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“El Perdón”

Liberar Marcos 11:25-26 “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros
no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”.

Redimir: MATEO 26:28  porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados.

Definición: Perdón (aphiemi) =SEPARAR EL PECADO DEL PECADOR.

Apartar: ISAIAS 43:25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de
tus pecados
-Para que exista el perdón debe existir la ofensa lo que nos empuja a aceptar que hay un ofendido y un
ofensor.

I. El Perdón.

Existen dos tipos de perdón:

• 1. Perdón divino

Se otorga en el sacrificio de la cruz.


Dios castiga ese pecado, redime y olvida a través de su Hijo Jesús.
(Rom5:19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos). 

• 2. Perdón humano

• Pasa por alto las agresiones recibidas la ofensa y por eso se hace difícil a veces otorgarlo. Se efectúa
para no provocar mayores problemas, o por no tener la capacidad de tratar el asunto de las heridas
que la ofensa provoca

PERDÓN: El perdón es el acto voluntario de liberar espiritualmente a alguien que nos ha ofendido o herido.
Significa no guardar nada más contra la persona; cancelar o perdonar toda deuda espiritual, mental,
emocional o física que el otro tenga con nosotros.

• De acuerdo a los diccionarios Bíblicos, el perdón trata con:

1. Liberar
2. Soltar
3. Redimir
Renunciar al derecho de venganza. “Nos damos cuenta que hemos perdonado cuando “expresamos amor
a la persona que nos dañó”.

II. ¡Cuidado con los verdugos! “Mateo 18: 23-35”


La falta de perdón es una forma de maldad. En esta parábola, el rey (que representa a Dios) llamó al
primer siervo “malvado” (Mateo 18:32) porque no perdonó a su compañero. Desde una perspectiva legal,
en la tierra, el primer siervo no había cometido un crimen, solo no había sido capaz de perdonar. Pero la
perspectiva celestial es muy diferente de la terrenal.

La falta de perdón provoca la ira de Dios


-El rey le reclamó al primer siervo: “Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú
también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” (Mateo 18:32–33).

- Es importante entender la diferencia entre las dos deudas descritas en esta parábola. Al cambio de hoy,
10.000 talentos serían un equivalente aproximado de 425 millones de dólares, mientras que 100 denarios
serían alrededor de 74 dólares. Entonces, en esencia, el rey le estaba diciendo: “Yo te perdoné 425 millones
de dólares, y tú no pudiste perdonar 74?” La falta de misericordia del siervo perdonado desató la ira del
rey.

-Cuando comparamos ambas deudas, parece ridículo que el primer siervo no quisiera perdonar la pequeña
deuda de su compañero. Sin embargo, eso es básicamente lo que hacemos nosotros cada vez que nos
rehusamos a perdonar el error de ser humano contra nosotros.
Jesús nos perdonó una deuda incalculable de pecados, la cual nunca hubiéramos podido pagar ni con todo
el oro del mundo; pero luego nos volteamos y endurecemos nuestro corazón contra aquel que nos ofende.
Nuestra falta de perdón entristece a Dios y puede provocar Su ira; lo cual nos trae graves consecuencias.

Existen cuatro asuntos claves de la historia:


1. Había una deuda (ofensa)
2. Hizo misericordia
3. Renuncia de la venganza (le soltó)
4. Le perdono
En toda ofensa y en la ejecución del perdón siempre tendremos estos cuatro ingredientes involucrados.

-Si Dios nos perdonó a nosotros todos nuestros pecados y maldades, nuestro deber es perdonar a los que
nos han hecho daño y amarlos como si nunca nos hubieran hecho nada.

La falta de perdón nos entrega a los “verdugos”


“Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía” (Mateo
18:34).

Con esta declaración, yo creo que Jesús estaba diciendo, en efecto:


“De la misma manera que el rey lidió con el siervo malvado, mi Padre celestial tratará con cualquiera que
no perdone a su hermano. Lo entregará a los demonios (verdugos)”. Y no es que Dios tenga espíritus
malos, sino que deja a la persona a merced de los demonios que ella misma dejó entrar en su vida, los
cuales la torturan. Dios permite que los demonios opriman a la persona, con la esperanza de que ésta se
arrepienta, vuelva a Él, perdone a quien la ofendió y reciba Su perdón.

¿Qué clase de tormentos infligen estos demonios?


Ellos aplican tormentos mentales y emocionales, tales como miedo, confusión, depresión, luto, soledad,
resentimiento, ira, amargura y culpabilidad; y tormentos físicos, como artritis y cáncer.

La necesidad del corazón


• Amar y sentirse amado

Necesidad humana
Perdonar y ser perdonado
Aceptar y ser aceptado

El no recibir esta necesidad hace que las personas reciban a cambio

 Rechazo
 Abandono
 Falta de amor
 Culpabilidad
 Frustración.

¿Cuáles son las actitudes más frecuentes que dañan el corazón?

• Falta de amor, rechazo, abandono e indiferencia.

• Abuso (maltrato) físico, mental, sexual.

• Golpes emocionales, burla, sarcasmo, robo, engaño

Desafortunadamente estas heridas provienen más de las personas que más cerca está de nosotros, son las que nos
dañan.

III. Falta de perdón:


Es una postura de resentimiento o amargura hacia alguien por lo malo que hizo contra nosotros. La falta
de perdón es como tener una declaración escrita de una deuda contra la persona que nos ofendió; una
cuenta que nos rehusamos a cerrar hasta que la obligación haya sido pagada de alguna manera.
Si no lidiamos de inmediato con la falta de perdón, se puede convertir una fortaleza espiritual de la cual
necesitaremos ser libres.

¿Porque no se puede perdonar…?


1. Orgullo, ego y soberbia; el orgullo es un pecado horrible que Dios aborrece. “Dios resiste a los
soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6) Una de las principales causas de falta de perdón
es rehusarse a morir al “yo carnal”.

2. Deseos de venganza en contra del ofensor. “no os venguéis vosotros mismos, amados míos… No
seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:19-21)

3. Una raíz de amargura ha tomado lugar en el corazón “quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo” (efesios 4:31-32)

4. Actuar con dureza de corazón, “y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios
consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia delante”(Jeremías
7:24)

5. Dejar pasar la ofensa y ocultar el dolor de la ofensa: Colosenses 3:12-13 Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

6. Negarse a soltar una ofensa: No soltar o dejar la ofensa es una raíz principal de la falta de perdón.
La persona que no perdona opera desde una fortaleza espiritual, desde donde todo lo que hace sale
manchado por la ofensa o es cultivado por la misma. Es triste pero las ofensas producen muchos
corazones amurallados, porque “el hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las
contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar” (Proverbios 18:19).

7. Ser espiritualmente inmaduro: Para perdonar de corazón a otra persona se necesita cierto grado de
madurez espiritual, en especial cuando la ofensa es real y el enojo es justificado.
“El amor…no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de
la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4–7).

Entonces, cuando nos rehusamos a perdonar, demostramos nuestra inmadurez espiritual y emocional
en lugar de mostrar el amor de Dios. (Véase Efesios 5:1).

¡! Hay tres consejos que debemos practicar en este sabio consejo del apóstol pablo!!

1. Practicar el carácter de Jesús (manso y humilde), amar incondicionalmente, tener un corazón


bondadoso, ser humildes venciendo el deseo de venganza
2. Soportar al agresor. La palabra soportar quiere decir “cargar a una persona”. La tolerancia es
respetar la condición de la otra persona y amarlo incondicionalmente aun cuando estamos pagando el
precio de su debilidad
3. Perdonar para olvidar la ofensa. Dar el perdón total es saber que la relación será restablecida como
si nada hubiera pasado entre el ofendido y el ofensor.

Pidiendo perdón y restituyendo…


¿Qué debemos hacer?
 Reconocer que hemos dañado a otros
 Disponer nuestro corazón para pedir perdón
 Pedir perdón con humildad a los que hemos dañado
 A los que tenemos cerca, hacerlo en forma personal
 A los que tenemos lejos, hacerlo a través de algún medio de comunicación
 A los que no se pueden localizar, hacerlo como si estuvieran presentes

Debemos practicar la restitución…

¿Qué debemos restituir?

 Amor, tiempo, dinero, esfuerzo, compañerismo


 ¿Cómo lo hacemos? Con humildad, en el momento que sea posible
 Debemos esforzarnos en hacerlo con prontitud

¿Qué necesitamos para que el perdón sea concretado correctamente? Reconocer:


 Que nosotros también hemos sido perdonados
 Que Cristo ya perdono ese pecado
 Que el pecado es contra Dios y de rebote contra nosotros
 Debemos ser humildes para ver nuestra debilidad y la del ofensor
 No debemos ver la ofensa cometida a nuestra persona, sino el problema del pecador con Dios
 Dar el primer paso para perdonar, no esperar a que otros tomen la iniciativa
 El otorgar y el pedir perdón es un acto que debe ser motivado directamente por Dios en nuestro
corazón.
 Perdonar de acuerdo al carácter de Cristo.

IV. La falta de perdón y la ofensa


Las ofensas vienen a todos y cada uno de nosotros (véase, Mateo 18:7), pero cómo respondemos a ellas es
crucial.
Ofenderse es desarrollar una actitud negativa ante la afrenta recibida; lleva a desarrollar amargura y
resentimiento hacia la persona. Me refiero a algo que permanece en nuestro corazón y nos lleva a guardar
falta de perdón.
Jesús dijo: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas” (Mateo 6:14–15).
-Perdonar a quienes nos ofenden es vital para mantener una buena relación con Dios y ser obedientes a Él.
(Por ejemplo Absalón guardó falta de perdón hacia su padre, porque David no vengó la violación de su
hermana, Tamar. Entonces, Absalón tomó el asunto en sus propias manos. Hizo matar a Amnón, y luego se
dedicó a usurpar el trono de su padre).

“La falta de perdón abre un punto de entrada para diferentes espíritus malos, incluyendo el espíritu de
sedición, por el cual operaba Absalón. Cuando una persona actúa de acuerdo a un demonio de sedición,
comienza a conspirar contra su líder para debilitar su autoridad y “asesinar” su carácter”.

La falta de perdón es rebeldía contra Dios.


-Porque es una transgresión contra las leyes de Su reino. Todas esas transgresiones traen malas
consecuencias. Incluso si Dios fuera a ignorar nuestra violación de Sus leyes, eso no detendría el curso de
las consecuencias de nuestras malas decisiones y acciones.

-El perdón permite que la vida de Dios fluya en nosotros; mientras que la falta de perdón la detiene. Por lo
tanto, rehusarse a perdonar es estar aislado y en prisión espiritual.

-Es más, con nuestra falta de perdón permitimos que Satanás saque ventaja de nosotros; dejamos una
puerta abierta para que él venga y nos estorbe, nos robe y hasta nos destruya. Pablo escribió a los
corintios: “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he
perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna
sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:10–11).

 <<La falta de perdón es pecado, rebelión y transgresión. Es una de las mayores ofensas en el
reino de Dios>>.

V. Las consecuencias de la falta de perdón.


La violación de las leyes de Dios trae consecuencias, y el pecado de la falta de perdón no es la excepción —como lo
vimos en la parábola de los dos siervos—. Ahora, vamos a estudiar algunas consecuencias específicas de la falta de
perdón.

1. La falta de perdón pervierte y contamina el flujo de la unción de Dios en nuestra vida.


Por ejemplo, un pastor que guarda amargura, tarde o temprano, contaminará a los miembros de su congregación,
porque los está ministrando desde un lugar de dolor. Como resultado, la ministración que la gente recibe de él
durante el servicio se evaporará, y lo que permanezca, probablemente estará contaminado (Hebreos12:15).
“Una herida u ofensa drena la unción”.

2. La falta de perdón nos pone en una prisión virtual hasta que perdonemos a quienes nos han ofendido.
Jesús dijo: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de
allí, hasta que pagues el último cuadrante. (Mateo 5:25–26; ver 21–24).

-La persona que ha sido ofendida, permanecerá en prisión de dolor emocional, depresión, alcoholismo, enfermedad
y otras formas de opresión, hasta que haya perdonado el mal cometido contra ella y se haya reconciliado con su
ofensor, dentro de lo que le sea posible. (Vér Romanos12:17–21).
¿En qué prisión se encuentra usted ahora mismo? ¿Es una prisión de tristeza, miedo, confusión, resentimiento,
adicción, pobreza o enfermedad? Tome la decisión, ahora mismo, de perdonar cada ofensa cometida contra usted.
Entréguele todas sus heridas a Dios y pídale que sane su mente, sus emociones y su cuerpo.

3. La falta de perdón nos vuelve insensibles a la presencia de Dios.


El enojo y la amargura no solo sofocan a una persona emocionalmente, sino que endurecen su sensibilidad
espiritual; en este estado, a la persona le resulta difícil sentir la presencia de Dios. “Cuando usted pierde la
sensibilidad hacia Dios, pierde también la sensibilidad hacia la gente, y viceversa”.

4. La falta de perdón usurpa el lugar de la fe en nuestra vida. Dios diseñó el corazón para que fuera la
morada de la fe. (Romanos 10:9–10).

5. La falta de perdón puede detener la mano de Dios e impedir que Él traiga justicia y/o reconciliación en
una situación.
La falta de perdón afecta no solo nuestra condición espiritual, sino también el estado espiritual de quien
nos ofendió. Cuando perdonamos a la persona, la soltamos a ella y a su deuda, con lo cual queda libre. Esto
abre el camino para que Dios pueda lidiar con Su corazón; de modo que pueda guiarla al arrepentimiento y
a la reconciliación. “El perdón libera tanto al ofensor como al ofendido”.

6. La falta de perdón endurece nuestro corazón.


El corazón que no perdona desarrolla una dureza, como un cayo, de modo que la capacidad de la persona
para sentir compasión es disminuida. En cambio, siente que el mundo está en deuda con ella. Ésta es la
razón de fondo por la que a mucha gente que guarda falta de perdón le cuesta tanto dar y recibir amor.
Sus emociones están reprimidas. “Si usted no puede perdonar, nunca podrá crecer en sus relaciones”.

7. La falta de perdón cierra los cielos. Jesús nos enseñó: “Si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro
Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Marcos 11:26).
-La falta de perdón puede ser un obstáculo en cada área de nuestra vida —nuestras relaciones, finanzas,
trabajos/negocios, ministerio, y nuestra salud mental, emocional y espiritual—, hasta el punto de estorbar
nuestras oraciones. (Ejemplo 1 Pedro3:12). Por tanto, la falta de perdón construye una barrera espiritual
que limita todo lo que podemos recibir de Dios.

-Cuando una relación se rompe, Jesús pone la responsabilidad de perdonar o pedir perdón primero, Sobre
nosotros. Debemos dejar ir cualquier herida, enojo y amargura, y perdonar a quien nos, ofendió, con todo
el corazón. El reino de Dios y Su voluntad para nuestra vida no podrá llegar a nosotros mientras guardemos
falta de perdón. No podemos progresar espiritualmente más allá de nuestro nivel de arrepentimiento y
perdón. “Jesús nos dio la responsabilidad de ser los primeros en perdonar y pedir perdón”.

8. La falta de perdón nos puede llevar a reproducir la misma ofensa. La persona que no perdona el dolor
que le han causado, a menudo termina lastimando a otros en la misma área (Lucas 6:37).
“Cuando nos rehusamos a perdonar la ofensa, corremos el riesgo de llegar a ser como nuestro ofensor”.

9. La falta de perdón atrae poderes demoniacos.


Si usted no permite que su corazón ofendido sea sanado, comenzará a “sangrar” (en el plano emocional),
haciéndolo vulnerable a un ataque demoniaco. Como tiburones hambrientos, Satanás y sus demonios son
atraídos por la sangre y las heridas no resueltas, especialmente cuando la sangre clama por venganza. Las
Escrituras nos instruyen a no tomar venganza —ya sea por nosotros o por otros— sino a dejarle la justicia a
Dios. (Véase Romanos12:19). Las heridas arraigadas y los deseos de venganza suelen llevar a la persona a
sufrir opresión y otras aflicciones de parte del enemigo.

“La falta de perdón es un punto de entrada para los demonios”.

10. La falta de perdón puede ser la causa de enfermedades físicas.


Una gran cantidad de gente con cáncer guarda amargura y rencor en su corazón. Cuando las ofensas no
resueltas de una persona se manifiestan en una dolencia física, la enfermedad es apenas un síntoma. El
origen real del problema, la causa del dolor, es la falta de perdón. Cada dolor que la persona guarda en su
interior alimentará esa enfermedad hasta segar una cosecha destructiva. “Mientras usted se aferre a la
falta de perdón, la enfermedad tiene un derecho legal para desarrollarse en su cuerpo”.

11. La falta de perdón trae juicio y condenación eterna.


Pero yo [Jesús] os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y
cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo,
quedará expuesto al infierno de fuego. (Mateo 5:22)
- La falta de perdón es un pecado y, como tal, puede llevar a la gente al infierno. Una falta de perdón trae
condenación espiritual, a la vez que funciona como una sentencia de muerte que ata a la gente a las
heridas del pasado, a la enfermedad, y —finalmente, tal vez— al infierno.

-Usted no puede guardar falta de perdón y estar espiritualmente vivo. La falta de perdón es, por tanto, un
asesino silencioso que puede llevarlo a la tumba antes de tiempo, y al castigo eterno.

“La falta de perdón es un pecado y, como tal, puede llevar a la gente al infierno”.

12. La falta de perdón nos lleva a conformarnos al mal, produciendo comportamientos negativos. -
Nuestro carácter es continuamente edificado y refinado por nuestras elecciones personales. Desarrollamos
un buen carácter cuando nos conformamos a la imagen de Cristo Jesús (véase, por ejemplo, Romanos
8:29); por tanto, el perdón nos lleva a desarrollar el carácter de Cristo en nosotros. Lo opuesto también es
verdad.

Cuando uno se conforma a la naturaleza carnal, amargándose y negándose a perdonar, desarrollamos


cualidades del carácter opuesto, el cual lleva a conductas negativas alineadas con el reino de las tinieblas,
en lugar del reino de Dios “La falta de perdón promueve el carácter de Satanás en la vida de una
persona”.

13. La falta de perdón no tiene presente ni futuro, y nos lleva a vivir principalmente en el pasado.
Mientras la fe nos lleva a vivir en el presente y a diseñar el futuro, la falta de perdón no nos permite soltar
el pasado. Revive las ofensas y los insultos en nuestra mente, como si estuvieran ocurriendo en el ahora.
Como consecuencia de eso, la falta de perdón encadena nuestro corazón a tiempos pasados (de manera
negativa), lo cual Satanás gusta de usar en contra de nosotros.

-Cuando más revivimos una ofensa, las raíces más profundas del dolor y la amargura se extenderán a
nuestro corazón. Aquellos que se enfocan en el pasado nunca podrán vivir por completo en el presente o
planear un futuro con significado.

14. La falta de perdón anula nuestro propósito y llamado en Dios.


-De acuerdo con el punto anterior, alguien que vive en el pasado tiene su propósito de vida inactivo,
porque el propósito por lo general envuelve una expectativa en el futuro. Recuerde que el siervo malvado
de la parábola de Jesús fue encarcelado y puesto en manos de los “verdugos” por su falta de perdón.
Asimismo, la gente que guarda falta de perdón se encuentra aprisionada por las circunstancias que
siempre les impiden alcanzar sus metas.

-Algunos adultos funcionan emocionalmente al nivel de un niño, porque veinte años atrás sufrieron el
fuerte impacto de una ofensa; y su subsiguiente falta de perdón los ha llevado a estancarse en ese punto
de su vida. Su estancamiento emocional les impide progresar hacia la madurez. Cuando no nos es posible
madurar, no podemos tampoco recibir nuestra herencia espiritual completa; y entonces, el propósito con
cual Dios nos creó tal vez nunca llegue a manifestarse o cumplirse en este mundo. “Cuando usted perdona,
se hace un favor a sí mismo; desata las bendiciones de Dios a su favor”.

Antes de ver los pasos que nos pueden llevar a ser libres de la falta de perdón; repasemos estas verdades:

 El perdón no es una emoción, sino una decisión. No podemos forzar el cambio de una emoción
negativa, pero sí tomar la decisión de soltar una ofensa. Esto significa que podemos perdonar, si
sabemos cómo.
 Si queremos traer un verdadero cambio a nuestra vida, nuestro corazón herido debe ser restaurado
y sanado. Jesucristo fue a la cruz para que pudiéramos ser sanos. Citando a Isaías, Jesús dijo de Sí
mismo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).
 Entre otras cosas, Jesús fue ungido para sanar al quebrantado de corazón y para liberar a los
oprimidos, y Él puede restaurar su corazón. Haga su parte rindiendo su falta de perdón a Él y
permitiéndole sanar todas sus heridas.

VI. Pasos para perdonar de corazón

Aquí tenemos cinco pasos esenciales para que usted pueda perdonar a quienes le han hecho mal.

1. Reconocer su necesidad de perdonar: Inevitablemente, usted ha sido herido, traicionado, juzgado


injustamente, rechazado o abandonado en algún momento de su vida. Aquí veremos algunos puntos
que le ayudarán a reconocer su necesidad de perdonar.
 No se engañe a sí mismo ni a los demás pretendiendo no sentir dolor por las veces que le han
hecho un mal. Si sigue insistiendo en que nada ha ocurrido, seguirá atrapado en ese lugar de
ofensa inicial.
 No se engañe a sí mismo pensando que ya ha perdonado si, cuando habla de la persona que lo
ofendió, vuelve a sentir el mismo dolor y no puede ni oír mencionar su nombre.
 No espere que el “tiempo” sane sus heridas, porque no sucederá.
 Reconozca cómo se siente —sea herido, resentido, amargado, asustado y demás—. En vez de
tratar de esconder esos sentimientos, dispóngase a mencionarle a Dios los nombres de quienes le
han causado dolor, para que así pueda soltar a esas personas de su deuda espiritual.

2. Someterse a Dios y a Su Palabra

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). En lugar de resistir a Dios,
guardando falta de perdón, sométase a Él y obedezca Su Palabra. ¡Es al diablo a quien debemos resistir! Repito,
la persona que le ha fallado le debe muy poco en comparación con lo que usted le debía a Dios cuando vino a Él
en búsqueda del perdón de sus pecados. Como en la parábola de los dos siervos, ¡su deuda era enorme en
comparación!

3. Tomar una decisión específica de perdonar


No espere a que sus sentimientos estén listos para perdonar. Hasta que tome la decisión de soltar a quien lo
ofendió, sus emociones nunca querrán soltar la ofensa por completo. Es más, las emociones son siempre
cambiantes. Un día, usted se puede sentir en paz con esa persona, y enojada con ella al siguiente. Si trata de
perdonar a alguien basado en sus emociones, lo más probable es que vuelva a sentir enojo y dolor toda vez que
los recuerdos de esa ofensa vuelvan a su mente.

Alguna gente dice: “Si no lo siento, no lo hago”. Pero puede ser que nunca lo “sienta”. Nosotros no tenemos el
control total de nuestras emociones, y éstas pueden hacerse prisioneras de nuestras respuestas carnales.
Entonces, si usted espera a que sus emociones cooperen, está confiando en la fuente equivocada. En cambio,
como lo hablamos antes, tome la decisión de perdonar por obra de una voluntad sometida a Dios. Dígale al
Señor que usted desea perdonar a quienes lo han ofendido y que quiere hacerlo como un acto de su voluntad.

4. Afirmar el perdón verbalmente

Las Escrituras dicen: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La
oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Por lo tanto, no permita que su perdón sea un simple
pensamiento en su mente. Confiéselo en voz alta, firme, diciendo: “Yo perdono a __________________”.

Mencione el nombre de la persona en voz alta, sea su esposo, esposa, hijos, padre, madre, hermano, hermana,
primos, amigos, pastor, mentor, socio, compañero de trabajo, o cualquier otra persona, incluyendo un ladró o u
otro criminal que lo haya dañado de alguna manera. Si su declaración no suena firme o sincera la primera vez,
hágala otra vez, una y otra vez, hasta que su corazón obedezca. Muchas veces, cuando no verbalizamos el dolor,
éste se arraiga en nuestro interior y, con el tiempo, se manifiesta en pecado.

5. Pídale a Dios la gracia sobrenatural

El Espíritu Santo está esperando que usted diga: “Sí, yo perdono”. Esa es su parte, la cual usted debe realizar en
el ámbito natural. Pero la elección de perdonar nos abre el mundo espiritual, donde Dios le da Su gracia
sobrenatural para soltar por completo la ofensa recibida. El Espíritu Santo “circuncidará” su corazón dolido y
ofendido, y removerá toda dureza que lo haya llevado a ser insensible a Su presencia. (Véase, por ejemplo,
Deuteronomio 30:6).

Esto lo hará libre para amar a Dios y reconocer Su cercanía. Entonces, sus relaciones personales —tanto
verticales como horizontales— podrán ser sanadas. Esto lo capacitará para tener compañerismo con Dios y con
otra gente, y para ser libre de servir a otros en el nombre de Jesús.

Oración de liberación

Haga en voz alta esta oración para perdonar: Padre celestial, vengo delante de Tu presencia reconociendo que
necesito perdonar. Con todo mi corazón, me arrepiento de guardar falta de perdón hacia otra gente —y contra mí
mismo—, rompiendo así Tu ley. Voluntariamente, me someto a Ti y a Tu Palabra. Yo creo que Tú estás dispuesto a
perdonar mi amargura y falta de perdón, y que Cristo Jesús hizo posible esto por Su muerte en la cruz. Yo recibo Su
obra en mi lugar, la cual me ha liberado, no solo para ser perdonado, sino también para perdonar a otros. Jesús llevó
mis pecados para que yo pudiera ser perdonado; y, ahora mismo, tomo la decisión de perdonar a las siguientes
personas _________________________ [identifique a las personas por su nombre y mencione su ofensa
específicamente]. Señor, en este instante, perdono a todo aquel que me ha herido, así como Tú me has perdonado a
mí y sigues perdonándome cada vez que peco contra Ti. Confío en Tu gracia sobrenatural para ser capaz de perdonar
por completo y soltar a todos los que me han ofendido. Yo declaro que los he perdonado y que yo mismo he sido
perdonado. Gracias Señor; en el nombre de Jesús, amén.

Ahora, permítame orar por usted: Padre, en el nombre de Jesús, arranco toda raíz de falta de perdón del corazón
de este lector. Lo libero de todo espíritu de odio, resentimiento, amargura, herida, ira, miedo, dolencia o
enfermedad. Ato todo espíritu malo y lo echo fuera en el nombre de Jesús, para que nunca regrese. Cancelo
toda asignación demoniaca, ataduras, opresión, influencias espirituales, y poder, ahora mismo, en el nombre de
Jesús. El “árbol” de falta de perdón está muerto y no puede volver a dar fruto. Ahora, desato el poder de la
sangre de Cristo sobre este hijo o hija de Dios. Declaro que es sano y libre, con gracia sobrenatural para perdonar
por completo, y para vivir la vida que Tú planeaste para él o ella. En el nombre de Jesús, amén.

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