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Introducción

1
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Ricardo Duarte Jáquez


Rector

David Ramírez Perea


Secretario General

Manuel Loera de la Rosa


Secretario Académico

Érick Sánchez Flores


Director del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte

Ramón Chavira
Director General de Difusión Cultural y Divulgación
Científica
Rutilio García Pereyra
La edición, diseño y
producción editorial de
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una ciudad estigmatizada
este documento estuvo
/ coord. Rutilio García Pereyra.-- Ciudad Juárez, Chih. :
a cargo de la Dirección
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2009.
General de Difusión
384p. ; cm.
Cultural y Divulgación
Incluye bibliografía
Científica
ISBN primera edición: 978-607-7623-37-3
ISBN segunda edición: 978-607-520-281-5

Contribuciones de: Oscar J. Martínez, Manuel Valenzuela


Arce, Manuel Ceballos Ramírez, Martín González de la
Vara, Carlos González Herrera.

La obra muestra de manera objetiva cómo se construye la


imagen negativa de la ciudad a partir de discursos periodís-
ticos.

Ciudad Juárez, Chihuahua – Historia


Ciudad Juárez, Chihuahua – Condiciones económicas
Ciudad Juárez, Chihuahua – Condiciones sociales
Ciudad Juárez, Chihuahua – Vida social y costumbres
Coordinación editorial:
Ciudad Juárez, Chihuahua – Sociología urbana
Mayola Renova
González
HN120.M3 C58 2009
Cuidado editorial:
LB1140.35C74 C85 2007
Subdirección de
Publicaciones
Diseño de portada: Primera edición 2010
Karla María Rascón Segunda edición 2017

DR © Rutilio García Pereyra


Impreso y hecho en © Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
México / Printed and Avenida Plutarco Elías Calles 1210
made in Mexico Foviste Chamizal, CP 32310
Ciudad Juárez, Chihuahua, México
elibros.uacj.mx Tels. +52 (656) 688 2100 al 09
Preámbulo....................................................................... 7
Prólogo.......................................................................... 11
Introducción.................................................................. 15

Construcción de imágenes en la prensa


escrita................................................................................21
Prensa y sociedad......................................................... 38
Teoría del estigma y del imaginario............................. 46
Tradición de una imagen estigmatizada....................... 51
El camino recorrido..................................................... 56
El corpus.........................................................................57
El espacio y el tiempo.................................................. 59

La Región Ciudad Juárez-El Paso. ................................63


Contexto económico.................................................... 63
El impulso económico a través de los ferrocarriles....... 65
La Zona Libre.............................................................. 73
La oposición a la Zona Libre en la prensa de El Paso.. 79
La apuesta al turismo para el desarrollo económico..... 86
Contexto sociocultural................................................. 98
Ideas prohibicionistas y exportación del vicio
de El Paso a Ciudad Juárez........................................ 100
Las cantinas se mudan de casa................................... 105
Tráfico de licor........................................................... 107
Conflictos laborales en cantinas ................................ 118

Representaciones de Ciudad Juárez


en la prensa en español. .................................................123
Alcoholismo, hurto y heridos..................................... 125
La vida difícil de las mujeres públicas........................ 132
Drogadictos y tráfico.................................................. 149
Ruleta, naipes, dados.................................................. 163
Cabarés...................................................................... 173
Crimen y vicio............................................................ 180
Estupefacientes.......................................................... 181
Disputa por los juegos de azar.................................... 192
Las “pecadoras”........................................................... 198
La corrupción institucionalizada................................ 205
Delincuentes.............................................................. 213
Homicidios................................................................ 227
Lesiones..................................................................... 240
Así nos ven del otro lado del río................................. 246
Representaciones de Ciudad Juárez en el
discurso periodístico...............................................................252

Imágenes de Ciudad Juárez en la prensa en inglés


de El Paso, Texas. ..........................................................263
La corrupción policiaca.............................................. 265
Centro de distribución y consumo de drogas............. 270
Mexicanos en El Paso................................................ 277
Los perversos salones de baile.................................... 286
Juegos de azar: los anglos pierden su dinero............... 294
Entre el bien y el mal: los puentes internacionales..... 306

Representaciones de El Paso en la
prensa en inglés. .............................................................311
El vicio en El Paso..................................................... 311
Prostitución................................................................ 314
Oposición a los juegos de azar................................... 325
Criminalidad.............................................................. 343
Drogadicción............................................................. 347

ANEXOS.................................................................. 359
CONClUSIONES GENERALES......................... 367
BIBLIOGRAFÌA....................................................... 377
Introducción

E
sta segunda edición de Ciudad Juárez la fea.
Tradición de una imagen estigmatizada inclu-
ye un nuevo capítulo, en específico el número
dos. Luego de revisar el contenido de la pri-
mera edición (2008) se observó que había la ausencia
de un contexto económico-social que explicara por qué
una región que históricamente han conformado Ciu-
dad Juárez-El Paso llamó la atención de periodistas,
conservadores, reformistas y protestantes (de la época
de estudio) para denominarla, cuando menos para la
parte mexicana, y proyectarla al imaginario colectivo
como una ciudad que anida vicio, gente violenta y en
consecuencia peligrosa.
La idea de anexar a este libro una breve descripción
del contexto socioeconómico tiene el propósito de que
el lector explore las condiciones económicas que signi-
ficaron la catapulta para el desarrollo industrial y co-
mercial de la ciudad de El Paso, Texas, de finales del
siglo XIX y primeras décadas del XX, mas no así para
su contraparte fronteriza: Ciudad Juárez.
El capítulo dos se monta en tres propuestas que
emergen de Carlos González Herrera, quien acertada-

7
mente acerca al diseño de frontera que comparten dos
países que, cuando menos en su colindancia geográfica,
se caracterizan por la otredad:

1. La suma de acciones e iniciativas hegemónicas por


parte de Estados Unidos y que han dado cuerpo a
una política bilateral consistente y de largo plazo.
2. Una política desarticulada y de largos periodos de
semiabandono por parte del Estado mexicano.
3. La actuación, imprevisible en ocasiones, de los
grupos sociales que viven en ambos lados de la
frontera, los cuales han llevado la relación fronteri-
za en direcciones que ninguna de las dos naciones
previó.1

Por otra parte, en el nuevo capítulo se trata de dar


respuesta a dos posturas resultado de la visualidad que,
en función de la región fronteriza Juárez-El Paso, asu-
me David Dorado Romo, quien de la parte mexicana
dice:

Aún hoy es un lugar donde trasiegan padrotes, ven-


dedores de drogas, dueños de cantinas, coyotes, tu-
ristas sexuales, contrabandistas, malabaristas calle-
jeros, agentes judiciales, músicos, bailarinas nudis-
tas y hombres que venden fotos de Pancho Villa.2

Y de la otra:

1 Carlos González Herrera. La frontera que vino del norte. Taurus.


México, 2008., p. 14.
2 David Dorado Romo. Historias desconocidas de la Revolución
Mexicana en El Paso y Ciudad Juárez. Ediciones Era. México,
2017., p. 20.

8
Preámbulo

Los fronterizos, es decir, los que viven en la fronte-


ra, son híbridos inclasificables. No son precisamen-
te inmigrantes, pues éstos no cruzan tan a menudo
de allá para acá. Los que van y vienen son gente de
las orillas: ni verdaderos estadounidenses ni verda-
deros mexicanos, si a eso vamos.3

Imágenes que son parte del imaginario colectivo que


de Ciudad Juárez se han forjado en su historia. Sin em-
bargo, no se pretende calificarlas de positivas o negati-
vas, eso corresponde al lector decidirlo.
Ese conjunto de apreciaciones tiene un origen y en
consecuencia han tenido un efecto en la concepción de
una zona de frontera. El capítulo dos que ahora se agre-
ga se basa en dos motores que incentivaron el desarrollo
de una región fronteriza: el arribo del ferrocarril a El
Paso y el breve impacto económico de la Zona Libre en
Ciudad Juárez.
Estos dos hechos se observan como incentivos para
moldear escenarios económicos favorables para mejores
niveles de vida en un lado y en el otro, pero al mismo
tiempo también se abordan para mostrar la manera en
que influyeron para figurar y externar imágenes como
la primera que plantea David Dorado Romo. Coincido
con la definición que de región expresa Martín Gon-
zález De La Vara, que la conceptualiza así: “La región
es un espacio hecho por el hombre, tal vez de manera
involuntaria e inconsciente”.4

3 Idem., pp. 20 y 30.


4 Martín González de la Vara. Breve historia de Ciudad Juárez y su
región. Universidad Estatal de Nuevo México-El Colegio de la
Frontera Norte-Universidad Autónoma de Ciudad Juárez-Edi-
ciones y Gráficos EÓN. México, 2002., p. 12.

9
Para cerrar la argumentación del capítulo dos que se
agrega y en la medida que utilizo el término de escena-
rio, también comparto la idea de González Herrera que
al respecto dice:

Este abordaje de un escenario, como el de El


Paso-Juárez, me permitió entender las prácti-
cas concretas con las que una sociedad, el Estado
y sus agencias elaboran la ruta para la construc-
ción de una frontera, de un límite; en otras pala-
bras, la forma en que codifican las diferencias y
construyen la “otredad”. En una frontera se tra-
tan de afirmar los límites propios de una nación
y procesar las diferencias que la separan de otra”.5

5 Op. cit. González Herrera, p. 16.

10
Introducción

iudad Juárez es uno de los puntos emblemá-


ticos más influyentes en la formación de la
idea que se tiene sobre esa inmensa franja,
que cruzando desde el Pacífico hasta el At-
lántico, divide formalmente a nuestro país con Estados
unidos. Junto a Tijuana, Juárez aporta la mayor parte
del material con el que el mundo entero elabora el ima-
ginario sobre esa frontera: juzgada, condenada, incluso
conmiserada —Juaritos— pero pocas veces entendida.
La border, la frontera es un espacio excéntrico. Lo es
no solo en el sentido de su lejanía de los centros polí-
ticos de los dos países, sino en aquel que lo aleja de la
“normalidad” que cimenta y da sustancia a ambas cul-
turas nacionales. Podríamos decir que la intensidad con
que se vive esa condición de excentricidad afecta mu-
cho más, y con peores repercusiones, al lado mexicano.
Finalmente, este es el lado que perdió la guerra y vio
amputado su territorio entre 1846 y 1848.
Con las premisas, no escritas, de que “quien ganó la
guerra que vigile la frontera” y “entre México y los Esta-
dos Unidos… el desierto”, el Estado mexicano inauguró

11
la tradición de una muy débil presencia en la frontera,
como si el único que tuviera intereses en la región fuera
el país del norte.
Rutilio García Pereyra inicia su análisis justo medio
siglo después de que Ciudad Juárez se hubiese conver-
tido, junto a El Paso, Texas, en el más activo “puerto de
entrada”1 de la frontera mexicana-estadounidense. Para
entonces la condición de nuevo imperio estaba termi-
nando de cimentarse y Estados Unidos afirmaba una
estrategia mundial de protección de sus “áreas de in-
terés”.
En ciudades fronterizas como El Paso, además de
fortalecerse la capacidad oficial para administrar el mo-
vimiento de los extranjeros o aliens hacia su territorio,
se fue construyendo una abigarrada mirada que permi-
tiera ubicar y aun clasificar a México y lo mexicano. No
obstante que hubo un reconocimiento de la existencia
de un sector llamado “Mexicans of better class”2 y de la
enorme importancia que jugaban los mexicanos para el
despegue económico del suroeste, el balance que arro-
ja esa mirada tiende a ser negativo, denostativo y, claro
está, deficitario en materia de “valores y principios” éti-
cos, morales y civiles.
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una imagen estig-
matizada, obra que hoy nos entrega Rutilio García,
gracias al esfuerzo editorial de la Universidad Autóno-
ma de Ciudad Juárez, hace un valioso aporte al detallar
las vías en que operan los arquetipos y los estereotipos

1 Port of entry, denominan las autoridades estadounidenses a cual-


quier Puerto fronterizo sin importar que se encuentre en medio del
desierto. Es un recuerdo que la política migratoria de aquel país fue
diseñada para inmigrantes transoceánicos.
2 Tomo prestada la frase del historiador Víctor Manuel Macías.

12
Prólogo

para naturalizar y normalizar una cadena de estigmas


que logran anidar en el imaginario social fronterizo y,
adicionalmente, volverse plataforma operativa del body
politic de esta región binacional.
En este libro el lector encontrará una reconstrucción
de lo dicho sobre Juárez en la prensa estadounidense,
tanto en inglés como en español, con un lujo de aporte
empírico que yo no conozco para ninguna otra ciudad
de la frontera norte. Una suerte de “colmillo” periodís-
tico lleva al autor al acierto de leer la prensa en varios
planos: las ocho columnas, la nota del editor, la primera
plana o las interiores.
El logro central de Ciudad Juárez la fea… consiste
en no haberse detenido en un catálogo de las diversio-
nes y los vicios que se enseñoreaban en Ciudad Juárez
para el solaz y liberación de los paseños, quienes se pre-
ciaban de vivir en una ciudad limpia de libertinajes. El
análisis crece al avanzar sobre un escenario doble: el de
una ciudad estrujada y succionada por la economía de
mercado capitalista y, en el otro extremo, siendo estig-
matizada por la remodelación moral, racial y de clase
que en El Paso había emprendido el influyente sector
anglo. Así, Juárez quedaba ubicada como proveedora
tanto de mano de obra como de vicio y diversión.
Los lectores de este libro podremos beneficiarnos de
elementos para la reflexión de nuestro turbulento pre-
sente: el discurso estadounidense sobre la droga y su
engranaje criminal, social, cultural y político en México
tiene hondas raíces históricas. Digamos que sin renun-
ciar a asumir la responsabilidad que tenemos sobre lo
que estamos viviendo actualmente, debemos saber de-
nunciar las acusaciones oportunistas con herramientas
como las que nos proporciona esta obra.

13
La aparición del primer libro de Rutilio García sig-
nifica el arribo venturoso de un viaje emprendido hace
muchos años y desde orígenes distintos a la academia.
Tengo el privilegio de haber atestiguado sus esfuerzos
por sortear tormentas y corregir rumbos errados. Con
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una imagen estigma-
tizada, Rutilio atraca con éxito antes de la siguiente
aventura. ¡Bienvenido!

Carlos González Herrera


Ciudad Juárez, septiembre de 2009

14
Introducción

Por qué Ciudad Juárez tiene mala fama?


Ésta fue la primera de muchas interrogantes
que guiaron la presente investigación para
mostrar el origen de la construcción discur-
siva de la mala fama de la ciudad que circula
en el imaginario social nacional e internacional. Esta
pregunta funcionó como hilo conductor y generó otra:
¿quién o quiénes tendrían el interés por construir una
imagen negativa de Ciudad Juárez? Así, sucesivamente
surgieron interrogantes que en el transcurso de la in-
vestigación encontraron respuesta, y la mayoría de ellas
están en este trabajo.
La leyenda negra que pesa sobre las ciudades de la
frontera norte de México: Tijuana, Ciudad Juárez y
Nuevo Laredo, fue la referencia histórica que explica
de manera breve la mala fama y que consignan Óscar J.
Martínez, Manuel Valenzuela Arce, Manuel Ceballos
Ramírez, Martín González de la Vara y, aunque no con
ese título, Carlos González Herrera aporta las primeras
pistas sobre la identidad de los constructores de la ima-
gen negativa de Ciudad Juárez. La leyenda negra fue el
común denominador en los trabajos de los historiadores

15
citados, salvo González Herrera. La referencia histórica
se fundamenta en notas periodísticas y documentos de
archivo histórico. Sin embargo, los historiadores esta-
blecen la leyenda, mas no explican cómo se construye;
entiendo que la naturaleza de sus trabajos no residía
precisamente en ello.
Tijuana la horrible. Entre la historia y el mito, de
Humberto Félix Berúmen, marcó la pauta para cons-
truir el objetivo de este trabajo: un análisis del discur-
so periodístico de la prensa escrita de la zona Ciudad
Juárez-El Paso para indagar sobre la identidad de los
personajes y los intereses que los llevaron a construir la
mala fama de Ciudad Juárez. Félix Berúmen considera
que la representación imaginaria de Tijuana es “creada
a través de los discursos periodísticos que se refieren a la
violencia social”1 y agrega que “no solo se da cuenta de
lo sucedido en un momento determinado: se construye
sobre toda una realidad referencial que solo existe en el
universo massmediático y a la que se dota de una signifi-
cación inconfundible”.2 En este sentido, Félix Berúmen
invita a indagar la intencionalidad del emisor del texto
porque de esta manera “nos ayudaría a comprender el
proceso discursivo mediante el cual se ha venido ge-
nerando una representación social de la ciudad a través
de los medios periodísticos y que habría de terminar
imponiéndose como la única referencia reconocible y
aceptada en forma mayoritaria”.3
Referente al título de este libro, es preciso decir que
es parecido al de Tijuana la horrible, de Félix Berúmen,

1 Félix Berúmen, Humberto. Tijuana la horrible. Entre la historia y


el mito. México, El Colegio de la Frontera Norte, 2003, p. 317.
2 Ibid.
3 Ibid., p. 319.

16
Introducción

quien explica que lo “plagia” de Lima la horrible, del pe-


ruano Sebastián Salazar Bondy, pero aclara que es un
sentido homenaje.4 La idea de titular este libro como
Ciudad Juárez La Fea no fue con el interés de “plagiar” los
títulos de Sebastián Salazar y de Félix Berúmen, sino de
continuar con la misma línea discursiva de estos autores.
El título de Ciudad Juárez La Fea no tiene fines pe-
yorativos, tampoco el ánimo de seguir calificándola des-
pectivamente, sino todo lo contrario, considero que es
un nombre atractivo que funciona a manera de anclaje,
en términos de Roland Barthes, con la intención de in-
teresar al lector sobre el contenido del libro. El texto
escrito muestra de manera objetiva cómo se construye
la imagen negativa de la ciudad a partir de discursos
periodísticos.
El subtítulo Tradición de una imagen estigmatizada
enuncia la reflexión de varios conceptos para mostrar
que la imagen que se ha forjado y difundido a través de
los medios de comunicación constituye una tradición y
un estigma, primero, porque los hechos negativos sobre
Ciudad Juárez se han transmitido del pasado al presen-
te y segundo, por la “exacerbación” de la información
donde se resaltan hechos desacreditadores que, en tér-
minos de Irving Goffman, constituyen un estigma. Por
este camino de la reflexión teórica, el primero de los
capítulos tiene como propósito dialogar con posturas
sobre la tradición y el estigma para mostrar, reitero, que
la información de la prensa escrita relacionada con la
vida cotidiana de Ciudad Juárez moldeó el desprestigio
social que la caracteriza desde principios del siglo XX
para destacarlo con mayor énfasis durante la década de
los veinte por efectos de fenómenos sociales como la

4 Ibid., p. 13.

17
prohibición del alcohol en Estados Unidos, que influ-
yeron para que las principales ciudades de la frontera
norte de México destinaran más espacios urbanos para
la apertura de cantinas y lugares para el consumo de
drogas de miles de norteamericanos y mexicanos.
En el capítulo dos se describe la manera en que se
construyeron escenarios económicos favorables para
el desarrollo de la región Ciudad Juárez-El Paso. En
este apartado se pretende exponer la diversa actividad
económica para una ciudad y otra. Se destaca el arribo
de los ferrocarriles, así como la Zona Libre. Se resalta
el papel que desempeñaron los ferrocarriles para cata-
pultar una economía incipiente, pero también, así como
impulsaron las actividades industrial y comercial, trans-
portaron personas indeseables que moldearon la mala
fama de El Paso y posterior la de Ciudad Juárez. La
Zona Libre se describe su influencia en leve mejoría
económica para la contraparte fronteriza mexicana, y,
por otra parte, la oposición que enfrentó por comer-
ciantes de El Paso, Texas, que la valoraban como una
competencia desleal.
En el capítulo tres se tiene como objetivo describir el
tipo de representaciones que la prensa escrita construyó
y que contribuían a la edificación de una mala imagen
de Ciudad Juárez. En este apartado destaca el periódi-
co La Patria, de Silvestre Terrazas, que fue considerado
en su momento como el periódico en español de ma-
yor influencia en la opinión pública de la zona Ciudad
Juárez-El Paso. Para fortuna de los investigadores, se
puede encontrar la edición completa de La Patria, es
decir, todos los ejemplares a partir de su fundación en
1919 hasta que dejó de circular en 1925. No es el caso
de periódicos editados en Ciudad Juárez, porque solo
existen algunos ejemplares de distintos años de la déca-

18
Introducción

da de los veinte; sin embargo, no dejan de ser una fuente


invaluable que arroja pistas sobre la vida cotidiana de
los habitantes de la ciudad. En este capítulo se clasifi-
can en categorías los hechos que más destacó la prensa
en español, es decir, aquellos que más se repitieron de
acuerdo al método de la agenda Setting que propone
Maxwelll McCombs para analizar medios de comuni-
cación de masas.
En el cuarto capítulo se destacan las representacio-
nes que de Ciudad Juárez se construyeron en la prensa
escrita en inglés de El Paso, Texas. Aquí se realiza el
análisis del discurso periodístico y la técnica de investi-
gación que consiste en acudir a los titulares y al primer
párrafo de la nota informativa, así como al de los géne-
ros periodísticos, por ejemplo, el editorial del periódi-
co, artículos de opinión y la columna. El Paso Herald y
El Paso Times son las publicaciones periódicas de ma-
yor influencia para la época de estudio; solo el segun-
do sigue en circulación. En esta tesitura se privilegian
las opiniones que de Ciudad Juárez tenían connotadas
personalidades al otro lado de la frontera, en las que es
común detectar comentarios racistas y discriminatorios
cuando se referían no solo a jefes policiacos del espacio
fronterizo mexicano, sino a la población en general. En
el último capítulo se abordan las críticas que de la au-
toridad pública de El Paso vertían reformistas y protes-
tantes, pues en cierta medida culpaban a sus represen-
tantes por la situación de la mala fama que cundía en
el imaginario social estadounidense. Sin embargo, sus
opiniones no reflejaban racismo o discriminación como
en el caso de la autoridad al otro lado del río.

Rutilio García Pereyra

19
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

A
pesar de que el concepto de “representa-
ción” tiene varios significados tanto en la
Sociología como en la Psicología Social,
me apoyaré en la definición de Alejandro
Raiter que la asocia a “la imagen (mental)
que tiene un individuo cualquiera, es decir, un hablan-
te de cualquier comunidad lingüística, acerca de algu-
na cosa, evento, acción, proceso que percibe de alguna
manera”1 y también me basaré en la definición que da
de las “representaciones sociales”, a las cuales, desde la
perspectiva de los medios de comunicación masiva, las
define como “las imágenes que construyen los medios
de difusión sobre los temas que conforman la agenda
pública”.2
En función de estos conceptos, me interesa expo-
ner cuáles fueron las imágenes que construyó la prensa
escrita de la zona Ciudad Juárez-El Paso en los textos
publicados desde finales del siglo XIX y durante las

1 Raiter, Alejandro (comp.). Representaciones sociales. Argentina,


Eudeba, 2002, p. 11.
2 Ibid.

21
tres primeras décadas del siglo XX; al mismo tiempo,
también es de interés conocer su estructura, es decir,
qué elementos integran cada uno de los temas de lo que
Raiter llama “agenda pública” y qué identifica como “las
representaciones activas en un momento dado”.3 Con la
agenda pública que establecieron los periódicos en in-
glés se demuestra que el destacar todos aquellos temas
que difamaban la cultura hispanomexicana era con la
intención de mermar su presencia e influir en la opinión
pública para su repudio.
Para cumplir con los objetivos de este libro, definiré
“medio de comunicación masiva” en afinidad con Pa-
trick Charaudeau —y para referirme en concreto a los
periódicos de esta región— que lo concibe a partir de
una lógica económica, según “la cual todo órgano infor-
mativo actúa como una empresa cuya finalidad consiste
en la fabricación de un producto que se define por el
lugar que ocupa en el mercado de intercambio de bie-
nes de consumo”.4
Desde 1880 hasta 1930, la población anglo mostraba
su supremacía tanto en el aspecto demográfico como
en el económico; los periódicos The Lone Star, El Paso
Herald, El Paso Times, por citar algunos, se convertían
en instrumentos de difusión de los anglos para hacer de
El Paso “una ciudad anglo, con cultura e instituciones
ad hoc”5 con la intención de debilitar la presencia de la
cultura hispanomexicana y las relaciones de parentes-

3 Ibid., p. 22.
4 Charaudeau, Patrick. El discurso de la información. La construcción
del espejo social. España, Gedisa, 2003, p. 16.
5 González Herrera, Carlos. “La frontera que vino del norte. Prác-
ticas de identidad, formación nacional, discriminación y resistencia
en la formación de la frontera Estados Unidos-México: La región de
El Paso, 1900-1930”. Tesis doctoral. México, UNAM, 2006, p. 198.

22
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

co con mexicanos que en el pasado les fueron de gran


utilidad para consolidarse en la zona. Para lograr la im-
posición definitiva de una cultura anglo, los periódicos
adquirían una lógica simbólica que, a decir de Charau-
deau, “trata del modo en que los individuos regulan los
intercambios sociales y construyen las representaciones
que dan a los valores que subyacen en sus prácticas,
cuando crean y manipulan signos”.6
Junto a otras instituciones sociales como escuelas
e iglesias protestantes, los periódicos se sumarían al
proyecto de “supremacía” anglo en El Paso y paulatina-
mente aportarían los ingredientes sociales para darle un
sentido de comunidad netamente anglo, que, como bien
señala González Herrera, era con la intención de “de-
sarrollar variados rituales de socialización sin la necesi-
dad de mezclarse con la población mexicana, de hecho
alejándose de ella”.7 Si bien los periódicos como insti-
tuciones promovían la cultura anglo, al poco tiempo ad-
quirieron un significado más allá de lo simbólico, pues
ahora se convirtieron en instrumentos de propaganda
de un grupo de anglos afiliados a las fuerzas políticas:
republicanos y demócratas escenificarían vistosas bata-
llas en el terreno electoral y económico con la finalidad
de obtener el control político de la ciudad.
En la segunda mitad de 1880, El Paso Herald fue
instrumento de desprestigio que empleó un grupo de
anglos con la finalidad de que el gobierno mexicano de-
rogara la Zona Libre —en el segundo de los capítulos
abordo con mayor amplitud el tema— y con ello domi-
nar el comercio en El Paso. La actitud asumida fue la
de arrancar desde la raíz lo que consideraban como una

6 Charaudeau, Patrick. Ibid., p. 12.


7 González Herrera, Carlos. Op. cit., pp. 199-200.

23
medida “hostil” de México. Estas primeras manifesta-
ciones de poder eran el reflejo de la supremacía de “una
cultura basada en la segregación racial y en un pensa-
miento extremadamente conservador que preconizaba
la inferioridad natural de grupos raciales distintos al
stock de la gran familia anglosajona”.8 Al considerar la
Zona Libre como una práctica comercial que encarna
toda la maldad y al hacerlo del conocimiento popular a
través de los periódicos, según Niklas Luhmann, cum-
plen la función de establecer “quiénes son los buenos y
quiénes los malos: aquello que como realidad no puede
tener validez, se muestra y se exige como moral”.9
La calificación de la frontera para el grupo conser-
vador de anglos era de “un lugar sin límites y referen-
tes sociales y culturales bien establecidos, incluidos los
linderos raciales”,10 visión que tenía sustento en creen-
cias enraizadas en los principios del protestantismo que
regía la vida de los norteamericanos, las cuales en lo
sucesivo nutrirían la mayoría de los discursos periodís-
ticos y significaban la antesala para la construcción de
representaciones sociales que denigraban a Ciudad Juá-
rez. En este sentido, las creencias junto a otras informa-
ciones, opiniones y actitudes a propósito de un objeto
dado, constituyen una representación;11 asimismo, ese
conjunto de imágenes daba origen a representaciones
que la prensa reproducía por temas en la primera plana
como orden del día con la intención, como dice Fer-
nández Ortiz, de “concederle la importancia adecuada,

8 Ibid., p. 211.
9 Luhmann, Niklas. Op. cit., p. 114.
10 González Herrera, Carlos. Ibid.
11 Flores, Julia Isabel en: Willem Doise, Alaín Clemence y Fabio
Lorenzi-Cioldi. Representaciones sociales y análisis de datos. México,
Instituto Mora, 2005, p. 15.

24
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

subrayar su centralidad y su significatividad respecto al


curso normal de la información no tematizada”.12
Para los grupos conservadores y reformistas, el vicio
amenazaba la vida pública en El Paso, por ello a prin-
cipios del siglo XX pretendían “limpiar” la ciudad de la
“escoria” social, de la cual las minorías eran la causa por
sus hábitos sociales que no correspondían a una cultura
desarrollada y de sólidos principios religiosos, añadien-
do que el catolicismo era “corrupto”. La prensa escrita
en inglés significó un instrumento propagandístico de
suma importancia que los grupos conservadores, purita-
nos y reformistas utilizaron para construir discursos car-
gados de prejuicios raciales contra las minorías hispanas
y, por supuesto, Ciudad Juárez entraba a esta lógica pre-
juiciada con opiniones y actitudes de un grupo de perso-
nas que se creían con la autoridad “divina” para calificar
lo “bueno” y lo “malo” del comportamiento humano.
Las representaciones sobre las minorías que habi-
taban en El Paso e imágenes negativas sobre Ciudad
Juárez cada vez eran más visibles en las páginas de los
periódicos. Estas manifestaciones en la prensa escrita
constituyen, como bien lo subraya Julia Isabel Flores,
“un sistema de relaciones dentro de otro más amplio,
por ello no pueden estudiarse de forma separada de los
marcos cultural y social en el que se generan”.13 En esta
tesitura, la cultura hispanomexicana era menospreciada
por los anglos y socialmente se referían a los mexicanos

12 Fernández Ortiz, Rodrigo. “Prensa y educación en la formación


de imágenes nacionales, percepciones y actitudes: El caso de las mi-
graciones procedentes del Perú y Bolivia en el Mercurio y la Tercera
de Chile”, p. 4. Ponencia presentada durante el IV Encuentro de
Historiadores Chileno-Boliviano. Instituto de Estudios Avanza-
dos/Universidad de Santiago de Chile, agosto de 2004.
13 Isabel Flores, Julia. Op. cit., p. 16.

25
como una minoría con “malos” hábitos sociales, sucios y
portadores de enfermedades.
El “vicio” y el “peligro” que la prensa de El Paso des-
plegó en sus páginas como artilugios discursivos, fueron
la respuesta lógica ante el incremento del número de
consumidores de drogas y de alcohol en la ciudad, fenó-
meno social que utilizaron como pretexto para culpar a
los mexicanos con la intención de influir en la opinión
pública anglo de que este tipo de minoría resultaba no-
civa para el desarrollo armónico de la sociedad paseña.
Sin embargo, los anglos no aceptaban que el problema
del consumo de drogas en la ciudad se debía a la exis-
tencia de un grupo que, bien posicionado en la política
local, estimulaba su venta y consumo clandestinamente
con la protección de políticos y policías que eran seña-
lados por la prensa como “corruptos”.
La sospecha de que un grupo de anglos controlaba
el tráfico de drogas en el suroeste norteamericano era
ventilada por la prensa en inglés; sin embargo, la mayor
parte de los señalamientos recaían sobre Ciudad Juárez,
pues los periódicos de El Paso afirmaban que un grupo
de “delincuentes” que residía en la ciudad las traficaba
de México a Estados Unidos.
El artilugio discursivo “peligro” era repetido varias
veces por la prensa de El Paso. Los periódicos integra-
ron la agenda pública al abordarlo como tema del día
para señalar que el bordo del río Bravo era “peligro-
so” por el incremento de personas asaltadas, lesionadas,
además de una incidencia considerable de crímenes. La
amplitud de la frontera entre ambos países convertía
al bordo en una extensa zona que carecía de vigilan-
cia, pues ni los mexicanos ni su contraparte mantenían
guardias que vigilaran ese lugar que era el “paso” natural
de contrabandistas y traficantes.

26
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

La prensa inició un despliegue informativo donde el


tema central era la “peligrosidad del bordo del río Bravo”
mediante géneros periodísticos de opinión que incluían
declaraciones personales: el editorial del periódico, es
decir, la postura de la publicación ante un determinado
problema social buscó influir entre los lectores anglos al
acusar a la policía de Ciudad Juárez de “corrupta” por
permitir que el contrabando y el tráfico de drogas pros-
peraran en perjuicio de El Paso. Esta actitud que gru-
pos de reformistas y puritanos mostraron a través de la
prensa escrita, cuyo fin era montar imágenes negativas o
representaciones, es explicado por Patrick Charaudeau:
“el propósito de una comunidad social es producir dis-
cursos para justificar sus actos, no está dicho que esos
discursos revelen su verdadero contenido simbólico: a
veces lo encubren (de manera inconsciente, incluso con
frecuencia de buena fe), a veces lo pervierten y otras
también, solo revelan una parte de él”.14
La noticia informativa de tipo policiaca (aquella que
procede de los reportes de la comandancia de policía)
junto a artículos de opinión y del periódico, significaron
las herramientas discursivas que la prensa paseña publi-
có con la velada intención de convencer a sus lectores de
que Ciudad Juárez era un lugar de “peligro” y de “vicio”
y que, por tanto, era mejor que evitaran visitarla. Estas
imágenes que funcionaban como representaciones en-
tre el imaginario social simbolizaban al mismo tiempo
un conjunto de hechos desacreditadores.
La aprobación de la Enmienda XVIII, que prohibía
la producción, consumo y venta de alcohol en Estados
Unidos al iniciar 1920, impactó como fenómeno social
no solo a los norteamericanos, sino que dada la ampli-

14 Charaudeau, Patrick. Op. cit., p. 13.

27
tud de la frontera compartida entre ambos países tam-
bién a las ciudades del norte de México. Con esta ley
promulgada, grupos de reformistas y puritanos vieron
consolidadas las pugnas que mantenían contra el Es-
tado norteamericano para que se prohibiera el alcohol
que, según su visión, simbolizaba uno de los “lastres”
que arrastraba la sociedad estadounidense y que im-
pedía la reconstrucción después de la guerra civil, pues
el índice de alcohólicos se incrementaba de tal manera
que ponía en riesgo el desarrollo económico del país.
Por otra parte, los grupos reformistas y protestantes
creían en la posibilidad de que la sociedad norteamerica-
na fuera un ejemplo, hacia el interior y al exterior, de una
sociedad “perfecta”, libre de “vicios”. Con la Enmienda,
el conjunto de relaciones sociales de las comunidades
de Ciudad Juárez-El Paso entró en una nueva dinámi-
ca donde el poder del Estado norteamericano mostró
una vigilancia estrecha de su frontera y una persecución
implacable contra aquellos que infringieran las leyes de
alcohol y la Harrison que, promulgada en 1914, buscaba
detener la masificación del consumo de drogas.
Esa actitud fue el reflejo de un control estricto en
el cruce fronterizo, pues se revisaba minuciosamente a
mexicanos y norteamericanos con la finalidad de que
no transportaran licor y drogas. Para algunos miembros
de las élites de Ciudad Juárez esta situación representó
una forma de hacer negocio en torno a la producción de
bebidas alcohólicas que, por su prohibición en El Paso,
aumentó su demanda, hecho coyuntural que aprove-
charon comerciantes, políticos y militares mexicanos
para negociar al margen de la ley. Mientras tanto, las
autoridades federales norteamericanas y locales en El
Paso, por la cercanía geográfica con Ciudad Juárez, se
mantenían alerta, pues el tráfico de alcohol y drogas se

28
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

volvía una práctica común entre mexicanos y nortea-


mericanos, aun cuando estaban enterados de la penali-
dad que significaba violar las leyes federales.
Sin embargo, la percepción que ambas ciudades te-
nían en el imaginario social resultaba diferente, ya que
el espacio fronterizo mexicano, donde no estaba prohi-
bido el consumo de alcohol, era visto como una enor-
me cantina donde los norteamericanos podían saciar su
“sed” de alcohol, mientras que el espacio norteamerica-
no se percibía como un lugar “seco” y restrictivo. Los ar-
tilugios discursivos que emplearon los anglos a través de
la prensa para culpar a Ciudad Juárez de ser la causa de
los vicios, surtieron efecto entre la opinión pública, pues
al poco tiempo ésta era señalada como un “lugar sin
límites” y de esta manera El Paso limpiaba su imagen
y transfería la “mala fama” a su contraparte mexicana.
Luhmann explica el proceso de transferencia no solo
de imagen, sino también en la forma de construir los
temas que conforman la agenda pública de los medios,
al señalar que “los temas son el requisito ineludible de
la comunicación: representan la heterorreferencia de la
comunicación; anudan las aportaciones en ciertos con-
textos complejos, de forma que en la comunicación
habitual se hace reconocible si un tema debe perma-
necer, proseguir o cambiar”.15 Sin embargo, y pese a
que los anglos habían logrado “limpiar” la imagen de
El Paso, aún persistían entre el imaginario social repre-
sentaciones que eran compartidas por las dos ciudades,
pues la cercanía geográfica, el comercio, las relaciones
sociales, la educación, incluso algunos aspectos cultu-
rales, se convertían en hechos inevitables que surgían

15 Luhmann, Niklas. La realidad de los medios de masas. España,


Universidad Iberoamericana-Anthropos, 2000, p. 17.

29
de manera natural por causa del contacto humano y de
la necesidad de comunicación. En este sentido, Raiter
dice que cuando un conjunto de representaciones socia-
les “son compartidas por grupos sociales: conjunto de
individuos con roles, situaciones, deseos, aspiraciones,
hábitos, lugar de vivienda, situación ocupacional, gru-
po etario o cualquier otra que sea diferenciadora […]
[permite] potencialmente la creación de una identidad
colectiva”.16 A pesar de los esfuerzos de los anglos por
establecer su supremacía, tarde o temprano tenían que
aprender a convivir y a aceptar la presencia cultural de
las minorías, incluyendo también sus “malos” hábitos.
Mientras aprendían a convivir con las minorías,
principalmente con los mexicanos, bajo el pretexto
de que Ciudad Juárez era un lugar de “vicio”, la pren-
sa escrita en inglés radicalizó su discurso: acusaba de
“corruptas” a las autoridades de Ciudad Juárez con la
intención de influir en la opinión pública y sembrar
la semilla de la desconfianza para que el trato con la
autoridad mexicana se diera con sumo cuidado. Esta
representación no era nueva, pues desde finales del si-
glo XIX ya existían este tipo de acusaciones que fueron
repitiéndose hasta el grado de considerar que toda la
autoridad en Ciudad Juárez era corrupta y que para los
norteamericanos, acostumbrados a ver la paja en el ojo
ajeno, la corrupción generaba actos deshonestos y, por
tanto, “inmorales”.
La prensa en El Paso reprodujo en sus páginas toda
clase de calificativos negativos con respecto de Ciudad
Juárez, a tal grado que los periódicos significaron el me-
dio propagandístico para que los religiosos radicaliza-
ran su discurso al calificar el comportamiento social en

16 Raiter, Alejandro. Op. cit., p. 20.

30
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

Ciudad Juárez. Así, ministros protestantes llegaron al


extremo de comparar a Ciudad Juárez (Tijuana tam-
bién) con las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra.
A partir de una visión netamente religiosa, las represen-
taciones de ciudad “viciosa” y “corrupta” que la prensa en
inglés reproducía, según Raiter, basadas en un conjunto
de creencias de ciertos grupos sociales, no solo se trans-
miten por la capacidad de los medios de comunicación,
sino también por “personas que no atienden a los me-
dios, las imágenes que estos construyen les llegarán de
todos modos, aunque —a su vez— mediadas por la co-
municación de otros miembros de la comunidad”.17 De
esta manera, la transmisión de “vicio” y “corrupción” al
imaginario social también fue posible por un proceso de
comunicación oral donde el mensaje original se modi-
fica semánticamente.
Los juegos de azar significaron otro fenómeno so-
cial que la prensa en inglés y en español retomó como
un tema de la “agenda pública” y el tema fue el refle-
jo de diferencias discursivas. Para la primera, los jue-
gos de azar se percibían como una acción contraria a la
economía por la forma en que jugadores profesionales
despojaban a otros de su dinero, situación que atentaba
contra los principios fundamentales del protestantismo
que recomendaban a sus seguidores el ahorro y evitar
los “excesos” frugales.
Pero La Patria (periódico que representaba a la
prensa en español en El Paso y que por el grado de pe-
netración entre la comunidad mexicana era considerado
el más influyente) dejaba una sensación de que no esta-
ba contra la práctica de los juegos y parecía que obede-
cía a intereses personales que buscaban la concesión de

17 Raiter, Alejandro. Op. cit., p. 23.

31
éstos en Ciudad Juárez. La actitud que la prensa mostró
reforzaba la representación de “vicio”, pues en México,
desde tiempos de la Colonia, la Corona española legisló
para su control, ya que el juego de cartas y dados se
había convertido en un “vicio” que no solo involucraba
a las “clases bajas”, sino también a altos funcionarios del
gobierno virreinal y a representantes de la Iglesia cató-
lica que, a decir de la Corona, descuidaban sus funcio-
nes como autoridad y además significaba una fuga en
impuestos, pues su práctica era clandestina. Para Paul
Ricoeur, esta representación de “vicio” que se generaba
en torno a los juegos de azar y por la posición ambi-
valente de la prensa en español, bien puede entrar en
lo que él llama “la hermenéutica de la sospecha, esto
es, detectar aquello que los discursos de una sociedad
suprimen o consignan en ciertos discursos, textos, imá-
genes, códigos”.18
El “vicio” se alimentó del tema de la prostitución que
la prensa en inglés y en español abordó en sus páginas.
La calificación de ciudad “ramera” que la Biblia usaba
para referirse a Sodoma y Gomorra, se transfería al es-
pacio fronterizo mexicano. Así, Ciudad Juárez se perci-
bía como “la Ciudad más perversa”,19 como lo consigna
Óscar J. Martínez al reproducir un artículo de un perio-
dista que escribía para el Boston Herald. Esta percepción
y creencia circulaba como una realidad; aun en personas
que nunca estuvieron por la ciudad cundía la idea de
que en Ciudad Juárez todo aquel que así lo decidiera

18 Ricoeur, Paul, citado por Julia Isabel Flores en: Willem Doise.
Op. cit., p. 17.
19 Cfr. Óscar J. Martínez. Ciudad Juárez: el auge de una ciudad fron-
teriza a partir de 1848. México, Fondo de Cultura Económica, 1982,
pp. 76-77.

32
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

podía dar rienda suelta a sus más “bajas pasiones”. En


este sentido, de la prensa escrita como constructora de
representaciones sociales, Irene Vasilachis de Gialdino,
sostiene que

[...] el poder de la prensa y de los restantes medios


de comunicación en el control efectivo del flujo de
información y en la conformación de la opinión
pública ha sido ampliamente reconocido, así como
su papel activo en la reproducción de las relaciones
de poder y en la promoción de valores y creencias
de los grupos dominantes de la sociedad que son
los que la prensa, como institución, como industria,
comparte.20

El conjunto de imágenes, entre las que destacaron


la prostitución, el vicio, la corrupción, los garitos, la de-
lincuencia, por citar algunos ejemplos, constituyen la
base para pensar en una “leyenda negra” a partir de la
prensa escrita. Pero estas representaciones vistas en gru-
po conforman atributos desacreditadores, en términos
de Goffman, y dan origen a un estigma, para así resu-
mir que las imágenes construidas en los medios fueron
“interpretadas desde creencias ya existentes, o sea, que
determinadas propiedades de estas representaciones
tienen la capacidad de activar creencias preexistentes”,21
mientras que, por otra parte, Raiter afirma que estas
imágenes “no solo contienen, por decirlo así, un tema
de la Agenda, sino también una marca o marcas que,
al funcionar como elementos de cohesión, se unen con

20 Vasilachis de Gialdino, Irene. La construcción de representaciones


sociales. Discurso político y prensa escrita. España, Gedisa, 1998, p. 266.
21 Raiter, Alejandro. Op. cit., p. 28.

33
una marca o marcas presentes en otra imagen ya cons-
truida, ya presente como creencia”.22
Este conjunto de creencias puede explicarse a partir
de las familias de anglos que llegaron a El Paso desde
la década de los setenta del siglo XIX. Para González
Herrera este grupo de familias se caracterizaba porque
sostenía principios como: segregación racial, inferiori-
dad racial al referirse a las minorías, los hispanos como
minoría eran portadores de malos hábitos sociales, la
asociación de mexicanos con bares y burdeles, la idea
de “purificar” a El Paso, la frontera con México “descui-
dada” y “peligrosa”, etcétera. A pesar de que González
Herrera afirma que en El Paso se “logró mantener un
notable ambiente de tolerancia racial, que impidió los
excesos discriminatorios y violentos de otras zonas del
sur estadounidense”,23 no se llegó a la agresión física de
iguales proporciones a la que vivió la gente de piel ne-
gra; esto no quiere decir que esas familias estuvieran
imposibilitadas de manifestar sus diferencias raciales
mediante otros recursos.
El poder económico que adquirieron los anglos por
efectos del desarrollo inusitado que El Paso experimen-
tó con mayor intensidad al iniciar el siglo XX, se tradujo
en un mayor control de los escenarios social y político
de la ciudad y su predominio se extendió a todos los
sectores productivos. Si bien el capitalismo respondía a
una lógica económica, la prensa escrita estaba pensada
en función de esta misma; sin embargo, los anglos sabían
que este medio los dotaba de un poder que iba más allá
del económico, es decir, la capacidad de influir y conso-

22 Ibid., p. 29.
23 González Herrera, Carlos. Op. cit., p. 216.

34
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

lidar sus creencias fincadas en el puritanismo, sentaban


las bases para transmitirlas a la opinión pública.
Ellos sostenían que la superioridad de raza los lleva-
ba si bien no a eliminar de un solo golpe a las minorías,
sí a segregarlas mediante el despliegue de un discurso
que, transmitido por la prensa y encaminado a construir
representaciones negativas, difundía un sentimiento de
rechazo entre los norteamericanos hacia aquellos gru-
pos que por sus “malos” hábitos sociales no encajaban
en la lógica económica por la que El Paso transitaba.
Si los hispanos de El Paso sufrían en carne propia la
segregación racial, Ciudad Juárez era concebida por los
anglos como un centro productor de “vicio” que, por la
cercanía inmediata y el flujo humano, amenazaba con
corromper a una sociedad “pura”.
Los anglos centraron su atención y su discurso pe-
riodístico sobre Ciudad Juárez. Los textos de los pe-
riódicos en inglés se volvieron agresivos y, en cierta
forma, violentos cuando se referían a autoridades a las
que acusaban de “corruptas” por solapar la actividad del
“vicio”. Los señalamientos daban paso a la construcción
simbólica del espacio fronterizo mexicano a través del
discurso, pues como lo explica Charaudeau:

[...] a través del discurso se construye la estructu-


ración mental del espacio social de intercambio y,
por lo tanto, del espacio público. Ahora bien, en la
medida en que los medios son portadores de am-
bos tipos de discurso, se puede descubrir el juego de
convergencias y divergencias entre los imaginarios
que circulan en diferentes espacios sociales y los
que propalan los medios.24

24 Charaudeau, Patrick. Op. cit., p. 27.

35
La violencia de los textos periodísticos fue más evi-
dente. En este sentido, Fernández Pedemonte explica
que “el periodismo es el caso típico de un campo rela-
cionado jerárquicamente con otros, dentro del cual se
puede constatar una violencia simbólica, en la medida
en que impone ciertos axiomas sobre el mundo que lue-
go narra”.25 Sin embargo, la violencia mostrada en el
discurso periodístico anglo era la constatación y puesta
en práctica de la asimetría económica que ninguna otra
sociedad del espacio fronterizo mexicano había experi-
mentado en carne propia como Ciudad Juárez, la cual se
tradujo en que la ciudad transitara de un enclave neta-
mente rural a un espacio urbano cuyas características se
acercaban a las grandes ciudades del oeste norteameri-
cano, pues se dotó aceleradamente de servicios públicos
como: alumbrado público, gas entubado, drenaje, calles
pavimentadas, un sistema de transporte con tranvías
eléctricos y diversiones colectivas: cines, teatros, museos
y un impulso de los deportes masivos como el beisbol,
boxeo, etcétera; todos estos signos de desarrollo ven-
drían acompañados por el incremento de prostitutas,
cantinas, cabarés, salones de baile, lugares clandestinos
para el consumo de drogas y la propagación de garitos.
Desde la percepción y creencias de puritanos, reforma-
dores y conservadores, la parte lúdica significaba la con-
traposición del desarrollo económico y una mala fama
que cundía por toda la Unión Americana.
Sobre las prácticas sociales que provenían de la parte
“lúdica” que anglos veían como retroceso social, utili-
zaron todo el poder económico para transferirla hacia
Ciudad Juárez. No conforme con la “expulsión” de las

25 Fernández Pedemonte, Damián. La violencia del relato. Discurso


periodístico y casos policiales. Argentina, La Crujía, 2001, p. 24.

36
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

diversiones colectivas viciosas hacia el otro lado del río,


la prensa desplegó, como ya lo mencioné, una violencia
simbólica que Bourdieu define como

[…] aquella forma de violencia que se ejerce sobre


un agente social con la anuencia de éste. […] Llamo
desconocimiento al hecho de reconocer una violen-
cia que se ejerce precisamente en la medida que se
desconozca como violencia, de aceptar este conjunto
de premisas fundamentales, prerreflexivas, que los
agentes sociales confirman al considerar el mundo
como autoevidente, es decir, tal como es, y encon-
trarlo natural, porque le aplican cognoscitivas surgi-
das de las estructuras mismas de dicho mundo.26

De qué otra manera puede explicarse la violencia


simbólica si no partimos del hecho de que los habitan-
tes del espacio fronterizo mexicano experimentaban en
carne propia los efectos de un bien sostenido sistema
de creencias de supremacía racial donde los mexicanos,
como minoría en El Paso y parte de la población de
Ciudad Juárez, representaron el “mal”, la inmoralidad,
las clases pobres y no educadas, las portadoras de enfer-
medades y vicios, mientras que los anglos con la Biblia en
la mano se autonombraban representantes de Dios para
castigar a los “infieles”. Ni Tijuana ni Nuevo Laredo ex-
perimentaron un alto vasallaje económico y la construc-
ción de una compleja red de representaciones sociales
que desplegadas en la prensa escrita son sustento de una
leyenda negra que aún pervive en el imaginario social.

26 Bourdieu, Pierre y Löic Wacquant. Respuestas. Por una antropo-


logía reflexiva. México, Grijalvo, 1995, p. 120. Citado en: Fernández
Pedemonte. Ibid.

37
Para Ciudad Juárez las condiciones económicas y
sociales que prevalecían a finales del siglo XIX y princi-
pios del XX fueron: lugar de “paso” hacia Estados Uni-
dos; baja sensible en la producción agrícola; estimula-
ción de servicios como alternativa económica; ausencia
de servicios públicos elementales como agua potable y
drenaje; clases sociales económicamente bien definidas:
alta y baja; incremento de los índices delictivos; concep-
ción por parte de los anglos como un “lugar sin límites”
del que ellos formaban parte y participaban como gran-
des consumidores y donde son posibles las “bajezas”
humanas; y una región desatendida por los gobiernos
federal y estatal.
En El Paso: alto desarrollo económico; polo de
atracción para la inversión privada y mano de obra “ba-
rata”; urbanización y dotación acelerada de servicios;
presencia de clases sociales económicamente pudientes:
anglos y exiliados ricos mexicanos; chinos, mexicanos,
negros, por citar algunos, como minorías “pobres”; una
“encarnizada” lucha por el control político entre repu-
blicanos y demócratas; altos índices de viciosos; presen-
cia de ideas prohibicionistas cuya finalidad es el estable-
cimiento de una sociedad “ideal”; racismo e intolerancia
hacia las minorías, entre otras. Estas condiciones, que
solo son algunos ejemplos, significaron el material so-
cial para que la prensa escrita impusiera la agenda pú-
blica. Defino un periódico por “la fisonomía editorial,
signada por la naturaleza de los asuntos que se abordan,
y la política editorial de cada empresa periodística: su

38
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

posición ideológica y política frente a los hechos de in-


terés colectivo”.27
Los escenarios descritos delinearon la política edi-
torial de la prensa escrita, a la que por el momento no
es posible calificar en su contenido, aplicándole las fi-
guras conceptuales de “amarillismo” y sensacionalismo”
que no caben en el tipo de periodismo de finales del
siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, es decir,
resultan inoperantes por las condiciones históricas de la
época.28 Sobre el concepto de sensacionalismo, Damián
Fernández Pedemonte explica que durante la etapa
posterior a la Primera Guerra Mundial los periodistas
no se suscribían a la objetividad como ideología, sino
que estaban interesados en los hechos como empiristas
ingenuos: creían que los hechos no eran afirmaciones
acerca del mundo, sino aspectos del mundo; vivían den-
tro del clima cultural del positivismo.29
Para entender la tendencia o el tipo de periodismo
de las distintas publicaciones que son objeto de análisis,
dos de ellas sobresalen de los demás. En La Patria, pe-
riódico de publicación en español en El Paso de 1919 a
1925, propiedad del controvertido Silvestre Terrazas,30

27 Leñero, Vicente y Carlos Marín. Manual de periodismo. México,


Grijalbo, 1986, p. 22.
28 Pese a que el concepto de sensacionalismo empezaba a cobrar
auge en la prensa norteamericana al iniciar el siglo XX, específica-
mente por el The New York Times, todavía había reservas para utili-
zarlo como una forma de calificar al contenido periodístico, por tal
razón considero que el concepto de exacerbación me permite mayor
libertad para el tipo de prensa que analizo por considerar que los
textos periodísticos intensificaron y exageraron los distintos hechos
en los espacios fronterizos de México y Estados Unidos, es decir,
Ciudad Juárez-El Paso.
29 Fernández Pedemonte, Damián. Op. cit., p. 53.
30 La propia inercia de la investigación me llevó a conocer, cuando

39
y El Paso Herald, advierto discursos que califican a una
ciudad a partir de una moral cristiana. Esta visión que
tienen de la moral31 con todo y sus prejuicios fue el pre-
texto para que se construyeran imágenes nada agrada-
bles del espacio fronterizo mexicano.
Mientras tanto, El Paso Herald, periódico conserva-
dor,32 desde sus páginas emprendió una cruzada para

menos en el caso de La Patria, la personalidad, relaciones y desa-


rrollo profesional de Silvestre Terrazas (Cfr. el capítulo IV de esta
tesis). En esta dirección, considero que Terrazas marcó la línea edi-
torial del periódico a partir de dos aristas: la primera, bajo una fuerte
influencia religiosa, es decir, desde el catolicismo, y la segunda, un
nacionalismo a ultranza resultado de su rol como exiliado político;
sin embargo, aprovechó los espacios de su periódico para criticar
exacerbadamente al gobierno de Carranza, mientras que, por otra
parte, expresó una buena dosis de antisocialismo que, desde mi pun-
to de vista, se puede explicar a partir de una imposición por parte
del gobierno norteamericano, porque de otra forma no alcanzo a
comprender el mutualismo que a través de su periódico impulsó
notablemente.
31 A partir de la moral en los medios de comunicación, Luhmann
advierte que introducen la preferencia por los valores morales y
agrega que la intención es señalar quiénes son los buenos y quiénes
son los malos: aquello que como realidad no puede tener validez, se
muestra y se exige como moral. Op. cit., p. 114.
32 El Paso Herald, por el contenido de sus discursos periodísticos,
se sospecha que recibió influencia de esclavistas y reformadores que
provenían de otros estados de la Unión Americana. Carlos Gon-
zález Herrera señala que a un grupo de esclavistas que integraban
prominentes familias de El Paso, les preocupaba la situación de la
ciudad y argüían que la frontera con México estaba muy descuida-
da, que el movimiento a través de ella era demasiado libre y que,
en buena medida, ello provocaba que el sur de El Paso estuviera
inundado de vicio. En este sentido, señala que la imagen que este
grupo tenía era la de una ciudad con roles sociales y distribuciones
del espacio basados en principios raciales. Carlos González Herrera.
“La frontera que vino del norte. Prácticas de identidad, formación

40
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

sostener que la existencia del vicio en El Paso provenía


del sur de su frontera y no dudó en publicar que la so-
ciedad en Ciudad Juárez mostraba un alto grado de des-
composición porque prevalecía el vicio, mismo que por
la escasa vigilancia fronteriza fácilmente se exportaba
hacia El Paso. La concepción que grupos reformadores
tenían de El Paso, básicamente el sur de la ciudad y su
colindancia con Ciudad Juárez,33 era la del lugar donde
viven los mexicanos y donde están los bares y burdeles.
Notoriamente, ambas publicaciones contribuyeron a
la creación de imágenes de peligro para las dos ciuda-
des, de tal manera que se puede explicar a partir de que

Este tipo de prensa implicaba la ruptura, una dis-


continuidad radical si tenemos en cuenta el discur-
so periodístico que le antecede y sucede, de volverse
hacia la presencia incomoda de pobres y delincuen-
tes —las anomalías que presentan, su vida irregular
o sus caracteres físicos—, la necesidad de castigar
tanto el daño material que provocan como el in-
material, así como la tentativa de delito, el delito
frustrado, e incluso en algunos casos los mismos
actos preparatorios. Como ya vimos, son pocas las
referencias teóricas que den sostén a estos discur-
sos. Las pistas de su formación, de hecho, se hallan
fuera del periodismo, en otros lugares, encontrán-
dolos principalmente en la criminología. En efecto,
la criminología esboza por aquel entonces el gran
concepto de “peligrosidad” con el que los periódi-

nacional, discriminación y resistencia en la conformación de la fron-


tera Estados Unidos-México: La región de El Paso, 1900-1930”.
Tesis doctoral. México, UNAM, 2006, pp. 213-214.
33 Cfr. capítulo V de esta tesis.

41
cos van a designar a pobres y delincuentes. Este
concepto sostiene tanto el proceso de elección del
acontecimiento periodístico como la estructura de
las figuras periodísticas y la retórica de normaliza-
ción social que éstas posibilitan.34

De acuerdo con lo anterior, podemos señalar que los


medios de comunicación masiva, los periódicos para
efectos de estudio, influyen en la forma en que los indi-
viduos perciben la realidad, pues la repetición constante
sobre un tema determinado contribuye a que se genere
un punto de vista positivo o negativo sobre lo que se
plantea.
Los diarios marcan la pauta o el tema del día y sobre
ello los individuos discuten y emiten una opinión. Así,
los periódicos determinan la importancia de los temas
de la agenda pública, es decir, la jerarquización de la
información que unilateralmente decidieron impuso a
los lectores lo que era relevante desde su propia visión
o realidad, que a decir de Luhmann, “en la representa-
ción de la sociedad (por parte de los medios de masas)
resaltan, sobre todo, las rupturas: temporales o sociales.
La conformidad, la concordancia, la repetición de lo
habitual, las constantes de las posibilidades aparecen,
siempre, desafocadas”.35
Los estudiosos de los efectos de los medios de co-
municación coinciden en que la información de mayor
impacto es aquella que se publica en la primera página
que, mediante un enunciado que llama la atención o de

34 Marocco, Beatriz. “Prostitutas, jugadores, pobres y vagos en


los discursos periodísticos”. Tesis doctoral. Barcelona, Universidad
Autónoma de Barcelona, Porto Alegre-Siglo XIX, 2002, pp. 12-13.
35 Niklas Luhmann. Op. cit., p. 114.

42
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

anclaje en términos de Roland Barthes, acapara la aten-


ción del lector; por ello, se procuró que los enunciados
emitidos abarcaran de un extremo a otro la primera pla-
na o de ocho columnas como considera Richard Budd,
al expresar que este recurso “califica cada nota según
los parámetros de tamaño, espacio, lugar en la página y
número de página, es posible otorgándole así un valor
numérico que permite determinar cuáles son los temas
que ocupan los peldaños más altos en la escala de im-
portancia por el medio”,36 así el mensaje adquiere un
valor simbólico y marca la pauta para la discusión del
asunto del día.
El interés de la prensa escrita por resaltar las rupturas
temporales y sociales que menciona Luhmann, se pre-
senta para los anglos, pues era vital limpiar la mala ima-
gen de El Paso por el temor de que las inversiones deja-
ran de fluir hacia la región y, por otra parte, veían que el
comportamiento de un sector de la sociedad amenazaba
con desmoronar principios religiosos que moldeaban la
vida y establecían restricciones con la finalidad de que la
sociedad no interrumpiera su productividad, que era el
sustento del desarrollo económico que experimentaban.
Inmersos en la lógica de contención de los problemas
sociales, los anglos debían encontrar soluciones inme-
diatas y la primera consistía en culpar a alguien de la
problemática, por ello voltearon hacia la ciudad veci-
na que atravesaba por una situación económica difícil.
Este panorama fue aprovechado, pues los anglos sabían
de antemano que si culpaban a Ciudad Juárez de ser la
causa de los vicios, su sociedad no tendría capacidad de

36 Citado por Liliana Gutiérrez Coba en Temas de interés para los pe-
riódicos de prestigio. El caso de El País (España) y El Espectador (Colom-
bia). Infoamérica, núm. 10, junio de 2001, p. 2. www.infoamerica.com

43
respuesta porque para su defensa tendrían que invertir
recursos que no tenían. Además, los escasos periódicos
que circulaban por la ciudad no tenían la importancia y
la penetración entre el público que, por ejemplo, poseían
los de El Paso, como el Herald Post y El Paso Times, que
desde su fundación mostraron una notable inversión en
maquinaria y recursos humanos.
Aunque no consistió en una campaña abierta, es decir,
iniciar con el señalamiento de las rupturas temporales y
sociales de Ciudad Juárez a través de la primera página,
los anglos idearon una campaña de desprestigio sutil y re-
petitiva, como ya lo dije en párrafos anteriores, con artí-
culos de opinión y editoriales. En este sentido, construían
una realidad de Ciudad Juárez en función de sus rupturas
en la dirección que señala Luhmann. Esa campaña pe-
riodística inició con la Zona Libre para luego continuar
durante los primeros años del siglo XX cuando los anglos
veían la necesidad de limpiar la mala imagen de El Paso.
La prensa en inglés mostraba a la opinión pública una
realidad persistente. Para Lorenzo Gomís: “gracias a los
medios percibimos la realidad no con la fugacidad de un
instante aquí mismo, sino como un periodo consistente y
objetivado, como algo que es posible percibir y comentar,
como una referencia general”.37
El objetivo de la prensa escrita era influir y, si era po-
sible, lograr que la opinión pública tuviera una percep-
ción negativa sobre la comunidad mexicana y la pobla-
ción de Ciudad Juárez. Los periódicos en inglés, por su
capacidad de penetración entre el público, se convertían
en la voz propagandística de los anglos, pues sabían que a
través de ella podían construir artilugios discursivos, fun-

37 Gomís, Lorenzo. Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente.


España, Paidós Comunicación, 1991, p. 14.

44
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

damentalmente el de “peligrosidad”, que paulatinamente


irían influyendo entre la comunidad y así hacer ver ante
la opinión pública que los mexicanos eran un “peligro”
para la sociedad de El Paso, a pesar de que los emplea-
ban para las faenas laborales más extenuantes y aquellos
trabajos que los anglos se negaban a desempeñar como,
por ejemplo, en tareas de servidumbre y en las mismas
lavanderías públicas que eran compartidas por mexica-
nos y chinos. Si bien los mexicanos significaban la mano
de obra barata de la que en buena medida dependía la
economía de El Paso, no eran reconocidos, pues para los
anglos esclavistas ésta era una función que como raza in-
ferior les era predestinada por designios divinos.
Con la prensa en inglés, los anglos moldeaban y da-
ban forma a la percepción que querían dar de los mexi-
canos y, al mismo tiempo, incidían en la conformación
de una realidad basada en aspectos negativos de la cul-
tura hispanomexicana. Para ellos era de suma importan-
cia la percepción periodística del entorno porque así les
permitía construir imágenes de Ciudad Juárez y de los
mexicanos en El Paso, que en conjunto integraron una
realidad sobre una parte del espacio fronterizo mexica-
no que fue moldeada desde una visión de supremacía
cultural y los medios como su principal instrumento,
situación que Gomís explica al sostener que “en la gama
de percepciones que se dan en la vida cotidiana hay que
acotar la percepción periodística del entorno, pues lo
que los medios escogen y montan es lo que laboriosa-
mente forma la imagen periodística de la realidad que
ellos ofrecen: su imagen del presente social”.38

38 Ibid.

45
Irving Goffman entiende por “estigma” un “conjun-
to de relaciones sociales que producen un ‘descrédito
amplio’”.39 Para Goffman el “estigma” está sustentado
por atributos o defectos que son transmitidos al ima-
ginario social, definido éste como el “conjunto de las
representaciones que un grupo social o un individuo
construyen sobre el mundo, representaciones que es-
tos tienen del mundo y de sus valores”40 o bien, como
imaginario social que José Perceval define como “el
conjunto de modelos y paradigmas que tiene toda so-
ciedad en los que se representa y se mira a sí misma,
que sintetizan en un caso sus deseos y aspiraciones y en
‘otro’ sus furores y odios”.41 Esta última definición es la
que utilizaremos al referirnos a las imágenes de prensa
— con especial atención a las negativas, porque indu-
dablemente la prensa escrita también emitió otro tipo
de imágenes, que por el momento no son del interés
de estudio— que, en función de la teoría que propone
Goffman, considero que constituyeron un “estigma” so-
bre el espacio fronterizo mexicano.
Goffman señala tres tipos de estigma: las abomina-
ciones del cuerpo para referirse a las deformidades físi-
cas; los defectos del carácter del individuo, es decir, la
falta de voluntad, la deshonestidad, creencias rígidas y

39 Goffman, Irving. Estigma. La identidad deteriorada. Argentina,


Amorrortu, 2001, pp. 12-13.
40 Charaudeau, Patrick. Op. cit., p. 38.
41 Perceval, José M. Nacionalismos, xenofobia y racismo en la comu-
nicación. Barcelona, Paidós, p. 13. En: Fernández Ortiz, Rodrigo.
Op. cit., p. 2.

46
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

falsas, etcétera; y, por último, los estigmas tribales de la


raza, la nación y la religión, susceptibles de ser trans-
mitidos por herencia y contaminar por igual a todos
los miembros de una familia.42 Cuando nos referimos a
imágenes “negativas” que la prensa en inglés y en español
construyó sobre Ciudad Juárez, es porque en términos
de Goffman se aplica a todos aquellos atributos desacre-
ditadores que los anglos elaboraron sobre los mexicanos.
José Perceval define las imágenes negativas como
aquellas que “van unidas normalmente a la explotación,
la necesidad de la exclusión o la eliminación del con-
trario, el miedo que produce su presencia inquietante
o el sueño posible de una revancha de su parte”.43 Para
Fernández Ortiz, la creación de imágenes negativas res-
ponde a la necesidad de que una sociedad mantenga
su supervivencia y progreso. En este sentido, para los
anglos el poder económico y político que poseían en El
Paso no era cuestión de supervivencia, sino que les daba
privilegios sobre los demás, y por ello es plausible que
las imágenes negativas que construyeron de su contra-
parte mexicana fue por ideas de supremacía racial y de
progreso que, como expliqué en párrafos anteriores, el
“vicio” y la “corrupción” de algunos sectores de El Paso
significaban un riesgo para ese progreso que se susten-
taba en un alto desarrollo económico por el arribo de
considerables inversiones que eran el motor que movía
la economía, y existía cierto temor de que los inversio-
nistas llevaran sus capitales hacia otros lugares con me-
nor problemática social.
Para Goffman la parte medular del “estigma” son
los atributos. Podemos atribuir a personas rasgos dis-

42 Goffman. Ibid., p. 14.


43 Perceval, José. Op. cit., p. 43. En: Fernández Ortiz. Op. cit., p. 2.

47
tintivos positivos como “honesto” o “trabajador”, pero
también negativos al decir que es “malvada”, “peligro-
sa” o “débil”. En este sentido, Goffman explica que un
“atributo de esta naturaleza es un estigma, en especial
cuando él produce en los demás, a modo de efecto, un
descrédito amplio; a veces recibe también el nombre de
defecto, falla o desventaja”.44 Las imágenes construidas
en la prensa escrita en inglés no eran simples mensajes
para enfatizar rasgos distintivos negativos de los mexi-
canos, sino que más bien eran, en términos de Kenneth
Bouldin, “un fragmento altamente estructurado de ca-
pital informativo”.45
Así como los ingleses y holandeses moldearon una
campaña editorial con diversas publicaciones impresas
que hacían circular por Europa para desacreditar a Es-
paña y signarle una leyenda negra, los anglos aprove-
charon su poder económico para resaltar en los mexi-
canos rasgos distintivos altamente desacreditadores
que, repetidos o constantes en el discurso periodístico,
se constituyeron en un “estigma”. Asimismo, asociaron
la problemática social que experimentaban fundamen-
talmente por el alto índice de viciosos y prostitutas,
además de los jugadores o “estafadores” —como les
llamaban. Hábilmente, con artilugios discursivos como
“peligrosidad”, “vicio” y “corrupción”, en función de los
malos hábitos que consideraban tenían los mexicanos,
estas imágenes o representaciones fueron repetidas y se
constituían en atributos desacreditadores, como lo se-
ñala Goffman, pero también en menosprecio por una

44 Goffman, Irving. Op. cit., p. 12.


45 Boulding, Kenneth. “National Images and International Sys-
tem”. Journal of Conflict Resolution, III. Princenton University Press,
1999, p. 121. En: Fernández Ortiz. Op. cit., p. 3.

48
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

cultura con raíces profundas que los anglos no podían


extraer o eliminar ante la presencia de mexicanos, a
quienes ellos estimulaban por su mano de obra barata.
Con esta actitud sensibilizaron a sectores de la opinión
pública, pero a la vez la cultura de los anglos se percibía
en el imaginario social como “intolerante” y “racista”.
En la medida en que las imágenes o representacio-
nes de Ciudad Juárez y de los mexicanos influían en la
opinión pública, los anglos lograban que la “mala ima-
gen” de El Paso fuera desvaneciéndose. El proceso no
fue sencillo, pero tampoco resultado de la expulsión a
Ciudad Juárez de todo aquello que ellos consideraban
como “vicio”. La “purificación” se construyó y surtió
efecto desde finales del siglo XIX. Los anglos sabían
que debían influir en la opinión pública de Estados
Unidos, ya que se ponía en riesgo la percepción de la
zona como un enclave de altas posibilidades de inver-
sión. Afortunadamente para ellos, la cercanía geográfica
con Ciudad Juárez, que desde la imposición de la fron-
tera política habían repudiado, ahora les redituaba un
beneficio, pues un vecino débil en su economía y la ma-
yor parte de su población pobre y analfabeta, originaba
las condiciones ad hoc para transferirles el calificativo de
“lugar sin límites”.
La estigmatización de Ciudad Juárez se consolidó
con la prohibición del alcohol durante la década de los
veinte. Ahora más que nunca, y a diferencia de las dos
primeras décadas del siglo XX, los anglos poseían una
estructura más moderna en medios de comunicación,
los periódicos ampliaron su cobertura y penetración a
una población más numerosa que entraba de lleno a una
cultura de consumo y a un proceso de “purificación” so-
cial, porque, en realidad, la prohibición se percibía como
tal por puritanos y reformadores. Mientras tanto, Ciu-

49
dad Juárez recibía con mayor ímpetu una “industria” de
la diversión donde los anglos eran los principales consu-
midores. Para la población juarense los extranjeros eran
símbolo de divisas, de la posibilidad de mejores niveles
de vida y de una apuesta al turismo como medio de so-
brevivencia económica. Al mismo tiempo la ciudad ad-
quiría una reputación y una mala fama como resultado
de atributos que la desacreditaban, como lo fueron para
las ciudades “perdidas” o “viciosas” que la Biblia resalta-
ba como ejemplo de “perversidad”: Sodoma y Gomorra
resurgían de las calles asfaltadas del centro de Ciudad
Juárez. Los defectos que en un momento se atribuían a
individuos ahora se le adjudicaban a la ciudad al perci-
birla carente de voluntad para enfrentar fenómenos so-
ciales como la prostitución, drogadicción, delincuencia;
en los lugares de “vicio” se daba rienda suelta a pasiones
tiránicas o antinaturales, a la deshonestidad.
Esos atributos, que Goffman subraya como “desa-
creditadores”, fueron aprovechados por la prensa escrita
en español y en inglés; la primera, para construir parte
de la realidad de la vida cotidiana, y la segunda, los re-
producía en imágenes y representaciones que estereo-
tipaban los viciosos-corruptos de Ciudad Juárez como
“desviados sociales, los miembros de grupos minorita-
rios y las personas de clase baja pueden funcionar en
ciertas ocasiones como individuos estigmatizados, in-
seguros de la acogida que los espera en la interacción
cara a cara y profundamente implicados en las diversas
respuestas a esta situación”.46

46 Goffman, Irving. Op. cit., p. 168.

50
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

Goffman emplea el término de estigma para referir-


se a “un atributo profundamente desacreditador”.47 El
Diccionario de la lengua española define como “atributo”
“cada una de las cualidades o propiedades de un ser”.48
Goffman señala que al describir los atributos de un in-
dividuo nos referimos a su “identidad social” y agrega
que cuando el atributo vuelve diferente al individuo con
respecto de otros, es un estigma.49 En este sentido, un
conjunto de atributos desacreditadores eran el resul-
tado de una “limpia” de imagen de El Paso, los cuales
eran transferidos a Ciudad Juárez y magnificados por la
prensa escrita, para así iniciar el proceso de construcción
de una ciudad estigmatizada, en términos de Goffman.
La mala imagen impuesta a Ciudad Juárez por la
prensa escrita se apoyaba en atributos desacreditadores
como “el lugar más inmoral, degenerado y perverso […]
se consumen y se venden drogas heroicas, se bebe en
exceso y hay degeneración sexual […] es la Meca de
los criminales y los degenerados […] es el infierno des-
enfrenado […] [hay] centros escandalosos de pecado
y degradación”.50 Sin embargo, este conjunto de imá-
genes sería mucho más difundido durante la época de
la “prohibición” por el hecho de que Ciudad Juárez fue
vista como el espacio para la distracción y diversión de

47 Goffman, Irving. Op. cit., p. 13.


48 RAE. Diccionario de la lengua española. Vigésimo segunda edi-
ción. España, Real Academia Española, 2001, p. 245.
49 Goffman. Ibid., p. 12.
50 Martínez, Óscar J. Op. cit., p. 84.

51
norteamericanos y mexicanos, pues una buena parte de
ellos consumió alcohol y drogas en exceso.
Así se marcaría la pauta para el proceso de estigma-
tización de Ciudad Juárez, pero al mismo tiempo de
“peligro” como resultado de un incremento de delitos
violentos, entre crímenes y heridos, aunado a los asal-
tos a negocios y turistas. Para los anglos eso significaba
“desviaciones sociales”, mientras que para la prensa re-
presentaba un material informativo de suma “relevan-
cia”. De esta forma se conformaron imágenes negativas
que trascendían más allá del imaginario social local y
se hizo percibir al espacio fronterizo mexicano como la
Sodoma y Gomorra de la era moderna.
La comparación era utilizada por protestantes y
católicos durante la década de los veinte para califi-
car el comportamiento humano en esta frontera y, al
mismo tiempo, infundir entre la población el temor
de que la ira de Dios podría manifestarse de nueva
cuenta y arrasar con fuego a las ciudades perdidas. Por
supuesto, El Paso no entraba en esta lógica, pues esta-
ba en un proceso de “purificación” cuyo sustento era la
expulsión del vicio y la maldad hacia el otro lado del
río Bravo.
Para Edward Shills, las imágenes de vicio y peligro
que la prensa difundía son traditum, “es decir, aquello
que ha sido y que sigue siendo heredado o transmitido.
Es algo que fue creado, realizado o creído en el pasado,
o que se cree existió o que fue realizado o creído en el
pasado”.51 De esta manera, todos aquellos atributos des-
acreditadores, que son causa de estigma en las ciudades

51 Shills, Edward. La tradición. University Of Chicago Press, 1981,


p. 11. Traducción de Paul C. Kersey Jonson. México, El Colegio de
Michoacán, 1999.

52
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

bíblicas, se repetían en la era moderna para ser atribui-


dos a Ciudad Juárez.
El traditum es la acción de transmitir, en este sen-
tido, Carlos Herrejón Peredo explica que “tradición
es entregar, pasar, traspasar (correlativamente recibir,
aceptar, asimilar la entrega). Transmitir. Es el proceso
de la entrega. Supone un término a quo y un término
ad quem. Un punto de partida y uno de llegada. Mejor,
un sujeto que entrega y un destinatario que recibe”.52
De acuerdo con esta posición, el periódico es el emisor
mientras que el receptor es el consumidor de la infor-
mación, esto quiere decir que el proceso de transmisión
se cumple; sin embargo, una tradición es un fenómeno
más complejo que un proceso de comunicación. Shills
explica que se consideran como tradiciones aquello que
se transmite y que “incluyen a objetos materiales, creen-
cias relacionadas con toda clase de cosas, imágenes de
personas y eventos, prácticas e instituciones”.53 Aunque
Shills no da más detalle para precisar a qué tipo de imá-
genes de personas y eventos se refiere, las imágenes que
la prensa construye y transmite, ¿constituyen una tradi-
ción? Desde esta perspectiva, las imágenes que transmi-
te la prensa como representaciones sociales constituyen
una tradición, porque, como dice Luhmann, los medios
de comunicación “también producen y reproducen un
conocimiento del mundo”.54 En este sentido, Shills dice
que “la imagen recibida de una época del pasado o de
una figura histórica es una tradición”.55 Las imágenes de

52 Herrejón Peredo, Carlos. “Tradición. Esbozo de algunos con-


ceptos”. Relaciones, núm. 59. México, El Colegio de Michoacán, ve-
rano de 1994, p. 136.
53 Shills. Ibid., p. 11. El subrayado es mío.
54 Luhmann, Niklas. Op. cit., p. 112.
55 Shills. Ibid.

53
las ciudades perdidas que cita la Biblia y las estigmati-
zadas que dan origen a la leyenda negra de las ciudades
de la frontera norte, no solo nacen de una época del
pasado, sino que han sido repetidas con la misma inten-
sidad con la que fueron originadas; la diferencia es que,
actualmente, la información se masifica rápidamente
por acción de nuevas tecnologías que hacen posible que
el público conozca los hechos casi en el mismo momen-
to en que ocurren.
Eric Hobsbawm, al explicar el término “tradición
inventada”, dice que “incluye tanto las ‘tradiciones’
realmente inventadas, construidas y formalmente ins-
tituidas, como aquellas que emergen de un modo difí-
cil de investigar durante un período breve y mesurable,
quizás durante unos pocos años, y se establecen con
gran rapidez”.56 Si nos apegamos al término “inventa-
da” podría sugerirse que el conjunto de imágenes es-
tigmatizadas es una invención de un grupo de anglos
que hacen uso de su poder económico y político para
imponerse hegemónicamente, cuyo propósito es mer-
mar la presencia de una cultura hispanomexicana con
raíces profundas en una región donde los anglos asumen
el rol de conquistadores. De acuerdo con Hobsbawm, la
“tradición inventada” no es un hecho que se da al azar,
sino que “implica un grupo de prácticas, normalmente
gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente
y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar
determinados valores o normas de comportamiento por
medio de su repetición, lo cual implica automáticamen-
te continuidad con el pasado”.57

56 Hobsbawm, Eric. La invención de la tradición. España, Crítica,


2002, p. 7.
57 Ibid., p. 8.

54
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

Dentro de la lógica de imposición de prácticas so-


ciales y culturales, los anglos, aunque convivían con los
mexicanos en El Paso, pretendían la sumisión de éstos
mediante prácticas bien definidas “que tienen como
principal objetivo la socialización, el inculcar creencias,
sistemas de valores o convenciones relacionadas con el
comportamiento”.58 Sin embargo, no fue fácil, pues los
mexicanos ricos exiliados —como Luis Terrazas, quien
poseía una fortuna considerable— emplearon su poder
económico para contrarrestar las intenciones de los an-
glos y, al mismo tiempo, afianzar la presencia de la cul-
tura hispanomexicana mediante el estímulo de las bellas
artes, una defensa de la religión católica ante la protes-
tante y la continuación de su idioma con el propósito de
que el inglés no se impusiera como única lengua en El
Paso.
Si bien la resistencia cultural significó una barrera
difícil de echar abajo, los anglos buscaron otros meca-
nismos para atacarla. Bajo esta tesitura, la prensa escrita
representó el medio por el cual se podían construir ar-
tilugios discursivos con la intención de representar la
cultura hispanomexicana ante la opinión pública como
corrupta y viciosa. Esa dinámica de representar lo ne-
gativo de los mexicanos llevó a los anglos a construir
un entramado cultural donde destacaron imágenes o
representaciones que, explicadas bajo la lógica de Irving
Goffman, constituyeron atributos desacreditadores que
en el corto plazo crearon un estigma de Ciudad Juárez
y de los mexicanos residentes en El Paso.

58 Ibid., p. 16.

55
Para un análisis de las representaciones e imágenes
de los discursos periodísticos que presentaban lo nega-
tivo de los individuos y, en consecuencia, de la ciudad,
empleo el análisis de contenido para averiguar el tras-
fondo del discurso, es decir, lo que quiso decir el emi-
sor del texto y de qué manera intenta influir y causar
acciones determinadas en el público lector. La técnica
de investigación consistió en el desplazamiento hacia
los titulares, entradas de las noticias —el primer párra-
fo de la nota—, los artículos de opinión y el editorial
—la opinión del propietario o editor del periódico—.
Para indagar las estrategias discursivas y sus imágenes,
se recurrió a la agenda Setting, que propone Maxwelll
McCombs, para el análisis de medios de comunicación
impresos. Se privilegió a los discursos periodísticos por
su aparición en la publicación, es decir, cuáles fueron los
de ocho columnas, los de interiores para los artículos de
opinión y otros textos que no fueron principales, pero
que aparecieron en la primera plana del periódico. A
partir de la selección se desglosaron las categorías do-
minantes y el tiempo de persistencia de las mismas en
el periódico.59 Dichas categorías dominantes se suscri-
ben como representaciones o imágenes que construyen
los medios de comunicación para explicar, en términos
de Alejandro Raiter, cómo fueron interpretadas desde
creencias ya existentes, es decir, cuáles son las propieda-

59 La selección de las noticias en el periódico, así como el orden de


aparición y el desglose de las categorías dominantes, están guiados
por lo que sugiere el método de la Agenda Setting, propuesto por
Maxwell McCombs.

56
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

des de estas representaciones que tienen la capacidad de


activar creencias preexistentes.60

Para el levantamiento de fuentes hemerográficas, se


revisó una amplia colección de periódicos de finales del
siglo XIX y las tres primeras décadas del XX. La selec-
ción se hizo en función de discursos en los que, por su
contenido, podían detectarse creencias preestablecidas
y una exacerbación de la información, es decir, la ten-
dencia a exagerar.
Por la manera que destacaron la información sobre
Ciudad Juárez y El Paso, se incide en dos periódicos:
La Patria y El Paso Herald Post, que corresponden a un
periodo histórico comprendido entre 1919 y 1925 para
el primero, mientras que el segundo abarca de 1882 a
1933. Se observa que los dos presentan un conjunto de
individuos que viven en ambas ciudades unidos me-
diante el vicio y que, por tanto, representan peligrosi-
dad.61 Los periódicos son contrastados con documen-

60 Raiter. Op. cit., p. 28.


61 La noción de peligrosidad como artilugio discursivo para un fin
ulterior: la purificación y anglosajonización de El Paso, el afianza-
miento del poder de la élite blanca sobre un asentamiento con fuerte
tradición hispana o mexicana. Esta noción también está en función
de un grupo de individuos que detentan poder político y económico,
es decir, anglo con ideas conservadoras y reformistas que consideran
que las minorías eran viciosas y sucias, por lo que representaban un
peligro. Los anglos veían el bordo del río Bravo que delimitaba la
frontera entre México y Estados Unidos como una zona de peligro
por el hecho de que ahí, cotidianamente, sucedían una serie de crí-
menes contra ellos. De tal manera que culpaban a contrabandistas,
traficantes de drogas y, en la década de los veinte, a contrabandis-
tas de licor como un conjunto de individuos que representaban un

57
tos de archivo histórico de entre 1920 y 1933 cuando
estaba vigente la prohibición del alcohol en Estados
Unidos. Considero que esta medida percibida como un
fenómeno cultural y social no solo impactó en la Unión
Americana, sino que sus efectos se dejaron sentir, en
este caso, en Ciudad Juárez. El levantamiento de docu-
mentos de archivo comprendió dos áreas de la práctica
de gobierno: Gobernación y Justicia. Los primeros dan
cuenta de todo aquello que tiene relación con permisos
y licencias para cantinas, garitos, prostíbulos, apuestas y
solicitudes de permisos para diversiones públicas y pri-
vadas, mientras que los de Justicia presentan los índices
de delincuencia y criminalidad.
La organización de dichos documentos se hizo pri-
mero de manera cronológica —por año— y luego por
tópicos: diversiones, cantinas, juegos de azar, criminali-
dad y delincuencia, corridas de toros, fiestas, hipódro-
mo, etcétera. El análisis muestra la versión institucional
y la manera de percibir ese conjunto de individuos uni-
dos bajo una misma directriz: el “vicio” y el “peligro”.
A partir de esos textos se analizan sus estrategias dis-
cursivas e imágenes. Por otra parte, y con la finalidad
de constatar cuál fue la versión de aquellos que fueron
testigos de los acontecimientos sociales durante la épo-
ca de estudio, se realizó una selección de entrevistas con
hombres y mujeres, tomadas del archivo oral. El corpus
incluye también una bibliografía seleccionada de histo-
ria de Ciudad Juárez y El Paso.

peligro para la sociedad anglo. Con la finalidad de contener lo que


ellos consideraban peligroso, aumentaron las penalidades y elevaron
a delito federal el contrabando de licor y el tráfico de drogas. Para
reflexionar acerca de la peligrosidad, me basé en la tesis doctoral de
Carlos González Herrera y en algunos editoriales del Herald Post
de El Paso.

58
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

La delimitación espacial y temporal del objeto de


estudio está considerada en función de fenómenos eco-
nómicos —el arribo del ferrocarril a la zona Ciudad
Juárez-El Paso, el inusitado desarrollo económico de
El Paso y la Zona Libre como posible paliativo para
resolver problemas económicos de Ciudad Juárez— y
fenómenos sociales: la Revolución Mexicana y la prohi-
bición de la producción, venta y consumo de alcohol en
Estados Unidos. La Enmienda XVIII, conocida como
Ley Volstead (nombre que recibe del senador norteame-
ricano que la impulsó), formalmente entra en vigor en
1920 y se deroga en 1933.
Un análisis revela que la mayoría de los estudios dan
cuenta de una leyenda negra durante la década de los
veinte y una afirmación en el sentido de que, a conse-
cuencia de la prohibición del alcohol, se promovieron
en Ciudad Juárez las cantinas, los prostíbulos y los gari-
tos. Los estudiosos de la historia de la frontera norte de
México, entre los que figuran José Manuel Valenzuela
Arce y Óscar J. Martínez, por citar algunos, sostienen
que toda esa “industria” de la diversión instalada en el
espacio fronterizo mexicano, tuvo un alto costo social,
de tal suerte que se piensa en una leyenda negra. Ós-
car J. Martínez afirma que el proceso de transición de
una economía agrícola y de incipiente comercio hacia
una que apostó al turismo como motor de desarrollo,
tuvo un alto costo social, pues aumentaron las prácticas
consideradas viciosas y los hechos delictivos, además de
que las imágenes que construía la prensa empezaron a
influir en la sociedad al describir a Ciudad Juárez como
una ciudad de vicio y corrupta. Éstos son los primeros

59
factores y punto de partida para una investigación que
precise la manera en que la prensa construye represen-
taciones e imágenes sobre Ciudad Juárez.
La década de los veinte del siglo pasado tiene un
significado especial, tanto para México como para Es-
tados Unidos. En el caso mexicano se vive un intenso
reacomodo político luego de un proceso armado que
deja inoperante la escasa actividad productiva; se vive
además el acoso de deudas externas y la ausencia de re-
conocimiento oficial de Estados Unidos al gobierno de
México que encabezó Álvaro Obregón. Socialmente,
Ricardo Pérez Monfort puntualiza que

[...] la nueva década quería sacar adelante los áni-


mos para convertirse en “los fabulosos veinte”.
Combinando un espíritu constructivo propio con
un afán de modernidad muy a la norteamericana,
el ambiente citadino se movía entre la ambigüedad
que declaraba una alta permisividad en los hábitos
y las costumbres cotidianas, pero al mismo tiempo
se mostraba dispuesta a manifestar una intolerancia
moral rayana en lo persecutorio, no sin cierta dosis
de hipocresía.62

Pese a la distancia con la capital mexicana, el espacio


fronterizo mexicano mostró ciertas semejanzas en com-
portamientos sociales, hábitos y costumbres con urbes
metropolitanas como la Ciudad de México, Guadala-
jara y Monterrey. A los espacios fronterizos, mexicanos
y anglos, Carlos González Herrera los describe acerta-
damente como los peldaños sobre los que se sostiene

62 Pérez Monfort, Ricardo. Yerba, goma y polvo. México, Conacul-


ta-INAH, Era, 1999, p. 9.

60
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita

la diferencia entre unos y otros, al afirmar que la zona


Ciudad Juárez-El Paso:

[...] será un crisol en que se mezclarán aspectos más


negativos de la condición fronteriza para afianzar
la idea de la frontera como un sitio de peligro, co-
rrupción y vicio. Serán años en los que los intereses
estrictamente particulares irán perdiendo una ex-
presión nítida y automática en las políticas oficiales
y en la actuación de las autoridades. Pero también
será un periodo en que esas connotaciones nega-
tivas serán racializadas y se les asignará la nacio-
nalidad mexicana dentro del discurso purificador
norteamericano.63

La paulatina construcción de una “mala” imagen de


la ciudad y de la gente del espacio fronterizo mexicano,
alcanza una mayor notoriedad en los “fabulosos años
veinte”; por ello, la primera de las preguntas que sur-
gen es: ¿por qué Ciudad Juárez tiene mala fama? Esta
sugestiva interrogante lleva a explorar estudios históri-
cos, pero la referencia encontrada no fue suficiente y, al
mismo tiempo, me percaté que el tema no había sido
explorado de manera exhaustiva. Esto no significa que
el contenido de este libro sea la verdad absoluta de la
historia negra de Ciudad Juárez; sin embargo, considero
que es el preámbulo o iniciativa provocadora para con-
tinuar con el recorrido a través de ese enorme desierto
de historia cultural de la frontera norte de México.

63 González Herrera. Op. cit., p. 163.

61
Introducción

l vicio y la diversión como expresiones cultura-


les no se dan por sí mismos, sino que requieren
de escenarios económicos favorables para que
se dinamicen e incentiven socialmente. Desde
la perspectiva de escenarios económicos favorables que
fueron posibles para la zona Ciudad Juárez-El Paso por
el arribo del ferrocarril, El Paso se convirtió en:

[...] un punto de convergencia para el paso de


importantes líneas ferrocarrileras transcontinenta-
les, además de ser en la práctica uno de los extremos
del Ferrocarril Central Mexicano; la avalancha de
negocios que ello trajo fue en verdad impresionan-
te: centro comercializador y refinador de materiales,
centro importador y exportador de ganado, centro
comercial y banquero para el oeste de Texas, el sur
de Nuevo México y para el sureste de Arizona.1

1 Carlos González Herrera. Op. cit., p. 99.

63
Además, la Zona Libre estimuló brevemente el
comercio de Ciudad Juárez y se ubicó como una po-
sibilidad para que la ciudad fronteriza se insertara en lo
que se llamó el “milagro” económico porfirista. El proceso
se agudizó por la apuesta de Ciudad Juárez al turismo
como incentivo para la prestación de servicios ante la
disminución de la producción agrícola y el escaso desa-
rrollo industrial.
Aunque la Zona Libre no incentivó la economía de
Ciudad Juárez, su propósito era compensar la asimetría
entre México y Estados Unidos en la frontera norte;2 es
interesante describir que en función de esta forma de
“libre comercio” se urdió una campaña de desprestigio
a través de la prensa escrita en inglés que promovieron
comerciantes de El Paso. Ante la posibilidad de que la
Zona Libre posibilitara al espacio fronterizo mexica-
no el enclave comercial de importancia para la frontera
norte de México, los comerciantes de El Paso la perci-
bieron como una amenaza que ponía en riesgo su hege-
monía comercial. La campaña, cuyo propósito fue des-
prestigiar la Zona Libre, consistió en representaciones e
imágenes de “peligro”, “contrabando”, “corrupción”, por
mencionar algunas, que influyeron en las creencias de
la población de El Paso y del gobierno norteamericano
a tal grado de considerar a la Zona Libre como una
forma del “mal”, además de “hostil”, que iba en detri-
mento del desarrollo económico del espacio fronterizo
norteamericano. Considero que a partir de esa campaña

2 Cfr. Octavio Herrera Pérez, El régimen de excepción fiscal y la for-


mación histórica de la frontera norte de México, pp. 199-213, en Ma-
nuel Ceballos Ramírez (coord.) Encuentro en la frontera: mexicanos y
norteamericanos en un espacio común. México. El Colegio de México,
El Colegio de la Frontera Norte, Universidad Autónoma de Ta-
maulipas. 2001.

64
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

de desprestigio hacia la Zona Libre es que se constru-


yen las primeras representaciones que la prensa escrita
en inglés transmite sobre Ciudad Juárez. Con la Zona
Libre, como una de las condiciones económicas, pre-
tendo enfatizar la participación de la prensa en la cons-
trucción de representaciones. Hay estudios económicos
más amplios y concretos sobre la Zona Libre, pero el
propósito es que esta condición económica “favorable”
sirva de pretexto para estudiar las representaciones en la
prensa, objetivo de este trabajo. El arribo del ferrocarril
a El Paso, según Óscar J. Martínez, también sirvió como
medio de transporte de tahúres, viciosos y prostitutas;
actores sociales que jugaron un papel determinante en
el surgimiento de representaciones para que se perci-
bieran como ciudades del vicio; primero El Paso y luego
Ciudad Juárez, representación que la prensa destacó y
transmitió a la población local, nacional e internacional.

La expansión de los ferrocarriles a la zona Ciudad


Juárez-El Paso, a finales del siglo XIX, incentivó la eco-
nomía y logró comunicar a dos ciudades aisladas con
el resto del continente; sin embargo, el desarrollo eco-
nómico y social fue desigual, pues, cuando menos para
Juárez, el costo social fue mucho mayor en relación con
El Paso, Texas, pues aumentaron los asaltos a personas,
se incentivó el tráfico de drogas y creció el número de
prostitutas, por citar algunos ejemplos. La expansión de
los ferrocarriles hacia una zona con potencial de desa-
rrollo económico sería aprovechada por los dueños de
capitales estadounidenses para dinamizar el transpor-
te de recursos naturales, el comercio y la movilidad de

65
mano de obra barata que demandaban la agricultura, la
industria y el sector de los servicios en El Paso.
Al mismo tiempo que arribó el ferrocarril en los
años ochenta del siglo XIX a El Paso, un grupo de esta-
dounidenses que ejercían control en “intereses comer-
ciales, bancarios, abogados y aquellos de los dueños de
salones de juego, cantinas, prostíbulos”,3 se hicieron de
posiciones de poder locales que les fueron arrebatadas
por grupos reformistas en la segunda década del siglo
XX. Paradójicamente, el ferrocarril, símbolo de desarro-
llo y bienestar, serviría de transporte de tahúres, viciosos
y prostitutas que contribuirían a ubicar a El Paso como
un “lugar sin límites y referentes sociales y culturales
bien establecidos, incluidos los linderos raciales”.4 El
desarrollo económico que experimentó El Paso tam-
bién estimuló el incremento del número de cantinas y
prostíbulos, que al iniciar el siglo XX, paulatinamente,
exportaría a Ciudad Juárez hasta alcanzar su máxima
expresión en la década de los veinte con la prohibición
del alcohol en la Unión Americana.
El desarrollo económico era visible en la ciudad de
El Paso, pues los niveles de vida de sus habitantes se
incrementaron, se introdujo drenaje público, las vivien-
das contaron con luz eléctrica, aumentó el alumbrado
público, se pavimentaron calles, mientras que, por otra
parte, también se estimulaba un tipo de diversión basada
en el vicio, que, para grupos de moralistas y puritanos,

3 Carlos González Herrera. Op. cit., p. 203.


4 Ibid., p. 211. En este sentido, González Herrera se refiere a la
anarquía social comparable a la que se vivía en San Francisco y Nue-
va Orleans, para ello emplea el término wide open town. La proli-
feración del juego, la abundancia de prostitutas y lugares de vicio,
convertían a El Paso en la ciudad de vicio que décadas más tarde
exportaría a Ciudad Juárez; más adelante se describe el proceso.

66
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

consistía en la presencia de prostitutas en la vía pública,


consumo de drogas y de alcohol, la proliferación de ga-
ritos, que según el periódico Herald Post, era controlada
por grupos de poder locales de El Paso. Dichos grupos,
ante la amenaza de ideas prohibicionistas provenien-
tes de grupos reformistas y de la promulgación de la
enmienda XVIII que en 1920 en la Unión Americana
prohibió la producción, venta y consumo de alcohol, no
tuvieron otra alternativa que trasladar esa diversión del
vicio a Ciudad Juárez, sin importar las repercusiones
sociales para su población y la construcción de una mala
fama que aún pervive en el imaginario social.
Aunque hasta el momento no se puede cuantificar la
ganancia que generó la actividad del vicio, sí es posible
pensar que para el grupo que la controló representó un
negocio bastante remunerativo que no estaba dispuesto
a dejar por causa de la prohibición del alcohol. Por tan-
to y ante la crisis económica que padecía Ciudad Juárez,
aprovecharon la coyuntura para estimular el sector de
los servicios e instalar una pujante y creciente industria
del vicio que, al parecer, trastocó la moral y valores so-
ciales de la población juarense.
En este sentido de desarrollo y progreso de una zona
que carecía de importancia para los gobiernos nortea-
mericano y mexicano, que por acción de los ferrocarriles
transitó del aislamiento a un relativo papel dentro del
engranaje del comercio continental, podría plantearse
la máxima de que todo progreso trae un determinado
costo que repercute en las distintas esferas sociales.
Desde esta perspectiva, cuando menos para el caso de
la zona Ciudad Juárez-El Paso, parece que así fue, pues
el comportamiento y la vida cotidiana se modificaron
sustancialmente con el anhelado progreso que tomó por
sorpresa a una población escasa caracterizada por una

67
cotidianidad bien definida por la agricultura y un inci-
piente comercio.
El arribo del Ferrocarril Central Mexicano a Paso
del Norte en 1884 y la aprobación de la Zona Libre en
1882, pero puesta en marcha hasta 1885, contribuyeron
al desarrollo de la minería, la ganadería y el comercio,
para que la región quedara “unida a la red económica
del continente”.5 Sin embargo, el objetivo del Ferrocarril
Central Mexicano no era llegar a Paso del Norte, sino
construir una línea de la ciudad de México a El Paso6.
No obstante, el trayecto del ferrocarril unió a Paso
del Norte y El Paso con “el centro y norte de Méxi-
co y formó un amplio corredor geográfico que incluía
Aguascalientes, Zacatecas, Ciudad Lerdo, Torreón y
Chihuahua”.7

5 Óscar J. Martínez. Ciudad Juárez: El auge de una ciudad fronteriza


a partir de 1848. México. Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 39.
6 Ibidem. La prensa norteamericana seguía con detenimiento
el proceso de aprobación de la concesión por parte del gobierno
mexicano para la construcción del Ferrocarril Central Mexicano.
El periódico The Lone Star informó en su primera página que el
Senado mexicano había aprobado la concesión de los ferrocarriles,
aun por encima del poder del presidente de la república. Este he-
cho demuestra que había un gran interés por la construcción del
FCM, pues sin duda, en primer lugar, comunicaría la zona Ciudad
Juárez-El Paso con otros estados de México y Estados Unidos, y,
segundo, la pinza se cerraba, pues con el FCM se transportarían
recursos naturales que se extraían del territorio nacional, entre ellos,
minerales con destino hacia El Paso, para impulsar los procesos de
fundición y, en consecuencia, el desarrollo industrial. The Lone Star.
16 de noviembre de 1881.
7 Martín González de la Vara. Breve historia de Ciudad Juárez y su
región. Universidad de Nuevo México, El Colegio de la Frontera
Norte, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. México, 2002,
p. 111.

68
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

La extensión del ferrocarril de sur a oeste de Estados


Unidos y del norte de México que entroncó en El Paso,
conectó los principales centros mineros con industrias
americanas, que se colocaron como el principal catali-
zador del auge de la región.8 La afluencia de ferrocarri-
les de diferentes lugares del suroeste norteamericano9
trajo beneficios a El Paso, pues el arribo de inversiones
estimuló la economía que pronto se vio reflejada en los
niveles de vida y poder de compra de la población. El
Ferrocarril Central Mexicano permitiría la comunica-
ción de la población y el comercio de un país netamente
rural; además, las vías férreas hacia el norte hacían que
México contara para 1893 con un total de 10 780 ki-
lómetros (6700 millas) de línea de ferrocarril que, en
comparación con los 1074 kilómetros (668 millas) que
tenía en 1880, mostraba un avance bastante significati-
vo. Sin embargo, el hecho demostraba el lento desarro-
llo en vías de comunicación en México en comparación
con el país vecino del norte; además, el considerable in-
cremento de la población en El Paso era signo del desa-
rrollo que la ciudad registraba para la década de 1880.10
Así se acentúa la asimetría entre un país que apuntaba
a ocupar el primero de los lugares de desarrollo a nivel
mundial y su vecino del sur, y también se enfatiza el
proceso de dependencia de México con el poderoso país
del norte.

8 Mario T. García. Desert Immigrants. The Mexicans of El Paso,


1880-1920. Yale University Press, 1981, p. 14.
9 El término “suroeste norteamericano” se adopta del texto La
frontera que vino del norte, de Carlos González Herrera. De igual
manera, se adoptan los términos “paseña” y “paseños” del texto Breve
historia de Ciudad Juárez y su región, de Martín González de la Vara.
10 El Paso Daily Herald. 3 de febrero de 1893.

69
El crecimiento que registró la economía paseña y, en
consecuencia, el número de habitantes, motivaron a que
hombres de negocios vieran en el turismo otra forma
de empresa en la frontera. Para 1881 se destinaron cin-
cuenta mil dólares a la construcción de hoteles y casas
para los visitantes que el ferrocarril podría traer a la re-
gión.11 Esa nueva etapa de prosperidad pronto se reflejó
en el centro de la ciudad, pues se instalaron numerosas
casas de juego, teatros y cantinas. Debido al desarrollo
comercial, algunos testimonios revelan que para 1882
existía una cantina por cada doscientos habitantes en
El Paso, Texas.12 Los ferrocarriles trajeron todo tipo
de personas, entre comerciantes americanos, mineros,

11 Ibid., p. 27.
12 Ibid., p. 14. No obstante, había diferencias en cuanto al número
de habitantes en periódicos de El Paso; por un lado, según informa-
ción de El Paso Times, para 1881 El Paso (Franklin) solo tenía una
población de doscientos habitantes, mientras que El Paso Herald in-
formaba que para el mismo año tenía una población de mil quinien-
tas personas, la mayoría conformada por americanos. El historiador
Martín González de la Vara estima que para 1884, El Paso tenía una
población aproximada de cinco mil habitantes. A partir del auge
económico que empezó a registrar para 1888 llegaría a 10 601
habitantes cifra que coincide con Óscar J. Martínez, quien señala
que El Paso aumentó su población en la década de 1880 de 736 a
10 338 habitantes. En este sentido, los testimonios de que en 1882
había una cantina por cada doscientos habitantes son endebles, pues
entonces cabe suponer que en un año la población en El Paso au-
mentó considerablemente; de otra manera no se encuentra lógica en
el sustento de una cantina por cada doscientos habitantes. Por otra
parte, en el transcurso de siete años el crecimiento de la población
en El Paso fue sorprendente, lo que demuestra que la migración
hacia la zona fue constante, de tal manera que la economía creció
rápidamente, pues la demanda de mano de obra estaba cubierta por
migrantes mexicanos. El Paso Times. 24 de febrero de 1888.

70
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

hombres de negocios y jugadores.13 La llegada de miles


de personas se debió principalmente a la promoción de
El Paso como una región con potencial económico im-
portante. La composición racial de esa ciudad era diver-
sa, era patente el predominio de angloamericanos sobre
las demás razas, tan es así que el censo de 1890 registró
8013 americanos, seguido por los mexicanos con 2115,
mientras que los de raza negra solo eran 680 y muy aba-
jo los chinos con 312, para dar un total de 11 120 habi-
tantes.14 Años más tarde, la presencia de mexicanos iría
en aumento, de tal manera que El Paso se beneficiaría
de la migración, principalmente de mano de obra barata
que provenía de México, que se canalizó a la industria,
servicios y agricultura e influyó para que la economía
de El Paso registrara un crecimiento inusitado que se
detuvo en la tercera década del siglo XX por causa de la
depresión económica de Estados Unidos. La migración
hacia El Paso fue tal que el censo de 1890 registró un
crecimiento de la población en 1400% en un lapso de
diez años, lo que colocaba a la ciudad como un polo de
atracción al que arribaron miles de personas para buscar
mejores niveles de vida.15
El auge inusitado de fuentes de empleo impuso lar-
gas y agotadoras jornadas de trabajo que arriesgaban la
productividad del individuo; para ello, al tiempo que
se abrían nuevas fuentes de empleo, también se abrían
nuevos lugares de diversión: cantinas y prostíbulos que
para reformistas y moralistas no eran decentes y con-
tribuían a que los trabajadores fueran despojados de su

13 Ibidem.
14 El Paso Daily Times. 1 de enero de 1890.
15 El Paso Times. 7 de octubre de 1890.

71
dinero y ponían en riesgo los principios fundamentales
del protestantismo norteamericano.
No solo el comercio y la industria significaron gran-
des negocios para los inversionistas locales y foráneos,
los servicios que se ofrecían a través de la diversión eran
también otro tipo de negocio que redituaba considera-
bles ganancias y además no requería de mano de obra
especializada, por tanto, los propietarios no tenían ne-
cesidad de invertir en capacitar a los empleados, ya que
solo bastaba que aprendieran formas simples para aten-
der a los clientes. La actividad económica de la zona
no se circunscribía únicamente a los sectores formales
de la industria y el comercio, sino que la prostitución y
los juegos de azar, considerados actividades informales,
también movilizaban el ciclo económico, pues de las
ganancias que obtenían –por ejemplo, las mujeres que
se dedicaban a la prostitución– una parte era destinada
a la compra de insumos alimenticios para el sosteni-
miento de familias y educación de sus hijos.
Mientras tanto, del lado del territorio norteame-
ricano, el beneficio que el ferrocarril trajo a Paso del
Norte consistió en la transacción internacional de mer-
cancías entre México y Estados Unidos, pues la aduana
fronteriza local se colocó como “el principal puerto de
mercancías al estado de Chihuahua. En pocos años, la
aduana paseña se convirtió en la segunda aduana fron-
teriza de México en cuanto al volumen de mercancías,
quedando solo detrás de la de Nuevo Laredo”.16 Colo-
carse como la segunda aduana fronteriza en importan-
cia del norte de México fue relevante hacia el interior
del país, sin embargo, en el ámbito internacional del co-
mercio solo desempeñó un papel auxiliar porque: “[…]

16 González de la Vara. Op. cit., p. 112.

72
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

su participación consistía en servir de garita al comercio


que entraba o salía de El Paso”.17 A pesar de la llegada
del ferrocarril a Paso del Norte, se carecía de inversio-
nes que permitieran el mismo desarrollo económico y
social que experimentaba El Paso.
El desarrollo que sostenía El Paso, que se reflejaba
en mejores niveles de vida de su población, además de
la configuración de la ciudad como centro urbano de
suma importancia para la región, hizo que comerciantes
y ricos terratenientes de Paso del Norte plantearan nue-
vas formas de desarrollo que incentivaran la economía
local y mejoraran los niveles de vida de la población,
integrada principalmente por migrantes que vivían en
casas de adobe, calles sin pavimentar, con escasos ser-
vicios públicos y fuentes de empleo. Por el deprimente
panorama urbano, aunado al olvido que padecían por
parte de los gobiernos estatal y federal, los comercian-
tes y terratenientes solicitaron al gobierno del estado de
Chihuahua que la Zona Libre que gozaba el estado de
Tamaulipas, se extendiera a su región. Los argumentos
con los que validaron su petición fueron la poca oportu-
nidad de empleo, el alto costo de la vida y un comercio
incipiente que no lograba competir con su contraparte
del otro lado del río.

La diferencia en los niveles de vida de ambos lados


de la frontera evidenciaba el crecimiento de la econo-
mía estadounidense después de la Guerra de Secesión,
mientras que la economía mexicana no lograba el desa-
rrollo que permitiera mejores condiciones de vida para

17 Ibid. Óscar J. Martínez, p. 40.

73
los mexicanos. Tales diferencias se evidenciaban en la
frontera norte de la siguiente manera:

Envidia causa la contemplación de los pueblos


situados al otro lado del río, así como la prepon-
derancia de su comercio y desarrollo industrial. Y
mientras ellos se engrandecen a nuestras expensas,
pues no hay artículo por costoso o barato que sea
que no se consuma en sus almacenes, orillándonos
a nuestra triste situación hasta demandar aquellos
más indispensables a la vida, viendo desaparecer
nuestros habitantes y capitales, y con ellos hasta la
última esperanza de mejoramiento.18

Las diferencias en los niveles de vida que los habi-


tantes del espacio fronterizo mexicano vivían con los
habitantes de El Paso, fueron uno de los varios argu-
mentos para que sectores sociales de Paso del Norte so-
licitaran al gobierno mexicano la rápida aprobación de
la Zona Libre, percibida como solución a los problemas
económicos por los que atravesaba la región. Aunado
al temor que existía por parte del gobierno de Porfirio
Díaz en el sentido de que, la actitud expansionista de
los norteamericanos se volviera a repetir, el 24 de enero
de 1885 se aprobó el libre comercio de mercancías a
lo largo de toda la frontera y a una distancia de veinte
kilómetros de la línea o frontera política.
Sin embargo, la extensión de la Zona Libre a
toda la frontera norte de México en 1885 fue conside-
rada por Estados Unidos como una medida comercial
hostil. Desde su creación fue impugnada por estadouni-

18 Armando B. Chávez M. Historia de Ciudad Juárez, Chihuahua,


pp. 293-294. En Óscar J. Martínez. Op. cit., pp. 40-41.

74
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

denses que buscaban que el gobierno mexicano la abo-


liera por la situación desventajosa en que colocaba a los
comerciantes norteamericanos frente al contrabando de
mercancías europeas.19 En el ámbito local –en el Paso
del Norte-El Paso–, la Zona Libre no fue bien recibida
del lado norteamericano, porque existía una intención
deliberada de parte de sectores políticos y económicos
tejanos, principalmente de El Paso, por controlar el co-
mercio fronterizo.20 Pese a la oposición de comerciantes
de El Paso que mantenían cautivo al consumidor de
ambos lados de la frontera, los efectos de la Zona Libre
se dejaron sentir en la frontera norte de México:

Se trató de la época en la cual las poblaciones fron-


terizas mexicanas dejaron de ser villorrios en el de-
sierto y adquirieron fisonomía de ciudades, con la
posibilidad de desarrollar actividades industriales o
explotaciones agropecuarias de mayor envergadu-
ra, solo que las medidas restrictivas implementadas
con toda severidad por el gobierno federal a media-
dos de los noventa, cancelaron toda posibilidad de
que se llevaran a efecto.21

La bonanza comercial generada por la Zona Libre


favoreció a Paso del Norte en los siguientes rubros: el
volumen de su comercio se triplicó en un lapso de dos
años; de 1885 a 1887 la población aumentó, así como el
establecimiento de comercios, pues los productos resul-
taban más baratos que en Estados Unidos; se estimuló
la construcción de nuevos edificios y se introdujeron

19 Ibid., p. 132.
20 Octavio Herrera Pérez. Op. cit., pp. 200-201.
21 Ibid., p. 202.

75
servicios públicos como alumbrado, electrificación, dre-
naje, agua potable, pavimentación de calles y tranvías
eléctricos.22
La apuesta por la Zona Libre que sectores sociales
de Paso del Norte hicieron como motor de desarrollo
económico, hizo que se olvidaran de otros como el de la
agricultura, que tradicionalmente satisfacía los insumos
alimenticios que la población requería y cuyo excedente
se exportaba hacia Estados Unidos. El libre comercio
que generó la Zona Libre solo fue en beneficio de ri-
cos comerciantes locales y de El Paso, que no tuvieron
en mente invertir en actividades industriales que dieran
solidez a la economía local, pues solo se aprovecharon
los dividendos que les generó el comercio para, poste-
riormente, invertirlo en El Paso, que despuntaba con
potencial económico en comparación con su contrapar-
te mexicana. El arribo de mercancías de otros países que
estimularon el comercio del lado mexicano fue corto,
pues la Zona Libre comenzó a decrecer a partir de 1891
por la aplicación de aranceles más altos a productos de
procedencia extranjera hasta su definitiva derogación
en 1905. Aunada a la devaluación mundial de la pla-
ta, la actividad agrícola del Valle de Juárez disminuyó
drásticamente al producirse una grave escasez de agua,
consecuencia de la retención de agua del río Bravo por
granjeros de Colorado y Nuevo México.23
Tales circunstancias económicas provocaron que los
indicios de crecimiento se esfumaran, lo que provocó
desaliento entre los comerciantes locales, quienes re-
velaron que autoridades de los tres niveles y sectores

22 González de la Vara. Op. cit., pp. 114-116.


23 Raúl Flores Simental, Efrén Gutiérrez Roa y Óscar Vázquez
Reyes. Crónica en el desierto. México, Ágora, 1998, p. 28.

76
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

productivos de la localidad carecían de un plan de con-


tingencia para estimular la economía de Ciudad Juárez.
Una vez más quedó de manifiesto que no existía entre
la clase pudiente local una cultura de inversión que per-
mitiera un crecimiento sostenido que repercutiera en
los niveles de vida de la población. Para los ricos co-
merciantes y sus familias, cuya vida cotidiana transitaba
entre las dos ciudades (sus hijos asistían a las mejores
escuelas de El Paso e incluso poseían propiedades), la
crisis no existía o era muy diferente a la del resto de
la población. El primero de los efectos de la crisis fue la
migración de campesinos mexicanos a Estados Unidos
en busca de mejores condiciones de vida. La poca circu-
lación de dinero, desempleo, transferencia de comercios
hacia El Paso, desabasto de productos y la disminución
de la población en casi 50 % impactó drásticamente la
economía local.24
Ricos comerciantes de origen judío y alemán aprove-
charon la bonanza comercial de la Zona Libre en Paso
del Norte. Posteriormente, por el paulatino incremento
de aranceles en diversos productos que hacían incostea-
ble su actividad, migraron con sus negocios comercia-
les hacia El Paso sin importarles si la población estaba
sumida en una profunda crisis económica y, tal vez, así
nacía una forma de comportamiento de los capitales
extranjeros que ante problemas económicos migran ha-
cia otros lugares que les permitan seguir operando para
obtener lucrativas ganancias. De esta forma, Paso del
Norte (después Ciudad Juárez, nombre que adquiere en
1888) experimentaba en carne propia la forma de ac-
ción del capitalismo moderno norteamericano.

24 Ibidem.

77
La crisis que vivió Ciudad Juárez a finales del siglo
XIX y principios del XX benefició la economía del otro
lado del río, pues el crecimiento de la población de El
Paso estuvo en función de la migración de mexicanos
hacia esa ciudad; de esta manera, se apropió de mano de
obra barata, misma que jugó un papel de suma impor-
tancia en la consolidación de la economía paseña du-
rante las primeras décadas del nuevo siglo. Por un lado,
Óscar J. Martínez sostiene que en El Paso “durante la
década de 1880, la población creció de 736 habitan-
tes a 10338, y entre 1900 y 1910 aumentó de 15906 a
39279”,25 mientras que Alicia Castellanos (1981) señala
que “en unos años la población aumentó espectacular-
mente de 736 que tenía en 1890 a 39 279 habitantes
en 1910”.26 Cifras más, cifras menos, lo interesante del
comportamiento migratorio ante fenómenos de crisis
resulta en beneficio de otros, pues la población busca
mejores niveles de vida. Miles de mexicanos cruzaron
la fina línea fronteriza entre México y Estados Unidos
para que su fuerza productiva fuera aprovechada en be-
neficio de la economía de El Paso y del suroeste nortea-
mericano. La crisis que experimentaba Ciudad Juárez
fue una coyuntura económica aprovechable por secto-
res productivos de El Paso para incentivar el turismo,
que sería bien aprovechado por la influyente Cámara
de Comercio, que desde El Paso promocionaba activi-
dades turísticas hacia Ciudad Juárez con fines de atraer
inversionistas a la región. En este sentido, el turismo
vendría a amortiguar los efectos de la severa crisis.

25 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 53.


26 Alicia Castellanos Guerrero. Ciudad Juárez: la vida fronteriza.
México. Nuestro Tiempo, 1981, p. 96.

78
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

Así como la Zona Libre representaba un impul-


so económico para mejorar los niveles de vida de los
mexicanos del espacio fronterizo y además evitar que
las ciudades fronterizas fueran abandonadas por sus
habitantes, para los comerciantes angloamericanos re-
presentaba un tipo de competencia que ponía en riesgo
las facilidades comerciales que gozaban gracias a un li-
bre comercio interno y la exención de impuestos si las
mercancías eran exportadas hacia México. Con la Zona
Libre del lado mexicano, las mercancías norteamerica-
nas tendrían una competencia real en calidad y precio
con las europeas, situación que comerciantes de El Paso
no estaban dispuestos a admitir. El rechazo a la Zona
Libre por parte de los comerciantes norteamericanos
mostraba su indolencia ante la pobreza que se vivía al
otro lado del río y justificaba la voracidad del sistema
capitalista que regía la vida de los norteamericanos.
Si bien es cierto que el contrabando significaba un
problema para comerciantes legalmente establecidos
–porque “un número indeterminado de comerciantes
mexicanos trasladó o estableció sucursales de sus ne-
gocios en los Estados Unidos, en un intento de con-
trabandear las mercancías directamente a través de la
frontera y al interior de México”–,27 esta práctica co-
mercial no significaba un argumento suficiente para
que el gobierno mexicano reculara en la aprobación de
la Zona Libre. Ante el panorama que desdibujaba el
libre comercio en los estados fronterizos mexicanos con

27 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 29.

79
Estados Unidos, la prensa invitaba a hombres de nego-
cios de El Paso a que discutieran ahora más que nunca
sobre la Zona Libre ante los posibles daños al comercio
estadounidense.28 La prensa hizo un balance sobre la
situación social que podría generarse en El Paso con la
Zona Libre del lado mexicano; el resultado fue que se
consideraba que esta forma de comercio podría signi-
ficar un riesgo para el sistema comercial y social de El
Paso.29
La señal de alerta que la prensa emitía a través de
sus páginas, se fundamentaba, primero, en que pudiera
alentarse el contrabando de armas hacia la Zona Libre,
situación que podría poner en peligro a los ciudadanos
norteamericanos que cruzaban hacia México por la lí-
nea fronteriza y, segundo, por la posibilidad de adqui-
sición de armas por grupos de mexicanos que pudie-
ran poner en riesgo la seguridad nacional de Estados
Unidos. Parecía que el tema de seguridad se anteponía
al problema de la competencia desleal que señalaban
los comerciantes paseños, de tal suerte que los ánimos
se calmaron cuando la prensa norteamericana publicó
el compromiso del general Pedro Hinojosa, secretario
de Guerra del gobierno mexicano, en el sentido de que
prohibía cualquier tipo de contrabando de armas y mu-
niciones aprovechándose de la Zona Libre.30
La rápida movilización de comerciantes nortea-
mericanos contra la Zona Libre se reflejó mediante la
convocatoria a reuniones con la finalidad de tratar el
tema que, según su visión unilateral, dañaba al comercio
estadounidense. Las reuniones a las que convocaban, lo

28 The Lone Star. 11 de abril de 1885.


29 Ibidem.
30 El Paso Daily Times. 4 de marzo de 1886.

80
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

hacían intencionalmente en las ciudades fronterizas


con México, con el objetivo de presionar al gobierno
y generar un ambiente de incertidumbre entre los co-
merciantes mexicanos. Con el propósito de presionar al
gobierno mexicano para que aboliera la Zona Libre, los
comerciantes estadounidenses convocaron a todos los
interesados en tal objetivo a una serie de conferencias
que se llevarían a cabo en la ciudad fronteriza de Eagle
Pass.31
El tema del contrabando se convirtió en la estra-
tegia principal de los comerciantes norteamericanos
para presionar al gobierno mexicano bajo el argumento
de que la Zona Libre lo estimulaba, de tal forma que
perjudicaba al comercio estadounidense. Desde esta
premisa, los comerciantes de El Paso lograron que los
prominentes legisladores, el senador Coke y el congre-
sista por Texas, Lanham, se involucraran para que el
gobierno estadounidense formulara la petición formal
de abolición de la Zona Libre por parte del gobierno
de México.32
Los comerciantes de El Paso, que veían perder el
monopolio del comercio fronterizo por el libre tránsito
de mercancías exentas de impuestos en Ciudad Juárez y,
en consecuencia, la pérdida de clientes y la disminución
de sus ganancias, incluso hasta llevarlos a la quiebra,
manifestaron su deseo de abolir la Zona Libre.33 Sin
embargo, sus argumentos contra la Zona Libre no te-
nían sustento, porque varios de ellos aprovecharon las
ventajas de la libre circulación de mercancías y trasla-
daron sus negocios al lado mexicano e hicieron jugosas

31 El Paso Times. 5 de abril de 1888.


32 El Paso Times. 17 de mayo de 1888.
33 El Paso Herald. 4 de enero de 1889.

81
fortunas aprovechando el modelo de libre comercio:
“De inmediato los norteamericanos abrieron tiendas de
menudeo en Matamoros llenas de productos extranje-
ros que se vendían a precios tan bajos como los de Nue-
va York y Nueva Orleans”.34 En Ciudad Juárez abrieron
tiendas departamentales con capital que procedía de El
Paso, mismas que migraron una vez que la Zona Libre
fue abolida en 1905 por el gobierno de Porfirio Díaz.
La prensa norteamericana, fundamentalmente
aquellos periódicos de ciudades fronterizas con Méxi-
co, mostraron solidaridad con sus comerciantes, por lo
que no dejaron de presionar con textos editoriales cuyo
contenido resaltaba descalificativos hacia la Zona Li-
bre al grado de considerarla un mal, de tal manera que
apremiaba a los gobiernos de México y Estados Uni-
dos a que eliminaran esa perversidad y así proteger los
negocios de los pueblos fronterizos.35 Los intereses co-
merciales estaban en juego: con la Zona Libre se apun-
taba una competencia real con respecto a los comercios
establecidos del lado americano, como sucedía desde
1885 cuando se aprobó la Zona Libre del lado mexi-
cano. De esta forma y disminuidos en sus ganancias, la
presión que ejercían los comerciantes norteamericanos
empezaba a ocasionar fisuras en el modelo comercial de
la Zona Libre.
Prácticamente, con la Zona Libre se iniciaba un
proceso de migración de importantes comercios de El
Paso a Ciudad Juárez; por tanto, existía el temor de que
la ciudad perdiera su importancia como enclave co-
mercial de toda la región y, al mismo tiempo y paula-
tinamente, sus habitantes decidieron fijar residencia en

34 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 30.


35 El Paso Herald. Ibidem.

82
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

Ciudad Juárez, como ocurrió con emigrados que, ante


la bonanza, regresaron a tierras mexicanas para realizar
negocios. La movilidad de comercios al otro lado del
río era ya una realidad, así lo consignaba el editorial
del periódico El Paso Herald, donde se señalaba que, a
causa de la Zona Libre, importantes casas comerciales
se movían y cruzaban el río, mientras que otras tien-
das definitivamente cerraban sus puertas ante las bajas
ventas que registraban y advertía: “deberíamos hacer
algo antes de que sea demasiado tarde”.36 Parecía que
la situación vaticinaba el caos del comercio paseño, sin
embargo, realmente, los comerciantes paseños supieron
aprovechar muy bien la Zona Libre, porque poseían
el capital suficiente para invertir al otro lado del río y
moverlo a conveniencia, como sucedió cuando la Zona
Libre dejó de ser un negocio para ellos, momento en
que regresaron a El Paso.
La presión se intensificó y hacía eco en la propuesta
del senador Reagan para suspender todos los privile-
gios que gozaban las mercancías europeas que, in bond,
cruzaban por territorio norteamericano hasta que el go-
bierno mexicano abandonara o aboliera la Zona Libre.37
Este tipo de advertencias que los periódicos publicaban
en sus páginas tenían el objetivo de infundir temor en-
tre los comerciantes de Ciudad Juárez y, posiblemen-
te, ponía de manifiesto que hombres de negocios con
grandes capitales compraban voluntades de políticos
estadounidenses para que ejercieran la presión necesaria
y que, de manera formal, el gobierno de Estados Unidos
se involucrara y pidiera al gobierno de México la aboli-
ción de la Zona Libre.

36 El Paso Herald. 16 de enero de 1889.


37 El Paso Times. 9 de enero de 1890.

83
Los primeros indicios de abolición de la Zona Libre
por parte del gobierno mexicano, los dieron a conocer
los periódicos de El Paso en 1893. Para los editores y
hombres de negocios, esta era una victoria que resultaba
de la presión que ejercieron desde el primer momento
en que operó la Zona Libre en los estados del norte
de México. El Paso Herald dio a conocer un comuni-
cado que provenía de Piedras Negras, Coahuila, donde
se informó que el gobierno mexicano había decidido
abolir la Zona Libre; el periódico veía con buen agrado
la noticia, de tal manera que calificaba el hecho como
positivo para todos los pueblos fronterizos delimitados
por el río Grande.38
La prensa aceptaba que la abolición de la Zona Li-
bre era benéfica para el lado americano, pero ahora iba
más allá de un problema de la zona fronteriza entre los
dos países –así lo veían ellos–, al señalar que la Zona
Libre podría originar cambios en las condiciones en los
tratados de Guadalupe Hidalgo que suscribieron Mé-
xico y Estados Unidos en 1848.39 La prensa invitaba
al gobierno norteamericano a reflexionar en torno de
dichos tratados para que ejerciera un tipo de castigo por
la insolencia del gobierno de México por haber esta-
blecido la Zona Libre. El discurso del periódico mos-
tró una actitud intolerante al señalar que los intereses
norteamericanos son intocables y mucho menos iban a
permitir la competencia en la entrada de su casa.
La prensa de El Paso centró su atención en la pro-
blemática de Ciudad Juárez que se generaba a causa de
la abolición de la Zona Libre, pues los estragos dejaban
sentirse en la ciudad con la pérdida de importantes ne-

38 El Paso Herald. 4 de marzo de 1893.


39 El Paso Herald. 5 de febrero de 1895.

84
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

gocios que migraron a El Paso y, en consecuencia, la


pérdida de empleos que en conjunto darían origen a
una crisis que vendría a repercutir en los niveles de vida
de los juarenses. El Paso Herald informó que un grupo
de ciudadanos mexicanos llevarían a cabo una serie de
protestas para que no se aboliera la Zona Libre, el argu-
mento que enarbolaron era la pobreza en que estaba su-
mida la ciudad.40 No obstante, el periódico minimizó la
manifestación y la dio a conocer como un hecho aislado
y sin importancia con la finalidad de que la protesta de
los mexicanos no trascendiera más allá del ámbito local.
El primero de julio de 1905, El Paso Times, en un
escueto informe limitado a un renglón, daba a conocer
que la Zona Libre se abolió totalmente en las horas de
la medianoche del 30 de junio de 1905.41 La medida del
gobierno mexicano traería manifestaciones de los habi-
tantes de las ciudades del espacio fronterizo mexicano,
y, a manera de medida preventiva, la ciudad de El Paso
reforzó la presencia de guardias en la línea fronteriza,
mientras que el gobernador Ahumada ordenó la pre-
sencia de militares del lado mexicano, con la finalidad
de prevenir disturbios como resultado de la abolición de
la Zona Libre.42
El papel que jugó la prensa de El Paso, a partir de
la instalación de la Zona Libre en el espacio fronterizo
mexicano, resultó fundamental para que los gobiernos
de Estados Unidos y México se involucraran: el prime-
ro en contra y el segundo a favor. La prensa de El Paso,
como medio de comunicación, construyó representa-
ciones sociales en torno de la Zona Libre, las cuales

40 El Paso Herald. 3 de marzo de 1900.


41 El Paso Times. 1 de julio de 1905.
42 El Paso Herald. 20 de julio de 1905.

85
iban desde una forma de comercio peligrosa, estimu-
lante del contrabando, competencia desleal, que calaron
en el imaginario social para que la Zona Libre fuera
considerada una agresión y no una forma de comercio,
cuya finalidad era generar mejores niveles de vida entre
la población de las ciudades fronterizas mexicanas con
Estados Unidos. Por otra parte, una primera lectura del
problema apunta a que la prensa mostró lealtad a los
intereses norteamericanos; ahora bien, cabe pregun-
tar si esa lealtad fue una forma legítima de defensa de
los intereses estadounidenses o si fue comprada. Por la
manera en que abordó el tema de la Zona Libre y la
presión que ejerció a través de sus páginas, la prensa de
El Paso logró convencer a hombres de negocios de que
la Zona Libre realmente era un peligro, aun y cuando
muchos de ellos se beneficiaban con la nueva forma de
comercio del espacio fronterizo mexicano.

Al iniciar el siglo XX, la crisis económica en Ciudad


Juárez era insostenible. Se quería aprovechar la promo-
ción turística a través de folletos impresos que desde El
Paso se hacían para Ciudad Juárez. Los folletos incluían
como principales atractivos diversiones públicas, entre
las que destacaban las corridas de toros –prohibidas en
territorio norteamericano–, el hipódromo y la vida noc-
turna en cabarés, cantinas y salones de baile en las ave-
nidas más concurridas de Ciudad Juárez. Mientras que
viejas construcciones de adobe, entre las que destacaban
la iglesia de Guadalupe, eran objeto del atractivo de una
ciudad que tenía como cárcel una antigua edificación de
piedra y adobe y el monumento a Benito Juárez, cons-

86
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

truido con mármol de Carrara, Italia. En esa dirección


se dio cabida a un gran número de diversiones públicas
que vendrían a disminuir los efectos de la aguda crisis
económica, que para el historiador Óscar J. Martínez:
“en adelante, las diversiones predominaron en la vida de
la ciudad. Así se inició la época del escándalo”.43
La época del escándalo que refiere Óscar J. Martí-
nez se inicia en 1900 cuando Ciudad Juárez y El Paso
eran señaladas como lugares sin límites, open wide
town, comparables únicamente con Nueva Orleans y
San Francisco. La popularidad que gozaban ambas ciu-
dades se debía al considerable número de diversiones
públicas que otorgaban distracción, esparcimiento y
llenaban necesidades de consumo de alcohol y de sa-
tisfacción sexual con mujeres consideradas de mala re-
putación por dedicarse a la prostitución que la moral
impuesta reprobaba, porque atentaba contra los princi-
pios de monogamia de los escritos bíblicos. Asimismo,
el consumo de alcohol era causa de la pérdida del buen
comportamiento que establecía la moral de la época,
pues el individuo bajo los influjos perversos del alcohol
podía cometer actos inmorales como el desnudarse en
la vía pública, tornarse violento e incluso atentar contra
la integridad de las demás personas. Por otra parte, el
consumo de bebidas embriagantes era símbolo de atra-
so y pobreza de familias. Bajo esta lógica, impuesta por
sectores sociales cuya opinión e influencia entre la so-
ciedad eran evidentes, las dos ciudades fronterizas eran
acusadas de albergar en sus respectivos centros un buen
número de cantinas, casas de juego de azar, salones de
baile, cabarés y prostíbulos, que protestantes y puritanos
reprobaban socialmente.

43 Óscar J. Martínez, Op. cit., p. 54.

87
Las fuertes críticas hacia las diversiones públicas en
ambos lados de la frontera, indican que, por un lado,
provenían de personas con ideas morales y religiosas
provenientes del protestantismo y puritanismo nor-
teamericanos y, por el otro, que pertenecían a estratos
sociales altos, pues no se percibe que fueran personas
de estratos sociales y económicos bajos, aun cuando
tuvieran una educación familiar sustentada en valores
tradicionales. Es posible que tuvieran una opinión di-
ferente porque vieron en las cantinas y los garitos una
fuente de empleo ante la severa crisis económica por la
que atravesaba la ciudad, como se explica en apartados
anteriores.
La presión que ejercían sectores reformistas, purita-
nos y protestantes en El Paso, aunado a su posiciona-
miento en la política local que se tradujo en la adquisi-
ción de poder, pronto se reflejó con la implementación
de una campaña moralizadora, cuyo objetivo tendía a
expulsar de la ciudad diversiones que consideraban co-
rruptas para los individuos, haciéndolos menos produc-
tivos en una sociedad que ponderaba la dedicación al
trabajo como medio para alcanzar mejores niveles de
vida y una sociedad mejor educada. Las cantinas, pros-
tíbulos y el vicio que procedía del juego, despojaban del
producto de su trabajo a los individuos. Para los refor-
mistas significaba un lastre social que debía erradicarse,
pues se corría el riesgo de que los principios del protes-
tantismo norteamericano no se respetaran y, por tanto,
dieran origen a la descomposición social. Cuando las
presiones pasaron del discurso a la práctica, paulatina-
mente se cerraron esos lugares, reprobados socialmente.
Los propietarios no estuvieron convencidos de desha-
cerse de esos lucrativos negocios y los mudaron hacia
Ciudad Juárez: “Así, la ciudad de El Paso pudo limpiar

88
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

su imagen a costa de la imagen de su ciudad vecina con


la aceptación de los juarenses”.44
Las diversiones públicas cumplían la función social
de proporcionar distracción y esparcimiento a una masa
de trabajadores y campesinos sometidos a jornadas la-
borales extenuantes, así como a obreros, personas de la
clase media y de clase alta en sentido socioeconómico.
La introducción del automóvil facilitó el transporte de
campesinos hacia centros urbanos donde podían ad-
quirir insumos, pero también buscar formas de diver-
sión que no poseían en sus lugares de origen. En este
sentido, el vehículo automotriz proporcionó el acceso
a formas de vida de la ciudad, diferentes de las que co-
múnmente estaban acostumbrados hombres del medio
rural. Posiblemente el contacto social que tuvieron en
las grandes ciudades influyó en la manera de ver los
principios del protestantismo como restrictivos de otras
formas de distracción y esparcimiento.
La relativa cercanía con Ciudad Juárez delimitada
con El Paso por el río Bravo, símbolo de los límites
fronterizos entre ambos países cuyas aguas suministra-
ban vida a la precaria agricultura del Valle de Juárez,
fue estrechándose gracias al tránsito, por los puentes in-
ternacionales, de las diversiones malsanas que corrom-
pían la sociedad de El Paso, según la observación de
los sectores reformistas y puritanos. La escasa infraes-
tructura pública de Ciudad Juárez consistía en molinos
de harina, sucursales bancarias, telégrafo, alumbrado de
gas, línea interna telefónica y algunos edificios que, para
principios de siglo, le otorgaban el carácter de ciudad
urbana.45 La mayoría de estos servicios se concentraban

44 Ibidem.
45 Armando B. Chávez. Sesenta años de gobierno municipal. México.

89
en la zona centro, mientras que los alrededores todavía
se catalogaban como pueblos oscuros donde la moder-
nidad se negaba a llegar.
Pese a que las condiciones urbanas ni siquiera se
asemejaban en lo mínimo a las que había en El Paso,
algunos propietarios de centros de diversiones expulsa-
dos instalaron sus negocios en una ciudad donde el go-
bierno se ejercía a través de un jefe político y un presi-
dente municipal, funcionarios que no gozaban de buena
fama, pues regularmente se les acusaba de corruptos en
la prensa escrita. La infraestructura de diversión que se
instaló en Ciudad Juárez aminoró los efectos negati-
vos de la crisis por la que atravesaba la economía local,
carente de inversión que estimulara la productividad y
generara los empleos que la población demandaba.
A la crisis económica se sumaba el problema de la
migración de mexicanos repelidos por funcionarios de
la aduana de El Paso. El año de 1907 fue fatídico, pues
trajo acontecimientos que vendrían a repercutir en la
endeble economía de Ciudad Juárez. Uno sobresaliente
ocurrió cuando los funcionarios de la aduana de El Paso
negaron la entrada a un grupo numeroso de migrantes
mexicanos porque la mano de obra requerida al otro
lado del río estaba cubierta; es decir, la oferta y deman-
da de trabajadores mexicanos estaba en función de las
necesidades de los sectores productivos estadouniden-
ses. La política migratoria impuesta por las autoridades
norteamericanas ponía de manifiesto un ciclo laboral
perverso que hacía más evidentes las diferencias entre
los dos países. Por un lado, Estados Unidos destacaba
en el plano internacional por el desarrollo económico
sostenido que lo encaminaba como una potencia, mien-

Gráfica Cervantina, 1959, p. 7.

90
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

tras que en México no se lograba el desarrollo econó-


mico deseado y se ubicaba entre los países pobres cuya
riqueza oscilaba en la abundante mano de obra que
aprovechaban los estadounidenses para su beneficio.
Ciudad Juárez carecía de servicios públicos y ofer-
ta de empleo. Lamentablemente, albergaba a miles de
mexicanos que, varados en la frontera, demandaban
casa, cobija y sustento. Con la esperanza de que los
anglos abrieran la frontera en el corto plazo, el grupo
de mexicanos decidió esperar en Ciudad Juárez con-
fiados en la benevolencia de los estadounidenses para
que ofrecieran de nueva cuenta el empleo que tanto ne-
cesitaban. Esto ocasionó un amontonamiento de gente
que demandó a la ciudad comida y techo donde dormir.
Ante la situación, el gobierno mexicano hizo arreglos
para que les dieran empleo a doscientos trabajadores
en el ferrocarril de Chihuahua, pero ellos no aceptaron
el salario de 1.50 pesos al día.46 La expectativa de los
mexicanos varados en Ciudad Juárez, era la de emplear-
se en territorio norteamericano, donde iban a recibir sa-
larios mayores a 1.50 pesos al día que les ofrecían por
trabajar en los ferrocarriles.
La situación se normalizó hasta septiembre de 1907,
cuando se permitió que más de mil personas provenien-
tes de los estados de Michoacán, Jalisco y otras enti-
dades entraran a trabajar a territorio estadounidense.47
Ciudad Juárez se ubicó como puerta de entrada a Esta-
dos Unidos para miles de migrantes, quienes al llegar a
la ciudad pedían comida y techo, “la situación en Ciu-

46 Ibid., p. 57.
47 Álvaro Ochoa y Alfredo Uribe. Emigrantes del oeste. México.
Conaculta, 1990, p. 103.

91
dad Juárez se complicó más por las corrientes migrato-
rias que perjudicaron los recursos locales”.48
El éxodo de mexicanos hacia Ciudad Juárez ocasio-
nó otro amontonamiento como el que ocurrió en 1907.
“En 1910 de nuevo se repitió el amontonamiento hu-
mano debido a los trabajadores que se quedaron vara-
dos. Según se informó, mil trabajadores sin empleo lle-
garon en febrero y 1 500 en marzo”.49 La concentración
de gente en Ciudad Juárez llamó la atención del cónsul
mexicano en El Paso porque observó que la ciudad no
tenía capacidad para encargarse de los migrantes.
La migración de mexicanos rumbo a la frontera nor-
te significó un beneficio para la ciudad de El Paso por
el arribo de mano de obra barata contratada en diversos
sectores de la economía, principalmente en las compa-
ñías ferrocarrileras como Santa Fe y Southern Pacific:
“La Santa Fe ocupó a 2599 mexicanos […] la Southern
Pacific empleó a 2414”.50
La revolución de 1910 motivaría el éxodo de mexi-
canos hacia la frontera norte. Cientos de refugiados po-
líticos que escaparon de la persecución de las facciones
en pugna llegaron a Ciudad Juárez con el objetivo de
cruzar la frontera para internarse en El Paso y hacia
otros lugares de Estados Unidos. Dada la inseguridad,
la pobreza y el sometimiento al sistema productivo que
les era impuesto por el modelo económico de las ha-
ciendas, largas jornadas de trabajo y endeudamiento
con las tiendas de raya que les era imposible pagar por
los bajos salarios que percibían, miles de campesinos
migraron hacia el norte con la expectativa de cruzar la

48 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 59.


49 Ibid., p. 58.
50 Mario T. García. Op. Cit, p. 40.

92
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

frontera y emplearse en la pujante agricultura del su-


roeste norteamericano.
Con la llegada de la revolución, la economía de Ciu-
dad Juárez registró una pequeña mejoría, pues, a raíz
del conflicto armado, la localidad se convirtió en paso
de pertrechos militares que demandaron las facciones
en pugna. En 1911 se libró una importante batalla en
sus calles y tiempo después empezaron a arribar miles
de migrantes que huían de la revolución y de la pobre-
za. Pese a la leve mejoría económica de Ciudad Juárez,
durante la etapa de la revolución la ciudad era descrita
“como un lugar desolado, destruido y dañado por las ba-
las de los revolucionarios, en el que solo había algunas
tiendas de curiosidades y varios centros de diversión”. 51
La migración de miles de mexicanos, en su mayo-
ría pobres, motivó que la población de Ciudad Juárez
aumentara considerablemente, pues de 10 621 habi-
tantes registrados en 1910, para 1920 se incrementó a
19 457; es decir, un aumento gradual de casi dos mil
personas por año.52 La migración se tornó difícil para
Ciudad Juárez en una época también difícil para la ma-
yoría de los mexicanos de todo el país, pues el hambre,
la falta de empleo y el régimen de haciendas generaban
que no se repartiera la riqueza y tierras entre miles de
marginados.
A pesar de la leve recuperación de la economía de
Ciudad Juárez por el paso de suministros militares y la
afluencia de turistas norteamericanos, los negocios de
El Paso fueron los que más se beneficiaron, pues du-
rante el corto periodo de 1914 a 1915 fueron las tro-
pas villistas las que controlaron la frontera, y todas las

51 Flores Simental. Op. cit., pp. 46-47.


52 González de la Vara. Op. cit., p. 133.

93
compras de pertrechos y comestibles las hicieron del
lado estadounidense. “Los revolucionarios asistían a los
hoteles y a los restaurantes y compraban una gran varie-
dad de mercancías, incluso armas, en las tiendas de El
Paso”.53 Ciudad Juárez recibió el beneficio en el sector
de los servicios, mientras que las compras de los villistas
en El Paso incentivaron los tres sectores de la econo-
mía; por tanto, la derrama económica se reflejó más que
su contraparte del espacio fronterizo mexicano.
Algunos mexicanos ricos54 que huyeron de la revo-
lución se instalaron en exclusivos sectores urbanos de la
ciudad y, al mismo tiempo, ahorraron e invirtieron su
dinero en negocios e instituciones financieras, lo que
contribuyó a la consolidación y crecimiento de la eco-
nomía, “muchos refugiados tenían elegantes casas de la-
drillo que habían hecho construir en un barrio llamado
Sunset Heights”.55
El eje que sostenía parte de la economía juarense era
la oferta de la diversión a través de sus cabarés, cantinas,
casas de juego y la zona de tolerancia, lugares de entre-
tenimiento que turistas norteamericanos visitaban con
regularidad. Las diversiones públicas se convirtieron en
negocios redituables en tiempos difíciles, pues genera-
ron empleo e impuestos para la población y el munici-
pio, respectivamente. La coyuntura económica que re-

53 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 72.


54 Carlos González Herrera consigna que para 1915 en El Paso
y en otras ciudades del sur de Estados Unidos estaban ya asenta-
dos grupos de la clase alta mexicana y que, al mismo tiempo, cita
como parte de la oligarquía que había apoyado a Díaz y Victoriano
Huerta. González afirma que este grupo de exiliados ricos en El
Paso trajeron cuantiosas fortunas desde Chihuahua y otros lugares
de México. Op. cit., La frontera que vino del norte. pp. 218-219.
55 Ibidem.

94
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

presentaban las diversiones, muchas de ellas proscritas


en El Paso, resultó una oportunidad de negocio para los
ricos y no tan ricos de Ciudad Juárez, quienes poseían el
capital suficiente para invertir en cantinas, cabarés, sa-
lones de baile, una plaza de toros y un hipódromo que,
en conjunto, representaban la oferta en diversión que la
ciudad ofrecía no solo a los turistas norteamericanos,
sino también a los migrantes mexicanos.56 Durante esta
“época de balas”, las diversiones malsanas no tuvieron
mala fama, la inmoralidad de que eran acusadas pasó a
segundo término pues, paradójicamente, daban susten-
to a los habitantes de una ciudad asolada por revolucio-
narios y federales.
A pesar de que disminuía la agricultura de Ciudad
Juárez, su diversidad de cultivos como resultado de la
escasez de agua por sequías continuas y la contención
del agua del río Bravo por los anglos, se cultivaban gra-
nos y se producían algunos alimentos para el autocon-
sumo. El suministro de alimentos básicos para la pobla-
ción juarense y los comercios establecidos en el centro
de El Paso significaron la principal fuente de abasto.
Cuando se terminó en 1916 la presa Elephant Butte
trajo beneficios en cuanto al suministro de agua para la
región agrícola de El Paso-Ciudad Juárez. La seguridad
de contar con abastecimiento de agua ofreció a los agri-
cultores de Ciudad Juárez la posibilidad de aumentar la
producción de alimentos a gran escala.
A pesar de la dependencia de Juárez con respecto a
El Paso, la población juarense tuvo la oportunidad de

56 Por ejemplo, los hermanos Melchor y Ángel Calderón poseían


cantinas y financiaron la construcción de la primera plaza de toros a
partir de finales del siglo XIX. Posteriormente, durante el siglo XX,
se dieron a la tarea de invertir en salas de cine.

95
comprar alimentos a unos cuantos pasos del límite in-
ternacional, mientras que para otras poblaciones al sur
de la frontera mexicana la situación era distinta por la
escasez de comestibles. Cálculos conservadores estiman
que los juarenses gastaban miles de dólares en compra
de insumos alimenticios de primera necesidad como
manteca, frijol y arroz, entre otros. Esa dependencia de
Ciudad Juárez respecto de El Paso contradecía los argu-
mentos de funcionarios del gobierno paseño en el sen-
tido de que sus habitantes dejaban grandes cantidades
de dólares en casas de juego, cantinas y prostíbulos de
Ciudad Juárez. En este sentido, la economía fronteriza
reflejó un efecto boomerang; es decir, los capitales tenían
movilidad de un lado hacia otro, con mejores resultados
para El Paso, pues ricos exiliados mexicanos deposita-
ron parte de su fortuna en bancos norteamericanos.
De 1910 a 1920 la economía de Ciudad Juárez pre-
sentaría indicios leves de recuperación por la subsisten-
cia de las diversiones públicas, la migración y el estable-
cimiento de nuevos comercios; sin embargo, la situación
parecería mejorarse a partir de 1920 con el arribo de
una segunda oleada de diversiones públicas expulsadas
de El Paso como resultado de la imposición de la Ley
Volstead, que simbolizaba un triunfo para los prohibi-
cionistas y reformistas norteamericanos que pugnaban
por la búsqueda de una sociedad ideal libre de vicios y
corrupción. El tipo de economía de diversión, que os-
cilaba entre la formalidad y la informalidad, vendría a
proporcionar un respiro económico para la ciudad.
En 1921, el gobernador del estado, a través del pre-
sidente de la Junta Censal, informó al presidente mu-
nicipal de Juárez el resultado del censo57 de 1920: un

57 AHCJ. 10 de diciembre de 1921.

96
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

total de 27 226 habitantes, de los cuales 15 115 eran


mujeres y 12 mil 111 hombres.58 La presencia de muje-
res era mayor que la de los hombres y posiblemente esta
diferencia puede explicarse por variadas causas, una de
ellas sería la creciente demanda de empleo en servicios
domésticos y lavanderías en la vecina ciudad paseña y,
por otra parte, la migración de los hombres hacia Esta-
dos Unidos.
De acuerdo con lo anterior, puede señalarse que en
veinte años la población de Ciudad Juárez se triplicó,
pues para 1900 tenía poco más de ocho mil habitantes.
Una de las causas del aumento –aun cuando la migra-
ción hacia el otro lado de la frontera era una realidad–
fue la oportunidad de empleo ofrecida por la llegada de
nuevas diversiones, que generaron espacios de trabajo
para mexicanos y extranjeros. Sin embargo, los extran-
jeros que instalaron esas diversiones en El Paso genera-
rían otros conflictos, pues impusieron formas laborales
intolerantes para los mexicanos, las cuales fueron de-
nunciadas ante las autoridades, pero fueron desatendi-
das, lo que motivó la formación de asociaciones gremia-
les de ciudadanos nacionales para demandar lo que por
derecho estipulaban y les otorgaban las leyes mexicanas.

58 Óscar J. Martínez y Alicia Castellanos Guerrero, sobre la histo-


ria de Ciudad Juárez, sostienen que la migración siempre fue en be-
neficio de El Paso, que en 1920 registró casi cien mil habitantes. Sin
embargo, se puede observar que Ciudad Juárez también se benefició
por la migración, porque de 1900 a 1920 triplicó su población. En
1929, a consecuencia de la depresión, a Ciudad Juárez llegaron mi-
les de deportados que buscaban regresar a sus lugares de origen en
México, pero también no se descarta que muchos de ellos se hayan
quedado en la ciudad porque encontraron empleo o esperando el
momento de que las condiciones económicas mejoraran en Estados
Unidos con la esperanza de regresar.

97
Se puede concluir en este apartado que los ferroca-
rriles que llegaron a El Paso en 1881 (a Paso del Norte
el ferrocarril arribó en 1884, tres años más tarde), au-
nado a la Zona Libre, la agricultura, la migración, la
apuesta al turismo apoyada en la industria de la diver-
sión, influyeron en el desarrollo económico de la región,
pero también, con el transcurso de los años, para que
los juegos de azar y prostíbulos, que abundaron del lado
norteamericano, se desarrollaran más.59 En este con-
texto puede señalarse que la mayoría de las diversiones
públicas que llegaron a Ciudad Juárez desde finales del
siglo XIX, hasta su masificación a partir de 1920, se
sustentaron como una coyuntura que en parte resol-
vió la problemática económica que se arrastraba desde
principios del siglo XX.

La prohibición del alcohol en Estados Unidos pue-


de resumirse como el triunfo de

los ministros fundamentalistas que esgrimen la Bi-


blia contra el radicalismo, el alcoholismo y el inte-
lectualismo sofocan y desvían la inconformidad ru-
ral de los veinte en delirios oratorios de los de Billy
Sundays y sus despliegues apocalípticos/celestiales
de orquestas y coros.60

59 Ibid., p. 54.
60 José Luis Orozco. El testimonio político norteamericano (1890-
1980). Volumen II. México. SEP-UNAM. 1982, p. 14.

98
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

La prohibición, “acentúa sin duda la beligerancia de


los sectores conservadores-balanceadores de la sociedad
norteamericana”.61
Los “puritanos” de El Paso creían que la nueva pro-
hibición que regía a la sociedad norteamericana iba a
terminar con los “vicios” que por años combatían des-
de diferentes trincheras: desde el control político local
hasta algunos periódicos como El Paso Herald. También
creyeron que una vez expulsados los centros de vicio ha-
cia el espacio fronterizo mexicano, la problemática so-
cial –reflejada en el aumento de los índices de consumo
de drogas y alcohol– tendería a disminuir; sin embargo,
la delgada línea de la frontera política que separaba a El
Paso de Ciudad Juárez seguía manteniéndose permea-
ble al flujo humano de dos comunidades que estaban
unidas por un pasado histórico y cultural, a pesar de
las diferencias de lenguaje y de una sociedad “clasista”
impuesta por los anglos.
A partir de la recién e impuesta época de las pro-
hibiciones, en este apartado me propongo mostrar el
proceso de expulsión del vicio de El Paso hacia Ciudad
Juárez mediante la instalación de una infraestructura
de servicios que, para los “puritanos”, eran diversiones
“viciosas”. Asimismo, también trataré de poner de relie-
ve el contexto sociocultural desde los personajes que lo
hacen posible; para ello, se indaga en las representacio-
nes sociales, creencias, ritos, discursos y prácticas colec-
tivamente elaboradas. Pongo énfasis en los significados
de los espacios a través de prácticas culturales de razas
heterogéneas, de lenguajes diferentes, pero que lograron
comunicarse, entenderse y convivir en espacios “lúdi-
cos” y “profanos”. Desde esta perspectiva, se definen los

61 Ibidem.

99
espacios como “los bajos fondos, de prostitutas, jugado-
res, bohemios, bandidos, espiritistas, homosexuales, de
lugares de ocio y de vida nocturna”.62
Mientras que El Paso lograba “limpiar” su imagen
de ciudad del “vicio” que paulatinamente transfería a
Ciudad Juárez a partir de los primeros años del siglo
XX, el contacto y la convivencia entre personas con di-
ferencias culturales y raciales convertía al espacio fron-
terizo mexicano en un laboratorio donde se experimen-
taba una nueva dinámica social, donde unos y otros,
mexicanos y extranjeros, reclamaban la supremacía de
los espacios laborales.

Las ideas prohibicionistas que experimentó la so-


ciedad norteamericana desde finales del siglo XIX y
las dos primeras décadas del siglo XX, incentivaron a
propietarios de cantinas, juegos de azar y prostíbulos
de El Paso a trasladarlos a la frontera norte mexicana,
luego de que estas diversiones fueron reprobadas social-
mente por atentar contra la moral pública y contribuir
al incremento de delitos. Bajo esos argumentos fueron
prohibidas en territorio norteamericano.
El sistema valorativo tradicional de la sociedad
norteamericana tenía como uno de sus pilares la ética
protestante y el temperamento puritano, códigos que
exaltaban el trabajo, la sobriedad, la frugalidad, el fre-
no sexual y una actitud prohibitiva hacia la vida.63 Los

62 Sergio González Rodríguez. Los bajos fondos. México. Cal y Are-


na, 1995, p. 11.
63 Daniel Bell. Las contradicciones culturales del capitalismo. En

100
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

puritanos señalaron que la sociedad de la época era co-


rrupta, y se debía volver a la simplicidad primitiva de la
iglesia original, que derivaba su voluntad directamente
de Dios, no de instituciones hechas por el hombre.64
La oleada prohibicionista originada en grupos
religiosos,65 moralistas, reformadores y progresistas,
dio pie a la formación de agrupaciones sociales cuyo
objetivo estaba encaminado a combatir el consumo de
alcohol y drogas. Durante 1869 en Estados Unidos se
constituyó el Partido Prohibicionista, cuyo objetivo será
promover la templanza y el decoro cristianos. En 1895
se creó la Liga Contra los Bares con la finalidad de
mantener a la sociedad estadounidense limpia de ebrie-
dad, juego y fornicación.
Para los protestantes, el consumo de alcohol repre-
sentaba los hábitos sociales de la población inmigrante,
mientras que, para el progresista, el bar era la fuente de
la corrupción que, creía, era el veneno de la vida políti-
ca.66 En este sentido, Daniel Bell apunta que la prohi-
bición fue algo más que una cuestión relacionada con

www.hipersociologia.org.ar
64 Ibidem.
65 En 1914 llegó a El Paso un grupo de personas que se deno-
minaban “Escuadrón de Aviadores de América”, que apoyaban la
prohibición de alcohol en Estados Unidos. El Paso Herald calificó al
grupo como la “primera tropa” que llegaba a la ciudad por invitación
de la “Primera Iglesia Cristiana” con el objetivo de concienciar y
buscar apoyo de la población a favor de la prohibición. El grupo
se subdividió en tres grupos que sostendrían pláticas con la gente
por la tarde y la noche. Uno de los grupos estaría encabezado por
el gobernador de Texas, Frank S. Hanley, quien estaba a favor de la
prohibición del alcohol. El Paso Herald. 7 de octubre de 1914.
66 Ibidem.

101
el alcohol, fue también un problema de carácter y un
momento de cambio en el modo de vida.67
La Ley Harrison fue creada en 1914 con la finalidad
de prohibir el consumo de opio, morfina, heroína y co-
caína sin receta médica. Con la promulgación de esta
ley se trató de contener el incremento en los índices de
consumo de drogas en Estados Unidos y sancionar a las
personas que las traficaban ilegalmente.
Las ideas prohibicionistas que se extendieron por
todo Estados Unidos y El Paso no fueron la excepción,
pues muchos de los propietarios de esos lugares, al verse
amenazados de clausura, transfirieron sus operaciones a
Ciudad Juárez.68 Las diversiones públicas prohibidas en
El Paso e instaladas en Ciudad Juárez son descritas así:

Para 1906 operaban en la ciudad un palenque de


gallos, una plaza de toros y pronto se sumarían el
boxeo, los casinos, el hipódromo y una intensa vida
nocturna […] Lo anterior coincidió con la conso-
lidación de un clima moralizante en Estados Uni-
dos donde se instauraron disposiciones legales que
prohibían no solamente las vistas de boxeo, sino los
juegos de azar y las apuestas. Juárez se convirtió en
la plataforma de operaciones de un buen número
de empresarios norteamericanos que no dudaron
en cruzar la frontera para abrir cantinas y prostíbu-
los.69

67 Ibidem.
68 Óscar J. Martínez, Op. cit., p. 51.
69 Willivaldo Delgadillo/Maribel Limongi. La mirada desenterra-
da, Juárez y El Paso vistos por el cine (1896-1916). El Paso, Texas.
Cuadro por Cuadro, editor Miguel Ángel Berumen. 2000, p. 73.

102
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

Óscar J. Martínez señala que no resulta ilógico su-


poner que esta situación hiciera que los promotores de
las diversiones “ilegales” se mudaran del sur de Estados
Unidos a las ciudades fronterizas mexicanas.70 En este
sentido, puede subrayarse que: “sin importar su origen,
los testimonios indican que los norteamericanos hicie-
ron inversiones considerables en el hipódromo, en los
restaurantes, en los juegos de azar y cantinas de Ciudad
Juárez”.71
Las diversiones públicas abiertas en Ciudad Juá-
rez encaminaron su economía hacia el turismo, pero,
al mismo tiempo, se acentuó aún más la dependencia
respecto de El Paso. El bienestar económico iba en
función de la incierta corriente de visitantes norteame-
ricanos y de la promoción turística que la Cámara de
Comercio y hombres de negocios de El Paso hacían de
Ciudad Juárez.
Las ideas prohibicionistas que prevalecían en Esta-
dos Unidos a fines del siglo XIX fueron una conjunción
de sentimientos protestantes, nacionalistas, progre-
sistas, populistas y antialcohólicos que presionaron en
varios estados a favor de la implementación de una ley
de tipo prohibicionista,72 que vieron hecha realidad en
1918 en Texas73 y hasta 1920 en toda la Unión Ameri-

70 Ibid., pp. 51-52.


71 Richard M. Estrada. Border Revolution: The Mexican Revolu-
tion en the Ciudad Juárez-El Paso Area, 1906-1915. Tesis de maes-
tría, Universidad de Texas en El Paso, 1975, p. 16. Citado por Óscar
J. Martínez. Op. cit., p. 52.
72 Ibid., p. 51.
73 El 27 de julio de 1916 en Dallas, Texas, se llevó a cabo la pri-
mera consulta pública o votación para decidir si el Estado aprobaba
o no la prohibición del alcohol. El resultado de 157 000 personas a
favor de la prohibición y 154 720 en contra, claramente mostró que

103
cana, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la
Enmienda XVIII que prohibió la producción, venta y
consumo de alcohol en todo el país.
En 1918, El Paso Herald mostró su beneplácito a
través de su editorial y vaticinó que una vida sobria se-
ría alejada de la oscuridad de ahora en adelante, pues
a partir del 15 de abril entraría en vigor la prohibición
del alcohol en Texas, ya que las legislaciones de El Paso,
San Antonio, Dallas, Ft. Worth, Houston y Waco, se
habían decidido por la prohibición del alcohol. El pe-
riódico calificó de “buena” la medida en beneficio de
todos los ciudadanos.74 Así, el periódico ratificaba su
postura contra el vicio y se mostraba solidario con gru-
pos reformistas y protestantes, que desde finales del si-
glo XIX habían declarado la “guerra” a lo que llamaban
vicio y que, posiblemente, también formaban parte de
su operación, escudándose en un falso discurso religioso
y de defensa de la moral.
Meses antes de que entrara en vigencia la prohibi-
ción del alcohol en el estado de Texas, la mayoría de la
población de El Paso se manifestó en contra con 2397
votos.75 No obstante, con la votación de otros condados,
se decidió por la prohibición. La decisión de la mayo-
ría de la gente por que El Paso se mantuviera “mojado”
significó un golpe a la dura línea editorial de El Paso
Herald que lo aceptó, pero advirtió: “los prohibicionistas
perdieron la primera batalla”.76

la población estaba dividida en torno del tema. El resultado todavía


no contemplaba los tres mil votos que se tenían que emitir en el
condado de El Paso, que podrían modificar materialmente el resul-
tado de la votación. El Paso Herald, 27 de julio de 1916.
74 El Paso Herald. 15 de marzo de 1918.
75 El Paso Times. 31 de enero de 1918.
76 El Paso Herald. 31 de enero de 1918.

104
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

A pocos años de que la prohibición del alcohol fuera


efectiva en territorio norteamericano, en 1917, el direc-
torio comercial de la ciudad de El Paso, Texas, registró
un total de 168 negocios ligados a la venta de alcohol
con el nombre de saloons.77 Cantinas, restaurantes, hote-
les, cafés, servicio de bebidas al automóvil, y otros, ven-
dían alcohol a sus clientes. El 37.5 % de esos negocios
estuvieron instalados en tres calles de la ciudad de El
Paso: Stanton, El Paso y San Antonio. La calle El Paso
albergó el 16.6 %, mientras que la Stanton el 10.7 %, y
la San Antonio un 10.1 %.
Tanto los nombres de personas como de negocios
en español, representaron el 20.4 % del total, aproxi-
madamente.78 El resto tenía nombres en inglés. Estos
porcentajes sugieren que el número de inversionistas de
origen mexicano era relativamente pequeño en compa-
ración con los de la localidad. Los nombres más comu-
nes de origen hispano eran: Daniel Martínez, Federico
Delgado, Fernando Díaz, Alberto Mata, Benito Fierro,
Adolfo Gavaldón, Guadalupe Cerna, Gregorio Ochoa,
Martiniano Parra, Anastasio Ramírez y Mariano Ro-
dríguez. Los nombres de los negocios: La Paloma Bar,
La Patria, Martina, Río Grande, Tres Piedras, Casa de
Oro, El Toro y Cinco de Mayo, entre otros.
El directorio comercial de El Paso promocionaba
solo una cantina que estaba al otro lado del río por la

77 Directorio de la ciudad de El Paso, Texas, 1917, pp. 814-815.


Colecciones Especiales de la Biblioteca de la Universidad de Texas
en El Paso. La palabra Saloons traducida al español es bares y en
México se les conoce como cantinas.
78 Directorio de la ciudad de El Paso, Texas, 1918, pp. 875-876.

105
avenida Juárez: Big Kid’s Palace. Posiblemente, su pro-
pietario J. N. Shipley tenía inversiones en ambos lados
y le interesaba promocionarlo del lado americano, pues
la distancia entre un centro y otro no era extensa. La in-
teracción entre Ciudad Juárez y El Paso no se limitaba
únicamente a la humana, había una posición flexible por
parte de la autoridad mexicana de permitir también la
movilidad de capitales. Sin duda, esta situación permi-
tió que la inversión de norteamericanos, algunas veces
asociados con mexicanos, diera origen a un complejo
sistema de diversiones públicas que generó empleo, cir-
culación de dinero, impuestos, pero también una forma
de diversión y distracción que no acababa por encajar
en una sociedad cuyo sistema valorativo estaba finca-
do en principios emanados del catolicismo. Esa nueva
forma de diversión atentaba contra los valores morales
que prevalecían en la época, o también puede leerse que
la sociedad mexicana, en este caso la de Ciudad Juárez,
empezaba a ver con recelo valores impuestos por secto-
res conservadores como la Iglesia católica, de igual ma-
nera como sucedía con la norteamericana que se oponía
a los valores y principios emanados del protestantismo,
para así dar paso al modernismo y a una fase de alto
consumo.
Las calles El Paso y Stanton se comunicaban direc-
tamente con la avenida Juárez y la calle Lerdo de Ciu-
dad Juárez a través de los dos puentes internacionales.
Por tanto, los clientes mexicanos y los norteamericanos
que quisieran consumir alcohol en la vecina ciudad, úni-
camente tendrían que cruzar el puente a pie, en auto-
móvil o en tranvía. La distancia que tenían que recorrer
era de unos cuantos metros. El grueso de los negocios
estuvo ubicado estratégicamente en el centro de ambas
ciudades, solo separados por el río Bravo. Las princi-

106
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

pales calles de Ciudad Juárez contaban con servicios


públicos indispensables como suministro de agua, pa-
vimento, luz eléctrica, que respondían a las necesidades
de cantinas, restaurantes y cabarés, además de la presen-
cia de un sistema de tranvías y de taxis que facilitaban
el transporte de un lado a otro. A esta infraestructura
instalada apostaron los inversionistas norteamericanos
y no al simple hecho de trasladar sus negocios de El
Paso a Ciudad Juárez.
Calles cortas, la de El Paso, Stanton y sus homó-
logas, la Juárez y la Lerdo, principal ruta del tranvía,
divididas por los puentes, significaron el centro de la
diversión de la frontera en una época de marcados con-
trastes culturales, económicos, ideológicos y políticos
entre dos países con un pasado histórico marcado por
recientes guerras civiles.
Para 1918, el directorio de la ciudad de El Paso
registró 156 negocios donde se vendía alcohol, doce
menos que el año anterior. En 1919, el directorio no
registró negocios ligados a bebidas embriagantes, pues
a finales de 1918, el estado de Texas fue de los primeros
de la Unión Americana en prohibir la producción, ven-
ta y consumo de alcohol. Propietarios de las cantinas
cerradas en El Paso –como resultado de la prohibición
del alcohol– cruzaron la delgada línea fronteriza para
instalarlas en Ciudad Juárez.

Una segunda expansión de mayor proporción a la


generada por las diversiones públicas de Ciudad Juárez,
surge a raíz de la aprobación, en 1920, de la Enmienda
XVIII por parte del Congreso de Estados Unidos, que
prohibió la producción, venta y consumo de alcohol en

107
todo el país. Los quince años de vigencia de la prohibi-
ción del alcohol en Estados Unidos, traerían importan-
tes cambios en la esfera económica y social de la región,
pues durante “los años de la Prohibición (1918-1933),
El Paso y Ciudad Juárez experimentaron una intensa
interacción humana y económica estimulada por la ex-
pansión del turismo”.79
La prohibición del alcohol al otro lado de la frontera
motivó que miles de visitantes llegaran a Ciudad Juárez
en busca de licor y de otros placeres que provenían de
otras diversiones, como los prostíbulos y las casas de
juegos de azar. La llegada de visitantes norteamerica-
nos, nuevamente, impactó la economía, pues con ellos
también arribaron cantidades considerables de dinero,
pero también llegaron formas de vida y comportamien-
tos que no compaginaban con los de los mexicanos. Los
norteamericanos experimentaban el endurecimiento en
sus leyes para lograr un control social, y el espacio fron-
terizo mexicano representó el lugar para transgredir le-
yes, valores sociales y morales; por tanto, las ciudades
fronterizas eran los espacios para desfogarse y olvidarse
por algunos momentos de un sistema legal que les im-
puso restricciones, como beber alcohol.
No obstante, parte del total de los ingresos prove-
nientes del turismo regresaron a su lugar de origen “de-
bido a la fuerte dependencia por parte de los juarenses
hacia tiendas de El Paso para sus necesidades diarias”.80
Aunque este tipo de dependencia se observó años des-
pués de que la Zona Libre dejó de funcionar y El Paso
superó comercialmente a Ciudad Juárez.

79 Óscar J. Martínez. Op. cit., p. 223, en Manuel Ceballos Ramírez.


80 Ibidem.

108
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

Donde más se reflejó el efecto de la prohibición del


licor fue en la generación de empleos en Ciudad Juá-
rez por la apertura de nuevos centros de diversión que
emplearon a cientos de personas como cantineros, me-
seros, choferes, músicos, mozos de limpieza, veladores,
etcétera; lo cual no significó que por efecto del empleo
aumentara la población, pues parte de ella seguía emi-
grando hacia El Paso donde se contrataba en lavande-
rías, servicio doméstico, industria y agricultura o, en su
caso, partía hacia otros estados del suroeste norteame-
ricano, principalmente a California, donde las percep-
ciones salariales eran mucho mejores que en sus lugares
de origen.
Este segundo auge de las diversiones, se estima, fue
transitorio, pues al derogarse la Enmienda XVIII, en
1933, una cantidad considerable de los negocios ligados
a la diversión y alcohol regresaron a su lugar de origen.
A partir de este breve periodo histórico comenzaron a
acuñarse diversos calificativos respecto de Ciudad Juá-
rez y Tijuana que darían origen al mito de la leyenda
negra de la frontera mexicana.
El lucrativo negocio de las cantinas en Ciudad Juá-
rez no solo promovió la adquisición, compra y trans-
porte de bebidas embriagantes de estados productores
de México –como Jalisco, por el tequila; Zacatecas y
Oaxaca, por el mezcal–; inclusive pulque que se produ-
cía al interior y en estados del altiplano central o aguar-
diente que provenía de los grandes productores de caña;
también llegó whisky de Estados Unidos. Por supuesto,
la cerveza se produjo por grandes cantidades durante el
auge de las cantinas. Así como salió licor de contraban-
do, de la misma forma llegó de otras partes de la Unión
Americana.

109
Se estima que a partir de la prohibición, llegó a
Ciudad Juárez licor de todos los puntos productores de
Estados Unidos. Victor Warrens, distribuidor mayo-
rista de alcohol de Yreka, California, trasladó a Juárez
más de cien barriles de whisky, cuyo valor estimado fue
de más de cien mil dólares.81 La población en El Paso,
para 1920, como ya se mencionó, llegó a cien mil per-
sonas, aunado a las que provenían de otros estados de
la Unión, de todas ellas, un buen porcentaje del total
gustó de las diversiones y del licor; por lo tanto, se miró
a Ciudad Juárez como un prominente negocio de incal-
culable ganancia y un lugar de interminable diversión.
Según muestra la tesis de Edward Lonnie Langston,
para 1919, vía El Paso, fueron transportados por camio-
nes y vagones 448 barriles y 7218 botellas de whisky a
Ciudad Juárez.82 Si tal cantidad de bebidas embriagan-
tes llegaron a Ciudad Juárez cabe preguntar: la impor-
tación de la bebida, ¿pagó el impuesto correspondien-
te?, ¿pasó por la garita aduanal?, ¿quién o quiénes eran
el/los destinatario/s? De los miles de litros de alcohol
que se introdujeron a Ciudad Juárez, un porcentaje se
destinó para consumo local y el otro para regresarlo de
nuevo a su lugar de origen de forma ilegal. Esta situa-
ción revela que posiblemente fue más fácil organizar y
planear la distribución desde la frontera mexicana. A
lo largo del río Bravo había puntos que los agentes fe-
derales no lograron cubrir. Además, no se descarta que
algunos de ellos estuvieran involucrados en ese rentable
negocio ilegal.

81 Edward Lonnie Langston. The impact of prohibition on the


Mexican-United Status border: The El Paso Ciudad Juarez Case.
Tesis de doctorado. Texas Tech University, 1974, p. 223.
82 Ibid., p. 224.

110
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

El tiempo en que Estados Unidos servía para que


a través de su territorio pasara licor que se producía en
otros países como Canadá, Cuba y Alemania, fue apro-
vechado por importadores, pero al poco tiempo se re-
glamentó y se prohibió que por El Paso llegaran in bond
a Ciudad Juárez. Con la prohibición dejaron de llegar a
Ciudad Juárez más de veinte mil galones de vino espiri-
tuoso destinado al norte de México, especialmente para
Ciudad Juárez.83
Las autoridades mexicanas también dispusieron re-
glamentar y prohibir la entrada y salida de licor. Así,
para el 28 de febrero de 1920, la Secretaría de Hacienda
comunicaba a todos los administradores de las aduanas
de la frontera norte una orden por la que se prohibía la
exportación de licores a Estados Unidos, así como la
llegada de vinos espirituosos de este país. El despacho
que publicó el periódico La Patria señalaba que: “desde
la presente semana la orden quedará en vigor y no se
permitirá por los agentes fiscales la exportación de vi-
nos al lado americano ni la importación de los mismos
a México”.84
Esas dos medidas que, por separado pero en la mis-
ma época, implementaron los dos gobiernos resultaron
ineficaces, pues parece que el contrabando creció a tal
grado que la vigilancia resultó insuficiente para contra-
rrestar la actividad ilícita. El contrabando de licor cons-
tituyó un problema, pues el gobierno dejó de recibir
importantes sumas de dinero por concepto de impuesto
por los licores.
Ante la inminente prohibición y a tan solo un día
de que entrara en vigor la citada ley, los propietarios

83 La Patria. 1920.
84 La Patria. 1 marzo de 1920.

111
del ramo del licor se dieron a la tarea de llevar todas las
bebidas a Ciudad Juárez, que, según los periódicos de la
época, se convirtió en la ciudad de la frontera mexicana
que más almacenó licores y vinos. El periódico La Pa-
tria informaba así a sus lectores:

Siendo mañana el último día en que se sacará le-


galmente licor de este país, una gran cantidad de
barriles y cajas de diferentes bebidas alcohólicas, en
su mayor parte de diversas marcas de whisky, han
pasado por este puerto a la vecina Ciudad Juárez
[…].85

Más que informar, ponía en alerta al público en ge-


neral sobre los efectos de la medida, de tal suerte que
parecía que el periódico estaba en contra de la disposi-
ción y de esta manera fijaba su postura.
Pequeñas cantinas se instalaron y expendieron el
pulque como principal producto; el vaso tuvo un cos-
to al consumidor de diez centavos. La producción del
pulque tenía su temporada. Durante la primavera, esta
bebida derivada del maguey se somete a un proceso de
fermentación, por lo que requiere se consuma entre 24
o 36 horas después de su fabricación, pasado este tiem-
po ya no es recomendable ingerirla. El pulque se consu-
mía principalmente en cantinas que, de acuerdo con la
clasificación que establecía el municipio, correspondían
a las de tercera categoría, con lo que indirectamente im-
ponía una distinción de tipo clasista, pues el pulque lo
consumían las clases económicamente bajas.
La lucrativa actividad del contrabando de licor, re-
sultado de la prohibición del alcohol en la Unión Ame-

85 Ibidem.

112
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

ricana, no se restringió a un género, pues las mujeres


también se involucraron en esta actividad ilícita. Las
norteamericanas que venían de visita a Ciudad Juárez
a su regreso a El Paso transportaron de manera oculta
botellas de licor, algunas fueron detectadas y puestas a
disposición de la autoridad, y otras lograron introducir-
las. También las mexicanas se arriesgaron y transpor-
taron licor ilegalmente a Estados Unidos. La sanción
aplicada a quienes ilegalmente transportaron licor a te-
rritorio estadounidense consistía en multas económicas
y años de cárcel. El lucrativo negocio del tráfico de licor
ilegal modificó los tradicionales roles sociales asignados
a las mujeres, ahora el contrabando no era cuestión de
género, por ejemplo, Josefina Ronquillo testificó ante
la corte federal mexicana, pues había sido arrestada
porque en su casa se encontraron diecinueve botellas
de tequila. El argumento del ama de casa, quien había
dejado ese rol tradicional para dedicarse a una actividad
más lucrativa, pero ilegal, era que su marido no ganaba
lo suficiente para la manutención y que por eso se había
dedicado al tráfico de licores.86 ¿Acaso la declaración
de la mujer evidenciaba la situación de pobreza de la
población o ponía de manifiesto que el tráfico de licor
fue practicado por todas las clases sociales existentes?
La prohibición causó conmoción. Muchas personas
de El Paso cruzaron el puente para ir a consumir alco-
hol a Juárez, lo cual motivó que autoridades migrato-
rias norteamericanas iniciaran un proceso de control.
El jefe de la oficina de inmigración de El Paso ordenó
que no se aceptaran pasaportes de uno, cinco o diez días
otorgados por las autoridades del estado de Chihua-
hua. Con la prohibición se abría otra actividad ilegal

86 La Patria. 1921.

113
que grupos reformistas, progresistas y protestantes no
sopesaron, sino que contribuyó para que norteamerica-
nos, alemanes, irlandeses y mexicanos se enriquecieran
mediante el contrabando de licor que se consumía en
grandes cantidades en Estados Unidos, cuando era legal
su consumo.
En la búsqueda para disminuir el índice de perso-
nas dedicadas al contrabando de licor, se endurecieron
las sanciones para todas las personas que violaban las
leyes relativas al tráfico de licores. Las leyes se dieron
a conocer por diferentes medios. Los conductores de
automóviles de sitio que violaran la disposición, serían
sujetos a clausura durante un año, mientras que los par-
ticulares corrían el riesgo del decomiso del vehículo. El
jefe de los agentes federales no dudó en anunciar una
enérgica campaña en contra de todas las personas que
se dedicaran a violar las leyes prohibicionistas.87
Norteamericanos y mexicanos, sedientos de licor y
de placer, continuamente violaban el orden jurídico y
moral de Ciudad Juárez. Muchos de ellos fueron encar-
celados y su liberación consistió en el pago de multas
fijadas por el juez de barandilla. Espectáculos denigran-
tes eran parte de la cotidianidad por parte de los visi-
tantes o turistas, algunos de ellos fueron arrestados por
deambular semidesnudos por las principales calles.88 Lo
paradójico del problema que representaba la ebriedad
pública, que quebrantaba muy seguido el bando de buen
gobierno y, por tanto, la moral pública, parecía compen-
sarse con los ingresos que generaba al erario municipal,
de tal manera que a la más leve insinuación de personas
ebrias por quebrantar el reglamento, inmediatamente

87 La Patria. 1920.
88 Ibidem.

114
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

eran encarceladas, pues de antemano se entendía que


para salir de la cárcel tenían que cubrir determinada
cantidad de dinero que fijaba el juez de barandilla. Los
turistas norteamericanos, según los reportes policiacos,
eran los que más infringían el reglamento.
Por otra parte, los turistas norteamericanos que pi-
saban la cárcel municipal por ebriedad y faltas a la mo-
ral regularmente se quejaban del despojo de sus perte-
nencias personales cuando entraban a la celda, pues re-
lojes, joyería y dinero en efectivo no les eran devueltos.
Ante ello, ponían su queja ante la autoridad sin que se
resolviera su petición. Este tipo de prácticas de despo-
jo eran tan comunes que ponían de manifiesto que los
funcionarios y carceleros estaban involucrados. Estos
actos de corrupción de las autoridades se denunciaban a
través de la prensa, que cotidianamente calificaba a los
funcionarios de corruptos.
La prohibición del alcohol al otro lado de la frontera
no solo generó clandestinidad, sino también fortunas
para los que se dedicaron a la ilegalidad. Empresarios u
hombres de negocios de la ciudad aprovecharon el mo-
mento, pues establecieron destilerías y, posiblemente,
fueron artífices del contrabando y prostitución. A pesar
de que existía la prohibición en el vecino país del nor-
te, el alcohol nunca dejó de producirse; parte fue para
consumo interno y otra tuvo como destino las ciudades
fronterizas de Ciudad Juárez, Tijuana, Matamoros, et-
cétera.
Juárez fue productor de whisky, cerveza y bebidas
extraídas del agave, como mezcal y sotol. Así como
había cantinas de primera clase –con reservados para
aquellos que querían espacios discretos donde no fue-
ran vistos por los demás clientes–, también las hubo de
segunda para la clase media, y de tercera para el traba-

115
jador común o jornalero, quienes bebían mezcal, sotol y
pulque.
Ante la situación ilegal del contrabando de alcohol,
la influyente Cámara de Comercio de Ciudad Juárez y
la autoridad municipal se dieron a la tarea de integrar
comisiones, cuyo objetivo era reglamentar el tráfico de
licores para el estado de Chihuahua. Esta reglamenta-
ción buscaría bajar y combatir el contrabando de alco-
hol desde una “absoluta y radical prohibición de dicho
tráfico, en virtud de los graves daños morales, sociales y
económicos que la referida prohibición acarrearía a este
estado”.89
Sin embargo, se observa que la reglamentación, más
que cuidar valores morales y sociales, iba encaminada
a cuidar los intereses, primero, de los inversionistas
locales y, después, del estado. El municipio cobraba el
impuesto correspondiente, igual que el estado y la fe-
deración. Posiblemente, y no se descarta, la intención
de conformar la comisión también obedeció a presiones
de actores sociales como grupos prohibicionistas al otro
lado del río.
Por supuesto, la influyente Cámara aglutinaba a la
élite comercial y empresarial; es decir, algunos herede-
ros de los negocios de sus padres y otros que median-
te inversión lograron duplicar su capital. Otros más se
asociaron a extranjeros para llevar a cabo la producción
ilegal y luego pasarla al otro lado de la frontera. En fun-
ción del contrabando de alcohol se tejió una compleja
red de tráfico en la que estuvieron implicados no solo
empresarios mexicanos y norteamericanos, sino, posi-
blemente, autoridades de ambos lados de la frontera,

89 AHCJ. 9 de marzo de 1921.

116
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

que participaron de esa actividad que les redituó jugosas


ganancias.
Lonnie Langston sostiene que Julián Gómez, Anto-
nio J. Bermúdez –quien fuera director de la paraestatal
Petróleos Mexicanos–, Enrique Fernández, por citar
algunos ejemplos, hicieron cuantiosas fortunas con la
producción y el contrabando de licor.90 También fueron
parte del poder político, pues varios de ellos, como Ber-
múdez y Valentín Fuentes, ocuparon importantes pues-
tos en la administración municipal. Herederos de esas
fortunas y de negocios originados en la ilegalidad, las
generaciones actuales gozan de prestigio en el mundo
de los negocios a nivel local, estatal y nacional.
Valgan como ejemplo las redes del poder basadas en
relaciones de parentesco. Antonio J. Bermúdez,91 origi-
nario de la homónima capital del estado de Chihuahua,
llegó a Ciudad Juárez en 1922, contrajo nupcias con
Hilda Mascareñas, hija de un exgobernador del esta-
do. Años más tarde fue considerado como una de las
personas de mayor solvencia económica de la localidad.
Ocupó la Presidencia Municipal 1942-1943, durante
plena efervescencia de la Segunda Guerra Mundial,
otro periodo en la historia de Ciudad Juárez caracte-
rizado por el alto consumo de alcohol de los soldados
acantonados en Fort Bliss. En el gobierno de Miguel
Alemán fue llamado a ocupar la dirección general de
Petróleos Mexicanos. En la década de los ochenta, su
sobrino y heredero, Jaime Bermúdez fue electo presi-
dente municipal.

90 Lonnie Langston. Op. cit., p. 226.


91 Armando B. Chávez. Sesenta años de gobierno municipal. México.
Gráfica Cervantina, 1959, pp. 356-357.

117
En 1921, fueron denunciados por inspectores mu-
nicipales los propietarios de las cantinas La Numancia,
La Bohemia y Salón París, al sorprender a menores de
edad trabajando en el mostrador o como meseros que
llevaban copas a los lugares reservados en las mencio-
nadas cantinas.92 Contratar menores estaba tipificado
como delito grave y era una violación a la ley federal.
Los menores eran objeto de explotación laboral, pues
los empleadores les pagaban salarios menores al míni-
mo establecido.
La Ley del Trabajo del Estado de Chihuahua esta-
blecía que la proporción de trabajadores en el área labo-
ral debería ser proporcional: un 80 % para mexicanos y
el resto para extranjeros. Sin embargo, los propietarios
de las cantinas privilegiaron en los empleos de más re-
levancia a extranjeros, mientras que a los mexicanos los
destinaban a labores de servicio y de limpieza.
Esa actitud hizo que los trabajadores mexicanos se
organizaran con el objetivo de velar por sus intereses
y manifestar inconformidad ante la autoridad munici-
pal, al denunciar que los dueños no respetaban la ley en
cuanto a la proporcionalidad en la nacionalidad de los
empleados.
Los argumentos que presentaban ante la autoridad
municipal se referían a la experiencia y méritos con que
decían contar para realizar las funciones de cantinero y
de meseros para competir con cualquier extranjero que
se dedicara a esas actividades. Asesorada legalmente, la
Asociación de Cantineros apelaba al artículo 32 y al tí-

92 AHCJ. 15 de junio de 1921.

118
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

tulo sexto del artículo 123 y su fracción XXX de la Ley


del Trabajo del Estado de Chihuahua, que detallaba la
modalidad y principios respecto del trabajo.
Españoles, norteamericanos, chinos y de otras na-
cionalidades, competían con los mexicanos dentro de
su mismo territorio por un espacio de trabajo que, por
ley, correspondía a los mexicanos. Esto refleja que la au-
toridad no quería entrar en conflicto con uno de los
sectores que más recaudación le significaba; por lo tan-
to, permitió que los concesionarios decidieran a quién
contratar y a quién no. Este fue uno de los principales
conflictos que por más de una década no se resolvió
totalmente.
Durante febrero de 1921, el municipio recaudó por
concepto de bebidas embriagantes93 la no despreciable
suma de 140 300 pesos, distribuidos en tres rubros: de-
recho de patente de licores, 103 956 pesos; bailes en
cantinas, 33 974 pesos; y por música en cantinas, 2370
pesos. Se estima que el ingreso anual al erario municipal
por concepto de bebidas fue de más de un millón de
pesos.
Con la finalidad de que el lector tenga idea de lo
que recaudaba el Ayuntamiento de Ciudad Juárez por
el concepto de bebidas embriagantes, la cantidad equi-
valía, aproximadamente, a lo que el gobierno federal
prometió destinar para la educación en el estado de
Chihuahua en 1920, cuando el general Álvaro Obre-
gón tomo posesión de la Presidencia de la República.
La federación se comprometió con el general Ignacio
C. Enríquez, gobernador de Chihuahua, a entregar un
millón y medio de pesos anuales para el gasto educati-

93 AHCJ. 26 de febrero de 1921.

119
vo.94 Otra de las promesas del presidente al gobernador
fue la autorización para concesionar el juego en Ciudad
Juárez, lo que significaría para el erario local ingresos
por poco más de dos millones de pesos anuales.95
El historiador norteamericano Mark Wasserman
señala que fue evidente en la frontera norte observar la
movilidad social, y también que la pobreza continuaba.
Se puede decir que en torno de las cantinas, la gente
de escasos recursos obtuvo ingresos que formalmente
no conseguía, pese a los conflictos laborales que se ge-
neraron entre empleados mexicanos y propietarios de
cantinas.
En 1921, la Unión de Cantineros, Meseros y Ayu-
dantes pidió al presidente municipal autorización para
establecer un club. El representante de la autoridad mu-
nicipal exigió que especificaran si en el club pretendían
explotar los ramos de cantina, restaurante y los juegos
permitidos por la ley.96 Los agremiados pretendían dos
cosas: contar con su propio espacio de reunión y de es-
parcimiento, y que el salón sería alquilado para bailes
públicos y privados, además de que la instalación de
juegos permitidos por la ley les posibilitaría contar con
recursos extra a los obtenidos en sus fuentes de trabajo.
El alcalde aprobó la petición.
En 1924, la Asociación de Filarmónicos de Ciudad
Juárez dirigió una carta a J. N. Shipley, propietario del
cabaré Big Kid’s Palace, en la cual manifestaron su des-
acuerdo por haber dado de baja a tres músicos mexica-

94 Carlos González Herrera. La política chihuahuense de los años


veinte: El gobierno de Ignacio C. Enríquez, 1920-1923. Nóesis. Año
II, julio-diciembre 1990. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
1990, p. 95.
95 Ibidem.
96 AHCJ. 1921.

120
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso

nos de la orquesta del lugar y además, haber contratado


una orquesta de músicos norteamericanos. En la misiva,
le recordaban la proporción que la ley establecía.97
En la década de los años veinte, prevaleció la ten-
dencia de contratar extranjeros por los propietarios de
cantinas de Ciudad Juárez y ante la poca atención que
la autoridad ponía a las quejas de los trabajadores, es-
tos últimos vieron que la única manera de enfrentar sus
problemas era a través de asociaciones o grupos gre-
miales, pues solo así podrían defender sus derechos la-
borales. Esto originó la formación de diferentes asocia-
ciones, entre las cuales se puede citar la de cantineros,
meseros y filarmónicos.

Mientras que El Paso entraba de lleno a la moderni-


dad por la acción del desarrollo económico que fue im-
pulsado por el ferrocarril, Ciudad Juárez experimentaba
un proceso de dependencia con respecto a su contrapar-
te norteamericana y una agudización de la problemática
social. La paulatina transición de diversiones “viciosas”
de El Paso hacia Ciudad Juárez, desde el punto de vista
económico, solo significó un “analgésico” para la baja
productividad que experimentaba la ciudad. La moder-
nidad en El Paso no solo mejoró los niveles de vida de
su población, sino que, al mismo tiempo, era causa y
efecto de problemas sociales que al corto tiempo in-
fluyeron para construir una imagen de ciudad viciosa.
Con un esquema de ideas y creencias, puritanos y refor-
madores, percibían al vicio como un “mal” y una forma
de corrupción para su sociedad, de tal manera que lejos

97 AHCJ. 8 de agosto de 1924.

121
de sus principios éticos emanados del protestantismo,
poco les importó “expulsar” lo que creyeron era fuente
del “vicio” hacia Ciudad Juárez. Los conflictos laborales
y sociales en el espacio fronterizo mexicano resultaron
de la posición de los anglos de que eran superiores eco-
nómica y socialmente que los mexicanos.
Para finales del siglo XIX, ricos comerciantes de El
Paso usaron la prensa en inglés para así influir en el ima-
ginario colectivo y mostrar que Ciudad Juárez resultaba
“peligrosa”. Desde esta representación, los anglos influ-
yeron en las creencias de la población y las autoridades
de El Paso para poner en evidencia que la contrapar-
te del espacio fronterizo mexicano era una “amenaza”
para la seguridad nacional. Así, urdieron una “efectiva”
campaña de desprestigio, a tal grado que parte de la po-
blación veía a sus semejantes mexicanos como el “mal”
encarnado. De esta manera, se demostró la efectividad
de los medios de comunicación masiva para influir en la
opinión pública, porque sirve a “quienes desearían con-
trolar las opiniones y creencias de nuestra sociedad [ya
que] […] recurren menos a la fuerza física y más a la
persuasión masiva”.98

98 Paul Felix Lazarsfeld y Robert King Merton. “Comunicación de


masas, gustos populares y acción social organizada”. Edición de Mi-
guel de Moragas. Sociología de la comunicación de masas II. Estructura,
funciones y efectos. España. Gustavo Gili, 1986, p. 25.

122
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

ara Ciudad Juárez, la década de los veinte


tendría un significado especial. Mientras
que El Paso era “liberado” de diversiones
“viciosas”, las calles del espacio fronterizo
mexicano sí las albergaron para dar paso
a representaciones donde se han utilizado “imágenes
como la ‘frontera sodomita’, plagada de perversión,
inmoralidad, corrupción, crueldad e hipocresía. En su
escenificación de los valores morales, el polo de la mal-
dad está en el lado mexicano, sitio privilegiado para las
drogas, la violencia, la prostitución y el narcotráfico”.1
La visión anterior resulta insuficiente si no se expli-
ca y se fundamenta el proceso de construcción de las
representaciones, para ello en este apartado me pro-
pongo mostrar el andamiaje sobre el cual se sostiene
dicha representación. Acudo a una revisión minuciosa
de documentos y periódicos que, bajo el análisis de con-
tenido, permitirá visualizar parte de esa dinámica social.

1 Valenzuela Arce, José Manuel (coord.). Por las fronteras del norte.
Una aproximación cultural a la frontera México-Estados Unidos. Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 42.

123
Desde esta perspectiva, definiremos vicio como “un
hábito; ciertos factores temperamentales; un sentido de
exuberancia y de exceso vital; la influencia de la domes-
ticidad; el menoscabo de otras actividades utilitarias;
cierto grado de desviación del tipo medio primario del
hombre; y anchos límites de relatividad en las sanciones
y en la misma apreciación del vicio”.2 Cabe aclarar que
existen variedades de vicio, pero de acuerdo al tipo de
prácticas sociales que los “puritanos” reprobaron, llama-
ré diversiones “viciosas” a aquellas donde se “destacan
hábitos viciosos, como se dice con exactitud, mucho
mayor degradación en cuanto a las resistencias de los
resortes de la voluntad”.3 Clasificación en la que bien
pueden entrar las adicciones al alcohol, opio, morfina y
cocaína, entre otras.
Para mostrar por qué la prostitución es un vicio,
diré que esta práctica social puede comprenderse en el
tipo de “vicios que dimanan de verdaderas desviaciones
o perturbaciones de las dos actividades primarias del
sexo y del alimento”.4 Los juegos de azar se explicarán a
partir de “el vicio de los negocios arriesgados”,5 aunque,
calificados como “distracción”, comprenden el “simbo-
lismo” del dinero y el pretexto de la “ganancia” y por
ello bien pueden considerarse como la antítesis de las
actividades económicas.
Este capítulo también aborda otro tipo de distrac-
ciones colectivas que dieron origen a representaciones
con imágenes de una ciudad con amplia actividad, en-

2 Pittaluga, Gustavo. Una teoría biológica del vicio. Madrid, Caro


Raggio, 1925, p. 28.
3 Ibid., p. 33.
4 Ibid., p. 35.
5 Ibid., p. 36.

124
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

tendida ésta como “toda actividad de producción y re-


cepción cultural: escribir, componer, pintar y bailar son,
en este rubro, prácticas culturales tanto como asistir al
teatro, al cine, a conciertos, etcétera”,6 que, a pesar de su
repetición durante la década de los veinte, no recibieron
la importancia y magnitud con que la prensa informó
sobre las actividades “viciosas”. Considero pertinente
estudiarlas a manera de antítesis o de resistencia cul-
tural a la dinámica social sobre la cual se finca la re-
presentación de Ciudad Juárez como “ciudad del vicio”.
Esas diversiones, desde mi perspectiva, son “decentes”
en virtud de la aprobación social de que fueron obje-
to, a partir de una moral cuyos principios estuvieron
moldeados por la religión, además del cumplimiento de
los reglamentos de diversiones a cargo de inspectores
—quienes los vigilaron “celosamente”—, además de la
clasificación de “familiar” que se impuso a través de esas
normatividades. De esta forma y a partir de dos visio-
nes distintas, una que se apoya en el “vicio” y otra en la
distracción “sana y familiar”, muestro dos facetas de la
vida cotidiana de Ciudad Juárez durante la década de
los veinte. Dicho estudio y análisis constituye un aporte
sobre la historia social de la frontera norte de México.

Así como se generaba empleo, los efectos que re-


sultaban del alto consumo de alcohol, paulatinamente,
reflejaron problemas de tipo social y los índices de alco-

6 Coelho, Teixeira. Diccionario crítico de política cultural: cultura e


imaginario. México, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores
de Occidente-CONACULTA-Secretaría de Cultura del Gobierno
de Jalisco, 2000, p. 408.

125
holismo ascendieron dramáticamente. De acuerdo con
el informe semanal que el inspector de policía enviaba
al presidente municipal sobre la cantidad de detenidos
por ebriedad, se requería enfrentar la situación como
un problema social. Para 1921, los actores sociales de la
comunidad se dieron a la tarea de organizar un centro
antialcoholismo que denominaron “Benito Juárez”, cuyo
objetivo era dar ayuda psicológica y social a los adictos.
Representantes del Centro Antialcoholismo Beni-
to Juárez, en oficio dirigido al presidente municipal, el
12 de abril de 1921, solicitaban permiso para expandir
su campo de acción a través de propaganda por medio
de conferencias públicas. El argumento principal en el
que los antialcohólicos fincaban su petición señalaba:
“[…] una labor que tiende a exterminar el monstruoso
vicio de la embriaguez, que aparte de estar sumiendo a
nuestro pueblo en la más espantosa degeneración, co-
rroe también los más sagrados principios, donde des-
cansa el decoro de la sociedad, es decir, los principios de
moralidad”.7 Otra preocupación de la liga antialcohóli-
ca era el espectáculo denigrante que los ebrios genera-
ban en la vía pública, que en ocasiones atentó contra la
moral establecida.
Ése era el segundo oficio que enviaban al alcalde, ya
que no había dado respuesta al primero. Sin embargo,
según se muestra, la llegada y consumo del alcohol, tan-
to en cantinas como en otros centros de diversión, no
iba a detenerse por la queja de unos cuantos. Años más
tarde, las acciones se quisieron ejecutar, pero la medida
había llegado demasiado tarde, pues el alcoholismo co-

7 Archivo Histórico de Ciudad Juárez (AHCJ), 12 de abril de


1921.

126
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

bró su factura entre un número elevado de miembros


de la población.
Los documentos municipales del 12 de abril de 1921
señalaban al presidente municipal, a través del reporte
semanal del comandante de la policía,8 que el total de
aprehensiones por embriaguez pública ascendía a 391
personas, entre extranjeros y mexicanos. El promedio
de arrestos diarios por igual motivo fue de 48. Estas
detenciones significaron ingresos económicos para el
Municipio, pero también generaron problemas por las
constantes quejas de los vecinos y grupos sociales.
El informe incluía también otro tipo de delincuen-
cia que aumentó considerablemente. Los arrestos de
rateros, rijosos y vagos fueron de 52, 53 y 38, respecti-
vamente. Turistas extranjeros y nacionales no escaparon
a la acción delictiva de los ladrones. Regularmente su-
frían asaltos cerca de cantinas, burdeles, bailes y cabarés.
Joyas y dinero en efectivo, según consta en los reportes
policiacos, eran comúnmente los objetos despojados.
Debido al aumento de cantinas y restaurantes, aun-
que no en la misma proporción —las primeras fueron
más—, sus dueños entraron en franca competencia y
se valieron de estratagemas publicitarias para atraer
clientes. Contrataron orquestas y colocaron mujeres en
las puertas de los negocios con la finalidad de llamar
la atención de la posible clientela. Sin embargo, esta
medida no era bien vista por padres de familia, porque
consideraban que era un mal ejemplo para sus hijos, ya
que veían mujeres semidesnudas en la entrada de las
cantinas; por ello, presionaron y obligaron al municipio
a prohibir lo que consideraron libertinaje.

8 Ibid.

127
Si la Constitución de 1917 prohibía que los me-
nores trabajaran, menos se iba a aceptar que éstos in-
girieran bebidas alcohólicas, pues ello atentaba contra
todo principio moral establecido y violentaba el orden
social. Sorprender a un menor con bebidas alcohólicas
en el interior de una cantina violaba la Fracción II del
Artículo 16 del Reglamento de Bebidas Embriagantes,
que establecía una sanción administrativa equivalente al
pago de veinte pesos, oro nacional.
La actividad delictiva también aumentó en torno de
las cantinas. Turistas extranjeros y nacionales eran des-
pojados de sus pertenencias y dinero en efectivo, según
dan cuenta los partes de Policía. Los asaltos a mano ar-
mada se incrementaron, al igual que los lesionados con
arma blanca o de fuego.
En 1920, un reporte de la policía daba cuenta de la
siguiente denuncia:

A las 11:30 remitió el C. Francisco Aguirre, jefe de


las comisiones de seguridad en esta ciudad, al Sr.
Henry Spencer, de nacionalidad norteamericana y
a quien recogió de la banqueta de la cantina “Cen-
tral Bar” en la calle Comercio, herido en la parte
izquierda de la cara arriba de la boca al parecer con
arma punzo-cortante. Las manchas de sangre del
herido y por lo que declaró que fue herido por un
americano que tiene bigote negro corto, y a quien
no conoce.9

Esos hechos se reportaban cotidianamente y fueron


objeto de reclamo por parte del cónsul norteamericano,
quien pedía más seguridad para los anglos en Ciudad

9 AHCJ, 30 de noviembre de 1920.

128
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Juárez. Así, la autoridad se vio en la necesidad de imple-


mentar medidas más estrictas en materia de seguridad
pública para el turista.
Ni la Secretaría de Gobernación ni la Oficina de
Migración contaban con datos precisos de los extran-
jeros que entraban al país. Este problema motivó que
el inspector de Migración del puerto de Tampico pi-
diera al presidente municipal de Ciudad Juárez un in-
forme detallado sobre el número de extranjeros que se
encontraban en la localidad. Los constantes reclamos
que se publicaban en la prensa nacional, principalmente
en los periódicos de la Ciudad de México, urgían a la
autoridad a vigilar la entrada de extranjeros dedicados
a la explotación de negocios relacionados con el vicio.
P. N. Gutiérrez, inspector solicitante, lo hacía bajo el
argumento de que se pretendía elaborar un proyecto
que tendiera a restringir o regular la inmigración ex-
tranjera.10
Los delitos que aumentaron considerablemente las
actas de la Policía fueron: ebriedad escandalosa y ebrie-
dad tirado, lesiones, golpes, infracción al reglamento,
riña, asalto, adulterio, atropello, lesiones, inmoral, abuso,
robo a mano armada, robos,11 etcétera. El efecto fue que
creció la incidencia de delitos del fuero común, pero al
mismo tiempo aportaron recursos que tanto necesitaba
el erario.
En 1922 grupos moralistas de Ciudad Juárez de-
nunciaron que en varias cantinas se cometían actos in-
morales, por lo que propusieron a la autoridad que las
cerrara por el bien de la sociedad. Sin embargo, otros se
opusieron bajo un argumento estrictamente comercial,

10 AHCJ, 20 de noviembre de 1922.


11 AHCJ, 4 de noviembre de 1920.

129
pues se consideraba que no tenían una infraestructura
montada que compitiera con la de El Paso; por ello,
las justificaban, ya que, al menos, ocupaban gente y ge-
neraban recursos para el Municipio. Los defensores de
las cantinas se preguntaban: ¿cómo se mantiene Ciu-
dad Juárez?: “Como se ha mantenido siempre la atra-
sada población: con la insignificante vida que le han
dado las agencias aduanales y muy principalmente con
la afluencia que ha tenido de extranjeros y con la visita
de turistas que, muchos de ellos, por el gusto de estar
unas cuantas horas en México, vienen a dejar su dinero
por mero sport”.12
Las cantinas habían generado el enfrentamiento de
grupos porque unos las consideraban inmorales y otros
las miraban como fuente de ingresos, y esto, pese a los
estragos en la sociedad, era preferible a no tener nada.
La actitud de los moralistas reflejaba cierta conciencia
social, porque veían que la proliferación de bares iba en
detrimento de los principios más fundamentales de la
moral a cambio de un alto costo social. Sin embargo,
también puede reflejar que estos grupos eran manipula-
dos por religiosos prohibicionistas, cuya influencia tras-
pasaba la frontera.
En periodos de elecciones,13 las órdenes de no abrir
negocios donde se expendiera licor llegaban al presi-
dente municipal directamente del gobernador del esta-
do, a través del secretario general de Gobierno. Canti-
nas y todo establecimiento ligado al alcohol debía cerrar
sus puertas, pues abrirlas podría resultar de graves con-
secuencias debido a los enfrentamientos al calor de la
contienda política.

12 AHCJ, 1922.
13 AHCJ, 15 de julio de 1924.

130
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

El Reglamento de Bebidas Embriagantes para el


Estado de Chihuahua de 1906 establecía que las mu-
jeres no podrían solicitar permiso para abrir una canti-
na, lo que no fue un impedimento para que lo hicieran,
pese a la negativa que iban a recibir. Los roles sociales
estaban bien definidos durante esa época de contrastes
y conflictos: la mujer tenía que dedicarse a quehaceres
propios del hogar.
Sin embargo, el Reglamento establecía un tope al
número de cantinas, por lo que el alcalde tenía que
controlar su proliferación mediante la clausura; varias
fueron cerradas con la finalidad de no rebasar el núme-
ro que marcaba la ley. Por otra parte, al cuestionársele
sobre el requisito de higiene, el alcalde arguyó que se
cumplía con el ordenamiento y esto le permitió señalar
que las cantinas de Ciudad Juárez eran las mejores de
toda la entidad.
Al mismo tiempo, el presidente municipal recono-
cía la labor desempeñada por la policía, ya que había
logrado disminuir en los últimos meses los “delitos de
sangre” y los robos. La estricta vigilancia que los gen-
darmes realizaban en la zona rindió frutos y se reflejó
en las estadísticas, sobre todo en lo relacionado con los
arrestos por este tipo de delitos.
El alcalde informó al gobernador sobre las declara-
ciones del inspector de Migración referentes al funcio-
namiento de casinos administrados por chinos, quien
afirmaba que éstos ahuyentaban a los hombres de ne-
gocios de origen extranjero que pretendían invertir en
Ciudad Juárez. Por una parte, el Municipio defendía la
existencia de los casinos dirigidos por asiáticos, porque
representaban ingresos. La queja del alcalde ante el go-
bernador resultaba del enfrentamiento que algunas ve-
ces la autoridad municipal sostenía con la federal, pues

131
sentía que ésta invadía su área de competencia. Los
funcionarios federales recibían órdenes desde la capital
de la República de vigilar los casinos, pues el gobierno
también era presionado por Estados Unidos en el sen-
tido de que Ciudad Juárez se consideraba como la tierra
del vicio y de la inmoralidad, representaciones que se
difundían a través de la prensa en inglés y que el gobier-
no de México rechazaba tajantemente.
El presidente municipal cuidaba las formas proto-
colarias y procuraba no invadir la esfera que competía
al gobierno federal. Los reclamos que pudiera efectuar
los hacía a través de la autoridad estatal para que ésta, a
su vez, los realizara ante el presidente de la República.
Finalmente, el alcalde ratificaba su compromiso ante el
gobernador de seguir con la campaña moralizadora que
había emprendido, para que así se dejara de calificar a
la ciudad fronteriza como una tierra de nadie, donde el
vicio campeaba sin restricción.
A pesar de las pugnas con el Municipio, la Federa-
ción instaló la agencia del Ministerio Público Federal
en la avenida Juárez,14 es decir, en el corazón de la di-
versión pública de la localidad, con la finalidad de estar
más pendiente de que se cumpliera la ley, sobre todo
en juegos, rifas y sorteos que entraban en su rango de
competencia.

Las cantinas no eran ajenas a la añeja actividad de la


prostitución, un lastre social pero necesario, según se ar-

14 AHCJ, 10 de febrero de 1924.

132
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

gumentó en el Reglamento de Tolerancia de la época.15


Cuando ésta era ejercida fuera del área de asignación o
en el reservado de la cantina, se consideraba ilegal. La
sanción administrativa era muy severa si se le compara
con la que se aplicaba cuando se encontraba a un menor
dentro del establecimiento. La violación al artículo IV
del Reglamento de Tolerancia vigente era sancionada
con una multa de cien pesos o, en su defecto, quince
días de reclusión.
El endurecimiento del Reglamento no resultó su-
ficiente, ya que los partes de la policía continuamente
señalaban violaciones a éste. La prostitución estaba
ubicada entre las actividades más rentables para quie-
nes la controlaban y giraba en torno de la legalidad y
la ilegalidad. Se consideró legal dentro de la zona de
tolerancia e ilegal cuando las mujeres o meretrices la
ejercían fuera de ese espacio o en los reservados de las
cantinas.
Lo fundamental del problema no era si las mere-
trices estaban registradas o no, lo era el peligro que
representó para la salud pública; es decir, el incre-
mento de casos de sífilis, tanto en las “mujeres de la
vida galante” como en los hombres que buscaban sus
servicios. Para 1921 el doctor Lauro Carrillo, adscri-
to al Hospital Civil, presentó un proyecto al Ayun-
tamiento que proponía un medio para el control de
enfermedades venéreas entre las mujeres públicas. El
plan consistía en aislarlas durante cuatro años bajo
un tratamiento mercurial o por arsenobenzol que,
en repetidas dosis, logra mantener al enfermo sin
lesiones contagiosas y después de ese tiempo puede
curarse definitivamente. El doctor Carrillo sostuvo

15 AHCJ, Reglamento de Tolerancia para el Estado de Chihuahua.

133
que la tarea más difícil era convencer a las mujeres de
someterse a la terapia, por lo que recomendó que el
aislamiento se impusiera por la fuerza pública. Según
él, el tratamiento que se aplicaba no resultaba eficaz,
pues las mujeres lo dejaban al sentirse aliviadas de sus
lesiones, y al corto plazo regresaban de nueva cuenta
con el mismo problema.16
Las meretrices registradas en 1921 sumaban 114;
para 1923 la cifra aumentó a 153, todas ellas mexicanas.
En realidad, el número era mayor, pues existían las que
de manera clandestina ejercían el oficio y, por lo tan-
to, llevar un registro era imposible. Otro conflicto que
surgió, fue la queja por parte de las mexicanas debido
a que las extranjeras no pagaban los impuestos corres-
pondientes y las consideraban una competencia desleal.
Sin embargo, algunas extranjeras habían solicitado, ante
la Oficina de Migración, permiso para ejercer la prosti-
tución. El Municipio tenía registradas en 1922 a ocho:
seis eran francesas, una polaca y una italiana.17 Otras
que no estuvieron legalmente en el país, y que ejercían
la prostitución de manera clandestina, fueron puestas
a disposición de la Oficina de Gobernación para que
fueran expulsadas, principalmente hacia El Paso, Texas.
En 1922 La Patria destacó a ocho columnas que la
prostitución se había extendido por toda la ciudad, pero
que la gravedad del asunto residía en que muchas de
las prostitutas eran jóvenes “incautas”. Según la publi-
cación, la mayoría de ellas tenían entre 13 y 19 años
y señalaba a las cantinas, cabarés y principalmente a
hoteles y casas de asignación como escenarios donde
recurrentemente se ejercía esta actividad.

16 AHCJ, 1921.
17 AHCJ, 19 de junio de 1922.

134
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

El periódico acusó a la autoridad juarense de no


velar por la moral de la ciudad y por la protección de
sus habitantes de todas las edades. Al mismo tiempo,
apelaba al decoro nacional y a la justa protección de la
sociedad.18 La prostitución rebasó al Reglamento de
Tolerancia y el diario pedía que se modificaran y endu-
recieran las sanciones para todos aquellos que hicieran
de la prostitución una actividad ilícita.
La Cámara de Comercio de Ciudad Juárez,19 en su
sesión ordinaria del domingo 18 de octubre de 1922,
solicitó a sus agremiados —propietarios de cantinas y
restaurantes— cooperación para que no permitieran la
entrada de mujeres a los reservados. Además, pidió que
estas áreas de los restaurantes no estuvieran comunica-
das con cantinas y bodegas.
En octubre de ese mismo año el Congreso del Esta-
do aprobó la creación de un barrio de tolerancia,20 que
quedaría situado cerca del panteón municipal. Con ello
buscó solucionar el problema que se extendía a toda la
ciudad y de alguna forma concentrar a las prostitutas
en un área determinada, para que así no se cometieran
actos inmorales en la vía pública.
Los municipios de todas las ciudades de la frontera
mexicana, que destacaban por la amplia gama de diver-
sión que ofrecían al turista, en conjunto con las oficinas
de Migración, emprendieron una campaña de expul-
sión de prostitutas extranjeras, así como de las personas
que vivían de ellas y, con ello, trataron de aminorar este
problema social. De Ciudad Juárez fueron expulsadas
14 norteamericanas, que en otras ocasiones ya habían

18 La Patria, 14 de agosto de 1922.


19 La Patria, 18 de octubre de 1922.
20 La Patria, 14 de octubre de 1922.

135
sido deportadas, pero volvían a ingresar al país.21 Ahora,
la medida consistiría en ficharlas con sus datos persona-
les y fotografía para, en caso de reincidencia, aplicarles
sanciones más severas.
Los dueños de hoteles y cantinas fueron exhortados
por la autoridad a mantener incólumes la salud y moral
pública. Ante el incremento del número de prostitutas,
las sanciones fueron más severas al modificarse el regla-
mento: “Art. 30.- Los dueños de Hoteles y Cantinas o
sus Administradores que consientan la prostitución en
sus establecimientos serán penados por primera vez con
cien pesos de multa, la segunda con cien pesos y quin-
ce días de reclusión y si reincidieren por tercera vez, se
clausurará el establecimiento”.22
Lejos de controlar la prostitución, ésta se incre-
mentaba y salía de la zona asignada. Esto ocasionó
molestia entre algunos sectores de la población, pues
la expansión de las cantinas del centro hacia colonias
cercanas fue una realidad, las cuales no solo ofrecían
bebidas, sino que albergaban meretrices con la finali-
dad de atraer clientes. Padres de familia reclamaron al
Municipio mayor vigilancia o la prohibición definitiva
de la prostitución. Los vecinos del barrio Bellavista,23
mediante una carta, exigían al presidente municipal la
solución inmediata al problema que generaban estas
mujeres —las que permanecían en la puerta de entrada
de la cantina donde prestaban el servicio sexual—, pues
consideraban que este tipo de acciones inmorales cau-
saban vejaciones a las familias del sector.

21 La Patria, 18 de abril de 1923.


22 AHCJ, 24 de abril de 1923.
23 AHCJ, 20 de julio de 1924.

136
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Otra de las recomendaciones que la autoridad mu-


nicipal hacía a los propietarios de cantinas, cuando les
otorgaba el permiso para instalar dentro de ellas lon-
cherías y restaurantes, era que no deberían, por ningún
motivo, tener meretrices. Los inspectores designados
tuvieron que ser eficientes en su trabajo; su obligación
era que las nuevas disposiciones fueran cumplidas. La
razón de prohibir que mujeres públicas estuvieran invo-
lucradas en este tipo de negocios, iba en función de la
sanidad pública.
La libertad de las meretrices estuvo sujeta al Regla-
mento de Prostitución: si alguna de ellas quería salir de
la zona asignada, tenía la obligación de solicitar permi-
so al alcalde; tampoco distinguía nacionalidad porque
se aplicaba a todas por igual. Tal fue el caso de la nor-
teamericana Billy Allen,24 quien pidió licencia para salir
de la ciudad.
En 1925, ante el crecimiento de la población y de la
mancha urbana, y por razones de orden público, la zona
de tolerancia debería abandonar el área que años atrás
le había sido asignada. El lugar de origen de la zona era
en el centro de la ciudad, por tanto, la autoridad muni-
cipal decidió mandarla a la periferia, es decir, a la zona
poniente. Esta medida también obedecía a presiones de
jefes de familia que se habían agrupado para vigilar que
la moral pública no fuera trastocada y pedir que se san-
cionara a quienes cometieran actos inmorales.
En esa misma fecha, el presidente municipal pidió
a los jefes de familia que habitaban el lugar donde se
instalaría la zona de tolerancia, que cambiaran de lugar
de residencia. El documento señalaba:

24 AHCJ, 4 de enero de 1924.

137
Atendiendo a los fines de alta moralidad que per-
siguen el H. Ayuntamiento con la disposición in-
dicada y la cooperación que necesita de todos los
ciudadanos honrados del lugar, espero que se ser-
virá cooperar con el H. Ayuntamiento poniendo de
su parte lo que sea posible para obstruccionar [sic]
la labor emprendida.25

La proliferación de la prostitución ocasionó, cotidia-


namente, enfrentamientos entre la autoridad municipal
y diversos grupos sociales, ya fuera con jefes de familia
o con aquellos que estaban contra el alcoholismo. Las
mujeres públicas eran parte del esquema de diversión
para el turista, para individuos de la localidad y extran-
jeros que las buscaban para pasar el momento ingirien-
do licor u otorgándoles un servicio sexual.
La situación no fue fácil para la autoridad, pues no
se atrevía a prohibir la prostitución, que era una activi-
dad lucrativa para el erario, pues estas mujeres tenían
que pagar una cuota al Municipio para ejercer su profe-
sión. Además, aunque se les retirara, éstas operaban en
la clandestinidad, lo que podría ocasionar que el control
de enfermedades venéreas se saliera de sus manos, ya
que la mayoría estaban vigiladas por el inspector de Sa-
nidad y censadas por el Municipio.
Las sanciones para estas mujeres consistían en días
de cárcel y en pagar una multa.26 Les estaba prohibido
ejercer su oficio clandestinamente, embriagarse y es-
candalizar —tanto en la zona asignada como en la vía
pública—, mantener relaciones sexuales o, simplemen-
te, besarse en el interior de los reservados de las cantinas

25 AHCJ, 14 de marzo de 1925.


26 AHCJ, 1 de febrero de 1925.

138
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

y de los restaurantes, estar enfermas y no reportarlo al


inspector de Sanidad, salir de la zona de tolerancia sin
el permiso correspondiente, evadir el registro médico,
bailar en los salones de la zona sin estar inscritas previa-
mente en una lista, proferir palabras altisonantes y no
cubrir el pago correspondiente al Municipio. En 1925
estaban registradas 118 meretrices asignadas a la zona
de tolerancia.27
Ese mismo año fueron detenidas 18 prostitutas de
origen extranjero28 por no contar con el permiso para
trabajar en territorio nacional. El jefe de la Oficina de
Migración solicitó al edil que las mantuviera en la cár-
cel mientras se procedía a deportarlas. Sin embargo, la
tarea no fue fácil, pues el grupo de mujeres solicitó la
protección de la justicia federal mediante la petición de
un amparo al juez de distrito, la cual se fundamentó en
que se habían violado sus garantías individuales, plas-
madas en la Constitución Federal de México. El ampa-
ro les fue negado y tuvieron que abandonar la ciudad.
De igual manera, las meretrices mexicanas detenidas en
El Paso, también fueron deportadas.
La causa de la detención de las norteamericanas,
francesas e italianas, obedeció a que la prostitución se
incrementó considerablemente, lo que ocasionó que el
control, al que eran sujetas, resultara insuficiente. Ante
esta situación los gobiernos estatal y federal, que reci-
bían constantes ataques de la prensa nacional y extran-
jera, decidieron emprender una campaña de moraliza-
ción de Ciudad Juárez, la cual aspiraba a disminuir el
número de prostitutas y de cantinas.

27 Ibid.
28 AHCJ, 3 de febrero de 1925.

139
La presión más importante se dio al interior de la
ciudad: padres de familia se agruparon con la finalidad
de combatir un problema que atentaba contra los valo-
res morales. Que estas mujeres deambularan en estado
de ebriedad y escandalizando, no era buen ejemplo para
las familias que las consideraban inmorales y social-
mente no aceptables. Ellas quedaban al margen de la
sociedad, pues su forma de ganar dinero no era apre-
ciada como trabajo honrado. Una de las funciones de la
autoridad era cuidar que no se rompiera el orden social,
por tanto, se vio en la necesidad de aplicar medidas es-
trictas encaminadas a reducir el número de meretrices.
La meta se cumplió, ya que para los primeros días de
abril de ese mismo año, la cifra que registró el Munici-
pio bajó sustancialmente a 78, cuarenta menos que las
registradas en febrero.29
El 1 de mayo,30 Día del Trabajo, quedó formalmente
clausurada la antigua zona de tolerancia. Por tal razón,
a las cantinas instaladas ahí se les retiró el permiso y se
invitó a los propietarios a buscar otros lugares. Así se
cumplía con parte de los objetivos de la campaña mora-
lizante que emprendieron grupos sociales y las autori-
dades municipal y estatal.
Ese mismo año, el alcalde envió al gobernador del
estado un informe31 de las actividades emprendidas. El
primero de los puntos fue la reubicación de la zona de
tolerancia, el objetivo de sacarla de la zona centro ya es-
taba resuelto, ahora su ubicación era afuera de la ciudad,
según previa aprobación del cabildo.

29 AHCJ, 1 de abril de 1925.


30 AHCJ, 1 de mayo de 1925.
31 AHCJ, 9 de mayo de 1925.

140
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

El traslado implicó contratiempos, pues las mere-


trices contrataron un abogado y buscaron el amparo de
la justicia para que se suspendiera la acción; sin embar-
go, el juez estatal que llevó el caso deliberó en contra
de ellas. La medida también comprendía combatir los
prostíbulos clandestinos y reubicar en la nueva zona a
las mujeres públicas que ejercían esa profesión fuera de
la ley.
En 1926, Rómulo Maldonado, comandante de po-
licía de Nogales, Sonora, solicitó al alcalde de Ciudad
Juárez un ejemplar del Reglamento de Tolerancia con
la finalidad de orientarse y adaptarlo a las necesidades
locales. Tal vez, la campaña moralizante que en 1925
se emprendió en el estado de Chihuahua, fue efectiva
y trascendió más allá del ámbito local, pero no fue su-
ficiente para aminorar la mala fama que se construía
en torno de Ciudad Juárez a través de los medios de
comunicación escrita locales y nacionales.32
El año de 1926 también reflejó la disminución de las
prostitutas registradas por el Municipio. La vigilancia
estrecha rendía frutos, pues aquellas que infringieran el
reglamento inmediatamente eran detenidas. Además,
tenían que pagar puntualmente las cuotas estableci-
das; de lo contrario, eran llevadas a la cárcel. Para el 1
de agosto, se contabilizaron 51 meretrices,33 lo que, en
comparación con el año anterior, significó una disminu-
ción de más del cincuenta por ciento.
Sin embargo, los reportes del inspector de Sanidad
mostraban un incremento en las detenciones de muje-
res que de manera clandestina ejercían la prostitución.
De 47 remitidas a la cárcel, 42 de ellas cometieron el

32 AHCJ, 25 de marzo de 1926.


33 AHCJ, 1 de agosto de 1926.

141
delito de ejercerla clandestinamente y el resto, faltas a la
moral o escandalizar en la vía pública.34
Se logró la meta de bajar el número de meretrices,
pero el endurecimiento de las sanciones y la persecución
de que fueron objeto motivaron la práctica clandestina,
por lo que el problema se agudizó. Una primera mirada
al fenómeno señala la incapacidad de la autoridad mu-
nicipal para resolverlo y que las pugnas generadas obe-
decieron a intereses económicos. Sin embargo, cabe la
posibilidad de que el encubrimiento no haya sido ajeno
a la autoridad federal, que poco tiempo después tomó
cartas en el asunto.
Este año fue fatídico para el erario municipal. El
gobierno federal había emitido un nuevo Código
Sanitario,35 mediante el cual quitaba el control de la
prostitución a los municipios, lo cual significó que se
dejaran de percibir importantes sumas de dinero para
la obra pública. Lo primero que se exigió al alcalde fue
un registro de todos los lugares donde se permitía el
ejercicio de la prostitución. Estas medidas reflejaron
la pretensión del presidente de la República, Plutarco
Elías Calles, de regular el vicio que reinaba en la fron-
tera norte mexicana.
Durante el gobierno del general Calles se impuso
un Código de Moralidad que abarcó todos los ámbitos
sociales. Engracia Loyo señala que el propósito callista
fue no dejar espacio donde no se sintiera su influencia.36
La prostitución requería de un control más estricto y

34 AHCJ, 31 de julio de 1926.


35 AHCJ, 1926.
36 Loyo, Engracia. Gobiernos revolucionarios y educación popular en
México, 1911-1928. México, El Colegio de México, 1999, p. 253.

142
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

parecía que los municipios no podían hacerlo, por lo


que tocaba el turno al poder central.
Tampoco se descarta que el gobierno federal buscara
otras formas para hacerse de recursos económicos. Luis
Aboites señala que en los años siguientes a 1922 la Fe-
deración dejó de recibir importantes ingresos por con-
cepto del petróleo, como resultado de movimientos en
el mercado mundial y de maniobras de las compañías
extranjeras.37 La pregunta está en el aire: ¿moralizadora
o económica? El control de la prostitución por parte del
gobierno federal fue para todo el país.
La convivencia entre dos autoridades que preten-
dían controlarla no fue fácil. En 1927 surgieron los pri-
meros contratiempos. Mientras que el delegado federal
de Sanidad autorizaba la apertura de “casas de citas”,
el Municipio procedía a clausurarlas bajo el argumento
de que no las permitirían fuera de la zona asignada. Es
obvio que el alcalde contaba con el aval del Gobierno
del Estado, ya que así lo muestran los informes del edil
al secretario general de Gobierno.38
La prostitución no solo provocaba el clandestinaje,
sino que al mismo tiempo generaba otro problema: el
tráfico de mujeres (trata de blancas), quienes, engaña-
das, eran llevadas a la zona de tolerancia. En 1927, el
presidente municipal Antonio Corona ponía al des-
cubierto uno de los principales artífices del tráfico de
mujeres. En un informe que dirige a Antonio Dávalos,
subdelegado de Inspección Federal de Sanidad, acusó
a Leandro F. Huerta de controlar la zona de toleran-

37 Luis Aboites. Excepciones y privilegios. Modernización tributaria


y centralización en México, 1922-1972. México, El Colegio de Mé-
xico, 2003, p. 64.
38 AHCJ, 13 de julio de 1927.

143
cia y pretender descalificar a los gobiernos municipal
y federal.
En el documento, informó que Leandro Huerta se
había desempeñado como comandante de policía bajo
la administración de Alberto B. Almeida y, al mismo
tiempo, era concesionario de la zona de tolerancia. Se
observa que las acusaciones de Corona obedecían a
reacomodos políticos y de poder en el estado, pues el
alcalde no dudó en señalar que su antecesor, Alberto
Almeida, hermano del exgobernador Jesús Antonio Al-
meida, era una de las personas que controlaba el vicio
en Ciudad Juárez.39
La denuncia refleja que la prostitución era manejada
por una compleja red de prominentes políticos que, una
vez fuera del poder, se resistieron a dejar el lucrativo
negocio. Tal vez esto obligó al gobierno federal a to-
mar cartas en el asunto. A pesar de que las causas eran
distintas y variadas, la prostitución seguía funcionando,
tanto a nivel formal como informal.
Otro de los motivos por los cuales intervino el go-
bierno federal fue que los problemas locales rebasaron su
ámbito y, posiblemente, cometieron el error de dirigir un
telegrama al presidente de la República para informarle
sobre las disputas entre el concesionario y el Munici-
pio. Obviamente, al gobernador del estado no le gustó
que pasaran por alto su autoridad, así que, a través del
Municipio, presionaba al concesionario para cancelar
el contrato vigente entre ambos. Esto permite deducir
que existía pugna política entre el grupo del exgoberna-
dor Almeida y el grupo político del actual gobernador,
Fernando Orozco. Otra observación que se deriva de la

39 AHCJ, 22 de agosto de 1927.

144
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

controversia es que el grupo en el poder quería el control


de las lucrativas actividades que se generaban.
El gobierno federal decidió resolver la disputa entre
el concesionario y el Municipio. Por una parte, recono-
ció que el contrato llevado a cabo con Leandro Huerta
estaba vigente y era legal; por otra, ordenaba al Mu-
nicipio clausurar casas de citas, hoteles, restaurantes y
cantinas del centro de la ciudad donde, de acuerdo con
informes que tenía el subdelegado, se llevaba a cabo la
prostitución. Al mismo tiempo, precisaba que la única
área donde ésta se podía ejercer era la zona de toleran-
cia que controlaba Leandro F. Huerta.
Sin embargo, la autoridad local señalaba la necesi-
dad de cambiar, otra vez, la zona de tolerancia, debido
a que el concesionario no había cumplido con las me-
didas sanitarias que se le exigían, como era el caso de
drenaje, limpieza y el arreglo del camino que conducía
a ese lugar. Además, lo acusaba de intentar lucrar ilícita-
mente con terrenos aledaños, pues los vendía a precios
demasiado elevados.
El Municipio se negó a clausurar las casas de citas
y demás negocios y argumentó que el concesionario de
la zona de tolerancia tampoco había cumplido con las
disposiciones o recomendaciones estipuladas en el con-
trato. También le recordaba al funcionario federal que
las mujeres que se dedicaban a la prostitución cumplían
los requisitos del Reglamento de Tolerancia.40
La disputa entre el concesionario de la zona de tole-
rancia y la autoridad local llegó hasta las oficinas de los
gobiernos estatal y federal. Si bien el Municipio reco-
noció su incapacidad para resolver la clandestinidad y
controlar a las prostitutas —quienes se negaban a estar

40 AHCJ, 30 de julio de 1927.

145
dentro de la zona asignada—, también acusó al conce-
sionario de pretender monopolizar el negocio y de no
cumplir con las cláusulas del contrato relativas a pro-
porcionar vivienda a las meretrices, así como un medio
de transporte adecuado.
El alcalde aceptó que la presencia de estas mujeres
fuera de la zona de tolerancia siempre había existido y,
por tanto, era difícil controlar la situación. Se repetía el
ciclo de capturar a las meretrices en los cabarés y canti-
nas y enviarlas a la zona permitida, pero al poco tiempo
regresaban fuera del área asignada. Por otra parte, pese
a que un año antes la estadística municipal referente
a las meretrices apuntaba una disminución, ahora, por
el contrario, aumentaba. De esta manera, la campaña
moralizadora se desmoronaba en la medida que el pro-
blema iba creciendo.
Según informes de agentes federales encubiertos en
Ciudad Juárez, Antonio Dávalos se beneficiaba de la
prostitución porque en lugar de vigilar que estas muje-
res fueran revisadas por médicos, les cobraba una can-
tidad de dinero: “a las mujeres asiladas en la zona de
tolerancia cuando le gratifican les guarda consideración
y no les practica el examen de rigor, gozando de la pre-
rrogativa de poder llegar al centro de la ciudad, siempre
que entregue determinada cantidad”.41
Darío Galicia Ortega, quien se hacía conocer como
el “Agente confidencial No. 10” para ocultar su verdadera
identidad y poder realizar sus investigaciones en materia
de narcotráfico y prostitución, en un informe enviado a
la Secretaría de Gobernación señalaba el lugar donde es-

41 Archivo General de la Nación (AGN). Secretaría de Goberna-


ción. Sección confidencial. Expediente 19, volumen 11, 9 de junio
de 1928.

146
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

taban establecidas casas de lenocinio en Ciudad Juárez:

Cantina ‘Good Look’ en la Avenida Juárez, regentea-


da por una señora de nombre Perla.- Callejón de
Pino Suarez, s/n, regenteada por una Sra. Marga-
rita González.- ‘Hotel Mesa’ regentado por Mabel,
calle del Comercio.- Casa de Amalia, Ave. Ferroca-
rril, (esta casa es frecuentada por la mayoría de fun-
cionarios por haber sido ex amante del Diputado
Pedro M. Fierro) y algunos otros lugares de menos
importancia.42

Al mismo tiempo, acusó a Antonio Dávalos de


recibir dinero para que éstas funcionaran sin ningún
contratiempo, es decir, que no fueran visitadas por ele-
mentos federales. En las casas de lenocinio, según el
informante, también se traficaba con drogas que eran
vendidas a los clientes.
El agente se enteró de que se le seguía un proce-
so judicial a Antonio Dávalos y, con el propósito de
informar del caso a sus superiores de la Secretaría de
Gobernación, solicitó al agente del Ministerio Público
Federal adscrito a Ciudad Juárez “una copia certificada
de las diligencias que se han practicado”.43 La petición
fue recibida y, a los pocos días, Darío Galicia Ortega
recibió una copia del documento.
El proceso judicial que involucraba a Dávalos con-
sistía en una demanda hecha por Antonio Martino,44

42 Ibid.
43 AGN, 30 de mayo de 1928.
44 Antonio Martino, de origen español pero nacionalizado mexi-
cano, se dedicaba a regentear centros de diversión que estaban aso-
ciados al vicio y la prostitución. Se asoció con Leandro F. Huerta,
quien tenía la concesión para la zona de tolerancia en Ciudad Juárez

147
propietario de la cantina y salón de baile La Luz Colo-
rada que también contaba con permiso para que muje-
res ejercieran el oficio de la prostitución en su interior;
además, dicho lugar estaba dentro del área asignada
para la zona de tolerancia. Martino acusó a Dávalos de
“hostilizar mi negocio […] comenzó por retener por
largas horas en el Hospital Civil a las pupilas de mi
establecimiento […] ordenó la expulsión de norteame-
ricanos y norteamericanas que en él se encontraban y
para que impidieran entrar a gente de esa nacionalidad
a mi citado negocio”.45 Antonio Dávalos fue citado a
comparecer ante el agente del Ministerio Público Fe-
deral y negó todas las acusaciones.
El oficial mayor de la Secretaría de Gobernación,
con fundamento en los informes enviados por el agen-
te encubierto, envió un oficio al gobernador del esta-
do, Marcelo Caraveo, donde le advertía de los actos de
corrupción por parte del alcalde de Ciudad Juárez: “se
tiene conocimiento de que el mismo Presidente Muni-
cipal permite el establecimiento de centros de prosti-
tución en la arteria principal de la ciudad, previo pago
que por concepto de gratificación recibe de las dueñas
de casas, en las que principalmente se ejerce el comercio
de drogas”.46
El control de la prostitución volvió a manos del
Municipio en 1929. El alcalde en turno, Agustín Gallo,
informaba al tesorero municipal de las nuevas cuotas
vigentes47 que habría que cobrar a las mujeres que se
dedicaran a la prostitución: las mexicanas deberían pa-

y dentro de ella edificó la cantina y salón de baile La Luz Colorada.


45 AGN, 2 de junio de 1928.
46 AGN, 20 de junio de 1928.
47 AHCJ, 15 de marzo de 1929.

148
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

gar cinco pesos, las norteamericanas, ocho pesos y las


francesas, diez pesos, además de un peso por registro.
La actividad laboral de las mujeres en Ciudad Juá-
rez era en el hogar; en El Paso se ocuparon en traba-
jos domésticos en casas de familias ricas, así como en
lavanderías, fábricas, tiendas de abarrotes y/o departa-
mentales.48 A pesar de que ya existían restricciones para
cruzar hacia Estados Unidos a partir de 1917, la alta
demanda de servicios domésticos motivó a que cruza-
ran diariamente. Ésta era una opción para las juarenses
frente a otras alternativas de empleo en distintos luga-
res del espacio fronterizo norteamericano, como lo era
la prostitución, que, para la época, era causa de estigma
para las mujeres.

En los años veinte el consumo y tráfico de drogas no


fue un problema social exclusivo de Ciudad Juárez, pues
existía en buena parte del país, “al iniciarse la década
de los años veinte en México la conciencia persecutoria
en contra de la drogas parecía estar principalmente en
los encabezados de los periódicos y en las proclamas de
algunas autoridades”.49
A diferencia de la Ciudad de México, que también
se caracterizó por la problemática, Ciudad Juárez fue
calificada por la prensa local, nacional e internacional
de la época como la ciudad del vicio. En aquel entonces
“el uso y abuso de sustancias capaces de alterar la razón

48 García, Mario T. Op. cit., p. 4.


49 Pérez Monfort, Ricardo. Op. cit., p. 9.

149
se consideraba como uno más de los aconteceres citadi-
nos de la malograda sociedad mexicana”.50
Aunque en menor grado que el consumo de alco-
hol, las drogas conocidas en la época como “heroicas”
dejaron sentir su presencia y significaron un problema
social. Los delitos derivados de esta problemática eran
de competencia federal, pero eso no quiere decir que
el Municipio no los combatiera; por el contrario, sus
registros muestran que había una proliferación de fu-
maderos de opio comercializado principalmente por
chinos: “por su parte, la opiomanía se asociaba con los
migrantes chinos, o con los ambientes bohemios procli-
ves al orientalismo”.51
Aun cuando el consumo y tráfico de drogas alteró
el orden social no se cuenta con datos suficientes para
precisar el origen de los estupefacientes. Referente al
opio se estima que grandes cantidades procedían del
“Lejano Oriente” y entraban por los principales puertos
de Estados Unidos, como San Francisco, por ejemplo.
Así como Ciudad Juárez se ubicaba como espacio de
convivencia de miles de personas entre extranjeras y na-
cionales, también se ubicó como el lugar para practicar
actividades ilícitas que generaron cuantiosas fortunas.
Para 1920, las droguerías o boticas expendían diversos
tipos de drogas, como cocaína, heroína y morfina, y su
autorización y vigilancia era competencia del Municipio.
Entonces se emprendió una campaña contra el
consumo de marihuana,52 considerado uno de los vi-
cios más perniciosos que iba en aumento, por lo que
se ordenaron medidas enérgicas contra aquellos que la

50 Ibid.
51 Ibid., p. 11.
52 La Patria, 1920.

150
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

cultivaran y consumieran. La ofensiva53 se sustentó con


el argumento de que era un peligro para la tranquili-
dad social, ya que quienes se encontraban bajo su efecto
eran peligrosos y podían atacar a las personas.
El comandante de la policía tenía sospechas de que
la casa del chino Manuel Sing, ubicada en la avenida
Juárez, funcionaba como fumadero de opio y que era
frecuentada, principalmente, por norteamericanos. Una
vez que los policías realizaron una revisión de la vivien-
da, el chino pudo comprobar, mediante un certificado,
que por prescripción médica estaba autorizado para
consumir el estupefaciente.54
De acuerdo con documentos municipales, los fuma-
deros de opio se ubicaban en las calles de mayor afluen-
cia de visitantes, como la avenida Juárez, la avenida 16
de Septiembre y los callejones entre la avenida Juárez y
la calle Mariscal. Igual que en la Ciudad de México “los
fumaderos de opio eran lugares bien conocidos por los
viandantes urbanos.”55 Esas calles albergaban el mayor
número de diversiones públicas, en este caso: cantinas,
cabarés, restaurantes, hoteles y, ahora, casas particulares
en donde se consumían drogas.
En 1920, el reporte diario de la policía informaba
del número de personas que, arrestadas por consumo de
drogas heroicas, eran canalizadas al Ministerio Públi-

53 Luego de conferencias internacionales sobre el tráfico y consumo


de drogas, como la de Shanghai en 1909 y la de La Haya, Holanda,
el gobierno federal mexicano, encabezado por Álvaro Obregón, pro-
hibió la marihuana en 1920 y la adormidera en 1926. Astorga, Luis.
“Traficantes de drogas, políticos y policías en el siglo XX mexicano”.
En: Claudio Lomnitz (coord.). Vicios públicos, virtudes privadas: la
corrupción en México. México, Ciesas-Porrúa, 2000, p. 168.
54 AHCJ, 15 de febrero de 1920.
55 Pérez Monfort. Op. cit., p. 11.

151
co federal. Consumidores de morfina o morfinómanos
fueron 15; once de ellos eran extranjeros y tres de origen
mexicano. Mientras que 18 personas fueron arrestadas
por fumar opio.56 Los números reflejan que mientras
aumentaba la embriaguez, despuntaba el consumo de
narcóticos.
Con base en los libros de la Comandancia de Po-
licía, el presidente municipal manifestó al gobernador
que el tráfico de drogas heroicas bajó en relación con los
años anteriores. Sin embargo, se sospecha que las adic-
ciones cobraban fuerza conforme aumentaba el número
de visitantes que buscaban divertirse en Ciudad Juárez.
El 15 de marzo de 1920, el Diario Oficial de la Fe-
deración publicó la clasificación de plantas y productos
que podían utilizarse bajo prescripción médica. Al mis-
mo tiempo se emitían reglas para controlar el tráfico de
drogas. La primera estipuló que para introducir al país
opio, morfina, heroína y cocaína, se debería contar con
el permiso del Departamento de Salubridad. Esta me-
dida incluía únicamente a los farmacéuticos legalmente
titulados.57 La tercera disposición exigía que todo aquel
que quisiera alguna de las drogas mencionadas, debía
llevar un registro o un libro especial donde constaran
la entrada y salida de tales drogas. La quinta señalaba
la prohibición del cultivo y consumo de la marihuana.
La séptima daba cuenta de la sanción para aquellos que
infringieran las disposiciones, que consistía en una mul-
ta que iba de los cien a los cinco mil pesos, así como el
decomiso de la droga. La segunda, cuarta y sexta medi-
das se referían a requisitos en equipamiento que debían
cumplir los establecimientos.

56 AHCJ, 20 de febrero de 1920.


57 AHCJ, 2 de marzo de 1920.

152
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

A pesar de la publicación en el Diario Oficial de


la Federación, las disposiciones no tuvieron éxito por-
que “en boticas, expendios callejeros, en hospitales, en
las mismas cárceles, no se diga en cabarés, prostíbulos,
cafeterías y hasta en algunos patios traseros la circu-
lación de estas sustancias seguía su curso sin mayores
incidentes”.58 Además, reportes de agentes federales
encubiertos señalaban que el tráfico nacional e inter-
nacional de enervantes se hacía a lo largo de la línea
del ferrocarril de la ciudad de México a Ciudad Juárez
y, por tanto, el trayecto que cubría varias poblaciones
era aprovechado por los traficantes, considerándose a
Torreón como el centro para la distribución de drogas.
En la persecución y localización de fumaderos de
opio, se acordó que tendrían que participar las policías
municipal, estatal y federal. En 1920, la casa de otro chi-
no, José Chong, fue cateada y en su interior encontraron
a nueve personas fumando opio, así como frascos que
contenían cocaína, dos botes con opio, armas de fuego
y cartas de naipes.59 Los detenidos fueron llevados ante
el presidente municipal, quien los puso a disposición de
la autoridad federal. En el ánimo de combatir la dro-
gadicción, se creó un cuerpo de detectives al mando de
un jefe de la Policía Especial; todos ellos dependían del
Gobierno del Estado.
En 1921, La Patria denunció en sus páginas que
el opio, la morfina y demás drogas peligrosas “[…] se
venden como pan caliente en Ciudad Juárez”.60 La no-
ticia se basó en un informe, o parte de la Policía Judicial
asignada a Ciudad Juárez, que señaló que después de

58 Pérez Monfort. Op. cit., p. 19.


59 AHCJ, 1920.
60 La Patria, 1921.

153
haber cateado la casa del chino José Lo, ubicada en el
callejón Ugarte y Mariscal, encontraron treinta paque-
tes que contenían cocaína. El periódico informó que en
todas las casas cateadas, las drogas que más encontraron
fueron opio, morfina, cocaína y marihuana.
Un año después, en 1922, se descubrió un cuantioso
cargamento de marihuana y otras drogas en la bodega
de un hotel ubicado en la avenida 16 de Septiembre61
y se arrestó a dos norteamericanos y al propietario. Los
detenidos fueron puestos a disposición del Ministerio
Público Federal. El dueño del establecimiento, Emilia-
no Ortúzar, según el periódico, figuraba entre las perso-
nas adineradas de la localidad.
Ese mismo año se empezaba a notar que el número
de mexicanos dedicados a vender drogas iba en aumen-
to. Los turistas extranjeros eran sus principales clien-
tes o consumidores.62 En una redada, la policía logró
arrestar a seis mexicanos —que vendían droga a nor-
teamericanos—, así como a empleados y propietarios
de boticas, además de personas a las que sorprendieron
consumiendo droga en algunas cantinas. En ese año
fueron detenidas dentro de un bar una mexicana y una
norteamericana: un agente judicial les encontró tres pa-
quetitos de heroína y las remitió al agente del Ministe-
rio Público. La mexicana fue encerrada en la cárcel de
Ciudad Juárez, mientras que la extranjera salió libre con
el pago de una multa de sesenta pesos.
En 1923 era alarmante el tráfico de drogas, lo que
motivó el aumento de la presencia de agentes federa-
les.63 Éstos señalaron que la droga procedía del interior

61 La Patria, 3 de junio de 1922.


62 AHCJ, 5 de junio de 1922.
63 La Patria, 19 de abril de 1923.

154
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

de México para luego ser llevada a Estados Unidos. En


El Paso se realizaron importantes arrestos: 37 personas,
32 de ellas de origen mexicano y cinco norteamerica-
nas. De acuerdo con la Ley Harrison de narcóticos, se
había logrado enviar a 48 personas a la penitenciaría.
El narcotráfico se empezó a ubicar como una de las
actividades ilegales que cobró auge durante la bonanza
del alcohol en Ciudad Juárez. Este delito destacó entre
las actividades ilegales más rentables de la época. En el
caso del alcohol existen números y nombres de quienes
se beneficiaron, pero en lo concerniente a las drogas los
archivos municipales no registraron las cifras, ya que el
asunto era competencia del Ministerio Público federal.
El tráfico de drogas corrompió a funcionarios de la
administración municipal:64 en febrero de 1924, La Pa-
tria publicaba el arresto de un vendedor de narcóticos.
Salvador Sandoval fue detenido y en su declaración se-
ñaló a José Borja Ramos, jefe de la policía, como uno de
los principales comerciantes de morfina y otras drogas
en Ciudad Juárez. Al mismo tiempo, el periódico pedía
al alcalde Pedro M. Fierro que cumpliera la promesa de
combatir este problema.
En su edición del 10 de julio de 1924, La Patria pu-
blicó como noticia principal que Ciudad Juárez estaba
invadida por una banda de morfinómanos extranjeros.65
El agente del Ministerio Público entregó al recaudador
de rentas de Ciudad Juárez todo lo que había logrado
decomisar en el transcurso del año; los agentes federales
testificaron dicha entrega.
En 1924 se aprehendió a dos agentes federales que
venían de la Ciudad de México, a quienes se les de-

64 La Patria, 13 de febrero de 1924.


65 La Patria, 10 de Julio de 1924.

155
comisaron cuatro paquetes que contenían dos onzas
de heroína cada uno.66 Este hecho reveló que la droga
que se consumía por nacionales y extranjeros provenía
de diversos puntos del país. Tal vez grandes cantidades
fueron introducidas ilegalmente a Estados Unidos, que
ya figuraba desde finales del siglo XIX como uno de los
principales consumidores en el mundo.
Algunas mujeres también fueron adictas a la heroí-
na. Rufina Martínez fue detenida dentro de uno de los
reservados de una cantina cuando pretendía inyectarse
una dosis, por lo que fue enviada a la cárcel y puesta a
disposición de la autoridad correspondiente. La droga-
dicción, tanto de hombres como de mujeres, aumentaba
al igual que la embriaguez pública.67
En diciembre, la Policía Judicial hizo un importan-
te decomiso de opio.68 La casa de María Camacho fue
cateada y se encontró la droga, además de varios cartu-
chos calibre 30:30. La traficante acusó a un hombre de
ser el propietario de la droga; sin embargo, cuando éste
fue aprehendido negó la acusación.
En los primeros días de enero de 1925 fueron deco-
misados más de cincuenta kilos de marihuana69 o “hier-
ba maldita”, como se le conocía. Durante el operativo se
arrestó a Clemente Talamantes. El periódico señalaba
que la droga provenía de Camargo, lugar que se distin-
guió por el cultivo del enervante.
Según un reporte del inspector de Sanidad,70 se in-
formó al alcalde que la mayoría de las prostitutas eran

66 La Patria, 12 de julio de 1924.


67 La Patria, 20 de diciembre de 1924.
68 La Patria, 22 de diciembre de 1924.
69 La Patria, 4 de enero de 1925.
70 AHCJ, 9 de junio de 1925.

156
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

adictas a la heroína. En el documento se acusó a Juana


Torres viuda de Talamantes de ser la regente71 de mu-
jeres públicas, a las que les permitía el uso de drogas
heroicas. El hecho llamó la atención de la autoridad por
la denuncia interpuesta por vecinos de la casa de asig-
nación. Para esa época existía una sociedad de jefes de
familia que, en aras de cuidar la moral pública, se dieron
a la tarea de vigilar y denunciar a personas y lugares que,
a su criterio, significaban un mal ejemplo.
El opio, la morfina, la heroína y la cocaína fueron
los alcaloides de mayor tráfico durante los años veinte
en Ciudad Juárez. En 1926 policías especiales arresta-
ron a un hombre en el Mint Bar, porque le fue encon-
trada media onza de morfina. Los agentes acusaron a
los propietarios de la cantina, de apellido Fernández,
de ser los principales traficantes y de utilizar el lugar
como centro de distribución, por lo que pidieron al
presidente municipal que cancelara al lugar el permiso
de funcionamiento.72
Los primeros días de mayo de 1926 fue remitido a
la cárcel Antonio Fernández,73 quien junto con Enrique
Fernández, propietarios del Mint Bar, eran acusados de
ser los principales traficantes de drogas y falsificadores
de dólares. Enrique Fernández era considerado el “as de
los traficantes en Ciudad Juárez”, y según informes del
agente encubierto Juan Requena,74 se detuvo a Antonio
Fernández por posesión de cuatro papiros de morfina
y azufre. Una juez penal giró la orden de aprehensión.

71 El reporte del inspector de Sanidad señala a la mujer como


“madrota”, término que hasta la fecha ha persistido para designar a
las mujeres que se dedican a administrar prostitutas.
72 AHCJ, 29 de abril de 1926.
73 AHCJ, 14 de mayo de 1926.
74 Astorga, Luis. Op. cit., p. 170.

157
Entre el 14 y 15 de mayo, se detuvo a Pedro Quirarte
por resguardar en su vehículo un paquete de morfina.
En 1927 la Secretaría de Gobernación del Estado
acusó a Agustín Gallo, presidente municipal de Ciudad
Juárez, de proteger a traficantes y, al mismo tiempo, por
ser beneficiario de la actividad.75 También señaló que
policías municipales protegían a los centros de vicio. El
problema para el alcalde era grave, ya que además se
afirmaba que no era mexicano, pues se presumía ciu-
dadano estadounidense. Las acusaciones contra Agus-
tín Gallo indicaban que protegía a Antonio y Enrique
Fernández, José Borja Ramos y Samuel Sambli —este
último de nacionalidad china—; todos eran traficantes,
según agentes encubiertos de la Secretaría de Goberna-
ción. En tiempos de campaña electoral, al chino Sambli
se le exigían “cuotas” a cambio de concesiones para que
traficara drogas al interior del “casino chino”, cuya ac-
tividad se extendía a Chihuahua, Tijuana y Mexicali.76
Al general Francisco A. Martínez, jefe de la Guar-
nición de la Plaza en Ciudad Juárez, se le acusaba de
tener nexos con Agustín Gallo, pues abrieron la cantina
El Agujero en la Pared en la línea divisoria con El Paso,
lugar de fama, porque los norteamericanos que querían
consumir licor solo tenían que meter la mitad de su
cuerpo por un agujero, por lo que no violaban la ley o

75 AHCJ, 1927. Darío Galicia Ortega, agente federal encubierto


bajo el mote de “Agente confidencial No. 10”, en uno de los infor-
mes que enviaba con regularidad a la Secretaría de Gobernación,
informaba que Antonio y Enrique Fernández recibían protección
del alcalde de Ciudad Juárez, Agustín Gallo. AGN. Secretaría de
Gobernación. Sección confidencial. Expediente 19, volumen 11, 25
de mayo de 1928.
76 AGN. Secretaría de Gobernación. Sección confidencial. Expe-
diente 19, volumen 11, 25 de mayo de 1928.

158
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

la prohibición del alcohol. Darío Galicia Ortega expli-


có la forma de operar de esta cantina: “Dicho negocio
lo hacen aparecer a nombre de Manuel Mungia [sic],
pero siendo los interesados los principales de la admi-
nistración, no pagan contribuciones y por la situación
topográfica deja las facilidades de cometer toda clase
de actos inmorales y si es llegado el caso hasta crímenes
que pueden quedar impunes”.77
Una copia del informe sobre la venta de narcóticos
en Ciudad Juárez fue enviada al gobernador del estado,
Fernando Orozco, para que procediera a detener a las
personas que se mencionaban en el mismo. El oficial
mayor de la Secretaría de Gobernación le sugirió al
mandatario actuar “rogándole se sirva dictar las órdenes
que estime prudentes a efecto de que se castigue a los
individuos o autoridades que aparecen responsables de
la venta clandestina de drogas y narcóticos”.78
La red de complicidad de funcionarios federales, es-
tatales y municipales era puesta al descubierto por el
agente federal. Las relaciones de parentesco tenían un
peso específico en la conformación de grupos cuya ac-
tividad estaba relacionada con el tráfico de drogas y de
influencias. Aunque a los funcionarios de mayor ran-
go no se les acusaba directamente, sí se les mencionaba
como los encargados de brindar protección a conocidos
traficantes. Los informes enviados a la Secretaría de
Gobernación ponían de manifiesto que la corrupción
alcanzaba los tres niveles de gobierno. El “Agente encu-
bierto No. 10” describía la corrupción: “lamentando el
hecho de cada funcionario Federal o Municipal; se ha
considerado aptonomo [sic] en sus respectivos cargos;

77 Ibid.
78 AGN, 7 de junio de 1928.

159
pues se advierte que, en muchos casos incurren hasta en
usurpación de funciones, siendo esto origen de cons-
tantes irregularidades y discordias quedando los asun-
tos únicamente en trámite”.79
Alberto Terrazas Valdez, agente del Ministerio Pú-
blico del fuero común, se desempeñó como secretario
particular de Manuel Mascareñas, exgobernador del
estado y exadministrador de la Aduana; además, era
pariente del gobernador Fernando Orozco. A Terra-
zas se le acusaba de brindar protección a dos personas,
también protegidas por el general Caraveo. Terrazas,
con ayuda de la Presidencia Municipal, cometía actos
de corrupción; “absorben todo el asunto del ramo ad-
ministrativo judicial, a esto hay que tomar en cuenta
que la Policía, es la que protege todos los delitos que
son penados, pues ya me he referido que algunos de sus
miembros, y especialmente empleados municipales, son
reconocidos traficantes en drogas heroicas […]”.80
Otro ejemplo de protección a narcotraficantes por
parte de funcionarios fue el caso de Enrique Fernández,
quien fue condenado y recluido en la prisión Islas Ma-
rías por “delito contra la salubridad pública”. Al poco
tiempo salió libre gracias a las gestiones que realizó el
entonces gobernador interino del estado de Chihuahua
Luis León (1929-1930), secretario de Agricultura y
Fomento en el gabinete de Calles, y de Industria, Co-
mercio y Trabajo en el de Ortiz Rubio. El informe del
agente encubierto agrega que Fernández tenía a su ser-
vicio a seis policías que lo cuidaban día y noche, y que
disponía de “una buena mafia bien organizada”.81

79 AGN, 9 de junio de 1928.


80 Ibid.
81 Astorga, Luis. Op. cit., p. 170.

160
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Enrique Fernández Puerta, considerado en la épo-


ca como “Al Capone de Juárez”, desde temprana edad
contaba con un amplio expediente de hechos delictivos:
“se inició como contrabandista de alcohol, falsificador
de dólares” y, posteriormente, se dedicó a pasar nar-
cóticos a Estados Unidos. Se convirtió en jefe y hasta
realizó pactos con políticos. Su poder era tal que “llegó
a controlar el ayuntamiento y sirvió de escalón para en-
riquecer a muchos individuos que han vivido de la cosa
pública en Chihuahua, entre ellos tres gobernadores”.82
Años más tarde, llegaba otro grupo político en susti-
tución del que comandó el gobernador Roberto Fierro
(1931-1932), periodo en que Fernández Puerta afianzó
su poder. El general Rodrigo Quevedo, gobernador del
estado de Chihuahua (1932-1936), también fue acusa-
do de proteger a traficantes; sus hermanos le disputaron
la plaza a Fernández Puerta y, a la postre, manipularían
el Ayuntamiento de Juárez expulsando a su principal
competidor al Distrito Federal, quien terminó “asesina-
do por un pistolero pagado, según se dijo, por los her-
manos Quevedo”.83
Las acusaciones por parte de la Secretaría de Go-
bernación continuaban y señalaban a Agustín Gallo
como grosero, prepotente y de tener a sus amigos en
los principales puestos administrativos de la Presiden-
cia Municipal. Indicaban que era socio de los conoci-
dos traficantes de “drogas heroicas” y falsificadores de
dólares, Antonio y Enrique Fernández, propietarios del
Mint Bar.
Las acusaciones resultaban graves y, al mismo tiem-
po, eran fiel reflejo de la lucha entre grupos políticos

82 Astorga, Luis. Ibid., p. 174.


83 Ibid.

161
y económicos. Es posible deducir que su origen fue el
control de los negocios del vicio. Las ganancias que ge-
neraron las actividades ilícitas fueron incalculables.
Hasta el momento, las únicas cifras que existen res-
pecto de las ganancias que se derivaron de las diver-
siones públicas formales se encuentran en los registros
municipales —se explican en los informes de ingresos y
egresos—, pero las de origen informal, como el tráfico
de drogas, alcohol y la prostitución clandestina, es im-
posible cuantificarlas. Sólo se observa que algunos ape-
llidos aquí mencionados coinciden de manera notable
con actuales, es decir, se trata de familias cuya fortuna,
podría precisarse, tuvo origen en la actividad ilícita que
sus antepasados llevaron a cabo en Ciudad Juárez du-
rante los años veinte.
Pese a que en 1923 el presidente Álvaro Obregón
emitió un decreto que prohibía la importación de “dro-
gas heroicas” y tipificaba como delito de contrabando
su comercialización, el problema continuaba y parecía
no tener solución.84 Se especuló que detrás del decreto
de Obregón estaba la intención de congraciarse con el
gobierno de Estados Unidos.
En 1925 el gobierno del general Plutarco Elías Ca-
lles derogó el decreto de 1923 y lo sustituyó por otro
que daba amplias facultades al Departamento de Salud
Pública para que se encargara de los permisos de im-
portación de opio, morfina y cocaína.85 A la dependen-
cia también se le asignó la tarea de controlar la prosti-
tución. Las medidas que emprendió Calles obedecieron
a su campaña nacional contra los vicios, que pronto se
dejaron sentir en todo el país.

84 Pérez Monfort. Op. cit., pp. 18-19.


85 Ibid.

162
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Sin embargo, pese a los esfuerzos del gobierno fede-


ral y del Municipio para controlar el tráfico y consumo
de drogas, Ciudad Juárez seguiría con esta problemáti-
ca. Su condición de frontera la colocó como una de las
principales rutas hacia el país del norte y en función
de la droga se tejió una compleja red en la que posi-
blemente estuvieron involucrados miembros del poder
político y económico de la ciudad y del estado de Chi-
huahua. Finalmente, se puede señalar que

El tráfico y los traficantes de drogas en México son


una creación de las leyes prohibicionistas de los
años veinte […] Las zonas de cultivo y tráfico, go-
bernadas por miembros de la clase política surgida
de la Revolución Mexicana, se convirtieron en lu-
gares atractivos para la diversificación de los medios
de acumulación de capital.86

Los juegos de azar, máquinas de lotería de carto-


nes, niqueleras, naipes y dados, por citar algunos, fueron
controversiales a partir de 1904 y hasta 1933. Sin em-
bargo, el estudio se centra de 1920 a 1933. Por una par-
te, la llegada del general Álvaro Obregón a la primera
magistratura del país coincidía con el arribo del general
Ignacio C. Enríquez a la gubernatura de Chihuahua.
La relación entre ambos era cordial, por lo tanto se es-
peraban grandes apoyos para el estado. El sonorense
prometió al general Enríquez la concesión de los jue-
gos en Ciudad Juárez, lo que cumplió. Así, la promesa
era que el erario estatal empezaría a recibir más de 2

86 Astorga, Luis. Op. cit., p. 175.

163
millones de pesos anuales, tan solo por el concepto de
impuestos generados por el juego. Pero meses más tar-
de, en 1921, el general Obregón ordenaría la clausura
de los juegos de azar.87 Antes de que entrara en vigor la
prohibición, el Municipio empezó a recibir en sus arcas
los primeros frutos de la concesión. Por este concepto
y por el lapso de diez días el tesorero municipal recibió
más de mil 500 pesos.88
Una sociedad de hombres de negocios de El Paso
y Ciudad Juárez hizo en 1920 una propuesta al Mu-
nicipio para que les otorgara la concesión de juegos de
azar. Los interesados se comprometían a invertir 20
mil dólares al año en la construcción de edificios que
se irían ensanchando conforme el negocio lo requirie-
ra. Al término de cinco años inyectarían tan solo en el
rubro de construcción cien mil dólares. Por supuesto
la propuesta incluía el permiso para la venta de vinos y
licores. El proyecto era ambicioso, pues incluía salones
para bailes, restaurantes, cafés, neverías, billares y otro
tipo de negocios enfocados en la diversión pública.
Los inversionistas también imponían sus reglas y
éstas consistían en que el Municipio se comprometiera
a que, por un lapso de 25 años, no otorgaría permiso
alguno para cada uno de los juegos o diversiones que se
proponían en el contrato; es decir, buscaban el control
de una actividad que, por la naturaleza de la inversión,
resultaba bastante lucrativa. Finalmente, el Municipio
desechó la propuesta porque todavía no recibía el per-
miso por parte de los gobiernos estatal y federal.
Ese mismo año, luego de que la concesión de juegos
fuera concedida por el general Obregón al general En-

87 González Herrera. Op. cit., p. 108.


88 AHCJ, 26 de enero de 1920.

164
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

ríquez, el Gobierno del Estado estableció las reglas al


Municipio de Juárez, entre las cuales le concedía el 50
por ciento del producto del juego, siempre y cuando el
Gobierno federal dispensara al Estado del 50 por ciento
correspondiente por contribución. Al mismo tiempo, se
precisaba al Municipio que, para vencer la renuencia del
Ejecutivo federal, debería existir el compromiso de que
las contribuciones que generara el juego se destinarían
a servicios públicos.
Sin embargo, en 1920, antes de que iniciaran las
propuestas para la concesión de juegos, el Congreso
del Estado había autorizado al general Enríquez para
que se remataran los juegos en el Palacio de Gobierno.
También se presumía que el remate consistiría en 2 mi-
llones de pesos por un año. El proceso tenía que reali-
zarse con toda transparencia, pues se estipulaba que se
debería contar con la presencia de diputados, magistra-
dos y, por supuesto, del gobernador del estado, general
Ignacio C. Enríquez.89
Una vez que el Congreso y el gobernador aprobaron
el remate de los juegos, el mandatario estatal urgió, me-
diante un oficio, al presidente municipal para que pu-
blicara en los periódicos locales, estatales y nacionales
la información para que ésta estuviera a disposición de
aquellos que pretendieran la concesión y que se acerca-
ran a la Secretaría de Gobierno con sus propuestas en
un lapso de tiempo no mayor a quince días. Los intere-
sados tendrían que erogar la cantidad de un millón de
pesos cada seis meses en pagos mensuales.90
En ese mismo periodo, el Municipio de Juárez re-
cibiría 400 mil pesos por concepto de impuestos. Se

89 La Patria, 17 de enero de 1920.


90 Ibid.

165
pedía que esos recursos fueran destinados al fomento
de la instrucción pública a través de la construcción de
escuelas y para mejorar los caminos y pavimentación de
las principales calles de la ciudad.91
La asociación formada por Benjamín Revilla, Fran-
cisco Sagardi y Manuel F. López fue la primera a la que
se otorgó la concesión exclusiva de los juegos el 20 de
enero de 1921. El Municipio estipulaba en la primera
de las cláusulas del contrato que los juegos que les es-
taba permitido explotar serían los siguientes: redinas,
craps, naipes, dados, rifas y loterías. También se les per-
mitía el establecimiento de una cantina. El permiso se-
ría por el lapso de dos meses y el gobierno se reservaba
la facultad de revocar la concesión, avisándoles con diez
días de anticipación, así como la devolución de la suma
que se hubiera entregado. Los concesionarios quedaban
comprometidos a entregar un donativo al Estado y al
Municipio por cien mil 500 pesos mensuales para el
fomento de la instrucción pública, y la obligación de
pagar el salario de diez dólares diarios a dos policías. El
Municipio se comprometía a prorrogar la concesión por
más tiempo si se respetaban las cláusulas estipuladas en
el contrato.92
Sin embargo, la decisión de conceder el permiso a
Revilla, Sagardi y López fue difícil, pues se contaron más
de cincuenta propuestas para obtener la concesión. Los
principales competidores fueron Evaristo Parra, quien
ofreció un millón de pesos por un lapso de seis meses;
Roe G. Martín, quien ofreció 900 mil pesos más algunos

91 Ibid.
92 AHCJ, 1920.

166
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

donativos para el Municipio; y Jacobo E. Touché, quien


ofreció 600 mil pesos por el lapso de seis meses.93
Con una actitud de venganza, porque no le fue otor-
gada la concesión, Jacobo Touché, tiempo después, fue
artífice de una campaña de desprestigio contra el go-
bernador Enríquez, valiéndose de agrupaciones religio-
sas como la Asociación Cristiana de Jóvenes.94 Según
se observa, su propuesta era mucho menor a la de sus
competidores. Obviamente, el gobierno no se la con-
cedería porque había otras mejores que respondían a
los términos señalados en la convocatoria de enero de
1920. La concesión no fue fácil, ya que muchos de los
contendientes quedaron resentidos y enarbolaron la
moral pública para atacar las decisiones políticas del
gobernador Enríquez.
La concesión que se otorgó fue cuestionada princi-
palmente por La Patria, que, en su editorial, publicado
en primera plana, señalaba dudas respecto al proceso,
como fue el caso de la dilación de las firmas, la engorro-
sa presencia de diputados y magistrados y, sobre todo,
enfatizaba la ausencia del gobernador Enríquez, quien
mandó en su representación al doctor Efrén Valdés. Se-
gún el editorial, existía un misterio que no acababa por
resolverse. Hacía alusión a que una propuesta fue desoí-
da y señalaba que la hacienda estatal dejaría de percibir
una importante cantidad de dinero por este concepto.
Los cuestionamientos de la publicación se referían a
la fianza que tendrían que depositar los concesionarios
y que, al parecer, incumplieron, pues debieron haber de-
positado 340 mil pesos, no 200 mil. La propuesta des-
oída se refería a que Jacobo Touché, 24 horas antes de

93 La Patria, enero de 1920.


94 González Herrera. Op. cit., p. 95.

167
que cerrara la convocatoria, ofreció cien mil pesos más
que la propuesta de Revilla y sus socios. Esa cantidad
es la que, según el diario, dejaría de recibir el gobierno.
Touché no dejó de presionar a través de La Patria.
El diario exigía al gobernador que aclarase “el miste-
rio” y los ofrecimientos hechos dos días después de que
cerró la convocatoria. El editorial iba más allá de pedir
aclaraciones, pues insinuaba la existencia de una amis-
tad entre López y Revilla con el gobernador Enríquez.
También apuntaba que ambos fungían como presta-
nombres de los turcos Ayub Primos y Jorge S. Russek,
que participaban con un 45 por ciento95 en la sociedad.
Debido a las presiones que surgieron de grupos con
fuertes intereses económicos, además de las que prove-
nían del exterior que criticaban al gobierno de Obre-
gón, sorpresivamente, el 6 de abril de 1921, fueron clau-
surados los juegos por orden del gobernador del estado,
Ignacio C. Enríquez. Según un telegrama que envió a
La Patria:

Debido a que la prensa y el público en general no


han sabido interpretar los sanos propósitos del go-
bierno del Estadopara tolerar los juegos estableci-
dos en C. Juárez, para invertir honradamente los
impuestos de dichos juegos en las más urgentes ne-
cesidades del pueblo, y habiendo declarado el go-
bierno federal que la concesión del juego es contra-
ria a su política, el gobernador del Estado, General
Enríquez, acordó ayer clausurar inmediatamente
los garitos de Ciudad Juárez. La orden entrará en
vigor desde luego.96

95 La Patria, 14 de febrero de 1921.


96 La Patria, 6 de abril de 1921.

168
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Los juegos de azar representaban una importante


suma de dinero para el erario público. Pese a que se
había decretado el cierre, un año después, el presidente
municipal se vio en la necesidad de otorgar un permiso
a los propietarios del famoso cabaré Tívoli, mismo que
se distinguía por sus fastuosos bailes, amenizados por
orquestas provenientes de Estados Unidos.
No se descarta que intereses privados hayan pre-
sionado al alcalde para que otorgara otro permiso. La
apertura causó expectación entre los habitantes, testigos
de la pugna desatada entre acaudalados comerciantes
y políticos que pretendieron la concesión. Curiosos, se
acercaron a las puertas del Tívoli a ver las mesas prepa-
radas para las jugadas de naipes.
Los propietarios del cabaré informaron que el al-
calde les había otorgado el permiso por dos días a la
semana: sábados y domingos. El martes 28 de marzo La
Patria anunció en su primera plana que el sábado 25 se
abrieron los juegos que consistían en redinas, craps y pó-
ker.97 La publicación daba cuenta de la expectación que
causó entre curiosos y jugadores que acudieron, tanto a
mirar como a jugar.
El influyente periódico, que ejerció fuerte presión
sobre el gobernador Enríquez, volvió a cuestionar la
apertura de los juegos que estaban prohibidos por de-
creto. Ahora denunciaba que en varios salones del cen-
tro de Ciudad Juárez había todo tipo de juegos de azar,
además de máquinas que, según opinión del periódico,
solo servían para despojar a incautos de su dinero. El
Municipio informó que adoptó la medida de otorgar

97 La Patria, 28 de marzo de 1922.

169
permisos porque estaba en bancarrota y tenía necesidad
de obtener recursos para equilibrar su presupuesto.
La Patria cuestionó los altos salarios que percibían
los funcionarios, además de un abultado aparato admi-
nistrativo integrado por inspectores, secretarios y em-
pleados “inútiles” que ocasionaban egresos importantes.
Era ésta la verdadera intención del periódico de presio-
nar y criticar tanto a las autoridades municipales como
estatales: “[…] constituye una parcialidad para ciertos
concesionarios, no reportando sino un beneficio ‘mi-
núsculo’ al erario municipal”.98 Parecía que Jacobo Tou-
ché volvía de nuevo.
La Patria no cejó en presionar al alcalde, pues cons-
tantemente denunciaba que al interior de las cantinas
se permitía todo tipo de juegos prohibidos bajo la com-
placencia de la autoridad. Al mismo tiempo, acusó que
prevalecía la corrupción entre funcionarios públicos
que, disimuladamente, permitían la operación de piza-
rras eléctricas que anunciaban el resultado de carreras
de caballos en Estados Unidos y en la ciudad de Méxi-
co. La acusación se extendió al grado de señalar que lo
recaudado por concepto de los juegos no iba a parar a
las arcas municipales, sino a los bolsillos de unos cuan-
tos privilegiados, quienes habían encontrado la manera
fácil de hacerse de dinero sin trabajar.99
El Paso Herald Post publicó en 1920, año en que
continuó el incremento de cantinas y garitos de juegos
de azar en Ciudad Juárez, que poco más de 200 mil
dólares al mes iban a parar a esos lugares.100 El perió-

98 La Patria, 6 de abril de 1922.


99 La Patria, 19 de abril de 1922.
100 EPH, 10 de agosto de 1920, p. 8. En: Edward Lonnie Langs-
ton. “The Impact of Prohibition on the Mexican-United Status

170
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

dico señalaba que parte de esos ingresos que entraban


a Ciudad Juárez se regresaban a través de cuentas de
los principales bancos de El Paso, además de la alta
dependencia comercial.
Con motivo de las fiestas de carnaval del mes de fe-
brero de 1923, autoridades del Municipio decidieron
rematar la concesión de juegos de azar, permitidos por
la ley, por quince días. Según la convocatoria, el remate
contó con el aval del Gobierno del Estado. Los juegos
fueron concesionados a Evaristo Parra por 50 mil 100
pesos, suma que sus competidores Ramón López y Ma-
nuel F. López no pudieron superar. Sin embargo, La Pa-
tria desmentía a la autoridad municipal al señalar que el
Estado no había dado luz verde para dicha explotación.101
La polémica que generó el hecho de permitir la ope-
ración de juegos prohibidos directamente por el general
Obregón causó revuelo en la prensa nacional, puesto
que se interpuso una denuncia ante el procurador gene-
ral de la República en la que se acusó a las autoridades
de Ciudad Juárez de haber violado la prohibición. Fun-
cionarios federales tomaron cartas en el asunto y apre-
suraron al gobernador a que detuviera las disposiciones
municipales de permitir los juegos.102
El periódico, desde que el general Obregón otorgó
el permiso para que el general Enríquez permitiera los
juegos de azar en el estado, principalmente en Ciudad
Juárez, mostró su desaprobación, y ahora también cues-
tionaba la concesión otorgada a Ramón López. Esta
actitud revela que, posiblemente, hubo una relación

Border: The El Paso-Ciudad Juárez Case”. Tesis doctoral. Texas,


Texas Tech University, 1974, p. 138.
101 La Patria, 19 de febrero de 1923.
102 La Patria, 20 de febrero de 1923.

171
cercana entre Silvestre Terrazas y Touché, a quien le
fue negada la primera concesión, o muestra que sim-
plemente Touché compró espacios del periódico para
atacar, principalmente, al gobernador Enríquez.
La presión ejercida para que se respetaran las disposi-
ciones de no permitir la reapertura de los juegos, incluyó
la amenaza de retirar las fuerzas federales de Ciudad Juá-
rez. La Patria acusó que la autorización de los juegos fue
a cuenta propia del Municipio, pues ninguno de los otros
niveles de gobierno habían emitido permiso alguno.103
La polémica desatada motivó que la prensa publica-
ra en sus páginas una posible visita del general Serrano,
secretario de Guerra del gobierno de Obregón, con la
finalidad de observar de cerca la situación.104 A cuatro
días de que terminara la concesión que se había otor-
gado a Evaristo Parra, se presentaron enfrentamientos
entre las tres esferas de gobierno al grado de que meses
después ésta fue derogada porque la administración fe-
deral prohibió los juegos de azar.
La Patria denunció contubernio entre la alcaldía
y empresarios locales y acusó directamente a los her-
manos Ayub de estar detrás de la concesión, además
de que los asociaba políticamente al general Francisco
Murguía, jefe de Armas, y al ingeniero Andrés Ortiz,
exgobernador de Chihuahua. Los Ayub se defendieron
mediante una carta que enviaron a Silvestre Terrazas,
propietario del periódico, en la cual negaron categóri-
camente las acusaciones: “Respecto a los juegos que se
explotan en Ciudad Juárez, podemos asegurar a Ud. y
lo autorizamos para que nos pruebe lo contrario, de que
no somos copartícipes ni principales en el negocio, y que

103 La Patria, 23 de febrero de 1923.


104 La Patria, 1 de marzo de 1923.

172
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

puede Ud. dirigirse con mayor satisfacción al señor don


Evaristo Parra, que según parece, es el concesionario”.105

Definir qué era un cabaré en Ciudad Juárez durante


los años veinte resulta problemático porque, al mismo
tiempo, estos lugares se catalogaban como salones de
baile público o cantinas y, al parecer, todo dependía del
número de servicios que ofrecían; es decir, si contaban
con restaurante, cantina, reservados, orquesta y espacios
para montar otros espectáculos, como peleas de boxeo
e, incluso, peleas de gallos. En función de estos servicios
se clasificaban de primera, segunda y tercera categoría.
Los cabarés y salones de baile eran diversiones públi-
cas de noche. Algunos se distinguieron porque se reserva-
ron el derecho de admisión, fuera por la vestimenta o por
el grupo étnico al que pudiera pertenecer la persona que
deseaba entrar. La calle del Comercio y la avenida Juárez
fueron los espacios urbanos donde más se instalaron.
Durante la noche, esas vías públicas resaltaban debi-
do a que los cabarés y cantinas, en su fachada, se distin-
guían por llamativas luces de neón, sugestivas fotogra-
fías de las orquestas o artistas que presentaban, así como
anuncios, marquesinas y hombres ataviados con elegan-
tes trajes que recibían en la puerta a los clientes. Estas
eran las características que imprimían un aire cosmopo-
lita a la ciudad, parecido al de las grandes ciudades de
México y de Estados Unidos de los años veinte.
Sería imposible afirmar que en esos espacios sociales
la gente únicamente se divertía, pues también fueron
escenario de disputas —pleitos, lesiones, robos, etcéte-

105 La Patria, 9 de marzo de 1923.

173
ra— entre los clientes, quienes, por el efecto del alcohol
y otras sustancias, alteraban el orden social y jurídico.
Lugares como los reservados fueron reprobados social-
mente cuando se sorprendió a personas consumiendo o
traficando con drogas. Incluso, escudándose en la priva-
cidad, se practicó la prostitución.
En torno a los lugares de diversión nocturna se cons-
truyó una fama internacional por presentar los mejores
espectáculos de la época, pero al mismo tiempo dieron
pie para que, por delitos que en su interior se cometían,
se creara una imagen negativa de la ciudad en la percep-
ción del turista nacional y extranjero.
En las siguientes páginas se pretende reconstruir
parte de esa realidad a través de los testimonios escritos
y orales que existen al respecto. La información con que
se cuenta ofrece los indicios pertinentes de ese pasado
histórico de Ciudad Juárez.
El horario durante el que era permitido operar a los
lugares donde se llevaban a cabo bailes públicos iba en
función de las disposiciones de la autoridad municipal.
En 1920 el alcalde notificó al comandante de la policía
el nuevo horario: de 7 de la noche a 3 de la mañana, al
que deberían de sujetarse los propietarios de salones.106
Para finales de ese año los bailes públicos en Ciudad
Juárez tenían como sede los salones:107 El California,
propiedad de Santiago Mestas; La Mascota, de Peña y
Rodríguez; American Dancy [sic], de Daniel González;
El Puerto de Yokohama, de Fernando Yamada; y Casa
Azul. Estos salones eran considerados de segunda clase
y tenían permiso para cerrar a las 4:30 horas; sin embar-
go, el horario era variable.

106 AHCJ, 20 de enero de 1920.


107 AHCJ, 21 de noviembre de 1920.

174
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

En 1921 los bailes públicos ya no fueron exclusivi-


dad de los salones, sino que ahora aparecían los cabarés
El Oasis, Central Bar, Jockey Club y Black Cat, y otros dos
salones de baile, El Puerto de Bilbao y la Luz Colorada.108
El horario era distinto para unos y otros: mientras que
los cabarés tenían que cerrar sus puertas a las 12:45 de
la mañana, los salones de baile lo hacían a las cuatro.109
Estos últimos, cuya diversión principal era organizar
bailes con venta de licor, se distinguían de los cabarés
por la calidad y cantidad de servicios que prestaban al
turista.110 Los cabarés eran considerados de primera
clase y contaban con cantina, salón de baile, restaurante,
orquesta en vivo, variedad y un área específica donde se
organizaban peleas de boxeo.

108 Así como las cantinas se mudaron a Ciudad Juárez, también lo


hicieron los cabarés. Dada la intensa vida nocturna que se vivía en
Ciudad Juárez, estimulada por la prohibición del alcohol, la ciudad
se convertía en un atractivo para que las mismas diversiones noctur-
nas que funcionaban en El Paso se abrieran en el espacio fronterizo
mexicano. No obstante, la nueva industria de la diversión seguiría
bajo la operación de los anglos, quienes ocuparon los principales
puestos, mientras que a los mexicanos los emplearon para limpieza;
es decir, puestos de ínfima categoría en comparación con los de los
anglos. El nuevo salón Oasis tendría como gerente a Harry Mitchel y
estaría ubicado en la calle del Comercio. El atractivo del nuevo salón
consistiría en ser salón de baile y restaurante que funcionarían hasta
la medianoche. El Paso Herald, 23 de abril de 1921.
109 AHCJ, 27 de septiembre de 1921.
110 Sin embargo, varios cabarés ampliaron sus servicios al turista.
Ante el redituable negocio que representaban los juegos de azar,
algunos optaron por ofrecerlos, mientras que otros se resistieron
a hacerlo. Esto significó para los que no quisieron instalarlos que
perdieran clientela, incluso esta situación los obligó a cerrar. Como
ejemplo: A. T. Licata, gerente, comunicó la decisión de cerrar las
puertas del Oasis. El Paso Herald, 29 de enero de 1924.

175
En los años veinte los cabarés llegaron a Ciudad
Juárez y la calidad de sus servicios fue objeto de aten-
ción internacional. Personas de estratos sociales altos,
hombres de negocios, artistas y deportistas concurrían
a estos sitios.
Muchos de los cabarés se instalaron en la avenida
16 de Septiembre. Se trataba de centros de diversión a
donde llegaron “Miles de americanos sedientos de li-
cor. Bares y cafés fueron llamados cabarets en esos días
y estuvieron colocados pared a pared por la calle 16 de
septiembre. Sus dueños trajeron las mejores bandas y
orquestas desde los Estados Unidos para esos cabarets.
La gente venía especialmente los fines de semana, a
gritar ¡yupi!”111
Los turistas que venían de El Paso a los cabarés
estaban sujetos a los horarios de apertura y cierre del
puente internacional. Muchos de ellos que no alcan-
zaban a llegar a tiempo para cruzar al otro lado tenían
que quedarse: “en un tiempo los puentes permanecían
abiertos hasta las 12 de la noche pero a veces había or-
den de cerrarlos a las nueve de la noche. Los paseños a
veces no creían que podrían cerrar a esas horas por lo
que continuaban en Juárez”.112
Los que pertenecían a estratos sociales altos se queda-
ban a dormir en los mejores hoteles de Juárez, mientras
que los que no tenían esa posibilidad solo buscaban un

111 Oral History Institute-University of Texas at El Paso (OHI-


UTEP). Entrevista a Chester Chope, El Paso, 27 de julio de 1968,
por Wilma Cleveland. Chester Chope fue reportero y editor en El
Paso Times de 1917 a 1925. Posteriormente, trabajó como editor
asociado en El Paso Post y El Paso Herald Post de 1925 a 1962.
112 Ibid., p. 14.

176
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

lugar donde dormir, “en ocasiones algunos de los paseños


dormían en tablas especialmente en el Big Kid Café”.113
Cabarés y salones de baile, centros de espectáculos y
escenarios de peleas de boxeo, se ubicaron como luga-
res de diversión predilectos de los turistas extranjeros y
nacionales. La Linterna Verde,114 de fama internacional,
estaba en la avenida Juárez a unos cuantos pasos del
puente internacional (dejó de funcionar en 1932 al ser
destruido totalmente por un incendio).
El Nuevo Tívoli logró nivel mundial por la variedad
de diversión que ofertó; por él desfilaron orquestas fa-
mosas de origen norteamericano y asistieron personajes
notables del mundo del espectáculo y del deporte. Con-
taba con un restaurante y un amplio casino con elegan-
tes mesas que sostenían ruletas y en las que se jugaban
naipes, dados y otros juegos de azar.
Al lugar solo “se podía ir […] la gente decente”.115
Esta descripción proviene de una persona que, por su
posición económica y social, evidentemente acudía a
este tipo de lugares. Los de estrato menor acudían a
otros centros de diversión que no reunían las caracterís-
ticas de El Nuevo Tívoli.
Famosos, como el actor norteamericano John Ford,
estuvieron ligados a negocios y a la vida nocturna de
Ciudad Juárez. Un trompetista recordaba que “John
Ford fue dueño de un lugar que se llamó el Ritz a un
lado del café y trabajó como camarero en el Big Kid, al

113 Ibid.
114 Gutiérrez de Alba, Emilio. Tívoli, bailando con la historia. Mé-
xico, Del Azar, 2002, p. 88.
115 OHI-UTEP. Entrevista a María Teresa Rojas de Romero, El
Paso, 13 de enero de 1978, por Óscar J. Martínez. La señora Rojas
de Romero nació en la ciudad de Chihuahua el 21 de diciembre de
1899. Era una persona “de sociedad” en Ciudad Juárez.

177
cruzar la calle frente al café Central en Juárez. Cuando
la cerveza regresó, John Ford puso a funcionar una com-
pañía que llamó Distribuidora de Cerveza El Ritz”.116
El cabaré o cantina de primera, Lobby Bar,117 no se
distinguió por la oferta de El Nuevo Tívoli o de La Lin-
terna Verde, sino por la actitud racista que promovió su
propietario al prohibir la entrada a mexicanos y gente
de piel oscura. Eso causó molestia entre la población
de origen hispano, tanto de El Paso como de Ciudad
Juárez. La xenofobia de sectores sociales estadouniden-
ses rebasó su ámbito territorial para manifestarse en las
ciudades de la frontera norte de México.
La calle del Comercio, años más tarde llamada 16 de
Septiembre, fue un espacio social urbano, al igual que la
avenida Juárez, por el número de cantinas, cabarés y res-
taurantes. Resaltó el Palacio de Oro,118 cabaré que era pre-
ferido por artistas de cine, toreros y boxeadores de fama
internacional. Otros, como el Molino Rojo, One Two Three
y el Palacio Chino, se disputaron, a través de sus servicios,
la afluencia del turismo internacional y nacional.
En los años veinte se registraron 41 negocios en-
tre salones de baile y cabarés. Sin embargo, conforme
transcurrió la década, el número fluctuaba debido a que
en los primeros años, en plena efervescencia de la pro-
hibición, muchos buscaron instalarse en Ciudad Juárez,
pero a finales de los años veinte, cuando se veía llegar
el fin de la misma y hasta 1933, cuando se derogó, la
mayoría emigró hacia El Paso.

116 OHI-UTEP. Entrevista a Frank Quartell, El Paso, 15 de mar-


zo de 1977, por Daisy Grunau.
117 Ibid.
118 Ibid.

178
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

También en los cabarés y salones de baile se presen-


taban actividades delictivas119 y las principales eran el
robo y las lesiones. En 1920 dos norteamericanos de-
nunciaron ante el comandante de la Policía que les ha-
bían robado sus abrigos en el American Dancy; señala-
ron que los atuendos estaban colgados en los clavijeros
del salón, donde ellos ingerían bebidas alcohólicas.120
En 1921 El California fue mencionado en un repor-
te de la policía porque un individuo que se encontraba
al interior fue herido en la cabeza y llevado al Hospital
Civil para su curación.121 El lesionado manifestó que no
pudo percatarse de su agresor y que, además, le fueron
robados algunos objetos personales, como su reloj y car-
tera con algún dinero.
Miembros de la Asociación Unión Moralidad y
Protección, solicitaron al presidente municipal permiso
para realizar un baile público en el salón Oasis con la
finalidad de recabar recursos económicos y disponer de
ellos en caso de enfermedad o muerte de alguno de los
integrantes y, al mismo tiempo, extendían su petición
de una cuota digna para diversas eventualidades.122

119 Por ejemplo, El Tívoli fue asaltado por un sujeto que, escopeta
en mano, se llevó lo que contenía la caja registradora y unas máqui-
nas tragamonedas. Así como la ciudad se beneficiaba económica-
mente de la industria de la diversión, también tenía que pagar las
consecuencias, pues los robos y otros delitos aumentaron conside-
rablemente; un costo social que se tuvo que pagar, pero a un precio
demasiado alto. El Tívoli, considerado uno de los cabarés de lujo y
en donde había toda clase de juegos de azar, sufría las consecuencias
por el incremento de la delincuencia. El Paso Herald, 24 de noviem-
bre de 1919.
120 AHCJ, 13 de noviembre de 1920.
121 AHCJ, 23 de enero de 1921.
122 AHCJ, 22 de junio de 1926.

179
Los altos índices de criminalidad que Ciudad Juárez
registró en la década de los veinte reflejan una realidad
insoslayable que sectores sociales como la Iglesia católi-
ca, asociaciones de padres de familia, protestantes de El
Paso y turistas, entre otros, atribuyeron a la abundancia
de cantinas, cabarés, salones de baile, proliferación de
la prostitución, tráfico de drogas y alto consumo de al-
cohol, para luego manifestar que esta dinámica social
dio origen a una época de escándalo y corrupción. La
presente tesis se ocupa de un análisis de textos perio-
dísticos, de la visión, así como de la construcción de
imágenes relativas al espacio fronterizo mexicano que,
paulatinamente, contribuyeron a crear una imagen ne-
gativa de la ciudad, así como de su población. Estas
imágenes, que en parte reflejaron la realidad social de
la época, hasta el momento, parecen ubicarse como los
andamios que sirvieron para la construcción de la le-
yenda negra de Ciudad Juárez. Por lo tanto, se pretende
explicar de qué manera se abordó y reprodujo el tema
de la criminalidad desde las páginas de La Patria, de
Silvestre Terrazas.
Durante los primeros años del rotativo, de 1919 a
1921, su línea editorial estuvo encaminada a reflejar la
posición política de la Iglesia católica y de los exiliados
mexicanos en El Paso por el gobierno de Venustiano
Carranza, además de sostener un discurso que navegó
entre conceptos fundamentales como “unión”, “sal-
vación” y “patria”. En los años posteriores, es decir, de
1922 hasta los primeros meses de 1925 cuando dejó de
circular, se observa que mostraba una marcada tenden-
cia a publicar y resaltar hechos criminales que reflejaron

180
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

esa realidad ineludible de Ciudad Juárez. Sin preten-


der acusar a La Patria de ser un periódico que, a partir
de ese cambio editorial, utilizó el sensacionalismo para
caer en una publicación de tipo amarillista, sí se pone
en relieve la imagen criminal que vendió a través de sus
páginas. Es así que la información con alto contenido
de hechos criminales que La Patria publicó fue unos de
los pilares de la leyenda negra de Ciudad Juárez.

Ciudad Juárez era el lugar del vicio, según percep-


ción de La Patria. Así se exhibía a la ciudad cada vez
que el diario daba a conocer a los lectores lo que suce-
día al otro lado de la frontera. Según la información,
en Ciudad Juárez se vivía en la ilegalidad porque no
se respetaban los reglamentos, más aún cuando las dis-
posiciones jurídicas pretendían ordenar las cantinas. El
encabezado decía: “En Ciudad Juárez se va a Perseguir
con Decisión al Vicio”. La entrada de la nota dejaba cla-
ro que la autoridad no hacía valer la ley: “Parece que el
actual Presidente Municipal de C. Juárez está dispuesto
a hacer una cruzada contra el vicio, y al efecto a nom-
brado un inspector de cantinas cuya obligación será se
cumpla estrictamente el reglamento respectivo”.123 Esta
información significaba la predominancia del vicio en la
ciudad, mientras que, por otra parte, el emprender una
cruzada significaba que había que expulsar a los infieles,
como en la época de las Cruzadas.
Asociar al vicio con el diablo fue una tarea que el pe-
riódico usó cuando se trataba de abordar el tema del
alcohol y las drogas. Así lo reflejó la nota que publicó el

123 La Patria, 9 de mayo de 1919.

181
13 de noviembre en la primera página bajo los titulares
siguientes: “Los Delitos que se Cometen Bajo el Influ-
jo de los Narcóticos” y: “Forman Legión los Adictos a
este Vicio, que cuesta 10,000.000.00”. La entrada de
la nota informó, en cifras, del número de personas que
consumían algún tipo de droga: “dos millones de hom-
bres y mujeres de los habitantes de los Estados Unidos
son afectos a las drogas. En esta ciudad se estima que
uno por cada cincuenta también es dado a las diabólicas
drogas. Se gastan $10,000.000.00 en un solo día en co-
caína, heroína, morfina, opio, codeína y miles de otros
narcóticos”.124 Con estos datos, el diario daba a conocer
que el consumo de drogas en Estados Unidos era un
mercado que redituaba considerables ganancias a quien
se dedicaba a esta actividad ilícita. Para los narcotrafi-
cantes, Ciudad Juárez significaba el centro de acopio de
drogas, para luego ser distribuidas en la Unión Ameri-
cana. El narcotráfico representó un problema social que
la autoridad buscó combatir permanentemente.
En El Paso, nunca se terminaba de expulsar a los
jugadores y bebedores. El periódico establecía diferente
trato informativo respecto de Ciudad Juárez y El Paso:
de la primera informaba que era un nido de vicios y
reino del crimen, y de la segunda sobre las acciones
positivas que emprendía la autoridad por cuya eficacia
lograba la detención de perniciosos jugadores y bebe-
dores a los que “perseguía con mucha energía”.125 Esta
actitud mostraba que hasta en los reporteros existía la
idea de que, efectivamente, el mal estaba del otro lado
de la frontera: “Cocaína y Morfina son las Drogas de

124 La Patria, 13 de noviembre de 1919.


125 La Patria, 1 de abril de 1920.

182
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

más Demanda aquí”,126 y luego: “Las ciudades fronteri-


zas como Tijuana, Nogales, Agua Prieta, son las puertas
por donde entran a los Estados Unidos grandes canti-
dades de drogas prohibidas”.127
Previo a una sugestiva noticia, el rotativo dio como
título: “No Todo Está Podrido en Dinamarca”, infor-
mación que se refería a Ciudad Juárez. De manera am-
bivalente lanzó el siguiente enunciado: “C. Juárez no es
solo Emporio del Vicio Sino También Santuario de la
Virtud”, y todo ello se debía a las declaraciones de un
alto funcionario de El Paso: “[…] el camino más rec-
to al infierno […] preferiría ver a su hija en un ataúd,
y no verla cruzar el puente internacional para dirigirse
a Ciudad Juárez”.128 Esto causó enojo entre varias fa-
milias de ambas ciudades, al grado de que a través del
mismo manifestaron su desacuerdo por los comentarios
despectivos e intolerantes del funcionario.
El diario destacaba con grandes titulares: “Un Gran
Centro de Inmoralidad es Ciudad Juárez” y afirmaba
que ese gran centro “Es la Conocida Meca a Donde
Afluyen los Adoradores de las Drogas”. Con la pala-
bra adoradores, el periódico veía en las drogas un ente
maligno que vivía en Ciudad Juárez, y sostenía que: “C.
Juárez es un centro de vicio, no solo para afectos de em-
pinar el codo, sino principalmente para los adictos a in-
yectarse en sus venas las drogas venenosas que producen
anestesia, y a las que son afectos muchos americanos”.129
Se daba a entender que Ciudad Juárez era un lugar
donde se podía conseguir cualquier tipo de droga, “con

126 La Patria, 2 de abril de 1920.


127 Ibid.
128 La Patria, 31 de mayo de 1921.
129 La Patria, 8 de octubre de 1921.

183
este motivo, de todas partes de este país han afluido a
la vecina ciudad miles de morfinómanos y opiatas, para
obtener morfina, cocaína y opio para saciar su vicio”.130
El periódico calificaba de inmorales los escándalos que
surgían de la embriaguez, por los que, cotidianamente,
americanos y mexicanos eran llevados a la cárcel por
exhibirse desnudos en la vía pública. El consumo, y que
Ciudad Juárez fuera el lugar de suministro de drogadic-
tos, también era inmoral.
Para el 14 de diciembre, la publicación dio un giro
en su política informativa sobre la ciudad al publicar
a ocho columnas y en primera plana que “Se Regene-
ra por fin la Ciudad del Vicio”, lo cual se traducía en
que Ciudad Juárez era drogadicta y que mediante al-
gún tratamiento logró su regeneración. El tratamiento
consistió en que, por disposición del general Ignacio C.
Enríquez, el “Centro de la Prostitución y del Vicio Será
Trasladado a Otro Lugar en Ciud. Juárez”. El goberna-
dor había respondido ante las severas críticas que recibía
de la prensa de la ciudad de México y no tanto porque
pretendiera solucionar la problemática: “las condiciones
que existen en Ciudad Juárez, son la causa de los falsos
rumores que se publican en la prensa de México, en los
que se dice que el estado del vicio de Ciudad Juárez es
tal que constituye una mancha para todo el estado”.131
Para los articulistas de La Patria había siete plagas
en Ciudad Juárez, según la columna “Comentarios de
Actualidad”:

[…] tráfico de drogas prohibidas, sus asaltos a sus


visitantes que van de este lado […] los robos desca-

130 Ibid.
131 La Patria, 14 de diciembre de 1921.

184
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

rados cometidos a bordo de los tranvías, a las puer-


tas de la iglesia, en las cantinas, en todas partes […]
los fumaderos de opio […] farmacias en donde hay
gabinetes especiales para vender la heroína, la mor-
fina, la cocaína […] El juego clandestino que, no
obstante la prohibición gubernamental, existe en
varios lugares […] la calle del “Infierno”, con sus
mujeres astrosas, pintarrajeadas, malolientes, mal
fajadas y escandalosas”.132

El diario no quitó el dedo del renglón al señalar que


“El Opio la Morfina y las Demás Drogas Venenosas se
Venden Como pan Caliente en Juárez”. Con ese enca-
bezado se daba a entender que no existía control algu-
no en la venta de narcóticos, y la comparación de que
se vendían como pan caliente provino del decomiso de
“treinta paquetes de cocaína, de los que se venden a los
viciosos a 50 centavos cada uno, dos pomos con opio;
una balanza para pesar el mismo, un bote con cenizas
de opio y una pistola”.133 El 19 de mayo el rotativo dio
a conocer los nombres de las boticas donde se vendían
drogas de manera ilegal y clandestina, entre las cuales
se mencionó la “Botica Mexicana”, propiedad de Luis
Rivas, y a un empleado de la botica “Cruz Roja”, reinci-
dente en tal actividad, quien ya había sido encarcelado
por este motivo. El 26 de mayo el periódico informó
que la botica “El Pueblo” fue cateada por la autoridad
y que fueron detenidos el propietario, Joaquín García,
un empleado y una mujer americana de nombre Bessie
Katy, por consumo de drogas, pues se detectó que se le
había inyectado una droga perniciosa.

132 La Patria, 4 de febrero de 1922.


133 La Patria, 13 de mayo de 1922.

185
Para matizar la idea de que en Ciudad Juárez se con-
sumía y vendía droga por mayoreo, la publicación in-
formó que “La Policía Descubrió un Gran Almacén de
Marihuana y Otras Drogas Venenosas en Ciudad Juá-
rez”; también se capturó a Emiliano Ortúzar, dueño del
hotel “Ortúzar”, donde se encontró una gran cantidad
de marihuana, cocaína y morfina, quien era una conoci-
da personalidad adinerada y, según informó La Patria,
fue liberado luego de depositar una fianza de cuatro mil
pesos que le fijó el juez primero menor, Ángel Carrillo.
Se informó que la detención de Ortúzar causó sensa-
ción en Ciudad Juárez, pues este personaje era conocido
“en la sociedad juarense por ser este señor persona que
posee vastas propiedades y que percibe buenas rentas
de sus fincas, por lo que causa sorpresa saber que sea él
quien se dedica a este comercio criminal”.134
La noticia principal del 15 de julio de 1922, se re-
firió a que “Ciud. Juárez es el Gran Mercado de las
Drogas Enloquecedoras”. La información se refería a
que era el destino de grandes cantidades de droga que
procedían del sur del país. El periódico acusó a hombres
de alta posición económica de ser los principales narco-
traficantes: “en grandes cantidades se trae por hombres
ricos que disimulan adulterando las drogas para que no
paguen derechos”.135 Con esto se intuía que la importa-
ción era legal, siempre y cuando se pagaran los impues-
tos correspondientes. Tal vez, en este caso, se refería a
las boticas, negocios autorizados a expender drogas por
prescripción médica.
“Ciudad Juárez Será Higienizada Moralmente” fue
la nota que se refirió a la pretensión de las autoridades

134 La Patria, 3 de junio de 1922.


135 La Patria, 15 de julio de 1922.

186
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

locales de implementar una campaña de moralización.


Con este tipo de noticias, el diario aseguraba que la ciu-
dad estaba “sucia” y, por tanto, era fundamental limpiar-
la y para lograrlo el gobernador Enríquez pretendía que

[...] los juegos quedarán para siempre prohibidos,


y se perseguirá y castigará a todos los que clandes-
tinamente exploten garitos contra la ley […] Se
reglamentará el expendio de bebidas embriagantes
[…] exigiendo de sus dueños el más completo aseo
y moralidad, cerrando esos centros de prostitución
que se conocen como “reservados”, prohibiendo
a las mujeres la entrada a las cantinas, así como a
los menores de edad. Los cabarés y bailes públicos,
tendrán que caer naturalmente, bajo la sanción de
la ley.136

El gobernador convocó a una rueda de prensa para


informar las medidas que se tomarían. Los vicios mo-
tivaron diversas declaraciones, entre ellas, la del nuevo
gerente de la Cámara de Comercio de Ciudad Juárez:
“[…] vicios que han sentado sus reales en el lado mexi-
cano de la frontera; pero se puede decir que los vicios
que hay allí son los responsables que las autoridades fe-
derales, del Estado y municipales no puedan proceder
con rectitud y acatamiento a la ley”.137 En su comentario,
exoneró a El Paso, Texas, y precisó que todos los vicios
pertenecían al lado mexicano. Así se trazó la contraposi-
ción de sucia/limpia, refiriéndose a las ciudades vecinas.
La campaña moralizadora iba en serio, pues el mar-
tes 10 de octubre el rotativo informó de las primeras

136 La Patria, 6 de octubre de 1922.


137 Ibid.

187
acciones que los tres niveles de gobierno pretendían
ejecutar para sacar de la suciedad y del vicio a Ciudad
Juárez. “El día primero de noviembre quedarán clau-
suradas todas las cantinas y todos los bailes públicos,
así como los cabarés y demás diversiones favoritas de
lado mexicano”.138 Al mismo tiempo en una reunión los
representantes de los gobiernos consideraron que “el vi-
cio se ha arraigado de tal manera en C. Juárez y ha ido
extendiéndose de manera tan libre”.139 De acuerdo con
esta información, se demostraba que las autoridades
locales, estatales y federales eran incompetentes para
disminuirlo, o bien, había intereses en función de la ex-
plotación de los vicios que, de manera ilegal, redituaban
grandes fortunas.
Para el 12 de noviembre de 1922, el foco de atención
eran los complotistas y agitadores, según dio a conocer
La Patria. La campaña moralizadora pasó a segundo
término por el momento, ahora se informó que “Las
Ciudades de la Frontera se Limpiarán de los Complo-
tistas Agitadores y Revolucionarios”, personajes que
se unían a las prostitutas, rateros, viciosos, traficantes,
lenones y corruptos, para completar el cuadro de ciu-
dad viciosa, violenta y ahora complotista. La acción
consistía en una campaña que realizaría el gobierno de
Estados Unidos para expulsar de El Paso a todos aque-
llos ciudadanos mexicanos que “están constantemente
conspirando, sirviéndose del territorio americano, don-
de están refugiados para preparar expediciones armadas
a México”.140

138 La Patria, 10 de octubre de 1922.


139 Ibid.
140 La Patria, 12 de noviembre de 1922.

188
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Ante el alto índice de jóvenes proclives al consu-


mo de drogas de El Paso, la publicación desplegó como
nota de primera plana: “Que hay que Combatir al más
Terrible Enemigo”. Las drogas, según las autoridades
de El Paso, se adquirían en Ciudad Juárez de manera
fácil porque allí no combatían a los narcotraficantes,
quienes enfocaban sus ventas hacia ciudadanos nortea-
mericanos; por tanto, “el Gran Jurado Federal ha hecho
público un hecho alarmante, relacionado con el tráfico
de drogas venenosas y con la venta de estos narcóticos a
los jóvenes y niños”.141
Una importante cantidad de drogas incautadas por
las corporaciones policiacas municipales, estatales y
federales fueron destruidas, así lo informó La Patria.
“Marihuana, Morfina, Cocaína, Heroína, Opio y De-
más Drogas son Destruidas en C. Juárez”. Además, se
informó que

ayer a las cuatro de la tarde se efectuó en Ciudad


Juárez con algunas formalidades, la incineración
ordenada por el Gobernador del Estado de Chi-
huahua, general Ignacio C. Enríquez, de una gran
cantidad de drogas perniciosas […] A un lado del
puente de la Avenida Lerdo, cerca de la orilla del
río se formó una pira con las cajas de madera donde
estaban contenidas las drogas de distintas clases.142

El tema de las drogas se mantuvo en las páginas del


periódico. Informó, en su primera plana, que “Se Cas-
tigará Severamente a Quienes Trafican en Drogas que
Degeneran a los Hombres”. Esta advertencia era resul-

141 La Patria, 16 de febrero de 1923.


142 La Patria, 23 de marzo de 1923.

189
tado de datos “acerca del tráfico de drogas venenosas
habido en toda la frontera”.143 Se precisó que “el alar-
mante aumento del tráfico de drogas venenosas que por
esta parte de la frontera se nota, desde hace poco tiem-
po, hará que el gobierno aumente el número de agen-
tes federales”.144 El problema atañía a las dos ciudades,
pues el índice de adictos subía considerablemente.
El convencimiento de que los efectos del consumo
de marihuana ocasionaba que se cometieran delitos cri-
minales en la vecina ciudad, permitía al rotativo titular
así la información: “Enloquecido por la Yerba Maldecida
Arremetió en el Puente Contra los Agentes”. Se informó
que fue “debido a que desarrollando una fuerza poco co-
mún para su complexión y estatura, no podía ser sujetado
por media docena de empleados de la inmigración ame-
ricana y policía que trataban de ponerle las ‘esposas’”.145
La nota más importante publicada a ocho columnas
el 3 de diciembre de 1927 en El Día, periódico vesperti-
no de Ciudad Juárez, era: “Un Hombre fue Encontrado
Muerto”. Esta muerte fue asociada al consumo de dro-
gas, pues el periódico dio a conocer que “no presentaba
huella de violencia en su cuerpo. Murió intoxicado por
las drogas. Se le encontró morfina y un cigarro de mari-
huana. Otras versiones dicen que fue muerto por causa
de una mujer y otras por robarlo”.146
La gravedad que representaba el alto consumo de
drogas y, en consecuencia, el aumento del número de
adictos, generó un problema social y tanto el Municipio
como los gobiernos estatal y federal unieron esfuerzos

143 La Patria, 19 de abril de 1923.


144 Ibid.
145 La Patria, 12 de noviembre de 1923.
146 El Día, 3 de diciembre de 1927.

190
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

para combatir a una red de traficantes que crecía. Se


inició un proceso de encarcelamiento en el penal de las
Islas Marías para todo aquel delincuente consuetudina-
rio, de tal suerte que para el 12 de abril El Continental
informó en páginas interiores de varios sujetos cuya ac-
tividad era el tráfico de drogas y el robo, hecho por el
cual serían enviados al reclusorio. “Veinte individuos,
entre quienes figuran renombrados malhechores fueron
embarcados en la estación para esa colonia penal […]
las Islas Marías que es el lugar que se les ha designado
para su definitiva residencia”.147
El consumo de marihuana, según El Continental, era
netamente “mexicano” y se extendía rápidamente hasta
cruzar la frontera y aumentar el número de adictos a la
“hierba”. El incremento de “crímenes” en El Paso, según
el diario, se debía al consumo de la “hierba enloquecedo-
ra” por parte de sus ciudadanos. Sobre el uso de marihua-
na publicó información en páginas interiores: “El Vicio
de la Marihuana Extiende sus Tentáculos en la Ciudad
de El Paso”, para luego emitir la postura: “A lo que pa-
rece el mal ha cundido ya mucho en la sección sur de la
población. Varios de los crímenes que se han registrado
últimamente se atribuye al uso de la fatídica hierba”; sin
embargo, la acusación de que Ciudad Juárez era el origen
así la dio a conocer: “El vicio mexicano de fumar ma-
rihuana, está extendiendo su pavorosa influencia en los
Estados Unidos, y la ciudad fronteriza de El Paso es la
primera en resentirla”.148 La sección sur de la población
que mencionó el rotativo eran el barrio Chihuahuita y el
Segundo Barrio, habitados por mexicanos.

147 Ibid.
148 El Continental, 30 de enero de 1929.

191
La influyente Cámara de Comercio de Ciudad Juá-
rez sesionó en secreto con el objetivo de quitar de la
avenida 16 de Septiembre las cantinas, garitos o, en
su caso, abolir estos últimos. La Patria informó que
se nombró una comisión que se encargaría de realizar,
detenidamente, un estudio sobre el papel que juegan
dichos establecimientos para la moral pública, con la
finalidad de contar con elementos suficientes para pre-
sionar al Ayuntamiento para que cerrara los centros de
juego. A la sesión se invitó a Manuel Cordero, tesorero
del gobierno de Chihuahua, y al diputado Octavio M.
Trigo, para que se involucraran en el asunto.149
Bajo el pretexto de que miembros de familia eran
explotados en los juegos de azar, el gobierno del Estado
decidió suspenderlos, principalmente los del Tívoli. La
Patria aprovechó la información para destacar los he-
chos, pues de alguna manera también fueron un factor
importante para que las autoridades norteamericanas
de inmigración decidieran cerrar los puentes a la me-
dianoche. Los juegos eran considerados un problema,
pero existía la disyuntiva para la autoridad municipal
de prohibirlos de manera permanente o permitirlos, ya
que, por un lado, tenían la presión del gobierno del Es-
tado, pero, por otro, los ingresos que generaban al erario
eran cuantiosos. Sin embargo, el diario publicó en pri-
mera página la información que daba cuenta del hecho:
“anoche a las 12 de la noche, se clausuraron los juegos

149 La Patria, 16 de agosto de 1919.

192
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

en Ciudad Juárez conforme las disposiciones que el go-


bierno del Estado dictó hace días”.150
La Cámara de Comercio de El Paso no cejó en
argumentar que a raíz del juego en Ciudad Juárez, se
generaban grandes cantidades de dinero, por lo que se
propuso implementar una campaña para impedir a los
norteamericanos ir a la vecina ciudad a jugar su dinero,
pues decía que eran víctimas de estafa: “los desfalcos
están a la orden del día en todo el país, como cualquiera
persona que se entere de la prensa periódica lo puede
ratificar; no hay vicio de consecuencias más perniciosas
que el juego”,151 según manifestó el titular de dicho or-
ganismo, James McNary.
La Patria insistía en cuestionar la concesión y así lo
hizo saber a través de sus editoriales, donde aseguraba
que los juegos habían sido concesionados a particulares
y directamente acusó al gobernador del estado, Ignacio
C. Enríquez, de perder una importante suma de dinero
y le preguntaba: “¿Ha perdido el erario del estado, más
de 100,000.00?”152
El juego y la inmoralidad, según el rotativo, moti-
varon la salida del Ejército de Ciudad Juárez. La orden
provino de la Secretaría de Guerra: “Variados comen-
tarios se hacen en Ciudad Juárez sobre la salida de las
tropas federales que guarnecían la población y que reci-
bieron el sábado la orden de abandonar dicha ciudad a
causa de que es un centro de inmoralidad y de juego”.153
Pese a la salida de los militares, el diario informó que no
se había registrado algún tipo de desorden, pues la po-

150 La Patria, 23 de agosto de 1920.


151 Ibid.
152 Ibid.
153 La Patria, 15 de febrero de 1921.

193
licía municipal, así como la guardia rural, estaban pen-
dientes: “no obstante que ya pasaron algunos días desde
que las fuerzas federales salieran de Ciudad Juárez, no
se han registrado desórdenes y la tranquilidad continúa
reinando en la población limítrofe”.154
Las autoridades de Ciudad Juárez se pronunciaron a
favor de una repartición equitativa de los impuestos ge-
nerados por los juegos. La posición que asumieron ante
el gobierno del Estado, se sostenía en que este último se
llevaba la mayor parte del producto y, por lo tanto, em-
plazaron al Estado para que les destinara el cincuenta
por ciento de la recaudación o expulsarían los juegos de
su jurisdicción municipal.155 La concesión fue un tema
polémico que involucró a los gobiernos municipal, es-
tatal y federal y, principalmente, a la prensa. Pese a que
fueron prohibidos, los juegos siguieron practicándose.
El tema fue tratado en la primera parte de esta tesis,
pero únicamente se menciona con la finalidad de hacer
ver que la discusión generó para Ciudad Juárez la ima-
gen de ciudad del juego.
El 16 de marzo de 1921, el alcalde de Ciudad Juá-
rez, Francisco G. Rodríguez, recibió una carta del pre-
sidente Obregón en respuesta a la que él le había en-
viado para solicitarle que mediara en el conflicto entre
el Estado y el Municipio. En la misiva, el presidente
respondió: “En virtud Ejecutivo a mi cargo considera
establecimiento esa clase de empresas como un acto
altamente inmoral, se ve en el caso de no poder obse-
quiar deseos del estimable Cuerpo presidido por usted
en intervención solicítese de Gobierno representar”.156

154 La Patria, 19 de febrero de 1921.


155 La Patria, 12 de marzo de 1921.
156 La Patria, 17 de marzo de 1921.

194
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Sin embargo, la carta presidencial fue más allá, pues, de


acuerdo a su percepción, lanzó severo descalificativo a
Ciudad Juárez al señalar que “sea en estos momentos
un centro de corrupción y libertinaje donde sancióna-
se [sic] por autoridades explotación juego en todas sus
manifestaciones”.157 Directamente, el presidente de la
República acusó a la autoridad municipal de solapar
desmesuradamente la explotación de los juegos y, lo
más grave, del libertinaje que imperaba.
El reclamo de la Cámara de Comercio de El Paso,
en el sentido de que grandes cantidades de dinero sa-
lían como resultado de la adicción de los paseños a los
juegos de azar en Ciudad Juárez, se volvía a poner de
manifiesto mediante el cierre de los puentes internacio-
nales a la seis de la tarde. El argumento de que se valía
la Cámara lo reprodujo La Patria: “Una de las razones
que se arguyen en favor de la clausura de los puentes a
las seis de la tarde, es la de que el juego en la población
mexicana está en auge y que sus efectos repercuten en
la vida económica de El Paso”.158 Sin embargo, el cierre
encontró oposición en la influyente Cámara de Comer-
cio de Ciudad Juárez que, a través de su presidente, re-
futó el señalamiento:

no es verdad que este tráfico beneficie únicamente


al comercio de Ciudad Juárez, pues es bien sabido
que el 90 por ciento del comercio del lado mexi-
cano se hace con El Paso […] La campaña es im-
prudente y extrema […] Creo que el cierre de los
puentes internacionales a las seis de la tarde, será

157 Ibid.
158 La Patria, 28 de diciembre de 1921.

195
completamente contraproducente precisamente
para El Paso.159

El periódico implementó una campaña contra los


juegos en Ciudad Juárez pasando por alto la prohibi-
ción que anunció el gobierno federal. Directamente
acusó a los propietarios de las cantinas de no respetar la
ley, pues en sus locales se practicaban los juegos de azar
ante la ineficacia de la autoridad para combatirlos: “En
tres de las principales cantinas de C. Juárez, situadas
en la calle del Comercio, hace cuatro días que se está
jugando clandestinamente, o con la aquiescencia de las
autoridades municipales de aquella población”.160
El jueves 1 de marzo de 1923, nuevamente, se in-
formó que “Las Fuerzas Federales Serán Sacadas de C.
Juárez, Porque Continúan aún los Juegos Allí”. Ante
la desobediencia de la disposición federal de suspen-
der los juegos y cerrar los lugares donde se acostum-
braba practicarlos, “se recibió un telegrama del Secre-
tario de Guerra, por el jefe de guarnición de Ciudad
Juárez, manifestándose que las tropas que guarnecen a
la ciudad deberán salir, si es que el juego de azar no se
suspende”.161 Las órdenes que dio el general Francisco
Serrano fueron acatadas por el jefe de la Guarnición,
quien de inmediato movilizó las tropas para abando-
nar la ciudad.
Otra vez esta actividad sería suprimida. La Patria
reprodujo información procedente de la Secretaría de
Gobernación acerca de que ahora sí se iba actuar enér-
gicamente: “se dictarán medidas encaminadas a supri-

159 La Patria, 29 de diciembre de 1921.


160 La Patria, 19 de abril de 1922.
161 La Patria, 1 de marzo de 1923.

196
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

mir los juegos de azar en C. Juárez pues es un baldón


que los juegos se exploten en aquella ciudad en unión
de las autoridades municipales”.162
Los juegos se colocaban como uno de los tres pro-
blemas sociales —los otros eran la prostitución ilegal y
el consumo de drogas— que autoridades de El Paso in-
sistían en que se combatieran enérgicamente en Ciudad
Juárez porque afectaban a su comunidad, pues el índice
de crímenes se incrementaba e “incautos” paseños per-
dían todo su dinero. Sin embargo, se sospecha que la
presión para cerrar las casas de juego en Ciudad Juárez,
posiblemente obedecía a que en El Paso también las
había y veían que al otro lado del río eran una real com-
petencia en donde además se podía consumir alcohol.
En el caso de los juegos, una vez que fueron expulsados
de El Paso hacia Ciudad Juárez, la presión que ejercie-
ron grupos de reformistas y prohibicionistas de Esta-
dos Unidos llegó hasta la Presidencia de la Repúbli-
ca. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles emitieron
disposiciones encaminadas a clausurar los juegos, pero
no lograron erradicarlos, pues su práctica continuaba.
El presidente Emilio Portes Gil anunció a través de
un telegrama que El Continental reprodujo: “Y hacien-
do uso de las facultades de que estoy investido como
Presidente de la República, ordeno, por consiguiente
que no se permita el funcionamiento de las casas de
juego en Juárez ni se den nuevas concesiones dentro
de los límites de esta ciudad”.163 Antes de reproducir
el telegrama, y en la misma información, el periódico
manifestó su percepción en relación con los juegos: “no
habrá más salones de juego, tívolis, ni garitos en la ve-

162 La Patria, 5 de diciembre de 1923.


163 El Continental, 14 de abril de 1929.

197
cina Ciudad Juárez si, como es de esperarse, las órdenes
del Presidente de la República, licenciado Portes Gil, se
cumplen al pie de la letra”.164 El escepticismo del dia-
rio se fincaba en que otras disposiciones presidenciales
en relación con los juegos no se habían cumplido. Por
supuesto, el gobernador del estado de Chihuahua, Luis
L. León, no se iba a quedar atrás y refrendó la disposi-
ción presidencial: “Tanto el Gobierno federal como el
del Estado a mi cargo, están dispuestos a no permitir la
existencia de garitos en ninguna parte del territorio de
Chihuahua, de manera que serán inútiles las gestiones
que se hagan para restablecer los juegos y muy especial-
mente por lo que se refiere a la frontera”.165
La posición de El Continental se refería a la posibi-
lidad de que los juegos de azar se volvieran a abrir en
El Tívoli, pese a la disposición presidencial y del gober-
nador de prohibirlos. “Bien conocida es la actitud de El
Continental respecto a los juegos de azar. Siempre los
hemos combatido, ya se trate de El Paso o de Ciudad
Juárez, y nuestro criterio a este respecto siempre será el
mismo”.166

Políticamente, la autoridad municipal era un caos.


Según La Patria, mostraba incapacidad y ante ello era
necesaria la presencia del gobernador para resolver los
problemas que el alcalde y su cabildo no eran capaces
de solucionar. Noticias como “La Razón sin Razón del
Presidente del Municipio” y “Don Modesto Flores se

164 Ibid.
165 Ibid.
166 El Continental, 9 de octubre de 1929.

198
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

ha Puesto en Evidencia Ante Todo el Público”, eran


publicadas para luego, directamente, criticar el desem-
peño del presidente municipal:

[…] la sociedad honrada que está escarnecida por


la crujiente carne de prostíbulo que ejerce el más
desenfrenado clandestinaje, arrebatando material-
mente las monedas de los bolsillos de los incautos,
y argumentando las pavorosas cifras de la inmora-
lidad en la frontera mexicana, adonde usted por un
accidente ocupa el puesto de primera autoridad ci-
vil, encargada precisamente de mantener incólumes
los fueros de la ley, a despecho de las meretrices y de
sus instigadores.167

La moralidad, que tanto pugnaba el escrito y de la


que el rotativo estuvo pendiente de mantener viva entre
la población de ambas ciudades, cuestionaba a la au-
toridad municipal y culpaba al alcalde de que Ciudad
Juárez estuviera inmersa en la inmoralidad al solapar
la prostitución ilegal: “La autoridad que escucha contra
la justicia, la voz amenazante contra el primer inmoral
que en cierta forma le manda que por satisfacer un de-
signio asqueroso, se convierta en siervo de una intriga
contra la ley y el honor, si lo hace por ignorancia es
penoso, pero por miedo o por interés, si obra es inicuo
y es criminal”.168
El Municipio anunció que pronto sería trasladada
la zona roja a otro lugar más retirado. Para ello propo-
nía dos lugares: uno por el camino del Hipódromo y el
otro hacía los límites del barrio La Chaveña. El diario

167 La Patria, 10 de agosto de 1921.


168 Ibid.

199
aprobó la medida, no sin antes expresar su comentario
al respecto: “[…] dicho cambio sumamente necesario,
tanto para la moralidad pública, como para la tranquili-
dad de las familias”.169
La Patria procuraba denunciar el lenocinio y más
cuando esta práctica la desempeñaban funcionarios de
los tres niveles de gobierno. Cuando poseía informa-
ción de que alguno estuviera involucrado ésta era pu-
blicada en la primera plana. Esta vez tocó el turno al
agente del Ministerio Público, Trinidad Portillo, quien
era un completo desconocido, pero ahora ya se hablaba
de él de manera negativa, pues: “[…] ha comenzado a
darse a conocer en los últimos días. Patrocina en estos
momentos a dos mujeres que fueron aprehendidas por
la policía en un reservado al interior de una cantina”.170
La columna “Comentarios de Actualidad” abordó el
tema del traslado de la zona de tolerancia del centro a
los límites de la ciudad. La calle del Comercio y el ca-
llejón del Diablo, cerca de los puentes internacionales,
eran señalados como los espacios urbanos donde más se
practicaba la prostitución y la ingesta de bebidas alco-
hólicas. Esas calles, junto a otras paralelas, comprendían
la zona de tolerancia. El traslado significó para el autor
de la columna la “limpia moral de las calles céntricas.
[…] Es así como debe combatirse el vicio: es así como
puede aminorarse el efecto de una maleada condición
humana, que sometida a las medidas indispensables
para conseguir la salud pública, producirá al fin una
reacción en la conciencia individual, volviendo al buen
camino a los descarriados”.171 El columnista estaba de

169 La Patria, 17 de agosto de 1921.


170 La Patria, 18 de agosto de 1921.
171 La Patria, 4 de enero de 1922.

200
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

acuerdo en que se cambiara la zona de tolerancia, pero


también en la existencia de la misma:

El barrio de tolerancia, como un mal necesario so-


cial, debe permitirse, siempre que su existencia no
lastime a derechos de terceros, y en el presente caso,
la llamada “Calle del Diablo”, que muchos bauti-
zaron después del sugestivo nombre de “Barrio del
Infierno”, ha lastimado a los dueños de habitacio-
nes, de casas, de hoteles […] que están situadas a
inmediaciones de aquel antro.172

Los “Comentarios de Actualidad”, del 2 de marzo


de 1922, se refirieron a las “lacras” que debía curar la
Junta de Salubridad para que Ciudad Juárez sea dig-
na de ser visitada por el turista nacional y extranjero e
insistía en que “ahora nos toca apuntar someramente
algunas de las lacras que debe desde luego curar la Jun-
ta de Salubridad, de urgencia, podríamos decir, sin que
la ciudad continuara siendo, como lo ha sido durante
muchos años, la Sodoma Fronteriza”.173 La principal de
las “lacras” que se mencionó en la columna, era la pros-
titución, la cual

se extiende por todas partes […] las mujeres de mal


vivir compiten ostensiblemente con sus congéneres
del barrio de la ‘Luz Colorada’. […] Sabemos de
varias casas de prostitución que comercian con des-
caro con su vicio […] frecuentadas por americanos,

172 La Patria, 26 de enero de 1922.


173 La Patria, 2 de marzo de 1922.

201
y en las que, bajo pretexto de casas de huéspedes, se
han establecido verdaderos lenocinios.174

El peyorativo de Sodoma y Gomorra que asignaron


a Ciudad Juárez y Tijuana, se construyó durante esta
época.
La prostitución juvenil que mencionó el rotativo, la
refrendó al señalar que “La Prostitución se Extiende en
Juárez y Aprisiona en sus Garras a Incautas Jóvenes”.
Esta noticia resultó de las medidas que implementó el
jefe de la policía de El Paso, quien “[…] dictó órdenes a
sus agentes para que detuvieran a todas las mujeres que
de esta ciudad fueran a C. Juárez solas, se ha notado una
gran disminución de visitantes femeninas que de todas
edades acostumbraban ir a la vecina ciudad a pasar ve-
ladas en los salones de baile, cabarés y cafés”.175 Las res-
tricciones obedecían a que las jóvenes “incautas” podían
ser presa de hábiles embaucadores que las drogaban y,
posteriormente, las prostituían. El diario publicó: “En-
gañó a la Muchacha Para Después no Cumplirle lo que
le Había Prometido el Novio”. La nota decía: “La Srita.
Otilia Urrea creyó en la palabra de un hombre; pero éste
ante la Autoridad Judicial, manifestó que no se casaría,
a pesar de haberlo ofrecido a la joven”,176 y prosiguió con
ironía: “las promesas mutuas de dos amantes que se aca-
baban de conocer, como es costumbre en esta parte de la
frontera, fue desecho, roto, destrozado de la manera más
violenta y prosaica, dejando de manifiesto la falta de ca-
ballerosidad de un individuo de nacionalidad española”.

174 Ibid.
175 La Patria, 24 de agosto de 1922.
176 La Patria, 3 de septiembre de 1922.

202
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Al día siguiente, la publicación informó: “Van a ser


Expulsadas de Ciudad Juárez las Mujeres Americanas
Viciosas e Inmorales”. De acuerdo con las declaracio-
nes del gobernador Enríquez, y otras que eran propias
del periódico, se pretendía radicalizar las medidas. El
primero de los pasos era expulsar a la mujeres “malas”
de origen extranjero que, por una parte, eran las que
estaban reglamentadas y pagaban la cuota que fijaba el
Municipio, pero, por otra, significaban una competen-
cia para las mexicanas que, regularmente, presionaban
a las autoridades para su pronta expulsión, pues las na-
cionales también eran echadas de El Paso por la poli-
cía cuando las detectaba ejerciendo esta práctica. En la
edición del 11 de octubre de 1922, el rotativo informó
la detención de 17 ciudadanos norteamericanos, doce
mujeres y cinco hombres, que fueron puestos a dis-
posición de la autoridad migratoria para su expulsión
a Estados Unidos, pues se había comprobado que se
dedicaban a la prostitución clandestina. Esto demostró
que los hombres también ejercían esta práctica.
La deportación de las extranjeras proseguía como
parte de la limpieza moral que el gobernador anunció a
finales de 1922: “Catorce ‘Demimondes’ Fueron Expul-
sadas de Ciudad Juárez por ser Extranjeras Nocivas”.
La Patria señaló que “Todas las mujeres americanas que
ejercen la prostitución juntamente con sus parásitos de-
berán abandonar la ciudad o tendrán que ser arrojadas
de la vecina población”. Como si fueran portadoras de
una enfermedad contagiosa, el diario, despectivamente,
subrayó que serían arrojadas; sin embargo, por corrup-
ción de las autoridades de Migración éstas volvían al lu-
gar de su salida: “14 mujeres americanas que fueron re-
cogidas en el barrio de tolerancia y a quienes ya en otra
ocasión habían sido arrojadas de la ciudad, habiendo

203
vuelto a la población no obstante esta deportación”.177
La palabra “arrojadas” rememora a María Magdalena,
cuando fue “arrojada” para ser lapidada por la turba por
ser una “mujer pública”.
Santiago R. Troncoso, alcalde de Ciudad Juárez,
también anunció que emprendería una campaña de
moralización y la primera de las acciones era clausurar
los lugares donde se ejercía la prostitución. El Día in-
formó que “las Casas de cita en el Centro de la ciudad
Fueron Clausuradas” y resaltaba, al mismo tiempo, los
objetivos del recién nombrado presidente municipal:
“Disposiciones moralizadoras del Presidente Munici-
pal. No se permitirán mas centros de vicio en céntricos
lugares de esta población”.178
Los periódicos de Ciudad Juárez y El Paso trataron
el tema de la prostitución clandestina con énfasis en
una perspectiva moral, más que como un problema de
salud. Se insistía en que las mujeres que se dedicaran
a ésta salieran de las áreas confinadas, es decir, la zona
de tolerancia. En primer lugar, se les consideraba “pró-
fugas”, por violar las disposiciones del Reglamento de
Tolerancia, y luego inmorales si eran sorprendidas en
las calles o dando “caricias”. El Día informó que “están
presas unas Prófugas de la Zona Roja”, para luego se-
ñalar que “Fueron sorprendidas en vasias [sic] cantinas
ebrias”, y, posteriormente, completar la información:

Tres mujeres de la vida galante que vendían sus ca-


ricias en la zona de tolerancia, se fugaron de ella,
tal vez con las muy sanas intenciones de darse sus
vueltecitas por el centro de la ciudad, cansadas de

177 La Patria, 16 de abril de 1923.


178 El Día, 18 de julio de 1927.

204
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

permanecer en aquella soledad, y distraer sus ocios


en las cantinas donde hay más concurrencia, pero
el Inspector de Sanidad las vigilaba, y en un abrir y
cerrar de ojos hizo su aparición en escena cuando
menos lo esperaban las pupilas.179

El Día informó a sus lectores que la autoridad mu-


nicipal emprendería una persecución contra las mere-
trices: “Batida General a Clandestinas y Viciosas”. La
entrada de la nota decía que “ayer se hizo una razzia
de mujeres viciosas y clandestinas por el Inspector de
Sanidad, señor Daniel Aspeitia, limpiando gran parte
de la ciudad de esa clase de mujeres poco deseables”.180
Por los calificativos que el texto incluyó, se intuye que
la imagen de una ciudad sucia y viciosa persistía en la
prensa; no solo La Patria lo hacía, también El Día.
A estos se sumaba El Continental de El Paso, que
dejaba ver cuál era su concepto de moral al informar:
“A la una de la madrugada fueron detenidas Carmen
Carvajal y Elena Sánchez, por cometer inmoralidades
en la vía pública, habiéndose quejado los vecinos de esas
mujeres que continuamente hacen escándalos con sus
amigos que las visitan y con las cuales realizan verda-
deras orgías”.181

No solo los juegos eran considerados un problema


social a los que la autoridad municipal buscó solucio-

179 El Día, 26 de octubre de 1927.


180 Ibid.
181 El Continental, 12 de abril de 1928.

205
nar. El vicio que prevalecía, según La Patria, alcanza-
ba magnitudes de corrupción, pues se sospechaba que
miembros de la corporación policiaca estaban involu-
crados en la regencia de casas clandestinas, cuya acti-
vidad era la prostitución ilegal y el consumo de bebi-
das alcohólicas y drogas. Esto lo destacó el periódico
en su primera página al afirmar: “Comparecerán ante
el ayuntamiento miembros de la policía regular y del
departamento de detectives de quienes se dice han per-
mitido la explotación de una casa clandestina y con la
que parece tener relación una negra”.182 Paulatinamente
se construía una mala fama de Ciudad Juárez entre la
población fronteriza, más aún cuando se señalaba que la
corrupción estaba arraigada en todos lados y, lamenta-
blemente, también entre las autoridades.
El contrabando, principalmente de armas y muni-
ciones, que pasaba por Ciudad Juárez hacia el interior
del país significó un lucrativo negocio. El 29 de mayo,
agentes fiscales federales decomisaron en el ferrocarril
19 pistolas que descubrieron al revisar un saco de mano,
del que no se supo quién era el propietario; pero eso no
fue todo: al continuar su recorrido por los vagones en
el de segunda clase descubrieron trescientos cartuchos.
Ante la movilidad y el importante decomiso, La Patria
publicó: “Siguen Demostrando Actividad los Agentes
Fiscales en C. Juárez”.183
La lucha que la publicación tenía contra Modesto
Flores, alcalde de Ciudad Juárez, era frontal, porque
aprovechaba cualquier error que cometiera el edil para
destacarlo en primera plana, situación que ocasionaba
incertidumbre entre la población sobre sus autorida-

182 La Patria, 24 de agosto de 1920.


183 La Patria, 29 de mayo de 1921.

206
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

des, pues se generaba desconfianza: “Un Raro Nepo-


tismo Sienta sus Reales en la Vecina Ciudad”, afirma-
ba un encabezado al referirse a los parientes del alcal-
de que ocupaban un cargo dentro de la administración
municipal, principalmente en la corporación policiaca.
El diario informó que “los agentes aunque cumplan
al pie de la letra con sus obligaciones, son separados
para colocar en el lugar de ellos a los familiares de don
Modesto”.184
El 26 de octubre se publicó una nota que relató la
injerencia del procurador de Justicia del estado con la
finalidad de resolver si se procedía contra los miem-
bros del Ayuntamiento, principalmente contra el te-
sorero municipal, a quien se acusaba de malversación
de fondos. Según el periódico, el asunto había tomado
por sorpresa al presidente municipal, quien pronto se
deslindó del delito por el cual acusaban a Florentino
S. González. El edil respondió: “Yo nada sabía respec-
to de la noticia de que el gobierno está considerando
proceder contra la Administración de Juárez. Nuestra
conducta es honrada; no ha habido mal uso de los fon-
dos públicos y si el estado actual de la Tesorería Mu-
nicipal se considera malo, es porque estamos pagando
deudas”.185
A finales de noviembre de 1921, el rotativo anun-
ció que por fin había renunciado a su cargo Modesto
Flores y, al mismo tiempo, vaticinó que “Se Espera que
Mejorará Notablemente la Administración de la Ve-
cina Población Mexicana”.186 El diario reafirmaba que
la administración de Flores fue caótica y ocasionó co-

184 La Patria, 15 de octubre de 1921.


185 La Patria, 26 de octubre de 1921.
186 La Patria, 29 de noviembre de 1921.

207
rrupción al disponer de recursos del erario público y,
en consecuencia, en la ciudad predominaron los robos,
crímenes y la prostitución ilegal.
El 25 de noviembre de 1921, La Patria publicó en
primera plana que se había girado orden de aprehen-
sión contra el exalcalde Modesto Flores; además, decía
que la ciudad era un “desbarajuste” político porque el
comandante de la Policía había renunciado a su cargo.
Olvidándose por el momento de los constantes ata-
ques hacia Flores, el diario señaló que “los habitantes
de Ciudad Juárez se encuentran cada día más sorpren-
didos al enterarse del sinnúmero de acontecimientos
que debido a las intrigas políticas, suceden en la vecina
población”.187 Fue obvio que fueron artífices del proble-
ma político que se vivía en esos momentos.
Alberto Delgado, presidente municipal en funcio-
nes, fue ratificado por el gobernador, previa aprobación
del Congreso local. Los elogios hacia el nuevo muní-
cipe no se hicieron esperar por parte de la publicación:
“las cosas marchan perfectamente bien, debido a la
cordura y buena voluntad que han demostrado tanto
el Presidente como los regidores”.188 Con la aprobación
por escrito que el periódico emitió, ahora la política en
Ciudad Juárez no era un caos, pues reinaban la cordura
y la buena administración.
El trabajo que desarrollaba la Junta de Salubridad
no solo consistía en combatir las “plagas” de las que
daba cuenta el diario a través de sus editoriales, sino
que también se extendía a la revisión de calidad de pro-
ductos comestibles, principalmente la leche, producto
de primera necesidad y buen negocio para los lecheros,

187 La Patria, 25 de noviembre de 1921.


188 La Patria, 3 de diciembre de 1921.

208
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

pues la hacían rendir con agua. La Junta de Salubridad


multó a varios lecheros, pues se les comprobó que adul-
teraban la leche, hasta “con la mitad de agua y la mitad
de leche, se engañaba al público”.189 Las panaderías y
carnicerías entraban en los comercios que pronto visi-
taría la Junta de Salubridad, con la finalidad de que sus
productos estuvieran colocados dentro de vitrinas para
protegerlos del polvo y de las moscas.
Pese a cumplir con su trabajo y tratar de hacer res-
petar los reglamentos vigentes, la Junta de Salubridad
no encontró eco en las autoridades civiles: “La Junta de
Salubridad de Ciud. Juárez Desea Cumplir; Pero Nadie
la Secunda Allí”, y se acusaba que “si el vicio se tolera
por las autoridades civiles, ¿Qué puede hacer la Junta
de Salubridad?”190
El miércoles 5 de julio de 1922, La Patria publicó
que el Municipio se encontraba en bancarrota, de acuer-
do con información que proporcionó el regidor de Ha-
cienda, de apellido Salinas, quien acusó al presidente
municipal, Alberto Delgado, de desdeñar la situación,
pues efectuaba gastos superfluos, mientras que se in-
crementaban las deudas del Municipio con la compa-
ñía de luz de El Paso. Hasta el momento se adeudaba
la cantidad de “$40,000, […] [que] no se ha podido
amortizar por el derroche de dinero tan descabellado
que se ha hecho”.191 Pese a la bancarrota, el regidor de
Hacienda informó que el Municipio “Está Empeñado
en Construir el Segundo Piso del Hospital”; no obstan-
te —proseguía la información del 6 de julio de 1922—,
los muros que se habían levantado en el segundo piso

189 La Patria, 26 de abril de 1922.


190 La Patria, 29 de abril de 1922.
191 La Patria, 5 de julio de 1922.

209
se derrumbaron, lo que significó la pérdida de más de
cuatro mil dólares.
La imagen de ciudad corrupta y viciosa trascendió
las fronteras, así lo atestiguó La Patria: “Un Diario de la
Capital, Llama a Ciudad Juárez, ‘El Moderno Monte-
carlo’ de la Frontera”. La referencia decía: “No solo son
las cantinas, casas de juego y prostíbulos lo que da un
aspecto lamentable a Ciudad Juárez. Existe una afición
formidable por el contrabando en la cual toman parte
algunas casas comerciales que defraudan al fisco”.192 La
mala fama de la ciudad se extendía, pues cualquier in-
formación, aunque no tuviera importancia, significaba
noticia que no podía dejar de comentarse.
Era tanta la información negativa que el periódico
daba a conocer respecto de Ciudad Juárez, que la califi-
caba de “sufrida” al referirse a dos nuevos escándalos que
eran noticia el 4 de agosto de 1922, relacionados con los
fraudes que un individuo, que se hacía pasar como fun-
cionario de la Secretaría de Hacienda, cometió contra
varios comerciantes establecidos: “[…] se presentó a sus
establecimientos diciendo que llevaba órdenes estrictas
para realizar cateos; que dio orden de que se le mos-
trara la contabilidad y especialmente la documentación
relativa sobre importaciones con el objeto de pasar una
minuciosa revisión”.193
Los falsificadores abundaron durante la época y
la población de ambas ciudades estaba en alerta, pues
circulaban billetes falsos de veinte dólares. El depar-
tamento de detectives de la policía realizaba las ave-
riguaciones. Los billetes, según informes de la policía
y reproducidos por el diario, circulaban principalmente

192 La Patria, 25 de julio de 1922.


193 La Patria, 4 de agosto de 1922.

210
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

en las cantinas y en comercios de El Paso. Se sospecha-


ba de un “grupo de jóvenes que gastan dinero a manos
llenas, y que en los cafés y cantinas, pagan por todos,
empleando algunas veces billetes de alto valor”.194
Asimismo, la publicación denunció la explotación
de que eran objeto los braceros que, deportados de Es-
tados Unidos, fijaban su residencia temporal en Ciudad
Juárez. La práctica del engaño a través de promesas de
empleo en El Paso, así como en otras regiones del su-
roeste norteamericano, fueron el ardid en el cual caye-
ron los necesitados mexicanos que huían de la pobreza
y que creyeron en corruptos oficiales de Inmigración
mexicana. La Patria describió que

fueron objeto de una vil explotación de parte de al-


gunos empleados de la inmigración mexicana de C.
Juárez, a los que pagaron cada uno la suma de seis
dólares, tan solo por acercarse a la oficina de inmi-
gración americana, en donde tienen que pagar el
impuesto ‘per capita’ de $8.00 y sujetarse a las prue-
bas que señala la ley de inmigración americana.195

La crisis económica por la que atravesaba Ciudad


Juárez llamó la atención de La Patria: “Un Conflicto
se Aproxima en el Ayuntamiento de Cd. Juárez por las
Economías”. La nota correspondía a la apreciación del
reportero, quien escribió: “Según los informes que he-
mos podido obtener […] las circunstancias de que van a
disminuir las contribuciones municipales por los malos
negocios, y por el cierre temprano del puente”.196

194 La Patria, 30 de diciembre de 1922.


195 La Patria, 20 de septiembre de 1923.
196 La Patria,15 de abril de 1924.

211
Otro caso fue el de un alto militar del Ejército mexi-
cano que fue acusado de contrabando. Se tituló el acon-
tecimiento: “Un General del Ejército se Convirtió en
Contrabandista Burlando las Autoridades”. El general
Lorenzo Gutiérrez, superintendente de la división de
Chihuahua, fue señalado por pasar “seis grandes peta-
cas, veinte llantas de automóvil y otras mercancías de
una manera impune y atrevida”.197 El militar negó los
cargos y señaló que las petacas pertenecían al secretario
de Guerra, general Francisco Serrano. Con esta infor-
mación se ponía en evidencia la rectitud de los milita-
res, de quienes se sospechaba que estaban involucrados
en actos de corrupción.
Posteriormente, a ocho columnas se publicó que
“Los Jueces Corrompidos” pronto serán separados de
las oficinas públicas. La medida era porque se recibie-
ron informes de la corrupción que imperaba entre los
encargados de la justicia. Ante tales acusaciones, un alto
funcionario del Gobierno del Estado llegó a Ciudad
Juárez para “limpiar” los juzgados, quien durante una
visita sorpresa a un juzgado encontró al juez, al secre-
tario, el defensor de oficio y al agente del Ministerio
Público en completo estado de ebriedad, por lo que
procedió a darlos de baja en ese momento.198
Combatir a los adulteradores de licores fue una de
las primeras acciones que anunció Antonio Corona du-
rante su toma de protesta como presidente municipal,
quien pretendía terminar con el problema mediante la
aprehensión de los que se dedicaban a esta actividad
ilegal. El Día lo anunció así:

197 La Patria, 11 de agosto de 1924.


198 La Patria, 2 de febrero de 1925.

212
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

[…] ha dictado las medidas conducentes para que


de una manera enérgica se combata la venta ilícita
de los venenosos licores concedidos por el expresi-
dente Municipal Almeida, procediendo a clausurar
más de cien de los llamados disimulos e imponién-
dole duros castigos a los responsables que al mismo
tiempo que defraudan al fisco llevan la desgracia a
los hogares.199

Los rateros usaban varias formas para cometer sus


actos delictivos. La prensa local denunciaba que éstos
estaban mejor organizados que antes y señalaba: “¡Pero
hoy! Los ladrones formales constituyen una sociedad
anónima por acciones (naturalmente malas acciones)
nombran sus gerentes, su consejo de administración y
sin el menor riesgo vacían una casa y destarta [sic] a
una tienda con la misma sencillez con que se escupe
en el suelo”.200 Esta denuncia periodística era destacada
en la columna “Variedades” con el título “Confort en
el robo”. Al parecer, su autor escuchó en una cantina la
conversación entre dos ladrones cuyo tema central fue
planear el asalto a una casa habitación donde emplea-
rían un camión de mudanzas para transportar todos los
objetos hurtados.
El contenido de la información evidenciaba la pos-
tura de La Patria, que señalaba la incapacidad de la
autoridad: “Parece que una ráfaga de crimen está azo-
tando desde hace algunos días a esta población, robos
y asaltos diarios, suicidios frecuentes y otros hechos

199 El Día, 18 de mayo de 1927.


200 La Voz del Pueblo, 25 de enero de 1920.

213
delictuosos [sic]”.201 No solo a través de la nota mani-
festó su desacuerdo, sino también en la columna “Poli-
cromas”: “En vano algunos descontentos han intentado
volver a perturbar el orden en nuestra Patria, el pueblo
ya cansado de que se derrame sangre y anhelando úni-
camente trabajo y tranquilidad no los ha seguido en su
loca aventura, y ya se está viendo que el resultado de ella
será el fracaso”.202
En diversas notas se alertaba a los norteamericanos
que visitaban Ciudad Juárez, al exhortarlos a tener pre-
caución porque, una vez que estuvieran bajo el influjo
del alcohol, serían víctimas de robo: “Los Pantalones y
el Dinero Perdido en Ciudad Juárez”, y reprochaba a los
turistas que “Se Embriagan Hasta Perderse y Después
no Saben Cómo Regresar”. Más que noticia la infor-
mación, por su contenido, parecía una advertencia y re-
comendación: “Los ciudadanos que desean transitar sin
peligro por las principales calles de Ciudad Juárez a las
altas horas de la noche, deben ser más cautos y fajarse
más bien los pantalones para evitar un espectáculo car-
navalesco y una pulmonía, a juzgar por lo que anoche le
ocurrió a un norteamericano”.203
Los robos eran noticia para el diario, incluso llegó a
compararlos con un mítico ladrón mexicano: “Chucho
el Roto no Demostraba más Habilidad”, para infor-
mar que había sido aprehendido un escurridizo ladrón:
“Ayer fue aprendido por la policía de Ciudad Juárez uno
de los más hábiles rateros que se dedicaban al ejercicio
de su profesión en la vecina población fronteriza”.204

201 La Patria, 15 de enero de 1921.


202 Ibid.
203 La Patria, 3 de febrero de 1921.
204 La Patria, 19 de enero de 1921.

214
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Esto ocurrió porque un incauto norteamericano que


guardaba la cantidad de 200 dólares en una bolsa de su
camisa fue atracado por un hábil ladrón sin que se diera
cuenta. Paulatinamente, el periódico fue construyendo
la idea de que Ciudad Juárez era, además, insegura por
el alto índice de robos de que eran objeto los turistas.
La Patria destacaba en su primera plana: “La Socie-
dad Está Alarmada ya con la Comición de los más Es-
candalosos Crímenes”, para abundar que “Se Cometen
con Gran Frecuencia Asaltos y Robos”.205 La informa-
ción escandalizaba a diversos sectores de la población,
mientras que abundaba en que pese a los esfuerzos de
la policía por combatir los delitos, ésta se veía rebasada.
El tren de Ciudad Juárez a Chihuahua fue asalta-
do por 12 enmascarados, hecho que La Patria resaltó a
ocho columnas. Se refería a una banda de abigeos que
asolaba la región; sin embargo, la información era es-
peculativa, pues todavía no se sabía exactamente cómo
se habían desarrollado los hechos. La escasez de datos
animó al periódico a señalar que se ignoraba si había
desgracias personales o despojo de pertenencias a los
viajeros, pues escuetamente se daba a conocer parte de
los hechos.206
Con informes más precisos, el 20 de abril se infor-
mó que el monto del asalto a los pasajeros del tren fue
de noventa mil pesos en oro y plata. Sin embargo, las
especulaciones siguieron, pues se rumoraba que varios
personajes, entre ellos Alberto Terrazas, habían sido
plagiados por los asaltantes, quienes los mantuvieron
secuestrados por algún tiempo para después liberarlos.
El editor del diario se dio cuenta de las especulaciones

205 La Patria, 1 de marzo de 1921.


206 La Patria, 19 de abril de 1921.

215
y trató de explicar al público, al señalar que “no quisi-
mos, desde luego, hacernos eco de versiones que corrían
entre las personas que para esa hora sabían la noticia,
porque eran lo suficientemente variadas para concretar
la verdad de los acontecimientos”.207 El asalto motivó
la movilización de las tropas federales de la capital chi-
huahuense y de Ciudad Juárez, las cuales, bajo las ór-
denes de los generales Eugenio Martínez y J. Gonzalo
Escobar, comandantes de las respectivas zonas milita-
res, emprendieron la búsqueda de los asaltantes.
La publicación se caracterizó por publicar notas so-
bre asuntos cotidianos en Ciudad Juárez, pero además
expresaba reconocimiento cuando se lograban impor-
tantes arrestos: “La policía de Ciudad Juárez ha dado un
magnífico golpe con la aprehensión de unos peligrosos
rateros, quienes desde hace algún tiempo venían siendo
una constante amenaza para vecinos y visitantes”.208 La
detención fue resultado de la denuncia de dos turistas
alemanes asaltados en la ciudad. No solo los robos re-
presentaban un problema para Ciudad Juárez, sino que
ahora tenía que enfrentar también el correspondiente
a adeudos por concepto de servicios públicos que re-
cibía de la compañía eléctrica de El Paso, a la que se
le debían, según el periódico, diez mil dólares que el
Municipio no había cubierto, de tal manera que la pu-
blicación señaló el advenimiento de una crisis.209
Ni los invidentes se escapaban de los rateros, así se
consignó el 18 de mayo: “un grupo de siete ladrones
asaltó anteanoche en Ciudad Juárez a dos ciegos de los
que tocan en las cantinas, quienes no tuvieron más re-

207 La Patria, 20 de abril de 1921.


208 La Patria, 29 de abril de 1921.
209 La Patria, 30 de abril de 1921.

216
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

medio que dejar en manos de los desalmados ratas la


suma de $5,00 y una guitarra”.210 La acción fue repro-
bada por el diario: “en cuanto la policía se enteró del
vil asalto, se puso en actividad con el fin de lograr la
captura de los ladrones, quienes sin consideración de
ninguna especie, se llevaron todo el patrimonio de los
pobres ciegos”.211 Los asaltos estaban a la orden del día,
pues, tras informar un día antes del asalto a los ciegos,
el 19 de mayo se comunicó que asaltaron a un residente
de El Paso, Texas, en la calle Ugarte de Ciudad Juárez,
quien fue despojado de 29 dólares.212
Según La Patria, los asaltos eran consecuencia de
que las penas aplicadas a quienes los cometían no eran
consistentes y acusaba a las autoridades locales de mos-
trarse débiles: “Los rateros están nuevamente desple-
gando sus actividades en la vecina población mexica-
na, tal vez debido según se nos informa, las penas que
las autoridades les imponen no son lo suficientemente
duras para corregirlos o cuando menos hacerles olvidar
por algún tiempo su poco digna profesión”.213 Al mos-
trar su opinión, el rotativo insistía en que las leyes eran
blandas, no así en El Paso, donde los robos eran seve-
ramente castigados, pues así lo estipulaba la legislación
del estado de Texas.
Para señalar que los rateros andaban como “Pedro
por su casa”, La Patria publicó: “Los Caballeros de In-
dustria Polulan hoy en Ciudad Juárez”. Para evitar que
siguieran los robos informó que “Se Estudia una Nueva
Ley para Combatir con Éxito la Plaga de los Rateros en

210 La Patria, 18 de mayo de 1921.


211 Ibid.
212 La Patria, 19 de mayo de 1921.
213 La Patria, 30 de mayo de 1921.

217
la Población Vecina”. Con ello se evidenciaba que la ley
vigente no era útil y por eso se preparaba otra que fuera
efectiva para contener la “plaga”, pues

Es ya alarmante, muy alarmante el número de asal-


tos y robos que se cometen en Juárez, y muchas ve-
ces los autores escapan con una pena relativamente
leve, pues no está en las atribuciones del Presidente
Municipal imponerla mayor, y conforme a la ley ac-
tual en algunos casos no procede la consignación de
los culpables a los altos tribunales.214

El 14 de enero de 1922, La Patria denunció que su


agente en Ciudad Juárez, Felipe Varela, fue víctima de
los asaltantes y calificó al acto como brutal, aunque solo
le quitaron dos pesos mexicanos porque no llevaba más
dinero. Asimismo, aprovechó la situación para criticar
a las autoridades por la inseguridad que prevalecía:
“Asaltos como este son frecuentes en Ciudad Juárez en
donde la vigilancia de la policía deja aún que desear,
y en donde no solo son frecuentes los robos y asaltos,
sino hasta los asesinatos”.215 Regularmente, ésta era la
imagen que el periódico transmitía de Ciudad Juárez.
El periódico advirtió que en Ciudad Juárez existía
un grupo de estafadores y, por tanto, recomendó no ad-
quirir productos de dudosa procedencia: “Advertimos
para su protección a todos los vecinos de C. Juárez, que
los timadores andan vendiendo supuestas provisiones a
mitad del precio, provisiones que aseguran pasaron de

214 La Patria, 22 de noviembre de 1921.


215 La Patria, 14 de enero de 1922.

218
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

contrabando o de cualquiera otra manera, que se pre-


vengan contra tales estafadores”.216
El robo de automóviles en El Paso —los cuales se
vendían en Ciudad Juárez—, se convirtió en un proble-
ma que las autoridades de ambos lados de la frontera
no alcanzaban a resolver, lo que motivó que organis-
mos sociales y Cámaras de Comercio se unieran en un
plan de acción para disminuirlo, “se han podido recoger
muchos vehículos robados durante los últimos meses,
habiendo ayudado a este trabajo las Cámaras de Co-
mercio de Chihuahua, Torreón y El Paso”.217
De igual manera, falsificadores de monedas aparecían
tanto en Ciudad Juárez como en El Paso. El diario in-
formó que “estaban apareciendo frecuentemente, bille-
tes, tostones, pesetas y ‘dimes’ falsos; del cuño americano,
sabiéndose que monederos falsos que radican en Ciudad
Juárez, envían a sus agentes a esta ciudad, para hacer cir-
cular esas monedas ya previamente falsificadas”.218 Sin
contar con pruebas precisas para afirmar que los falsifi-
cadores vivían en Ciudad Juárez, el diario daba muestra
de que ahí había toda clase de pillos.
Los asaltos a los bancos mostraban que en la ciudad
había grupos bien organizados: “En Pleno día Trataron
de Robar en Ciudad Juárez el Banco de D. Russek”,
fue la noticia de ocho columnas del miércoles 16 de
agosto de 1922, cuando en pleno centro de la ciudad se
ejecutó el asalto. En el atraco resultó muerto el gerente
J. Guadalupe Camacho. El golpe fracasó y los bandidos,
a pesar de que pretendían huir, fueron capturados por

216 La Patria, 22 de enero de 1922.


217 La Patria, 21 de abril de 1922.
218 La Patria, 27 de junio de 1922.

219
la policía, pues las detonaciones de las armas alertaron a
los gendarmes asignados a la zona.219
Posteriormente, dos ciudadanos norteamericanos
pretendieron secuestrar a Felipe Holguín para llevarlo a
Estados Unidos, se informó en la edición del 3 de octu-
bre. La intervención oportuna de la policía evitó que los
plagiarios cumplieran con su cometido, porque rescató y
llevó a Holguín al Hospital Civil de Ciudad Juárez para
recibir atención médica, porque resultó herido. El diario
decía que Felipe Holguín “fue terriblemente golpeado
anoche en la cabeza con el cañón de una pistola, y a no
ser por la oportuna intervención de particulares que avi-
saron a la comandancia de policía de C. Juárez, Holguín
hubiera pasado a El Paso”.220 Crímenes, heridos, robos
y plagiados conformaban la nota roja que el periódico
cotidianamente publicaba en su primera plana.
Para desviar la atención del cierre de cantinas, ca-
barés y bailes públicos, se publicó el 14 de octubre:
“Acabarán con los Rateros en C. Juárez” y se informó
que “La Culta Sociedad Juarense está ya de Plácemes”.
Sin embargo, los titulares se contradijeron cuando se
abordó el tema: “En Ciudad Juárez Hace Cuatro Días
que no se Registra ni un Robo, ni un Asalto, ni un
Delito”.221 Esta ambigüedad en la información era co-
mún en el tratamiento que la publicación daba a las
noticias. Por otra parte, se observó y llamó la atención
que después de cuatro días Ciudad Juárez tenía un mo-
mento de calma y la sociedad podría estar tranquila por
un corto tiempo, porque para el 25 de octubre la nota

219 La Patria, 16 de agosto de 1922.


220 La Patria, 3 de octubre de 1922.
221 La Patria, 14 de octubre de 1922.

220
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

principal del periódico decía: “Vuelven los Asaltos a


Ciudad Juárez”.
Para combatir y disminuir el alto índice de contra-
bando y robos, las autoridades de Ciudad Juárez y El
Paso acordaron un plan de acción. Los acuerdos con-
sistían en “[…] una cooperación más estrecha entre los
encargados de suprimir los contrabandos y evitar hasta
donde sea posible, los robos de automóviles y demás
delitos que muchas veces quedan impunes, debido a
que los malhechores se pasan de un país a otro, dejando
burlada a la justicia”.222
El 5 de enero de 1923 La Patria informó que en
Ciudad Juárez dos mujeres fueron despojadas de sus
pertenencias, fundamentalmente alhajas que tenían un
valor de más de cuatro mil dólares. “Las damas confia-
das en que el esposo de una de ellas había enviado el
automóvil partieron para Juárez llevando un perro; pa-
saron el puente, para luego ser asaltadas de lado mexi-
cano por el chofer”.223 Aun cuando cotidianamente se
publicaban los robos de que eran objeto los turistas
norteamericanos, las mujeres no se percataron de ello
y, confiadas, emprendieron su paseo por Ciudad Juárez.
El 20 de enero de 1923, el rotativo publicó a ocho
columnas: “¿Volverá Ciudad Juárez a ser el Centro de
los Rateros y Morfinómanos?” y señaló al presidente
municipal que “No Debe ser Indulgente con los Ra-
teros Conocidos”, y también que “Hay individuos que
trafican con drogas perniciosas que trabajan porque se
destituya al jefe de la Policía Judicial”. Así se refirió al
caso del jefe policiaco: “Emiliano Casas, ha sido des-
virtuado por individuos que trafican ilegalmente con

222 La Patria, 15 de noviembre de 1922.


223 La Patria, 5 de enero de 1923.

221
drogas perniciosas o gustan de explotar por garitos
clandestinos”.224 La acción que emprendió el jefe de los
judiciales había redituado en la detención de varios ra-
teros y traficantes, lo que permitió que sus delitos se
vieran mermados.
El 5 de febrero se logró dar otro golpe: “Un Buen
Golpe a los Ladrones de Automóviles”. Así calificó el
diario el hecho para luego informar que los ladrones
habían abandonado dos autos de la marca Dodge, luego
de que fueran perseguidos por la Policía Fiscal. El co-
mandante, coronel Amaya Terán, señaló: “pues se sabe
que hay una cuadrilla bien organizada de ladrones de
automóviles, que opera desde Estados muy situados al
norte de este país, y que por tierra se envían a la fronte-
ra, para ser pasados al lado mexicano”.225
La fuga del reo Faustino Ramos, se destacó en la pri-
mera plana: “Se Fugó Ayer Trasponiendo por la Azotea
los Muros de la Cárcel Pub.” Y luego el relato de los
hechos: “se fugó de la prisión, salvando el alto muro del
segundo anillo, el procesado Faustino Ramos, quien
hacía poco más de un mes había sido reaprendido [sic]
y nuevamente encarcelado”.226 Esto mostraba que la
prisión era insegura para resguardar a los delincuentes.
Bonos robados en bancos norteamericanos eran
vendidos en Ciudad Juárez. Se informó: “Se Están
Vendiendo Bonos que se Robaron de un Banco Ame-
ric.” El jefe de la policía de El Paso recibió información
confidencial referente a que “en Ciudad Juárez se en-
cuentran los bonos de la libertad que fueron robados
del Banco de Blaine, en el Estado de Kansas y cuyos

224 La Patria, 20 de enero de 1923.


225 La Patria, 5 de febrero de 1923.
226 La Patria, 25 de mayo de 1923.

222
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

bonos representaban de $25,000”.227 La policía advirtió


que se ejecutarían órdenes de aprehensión en contra de
las personas que los compraran.
El viernes 21 de septiembre de 1923 se publicó: “Un
Centro de Criminales […] Se ha establecido desde hace
tiempo en C. Juárez”, ubicando a la ciudad como un
nido pernicioso de criminales porque veía que “robos,
estafas, asesinatos y secuestros, están en el programa de
una banda criminal que de distintas partes del país han
arribado a la frontera”.228 Con información procedente
de la ciudad de México, el periódico publicó al siguiente
día que una peligrosa banda de criminales prófugos de
la cárcel de Belén de la capital del país arribó a Ciudad
Juárez. En forma alarmante, se dedicó a este hecho el
encabezado de ocho columnas que, más que prevenir,
causaba zozobra entre la población: “Criminales de
Belén han Invadido la Frontera y Cd. Juárez”.229 “El
Carnitas”, “El Billetero” y “San Juan Miranda” fueron
identificados como los prófugos y que ahora buscaban
instalarse en Ciudad Juárez.
El 27 de enero de 1924, se publicó a ocho columnas
que “Un Complot” había sido descubierto en Ciudad
Juárez. La primera información señalaba que el propó-
sito era asaltar los juegos de azar de El Tívoli; sin em-
bargo, y conforme fueron avanzando las investigaciones,
se vio que se trataba de conspiradores que pretendían
realizar una rebelión en Chihuahua, para lo cual necesi-
taban el dinero que pretendían robar. Al siguiente día se
informó que cinco de los conspiradores habían sido fu-
silados por tropas federales en los terrenos del panteón

227 La Patria, 1 de junio de 1923.


228 La Patria, 21 de septiembre de 1923.
229 La Patria, 22 de septiembre de 1923.

223
municipal.230 El tema de la ejecución no pasó inadver-
tido para el periódico que, en su editorial “Yo Acuso”,
sostenía que era “la primera sangre que se vierte en la
frontera chihuahuense” y atribuía los acontecimientos a
la rebelión delahuertista: “una campaña de mentiras ha
estado preparando el terreno para una acción efectiva
en la frontera, de parte de los conspiradores de allende
y aquende el Bravo”.231
Un peligroso reo que se fugó de una cárcel de Ca-
lifornia en la Unión Americana, “El Famoso ‘Cara de
Caballo’, el Auténtico, fue Arrestado por la Policía de
la Ciudad”, la captura se realizó “en una de las barria-
das de la parte sur de la ciudad, a quien las autoridades
americanas habían estado buscando con suma diligen-
cia por cielo, agua y tierra, por encargo de las autori-
dades judiciales de California”.232 Pero, además, logró
fugarse de la corte donde era juzgado. La nota así des-
cribió el escape: “El famoso ‘Cara de Caballo’ llamado
cristianamente Isabel Murillo, enjuiciado por un gran
jurado por ratería, se evadió ayer de manos del ayudan-
te del alguacil G. Quintana”.233
La autoridad tampoco escapó a la acción de los asal-
tantes en Ciudad Juárez. “Fue Asaltado el Juez Letrado
de Ciud. Juárez, Ayer”; se señaló que

Miguel Garza, Juez de Primera Instancia se nos


informa que fue asaltado por un individuo quien
al reclamarle porque no le había querido aceptar
la fianza para su cuñado Miguel Castro, detenido

230 La Patria, 28 de enero de 1924.


231 La Patria, 29 de enero de 1924.
232 La Patria, 6 de octubre de 1924.
233 La Patria, 6 de noviembre de 1924.

224
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

en la cárcel pública por traficar con morfina, se le


echó encima y al pretender evitar el golpe que le
fue dirigido a dicho juez, fue golpeado el señor R.
C. Quezada, siendo arrojado a la tierra.234

En enero de 1925, se dio a conocer una nota rela-


cionada con una posible profanación de tumbas. Por lo
escandaloso mereció la primera plana:

LAS VÍSCERAS QUEDARON REGADAS EN


EL PANTEON […] Ha causado sensación en Ciudad
Juárez el hecho que después de haberse practicado la
autopsia en el cadáver del que en vida se llamó Martín
Mendoza […] sus entrañas quedaron abandonadas en
el anfiteatro recientemente construido en el Panteón
Municipal y en donde se practican esta clase de ope-
raciones.235

El Día destacó como noticia principal que “Una Se-


ñora iba a ser Secuestrada cerca de la Cervecería Juárez”.
Según la información, la víctima “se vió [sic] obligada a
arrojarse de un automóvil al ser amenazada de muer-
te, ocasionándose algunas heridas en una pierna y en la
cabeza”.236 La información ponía en evidencia que las
personas que regularmente sufrían de robo, y ahora de
intento de secuestro, eran los turistas que asistían a Ciu-
dad Juárez por cuestiones de diversión o relajamiento.
El 26 de noviembre de 1927, tres noticias se desta-
caron en la primera página de El Día. La principal se
refirió a “Cuatro Americanos Asaltados anoche por dos

234 La Patria, 8 de diciembre de 1924.


235 La Patria, 2 de enero de 1925.
236 El Día, 29 de agosto de 1927.

225
enmascarados”; la segunda, a que una “Mujer Acusada
de Incendiaria se haya Presa”; y la tercera tenía que ver
con la autoridad municipal, pues “se amenaza de muerte
al Señor Agustín Gallo”.237 Esta última reveló que el
encabezado no tenía nada que ver con la entrada de la
nota, sino que aludía a la reunión que tendría la “Junta
Computadora” en el teatro Novedades con la finalidad
de iniciar con el conteo de votos y dar a conocer quién
fue el triunfador en la contienda por la Presidencia Mu-
nicipal de Juárez. Sin embargo, los dos primeros párra-
fos jamás mencionaron la supuesta amenaza de muerte
a Agustín Gallo. Con este tipo de información alarmis-
ta, el diario caía en una práctica sensacionalista.
Para el 23 de enero se detuvo en Ciudad Juárez a
una banda de ladrones de automóviles. Se informó que
“desarman los autos y las partes las venden a nivel lo-
cal”. El descubrimiento fue fortuito debido a que a un
agente de la policía le robaron su auto, por lo que se dio
a la tarea de rastrearlo hasta dar con un vehículo com-
pletamente deshuesado. Los rateros fueron detenidos
en ese momento.
Asimismo, Pedro J. García puso una denuncia ante
la autoridad competente porque le robaron las llantas
de su carro, así como otros accesorios. La destreza de los
ladrones no tenía límites, ya que de la casa del afectado
extrajeron las llaves, quien no tenía ni la más leve sos-
pecha de quién había cometido el hurto.238
Un ladrón, Guillermo Rodríguez, apodado “El Có-
cono”, quien ya era famoso en ambos lados de la fron-
tera por los robos que perpetraba, fue aprehendido por
la Policía de Ciudad Juárez. El Continental, editado en

237 El Día, 1927.


238 El Día, 3 de diciembre de 1927.

226
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

El Paso, informó en la sección relacionada con Ciudad


Juárez que “Una ‘Razzia’ de Vagos y Rateros, hizo Ayer
la Policía de Ciudad Juárez” y además informaba que

Además de la captura del famosísimo ratero Gui-


llermo Rodríguez, alias ‘El Cócono’, la cual fue
llevada a cabo por la policía de Ciudad Juárez por
las responsabilidades que le resulten en el robo
que sufrió el señor José Clemente […] las propias
autoridades de la vecina población hicieron en las
últimas 24 horas una verdadera ‘razzia’ de rateros y
vagos conocidos.239

Como si fuera un episodio sangriento extraído de


una novela de horror, La Patria daba cuenta en la pri-
mera plana, y a ocho columnas, de un crimen cometido
en Ciudad Juárez: “Un Hacha Sangrienta se Hallaba
Junto al Cádaver de Márquez”.240 Se entendía que había
criminales y que el asesinato, el cual no había sido re-
suelto, fue cometido con tal saña que infundía temor. El
periódico decía que era un misterio por las condiciones
en que se encontró el cadáver y el arma que utilizó el
homicida. Mientras tanto, La Voz del Pueblo, editado en
Ciudad Juárez, informó del crimen en la página cuatro
con un texto breve que tituló “Muerto con un hacha”.
Del hacha sangrienta que describió La Patria, el perió-
dico juarense únicamente se limitó a mencionarla en el
texto de la noticia: “Márquez tenía algunas heridas en la

239 El Continental, 25 de marzo de 1928.


240 La Patria, 19 de enero de 1920.

227
cabeza, que sin duda le fueron inferidas con una hacha
que se encontró ensangrentada cerca de él”.241
Para el 21 de enero el diario repitió la serie de no-
tas escandalosas y amarillistas: “Vencido por la Miseria
Venzor se Voló la Tapa de los Sesos”.242 En la edición
del día 22, el rotativo retomó la noticia respecto del
crimen con el “hacha sangrienta”, para insertarla en la
primera plana: “Sigue Cubriendo un Denso Misterio
el Fúnebre Hallazgo”.243 Se daba a entender que todo
continuaba sin resolverse porque las investigaciones no
avanzaban y, por tanto, no podían encontrar a quien co-
metió el asesinato.
El periódico atribuía al diablo las desgracias que
ocurrían en la frontera. Si alguien cometía un crimen,
sin duda era porque se encontraba bajo la influencia del
mal: “El Demonio de los Celos Ocasionó el Lamenta-
ble Drama”. De esa manera tituló la nota para informar
que una joven se había privado de la vida a consecuencia
del demonio: “Rosa Elena, agraciada joven de 22 años
de edad […] se suicidó ayer después de haber tenido un
altercado con su esposo”.244
El diario regularmente señalaba que la causa de los
delitos que se cometían en Ciudad Juárez era por el con-
sumo de alcohol y no dudó en publicar encabezados que
reflejaban escándalos: “Enloquecido por el Alcohol dio
Tremendo Golpe con una [sic] Hacha a su Propia Her-
mana”. El consumo de marihuana y de alcohol cegaba a
las personas y las llevaba a cometer estos delitos, los cua-
les la publicación reprobaba y reproducía en sus páginas

241 La Voz del Pueblo, 25 de enero de 1920.


242 La Patria, 21 de enero de 1920.
243 La Patria, 22 de enero de 1920.
244 La Patria, 23 de marzo de 1920.

228
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

y, al mismo tiempo, infundía temor entre la población de


ambos lados de la frontera. La mujer que fue herida por
su hermano se encontraba en estado grave y era difícil
que sobreviviera, pues había recibido dos hachazos en la
cabeza que la tenían al borde de la muerte.245
La información delictiva en La Patria era “el pan
de cada día”. Aun cuando los hechos no fueran gra-
ves, el periódico se encargó de añadirle ese rasgo para
dramatizarlos: “La Sangre Corrió en Abundancia en la
Ciudad Vecina”. Este titular presuponía que en Ciudad
Juárez los enfrentamientos eran comunes y que la san-
gre se veía con toda naturalidad; sin embargo, al expli-
car los hechos en la entrada de la noticia, los mismos no
eran tan escandalosos: “parece que antier fue el día de
las riñas en Ciudad Juárez, pues en diferentes lugares y
a horas distintas, se trabaron infinidad de luchas, ha-
biendo tenido conocimiento de varias de ellas la policía
municipal”.246
Los suicidios que ocurrían en la vecina ciudad, como
llamaba el diario a Ciudad Juárez, eran descritos por éste
con morbo: “Sobre la Tumba de su Esposa se dio Tam-
bién la Muerte”. Se abundaba sobre el suicidio: “Eliseo
Calderón, recogiéndosele un retrato de su esposa, que el
13 de agosto había muerto de tuberculosis, una media
botella de vino y una cuenta de una mueblería de El
Paso. Se cree que el acendrado amor que Calderón tuvo
por su esposa, fue la causa determinante de su muerte”.247
La información no daba cuenta de la causa que lo moti-
vó a suicidarse; por una parte, se le atribuía al amor, pero,
por otra, a la cuenta de la mueblería.

245 Ibid.
246 La Patria, 30 de agosto de 1921.
247 La Patria, 1 de septiembre de 1921.

229
El 17 de septiembre La Patria publicó: “Hubo Ayer
Muertos y Heridos en la Vecina Población Mexicana”.
En esa misma edición se emitió: “El Cadáver Destro-
zado de un Hombre fue Hallado Antier al sur de la
Vecina Ciudad”. Con estos titulares el periódico contri-
buía a la construcción de una imagen violenta de Ciu-
dad Juárez donde no había autoridad alguna que previ-
niera y frenara los delitos. Al siguiente día, el diario se
contradecía, pues aceptaba que “Dio Buen Resultado la
Labor Policiaca en Ciudad Juárez”.
La muerte de un infante, por el disparo accidental
de un arma de un policía, fue destacada por el rotativo:
“Disparó la Pistola Contra su Cuñado; Pero Hizo Blanco
con Mala Puntería Sobre el Niño”. Así se explicaron los
detalles: “Rafael Páez, expolicía de Ciudad Juárez, come-
tió un crimen en la calle Chihuahua numero 109, siendo
aprehendido inmediatamente y conducido a la cárcel”.248
La nota roja, que por lo regular se publicaba en la
primera página, el día 11 de marzo destacó que “Una
Ola de Sangre Ciega en este Momento a los que están
Enloquecidos por el alcohol”, para referirse a que se ha-
bía encontrado el cadáver de un anciano apuñalado por
“desconocida mano criminal”.
El periódico comúnmente se refería al delito de la
siguiente manera: “Otro hecho de sangre ocurrió en
Ciudad Juárez” y luego describía el crimen detallada-
mente: “Con las ropas ensangrentadas y con una pro-
funda herida en la región parietal izquierda, al parecer
causada con una hacha de mano”.249 Para el 16 de mar-
zo, la policía había apresado a Alberto Lugo, criminal
que apuñaló al anciano el día 11 de marzo. El diario

248 La Patria, 7 de diciembre de 1921.


249 La Patria, 11 de marzo de 1922.

230
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

reprodujo el informe del médico legista que decía: “El


criminal había hundido despiadadamente treinta y cin-
co veces el arma homicida”.250
La ingesta de alcohol se colocó como la causa prin-
cipal de los crímenes en Ciudad Juárez, según conclu-
siones del editorial del 21 de marzo: “En un periodo de
tiempo, relativamente corto, C. Juárez ha sido el escena-
rio de una serie continuada de crímenes, todos cometi-
dos bajo la influencia perniciosa del alcohol”.251 Para re-
forzar el comentario, hizo mención de cuatro crímenes
que se habían cometido en días pasados: “Se comenten
en el corto periodo de dos semanas, es decir, un cri-
men perpetrado cada cuatro días, bajo condiciones que
se ha demostrado no fueron otras que las que produce
el alcohol. La proporción en que se han sucedido estos
crímenes es aterradora […]”.252
Un crimen pasional fue cometido por Catarino Ne-
várez, quien “[…] hundió un filoso puñal en la espalda
de su mujer”, hechos que ocurrieron porque el individuo
se encontraba bajo el influjo del alcohol y sintió celos de
su mujer.253 Las noticias desagradables que ocurrían en
Ciudad Juárez eran parte de la información que el pe-
riódico daba a conocer: “Remedios Guerrero dio a luz
a un niño en el excusado de la casa 713 de la calle Ma-
riscal Sur, tirándolo al dicho excusado, que tiene 35 pies
de profundidad”.254 Pero el niño pudo haber muerto por
error, pues la mujer había ido a comprar cinco centavos
de petróleo, pero le dieron gasolina que el niño vació en

250 La Patria, 16 de marzo de 1922.


251 La Patria, 21 de marzo de 1922.
252 Ibid.
253 La Patria, 18 de julio de 1922.
254 La Patria, 16 de julio de 1922.

231
una tapadera y al prenderlo le ocasionó graves quema-
duras que le ocasionaron la muerte.255
Noticias como “La Ola de Sangre Sigue Invadiendo
a Ciudad Juárez”, se publicaban en primera página para
informar que “Los crímenes de sangre en C. Juárez pa-
rece que se han hecho una costumbre, pues no pasa un
día sin que se registre uno por lo menos”. La referencia
consistió en que “Francisco Moreno y Máximo Flores,
tuvieron una acalorada disputa” y el desenlace fue que
Moreno recibió dos balazos. Los hechos ocurrieron en
un “antro de vicio en Juárez, la calle de Ugarte, frente a
la cantina la ‘Imperial’”.256 Se afirmaba que ya eran cos-
tumbre los asesinatos en Ciudad Juárez y hablar de ella
era como referirse a una tierra sin ley donde prevalecía
la del más fuerte.
Así como el periódico reproducía, sin pudor, los
crímenes cometidos por personas de escasos recursos,
cuando el caso involucraba a “distinguidas” personali-
dades de la sociedad juarense, el trato de la informa-
ción era diferente: “La Señora Escobar de Fuentes dio
Muerte a su hija Marta en un Momento de Extravío
Mental”. Se advierte que el encabezado la excusaba, ar-
gumentando que actuó en un estado de demencia, es
decir, no estaba consciente. El redactor escribió califica-
tivos que trataban de suavizar o exonerar a la homicida:

Dolorosamente impresionado el reportero, cum-


pliendo con la misión periodística y la que para
bien de la sociedad tienen el conocimiento de la
consecuencia de un drama de familia, ha anotado
en su carnet una nueva tragedia que se desarrolló en

255 La Patria, 20 de julio de 1922.


256 La Patria, 20 de septiembre de 1922.

232
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Ciudad Juárez en el seno de una de las familias que


figuran prominentemente en los círculos sociales y
que es por lo tanto bien conocida.257

Sin dar detalle de los hechos, como acostumbraba,


esta vez por tratarse de una prominente familia el perió-
dico se reservó, de manera sutil, la descripción de cómo
sucedió el crimen. Además, se observa que el reportero
no escribió el informe y se puede deducir que quien lo
hizo fue el jefe de redacción o el mismo Silvestre Terra-
zas, quien se codeaba con la clase alta de Ciudad Juárez.
En otro caso, el 9 de junio de 1923, el diario destacó
a ocho columnas: “Mató a su Camarada”, para referirse
a un niño que mató a un compañero de la escuela, quien
no era parte de alguna distinguida familia de la locali-
dad, por lo que, crudamente, el periódico relató el acon-
tecimiento: “Feliz [sic] Padilla dio certera puñalada a
Apolunio Jara por causas que se ignoran”.258 La escuela
se ubicada en el barrio La Chaveña y sus habitantes es-
taban “impresionadísimos” por el lamentable suceso. Al
precisar los hechos se destacó que “Apolunio Jara, quien
acababa de ser herido con un puñal en el abdomen por
el niño Félix Padilla, contando ambos aproximadamen-
te 16 años de edad”.259
Para continuar con la publicación de notas relacio-
nadas con crímenes, se señaló a ocho columnas que “Un
Empleado Federal ha Sido Asesinado”, para luego pre-
cisar: “Un Nuevo Crimen ha Causado Gran Sensación
en C. Juárez por el Modo que se Cometió” y la con-
secuente e infaltable descripción: “Ramón Lucero, em-

257 La Patria, 30 de abril de 1923.


258 La Patria, 9 de junio de 1923.
259 Ibid.

233
pleado aduanal que fue muerto de una manera violenta
en las afueras de la ciudad, habiendo recibido varias he-
ridas de arma blanca, que le ocasionaron la muerte”.260
Por la cotidianidad con que se publicaban los crí-
menes pasionales, se observaba que el morbo entre la
población era evidente: “Un Crimen por Celos [...]
Se Perpetró en Ciudad Juárez por un Mecánico”, fue
la nota de ocho columnas del sábado 3 de noviembre.
Sin contar con datos precisos que señalaran a Manuel
Moncada como responsable del delito fue detenido en
El Paso para ser entregado a la justicia mexicana. El
periódico cuestionó la veracidad de las acusaciones al
escribir que “Se dice que fue el que hirió mortalmen-
te de un balazo a la Sra. Severa Ursua, el jueves en la
noche en el barrio de la Chaveña de Ciudad Juárez”.261
El 22 de noviembre se informó de otro homicidio:
“Con la Cabeza Despedazada a Hachazos fue Encon-
trado un Anciano en Ciud. Juárez” y detalladamente se
expuso que “Su propia hija iba a despertar a su padre,
hallándose con un espectáculo horrible, abrazando el
cadáver ensangrentado de quien le había dado el ser”.262
La crudeza de la descripción del crimen delataba que el
periódico no cuidaba la forma para exponer de manera
diferente los acontecimientos; la sangre y el arma, por lo
regular, eran expuestos con toda naturalidad.
Los crímenes en El Paso escasamente eran noticia
en La Patria, pero en esta ocasión se publicó un asesina-
to, quizá por la saña con que se cometió. El encabezado
decía: “Un Crimen Espeluznante se Perpetró Ayer en el
Barrio de la Fundición de El Paso”, para luego precisar

260 La Patria, 5 de julio de 1923.


261 La Patria, 3 de noviembre de 1923.
262 La Patria, 22 de noviembre de 1923.

234
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

que “una bella joven de 17 años de edad, después de


ser brutalmente violada, fue estrangulada por un cri-
minal que no ha sido aprehendido por la policía que lo
busca”263 y luego, detalladamente, se informó que “sus
ropas interiores estaban manchadas de sangre”.264 Con
este tipo de información el diario se especializaba en la
nota roja por su constante de informar sobre crímenes
violentos y detallar cómo éstos sucedían, obviamente, la
mayoría relacionados con Ciudad Juárez.
De nueva cuenta en Ciudad Juárez el periódico
informó que el “El Sr. Luis D. Frencher fue Muerto
Anoche de una Manera Trágica en un Café de Ciu-
dad Juárez”. El hombre pertenecía a una notable fa-
milia y, según La Patria, su muerte causó conmoción
en ambos lados de la frontera, pues se le consideraba
“un hombre rico, bien estimado en los círculos mi-
neros mexicanos, muy apreciado entre la gente de
México que lo había tratado cerca de 40 años, y en
donde había residido mucho tiempo. En Ciudad Juá-
rez, disponía de un gran número de propiedades, era
accionista del Hipódromo, y tenía participación en la
mina ‘Erupción’ de Villa Ahumada”.265 La publicación
describió el homicidio como un accidente dentro del
café Delmónico, pues a un diputado, que había venido
de la ciudad de México a una comisión, se le salió un
disparo de manera accidental.
El domingo 2 de marzo de 1924, aconteció un ase-
sinato que mereció las ocho columnas, pues se trataba
de un importante funcionario de la administración mu-
nicipal: “Fue Muerto [...] Anoche de Manera Trágica y

263 La Patria, 8 de enero de 1924.


264 Ibid.
265 La Patria, 9 de enero de 1924.

235
Violenta el Subalterno del Alcaide de la Cárcel de Juárez,
Sr. Miguel Arreola”.266 La autoridad atribuyó a Tiburcio
Sánchez la autoría del crimen, pues, según el diario, “le
disparó seis tiros de su pistola y no le dio tiempo de de-
fenderse”. La víctima fue descrita como un hombre de
valor, atento, instruido y de gran pericia policiaca. El ho-
micidio sucedió dentro de la cantina Casa de Rosa.
El periódico informó a ocho columnas que “Un
Horrendo Crimen [...] Parece que se ha Cometido en
Ciudad Juárez”. El asesinato fue noticia para La Patria:

¿Un nuevo crimen en Ciudad Juárez? Esta pregun-


ta corre de boca en boca en la vecina ciudad con
motivo de haberse descubierto el cadáver de la se-
ñora Refugio Mena Mestas, que prestaba sus servi-
cios en una lonchería de la calle Ugarte, situada en
el barrio de La Linterna Roja, […] había sido ase-
gurada por una Cía. de Seguros Americana, hacía
solo ocho días, en una buena cantidad de dinero.267

El diario sembró duda y desconfianza, pues señaló


que el crimen resultaba bastante sospechoso por la pó-
liza de seguro con que contaba la occisa.
La nota principal del sábado 5 de julio correspondió
a “Una Mujer Estrangulada” y se acusaba a un “apache”
que vivía de los vicios en Ciudad Juárez. De apodo “La
Cubana” había sido asesinada por un hampón en la zona
de tolerancia. El periódico, de manera morbosa, añadió
que “se encontró su cadáver con un pañuelo burdo en la
boca, y su hermana perdió la razón al contemplarla”. Al
abundar sobre la mujer:

266 La Patria, 2 de marzo de 1924.


267 La Patria, 22 de abril de 1924.

236
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Margarita González, era el nombre de una infe-


liz, mujer hermosa, de esas que una mano criminal
arroja al vicio, por cuya pendiente van en constan-
te descenso hasta tener trágico fin a manos de un
“apache” de esos que pululan entre las nauseabundas
madrigueras en donde se fraguan todos los más es-
peluznantes crímenes que más parecen una bofetada
a la civilización de que nos sentimos enfatuados.268

En lugar de ser una nota imparcial, se convirtió en


una opinión que mostraba que el reportero se impresio-
nó con el homicidio y no evitó expresar su sentimiento.
Parecía que el mes de julio de 1924, se colocaba
como el periodo en que más intentos de suicidios y crí-
menes se cometían, pues el día 22 La Patria publicó a
ocho columnas: “Los Crímenes Sin Nombre”, “se co-
metió un crimen nefando en Ciudad Juárez, de los que
solo se conciben por locos”; el 23: “Un Crimen Pasio-
nal” y el 28: “En un Arranque de Celos [...] le Propinó
un Balazo el Amante Desesperado”.
El 1 de agosto de 1924, como si fuera una nota que
mereciera la primera página, se publicó que “Una Mujer
de Mala Nota fue Reducida a Prisión y se Sujetará a
un Examen”. El encabezado estaba relacionado con la
detención de Aurora Crespo Hernández, quien había
sido íntima de Margarita o “La Cubana”, estrangula-
da en días pasados. Crespo era acusada de ser cómplice
del individuo que arrebató la vida a “La Cubana” en un
“centro de vicio de la vecina ciudad”. En la entrada de la
nota, el reportero destacó que “uno de esos crímenes es-
peluznantes que solo tienen lugar en las grandes ciuda-
des donde todo es colosal, hasta los crímenes, que revis-

268 La Patria, 5 de julio de 1924.

237
ten detalles de refinamiento”. Lejos de informar sobre
la participación de la detenida en el homicidio, se exal-
taron los atributos de la asesinada, lo que mostraba que
el reportero la conocía muy bien por la forma en que la
describía: “era una mujer de pequeña estatura, graciosa,
simpática a pesar de la vida en que se encontraba”.269
El 26 de septiembre de 1924, apareció a ocho colum-
nas: “Dos Horripilantes Crímenes” y entre los califica-
tivos espeluznantes se informaba que una “Madre mató
a su propio hijo en La Chaveña”; mientras que el otro
encabezado se refirió al paciente de un sanatorio en El
Paso, quien fue confundido con un ladrón por el velador
del nosocomio y le disparó causándole la muerte. Al pri-
mer caso lo describió así: “Entre los vecinos del Barrio
de la Chaveña se habla de un infanticidio cometido por
una mujer del pueblo para quedar impune del delito de
infidelidad conyugal o adulterio cometido por ella”.270
Para el 1 de octubre de 1924, los delitos violentos
continuaron en Ciudad Juárez: “Un Nuevo Crimen
Cometido en Ciudad Juárez”, se relacionaba con la
estrangulación de un chino por parte de unos bandi-
dos y se le atribuía que “La Marihuana Causa Negros
Delitos”. La nota describió: “la policía encontró esta
mañana el cadáver de un asiático en un expendio de
pasturas […] viviendo entre las pacas de alfalfa en un
nido inmundo de hilachos y demás telebrejos que cau-
sa repugnancia ver”.271
El viernes 10 de octubre, el diario informó que “La
Policía Mexicana Busca al Criminal que Violó Antier a
la Joven Luz Mata”, mientras que para el 13 daba cuen-

269 La Patria, 1 de agosto de 1924.


270 La Patria, 26 de septiembre de 1924.
271 La Patria, 1 de octubre de 1924.

238
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

ta de que “Fue Aprehendido en Ciudad Juárez el Re-


pugnante Sátiro que se Raptó a la Pequeña Luz Mata”,
sin omitir la descripción del delito de violación:

Fingiéndose enfermo para poder quedarse en la


casa de Luz dio albergue, mientras la pobre niña
le proporcionaba las tizanas, y cuando observó que
el padre de aquella dormía tranquilamente y ésta
también recogía en su lecho […] de un zarpazo cae
sobre ella, la amordaza introduciéndole trapos en la
boca […] y levantándola descalza la hace caminar
rumbo a la sierra, donde, como una bestia feroz se-
dienta de placer salvaje, destrozándola en sus ansias
de sátiro, cuatro veces comete su feroz atentado.272

El 20 de noviembre, La Patria dio a conocer que


“Murió Envenenado Anoche el Agente Especial de
Nuestro Periódico en Ciud. Juárez”. Se decía que “Se
acostó bueno y sano, al parecer, y hoy fue encontrado
arropado en su cama, dentro del cabaré, como si estu-
viera durmiendo tranquilamente”.273 Al día siguiente, el
periódico mostró su conformidad con el dictamen de
los médicos legistas que señalaron que el agente de La
Patria había muerto de una afección en los pulmones,
“pues presentaba uno de esos órganos congestionados”.274
Con el parte médico se desvanecieron las sospechas que
el diario había manifestado en relación con la muerte de
su agente; incluso se llegó a especular que posiblemente
había sido asesinado, pues el occiso tenía considerables
ahorros en un banco de El Paso.

272 La Patria, 13 de octubre de 1924.


273 La Patria, 20 de noviembre de 1924.
274 La Patria, 21 de noviembre de 1924.

239
Al parecer, todos los crímenes que se cometían en
Ciudad Juárez eran calificados por La Patria como mis-
teriosos. La noticia de un cadáver descubierto dentro
de las aguas del canal, y sin poseer datos precisos, fue
difundida como “Otro Crimen Misterioso” en relación
a que en “La Acequia Madre, en la Avenida Juárez,
descubrieron el cadáver de un hombre fornido y bien
hecho, decentemente vestido, que presentaba los pies
atados con alambre de alfalfa, y con un profundo golpe
en la cabeza probablemente inferido con un instrumen-
to de hierro”.275

Los acontecimientos de violencia en Ciudad Juárez


eran magnificados con palabras y significados que ha-
cían más cruenta la realidad de los hechos: “Sangriento
Drama se Registró Ayer en Ciudad Juárez”. Éste era
el encabezado referente a un altercado entre un matri-
monio, cuyo desenlace fue que la mujer resultó herida
por el esposo: “[…] los ánimos se exaltaron y Hernán-
dez hirió fatalmente con su pistola a su joven esposa, la
que poco después fue trasladada al hospital civil, don-
de murió como a las cinco, a consecuencia de la herida
por arma de fuego”.276 Con la palabra “sangriento”, el
periódico influía en los lectores para que percibieran a
la vecina población mexicana como violenta. Dos días
después continuó con la noticia del crimen, al cual aho-
ra calificó de pasional: “Podemos afirmar que se trata de
un crimen pasional, ya que éste ocurrió en circunstancia
violenta, después de una reyerta entre los dos protago-

275 La Patria, 27 de diciembre de 1924.


276 La Patria, 2 de diciembre de 1920.

240
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

nistas del drama, quienes no estaban unidos por el lazo


del matrimonio”.277 Esto demostraba que, en este caso,
el reportero no tenía la información precisa para dar
cuenta de lo sucedido, por lo que se basó en suposicio-
nes muy particulares al delatar que la pareja vivía en
pecado, pues remarcaba que vivían en unión libre y no
bajo el sacramento del matrimonio.
Los crímenes pasionales que sucedían en Ciudad
Juárez eran material de noticia para la primera plana y
sin el menor recato se informaba que “Una Damisela
ha Sido Herida en un Baile Vulgar”; de esta manera,
el reportero calificaba al baile de vulgar y continuaba
con “¿Me Quieres? le Preguntó su Amante y le Dispa-
ró Cuatro Balazos”. Con cierta ironía se relataban los
hechos:

Un crimen pasional se acaba de cometer en Ciudad


Juárez, en el centro de prostitución y en un salón
de baile. El sábado en la noche una de las pupi-
las de una casa non-sancta, llamada Elisa Pimentel,
hermosa, como pocas, joven y jovial, se enamoró
perdidamente de José Rodríguez, joven también,
de oficio chauffeur, habiendo asistido cada noche
a aquel salón de baile el galán para danzar con la
nueva dama de las Camelias, de falda corta, medias
de seda y cara pintada.278

La descripción detallada de los hechos podría in-


dicar dos cosas: la primera, que el autor era asiduo a la
casa non-sancta y conocía muy bien a los protagonis-
tas del crimen pasional, y segunda, que solo se imaginó

277 La Patria, 4 de diciembre de 1920.


278 La Patria, 15 de agosto de 1921.

241
cómo sucedió el percance y, como si fuera una novela
de género criminal, redactó un texto dramático donde
quería mostrar sus dotes de escritor.
Los escándalos que resultaban de las contiendas po-
líticas en Ciudad Juárez eran parte de la cotidianidad
de la población. El diario informó que el 14 de junio, la
plazuela del barrio “La Chaveña” fue escenario de una
batalla “a pedrada limpia” entre los seguidores de los
candidatos Luis León y Abelardo S. Amaya, “habien-
do resultado como diez personas heridas, dos o tres de
ellas de alguna gravedad”.279 Estos grupos se volvieron
a encontrar el 16 de junio, pero ahora escenificaron una
campal a “guijarrazos”. El periódico mencionó rumores
de que hubo un muerto en la refriega entre las facciones
en pugna que apoyaban a los aspirantes a diputados.
Volvía la “ola de sangre” que tanto citaba La Patria
cuando se refería a un crimen en Ciudad Juárez. Ahora
informaba: “Dos Puñaladas le Dieron Ayer en C. Juárez
a Alarcón”. No contaba con una sección determinada
para publicar la nota roja en la primera página, pues,
posiblemente, este tipo de información le permitía ven-
der más ejemplares al causar sensacionalismo, sin im-
portarle que estuviera generando una mala imagen de
Ciudad Juárez. Como si fuera parte de la policía dio
cuenta de los hechos relacionados con la persona heri-
da por arma blanca: “Rosendo Alarcón, empleado de la
cantina denominada ‘El Gallito’ de C. Juárez, fue herido
en una riña con su amasia, Isabel García, ayer, habién-
dole inflingido con una daga, dos cuchilladas, la prime-
ra debajo de la tetilla izquierda, y la otra en la mano del
mismo lado”.280

279 La Patria, 14 de junio de 1922.


280 La Patria, 21 de diciembre de 1922.

242
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

Otro suceso violento también fue noticia alarmante:


“Diez Hachazos le dieron en la Cabeza al Comerciante
Quang Song en Juárez, Para Robarlo”. Para completar
la nota, La Patria describió: “En estado de suma gra-
vedad, con diez lesiones de arma blanca en la cabeza,
producidas algunas al parecer con hacha […] un ciu-
dadano chino propietario de una tienda de abarrotes, a
quien los ladrones después de intentar quitarle la vida,
lo robaron, huyendo, sin que hasta estos momentos se
sepa cual es su paradero”.281
Asimismo, el periódico describía los acontecimien-
tos que resultaban de la competencia electoral como
“sangrientos”, que denotaban enfrentamientos desas-
trosos e incivilidad para contender pacíficamente por
un puesto de elección popular: “Comenzaron ya los
Graves Conflictos por la Política Juarense” y relataba lo
sucedido: “Tres personas resultaron heridas por disparos
hechos por los gutierristas, al reclamárseles su proceder
de arrojar las banderas rojas al suelo”282, para luego, sin
matizar, dar una imagen violenta de Ciudad Juárez, in-
cluso en el plano de la política: “ayer en la noche ocurrió
un choque sangriento entre grupos contendientes, cho-
que que viene a crear una situación grave”.283
Parecía que los empleados de cantinas o las muje-
res que laboraban en los restaurantes y burdeles de la
zona de tolerancia, sufrían depresiones que los llevaban
al suicidio. Tal hipótesis se desprende de la información
que publicó La Patria el 9 de julio de 1924: “Intentó
Suicidarse Para no Soportar Aquella Afrenta, una Gua-
pita Mesera” y agregar que “Lupe Rocha decepcionada

281 La Patria, 26 de enero de 1923.


282 La Patria, 16 de noviembre de 1923.
283 Ibid.

243
y lastimada por otras de su oficio, quiso matarse ayer”,
y al mostrar compasión hacia la víctima, el reportero
describía:

Lupe, es una mujercita guapa, de pequeña estatura


y como dice la zarzuela de “La Dolores”: Anoche,
cuando ella salía de una casa en donde trabajaba
como mesera se encontró con sus colegas […] la
molestan con puyas y hasta insolencia de esas que
ponen iracundo a cualquiera, todo esto proveniente
de los celos que alguna de ellas le tiene por cierto
sujeto que tiene amoríos con ellas.284

La participación de tres individuos, calificados como


hampones, dio la noticia el jueves 8 de septiembre de
1924: “Con una Filosa Navaja de Barba iba a Degollar
a 2 de sus Camaradas de Vicio”. Los acontecimientos se
desarrollaron dentro de una cantina donde

[...] poniéndose a jugar las copas con los dados,


cuando surgió una diferencia con ese motivo, y sa-
lieron de allí a dirimir sus asuntos a uno de los ca-
llejones obscuros, de los que abundan en la pobla-
ción, tanto por la carencia de alumbrado como por
la serie de puestos que hay a la orilla de la banqueta
[…] después de cambiarse unas palabras de esas
que el respeto a quien nos lee nos impide estampar,
pasaron a los hechos sacando el primero a relucir
una navaja de afeitar.285

284 La Patria, 9 de julio de 1924.


285 La Patria, 8 de septiembre de 1924.

244
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

El Día, periódico vespertino de Ciudad Juárez que


dirigía Santiago R. Troncoso, informó sobre lesionados
por problemas de tipo pasional. En la primera plana y
a seis columnas, se destacó que “Ricardo Medina H.
Hirió de Gravedad a Irene Escobar”. Sobre los hechos
se escribió como preámbulo: “parece que Medina se en-
contraba disgustado con una amiga de Irene y ésta al
interceder recibió la herida”. En la entrada de la nota, el
reportero informó de los hechos, pero no omitió su opi-
nión al respecto: “Tenemos que dar ahora una nota de
sangre, una de esas notas que llenan de consternación a
los vecinos de las barriadas, de tristeza a los hogares y
dejan casi siempre un saldo en el panteón y otro en la
prisión”.286 De esta manera, el diario buscaba sensibili-
zar a los lectores de la desagradable noticia y, al mismo
tiempo, emitía su juicio al señalar que los delitos de san-
gre causaban “consternación” y “tristeza a los hogares”.
El medio se ostentaba como protector de la moral, pero
que ni modo; el público tenía derecho a estar informado,
aun cuando dejó para después lo referente al percance
donde Medina hirió a Irene.
La noticia entre Medina e Irene fue la principal de
la primera plana, pero eso no quiere decir que no se
publicaran otras como “Hubo una Riña en la Calle del
Cobre” y “Atropelló a un niño una Troka”. Sobre el acci-
dente vial expresó, cruda y explícitamente, que “se teme
que fallezca, pues tiene gravemente fracturado el cráneo
y una pierna”. Para los familiares, enterarse de la situa-
ción del niño de esta manera pudo haberles causado in-
certidumbre y zozobra. En esa misma página se desta-
caron noticias que causan morbo: “intentó asesinar a su

286 El Día, 21 de diciembre de 1926.

245
consorte”, para luego decir que “milagrosamente se sal-
vó de ser atacada por su esposo con una filosa daga”.287

La descripción del entorno urbano juarense que ha-


cía el periódico era nada agradable: “las calles impasa-
bles por los puestos de fritangas y vendedores ambu-
lantes […] los vehículos, coches, autos, carros, hacina-
dos en las esquinas y en los puntos de más tráfico […]
las calles llenas de polvo y basura, la Plaza Principal
llena de ociosos y gente sin ocupación; las banquetas
cubiertas de hoyancos y quebraduras”.288 Esto infundía
temor a cualquiera y, con mayor razón, al visitante que
la leyera.
Sobre cualquier incidente, por más desagradable que
fuera pero que sucediera en Ciudad Juárez, el diario lo
publicaba: “Tres Mujeres se Cayeron Ayer en Infecta
Letrina” y describía el percance:

Unas señoras se habían caído en una letrina y se


estaban ahogando […] los vecinos estaban tratan-
do de extraer de un excusado de sótano, a la señora
María L. Samario y sus hijas Francisca y Concep-
ción, quienes al romperse las tablas podridas del
excusado donde se encontraban, fueron a caer al
fondo del hoyo, de donde pocos momentos después
se les sacó, cuando ya casi perecían por la asfixia”.289

287 Ibid.
288 Ibid.
289 La Patria, 15 de abril de 1922.

246
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

La nota fue publicada en la primera plana, es decir,


ni siquiera en páginas interiores.
La intolerancia racial que prevalecía en la época
no fue ajena a los lugares de concentración en Ciudad
Juárez, es decir, cantinas, cabarés, tranvías, etcétera. La
Patria informó de un enfrentamiento entre dos grupos
raciales: “hubo un Escándalo entre Negros y Blancos
[...] en uno de los últimos viajes de los tranvías de Ciu-
dad Juárez, después de las doce de la noche, armaron
un fenomenal escándalo dos negros […] con un grupo
de americanos, pues los primeros disputaban a uno de
éstos, un asiento en dicho vehículo”.290
No solo por los hechos violentos Ciudad Juárez era
objeto de señalamiento, sino que ahora las condiciones
de las calles también era noticia: “lamentable Estado de
las Calles de C. Juárez”, para luego emitir una opinión:

es verdaderamente desastroso el estado en que se


encuentran las calles de la vecina Ciudad Juárez:
desde los hoyancos que se encuentran en el comien-
zo de la Avenida Lerdo al pasar el puente interna-
cional, hasta los malos pasos en las líneas del ferro-
carril en la Calle del Comercio, son causa constante
de molestias para los transeúntes, y nadie se explica
por qué teniendo el Municipio de Juárez entradas
de dinero como ningún municipio del Estado de
Chihuahua, los tiene, no da atención ninguna a las
vías públicas.291

290 La Patria, 27 de junio de 1921.


291 La Patria, 29 de junio de 1921.

247
La crítica subía de tono en las páginas de La Pa-
tria. Ahora un encabezado degradante decía: “Ciudad
Juárez Parece Una Población de Quinto Orden por su
Abandono y Suciedad”. Con estos titulares el periódi-
co contribuía a que no solo la población local, sino los
visitantes tuvieran una mala imagen: “La situación po-
lítica de Ciudad Juárez es caótica; allí nadie se entien-
de; el Ayuntamiento que es el cuerpo legislativo ordena
alguna cosa y el Presidente Municipal no la obedece;
el comandante de Policía dispone algo y el presiden-
te del Municipio sin tino y solo por el consejo de dos
o tres allegados, ordena lo contrario”.292 Que “nadie se
entiende”, es decir, que no se habla la misma lengua
—tal vez era el castigo de Babel—, que lo dispuesto
por la autoridad no se cumple, que es una tierra sin ley;
ésta era la imagen que vendía a sus lectores. Respecto
a la suciedad, explicó como “la basura se amontona en
las calles; las mesas de fritangas, enchiladas y tacos, se
prolongan hasta el puente internacional […] dando un
repugnante aspecto a la ciudad, como si una perpetua
feria de pueblo se estuviera perpetuando”.293 Editor y
reporteros, acostumbrados a vivir en una ciudad pujante
gracias al trabajo denigrante y explotado de mexicanos
y a las compras que hacían en el comercio de El Paso,
redituaban en recursos suficientes para tener una ciudad
limpia y de calles pavimentadas. Vaya paradoja.
Al día siguiente “Comentarios de Actualidad” dijo
que los males prevalecían en Ciudad Juárez y abordó
el tema de la insuficiencia de servicios públicos en una
ciudad con más de 18 mil habitantes:

292 La Patria, 20 de julio de 1921.


293 Ibid.

248
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

[...] y no hay drenaje, no hay atarjeas, no hay co-


rrientes subterráneas que arrastren las inmundicias
y los desechos a un lugar lejano. […] Las calles y
callejones, presentan un terrible aspecto de insa-
lubridad. Las aguas llovedizas se estancan en las
plazoletas, en las esquinas. […] El sistema de excu-
sados no puede ser más antihigiénico. Esta clase de
inodoros, usados en los ranchos y en los poblados
de ínfimo orden, todavía se usan en Ciudad Juárez.
[…] Quien haya podido pasar por ciertas calles, so-
bre todo en el verano, habrá podido percibir ema-
naciones mefíticas desprendidas de esos depósitos
[…] y mientras no haya drenaje, mantenerse en
completo estado de aseo.294

“Una atmósfera de muerte flota sobre Ciudad Juá-


rez”, publicaba para acusar: “Ciudad Juárez está a mer-
ced de la inmundicia, insalubridad y envenenamien-
tos públicos hoy”. Los grandes restaurantes vendían
alimentos en estado de descomposición o putrefactos,
mientras que en las carnicerías se vendía carne des-
compuesta; y los lecheros, impunemente, envenenaban
al público con sus adulteraciones.295 Esto quería decir
que la Junta de Salubridad, a la que tanto alabó meses
anteriores, no estaba cumpliendo con su trabajo. Ade-
más, esta información escandalosa se traducía en una
mala imagen de la ciudad para los miles de turistas que
la visitaban y consumían alimentos en los restaurantes
locales; un duro golpe para su industria.

294 La Patria, 3 de marzo de 1922.


295 La Patria, 9 de septiembre de 1922.

249
En agosto se alertó a los habitantes de la vecina
población: “Ciud. Juárez Amenazada de Inundación”.
Las lluvias torrenciales que se habían registrado en días
pasados ocasionaban que “la corriente del Bravo sube
a un gran nivel que se juzga por algunos de un gran
peligro”. Fue la primera vez que el periódico alertaba
a la población de una catástrofe natural. Al referirse a
las aguas del río Bravo, señaló: “hace mucho tiempo no
arrastraba sino una escasa corriente, habiendo subido el
agua del lado mexicano a las cinco y media de la tarde
de ayer, siete pies de altura”.296 Los pronósticos de inun-
dación en Ciudad Juárez, se volvieron realidad. Para el
25 de agosto se informó a ocho columnas: “Se Inundó
Cd. Juárez”, precisando que “el canal se reventó en tres
partes y echó sus aguas en el Barrio de Bella Vista, cau-
sando graves perjuicios”.297
Excepcionalmente, La Patria aportaba informacio-
nes distintas sobre Ciudad Juárez:

Con la finalidad de combatir la plaga de ratas que


anidaban en los carros del ferrocarril mexicano, el
cabildo de Ciudad Juárez aprobó se fumigaran para
evitar la propagación de la peste bubónica que ame-
nazaba con extenderse por toda la ciudad. La medi-
da preventiva obedeció a que casos de peste habían
aparecido en California y se proponían evitar se
extendiera hasta la frontera mexicana al ser trans-
portada bajo rubro de productos de importación y
exportación.298

296 La Patria, 10 de agosto de 1923.


297 La Patria, 25 de agosto de 1923.
298 La Patria, 13 de noviembre de 1924.

250
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

La Patria dejó de editarse en la ciudad de El Paso.


Su propietario, meses después, se trasladó a la ciudad
de Chihuahua para reabrir El Correo de Chihuahua, que
fundó a finales del siglo XIX: “20,000 Almas Fueron
Ayer a Juárez Porque se Suspendió la Restricción de
Migración”. Las restricciones, a consecuencia de los
pasaportes y de los juegos de azar, mantuvieron en zo-
zobra —desde 1924 hasta 1925— a la población de
ambos lados de la frontera. Las cámaras de Comercio
de las ciudades vecinas se manifestaron en contra de
las medidas que proponían las autoridades migratorias,
porque perjudicaban a este ramo y a la afluencia de tu-
ristas. Una vez que las restricciones desaparecieron, el
diario informó: “el comercio revivió, después de algu-
nas semanas de agonía, debido a que las restricciones
de migración, no se pusieron en vigor durante el día”.299

299 La Patria, 9 de febrero de 1925.

251
¿Hasta dónde es posible que un periódico convierta
en acontecimientos verosímiles los desórdenes públicos,
los abusos del alcohol, drogas y sexo, como sucedió con
Ciudad Juárez durante los polémicos años veinte del
siglo pasado? Para Beatriz Marocco “estos registros nos
señalan, desde el principio, que los procesos del perio-
dismo desbordan la historia aséptica […]”.300 También
¿hasta dónde puede un periódico construir imágenes
desagradables de una sociedad y de una ciudad si to-
mamos en cuenta que los discursos periodísticos “[...]
dejan entrever un lado oscuro del periodismo, que pone
al descubierto la virulencia de un gran sistema […] que
ha obligado a que todo aquello cotidiano que es consi-
derado peligroso pase al orden del discurso”.301
Señalar que la prensa escrita en español de los años
veinte rebasó toda ética que norma la objetividad de los
hacedores de noticias, implicaría, primero, definir qué
es ética y qué es objetividad. Sin embargo, considero
que no es prudente abordar el tema desde esta pers-
pectiva porque, hasta el momento, se desconoce sobre
la existencia de una normatividad ética que regulara la
actividad del periodismo en México para la época de
estudio. La Patria fue uno de los periódicos más impor-
tantes que se publicaron en español en los años veinte,
de acuerdo con el contenido de los discursos perio-

300 Marocco, Beatriz. “Prostitutas, jugadores, pobres y vagos en


los discursos periodísticos”. Tesis doctoral. Barcelona, Universidad
Autónoma de Barcelona, Porto Alegre-Siglo XIX, 2002, p. 196.
301 Ibid.

252
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

dísticos, así como la formación ideológica y moral de


su propietario, Silvestre Terrazas —cuando menos un
acercamiento a la vida y desempeño profesional de este
polémico personaje, de lo cual me ocupo en otra parte
de la tesis—. Este medio tuvo una notable influencia en
los ámbitos político y social de la época, aunado al tiraje
y su circulación en Ciudad Juárez-El Paso.
La participación de Terrazas, así como de los exilia-
dos ricos mexicanos que tuvieron contacto con él, me-
diante la elaboración de textos que escribieron en La
Patria, me permite afirmar que, a partir de una moral
sustentada en el catolicismo (tal vez lo correcto sería
una moral cristiana), la política editorial tuvo como ob-
jetivos un discurso exacerbado del comportamiento so-
cial de Ciudad Juárez, para que la moral, desde su muy
particular percepción, se mantuviera impoluta; una de-
fensa a ultranza de la Iglesia católica contra el gobierno
carrancista y una lucha ideológica contra el socialismo.
El primero de los casos se refiere a la exacerbación
del comportamiento social de Ciudad Juárez a partir de
que “los periódicos hacen visible lo cotidiano inmoral y
peligroso de los bajos fondos y los individuos ligados al
juego, la prostitución, el vagabundeo y los peligros de la
noche”.302 Desde esta perspectiva, la prensa en español,
la que más destacó anomalías sociales de Ciudad Juá-
rez —sin duda La Patria, a pesar del corto tiempo de
su edición (1919-1925)—, se constituyó como la que
“desarrolla una batalla sin tregua contra la presencia pe-
caminosa, dañina y ruidosa en las calles de la ciudad de
prostitutas, los vagos… entre otros individuos”.303 De
los periódicos La Voz del Pueblo, El Día, El Cuarto Poder,

302 Ibid.
303 Ibid., p. 197.

253
La República, editados en Ciudad Juárez —a pesar de
contar con pocos ejemplares—, luego de un análisis de
contenido, puedo señalar que también, en sus primeras
páginas, dieron cuenta de lo cotidiano que era consi-
derado inmoral. El Continental, editado en El Paso a
partir de 1926, es un caso distinto, pues parece que lo
cotidiano inmoral apareció en interiores, es decir, man-
tuvo una política editorial distinta.
Insistir en señalar que las notas referentes a Ciudad
Juárez publicadas por La Patria, “se trata[n] de crónicas
de sucesos del desorden, del ruido, de la inmoralidad, es
el fruto del trabajo del poder que el periodista enuncia
en boletines diarios”,304 me permite ratificar que la con-
secutiva manera de perjudicar a la ciudad, se constituyó
a partir de la visión de moral fundamentada en el ca-
tolicismo que tenían Terrazas, articulistas y reporteros.
Posiblemente, creyeron que mediante los constantes
señalamientos de las anomalías sociales despertarían la
conciencia de los ciudadanos y, por tanto, su comporta-
miento cambiaría y, al mismo tiempo, les permitiría vol-
tear hacia los preceptos fundamentales del catolicismo.
Beatriz Marocco señala que la forma de producir
discursos de esta naturaleza obedeció “a un proceso que
sufre la llamada sociedad tradicional y que desembo-
ca en la sociedad industrial capitalista, urbana, liberal,
disciplinar, moderna”.305 Con anterioridad señalé que el
tránsito de una sociedad tradicionalista hacia una in-
dustrial lo experimentó solo El Paso, y los costos de esta
transición los asumió Ciudad Juárez. Las restricciones
a las que grupos progresistas y radicales de El Paso so-
metieron a la sociedad paseña, específicamente a ese

304 Ibid.
305 Ibid., pp. 199-200.

254
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

amplio grupo de trabajadores, constituían una presión


social que en cualquier momento podría manifestarse
de manera violenta. Bajo está lógica, cabe la posibilidad
de que la expulsión del vicio hacia Ciudad Juárez no
se debió simplemente a cuidar que los principios del
protestantismo y puritanismo norteamericano se man-
tuvieran impolutos, sino a un proceso de desfogue de
los trabajadores estadounidenses que, sometidos a una
rutina laboral, disminuirían su productividad. De esto
se dieron cuenta progresistas y radicales, de tal manera
que era necesaria la sobrevivencia del vicio, pero no en
El Paso, pues solo bastaba cruzar por los puentes inter-
nacionales para estar en ella.
Ahora, la continua actividad del vicio en Ciudad Juá-
rez representó el material sustantivo para los periódicos
que, lejos de informar de manera objetiva e imparcial,
escribían sus discursos moralistas con la finalidad de fi-
jar “las pautas para la conducta correcta”.306 Las crónicas
de lo inmoral dieron origen a imágenes que calaron en
el imaginario social, de tal suerte que lograron crear una
ciudad de mala fama, lo cual deriva en la construcción
de una leyenda negra. Pero ¿de qué manera se constitu-
ye una imagen a partir de la prensa? Alejandro Raiter
señala que las imágenes que construyen los medios de
comunicación masiva sobre los temas que conforman la
agenda pública, se llaman representaciones sociales.307
De acuerdo con la definición de Serge Moscovici, la re-
presentación social es una modalidad particular del co-
nocimiento cuya función es la elaboración de los com-
portamientos y la comunicación entre los individuos; es
decir, es el conocimiento de sentido común que tiene

306 Ibid.
307 Raiter, Alejandro. Op. cit., 2002, p. 11.

255
como objetivos comunicar, estar al día y sentirse dentro
del ambiente social, que se origina en el intercambio
de comunicaciones del grupo social.308 Raiter parte de
las representaciones sociales para lograr dos objetivos:
primero, indagar cuál es la imagen que construyen los
medios en los textos que emiten; es decir, cómo están
conformados, qué elementos integran cada tema de la
agenda pública; y segundo, conocer cuáles son las estra-
tegias discursivas que utilizan para hacerlo.309
Sin embargo, la imagen está asociada a la percepción
y en ese sentido puede señalarse que está en estrecha
relación con la manera en la que cada individuo pue-
de captar la realidad y, al mismo tiempo, está vinculada
con la historia personal, los intereses, el aprendizaje y
la motivación.310 En este ámbito de la percepción, las
mediaciones de los periodistas juegan un papel funda-
mental, pues al relatar un acontecimiento del pasado, se
adecuan a los arquetipos que se forman en el consenso
social con imágenes favorables que se deben cultivar e
imágenes desfavorables contra las que hay que luchar.311
Raiter subraya que las imágenes construidas —al
funcionar como estímulo— serán interpretadas desde

308 Mora, Martín. “La teoría de las representaciones sociales de


Serge Moscovici”. Revista Athenea Digital, núm. 2. Barcelona, Uni-
versidad Autónoma de Barcelona, otoño de 2002, p. 7. http://blues.
uab.es/athenea/num2/Mora.pdf
309 Ibid.
310 Aparici, Roberto y Agustín García-Matilla. Lectura de imáge-
nes. España, Ediciones De la Torre, 1998, p. 16.
311 Fernández Ortiz, Rodrigo. “Prensa y educación en la forma-
ción de imágenes nacionales, percepciones y actitudes: El caso de
las migraciones procedentes del Perú y Bolivia en el Mercurio y La
tercera de Chile”. IV Encuentro de Historiadores Chileno Boliviano.
Chile, Instituto de Estudios Avanzados-Universidad de Santiago
de Chile, p. 3.

256
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

las creencias ya existentes, es decir, determinadas pro-


piedades de estas representaciones tienen la capacidad
de activar creencias preexistentes y concluye que las
imágenes construidas en los medios no solo contienen,
por decirlo así, un tema de la agenda, sino también una
marca o marcas que, al funcionar como elemento de co-
hesión, se unen con una marca o marcas presentes en
otra imagen ya construida, ya presente como creencia.312
Por ejemplo, sobre Ciudad Juárez se mantenía la creen-
cia de perversidad: “Quizá no es la más perversa, sino
la más obviamente perversa […] En Juárez viven unos
cuantos criminales famosos, pero también se aloja un
enjambre de estafadores, falsificadores y pillos de baja
estofa. Además de una rara colección de drogadictos y
borrachos, en Juárez abundan los soldados ociosos”.313
Este tipo de creencias otorgaron una imagen de
peligrosidad que, al mismo tiempo, funcionaba como
advertencia para el visitante o turista, la cual alcanzó
verosimilitud, pues provenía de un periódico que, para
la época, se constituía, primero, en la forma directa de
información que la gente tenía y, por otra parte, la pren-
sa gozaba de credibilidad al mismo nivel de otras insti-
tuciones como la Iglesia y el gobierno.
Sin embargo ¿hasta qué punto las imágenes pueden
generar la idea de una sociedad violenta, si constante-
mente prevalecen en las páginas del periódico? La ex-
posición prolongada de textos de contenido violento
también influye en la sociedad en su conjunto, si tene-
mos en cuenta que debido a su repetición continua “los
espectadores tienden a creer que la sociedad en la que

312 Raiter, Alejandro. Op. cit., pp. 28-29.


313 Vires. The Most Wickedest City. Citado en: Óscar J. Martínez.
Op. cit., p. 77.

257
viven está caracterizada por un alto grado de violen-
cia, lo cual incrementa el temor y conduce a comporta-
mientos hiperdefensivos, y la asunción de estereotipos
asociados con las representaciones de las víctimas y de
los victimarios”.314
Raiter es muy claro al definir que la imagen dentro
de un contexto periodístico no se refiere a una equiva-
lente a la fotografía, que también se plasma en el perió-
dico. Para algunos analistas de los medios de comuni-
cación masiva, la fotografía dice más que mil palabras,
pero en este caso Raiter se refiere a la imagen mental
“que tiene un individuo cualquiera, es decir, un hablan-
te cualquiera de cualquier comunidad lingüística, acerca
de alguna cosa, evento, acción, proceso que percibe de
alguna manera”.315 Aun cuando esta acepción de Rai-
ter resulte simplista, porque el proceso de construcción
mental es complejo y requiere del apoyo de otras dis-
ciplinas —entre las cuales la más apropiada resulta la
psicología—, el teórico parte de lo más sencillo para
explicar el proceso de construcción de imágenes gene-
radas a partir de creencias. Al mismo tiempo, sugiere
analizar su contenido para no solo “investigar acerca de
qué contenidos podemos transmitir sino también desde
qué roles y a qué otros roles se les puede transmitir”.316
En el terreno de las creencias no es pertinente pro-
fundizar porque implica otro tipo de conocimiento y
argumentación, pero sí es posible plantear que para las
imágenes construidas por la prensa en español, en caso
concreto La Patria, su propietario y colaboradores ante-
pusieron el sistema de creencias fuertemente sustenta-

314 Fernández Pedemonte, Damián. Op. cit., p. 25.


315 Raiter, Alejandro. Op. cit., p. 11.
316 Ibid., p. 17.

258
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

das en el catolicismo y una animadversión, por supuesto


de Terrazas, contra las cantinas, a las cuales veía más
como un problema moral que de salud; moral, porque
creía que significaban una de las maneras de corrom-
per a los jóvenes y una forma de holgazanería y vicio.
Paradójicamente, su forma de pensar era muy parecida
a la del protestantismo norteamericano, a pesar de que
los principios del chihuahuense estaban fuertemente
enraizados en el catolicismo.
Las imágenes negativas, todas ellas de Ciudad Juá-
rez, resultaron de una mezcla de sentimientos ideológi-
cos y políticos que encontraron en la prensa un espejo
para reflejarse en una población que, en el corto plazo,
acabó por aceptar que efectivamente su ciudad resul-
taba peligrosa e incómoda para las más susceptibles
mentes moralistas y religiosas, quienes, bajo la excusa
de equipararla como la Sodoma en tiempos modernos,
expresaban sus fobias y la presión que les ocasionaba un
sistema de creencias basado en un catolicismo tradicio-
nal, el cual se resistía a dar el paso hacia un catolicismo
que Ceballos Ramírez califica como social.
Cabe aceptar que desviaciones sociales, como la co-
rrupción de la autoridad, propiciaron un marco de vul-
nerabilidad de la ciudad ante las más críticas y agudas
opiniones de radicales y progresistas. Desgraciadamen-
te, la prensa quedó dirigida por individuos negados a
aceptar que las formas de pensar tradicionales también
se heredan, pero que en el tiempo van ajustándose a los
cambios sociales y se tornan menos intolerantes. Esa
intolerancia hacia la evolución natural —si se quiere, de
la moral—, además de medir los acontecimientos so-
ciales a partir de creencias que ya no encontraban aco-
modo en el seno social, ocasionaron un enfrentamiento
generacional entre distintos grupos, unos que querían

259
medir con la misma vara de la moral cristiana anquilo-
sada, mientras que otros pugnaban por una flexibilidad
moral como resultado de la transición hacia una socie-
dad industrial.
La idea de moral que prevalecía en Terrazas databa
de finales del siglo XIX y le fue impuesta por su men-
tor, el obispo Ortiz y Rodríguez, quien era considerado
de ideas liberales para su tiempo: los años veinte del
nuevo siglo. Sin embargo, parecía caduca e intolerante
ante los cambios lógicos que hay en toda sociedad. Los
preceptos morales que impusieron, y así los transmitió
Terrazas, significaron los factores sociales suficientes
para que, en términos de Goffman, estigmatizaran no
a una sociedad exclusivamente, sino a una ciudad y a
todos sus habitantes. Aunque el concepto de estigma de
Goffman se construye como un hecho desacreditador
inherente al humano, analógicamente, podría pensarse
que también es aplicable a una ciudad, por la amplia
gama de descalificativos que recibió a partir de la prensa
cuyo grado de penetración era incuestionable.
Por otra parte, y con la finalidad de plasmar la for-
ma de actuar de la prensa, propongo como método de
análisis la Agenda Setting, también conocida como je-
rarquización de las noticias, para explicar el importante
papel que desempeñan los medios de comunicación en
la difusión, selección y ocultamiento de noticias, y la
significación que dan, a su vez, a estos temas públicos.317
La hipótesis que plantea la Agenda Setting señala que
“como consecuencia de la acción de los periódicos, de
la televisión y de los demás medios de información, el
público es consciente o ignora, presta atención o des-
cuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de

317 Fernández Ortiz. Ibid., p. 4.

260
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

los escenarios públicos. La gente tiende a incluir o a


excluir de sus propios conocimientos lo que los medios
incluyen de su propio contenido”.318
Finalmente, respecto de la prensa, es factible subra-
yar que puede no conseguir, la mayor parte del tiempo,
decir a la gente lo que debe pensar, pero es sorprenden-
temente capaz de decir a los lectores qué temas deben
pensar.319

318 Ibid.
319 Ibid.

261
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español

a información sobre la vida cotidiana de


Ciudad Juárez y El Paso, que la prensa en
inglés dio a conocer durante las tres pri-
meras décadas del siglo pasado, se carac-
terizó por la “exacerbación” de los hechos
sociales, a tal grado que construyó una representación
de zona de “peligro” y de “vicio”, lo que reflejó una ideo-
logía que, bajo la moral y la religión, grupos de poder
—reformistas y puritanos— pretendían imponer en
toda la zona. Es evidente que éstos controlaron parte
de la prensa en inglés y en español con el propósito de
utilizarla como instrumento de presión y desprestigio
de la autoridad en turno y de aquellos que lideraban la
actividad del vicio. Sin embargo, antepusieron sus va-
lores, conductas y comportamientos que los llevaron a
concebir una sociedad “ideal”, donde se sentían con el
derecho de calificar lo que consideraban correcto a par-
tir de la dualidad del bien y del mal.
Reformistas y puritanos hicieron público su discur-
so a través de los textos periodísticos que mostraron su
forma de pensar y el tipo de sociedad que pretendían
no solo para El Paso, sino también para Ciudad Juárez,

263
la cual partía de los principios emanados del purita-
nismo y protestantismo norteamericano, de tal suerte
que toda aquella conducta y comportamiento que no
estuvieran regidos bajo estos principios, los calificaron
como “desviación social” que amenazaba con dar origen
a una sociedad corrupta. Bajo esta lógica o forma de
pensar dieron paso a representaciones que transmitie-
ron al imaginario social con la consecuencia de que la
zona Ciudad Juárez-El Paso era “peligrosa”, “corrupta”
y “viciosa”.
En este capítulo me propongo mostrar, a través de
textos periodísticos de la prensa en inglés de El Paso, la
visión de sociedad “ideal” sustentada en los principios
del puritanismo y protestantismo. Desde esta perspec-
tiva, sostengo que las notas reflejaron una carga ideoló-
gica protestantista y un doble discurso en el que, bajo
un escudo moral, se ocultaba una lucha por el control
del vicio cuya rentabilidad era disputada por grupos de
anglos para acceder al control del poder político y eco-
nómico en El Paso. También se demuestra que la lucha
contra el vicio, emprendida desde la prensa en inglés,
no solo se limitó al espacio fronterizo norteamericano,
como ya demostré, sino que también alcanzó a Ciudad
Juárez, a la que, bajo una visión religiosa, reformistas y
puritanos consideraron el centro de la maldad y perver-
sión que exportaba y contaminaba a la sociedad paseña.
Asimismo, hago evidente el tipo de representacio-
nes que sobre Ciudad Juárez los grupos mencionados
transmitieron, para así contribuir al proceso de cons-
trucción de la leyenda negra. Para ello me valgo del
análisis de contenido con la intención de averiguar cuál
es el trasfondo del discurso y poner de manifiesto las
intenciones y actitudes que esos grupos tuvieron sobre
el espacio fronterizo mexicano.

264
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

Los crímenes que ocurrían en la zona El Paso-Ciu-


dad Juárez resultaban de la disputa por el control del
tráfico de drogas y de alcohol. De hecho, la región se
consideraba una de las más peligrosas de toda la fron-
tera. Los cuerpos policiacos de ambos lados resultaban
insuficientes para combatir un lastre que se arrastraba
desde finales del siglo XIX. Lejos de generar confianza
entre los ciudadanos, los policías causaban temor por las
acusaciones de corrupción que cotidianamente ventila-
ba la prensa de ambos lados de la frontera. Homicidios,
asaltos, persecuciones de delincuentes y ejecutados,
conformaban un escenario de peligro que atemorizaba
a los fronterizos.
Los periódicos en español La Patria —El Paso— ,
El Día y Cuarto Poder —Ciudad Juárez—, en su intento
por informar de los hechos criminales, generaban in-
certidumbre y parecía que el propósito era vender más
ejemplares para sostener sus finanzas, de tal manera que
los textos publicados navegaban entre la exacerbación y
el amarillismo. Asimismo, las publicaciones en inglés
contribuían a la construcción de una zona de peligro
y con marcada tendencia señalaban a Ciudad Juárez
como el centro del vicio y la criminalidad.
Pese a los esfuerzos de coordinación entre los jefes
policiacos de ambas ciudades para diseñar estrategias
que ayudaran a combatir la alta incidencia criminal, no
se lograba aminorar el problema que seguía vigente y
cobraba vidas humanas. J. R. Montgomery, de El Paso,
y Mariano Morales, de Ciudad Juárez, exhortaron a sus
detectives a investigar las casas de empeño, pues en esos
negocios “vendían diversos artículos de hogar que re-

265
sultaban del hurto a casas habitación”.1 Ladrones que
provenían de otras regiones de México y Estados Uni-
dos cometían robos a casas y negocios. La prosperidad
y mejores salarios, en comparación con otras entidades,
colocaban a Ciudad Juárez como polo de atracción no
solo de mano de obra barata, sino también de los rateros.
Los propietarios de negocios en Ciudad Juárez, ante
la incapacidad policiaca por detener los actos delictivos,
portaban sus propias armas que utilizaban en casos de
intento de asalto o para expulsar a personas escanda-
losas, que regularmente estaban armadas. José Severo
González, dueño del Café Central, prestigioso centro
de diversión a donde acudían miembros de distintas
clases sociales de ambas ciudades, fue “herido en un
brazo cuando Carlos Jáuregui, exoficial villista, disparó
su arma al oponer resistencia a ser expulsado del lugar
por ebrio y escandaloso”.2 El lío que escenificaba Carlos
Jáuregui se debió a que se negó a pagar la cuenta. El
hecho de que un ciudadano portara armas evidenciaba
que esos establecimientos no contaban con efectiva vi-
gilancia porque los hombres de negocios se mostraban
renuentes a cubrir el salario de un gendarme, asimismo,
que era común que individuos anduvieran armados por
si les sucedía algo que no fuera de su agrado. Además,
está claro que no existía un registro que permitiera el
uso y control de armas de fuego.
José Severo González no quiso levantar cargos con-
tra Carlos Jáuregui, capitán de los soldados de Villa. El
militar aceptó cubrir los gastos de reparación de los da-
ños que ocasionó en el lugar, siempre y cuando “Gon-

1 El Paso Herald, 23 de octubre de 1920.


2 El Paso Herald, 24 de marzo de 1921.

266
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

zález retirara los cargos en contra suya”.3 Al perecer, ya


era costumbre que exmilitares y militares en servicio
escandalizaran y se comportaran de manera prepotente;
creían que el simple hecho de ostentar un grado militar
les daba derecho de comer y beber gratis.
La cárcel de Ciudad Juárez, regularmente, era satu-
rada de detenidos por cometer delitos que iban desde
faltas a la moral hasta lesiones con armas blancas y de
fuego. Por primera vez, la prensa de El Paso aceptaba
que el 25 por ciento de los arrestados en Ciudad Juárez
eran ciudadanos estadounidenses que, acostumbrados a
ver al espacio fronterizo mexicano como tierra sin ley,
cruzaban para delinquir. Hubo otros que lograron huir
hacia su país, escudándose en la imposibilidad de que la
policía juarense cruzara sin el permiso correspondiente
por parte del gobierno norteamericano; de lo contra-
rio, significaba una flagrante violación al territorio que
los anglos no estaban dispuestos a permitir, luego de la
incursión, años atrás, del general Francisco Villa a Co-
lumbus, Nuevo México. La prensa de El Paso pretendía
ocultar las razones del arresto de los ciudadanos nortea-
mericanos, ya que se limitaba a informar que la mayoría
de ellos fueron sujetos de “arresto por cometer pequeñas
infracciones al reglamento de tráfico”.4 Sin embargo, no
decía que varios habían sido arrestados por posesión y
tráfico de narcóticos, así como robo, asalto y homici-
dio. El intento deliberado de hacer aparecer a los anglos
como “blancas palomitas”, dejaba un mal sabor de boca
en la policía juarense, pues los agentes estaban cons-
cientes de que con la información que publicaban los
periódicos paseños se desvirtuaba la realidad.

3 El Paso Herald, 25 de marzo de 1921.


4 El Paso Herald, 3 de octubre de 1921.

267
En El Paso Herald sus editores continuamente es-
cribían severas críticas al actuar de la Policía de Ciudad
Juárez, con el propósito de que la población se diera
cuenta de su incapacidad. El editor no cejaba en seña-
lar la corrupción que prevalecía en la corporación; no
obstante, también empleaba otros discursos que mos-
traban sarcasmo, por ejemplo, publicó que “Eduardo
Rivera, jefe de la policía de Ciudad Juárez, se dedicaba
a resolver asuntos menores como disputas entre matri-
monios, insignificantes hurtos, calumnias”.5 ¿Qué es lo
que pretendía el periódico con este tipo de información
que a todas luces mostraba una doble intencionalidad?
¿Acaso ridiculizar al funcionario por no actuar contra
la delincuencia que, según visión del diario, se generaba
en Ciudad Juárez y contaminaba a El Paso? Sin duda
buscaba presionar a la policía y, sobre todo, al alcalde al
decirle que el jefe de la Policía se preocupaba por casos
irrelevantes.
El periódico enfocó su atención contra los jefes de
la policía, al grado de cuestionar las declaraciones que
éstos hacían, como fue el caso de Salvador Martínez,
quien afirmó que el Departamento de Policía de Ciu-
dad Juárez era uno de los mejores en todo el estado de
Chihuahua. Esto tenía el objetivo de dar certidumbre
a la población ante la incidencia de la criminalidad y
los hurtos a personas, negocios y casas habitación. En
respuesta, el periódico señaló que tanto la policía que
vigilaba la urbe como la Montada, trataban de dar la
apariencia de que “la ciudad estaba libre de crimina-
les cuando a todas luces se observa la afluencia de cri-
minales y de traficantes de drogas que facilitan a los

5 El Paso Herald, 25 de abril de 1921.

268
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

ciudadanos”.6 Una abierta crítica del diario se dejaba


sentir contra la autoridad policiaca juarense, pues soste-
nía que el origen del vicio y la criminalidad que vivía El
Paso provenían del otro lado del río.
La manera en que el periódico cuestionaba el actuar
de la policía de Ciudad Juárez y el marcado interés a
lo que acontecía en ella, podría explicarse a partir de
un síndrome de impotencia de la publicación, que veía
una amplia gama de hechos delictivos que se cometían
diariamente en las dos ciudades. O quizá obedecía a in-
tereses de grupos de poder que, mediante la actuación
policiaca, querían contrarrestar a los contrarios; de he-
cho, en función del vicio, se movían grandes cantidades
de dinero destinado a financiar campañas electorales en
El Paso con la compra de votos, muchos de ellos de
personas que traían directamente de Ciudad Juárez a
sufragar de manera ilegal. Obviamente, el diario y el
grupo que representaba buscaban combatir esta forma
de corrupción que no les permitía acceder al poder po-
lítico y económico.
La forma que encontró el periódico para presionar
a las autoridades de Ciudad Juárez fue a través de la
descalificación de los cuerpos policiacos. Sin embargo,
tenía que aceptar que el proceso de interrelación y con-
vivencia derivaba de un pasado histórico cuyas raíces
difícilmente se podían arrancar. La frontera entre am-
bos países, y particularmente entre dos ciudades delimi-
tadas por el río Bravo, se convertía en una zona de alta
porosidad, sujeta al ir y venir de la población, a la que
poco importaba la existencia de una línea geográfica-
mente trazada que no impedía el libre tránsito humano.
La existencia de crímenes en el borde del río claramen-

6 El Paso Herald, 10 de marzo de 1924.

269
te mostraba que el área no contaba con la vigilancia
apropiada. La Patrulla Fronteriza era insuficiente para
combatir lo que sucedía, por lo que la responsabilidad
de seguridad y prevención de delitos era compartida. La
publicación estaba obsesionada en que la delincuencia,
criminalidad y vicio provenían de Ciudad Juárez y no
acababa por aceptar que los hilos de la delincuencia se
movían desde El Paso, como publicó años atrás cuando
afirmó que el centro de operaciones del vicio del suroes-
te norteamericano residía en su propia ciudad. El Paso
carecía de policías para combatir el crimen, pero más
grande era la carencia en Ciudad Juárez que, por ejem-
plo, para vigilar las carreras de caballos —diversión que
contaba con amplio arraigo entre la población— desti-
naba únicamente a “15 policías uniformados de azul y
siete policías rurales”.7

Agentes federales que combatían el tráfico y consu-


mo de drogas en El Paso, bajo las órdenes del comisio-
nado A. J. W. Schmid, lograban importantes decomisos.
La Ley Harrison, aprobada en 1914 con la finalidad de
combatir la ilícita actividad, se aplicaba a todos aquellos
que traficaban droga y la consumían en la ciudad. La
prohibición del alcohol abría otro frente de lucha de los
agentes federales, pues estimularía el contrabando ha-
cia dentro y fuera del país. Hoteles, domicilios privados,
salones de baile, garitos, prostíbulos y las calles de la
ciudad, se constituían en centros de distribución que se
sumaban a los de El Paso. Ciudad Juárez se posicionaba

7 El Paso Herald, 3 de diciembre de 1923.

270
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

como el lugar de paso de estupefacientes hacia Estados


Unidos. Desafortunadamente, los agentes federales no
podían incursionar en tierras mexicanas, pero sí presio-
naban a las autoridades para que combatieran el tráfico,
en un intento por disminuir el consumo en El Paso.
Morfina valuada en más de 2 mil 500 dólares fue en-
contrada en la habitación de un hotel de la zona centro
de El Paso.8 Robert Castanedo era acusado ante la Corte
federal “por posesión de morfina valuada en más de mil
dólares”.9 Diez mil tabletas de morfina se le decomisa-
ron a J. C. Burke, empleado civil en Fort Bliss.10 Ob-
viamente, el detenido tenía un lucrativo negocio cuyos
clientes principales eran los soldados estadounidenses.
Tales cantidades de droga que se decomisaban revelaban
que el consumo en El Paso era de tales proporciones que
representaba un atractivo mercado para los traficantes.
La circulación de dinero, resultado de una creciente y
pujante economía, permitía que sus ciudadanos tuvieran
un vicio que, a todas luces, resultaba costoso.
Lejos de aceptar la realidad, se acusaba que Ciudad
Juárez era un paraíso para los drogadictos, lo cual se
sostenía por un comunicado de la Corte que concluía
que “las drogas y los drogadictos van de la mano de oes-
te a este de la ciudad”.11 Con este tipo de afirmaciones
se pretendía exonerar a El Paso; si había a quien culpar,
ahí estaba la vecina ciudad que recibía la calificación
de corrupta y viciosa por líderes religiosos protestantes.
Sin embargo, la denuncia no tenía comparación con los
decomisos de droga que los agentes federales realizaban

8 El Paso Herald, 14 de marzo de 1921.


9 El Paso Herald, 18 de marzo de 1921.
10 El Paso Herald, 19 de marzo de 1921.
11 El Paso Herald, 25 de abril de 1921.

271
en El Paso, como fueron las “87 onzas de morfina que
tenían en posesión Juan Chávez, Luis Madrid y Enri-
que Aguirre, cuyo valor era más de 20 mil dólares”.12
Así se desmoronaba la apreciación de la Corte, que tra-
taba de “tapar el sol con un dedo” en relación con el pro-
blema que vivía la ciudad desde finales del siglo XIX.
Las cifras dadas a conocer señalaban que en el trans-
curso de 1920 se habían confiscado drogas con valor
superior a los 21 mil dólares. El fiscal J. H. Fleming
informó sobre la detención de 396 personas y otras 148
convictas.13 Las cifras oficiales mostraban, hasta cierto
punto, la eficacia de los agentes, pero a ciencia cierta no
reflejaban datos respecto de la droga que se consumía
en la ciudad ni tampoco de los traficantes que operaban.
Las autoridades de El Paso estaban seguras de que los
operadores radicaban en Ciudad Juárez y que desde ahí
distribuían la droga a otros lugares.
De 29 personas arrestadas por la Policía de Ciudad
Juárez, cinco fueron deportadas a Estados Unidos en su
carácter de ciudadanos de este país, en el marco de un
acuerdo entre las autoridades de ambas ciudades para
que los delincuentes recibieran la condena en su lugar
de origen. El arresto formaba parte de una campaña que
las autoridades de Ciudad Juárez emprendieron con la
finalidad de liberar y limpiar a la ciudad del vicio y, de
paso, aminorar las “críticas que provenían de la prensa y
de la corte”.14 Otros 36 adictos fueron arrestados por la
corporación juarense bajo el mando de Valentín Oña-
te. Todos fueron deportados hacia El Paso.15 La limpia

12 El Paso Herald, 29 de abril de 1921.


13 El Paso Herald, 24 de junio de 1921.
14 El Paso Herald, 13 de julio de 1921.
15 El Paso Herald, 14 de julio de 1921.

272
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

rendía resultados y calmaba los ánimos calificadores


de la prensa y de las autoridades estadounidenses. La
cifra de detenidos reveló que un considerable número
de adictos cruzaba los puentes internacionales todos
los días en búsqueda de drogas. La acción emprendida
provocó un éxodo de viciosos a Ciudad Juárez donde,
indudablemente, conseguían droga y la consumían en
lugares públicos, pues la escasa vigilancia y la corrup-
ción permitían que la adquirieran sin contratiempo,
salvo la “operación limpieza”, que no se llevaba a cabo
todos los días.
Se logró la captura de varios narcotraficantes, de los
cuales la mayoría vendía droga en las calles; es decir, no
se lograba el arresto de jefes u operadores principales.
Jesús Macías fue arrestado bajo el cargo de venta de
drogas a jóvenes y por este delito fue “presentado en
el juzgado de letras ante el juez Felipe Rodríguez”.16
Se ponía al descubierto que los jóvenes representaban
uno de los sectores sociales más vulnerables de caer en
el vicio. Por esto, los traficantes se enfocaban en ellos,
pues les resultaba más fácil la venta que con viciosos
empedernidos. Mientras tanto, en El Paso se realizaba
la captura de traficantes a quienes, a diferencia de los
arrestados en Ciudad Juárez, se les encontraban consi-
derables cantidades de droga. La unión de las corpora-
ciones policiacas resultaba en arrestos, como fue el caso
de ocho personas que distribuían droga en la ciudad. A
cada uno se le encontró droga con un valor aproximado
a los mil dólares, motivo por el cual fueron presentados
ante la Corte federal.17

16 El Paso Herald, 11 de enero de 1923.


17 El Paso Herald, 23 de febrero de 1923.

273
La campaña contra el vicio en El Paso se enfocó en
traficantes que vendían droga a menores, pero se urgía
a las autoridades a detener el consumo y tráfico, pues se
corría el riesgo de que niños y jóvenes se convirtieran
en viciosos, lo que ocasionaría la descomposición so-
cial, pues, tarde o temprano, esos consumidores serían
delincuentes y criminales que amenazarían el equili-
brio social. Durante sus primeras semanas, la campaña
arrojó el “arresto de 25 personas cuya actividad estaba
centrada en vender drogas a niños de escuelas de edu-
cación básica”.18 El problema se vivía por igual en am-
bas ciudades, por lo que se buscaba erradicarlo y lograr
la detención de traficantes. Frank Martin y Jesús So-
lís fueron detenidos en Ciudad Juárez por posesión de
dos pequeñas botellas que contenían morfina, quienes
esperaban escuchar la condena que les impondría un
juez de la Corte de distrito.19 Comúnmente, los apre-
hendidos eran mexicanos y estadounidenses; es decir,
dos razas que culturalmente eran distintas en hábitos
y costumbres, por mencionar algunas diferencias, pero
que se unían para delinquir e integrar una sólida y bien
organizada banda criminal.
La acusación de que en Ciudad Juárez residían los
traficantes que cruzaban la droga hacia El Paso, cada
vez era más endeble, pues la mayoría de los arrestos se
realizaban en el espacio fronterizo norteamericano. La
gravedad del problema era tal que en El Paso se emplea-
ba a menores de edad para el tráfico de estupefacientes.
El dinero fácil que se obtenía lograba corromper a jó-
venes y, por ello, ministros religiosos encomiaban a las
autoridades a actuar con mayor rapidez y eficacia; de lo

18 El Paso Herald, 26 de febrero de 1923.


19 Ibid.

274
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

contrario, se corría el riesgo de que la juventud paseña


se contaminara y diera origen a pandillas, criminales y
viciosos. El arresto de 25 personas, la mayoría meno-
res de edad, mostraba que los jóvenes eran objeto de
fácil corrupción. Varios de ellos fueron consignados a
la Corte federal por el capitán Tom Armstrong bajo el
cargo de posesión de narcóticos y licor. Durante febrero
fueron detenidos más de 150 hombres, cifra que esta-
bleció un récord en los últimos ocho años.20
Las autoridades federales mexicanas, en un intento
por calmar las acusaciones de ser el centro de la dro-
ga, destruyeron la que había sido decomisada. Droga,
principalmente marihuana, con un valor estimado de
más de “300,000 dólares en el mercado negro, fue in-
cendiada por agentes federales y en presencia de jefes
policiacos de alto rango”.21 El acto fue más que simbóli-
co; además, se trataba de demostrar que se realizaba de
manera efectiva el combate a las drogas.
Las personas arrestadas por posesión de drogas eran
exconvictas, es decir, que ya habían sido procesadas por
esos y otros delitos. Tal situación, y pese al endureci-
miento de las sanciones, evidenciaba que los liberados
de las cárceles norteamericanas volvían a delinquir, de
tal forma que el sistema de rehabilitación resultaba un
fracaso. W. R. Smith, juez federal, informó que 28 con-
victos recibieron sentencias de 26 años, tres meses y dos
días y 2 mil 440 dólares de multa por violación a leyes
contra el narcotráfico.22 Tarde o temprano, los apresados
lograrían dejar la cárcel, unos por buen comportamien-
to o porque un comité, después de someterlos a evalua-

20 El Paso Herald, 28 de febrero de 1923.


21 El Paso Times, 23 de marzo de 1923.
22 El Paso Herald, 6 de diciembre de 1923.

275
ción, llegaba a la conclusión de que ya estaban rehabi-
litados y, por tanto, eran aptos para integrarse de nueva
cuenta a la sociedad, aunque, al parecer, no sucedía así,
pues pronto volvían a delinquir y regresaban a prisión.
La droga que se consumía en El Paso llegaba de
otras regiones de Estados Unidos y no únicamente de
México, como acusaban algunos periódicos paseños. Un
importante decomiso de drogas, cuyo peso se estimó en
más de 190 libras, había sido enviado desde Nueva Or-
leans. El cargamento contenía morfina, heroína, opio y
otras drogas.23 La mayor parte fue destruida y otra se
destinó para uso medicinal en hospitales; sin embargo,
¿quién aseguraba que esta droga fuera utilizada como
medicina? Posiblemente, los capos lograban recuperar-
la vía oficial. En El Paso, el costo por un cigarrillo de
marihuana era de diez centavos de dólar. Su consumo,
según detectives, era en el sur de la ciudad, en los ba-
rrios de mexicanos,24 por lo que se consideraba una dro-
ga de consumo popular asociado a las minorías, ya que
los anglos consumían otras más costosas y de efectos
más duraderos.
La prensa, específicamente El Paso Herald, cotidia-
namente publicaba información que buscaba transferir
una imagen de vicio y de corrupción a Ciudad Juárez.
Sin embargo, cabe aceptar que ésta no estaba exenta
del consumo y tráfico de drogas, de tal manera que el
problema afectaba a las dos ciudades. La intolerancia y
racismo se expresaban a través de las acusaciones de que
los mexicanos y demás minorías tenían hábitos negati-
vos que corrompían a la sociedad, principalmente a los
jóvenes anglos. La prensa en inglés sabía perfectamente

23 El Paso Herald, 10 de abril de 1924.


24 El Paso Times, 3 de febrero de 1935.

276
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

que el centro de distribución de drogas estaba en El


Paso y no en Ciudad Juárez. La rentabilidad del nego-
cio de la venta de drogas se controlaba desde El Paso,
porque ahí residía un alto número de consumidores que
podían pagar narcóticos, cuyo costo en las calles solo lo
podían cubrir personas con empleos bien remunerados.
Al mismo tiempo, El Paso despuntaba como un polo
de atracción de capitales y un desarrollo industrial y co-
mercial que fortaleció la economía, pero también resal-
tó como un lugar de alta rentabilidad para el consumo
y tráfico de drogas.

Pese a que los anglos culpaban a los migrantes de ser


la causa del vicio en El Paso, la ciudad se benefició de
su mano de obra barata, y de los recursos económicos de
los exiliados ricos, entre ellos mexicanos, que invirtieron
sus capitales en la industria, el comercio y movilidad fi-
nanciera. Los mexicanos que migraron a El Paso desde
finales del siglo XIX contribuyeron a lograr una eco-
nomía en crecimiento de una ciudad y de una nación,
pero aun así, los anglos seguían ubicándolos como causa
de vicio y enfermedades. Sin embargo, ¿eran verdaderas
esas acusaciones? Tal vez olvidaban que la agricultura
estadounidense dependía del trabajo de los mexicanos.
Un comunicado originado en San Antonio, Texas,
que publicó el Chicago Times, reportaba desórdenes
entre anglos y mexicanos en el bordo del río Grande.
Según el periódico, varios ciudadanos norteamericanos
eran asesinados diariamente en el cruce internacional
porque algunos hombres “blancos” empleaban a nacio-

277
nales mexicanos que regresaban a Texas.25 Así se creaba
una imagen de peligrosidad de los mexicanos que pre-
tendían cruzar la frontera. En la década de los ochenta
del siglo XIX, El Paso apenas llegaba a los mil 500 ha-
bitantes, anglos la mayoría de ellos. La situación cam-
biaría conforme los mexicanos residentes en Paso del
Norte, se empleaban en el comercio y en otros oficios,
entre ellos, de servidumbre y labores agrícolas.
Para 1880, residían en El Paso únicamente 25 nor-
teamericanos, todos hombres, entre los que destacaban
“Jos. Magoffin, A. Krakauer, Joe Schutz, Sol Schutz,
W.W. Mills, James y Frank Manning, J.P. Hage, W.
Coldwell, Jas. Marr, Ben Schuster, entre otros”.26 Ellos
poseían vastas extensiones de tierra: una parte era culti-
vada y otra se destinaba al pastoreo de animales, y para
ello empleaban a mexicanos. No obstante, el detonador
de la migración hacia territorio estadounidense, prin-
cipalmente hacia El Paso, fue el arribo del ferrocarril.
Para la construcción de cientos de millas de vías férreas
se requería mano de obra que, entre más barata, era me-
jor para los intereses norteamericanos, mucha de la cual
se obtendría de Paso del Norte, que para 1880 conta-
ba con una población cercana a los 20 mil habitantes.
También, para ese año existían en El Paso especulado-
res y jugadores, cuyo grupo ya se anunciaba por la cone-
xión a través del ferrocarril entre Fremont’s, Memphis y
El Paso. Con el anuncio del proyecto de la construcción
del ferrocarril Southern Pacific por Tom Scott en mayo
de 1880, no menos de mil 500 personas llegaron a El
Paso.27 En este sentido, la ciudad se iría conformando

25 The Lone Star, 24 de diciembre de 1881.


26 El Paso Herald, 28 de enero de 1883.
27 The Lone Star, 6 de agosto de 1884.

278
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

por una población que procedía de diferentes lugares


del suroeste estadounidense y del norte de México, para
así dar origen a una urbe de migrantes que, para 1888,
alcanzaría una población de 10 mil 601 habitantes, se-
gún daba a conocer el concilio de El Paso.28
El vertiginoso crecimiento demográfico fue esti-
mulado por el arribo del ferrocarril y el comercio que,
por efecto de la Zona Libre que el gobierno mexicano
decretó para la frontera en 1885, atrajo a migrantes de
diferentes lugares de México y Estados Unidos. Más
sorprendentes resultan las cifras de El Paso, que para
1881 apenas tenía 200 habitantes, y en el transcurso de
siete años se incrementarían a más de 10 mil. Esto fue
destacado por la prensa.29 Este beneficio fue solo para
El Paso y no puede explicarse sin la presencia de cientos
de mexicanos que vieron en esas tierras la oportunidad
de empleo que no tenían en sus lugares de origen.
La composición racial de El Paso se explicaba por
el origen de sus habitantes. Para 1890, la población se
integraba por “8,013 americanos, 2,115 mexicanos, 680
personas de color y 312 chinos, para dar un total de
11,120 habitantes”.30 Los mexicanos significaban un
porcentaje importante y aumentarían con el transcurso
de los años, pues la demanda de mano de obra en diver-
sos oficios requería de ellos, por ejemplo, “el comercio,
lavanderías, restaurantes y servicio doméstico, además
de emplearse en las zonas agrícolas y en la industria de
la fundición de metales. El crecimiento de la población

28 El Paso Times, 21 de enero de 1888.


29 El Paso Times, 24 de febrero de 1888.
30 El Paso Daily Times, 1 de enero de 1890.

279
arrojó que en los últimos diez años el porcentaje pasó
de 736 a 1,400 por ciento”.31
Diez años después, en 1900, la población de El Paso
se multiplicó por tres, pues registró, según el censo, un
total de 30 mil habitantes. La causa de dicho creci-
miento, que expliqué en el primero de los capítulos de
la tesis, fue la migración de miles de mexicanos hacia la
frontera norte en búsqueda de mejores condiciones de
vida. El beneficio que El Paso recibió de la migración,
sobre todo de mexicanos, motivó un desarrollo econó-
mico que se sostuvo por varias décadas, y solo fue inte-
rrumpido por la crisis de 1929.
La explosión demográfica continuó, tanto así que en
1905, El Paso registró 36 mil 602 habitantes. El comer-
cio también mostró cifras positivas, pues de “140 tien-
das de abarrotes que había en la ciudad, aumentó a 156
en el último año”.32 Este desarrollo se explica a partir
de los clientes con que contaban, principalmente mexi-
canos residentes en Ciudad Juárez, mismos que adqui-
rían diversos productos comestibles —como manteca
de cerdo, frijol y aceite, entre otros— a menor precio en
el espacio fronterizo norteamericano. La dependencia
de Ciudad Juárez con respecto a El Paso, primordial-
mente, consistía en artículos de primera necesidad que
los juarenses compraban debido a los bajos precios y
a la facilidad para cruzar el puente internacional, pues
todavía no se exigía pasaporte, por lo que la frontera
parecía que no existía.
Excepcionalmente, en el transcurso de dos años, la
población de El Paso aumentó a 42 mil 117; es decir, 3

31 El Paso Times, 7 de octubre de 1890.


32 El Paso Herald, 11 de enero de 1905.

280
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

mil 982 habitantes más con respecto al año anterior.33


El fenómeno podría explicarse a partir de los problemas
políticos y de pobreza que vivían los mexicanos. El des-
contento contra el régimen motivó persecuciones y, por
tanto, el éxodo de cientos de ellos hacia el norte. Quiero
insistir en que la migración, hasta antes de 1910, res-
pondía a criterios de pobreza extrema. El movimiento
armado de ese año significaría el detonante para que
se produjera “una enorme oleada migratoria hacia el
suroeste de los Estados Unidos fortaleciendo la tradi-
cional presencia hispanomexicana de esa gran región”.34
Sin embargo, el censo de 1910 echó abajo la cifra
de más de 42 mil habitantes que la prensa dio a cono-
cer en 1907. Oficialmente, El Paso registró un total de
39 mil 279. El Paso Herald expuso que en diez años la
población aumentó a 23 mil 373 habitantes, a partir de
1900, lo que revela que la ciudad continuó siendo un
“asentamiento migratorio de suma importancia”.35 Sin
embargo, el resultado del censo se presentaba a pocos
días de que iniciara el movimiento armado en México,
que sin duda, tiempo después influiría para modificar
estas cifras a raíz de la corriente migratoria que prove-
nía de tierras mexicanas. La Revolución expulsó a gente
pobre, pero también a mexicanos ricos que sacaron su
capital para depositarlo en bancos de Estados Unidos,
por supuesto, de El Paso. La bonanza incentivó aún
más la economía paseña.
La oficina del censo dio a conocer el número de ha-
bitantes a partir de 1890 con un total de 10 mil 338,
mientras que en 1900 aumentó a 15 mil 906 y en 1910

33 El Paso Herald, 1 de marzo de 1907.


34 González Herrera. Op. cit., p. 217.
35 El Paso Herald, 7 de noviembre de 1910.

281
alcanzó los 39 mil 279.36 Esto redituó en un amplio be-
neficio a la economía, pues pronto los niveles de vida de
los paseños aumentaron mediante un poder de compra
que permitía adquirir no solo productos de primera ne-
cesidad, sino también electrodomésticos que resultaban
del proceso de industrialización por el que transitaba
Estados Unidos, que se colocó a la cabeza de las nacio-
nes más desarrolladas de la época. Las redes de trans-
porte local incluyeron autotransporte motorizado igual
al que se usaba en los grandes centros urbanos; la vida
artística y cultural se desarrolló de tal manera que en los
teatros deambularon las más importantes orquestas sin-
fónicas del país, así como grupos teatrales que llevaron
al escenario obras clásicas, aplaudidas en los grandes
centros de Nueva York, Los Ángeles y San Francisco,
por mencionar algunas.
La prensa de El Paso reconocía la aportación que los
migrantes hacían a la economía. “Los Mexicanos Gas-
tan Mucho Dinero en El Paso”,37 publicó El Paso He-
rald para referirse a la bonanza financiera que genera-
ban quienes invertían en los diferentes sectores produc-
tivos de la ciudad: “buenos vientos para bancos, tiendas
y hoteles en El Paso. Los refugiados mexicanos son la
causa de la prosperidad en negocios pues invierten en
todo tipo de ellos”.38 Sin embargo, pese a que aportaban
considerables recursos económicos, aún eran objeto de
investigación por parte de la Corte de El Paso. Según el
juez W. T. Burns, tenía que investigarse a los mexicanos
para corroborar que sus inversiones no provinieran de
actividades “perniciosas”, ya que se había detectado que

36 El Paso Herald, 28 de abril de 1911.


37 El Paso Herald, 29 de febrero de 1912.
38 Ibid.

282
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

el dinero que generaba el “vicio” iba a parar a los “nego-


cios más ‘decentes’ de la ciudad”.39
No todos los refugiados mexicanos poseían fortuna
e invertían, la mayoría era gente de escasos recursos que
huía, en primer lugar, de la pobreza, y en segundo, por
el movimiento armado. Ante la situación, el Senado es-
tadounidense dio su aprobación para que “300,000 mil
dólares se destinarán a diversos programas con la fina-
lidad de proveer alimento y viviendas a los mexicanos
desposeídos”.40 A final de cuentas, los norteamericanos
sabían que lo aprobado resultaba una insignificancia
ante las grandes cantidades de dinero que los mexica-
nos ricos —que huyeron de la Revolución— invertían
en prestigiosos negocios o hacían más rentables los
bancos mediante sus inversiones. Muestra de ello fue el
caso de Luis Terrazas, que se exilió en El Paso con toda
su familia y su fortuna que, para la época, no era nada
despreciable y se equiparaba con la de otros magnates
norteamericanos.
El censo de 1920 mostró de nueva cuenta un au-
mento poblacional. Cifras preliminares dadas a conocer
a través de la prensa, mostraron que en la ciudad vivían
101 mil 860 personas; es decir, esta cifra representaba a
todos los habitantes del condado de El Paso con todos
sus alrededores o límites. Según el desglose, 87 mil 948
estaban “concentrados en zonas urbanas y el resto fuera
de los límites de la ciudad”.41 La Oficina del Censo Fe-
deral consideró que el 76.1 por ciento de la población
era urbana, y en relación con 1910, que sumó un 74.7
por ciento, el incremento fue apenas significativo y li-

39 El Paso Herald, 2 de abril de 1912.


40 El Paso Herald, 13 de julio de 1916.
41 El Paso Herald, 3 de septiembre de 1920.

283
geramente arriba del porcentaje de 1900, que fue del
63.9 por ciento.42 La concentración urbana colocaba a
la ciudad como un centro cosmopolita que pocas urbes
fronterizas poseían. Además, la interacción de la gente
entre El Paso y Ciudad Juárez impregnaba a la zona de
una dinámica social que todavía Tijuana no alcanzaba
con su par, San Isidro, California.
Lo anterior ocasionaba problemas, pues el número
de indigentes era tan notable que motivó la solidaridad
de diversas asociaciones civiles que se dieron a la tarea
de proporcionar comida caliente y cobijas a gente pobre
que se refugiaba y deambulaba por el sur de la ciudad.
El Comité de Mujeres Mexicanas en El Paso socorrió
a indigentes y daba de comer a más de “cuarenta indivi-
duos en el domicilio marcado con el 540 South, en ese
lugar, proporcionaban café, sopa, frijoles y pan a los más
necesitados”.43 Indudablemente, el comité lo integraban
las esposas de prominentes comerciantes de ambos la-
dos de la frontera y de los refugiados ricos. Así como
había altos niveles de vida, la pobreza y la indigencia
complementaban el entorno urbano. La evidencia de
contrastes sociales se palpaba hacia el sur de la ciudad,
mientras que hacia el norte se caracterizaba por fraccio-
namientos exclusivos donde residían algunos anglos que
toleraban a los mexicanos ricos, y otros que no estaban
decididos a compartir el espacio con las minorías, por
muy ricas que éstas fueran.
La prohibición del alcohol estimuló el contraban-
do de licor. Hacerse de dinero no era sencillo, pues se
arriesgaba la vida, pero sí alentó a mexicanos que resi-
dían legalmente en la frontera a practicarlo. En el esta-

42 El Paso Herald, 1 de octubre de 1921.


43 El Paso Herald, 23 de marzo de 1921.

284
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

do de Arizona, el condado de Maricopa había decidido


deportar a los mexicanos que se dedicaran al contra-
bando de licor. La medida obedeció a que varios rein-
cidían, de tal manera que eran fichados al cometer el
mismo delito y otra vez se les declaraba convictos.44 La
información la publicó deliberadamente El Paso Herald
y su intención era llamar la atención de las autoridades
de El Paso, mostrándoles que en otros condados sí se
aplicaba la ley.
La presencia de mexicanos en El Paso, conforme
transcurría la década de los veinte, aumentaba conside-
rablemente en relación con la cifra registrada a finales
del siglo XIX, que apenas alcanzaba más de dos mil.
Unos 45 mil residían en la ciudad en 1923, según ci-
fras que daba a conocer no la Oficina del Censo, sino el
Consulado de México en El Paso.
La ciudad había sido dividida en 14 distritos, de
acuerdo al tipo de trabajo que ahí se ejecutaba. Trabaja-
dores mexicanos prestaban sus servicios en oficinas de
gobierno y miles de ellos estaban empleados por todo
Estados Unidos.45 Si gran parte del territorio mexica-
no se perdió a causa de la expansión norteamericana,
ahora, lentamente, se recuperaba gracias a la presencia
de miles de mexicanos que echaban raíces y con ello
accedían a ciertos derechos que eran únicamente para
los ciudadanos estadounidenses.
En 1927 la Oficina del Censo estimó que el total
de la población era de 113 mil 500 habitantes.46 Así,
El Paso se mantenía como polo de atracción de mi-
grantes —miles de ellos eran mexicanos—, proceso

44 El Paso Herald, 24 de enero de 1923.


45 El Paso Herald, 16 de enero de 1923.
46 El Paso Times, 26 de septiembre de 1927.

285
que se detendría con la depresión de 1929 que afectó la
economía estadounidense y significó la deportación de
miles de mexicanos, sin importar su estatus de ciudada-
no. Cabe resaltar el beneficio que registró El Paso con
la migración, principalmente de mexicanos que, con su
aportación de mano de obra barata y la inversión de
ricos exiliados, contribuyeron a consolidar la economía
pese a procesos de discriminación e intolerancia.

Para la prensa en inglés de El Paso, los salones de


baile representaban lugares inmorales de vicio y pros-
titución. Las agudas críticas provenían de personajes
ligados con el protestantismo, quienes buscaban influir
entre la población para que no asistiera a ellos. Los sa-
lones La Luz Roja y Luz Azul: ambos eran descritos
como sitios que albergan a “prostitutas que ingieren
bebidas embriagantes”.47 Esta concepción connotaba
claramente que iban contra los principios morales es-
tablecidos en el protestantismo, pues eran vistos como
lugares donde la inmoralidad se expresaba en su nivel
máximo y, además, simbolizaban una pérdida de tiempo
que tanto reprochaban los líderes religiosos a sus con-
gregantes.
La presión de grupos religiosos, a través de agudas
críticas que ventilaban en la mayoría de los periódicos
de Texas, evidenciaba que los editores estaban de acuer-
do con esa posición, la cual comúnmente transmitían
mediante artículos de opinión y los editoriales. Con este
respaldo que asumía el editor se logró que para 1919

47 El Paso Evening Tribune, 28 de abril de 1893.

286
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

“la trigésima sexta legislatura del estado de Texas, con


sede en Austin, emitiera una ley anti salones de baile”,48
con el propósito de detener la constante movilidad de
prostitutas, quienes, básicamente, se concentraban en
los salones de baile. Esta legislación representó otro
intento por detener la práctica de la prostitución, que
era ya considerada un problema social, primero, porque
atentaba contra la moral, y segundo, por cuestiones de
salud pública, porque era una forma de transmisión de
enfermedades venéreas.
En pleno apogeo de la prohibición del alcohol en El
Paso, la prensa tenía la esperanza de que los propieta-
rios de los salones de baile en Ciudad Juárez racionaran
la venta de licor a turistas norteamericanos para “salvar”
su bolsillo”.49 La palabra “salvar” tenía un doble sentido
que en la información no se explicó. Primero, según el
periódico, se refería a que los estadounidenses no gas-
taran más en alcohol y así tuvieran el dinero suficien-
te para cumplir con sus obligaciones en el hogar; sin
embargo, por el contexto en que se dio la prohibición,
netamente estimulada por sectores religiosos, la palabra
“salvar” más bien tenía una connotación religiosa; es de-
cir, salvar a alguien del “mal”. Obviamente, los dueños
no iban a restringir la venta de licor a norteamericanos
que acudían por miles a Ciudad Juárez. Al contrario, la
prohibición representaba la oportunidad de generar ga-
nancias; por tal razón, en lugar de limitar la bebida a los
visitantes, los dejaron consumir hasta donde su bolsillo
alcanzara.
Bajo el argumento de que los propietarios de los sa-
lones de baile tenían que respetar la ley, la prensa de

48 El Paso Herald, 14 de junio de 1919.


49 El Paso Herald, 12 de febrero de 1920.

287
El Paso les advertía que las leyes eran objeto de ob-
servación por parte de las autoridades del estado de
Chihuahua. Se insistía en que no debía venderse licor
a personas en estado de intoxicación, menores de edad
y policías uniformados.50 Pese a que el Reglamento de
Cantinas para el Estado de Chihuahua expresamente
prohibía la venta de bebidas alcohólicas a menores y,
sobre todo, a policías que debían dar una buena ima-
gen ante la sociedad, comúnmente esta disposición se
infringía; de tal manera que a varios propietarios se les
sancionó administrativamente con la clausura de su ne-
gocio y se les fijaba el pago de determinada cantidad de
dinero para volver a abrirlo.
La demanda de bebidas alcohólicas aumentó a tal
grado que su producción en Ciudad Juárez resultaba
insuficiente. Hubo la necesidad de importarlas de otras
regiones de México y de otros países. De alguna forma
tenía que realizarse el abastecimiento, sin importar si
era legal o no. Por ello, se estimuló el contrabando de
alcohol que, envasado en botellas, llegó de diferentes
partes, entre ellas Cuba, donde la producción de ron
o whisky estaba bajo el control de grupos del crimen
organizado de Estados Unidos. Pese a que en torno de
la prohibición se endurecieron las leyes con la finalidad
de evitar el contrabando, no se logró erradicarlo, sino al
contrario, entre más se perseguía a los contrabandistas,
más crecía la práctica ilegal.
En 1921 se decidió que las mujeres que ingresa-
ran a un salón de baile quedarían exentas del pago de
admisión, el cual cubrirían sus acompañantes masculi-
nos. El pago era un tipo de impuesto denominado “de
guerra”, cuyo propósito respondía a nuevas reglas que

50 El Paso Herald, 15 de febrero de 1920.

288
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

buscaban la manera de captar recursos.51 El arribo de


la década de los veinte no solo significó el tránsito de
la modernidad hacia una fase de alto consumo en Es-
tados Unidos, sino también a nuevas formas de captar
impuestos cuya evasión se castigaba como delito fede-
ral y, al mismo tiempo, sirvió a los fiscales para enviar
a la cárcel a personas dedicadas al crimen organizado,
como sucedió con Al Capone.
La posición contra los salones de baile y el estatus de
inmoral que se imponía a éstos desde El Paso, también
incluía a los ubicados en Ciudad Juárez bajo la misma
concepción y calificación. Por tanto, se pretendía que las
autoridades de Ciudad Juárez ejercieran un mayor con-
trol y aplicaran las mismas reformas, como se hacía en
El Paso. Indudablemente, la opinión que publicaban los
periódicos paseños tenía la finalidad de que, al someter
a un control estricto a los salones de baile en Ciudad
Juárez, disminuiría la asidua presencia de turistas anglos
en esos lugares. Con el argumento de que eran cen-
tros de vicio y prostitución, claramente se quería evitar
que los turistas gastaran su dinero en Ciudad Juárez,
lo que significaba un perjuicio para la economía local,
pues así como se rechazaban los juegos de azar, consi-
derados como una forma de despojar de su dinero a los
visitantes, los salones de baile representaban otra vía de
fuga de capital. La prensa tenía la esperanza de que las
autoridades cumplieran la promesa de hacer reformas
sobre la venta de licor y que la apertura y cierre de los
salones de baile fueran efectivos. Sólo así terminaría por
aceptar que las reformas pretendidas “dependerían de
la buena voluntad de los propietarios y no tanto de las

51 El Paso Herald, 3 de noviembre de 1921.

289
autoridades”.52 Sin embargo, la prensa de El Paso no
consideraba que la existencia de los salones de baile en
Ciudad Juárez significaba una fuente de ingresos para
el erario municipal, así como empleos para una ciudad
que carecía de un desarrollo industrial que fortaleciera
su economía, la cual dependía —en buena parte— de lo
que redituaba el turismo.
La mencionada esperanza se basaba en que algunos
legisladores del Congreso de Chihuahua pretendían que
en el estado se “prohibiera la venta y consumo de alcohol
de igual forma como lo había hecho el estado de Texas”.53
A manera de intimidación, El Paso Herald informaba y
advertía a los propietarios de salones de baile en Ciudad
Juárez que las leyes respectivas estaban en observación
por “legisladores anti-alcohol”. La propuesta de ley esta-
blecía “prohibir la venta de alcohol a personas intoxica-
das, menores de edad y policías uniformados”.54 Silves-
tre Terrazas, dueño de La Patria, ya había manifestado
su opinión en 1900 a través de El Correo de Chihuahua,
también de su propiedad, en el sentido de una reforma
a la ley en el estado. La venta de bebidas alcohólicas a
menores de edad y policías era la principal queja de la
prensa en ambos lados de la frontera y persistía pese a
que el Reglamento de Bebidas para el Estado de Chi-
huahua establecía fuertes sanciones.

52 El Paso Herald, 12 de febrero de 1920.


53 Este hecho ya lo describí en el capítulo que corresponde a la
prensa en español, específicamente La Patria que se editaba en El
Paso. Tanto fue el interés en el tema que el periódico lo abordó a
través de artículos de opinión, así como en el editorial. El diario
abrió una sección para que la gente emitiera su acuerdo o desacuer-
do respecto de la prohibición de licor; es decir, que se declararan
“secos” o “mojados”.
54 El Paso Herald, 15 de febrero de 1920.

290
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

No solo propietarios de salones eran acusados de


contrabandistas, también connotados empresarios eran
vinculados. La prohibición del alcohol en Estados Uni-
dos simbolizó la principal causa para que este delito se
incrementara significativamente, al grado que se con-
sideró como federal. El Paso Herald denunció: “más
de mil botellas de whisky procedentes de La Habana,
Cuba, llegaron a El Paso a través de Ciudad Juárez”.55
Así, mediante esta vía se abastecía el mercado negro en
El Paso durante la fiesta de Navidad.
Conforme la prensa en inglés abordaba el tema de
los salones de baile en Ciudad Juárez, que eran vis-
tos como un problema social que afectaba a El Paso,
cotidianamente se informaba de disposiciones legales
que serían adoptadas con la intención de disminuir el
número de esos lugares de diversión malsana. El Paso
Herald dio a conocer que se hacían esfuerzos en Ciu-
dad Juárez por limitarlos. El periódico únicamente
informaba de promesas, pues la palabra esfuerzo sig-
nificaba solo eso, porque, a fin de cuentas, en el estado
de Chihuahua no se había promulgado ninguna ley al
respecto. El diario publicó que se trataba de limitar un
salón de baile por cada 250 habitantes; es decir, de 100
salones que operaban, con la disposición legal bajarían
a 48.56 Conforme la prohibición perseguía a contra-
bandistas y castigaba a los infractores, la situación fue
aprovechada al otro lado del río, de tal forma que esti-
muló que el número de cantinas, salones de baile y la
venta de alcohol al menudeo aumentaran, a tal grado
que buena parte de los ingresos municipales en Ciudad
Juárez fueran por esta vía.

55 El Paso Herald, 23 de diciembre de 1920.


56 El Paso Herald, 16 de agosto de 1921.

291
Mientras que la ley en Ciudad Juárez no podía re-
ducir el número de salones de baile, el fuego sí logró
hacerlo. Luego de funcionar por 14 años, El Fénix,
ubicado en la calle del Comercio, fue consumido to-
talmente por un incendio, que debido a su magnitud
alcanzó a otros negocios. La tienda de curiosidades y
ferretería Kleinmans y un estudio fotográfico sufrieron
daños considerables.57 Parecía que la prensa de El Paso
invocaba a las fuerzas divinas porque, así como Sodo-
ma y Gomorra fueron consumidas por el fuego debido
a la maldad que existía en ellas, los salones de baile en
Ciudad Juárez corrían con la misma suerte. Por otra
parte, sin que ello signifique que desista del argumen-
to, la idea de que la maldad se castiga con fuego lo
hago en función de los grupos religiosos de El Paso
de comparar a Ciudad Juárez con las ciudades bíblicas
del pecado; de esta manera se refuerza nuestra conje-
tura. Sin embargo, los siniestros tienen una explicación
más racional; es decir, esos lugares no cumplían con
los requisitos de seguridad que imponía la autoridad y
mucho menos eran supervisados por la misma, o bien,
los incendios eran deliberados con la finalidad de que
el seguro cubriera la pérdida total y, finalmente, porque
los salones de baile eran construidos con materiales al-
tamente flamables que, por alguna falla eléctrica que
generaba una chispa, inmediatamente se incendiaban.
En 1922 se incentivó el ánimo sancionador de al-
gunos legisladores chihuahuenses en el sentido de tra-
tar que en el estado, de igual manera que en Texas, se
prohibiera el alcohol. Pronto la influyente Cámara de
Comercio de Ciudad Juárez ejerció su veto y, a través de
artículos periodísticos, fijó su postura en contra de esa

57 El Paso Herald, 11 de agosto de 1921.

292
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

intención. Su argumento se basó en la gran cantidad de


empleos que generaban los lugares donde se permitía
consumir bebidas alcohólicas y, al mismo tiempo, vati-
cinó una catástrofe en la economía de la ciudad fronte-
riza. Mientras tanto, El Paso Herald daba por hecho que
la legislatura chihuahuense aprobaría la existencia de
un salón de baile por cada 500 habitantes en el estado
y de uno por cada 400 habitantes en Ciudad Juárez,
que de acuerdo a los 20 mil habitantes que existían en
esa ciudad, según el censo de 1920, “no se permitirían
más de cincuenta lugares donde se ingirieran bebidas
embriagantes”.58 El gobernador Enríquez declaró que
dicha ley no operaría en el estado y con ello calmó los
ánimos. No se sabe, cuando menos no hay datos preci-
sos para confirmar si la prensa en inglés de El Paso, así
como ministros religiosos protestantes, tuvieron alguna
participación en tratar de estimular esta legislación.
Los salones de baile no cerraron por acciones de una
nueva ley, sino que muchos de ellos sufrieron incendios
que los destruyeron, como fue el caso del Moctezuma y
algunos que lograron reabrir, aunque otros más ya no
lo hicieron.59 El 23 de noviembre de 1930, el Jimmie
O’brien fue consumido por el fuego. Las pérdidas, según
la prensa de El Paso, se estimaron en más de 15 mil
dólares.60 Otro hecho que causaría la disminución de
salones de baile y cantinas en Ciudad Juárez fue que las
legislaturas de algunos estados de la Unión Americana
permitieron el consumo de alcohol, primero, en bajas

58 El Paso Herald, 14 de diciembre de 1922.


59 Un incendio acabó con el salón de baile cuya pérdida se estimó en
más de veinte mil dólares. El fuego alcanzó a la tienda de curiosidades
Katz Curio Store, ubicada a un lado del Moctezuma, que también se
incendió totalmente. El Paso Herald, 2 de noviembre de 1911.
60 El Paso Herald, 24 de noviembre de 1930.

293
cantidades y, luego, definitivamente ya no estuvieron a
favor de la Enmienda XVIII. Para finales de la década
de los treinta, varios empresarios del ramo en Ciudad
Juárez migraron de nueva cuenta hacia El Paso, donde
ya se permitía el consumo de alcohol en ciertas can-
tidades, hasta que fue liberado en 1933, por lo que la
clientela de anglos ya no cruzaba.
El Paso Herald informó al público sobre la decaden-
cia de los salones de baile y cantinas en Ciudad Juárez.
Pese a la presión que ejerció mediante agudas críticas,
se mostró satisfecho, aunque la debacle de este sector
se debió a que en Estados Unidos se permitió otra vez
la producción y consumo de alcohol. El deterioro de
los exteriores y la oscuridad de los interiores de algu-
nas viejas cantinas juarenses son testigos de los estra-
gos “que causaron la revocación de la prohibición y el
regreso de la cerveza y el licor a Estados Unidos”.61 El
diario abría otro frente, ahora en El Paso: los salones de
baile y cantinas en Ciudad Juárez dejaron de ocupar los
espacios en sus hojas para ser sustituidos por las críticas
que emanarían de una nueva época de consumo de al-
cohol en territorio paseño. A partir de ese momento, en
Ciudad Juárez la vida nocturna tuvo un cambio signifi-
cativo y cobraría vida de nueva cuenta con la Segunda
Guerra Mundial.

La intolerancia hacia los juegos de azar que líde-


res religiosos protestantes, grupos políticos reformistas
afiliados al Partido Republicano y la prensa, a través

61 El Paso Herald, 29 de junio de 1934.

294
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

de la representación del Herald Post, se explicaba por


varias razones: eran la forma más sencilla de despojar
de su dinero a incautos que apostaban a su suerte; la
mejor manera de evadir el fisco; la posibilidad de que
las ganancias obtenidas sirvieran para financiar a gru-
pos políticos durante procesos electorales; una forma
de financiamiento para la adquisición de narcóticos y
alcohol y así estimular el vicio; que el fortalecimiento fi-
nanciero de los bancos estuviera sustentando en dinero
“sucio”. La prostitución, el consumo y tráfico de drogas
y la corrupción entre diversas autoridades, otorgaban a
El Paso una imagen de ciudad “sin límites” y de vicio,
la cual que amenazaba con resquebrajar el sistema legal
establecido. La lucha contra los juegos no se limitaba al
espacio fronterizo norteamericano, sino que ahora tam-
bién era extraterritorial, pues Ciudad Juárez represen-
taba un tentáculo que se tenía que cortar de tajo porque
miles de dólares iban a parar a sus garitos.
El Paso Herald, a través de su editorial del 10 de
agosto, acusó que los juegos de azar afectaban a cada
hombre y mujer de El Paso y estimó que mensualmente
más de 200 mil dólares salían hacia Ciudad Juárez a tra-
vés de esta “diversión”. Anualmente, de acuerdo con las
cifras de El Paso Herald, 2 millones 400 mil dólares iban
a parar a los bolsillos de los operadores del juego, pero
no daba a conocer nombres; por tanto, se desconocía si
eran de Ciudad Juárez o de El Paso. No obstante, según
el desarrollo económico que experimentó la zona de El
Paso desde finales del siglo XIX, la práctica aumentó y
pronto en la ciudad surgieron jugadores profesionales y
estafadores que impulsaron una próspera industria del
juego, y para operarla, sin duda, corrompieron a políti-
cos y autoridades. El periódico informó que una pro-
porción importante de lo que generaban los juegos en

295
Ciudad Juárez, regresaba a El Paso a través de depósitos
en bancos locales.62 Así, se dejaba entrever que una can-
tidad considerable de recursos económicos procedían
de actividades ilegales. Por otra parte, representaba una
forma de “limpiar dinero sucio”, pues con éste se otor-
gaban créditos individuales y a empresas locales.
Por otra parte, el hecho de que los bancos permitie-
ran grandes depósitos sin preguntar de dónde proce-
dían, connotaba que las reglas con que operaba el sis-
tema financiero no estaban del todo definidas. Dichas
instituciones no iban a detener las inversiones hasta
verificar de dónde procedían, porque veían la oportu-
nidad de hacerse de recursos “frescos” que les permi-
tieran operar, para así prestar dinero y obtener jugosas
ganancias que dejaban los altos réditos que cobraban.
No todas las inversiones o ahorro de mexicanos eran
generados por actividades ilegales; comerciantes le-
galmente establecidos en Ciudad Juárez comúnmente
efectuaban sus transacciones financieras a través de los
bancos de El Paso.
La prensa de El Paso aprovechaba cualquier infor-
mación relacionada con los juegos de azar en Ciudad
Juárez, con el objetivo de sensibilizar a ciudadanos y au-
toridades de que éstos representaban un problema so-
cial, porque significaban una manera de despojar de su
dinero a personas que lo habían ganado con su trabajo.
La prensa en inglés destacó el descontento de militares
mexicanos porque en Ciudad Juárez permanecían los
garitos, pese a que la Federación derogó meses atrás los
permisos que otorgó para operarlos. Las tropas federa-
les abandonaron la plaza en señal de protesta porque no
se cumplían las disposiciones del Gobierno de la Repú-

62 El Paso Herald, 10 de agosto de 1920.

296
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

blica.63 Esta reacción fue tema de noticia no solo para la


prensa en inglés, sino que La Patria también lo destacó
en sus primeras páginas.
El problema que se suscitó en torno de los juegos de
azar en Ciudad Juárez, motivó la intervención directa
del general Álvaro Obregón, presidente de México,64
quien se deslindó de los permisos otorgados. Ahora, la
autorización estaba en función de las autoridades mu-
nicipales y del gobierno de Chihuahua. Obregón de-
cidió conceder permisos para operar los juegos con la
finalidad de que los recursos obtenidos por concepto
de impuestos, se invirtieran en educación, pues el go-
bierno federal no estaba en condiciones de aumentar
el presupuesto en este rubro. No obstante, el remate de
los juegos ocasionó discordias y enfrentamientos entre
acaudalados comerciantes y políticos que buscaron afa-
nosamente obtener la concesión.
Ante la expectación, se juzgó necesario conformar un
grupo de gendarmes entrenados para que contuvieran a
la multitud que acudía a apostar. El Municipio nombró
inspector de Juegos a Fidencio Gutiérrez y a Modesto
Flores como su ayudante.65 A Eduardo Rivera, jefe de la
policía, se le otorgó permiso por parte del Cabildo para
que integrara un grupo de policías que vigilaran dentro
de los garitos, pues se habían reportado varios robos a
ciudadanos y a las cajas donde se depositaba el dinero
que resultaba de “desplumar” a los apostadores.
La prensa en inglés destacó las disputas entre los
gobiernos municipal y estatal por el reparto del dine-
ro que se cobró vía impuestos. El Municipio reclamó

63 El Paso Morning Times, 14 de febrero de 1921.


64 El Paso Morning Times, 16 de marzo de 1921.
65 El Paso Herald, 12 de marzo de 1921.

297
el cincuenta por ciento, así como la concesión de los
juegos. Las autoridades de Ciudad Juárez se negaron
a reconocer a una comisión enviada por el gobernador
Enríquez que tenía el objetivo de controlar los fondos
generados por los juegos.66 La información que dio a
conocer el Herald sobre el conflicto dejaba entrever que
los juegos representaban la manzana de la discordia que
las autoridades juarenses pretendían controlar, muy por
encima de la jerarquía legal del gobierno estatal, y que
este problema pudo haberse detenido al no permitir la
operación de las casas de juego.
El gobernador de Chihuahua, Ignacio Enríquez,
cometió la imprudencia de declarar que los únicos que
perderían dinero en los juegos, serían los estadouniden-
ses, lo que motivó que el Herald titulara su editorial del
15 de marzo de 1921 como “Solo los americanos perde-
rán su dinero”,67 mientras que en el texto reprodujo las
palabras del mandatario estatal mexicano: “no hay posi-
bilidades de que los mexicanos pierdan su dinero”. Con
esto, Enríquez daba la razón al periódico en el sentido
de que la salida de capitales de El Paso hacia Ciudad
Juárez, vía los juegos, era una realidad y, al mismo tiem-
po, lo dotaba de argumentos para presionar a las auto-
ridades mexicanas para que derogaran las concesiones.
El Paso Herald hizo suya la controversia que tenía
enfrentados a los gobiernos por los dividendos de los
juegos e informaba de una escisión entre ambos; por
tanto, se apelaba la intervención del presidente Obre-
gón.68 La disputa era por el cincuenta por ciento que re-
clamaba el Municipio al gobierno del Estado, que pare-

66 El Paso Herald, 14 de marzo de 1921.


67 El Paso Herald, 15 de marzo de 1921.
68 Ibid.

298
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

cía no acceder a la petición, pese a que el Cabildo envío


una carta al presidente notificándolo del problema que
se había generado. De esta manera, el Herald exhibía la
ausencia de un acuerdo entre dos instituciones de go-
bierno y las mostraba como entes voraces que querían
apoderarse del botín.
La influyente Cámara de Comercio de Ciudad Juá-
rez apoyó la petición del Municipio del cincuenta por
ciento de lo devengado por impuestos y concesión de
los juegos. El gobierno del Estado parecía ceder a la
petición. De esta forma, Ulises Irigoyen, presidente de
los comerciantes, informó que la cantidad de dinero es-
taría en las arcas municipales para el mes de junio, a más
tardar. Los recursos se destinarían a escuelas, a la cons-
trucción del puente internacional, agua y caminos.69 Iri-
goyen mostró actitud negociadora y fue el vocero del
gobierno municipal. Medio millón de pesos calmaron
los ánimos de enfrentamiento que resultaron de los co-
diciados juegos de azar, que en lugar de explotarlos ade-
cuadamente y colocarlos como palanca de desarrollo de
la economía, se convirtieron en la manzana de la discor-
dia, como lo hacía ver la prensa en inglés que, mediante
la difusión del problema, ganaba adeptos para que se
prohibieran los juegos en ambos lados de la frontera.
El estira y afloja se daba entre el Cabildo y la co-
misión que representaba al gobernador Enríquez, inte-
grada por Antonio Escudero y Manuel González que,
junto a Francisco Rodríguez, alcalde de Ciudad Juárez,
acordaron que la cantidad que entregaría el gobier-
no estatal al municipal era de 400 mil pesos y no los
quinientos mil que había anunciado Ulises Irigoyen.70

69 El Paso Herald, 18 de marzo de 1921.


70 El Paso Herald, 20 de marzo de 1921.

299
Lejos de resolverse la disputa, el alcalde recibió un co-
municado del gobernador donde le hacía saber que la
concesión para operar juegos de azar otorgada al cabaré
Tívoli, se había cancelado. De esta forma la cantidad
prometida se desdibujaba en el aire.71 La orden de revo-
car la concesión respondió a la que emitió el presiden-
te Obregón en el sentido de cancelar definitivamente
los juegos en Ciudad Juárez. A pesar de la negativa por
parte del gobierno federal, el Municipio permitió que
los juegos siguieran practicándose porque representa-
ban un importante ingreso de recursos y, aunque no se
destinaban a obra pública, cuando menos le permitía
pagar la nómina de sus empleados.
La medianoche del domingo 25 de abril, se fijó
como fecha para cerrar definitivamente los juegos de
azar del cabaré Tívoli. La orden que emitió el goberna-
dor Enríquez no tendría por qué demorarse, pese a los
506 mil pesos oro que el dueño del cabaré hizo llegar
al gobierno estatal para que le permitiera operar.72 El
problema fue hábilmente aprovechado por la prensa en
inglés, en este caso el Herald Post, que utilizaba sus es-
pacios para propugnar por una limpieza de vicios en El
Paso, los cuales daban una mala imagen a la ciudad y, en
cierta medida, culpaban a Ciudad Juárez de que la de-
lincuencia y el tráfico de drogas no fueran erradicados
por la ineficacia de las autoridades.
Con el escudo de la moral se combatió a los juegos
de azar. Moral porque se consideraba que la manera de
explotar a la gente o despojarla de su dinero era inmoral.
Los escritos del Herald dejaban la sensación de que la
moral que provenía de los principios fundamentales del

71 El Paso Herald, 23 de abril de 1921.


72 El Paso Herald, 25 de abril de 1921.

300
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

protestantismo se vulneraba, porque se insistía a los es-


tadounidenses que cuidaran su dinero y bajo esta premi-
sa propugnaban por un mayor control de los juegos o, en
su caso, prohibirlos. Por otra parte, el escudo de respeto
de la moral resultaba endeble por las cuantiosas ganan-
cias que dejaban los juegos, las cuales el Herald estimó en
más de 29 millones de dólares al año. La crítica que pro-
venía no solo del periódico en inglés, sino de La Patria,
parecía defender a un grupo de personas que querían el
control de los juegos en ambos lados de la frontera.
Pese a la prohibición decretada por el gobierno fe-
deral, los juegos funcionaron mediante el pago de con-
cesión por tiempos cortos, es decir, el Municipio otorgó
concesiones por quince días a particulares. Así, Evaristo
Parra y Salvador Arteaga pagaron 42 mil dólares para
operar por quince días. El permiso consistió en máqui-
nas tragamonedas conocidas como slot machines, póquer
y loterías, entre otros.73 El pago de dicha suma corro-
boraba que había una amplia afición por los juegos y un
negocio redituable, tanto que no importó a particulares
pagar considerables sumas con el fin de operarlos.
El permiso concedido motivó la reacción del He-
rald que, a través de su editorial, criticó agudamente
la posición de las autoridades de Ciudad Juárez y acu-
só de “ingenuos” a los policías que moralmente veían
como correcta la reapertura de los juegos. La voluntad
de poner fin a éstos, dijeron los policías, es decisión de
los visitantes, postura que para el diario era ingenua.74
También calificó de vulgares los métodos empleados
por la autoridad para autorizar que los juegos volvie-
ran a cabarés y cantinas ubicados en callejuelas, como

73 El Paso Herald, 2 de enero de 1922.


74 El Paso Herald, 5 de enero de 1922.

301
un preámbulo para abrir otros centros de juego donde,
por voluntad propia, los visitantes pierden su dinero. El
Herald consideró que las reformas sobre el asunto en el
estado de Chihuahua estaban sumergidas en un bache
del cual difícilmente podrían salir.
El 15 de enero de 1922, el Herald publicó que a par-
tir de esa fecha no se permitirían los juegos de azar en
Ciudad Juárez, de acuerdo con la disposición del gober-
nador Enríquez, aun cuando ya se había autorizado la
concesión a Evaristo Parra, quien solicitó otra licencia
por quince días más, con un costo de 42 mil 500 dóla-
res.75 Destacó la información respecto de la prohibición,
pero, al mismo tiempo, las intenciones de Evaristo Pa-
rra para continuar con la concesión; de esta manera, el
diario dejaba en evidencia la autoridad del gobernador
que, pese al decreto que emitió para prohibir los juegos,
el Municipio no lo respetaba, pues estaba decidido a
conceder la extensión de la licencia porque, tan solo en
un mes, ingresarían a sus arcas más de 80 mil dólares,
los cuales, en tiempos de carencia de recursos porque el
presupuesto —estatal y federal— no llegaba a tiempo,
se convertían en una “tabla de salvación”. Para la década
de los veinte, el pago de licencias significó uno de los
mayores ingresos para la administración municipal.
Pero los juegos de azar también dividieron a miem-
bros de la Cámara de Comercio. Algunos se manifes-
taron a favor por los visitantes que llegaban a gastar su
dinero, mientras que otros, acaudalados, expresaban su
oposición. El periódico calificó de finas y decentes per-
sonas a quienes se oponían a la apertura,76 mientras que
a los otros los denominó no finos e indecentes. Con

75 El Paso Herald, 15 de enero de 1922.


76 El Paso Herald, 2 de septiembre de 1922.

302
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

la calificación de los primeros no tenía la necesidad de


calificar a los segundos; tácitamente lo hizo.
De esta manera, el diario y los opositores conforma-
ron un frente ciudadano que hizo llegar sus protestas
mediante cartas al procurador general de la Repúbli-
ca, quien, inmediatamente, ordenó una investigación.
También destacó la oposición —a los juegos— del pre-
sidente Álvaro Obregón;77 sin embargo, el Ejecutivo,
deliberadamente, dejaba que se practicaran porque, a
fin de cuentas, también resultaba beneficiado, pues una
parte de los impuestos iba a parar a sus arcas.
En febrero de 1923, se esperaba la visita a Ciudad
Juárez del secretario de Guerra, Francisco Serrano,
cuyo propósito era que el gobierno municipal acatara
la prohibición de los juegos. Tropas federales estaciona-
das por tiempo indefinido en la plaza significaron una
forma de presión; el general Serrano tenía la consigna
de no retirarse hasta que los juegos fueran abolidos to-
talmente.78 El Paso Herald reprodujo un despacho que le
fue enviado desde la ciudad de México y reconoció que
la información sobre la visita todavía no era oficial; no
obstante, la dio a conocer. Su objetivo era amedrentar a
las autoridades juarenses.
Finalmente, las tropas federales lograron clausu-
rar los juegos que se practicaban en el cabaré Tívoli.79
El Ejército, bajo el mando del general Ramón López,
hizo el trabajo que le correspondía al Municipio. Pero
¿por qué los militares se involucraron en un problema
de índole local? En Chihuahua se sospechaba que el
comandante de la Guarnición de la Plaza, Francisco J.

77 El Paso Herald, 22 de febrero de 1923.


78 El Paso Herald, 28 de febrero de 1923.
79 El Paso Times, 7 de septiembre de 1924.

303
Múgica, tenía intereses en los juegos de azar en Ciudad
Juárez. O, tal vez, la movilización obedecía a que grupos
de oficiales de alto rango se disputaban el control de los
juegos. Para limpiarse de cualquier sospecha, el gobier-
no federal, a través de los militares, inició en 1920 una
campaña que denominó “de moralización”, cuyo propó-
sito era limpiar a las principales ciudades fronterizas de
los juegos de azar y vicio. Mientras tanto, en Tijuana,
el general Abelardo Rodríguez, primer comandante de
la Guarnición de la Plaza y luego gobernador de Baja
California, “a principios de agosto de 1927, […] se in-
volucró con un grupo de magnates del juego en un ne-
gocio al parecer especulativo”.80 La riqueza del general
se estima que tuvo su origen en actividades ilícitas que
provenían de los juegos y del contrabando de alcohol
durante la época de la prohibición en Estados Unidos.
Así como los generales Álvaro Obregón y Plutarco
Elías Calles realizaron campañas moralizadoras con la
finalidad de terminar con el vicio y los juegos de azar
en las principales ciudades fronterizas, también Emi-
lio Portes Gil, presidente de México, pretendía erradi-
car de una vez por todas estos males. En 1929, Portes
Gil ordenó la clausura total de los juegos en Ciudad
Juárez,81 pero nuevamente la orden presidencial fue ig-
norada. Los intereses eran de tal magnitud e influencia
que poco valían órdenes legales para su clausura, aun
por encima de la Presidencia de la República. Hom-
bres de negocios de origen judío y libanés —asunto que

80 Gómez Estrada, José Alfredo. Gobierno y casinos. El origen de


la riqueza de Abelardo J. Rodríguez. México, Universidad Autónoma
de Baja California-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis
Mora, 2002, p. 119.
81 El Paso Times, 13 de abril de 1929.

304
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

ya traté en el capítulo de la prensa en español— pre-


tendieron, y algunos lograron, el control de los juegos,
probablemente porque estuvieron asociados a militares
de alto rango asignados al estado de Chihuahua; inclu-
so, varios de ellos eran de fuerte influencia dentro del
gobierno federal. Pese a los esfuerzos de la prensa en
inglés, grupos de reformistas y líderes religiosos pro-
testantes no lograron que las autoridades mexicanas de
los tres niveles de gobierno clausuraran definitivamente
esta industria. Las ganancias obtenidas repercutieron,
primero, en el gobierno municipal, que vía la concesión
de licencias se hizo de recursos; segundo, en cuantiosas
partidas que se destinaban a los gobiernos estatal y fe-
deral; y tercero, el más importante, es decir, los que se
quedaron con la mayor tajada fueron hombres de ne-
gocios, políticos y militares mexicanos y algunos anglos
que, desde El Paso, participaban en este negocio.
Con el ánimo de no contradecir las disposiciones
del gobierno federal, los gobernadores chihuahuenses
en turno, una y otra vez informaron a la prensa que, de-
finitivamente, se cerrarían los juegos de azar en Ciudad
Juárez. En marzo de 1922, el general Roberto Fierro
comunicó a través de la prensa que los juegos en Ciudad
Juárez cerrarían definitivamente.82 La misma historia y
los mismos resultados: los juegos siguieron practicán-
dose sin importar lo que dispuso el gobernador.
Ahora el presidente de México, Lázaro Cárdenas,
ordenó la clausura definitiva de los juegos. Según la
prensa en inglés de El Paso, la orden era parte de un Po-
der Ejecutivo renovado que cumpliría las promesas de
campaña, y una de ellas consistía en terminar de una vez
por todas con los juegos que daban una mala imagen a

82 El Paso Times, 22 de marzo de 1931.

305
México al exterior.83 Finalmente, los juegos recibieron
la calificación de inmorales y con esto se buscó erradi-
carlos. Pero ¿por qué anteponer la moral si los juegos, su
práctica por lo menos, era de orden legal? Posiblemente,
durante el siglo XX se continuaba la preservación de la
moral, pero observada desde el ámbito de la religión
que regulaba el comportamiento social.

Los puentes internacionales de Ciudad Juárez-El


Paso tenían un significado especial para algunos líderes
religiosos protestantes, pues simbolizaban el medio que
facilitaba el tránsito de sus feligreses que, tentados por
la vida mundana, cruzaban a pie o en automóvil para
experimentar en carne propia en qué consistía pecar
donde el mal y la perversión se expresaban en toda su
magnitud. Para los mexicanos, los puentes eran símbolo
de la imposición de una frontera de un país poderoso
que les arrebató más de la mitad de su territorio.
Para la década de los veinte, los puentes interna-
cionales comunicaban a dos ciudades fronterizas con
marcadas diferencias económicas y sociales. Una repre-
sentaba a un país con problemas políticos y económicos
que no lograba resolver; la otra, El Paso, era el símbolo
de un país cuyo desarrollo industrial y económico lo
posicionaban a la cabeza del mundo. Pese a diferencias
tan marcadas, por ejemplo, en los niveles de vida, las
dos comunidades convivían y trataban de solucionar los
conflictos sociales que resultaban de la prohibición del

83 El Paso Times, 11 de diciembre de 1934.

306
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

alcohol y del vicio que predominaba en las zonas de


tolerancia de ambas ciudades.
Los viejos puentes de madera, por donde circula-
ron los tranvías jalados por mulas, y luego los eléctricos,
resultaban insuficientes ante el crecimiento de la po-
blación, del comercio y del tránsito humano. Ahora se
tenía la necesidad de construir otros que facilitaran la
comunicación, pues por sus respectivas aduanas cruza-
ban las importaciones y exportaciones de grandes can-
tidades de productos naturales y procesados. La prensa
de El Paso señalaba que ya era necesario unir esfuerzos
para construir un puente de gran envergadura y repro-
chaba, al mismo tiempo, que desde que gobernó Porfi-
rio Díaz, el proyecto quedó estancado.84
A pesar de que los puentes facilitaban la interacción
entre ambas poblaciones, también fueron utilizados
como instrumentos de intolerancia, pues ante cualquier
hecho social que el gobierno de Estados Unidos consi-
derara un peligro, los cerraba arbitrariamente en perjui-
cio de la frontera mexicana. Así, los cruces internacio-
nales estaban lejos de representar las buenas relaciones
entre dos países que compartían miles de kilómetros de
frontera. Para el gobierno norteamericano eran espacios
estratégicos militares, a través de los cuales podían inva-
dir o repeler cualquier hecho que significara una ame-
naza y pusiera en riesgo la estabilidad de su país.
Para los habitantes de las ciudades fronterizas mexi-
canas del norte, los puentes se ubicaron como la vía para
acceder a comestibles y enseres que adquirían a menor
precio en territorio estadounidense. Las diferencias
políticas y los desacuerdos entre los ciudadanos y sus
autoridades, repercutían de tal manera que veían en los

84 El Paso Herald, 15 de diciembre de 1920.

307
puentes los espacios ideales para llevar a cabo sus pro-
testas contra determinada acción que los afectara. Las
manifestaciones de los mexicanos en los cruces inter-
nacionales significaban el pretexto para que las autori-
dades migratorias estadunidenses decidieran cerrarlos
unilateralmente, aun cuando no fueran los dueños ab-
solutos, pues el costo de construcción era compartido
entre los dos países. La decisión de cerrarlos también
generó protestas en El Paso, donde la Cámara de Co-
mercio promovía la movilización contra esta medida85
porque los principales clientes de sus negocios eran los
mexicanos. De esta forma se explicaba la interrelación
que existía entre las dos ciudades; los consumidores
mexicanos dejaban buena parte de sus ingresos por la
adquisición de alimentos y otros productos, y esto re-
percutía en la economía paseña a través de la genera-
ción de empleos, circulación de dinero, inversiones en
bancos, etcétera.
No todos los sectores sociales de El Paso estaban
en desacuerdo con cerrar los puentes durante la noche.
Por ejemplo, las madres de familia apoyaban la medi-
da, pues así sus vástagos no irían a buscar diversión en
Ciudad Juárez. Esta controversia no era nueva, pues te-
nía un antecedente en 1881, año en que se determinó
detener el tráfico entre las dos ciudades al anochecer.86
Entonces, las afligidas madres veían que sus hijos y es-
posos fijaban su ruta hacia Paso del Norte en búsqueda
de placer y de alcohol.
Si bien la diversión en Ciudad Juárez tenía su origen
desde finales del siglo XIX, en la segunda década del si-
glo XX alcanzó su máxima expresión gracias a las ideas

85 El Paso Times, 22 de septiembre de 1922.


86 El Paso Herald, 2 de mayo de 1923.

308
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

prohibicionistas que lograron que el alcohol no se pro-


dujera y consumiera en Estados Unidos. Obviamente,
los norteamericanos lo buscaron en cantinas, cabarés,
centros de apuestas y prostíbulos que, expulsados de El
Paso, únicamente cruzaron el río Bravo para instalarse
en territorio mexicano. Los “decentes” padres de fami-
lia, durante el día, mostraban un comportamiento, pero,
por la noche en Ciudad Juárez, tenían otro muy distinto
al consumir alcohol y pagar por placer sexual a las pros-
titutas. La vida disipada que los paseños disfrutaban en
Ciudad Juárez pronto causó molestias entre madres de
familia, iglesias protestantes y reformistas, pues veían
que su gente regresaba alcoholizada, era agresiva y, en
algunos casos, cometía delitos; peor aún era que meno-
res de edad ya hubieran “probado las mieles del alcohol
y de la carne”. Ante este cúmulo de anomalías, sectores
sociales presionaron a las autoridades y se logró que se
emitiera la orden de cerrar los puentes que comunica-
ban a las dos ciudades. La disposición llegó de la capital
del país, Washington, y decía que los puentes debían
cerrar a las nueve de la noche.87 La orden se acató y
no hubo más tránsito a partir de la hora señalada. Los
que conocieron sobre el mandato lograron regresar an-
tes de la hora señalada; otros más, a quienes poco les
importó que fueran sorprendidos por el tiempo, no les
quedó más que pernoctar en las bancas de los cabarés y
cantinas juarenses, mientras que los que poseían dinero
suficiente, lo hacían en hoteles.
El gobierno estadounidense, no conforme con que
la medida fuera unilateral, presionó a su contraparte
mexicana para que también cerrara los puentes a deter-
minada hora. Un país que se vanagloriaba de la libertad

87 El Paso Morning Times, 22 de marzo de 1924.

309
que gozaban sus ciudadanos, con el impedimento de
que sus habitantes de la frontera decidieran libremen-
te a dónde ir, ponía en entredicho tales principios. Los
guardias de Migración del lado mexicano recibieron
órdenes de cerrar el tráfico a las ocho de la noche y
reabrirlo a las 12 de la mañana. Varios fueron sorpren-
didos en su trayecto hacia Ciudad Juárez y se queda-
ron varados a la mitad de los puentes.88 La medida que
pusieron en práctica los dos gobiernos pronto causó el
descontento no solo del comercio organizado de am-
bas ciudades, sino de las personas que tenían empleo en
Ciudad Juárez o en El Paso y que, por la naturaleza de
sus horarios, no coincidían con los de los puentes.
Si las autoridades pensaron que cerrar los puentes
durante la noche iba a impedir el tráfico humano, pron-
to se dieron cuenta de que eso no resolvía el problema.
La amplitud de la frontera ofrecía diversas rutas para
que los “intrépidos buscadores de placer” las utilizaran.
El ingenio humano no iba a detenerse por el simple he-
cho de cerrar los cruces, como si éstos fueran los únicos
caminos para cruzar. Por ejemplo, en temporadas que
no eran de lluvias, las aguas del río Bravo bajaban hasta
niveles mínimos, lo que permitía que pasaran a pie sin
contratiempo alguno, salvo mojarse el calzado. La auto-
ridad, al observar que nada detenía el tráfico transfron-
terizo, paulatinamente, amplió el horario de los puen-
tes, de tal forma que los “sedientos” ahora dispondrían
de unas horas más, ya que éstos cerrarían a partir de la
medianoche.89

88 El Paso Times, 2 de abril de 1924.


89 El Paso Times, 6 de junio de 1929.

310
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas

na breve alusión a la modernidad dice que


ésta se explica a partir de su contraposición
a los valores tradicionales e implica una
progresiva racionalización y diferenciación
económica y administrativa del mundo so-
cial.1 Mientras desde la Sociología el término moderni-
dad alude a los efectos del desarrollo económico en las
estructuras y los valores sociales tradicionales,2 ésta tam-
bién se utiliza para explicar los estadios del desarrollo
social basados en la industrialización.3 Así, y a partir de
estas premisas, planteo que el desarrollo económico y la
industrialización que alcanzó El Paso a finales del siglo
XIX fueron resultado de un proceso de modernidad que
se reflejó en mejores niveles de vida, pero que, al mismo
tiempo, incentivó la actividad del vicio que trastocó los
valores sociales tradicionales. El vicio, entendido como

1 Featherstone, Mike. Cultura de consumo y posmodernismo. Argen-


tina, Amorrortu, 2000, p. 24.
2 Ibid., p. 28.
3 Ibid.

311
“una estructura corporativa” que implica salones de jue-
go, cantinas y prostíbulos, da origen a un lugar sin lí-
mites (wide open town) y referentes sociales y culturales
bien establecidos, incluidos los linderos raciales.4
Los ferrocarriles que entroncaron en El Paso duran-
te la década de los ochenta constituyeron, en parte, el
motor del desarrollo económico, pero también el me-
dio por el cual llegaron a la ciudad tahúres, prostitutas,
delincuentes y centros de diversión no bien vistos so-
cialmente, como cantinas, salones de baile y zonas de
tolerancia, los cuales, en conjunto, contribuyeron a la
mala imagen que ponía en riesgo el equilibrio de la es-
tructura social. Si bien este tipo de personas y lugares
ligados a la actividad del vicio ya existían antes de la
llegada del ferrocarril, también es verdad que éste redu-
jo el tiempo de traslado de las personas y las distancias
entre una región y otra. En este sentido, cabe suponer
que estas facilidades fueron aprovechadas por otros ta-
húres y prostitutas, de tal manera que aumentó su pre-
sencia en El Paso. La calificación de ciudad viciosa que
provenía de sectores sociales conservadores significaba
el rasgo para que El Paso adquiriera una imagen de pe-
ligrosa y corrupta, comparable solo con San Francisco
y Nueva Orleans. Ante la amenaza que implicaban, los
grupos moralizadores y reformistas se dieron a la tarea
de combatir estas desviaciones que tendían a corromper
tanto a la población como a los hombres que buscaban
el poder público.
Los controles que impuso la autoridad, a través de
reglamentos que regulaban la actividad de cantinas,
prostitutas y garitos, no fueron suficientes para con-
tener el auge que amenazaba con extenderse a toda la

4 González Herrera, Carlos. Op. cit., pp. 203 y 211.

312
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

ciudad y atrapar a menores de edad para que consu-


mieran drogas y alcohol. Además, el vicio significaba la
antítesis de los valores sociales tradicionales, sobre los
cuales grupos religiosos fincaban sus principios, como
era el caso del protestantismo y puritanismo norteame-
ricano. La pugna entre quienes controlaban el vicio en
la ciudad era por el dinero, cuyos dividendos hasta el
momento resultaban no cuantificables —por su inser-
ción en la informalidad—, pero se sospecha que fueron
cuantiosos, de tal manera que no estaban dispuestos a
dejar de administrarlos, aun cuando la presión que ejer-
cían moralistas y reformadores sobre la autoridad local
cada día era mayor.
Pese a la calificación social de todo aquello que daba
vida al vicio, las prostitutas saciaron los deseos sexuales
de cientos de hombres; las cantinas eran los bebederos
públicos para acabar con la sed de alcohol; los salones
de baile eran el espacio de relajamiento y una forma de
contrarrestar el estrés de miles de personas; y los garitos
alentaron la ilusión de riqueza de aquellos que aposta-
ban a su suerte, pero que al final dejaban el fruto de su
trabajo en las mesas de juego. Toda esta lucrativa indus-
tria, desde la perspectiva social, significaba un desfogue
y contraposición a las agotadoras jornadas de trabajo
impuestas por los empleadores. Vistas desde este ángu-
lo, aquellas formas de diversión asociadas con el vicio
ofrecieron distracción, esparcimiento y, en cierto grado,
la reposición de la fuerza física. Sin embargo, para los
moralistas y reformadores simbolizaron la antítesis del
comportamiento social adecuado y el rompimiento del
orden establecido. Por tanto, la vida disipada y lúdica
que proporcionaba el ramo de la diversión, se ungía
como el gran corruptor social, de tal forma que no es-
taban dispuestos a dejar que avanzara, sino que querían

313
expulsarla hacia el otro lado de la frontera, sin importar
el daño que ahora tenía que sufrir su contraparte. Los
niveles de desarrollo que alcanzó El Paso vinieron apa-
rejados, también, con alto índice del vicio, de tal forma
que implicaba una especie de factura que la moderni-
dad cobraba a la sociedad paseña.

Prostituta es la mujer que tiene relaciones sexuales


con diversos hombres a cambio de una remuneración
económica.5 Se considera que la prostitución es produc-
to de la divergencia entre ciertos objetivos culturales y
los medios institucionalizados para alcanzarlos.6 A fi-
nales del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX,
grupos religiosos de El Paso calificaban esta práctica
como contraria a la moral pública y al matrimonio, que
celosamente se preservaba en los principios fundamen-
tales del protestantismo. También era considerada una
forma de proliferación de enfermedades venéreas, en-
tre las que destacaba la sífilis. La prostitución además
era un problema de imagen y de moral pública, porque
acentuaba la idea de que El Paso era la ciudad del vi-
cio y por la presencia de las prostitutas en las calles,
respectivamente, lo que iba en contra de los valores es-
tablecidos y porque escandalizaban a la gente de “altos”
principios morales.
La prensa, a través de editoriales, criticaba severa-
mente la prostitución y a los jugadores, al grado de se-
ñalar que su práctica invadía todos los rincones de la

5 Romero, Lourdes y Ana María Quintanilla. Prostitución y drogas.


México, Trillas, 1999, p. 19.
6 Ibid.

314
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

ciudad. Asimismo, culpaba a la autoridad de no actuar


en consecuencia, y, afirmaba, esto era vergonzoso. Agre-
gaba que prostitutas y jugadores actuaban como si fue-
ran gente respetable, por lo que exigía a la autoridad su
pronta intervención.7 Los periódicos eran eco de mo-
ralistas y reformadores, quienes de esta forma transmi-
tían su opinión sobre lo que calificaban como problemas
sociales y, al mismo tiempo, presionaban a la autoridad
para que los solucionara o, en su caso, los erradicara. Con
la desaprobación de estos males, los reformistas, encabe-
zados por miembros del Partido Republicano y religio-
sos metodistas, presbiterianos y episcopales, delineaban
el tipo de sociedad que debería establecerse en El Paso.
La apreciación que se tenía de la prostitución era
desde el aspecto moral. Los reclamos se basaban en
que la presencia de meretrices en la vía pública se hacía
sin recato, pues se reprobaba enfáticamente su forma
de vestir, es decir, con escotadas prendas que dejaban
ver partes de su cuerpo. El Paso Herald, uno de los pe-
riódicos más conservadores, definía su postura a través
de editoriales titulados con calificativos, por ejemplo,
“¿Nuestra vergüenza?”, para sugerir que las prostitutas
deberían ser confinadas a ciertos lugares, a fin de poner
orden en la ciudad. Agregaba que su presencia estaba
“al oeste de la calle Overland en el centro de El Paso,
por lo que respetables ciudadanos tenían que convivir
con lascivas mujeres. Ante la nula respuesta de la au-
toridad debía establecerse un jurado que les impusiera
penas más severas”.8 La actitud reflejaba, por un lado, la
aceptación de la prostitución, pero en lugares lejanos, y
por otro, exigía a las autoridades su desaparición. Esta

7 El Paso Herald, 18 de octubre de 1893.


8 El Paso Herald, 25 de mayo de 1894.

315
ambigüedad evidenciaba diferencias de opinión al inte-
rior de los grupos que la criticaban.
La resonancia que la prensa hacía de los protestan-
tes demostraba que en el tema de las prostitutas había
coincidencias, tanto en la forma de criticar como en la
de proponer su erradicación. El Paso Herald destacó la
reunión de grupos religiosos congregacionales y meto-
distas en la calle Utah, cuyo propósito era “ahuyentar
la ‘vanidad del diablo’, es decir, a las prostitutas, me-
diante súplicas y cantos”.9 Los rezos se mostraban como
pretexto, pues en el fondo lo que querían era llamar la
atención pública para que más gente se involucrara y
presionara a la autoridad para que resolviera el proble-
ma de la prostitución.
El interés con que la prensa abordaba el asunto, re-
percutió hasta en la vida privada de los matrimonios,
ya que hubo quienes acusaron a su esposa de prosti-
tuirse para deshacer el vínculo. El endurecimiento de
las penas aplicadas a esa práctica significó un arma que
cualquiera podía utilizar, como sucedió con Etta Clark,
quien acusó a una mujer de dedicarse a la prostitución
por el simple hecho de mantener su casa desordenada,
evidencia que no fue suficiente, por lo que “el jurado ab-
solvió a la acusada”.10 Aun cuando la denuncia no pros-
peró, sí delineó una forma de vigilar a las mujeres, pues
deberían tener más precaución en su actuar público y
privado, so pena de ser señaladas ante una Corte.
El Paso Herald centró su atención en los salones de
baile, lugares que significaban el pretexto para la prác-
tica de la prostitución. Bajo el título de “Un puntapié a
los salones de baile”, hacía eco de una petición que las

9 El Paso Herald, 30 de julio de 1894.


10 El Paso Sunday Telegraph, 27 de noviembre de 1897.

316
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

autoridades de la ciudad hacían a sus ciudadanos: que


no asistieran a los salones de baile.11 Por una parte, no
podía, de manera tajante, impedir que los negocios fun-
cionaran y, por tanto, apelaba a la voluntad de los que
llamaba “mejores ciudadanos” para que desistieran de ir
a estos lugares; la prensa mostraba también que estaba
de acuerdo con las recomendaciones oficiales.
El periódico no cejaba en sus agudas críticas al al-
calde, porque consideraba que no resolvía el proble-
ma de la prostitución. Junto a grupos moralistas que
se oponían a ésta, cotidianamente, dejaba sentir la
poca respuesta de la autoridad; ahora señalaba que era
“tiempo de parar” e informaba que había hecho llegar
al mayor de El Paso, Magoffin, un estudio confiable
donde se mostraba que las prostitutas deambulaban en
pleno día por las calles y, al mismo tiempo, reprochaba
que no se hubiera puesto atención a dicho estudio.12
Ahora, la prostitución salía de los lugares en que estaba
confinada: ya no era solo en los salones de baile ni en la
penumbra de la noche, sino que a plena luz del día y en
las calles, las mujeres ofertaban sus servicios sexuales
a los transeúntes, situación que, según el diario, signi-
ficaba un mal ejemplo para las familias decentes y un
claro ataque a la moral pública.
Mediante un editorial que tituló “La decisión final”,
informaba sobre las jugosas ganancias que dejaba la
prostitución en la calle Utah. Las cifras que estimaba
eran de 10 mil dólares y señalaba a Chas B. Paterson
como el principal beneficiado.13 De esta manera, de-
nunciaba a las personas que regenteaban la actividad

11 El Paso Herald, 28 de enero de 1898.


12 El Paso Herald, 5 de abril de 1899.
13 El Paso Herald, 12 de octubre de 1899.

317
para que la autoridad las investigara y sancionara de
acuerdo con las penalidades que establecía la ley.
La política editorial de los periódicos en inglés se
centraba en mantener a la ciudad libre de vicio y co-
rrupción. Según el Herald, eran anomalías sociales que
detenían la inversión de capitales foráneos, lo que in-
centivó una campaña de “limpia” que, bajo el auspicio
de los anglos y el apoyo de la prensa, estaría destinada
a ejercer presión sobre la autoridad para que se erradi-
cara el vicio. La línea editorial también obedecía al po-
sicionamiento de los anglos en El Paso, cuya influencia
se dejaría sentir, pues “pronto las escuelas, las iglesias
protestantes y otras instituciones permitieron ir crean-
do entre la población anglo un sentido de comunidad y
desarrollar variados rituales de socialización sin la nece-
sidad de mezclarse con la población mexicana, de hecho
alejándose de ella”.14
Pese a los esfuerzos para limpiar a El Paso de esta
práctica inmoral durante las dos últimas décadas del
siglo XIX, y con resultados infructuosos, el arribo del
nuevo siglo y de una nueva élite anglo-protestante en el
poder, “dos medidas fueron tomadas por las autorida-
des de la ciudad de El Paso para lograr la purificación
de la ciudad. La primera […] mover la zona roja (red
light zone) también conocida con el pícaro y sugestivo
nombre de tendorloin”.15 El Paso Herald aplaudió, me-
diante un editorial titulado “Antros en la Calle Utah”,
la actitud de 30 propietarios para mover sus negocios a
un espacio reservado de nombre “tendorloin”.16 El obje-
tivo de la campaña moralista se derrumbaba, pues ahora

14 González Herrera, Carlos. Op. cit., p. 200.


15 Ibid., p. 230.
16 El Paso Herald, 2 de octubre de 1902.

318
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

la intención verdadera quedaba al descubierto porque


“el centro de la ciudad quedó libre para las inversiones,
para las iglesias y para la gente decente y, por cierto,
blanca”.17
El Paso Herald no ocultó su beneplácito por el con-
finamiento de antros y prostitutas. Sin embargo, el dis-
curso que manejaba para sus notas rayaba en la ofen-
sa y en lo despectivo, pues para referirse a la salida de
la prostitución del centro, escribió: “Un alivio para la
ciudad que la nociva madriguera […]” y agregaba que
“[…] la acción que había tomado la ciudad de mover lo
que consideraba como nocivo a otro punto era lo me-
jor para definir el nuevo confinamiento”.18 No obstante,
no mencionó hacia donde se trasladó la nueva zona de
tolerancia, pero se sabe que la acción “consistió en em-
pujar las actividades de juego, licor y prostitución hacia
el río, hacia el sur, hacia los barrios mexicanos pegados
a la frontera”.19 Los anglos, quienes mantenían una acti-
tud intolerante y racial, utilizaban las páginas del Herald
para mostrar su desprecio por las minorías.
En 1903 hubo un intento de reabrir los lugares
reprobados socialmente de la calle Utah. La idea de
regresar la prostitución a esa zona, tal vez obedecía a
que las ganancias ya no eran las mismas, debido a la
baja afluencia de personas. La petición fue rechazada
inmediatamente por ministros de iglesias protestantes,
quienes cuestionaron al alcalde de El Paso, Morehead;
sin embargo, las mujeres retornaron a la calle Utah y los
salones de baile fueron reabiertos.20 El grupo de anglos

17 González Herrera. Ibid., p. 231.


18 El Paso Herald, 10 de octubre de 1902.
19 González Herrera. Ibid.
20 El Paso Herald, 3 de junio de 1903.

319
que controlaba salones, cantinas y prostíbulos hizo valer
su poder, de tal manera que, pese a la oposición de la
Iglesia protestante y reformadores, recuperaron su an-
tiguo espacio. Sin duda este hecho ponía en evidencia
claros signos de corrupción dentro de la estructura de
gobierno en El Paso.21
Los religiosos y El Paso Herald no quedaron con-
formes y la presión que ejercieron se dejó sentir en las
páginas del periódico, donde acusaron a las autoridades
locales de rechazar la discusión en público del asunto
y prefirieron hacerlo de forma privada, incluso ni a los
propios reporteros se les dejó entrar a la reunión.22 El

21 Carlos González Herrera se refiere a un grupo conformado


de anglos cuyos negocios navegaban entre lo legal y lo ilegal. Este
grupo, conocido como el Ring o círculo, operó por muchos años
mediante la compra de voluntades y representaba una real compe-
tencia para el grupo de ministros protestantes y reformadores con
afinidad hacia el Partido Republicano. Las jugosas ganancias que
procedían del control del vicio, consideradas de dudosa procedencia
o dinero sucio, hábilmente eran “limpiadas” mediante su inversión
en comercios y bancos de El Paso. De esta manera, el vicio, podría
decirse, representaba uno de los pilares sobre los cuales se sostenía la
estructura financiera de la ciudad.
22 El Paso Herald, 20 de mayo de 1904. En 1904 se inició un pro-
ceso de limpia de imagen de El Paso, lográndose expulsar hacia
Ciudad Juárez garitos y prostíbulos. Sin embargo, lejos de parecer
una limpia más bien era una extensión del vicio hacia el espacio
fronterizo mexicano. De esta forma, los operadores del vicio confor-
maban una sólida corporación que salía de su ámbito natural para
abrir sucursales al otro lado del río. La viabilidad o la existencia
de lugares calificados como centros de vicio en Ciudad Juárez fue
posible gracias a la anuencia de autoridades corruptas. Por ejemplo,
la prostitución, que lejos de disminuir su práctica se ejercía clandes-
tinamente. Ahora el vicio tenía sucursales al otro lado del río que,
junto a la zona de tolerancia denominada Tendorloin, simbolizaban
el prostíbulo más grande que ninguna otra frontera entre dos países

320
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

diario no quitó el dedo del renglón y denunciaba que las


prostitutas otra vez estaban en la calle Utah, por lo que
cuestionaba la autoridad de C. R. Morehead, así como
al jefe de la Policía por permitir “de nuevo el vicio en el
centro de la ciudad”.23
Pese a los intentos para evitar la reapertura de los sa-
lones de baile y, en consecuencia, la prostitución, El Paso
Herald informaba el 8 de enero de 1905 que se había
permitido la reanudación, en la vieja zona, de las prác-
ticas que tanto reprobaba. El periódico acusó al mayor y
al titular de la Policía de haber autorizado la reapertu-
ra.24 La pugna creció entre el diario, que representaba a
grupos que se oponían a la existencia de prácticas vicio-
sas que ahuyentaban la inversión en la zona centro de
El Paso, y quienes pretendían controlar el área porque
ésta representaba un enclave comercial.
Parecía que la presión no era atendida por la autori-
dad, pero El Paso Herald seguía en su denuncia contra
la prostitución, por lo que aprovechaba cualquier acon-
tecimiento en torno de ésta para darlo a conocer. El 10
de enero de 1905 denunció que un nuevo salón de baile
había abierto en las calles Séptima y Utah, mientras que
su acceso estaba bajo el cuidado y supervisión de poli-
cías.25 Con el nombre de Mozart Hall el negocio susti-
tuiría al Frenchy’s. El periódico hacía eco de la pregunta
que se hacían algunos oficiales de la Policía: ¿por qué se

vecinos poseía. De esta manera, los grupos de ministros protestantes


y los reformadores tenían otros frentes que atacar y criticar en bús-
queda de que la autoridad los erradicara.
23 El Paso Herald, 7 de enero de 1905.
24 El Paso Herald, 8 de enero de 1905.
25 El Paso Herald, 10 de enero de 1905.

321
había permitido su apertura si el jefe de la policía, C. R.
Morehead, se opuso?26
Fundamentalmente, se considera que la operación
del vicio en el centro de la ciudad obedecía a esquemas
de corrupción al interior de los cuerpos policiacos, así
lo denunciaba el periódico al informar que Lou Vidal
era sujeto de proceso en la Corte por operar un salón de
baile en la calle Utah, según acusación de Joe Rogers,
detective de la ciudad.27 Este acontecimiento puso de
manifiesto que el grupo denominado el Ring o círculo,
mantenía el poder político y económico mediante vota-
ciones fraudulentas,28 pues, pese a las acusaciones, Lou
Vidal reafirmó su intención de seguir operando el salón
de baile.29
Para 1910 el Ring, a través de su jefe, C. E. Kelly, lle-
gaba a la alcaldía. El Paso Herald, que apoyaba al grupo
contrario, no cejó en criticar su desempeño al frente de la
administración. Enfáticamente, el mayor Kelly anuncia-
ba que la zona reservada para salones de baile y prostitu-
tas seguiría tal como estaba, es decir, de la calle Séptima
hacia el río.30 La apuesta al vicio y su operación ganaba
terreno ante quienes pretendían también el control de la
zona centro para fines comerciales y económicos.
Ante la Corte de distrito de El Paso fueron acusa-
dos de esclavizar a gente blanca, Fay Martin y Marjorie
Campbell, de Silver City, y Edward Otis, de El Paso.
Los cargos fueron por conspiración al violar las leyes de
esclavitud e inducir a mujeres a la prostitución. La for-

26 El Paso Herald, 12 de enero de 1905.


27 El Paso Herald, 4 de febrero de 1905.
28 González Herrera. Op. cit., pp. 203-205.
29 El Paso Herald. Ibid.
30 El Paso Herald, 26 de noviembre de 1910.

322
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

ma de operar, según relató El Paso Herald, consistía en


moverlas de Silver City a El Paso y viceversa.31 Los acu-
sados recibieron las siguientes sentencias: Fay Martin,
15 meses de cárcel; Edward Otis, dos años de prisión.32
Este hecho significaba una victoria tanto para los que
criticaban el vicio como para el periódico, mismo que
destacó la información a manera de advertencia de que
las leyes en materia de prostitución se endurecían.
El Paso Herald empleaba diversos calificativos para
referirse a las que se dedicaban a la prostitución. El tér-
mino de “magníficas”,33 usado por el hecho de la res-
tricción a que iban a ser sometidas por el alcalde de El
Paso, Tom Lea, mostraba ironía y sarcasmo al mismo
tiempo. Parecía que las meretrices eran sujetas de cual-
quier calificativo que las denigrara.
La presión que ejercían los ministros y el periódico
comenzaba a dar frutos. Sobre lo que era considerado
como la zona roja o de la prostitución, El Paso Herald
destacó que había noticias de que las mujeres serían
movidas a otra área, de acuerdo a un requerimiento ju-
dicial.34 La anhelada limpia moral parecía que ahora se
cumplía, pues el Ring tenía menos poder político.
Trescientas prostitutas que serían llevadas a la nueva
zona roja en la calle Octava de El Paso, tendrían que
“pagar 15 dólares a la semana de alquiler”.35 La cifra

31 El Paso Herald, 17 de octubre de 1913.


32 El Paso Herald, 20 de octubre de 1913.
33 El Paso Herald, 5 de mayo de 1915.
34 El Paso Herald, 19 de julio de 1916.
35 El Paso Herald, 22 de junio de 1916. Se trata de 300 mujeres que
se dedicaban a la prostitución, es decir, que estaban sujetas a un tipo
de control oficial que no incluía a aquellas que clandestinamente la
ejercían. Esta cifra era mayor en comparación con las que la prac-
ticaban durante la década de los veinte en Ciudad Juárez, la cual,

323
representa a las que estaban bajo ese control, pero ha-
bía también las que no se lograba identificar, como las
mexicanas que cruzaban los puentes para prostituirse
en El Paso.
La lucha frontal que sostenía el periódico con las
autoridades rindió frutos: la prensa informaba sobre el
inicio de redadas en las calles para retirar a mujeres de
“cuestionable moral” y enviarlas a la cárcel. El periódico
reprodujo las palabras del jefe de la policía de El Paso
en las que, claramente, se dejaba ver una advertencia
contra la prostitución: “Vamos a limpiar nuestras calles
de esas mujeres. Estoy seguro que en el corto tiempo
las calles van a estar mejor sin ellas”.36 A partir de 1920
varios negocios dedicados a la prostitución cruzaron el
río Bravo para establecerse en Ciudad Juárez. La pro-
hibición del alcohol parecía ganar la batalla en El Paso;
los prohibicionistas pensaron que con esto se termina-
ría con los vicios. Sin embargo, el problema se agudi-
zó, pues se creó la venta clandestina de licor, mientras
que la prostitución siguió ejerciéndose, también clan-
destinamente o, simplemente, los paseños cruzaban los
puentes para ir a saciar su apetito sexual en Ciudad Juá-
rez, pues cantinas, prostitutas, tahúres y garitos expulsa-
dos de El Paso encontraron acomodo en su contraparte
mexicana. Así nacía la ciudad sin límites y sin restric-
ciones, imagen de wide open town que bien ganada tenía
El Paso y ahora transfería a Ciudad Juárez.

según registros municipales, acaso llegaba a doscientas. Esta com-


paración es un indicativo de que esta actividad era mucho mayor en
El Paso que en Ciudad Juárez.
36 El Paso Herald, 5 de mayo de 1919.

324
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

La prostitución no fue el único problema social que


se quería erradicar de El Paso a finales del siglo XIX.
Los juegos de azar eran un atractivo para tahúres profe-
sionales que llegaban del norte de Texas y de otros esta-
dos de la Unión Americana para despojar a incautos del
fruto de su trabajo, según la apreciación de ministros de
iglesias protestantes. La prostitución, tanto la regulada
como la clandestina, y los garitos causaban que los mo-
ralistas vieran un riesgo para la estructura social.
El vicio, como sinónimo de descomposición social,
limitaba el poder de un grupo de anglos que, según
González Herrera, quería establecerse en El Paso me-
diante una estructura basada en principios de naciona-
lidad y raza.37 Las ideas puritanas, cuyo núcleo fue des-
pojado de la capa teológica, estuvieron centradas en un
excesivo cuidado de no infringir la moral que regulaba
la conducta cotidiana.38 Así, desde la perspectiva moral,
se imponía a sus ciudadanos llevar una vida ejemplar y
un orden donde los inadaptados sociales y haraganes
no tenían cabida.39 Pese al desarrollo económico que El
Paso sostenía a finales del siglo XIX, todavía se consi-
deraba una ciudad pequeña, donde las iglesias protes-
tantes veían en los bares o cantinas los hábitos sociales
de los inmigrantes, mientras que para los progresistas
significaban la fuente de la corrupción y el veneno de la
vida política.40

37 González Herrera. Op. cit., p. 198.


38 Bell, Daniel. Las contradicciones culturales del capitalismo. www.
hipersociologia.org.ar
39 Ibid.
40 Ibid.

325
Bajo esas premisas que imperaban en El Paso, los
juegos también eran vistos como hábitos sociales de
inmigrantes y una forma de despojar de su dinero al
trabajador. Por tanto, y de la misma forma en que se
criticaba la prostitución, se lanzó una campaña abier-
ta contra la práctica de los juegos que ya tenía una es-
tructura sólida en El Paso. En este sentido, la prensa se
convertía en portavoz y uno de los mejores medios para
ejercer presión a la autoridad, la cual para los puritanos
era corrupta por permitir la proliferación de formas de
relajación y explotación del ser humano.
El 14 de enero de 1890 se discutía si se otorgaba la
primera licencia de juegos de azar bajo la nueva regula-
ción municipal de El Paso,41 con la finalidad de que las
apuestas estuvieran reguladas, pues de antemano se sa-
bía que estaban prohibidas y se practicaban sin ningún
control. Años después, la práctica clandestina seguía en
apogeo;42 era una forma de evasión fiscal que cundía en
varios sectores de la economía paseña, sobre todo en
aquellos que tenían que ver con diversiones públicas.
En el editorial de El Paso Daily Times del 25 de ene-
ro de 1893, se cuestionaban las versiones de Tom Ryan
respecto del anuncio sobre las licencias que se conce-
derían a clubes y salones de baile para la explotación
de juegos. El periódico cuestionaba esa versión, pues
alegaba que la regulación del gobierno estatal prohibía
todo tipo de juegos en Texas y criticaba la actitud de
un hombre de negocios por estar de acuerdo en que se
permitieran en El Paso.43 Representaban un jugoso ne-
gocio debido a la adicción que existía entre la población,

41 El Paso Daily Times, 14 de enero de 1890.


42 El Paso Daily Times, 3 de enero de 1893.
43 El Paso Daily Times, 25 de enero de 1893.

326
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

además, la inversión que se hiciera en infraestructura,


en el corto plazo, se recuperaba.44
La aprobación de los juegos de azar llegó hasta el
gobernador de Texas, James Stephen How, quien, según
la prensa, tenía sus propios planes para las leyes de El
Paso.45 El gobernador mantenía en suspenso a los gru-
pos que estaban a favor y a los que estaban en contra.
Finalmente, Ryan y el Consejo de El Paso tendrían que
esperar para conocer la posición del gobernador, que ex-
pondría ante la Comisión del condado para que siguie-
ra sus instrucciones.46 La controversia dejaba en claro
que el negocio era bastante remunerativo, por lo que el
gobernador tenía la presión de importantes hombres de
negocios —que querían invertir—, pero, por otra parte,
la que ejercían ministros protestantes.
Finalmente, permitió los juegos de azar. El Paso He-
rald reproducía el formato de solicitud de una licencia e

44 Para 1920 la prensa en inglés de El Paso hacía severas críticas a


los juegos de azar. Según sus estimaciones, los paseños gastaban más
de 200 mil dólares en licor y en juego. En función de estas cifras, si
consideramos que para finales del siglo XIX en El Paso el desarro-
llo económico era tal que circulaban grandes cantidades de dinero,
fruto de los empleos que generaba la industria y el comercio, este
auge representaba un polo de atracción para los jugadores y apos-
tadores profesionales que provenían de otras ciudades de la Unión
Americana, posiblemente de San Francisco y Nueva Orleans, que,
para la época, eran consideradas la meca que concentraba a este tipo
de personajes. Ante lo redituable de los juegos, no se descarta que
hombres de negocios de El Paso y Ciudad Juárez invirtieran en jue-
gos y pugnaran por que se permitieran legalmente; sin embargo, en-
contraron oposición de grupos religiosos y reformadores que veían
esta práctica como un mal hábito social y, sobre todo, una forma de
explotación que la autoridad no podía impedir.
45 El Paso Daily Times, 10 de febrero de 1893.
46 Ibid.

327
informaba que la ciudad había recabado la suma de 18
mil 200 dólares por concepto de licencias y una cuota
de 200 dólares cada tres meses por cada una de las ca-
sas de juego instaladas en El Paso.47 Por otra parte, in-
formó que, según sus estimaciones, salones de primera
clase como Wigwan, Gem y Mint, despojaban de entre
4 mil y 5 mil dólares mensuales a los trabajadores, y
agregaba que si los juegos estuvieran controlados, es-
tas cantidades podrían pagar legítimamente sus gastos
de recibos.48 El periódico era eco de la posición de los
conservadores de El Paso y abiertamente declaraba la
guerra contra los juegos, de acuerdo con su editorial del
4 de mayo de 1893. Al mismo tiempo, preguntaba si
el condado y la autoridad estaban dispuestos a hacer
lo mismo para no otorgar permisos y señalaba a James
Burns como célebre protector de garitos.49
Hombres de negocios y religiosos hacían comenta-
rios sobre los juegos. Su postura se definía al señalar que
“la fuerza moral de nuestra ciudad que día a día trabaja
gradualmente para poner fin a esos juegos”.50 El discur-
so, sin duda, mostraba la idea puritana de cuidar celosa-
mente la moral cotidiana, pero también la ungían como
defensa contra lo que, consideraban, atentaba contra la
conducta de la población y el daño que podría ocasionar
si se corrompía, cuyo temor era que llegara hasta las
estructuras del poder público; visiblemente, parecía que
así sucedía.
La postura de El Paso Herald se endurecía contra la
autoridad, que dejaba que los garitos operaran libre-

47 El Paso Herald, 25 de enero de 1893.


48 El Paso Herald, 26 de enero de 1893.
49 El Paso Herald, 4 de mayo de 1893.
50 El Paso Evening Tribune, 5 de mayo de 1893.

328
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

mente. El editorial del 21 de julio de 1894 fue titulado


“Los juegos perversos”, para hacer eco de un señor de
apellido Dieter, quien dijo que más de cuatrocientos
hombres vivían de las ganancias de los juegos y consi-
deraba que era un alto porcentaje en comparación a los
mil 400 votos emitidos en la elección anterior.51
El Consejo de El Paso discutió en sesión del 3 de
agosto de 1894 temas relacionados con la ciudad, salvo
el que correspondía a los juegos de azar. Para El Paso
Herald, el hecho no pasó inadvertido e irónicamente
reprodujo entre comillas las palabras del fiscal de la ciu-
dad, Burges, quien calificó a los juegos de “inocentes” y
como una sana diversión. El periódico no estaba dis-
puesto a ceder y lanzó una advertencia a los propietarios
de los salones el Gem y el Astor, en el sentido de que, por
el momento, podrían permanecer “tranquilos”.52
Efectivamente, la calma para los dueños fue relati-
vamente corta, pues el Gem tenía que enfrentar un re-
querimiento judicial por motivo de las apuestas, el cual
fue presentado por e­l fiscal W. H. Burges.53 Esta ac-
ción legal representó una victoria del diario y también
dejaba ver el poder que tenía sobre la opinión pública.
Asimismo, simbolizaba el contrapeso del poder público
al calificar el desempeño y la forma en que se resolvían
los diferentes problemas sociales de una población que
entraba de lleno al desarrollo económico en las áreas
industrial y comercial.
El proceso contra el Gem dio resultado y cerró sus
puertas, no sin antes causar controversia. A manera de
consolación y sin evitar su satisfacción, el periódico se-

51 El Paso Herald, 21 de julio de 1895.


52 El Paso Herald, 4 de agosto de 1894.
53 El Paso Herald, 18 de julio de 1895.

329
ñaló que solo unos cuantos calificaron el asunto como
puramente discriminatorio. El fiscal de la ciudad ejecu-
tó la orden de clausura porque así lo consideró el juez
Gillis,54 quien se distinguía por sus posiciones conser-
vadoras y además pertenecía al Partido Republicano, ri-
val del Partido Demócrata, que por más de dos décadas
mantuvo el poder en la ciudad.
Satisfecho con la acción, el diario a través de su edi-
torial del 20 de julio de 1895 publicaba su comentario
en el que se dejaba ver como defensor de la ley.55 El
hecho lo calificó como una muestra del avance de la ci-
vilización, de tal manera que expresaba los objetivos de
los anglos de construir una ciudad basada en el naciona-
lismo y la raza, en los que no tenían cabida las minorías
y sus reprobables hábitos que corrompían a la sociedad
y al poder público, situación por la que el periódico es-
taba dispuesto a intervenir y defender los principios que
darían origen al racismo a través de la personificación
de grupos extremistas, como el Ku Klux Klan.
La campaña contra los juegos rindió frutos: ahora
el gobernador de Texas y el alcalde de El Paso orde-
naban redadas, postura que motivó la clandestinidad
de los garitos, pese a que las sanciones consistían en
años de cárcel para los que ejercían esta práctica. Ambas
autoridades urgían a sus oficiales a delinear campañas
punitivas contra los juegos y obligar a los infractores
a respetar la ley.56 En adelante, varias personas fueron
sometidas a juicio y recibieron condenas que dictaban
los jueces Gillis y Buckler.

54 El Paso Herald, 19 de julio de 1895.


55 El Paso Herald, 20 de julio de 1895.
56 El Paso Herald, 30 de julio de 1895.

330
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

El ambiente polarizó a la sociedad y a grupos políti-


cos. El tema de los juegos se tornó en una disputa legal
en la que los dueños del Gem estaban lejos de aceptar
las resoluciones judiciales y acudieron a otras instancias
para apelar. El Paso Herald, muy a pesar propio, dio a co-
nocer que la apelación iba en progreso, de tal forma que
vaticinaba que prosperaría a favor de los demandantes.57
La disputa manifestaba un choque entre poderes eco-
nómicos y políticos, y representaba el campo para medir
fuerzas de ambos grupos.
El juez Buckler reculó y disolvió el requerimiento
judicial contra los juegos.58 Esta acción significó una
derrota para los opositores, entre ellos, el periódico que,
mediante dos líneas, informó sobre el acontecimiento
judicial. La venganza del diario consistió en que, para
el 5 de abril de 1899, denunció que notables jugadores
y, por tanto infractores de la ley, eran nominados por el
Partido Demócrata para la alcaldía de El Paso. Acusó al
alcalde Joseph Magoffin de mantener una postura con-
traria a la prohibición de los juegos.59 Notoriamente,
con esta acusación dejaba ver su afinidad política hacia
el Partido Republicano cuyos miembros, principalmen-
te anglos, se distinguían por su conservadurismo e into-
lerancia racial.
Al iniciar el siglo XX, El Paso no lograba resolver
los problemas heredados desde el siglo pasado que po-
larizaban a grupos de poder. El Paso Herald mantenía
su postura en relación con los juegos de azar. El uso
cotidiano de sus páginas para subrayar la perversidad
de éstos fue continuo por varios años; por ejemplo, la

57 El Paso Herald, 17 de septiembre de 1895.


58 El Paso Herald, 21 de octubre de 1895.
59 El Paso Herald, 5 de abril de 1899.

331
información que dio a conocer en su edición del 9 de
diciembre de 1909. Mediante el uso de una metáfora,
señalaba que un grupo de mineros perdió en la mesa
donde jugaban póquer más de 40 mil dólares en pe-
pitas de oro en un salón llamado Casas Grandes.60 El
texto del Herald aconsejaba a sus lectores —sobre todo
a aquellos que comulgaban con la corriente religiosa—
cuidar el fruto de su trabajo y ahorrar. Los principios
del protestantismo postulaban que “debemos aleccionar
a todos los cristianos que tienen el deber y el derecho de
ganar lo más posible y de ahorrar cuanto puedan; es de-
cir, que no solo pueden, sino que deben enriquecerse”.61
Además, los juegos representaban una de las muchas y
variadas formas de perder el tiempo. Para el protestante
“el más importante de todos los pecados es el derroche
del tiempo. […] El valor del tiempo es ilimitado; una
hora desperdiciada equivale a una hora substraída a la
labor destinada a la glorificación del señor”.62
Por su parte, El Paso Times se limitaba a informar es-
cuetamente sobre los acontecimientos en torno al tema,
por ejemplo, cuando el jefe de Policía, Lockhart, comu-
nicó a los dueños de garitos que tenían que cerrar a la
medianoche,63 mientras que El Paso Herald lamentaba
que, a pesar de los esfuerzos organizados por suprimir
los juegos y que los salones cerraran los domingos, aún
no se lograba respetar la ley.64 El Herald, implacable
crítico de las diversas manifestaciones del vicio y voz

60 El Paso Herald, 9 de diciembre de 1900.


61 Weber, Max. La ética protestante y el espíritu capitalista. La re-
lación entre el ascetismo y el espíritu capitalista. México, Siglo XXI,
1986, p. 109.
62 Ibid., p. 97.
63 El Paso Times, 18 de enero de 1901.
64 El Paso Herald, 20 de marzo de 1901.

332
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

pública de grupos reformadores y protestantes, asumía


posturas que ponían en duda su imparcialidad al infor-
mar sobre los problemas que aquejaban a la sociedad y,
más bien, se percibía como el representante de un gru-
po que deseaban obtener el poder político y económico,
sectores que en mayor parte controlaban grupos afines
al Partido Demócrata.
El periódico, en ocasiones, informó con entusiasmo
las medidas que se emprenderían contra los juegos y los
salones; por ejemplo, cuando el mayor de El Paso, B. F.
Hammet, urgió a sus policías a cerrar por la fuerza los
juegos de azar los domingos,65 pero luego de que las
autoridades no cumplían sus compromisos, el diario, a
través de su editorial, vertía agudas críticas que hacían
ver a éstas como corruptas o incapaces para poner fin a
este mal. La principal preocupación del periódico era la
deliberada falta de respeto por parte de los propietarios
de los juegos al practicarlos los domingos, permitir el
ingreso de menores y el riesgo que implicaba que éstos
fueran presa del vicio y se convirtieran en estafadores,
drogadictos o alcohólicos. Los hombres, con el trans-
curso del tiempo, se convertían en malos e impíos y,
“por corrupto, se convierten en riesgo de pecado, y lo
entrega a sus propios placeres, a las tentaciones munda-
nas y al dominio de Satanás”.66 Sin embargo, el discurso
del diario, cuya ambigüedad navegaba entre el correcto
seguimiento de los principios del protestantismo con la
finalidad de alcanzar el equilibrio social y, por otra par-
te, la persistencia de acusar de corruptos a hombres de
negocios y a la autoridad, dejaba duda, pues parecía que
representaba a un grupo que quería el control político

65 El Paso Herald, 1 de mayo de 1902.


66 Weber, Max. Op. cit., p. 63.

333
y económico en beneficio propio, cuyo objetivo era el
control de ciertas zonas de El Paso; en este caso, la del
centro, principal enclave comercial y área ideal para el
establecimiento de bancos.
Los intereses económicos pesaron más sobre los
intentos de cerrar los garitos. Las abultadas ganancias
que generaban a sus operadores, les otorgaban cierto
poder para contratar abogados que apelaran en tribu-
nales superiores las decisiones de la autoridad de pro-
hibir los juegos. El Herald no ocultaba su frustración;
lo más curioso es que no asumía su postura totalmente
e involucraba a la población. Sin mencionar quiénes,
escribía que la sociedad paseña mostraba sentimientos
encontrados por la práctica de los juegos en domingo.67
Pero ¿por qué tanta insistencia en que los juegos no se
practicaran los domingos? Indudablemente, al igual que
los católicos, los protestantes veían el domingo como
el día de descanso; el precepto bíblico marca que así lo
hizo Dios después de crear al mundo y a todo ser que
lo habita. Pero, si acaso éste era el verdadero argumen-
to del periódico y los protestantes, la postura iba más
allá: posiblemente veían que en ese día se intensificaba
el comercio y la gente lo aprovechaba para la adqui-
sición de sus productos, de tal manera que los juegos
representaban una competencia real para el comercio.
La apreciación o acusación de que los juegos operaban
los domingos, ya no fue exclusivamente para El Paso,
sino que ahora el periódico acusó que en Ciudad Juárez,
de igual forma, se practicaban en domingo.68 En este
caso, la preocupación era el dinero que gastaban los pa-
seños en las apuestas en Ciudad Juárez. De esta forma,

67 El Paso Herald, 8 de enero de 1903.


68 Ibid.

334
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

el sentimiento capitalista y la insistencia sobre el ahorro


eran inútiles ante la decisión de sus ciudadanos de ir a
apostar a su suerte en la vecina ciudad.
Posteriormente, el alcalde de El Paso, Morehead,
tampoco cumplió sus promesas de campaña de cerrar
los juegos de azar los domingos, por lo que El Paso He-
rald le reprochó dicha actitud y, sobre todo, el faltar a su
palabra, la cual empeñó con las personas que votaron
por él, entre ellas, gente de diversas iglesias protestan-
tes que, según el periódico, estaban inconformes con la
labor del alcalde por permitir los juegos y la ingesta de
bebidas alcohólicas el domingo.69 La postura de Mo-
rehead de permitir que los vicios estuvieran en pleno
apogeo en domingo, era criticada por el diario y los
protestantes, quienes no estaban indignados por la falta
de respeto a la ley por un representante del pueblo que
tenía que aplicarla, sino porque se afectaban los princi-
pios de legalidad y la más alta moral del protestantismo,
que eran sobajados y burlados por una persona sin ética,
a la que apoyaron para que los gobernara.
El Herald arremetió contra el alcalde y lo acusó de
ser amigo de profesionales que controlaban los juegos, y
asentó que “era tiempo de limpiar la administración de
Morehead”.70 Lejos de aminorar sus acusaciones, el pe-
riódico endureció su postura y expresaba que su campa-
ña contra los juegos funcionaba y pedía a los ciudadanos
decentes rescatar a “la administración de la corrupción
que la tenía sumida el Mayor Morehead”.71 A través
del diario, el grupo que quería acceder al poder trataba
que la población reflexionara cuando emitiera su voto.

69 El Paso Herald, 27 de abril de 1903.


70 El Paso Herald, 28 de enero de 1904.
71 El Paso Herald, 29 de enero de 1904.

335
La intención no solo era que Morehead renunciara a la
alcaldía, sino que los ciudadanos ya no apoyaran admi-
nistraciones que provenían del Partido Demócrata.
Las acusaciones pasaron al terreno de la advertencia
y la amenaza. El periódico lanzó un mensaje a la auto-
ridad y a los jugadores, pues les advertía que un grupo
numeroso de personas estaba interesado en “emprender
una moderna cruzada contra el vicio”.72 De esta manera,
el diario expresó que iniciaba una guerra abierta contra
los juegos y dejaba ver que un ejército esperaba para
lanzar la “moderna cruzada”. Las amenazas pasaban al
terreno de los hechos, de tal forma que la publicación
estaba dispuesta a azuzar a protestantes contra la auto-
ridad legalmente representada por Morehead. La dis-
puta se recrudecía y parecía que la campaña contra los
juegos significaba el pretexto para llegar a otra etapa
de confrontación que, según el texto, sería física, pues
advertía claramente sobre la existencia de un ejército.
Según el Herald, los tentáculos de los operadores de
los juegos también alcanzaban a Ciudad Juárez, ya que
denunció que por las calles de El Paso fueron vistos
varios estafadores que “los hicieron regresar de Ciu-
dad Juárez”.73 Esta denuncia dejaba al descubierto que
los grupos que tenían el poder en El Paso habían cru-
zado la frontera, para también instalarse allá. Bajo la
asociación con hombres de negocios y la complacencia
de la administración municipal y de los gobiernos es-
tatal y federal, los juegos se practicaban abiertamente
en Ciudad Juárez, donde no solo representaban ingre-
sos para el erario, sino que generaban empleo que, ante
la severa crisis económica, la autoridad se mostró in-

72 El Paso Herald, 2 de febrero de 1904.


73 El Paso Herald, 3 de febrero de 1904.

336
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

capaz de generar. Por ello, sin descartar la corrupción,


que también pesaba sobre políticos de los tres nive-
les de gobierno, los operadores de los juegos paseños
consolidaban una efectiva y lucrativa corporación que
habría de reafirmarse al transcurrir los primeros años
del siglo XX.
La guerra entre grupos de poder en El Paso estaba
declarada. Los operadores de los juegos, ante las ame-
nazas que vertían sus contrarios a través de El Paso He-
rald, movilizaron a sus simpatizantes, quienes no solo
arribaron de Ciudad Juárez, sino que el periódico tenía
evidencias de que jugadores profesionales, bajo la estra-
tagema de turistas, llegaron desde Denver, Colorado.74
Cada bando fijaba sus posturas y dejaba saber al contra-
rio los recursos con que contaba en caso de iniciar una
“guerra” o la “moderna cruzada contra el vicio”, como lo
manifestó la publicación. Esto evidenciaba que la au-
toridad no poseía el control efectivo para someterlos al
orden y así evitar la pérdida de vidas humanas, en caso
de que las agresiones llegaran al contacto físico. La vul-
nerabilidad del estado de derecho que los protestantes
expresaban, era tal que la corrupción corroía al sistema
de gobierno. No obstante, el doble discurso era evi-
dente, pues bajo los principios del protestantismo que
usaron de escudo, un grupo de anglos quería el control
político y económico que mantenían otros anglos que,
asociados con mexicanos, tenían el poder y controlaban
el vicio en ambas ciudades.
En julio de 1904, El Paso Herald señaló que: “El Paso
a Wide Open Town”.75 Por primera vez, reveló la causa
por la que se enfrentaban los grupos de poder: 29 mi-

74 El Paso Herald, 9 de febrero de 1904.


75 El Paso Herald, 9 de julio de 1904.

337
llones de dólares que se jugaban al año en las mesas de
apuestas, los cuales significaban 16 veces más del to-
tal del comercio de productos en El Paso.76 Al mismo
tiempo, dio a conocer que el jefe de toda esa industria
que se desarrollaba en el este de Estados Unidos, se en-
contraba en El Paso, pero no dio el nombre. ¿Acaso el
grupo de anglos reformistas y protestantes realmente
querían una sociedad de altos principios morales, tra-
bajadora y agradecida con Dios? La cuantiosa suma de
dinero significaba un “gran pastel” y, posiblemente, ellos
querían la mitad, pero quienes controlaban los juegos,
el Ring o el círculo, no estaban dispuestos a compartirlo.
La batalla contra las apuestas cumplía 14 años. Todo
ese tiempo reflejaba la disputa por el poder político y
económico de una zona cuya perspectiva de desarro-
llo motivaba una lucha encarnizada. No solo era la in-
versión en negocios permitidos legalmente, sino que la
derrama en el vicio simbolizaba la ilegalidad que daba
origen a una industria informal que generaba fortunas
que evadían impuestos en una nación que trataba de
imponer orden mediante el estricto apego a la Consti-
tución y a las leyes que de ella emanaban. Era evidente
que el Estado, en su ánimo de controlar, endurecía las
sanciones para todos aquellos que infringieran la ley;
sin embargo, parecía no ser suficiente, pues el sistema
legal establecido permitía diversas formas de apela-
ción ante instancias judiciales superiores, aprovechadas
por los operadores a través de la contratación de ex-
perimentados abogados. Por ello, los 14 años, más que
mostrar una disputa por los juegos mostraban que aun
por encima de la ley se desdibujaba el poder económi-
co. El Paso Herald no se cansaba de informar —cuantas

76 Ibid.

338
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

veces fuera necesario— que en determinado tiempo ya


no se permitirían los juegos en Texas; sin embargo, los
embates de reformistas y protestantes no surtían efecto.
En septiembre de 1904, el Herald informó que des-
pués del 1 de octubre el alcalde Morehead no otorga-
ría más licencias para abrir casas de juego en la ciudad
y advertía que después de esa fecha, todos aquellos que
operaran lo harían de manera clandestina y, por tanto,
al margen de la ley.77 Eso animó al público que estaba
en contra, quienes esperaban que sí se erradicara el vicio
de la ciudad. La expectativa fue simplemente eso, pues
el 19 de octubre, según informó El Paso Herald, el salón
Frenchy’s Place, de la calle Utah, abría al público los jue-
gos de azar.78 Este hecho de desacato fue la constante que
la población vivía, aún después de 14 años de conflicto.
El alegato de los propietarios de los salones Astor
House y Wigwan iba en el sentido de que los juegos sig-
nificaban el progreso económico de El Paso, mientras
que la “Citizen’s League” (Liga de Ciudadanos) contra
los Juegos mantenía su postura de erradicarlos, la cual
involucró a la influyente Cámara de Comercio de El
Paso y, de esta manera, la organización que agrupaba
a distintos negocios de la ciudad, se convertía en juez
y parte. Por un lado, aceptaba asociarse con la Liga y
sostenía constantes reuniones con varios miembros y,
por otro, representaba los intereses de los propietarios
de salones y casas de juego. El Herald informó que más
de 800 miembros se reunieron con directivos de la Cá-
mara de Comercio y añadió en su información que más

77 El Paso Herald, 19 de septiembre de 1904.


78 El Paso Herald, 19 de octubre de 1904.

339
de mil 400 personas no apoyaban la existencia de los
juegos en la ciudad.79
La intervención de organismos legalmente estable-
cidos y con amplia influencia en la vida política y social
de El Paso fortalecía a la Liga, la cual estaba repre-
sentada por Richard F. Burges, Waters Davis y H. B.
Stevens, quienes eran apoyados por el Herald, donde
publicaban continuamente sus opiniones y se ungían
en el grupo que por todos los medios disponibles en-
frentaba a la bien consolidada industria de los juegos
de azar.80 Sin embargo, lejos estaban de erradicarlos,
pues a mediados de 1905 arribó a El Paso una nue-
va forma de juego mediante las slot machines. La gen-
te reaccionó en contra de las “infernales” máquinas y
juzgaron que éstas representaban el germen del vicio.81
Para los dueños de negocios esta innovación de apues-
tas les permitía no contratar a más empleados, pues
operaban con mecanismos independientes al hombre.
Su incorporación significó una forma de modernidad y
la paulatina sustitución de la mano de obra por formas
mecanizadas que caracterizarían a los procesos de in-
dustrialización del siglo XX.

79 El Paso Herald, 3 de enero de 1905.


80 El Paso Herald, 5 de enero de 1905. Estas personas pertenecían
a familias de origen sureño, racistas y conservadoras, que llegaron
a El Paso después de la Guerra Civil. Estos personajes observaban
que la frontera con México estaba descuidada y, por tanto, El Paso
era inundada por el vicio. Varios de ellos ocuparon importantes po-
siciones políticas para, desde ahí, combatir al grupo rival, el Ring o
círculo. La posición de este grupo de anglos explica su reacción con-
tra el vicio, desviación social que veían como hábito de las minorías,
el cual combatían valiéndose de todos los medios disponibles, entre
ellos, un aliado poderoso, El Paso Herald. González Herrera. Op. cit.,
pp. 213-214.
81 El Paso Herald, 2 de agosto de 1905.

340
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

Para finales de 1905, decisiones judiciales lograron


cerrar varios garitos. El Paso Herald publicó la reso-
lución del juez Goggin de ordenar el cierre de tres
salones donde se practicaban los juegos.82 Con cierto
triunfalismo, publicó en febrero de 1906 que la Supre-
ma Corte dio la razón a la Liga y ordenó que ningún
tipo de juego se abriera en todo el estado de Texas.83
Pero de nueva cuenta, y pese al fallo del máximo tribu-
nal, los juegos retornaron a El Paso, hecho que motivó
un sentimiento de desánimo en los miembros de la
Liga.84
Los líderes protestantes endurecían su posición.
Los ministros, durante los cultos, repetían la perver-
sidad que significaban los juegos, pero posiblemente
muchos seguidores jamás en su vida los habían prac-
ticado, y solo se dejaban llevar por lo que decían sus
pastores.
Los religiosos, al observar que los esfuerzos de la
Liga no lograban asestar el golpe definitivo, según in-
formación que provenía de El Paso Herald, se ocuparon
de ir contra las apuestas en las carreras de caballos. Esto
demostró que los protestantes se oponían a toda forma
de apostar dinero.
Las carreras de caballos representaban un negocio
para varios inversionistas provenientes de Kentucky,
quienes provocaron que la Liga presionara al Senado
hasta lograr que se conformara un comité para inves-
tigar el asunto.85 Así, los empresarios voltearon hacia el
territorio mexicano para evitar las presiones.

82 El Paso Herald, 25 de noviembre de 1905.


83 El Paso Herald, 1 de febrero de 1906.
84 El Paso Herald, 12 de mayo de 1906.
85 El Paso Herald, 2 de marzo de 1909. La circulación de dinero

341
El Paso Herald publicó que El Paso Times era acusa-
do de defender a los operadores de los juegos en Ciu-
dad Juárez y decía que un cáncer moral se aferraba en
la ciudad.86 Obviamente, el mensaje iba dirigido a su
competidor como reproche por no combatir el vicio. La
rivalidad entre los periódicos permitió conocer la pos-
tura de ambos en relación con los problemas que vivía la
sociedad paseña. La línea editorial del Times se mostra-
ba moderada en comparación con la del Herald.
Con motivo del vigésimo aniversario de lucha con-
tra los juegos, en su editorial del 6 de enero de 1911, El
Paso Herald solicitaba al alcalde de El Paso, Kelly, actuar
contra lo que consideraba “el agua sucia”, que signifi-
caban los juegos, y le exigía, al mismo tiempo, imple-
mentar acciones para terminar, de una vez por todas,
con el “cáncer” que padecía la ciudad.87 La costumbre de
presionar a cada uno de los alcaldes, se convertía en una
“piedra en el zapato” que difícilmente lograban quitarse,
así que éstos tenían que convivir con las severas críticas
de la publicación.

que se registraba en El Paso atrajo a inversionistas de otros estados


de la Unión Americana con la finalidad de organizar carreras de
caballos en la frontera, pero, ante la oposición de la Liga, se vieron
imposibilitados. Ellos vieron a la zona fronteriza de México y Es-
tados Unidos como ideal, pues despuntaba con potencial económi-
co que solo era comparable con algunas ciudades del noreste como
Nueva York. En estados como Florida, California y Nueva Orleans
no había carreras de caballos y, por tanto, la frontera representaba un
atractivo que contaba con lo principal: dinero. Al ver frustrados sus
intentos de establecerse en El Paso, trasladaron sus inversiones hacia
Ciudad Juárez, para que el 9 de diciembre de 1909 comenzara a
funcionar el Jockey Club Juárez. Flores Simental, Raúl. Op. cit., p. 32.
86 El Paso Herald, 1 de diciembre de 1909.
87 El Paso Herald, 6 de enero de 1911.

342
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

El 5 de mayo de 1913, El Paso Herald publicó a seis


columnas en su primera plana que los juegos de azar
quedaban prohibidos en todo Estados Unidos.88 A par-
tir de esta fecha, se instalaron en Ciudad Juárez y sus
operadores aprovechaban la cercanía entre ambas ciu-
dades y la disposición de las autoridades mexicanas por
aceptarlos, porque así ingresaban recursos económicos
a sus arcas hacendarias. El periódico anunció que la re-
apertura de los Kenos en Ciudad Juárez se permitiría
siempre y cuando se pagara a las autoridades 20 mil
dólares por cada una de las licencias que se solicitaran.89
Indudablemente, el periódico y el grupo de anglos re-
formadores y protestantes, por el momento, guardaron
silencio y solo alzaron la voz cuando percibieron que
importantes sumas de dinero salían de El Paso a través
de las casas de juego en Ciudad Juárez. El vicio no ter-
minaba, cambiaba de lugar de operación pero no aban-
donaba la zona, pues sus operadores sabían del poten-
cial económico que se desarrollaba. La campaña contra
el vicio se veía como una lucha por el control de una
industria que generaba miles de dólares en ganancias, lo
que posibilitaba el acceso al poder político en El Paso.

Para 1885 la prensa en inglés informó que el número


de muertes violentas en El Paso causaba alarma entre la
sociedad e hizo un llamado de alerta a la autoridad. Los
reportes, que provenían de la Policía, señalaban que un
alto número de personas, entre mexicanos y estadouni-
denses, habían perdido la vida a manos de criminales.

88 El Paso Herald, 5 de mayo de 1913.


89 El Paso Herald, 5 de mayo de 1913.

343
Los homicidios ocurrían principalmente en el borde del
río Grande. El reproche de la prensa se centraba en que
no existía una línea de investigación clara que llevara
a la captura de los asesinos.90 Las causas se debían al
alto índice de contrabando a través de la frontera y la
escasa vigilancia sobre ella. La Zona Libre, puesta en
práctica, era aprovechada para introducir mercancías de
manera ilegal hacia Estados Unidos sin cubrir los im-
puestos correspondientes. Según la prensa de El Paso, el
bordo del río Grande se convertía en “zona de nadie” y
de alta peligrosidad que era explotada por delincuentes
y criminales.
El Paso Herald culpaba de esto al alcalde de El
Paso y a altos oficiales policiacos por adoptar una po-
lítica poco efectiva para combatir el crimen organi-
zado, el cual aumentaba sus redes y amenazaba con
extenderse. La ola delictiva no era ajena a la mayoría
de la población y ésta exigía soluciones.91 La opinión
pública manifestaba su inconformidad en los periódi-
cos locales y El Paso Herald daba eco a sus demandas
e inconformidades. Sus razones estaban fundadas en
que las personas corrían peligro al transitar por áreas
cercanas al río. El diario culpaba del alto índice de
crímenes al retorno de más de 600 jugadores profe-
sionales y a la existencia de 96 salones de baile y juego
en la zona centro de El Paso. Un jurado integrado
por L. O. Rudisch y E. M. Bray, informó de las cifras
y acusaba al juez J. M. Walthall de haber disuelto el
jurado, y con ello detener investigaciones, por lo que

90 The Lone Star, 6 de mayo de 1885.


91 El Paso Herald, 29 de julio de 1898.

344
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

sería más difícil conocer las causas de la criminalidad


en la ciudad.92
Los titulares que la prensa publicaba ponían en evi-
dencia a la Policía porque no podía detener los delitos.
El Paso Herald publicó que “Una Extraordinaria Se-
rie de Crímenes se Comete en El Paso”.93 Un ladrón
llamado T. S. Casey murió a manos del policía Fred J.
Feldman, quien lo sorprendió al momento de realizar
un atraco. Los homicidios eran descritos dramática-
mente por la prensa, como fue el caso de la muerte de
Mercedes Bodarte, propietaria de una tienda en el sur
de la calle Santa Fe, quien fue ultimada por Gabriel
García en el salón Silver King de Ciudad Juárez. El ho-
micida mantenía un notable récord de criminalidad sin
que fuera castigado, salvo esta vez que fue capturado.94
Las cifras mostraron que en el transcurso de tres
años, se cometieron 50 asesinatos sin que se hubiera
capturado a los culpables; por ello, la población no es-
taba dispuesta a tolerar la existencia de una banda a la
que la autoridad no combatía o, en su caso, resultaba
ineficiente en sus investigaciones.95 A pesar de que exis-
tía una frontera, la “porosidad” de la misma o el libre
tránsito permitían que los criminales se ocultaran en
Ciudad Juárez si cometían un delito en El Paso, o vi-
ceversa, de tal manera que despistaban a las policías de
ambas ciudades.
Los homicidios, contrabando y asaltos en el margen
del río Grande reforzaban la imagen de zona de peligro
o de riesgo que años atrás imponían grupos de anglos

92 El Paso Herald, 31 de mayo de 1902.


93 El Paso Herald, 27 de enero de 1903.
94 El Paso Times, 22 de febrero de 1904.
95 El Paso Herald, 3 de octubre de 1906.

345
exclusionistas, que pugnaban por un mayor control por
parte del Estado norteamericano. Evidentemente, la
culpa del desorden y de los delitos se adjudicaba a mexi-
canos; sin embargo, era obvio que el comercio, así como
la operación del vicio y el contrabando —no solo de
mercancías, sino también de drogas: cocaína, heroína,
morfina y marihuana— recaían en un bien conformado
grupo de anglos que utilizaba a mexicanos para operar
una red de actividades ilícitas a lo largo de la frontera.
La amplia carga de estereotipos hacia los mexicanos,
iba desde personas sucias o portadoras de enfermedades
hasta el menosprecio racial, al considerar que practica-
ban hábitos inadecuados a causa de conductas impro-
pias que contaminaban a la sociedad anglo de El Paso.
Bajo este tipo de creencias negativas, y que además la
prensa las matizaba en sus páginas, se creó un senti-
miento de intolerancia hacia las minorías que reper-
cutiría en esquemas de segregación; además, nacieron
grupos racistas radicales que incluso llegaron a cometer
atentados físicos.
Por supuesto, la ola criminal era atribuida a mexi-
canos y sus malos hábitos, sin embargo, poco se decía
de las personas que estaban detrás. Los 29 millones de
dólares que generaba la actividad de los juegos al año,
se mostraban como la evidencia más palpable de que la
rentabilidad del vicio era incuestionable. Lógico es pen-
sar que para sostener esta industria necesariamente se
requería de protección y para ello se contrataban crimi-
nales. El control de actividades ilícitas motivó enfrenta-
mientos que derivaron en crímenes y, precisamente, este
escenario no solo se vivía en la zona del bordo del río,
sino también en el centro de la ciudad.

346
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

A finales del siglo XIX, El Paso enfrentaba el paula-


tino consumo de drogas. Reformistas y religiosos protes-
tantes reprobaban este hábito y, por tanto, apelaban a un
mayor control de los narcóticos que las farmacias expe-
dían, muchas de las veces sin la receta médica. Era una
situación que generaba otra forma de vicio que iba en
aumento y amenazaba el equilibrio social: los actos cri-
minales. A la par, este contrabando entre Ciudad Juárez
y El Paso traía una pujante actividad ilegal que redituaba
en cuantiosas fortunas, pues los estupefacientes no eran
consumidos únicamente en ambas ciudades, sino que
eran exportados a otros estados de la Unión Americana.
En 1896 un farmacéutico paseño sostenía que las
drogas que más compraba la gente eran morfina y co-
caína y precisaba que por la mañana se adquiría mor-
fina y por la tarde, cocaína.96 Con esto se revelaba la
facilidad para obtenerlas, pues estaba permitido por la
ley que las droguerías las expendieran, pero bajo pres-
cripción médica.
El consumo de drogas en El Paso era tal que la
Policía inició campañas de arresto. De esta manera,
se implementaba una lucha que se extendería por dé-
cadas, pues la persecución dio como resultado el uso
clandestino y el rápido aumento de los precios de los
estupefacientes. El capitán Carr, jefe de la Policía, y
otros oficiales realizaban redadas en búsqueda de dro-
gadictos y contrabandistas que operaban al margen de
la ley con bastante éxito.97 Pero cada día aumentaban

96 El Paso Daily Herald, 7 de enero de 1896.


97 The Monday Graphic El Paso, 1 de marzo de 1897.

347
los consumidores que buscaban lugares ocultos para
inyectarse. Al paso de los años, se les asignaría el nom-
bre de “picaderos”.
El bajo mundo que imperaba en El Paso compren-
día desde los rentables juegos de azar, salones de baile,
prostíbulos y los famosos “picaderos”, que generaban
una imagen de ciudad viciosa y sin ley. Como era cos-
tumbre, de los problemas que aquejaban a la sociedad
paseña se culpaba a Ciudad Juárez, pues, a decir de gru-
pos religiosos más radicales que “veían la paja en el ojo
ajeno sin ver la viga en el suyo propio”, la ciudad repre-
sentaba la corrupción y el pecado en toda la extensión
de la palabra. Ciudad Juárez se convertía así en la copia
fiel de las ciudades del pecado: Sodoma y Gomorra.
Sin empacho alguno, la prensa escrita transmitía su
discurso cargado de calificativos asociados a la maldad.
Alguien tenía que ser el culpable de tanta perversidad
en El Paso y la mira apuntaba hacia la vecina ciudad,
que estaba plagada de malos hábitos sociales, escasa
educación, habitada por infieles y que tenía una ima-
gen negativa gracias a los periódicos, los cuales repro-
ducían el discurso intolerante de racistas y protestantes
radicales, quienes se creían la representación divina en
la tierra. Por ejemplo, El Paso Herald, publicación que
a todas luces emprendió una campaña de desprestigio
contra la vecina ciudad del espacio fronterizo mexicano,
reproducía textos que la descalificaban y la comparaban
con el infierno descrito por Dante en La Divina Co-
media. “Juárez tiene el hoyo infernal de la tentación”.98
El descalificativo provenía de la acusación de que allí
el consumo de marihuana se sumaba al complejo pro-
blema de las drogas. La concepción que se tenía de la

98 El Paso Herald, 12 de junio de 1912.

348
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

marihuana era, según el texto periodístico, porque lle-


vaba al individuo que la consumía a una “vida ruin y
siniestra”.99 Tal vez, el periódico expresaba tales pre-
cisiones porque cada día los “buenos cristianos” de El
Paso se acostumbraban al “relajamiento” y estado de
ánimo tranquilo que proporcionaba fumar la “hierba
maldita”, una especie de catarsis que los hacía olvidarse
de Dios, y eso, era una falta de respeto a los principios
del protestantismo.
La fertilidad de la tierra en México permitía pro-
ducir marihuana en grandes cantidades y exportarlas a
Estados Unidos, donde sus ciudadanos tenían un espe-
cial aprecio por la hierba. Lo reprobable es que esas ex-
portaciones cruzaban la frontera ilegalmente, sin pagar
impuesto alguno. Con el propósito de alentar el ánimo
de los que estaban contra el consumo de la marihua-
na, el Herald informaba que en el norte de México se
prohibía el cultivo de la hierba, más no en Juárez, don-
de en pequeños patios de las casas se cultivaba y se
vendía a altos precios casi comparables a los del hashis,
que provenía de Siria y Turquía.100 Los efectos de la
marihuana eran considerados más fatales, incluso que
los del opio, pues “crea alucinaciones y conlleva a co-
meter crímenes”.101 El problema de las drogas se tor-
naba complejo, y ahora se sumaban las que provenían
de Oriente. El opio, asociado a los migrantes chinos,
ganaba adeptos y generaba lugares clandestinos para
su consumo. Las restricciones y las campañas contra
su consumo, en ocasiones, daban resultado, pero, por
otra parte, propiciaban un ambiente de persecución

99 Ibid.
100 El Paso Herald, 7 de enero de 1913.
101 Ibid.

349
que alentaba el clandestinaje. El argumento de que la
marihuana era causa de crímenes violentos significaba
la excusa para alertar a la población sobre lo pernicioso
de la hierba, pero que, hasta el momento, no estaba
totalmente comprobado.
La prensa denunciaba todo aquello que estuviera
relacionado con arrestos y clausura de negocios liga-
dos a las drogas en Ciudad Juárez y, en menor propor-
ción, lo que acontecía en El Paso. Por ejemplo, sobre
los 52 casos sobre fumaderos de opio que la autoridad
clausuró en Ciudad Juárez, señaló: se “dice” que el opio
llegó desde El Paso.102 La ambigüedad de las palabras
exoneraba a El Paso, más no así a Ciudad Juárez, cu-
yas palabras la acusaban directamente. Este juego en
el discurso, mostraba una actitud perversa hacia la
contraparte mexicana y creaba una imagen de ciudad
peligrosa.
Autoridades y un jurado recomendaban a la pobla-
ción apartarse del consumo de la marihuana y, sobre
todo, de su venta.103 La política implementada para el
combate de drogas en El Paso se dio por dos vías: el sis-
tema legal endurecía las sanciones y, la otra, presionar a
las autoridades mexicanas para que también hicieran lo
mismo. La segunda postura mostraba que el problema
que vivían en El Paso se debía a que las autoridades en
Ciudad Juárez no lo combatían, por tanto, cruzaba el río
como “Pedro por su casa”.
Aunado a esto, la Policía paseña no contaba con ele-
mentos suficientes para combatir y arrestar a las perso-
nas que vendían la hierba. El problema se tornaba cada
día más grave, de tal manera que requería de decisiones

102 El Paso Herald, 13 de agosto de 1913.


103 El Paso Herald, 4 de octubre de 1913.

350
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

urgentes para contenerlo, lo que llevó a una reunión ur-


gente del Consejo de la ciudad donde se decidió emitir
una ordenanza que prohibió la venta de la droga y es-
tableció su posesión como delito, por mínima que fuera
la cantidad.104
La comunidad médica de El Paso calificó de estric-
ta y severa la orden antimarihuana. El alegato de los
especialistas —médicos y psiquiatras— se sustentaba
en que era permitido el uso de la marihuana solo bajo
prescripción médica. Por otra parte, la nueva ley estaba
por encima de la fabricación de medicamentos en todo
el país, los cuales, frecuentemente, se consumían por
prescripción médica. La ley generó discusiones, pues,
claramente, señalaba como delito su posesión y fumarla,
pero no mencionó nada respecto del uso legítimo bajo
prescripción médica.105 Evidentemente, la ordenanza se
percibía hecha al vapor, sin ningún estudio que la res-
paldara y lo más cuestionable es que los miembros del
Consejo desconocían que algunas drogas podían pres-
cribirse por un profesional de la medicina.
La prensa afirmó que El Paso era la meca de dro-
gadictos. Con esto, se reconocía que la ciudad tenía el
problema del vicio. El promedio de personas arrestadas
por su relación con las drogas aumentó 8 por ciento
en tres meses. Sin embargo, en ocasiones se incremen-
taba hasta 15 por ciento, según cifras que dio a cono-
cer Don Johnson, jefe de la Policía.106 La información
reveló que el problema del vicio lo vivía la ciudad de
El Paso y no Ciudad Juárez, como cotidianamente se
ventilaba en la prensa y en las acusaciones que prove-

104 El Paso Herald, 3 de junio de 1915.


105 El Paso Herald, 7 de junio de 1915.
106 El Paso Herald, 10 de agosto de 1915.

351
nían de grupos reformistas y ministros protestantes. El
alto consumo y la distribución, sin control, de las drogas
generó un problema que amenazaba con desequilibrar
la estructura social de El Paso, de allí la explicación de
las decisiones que tomaba la autoridad, muchas de ellas
marcadas por la desesperación de encontrar una solu-
ción. No es posible afirmar que en Ciudad Juárez no
existía el problema, pues así lo era, solo que en términos
comparativos, la verdadera sede, según los reportes de la
misma prensa en inglés, era El Paso por el alto consumo
y, posiblemente, porque el centro de operaciones residía
ahí. Se sospecha que los jefes de una bien organizada
banda criminal, que controlaba todas las ramas del vicio
—prostitución, los juegos y drogas, por mencionar al-
gunas—, operaba desde El Paso y se extendía a Ciudad
Juárez y el suroeste de los Estados Unidos.
El tráfico de drogas no se ceñía exclusivamente a las
calles, los salones, garitos y domicilios particulares, sino
que operaba dentro de las cárceles de El Paso a tal grado
que las revisiones a visitantes y presos eran minuciosas.
El consumo era real e incluso llevó al enfrentamiento
de grupos por el control de la venta de drogas en las cár-
celes. La forma de operar de traficantes en las cárceles
evidenciaba que algunos custodios y funcionarios eran
corruptos. Domingo Villegas purgaba una condena por
posesión de drogas en la cárcel de El Paso, luego de una
revisión que emprendió la autoridad del penal, se le en-
contró una considerable cantidad de marihuana; ahora
el reo enfrentaría otro cargo y otra condena.107
La problemática propició en la ciudad de El Paso una
campaña que abarcó farmacias, calles, salones de baile y
todos aquellos lugares que se consideraban vinculados

107 El Paso Herald, 31 de enero de 1916.

352
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

al vicio. Todos los individuos que estuvieran ligados le-


galmente a las drogas; es decir, médicos y psiquiatras,
eran sometidos a un control exhaustivo con la finalidad
de que no cometieran actos ilegales al prescribir dro-
gas sin justificación médica. El Dr. Francis Molina fue
arrestado por detectives de la ciudad bajo el cargo de
prescripción ilegal de drogas. Inmediatamente, el gale-
no fue puesto a disposición de la autoridad federal pues
había violado la Ley Harrison.108 El sistema legal parecía
no ser suficiente para controlar el consumo y tráfico de
drogas. La rentabilidad que generaba la actividad ilícita
resultaba tan tentadora que lograba corromper hasta al
más honesto de los ciudadanos.
Sin embargo, la autoridad y la prensa de El Paso no
estaban dispuestas a aceptar que las drogas residían en
su ciudad, por lo que todavía señalaban a Ciudad Juárez
como la causa de su existencia. La acusación se susten-
taba en que algunos ciudadanos, anglos la mayoría, eran
arrestados por posesión de drogas cuando regresaban
de Ciudad Juárez. No se percataban que la campaña
contra las drogas, de cierto modo, ponía en alerta a los
distribuidores en El Paso y no la vendían a cualquiera
ante el temor de que fuera un agente encubierto. Las
precauciones adoptadas por los traficantes hicieron que
la adquisición de enervantes fuera más difícil, por lo
que llevó a adictos a cruzar el puente para adquirirla en
Ciudad Juárez, que también tenía el problema del con-
sumo y tráfico. De forma insinuante, el Herald publicó
que cada día era más difícil detener el tráfico de drogas
desde México.109 De esta manera, el periódico acusaba
que en México se producía droga sin control alguno y

108 El Paso Herald, 16 de febrero de 1916.


109 El Paso Herald, 1 de julio de 1916.

353
se exportaba a Estados Unidos. En parte, la publicación
tenía razón, sin embargo, no aclaraba que la droga que
se introducía a El Paso llegaba también por otras rutas,
como de la costa este de la Unión Americana. La acu-
sación de los anglos se atribuía a la cercanía entre las dos
ciudades, delimitadas únicamente por el río Bravo y, en
buena parte, al discurso que provenía de ministros reli-
giosos protestantes, que constantemente, en su sermón,
hacían alusión a Ciudad Juárez como la ciudad del pe-
cado y de la corrupción. La descalificación que hacían
de Juárez y el acusarla, además, de ser la causa del vicio
en El Paso, violentaba los principios fundamentales de
la ética y, al mismo tiempo, mentía, porque no aceptaba
que el verdadero problema del consumo residía entre su
propia población.
La persecución de traficantes de marihuana se con-
virtió en el objetivo de la Policía de El Paso. El consu-
mo de marihuana y de opio aumentaba aún por encima
de “drogas heroicas”. Un factor que incidió en la pre-
ferencia de la hierba consistía en el precio, que era de
25 centavos de dólar por libra, mientras que el opio,
regularmente, se fumaba en domicilios privados de mi-
grantes chinos. La marihuana y el opio no requerían de
procesos químicos como la heroína, cocaína y morfina,
por tanto, el precio de las “drogas heroicas” se elevaba
en comparación con las herbáceas, que se producían por
grandes cantidades en México y en Oriente. La ampli-
tud de la frontera que compartían México y Estados
Unidos requería de un considerable número de agentes
de Migración que el gobierno norteamericano no pro-
porcionaba, por tal motivo, los traficantes establecie-
ron distintas rutas, a través de las cuales lograban pasar
considerables cantidades de marihuana a El Paso. Los
resultados en el combate contra la marihuana y el opio

354
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

resultaban magros, no obstante, José Sánchez, Jesús Ti-


rre y Luis Esquivel fueron detenidos por detectives de
la Policía bajo los cargos de vagancia y venta de drogas.
Luego del interrogatorio, los agentes acudieron al do-
micilio marcado con el 3122 de la calle Ciprés, donde
encontraron varios bultos de marihuana.110
Parecía que el contrabando de drogas era cuestión
racial, pues cotidianamente se capturaba y se acusaba a
gente de origen hispano por posesión y venta de mari-
huana, mientras que drogas como la heroína, cocaína y
morfina, estaban asociadas a anglos, y el opio a los chi-
nos. La distinción racial relacionada con las drogas, tal
vez pueda explicarse por el precio de las mismas en el
mercado negro. Aunque las “heroicas” se transportaban
en menor cantidad, su precio era más elevado en rela-
ción con la marihuana y el opio. Las drogas sintéticas
tenían su mercado bien definido: personas de clase alta,
artistas y deportistas famosos; la marihuana y el opio
eran de consumo popular. John Gilmore y el japonés
Henry Araki enfrentaban cargos ante una corte federal
por posesión de 41 gramos de morfina.111 La violación
a la Ley Harrison en cuestión de narcóticos imponía pe-
nas severas con la finalidad de contrarrestar el tráfico
y el consumo de drogas, que era ya un problema social
que amenazaba con rebasar a la autoridad. No era, por
tanto, el fantasma del vicio el que rondaba las calles de
la ciudad de El Paso, era una realidad que entre la po-
blación existía un considerable número de adictos de
todas las razas.
A la persecución y combate contra el vicio, en su
manifestación de consumo de drogas, ahora se sumaba

110 El Paso Herald, 17 de septiembre de 1918.


111 El Paso Herald, 28 de enero de 1920.

355
el perseguir y tratar de eliminar a los contrabandistas
de licor que encontraban en el estado “seco” de Texas,
un amplio mercado conformado por asiduos bebedores,
a quienes poco les importaban los principios del pro-
testantismo. El proyecto del Estado norteamericano de
endurecer sus leyes con la finalidad de terminar con el
vicio que amenazaba con romper el equilibrio social, dio
pie a un amplio mercado de ilegalidad que corrompía a
individuos de todas las clases, razas y nacionalidades.
La intención de los puritanos de lograr una sociedad
ideal y libre de vicios, más bien, se convertía en una co-
rrupta y viciosa, consecuencia de una radical persecu-
ción contra todo aquello que consideraban deleznable y
que asociaban a las minorías. Creyeron que solo los an-
glos estaban libres de estos males. Los puritanos sabían
que grupos de poder integrado por anglos controlaban
el vicio en El Paso; sin embargo, enfocaron sus críticas
y persecución contra las minorías que, desde la moral,
su instrumento de verdad y de rectitud, asociaron con
fuerzas oscuras provenientes de los más recónditos en-
tresijos de la maldad.
La visión que la prensa tenía respecto del problema
de las drogas mostraba claras diferencias al informar al
público. Mientras que El Paso Morning Times informó
sobre el arresto de Jesús Mendoza, propietario del Pala-
ce Hotel, donde los agentes antinarcóticos decomisaron
droga con valor superior a los 30 mil dólares,112 El Paso
Herald calificó al detenido como el “rey del narcotrá-
fico”. De esta manera, el periódico fijaba su posición
racista, pues Mendoza era de origen hispano. Dando
muchos detalles, el Herald informó que en el interior
de una de las habitaciones del hotel se encontraron 125

112 El Paso Morning Times, 10 de julio de 1920.

356
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

onzas de morfina y cocaína y cinco latas de opio que,


según sus cálculos, tenía un valor en el mercado negro
superior a 35 mil dólares, para añadir que el aconteci-
miento “hizo mucho ruido” a lo largo de la frontera.113
Con la acusación de que Jesús Mendoza era el “rey de
los traficantes”, el Herald matizaba la animadversión y
los malos hábitos que reformistas y protestantes tenían
hacia las minorías. La información, que evidentemente
se mostraba escandalosa, incentivaba la creencia entre
la población de que las minorías eran la causa del vicio
en El Paso y, al mismo tiempo, incrementaba el odio
hacia ellos. De esta forma, el Herald atizaba la hoguera
del racismo que grupos de fanáticos religiosos habían
emprendido contra hispanos, negros y chinos.

113 El Paso Herald, 10 de julio de 1920.

357
Introducción

359
Una muestra de 163 noticias del periódico
La Patria 1919-1925

La estructura temática resalta 7 categorías


dominantes en la mayoría de las notas.

REFERENCIAS

ALCOHOL DROGAS JUEGOS


DE AZAR

DELINCUENCIA PROSTITUCIÓN CIUDAD MIGRANTES


DEL VICIO

360
Anexos

De las 163 noticias que se publicaron en La Patria:

PRIMERA
PLANA

EN
INTERIORES

DE ESAS 128
ABORDARON
LAS SIGUIENTES
CATEGORÍAS
JUEGOS
DROGAS DE AZAR
ALCOHOL A OCHO
COLUMNAS VIOLENCIA
JUEGOS DE
AZAR
DROGAS
DELINCUENCIA
PROSTITUCIÓN PROSTITUCIÓN
EN PRIMERA
CIUDAD NO A OCHO
DEL VICIO ZONA SECA
MIGRANTES

Categorías más recurrentes


que se publicaron a 8 columnas

361
Categorías más recurrentes
en primera plana, pero no a 8 columnas

Categorías más recurrentes


publicadas en interiores

362
Anexos
Anexo

A cada categoría le corresponde el uso de una serie


de términos que refuerzan los estereotipos que asocian
a Ciudad Juárez como ciudad del vicio y de la perdición.

Embriaguez. Consumo, juegos, sanciones, cárcel,


arrestos, faltas a la moral, robo, asaltos, acusados,
infringir la ley, escándalo, ilegalidad, tolerancia, li-
cor, etcétera.
Contrabando. Infringir la ley, tráfico, clandestinidad,
sanciones, cárcel, detenidos, capturados, decomisos,
condena, línea fronteriza, puentes internacionales,
evasión, agentes federales estadounidenses y mexi-
canos, jueces, comisionado federal, pintas de whis-
ky, libertad provisional, bajo fianza, prohibición,
mujeres contrabandistas, empleados de la aduana,
botellas, tequila, sotol, contrabando impune, etcé-
tera.
Homicidio y lesiones. Heridos, muertos, lesionados,
arma de fuego y arma blanca, autoridad, agentes,
consignados, policía, condenas, arrestos, riña, hos-
pital, turista, golpes, víctima, etcétera.

Delitos. Heridos, muertos, robo a transeúntes y vehí-


culos, motín, banda de criminales, bandidos, asalto,
acusaciones, plagio, cadáver, bronca fenomenal, ra-
teros, ola del crimen, balazos, malhechores, persecu-
ción, onda de rateros, agente del ministerio público,
alguacil, rateros, contrabandistas y criminales inter-
nacionales, actos ilegales, maltrato, agentes de inmi-
gración, complot, conspiración, desvalijamiento.

363
Autoridad. Campaña contra el juego, autoridades lo-
cales y federales, arresto, libertad provisional, cam-
paña, remate de juegos, concesión, millón de pesos,
municipio, ingreso, impuesto, fomento, pérdida del
erario, duda, proposiciones y fianzas, desaprueba,
centros de inmoralidad, contra el juego, política del
centro, protesta, muerte, justicia, verdad, productos
del juego, jurisdicción, clausura, orden, tolerancia,
salones, cabarés, explotación, sui generis (conce-
sión), casas, agentes, complacencia, aquiescencia,
negación.
Juegos prohibidos. Fichas, naipes, paquetes, máquinas
infernales, apuestas, extranjeros, expulsión, Cámara
de Comercio, ley, contubernio, infringir la ley, fuer-
zas federales, protestas, casino de diversiones, em-
presas, clandestinidad, kenos.

Narcotráfico. Tenaz campaña, agentes federales, bajo


fianza, libertad provisional, consignación, jurado,
narcóticos, venta ilegal, homicidios, cadáver, mezcla,
autopsia, juez, plagas, complacencia oficial, vicio to-
lerado, campaña contra las drogas, venta clandesti-
na, agente del Ministerio Público, paquetes, pomos,
balanza, comercio, almacén. Comisionados, drogas
prohibidas, crimen, vendía marihuana como si fuera
pan caliente, puñaladas mortales, horrible crimen,
gran cantidad, drogas heroicas, riqueza, nuevas for-
mas de tráfico (ojos de vidrio rellenos de droga),

364
Anexos

castigo severo, trafique, drogas venenosas, autor de


la venta, vendía marihuana como si fuera tabaco.
Consumo. Marihuana, dañosa planta, cultivo, vicios
perniciosos, amenaza, efectos, tequila con morfina,
opio, cocaína, drogas venenosas, centros del vicio,
yerba [sic] enloquecedora, viciosos.

Mujeres. Meretrices, mexicanas, extranjeras, inmigra-


ción, expulsión, la prostitución reina en toda Ciu-
dad Juárez, escándalo, arresto, grupo de mujeres,
casas de huéspedes, cárcel, vagancia, demimondes
[sic], extranjeras nocivas, parásitos.
Zona de tolerancia. Reglamento, casa de asignación,
hotel, cantina, reservado, proyecto, tolerancia, ba-
rrio de tolerancia, permisos, barrio del diablo, calle-
jón del diablo, tiempo inmemorial.

Infierno. Ciudad Juárez es el infierno para los tímidos


puritanos, Catorce cuadras de aquí a Juárez, Cator-
ce millas de aquí al infierno, sermón, ministro evan-
gélico, abandono de escuelas.
Sodoma y Gomorra. Perdición, Junta de Salubridad,
tolerancia del vicio, fumaderos de opio, traficantes
de drogas hipnóticas, inmoral, Sodoma fronteriza,
no ha sido propicia de todas las virtudes.
Tolerancia. Religión, católico, protestante, ortodoxo, li-
bre pensador, adorador de Budha [sic], fe, creencias,
iglesia, credo evangélico o luterano, curación, San
Apolinar, multitud, casa misteriosa, niño prodigio,
fenómeno de autosugestión, milagros, daño, contra

365
centros del vicio, limpia moralizadora, limpieza so-
cial, pelonas de C. Juárez y El Paso, campaña.

Migrantes. Los sin trabajo, braceros, interior de la repú-


blica, frontera, parvada de mexicanos, trabajadores,
miseria nacional, extraños horizontes, jauja obrera,
guerra mundial, antipatía racial, fábricas america-
nas, problema, regresarlos a su hogar, cambiarlos de
sitio, crisis de trabajo, peonaje, inmigración.

366
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés

i bien el análisis del discurso periodístico


de la prensa escrita en inglés y español de
la zona Ciudad Juárez-El Paso es un acer-
camiento a la manera en que se construyó
la imagen negativa de una ciudad fronte-
riza, también permite observar el reflejo de profundas
diferencias económicas y sociales entre una comunidad
y otra. Así, en esta tesitura de fuerzas, la historia de las
ciudades de la frontera norte de México es fiel reflejo
del uso y abuso del poder económico que las ciudades
del espacio fronterizo norteamericano han tenido sobre
su contraparte mexicana.
Ninguna otra ciudad de la frontera norte de Mé-
xico ha experimentado tan cerca y “en carne propia” la
intolerancia, el racismo, la segregación y la suprema-
cía racial que un grupo de anglos, que detentaron el
poder económico y político, impuso a los mexicanos
residentes en El Paso y, extraterritorialmente, también
a los habitantes de Ciudad Juárez. Ni Tijuana ni Nue-
vo Laredo, por mencionar algunas ciudades fronteri-
zas, experimentaron estas prácticas que degradaron a
los mexicanos.

367
No conformes con las prácticas cotidianas de revi-
sión –desagradables y humillantes– de que eran obje-
to los mexicanos cuando cruzaban los puentes inter-
nacionales hacia El Paso, los anglos emplearon otros
mecanismos más sutiles con el propósito de deteriorar
la imagen y autoestima de los mexicanos. Si bien las
prácticas de “desinfección sanitaria” practicadas a los
mexicanos encontraron oposición, principalmente de
las mujeres1 de Ciudad Juárez, los anglos hicieron uso
de la prensa escrita para a través de un discurso que en-
fatizaba “los malos hábitos” de los mexicanos, construir
imágenes o representaciones sociales cuyo propósito era
denigrar y mermar la cultura hispanomexicana ante la
opinión pública de El Paso y Estados Unidos.
La prensa fue el instrumento que utilizaron para fi-
jar la agenda del día; es decir, los temas que decidían
que era importante destacar; obviamente, se trataba de
aquellos que perjudicaran la imagen de los mexicanos.
De esta forma y con la imposición de la agenda pública
en la prensa, los anglos construían un discurso con ar-
tilugios como el de “peligrosidad”, “viciosos”, “corrup-
tos”, “sucios” y “portadores de enfermedades infecciosas”
(para justificar los procesos de desinfección).
Sin embargo, el rechazo que los anglos mostraban
contra los mexicanos, pero también la actitud de con-
tratarlos para los trabajos “rudos” en la industria, la agri-
cultura y la servidumbre, por destacar algunos, mostra-
ban un doble discurso pues, por una parte, destacaban
la negatividad mientras que, por el otro, estimulaban
su contratación porque representaban la mano de obra
barata que necesitaban y, sobre todo, por la manera in-
mediata para obtenerla, pues solo bastaba anunciar las

1 cfr. González Herrera. El caso de Carmela Torres, pp. 299-306.

368
Conclusiones generales

contrataciones para que miles acudieran al llamado. Por


otra parte, el discurso que atentaba contra los mexi-
canos, y que los anglos daban a conocer a través de la
prensa, tenía el propósito de encubrir el representativo
índice de viciosos, de prostitutas, así como de jugadores
o estafadores, que colocaban a El Paso como una ciu-
dad “sin límites”,2 comparable a Nueva Orleans y San
Francisco. Con el ánimo de encubrir las anomalías o
desviaciones sociales, según la calificación que daban
los anglos al fenómeno del vicio, la prostitución, etc.,
culparon a los mexicanos de ser la causa, pues este tipo
de fenómenos eran parte de sus “malos hábitos socia-
les”. Usando la prensa como medio de comunicación
masiva, según Niklas Luhmann, se cumplía la función
de incentivo “porque incitan la aceptación de las selec-
ciones de otra gente y, por lo general, hacen de esa acep-
tación el objeto de expectativas”.3 La transferencia de
imagen de vicio de los anglos hacia los mexicanos, bien
se puede explicar en la lógica de la función de incenti-
vo de los medios de comunicación, porque “siempre se
pueden formular cuando el modo de selección de un
compañero sirve simultáneamente como una estructura
de incentivo para el otro”.4
Dentro de la “hermenéutica de la sospecha” —como
la ha llamado Paul Ricoeur—; es decir, qué es lo que
se oculta en los discursos, qué códigos son susceptibles
de interpretarse, el discurso periodístico de los anglos
en la prensa escrita bien respondía a una lógica por el
control del vicio en la ciudad de El Paso y su extensión
en Ciudad Juárez. Las ganancias que redituaban las ac-

2 cfr. González Herrera. “La frontera que vino del norte…”, 2006.
3 Luhmann, Niklas. Op. cit., pp. 11-12.
4 Ibid.

369
tividades del “vicio” en El Paso, según El Paso Herald
Post, para finales del siglo XIX y principios del XX, se
estimaban en más de 25 millones de dólares al año, can-
tidad dentro de la cual, obviamente, había dinero “sucio”
que no era fiscalizado y que, también posiblemente para
“limpiarse”, se invertía en el ramo industrial, financiero
y comercial de El Paso. Así y bajo la lógica de la sos-
pecha, es viable que connotadas figuras públicas de El
Paso, y sobre todo detractores o impulsores de la cam-
paña contra los mexicanos, estuvieran inmiscuidos en
actividades ilícitas. Aunque en este momento no hay
datos precisos para comprobarlo, cabe preguntarse a
qué se destinaba la ganancia que generaba el vicio; la
lógica me lleva a considerar que a sectores formales de
la economía.
Con el respaldo de recursos económicos y periódi-
cos afines, los anglos, que entraban de lleno a una fase
de “purificación” –entendida en términos raciales–, cul-
paron de las anomalías sociales a los mexicanos; sin
embargo, esta “purificación” también puede entenderse
como una de las maneras más sutiles de encubrimiento
de actividades ilícitas y de una imagen impoluta ante
la opinión publica local y nacional. Si bien la actividad
del “vicio” en Ciudad Juárez era más notable por la co-
rrupción que cundía entre la autoridad y una tendencia
a transgredir la ley tanto por mexicanos como por nor-
teamericanos; se dibujaba un escenario o tierra “sin ley”
que fue aprovechada por los anglos para la construcción
de imágenes negativas y la repetición y ratificación de
otras que, desde finales del siglo XIX, se construían en
el discurso periodístico a través de la prensa en inglés.
De esta manera, la mala fama (leyenda negra) de
Ciudad Juárez —como construcción discursiva en
la prensa escrita— podemos explicarla a partir de las

370
Conclusiones generales

siguientes consideraciones: un sistema de creencias


con principios de supremacía racial; una visión de El
Paso netamente anglo, una cultura hispanomexicana
que ofrecía resistencia a procesos de asimilación, una
imagen de ciudad “viciosa”, el sostenimiento del sta-
tus quo de alto desarrollo económico, una pugna entre
protestantes y católicos, un proceso de “purificación”
bajo el cual se pretendía la eliminación o segregación
de las minorías, Ciudad Juárez, pobre e incomoda para
intereses de inversión en El Paso, pero percibida por
ministros religiosos como la ciudad del pecado y por
los “viciosos” como el “paraíso” para el consumo de dro-
gas y alcohol; y, finalmente, a una bien intencionada y
deliberada actitud de limpiar la imagen negativa de El
Paso a costa de su vecina Ciudad Juárez mediante la
transferencia de imágenes y construcción de represen-
taciones sociales con artilugios discursivos, como el de
“peligrosidad”, “viciosa” y “corrupta” que, como hechos
desacreditadores, contribuyeron a crearle una imagen
estigmatizada a Ciudad Juárez.
La prensa en español también hizo lo suyo; el influ-
yente periódico La Patria, propiedad de Silvestre Te-
rrazas, si bien fue uno de los pilares para sostener y es-
timular la cultura hispanomexicana en El Paso, por otra
parte exacerbó la información que provenía de Ciudad
Juárez, principalmente la relacionada con crímenes, de-
lincuencia y corrupción; es decir, destacó imágenes ne-
gativas que contribuían a generar una mala percepción
en la opinión pública local y nacional.
Desde el punto de vista ideológico, una parte de la
línea editorial de la prensa en inglés mostró claramente
que iba encaminada a mermar la presencia de la cultura
hispanomexicana con el propósito de “anglosajonizar
o “purificar” a El Paso. Respecto a La Patria, resultó

371
más complejo interpretar cuáles eran sus objetivos, pues
la postura que adoptó fue la de una defensa a ultranza
del catolicismo, desacreditar al socialismo, una pugna
abierta contra el gobierno de Carranza y una tendencia
a exacerbar aquellos hechos sociales negativos que re-
sultaban de la vida cotidiana de Ciudad Juárez.
De la defensa del catolicismo, puede señalarse que
Terrazas la hizo mediante la publicación en su periódi-
co de artículos de opinión de renombrados católicos de
Ciudad Juárez y El Paso, en los cuales se observa que
emplearon los principios del catolicismo para criticar
a los gobiernos federal y municipal de Ciudad Juárez.
Un ejemplo de combinación de principios católicos y
de postura política en un mismo texto, se nota en la
columna que se tituló El Látigo, cuyo autor, Rafael Es-
quer, incitaba a los católicos a revelarse y desconocer
al gobierno de Carranza. También hubo artículos que
hacían que La Patria se percibiera como el “vocero” de
la iglesia Católica.
Con formación ideológica en el catolicismo y bajo
la tutela de Ortiz y Rodríguez, obispo de Chihuahua,
Terrazas, a temprana edad, definió lo que consideraba
lugares de vicio: las cantinas. Para él estos sitios signi-
ficaron espacios donde la juventud era susceptible de
corromperse. Sin embargo, La Patria no se distinguió
por rechazar la prohibición, pues, de antemano, esta
iniciativa era estimulada por los contrarios ideológi-
cos en cuestión de religión, los protestantes. La iglesia
Católica en El Paso tampoco fijó su postura al respec-
to, pues, de alguna manera, los sacerdotes tendrían que
abstenerse de ingerir alcohol durante el ritual de la
misa. Por esto, eran objeto de severas críticas de pro-
testantes, puritanos y reformadores de El Paso. Con
la intención de acallar los cuestionamientos, Terrazas

372
Conclusiones generales

emprendió una vistosa campaña contra los contraban-


distas de alcohol a través de La Patria; sin embargo, la
mayoría de los detenidos eran de Ciudad Juárez. Así,
La Patria forjó las imágenes de una ciudad “alcohólica”
y “corrupta”. El incremento del índice de alcoholismo
y de la delincuencia, según los reportes de la Policía de
Ciudad Juárez, eran aprovechados por el periódico para
destacar —en su primera página y a ocho columnas—
hechos violentos que contribuían a generar imágenes
negativas de esa parte del espacio fronterizo mexicano.
Mientras que la prensa en inglés empleó los géneros
periodísticos de opinión para perjudicar a Ciudad Juá-
rez, La Patria lo hizo en la primera plana con noticias
informativas a ocho columnas que hacían que el perió-
dico se percibiera como de “nota roja”. Desde el punto
de vista de impacto, la información que se publica en la
portada significa la primera impresión que se forma el
lector sobre los hechos. De esta manera, Terrazas incu-
rría en un doble discurso, pues, por un lado estimulaba
la presencia de la cultura hispanomexicana en El Paso y,
por el otro, se convertía en el detractor de Ciudad Juárez.
La indefinición de Terrazas en relación con la pro-
hibición, hizo que su periódico se convirtiera en el re-
lator de los acontecimientos negativos de la población
de Ciudad Juárez. Por otro lado, también dejaba una
sensación de que lo hacía a partir de la moral cristiana;
es decir, señalando los defectos con la intención de que
se corrigieran, señalando el riesgo de que, de no hacerlo,
se incurría en faltas a los principios del catolicismo. El
fenómeno de la prostitución fue intensamente destaca-
do por el periódico de Terrazas. La repetición constante
de noticias que tenían que ver con el tema contribuyó a
que Ciudad Juárez se percibiera en el imaginario social
como una ciudad prostituida.

373
Sobre el problema que se suscitó en torno de los jue-
gos de azar durante los primeros años de la década de
los veinte, Terrazas se pronunció a favor del grupo de
comerciantes a quienes les fue negada la concesión por
parte del Gobierno del Estado de Chihuahua. Con esta
postura, Terrazas y su periódico perdían legitimidad
ante la sociedad, pues con la campaña que instrumentó
para atacar al Estado y al municipio de Juárez, se perdía
la objetividad y parcialidad que el mismo Terrazas pre-
gonó a través del editorial del periódico con motivo de
la fundación el primero de enero de 1919.
La Patria se convirtió en uno de los principales de-
tractores de los juegos de azar que, junto a la campaña
que sostenía la prensa en inglés contra los garitos en El
Paso, imponían sobre Ciudad Juárez la imagen o repre-
sentación de un enorme garito donde las personas eran
despojadas de su dinero por “hábiles” estafadores. Por la
manera en que La Patria destacó los hechos crimina-
les de Ciudad Juárez en la primera plana, el periódico
contribuyó a reforzar la imagen de “peligrosidad” que la
prensa en inglés construía como uno de sus principa-
les artilugios discursivos para mermar la presencia de
la cultura hispanomexicano en El Paso. En el caso de
la prensa en inglés, la intención de los textos periodís-
ticos era explícita, pero en el caso de La Patria, parecía
que la estrategia respondía no solo a una preservación
de la moral cristiana, sino a estrategias de sobrevivencia
como empresa. Aunque no poseo datos para precisar el
tiraje de La Patria, y tampoco los ingresos que obtenía
por concepto de publicidad, indicios como la incauta-
ción por parte de la aduana mexicana de periódicos que
se distribuían en Ciudad Juárez y la tendencia a con-
vertirse en un periódico de nota roja, me hacen suponer
la importancia de la publicación en Ciudad Juárez. Sin

374
Conclusiones generales

embargo, sí puedo afirmar que La Patria era una publi-


cación de ocho páginas y que, para la época, los demás
periódicos de Ciudad Juárez se limitaban a cuatro. Para
ocasiones especiales se imprimía a 16 y 32 páginas, y
para producir tales cantidades se necesitaba suficiente
maquinaria e impresores. La diferencia con los periódi-
cos en inglés se refiere a que éstos insertaban fotografías
en blanco y negro, tenían alto número de anunciantes y
eran periódicos de más de 32 páginas; diferencias que
mostraban la capacidad como empresa en comparación
con los periódicos en español.
Es cierto que en la mayor parte de las reflexiones y
la manera en que trato de mostrar el contenido, tien-
de a percibirse que los periódicos solamente publica-
ban información negativa, pero no es así. Se resalta la
información negativa de la prensa —tanto en inglés
como en español— con el objetivo de demostrar que
la leyenda negra de Ciudad Juárez es una construcción
discursiva en la que estuvieron involucrados anglos y
mexicanos. Sin duda, la vida cotidiana de Ciudad Juárez
y El Paso también se distinguió por prácticas sociales y
culturales. Sin embargo, para lograr el objetivo de este
trabajo, el análisis del discurso periodístico —reitero—,
es sobre las imágenes negativas que acerca de Ciudad
Juárez construyó la prensa escrita. Desgraciadamente,
el interés de los periódicos por privilegiar lo negativo
sobre lo positivo, o inclinar la balanza sobre los eventos
o comportamientos más criticables de una sociedad, fue
una realidad.
Por lo tanto, considero que la investigación que me
llevó a indagar sobre la manera en que se construye la
mala fama, imagen negativa (leyenda negra) de una ciu-
dad fronteriza, cuando menos en lo que se refiere en
la prensa escrita, cumple con el objetivo. No obstante,

375
esto no quiere decir que todo esté dicho sobre la prensa
escrita de la zona Ciudad Juárez-El Paso, creo que hay
otro tipo de discurso que no ha sido objeto de análisis y
que puede llevar a otras investigaciones.
Espero, con este trabajo, contribuir al conocimien-
to de la historia cultural y social de la frontera norte
de México y, a la vez, incitar y provocar opiniones en-
contradas.

376
Capítulo V
Representaciones
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Archivo General de la Nación
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en Lazer Quality Prints, ubicada en
Pedro Rosales de León 6595,
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