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Liberar Marcos 11:25-26 “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros
no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”.
Redimir: MATEO 26:28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados.
Apartar: ISAIAS 43:25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de
tus pecados
-Para que exista el perdón debe existir la ofensa lo que nos empuja a aceptar que hay un ofendido y un
ofensor.
I. El Perdón.
• 1. Perdón divino
• 2. Perdón humano
• Pasa por alto las agresiones recibidas la ofensa y por eso se hace difícil a veces otorgarlo. Se efectúa
para no provocar mayores problemas, o por no tener la capacidad de tratar el asunto de las heridas
que la ofensa provoca
PERDÓN: El perdón es el acto voluntario de liberar espiritualmente a alguien que nos ha ofendido o herido.
Significa no guardar nada más contra la persona; cancelar o perdonar toda deuda espiritual, mental,
emocional o física que el otro tenga con nosotros.
1. Liberar
2. Soltar
3. Redimir
Renunciar al derecho de venganza. “Nos damos cuenta que hemos perdonado cuando “expresamos amor
a la persona que nos dañó”.
- Es importante entender la diferencia entre las dos deudas descritas en esta parábola. Al cambio de hoy,
10.000 talentos serían un equivalente aproximado de 425 millones de dólares, mientras que 100 denarios
serían alrededor de 74 dólares. Entonces, en esencia, el rey le estaba diciendo: “Yo te perdoné 425 millones
de dólares, y tú no pudiste perdonar 74?” La falta de misericordia del siervo perdonado desató la ira del
rey.
-Cuando comparamos ambas deudas, parece ridículo que el primer siervo no quisiera perdonar la pequeña
deuda de su compañero. Sin embargo, eso es básicamente lo que hacemos nosotros cada vez que nos
rehusamos a perdonar el error de ser humano contra nosotros.
Jesús nos perdonó una deuda incalculable de pecados, la cual nunca hubiéramos podido pagar ni con todo
el oro del mundo; pero luego nos volteamos y endurecemos nuestro corazón contra aquel que nos ofende.
Nuestra falta de perdón entristece a Dios y puede provocar Su ira; lo cual nos trae graves consecuencias.
-Si Dios nos perdonó a nosotros todos nuestros pecados y maldades, nuestro deber es perdonar a los que
nos han hecho daño y amarlos como si nunca nos hubieran hecho nada.
Necesidad humana
Perdonar y ser perdonado
Aceptar y ser aceptado
Rechazo
Abandono
Falta de amor
Culpabilidad
Frustración.
Desafortunadamente estas heridas provienen más de las personas que más cerca está de nosotros, son las que nos
dañan.
2. Deseos de venganza en contra del ofensor. “no os venguéis vosotros mismos, amados míos… No
seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:19-21)
3. Una raíz de amargura ha tomado lugar en el corazón “quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo” (efesios 4:31-32)
4. Actuar con dureza de corazón, “y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios
consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia delante”(Jeremías
7:24)
5. Dejar pasar la ofensa y ocultar el dolor de la ofensa: Colosenses 3:12-13 Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
6. Negarse a soltar una ofensa: No soltar o dejar la ofensa es una raíz principal de la falta de perdón.
La persona que no perdona opera desde una fortaleza espiritual, desde donde todo lo que hace sale
manchado por la ofensa o es cultivado por la misma. Es triste pero las ofensas producen muchos
corazones amurallados, porque “el hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las
contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar” (Proverbios 18:19).
7. Ser espiritualmente inmaduro: Para perdonar de corazón a otra persona se necesita cierto grado de
madurez espiritual, en especial cuando la ofensa es real y el enojo es justificado.
“El amor…no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de
la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4–7).
Entonces, cuando nos rehusamos a perdonar, demostramos nuestra inmadurez espiritual y emocional
en lugar de mostrar el amor de Dios. (Véase Efesios 5:1).
¡! Hay tres consejos que debemos practicar en este sabio consejo del apóstol pablo!!
“La falta de perdón abre un punto de entrada para diferentes espíritus malos, incluyendo el espíritu de
sedición, por el cual operaba Absalón. Cuando una persona actúa de acuerdo a un demonio de sedición,
comienza a conspirar contra su líder para debilitar su autoridad y “asesinar” su carácter”.
-El perdón permite que la vida de Dios fluya en nosotros; mientras que la falta de perdón la detiene. Por lo
tanto, rehusarse a perdonar es estar aislado y en prisión espiritual.
-Es más, con nuestra falta de perdón permitimos que Satanás saque ventaja de nosotros; dejamos una
puerta abierta para que él venga y nos estorbe, nos robe y hasta nos destruya. Pablo escribió a los
corintios: “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he
perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna
sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:10–11).
<<La falta de perdón es pecado, rebelión y transgresión. Es una de las mayores ofensas en el
reino de Dios>>.
2. La falta de perdón nos pone en una prisión virtual hasta que perdonemos a quienes nos han ofendido.
Jesús dijo: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de
allí, hasta que pagues el último cuadrante. (Mateo 5:25–26; ver 21–24).
-La persona que ha sido ofendida, permanecerá en prisión de dolor emocional, depresión, alcoholismo, enfermedad
y otras formas de opresión, hasta que haya perdonado el mal cometido contra ella y se haya reconciliado con su
ofensor, dentro de lo que le sea posible. (Vér Romanos12:17–21).
¿En qué prisión se encuentra usted ahora mismo? ¿Es una prisión de tristeza, miedo, confusión, resentimiento,
adicción, pobreza o enfermedad? Tome la decisión, ahora mismo, de perdonar cada ofensa cometida contra usted.
Entréguele todas sus heridas a Dios y pídale que sane su mente, sus emociones y su cuerpo.
4. La falta de perdón usurpa el lugar de la fe en nuestra vida. Dios diseñó el corazón para que fuera la
morada de la fe. (Romanos 10:9–10).
5. La falta de perdón puede detener la mano de Dios e impedir que Él traiga justicia y/o reconciliación en
una situación.
La falta de perdón afecta no solo nuestra condición espiritual, sino también el estado espiritual de quien
nos ofendió. Cuando perdonamos a la persona, la soltamos a ella y a su deuda, con lo cual queda libre. Esto
abre el camino para que Dios pueda lidiar con Su corazón; de modo que pueda guiarla al arrepentimiento y
a la reconciliación. “El perdón libera tanto al ofensor como al ofendido”.
7. La falta de perdón cierra los cielos. Jesús nos enseñó: “Si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro
Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Marcos 11:26).
-La falta de perdón puede ser un obstáculo en cada área de nuestra vida —nuestras relaciones, finanzas,
trabajos/negocios, ministerio, y nuestra salud mental, emocional y espiritual—, hasta el punto de estorbar
nuestras oraciones. (Ejemplo 1 Pedro3:12). Por tanto, la falta de perdón construye una barrera espiritual
que limita todo lo que podemos recibir de Dios.
-Cuando una relación se rompe, Jesús pone la responsabilidad de perdonar o pedir perdón primero, Sobre
nosotros. Debemos dejar ir cualquier herida, enojo y amargura, y perdonar a quien nos, ofendió, con todo
el corazón. El reino de Dios y Su voluntad para nuestra vida no podrá llegar a nosotros mientras guardemos
falta de perdón. No podemos progresar espiritualmente más allá de nuestro nivel de arrepentimiento y
perdón. “Jesús nos dio la responsabilidad de ser los primeros en perdonar y pedir perdón”.
8. La falta de perdón nos puede llevar a reproducir la misma ofensa. La persona que no perdona el dolor
que le han causado, a menudo termina lastimando a otros en la misma área (Lucas 6:37).
“Cuando nos rehusamos a perdonar la ofensa, corremos el riesgo de llegar a ser como nuestro ofensor”.
-Usted no puede guardar falta de perdón y estar espiritualmente vivo. La falta de perdón es, por tanto, un
asesino silencioso que puede llevarlo a la tumba antes de tiempo, y al castigo eterno.
“La falta de perdón es un pecado y, como tal, puede llevar a la gente al infierno”.
12. La falta de perdón nos lleva a conformarnos al mal, produciendo comportamientos negativos. -
Nuestro carácter es continuamente edificado y refinado por nuestras elecciones personales. Desarrollamos
un buen carácter cuando nos conformamos a la imagen de Cristo Jesús (véase, por ejemplo, Romanos
8:29); por tanto, el perdón nos lleva a desarrollar el carácter de Cristo en nosotros. Lo opuesto también es
verdad.
13. La falta de perdón no tiene presente ni futuro, y nos lleva a vivir principalmente en el pasado.
Mientras la fe nos lleva a vivir en el presente y a diseñar el futuro, la falta de perdón no nos permite soltar
el pasado. Revive las ofensas y los insultos en nuestra mente, como si estuvieran ocurriendo en el ahora.
Como consecuencia de eso, la falta de perdón encadena nuestro corazón a tiempos pasados (de manera
negativa), lo cual Satanás gusta de usar en contra de nosotros.
-Cuando más revivimos una ofensa, las raíces más profundas del dolor y la amargura se extenderán a
nuestro corazón. Aquellos que se enfocan en el pasado nunca podrán vivir por completo en el presente o
planear un futuro con significado.
-Algunos adultos funcionan emocionalmente al nivel de un niño, porque veinte años atrás sufrieron el
fuerte impacto de una ofensa; y su subsiguiente falta de perdón los ha llevado a estancarse en ese punto
de su vida. Su estancamiento emocional les impide progresar hacia la madurez. Cuando no nos es posible
madurar, no podemos tampoco recibir nuestra herencia espiritual completa; y entonces, el propósito con
cual Dios nos creó tal vez nunca llegue a manifestarse o cumplirse en este mundo. “Cuando usted perdona,
se hace un favor a sí mismo; desata las bendiciones de Dios a su favor”.
Antes de ver los pasos que nos pueden llevar a ser libres de la falta de perdón; repasemos estas verdades:
El perdón no es una emoción, sino una decisión. No podemos forzar el cambio de una emoción
negativa, pero sí tomar la decisión de soltar una ofensa. Esto significa que podemos perdonar, si
sabemos cómo.
Si queremos traer un verdadero cambio a nuestra vida, nuestro corazón herido debe ser restaurado
y sanado. Jesucristo fue a la cruz para que pudiéramos ser sanos. Citando a Isaías, Jesús dijo de Sí
mismo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).
Entre otras cosas, Jesús fue ungido para sanar al quebrantado de corazón y para liberar a los
oprimidos, y Él puede restaurar su corazón. Haga su parte rindiendo su falta de perdón a Él y
permitiéndole sanar todas sus heridas.
Aquí tenemos cinco pasos esenciales para que usted pueda perdonar a quienes le han hecho mal.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). En lugar de resistir a Dios,
guardando falta de perdón, sométase a Él y obedezca Su Palabra. ¡Es al diablo a quien debemos resistir! Repito,
la persona que le ha fallado le debe muy poco en comparación con lo que usted le debía a Dios cuando vino a Él
en búsqueda del perdón de sus pecados. Como en la parábola de los dos siervos, ¡su deuda era enorme en
comparación!
Alguna gente dice: “Si no lo siento, no lo hago”. Pero puede ser que nunca lo “sienta”. Nosotros no tenemos el
control total de nuestras emociones, y éstas pueden hacerse prisioneras de nuestras respuestas carnales.
Entonces, si usted espera a que sus emociones cooperen, está confiando en la fuente equivocada. En cambio,
como lo hablamos antes, tome la decisión de perdonar por obra de una voluntad sometida a Dios. Dígale al
Señor que usted desea perdonar a quienes lo han ofendido y que quiere hacerlo como un acto de su voluntad.
Las Escrituras dicen: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La
oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Por lo tanto, no permita que su perdón sea un simple
pensamiento en su mente. Confiéselo en voz alta, firme, diciendo: “Yo perdono a __________________”.
Mencione el nombre de la persona en voz alta, sea su esposo, esposa, hijos, padre, madre, hermano, hermana,
primos, amigos, pastor, mentor, socio, compañero de trabajo, o cualquier otra persona, incluyendo un ladró o u
otro criminal que lo haya dañado de alguna manera. Si su declaración no suena firme o sincera la primera vez,
hágala otra vez, una y otra vez, hasta que su corazón obedezca. Muchas veces, cuando no verbalizamos el dolor,
éste se arraiga en nuestro interior y, con el tiempo, se manifiesta en pecado.
El Espíritu Santo está esperando que usted diga: “Sí, yo perdono”. Esa es su parte, la cual usted debe realizar en
el ámbito natural. Pero la elección de perdonar nos abre el mundo espiritual, donde Dios le da Su gracia
sobrenatural para soltar por completo la ofensa recibida. El Espíritu Santo “circuncidará” su corazón dolido y
ofendido, y removerá toda dureza que lo haya llevado a ser insensible a Su presencia. (Véase, por ejemplo,
Deuteronomio 30:6).
Esto lo hará libre para amar a Dios y reconocer Su cercanía. Entonces, sus relaciones personales —tanto
verticales como horizontales— podrán ser sanadas. Esto lo capacitará para tener compañerismo con Dios y con
otra gente, y para ser libre de servir a otros en el nombre de Jesús.
Oración de liberación
Haga en voz alta esta oración para perdonar: Padre celestial, vengo delante de Tu presencia reconociendo que
necesito perdonar. Con todo mi corazón, me arrepiento de guardar falta de perdón hacia otra gente —y contra mí
mismo—, rompiendo así Tu ley. Voluntariamente, me someto a Ti y a Tu Palabra. Yo creo que Tú estás dispuesto a
perdonar mi amargura y falta de perdón, y que Cristo Jesús hizo posible esto por Su muerte en la cruz. Yo recibo Su
obra en mi lugar, la cual me ha liberado, no solo para ser perdonado, sino también para perdonar a otros. Jesús llevó
mis pecados para que yo pudiera ser perdonado; y, ahora mismo, tomo la decisión de perdonar a las siguientes
personas _________________________ [identifique a las personas por su nombre y mencione su ofensa
específicamente]. Señor, en este instante, perdono a todo aquel que me ha herido, así como Tú me has perdonado a
mí y sigues perdonándome cada vez que peco contra Ti. Confío en Tu gracia sobrenatural para ser capaz de perdonar
por completo y soltar a todos los que me han ofendido. Yo declaro que los he perdonado y que yo mismo he sido
perdonado. Gracias Señor; en el nombre de Jesús, amén.
Ahora, permítame orar por usted: Padre, en el nombre de Jesús, arranco toda raíz de falta de perdón del corazón
de este lector. Lo libero de todo espíritu de odio, resentimiento, amargura, herida, ira, miedo, dolencia o
enfermedad. Ato todo espíritu malo y lo echo fuera en el nombre de Jesús, para que nunca regrese. Cancelo
toda asignación demoniaca, ataduras, opresión, influencias espirituales, y poder, ahora mismo, en el nombre de
Jesús. El “árbol” de falta de perdón está muerto y no puede volver a dar fruto. Ahora, desato el poder de la
sangre de Cristo sobre este hijo o hija de Dios. Declaro que es sano y libre, con gracia sobrenatural para perdonar
por completo, y para vivir la vida que Tú planeaste para él o ella. En el nombre de Jesús, amén.