, para comprender esas respuestas es preciso entender las pregun-
tas que preocuparon a una época o a una cultura. Allí es donde juega la pers-
picacia imaginativa y la suspensión del punto de vista habitual. Por esta vía,
Vico anticipará uno de los temas centrales de la teoría del conocimiento an-
tirracionalista: el de la inevitable atribución de sentido (o, lo que es práctica-
mente lo mismo, la atribución de significado) a los fenómenos sociales o cul-
turales, por parte de quien investiga.
Hay, todavía, otra proposición de Vico que merece mencionarse. Su nega-
tiva a admitir que la obra de Dios pudiese ser cabalmente conocida por los
hombres contiene, aunque más no fuere implícitamente, la idea de que la ra-
zón tiene límites. Que la finitud humana, vis a vis la omnipotencia divina o la
inconmensurabilidad del mundo -precisa y paradojalmente, fue Newton quien
entronizó los conceptos de tiempo y espacio infinitos- produce si no limitacio-
nes insoslayables, por lo menos, dificultades a las posibilidades de conocer.
Todos esto temas -la distinción entre ciencias del espíritu y ciencias de la
naturaleza, contenida en ciernes en sus nociones de verum y certum; la ne-
gativa a aceptar que los fenómenos sociales y los culturales se expliquen
18
Teoría Sociológica
Sturm und Drang es el título de una obra publicada en 1776, del dra-
maturgo alemán F.M.Klinger. La denominación se utilizó para identificar
un movimiento cultural surgido cuando se discutía en Alemania sobre las
reglas y el genio en el arte y despuntaba una respuesta entonces nueva: la
única regla es escuchar el propio corazón, ser sincero y fuerte. La origina-
lidad pasó a ser lo más importante y aquél que no sintiese emociones nue-
vas, quien no formase pensamientos inéditos, no tenía nada que hacer en
la poesía o en la dramaturgia. Para reencontrar la bondad natural de los se-
res, rechazaban en bloque las instituciones y tradiciones, ya que suponían
que las leyes y las prescripciones de la sociedad habían alterado la natura-
leza humana. De modo que el movimiento convocaba a la emancipación
y a la conquista de la libertad. Se aborrecía la moderación, los acuerdos:
19
Universidad Virtual de Quilmes
era necesario que cada uno osara ser lo que realmente era, que dejara ha-
blar a su propio lenguaje, refinado y sutil en algunos autores (Goethe),
violento y patético en otros (Goetz). La fuente de toda energía, y por tan-
to de toda comunidad era, junto con el pueblo anónimo, la personalidad
fuerte, la vitalidad indomable, la capacidad de afirmarse.
Herder, que fue un impulsor inicial del movimiento, recomendó un re-
torno a las fuentes, a los inicios de la sociedad y de la poesía. Para él, el
canto precedió al discurso y por ello se interesó en los cantos populares es-
lavos y alemanes. Esto se trasladó a sus discípulos, que dieron un tono más
patriótico a sus investigaciones sobre las antiguas canciones populares.
Este entusiasmo por la antigüedad nacional y por los poemas del pueblo y,
al mismo tiempo, por el arte gótico, declarado “arte propiamente alemán”,
reforzó la hostilidad a las reglas de los franceses y a su pretensión de mo-
nopolizar el buen gusto.
Goethe, por su parte, fue muy sensible a la idea de los grandes hom-
bres creadores, de los “genios”. Shakespeare, por la fuerza creadora de su
genio, hizo surgir un mundo de la nada y, siempre según Goethe, creó
hombres comparables a Prometeo. La palabra genio, aparecida en el idio-
ma alemán hacia la mitad del siglo XVIII, tuvo éxito: en 1775, en Alema-
nia todos buscaban su propio “genio”, y todos querían expresar algo que
les perteneciera.
20
Teoría Sociológica
voluntad. Lo que dio lugar, también, a que afirmaran la existencia de una plu-
ralidad de valores, no necesariamente compatibles entre sí. Pero así mismo
abrió la puerta para que algunos sostuvieran -entre otros Schelling- que los
fines de la vida social pueden ser creados por inspirados hombres geniales,
lo que favoreció, en combinación con ideas como las de Volkgeist (espíritu
del pueblo) o Nationalgeist (espíritu nacional) -inocuamente pensadas por
Herder en un principio- a más de una trágica experiencia política.
Las extravagancias y los desaciertos del irracionalismo romántico fueron
muchos. Sin embargo, alrededor de su núcleo central de pensamiento se pu-
so en marcha una revuelta contra las verdades que había establecido la Ilus-
tración, que tuvieron un enorme impacto sobre los modos de pensar y de vi-
vir en Occidente.
21
Universidad Virtual de Quilmes
Saint Simon
Claude Henry Saint Simon (1760-1825) era un conde francés que, no obs-
tante su condición de noble y de aristócrata, adhirió a la Revolución France-
sa. Quizá porque D’Alambert (1717-1783) había sido su preceptor privado,
adhirió fuertemente a las ideas que la Ilustración había desarrollado en el te-
rreno epistemológico. Creía que el mundo estaba regido por leyes, admiraba
los desarrollos de las ciencias físicas y naturales, y esperaba que las cien-
cias humanas pudieran alcanzar un estatuto semejante.
Sostenía que el conocimiento humano había pasado por tres etapas: la
teológica, la metafísica y la científica; (esta idea -como otras de la obra de
Saint Simon- sería retomada luego por Comte). En la primera, las cuestio-
nes de la fe habían tenido una influencia contaminante sobre la producción
de saber. La segunda había alcanzado su máxima expresión con los philo-
sophes ilustrados. Sus concepciones habían contribuido decisivamente a la
destrucción del viejo orden, pero habían aportado poco a la creación de un
orden social nuevo. La tercera se fundaba en la ciencia, que estaba desti-
nada convertirse en el pilar de una nueva forma de organización social. En
este contexto, estaba llamada a desarrollarse la fisiología social, que sería
la ciencia que se ocuparía del estudio de los comportamientos humanos (o
sea, lo que más tarde sería la Sociología; esta idea fue también retomada
por Comte).
Concebía a las sociedades como estructuradas a partir de un doble jue-
go de oposiciones. Por un lado, estaba el corte entre productores (los in-
dustriales, los banqueros, los científicos, los obreros manuales y los cientí-
ficos, entre otros) y los ociosos (los terratenientes que no producían de ma-
nera directa, los rentistas de distinta clase, etc.). La otra oposición enfren-
taba a los que tienen con los que no tienen. Esta concepción anticipaba la
noción de clase social, que fue luego retomada y profundizada por Marx y
sus seguidores.
A su modo de ver, las disputas interiores más severas de las sociedades
son las que se entablan entre los que tienen y los que no. La ambición y el
egoísmo de los poseedores y la rebeldía creciente de los desposeídos con-
duce a una intensificación de los conflictos y a un avance de la insurrección.
Cuando ésta comienza a tener éxito, los intelectuales se suman al bando
de los que no tienen y se convierten en sus dirigentes. No obstante esta
forma quizá ingenua de presentar los problemas, Saint Simon poseía una vi-
sión podría decirse que orgánica del cambio social. Suponía que en el inte-
rior de las viejas sociedades se iban gestando los gérmenes de la nueva, y
que en la medida en que iba desapareciendo el sistema social anterior se
iba formando otro, en el interior del primero. El cambio suponía las convul-
siones y los estertores de un proceso revolucionario. Cuando éste sucedía,
las fuerzas y los actores más importantes del nuevo orden, sustituían a los
del viejo. Esta concepción general también fue retomada y profundizada por
Marx y los marxistas.
Por todas estas ideas, sumadas a su interés por que la nueva sociedad
fuese más justa y mejorara las condiciones de vida de todos los habitantes,
Saint Simon es considerado un “socialista utópico”.
Pero si creía que la revolución era necesaria e inevitable, también soste-
nía -y lo aplicaba a su propia interpretación de la Revolución Francesa- que
era temerario demoler las viejas instituciones sin proponer alternativas a
22
Teoría Sociológica
Comte
23
Universidad Virtual de Quilmes
sido debidamente registrado, por los distintos pensadores y escuelas, con an-
terioridad. Sólo la filosofía positiva estaba en condiciones de desentrañar la
verdadera naturaleza del progreso social, de señalar su norte y de caracteri-
zar los pasos progresivos de su desenvolvimiento gradual. Esto, fundamental-
mente, debido a la ley de los tres estados: se requería de la maduración de
condiciones que aparecen con el estado positivo, para entender cabalmente
la problemática del progreso. Y porque, además, era justamente en dicho es-
tadio en el que se producía un desarrollo de la ciencia capaz de convertirse
en la garantía del desenvolvimiento sostenido de aquél (el progreso).
La cuestión del orden está vinculada con la problemática de la estabili-
dad, la cohesión, el equilibrio y la armonía de las sociedades. Comte creía
que el desarrollo del espíritu humano y el avance de la ciencia producirían un
significativo efecto estabilizador y armonizante. Suponía también que el in-
dustrialismo típico de las sociedades modernas beneficiaría el equilibrio y la
cohesión sociales, en tanto que el belicismo -y, por ende, el militarismo- de
las sociedades más atrasadas iría desapareciendo. Pero creía, también, que
esto solo no alcanzaba; que debía desarrollarse una moral capaz de incidir
favorablemente sobre la regulación armoniosa de la vida social. En el ya men-
cionado Curso de filosofía positiva, por ejemplo, sostiene: “Después de ha-
ber explicado las leyes naturales que, en el sistema de la sociabilidad mo-
derna, deben determinar la indispensable concentración de las riquezas en
los jefes industriales, la filosofía positiva hará comprender que poco importa
a los intereses populares en qué manos se encuentran actualmente los ca-
pitales, siempre que su empleo normal sea necesariamente útil para la ma-
sa social. Ahora bien, esta condición esencial depende mucho más, por su
naturaleza, de los medios morales, que de las medidas políticas”. Esta preo-
cupación por el componente moral como sostén del orden lo llevó, en sus úl-
timos años, a interesarse especialmente, por los aspectos cohesionadores
de las religiones. Al punto que escribió un catecismo laico, al que denominó
Catecismo positivista, con la intención de que se convirtiese en sustento mo-
ral de las sociedades.
En materia epistemológica asumió plenamente el paradigma diseñado por
la Ilustración. Creía que el mundo estaba sujeto a leyes naturales invaria-
bles, que era preciso descubrir. Creía, asimismo, en un universo científico
único. Suponía que las diversas disciplinas se desarrollaban en forma autó-
noma por una cuestión de división del trabajo intelectual y que llevarían un
ritmo desparejo de desenvolvimiento debido a que la ley de los tres estados
se había presentado en distinto tiempo, en cada una de las parcelas disci-
plinarias. No obstante, afirmaba que no era necesario, por el momento, que
la ciencia fuese una sola, sino que bastaba con que sus desarrollos parcia-
les fueran homogéneos. Confiaba, sin embargo, en que todos esos desarro-
llos se iban a integrar, con el tiempo, en un corpus único.
Estableció una clasificación articulada de las ciencias dentro de la cual
concibió un lugar para la Física Social o Sociología, siendo el primero en
usar esta expresión. La definía como “el estudio positivo del conjunto de
las leyes fundamentales propias de los fenómenos sociales...”. Y distinguía
entre una estática social, que debía ocuparse de los fenómenos relativos
al orden y una dinámica social, que debía dirigirse al estudio del fenómeno
del progreso.
Como ha sido mencionado ya, Comte retomó no pocas de las ideas de su
maestro Saint Simon a las que -debe señalarse- vació de cualquier contenido
24
Teoría Sociológica
25
2
Conocimiento y sociedad
Objetivos
27
Universidad Virtual de Quilmes
cgs
Teoría social
ccs x
En lo que sigue, se revisarán los fundamentos epistemológicos de E. Durkheim,
K. Marx y M. Weber y sus respectivas concepciones generales sobre la sociedad,
entendiendo que estas últimas constituyen algo así como el soporte último de sus
correspondientes concepciones generales sobre lo social.
Por extraño que parezca, la noción de sociedad, entendida con referencia
a conglomerados humanos grandes, poseedores de algún grado de cohesión
e identificables por su sistema económico o su referencia nacional o local (la
sociedad capitalista, la sociedad esquimal o la sociedad argentina del siglo
XIX, vgr.). no está explícitamente definida ni por Marx ni por Durkheim, aunque
la utilizan profusamente. Es preciso leer en las entrelíneas de sus obras o de-
velar sus implícitos para encontrarse con ella. Max Weber es, en cambio, bas-
tante más explícito aunque debe señalarse que su operatoria conceptual re-
clama un trabajo de análisis atento para descubrir la funcionalidad de su no-
ción general de sociedad respecto de los conglomerados grandes. En efecto,
“Llamamos sociedad él define el concepto de sociedad -junto al de comunidad (véase pastilla al
a una relación social
cuando y en la medi- margen en unidad 1)- dotándolo de un altísimo nivel de generalidad; por lo
da en que la actitud en la ac- mismo, resulta aplicable a un sinnúmero de casos que van desde los clubes
ción social se inspira en una
compensación de intereses deportivos hasta las sociedades empresariales o comerciales.
por motivos racionales (de Por la vía de sucesivas delimitaciones trazadas mediante los conceptos
fines o de valores) o tam- de relación social y de asociación (que incluye los de validez y orden) recién
bién en una unión de intere-
ses con igual motivación. se alcanza una noción de sociedad aplicable a conglomerados humanos
La sociedad, de un modo tí- grandes, como los referidos más arriba.
pico, puede especialmente
descansar (pero no única- No obstante la ausencia de lo que se podría denominar una explícita no-
mente) en un acuerdo o pac- ción general de sociedad, es más que evidente que los tres autores tienen
to racional por declaración a “la sociedad” (esto es, a esos conglomerados humanos grandes poseedo-
recíproca.” (Weber, M.
Economía y Sociedad, FCE, res de algún grado de cohesión e identificables por su sistema económico o
1964, vol I, pág. 33) su referencia nacional o local, como los mencionados arriba: la sociedad ca-
pitalista, la sociedad esquimal o la sociedad argentina del siglo XIX) como re-
ferente empírico insoslayable. Se deberá buscar, pues, en el interior de sus
teorizaciones, en sus entrelíneas e implícitos -como se dijo más arriba- la
huella y el perfil de esta noción general de sociedad.
28
Teoría Sociológica
“El resultado general que obtuve y que, una vez obtenido, sirvió de hi-
lo conductor de mis estudios, puede formularse brevemente de la siguiente
manera. En la producción social de su existencia, los hombres establecen
determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad, rela-
ciones de producción que corresponden a un determinado estadio evoluti-
vo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de
producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real
sobre la cual se alza un edificio (Uberbau) jurídico y político, y a la cual
corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de pro-
ducción de la vida material determina (bedingen) el proceso social, políti-
co e intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres
lo que determina su ser sino, por el contrario, es su existencia social lo que
determina su conciencia. En un estadio determinado de su desarrollo, las
fuerzas productivas materiales de la sociedad, entran en contradicción con
las relaciones de producción existentes o -lo cual sólo constituye una ex-
presión jurídica de lo mismo- con las relaciones de propiedad dentro de las
cuales se habían estado moviendo hasta ese momento. Esas relaciones se
transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en ataduras
de las mismas. Se inicia entonces una época de revolución social. Con la
modificación del fundamento económico, todo ese edificio descomunal se
trastoca con mayor o menor rapidez. Al considerar esta clase de trastoca-
mientos, siempre e menester distinguir entre el trastocamiento material de
las condiciones económicas de producción fielmente comprobables desde
el punto de vista de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cua-
les los hombres cobran conciencia de este conflicto y lo dirimen.”
(K. Marx: “Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía po-
lítica”, en: Introducción general a la crítica de la economía política,
Cuaderno de Pasado y Presente N° 1, México, 1986, pg. 66-67.)
29
Universidad Virtual de Quilmes
Debido a una serie Colocaba así el punto de partida de su concepción materialista de la his-
de azares, La ideolo- toria (con obvias repercusiones sobre su teoría de la sociedad). Estas ideas
gía alemana permaneció
extraviada durante cierto estarán presentes a lo largo de toda la obra de Marx, desde la Ideología Ale-
tiempo. Luego de recupera- mana -escrita en conjunto con Friedrich Engels (1820-1895) en 1845- en
da quedó en los archivos del
partido socialdemócrata adelante. Allí, por ejemplo, puede leerse lo siguiente:
alemán. Su texto íntegro se
publicó por primera vez re- “Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse ba-
cién en 1932.
jo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho his-
tórico es, por consiguiente, la producción de los medios indis-
pensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir,
la producción de la vida material misma, y no cabe duda de que
es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda
historia, que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita
cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para
asegurar la vida de los hombres.”
(Marx, K. y Engels, F., 1985)
En su búsqueda del Puntos de partida del llamado materialismo histórico marxiano, las citas
“estado de naturale-
za”, Rousseau imagi- textuales que se acaban de transcribir para dar someramente cuenta de
na la existencia de un esta- ellos, contienen también en las entrelíneas, una concepción de la sociedad:
dio histórico en el que el
hombre todavía no vivía en la primera de ellas dice “en la producción social de su existencia” los hom-
sociedad. El “hombre natu- bres contraen “relaciones necesarias e independientes de su voluntad”. ¿A
ral” no posee lenguaje ni qué hacen referencia estas puntualizaciones? La segunda cita despeja cual-
acumula conocimiento, y
encuentra disponible en su quier duda que pudiera caber: “la producción de la existencia consiste en sa-
entorno inmediato todo tisfacer necesidades básicas: comer, beber, etc”. Ahora bien, también dice
aquello que necesita para
satisfacer sus sencillas ne- que la acción tendiente a proveer la existencia de los hombres (o sea, la sa-
cesidades: alimento, pareja tisfacción de las necesidades) es social. Vale decir que hay un componente
y abrigo. de “socialidad” dado de entrada, colocado como premisa por definición. No
hay ni Robinsones proveyendo individualmente a su subsistencia, ni rous-
seaunianos “hombres naturales” asociales, con todo a la mano para satis-
facer sus necesidades. Las relaciones sociales y la “socialidad” son nece-
sarias e inevitables: por fuera de ellas no hay posibilidad de producir la exis-
tencia. La “socialidad” está soldada a la producción de la existencia. Diría-
se que hay sociedad desde el momento mismo en que hay necesidad. O sea,
desde el mero comienzo de la historia humana.
Por otra parte, la primer cita presenta dos conceptos clave de la teoriza-
ción marxista: “fuerzas productivas” y “relaciones de producción”. Sostiene
que están fuertemente vinculados al punto que existe una correspondencia
entre las segundas y el grado de desarrollo alcanzado por las primeras. ¿Qué
significa todo esto? Veamos. Por fuerzas productivas Marx entiende el con-
junto de factores que participan activamente del proceso de producción. Es-
to es, los componentes técnicos de la producción: las materias primas, los
insumos intermedios, las unidades donde se produce, los medios de traba-
jo (a todo esto lo llama “medios de producción”), la fuerza de trabajo, los de-
sarrollos de la ciencia y los aportes de la tecnología, entre otros. Todos es-
tos componentes tienen un dinamismo positivo, es decir, una propensión a
desarrollarse continuamente: el desenvolvimiento de las fuerzas productivas
desde los remotos tiempos de lascomunidades primitivas hasta la sociedad
industrial es algo que puede constatarse empíricamente.
Las relaciones de producción, por su parte, aluden a los vínculos que en-
tablan los hombres entre sí y con las propias fuerzas productivas, en el
30
Teoría Sociológica
31
Universidad Virtual de Quilmes
vio obligado a volver sobre ella en más de una oportunidad para tratar de
aclarar los alcances de su afirmación, debido a que contenía la posibilidad
de alentar un reduccionismo o determinismo económicos.
Determinación en última instancia, a su modo de ver, significaba, determi-
nación de los grandes trazos y en el largo plazo. Algo así como la fijación de
los márgenes posibles de variabilidad de la superestructura. Por caso: el ca-
pitalismo puede convivir con democracias republicanas, con monarquías par-
lamentarias o aún con formas monárquicas o imperiales abiertas a alguna
modalidad de representación de algún sector de la sociedad (como ocurrió
en Francia durante prácticamente todo el siglo XIX, hasta la caída de Luis Na-
poleón, en 1870). Pero sería incompatible con una estructura estatal/guber-
namental de tipo feudal.
Retornando sobre la noción de sociedad de Marx, puede decirse que en
los largos períodos en que funciona regularmente la articulación fuerzas pro-
ductivas/relaciones de producción, las sociedades funcionan integradamen-
te. No obstante los conflictos que contienen, las sociedades se desenvuel-
ven armoniosamente. La producción de la existencia va de la mano con una
“socialidad” cohesionadora. Hay en ellas diferenciación social y ocurre una
apropiación desigual del excedente económico que son capaces de producir,
hay por lo tanto clases dominantes y clases subalternas. Pero sin embargo
hay cohesión social. Las contradicciones que anidan en los distintos tipos de
sociedades pueden activarse de manera episódica, produciendo entonces si-
tuaciones críticas que por lo común son superadas restaurando los equili-
brios (y las dominaciones) preexistentes. O bien puede sobrevenir un perío-
do excepcional, en el que tiene lugar un irremediable desfase entre las rela-
ciones de producción y las fuerzas productivas, que culminará con transfor-
maciones profundas.
32
Teoría Sociológica
Tal como ha sido mencionado ya, Marx asume un punto de partida mate-
rialista. A su modo de ver, el mundo material es el que manda. “Tal y como
los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, por consi-
guiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo có-
mo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condicio-
nes materiales de su producción”, escribe con Engels en La Ideología Alema-
na. Un poco más adelante, agrega:
33
Universidad Virtual de Quilmes
Supone que los países que han alcanzado mayor nivel de desarrollo eco-
nómico muestran a los demás su propio porvenir. Y augura su célebre “¡de
te fabula narratur!”, que levantará durante décadas densas polvaredas de
polémica entre sus seguidores. Pero cree, también, que cada estadio de de-
senvolvimiento económico, cada modo de producción, en rigor, tiene su pro-
pia lógica y, por tanto, su propia legalidad. De modo que no hay un reclamo
de universalidad a la manera ilustrada. Están las leyes que rigen al capitalis-
mo, las que rigen a la sociedad feudal y así de seguido. Él elige deliberada-
mente estudiar la sociedad capitalista -la “sociedad moderna” que se men-
ciona en una cita anterior- en el entendido de que el conocimiento de lo que
es más complejo facilita la comprensión de lo menos complejo. “En la ana-
tomía del hombre está la clave para la anatomía del mono. Por consiguien-
te, los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores
pueden ser comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior. La eco-
nomía burguesa suministra así la clave de la economía antigua, etc”, escri-
be en el Introducción general a la crítica de la economía política: el conoci-
miento de la sociedad capitalista facilitará el conocimiento de las formas so-
ciales que le han precedido.
Marx fue un revolucionario. Fundó con otros la Asociación Internacional de
Trabajadores (conocida más tarde como 1a. Internacional), estuvo ligado en
Alemania primero a la Liga de los Comunistas y, más tarde, al partido social-
demócrata (que fue explícitamente marxista hasta la 1a. Guerra Mundial) y
acompañó y se preocupó por estudiar el movimiento revolucionario de la Eu-
ropa de su tiempo, especialmente el de Rusia. Es posible decir, empero, que
su confianza en la razón, en los frutos del conocimiento cuando éste está
bien elaborado, su idea de progreso, su concepción de la realidad y de la
ciencia, lo acercaron al universo de la Ilustración.
En el “Prólogo” a la primera edición de El Capital, Marx escribió lo siguien-
te: “En el análisis de las formas económicas de nada sirven ni el microsco-
pio ni los reactivos químicos. El único medio de que disponemos, en este te-
rreno, es la capacidad de abstracción”. A su modo de ver, en el análisis de
lo real debía procederse privilegiando el mecanismo de la abstracción. La
realidad concreta se presenta como un conjunto desordenado y hasta caó-
tico. Un análisis inteligente y riguroso podrá ir abriéndose camino por entre
la maraña de los hechos, ayudándose con la capacidad de abstracción, has-
ta dar con los conceptos más simples y con las determinaciones también
más simples, es decir, aquéllas que tienen la mayor capacidad causal para
determinar la naturaleza de los diversos fenómenos sociales. Una vez en po-
sesión de estos conceptos y determinaciones, se hacía posible, a su juicio,
iniciar el camino de regreso hacia la totalidad de la que se había partido, re-
componer aquello que el procedimiento de abstracción había descompuesto,
para obtener “una totalidad de determinaciones y de numerosas relaciones”.
Vale decir, se reconstituye, por el camino del pensamiento, la totalidad con-
creta de la que se había partido, pero ahora no ya como desorden o caos si-
no como “síntesis de múltiples determinaciones”:
34
Teoría Sociológica
35
Universidad Virtual de Quilmes
36
Teoría Sociológica
37
Universidad Virtual de Quilmes
38
Teoría Sociológica
39
Universidad Virtual de Quilmes
Vale decir, que la sociedad, que detenta una superioridad moral frente al
individuo, es capaz de contener esos apetitos y aún de darles forma y facili-
tar el acceso al bienestar -ya que “perseguir un fin inaccesible es condenar-
se a un perpetuo estado de descontento”, -dirá Durkheim- desempeñando,
por lo tanto, un significativo papel regulador.
Por otra parte, en La división del trabajo social ha escrito: “Los hombres
no pueden vivir juntos sin entenderse y, por consiguiente, sin sacrificarse mu-
tuamente, sin ligarse unos a otros de manera fuerte y duradera. Toda socie-
dad es una sociedad moral”. Aquí se hace totalmente evidente la homologa-
ción entre moral y sociedad. Sin perjuicio de este señalamiento central, im-
porta destacar, también, la referencia al ligamen entre los individuos: entre
los hombres que comparten la vida social, es decir, que conforman una so-
ciedad regulada por una moral, existe una ligazón fuerte y duradera. Es pre-
cisamente esta clase de atadura la que Durkheim va a llamar solidaridad o
cohesión social. De donde sociedad, moral, regulación, papel moderador y
solidaridad resultan temáticas articuladas y centrales en su concepción.
Resumiendo entonces lo desarrollado hasta aquí, puede decirse que la
concepción de sociedad en Durkheim se estructura a partir de las siguientes
proposiciones:
I) la sociedad tiene supremacía sobre los individuos;
II) una sociedad es más que la suma de los individuos que la componen;
III) los hechos sociales tienen vida propia, independientemente de sus
manifestaciones individuales;
IV) la sociedad es el sustrato o fundamento de la moral colectiva;
V) la sociedad regula la vida social por intermedio de esa moral.
Los temas y los conceptos básicos de la sociología de Durkheim: cohe-
sión social, alma colectiva, solidaridad orgánica, solidaridad mecánica, divi-
sión del trabajo, cooperación, incluso anomia -es decir, ausencia generaliza-
da de normas, por tanto, crisis moral- son completamente congruentes con
esta concepción general.
“Este libro es, ante todo, un esfuerzo para tratar a los hechos de la vida
moral con arreglo a los métodos de las ciencias positivas”, escribe Durkheim
en el “Prefacio” de la primera edición de La división del trabajo social . Es
decir, se reconoce como integrante de la tradición positivista. Lo que, por lo
menos, implica rechazar la distinción entre ciencias del espíritu y ciencias de
la naturaleza.
40
Teoría Sociológica
“La ciencia mostró que los hechos podían conectarse unos con otros de
acuerdo con relaciones racionales, descubriendo la existencia de tales re-
laciones. Por supuesto, hay muchas cosas, incluso un número infinito de
cosas, que todavía ignoramos. Nada nos indica que vamos a descubrirlas
todas, que llegará un momento en el que la ciencia habrá terminado su ta-
rea y habrá expresado adecuadamente la totalidad de las cosas. Todo nos
hace pensar que el progreso científico no terminará nunca. Pero el princi-
pio racionalista no implica que la ciencia pueda, en realidad agotar lo real:
sólo niega que uno tenga derecho a mirar parte alguna de la realidad o a
ninguna categoría de los hechos como completamente irreductible al pen-
samiento científico, en otras palabras, como esencialmente irracionales”.
(Durkheim, E., fragmento de La educación moral, incluido en
Escritos selectos, Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, pp. 212-213.)
Por otra parte, en el “Prefacio” a la primera edición de Las reglas del mé-
todo sociológico, se define como un racionalista al afirmar que “nuestro prin-
cipal objetivo es extender el racionalismo científico a la conducta humana”.
Ambas definiciones implican postular que:
a) como parte integrante de una realidad cuya estructura está regida por
leyes, el comportamiento humano es perfectamente reductible a relaciones
de causa y efecto;
b) que la razón es un instrumento suficiente para conocer, es decir, para
desentrañar esas leyes y para establecer relaciones de causalidad; y
c) que una vez establecidas esas leyes y efectuadas fehacientemente las
conexiones causales, las primeras debían tener validez y las segundas reco-
nocimiento, en ambos casos, universal.
Entiende que el objeto de la Sociología es el estudio de los hechos so-
ciales, a los que describe en el capítulo I de Las reglas como “tipos de con-
ducta o de pensamiento [que] no sólo son exteriores al individuo sino que
están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se le
imponen, quiéranlo o no”. Es decir, atribuye a los hechos sociales típica-
mente dos características: son exteriores a los individuos y presentan cier-
to carácter imperativo.
En el desarrollo que efectúa del rasgo de imperatividad, se hace evidente
que dicha característica es, sobre todo, un elemento útil para facilitar la iden-
tificación de los hechos sociales como tales. Lo verdaderamente relevante,
en cambio, de esa primer presentación es el rasgo de exterioridad que le
asigna a dichos hechos.
Exteriores a los individuos significa que esa clase de hechos no pertenecen
ni al orden orgánico ni al psíquico individuales. Están “afuera” de esos domi-
nios. Por lo tanto, queda sentada una base fundamental para diferenciar el ob-
jeto de la sociología respecto del de la Psicología -según Durkheim los “fenó-
menos psíquicos sólo tienen existencia en la conciencia individual y por ella”.
Por este camino, el sociólogo francés va introduciendo a sus lectores en
los terrenos que más arriba se caracterizaron como sus primeras preocupa-
ciones sociológicas: las relaciones entre individuo y sociedad. Si los hechos
sociales son exteriores a los individuos y no los tienen por sustrato ¿a qué
registro de la realidad pertenecen?. La respuesta es: al de esa totalidad que
lleva vida propia y que es más -y diferente- que la suma de los individuos que
la componen, la sociedad.
41
Universidad Virtual de Quilmes
42
Teoría Sociológica
Durkheim creía que con el tiempo se iría acumulando una masa de cono-
cimientos que no haría sino derramar beneficios y progreso sobre las socie-
dades. Confiaba en que en algún momento la Sociología podría establecer
qué era socialmente normal y qué era patológico. El conjunto de aportes que
irían haciendo las diversas disciplinas científicas le irían imponiendo un rum-
bo o una dirección a la política. Mientras esa época no llegara, los científi-
cos, los sociólogos en particular, debían asumir un modesto rol de consulto-
res o de educadores. Asumía, en consecuencia, una postura de diferencia-
ción entre la ciencia y la política. Y concebía la posibilidad de desarrollar las
ciencias sociales libres de supuestos previos. Desde esta neutralidad de la
ciencia social, que se beneficiaría de los dones de la universalidad cuando
pudiera establecer conocimientos en forma fehaciente, confiaba precisamen-
te en que alguna vez la ciencia orientaría a la política.
Su concepción general sobre la sociedad y su concepción acerca de có-
mo es posible conocer en ciencias sociales se interceptan recíprocamente
y se complementan. Por un lado, las ideas de preeminencia del todo sobre
la parte, de supremacía de la sociedad sobre los individuos y de capacidad
reguladora de la sociedad, se incorporan a su teoría del conocimiento a tra-
vés de lo que más arriba se ha denominado principio de colectividad. Por
otro, podría decirse que su caracterización de los hechos sociales como co-
sas -que positiviza la Sociología, es decir, contribuye decisivamente a hacer
posible la aplicación en ella de “los métodos de las ciencias positivas”- y
como exteriores (a los individuos) filtra su teoría del conocimiento social ha-
cia el ámbito de la teoría sobre la sociedad.
Hoy en día, que aún las propias ciencias “duras” han moderado sus cer-
tidumbres merced a los rumbos abiertos, entre otros, por Albert Einstein, es
difícil valorar favorablemente los afanes positivista de Durkheim. Su empe-
ño, en cambio, por tratar de ligar la noción de sociedad a las de cohesión y/o
solidaridad merece ser rescatado como lo que es: un acervo inteligente y va-
lioso, todavía capaz de ofrecer conceptos y orientaciones útiles para analizar
las sociedades convulsas y crispadas, con crecientes déficits de integración,
que presenta el mundo de hoy.
43
Universidad Virtual de Quilmes
44
Teoría Sociológica
45
Universidad Virtual de Quilmes
46
Teoría Sociológica
perfectamente posible, sólo que su validez quedará condicionada por las pre-
misas que presidieron el recorte.
Weber no descarta la posibilidad de construir conceptos generales y, aun,
leyes, en un sentido débil del concepto. No le caben dudas acerca de la uti-
lidad de los conceptos generales, a los que llamará “tipos ideales”, como por
ejemplo, los de clase, Estado, partido o acción social. Tienen una función or-
ganizadora y clarificadora. Una cosa similar ocurre con las leyes en sentido
débil, como por ejemplo, la “ley de la oferta y la demanda” en el plano eco-
nómico. Los “tipos ideales” sirven para ordenar, para deslindar, para esta-
blecer hipótesis y para funcionar como puertas de entrada a una realidad his-
tórica en cuyo interior deberá bucearse con ayuda de aquellos “tipos”, en
procura de hallar conexiones causales específicas. Sirven para organizar el
desembarco y orientar la búsqueda en la realidad concreta, pero no para ex-
plicarla. A lo que se niega, en definitiva, es a construir sistemas cerrados y
a aceptar que la realidad social pueda deducirse de leyes o de conceptuali-
zaciones generales. Por eso califica de “total insensatez la creencia, que en
ocasiones encontramos en historiadores de nuestra especialidad, según la
cual la meta de las ciencias de la cultura podría ser la constitución de un sis-
tema cerrado de conceptos, en el cual la realidad quedaría sintetizada de un
modo u otro mediante una articulación definitiva, y del cual podría ser dedu-
cida de nuevo”.
Su definición de Sociología moviliza de un modo particular la problemáti-
ca del recorte e introduce la cuestión del sentido, que resulta fundamental,
a su juicio, para estudiar las practicas sociales. Weber entiende por Socio-
logía “una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social
para de esa manera explicarla causalmente en sus desarrollos y efectos”
(Weber, 1964). Por acción entiende una conducta humana a la que “el suje-
to o los sujetos de la acción enlazan un sentido subjetivo”. Mientras acción
social “es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos
está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarro-
llo”. Pescar por diversión, por ejemplo, es simplemente acción. Pescar para
vender lo obtenido es acción social.
Hechas estas aclaraciones es preciso volver sobre la Sociología, definida
como ciencia que estudia la acción social. Hay dos rasgos salientes en la de-
finición ofrecida por Weber: interpretación y explicación. La Sociología inter-
preta la acción social, pero también la explica. ¿Cómo debe entenderse esto?
Interpretar, para Weber, es atribuir sentido a la conducta de alguien. A es- “El destino de una
época cultural que ha
to lo llama también comprensión. degustado el árbol del co-
Comprender, a su juicio, consiste en la captación interpretativa del senti- nocimiento, es el tener que
saber que no podemos de-
do, o en la elaboración de una conexión de sentido, como también lo deno- ducir el sentido de los acon-
mina. Todo examen de la acción social comienza con una atribución de sen- tecimientos mundiales del
tido. En el sencillísimo ejemplo que se presentó más arriba cuando se esta- resultado de su estudio, por
muy completo que éste sea.
blece que alguien pesca para vender (en lugar de hacerlo por diversión) se Por el contrario, debemos
está haciendo una atribución de sentido. Ahora bien, cuando se establece ser capaces de crearlo por
nosotros mismos”. (Weber,
una atribución de sentido se está produciendo un recorte de lo real. Es de- 1976)
cir, en el campo de la Sociología, éste es el momento en que aparece la ine-
vitable necesidad de recortar lo real.
En el interior de un espacio delimitado por la conexión de sentido pueden
establecerse, en un segundo momento, conexiones causales. Alguien que
pesca para vender puede, por ejemplo, tratar de conseguir determinados ti-
pos de ejemplares (variedades de género o de tamaño) en el entendido de
47
Universidad Virtual de Quilmes
que tendrán una mayor demanda. Eso explicará por qué hace determinado ti-
po de cosas, por ejemplo, usar cierta clase de carnada o lanzar su línea en
determinados lugares.
En el análisis de hechos históricos, el proceso de recorte, atribución de
sentido y explicación es obviamente más complejo, pero en lo sustancial, no
es distinto a lo que se planteó más arriba. Con respecto a nuestra Revolu-
ción de Mayo, por ejemplo, hay distintas interpretaciones. Todas ellas delimi-
tan un campo de análisis (una conexión de sentido), en el interior del cual,
luego se esfuerzan por establecer conexiones causales.
48
Teoría Sociológica
“El hecho básico del que dependen todos los fenómenos `so-
cio-económicos´, en el sentido más amplio, es que nuestra exis-
tencia física, al igual que la satisfacción de nuestras necesida-
des más ideales, choca en todas partes con la limitación cuan-
titativa y la insuficiencia cualitativa de los medios externos para
ello; que para su satisfacción se precisa una previsión planifica-
da, trabajo, la lucha contra la naturaleza y la socialización con
otras personas”.
(Weber, 1976)
49
Universidad Virtual de Quilmes
50
Teoría Sociológica
51
3
Marx
Objetivos
53
Universidad Virtual de Quilmes
• MP antiguo
a) economía básicamente agrícola, fuerzas productivas escasamente de-
sarrolladas, organización del trabajo basada o bien sobre la unidad familiar
primaria, o bien sobre la gran familia, el clan, etcétera;
b) no hay intercambio comercial;
c) existe la propiedad en común de la tierra.
• MP asiático
a) economía básicamente agrícola, organización del trabajo basada sobre la
gran familia o unidades parecidas, las fuerzas productivas alcanzan algún de-
senvolvimiento a nivel agrario, se genera, también, cierto desarrollo urbano;
54
Teoría Sociológica
• MP feudal
a) economía básicamente agrícola, aunque con cierto desarrollo urbano y
actividad productiva en las ciudades;
b) escaso intercambio comercial;
c) no hay propiedad en común de la tierra, que pertenece al rey o a sus
señores (nobles). Entre el monarca y sus señores (nobles) se da una rela-
ción de vasallaje. Y entre los señores y los siervos de la tierra tiene lugar la
servidumbre, a la que aquéllos están obligados.
• MP burgués
a) economía básicamente urbana e industrial;
b) se generaliza la producción de mercancías, es decir, se produce con el
objeto de comercializar los bienes o servicios producidos;
c) existe la propiedad privada de los medios de producción, se forma el
mercado de trabajo, los burgueses o capitalistas concentran la propiedad de
dichos medios de producción y los proletarios -que no poseen nada más que
prole- deben vender su fuerza de trabajo por un salario.
55
Universidad Virtual de Quilmes
56
Teoría Sociológica
57
Universidad Virtual de Quilmes
58
Teoría Sociológica
59
Universidad Virtual de Quilmes
Marx sostiene que entre todas las mercancías hay una que es especial,
pues de su consumo brota el valor. Esta mercancía especial es la capacidad
de trabajo o fuerza de trabajo. A su juicio, ésta es la única fuente producto-
ra de valor. Sostener que de su consumo brota el valor implica afirmar que
de su utilización como valor de uso surge el mencionado valor. Pero antes de
desarrollar esta proposición es preciso referirse a la condición de mercancía
de la fuerza de trabajo.
La fuerza de trabajo tiene un valor de uso y un valor (o valor de cambio).
Obviamente, es por eso que es una mercancía. Como valor de uso tiene una
utilidad, sirve para algo. Es este o aquel trabajo concreto: el de sastre, alba-
ñil o tornero. Su valor (o valor de cambio) es el tiempo de trabajo socialmen-
te necesario para producir y reproducir un trabajador. En palabras de Marx:
“El valor de la fuerza de trabajo, como el de toda otra mercancía, lo determi-
na el tiempo de trabajo necesario para la producción, incluyendo, por lo tan-
to, la reproducción de este artículo específico. [...] la producción de la fuer-
za de trabajo consiste en la reproducción o conservación de aquél” (EC, p.
124). Dicho valor puede representarse como la suma de medios de vida que
el trabajador necesita para conservarse (alimento, vestido, techo, etc.) y pa-
ra reproducirse, esto es, para sostener una familia y procrear. “El valor de la
fuerza de trabajo se reduce al valor de una determinada suma de medios de
vida. Cambia, por tanto, al cambiar el valor de éstos, es decir, al aumentar o
disminuir el tiempo de trabajo necesario para su producción” (EC, p. 125),
escribe Marx. Es, por tanto, variable, conforme sea el valor de los medios que
concurren a la subsistencia y reproducción del trabajador. La suma de valo-
res demandada para la producción y reproducción de la fuerza de trabajo pue-
de calcularse tomando las fracciones de tiempo que se desee: por hora, por
día, por semana, etc. Marx agrega, asimismo, que sobre la valoración de la
fuerza de trabajo juega también un elemento “histórico moral”: las condicio-
nes y los hábitos prevalecientes en cada país, bajo los cuales se han forma-
do, que inciden sobre sus preferencias (por ejemplo, los obreros franceses
prefieren el vino a la cerveza) pero también sobre el nivel de vida mínimo exi-
gible en cada caso y, por tanto, sobre su valor.
Conviene regresar ahora a la formulación que establece que la fuerza de
trabajo es una mercancía y, por lo tanto, posee un valor (o valor de cambio)
y un valor de uso. La fuerza de trabajo, como cualquier mercancía, se obtie-
ne en el mercado (en este caso, en el mercado de trabajo). La contratación
de fuerza de trabajo por parte de un capitalista supone un desembolso equi-
valente a su valor; las cosas ocurren del mismo modo cuando compra una
tonelada de hilado de algodón o un kilogramo de pan. Las mercancías, todas
ellas, incluida la fuerza de trabajo, comprometen -por decirlo así- en el mer-
cado su faceta valor. Ahora bien, cuando fuera del mercado son utilizadas o
consumidas, la faceta que se compromete es su valor de uso. Así ocurre con
el algodón, que el empresario compró como materia prima, y con el pan que
consumirá en la cena. Y así sucede cuando la fuerza de trabajo que contra-
tó en el mercado concurre a su fábrica a trabajar. En todos estos casos, lo
que se utiliza o consume es la utilidad (el valor de uso) del hilado de algo-
dón para confeccionar telas, del pan para alimentarse y de la fuerza de tra-
bajo para producir. Ahora bien, en tanto trabajo concreto (o útil) el valor de
uso de la fuerza de trabajo producirá valores de uso (telas de algodón, por
60
Teoría Sociológica
61
Universidad Virtual de Quilmes
62
Teoría Sociológica
63
Universidad Virtual de Quilmes
za: debe entenderse también que el valor no existe en estado puro. Como el
alma cristiana, sólo puede tener existencia en el cuerpo de alguna mercan-
cía. De aquí que el ciclo del capital esté indisolublemente ligado al movimien-
to y producción de mercancías. Y que el movimiento del capital sea incesan-
te, pues lleva en sí mismo su fin. Cuando se compra para vender (D-M-D’) el
proceso empieza y termina con el mismo propósito: obtener dinero, opera-
ción que sólo tiene sentido si el monto con que se sale del circuito es ma-
yor que aquél con que se ingresa a él. Y de aquí, también, que la mercancía
sea el punto de arranque del capital, según consigna Marx -como se ha men-
cionado más arriba- al comienzo de El Capital.
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros
días es la historia de la lucha de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos,
maestros y oficiales en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron
siempre, mantuvieron una lucha constante, velada a veces y otras franca y
abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria
de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”.
K. Marx, El manifiesto comunista,
Edic. del Siglo, Buenos Aires, 1969, pp. 65-66.
64
Teoría Sociológica
Según cuál sea el nivel de análisis en el que se sitúe resulta más o me-
nos complejo y/o refinado su abordaje. En el nivel del MP registra las clases
fundamentales, ligadas al antagonismo básico de aquél; cuando se trata de
sociedades concretas se abre, en cambio, a la complejidad de cada caso.
En el caso de la sociedad capitalista, que como se ha dicho más arriba
es la que le interesa estudiar en particular a Marx, las clases fundamentales
son la burguesía y el proletariado, según se desprende nítidamente del aná-
lisis del MP capitalista. En este caso, la variable básica que determina la per-
tenencia a uno u otro grupo es la propiedad privada de los medios de pro-
ducción o la carencia de tal propiedad. Otras variables intervienen a la hora
de refinar el análisis, por ejemplo, la dimensión o grado en que se es posee-
“Las capas medias -
dor. En El manifiesto comunista, por ejemplo, identifica a las capas medias - el pequeño indus-
la expresión es suya- entre las cuales cuenta el pequeño industrial, el peque- trial, el pequeño co-
ño comerciante, el artesano y el campesino. merciante, el artesano, el
campesino- todas ellas lu-
Marx no se detiene a elaborar conceptualmente esas categorías. En rigor, chan contra la burguesía pa-
no hay en Marx una teoría de las clases. En algunos casos ofrece ciertas in- ra salvar de la ruina su exis-
tencia como tales capas me-
dicaciones sobre la marcha; en otros -como el que se ha mencionado arriba- dias. No son pues revolu-
se limita a hacer una simple mención. Modernamente se ha buscado inter- cionarias, sino conservado-
pretar desde el punto de vista metodológico este proceder de Marx. Así, por ras” (K. Marx y F. Engels,
El manifiesto comunista,
ejemplo, la distinción básica entre la burguesía y la pequeña burguesía esta- Edic. del Siglo, Buenos Ai-
ría dada por la utilización o no de trabajo asalariado. Y esto porque ambos res, 1969, p. 81).
son poseedores de medios de producción. Pero en un caso se contrata ma-
no de obra y en el otro no, es decir, es el mismo capitalista quien trabaja el
medio de producción que posee.
Tampoco hay en Marx un desarrollo de una teoría del Estado. Hay apenas
algunos rudimentos o indicaciones dispersas colocados aquí o allá. En El
manifiesto comunista, por ejemplo, establece que en cada etapa de la evo-
lución recorrida por la burguesía desde el momento en que aparece y se con-
solida como clase subalterna en el orden todavía feudal, hasta su coronación
como clase dominante, ha sido acompañada por su correspondiente éxito
“Tercer estado” fue
político. Su reconocimiento como “tercer estado” o su dominio hegemónico la denominación que
del Estado son ejemplos de ello. se le dio a la burgue-
En este último sentido, explícitamente sostiene que “el gobierno del Es- sía en Francia, luego de que
conquistara ciertos dere-
tado moderno no es más que una junta que administra los negocios comu- chos políticos (los otros dos
nes de toda la clase burguesa” (El manifiesto comunista, op. cit., p. 69). “estados” eran la nobleza y
el clero).
En La ideología alemana formula por primera vez la idea de que la domi-
nación económica deviene dominación política. Es decir, que las clases eco-
nómicamente dominantes se convierten en políticamente dirigentes. Sostie-
ne, por ejemplo, que:
65
Universidad Virtual de Quilmes
66
Teoría Sociológica
67
Universidad Virtual de Quilmes
68
Teoría Sociológica
69
4
Durkheim
Objetivos
71
Universidad Virtual de Quilmes
72
Teoría Sociológica
73
Universidad Virtual de Quilmes
Ahora bien, si determinada clase de hechos pueden ser tenidos por nor-
males en una fase y patológicos en otra, esto significa que esos estados no
pueden ser definidos como tales de una vez y para siempre. De donde se co-
lige, asimismo, que a las causas de lo normal y de lo patológico no hay que
buscarlas fuera del organismo de que se trate. Es decir, que no es posible
trazar una clara línea divisoria que autorice la búsqueda de lo patológico en
elementos externos al organismo bajo consideración.
En la construcción del tipo medio se procede, inevitablemente, a seleccio-
nar rasgos exteriores de los fenómenos bajo estudio, sobre la base de la ob-
servación. Se trata, en principio, de la búsqueda de rasgos que son o bien
generales o bien excepcionales. Es decir, con cuánta frecuencia o con cuán-
ta excepcionalidad se presentan en una especie social determinada, en un
momento dado de su desarrollo.
“Llamaremos nor-
males a los hechos Así, llamará normales a los fenómenos que se encuadran dentro del tipo
que presentan las medio; y patológicos a los restantes.
formas más genera- El procedimiento de buscar rasgos exteriores ya sea generales, ya excep-
les y daremos a los
otros el nombre de morbo- cionales, no está exento de error. Puede suceder, por ejemplo, que algo to-
sos o patológicos. Si acor- mado por general sea apenas una sobrevivencia inercial de algún rasgo que
damos nombrar como tipo
medio al ser esquemático fue significativo en el pasado -es decir, en otra fase- pero que en la actuali-
que se constituirá reuniendo dad ya no lo sea. De manera que Durkheim recomienda explicar el por qué
en la misma totalidad, en de esa generalización. Así, va a sostener que “el carácter normal del fenó-
una especie de individuali-
dad abstracta, los caracteres meno será efectivamente más indiscutible si se demuestra que el signo ex-
más frecuentes en la espe- terior que lo había revelado al principio no es puramente aparente, sino que
cie, con sus formas más fre-
cuentes, podrá decirse que está fundado en la naturaleza de las cosas; en una palabra, si se puede eri-
el tipo normal se confunde gir esta normalidad de hecho en una normalidad de derecho” (RMS, p. 58).
con el tipo medio y que to- Es decir, si se establece una conexión causal que dé sustento explicativo a
da desviación de este mode-
lo de la salud es un fenóme- lo que inicialmente es sólo una regularidad observada.
no morboso” (E. Durkheim, Durkheim ve ventajas, como ya se ha señalado, en la posibilidad que se
Las reglas del método so-
ciológico, Ed. Schapire, abre a la ciencia social de distinguir entre lo normal y lo patológico. Confía
Buenos Aires, 1976, p. 56). en que esta tarea pueda desarrollarse con solvencia en el futuro. Pero ad-
vierte que para alcanzar el nivel explicativo que esa distinción requiere, es
preciso haber alcanzado un nivel significativo de desarrollo de la ciencia.
74
Teoría Sociológica
75
Universidad Virtual de Quilmes
76
Teoría Sociológica
77
sociológicas consistirían exclusivamente en relacionar el pasado con el pre-
sente” (RMS, p. 93). Y no es así. Por lo menos no enteramente así. Esto por-
que entre el pasado (y sus influencias) y lo actual se interpone el medio so-
cial interno que coloca condiciones concomitantes (así las llama Durkheim)
capaces de producir “cierta diversidad” (RMS, p. 94), que incide también so-
bre el modo de ser de las sociedades. Es decir, capaces de producir algo dis-
tinto o novedoso respecto de lo que viene del pasado. A su juicio, estas con-
diciones concomitantes resultan de las características y peculiaridades de
cada medio social interno.
Finalmente, Durkheim introduce -a propósito de esta discusión- una pro-
blemática sumamente interesante. Señala que los progresos de todo tipo
realizados en cualquier momento histórico, jurídicos, económicos, políticos,
etc., abren posibilidades de nuevos progresos pero -se pregunta- ¿los prede-
terminan? “Son un punto de partida -dice- que permite ir más allá; pero ¿qué
es lo que nos incita a ir más allá?” (RMS, p. 93). A modo de respuesta,
arriesga la posibilidad de la existencia de una tendencia interna que impul-
sa a la humanidad a superar los resultados adquiridos, una especie de fuer-
za motriz que impele a los hombres hacia adelante, en busca de su realiza-
ción y/o de su felicidad.
La idea queda simplemente esbozada y no puede decirse que nuestro au-
tor se comprometa firmemente con ella. Admitiéndola simplemente por vía
de hipótesis formula una aclaración y una advertencia. Sostiene que no po-
dría proponerse una imputación causal, puesto que esto sólo es posible en-
tre dos hechos dados. La mencionada fuerza motriz no es un hecho dado si-
no una mera postulación. A lo sumo podremos decir -señala- “cómo han su-
cedido las cosas hasta ahora, no en qué orden se darán en lo sucesivo, por-
que la causa de la que se presume que dependen no está científicamente
determinada ni es determinable” (RMS, p. 93). Ésta es, en síntesis, la acla-
ración. La advertencia, por su parte, consiste en negarle entidad a la previ-
sión ordinariamente admitida que consiste en suponer que las cosas segui-
rán un rumbo evolutivo en el mismo sentido que traen del pasado. Científico
al fin, cultor de la regla sociológica que enseña a desconfiar de los prejuicios
y de las prenociones (regla que él mismo consignó en su trabajo sobre me-
todología sociológica), escribe:
78
5
Weber
Objetivos
Estas colocaciones implican una completa inversión del punto de partida ra-
cional-iluminista. Desde esta concepción se creía posible una reconstrucción
79
Universidad Virtual de Quilmes
80
Teoría Sociológica
proveer los recursos con los que atender a sus necesidades, tanto físicas co-
mo espirituales. Ésta es una regularidad postulada sobre lo real que, confor-
me a las propias palabras de Weber, constituye “el hecho fundamental al que
se ligan todos los fenómenos que caracterizamos, en el sentido más lato, co-
mo económico-sociales” (OC, p. 53).
Que regularidades de este tipo existan no quiere decir que en el ámbito
de lo social exista una estructura unívoca de la realidad regida por leyes. Que
el fenómeno del poder se presente con cierta regularidad en las diversas so-
ciedades no implica que deba haber una ley rigiendo ese fenómeno del mis-
mo modo que la ley de gravedad rige la caída de los cuerpos. Significa, sim-
plemente, que un hecho se repite. Como son también hechos repetidos la
acción social, la producción, la oferta, la demanda, etcétera.
Entre el abordaje individualizado, historiográfico, concreto, de los fenóme-
nos sociales y las regularidades empíricamente observables, Weber ubica una
teoría tipológica sobre la realidad social. No es una teoría sustantiva en el
sentido en que se la ha definido más arriba. No postula leyes fundamentales
ni se arroga una función explicativa. Simplemente toma esas regularidades,
las sistematiza, las examina en sus desarrollos y desdoblamientos, estable-
ce conexiones lógicas. No tiene ninguna pretensión explicativa; su cifra es, en
“La teoría de la ac-
cambio, como bien hace notar Saint Pierre, la probabilidad (y no la conexión ción weberiana es
causal). “La sociología construye conceptos-tipo [...] y se afana por encontrar una teoría tipológica desa-
reglas generales del acaecer. Esto en contraposición a la historia, que se es- rrollada en términos de pro-
babilidad y, como veremos
fuerza por alcanzar el análisis e imputación causales de las personalidades, más adelante, todos los
estructuras y acciones individuales consideradas culturalmente importantes, conceptos de su teoría polí-
tica también son definidos
escribe Weber (ES, p. 16). Es decir, la elaboración de conceptos-tipo a partir en estos términos”. Véase
de regularidades observables tenidas por “merecedoras de ser conocidas” es H. Saint Pierre, Max Weber.
útil para la organización del abordaje de la realidad social con una intención Entre a paixao e a razao,
Editora da Unicamp, Cam-
explicativa. Esto último es una tarea de la historia, aunque también puede ser- pinas, 1991, p. 109.
lo de la sociología (repásese sobre el particular lo ya desarrollado en la Uni-
dad 2 acerca del objeto de esta última). La sociología, sin embargo, conside-
rada en su dimensión generalista, sólo prepara el terreno para una imputación
causal. Dirá, por ejemplo, dada esta situación s, el comportamiento probable
-típico- de los actores será c. O, también, “poder significa la probabilidad de
imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda re-
sistencia y cualquiera sea el fundamento de esa probabilidad” (ES, p. 43). Na-
da afirma de lo que efectivamente ocurre en una situación concreta y especí-
fica; sólo dice: típicamente, o en términos generales, cuando se configura un
cuadro del tipo s tiende a ocurrir una conducta c.
De aquí que Weber reconozca que “sus conceptos tengan que ser relati-
vamente vacíos frente a la realidad concreta de lo histórico” (ES, p. 16). Es
Nominalismo: doctrina fi-
decir, que no es posible teorizar sustantivamente sobre lo social. La teoriza- losófica que sostiene que
ción tipológica, no obstante, tiene cosas favorables para ofrecer: fija concep- los conceptos generales y
tos de manera unívoca, evita repeticiones de lenguaje, orienta búsquedas, los objetos o procesos a los
que aquéllos se refieren
señala cuál puede ser eventualmente el camino de una indagación sobre lo pertenecen a órdenes dife-
real, ayuda a ordenar el flujo de la información empírica, etc. Los componen- rentes de la realidad y no
deben confundirse. El con-
tes de este tipo de teorización son los tipos ideales, esto es, conceptos abs- cepto de mesa, por ejemplo,
tractos y en este sentido ideales -no en el de que deban ser tenidos por pertenece a un registro; las
ejemplares- en los que se fija algunos significados. No son la realidad sino distintas mesas realmente
existentes, singula-
construcciones nominales que posibilitan un acercamiento a ésta; son por res y únicas, a otro.
tanto un medio, un recurso para poner en marcha un proceso de conocimien-
to, no un fin en sí mismos.
81
Universidad Virtual de Quilmes
1.
El vago azar o las precisas leyes
Que rigen este sueño, el universo,
Me permitieron compartir un terso
Trecho del curso con Alfonso Reyes
J. L. Borges, In Memoriam A. R.
Así, desde la remota noche de los tiempos, la acción social se presenta co-
mo una regularidad empírica, como un hecho repetido, cuyo motivo (o fundamen-
to principal) es la satisfacción de necesidades. Por más imprecisa que resulte
la exposición weberiana -según él mismo lo consigna- previsión, trabajo, lucha
contra la naturaleza y asociación, todo ello tiene como sustrato la acción social.
82
Teoría Sociológica
83
Universidad Virtual de Quilmes
La acción social, entonces, se orienta por las acciones de los otros. Por
eso es social y no acción a secas; tiene al accionar de los otros como refe-
rencia. Pero tiene, también, un fundamento motivacional, es decir, un senti-
do para el actor.
Desde este último punto de vista, es decir, mirando desde el fundamento
que da forma al sentido, acción y acción social son lo mismo. Weber lo dice
claramente cuando introduce los tipos ideales de acción social:
“La acción social, como toda acción, puede ser: [La aclaración “como
toda acción” iguala una con otra, lo que significa que están abordadas es-
trictamente desde el fundamento del sentido.] 1) racional con arreglo a fi-
nes: determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos
del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas expectativas
como ‘condiciones’ o ‘medios’ para el logro de fines propios racionalmen-
te sopesados y perseguidos. 2) racional con arreglo a valores: determina-
da por la creencia consciente en el valor -ético, estético, religioso o de
cualquier otra forma como se lo interprete- propio y absoluto de una de-
terminada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente
en méritos de ese valor. 3) afectiva: especialmente emotiva, determinada
por afectos y estados sentimentales actuales, y 4) tradicional: determina-
da por una costumbre arraigada.”
(Weber, M. Economía y sociedad, op. cit., t. I, p. 20.)
84
Teoría Sociológica
logro de los mismos. Tiene, sin embargo, de peculiar el hecho de que el sen-
tido de la acción -los motivos- no está en los fines sino fuera de ellos. En es-
ta clase de acción, el actor se desempeña conforme a sus convicciones, sin
considerar las consecuencias que pudieran seguirse de su accionar (véase
Saint Pierre, op. cit., p. 116).
La acción tradicional se encuentra en la frontera con el simple hábito y
queda, a veces, fuera del ámbito de lo que Weber denomina “acción con sen-
tido”, stricto sensu. Por lo mismo, estaría en el límite de lo que el sociólogo
alemán ha definido como acción social. Incluye las costumbres y los hábitos;
pero desde el punto de vista sociológico importan especialmente los compor-
tamientos y/o actitudes arraigadas, esto es, formas de hacer cuya motiva-
ción original quizá se ha desvanecido o extraviado y su fundamento de sen-
tido presente se halla en que “siempre ha sido así”.
La acción afectiva, finalmente, está también en el límite de la “acción con
sentido” y muchas veces queda fuera de éste. Es típica de las situaciones
amorosas (relaciones de pareja o entre padres e hijos), pero involucra tam-
bién maneras de actuar motivadas por el despecho, la búsqueda de revan-
cha o los deseos de venganza.
La acción social es la piedra fundamental de la teorización tipológica de
Weber. Es un concepto base que se desdobla de diversas maneras y se des-
pliega en diversas direcciones. Un primer desdoblamiento sumamente impor-
tante es el que alcanza en el tipo denominado por Weber relación social. En-
tiende por ésta “una conducta plural -de varios- que, por el sentido que en-
cierra, se presenta como recíprocamente referida, orientándose por esa reci-
procidad. La relación social consiste, pues, plena y exclusivamente, en la pro-
babilidad de que se actuará socialmente en una forma (con sentido) indica-
ble, siendo indiferente, por ahora, aquello en que la probabilidad descansa”
(ES, p. 21). Es decir, es una forma de la acción social, pero específica: alu-
de a una conducta de varios -o sea, queda descartada la posibilidad de con-
siderar acciones individuales- que se toman recíprocamente en referencia.
Esta última es la clave del concepto. Un mínimo de recíproca bilateralidad de-
be estar siempre presente para hablar de relación social: aun la mínima bi-
lateralidad de dos queda contenida en el concepto. El contenido de la acción
puede ser diverso: amor, amistad, conflicto, piedad, interés mercantil, o lo
que sea. Lo importante es que haya referencia recíproca.
También el concepto típico-ideal de relación social se desdobla -como el
de acción social- en diversas direcciones. Es el sustrato de los conceptos de
orden y de validez, que a su vez concurren a especificar el concepto de legi-
timidad. Y es también el fundamento de los conceptos de sociedad, de co-
munidad y de asociación.
Como puede verse, retomando una temática anteriormente expuesta, la
teorización tipológica se despliega conforme a una sucesión de conceptos
abstractos que se encuentran relacionados entre sí.
85
Universidad Virtual de Quilmes
86
Teoría Sociológica
87
Universidad Virtual de Quilmes
88
Teoría Sociológica
89
Universidad Virtual de Quilmes
90
Teoría Sociológica
91
Universidad Virtual de Quilmes
92
Teoría Sociológica
4.
a. Entre la racionalidad formal y la material ¿existe com-
plementariedad o contradicción? Desarrolle.
b. ¿Qué tipo de racionalidad le atribuiría, respectiva-
mente, a una economía de mercado y a una planificada?
c. Las expresiones “administración basada en el saber”
y “parcelamiento del alma”, ¿a qué proceso general se
refieren?, ¿a qué cuestiones aluden, respectivamente,
en particular?
93
Referencias bibliográficas
Althusser L. y Balibar E., Para leer El Capital, Siglo XXI, México, vvee.
–––“La filosofía como arma de la revolución”, Cuadernos de Pasado y Presen-
te Nº 4, México, vvee.
Berlin I., Contra la corriente, FCE, México, 1992.
–––Árbol que crece torcido, Vuelta, México, 1992.
–––El Mago del Norte, Tecnos, Madrid, 1997.
–––El sentido de la realidad, Taurus, Madrid, 1998.
Bobbio, N., Estudios de la historia de la filosofía, Debate, Madrid, 1985.
Bottomore, R. y Nisbet R., Historia del análisis sociológico, Amorrortu, Bue-
nos Aires, 1982.
Bourdieu, P., Chamboredon, J.C. y Passeron, J.C., El oficio de sociólogo, Siglo
XXI, México, 1985.
Cassirer, E., Filosofía de la Ilustración, FCE, México, vvee.
Cohn G., Crítica y resignación, Ed. U.N. Quilmes, Buenos Aires, 1998.
Comte A., La filosofía positiva, Porrúa, México, 1990.
De Paz, A., La revolución romántica, Tecnos, Madrid, 1992.
Durkheim, E., La división del trabajo social, Akal, Madrid, 1982.
–––Las reglas del método sociológico, Shapire, Buenos Aires, 1976.
–––El Suicidio, UNAM, México, 1974.
Ferrone, V. y Roche, D., Diccionario histórico de la Ilustración Alianza, Madrid,
1998.
Giddens, A. y otros, La teoría social hoy, Alianza, México, 1991.
Lukes, S., Emile Durkheim, su vida y su obra, CIS/Siglo XXI, Madrid 1984.
Marx,K., El Capital, vvee.
–––La ideología alemana, vvee.
–––Introducción general a la crítica de la economía política/1857, Siglo XXI,
México, vvee.
Marx, K. y Engels, F., El manifiesto comunista, vvee.
Mitzman, La jaula de hierro, Alianza, Madrid, 1976.
Parsons, T., La estructura de la acción social, Guadarrama, Madrid, 1968.
Portantiero, Juan C. y de Ipola, Emilio, Estado y sociedad en el pensamiento
clásico, Cántaro, Buenos Aires, 1987.
Rabotnikoff, N., Max Weber desencanto, política y democracia, UNAM, Méxi-
co, 1989.
Saint Pierre, H., Max Weber: Entre a paixão e a razão, Ed. da UNICAMP, Sao
Paulo, 1991.
Weber, Max, Economía y Sociedad, FCE, México, vvee.
–––La ética protestante y el espíritu del capitalismo, vvee.
–––El político y el científico, vvee.
–––Metodología das ciências sociais, Ed. da UNICAMP, Sao Paulo, 1992.
–––Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, Buenos Aires, vvee.
–––Sociología de la religión, Istmo, Madrid, 1997.
95
Universidad Virtual de Quilmes
96