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Este documento presenta dos leyendas del estado de Oaxaca, México. La primera leyenda describe un asesinato misterioso en un callejón oscuro de la ciudad y cómo el sacerdote que confesó al moribundo descubrió que era el mismo hombre que lo había llamado. La segunda leyenda cuenta la historia de amor entre la princesa zapoteca Donají y el príncipe mixteco Nucano y cómo Donají fue asesinada después de que los mixtecos ganaran la guerra contra los zapotecas.
Este documento presenta dos leyendas del estado de Oaxaca, México. La primera leyenda describe un asesinato misterioso en un callejón oscuro de la ciudad y cómo el sacerdote que confesó al moribundo descubrió que era el mismo hombre que lo había llamado. La segunda leyenda cuenta la historia de amor entre la princesa zapoteca Donají y el príncipe mixteco Nucano y cómo Donají fue asesinada después de que los mixtecos ganaran la guerra contra los zapotecas.
Este documento presenta dos leyendas del estado de Oaxaca, México. La primera leyenda describe un asesinato misterioso en un callejón oscuro de la ciudad y cómo el sacerdote que confesó al moribundo descubrió que era el mismo hombre que lo había llamado. La segunda leyenda cuenta la historia de amor entre la princesa zapoteca Donají y el príncipe mixteco Nucano y cómo Donají fue asesinada después de que los mixtecos ganaran la guerra contra los zapotecas.
En la primera calle de Morelos arranca en sentido diagonal y en dirección a la última de Matamoros, un tortuoso y angosto callejón, solitario y tétrico, que hace tiempo fue lugar de un misterioso asesinato y a la vez de un espeluznante suceso registrado momentos después de cometido aquel crimen, lo que motivo que se le conozca, desde entonces, con el nombre de "El Callejón del Muerto". Fue en aquel tiempo en que la ciudad se alumbraba con faroles de aceite, los cuales se encargaban de encender los llamados "Serenos". Y uno de estos personajes fue quien precisamente resultó víctima de aquel crimen. Una noche profundamente oscura el "Sereno" estaba haciendo su ronda; de repente, rasgado el silencio partió un "¡ay!" prolongado y un penetrante grito de agonía; después volvió a reinar el silencio. Por la calle, un hombre con farol de mano caminó velozmente hacia el templo del Marquesado; llegó hasta ahí y le dijo al párroco que había un apuñalado que necesitaba confesión. Aquel se aprestó y sin más llego hacia el agonizante sereno. A la mitad de aquel callejón, yacía el herido, por lo que el cura procedió a confesarlo. Fue una confesión larga y penosa.
Leyenda el callejón del muerto Oaxaca
Después de absolverlo el sacerdote se dirigió al sitio donde estaba su
acompañante y no encontró de éste más que su linterna. Intrigado la tomó para ver a quien había confesado, y al acercarle la luz al rostro, vio que era el mismo quien le había ido a llamar. Sobrecogido de terror regresó al curato y se dice que muchos días después, el párroco quedó completamente sordo del oído con que escuchó la confesión del muerto. Leyenda La Princesa Donají Leyenda del Estado de Oaxaca Hace mucho tiempo nació en Zaachila, capital del pueblo zapoteca, la princesa Donají, que creció rodeada de cariño a pesar de los tiempos de guerra que enfrentaban a su pueblo con los mixtecos. Un día, después de una batalla, encontró herido a Nucano, el príncipe rival de los mixtecos, llevándolo a su habitación para cuidarlo. Durante ese tiempo el amor floreció entre los dos jóvenes príncipes. La guerra prosiguió y finalmente los mixtecos resultaron vencedores sobre los zapotecas. Pidieron como señal de paz que el rey entregara a la princesa Donají, que fue llevada ante Nucano. Sin embargo, Donají, a pesar de su amor por Nucano, temía por la suerte de su pueblo, así que le pidió a su padre que la rescatase en un descuido de los mixtecos. El rescate resultó frustrado y se saldó con muchas víctimas mixtecas, por lo que, en venganza, Donají fue asesinada por dos mixtecos sin el consentimiento de Nucano. Cuenta la leyenda que, al cabo del tiempo, un pastor encontró el cuerpo de la princesa cerca del rio Atoyac. Insólitamente el cuerpo inerte de la joven conservaba todo su esplendor, como si estuviera viva. De su oreja había crecido una flor de lirio eterno que nunca moriría, quizás como símbolo del amor sobre el odio, y de la valentía de la joven por proteger a su pueblo.