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LA PRINCESA Y LA ARAÑITA

Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Gabriela. Era conocida por su
bondad y su dulzura. Sin embargo, un día, una malvada bruja llamada Morgana llegó al reino con
intenciones oscuras.

Morgana estaba llena de envidia y resentimiento hacia la princesa Gabriela. Así que decidió
encerrarla en lo más alto de una torre sombría. La princesa quedó atrapada, solo había una
pequeña ventana donde podía ver la luz del sol.

La bruja Morgana solo le daba agua y comida para mantenerla con vida, pero su objetivo era hacer
que Gabriela sufriera y se sintiera miserable. La princesa pasaba sus días en soledad, y mucha
tristeza

Tiempo después la princesa se sentía cada vez más desolada, anhelando la libertad y la compañía
de otros seres vivos. Un día, mientras lloraba en su encierro, notó algo peculiar en una esquina de
la habitación. Era una pequeña arañita que yacía herida y débil.

Movida por la compasión, Gabriela se acercó con delicadeza a la arañita y decidió ayudarla. Tomó
un poco de agua en sus manos y limpió cuidadosamente la herida de la pequeña criatura. Con
ternura, sopló suavemente sobre ella para aliviar su dolor.

Día tras día, la princesa curaba las heridas de la arañita, ofreciéndole algo de agua y protección. La
arañita, agradecida por el amor y el cuidado recibido, comenzó a tejer una telaraña brillante y
resistente en un rincón de la habitación.

A medida que pasaba el tiempo, la telaraña se hacía cada vez más fuerte y extensa. La arañita le
explicó a Gabriela cómo utilizarla como una cuerda para descender desde lo alto de la torre hasta
el suelo. La princesa se emocionó ante esta posibilidad de escape y decidió probarlo.

Con valentía y confianza, Gabriela se aferró a la telaraña y comenzó a deslizarse por la torre. La
arañita la acompañaba, guiándola con sabiduría y apoyándola en cada paso del camino. Habían
vientos furiosos que intentaban detenerlas y las nubes oscuras que amenazaban su progreso todo
esto provocado por la malvada bruja.
La princesa, con determinación, pudo superará los obstáculos de la malvada bruja y descendió
lentamente hacia abajo, mientras la arañita tejía y fortalecía la telaraña a medida que avanzaban.
La amistad entre ambas se fortalecía con cada momento compartido, y la confianza mutua les daba
fuerzas para enfrentar cualquier obstáculo.

Finalmente, la princesa Gabriela logró llegar al suelo sana y salva. Llena de gratitud, abrazó
cariñosamente a su amiga arañita, agradeciéndole por su valiosa ayuda en su liberación. Desde ese
día, la princesa y la arañita se convirtieron en inseparables compañeras, explorando juntas el
mundo exterior y compartiendo aventuras inolvidables.

Esta fábula nos enseña que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados y que el apoyo
mutuo puede superar incluso las circunstancias más desafiantes. Además, nos recuerda que el
cuidado hacia los seres más pequeños y vulnerables puede generar un impacto significativo en sus
vidas y en las nuestras.

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