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Gabriela Cabezón Cámara retoma el Martín Fierro


en clave feminista
Las aventuras de la China Iron, su nueva novela, es un libro de
aprendizaje y descubrimiento entre mujeres a partir de la
exploración
exploración del desierto y el deseo.
d eseo.

Por Malena Rey


Los Inrockuptibles
Inrockuptibles (2017)
(2017)

Que el Martín Fierro es un clásico ya lo sabemos. Y que funciona como


fuente inagotable de nuevas historias en la literatura argentina es algo que se
confirma cada vez que alguien lo retoma para tergiversarlo. Es que la
estatura del clásico se juega ahí, en el hecho de poder plantar nuevos
comienzos aquí y allá que remiten a esa obra magna pero que también la
hacen estallar en mil pedazos, diseminándola en un presente que dista
mucho del de su tiempo de escritura. E l gau
gaucho
cho M ar tí n F ier
ier r o se publicó
en 1872 y L a vue
vuelt
lta
a del gga
aucho M ar tí n F i er r o en 1879. ¿Cómo se lo
revisita hoy, en 2017, cuando el estereotipo del macho-gaucho que
presentaba Hernández
Hernández ya se m modificó
odificó tan
tanto?
to?

Antes de entrar en los pormenores de la genial novela de Cabezón


Cámara, hay que decir que Borges fue el primero en reparar con
originalidad en los personajes secundarios de este clásico, al escribir el
famoso cuento “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829–1874)”, dotando
al amigo de Fierro de un nombre completo y de una vida propia, por fuera
del tiempo que pasaba con el gaucho. Con otros procedimientos, más
experimentales, Pablo Katchadjian ta también
mbién desbarató las famosas sextinas

hernandari
hernandarias
donde, como as al nombre loEindica,
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los ente,
versos
del poema nacional y reparar en combinaciones mucho más inesperadas que
la línea argumental del gaucho desertor que se va a las tolderías y que
vuelve años después más “educado”. Martín Kohan fue un poco más allá,
y en su notable cuento “El amor”, publicado en C uer uer po a ti er r a, imaginó
que la relación de estrecha amistad y fidelidad entre Fierro y Cruz tenía un
fundamento íntimo más profundo: escribió Kohan los pormenores de las
relaciones carnales homosexuales entre dos gauchos libres y bien plantados.

“Releer
también.elAhí
Martín Fierro
donde es darle
el mundo una vuelta
es macho a la historia
y derrota argentina,
aplastante –

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porque es la historia
historia de cómo
cómo el Estad
Estado
o rompe
rompe a un hombre
hombre–,
escribir esta novela fue jugar con otra instancia, crear un espacio
de libertad y de amor y de alegría y de no-derrota.”
no-derrota.”

¿Cuál es el punto de partida de L as ave


aventu
nturr as de
de la C hina
hi na I r on?
Justamente, el personaje innominado por Hernández de “la China”, la
“mujer” de Fierro, madre de sus dos hijos, quien es abandonada al final de
“la Ida”, cuando Fierro es reclutado por la leva. Esa china a la que Fierro
había ganado jugando al truco aquí toma la palabra para autodeterminarse, y
en una transformación tan paulatina como rotunda decide irse ella también y
dejar el pasado atrás. “Saber cómo habla un personaje es saber quién es.
Descubrir una entonación, una voz, una sintaxis peculiar, es haber
descubierto un destino”, tenía Borges como una de sus máximas. Y ese
tono, esa sintaxis, un regodeo juguetón y exuberante para describir todo lo
nuevo que hay ante sus ojos, es trabajado con grandes resultados por
Cabezón Cámara como si viéramos a través de la mirada deslumbrada de
esta China. Ella en la novela tiene, claro, un nombre propio –Josefina Iron–
y una gran aventura, digna de road movie: se suma junto a su amado perro
Estreya a la travesía que emprende Liz, una inglesa con muchísimos
modales y conocimiento del mundo, para buscar a su marido y recuperar
unas tierras que les pertenecen. Dos mujeres libres en el camino,
atravesando el desierto que no está hecho solo de tierra: la prosa de Cabezón
Cámara exotiza todos los objetos, animales y plantas sobre las que se posa.
Las piedras, las tormentas, las vacas, las ropas, cualquier excusa es buena
para que las cosas
cosas adqui
adquieran
eran dim
dimensiones
ensiones literari
literarias
as con un ex
extrañamient
trañamiento
o
muy locuaz. “ Escribir esta novela fue entrar
entrar en una especie de dimensión
nueva. Fue intentar contar la luz –porque la luz es el paisaje de la pampa–,
contar el amor no solo a las personas sino a todo –los animales, la tierra–,
pensar dentro de mis modestas posibilidades
posibilidades una utopía chiquita. Crear un
punto de vista como de criatura, esa cosa
cosa medio imposible de contar el
mundo desde un recién nacido: la China no conoce nada cuando empieza la
novela, a sus ojos todo es descubrimiento feliz y deslumbrado. Traté de
ponerme en ese lugar mientras escribía y de de crearle una música a la prosa
que, por decirlo de algún modo, cantara ese deslumbramiento, esa mirada
maravillada”, dice la autora.

El hallazgo de este libro –que puede leerse como una novela de aprendizaje
entre mujeres empoderadas– está justamente en la serie de trasformaciones
de la China, en distintos planos: ella es la que invierte su estado (“no sabía
que podía andar suelta”), y cambia el duelo de la partida de Fierro por la
algarabía de libertad. También se saca la tierra de encima y alterna en la

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carreta entre el vestuario de señorita y el de mozo, haciéndose pasar por un
jovencito
jovencit o cada vez que llas
as circun
circunstancias
stancias así lo requi
requieran
eran (en esa época mmás
ás
valía disimular). Hay incluso una serie de aprendizajes lingüísticos en el
intercambio con Liz: la inglesa le enseña en inglés y ella va asimilándolo
todo con su imperfecto castellano –el “tenquiu”,
“tenquiu”, el “darlin
“darling”,
g”, el reem
reemplazo
plazo
del aguardiente por el whisky, y el genial deslizamiento entre el “ponche”
que prepara Liz y el “poncho” de los gauchos: una verdadera orgía llamada
aquí “ponchada”–. Está también, tratado con naturalidad, el despertar del
deseo y la atracción entre mujeres contado con una potencia genuina,
desbordante. La China disfruta por primera vez del sexo, cosa que no le
sucedía con el macho Fierro.

Dividida en tres partes (“El Desierto”, “El Fortín” y “Tierra adentro”) y


con breves capítulos con títulos que podrían leerse en continuado, como si
se tratara de un extenso poema (leer el índice del libro como si fuera un
poema tiene
tiene hermo sos resultados), Las aventuras de la China Iron
hermosos Iron también
se permite ironizar con la figura casi intocable de Hernández, que en la

novela es un
robándole estanciero aborracho
parlamentos queque
un gaucho reconoce haber yescrito
sabía cantar contar…un libro famoso
¿Y los
indios? Allí están, con sus propios rituales salvajes y alucinógenos, para
proponer otro aprendizaje,
aprendizaje, mmucho
ucho más ex
experimental
perimental que el de las ttaperas
aperas y
las estancias.

“Releer el Martín Fierro es darle unauna vuelta a la historia argentina,


argentina,
también. Ahí donde el mundo es macho y derrota aplastante –porque es la
historia de cómo el Estado rompe a un hombre –, escribir esta novela fue
jugar con otra instancia, crear un espacio de libertad y de amor y de
alegría y de no-derrota. Fue jugar a una patria no asentada en el latifundio
extractivista, una patria menos criminal. Una con la libertad y la alegría de
sus sujetos como factor de peso”, dice
dice Cabezón Cámara. Y es una sensación
de libertad y algarabía la que pervive una vez que terminamos el libro, un
disfrute literario por esta aventura transformadora y fresca. Qué distinto
hubiera sido todo si al Martín Fierro lo escribía una mujer, ¿no?

3/3

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