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El cuento de la princesa y el dragón

Había una vez una princesa llamada Luna que vivía en un reino muy lejano. Su padre, el
rey, la quería mucho y la protegía de todo peligro. Un día, un terrible dragón
llamado Fuego atacó el reino y secuestró a la princesa. La llevó a su cueva y la encerró en
una torre de piedra. El rey ofreció una gran recompensa a quien pudiera rescatar a su hija.
Muchos caballeros valientes intentaron enfrentarse al dragón, pero ninguno pudo vencerlo.
La princesa estaba muy triste y lloraba todos los días. Un día, un joven campesino
llamado Leo se enteró de la historia y decidió ir a salvar a la princesa. No tenía armas ni
armadura, solo su inteligencia y su coraje. Se acercó sigilosamente a la cueva del dragón y
le tendió una trampa. Le hizo creer que había encontrado un tesoro y lo atrajo fuera de la
cueva. Luego, aprovechó que el dragón estaba distraído y entró en la torre donde estaba la
princesa. La liberó y la llevó en sus brazos hasta su caballo. Juntos escaparon de la cueva y
regresaron al reino. El rey se alegró mucho de ver a su hija sana y salva y le preguntó al
joven quién era. Leo le dijo que era un simple campesino, pero que había venido a salvar a
la princesa porque se había enamorado de ella al ver su retrato en el castillo. El rey quedó
impresionado por su valentía y su humildad y le dio su bendición para casarse con la
princesa. Luna y Leo se casaron y fueron muy felices.

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