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abéticame
ticam
los ente,
versos
del poema nacional y reparar en combinaciones mucho más inesperadas que
la línea argumental del gaucho desertor que se va a las tolderías y que
vuelve años después más “educado”. Martín Kohan fue un poco más allá,
y en su notable cuento “El amor”, publicado en C uer uer po a ti er r a, imaginó
que la relación de estrecha amistad y fidelidad entre Fierro y Cruz tenía un
fundamento íntimo más profundo: escribió Kohan los pormenores de las
relaciones carnales homosexuales entre dos gauchos libres y bien plantados.
“Releer
también.elAhí
Martín Fierro
donde es darle
el mundo una vuelta
es macho a la historia
y derrota argentina,
aplastante –
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porque es la historia
historia de cómo
cómo el Estad
Estado
o rompe
rompe a un hombre
hombre–,
escribir esta novela fue jugar con otra instancia, crear un espacio
de libertad y de amor y de alegría y de no-derrota.”
no-derrota.”
El hallazgo de este libro –que puede leerse como una novela de aprendizaje
entre mujeres empoderadas– está justamente en la serie de trasformaciones
de la China, en distintos planos: ella es la que invierte su estado (“no sabía
que podía andar suelta”), y cambia el duelo de la partida de Fierro por la
algarabía de libertad. También se saca la tierra de encima y alterna en la
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carreta entre el vestuario de señorita y el de mozo, haciéndose pasar por un
jovencito
jovencit o cada vez que llas
as circun
circunstancias
stancias así lo requi
requieran
eran (en esa época mmás
ás
valía disimular). Hay incluso una serie de aprendizajes lingüísticos en el
intercambio con Liz: la inglesa le enseña en inglés y ella va asimilándolo
todo con su imperfecto castellano –el “tenquiu”,
“tenquiu”, el “darlin
“darling”,
g”, el reem
reemplazo
plazo
del aguardiente por el whisky, y el genial deslizamiento entre el “ponche”
que prepara Liz y el “poncho” de los gauchos: una verdadera orgía llamada
aquí “ponchada”–. Está también, tratado con naturalidad, el despertar del
deseo y la atracción entre mujeres contado con una potencia genuina,
desbordante. La China disfruta por primera vez del sexo, cosa que no le
sucedía con el macho Fierro.
novela es un
robándole estanciero aborracho
parlamentos queque
un gaucho reconoce haber yescrito
sabía cantar contar…un libro famoso
¿Y los
indios? Allí están, con sus propios rituales salvajes y alucinógenos, para
proponer otro aprendizaje,
aprendizaje, mmucho
ucho más ex
experimental
perimental que el de las ttaperas
aperas y
las estancias.
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