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1
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Ramón Chavira
Director General de Difusión Cultural y Divulgación
Científica
Rutilio García Pereyra
La edición, diseño y
producción editorial de
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una ciudad estigmatizada
este documento estuvo
/ coord. Rutilio García Pereyra.-- Ciudad Juárez, Chih. :
a cargo de la Dirección
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2009.
General de Difusión
384p. ; cm.
Cultural y Divulgación
Incluye bibliografía
Científica
ISBN primera edición: 978-607-7623-37-3
ISBN segunda edición: 978-607-520-281-5
Representaciones de El Paso en la
prensa en inglés. .............................................................311
El vicio en El Paso..................................................... 311
Prostitución................................................................ 314
Oposición a los juegos de azar................................... 325
Criminalidad.............................................................. 343
Drogadicción............................................................. 347
ANEXOS.................................................................. 359
CONClUSIONES GENERALES......................... 367
BIBLIOGRAFÌA....................................................... 377
Introducción
E
sta segunda edición de Ciudad Juárez la fea.
Tradición de una imagen estigmatizada inclu-
ye un nuevo capítulo, en específico el número
dos. Luego de revisar el contenido de la pri-
mera edición (2008) se observó que había la ausencia
de un contexto económico-social que explicara por qué
una región que históricamente han conformado Ciu-
dad Juárez-El Paso llamó la atención de periodistas,
conservadores, reformistas y protestantes (de la época
de estudio) para denominarla, cuando menos para la
parte mexicana, y proyectarla al imaginario colectivo
como una ciudad que anida vicio, gente violenta y en
consecuencia peligrosa.
La idea de anexar a este libro una breve descripción
del contexto socioeconómico tiene el propósito de que
el lector explore las condiciones económicas que signi-
ficaron la catapulta para el desarrollo industrial y co-
mercial de la ciudad de El Paso, Texas, de finales del
siglo XIX y primeras décadas del XX, mas no así para
su contraparte fronteriza: Ciudad Juárez.
El capítulo dos se monta en tres propuestas que
emergen de Carlos González Herrera, quien acertada-
7
mente acerca al diseño de frontera que comparten dos
países que, cuando menos en su colindancia geográfica,
se caracterizan por la otredad:
Y de la otra:
8
Preámbulo
9
Para cerrar la argumentación del capítulo dos que se
agrega y en la medida que utilizo el término de escena-
rio, también comparto la idea de González Herrera que
al respecto dice:
10
Introducción
11
la tradición de una muy débil presencia en la frontera,
como si el único que tuviera intereses en la región fuera
el país del norte.
Rutilio García Pereyra inicia su análisis justo medio
siglo después de que Ciudad Juárez se hubiese conver-
tido, junto a El Paso, Texas, en el más activo “puerto de
entrada”1 de la frontera mexicana-estadounidense. Para
entonces la condición de nuevo imperio estaba termi-
nando de cimentarse y Estados Unidos afirmaba una
estrategia mundial de protección de sus “áreas de in-
terés”.
En ciudades fronterizas como El Paso, además de
fortalecerse la capacidad oficial para administrar el mo-
vimiento de los extranjeros o aliens hacia su territorio,
se fue construyendo una abigarrada mirada que permi-
tiera ubicar y aun clasificar a México y lo mexicano. No
obstante que hubo un reconocimiento de la existencia
de un sector llamado “Mexicans of better class”2 y de la
enorme importancia que jugaban los mexicanos para el
despegue económico del suroeste, el balance que arro-
ja esa mirada tiende a ser negativo, denostativo y, claro
está, deficitario en materia de “valores y principios” éti-
cos, morales y civiles.
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una imagen estig-
matizada, obra que hoy nos entrega Rutilio García,
gracias al esfuerzo editorial de la Universidad Autóno-
ma de Ciudad Juárez, hace un valioso aporte al detallar
las vías en que operan los arquetipos y los estereotipos
12
Prólogo
13
La aparición del primer libro de Rutilio García sig-
nifica el arribo venturoso de un viaje emprendido hace
muchos años y desde orígenes distintos a la academia.
Tengo el privilegio de haber atestiguado sus esfuerzos
por sortear tormentas y corregir rumbos errados. Con
Ciudad Juárez la fea. Tradición de una imagen estigma-
tizada, Rutilio atraca con éxito antes de la siguiente
aventura. ¡Bienvenido!
14
Introducción
15
citados, salvo González Herrera. La referencia histórica
se fundamenta en notas periodísticas y documentos de
archivo histórico. Sin embargo, los historiadores esta-
blecen la leyenda, mas no explican cómo se construye;
entiendo que la naturaleza de sus trabajos no residía
precisamente en ello.
Tijuana la horrible. Entre la historia y el mito, de
Humberto Félix Berúmen, marcó la pauta para cons-
truir el objetivo de este trabajo: un análisis del discur-
so periodístico de la prensa escrita de la zona Ciudad
Juárez-El Paso para indagar sobre la identidad de los
personajes y los intereses que los llevaron a construir la
mala fama de Ciudad Juárez. Félix Berúmen considera
que la representación imaginaria de Tijuana es “creada
a través de los discursos periodísticos que se refieren a la
violencia social”1 y agrega que “no solo se da cuenta de
lo sucedido en un momento determinado: se construye
sobre toda una realidad referencial que solo existe en el
universo massmediático y a la que se dota de una signifi-
cación inconfundible”.2 En este sentido, Félix Berúmen
invita a indagar la intencionalidad del emisor del texto
porque de esta manera “nos ayudaría a comprender el
proceso discursivo mediante el cual se ha venido ge-
nerando una representación social de la ciudad a través
de los medios periodísticos y que habría de terminar
imponiéndose como la única referencia reconocible y
aceptada en forma mayoritaria”.3
Referente al título de este libro, es preciso decir que
es parecido al de Tijuana la horrible, de Félix Berúmen,
16
Introducción
4 Ibid., p. 13.
17
prohibición del alcohol en Estados Unidos, que influ-
yeron para que las principales ciudades de la frontera
norte de México destinaran más espacios urbanos para
la apertura de cantinas y lugares para el consumo de
drogas de miles de norteamericanos y mexicanos.
En el capítulo dos se describe la manera en que se
construyeron escenarios económicos favorables para
el desarrollo de la región Ciudad Juárez-El Paso. En
este apartado se pretende exponer la diversa actividad
económica para una ciudad y otra. Se destaca el arribo
de los ferrocarriles, así como la Zona Libre. Se resalta
el papel que desempeñaron los ferrocarriles para cata-
pultar una economía incipiente, pero también, así como
impulsaron las actividades industrial y comercial, trans-
portaron personas indeseables que moldearon la mala
fama de El Paso y posterior la de Ciudad Juárez. La
Zona Libre se describe su influencia en leve mejoría
económica para la contraparte fronteriza mexicana, y,
por otra parte, la oposición que enfrentó por comer-
ciantes de El Paso, Texas, que la valoraban como una
competencia desleal.
En el capítulo tres se tiene como objetivo describir el
tipo de representaciones que la prensa escrita construyó
y que contribuían a la edificación de una mala imagen
de Ciudad Juárez. En este apartado destaca el periódi-
co La Patria, de Silvestre Terrazas, que fue considerado
en su momento como el periódico en español de ma-
yor influencia en la opinión pública de la zona Ciudad
Juárez-El Paso. Para fortuna de los investigadores, se
puede encontrar la edición completa de La Patria, es
decir, todos los ejemplares a partir de su fundación en
1919 hasta que dejó de circular en 1925. No es el caso
de periódicos editados en Ciudad Juárez, porque solo
existen algunos ejemplares de distintos años de la déca-
18
Introducción
19
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
A
pesar de que el concepto de “representa-
ción” tiene varios significados tanto en la
Sociología como en la Psicología Social,
me apoyaré en la definición de Alejandro
Raiter que la asocia a “la imagen (mental)
que tiene un individuo cualquiera, es decir, un hablan-
te de cualquier comunidad lingüística, acerca de algu-
na cosa, evento, acción, proceso que percibe de alguna
manera”1 y también me basaré en la definición que da
de las “representaciones sociales”, a las cuales, desde la
perspectiva de los medios de comunicación masiva, las
define como “las imágenes que construyen los medios
de difusión sobre los temas que conforman la agenda
pública”.2
En función de estos conceptos, me interesa expo-
ner cuáles fueron las imágenes que construyó la prensa
escrita de la zona Ciudad Juárez-El Paso en los textos
publicados desde finales del siglo XIX y durante las
21
tres primeras décadas del siglo XX; al mismo tiempo,
también es de interés conocer su estructura, es decir,
qué elementos integran cada uno de los temas de lo que
Raiter llama “agenda pública” y qué identifica como “las
representaciones activas en un momento dado”.3 Con la
agenda pública que establecieron los periódicos en in-
glés se demuestra que el destacar todos aquellos temas
que difamaban la cultura hispanomexicana era con la
intención de mermar su presencia e influir en la opinión
pública para su repudio.
Para cumplir con los objetivos de este libro, definiré
“medio de comunicación masiva” en afinidad con Pa-
trick Charaudeau —y para referirme en concreto a los
periódicos de esta región— que lo concibe a partir de
una lógica económica, según “la cual todo órgano infor-
mativo actúa como una empresa cuya finalidad consiste
en la fabricación de un producto que se define por el
lugar que ocupa en el mercado de intercambio de bie-
nes de consumo”.4
Desde 1880 hasta 1930, la población anglo mostraba
su supremacía tanto en el aspecto demográfico como
en el económico; los periódicos The Lone Star, El Paso
Herald, El Paso Times, por citar algunos, se convertían
en instrumentos de difusión de los anglos para hacer de
El Paso “una ciudad anglo, con cultura e instituciones
ad hoc”5 con la intención de debilitar la presencia de la
cultura hispanomexicana y las relaciones de parentes-
3 Ibid., p. 22.
4 Charaudeau, Patrick. El discurso de la información. La construcción
del espejo social. España, Gedisa, 2003, p. 16.
5 González Herrera, Carlos. “La frontera que vino del norte. Prác-
ticas de identidad, formación nacional, discriminación y resistencia
en la formación de la frontera Estados Unidos-México: La región de
El Paso, 1900-1930”. Tesis doctoral. México, UNAM, 2006, p. 198.
22
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
23
medida “hostil” de México. Estas primeras manifesta-
ciones de poder eran el reflejo de la supremacía de “una
cultura basada en la segregación racial y en un pensa-
miento extremadamente conservador que preconizaba
la inferioridad natural de grupos raciales distintos al
stock de la gran familia anglosajona”.8 Al considerar la
Zona Libre como una práctica comercial que encarna
toda la maldad y al hacerlo del conocimiento popular a
través de los periódicos, según Niklas Luhmann, cum-
plen la función de establecer “quiénes son los buenos y
quiénes los malos: aquello que como realidad no puede
tener validez, se muestra y se exige como moral”.9
La calificación de la frontera para el grupo conser-
vador de anglos era de “un lugar sin límites y referen-
tes sociales y culturales bien establecidos, incluidos los
linderos raciales”,10 visión que tenía sustento en creen-
cias enraizadas en los principios del protestantismo que
regía la vida de los norteamericanos, las cuales en lo
sucesivo nutrirían la mayoría de los discursos periodís-
ticos y significaban la antesala para la construcción de
representaciones sociales que denigraban a Ciudad Juá-
rez. En este sentido, las creencias junto a otras informa-
ciones, opiniones y actitudes a propósito de un objeto
dado, constituyen una representación;11 asimismo, ese
conjunto de imágenes daba origen a representaciones
que la prensa reproducía por temas en la primera plana
como orden del día con la intención, como dice Fer-
nández Ortiz, de “concederle la importancia adecuada,
8 Ibid., p. 211.
9 Luhmann, Niklas. Op. cit., p. 114.
10 González Herrera, Carlos. Ibid.
11 Flores, Julia Isabel en: Willem Doise, Alaín Clemence y Fabio
Lorenzi-Cioldi. Representaciones sociales y análisis de datos. México,
Instituto Mora, 2005, p. 15.
24
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
25
como una minoría con “malos” hábitos sociales, sucios y
portadores de enfermedades.
El “vicio” y el “peligro” que la prensa de El Paso des-
plegó en sus páginas como artilugios discursivos, fueron
la respuesta lógica ante el incremento del número de
consumidores de drogas y de alcohol en la ciudad, fenó-
meno social que utilizaron como pretexto para culpar a
los mexicanos con la intención de influir en la opinión
pública anglo de que este tipo de minoría resultaba no-
civa para el desarrollo armónico de la sociedad paseña.
Sin embargo, los anglos no aceptaban que el problema
del consumo de drogas en la ciudad se debía a la exis-
tencia de un grupo que, bien posicionado en la política
local, estimulaba su venta y consumo clandestinamente
con la protección de políticos y policías que eran seña-
lados por la prensa como “corruptos”.
La sospecha de que un grupo de anglos controlaba
el tráfico de drogas en el suroeste norteamericano era
ventilada por la prensa en inglés; sin embargo, la mayor
parte de los señalamientos recaían sobre Ciudad Juárez,
pues los periódicos de El Paso afirmaban que un grupo
de “delincuentes” que residía en la ciudad las traficaba
de México a Estados Unidos.
El artilugio discursivo “peligro” era repetido varias
veces por la prensa de El Paso. Los periódicos integra-
ron la agenda pública al abordarlo como tema del día
para señalar que el bordo del río Bravo era “peligro-
so” por el incremento de personas asaltadas, lesionadas,
además de una incidencia considerable de crímenes. La
amplitud de la frontera entre ambos países convertía
al bordo en una extensa zona que carecía de vigilan-
cia, pues ni los mexicanos ni su contraparte mantenían
guardias que vigilaran ese lugar que era el “paso” natural
de contrabandistas y traficantes.
26
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
27
tud de la frontera compartida entre ambos países tam-
bién a las ciudades del norte de México. Con esta ley
promulgada, grupos de reformistas y puritanos vieron
consolidadas las pugnas que mantenían contra el Es-
tado norteamericano para que se prohibiera el alcohol
que, según su visión, simbolizaba uno de los “lastres”
que arrastraba la sociedad estadounidense y que im-
pedía la reconstrucción después de la guerra civil, pues
el índice de alcohólicos se incrementaba de tal manera
que ponía en riesgo el desarrollo económico del país.
Por otra parte, los grupos reformistas y protestantes
creían en la posibilidad de que la sociedad norteamerica-
na fuera un ejemplo, hacia el interior y al exterior, de una
sociedad “perfecta”, libre de “vicios”. Con la Enmienda,
el conjunto de relaciones sociales de las comunidades
de Ciudad Juárez-El Paso entró en una nueva dinámi-
ca donde el poder del Estado norteamericano mostró
una vigilancia estrecha de su frontera y una persecución
implacable contra aquellos que infringieran las leyes de
alcohol y la Harrison que, promulgada en 1914, buscaba
detener la masificación del consumo de drogas.
Esa actitud fue el reflejo de un control estricto en
el cruce fronterizo, pues se revisaba minuciosamente a
mexicanos y norteamericanos con la finalidad de que
no transportaran licor y drogas. Para algunos miembros
de las élites de Ciudad Juárez esta situación representó
una forma de hacer negocio en torno a la producción de
bebidas alcohólicas que, por su prohibición en El Paso,
aumentó su demanda, hecho coyuntural que aprove-
charon comerciantes, políticos y militares mexicanos
para negociar al margen de la ley. Mientras tanto, las
autoridades federales norteamericanas y locales en El
Paso, por la cercanía geográfica con Ciudad Juárez, se
mantenían alerta, pues el tráfico de alcohol y drogas se
28
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
29
de manera natural por causa del contacto humano y de
la necesidad de comunicación. En este sentido, Raiter
dice que cuando un conjunto de representaciones socia-
les “son compartidas por grupos sociales: conjunto de
individuos con roles, situaciones, deseos, aspiraciones,
hábitos, lugar de vivienda, situación ocupacional, gru-
po etario o cualquier otra que sea diferenciadora […]
[permite] potencialmente la creación de una identidad
colectiva”.16 A pesar de los esfuerzos de los anglos por
establecer su supremacía, tarde o temprano tenían que
aprender a convivir y a aceptar la presencia cultural de
las minorías, incluyendo también sus “malos” hábitos.
Mientras aprendían a convivir con las minorías,
principalmente con los mexicanos, bajo el pretexto
de que Ciudad Juárez era un lugar de “vicio”, la pren-
sa escrita en inglés radicalizó su discurso: acusaba de
“corruptas” a las autoridades de Ciudad Juárez con la
intención de influir en la opinión pública y sembrar
la semilla de la desconfianza para que el trato con la
autoridad mexicana se diera con sumo cuidado. Esta
representación no era nueva, pues desde finales del si-
glo XIX ya existían este tipo de acusaciones que fueron
repitiéndose hasta el grado de considerar que toda la
autoridad en Ciudad Juárez era corrupta y que para los
norteamericanos, acostumbrados a ver la paja en el ojo
ajeno, la corrupción generaba actos deshonestos y, por
tanto, “inmorales”.
La prensa en El Paso reprodujo en sus páginas toda
clase de calificativos negativos con respecto de Ciudad
Juárez, a tal grado que los periódicos significaron el me-
dio propagandístico para que los religiosos radicaliza-
ran su discurso al calificar el comportamiento social en
30
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
31
éstos en Ciudad Juárez. La actitud que la prensa mostró
reforzaba la representación de “vicio”, pues en México,
desde tiempos de la Colonia, la Corona española legisló
para su control, ya que el juego de cartas y dados se
había convertido en un “vicio” que no solo involucraba
a las “clases bajas”, sino también a altos funcionarios del
gobierno virreinal y a representantes de la Iglesia cató-
lica que, a decir de la Corona, descuidaban sus funcio-
nes como autoridad y además significaba una fuga en
impuestos, pues su práctica era clandestina. Para Paul
Ricoeur, esta representación de “vicio” que se generaba
en torno a los juegos de azar y por la posición ambi-
valente de la prensa en español, bien puede entrar en
lo que él llama “la hermenéutica de la sospecha, esto
es, detectar aquello que los discursos de una sociedad
suprimen o consignan en ciertos discursos, textos, imá-
genes, códigos”.18
El “vicio” se alimentó del tema de la prostitución que
la prensa en inglés y en español abordó en sus páginas.
La calificación de ciudad “ramera” que la Biblia usaba
para referirse a Sodoma y Gomorra, se transfería al es-
pacio fronterizo mexicano. Así, Ciudad Juárez se perci-
bía como “la Ciudad más perversa”,19 como lo consigna
Óscar J. Martínez al reproducir un artículo de un perio-
dista que escribía para el Boston Herald. Esta percepción
y creencia circulaba como una realidad; aun en personas
que nunca estuvieron por la ciudad cundía la idea de
que en Ciudad Juárez todo aquel que así lo decidiera
18 Ricoeur, Paul, citado por Julia Isabel Flores en: Willem Doise.
Op. cit., p. 17.
19 Cfr. Óscar J. Martínez. Ciudad Juárez: el auge de una ciudad fron-
teriza a partir de 1848. México, Fondo de Cultura Económica, 1982,
pp. 76-77.
32
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
33
una marca o marcas presentes en otra imagen ya cons-
truida, ya presente como creencia”.22
Este conjunto de creencias puede explicarse a partir
de las familias de anglos que llegaron a El Paso desde
la década de los setenta del siglo XIX. Para González
Herrera este grupo de familias se caracterizaba porque
sostenía principios como: segregación racial, inferiori-
dad racial al referirse a las minorías, los hispanos como
minoría eran portadores de malos hábitos sociales, la
asociación de mexicanos con bares y burdeles, la idea
de “purificar” a El Paso, la frontera con México “descui-
dada” y “peligrosa”, etcétera. A pesar de que González
Herrera afirma que en El Paso se “logró mantener un
notable ambiente de tolerancia racial, que impidió los
excesos discriminatorios y violentos de otras zonas del
sur estadounidense”,23 no se llegó a la agresión física de
iguales proporciones a la que vivió la gente de piel ne-
gra; esto no quiere decir que esas familias estuvieran
imposibilitadas de manifestar sus diferencias raciales
mediante otros recursos.
El poder económico que adquirieron los anglos por
efectos del desarrollo inusitado que El Paso experimen-
tó con mayor intensidad al iniciar el siglo XX, se tradujo
en un mayor control de los escenarios social y político
de la ciudad y su predominio se extendió a todos los
sectores productivos. Si bien el capitalismo respondía a
una lógica económica, la prensa escrita estaba pensada
en función de esta misma; sin embargo, los anglos sabían
que este medio los dotaba de un poder que iba más allá
del económico, es decir, la capacidad de influir y conso-
22 Ibid., p. 29.
23 González Herrera, Carlos. Op. cit., p. 216.
34
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
35
La violencia de los textos periodísticos fue más evi-
dente. En este sentido, Fernández Pedemonte explica
que “el periodismo es el caso típico de un campo rela-
cionado jerárquicamente con otros, dentro del cual se
puede constatar una violencia simbólica, en la medida
en que impone ciertos axiomas sobre el mundo que lue-
go narra”.25 Sin embargo, la violencia mostrada en el
discurso periodístico anglo era la constatación y puesta
en práctica de la asimetría económica que ninguna otra
sociedad del espacio fronterizo mexicano había experi-
mentado en carne propia como Ciudad Juárez, la cual se
tradujo en que la ciudad transitara de un enclave neta-
mente rural a un espacio urbano cuyas características se
acercaban a las grandes ciudades del oeste norteameri-
cano, pues se dotó aceleradamente de servicios públicos
como: alumbrado público, gas entubado, drenaje, calles
pavimentadas, un sistema de transporte con tranvías
eléctricos y diversiones colectivas: cines, teatros, museos
y un impulso de los deportes masivos como el beisbol,
boxeo, etcétera; todos estos signos de desarrollo ven-
drían acompañados por el incremento de prostitutas,
cantinas, cabarés, salones de baile, lugares clandestinos
para el consumo de drogas y la propagación de garitos.
Desde la percepción y creencias de puritanos, reforma-
dores y conservadores, la parte lúdica significaba la con-
traposición del desarrollo económico y una mala fama
que cundía por toda la Unión Americana.
Sobre las prácticas sociales que provenían de la parte
“lúdica” que anglos veían como retroceso social, utili-
zaron todo el poder económico para transferirla hacia
Ciudad Juárez. No conforme con la “expulsión” de las
36
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
37
Para Ciudad Juárez las condiciones económicas y
sociales que prevalecían a finales del siglo XIX y princi-
pios del XX fueron: lugar de “paso” hacia Estados Uni-
dos; baja sensible en la producción agrícola; estimula-
ción de servicios como alternativa económica; ausencia
de servicios públicos elementales como agua potable y
drenaje; clases sociales económicamente bien definidas:
alta y baja; incremento de los índices delictivos; concep-
ción por parte de los anglos como un “lugar sin límites”
del que ellos formaban parte y participaban como gran-
des consumidores y donde son posibles las “bajezas”
humanas; y una región desatendida por los gobiernos
federal y estatal.
En El Paso: alto desarrollo económico; polo de
atracción para la inversión privada y mano de obra “ba-
rata”; urbanización y dotación acelerada de servicios;
presencia de clases sociales económicamente pudientes:
anglos y exiliados ricos mexicanos; chinos, mexicanos,
negros, por citar algunos, como minorías “pobres”; una
“encarnizada” lucha por el control político entre repu-
blicanos y demócratas; altos índices de viciosos; presen-
cia de ideas prohibicionistas cuya finalidad es el estable-
cimiento de una sociedad “ideal”; racismo e intolerancia
hacia las minorías, entre otras. Estas condiciones, que
solo son algunos ejemplos, significaron el material so-
cial para que la prensa escrita impusiera la agenda pú-
blica. Defino un periódico por “la fisonomía editorial,
signada por la naturaleza de los asuntos que se abordan,
y la política editorial de cada empresa periodística: su
38
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
39
y El Paso Herald, advierto discursos que califican a una
ciudad a partir de una moral cristiana. Esta visión que
tienen de la moral31 con todo y sus prejuicios fue el pre-
texto para que se construyeran imágenes nada agrada-
bles del espacio fronterizo mexicano.
Mientras tanto, El Paso Herald, periódico conserva-
dor,32 desde sus páginas emprendió una cruzada para
40
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
41
cos van a designar a pobres y delincuentes. Este
concepto sostiene tanto el proceso de elección del
acontecimiento periodístico como la estructura de
las figuras periodísticas y la retórica de normaliza-
ción social que éstas posibilitan.34
42
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
36 Citado por Liliana Gutiérrez Coba en Temas de interés para los pe-
riódicos de prestigio. El caso de El País (España) y El Espectador (Colom-
bia). Infoamérica, núm. 10, junio de 2001, p. 2. www.infoamerica.com
43
respuesta porque para su defensa tendrían que invertir
recursos que no tenían. Además, los escasos periódicos
que circulaban por la ciudad no tenían la importancia y
la penetración entre el público que, por ejemplo, poseían
los de El Paso, como el Herald Post y El Paso Times, que
desde su fundación mostraron una notable inversión en
maquinaria y recursos humanos.
Aunque no consistió en una campaña abierta, es decir,
iniciar con el señalamiento de las rupturas temporales y
sociales de Ciudad Juárez a través de la primera página,
los anglos idearon una campaña de desprestigio sutil y re-
petitiva, como ya lo dije en párrafos anteriores, con artí-
culos de opinión y editoriales. En este sentido, construían
una realidad de Ciudad Juárez en función de sus rupturas
en la dirección que señala Luhmann. Esa campaña pe-
riodística inició con la Zona Libre para luego continuar
durante los primeros años del siglo XX cuando los anglos
veían la necesidad de limpiar la mala imagen de El Paso.
La prensa en inglés mostraba a la opinión pública una
realidad persistente. Para Lorenzo Gomís: “gracias a los
medios percibimos la realidad no con la fugacidad de un
instante aquí mismo, sino como un periodo consistente y
objetivado, como algo que es posible percibir y comentar,
como una referencia general”.37
El objetivo de la prensa escrita era influir y, si era po-
sible, lograr que la opinión pública tuviera una percep-
ción negativa sobre la comunidad mexicana y la pobla-
ción de Ciudad Juárez. Los periódicos en inglés, por su
capacidad de penetración entre el público, se convertían
en la voz propagandística de los anglos, pues sabían que a
través de ella podían construir artilugios discursivos, fun-
44
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
38 Ibid.
45
Irving Goffman entiende por “estigma” un “conjun-
to de relaciones sociales que producen un ‘descrédito
amplio’”.39 Para Goffman el “estigma” está sustentado
por atributos o defectos que son transmitidos al ima-
ginario social, definido éste como el “conjunto de las
representaciones que un grupo social o un individuo
construyen sobre el mundo, representaciones que es-
tos tienen del mundo y de sus valores”40 o bien, como
imaginario social que José Perceval define como “el
conjunto de modelos y paradigmas que tiene toda so-
ciedad en los que se representa y se mira a sí misma,
que sintetizan en un caso sus deseos y aspiraciones y en
‘otro’ sus furores y odios”.41 Esta última definición es la
que utilizaremos al referirnos a las imágenes de prensa
— con especial atención a las negativas, porque indu-
dablemente la prensa escrita también emitió otro tipo
de imágenes, que por el momento no son del interés
de estudio— que, en función de la teoría que propone
Goffman, considero que constituyeron un “estigma” so-
bre el espacio fronterizo mexicano.
Goffman señala tres tipos de estigma: las abomina-
ciones del cuerpo para referirse a las deformidades físi-
cas; los defectos del carácter del individuo, es decir, la
falta de voluntad, la deshonestidad, creencias rígidas y
46
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
47
tintivos positivos como “honesto” o “trabajador”, pero
también negativos al decir que es “malvada”, “peligro-
sa” o “débil”. En este sentido, Goffman explica que un
“atributo de esta naturaleza es un estigma, en especial
cuando él produce en los demás, a modo de efecto, un
descrédito amplio; a veces recibe también el nombre de
defecto, falla o desventaja”.44 Las imágenes construidas
en la prensa escrita en inglés no eran simples mensajes
para enfatizar rasgos distintivos negativos de los mexi-
canos, sino que más bien eran, en términos de Kenneth
Bouldin, “un fragmento altamente estructurado de ca-
pital informativo”.45
Así como los ingleses y holandeses moldearon una
campaña editorial con diversas publicaciones impresas
que hacían circular por Europa para desacreditar a Es-
paña y signarle una leyenda negra, los anglos aprove-
charon su poder económico para resaltar en los mexi-
canos rasgos distintivos altamente desacreditadores
que, repetidos o constantes en el discurso periodístico,
se constituyeron en un “estigma”. Asimismo, asociaron
la problemática social que experimentaban fundamen-
talmente por el alto índice de viciosos y prostitutas,
además de los jugadores o “estafadores” —como les
llamaban. Hábilmente, con artilugios discursivos como
“peligrosidad”, “vicio” y “corrupción”, en función de los
malos hábitos que consideraban tenían los mexicanos,
estas imágenes o representaciones fueron repetidas y se
constituían en atributos desacreditadores, como lo se-
ñala Goffman, pero también en menosprecio por una
48
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
49
dad Juárez recibía con mayor ímpetu una “industria” de
la diversión donde los anglos eran los principales consu-
midores. Para la población juarense los extranjeros eran
símbolo de divisas, de la posibilidad de mejores niveles
de vida y de una apuesta al turismo como medio de so-
brevivencia económica. Al mismo tiempo la ciudad ad-
quiría una reputación y una mala fama como resultado
de atributos que la desacreditaban, como lo fueron para
las ciudades “perdidas” o “viciosas” que la Biblia resalta-
ba como ejemplo de “perversidad”: Sodoma y Gomorra
resurgían de las calles asfaltadas del centro de Ciudad
Juárez. Los defectos que en un momento se atribuían a
individuos ahora se le adjudicaban a la ciudad al perci-
birla carente de voluntad para enfrentar fenómenos so-
ciales como la prostitución, drogadicción, delincuencia;
en los lugares de “vicio” se daba rienda suelta a pasiones
tiránicas o antinaturales, a la deshonestidad.
Esos atributos, que Goffman subraya como “desa-
creditadores”, fueron aprovechados por la prensa escrita
en español y en inglés; la primera, para construir parte
de la realidad de la vida cotidiana, y la segunda, los re-
producía en imágenes y representaciones que estereo-
tipaban los viciosos-corruptos de Ciudad Juárez como
“desviados sociales, los miembros de grupos minorita-
rios y las personas de clase baja pueden funcionar en
ciertas ocasiones como individuos estigmatizados, in-
seguros de la acogida que los espera en la interacción
cara a cara y profundamente implicados en las diversas
respuestas a esta situación”.46
50
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
51
norteamericanos y mexicanos, pues una buena parte de
ellos consumió alcohol y drogas en exceso.
Así se marcaría la pauta para el proceso de estigma-
tización de Ciudad Juárez, pero al mismo tiempo de
“peligro” como resultado de un incremento de delitos
violentos, entre crímenes y heridos, aunado a los asal-
tos a negocios y turistas. Para los anglos eso significaba
“desviaciones sociales”, mientras que para la prensa re-
presentaba un material informativo de suma “relevan-
cia”. De esta forma se conformaron imágenes negativas
que trascendían más allá del imaginario social local y
se hizo percibir al espacio fronterizo mexicano como la
Sodoma y Gomorra de la era moderna.
La comparación era utilizada por protestantes y
católicos durante la década de los veinte para califi-
car el comportamiento humano en esta frontera y, al
mismo tiempo, infundir entre la población el temor
de que la ira de Dios podría manifestarse de nueva
cuenta y arrasar con fuego a las ciudades perdidas. Por
supuesto, El Paso no entraba en esta lógica, pues esta-
ba en un proceso de “purificación” cuyo sustento era la
expulsión del vicio y la maldad hacia el otro lado del
río Bravo.
Para Edward Shills, las imágenes de vicio y peligro
que la prensa difundía son traditum, “es decir, aquello
que ha sido y que sigue siendo heredado o transmitido.
Es algo que fue creado, realizado o creído en el pasado,
o que se cree existió o que fue realizado o creído en el
pasado”.51 De esta manera, todos aquellos atributos des-
acreditadores, que son causa de estigma en las ciudades
52
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
53
las ciudades perdidas que cita la Biblia y las estigmati-
zadas que dan origen a la leyenda negra de las ciudades
de la frontera norte, no solo nacen de una época del
pasado, sino que han sido repetidas con la misma inten-
sidad con la que fueron originadas; la diferencia es que,
actualmente, la información se masifica rápidamente
por acción de nuevas tecnologías que hacen posible que
el público conozca los hechos casi en el mismo momen-
to en que ocurren.
Eric Hobsbawm, al explicar el término “tradición
inventada”, dice que “incluye tanto las ‘tradiciones’
realmente inventadas, construidas y formalmente ins-
tituidas, como aquellas que emergen de un modo difí-
cil de investigar durante un período breve y mesurable,
quizás durante unos pocos años, y se establecen con
gran rapidez”.56 Si nos apegamos al término “inventa-
da” podría sugerirse que el conjunto de imágenes es-
tigmatizadas es una invención de un grupo de anglos
que hacen uso de su poder económico y político para
imponerse hegemónicamente, cuyo propósito es mer-
mar la presencia de una cultura hispanomexicana con
raíces profundas en una región donde los anglos asumen
el rol de conquistadores. De acuerdo con Hobsbawm, la
“tradición inventada” no es un hecho que se da al azar,
sino que “implica un grupo de prácticas, normalmente
gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente
y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar
determinados valores o normas de comportamiento por
medio de su repetición, lo cual implica automáticamen-
te continuidad con el pasado”.57
54
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
58 Ibid., p. 16.
55
Para un análisis de las representaciones e imágenes
de los discursos periodísticos que presentaban lo nega-
tivo de los individuos y, en consecuencia, de la ciudad,
empleo el análisis de contenido para averiguar el tras-
fondo del discurso, es decir, lo que quiso decir el emi-
sor del texto y de qué manera intenta influir y causar
acciones determinadas en el público lector. La técnica
de investigación consistió en el desplazamiento hacia
los titulares, entradas de las noticias —el primer párra-
fo de la nota—, los artículos de opinión y el editorial
—la opinión del propietario o editor del periódico—.
Para indagar las estrategias discursivas y sus imágenes,
se recurrió a la agenda Setting, que propone Maxwelll
McCombs, para el análisis de medios de comunicación
impresos. Se privilegió a los discursos periodísticos por
su aparición en la publicación, es decir, cuáles fueron los
de ocho columnas, los de interiores para los artículos de
opinión y otros textos que no fueron principales, pero
que aparecieron en la primera plana del periódico. A
partir de la selección se desglosaron las categorías do-
minantes y el tiempo de persistencia de las mismas en
el periódico.59 Dichas categorías dominantes se suscri-
ben como representaciones o imágenes que construyen
los medios de comunicación para explicar, en términos
de Alejandro Raiter, cómo fueron interpretadas desde
creencias ya existentes, es decir, cuáles son las propieda-
56
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
57
tos de archivo histórico de entre 1920 y 1933 cuando
estaba vigente la prohibición del alcohol en Estados
Unidos. Considero que esta medida percibida como un
fenómeno cultural y social no solo impactó en la Unión
Americana, sino que sus efectos se dejaron sentir, en
este caso, en Ciudad Juárez. El levantamiento de docu-
mentos de archivo comprendió dos áreas de la práctica
de gobierno: Gobernación y Justicia. Los primeros dan
cuenta de todo aquello que tiene relación con permisos
y licencias para cantinas, garitos, prostíbulos, apuestas y
solicitudes de permisos para diversiones públicas y pri-
vadas, mientras que los de Justicia presentan los índices
de delincuencia y criminalidad.
La organización de dichos documentos se hizo pri-
mero de manera cronológica —por año— y luego por
tópicos: diversiones, cantinas, juegos de azar, criminali-
dad y delincuencia, corridas de toros, fiestas, hipódro-
mo, etcétera. El análisis muestra la versión institucional
y la manera de percibir ese conjunto de individuos uni-
dos bajo una misma directriz: el “vicio” y el “peligro”.
A partir de esos textos se analizan sus estrategias dis-
cursivas e imágenes. Por otra parte, y con la finalidad
de constatar cuál fue la versión de aquellos que fueron
testigos de los acontecimientos sociales durante la épo-
ca de estudio, se realizó una selección de entrevistas con
hombres y mujeres, tomadas del archivo oral. El corpus
incluye también una bibliografía seleccionada de histo-
ria de Ciudad Juárez y El Paso.
58
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
59
factores y punto de partida para una investigación que
precise la manera en que la prensa construye represen-
taciones e imágenes sobre Ciudad Juárez.
La década de los veinte del siglo pasado tiene un
significado especial, tanto para México como para Es-
tados Unidos. En el caso mexicano se vive un intenso
reacomodo político luego de un proceso armado que
deja inoperante la escasa actividad productiva; se vive
además el acoso de deudas externas y la ausencia de re-
conocimiento oficial de Estados Unidos al gobierno de
México que encabezó Álvaro Obregón. Socialmente,
Ricardo Pérez Monfort puntualiza que
60
Capítulo I
Construcción de imágenes en la prensa escrita
61
Introducción
63
Además, la Zona Libre estimuló brevemente el
comercio de Ciudad Juárez y se ubicó como una po-
sibilidad para que la ciudad fronteriza se insertara en lo
que se llamó el “milagro” económico porfirista. El proceso
se agudizó por la apuesta de Ciudad Juárez al turismo
como incentivo para la prestación de servicios ante la
disminución de la producción agrícola y el escaso desa-
rrollo industrial.
Aunque la Zona Libre no incentivó la economía de
Ciudad Juárez, su propósito era compensar la asimetría
entre México y Estados Unidos en la frontera norte;2 es
interesante describir que en función de esta forma de
“libre comercio” se urdió una campaña de desprestigio
a través de la prensa escrita en inglés que promovieron
comerciantes de El Paso. Ante la posibilidad de que la
Zona Libre posibilitara al espacio fronterizo mexica-
no el enclave comercial de importancia para la frontera
norte de México, los comerciantes de El Paso la perci-
bieron como una amenaza que ponía en riesgo su hege-
monía comercial. La campaña, cuyo propósito fue des-
prestigiar la Zona Libre, consistió en representaciones e
imágenes de “peligro”, “contrabando”, “corrupción”, por
mencionar algunas, que influyeron en las creencias de
la población de El Paso y del gobierno norteamericano
a tal grado de considerar a la Zona Libre como una
forma del “mal”, además de “hostil”, que iba en detri-
mento del desarrollo económico del espacio fronterizo
norteamericano. Considero que a partir de esa campaña
64
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
65
mano de obra barata que demandaban la agricultura, la
industria y el sector de los servicios en El Paso.
Al mismo tiempo que arribó el ferrocarril en los
años ochenta del siglo XIX a El Paso, un grupo de esta-
dounidenses que ejercían control en “intereses comer-
ciales, bancarios, abogados y aquellos de los dueños de
salones de juego, cantinas, prostíbulos”,3 se hicieron de
posiciones de poder locales que les fueron arrebatadas
por grupos reformistas en la segunda década del siglo
XX. Paradójicamente, el ferrocarril, símbolo de desarro-
llo y bienestar, serviría de transporte de tahúres, viciosos
y prostitutas que contribuirían a ubicar a El Paso como
un “lugar sin límites y referentes sociales y culturales
bien establecidos, incluidos los linderos raciales”.4 El
desarrollo económico que experimentó El Paso tam-
bién estimuló el incremento del número de cantinas y
prostíbulos, que al iniciar el siglo XX, paulatinamente,
exportaría a Ciudad Juárez hasta alcanzar su máxima
expresión en la década de los veinte con la prohibición
del alcohol en la Unión Americana.
El desarrollo económico era visible en la ciudad de
El Paso, pues los niveles de vida de sus habitantes se
incrementaron, se introdujo drenaje público, las vivien-
das contaron con luz eléctrica, aumentó el alumbrado
público, se pavimentaron calles, mientras que, por otra
parte, también se estimulaba un tipo de diversión basada
en el vicio, que, para grupos de moralistas y puritanos,
66
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
67
cotidianidad bien definida por la agricultura y un inci-
piente comercio.
El arribo del Ferrocarril Central Mexicano a Paso
del Norte en 1884 y la aprobación de la Zona Libre en
1882, pero puesta en marcha hasta 1885, contribuyeron
al desarrollo de la minería, la ganadería y el comercio,
para que la región quedara “unida a la red económica
del continente”.5 Sin embargo, el objetivo del Ferrocarril
Central Mexicano no era llegar a Paso del Norte, sino
construir una línea de la ciudad de México a El Paso6.
No obstante, el trayecto del ferrocarril unió a Paso
del Norte y El Paso con “el centro y norte de Méxi-
co y formó un amplio corredor geográfico que incluía
Aguascalientes, Zacatecas, Ciudad Lerdo, Torreón y
Chihuahua”.7
68
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
69
El crecimiento que registró la economía paseña y, en
consecuencia, el número de habitantes, motivaron a que
hombres de negocios vieran en el turismo otra forma
de empresa en la frontera. Para 1881 se destinaron cin-
cuenta mil dólares a la construcción de hoteles y casas
para los visitantes que el ferrocarril podría traer a la re-
gión.11 Esa nueva etapa de prosperidad pronto se reflejó
en el centro de la ciudad, pues se instalaron numerosas
casas de juego, teatros y cantinas. Debido al desarrollo
comercial, algunos testimonios revelan que para 1882
existía una cantina por cada doscientos habitantes en
El Paso, Texas.12 Los ferrocarriles trajeron todo tipo
de personas, entre comerciantes americanos, mineros,
11 Ibid., p. 27.
12 Ibid., p. 14. No obstante, había diferencias en cuanto al número
de habitantes en periódicos de El Paso; por un lado, según informa-
ción de El Paso Times, para 1881 El Paso (Franklin) solo tenía una
población de doscientos habitantes, mientras que El Paso Herald in-
formaba que para el mismo año tenía una población de mil quinien-
tas personas, la mayoría conformada por americanos. El historiador
Martín González de la Vara estima que para 1884, El Paso tenía una
población aproximada de cinco mil habitantes. A partir del auge
económico que empezó a registrar para 1888 llegaría a 10 601
habitantes cifra que coincide con Óscar J. Martínez, quien señala
que El Paso aumentó su población en la década de 1880 de 736 a
10 338 habitantes. En este sentido, los testimonios de que en 1882
había una cantina por cada doscientos habitantes son endebles, pues
entonces cabe suponer que en un año la población en El Paso au-
mentó considerablemente; de otra manera no se encuentra lógica en
el sustento de una cantina por cada doscientos habitantes. Por otra
parte, en el transcurso de siete años el crecimiento de la población
en El Paso fue sorprendente, lo que demuestra que la migración
hacia la zona fue constante, de tal manera que la economía creció
rápidamente, pues la demanda de mano de obra estaba cubierta por
migrantes mexicanos. El Paso Times. 24 de febrero de 1888.
70
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
13 Ibidem.
14 El Paso Daily Times. 1 de enero de 1890.
15 El Paso Times. 7 de octubre de 1890.
71
dinero y ponían en riesgo los principios fundamentales
del protestantismo norteamericano.
No solo el comercio y la industria significaron gran-
des negocios para los inversionistas locales y foráneos,
los servicios que se ofrecían a través de la diversión eran
también otro tipo de negocio que redituaba considera-
bles ganancias y además no requería de mano de obra
especializada, por tanto, los propietarios no tenían ne-
cesidad de invertir en capacitar a los empleados, ya que
solo bastaba que aprendieran formas simples para aten-
der a los clientes. La actividad económica de la zona
no se circunscribía únicamente a los sectores formales
de la industria y el comercio, sino que la prostitución y
los juegos de azar, considerados actividades informales,
también movilizaban el ciclo económico, pues de las
ganancias que obtenían –por ejemplo, las mujeres que
se dedicaban a la prostitución– una parte era destinada
a la compra de insumos alimenticios para el sosteni-
miento de familias y educación de sus hijos.
Mientras tanto, del lado del territorio norteame-
ricano, el beneficio que el ferrocarril trajo a Paso del
Norte consistió en la transacción internacional de mer-
cancías entre México y Estados Unidos, pues la aduana
fronteriza local se colocó como “el principal puerto de
mercancías al estado de Chihuahua. En pocos años, la
aduana paseña se convirtió en la segunda aduana fron-
teriza de México en cuanto al volumen de mercancías,
quedando solo detrás de la de Nuevo Laredo”.16 Colo-
carse como la segunda aduana fronteriza en importan-
cia del norte de México fue relevante hacia el interior
del país, sin embargo, en el ámbito internacional del co-
mercio solo desempeñó un papel auxiliar porque: “[…]
72
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
73
los mexicanos. Tales diferencias se evidenciaban en la
frontera norte de la siguiente manera:
74
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
19 Ibid., p. 132.
20 Octavio Herrera Pérez. Op. cit., pp. 200-201.
21 Ibid., p. 202.
75
servicios públicos como alumbrado, electrificación, dre-
naje, agua potable, pavimentación de calles y tranvías
eléctricos.22
La apuesta por la Zona Libre que sectores sociales
de Paso del Norte hicieron como motor de desarrollo
económico, hizo que se olvidaran de otros como el de la
agricultura, que tradicionalmente satisfacía los insumos
alimenticios que la población requería y cuyo excedente
se exportaba hacia Estados Unidos. El libre comercio
que generó la Zona Libre solo fue en beneficio de ri-
cos comerciantes locales y de El Paso, que no tuvieron
en mente invertir en actividades industriales que dieran
solidez a la economía local, pues solo se aprovecharon
los dividendos que les generó el comercio para, poste-
riormente, invertirlo en El Paso, que despuntaba con
potencial económico en comparación con su contrapar-
te mexicana. El arribo de mercancías de otros países que
estimularon el comercio del lado mexicano fue corto,
pues la Zona Libre comenzó a decrecer a partir de 1891
por la aplicación de aranceles más altos a productos de
procedencia extranjera hasta su definitiva derogación
en 1905. Aunada a la devaluación mundial de la pla-
ta, la actividad agrícola del Valle de Juárez disminuyó
drásticamente al producirse una grave escasez de agua,
consecuencia de la retención de agua del río Bravo por
granjeros de Colorado y Nuevo México.23
Tales circunstancias económicas provocaron que los
indicios de crecimiento se esfumaran, lo que provocó
desaliento entre los comerciantes locales, quienes re-
velaron que autoridades de los tres niveles y sectores
76
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
24 Ibidem.
77
La crisis que vivió Ciudad Juárez a finales del siglo
XIX y principios del XX benefició la economía del otro
lado del río, pues el crecimiento de la población de El
Paso estuvo en función de la migración de mexicanos
hacia esa ciudad; de esta manera, se apropió de mano de
obra barata, misma que jugó un papel de suma impor-
tancia en la consolidación de la economía paseña du-
rante las primeras décadas del nuevo siglo. Por un lado,
Óscar J. Martínez sostiene que en El Paso “durante la
década de 1880, la población creció de 736 habitan-
tes a 10338, y entre 1900 y 1910 aumentó de 15906 a
39279”,25 mientras que Alicia Castellanos (1981) señala
que “en unos años la población aumentó espectacular-
mente de 736 que tenía en 1890 a 39 279 habitantes
en 1910”.26 Cifras más, cifras menos, lo interesante del
comportamiento migratorio ante fenómenos de crisis
resulta en beneficio de otros, pues la población busca
mejores niveles de vida. Miles de mexicanos cruzaron
la fina línea fronteriza entre México y Estados Unidos
para que su fuerza productiva fuera aprovechada en be-
neficio de la economía de El Paso y del suroeste nortea-
mericano. La crisis que experimentaba Ciudad Juárez
fue una coyuntura económica aprovechable por secto-
res productivos de El Paso para incentivar el turismo,
que sería bien aprovechado por la influyente Cámara
de Comercio, que desde El Paso promocionaba activi-
dades turísticas hacia Ciudad Juárez con fines de atraer
inversionistas a la región. En este sentido, el turismo
vendría a amortiguar los efectos de la severa crisis.
78
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
79
Estados Unidos, la prensa invitaba a hombres de nego-
cios de El Paso a que discutieran ahora más que nunca
sobre la Zona Libre ante los posibles daños al comercio
estadounidense.28 La prensa hizo un balance sobre la
situación social que podría generarse en El Paso con la
Zona Libre del lado mexicano; el resultado fue que se
consideraba que esta forma de comercio podría signi-
ficar un riesgo para el sistema comercial y social de El
Paso.29
La señal de alerta que la prensa emitía a través de
sus páginas, se fundamentaba, primero, en que pudiera
alentarse el contrabando de armas hacia la Zona Libre,
situación que podría poner en peligro a los ciudadanos
norteamericanos que cruzaban hacia México por la lí-
nea fronteriza y, segundo, por la posibilidad de adqui-
sición de armas por grupos de mexicanos que pudie-
ran poner en riesgo la seguridad nacional de Estados
Unidos. Parecía que el tema de seguridad se anteponía
al problema de la competencia desleal que señalaban
los comerciantes paseños, de tal suerte que los ánimos
se calmaron cuando la prensa norteamericana publicó
el compromiso del general Pedro Hinojosa, secretario
de Guerra del gobierno mexicano, en el sentido de que
prohibía cualquier tipo de contrabando de armas y mu-
niciones aprovechándose de la Zona Libre.30
La rápida movilización de comerciantes nortea-
mericanos contra la Zona Libre se reflejó mediante la
convocatoria a reuniones con la finalidad de tratar el
tema que, según su visión unilateral, dañaba al comercio
estadounidense. Las reuniones a las que convocaban, lo
80
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
81
fortunas aprovechando el modelo de libre comercio:
“De inmediato los norteamericanos abrieron tiendas de
menudeo en Matamoros llenas de productos extranje-
ros que se vendían a precios tan bajos como los de Nue-
va York y Nueva Orleans”.34 En Ciudad Juárez abrieron
tiendas departamentales con capital que procedía de El
Paso, mismas que migraron una vez que la Zona Libre
fue abolida en 1905 por el gobierno de Porfirio Díaz.
La prensa norteamericana, fundamentalmente
aquellos periódicos de ciudades fronterizas con Méxi-
co, mostraron solidaridad con sus comerciantes, por lo
que no dejaron de presionar con textos editoriales cuyo
contenido resaltaba descalificativos hacia la Zona Li-
bre al grado de considerarla un mal, de tal manera que
apremiaba a los gobiernos de México y Estados Uni-
dos a que eliminaran esa perversidad y así proteger los
negocios de los pueblos fronterizos.35 Los intereses co-
merciales estaban en juego: con la Zona Libre se apun-
taba una competencia real con respecto a los comercios
establecidos del lado americano, como sucedía desde
1885 cuando se aprobó la Zona Libre del lado mexi-
cano. De esta forma y disminuidos en sus ganancias, la
presión que ejercían los comerciantes norteamericanos
empezaba a ocasionar fisuras en el modelo comercial de
la Zona Libre.
Prácticamente, con la Zona Libre se iniciaba un
proceso de migración de importantes comercios de El
Paso a Ciudad Juárez; por tanto, existía el temor de que
la ciudad perdiera su importancia como enclave co-
mercial de toda la región y, al mismo tiempo y paula-
tinamente, sus habitantes decidieron fijar residencia en
82
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
83
Los primeros indicios de abolición de la Zona Libre
por parte del gobierno mexicano, los dieron a conocer
los periódicos de El Paso en 1893. Para los editores y
hombres de negocios, esta era una victoria que resultaba
de la presión que ejercieron desde el primer momento
en que operó la Zona Libre en los estados del norte
de México. El Paso Herald dio a conocer un comuni-
cado que provenía de Piedras Negras, Coahuila, donde
se informó que el gobierno mexicano había decidido
abolir la Zona Libre; el periódico veía con buen agrado
la noticia, de tal manera que calificaba el hecho como
positivo para todos los pueblos fronterizos delimitados
por el río Grande.38
La prensa aceptaba que la abolición de la Zona Li-
bre era benéfica para el lado americano, pero ahora iba
más allá de un problema de la zona fronteriza entre los
dos países –así lo veían ellos–, al señalar que la Zona
Libre podría originar cambios en las condiciones en los
tratados de Guadalupe Hidalgo que suscribieron Mé-
xico y Estados Unidos en 1848.39 La prensa invitaba
al gobierno norteamericano a reflexionar en torno de
dichos tratados para que ejerciera un tipo de castigo por
la insolencia del gobierno de México por haber esta-
blecido la Zona Libre. El discurso del periódico mos-
tró una actitud intolerante al señalar que los intereses
norteamericanos son intocables y mucho menos iban a
permitir la competencia en la entrada de su casa.
La prensa de El Paso centró su atención en la pro-
blemática de Ciudad Juárez que se generaba a causa de
la abolición de la Zona Libre, pues los estragos dejaban
sentirse en la ciudad con la pérdida de importantes ne-
84
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
85
iban desde una forma de comercio peligrosa, estimu-
lante del contrabando, competencia desleal, que calaron
en el imaginario social para que la Zona Libre fuera
considerada una agresión y no una forma de comercio,
cuya finalidad era generar mejores niveles de vida entre
la población de las ciudades fronterizas mexicanas con
Estados Unidos. Por otra parte, una primera lectura del
problema apunta a que la prensa mostró lealtad a los
intereses norteamericanos; ahora bien, cabe pregun-
tar si esa lealtad fue una forma legítima de defensa de
los intereses estadounidenses o si fue comprada. Por la
manera en que abordó el tema de la Zona Libre y la
presión que ejerció a través de sus páginas, la prensa de
El Paso logró convencer a hombres de negocios de que
la Zona Libre realmente era un peligro, aun y cuando
muchos de ellos se beneficiaban con la nueva forma de
comercio del espacio fronterizo mexicano.
86
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
87
Las fuertes críticas hacia las diversiones públicas en
ambos lados de la frontera, indican que, por un lado,
provenían de personas con ideas morales y religiosas
provenientes del protestantismo y puritanismo nor-
teamericanos y, por el otro, que pertenecían a estratos
sociales altos, pues no se percibe que fueran personas
de estratos sociales y económicos bajos, aun cuando
tuvieran una educación familiar sustentada en valores
tradicionales. Es posible que tuvieran una opinión di-
ferente porque vieron en las cantinas y los garitos una
fuente de empleo ante la severa crisis económica por la
que atravesaba la ciudad, como se explica en apartados
anteriores.
La presión que ejercían sectores reformistas, purita-
nos y protestantes en El Paso, aunado a su posiciona-
miento en la política local que se tradujo en la adquisi-
ción de poder, pronto se reflejó con la implementación
de una campaña moralizadora, cuyo objetivo tendía a
expulsar de la ciudad diversiones que consideraban co-
rruptas para los individuos, haciéndolos menos produc-
tivos en una sociedad que ponderaba la dedicación al
trabajo como medio para alcanzar mejores niveles de
vida y una sociedad mejor educada. Las cantinas, pros-
tíbulos y el vicio que procedía del juego, despojaban del
producto de su trabajo a los individuos. Para los refor-
mistas significaba un lastre social que debía erradicarse,
pues se corría el riesgo de que los principios del protes-
tantismo norteamericano no se respetaran y, por tanto,
dieran origen a la descomposición social. Cuando las
presiones pasaron del discurso a la práctica, paulatina-
mente se cerraron esos lugares, reprobados socialmente.
Los propietarios no estuvieron convencidos de desha-
cerse de esos lucrativos negocios y los mudaron hacia
Ciudad Juárez: “Así, la ciudad de El Paso pudo limpiar
88
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
44 Ibidem.
45 Armando B. Chávez. Sesenta años de gobierno municipal. México.
89
en la zona centro, mientras que los alrededores todavía
se catalogaban como pueblos oscuros donde la moder-
nidad se negaba a llegar.
Pese a que las condiciones urbanas ni siquiera se
asemejaban en lo mínimo a las que había en El Paso,
algunos propietarios de centros de diversiones expulsa-
dos instalaron sus negocios en una ciudad donde el go-
bierno se ejercía a través de un jefe político y un presi-
dente municipal, funcionarios que no gozaban de buena
fama, pues regularmente se les acusaba de corruptos en
la prensa escrita. La infraestructura de diversión que se
instaló en Ciudad Juárez aminoró los efectos negati-
vos de la crisis por la que atravesaba la economía local,
carente de inversión que estimulara la productividad y
generara los empleos que la población demandaba.
A la crisis económica se sumaba el problema de la
migración de mexicanos repelidos por funcionarios de
la aduana de El Paso. El año de 1907 fue fatídico, pues
trajo acontecimientos que vendrían a repercutir en la
endeble economía de Ciudad Juárez. Uno sobresaliente
ocurrió cuando los funcionarios de la aduana de El Paso
negaron la entrada a un grupo numeroso de migrantes
mexicanos porque la mano de obra requerida al otro
lado del río estaba cubierta; es decir, la oferta y deman-
da de trabajadores mexicanos estaba en función de las
necesidades de los sectores productivos estadouniden-
ses. La política migratoria impuesta por las autoridades
norteamericanas ponía de manifiesto un ciclo laboral
perverso que hacía más evidentes las diferencias entre
los dos países. Por un lado, Estados Unidos destacaba
en el plano internacional por el desarrollo económico
sostenido que lo encaminaba como una potencia, mien-
90
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
46 Ibid., p. 57.
47 Álvaro Ochoa y Alfredo Uribe. Emigrantes del oeste. México.
Conaculta, 1990, p. 103.
91
dad Juárez se complicó más por las corrientes migrato-
rias que perjudicaron los recursos locales”.48
El éxodo de mexicanos hacia Ciudad Juárez ocasio-
nó otro amontonamiento como el que ocurrió en 1907.
“En 1910 de nuevo se repitió el amontonamiento hu-
mano debido a los trabajadores que se quedaron vara-
dos. Según se informó, mil trabajadores sin empleo lle-
garon en febrero y 1 500 en marzo”.49 La concentración
de gente en Ciudad Juárez llamó la atención del cónsul
mexicano en El Paso porque observó que la ciudad no
tenía capacidad para encargarse de los migrantes.
La migración de mexicanos rumbo a la frontera nor-
te significó un beneficio para la ciudad de El Paso por
el arribo de mano de obra barata contratada en diversos
sectores de la economía, principalmente en las compa-
ñías ferrocarrileras como Santa Fe y Southern Pacific:
“La Santa Fe ocupó a 2599 mexicanos […] la Southern
Pacific empleó a 2414”.50
La revolución de 1910 motivaría el éxodo de mexi-
canos hacia la frontera norte. Cientos de refugiados po-
líticos que escaparon de la persecución de las facciones
en pugna llegaron a Ciudad Juárez con el objetivo de
cruzar la frontera para internarse en El Paso y hacia
otros lugares de Estados Unidos. Dada la inseguridad,
la pobreza y el sometimiento al sistema productivo que
les era impuesto por el modelo económico de las ha-
ciendas, largas jornadas de trabajo y endeudamiento
con las tiendas de raya que les era imposible pagar por
los bajos salarios que percibían, miles de campesinos
migraron hacia el norte con la expectativa de cruzar la
92
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
93
compras de pertrechos y comestibles las hicieron del
lado estadounidense. “Los revolucionarios asistían a los
hoteles y a los restaurantes y compraban una gran varie-
dad de mercancías, incluso armas, en las tiendas de El
Paso”.53 Ciudad Juárez recibió el beneficio en el sector
de los servicios, mientras que las compras de los villistas
en El Paso incentivaron los tres sectores de la econo-
mía; por tanto, la derrama económica se reflejó más que
su contraparte del espacio fronterizo mexicano.
Algunos mexicanos ricos54 que huyeron de la revo-
lución se instalaron en exclusivos sectores urbanos de la
ciudad y, al mismo tiempo, ahorraron e invirtieron su
dinero en negocios e instituciones financieras, lo que
contribuyó a la consolidación y crecimiento de la eco-
nomía, “muchos refugiados tenían elegantes casas de la-
drillo que habían hecho construir en un barrio llamado
Sunset Heights”.55
El eje que sostenía parte de la economía juarense era
la oferta de la diversión a través de sus cabarés, cantinas,
casas de juego y la zona de tolerancia, lugares de entre-
tenimiento que turistas norteamericanos visitaban con
regularidad. Las diversiones públicas se convirtieron en
negocios redituables en tiempos difíciles, pues genera-
ron empleo e impuestos para la población y el munici-
pio, respectivamente. La coyuntura económica que re-
94
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
95
comprar alimentos a unos cuantos pasos del límite in-
ternacional, mientras que para otras poblaciones al sur
de la frontera mexicana la situación era distinta por la
escasez de comestibles. Cálculos conservadores estiman
que los juarenses gastaban miles de dólares en compra
de insumos alimenticios de primera necesidad como
manteca, frijol y arroz, entre otros. Esa dependencia de
Ciudad Juárez respecto de El Paso contradecía los argu-
mentos de funcionarios del gobierno paseño en el sen-
tido de que sus habitantes dejaban grandes cantidades
de dólares en casas de juego, cantinas y prostíbulos de
Ciudad Juárez. En este sentido, la economía fronteriza
reflejó un efecto boomerang; es decir, los capitales tenían
movilidad de un lado hacia otro, con mejores resultados
para El Paso, pues ricos exiliados mexicanos deposita-
ron parte de su fortuna en bancos norteamericanos.
De 1910 a 1920 la economía de Ciudad Juárez pre-
sentaría indicios leves de recuperación por la subsisten-
cia de las diversiones públicas, la migración y el estable-
cimiento de nuevos comercios; sin embargo, la situación
parecería mejorarse a partir de 1920 con el arribo de
una segunda oleada de diversiones públicas expulsadas
de El Paso como resultado de la imposición de la Ley
Volstead, que simbolizaba un triunfo para los prohibi-
cionistas y reformistas norteamericanos que pugnaban
por la búsqueda de una sociedad ideal libre de vicios y
corrupción. El tipo de economía de diversión, que os-
cilaba entre la formalidad y la informalidad, vendría a
proporcionar un respiro económico para la ciudad.
En 1921, el gobernador del estado, a través del pre-
sidente de la Junta Censal, informó al presidente mu-
nicipal de Juárez el resultado del censo57 de 1920: un
96
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
97
Se puede concluir en este apartado que los ferroca-
rriles que llegaron a El Paso en 1881 (a Paso del Norte
el ferrocarril arribó en 1884, tres años más tarde), au-
nado a la Zona Libre, la agricultura, la migración, la
apuesta al turismo apoyada en la industria de la diver-
sión, influyeron en el desarrollo económico de la región,
pero también, con el transcurso de los años, para que
los juegos de azar y prostíbulos, que abundaron del lado
norteamericano, se desarrollaran más.59 En este con-
texto puede señalarse que la mayoría de las diversiones
públicas que llegaron a Ciudad Juárez desde finales del
siglo XIX, hasta su masificación a partir de 1920, se
sustentaron como una coyuntura que en parte resol-
vió la problemática económica que se arrastraba desde
principios del siglo XX.
59 Ibid., p. 54.
60 José Luis Orozco. El testimonio político norteamericano (1890-
1980). Volumen II. México. SEP-UNAM. 1982, p. 14.
98
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
61 Ibidem.
99
espacios como “los bajos fondos, de prostitutas, jugado-
res, bohemios, bandidos, espiritistas, homosexuales, de
lugares de ocio y de vida nocturna”.62
Mientras que El Paso lograba “limpiar” su imagen
de ciudad del “vicio” que paulatinamente transfería a
Ciudad Juárez a partir de los primeros años del siglo
XX, el contacto y la convivencia entre personas con di-
ferencias culturales y raciales convertía al espacio fron-
terizo mexicano en un laboratorio donde se experimen-
taba una nueva dinámica social, donde unos y otros,
mexicanos y extranjeros, reclamaban la supremacía de
los espacios laborales.
100
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
www.hipersociologia.org.ar
64 Ibidem.
65 En 1914 llegó a El Paso un grupo de personas que se deno-
minaban “Escuadrón de Aviadores de América”, que apoyaban la
prohibición de alcohol en Estados Unidos. El Paso Herald calificó al
grupo como la “primera tropa” que llegaba a la ciudad por invitación
de la “Primera Iglesia Cristiana” con el objetivo de concienciar y
buscar apoyo de la población a favor de la prohibición. El grupo
se subdividió en tres grupos que sostendrían pláticas con la gente
por la tarde y la noche. Uno de los grupos estaría encabezado por
el gobernador de Texas, Frank S. Hanley, quien estaba a favor de la
prohibición del alcohol. El Paso Herald. 7 de octubre de 1914.
66 Ibidem.
101
el alcohol, fue también un problema de carácter y un
momento de cambio en el modo de vida.67
La Ley Harrison fue creada en 1914 con la finalidad
de prohibir el consumo de opio, morfina, heroína y co-
caína sin receta médica. Con la promulgación de esta
ley se trató de contener el incremento en los índices de
consumo de drogas en Estados Unidos y sancionar a las
personas que las traficaban ilegalmente.
Las ideas prohibicionistas que se extendieron por
todo Estados Unidos y El Paso no fueron la excepción,
pues muchos de los propietarios de esos lugares, al verse
amenazados de clausura, transfirieron sus operaciones a
Ciudad Juárez.68 Las diversiones públicas prohibidas en
El Paso e instaladas en Ciudad Juárez son descritas así:
67 Ibidem.
68 Óscar J. Martínez, Op. cit., p. 51.
69 Willivaldo Delgadillo/Maribel Limongi. La mirada desenterra-
da, Juárez y El Paso vistos por el cine (1896-1916). El Paso, Texas.
Cuadro por Cuadro, editor Miguel Ángel Berumen. 2000, p. 73.
102
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
103
cana, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la
Enmienda XVIII que prohibió la producción, venta y
consumo de alcohol en todo el país.
En 1918, El Paso Herald mostró su beneplácito a
través de su editorial y vaticinó que una vida sobria se-
ría alejada de la oscuridad de ahora en adelante, pues
a partir del 15 de abril entraría en vigor la prohibición
del alcohol en Texas, ya que las legislaciones de El Paso,
San Antonio, Dallas, Ft. Worth, Houston y Waco, se
habían decidido por la prohibición del alcohol. El pe-
riódico calificó de “buena” la medida en beneficio de
todos los ciudadanos.74 Así, el periódico ratificaba su
postura contra el vicio y se mostraba solidario con gru-
pos reformistas y protestantes, que desde finales del si-
glo XIX habían declarado la “guerra” a lo que llamaban
vicio y que, posiblemente, también formaban parte de
su operación, escudándose en un falso discurso religioso
y de defensa de la moral.
Meses antes de que entrara en vigencia la prohibi-
ción del alcohol en el estado de Texas, la mayoría de la
población de El Paso se manifestó en contra con 2397
votos.75 No obstante, con la votación de otros condados,
se decidió por la prohibición. La decisión de la mayo-
ría de la gente por que El Paso se mantuviera “mojado”
significó un golpe a la dura línea editorial de El Paso
Herald que lo aceptó, pero advirtió: “los prohibicionistas
perdieron la primera batalla”.76
104
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
105
avenida Juárez: Big Kid’s Palace. Posiblemente, su pro-
pietario J. N. Shipley tenía inversiones en ambos lados
y le interesaba promocionarlo del lado americano, pues
la distancia entre un centro y otro no era extensa. La in-
teracción entre Ciudad Juárez y El Paso no se limitaba
únicamente a la humana, había una posición flexible por
parte de la autoridad mexicana de permitir también la
movilidad de capitales. Sin duda, esta situación permi-
tió que la inversión de norteamericanos, algunas veces
asociados con mexicanos, diera origen a un complejo
sistema de diversiones públicas que generó empleo, cir-
culación de dinero, impuestos, pero también una forma
de diversión y distracción que no acababa por encajar
en una sociedad cuyo sistema valorativo estaba finca-
do en principios emanados del catolicismo. Esa nueva
forma de diversión atentaba contra los valores morales
que prevalecían en la época, o también puede leerse que
la sociedad mexicana, en este caso la de Ciudad Juárez,
empezaba a ver con recelo valores impuestos por secto-
res conservadores como la Iglesia católica, de igual ma-
nera como sucedía con la norteamericana que se oponía
a los valores y principios emanados del protestantismo,
para así dar paso al modernismo y a una fase de alto
consumo.
Las calles El Paso y Stanton se comunicaban direc-
tamente con la avenida Juárez y la calle Lerdo de Ciu-
dad Juárez a través de los dos puentes internacionales.
Por tanto, los clientes mexicanos y los norteamericanos
que quisieran consumir alcohol en la vecina ciudad, úni-
camente tendrían que cruzar el puente a pie, en auto-
móvil o en tranvía. La distancia que tenían que recorrer
era de unos cuantos metros. El grueso de los negocios
estuvo ubicado estratégicamente en el centro de ambas
ciudades, solo separados por el río Bravo. Las princi-
106
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
107
todo el país. Los quince años de vigencia de la prohibi-
ción del alcohol en Estados Unidos, traerían importan-
tes cambios en la esfera económica y social de la región,
pues durante “los años de la Prohibición (1918-1933),
El Paso y Ciudad Juárez experimentaron una intensa
interacción humana y económica estimulada por la ex-
pansión del turismo”.79
La prohibición del alcohol al otro lado de la frontera
motivó que miles de visitantes llegaran a Ciudad Juárez
en busca de licor y de otros placeres que provenían de
otras diversiones, como los prostíbulos y las casas de
juegos de azar. La llegada de visitantes norteamerica-
nos, nuevamente, impactó la economía, pues con ellos
también arribaron cantidades considerables de dinero,
pero también llegaron formas de vida y comportamien-
tos que no compaginaban con los de los mexicanos. Los
norteamericanos experimentaban el endurecimiento en
sus leyes para lograr un control social, y el espacio fron-
terizo mexicano representó el lugar para transgredir le-
yes, valores sociales y morales; por tanto, las ciudades
fronterizas eran los espacios para desfogarse y olvidarse
por algunos momentos de un sistema legal que les im-
puso restricciones, como beber alcohol.
No obstante, parte del total de los ingresos prove-
nientes del turismo regresaron a su lugar de origen “de-
bido a la fuerte dependencia por parte de los juarenses
hacia tiendas de El Paso para sus necesidades diarias”.80
Aunque este tipo de dependencia se observó años des-
pués de que la Zona Libre dejó de funcionar y El Paso
superó comercialmente a Ciudad Juárez.
108
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
109
Se estima que a partir de la prohibición, llegó a
Ciudad Juárez licor de todos los puntos productores de
Estados Unidos. Victor Warrens, distribuidor mayo-
rista de alcohol de Yreka, California, trasladó a Juárez
más de cien barriles de whisky, cuyo valor estimado fue
de más de cien mil dólares.81 La población en El Paso,
para 1920, como ya se mencionó, llegó a cien mil per-
sonas, aunado a las que provenían de otros estados de
la Unión, de todas ellas, un buen porcentaje del total
gustó de las diversiones y del licor; por lo tanto, se miró
a Ciudad Juárez como un prominente negocio de incal-
culable ganancia y un lugar de interminable diversión.
Según muestra la tesis de Edward Lonnie Langston,
para 1919, vía El Paso, fueron transportados por camio-
nes y vagones 448 barriles y 7218 botellas de whisky a
Ciudad Juárez.82 Si tal cantidad de bebidas embriagan-
tes llegaron a Ciudad Juárez cabe preguntar: la impor-
tación de la bebida, ¿pagó el impuesto correspondien-
te?, ¿pasó por la garita aduanal?, ¿quién o quiénes eran
el/los destinatario/s? De los miles de litros de alcohol
que se introdujeron a Ciudad Juárez, un porcentaje se
destinó para consumo local y el otro para regresarlo de
nuevo a su lugar de origen de forma ilegal. Esta situa-
ción revela que posiblemente fue más fácil organizar y
planear la distribución desde la frontera mexicana. A
lo largo del río Bravo había puntos que los agentes fe-
derales no lograron cubrir. Además, no se descarta que
algunos de ellos estuvieran involucrados en ese rentable
negocio ilegal.
110
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
83 La Patria. 1920.
84 La Patria. 1 marzo de 1920.
111
del ramo del licor se dieron a la tarea de llevar todas las
bebidas a Ciudad Juárez, que, según los periódicos de la
época, se convirtió en la ciudad de la frontera mexicana
que más almacenó licores y vinos. El periódico La Pa-
tria informaba así a sus lectores:
85 Ibidem.
112
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
86 La Patria. 1921.
113
que grupos reformistas, progresistas y protestantes no
sopesaron, sino que contribuyó para que norteamerica-
nos, alemanes, irlandeses y mexicanos se enriquecieran
mediante el contrabando de licor que se consumía en
grandes cantidades en Estados Unidos, cuando era legal
su consumo.
En la búsqueda para disminuir el índice de perso-
nas dedicadas al contrabando de licor, se endurecieron
las sanciones para todas las personas que violaban las
leyes relativas al tráfico de licores. Las leyes se dieron
a conocer por diferentes medios. Los conductores de
automóviles de sitio que violaran la disposición, serían
sujetos a clausura durante un año, mientras que los par-
ticulares corrían el riesgo del decomiso del vehículo. El
jefe de los agentes federales no dudó en anunciar una
enérgica campaña en contra de todas las personas que
se dedicaran a violar las leyes prohibicionistas.87
Norteamericanos y mexicanos, sedientos de licor y
de placer, continuamente violaban el orden jurídico y
moral de Ciudad Juárez. Muchos de ellos fueron encar-
celados y su liberación consistió en el pago de multas
fijadas por el juez de barandilla. Espectáculos denigran-
tes eran parte de la cotidianidad por parte de los visi-
tantes o turistas, algunos de ellos fueron arrestados por
deambular semidesnudos por las principales calles.88 Lo
paradójico del problema que representaba la ebriedad
pública, que quebrantaba muy seguido el bando de buen
gobierno y, por tanto, la moral pública, parecía compen-
sarse con los ingresos que generaba al erario municipal,
de tal manera que a la más leve insinuación de personas
ebrias por quebrantar el reglamento, inmediatamente
87 La Patria. 1920.
88 Ibidem.
114
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
115
jador común o jornalero, quienes bebían mezcal, sotol y
pulque.
Ante la situación ilegal del contrabando de alcohol,
la influyente Cámara de Comercio de Ciudad Juárez y
la autoridad municipal se dieron a la tarea de integrar
comisiones, cuyo objetivo era reglamentar el tráfico de
licores para el estado de Chihuahua. Esta reglamenta-
ción buscaría bajar y combatir el contrabando de alco-
hol desde una “absoluta y radical prohibición de dicho
tráfico, en virtud de los graves daños morales, sociales y
económicos que la referida prohibición acarrearía a este
estado”.89
Sin embargo, se observa que la reglamentación, más
que cuidar valores morales y sociales, iba encaminada
a cuidar los intereses, primero, de los inversionistas
locales y, después, del estado. El municipio cobraba el
impuesto correspondiente, igual que el estado y la fe-
deración. Posiblemente, y no se descarta, la intención
de conformar la comisión también obedeció a presiones
de actores sociales como grupos prohibicionistas al otro
lado del río.
Por supuesto, la influyente Cámara aglutinaba a la
élite comercial y empresarial; es decir, algunos herede-
ros de los negocios de sus padres y otros que median-
te inversión lograron duplicar su capital. Otros más se
asociaron a extranjeros para llevar a cabo la producción
ilegal y luego pasarla al otro lado de la frontera. En fun-
ción del contrabando de alcohol se tejió una compleja
red de tráfico en la que estuvieron implicados no solo
empresarios mexicanos y norteamericanos, sino, posi-
blemente, autoridades de ambos lados de la frontera,
116
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
117
En 1921, fueron denunciados por inspectores mu-
nicipales los propietarios de las cantinas La Numancia,
La Bohemia y Salón París, al sorprender a menores de
edad trabajando en el mostrador o como meseros que
llevaban copas a los lugares reservados en las mencio-
nadas cantinas.92 Contratar menores estaba tipificado
como delito grave y era una violación a la ley federal.
Los menores eran objeto de explotación laboral, pues
los empleadores les pagaban salarios menores al míni-
mo establecido.
La Ley del Trabajo del Estado de Chihuahua esta-
blecía que la proporción de trabajadores en el área labo-
ral debería ser proporcional: un 80 % para mexicanos y
el resto para extranjeros. Sin embargo, los propietarios
de las cantinas privilegiaron en los empleos de más re-
levancia a extranjeros, mientras que a los mexicanos los
destinaban a labores de servicio y de limpieza.
Esa actitud hizo que los trabajadores mexicanos se
organizaran con el objetivo de velar por sus intereses
y manifestar inconformidad ante la autoridad munici-
pal, al denunciar que los dueños no respetaban la ley en
cuanto a la proporcionalidad en la nacionalidad de los
empleados.
Los argumentos que presentaban ante la autoridad
municipal se referían a la experiencia y méritos con que
decían contar para realizar las funciones de cantinero y
de meseros para competir con cualquier extranjero que
se dedicara a esas actividades. Asesorada legalmente, la
Asociación de Cantineros apelaba al artículo 32 y al tí-
118
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
119
vo.94 Otra de las promesas del presidente al gobernador
fue la autorización para concesionar el juego en Ciudad
Juárez, lo que significaría para el erario local ingresos
por poco más de dos millones de pesos anuales.95
El historiador norteamericano Mark Wasserman
señala que fue evidente en la frontera norte observar la
movilidad social, y también que la pobreza continuaba.
Se puede decir que en torno de las cantinas, la gente
de escasos recursos obtuvo ingresos que formalmente
no conseguía, pese a los conflictos laborales que se ge-
neraron entre empleados mexicanos y propietarios de
cantinas.
En 1921, la Unión de Cantineros, Meseros y Ayu-
dantes pidió al presidente municipal autorización para
establecer un club. El representante de la autoridad mu-
nicipal exigió que especificaran si en el club pretendían
explotar los ramos de cantina, restaurante y los juegos
permitidos por la ley.96 Los agremiados pretendían dos
cosas: contar con su propio espacio de reunión y de es-
parcimiento, y que el salón sería alquilado para bailes
públicos y privados, además de que la instalación de
juegos permitidos por la ley les posibilitaría contar con
recursos extra a los obtenidos en sus fuentes de trabajo.
El alcalde aprobó la petición.
En 1924, la Asociación de Filarmónicos de Ciudad
Juárez dirigió una carta a J. N. Shipley, propietario del
cabaré Big Kid’s Palace, en la cual manifestaron su des-
acuerdo por haber dado de baja a tres músicos mexica-
120
Capítulo II
La región Ciudad Juárez-El Paso
121
de sus principios éticos emanados del protestantismo,
poco les importó “expulsar” lo que creyeron era fuente
del “vicio” hacia Ciudad Juárez. Los conflictos laborales
y sociales en el espacio fronterizo mexicano resultaron
de la posición de los anglos de que eran superiores eco-
nómica y socialmente que los mexicanos.
Para finales del siglo XIX, ricos comerciantes de El
Paso usaron la prensa en inglés para así influir en el ima-
ginario colectivo y mostrar que Ciudad Juárez resultaba
“peligrosa”. Desde esta representación, los anglos influ-
yeron en las creencias de la población y las autoridades
de El Paso para poner en evidencia que la contrapar-
te del espacio fronterizo mexicano era una “amenaza”
para la seguridad nacional. Así, urdieron una “efectiva”
campaña de desprestigio, a tal grado que parte de la po-
blación veía a sus semejantes mexicanos como el “mal”
encarnado. De esta manera, se demostró la efectividad
de los medios de comunicación masiva para influir en la
opinión pública, porque sirve a “quienes desearían con-
trolar las opiniones y creencias de nuestra sociedad [ya
que] […] recurren menos a la fuerza física y más a la
persuasión masiva”.98
122
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
1 Valenzuela Arce, José Manuel (coord.). Por las fronteras del norte.
Una aproximación cultural a la frontera México-Estados Unidos. Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 42.
123
Desde esta perspectiva, definiremos vicio como “un
hábito; ciertos factores temperamentales; un sentido de
exuberancia y de exceso vital; la influencia de la domes-
ticidad; el menoscabo de otras actividades utilitarias;
cierto grado de desviación del tipo medio primario del
hombre; y anchos límites de relatividad en las sanciones
y en la misma apreciación del vicio”.2 Cabe aclarar que
existen variedades de vicio, pero de acuerdo al tipo de
prácticas sociales que los “puritanos” reprobaron, llama-
ré diversiones “viciosas” a aquellas donde se “destacan
hábitos viciosos, como se dice con exactitud, mucho
mayor degradación en cuanto a las resistencias de los
resortes de la voluntad”.3 Clasificación en la que bien
pueden entrar las adicciones al alcohol, opio, morfina y
cocaína, entre otras.
Para mostrar por qué la prostitución es un vicio,
diré que esta práctica social puede comprenderse en el
tipo de “vicios que dimanan de verdaderas desviaciones
o perturbaciones de las dos actividades primarias del
sexo y del alimento”.4 Los juegos de azar se explicarán a
partir de “el vicio de los negocios arriesgados”,5 aunque,
calificados como “distracción”, comprenden el “simbo-
lismo” del dinero y el pretexto de la “ganancia” y por
ello bien pueden considerarse como la antítesis de las
actividades económicas.
Este capítulo también aborda otro tipo de distrac-
ciones colectivas que dieron origen a representaciones
con imágenes de una ciudad con amplia actividad, en-
124
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
125
holismo ascendieron dramáticamente. De acuerdo con
el informe semanal que el inspector de policía enviaba
al presidente municipal sobre la cantidad de detenidos
por ebriedad, se requería enfrentar la situación como
un problema social. Para 1921, los actores sociales de la
comunidad se dieron a la tarea de organizar un centro
antialcoholismo que denominaron “Benito Juárez”, cuyo
objetivo era dar ayuda psicológica y social a los adictos.
Representantes del Centro Antialcoholismo Beni-
to Juárez, en oficio dirigido al presidente municipal, el
12 de abril de 1921, solicitaban permiso para expandir
su campo de acción a través de propaganda por medio
de conferencias públicas. El argumento principal en el
que los antialcohólicos fincaban su petición señalaba:
“[…] una labor que tiende a exterminar el monstruoso
vicio de la embriaguez, que aparte de estar sumiendo a
nuestro pueblo en la más espantosa degeneración, co-
rroe también los más sagrados principios, donde des-
cansa el decoro de la sociedad, es decir, los principios de
moralidad”.7 Otra preocupación de la liga antialcohóli-
ca era el espectáculo denigrante que los ebrios genera-
ban en la vía pública, que en ocasiones atentó contra la
moral establecida.
Ése era el segundo oficio que enviaban al alcalde, ya
que no había dado respuesta al primero. Sin embargo,
según se muestra, la llegada y consumo del alcohol, tan-
to en cantinas como en otros centros de diversión, no
iba a detenerse por la queja de unos cuantos. Años más
tarde, las acciones se quisieron ejecutar, pero la medida
había llegado demasiado tarde, pues el alcoholismo co-
126
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
8 Ibid.
127
Si la Constitución de 1917 prohibía que los me-
nores trabajaran, menos se iba a aceptar que éstos in-
girieran bebidas alcohólicas, pues ello atentaba contra
todo principio moral establecido y violentaba el orden
social. Sorprender a un menor con bebidas alcohólicas
en el interior de una cantina violaba la Fracción II del
Artículo 16 del Reglamento de Bebidas Embriagantes,
que establecía una sanción administrativa equivalente al
pago de veinte pesos, oro nacional.
La actividad delictiva también aumentó en torno de
las cantinas. Turistas extranjeros y nacionales eran des-
pojados de sus pertenencias y dinero en efectivo, según
dan cuenta los partes de Policía. Los asaltos a mano ar-
mada se incrementaron, al igual que los lesionados con
arma blanca o de fuego.
En 1920, un reporte de la policía daba cuenta de la
siguiente denuncia:
128
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
129
pues se consideraba que no tenían una infraestructura
montada que compitiera con la de El Paso; por ello,
las justificaban, ya que, al menos, ocupaban gente y ge-
neraban recursos para el Municipio. Los defensores de
las cantinas se preguntaban: ¿cómo se mantiene Ciu-
dad Juárez?: “Como se ha mantenido siempre la atra-
sada población: con la insignificante vida que le han
dado las agencias aduanales y muy principalmente con
la afluencia que ha tenido de extranjeros y con la visita
de turistas que, muchos de ellos, por el gusto de estar
unas cuantas horas en México, vienen a dejar su dinero
por mero sport”.12
Las cantinas habían generado el enfrentamiento de
grupos porque unos las consideraban inmorales y otros
las miraban como fuente de ingresos, y esto, pese a los
estragos en la sociedad, era preferible a no tener nada.
La actitud de los moralistas reflejaba cierta conciencia
social, porque veían que la proliferación de bares iba en
detrimento de los principios más fundamentales de la
moral a cambio de un alto costo social. Sin embargo,
también puede reflejar que estos grupos eran manipula-
dos por religiosos prohibicionistas, cuya influencia tras-
pasaba la frontera.
En periodos de elecciones,13 las órdenes de no abrir
negocios donde se expendiera licor llegaban al presi-
dente municipal directamente del gobernador del esta-
do, a través del secretario general de Gobierno. Canti-
nas y todo establecimiento ligado al alcohol debía cerrar
sus puertas, pues abrirlas podría resultar de graves con-
secuencias debido a los enfrentamientos al calor de la
contienda política.
12 AHCJ, 1922.
13 AHCJ, 15 de julio de 1924.
130
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
131
sentía que ésta invadía su área de competencia. Los
funcionarios federales recibían órdenes desde la capital
de la República de vigilar los casinos, pues el gobierno
también era presionado por Estados Unidos en el sen-
tido de que Ciudad Juárez se consideraba como la tierra
del vicio y de la inmoralidad, representaciones que se
difundían a través de la prensa en inglés y que el gobier-
no de México rechazaba tajantemente.
El presidente municipal cuidaba las formas proto-
colarias y procuraba no invadir la esfera que competía
al gobierno federal. Los reclamos que pudiera efectuar
los hacía a través de la autoridad estatal para que ésta, a
su vez, los realizara ante el presidente de la República.
Finalmente, el alcalde ratificaba su compromiso ante el
gobernador de seguir con la campaña moralizadora que
había emprendido, para que así se dejara de calificar a
la ciudad fronteriza como una tierra de nadie, donde el
vicio campeaba sin restricción.
A pesar de las pugnas con el Municipio, la Federa-
ción instaló la agencia del Ministerio Público Federal
en la avenida Juárez,14 es decir, en el corazón de la di-
versión pública de la localidad, con la finalidad de estar
más pendiente de que se cumpliera la ley, sobre todo
en juegos, rifas y sorteos que entraban en su rango de
competencia.
132
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
133
que la tarea más difícil era convencer a las mujeres de
someterse a la terapia, por lo que recomendó que el
aislamiento se impusiera por la fuerza pública. Según
él, el tratamiento que se aplicaba no resultaba eficaz,
pues las mujeres lo dejaban al sentirse aliviadas de sus
lesiones, y al corto plazo regresaban de nueva cuenta
con el mismo problema.16
Las meretrices registradas en 1921 sumaban 114;
para 1923 la cifra aumentó a 153, todas ellas mexicanas.
En realidad, el número era mayor, pues existían las que
de manera clandestina ejercían el oficio y, por lo tan-
to, llevar un registro era imposible. Otro conflicto que
surgió, fue la queja por parte de las mexicanas debido
a que las extranjeras no pagaban los impuestos corres-
pondientes y las consideraban una competencia desleal.
Sin embargo, algunas extranjeras habían solicitado, ante
la Oficina de Migración, permiso para ejercer la prosti-
tución. El Municipio tenía registradas en 1922 a ocho:
seis eran francesas, una polaca y una italiana.17 Otras
que no estuvieron legalmente en el país, y que ejercían
la prostitución de manera clandestina, fueron puestas
a disposición de la Oficina de Gobernación para que
fueran expulsadas, principalmente hacia El Paso, Texas.
En 1922 La Patria destacó a ocho columnas que la
prostitución se había extendido por toda la ciudad, pero
que la gravedad del asunto residía en que muchas de
las prostitutas eran jóvenes “incautas”. Según la publi-
cación, la mayoría de ellas tenían entre 13 y 19 años
y señalaba a las cantinas, cabarés y principalmente a
hoteles y casas de asignación como escenarios donde
recurrentemente se ejercía esta actividad.
16 AHCJ, 1921.
17 AHCJ, 19 de junio de 1922.
134
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
135
sido deportadas, pero volvían a ingresar al país.21 Ahora,
la medida consistiría en ficharlas con sus datos persona-
les y fotografía para, en caso de reincidencia, aplicarles
sanciones más severas.
Los dueños de hoteles y cantinas fueron exhortados
por la autoridad a mantener incólumes la salud y moral
pública. Ante el incremento del número de prostitutas,
las sanciones fueron más severas al modificarse el regla-
mento: “Art. 30.- Los dueños de Hoteles y Cantinas o
sus Administradores que consientan la prostitución en
sus establecimientos serán penados por primera vez con
cien pesos de multa, la segunda con cien pesos y quin-
ce días de reclusión y si reincidieren por tercera vez, se
clausurará el establecimiento”.22
Lejos de controlar la prostitución, ésta se incre-
mentaba y salía de la zona asignada. Esto ocasionó
molestia entre algunos sectores de la población, pues
la expansión de las cantinas del centro hacia colonias
cercanas fue una realidad, las cuales no solo ofrecían
bebidas, sino que albergaban meretrices con la finali-
dad de atraer clientes. Padres de familia reclamaron al
Municipio mayor vigilancia o la prohibición definitiva
de la prostitución. Los vecinos del barrio Bellavista,23
mediante una carta, exigían al presidente municipal la
solución inmediata al problema que generaban estas
mujeres —las que permanecían en la puerta de entrada
de la cantina donde prestaban el servicio sexual—, pues
consideraban que este tipo de acciones inmorales cau-
saban vejaciones a las familias del sector.
136
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
137
Atendiendo a los fines de alta moralidad que per-
siguen el H. Ayuntamiento con la disposición in-
dicada y la cooperación que necesita de todos los
ciudadanos honrados del lugar, espero que se ser-
virá cooperar con el H. Ayuntamiento poniendo de
su parte lo que sea posible para obstruccionar [sic]
la labor emprendida.25
138
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
27 Ibid.
28 AHCJ, 3 de febrero de 1925.
139
La presión más importante se dio al interior de la
ciudad: padres de familia se agruparon con la finalidad
de combatir un problema que atentaba contra los valo-
res morales. Que estas mujeres deambularan en estado
de ebriedad y escandalizando, no era buen ejemplo para
las familias que las consideraban inmorales y social-
mente no aceptables. Ellas quedaban al margen de la
sociedad, pues su forma de ganar dinero no era apre-
ciada como trabajo honrado. Una de las funciones de la
autoridad era cuidar que no se rompiera el orden social,
por tanto, se vio en la necesidad de aplicar medidas es-
trictas encaminadas a reducir el número de meretrices.
La meta se cumplió, ya que para los primeros días de
abril de ese mismo año, la cifra que registró el Munici-
pio bajó sustancialmente a 78, cuarenta menos que las
registradas en febrero.29
El 1 de mayo,30 Día del Trabajo, quedó formalmente
clausurada la antigua zona de tolerancia. Por tal razón,
a las cantinas instaladas ahí se les retiró el permiso y se
invitó a los propietarios a buscar otros lugares. Así se
cumplía con parte de los objetivos de la campaña mora-
lizante que emprendieron grupos sociales y las autori-
dades municipal y estatal.
Ese mismo año, el alcalde envió al gobernador del
estado un informe31 de las actividades emprendidas. El
primero de los puntos fue la reubicación de la zona de
tolerancia, el objetivo de sacarla de la zona centro ya es-
taba resuelto, ahora su ubicación era afuera de la ciudad,
según previa aprobación del cabildo.
140
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
141
delito de ejercerla clandestinamente y el resto, faltas a la
moral o escandalizar en la vía pública.34
Se logró la meta de bajar el número de meretrices,
pero el endurecimiento de las sanciones y la persecución
de que fueron objeto motivaron la práctica clandestina,
por lo que el problema se agudizó. Una primera mirada
al fenómeno señala la incapacidad de la autoridad mu-
nicipal para resolverlo y que las pugnas generadas obe-
decieron a intereses económicos. Sin embargo, cabe la
posibilidad de que el encubrimiento no haya sido ajeno
a la autoridad federal, que poco tiempo después tomó
cartas en el asunto.
Este año fue fatídico para el erario municipal. El
gobierno federal había emitido un nuevo Código
Sanitario,35 mediante el cual quitaba el control de la
prostitución a los municipios, lo cual significó que se
dejaran de percibir importantes sumas de dinero para
la obra pública. Lo primero que se exigió al alcalde fue
un registro de todos los lugares donde se permitía el
ejercicio de la prostitución. Estas medidas reflejaron
la pretensión del presidente de la República, Plutarco
Elías Calles, de regular el vicio que reinaba en la fron-
tera norte mexicana.
Durante el gobierno del general Calles se impuso
un Código de Moralidad que abarcó todos los ámbitos
sociales. Engracia Loyo señala que el propósito callista
fue no dejar espacio donde no se sintiera su influencia.36
La prostitución requería de un control más estricto y
142
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
143
cia y pretender descalificar a los gobiernos municipal
y federal.
En el documento, informó que Leandro Huerta se
había desempeñado como comandante de policía bajo
la administración de Alberto B. Almeida y, al mismo
tiempo, era concesionario de la zona de tolerancia. Se
observa que las acusaciones de Corona obedecían a
reacomodos políticos y de poder en el estado, pues el
alcalde no dudó en señalar que su antecesor, Alberto
Almeida, hermano del exgobernador Jesús Antonio Al-
meida, era una de las personas que controlaba el vicio
en Ciudad Juárez.39
La denuncia refleja que la prostitución era manejada
por una compleja red de prominentes políticos que, una
vez fuera del poder, se resistieron a dejar el lucrativo
negocio. Tal vez esto obligó al gobierno federal a to-
mar cartas en el asunto. A pesar de que las causas eran
distintas y variadas, la prostitución seguía funcionando,
tanto a nivel formal como informal.
Otro de los motivos por los cuales intervino el go-
bierno federal fue que los problemas locales rebasaron su
ámbito y, posiblemente, cometieron el error de dirigir un
telegrama al presidente de la República para informarle
sobre las disputas entre el concesionario y el Munici-
pio. Obviamente, al gobernador del estado no le gustó
que pasaran por alto su autoridad, así que, a través del
Municipio, presionaba al concesionario para cancelar
el contrato vigente entre ambos. Esto permite deducir
que existía pugna política entre el grupo del exgoberna-
dor Almeida y el grupo político del actual gobernador,
Fernando Orozco. Otra observación que se deriva de la
144
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
145
dentro de la zona asignada—, también acusó al conce-
sionario de pretender monopolizar el negocio y de no
cumplir con las cláusulas del contrato relativas a pro-
porcionar vivienda a las meretrices, así como un medio
de transporte adecuado.
El alcalde aceptó que la presencia de estas mujeres
fuera de la zona de tolerancia siempre había existido y,
por tanto, era difícil controlar la situación. Se repetía el
ciclo de capturar a las meretrices en los cabarés y canti-
nas y enviarlas a la zona permitida, pero al poco tiempo
regresaban fuera del área asignada. Por otra parte, pese
a que un año antes la estadística municipal referente
a las meretrices apuntaba una disminución, ahora, por
el contrario, aumentaba. De esta manera, la campaña
moralizadora se desmoronaba en la medida que el pro-
blema iba creciendo.
Según informes de agentes federales encubiertos en
Ciudad Juárez, Antonio Dávalos se beneficiaba de la
prostitución porque en lugar de vigilar que estas muje-
res fueran revisadas por médicos, les cobraba una can-
tidad de dinero: “a las mujeres asiladas en la zona de
tolerancia cuando le gratifican les guarda consideración
y no les practica el examen de rigor, gozando de la pre-
rrogativa de poder llegar al centro de la ciudad, siempre
que entregue determinada cantidad”.41
Darío Galicia Ortega, quien se hacía conocer como
el “Agente confidencial No. 10” para ocultar su verdadera
identidad y poder realizar sus investigaciones en materia
de narcotráfico y prostitución, en un informe enviado a
la Secretaría de Gobernación señalaba el lugar donde es-
146
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
42 Ibid.
43 AGN, 30 de mayo de 1928.
44 Antonio Martino, de origen español pero nacionalizado mexi-
cano, se dedicaba a regentear centros de diversión que estaban aso-
ciados al vicio y la prostitución. Se asoció con Leandro F. Huerta,
quien tenía la concesión para la zona de tolerancia en Ciudad Juárez
147
propietario de la cantina y salón de baile La Luz Colo-
rada que también contaba con permiso para que muje-
res ejercieran el oficio de la prostitución en su interior;
además, dicho lugar estaba dentro del área asignada
para la zona de tolerancia. Martino acusó a Dávalos de
“hostilizar mi negocio […] comenzó por retener por
largas horas en el Hospital Civil a las pupilas de mi
establecimiento […] ordenó la expulsión de norteame-
ricanos y norteamericanas que en él se encontraban y
para que impidieran entrar a gente de esa nacionalidad
a mi citado negocio”.45 Antonio Dávalos fue citado a
comparecer ante el agente del Ministerio Público Fe-
deral y negó todas las acusaciones.
El oficial mayor de la Secretaría de Gobernación,
con fundamento en los informes enviados por el agen-
te encubierto, envió un oficio al gobernador del esta-
do, Marcelo Caraveo, donde le advertía de los actos de
corrupción por parte del alcalde de Ciudad Juárez: “se
tiene conocimiento de que el mismo Presidente Muni-
cipal permite el establecimiento de centros de prosti-
tución en la arteria principal de la ciudad, previo pago
que por concepto de gratificación recibe de las dueñas
de casas, en las que principalmente se ejerce el comercio
de drogas”.46
El control de la prostitución volvió a manos del
Municipio en 1929. El alcalde en turno, Agustín Gallo,
informaba al tesorero municipal de las nuevas cuotas
vigentes47 que habría que cobrar a las mujeres que se
dedicaran a la prostitución: las mexicanas deberían pa-
148
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
149
se consideraba como uno más de los aconteceres citadi-
nos de la malograda sociedad mexicana”.50
Aunque en menor grado que el consumo de alco-
hol, las drogas conocidas en la época como “heroicas”
dejaron sentir su presencia y significaron un problema
social. Los delitos derivados de esta problemática eran
de competencia federal, pero eso no quiere decir que
el Municipio no los combatiera; por el contrario, sus
registros muestran que había una proliferación de fu-
maderos de opio comercializado principalmente por
chinos: “por su parte, la opiomanía se asociaba con los
migrantes chinos, o con los ambientes bohemios procli-
ves al orientalismo”.51
Aun cuando el consumo y tráfico de drogas alteró
el orden social no se cuenta con datos suficientes para
precisar el origen de los estupefacientes. Referente al
opio se estima que grandes cantidades procedían del
“Lejano Oriente” y entraban por los principales puertos
de Estados Unidos, como San Francisco, por ejemplo.
Así como Ciudad Juárez se ubicaba como espacio de
convivencia de miles de personas entre extranjeras y na-
cionales, también se ubicó como el lugar para practicar
actividades ilícitas que generaron cuantiosas fortunas.
Para 1920, las droguerías o boticas expendían diversos
tipos de drogas, como cocaína, heroína y morfina, y su
autorización y vigilancia era competencia del Municipio.
Entonces se emprendió una campaña contra el
consumo de marihuana,52 considerado uno de los vi-
cios más perniciosos que iba en aumento, por lo que
se ordenaron medidas enérgicas contra aquellos que la
50 Ibid.
51 Ibid., p. 11.
52 La Patria, 1920.
150
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
151
co federal. Consumidores de morfina o morfinómanos
fueron 15; once de ellos eran extranjeros y tres de origen
mexicano. Mientras que 18 personas fueron arrestadas
por fumar opio.56 Los números reflejan que mientras
aumentaba la embriaguez, despuntaba el consumo de
narcóticos.
Con base en los libros de la Comandancia de Po-
licía, el presidente municipal manifestó al gobernador
que el tráfico de drogas heroicas bajó en relación con los
años anteriores. Sin embargo, se sospecha que las adic-
ciones cobraban fuerza conforme aumentaba el número
de visitantes que buscaban divertirse en Ciudad Juárez.
El 15 de marzo de 1920, el Diario Oficial de la Fe-
deración publicó la clasificación de plantas y productos
que podían utilizarse bajo prescripción médica. Al mis-
mo tiempo se emitían reglas para controlar el tráfico de
drogas. La primera estipuló que para introducir al país
opio, morfina, heroína y cocaína, se debería contar con
el permiso del Departamento de Salubridad. Esta me-
dida incluía únicamente a los farmacéuticos legalmente
titulados.57 La tercera disposición exigía que todo aquel
que quisiera alguna de las drogas mencionadas, debía
llevar un registro o un libro especial donde constaran
la entrada y salida de tales drogas. La quinta señalaba
la prohibición del cultivo y consumo de la marihuana.
La séptima daba cuenta de la sanción para aquellos que
infringieran las disposiciones, que consistía en una mul-
ta que iba de los cien a los cinco mil pesos, así como el
decomiso de la droga. La segunda, cuarta y sexta medi-
das se referían a requisitos en equipamiento que debían
cumplir los establecimientos.
152
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
153
haber cateado la casa del chino José Lo, ubicada en el
callejón Ugarte y Mariscal, encontraron treinta paque-
tes que contenían cocaína. El periódico informó que en
todas las casas cateadas, las drogas que más encontraron
fueron opio, morfina, cocaína y marihuana.
Un año después, en 1922, se descubrió un cuantioso
cargamento de marihuana y otras drogas en la bodega
de un hotel ubicado en la avenida 16 de Septiembre61
y se arrestó a dos norteamericanos y al propietario. Los
detenidos fueron puestos a disposición del Ministerio
Público Federal. El dueño del establecimiento, Emilia-
no Ortúzar, según el periódico, figuraba entre las perso-
nas adineradas de la localidad.
Ese mismo año se empezaba a notar que el número
de mexicanos dedicados a vender drogas iba en aumen-
to. Los turistas extranjeros eran sus principales clien-
tes o consumidores.62 En una redada, la policía logró
arrestar a seis mexicanos —que vendían droga a nor-
teamericanos—, así como a empleados y propietarios
de boticas, además de personas a las que sorprendieron
consumiendo droga en algunas cantinas. En ese año
fueron detenidas dentro de un bar una mexicana y una
norteamericana: un agente judicial les encontró tres pa-
quetitos de heroína y las remitió al agente del Ministe-
rio Público. La mexicana fue encerrada en la cárcel de
Ciudad Juárez, mientras que la extranjera salió libre con
el pago de una multa de sesenta pesos.
En 1923 era alarmante el tráfico de drogas, lo que
motivó el aumento de la presencia de agentes federa-
les.63 Éstos señalaron que la droga procedía del interior
154
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
155
comisaron cuatro paquetes que contenían dos onzas
de heroína cada uno.66 Este hecho reveló que la droga
que se consumía por nacionales y extranjeros provenía
de diversos puntos del país. Tal vez grandes cantidades
fueron introducidas ilegalmente a Estados Unidos, que
ya figuraba desde finales del siglo XIX como uno de los
principales consumidores en el mundo.
Algunas mujeres también fueron adictas a la heroí-
na. Rufina Martínez fue detenida dentro de uno de los
reservados de una cantina cuando pretendía inyectarse
una dosis, por lo que fue enviada a la cárcel y puesta a
disposición de la autoridad correspondiente. La droga-
dicción, tanto de hombres como de mujeres, aumentaba
al igual que la embriaguez pública.67
En diciembre, la Policía Judicial hizo un importan-
te decomiso de opio.68 La casa de María Camacho fue
cateada y se encontró la droga, además de varios cartu-
chos calibre 30:30. La traficante acusó a un hombre de
ser el propietario de la droga; sin embargo, cuando éste
fue aprehendido negó la acusación.
En los primeros días de enero de 1925 fueron deco-
misados más de cincuenta kilos de marihuana69 o “hier-
ba maldita”, como se le conocía. Durante el operativo se
arrestó a Clemente Talamantes. El periódico señalaba
que la droga provenía de Camargo, lugar que se distin-
guió por el cultivo del enervante.
Según un reporte del inspector de Sanidad,70 se in-
formó al alcalde que la mayoría de las prostitutas eran
156
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
157
Entre el 14 y 15 de mayo, se detuvo a Pedro Quirarte
por resguardar en su vehículo un paquete de morfina.
En 1927 la Secretaría de Gobernación del Estado
acusó a Agustín Gallo, presidente municipal de Ciudad
Juárez, de proteger a traficantes y, al mismo tiempo, por
ser beneficiario de la actividad.75 También señaló que
policías municipales protegían a los centros de vicio. El
problema para el alcalde era grave, ya que además se
afirmaba que no era mexicano, pues se presumía ciu-
dadano estadounidense. Las acusaciones contra Agus-
tín Gallo indicaban que protegía a Antonio y Enrique
Fernández, José Borja Ramos y Samuel Sambli —este
último de nacionalidad china—; todos eran traficantes,
según agentes encubiertos de la Secretaría de Goberna-
ción. En tiempos de campaña electoral, al chino Sambli
se le exigían “cuotas” a cambio de concesiones para que
traficara drogas al interior del “casino chino”, cuya ac-
tividad se extendía a Chihuahua, Tijuana y Mexicali.76
Al general Francisco A. Martínez, jefe de la Guar-
nición de la Plaza en Ciudad Juárez, se le acusaba de
tener nexos con Agustín Gallo, pues abrieron la cantina
El Agujero en la Pared en la línea divisoria con El Paso,
lugar de fama, porque los norteamericanos que querían
consumir licor solo tenían que meter la mitad de su
cuerpo por un agujero, por lo que no violaban la ley o
158
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
77 Ibid.
78 AGN, 7 de junio de 1928.
159
pues se advierte que, en muchos casos incurren hasta en
usurpación de funciones, siendo esto origen de cons-
tantes irregularidades y discordias quedando los asun-
tos únicamente en trámite”.79
Alberto Terrazas Valdez, agente del Ministerio Pú-
blico del fuero común, se desempeñó como secretario
particular de Manuel Mascareñas, exgobernador del
estado y exadministrador de la Aduana; además, era
pariente del gobernador Fernando Orozco. A Terra-
zas se le acusaba de brindar protección a dos personas,
también protegidas por el general Caraveo. Terrazas,
con ayuda de la Presidencia Municipal, cometía actos
de corrupción; “absorben todo el asunto del ramo ad-
ministrativo judicial, a esto hay que tomar en cuenta
que la Policía, es la que protege todos los delitos que
son penados, pues ya me he referido que algunos de sus
miembros, y especialmente empleados municipales, son
reconocidos traficantes en drogas heroicas […]”.80
Otro ejemplo de protección a narcotraficantes por
parte de funcionarios fue el caso de Enrique Fernández,
quien fue condenado y recluido en la prisión Islas Ma-
rías por “delito contra la salubridad pública”. Al poco
tiempo salió libre gracias a las gestiones que realizó el
entonces gobernador interino del estado de Chihuahua
Luis León (1929-1930), secretario de Agricultura y
Fomento en el gabinete de Calles, y de Industria, Co-
mercio y Trabajo en el de Ortiz Rubio. El informe del
agente encubierto agrega que Fernández tenía a su ser-
vicio a seis policías que lo cuidaban día y noche, y que
disponía de “una buena mafia bien organizada”.81
160
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
161
y económicos. Es posible deducir que su origen fue el
control de los negocios del vicio. Las ganancias que ge-
neraron las actividades ilícitas fueron incalculables.
Hasta el momento, las únicas cifras que existen res-
pecto de las ganancias que se derivaron de las diver-
siones públicas formales se encuentran en los registros
municipales —se explican en los informes de ingresos y
egresos—, pero las de origen informal, como el tráfico
de drogas, alcohol y la prostitución clandestina, es im-
posible cuantificarlas. Sólo se observa que algunos ape-
llidos aquí mencionados coinciden de manera notable
con actuales, es decir, se trata de familias cuya fortuna,
podría precisarse, tuvo origen en la actividad ilícita que
sus antepasados llevaron a cabo en Ciudad Juárez du-
rante los años veinte.
Pese a que en 1923 el presidente Álvaro Obregón
emitió un decreto que prohibía la importación de “dro-
gas heroicas” y tipificaba como delito de contrabando
su comercialización, el problema continuaba y parecía
no tener solución.84 Se especuló que detrás del decreto
de Obregón estaba la intención de congraciarse con el
gobierno de Estados Unidos.
En 1925 el gobierno del general Plutarco Elías Ca-
lles derogó el decreto de 1923 y lo sustituyó por otro
que daba amplias facultades al Departamento de Salud
Pública para que se encargara de los permisos de im-
portación de opio, morfina y cocaína.85 A la dependen-
cia también se le asignó la tarea de controlar la prosti-
tución. Las medidas que emprendió Calles obedecieron
a su campaña nacional contra los vicios, que pronto se
dejaron sentir en todo el país.
162
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
163
millones de pesos anuales, tan solo por el concepto de
impuestos generados por el juego. Pero meses más tar-
de, en 1921, el general Obregón ordenaría la clausura
de los juegos de azar.87 Antes de que entrara en vigor la
prohibición, el Municipio empezó a recibir en sus arcas
los primeros frutos de la concesión. Por este concepto
y por el lapso de diez días el tesorero municipal recibió
más de mil 500 pesos.88
Una sociedad de hombres de negocios de El Paso
y Ciudad Juárez hizo en 1920 una propuesta al Mu-
nicipio para que les otorgara la concesión de juegos de
azar. Los interesados se comprometían a invertir 20
mil dólares al año en la construcción de edificios que
se irían ensanchando conforme el negocio lo requirie-
ra. Al término de cinco años inyectarían tan solo en el
rubro de construcción cien mil dólares. Por supuesto
la propuesta incluía el permiso para la venta de vinos y
licores. El proyecto era ambicioso, pues incluía salones
para bailes, restaurantes, cafés, neverías, billares y otro
tipo de negocios enfocados en la diversión pública.
Los inversionistas también imponían sus reglas y
éstas consistían en que el Municipio se comprometiera
a que, por un lapso de 25 años, no otorgaría permiso
alguno para cada uno de los juegos o diversiones que se
proponían en el contrato; es decir, buscaban el control
de una actividad que, por la naturaleza de la inversión,
resultaba bastante lucrativa. Finalmente, el Municipio
desechó la propuesta porque todavía no recibía el per-
miso por parte de los gobiernos estatal y federal.
Ese mismo año, luego de que la concesión de juegos
fuera concedida por el general Obregón al general En-
164
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
165
pedía que esos recursos fueran destinados al fomento
de la instrucción pública a través de la construcción de
escuelas y para mejorar los caminos y pavimentación de
las principales calles de la ciudad.91
La asociación formada por Benjamín Revilla, Fran-
cisco Sagardi y Manuel F. López fue la primera a la que
se otorgó la concesión exclusiva de los juegos el 20 de
enero de 1921. El Municipio estipulaba en la primera
de las cláusulas del contrato que los juegos que les es-
taba permitido explotar serían los siguientes: redinas,
craps, naipes, dados, rifas y loterías. También se les per-
mitía el establecimiento de una cantina. El permiso se-
ría por el lapso de dos meses y el gobierno se reservaba
la facultad de revocar la concesión, avisándoles con diez
días de anticipación, así como la devolución de la suma
que se hubiera entregado. Los concesionarios quedaban
comprometidos a entregar un donativo al Estado y al
Municipio por cien mil 500 pesos mensuales para el
fomento de la instrucción pública, y la obligación de
pagar el salario de diez dólares diarios a dos policías. El
Municipio se comprometía a prorrogar la concesión por
más tiempo si se respetaban las cláusulas estipuladas en
el contrato.92
Sin embargo, la decisión de conceder el permiso a
Revilla, Sagardi y López fue difícil, pues se contaron más
de cincuenta propuestas para obtener la concesión. Los
principales competidores fueron Evaristo Parra, quien
ofreció un millón de pesos por un lapso de seis meses;
Roe G. Martín, quien ofreció 900 mil pesos más algunos
91 Ibid.
92 AHCJ, 1920.
166
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
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167
que cerrara la convocatoria, ofreció cien mil pesos más
que la propuesta de Revilla y sus socios. Esa cantidad
es la que, según el diario, dejaría de recibir el gobierno.
Touché no dejó de presionar a través de La Patria.
El diario exigía al gobernador que aclarase “el miste-
rio” y los ofrecimientos hechos dos días después de que
cerró la convocatoria. El editorial iba más allá de pedir
aclaraciones, pues insinuaba la existencia de una amis-
tad entre López y Revilla con el gobernador Enríquez.
También apuntaba que ambos fungían como presta-
nombres de los turcos Ayub Primos y Jorge S. Russek,
que participaban con un 45 por ciento95 en la sociedad.
Debido a las presiones que surgieron de grupos con
fuertes intereses económicos, además de las que prove-
nían del exterior que criticaban al gobierno de Obre-
gón, sorpresivamente, el 6 de abril de 1921, fueron clau-
surados los juegos por orden del gobernador del estado,
Ignacio C. Enríquez. Según un telegrama que envió a
La Patria:
168
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
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permisos porque estaba en bancarrota y tenía necesidad
de obtener recursos para equilibrar su presupuesto.
La Patria cuestionó los altos salarios que percibían
los funcionarios, además de un abultado aparato admi-
nistrativo integrado por inspectores, secretarios y em-
pleados “inútiles” que ocasionaban egresos importantes.
Era ésta la verdadera intención del periódico de presio-
nar y criticar tanto a las autoridades municipales como
estatales: “[…] constituye una parcialidad para ciertos
concesionarios, no reportando sino un beneficio ‘mi-
núsculo’ al erario municipal”.98 Parecía que Jacobo Tou-
ché volvía de nuevo.
La Patria no cejó en presionar al alcalde, pues cons-
tantemente denunciaba que al interior de las cantinas
se permitía todo tipo de juegos prohibidos bajo la com-
placencia de la autoridad. Al mismo tiempo, acusó que
prevalecía la corrupción entre funcionarios públicos
que, disimuladamente, permitían la operación de piza-
rras eléctricas que anunciaban el resultado de carreras
de caballos en Estados Unidos y en la ciudad de Méxi-
co. La acusación se extendió al grado de señalar que lo
recaudado por concepto de los juegos no iba a parar a
las arcas municipales, sino a los bolsillos de unos cuan-
tos privilegiados, quienes habían encontrado la manera
fácil de hacerse de dinero sin trabajar.99
El Paso Herald Post publicó en 1920, año en que
continuó el incremento de cantinas y garitos de juegos
de azar en Ciudad Juárez, que poco más de 200 mil
dólares al mes iban a parar a esos lugares.100 El perió-
170
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
171
cercana entre Silvestre Terrazas y Touché, a quien le
fue negada la primera concesión, o muestra que sim-
plemente Touché compró espacios del periódico para
atacar, principalmente, al gobernador Enríquez.
La presión ejercida para que se respetaran las disposi-
ciones de no permitir la reapertura de los juegos, incluyó
la amenaza de retirar las fuerzas federales de Ciudad Juá-
rez. La Patria acusó que la autorización de los juegos fue
a cuenta propia del Municipio, pues ninguno de los otros
niveles de gobierno habían emitido permiso alguno.103
La polémica desatada motivó que la prensa publica-
ra en sus páginas una posible visita del general Serrano,
secretario de Guerra del gobierno de Obregón, con la
finalidad de observar de cerca la situación.104 A cuatro
días de que terminara la concesión que se había otor-
gado a Evaristo Parra, se presentaron enfrentamientos
entre las tres esferas de gobierno al grado de que meses
después ésta fue derogada porque la administración fe-
deral prohibió los juegos de azar.
La Patria denunció contubernio entre la alcaldía
y empresarios locales y acusó directamente a los her-
manos Ayub de estar detrás de la concesión, además
de que los asociaba políticamente al general Francisco
Murguía, jefe de Armas, y al ingeniero Andrés Ortiz,
exgobernador de Chihuahua. Los Ayub se defendieron
mediante una carta que enviaron a Silvestre Terrazas,
propietario del periódico, en la cual negaron categóri-
camente las acusaciones: “Respecto a los juegos que se
explotan en Ciudad Juárez, podemos asegurar a Ud. y
lo autorizamos para que nos pruebe lo contrario, de que
no somos copartícipes ni principales en el negocio, y que
172
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
173
ra— entre los clientes, quienes, por el efecto del alcohol
y otras sustancias, alteraban el orden social y jurídico.
Lugares como los reservados fueron reprobados social-
mente cuando se sorprendió a personas consumiendo o
traficando con drogas. Incluso, escudándose en la priva-
cidad, se practicó la prostitución.
En torno a los lugares de diversión nocturna se cons-
truyó una fama internacional por presentar los mejores
espectáculos de la época, pero al mismo tiempo dieron
pie para que, por delitos que en su interior se cometían,
se creara una imagen negativa de la ciudad en la percep-
ción del turista nacional y extranjero.
En las siguientes páginas se pretende reconstruir
parte de esa realidad a través de los testimonios escritos
y orales que existen al respecto. La información con que
se cuenta ofrece los indicios pertinentes de ese pasado
histórico de Ciudad Juárez.
El horario durante el que era permitido operar a los
lugares donde se llevaban a cabo bailes públicos iba en
función de las disposiciones de la autoridad municipal.
En 1920 el alcalde notificó al comandante de la policía
el nuevo horario: de 7 de la noche a 3 de la mañana, al
que deberían de sujetarse los propietarios de salones.106
Para finales de ese año los bailes públicos en Ciudad
Juárez tenían como sede los salones:107 El California,
propiedad de Santiago Mestas; La Mascota, de Peña y
Rodríguez; American Dancy [sic], de Daniel González;
El Puerto de Yokohama, de Fernando Yamada; y Casa
Azul. Estos salones eran considerados de segunda clase
y tenían permiso para cerrar a las 4:30 horas; sin embar-
go, el horario era variable.
174
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
175
En los años veinte los cabarés llegaron a Ciudad
Juárez y la calidad de sus servicios fue objeto de aten-
ción internacional. Personas de estratos sociales altos,
hombres de negocios, artistas y deportistas concurrían
a estos sitios.
Muchos de los cabarés se instalaron en la avenida
16 de Septiembre. Se trataba de centros de diversión a
donde llegaron “Miles de americanos sedientos de li-
cor. Bares y cafés fueron llamados cabarets en esos días
y estuvieron colocados pared a pared por la calle 16 de
septiembre. Sus dueños trajeron las mejores bandas y
orquestas desde los Estados Unidos para esos cabarets.
La gente venía especialmente los fines de semana, a
gritar ¡yupi!”111
Los turistas que venían de El Paso a los cabarés
estaban sujetos a los horarios de apertura y cierre del
puente internacional. Muchos de ellos que no alcan-
zaban a llegar a tiempo para cruzar al otro lado tenían
que quedarse: “en un tiempo los puentes permanecían
abiertos hasta las 12 de la noche pero a veces había or-
den de cerrarlos a las nueve de la noche. Los paseños a
veces no creían que podrían cerrar a esas horas por lo
que continuaban en Juárez”.112
Los que pertenecían a estratos sociales altos se queda-
ban a dormir en los mejores hoteles de Juárez, mientras
que los que no tenían esa posibilidad solo buscaban un
176
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
113 Ibid.
114 Gutiérrez de Alba, Emilio. Tívoli, bailando con la historia. Mé-
xico, Del Azar, 2002, p. 88.
115 OHI-UTEP. Entrevista a María Teresa Rojas de Romero, El
Paso, 13 de enero de 1978, por Óscar J. Martínez. La señora Rojas
de Romero nació en la ciudad de Chihuahua el 21 de diciembre de
1899. Era una persona “de sociedad” en Ciudad Juárez.
177
cruzar la calle frente al café Central en Juárez. Cuando
la cerveza regresó, John Ford puso a funcionar una com-
pañía que llamó Distribuidora de Cerveza El Ritz”.116
El cabaré o cantina de primera, Lobby Bar,117 no se
distinguió por la oferta de El Nuevo Tívoli o de La Lin-
terna Verde, sino por la actitud racista que promovió su
propietario al prohibir la entrada a mexicanos y gente
de piel oscura. Eso causó molestia entre la población
de origen hispano, tanto de El Paso como de Ciudad
Juárez. La xenofobia de sectores sociales estadouniden-
ses rebasó su ámbito territorial para manifestarse en las
ciudades de la frontera norte de México.
La calle del Comercio, años más tarde llamada 16 de
Septiembre, fue un espacio social urbano, al igual que la
avenida Juárez, por el número de cantinas, cabarés y res-
taurantes. Resaltó el Palacio de Oro,118 cabaré que era pre-
ferido por artistas de cine, toreros y boxeadores de fama
internacional. Otros, como el Molino Rojo, One Two Three
y el Palacio Chino, se disputaron, a través de sus servicios,
la afluencia del turismo internacional y nacional.
En los años veinte se registraron 41 negocios en-
tre salones de baile y cabarés. Sin embargo, conforme
transcurrió la década, el número fluctuaba debido a que
en los primeros años, en plena efervescencia de la pro-
hibición, muchos buscaron instalarse en Ciudad Juárez,
pero a finales de los años veinte, cuando se veía llegar
el fin de la misma y hasta 1933, cuando se derogó, la
mayoría emigró hacia El Paso.
178
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
119 Por ejemplo, El Tívoli fue asaltado por un sujeto que, escopeta
en mano, se llevó lo que contenía la caja registradora y unas máqui-
nas tragamonedas. Así como la ciudad se beneficiaba económica-
mente de la industria de la diversión, también tenía que pagar las
consecuencias, pues los robos y otros delitos aumentaron conside-
rablemente; un costo social que se tuvo que pagar, pero a un precio
demasiado alto. El Tívoli, considerado uno de los cabarés de lujo y
en donde había toda clase de juegos de azar, sufría las consecuencias
por el incremento de la delincuencia. El Paso Herald, 24 de noviem-
bre de 1919.
120 AHCJ, 13 de noviembre de 1920.
121 AHCJ, 23 de enero de 1921.
122 AHCJ, 22 de junio de 1926.
179
Los altos índices de criminalidad que Ciudad Juárez
registró en la década de los veinte reflejan una realidad
insoslayable que sectores sociales como la Iglesia católi-
ca, asociaciones de padres de familia, protestantes de El
Paso y turistas, entre otros, atribuyeron a la abundancia
de cantinas, cabarés, salones de baile, proliferación de
la prostitución, tráfico de drogas y alto consumo de al-
cohol, para luego manifestar que esta dinámica social
dio origen a una época de escándalo y corrupción. La
presente tesis se ocupa de un análisis de textos perio-
dísticos, de la visión, así como de la construcción de
imágenes relativas al espacio fronterizo mexicano que,
paulatinamente, contribuyeron a crear una imagen ne-
gativa de la ciudad, así como de su población. Estas
imágenes, que en parte reflejaron la realidad social de
la época, hasta el momento, parecen ubicarse como los
andamios que sirvieron para la construcción de la le-
yenda negra de Ciudad Juárez. Por lo tanto, se pretende
explicar de qué manera se abordó y reprodujo el tema
de la criminalidad desde las páginas de La Patria, de
Silvestre Terrazas.
Durante los primeros años del rotativo, de 1919 a
1921, su línea editorial estuvo encaminada a reflejar la
posición política de la Iglesia católica y de los exiliados
mexicanos en El Paso por el gobierno de Venustiano
Carranza, además de sostener un discurso que navegó
entre conceptos fundamentales como “unión”, “sal-
vación” y “patria”. En los años posteriores, es decir, de
1922 hasta los primeros meses de 1925 cuando dejó de
circular, se observa que mostraba una marcada tenden-
cia a publicar y resaltar hechos criminales que reflejaron
180
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
181
13 de noviembre en la primera página bajo los titulares
siguientes: “Los Delitos que se Cometen Bajo el Influ-
jo de los Narcóticos” y: “Forman Legión los Adictos a
este Vicio, que cuesta 10,000.000.00”. La entrada de
la nota informó, en cifras, del número de personas que
consumían algún tipo de droga: “dos millones de hom-
bres y mujeres de los habitantes de los Estados Unidos
son afectos a las drogas. En esta ciudad se estima que
uno por cada cincuenta también es dado a las diabólicas
drogas. Se gastan $10,000.000.00 en un solo día en co-
caína, heroína, morfina, opio, codeína y miles de otros
narcóticos”.124 Con estos datos, el diario daba a conocer
que el consumo de drogas en Estados Unidos era un
mercado que redituaba considerables ganancias a quien
se dedicaba a esta actividad ilícita. Para los narcotrafi-
cantes, Ciudad Juárez significaba el centro de acopio de
drogas, para luego ser distribuidas en la Unión Ameri-
cana. El narcotráfico representó un problema social que
la autoridad buscó combatir permanentemente.
En El Paso, nunca se terminaba de expulsar a los
jugadores y bebedores. El periódico establecía diferente
trato informativo respecto de Ciudad Juárez y El Paso:
de la primera informaba que era un nido de vicios y
reino del crimen, y de la segunda sobre las acciones
positivas que emprendía la autoridad por cuya eficacia
lograba la detención de perniciosos jugadores y bebe-
dores a los que “perseguía con mucha energía”.125 Esta
actitud mostraba que hasta en los reporteros existía la
idea de que, efectivamente, el mal estaba del otro lado
de la frontera: “Cocaína y Morfina son las Drogas de
182
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
183
este motivo, de todas partes de este país han afluido a
la vecina ciudad miles de morfinómanos y opiatas, para
obtener morfina, cocaína y opio para saciar su vicio”.130
El periódico calificaba de inmorales los escándalos que
surgían de la embriaguez, por los que, cotidianamente,
americanos y mexicanos eran llevados a la cárcel por
exhibirse desnudos en la vía pública. El consumo, y que
Ciudad Juárez fuera el lugar de suministro de drogadic-
tos, también era inmoral.
Para el 14 de diciembre, la publicación dio un giro
en su política informativa sobre la ciudad al publicar
a ocho columnas y en primera plana que “Se Regene-
ra por fin la Ciudad del Vicio”, lo cual se traducía en
que Ciudad Juárez era drogadicta y que mediante al-
gún tratamiento logró su regeneración. El tratamiento
consistió en que, por disposición del general Ignacio C.
Enríquez, el “Centro de la Prostitución y del Vicio Será
Trasladado a Otro Lugar en Ciud. Juárez”. El goberna-
dor había respondido ante las severas críticas que recibía
de la prensa de la ciudad de México y no tanto porque
pretendiera solucionar la problemática: “las condiciones
que existen en Ciudad Juárez, son la causa de los falsos
rumores que se publican en la prensa de México, en los
que se dice que el estado del vicio de Ciudad Juárez es
tal que constituye una mancha para todo el estado”.131
Para los articulistas de La Patria había siete plagas
en Ciudad Juárez, según la columna “Comentarios de
Actualidad”:
130 Ibid.
131 La Patria, 14 de diciembre de 1921.
184
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
185
Para matizar la idea de que en Ciudad Juárez se con-
sumía y vendía droga por mayoreo, la publicación in-
formó que “La Policía Descubrió un Gran Almacén de
Marihuana y Otras Drogas Venenosas en Ciudad Juá-
rez”; también se capturó a Emiliano Ortúzar, dueño del
hotel “Ortúzar”, donde se encontró una gran cantidad
de marihuana, cocaína y morfina, quien era una conoci-
da personalidad adinerada y, según informó La Patria,
fue liberado luego de depositar una fianza de cuatro mil
pesos que le fijó el juez primero menor, Ángel Carrillo.
Se informó que la detención de Ortúzar causó sensa-
ción en Ciudad Juárez, pues este personaje era conocido
“en la sociedad juarense por ser este señor persona que
posee vastas propiedades y que percibe buenas rentas
de sus fincas, por lo que causa sorpresa saber que sea él
quien se dedica a este comercio criminal”.134
La noticia principal del 15 de julio de 1922, se re-
firió a que “Ciud. Juárez es el Gran Mercado de las
Drogas Enloquecedoras”. La información se refería a
que era el destino de grandes cantidades de droga que
procedían del sur del país. El periódico acusó a hombres
de alta posición económica de ser los principales narco-
traficantes: “en grandes cantidades se trae por hombres
ricos que disimulan adulterando las drogas para que no
paguen derechos”.135 Con esto se intuía que la importa-
ción era legal, siempre y cuando se pagaran los impues-
tos correspondientes. Tal vez, en este caso, se refería a
las boticas, negocios autorizados a expender drogas por
prescripción médica.
“Ciudad Juárez Será Higienizada Moralmente” fue
la nota que se refirió a la pretensión de las autoridades
186
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
187
acciones que los tres niveles de gobierno pretendían
ejecutar para sacar de la suciedad y del vicio a Ciudad
Juárez. “El día primero de noviembre quedarán clau-
suradas todas las cantinas y todos los bailes públicos,
así como los cabarés y demás diversiones favoritas de
lado mexicano”.138 Al mismo tiempo en una reunión los
representantes de los gobiernos consideraron que “el vi-
cio se ha arraigado de tal manera en C. Juárez y ha ido
extendiéndose de manera tan libre”.139 De acuerdo con
esta información, se demostraba que las autoridades
locales, estatales y federales eran incompetentes para
disminuirlo, o bien, había intereses en función de la ex-
plotación de los vicios que, de manera ilegal, redituaban
grandes fortunas.
Para el 12 de noviembre de 1922, el foco de atención
eran los complotistas y agitadores, según dio a conocer
La Patria. La campaña moralizadora pasó a segundo
término por el momento, ahora se informó que “Las
Ciudades de la Frontera se Limpiarán de los Complo-
tistas Agitadores y Revolucionarios”, personajes que
se unían a las prostitutas, rateros, viciosos, traficantes,
lenones y corruptos, para completar el cuadro de ciu-
dad viciosa, violenta y ahora complotista. La acción
consistía en una campaña que realizaría el gobierno de
Estados Unidos para expulsar de El Paso a todos aque-
llos ciudadanos mexicanos que “están constantemente
conspirando, sirviéndose del territorio americano, don-
de están refugiados para preparar expediciones armadas
a México”.140
188
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
189
tado de datos “acerca del tráfico de drogas venenosas
habido en toda la frontera”.143 Se precisó que “el alar-
mante aumento del tráfico de drogas venenosas que por
esta parte de la frontera se nota, desde hace poco tiem-
po, hará que el gobierno aumente el número de agen-
tes federales”.144 El problema atañía a las dos ciudades,
pues el índice de adictos subía considerablemente.
El convencimiento de que los efectos del consumo
de marihuana ocasionaba que se cometieran delitos cri-
minales en la vecina ciudad, permitía al rotativo titular
así la información: “Enloquecido por la Yerba Maldecida
Arremetió en el Puente Contra los Agentes”. Se informó
que fue “debido a que desarrollando una fuerza poco co-
mún para su complexión y estatura, no podía ser sujetado
por media docena de empleados de la inmigración ame-
ricana y policía que trataban de ponerle las ‘esposas’”.145
La nota más importante publicada a ocho columnas
el 3 de diciembre de 1927 en El Día, periódico vesperti-
no de Ciudad Juárez, era: “Un Hombre fue Encontrado
Muerto”. Esta muerte fue asociada al consumo de dro-
gas, pues el periódico dio a conocer que “no presentaba
huella de violencia en su cuerpo. Murió intoxicado por
las drogas. Se le encontró morfina y un cigarro de mari-
huana. Otras versiones dicen que fue muerto por causa
de una mujer y otras por robarlo”.146
La gravedad que representaba el alto consumo de
drogas y, en consecuencia, el aumento del número de
adictos, generó un problema social y tanto el Municipio
como los gobiernos estatal y federal unieron esfuerzos
190
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
147 Ibid.
148 El Continental, 30 de enero de 1929.
191
La influyente Cámara de Comercio de Ciudad Juá-
rez sesionó en secreto con el objetivo de quitar de la
avenida 16 de Septiembre las cantinas, garitos o, en
su caso, abolir estos últimos. La Patria informó que
se nombró una comisión que se encargaría de realizar,
detenidamente, un estudio sobre el papel que juegan
dichos establecimientos para la moral pública, con la
finalidad de contar con elementos suficientes para pre-
sionar al Ayuntamiento para que cerrara los centros de
juego. A la sesión se invitó a Manuel Cordero, tesorero
del gobierno de Chihuahua, y al diputado Octavio M.
Trigo, para que se involucraran en el asunto.149
Bajo el pretexto de que miembros de familia eran
explotados en los juegos de azar, el gobierno del Estado
decidió suspenderlos, principalmente los del Tívoli. La
Patria aprovechó la información para destacar los he-
chos, pues de alguna manera también fueron un factor
importante para que las autoridades norteamericanas
de inmigración decidieran cerrar los puentes a la me-
dianoche. Los juegos eran considerados un problema,
pero existía la disyuntiva para la autoridad municipal
de prohibirlos de manera permanente o permitirlos, ya
que, por un lado, tenían la presión del gobierno del Es-
tado, pero, por otro, los ingresos que generaban al erario
eran cuantiosos. Sin embargo, el diario publicó en pri-
mera página la información que daba cuenta del hecho:
“anoche a las 12 de la noche, se clausuraron los juegos
192
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
193
licía municipal, así como la guardia rural, estaban pen-
dientes: “no obstante que ya pasaron algunos días desde
que las fuerzas federales salieran de Ciudad Juárez, no
se han registrado desórdenes y la tranquilidad continúa
reinando en la población limítrofe”.154
Las autoridades de Ciudad Juárez se pronunciaron a
favor de una repartición equitativa de los impuestos ge-
nerados por los juegos. La posición que asumieron ante
el gobierno del Estado, se sostenía en que este último se
llevaba la mayor parte del producto y, por lo tanto, em-
plazaron al Estado para que les destinara el cincuenta
por ciento de la recaudación o expulsarían los juegos de
su jurisdicción municipal.155 La concesión fue un tema
polémico que involucró a los gobiernos municipal, es-
tatal y federal y, principalmente, a la prensa. Pese a que
fueron prohibidos, los juegos siguieron practicándose.
El tema fue tratado en la primera parte de esta tesis,
pero únicamente se menciona con la finalidad de hacer
ver que la discusión generó para Ciudad Juárez la ima-
gen de ciudad del juego.
El 16 de marzo de 1921, el alcalde de Ciudad Juá-
rez, Francisco G. Rodríguez, recibió una carta del pre-
sidente Obregón en respuesta a la que él le había en-
viado para solicitarle que mediara en el conflicto entre
el Estado y el Municipio. En la misiva, el presidente
respondió: “En virtud Ejecutivo a mi cargo considera
establecimiento esa clase de empresas como un acto
altamente inmoral, se ve en el caso de no poder obse-
quiar deseos del estimable Cuerpo presidido por usted
en intervención solicítese de Gobierno representar”.156
194
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
157 Ibid.
158 La Patria, 28 de diciembre de 1921.
195
completamente contraproducente precisamente
para El Paso.159
196
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
197
cina Ciudad Juárez si, como es de esperarse, las órdenes
del Presidente de la República, licenciado Portes Gil, se
cumplen al pie de la letra”.164 El escepticismo del dia-
rio se fincaba en que otras disposiciones presidenciales
en relación con los juegos no se habían cumplido. Por
supuesto, el gobernador del estado de Chihuahua, Luis
L. León, no se iba a quedar atrás y refrendó la disposi-
ción presidencial: “Tanto el Gobierno federal como el
del Estado a mi cargo, están dispuestos a no permitir la
existencia de garitos en ninguna parte del territorio de
Chihuahua, de manera que serán inútiles las gestiones
que se hagan para restablecer los juegos y muy especial-
mente por lo que se refiere a la frontera”.165
La posición de El Continental se refería a la posibi-
lidad de que los juegos de azar se volvieran a abrir en
El Tívoli, pese a la disposición presidencial y del gober-
nador de prohibirlos. “Bien conocida es la actitud de El
Continental respecto a los juegos de azar. Siempre los
hemos combatido, ya se trate de El Paso o de Ciudad
Juárez, y nuestro criterio a este respecto siempre será el
mismo”.166
164 Ibid.
165 Ibid.
166 El Continental, 9 de octubre de 1929.
198
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
199
aprobó la medida, no sin antes expresar su comentario
al respecto: “[…] dicho cambio sumamente necesario,
tanto para la moralidad pública, como para la tranquili-
dad de las familias”.169
La Patria procuraba denunciar el lenocinio y más
cuando esta práctica la desempeñaban funcionarios de
los tres niveles de gobierno. Cuando poseía informa-
ción de que alguno estuviera involucrado ésta era pu-
blicada en la primera plana. Esta vez tocó el turno al
agente del Ministerio Público, Trinidad Portillo, quien
era un completo desconocido, pero ahora ya se hablaba
de él de manera negativa, pues: “[…] ha comenzado a
darse a conocer en los últimos días. Patrocina en estos
momentos a dos mujeres que fueron aprehendidas por
la policía en un reservado al interior de una cantina”.170
La columna “Comentarios de Actualidad” abordó el
tema del traslado de la zona de tolerancia del centro a
los límites de la ciudad. La calle del Comercio y el ca-
llejón del Diablo, cerca de los puentes internacionales,
eran señalados como los espacios urbanos donde más se
practicaba la prostitución y la ingesta de bebidas alco-
hólicas. Esas calles, junto a otras paralelas, comprendían
la zona de tolerancia. El traslado significó para el autor
de la columna la “limpia moral de las calles céntricas.
[…] Es así como debe combatirse el vicio: es así como
puede aminorarse el efecto de una maleada condición
humana, que sometida a las medidas indispensables
para conseguir la salud pública, producirá al fin una
reacción en la conciencia individual, volviendo al buen
camino a los descarriados”.171 El columnista estaba de
200
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
201
y en las que, bajo pretexto de casas de huéspedes, se
han establecido verdaderos lenocinios.174
174 Ibid.
175 La Patria, 24 de agosto de 1922.
176 La Patria, 3 de septiembre de 1922.
202
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
203
vuelto a la población no obstante esta deportación”.177
La palabra “arrojadas” rememora a María Magdalena,
cuando fue “arrojada” para ser lapidada por la turba por
ser una “mujer pública”.
Santiago R. Troncoso, alcalde de Ciudad Juárez,
también anunció que emprendería una campaña de
moralización y la primera de las acciones era clausurar
los lugares donde se ejercía la prostitución. El Día in-
formó que “las Casas de cita en el Centro de la ciudad
Fueron Clausuradas” y resaltaba, al mismo tiempo, los
objetivos del recién nombrado presidente municipal:
“Disposiciones moralizadoras del Presidente Munici-
pal. No se permitirán mas centros de vicio en céntricos
lugares de esta población”.178
Los periódicos de Ciudad Juárez y El Paso trataron
el tema de la prostitución clandestina con énfasis en
una perspectiva moral, más que como un problema de
salud. Se insistía en que las mujeres que se dedicaran
a ésta salieran de las áreas confinadas, es decir, la zona
de tolerancia. En primer lugar, se les consideraba “pró-
fugas”, por violar las disposiciones del Reglamento de
Tolerancia, y luego inmorales si eran sorprendidas en
las calles o dando “caricias”. El Día informó que “están
presas unas Prófugas de la Zona Roja”, para luego se-
ñalar que “Fueron sorprendidas en vasias [sic] cantinas
ebrias”, y, posteriormente, completar la información:
204
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
205
nar. El vicio que prevalecía, según La Patria, alcanza-
ba magnitudes de corrupción, pues se sospechaba que
miembros de la corporación policiaca estaban involu-
crados en la regencia de casas clandestinas, cuya acti-
vidad era la prostitución ilegal y el consumo de bebi-
das alcohólicas y drogas. Esto lo destacó el periódico
en su primera página al afirmar: “Comparecerán ante
el ayuntamiento miembros de la policía regular y del
departamento de detectives de quienes se dice han per-
mitido la explotación de una casa clandestina y con la
que parece tener relación una negra”.182 Paulatinamente
se construía una mala fama de Ciudad Juárez entre la
población fronteriza, más aún cuando se señalaba que la
corrupción estaba arraigada en todos lados y, lamenta-
blemente, también entre las autoridades.
El contrabando, principalmente de armas y muni-
ciones, que pasaba por Ciudad Juárez hacia el interior
del país significó un lucrativo negocio. El 29 de mayo,
agentes fiscales federales decomisaron en el ferrocarril
19 pistolas que descubrieron al revisar un saco de mano,
del que no se supo quién era el propietario; pero eso no
fue todo: al continuar su recorrido por los vagones en
el de segunda clase descubrieron trescientos cartuchos.
Ante la movilidad y el importante decomiso, La Patria
publicó: “Siguen Demostrando Actividad los Agentes
Fiscales en C. Juárez”.183
La lucha que la publicación tenía contra Modesto
Flores, alcalde de Ciudad Juárez, era frontal, porque
aprovechaba cualquier error que cometiera el edil para
destacarlo en primera plana, situación que ocasionaba
incertidumbre entre la población sobre sus autorida-
206
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
207
rrupción al disponer de recursos del erario público y,
en consecuencia, en la ciudad predominaron los robos,
crímenes y la prostitución ilegal.
El 25 de noviembre de 1921, La Patria publicó en
primera plana que se había girado orden de aprehen-
sión contra el exalcalde Modesto Flores; además, decía
que la ciudad era un “desbarajuste” político porque el
comandante de la Policía había renunciado a su cargo.
Olvidándose por el momento de los constantes ata-
ques hacia Flores, el diario señaló que “los habitantes
de Ciudad Juárez se encuentran cada día más sorpren-
didos al enterarse del sinnúmero de acontecimientos
que debido a las intrigas políticas, suceden en la vecina
población”.187 Fue obvio que fueron artífices del proble-
ma político que se vivía en esos momentos.
Alberto Delgado, presidente municipal en funcio-
nes, fue ratificado por el gobernador, previa aprobación
del Congreso local. Los elogios hacia el nuevo muní-
cipe no se hicieron esperar por parte de la publicación:
“las cosas marchan perfectamente bien, debido a la
cordura y buena voluntad que han demostrado tanto
el Presidente como los regidores”.188 Con la aprobación
por escrito que el periódico emitió, ahora la política en
Ciudad Juárez no era un caos, pues reinaban la cordura
y la buena administración.
El trabajo que desarrollaba la Junta de Salubridad
no solo consistía en combatir las “plagas” de las que
daba cuenta el diario a través de sus editoriales, sino
que también se extendía a la revisión de calidad de pro-
ductos comestibles, principalmente la leche, producto
de primera necesidad y buen negocio para los lecheros,
208
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
209
se derrumbaron, lo que significó la pérdida de más de
cuatro mil dólares.
La imagen de ciudad corrupta y viciosa trascendió
las fronteras, así lo atestiguó La Patria: “Un Diario de la
Capital, Llama a Ciudad Juárez, ‘El Moderno Monte-
carlo’ de la Frontera”. La referencia decía: “No solo son
las cantinas, casas de juego y prostíbulos lo que da un
aspecto lamentable a Ciudad Juárez. Existe una afición
formidable por el contrabando en la cual toman parte
algunas casas comerciales que defraudan al fisco”.192 La
mala fama de la ciudad se extendía, pues cualquier in-
formación, aunque no tuviera importancia, significaba
noticia que no podía dejar de comentarse.
Era tanta la información negativa que el periódico
daba a conocer respecto de Ciudad Juárez, que la califi-
caba de “sufrida” al referirse a dos nuevos escándalos que
eran noticia el 4 de agosto de 1922, relacionados con los
fraudes que un individuo, que se hacía pasar como fun-
cionario de la Secretaría de Hacienda, cometió contra
varios comerciantes establecidos: “[…] se presentó a sus
establecimientos diciendo que llevaba órdenes estrictas
para realizar cateos; que dio orden de que se le mos-
trara la contabilidad y especialmente la documentación
relativa sobre importaciones con el objeto de pasar una
minuciosa revisión”.193
Los falsificadores abundaron durante la época y
la población de ambas ciudades estaba en alerta, pues
circulaban billetes falsos de veinte dólares. El depar-
tamento de detectives de la policía realizaba las ave-
riguaciones. Los billetes, según informes de la policía
y reproducidos por el diario, circulaban principalmente
210
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
211
Otro caso fue el de un alto militar del Ejército mexi-
cano que fue acusado de contrabando. Se tituló el acon-
tecimiento: “Un General del Ejército se Convirtió en
Contrabandista Burlando las Autoridades”. El general
Lorenzo Gutiérrez, superintendente de la división de
Chihuahua, fue señalado por pasar “seis grandes peta-
cas, veinte llantas de automóvil y otras mercancías de
una manera impune y atrevida”.197 El militar negó los
cargos y señaló que las petacas pertenecían al secretario
de Guerra, general Francisco Serrano. Con esta infor-
mación se ponía en evidencia la rectitud de los milita-
res, de quienes se sospechaba que estaban involucrados
en actos de corrupción.
Posteriormente, a ocho columnas se publicó que
“Los Jueces Corrompidos” pronto serán separados de
las oficinas públicas. La medida era porque se recibie-
ron informes de la corrupción que imperaba entre los
encargados de la justicia. Ante tales acusaciones, un alto
funcionario del Gobierno del Estado llegó a Ciudad
Juárez para “limpiar” los juzgados, quien durante una
visita sorpresa a un juzgado encontró al juez, al secre-
tario, el defensor de oficio y al agente del Ministerio
Público en completo estado de ebriedad, por lo que
procedió a darlos de baja en ese momento.198
Combatir a los adulteradores de licores fue una de
las primeras acciones que anunció Antonio Corona du-
rante su toma de protesta como presidente municipal,
quien pretendía terminar con el problema mediante la
aprehensión de los que se dedicaban a esta actividad
ilegal. El Día lo anunció así:
212
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
213
delictuosos [sic]”.201 No solo a través de la nota mani-
festó su desacuerdo, sino también en la columna “Poli-
cromas”: “En vano algunos descontentos han intentado
volver a perturbar el orden en nuestra Patria, el pueblo
ya cansado de que se derrame sangre y anhelando úni-
camente trabajo y tranquilidad no los ha seguido en su
loca aventura, y ya se está viendo que el resultado de ella
será el fracaso”.202
En diversas notas se alertaba a los norteamericanos
que visitaban Ciudad Juárez, al exhortarlos a tener pre-
caución porque, una vez que estuvieran bajo el influjo
del alcohol, serían víctimas de robo: “Los Pantalones y
el Dinero Perdido en Ciudad Juárez”, y reprochaba a los
turistas que “Se Embriagan Hasta Perderse y Después
no Saben Cómo Regresar”. Más que noticia la infor-
mación, por su contenido, parecía una advertencia y re-
comendación: “Los ciudadanos que desean transitar sin
peligro por las principales calles de Ciudad Juárez a las
altas horas de la noche, deben ser más cautos y fajarse
más bien los pantalones para evitar un espectáculo car-
navalesco y una pulmonía, a juzgar por lo que anoche le
ocurrió a un norteamericano”.203
Los robos eran noticia para el diario, incluso llegó a
compararlos con un mítico ladrón mexicano: “Chucho
el Roto no Demostraba más Habilidad”, para infor-
mar que había sido aprehendido un escurridizo ladrón:
“Ayer fue aprendido por la policía de Ciudad Juárez uno
de los más hábiles rateros que se dedicaban al ejercicio
de su profesión en la vecina población fronteriza”.204
214
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
215
y trató de explicar al público, al señalar que “no quisi-
mos, desde luego, hacernos eco de versiones que corrían
entre las personas que para esa hora sabían la noticia,
porque eran lo suficientemente variadas para concretar
la verdad de los acontecimientos”.207 El asalto motivó
la movilización de las tropas federales de la capital chi-
huahuense y de Ciudad Juárez, las cuales, bajo las ór-
denes de los generales Eugenio Martínez y J. Gonzalo
Escobar, comandantes de las respectivas zonas milita-
res, emprendieron la búsqueda de los asaltantes.
La publicación se caracterizó por publicar notas so-
bre asuntos cotidianos en Ciudad Juárez, pero además
expresaba reconocimiento cuando se lograban impor-
tantes arrestos: “La policía de Ciudad Juárez ha dado un
magnífico golpe con la aprehensión de unos peligrosos
rateros, quienes desde hace algún tiempo venían siendo
una constante amenaza para vecinos y visitantes”.208 La
detención fue resultado de la denuncia de dos turistas
alemanes asaltados en la ciudad. No solo los robos re-
presentaban un problema para Ciudad Juárez, sino que
ahora tenía que enfrentar también el correspondiente
a adeudos por concepto de servicios públicos que re-
cibía de la compañía eléctrica de El Paso, a la que se
le debían, según el periódico, diez mil dólares que el
Municipio no había cubierto, de tal manera que la pu-
blicación señaló el advenimiento de una crisis.209
Ni los invidentes se escapaban de los rateros, así se
consignó el 18 de mayo: “un grupo de siete ladrones
asaltó anteanoche en Ciudad Juárez a dos ciegos de los
que tocan en las cantinas, quienes no tuvieron más re-
216
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
217
la Población Vecina”. Con ello se evidenciaba que la ley
vigente no era útil y por eso se preparaba otra que fuera
efectiva para contener la “plaga”, pues
218
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
219
la policía, pues las detonaciones de las armas alertaron a
los gendarmes asignados a la zona.219
Posteriormente, dos ciudadanos norteamericanos
pretendieron secuestrar a Felipe Holguín para llevarlo a
Estados Unidos, se informó en la edición del 3 de octu-
bre. La intervención oportuna de la policía evitó que los
plagiarios cumplieran con su cometido, porque rescató y
llevó a Holguín al Hospital Civil de Ciudad Juárez para
recibir atención médica, porque resultó herido. El diario
decía que Felipe Holguín “fue terriblemente golpeado
anoche en la cabeza con el cañón de una pistola, y a no
ser por la oportuna intervención de particulares que avi-
saron a la comandancia de policía de C. Juárez, Holguín
hubiera pasado a El Paso”.220 Crímenes, heridos, robos
y plagiados conformaban la nota roja que el periódico
cotidianamente publicaba en su primera plana.
Para desviar la atención del cierre de cantinas, ca-
barés y bailes públicos, se publicó el 14 de octubre:
“Acabarán con los Rateros en C. Juárez” y se informó
que “La Culta Sociedad Juarense está ya de Plácemes”.
Sin embargo, los titulares se contradijeron cuando se
abordó el tema: “En Ciudad Juárez Hace Cuatro Días
que no se Registra ni un Robo, ni un Asalto, ni un
Delito”.221 Esta ambigüedad en la información era co-
mún en el tratamiento que la publicación daba a las
noticias. Por otra parte, se observó y llamó la atención
que después de cuatro días Ciudad Juárez tenía un mo-
mento de calma y la sociedad podría estar tranquila por
un corto tiempo, porque para el 25 de octubre la nota
220
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
221
drogas perniciosas o gustan de explotar por garitos
clandestinos”.224 La acción que emprendió el jefe de los
judiciales había redituado en la detención de varios ra-
teros y traficantes, lo que permitió que sus delitos se
vieran mermados.
El 5 de febrero se logró dar otro golpe: “Un Buen
Golpe a los Ladrones de Automóviles”. Así calificó el
diario el hecho para luego informar que los ladrones
habían abandonado dos autos de la marca Dodge, luego
de que fueran perseguidos por la Policía Fiscal. El co-
mandante, coronel Amaya Terán, señaló: “pues se sabe
que hay una cuadrilla bien organizada de ladrones de
automóviles, que opera desde Estados muy situados al
norte de este país, y que por tierra se envían a la fronte-
ra, para ser pasados al lado mexicano”.225
La fuga del reo Faustino Ramos, se destacó en la pri-
mera plana: “Se Fugó Ayer Trasponiendo por la Azotea
los Muros de la Cárcel Pub.” Y luego el relato de los
hechos: “se fugó de la prisión, salvando el alto muro del
segundo anillo, el procesado Faustino Ramos, quien
hacía poco más de un mes había sido reaprendido [sic]
y nuevamente encarcelado”.226 Esto mostraba que la
prisión era insegura para resguardar a los delincuentes.
Bonos robados en bancos norteamericanos eran
vendidos en Ciudad Juárez. Se informó: “Se Están
Vendiendo Bonos que se Robaron de un Banco Ame-
ric.” El jefe de la policía de El Paso recibió información
confidencial referente a que “en Ciudad Juárez se en-
cuentran los bonos de la libertad que fueron robados
del Banco de Blaine, en el Estado de Kansas y cuyos
222
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
223
municipal.230 El tema de la ejecución no pasó inadver-
tido para el periódico que, en su editorial “Yo Acuso”,
sostenía que era “la primera sangre que se vierte en la
frontera chihuahuense” y atribuía los acontecimientos a
la rebelión delahuertista: “una campaña de mentiras ha
estado preparando el terreno para una acción efectiva
en la frontera, de parte de los conspiradores de allende
y aquende el Bravo”.231
Un peligroso reo que se fugó de una cárcel de Ca-
lifornia en la Unión Americana, “El Famoso ‘Cara de
Caballo’, el Auténtico, fue Arrestado por la Policía de
la Ciudad”, la captura se realizó “en una de las barria-
das de la parte sur de la ciudad, a quien las autoridades
americanas habían estado buscando con suma diligen-
cia por cielo, agua y tierra, por encargo de las autori-
dades judiciales de California”.232 Pero, además, logró
fugarse de la corte donde era juzgado. La nota así des-
cribió el escape: “El famoso ‘Cara de Caballo’ llamado
cristianamente Isabel Murillo, enjuiciado por un gran
jurado por ratería, se evadió ayer de manos del ayudan-
te del alguacil G. Quintana”.233
La autoridad tampoco escapó a la acción de los asal-
tantes en Ciudad Juárez. “Fue Asaltado el Juez Letrado
de Ciud. Juárez, Ayer”; se señaló que
224
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
225
enmascarados”; la segunda, a que una “Mujer Acusada
de Incendiaria se haya Presa”; y la tercera tenía que ver
con la autoridad municipal, pues “se amenaza de muerte
al Señor Agustín Gallo”.237 Esta última reveló que el
encabezado no tenía nada que ver con la entrada de la
nota, sino que aludía a la reunión que tendría la “Junta
Computadora” en el teatro Novedades con la finalidad
de iniciar con el conteo de votos y dar a conocer quién
fue el triunfador en la contienda por la Presidencia Mu-
nicipal de Juárez. Sin embargo, los dos primeros párra-
fos jamás mencionaron la supuesta amenaza de muerte
a Agustín Gallo. Con este tipo de información alarmis-
ta, el diario caía en una práctica sensacionalista.
Para el 23 de enero se detuvo en Ciudad Juárez a
una banda de ladrones de automóviles. Se informó que
“desarman los autos y las partes las venden a nivel lo-
cal”. El descubrimiento fue fortuito debido a que a un
agente de la policía le robaron su auto, por lo que se dio
a la tarea de rastrearlo hasta dar con un vehículo com-
pletamente deshuesado. Los rateros fueron detenidos
en ese momento.
Asimismo, Pedro J. García puso una denuncia ante
la autoridad competente porque le robaron las llantas
de su carro, así como otros accesorios. La destreza de los
ladrones no tenía límites, ya que de la casa del afectado
extrajeron las llaves, quien no tenía ni la más leve sos-
pecha de quién había cometido el hurto.238
Un ladrón, Guillermo Rodríguez, apodado “El Có-
cono”, quien ya era famoso en ambos lados de la fron-
tera por los robos que perpetraba, fue aprehendido por
la Policía de Ciudad Juárez. El Continental, editado en
226
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
227
cabeza, que sin duda le fueron inferidas con una hacha
que se encontró ensangrentada cerca de él”.241
Para el 21 de enero el diario repitió la serie de no-
tas escandalosas y amarillistas: “Vencido por la Miseria
Venzor se Voló la Tapa de los Sesos”.242 En la edición
del día 22, el rotativo retomó la noticia respecto del
crimen con el “hacha sangrienta”, para insertarla en la
primera plana: “Sigue Cubriendo un Denso Misterio
el Fúnebre Hallazgo”.243 Se daba a entender que todo
continuaba sin resolverse porque las investigaciones no
avanzaban y, por tanto, no podían encontrar a quien co-
metió el asesinato.
El periódico atribuía al diablo las desgracias que
ocurrían en la frontera. Si alguien cometía un crimen,
sin duda era porque se encontraba bajo la influencia del
mal: “El Demonio de los Celos Ocasionó el Lamenta-
ble Drama”. De esa manera tituló la nota para informar
que una joven se había privado de la vida a consecuencia
del demonio: “Rosa Elena, agraciada joven de 22 años
de edad […] se suicidó ayer después de haber tenido un
altercado con su esposo”.244
El diario regularmente señalaba que la causa de los
delitos que se cometían en Ciudad Juárez era por el con-
sumo de alcohol y no dudó en publicar encabezados que
reflejaban escándalos: “Enloquecido por el Alcohol dio
Tremendo Golpe con una [sic] Hacha a su Propia Her-
mana”. El consumo de marihuana y de alcohol cegaba a
las personas y las llevaba a cometer estos delitos, los cua-
les la publicación reprobaba y reproducía en sus páginas
228
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
245 Ibid.
246 La Patria, 30 de agosto de 1921.
247 La Patria, 1 de septiembre de 1921.
229
El 17 de septiembre La Patria publicó: “Hubo Ayer
Muertos y Heridos en la Vecina Población Mexicana”.
En esa misma edición se emitió: “El Cadáver Destro-
zado de un Hombre fue Hallado Antier al sur de la
Vecina Ciudad”. Con estos titulares el periódico contri-
buía a la construcción de una imagen violenta de Ciu-
dad Juárez donde no había autoridad alguna que previ-
niera y frenara los delitos. Al siguiente día, el diario se
contradecía, pues aceptaba que “Dio Buen Resultado la
Labor Policiaca en Ciudad Juárez”.
La muerte de un infante, por el disparo accidental
de un arma de un policía, fue destacada por el rotativo:
“Disparó la Pistola Contra su Cuñado; Pero Hizo Blanco
con Mala Puntería Sobre el Niño”. Así se explicaron los
detalles: “Rafael Páez, expolicía de Ciudad Juárez, come-
tió un crimen en la calle Chihuahua numero 109, siendo
aprehendido inmediatamente y conducido a la cárcel”.248
La nota roja, que por lo regular se publicaba en la
primera página, el día 11 de marzo destacó que “Una
Ola de Sangre Ciega en este Momento a los que están
Enloquecidos por el alcohol”, para referirse a que se ha-
bía encontrado el cadáver de un anciano apuñalado por
“desconocida mano criminal”.
El periódico comúnmente se refería al delito de la
siguiente manera: “Otro hecho de sangre ocurrió en
Ciudad Juárez” y luego describía el crimen detallada-
mente: “Con las ropas ensangrentadas y con una pro-
funda herida en la región parietal izquierda, al parecer
causada con una hacha de mano”.249 Para el 16 de mar-
zo, la policía había apresado a Alberto Lugo, criminal
que apuñaló al anciano el día 11 de marzo. El diario
230
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
231
una tapadera y al prenderlo le ocasionó graves quema-
duras que le ocasionaron la muerte.255
Noticias como “La Ola de Sangre Sigue Invadiendo
a Ciudad Juárez”, se publicaban en primera página para
informar que “Los crímenes de sangre en C. Juárez pa-
rece que se han hecho una costumbre, pues no pasa un
día sin que se registre uno por lo menos”. La referencia
consistió en que “Francisco Moreno y Máximo Flores,
tuvieron una acalorada disputa” y el desenlace fue que
Moreno recibió dos balazos. Los hechos ocurrieron en
un “antro de vicio en Juárez, la calle de Ugarte, frente a
la cantina la ‘Imperial’”.256 Se afirmaba que ya eran cos-
tumbre los asesinatos en Ciudad Juárez y hablar de ella
era como referirse a una tierra sin ley donde prevalecía
la del más fuerte.
Así como el periódico reproducía, sin pudor, los
crímenes cometidos por personas de escasos recursos,
cuando el caso involucraba a “distinguidas” personali-
dades de la sociedad juarense, el trato de la informa-
ción era diferente: “La Señora Escobar de Fuentes dio
Muerte a su hija Marta en un Momento de Extravío
Mental”. Se advierte que el encabezado la excusaba, ar-
gumentando que actuó en un estado de demencia, es
decir, no estaba consciente. El redactor escribió califica-
tivos que trataban de suavizar o exonerar a la homicida:
232
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
233
pleado aduanal que fue muerto de una manera violenta
en las afueras de la ciudad, habiendo recibido varias he-
ridas de arma blanca, que le ocasionaron la muerte”.260
Por la cotidianidad con que se publicaban los crí-
menes pasionales, se observaba que el morbo entre la
población era evidente: “Un Crimen por Celos [...]
Se Perpetró en Ciudad Juárez por un Mecánico”, fue
la nota de ocho columnas del sábado 3 de noviembre.
Sin contar con datos precisos que señalaran a Manuel
Moncada como responsable del delito fue detenido en
El Paso para ser entregado a la justicia mexicana. El
periódico cuestionó la veracidad de las acusaciones al
escribir que “Se dice que fue el que hirió mortalmen-
te de un balazo a la Sra. Severa Ursua, el jueves en la
noche en el barrio de la Chaveña de Ciudad Juárez”.261
El 22 de noviembre se informó de otro homicidio:
“Con la Cabeza Despedazada a Hachazos fue Encon-
trado un Anciano en Ciud. Juárez” y detalladamente se
expuso que “Su propia hija iba a despertar a su padre,
hallándose con un espectáculo horrible, abrazando el
cadáver ensangrentado de quien le había dado el ser”.262
La crudeza de la descripción del crimen delataba que el
periódico no cuidaba la forma para exponer de manera
diferente los acontecimientos; la sangre y el arma, por lo
regular, eran expuestos con toda naturalidad.
Los crímenes en El Paso escasamente eran noticia
en La Patria, pero en esta ocasión se publicó un asesina-
to, quizá por la saña con que se cometió. El encabezado
decía: “Un Crimen Espeluznante se Perpetró Ayer en el
Barrio de la Fundición de El Paso”, para luego precisar
234
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
235
Violenta el Subalterno del Alcaide de la Cárcel de Juárez,
Sr. Miguel Arreola”.266 La autoridad atribuyó a Tiburcio
Sánchez la autoría del crimen, pues, según el diario, “le
disparó seis tiros de su pistola y no le dio tiempo de de-
fenderse”. La víctima fue descrita como un hombre de
valor, atento, instruido y de gran pericia policiaca. El ho-
micidio sucedió dentro de la cantina Casa de Rosa.
El periódico informó a ocho columnas que “Un
Horrendo Crimen [...] Parece que se ha Cometido en
Ciudad Juárez”. El asesinato fue noticia para La Patria:
236
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
237
ten detalles de refinamiento”. Lejos de informar sobre
la participación de la detenida en el homicidio, se exal-
taron los atributos de la asesinada, lo que mostraba que
el reportero la conocía muy bien por la forma en que la
describía: “era una mujer de pequeña estatura, graciosa,
simpática a pesar de la vida en que se encontraba”.269
El 26 de septiembre de 1924, apareció a ocho colum-
nas: “Dos Horripilantes Crímenes” y entre los califica-
tivos espeluznantes se informaba que una “Madre mató
a su propio hijo en La Chaveña”; mientras que el otro
encabezado se refirió al paciente de un sanatorio en El
Paso, quien fue confundido con un ladrón por el velador
del nosocomio y le disparó causándole la muerte. Al pri-
mer caso lo describió así: “Entre los vecinos del Barrio
de la Chaveña se habla de un infanticidio cometido por
una mujer del pueblo para quedar impune del delito de
infidelidad conyugal o adulterio cometido por ella”.270
Para el 1 de octubre de 1924, los delitos violentos
continuaron en Ciudad Juárez: “Un Nuevo Crimen
Cometido en Ciudad Juárez”, se relacionaba con la
estrangulación de un chino por parte de unos bandi-
dos y se le atribuía que “La Marihuana Causa Negros
Delitos”. La nota describió: “la policía encontró esta
mañana el cadáver de un asiático en un expendio de
pasturas […] viviendo entre las pacas de alfalfa en un
nido inmundo de hilachos y demás telebrejos que cau-
sa repugnancia ver”.271
El viernes 10 de octubre, el diario informó que “La
Policía Mexicana Busca al Criminal que Violó Antier a
la Joven Luz Mata”, mientras que para el 13 daba cuen-
238
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
239
Al parecer, todos los crímenes que se cometían en
Ciudad Juárez eran calificados por La Patria como mis-
teriosos. La noticia de un cadáver descubierto dentro
de las aguas del canal, y sin poseer datos precisos, fue
difundida como “Otro Crimen Misterioso” en relación
a que en “La Acequia Madre, en la Avenida Juárez,
descubrieron el cadáver de un hombre fornido y bien
hecho, decentemente vestido, que presentaba los pies
atados con alambre de alfalfa, y con un profundo golpe
en la cabeza probablemente inferido con un instrumen-
to de hierro”.275
240
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
241
cómo sucedió el percance y, como si fuera una novela
de género criminal, redactó un texto dramático donde
quería mostrar sus dotes de escritor.
Los escándalos que resultaban de las contiendas po-
líticas en Ciudad Juárez eran parte de la cotidianidad
de la población. El diario informó que el 14 de junio, la
plazuela del barrio “La Chaveña” fue escenario de una
batalla “a pedrada limpia” entre los seguidores de los
candidatos Luis León y Abelardo S. Amaya, “habien-
do resultado como diez personas heridas, dos o tres de
ellas de alguna gravedad”.279 Estos grupos se volvieron
a encontrar el 16 de junio, pero ahora escenificaron una
campal a “guijarrazos”. El periódico mencionó rumores
de que hubo un muerto en la refriega entre las facciones
en pugna que apoyaban a los aspirantes a diputados.
Volvía la “ola de sangre” que tanto citaba La Patria
cuando se refería a un crimen en Ciudad Juárez. Ahora
informaba: “Dos Puñaladas le Dieron Ayer en C. Juárez
a Alarcón”. No contaba con una sección determinada
para publicar la nota roja en la primera página, pues,
posiblemente, este tipo de información le permitía ven-
der más ejemplares al causar sensacionalismo, sin im-
portarle que estuviera generando una mala imagen de
Ciudad Juárez. Como si fuera parte de la policía dio
cuenta de los hechos relacionados con la persona heri-
da por arma blanca: “Rosendo Alarcón, empleado de la
cantina denominada ‘El Gallito’ de C. Juárez, fue herido
en una riña con su amasia, Isabel García, ayer, habién-
dole inflingido con una daga, dos cuchilladas, la prime-
ra debajo de la tetilla izquierda, y la otra en la mano del
mismo lado”.280
242
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
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243
y lastimada por otras de su oficio, quiso matarse ayer”,
y al mostrar compasión hacia la víctima, el reportero
describía:
244
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Representaciones de Ciudad Juárez
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consorte”, para luego decir que “milagrosamente se sal-
vó de ser atacada por su esposo con una filosa daga”.287
287 Ibid.
288 Ibid.
289 La Patria, 15 de abril de 1922.
246
Capítulo III
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247
La crítica subía de tono en las páginas de La Pa-
tria. Ahora un encabezado degradante decía: “Ciudad
Juárez Parece Una Población de Quinto Orden por su
Abandono y Suciedad”. Con estos titulares el periódi-
co contribuía a que no solo la población local, sino los
visitantes tuvieran una mala imagen: “La situación po-
lítica de Ciudad Juárez es caótica; allí nadie se entien-
de; el Ayuntamiento que es el cuerpo legislativo ordena
alguna cosa y el Presidente Municipal no la obedece;
el comandante de Policía dispone algo y el presiden-
te del Municipio sin tino y solo por el consejo de dos
o tres allegados, ordena lo contrario”.292 Que “nadie se
entiende”, es decir, que no se habla la misma lengua
—tal vez era el castigo de Babel—, que lo dispuesto
por la autoridad no se cumple, que es una tierra sin ley;
ésta era la imagen que vendía a sus lectores. Respecto
a la suciedad, explicó como “la basura se amontona en
las calles; las mesas de fritangas, enchiladas y tacos, se
prolongan hasta el puente internacional […] dando un
repugnante aspecto a la ciudad, como si una perpetua
feria de pueblo se estuviera perpetuando”.293 Editor y
reporteros, acostumbrados a vivir en una ciudad pujante
gracias al trabajo denigrante y explotado de mexicanos
y a las compras que hacían en el comercio de El Paso,
redituaban en recursos suficientes para tener una ciudad
limpia y de calles pavimentadas. Vaya paradoja.
Al día siguiente “Comentarios de Actualidad” dijo
que los males prevalecían en Ciudad Juárez y abordó
el tema de la insuficiencia de servicios públicos en una
ciudad con más de 18 mil habitantes:
248
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
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249
En agosto se alertó a los habitantes de la vecina
población: “Ciud. Juárez Amenazada de Inundación”.
Las lluvias torrenciales que se habían registrado en días
pasados ocasionaban que “la corriente del Bravo sube
a un gran nivel que se juzga por algunos de un gran
peligro”. Fue la primera vez que el periódico alertaba
a la población de una catástrofe natural. Al referirse a
las aguas del río Bravo, señaló: “hace mucho tiempo no
arrastraba sino una escasa corriente, habiendo subido el
agua del lado mexicano a las cinco y media de la tarde
de ayer, siete pies de altura”.296 Los pronósticos de inun-
dación en Ciudad Juárez, se volvieron realidad. Para el
25 de agosto se informó a ocho columnas: “Se Inundó
Cd. Juárez”, precisando que “el canal se reventó en tres
partes y echó sus aguas en el Barrio de Bella Vista, cau-
sando graves perjuicios”.297
Excepcionalmente, La Patria aportaba informacio-
nes distintas sobre Ciudad Juárez:
250
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
251
¿Hasta dónde es posible que un periódico convierta
en acontecimientos verosímiles los desórdenes públicos,
los abusos del alcohol, drogas y sexo, como sucedió con
Ciudad Juárez durante los polémicos años veinte del
siglo pasado? Para Beatriz Marocco “estos registros nos
señalan, desde el principio, que los procesos del perio-
dismo desbordan la historia aséptica […]”.300 También
¿hasta dónde puede un periódico construir imágenes
desagradables de una sociedad y de una ciudad si to-
mamos en cuenta que los discursos periodísticos “[...]
dejan entrever un lado oscuro del periodismo, que pone
al descubierto la virulencia de un gran sistema […] que
ha obligado a que todo aquello cotidiano que es consi-
derado peligroso pase al orden del discurso”.301
Señalar que la prensa escrita en español de los años
veinte rebasó toda ética que norma la objetividad de los
hacedores de noticias, implicaría, primero, definir qué
es ética y qué es objetividad. Sin embargo, considero
que no es prudente abordar el tema desde esta pers-
pectiva porque, hasta el momento, se desconoce sobre
la existencia de una normatividad ética que regulara la
actividad del periodismo en México para la época de
estudio. La Patria fue uno de los periódicos más impor-
tantes que se publicaron en español en los años veinte,
de acuerdo con el contenido de los discursos perio-
252
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
302 Ibid.
303 Ibid., p. 197.
253
La República, editados en Ciudad Juárez —a pesar de
contar con pocos ejemplares—, luego de un análisis de
contenido, puedo señalar que también, en sus primeras
páginas, dieron cuenta de lo cotidiano que era consi-
derado inmoral. El Continental, editado en El Paso a
partir de 1926, es un caso distinto, pues parece que lo
cotidiano inmoral apareció en interiores, es decir, man-
tuvo una política editorial distinta.
Insistir en señalar que las notas referentes a Ciudad
Juárez publicadas por La Patria, “se trata[n] de crónicas
de sucesos del desorden, del ruido, de la inmoralidad, es
el fruto del trabajo del poder que el periodista enuncia
en boletines diarios”,304 me permite ratificar que la con-
secutiva manera de perjudicar a la ciudad, se constituyó
a partir de la visión de moral fundamentada en el ca-
tolicismo que tenían Terrazas, articulistas y reporteros.
Posiblemente, creyeron que mediante los constantes
señalamientos de las anomalías sociales despertarían la
conciencia de los ciudadanos y, por tanto, su comporta-
miento cambiaría y, al mismo tiempo, les permitiría vol-
tear hacia los preceptos fundamentales del catolicismo.
Beatriz Marocco señala que la forma de producir
discursos de esta naturaleza obedeció “a un proceso que
sufre la llamada sociedad tradicional y que desembo-
ca en la sociedad industrial capitalista, urbana, liberal,
disciplinar, moderna”.305 Con anterioridad señalé que el
tránsito de una sociedad tradicionalista hacia una in-
dustrial lo experimentó solo El Paso, y los costos de esta
transición los asumió Ciudad Juárez. Las restricciones
a las que grupos progresistas y radicales de El Paso so-
metieron a la sociedad paseña, específicamente a ese
304 Ibid.
305 Ibid., pp. 199-200.
254
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
306 Ibid.
307 Raiter, Alejandro. Op. cit., 2002, p. 11.
255
como objetivos comunicar, estar al día y sentirse dentro
del ambiente social, que se origina en el intercambio
de comunicaciones del grupo social.308 Raiter parte de
las representaciones sociales para lograr dos objetivos:
primero, indagar cuál es la imagen que construyen los
medios en los textos que emiten; es decir, cómo están
conformados, qué elementos integran cada tema de la
agenda pública; y segundo, conocer cuáles son las estra-
tegias discursivas que utilizan para hacerlo.309
Sin embargo, la imagen está asociada a la percepción
y en ese sentido puede señalarse que está en estrecha
relación con la manera en la que cada individuo pue-
de captar la realidad y, al mismo tiempo, está vinculada
con la historia personal, los intereses, el aprendizaje y
la motivación.310 En este ámbito de la percepción, las
mediaciones de los periodistas juegan un papel funda-
mental, pues al relatar un acontecimiento del pasado, se
adecuan a los arquetipos que se forman en el consenso
social con imágenes favorables que se deben cultivar e
imágenes desfavorables contra las que hay que luchar.311
Raiter subraya que las imágenes construidas —al
funcionar como estímulo— serán interpretadas desde
256
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
257
viven está caracterizada por un alto grado de violen-
cia, lo cual incrementa el temor y conduce a comporta-
mientos hiperdefensivos, y la asunción de estereotipos
asociados con las representaciones de las víctimas y de
los victimarios”.314
Raiter es muy claro al definir que la imagen dentro
de un contexto periodístico no se refiere a una equiva-
lente a la fotografía, que también se plasma en el perió-
dico. Para algunos analistas de los medios de comuni-
cación masiva, la fotografía dice más que mil palabras,
pero en este caso Raiter se refiere a la imagen mental
“que tiene un individuo cualquiera, es decir, un hablan-
te cualquiera de cualquier comunidad lingüística, acerca
de alguna cosa, evento, acción, proceso que percibe de
alguna manera”.315 Aun cuando esta acepción de Rai-
ter resulte simplista, porque el proceso de construcción
mental es complejo y requiere del apoyo de otras dis-
ciplinas —entre las cuales la más apropiada resulta la
psicología—, el teórico parte de lo más sencillo para
explicar el proceso de construcción de imágenes gene-
radas a partir de creencias. Al mismo tiempo, sugiere
analizar su contenido para no solo “investigar acerca de
qué contenidos podemos transmitir sino también desde
qué roles y a qué otros roles se les puede transmitir”.316
En el terreno de las creencias no es pertinente pro-
fundizar porque implica otro tipo de conocimiento y
argumentación, pero sí es posible plantear que para las
imágenes construidas por la prensa en español, en caso
concreto La Patria, su propietario y colaboradores ante-
pusieron el sistema de creencias fuertemente sustenta-
258
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
259
medir con la misma vara de la moral cristiana anquilo-
sada, mientras que otros pugnaban por una flexibilidad
moral como resultado de la transición hacia una socie-
dad industrial.
La idea de moral que prevalecía en Terrazas databa
de finales del siglo XIX y le fue impuesta por su men-
tor, el obispo Ortiz y Rodríguez, quien era considerado
de ideas liberales para su tiempo: los años veinte del
nuevo siglo. Sin embargo, parecía caduca e intolerante
ante los cambios lógicos que hay en toda sociedad. Los
preceptos morales que impusieron, y así los transmitió
Terrazas, significaron los factores sociales suficientes
para que, en términos de Goffman, estigmatizaran no
a una sociedad exclusivamente, sino a una ciudad y a
todos sus habitantes. Aunque el concepto de estigma de
Goffman se construye como un hecho desacreditador
inherente al humano, analógicamente, podría pensarse
que también es aplicable a una ciudad, por la amplia
gama de descalificativos que recibió a partir de la prensa
cuyo grado de penetración era incuestionable.
Por otra parte, y con la finalidad de plasmar la for-
ma de actuar de la prensa, propongo como método de
análisis la Agenda Setting, también conocida como je-
rarquización de las noticias, para explicar el importante
papel que desempeñan los medios de comunicación en
la difusión, selección y ocultamiento de noticias, y la
significación que dan, a su vez, a estos temas públicos.317
La hipótesis que plantea la Agenda Setting señala que
“como consecuencia de la acción de los periódicos, de
la televisión y de los demás medios de información, el
público es consciente o ignora, presta atención o des-
cuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de
260
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
318 Ibid.
319 Ibid.
261
Capítulo III
Representaciones de Ciudad Juárez
en la prensa en español
263
la cual partía de los principios emanados del purita-
nismo y protestantismo norteamericano, de tal suerte
que toda aquella conducta y comportamiento que no
estuvieran regidos bajo estos principios, los calificaron
como “desviación social” que amenazaba con dar origen
a una sociedad corrupta. Bajo esta lógica o forma de
pensar dieron paso a representaciones que transmitie-
ron al imaginario social con la consecuencia de que la
zona Ciudad Juárez-El Paso era “peligrosa”, “corrupta”
y “viciosa”.
En este capítulo me propongo mostrar, a través de
textos periodísticos de la prensa en inglés de El Paso, la
visión de sociedad “ideal” sustentada en los principios
del puritanismo y protestantismo. Desde esta perspec-
tiva, sostengo que las notas reflejaron una carga ideoló-
gica protestantista y un doble discurso en el que, bajo
un escudo moral, se ocultaba una lucha por el control
del vicio cuya rentabilidad era disputada por grupos de
anglos para acceder al control del poder político y eco-
nómico en El Paso. También se demuestra que la lucha
contra el vicio, emprendida desde la prensa en inglés,
no solo se limitó al espacio fronterizo norteamericano,
como ya demostré, sino que también alcanzó a Ciudad
Juárez, a la que, bajo una visión religiosa, reformistas y
puritanos consideraron el centro de la maldad y perver-
sión que exportaba y contaminaba a la sociedad paseña.
Asimismo, hago evidente el tipo de representacio-
nes que sobre Ciudad Juárez los grupos mencionados
transmitieron, para así contribuir al proceso de cons-
trucción de la leyenda negra. Para ello me valgo del
análisis de contenido con la intención de averiguar cuál
es el trasfondo del discurso y poner de manifiesto las
intenciones y actitudes que esos grupos tuvieron sobre
el espacio fronterizo mexicano.
264
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
265
sultaban del hurto a casas habitación”.1 Ladrones que
provenían de otras regiones de México y Estados Uni-
dos cometían robos a casas y negocios. La prosperidad
y mejores salarios, en comparación con otras entidades,
colocaban a Ciudad Juárez como polo de atracción no
solo de mano de obra barata, sino también de los rateros.
Los propietarios de negocios en Ciudad Juárez, ante
la incapacidad policiaca por detener los actos delictivos,
portaban sus propias armas que utilizaban en casos de
intento de asalto o para expulsar a personas escanda-
losas, que regularmente estaban armadas. José Severo
González, dueño del Café Central, prestigioso centro
de diversión a donde acudían miembros de distintas
clases sociales de ambas ciudades, fue “herido en un
brazo cuando Carlos Jáuregui, exoficial villista, disparó
su arma al oponer resistencia a ser expulsado del lugar
por ebrio y escandaloso”.2 El lío que escenificaba Carlos
Jáuregui se debió a que se negó a pagar la cuenta. El
hecho de que un ciudadano portara armas evidenciaba
que esos establecimientos no contaban con efectiva vi-
gilancia porque los hombres de negocios se mostraban
renuentes a cubrir el salario de un gendarme, asimismo,
que era común que individuos anduvieran armados por
si les sucedía algo que no fuera de su agrado. Además,
está claro que no existía un registro que permitiera el
uso y control de armas de fuego.
José Severo González no quiso levantar cargos con-
tra Carlos Jáuregui, capitán de los soldados de Villa. El
militar aceptó cubrir los gastos de reparación de los da-
ños que ocasionó en el lugar, siempre y cuando “Gon-
266
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
267
En El Paso Herald sus editores continuamente es-
cribían severas críticas al actuar de la Policía de Ciudad
Juárez, con el propósito de que la población se diera
cuenta de su incapacidad. El editor no cejaba en seña-
lar la corrupción que prevalecía en la corporación; no
obstante, también empleaba otros discursos que mos-
traban sarcasmo, por ejemplo, publicó que “Eduardo
Rivera, jefe de la policía de Ciudad Juárez, se dedicaba
a resolver asuntos menores como disputas entre matri-
monios, insignificantes hurtos, calumnias”.5 ¿Qué es lo
que pretendía el periódico con este tipo de información
que a todas luces mostraba una doble intencionalidad?
¿Acaso ridiculizar al funcionario por no actuar contra
la delincuencia que, según visión del diario, se generaba
en Ciudad Juárez y contaminaba a El Paso? Sin duda
buscaba presionar a la policía y, sobre todo, al alcalde al
decirle que el jefe de la Policía se preocupaba por casos
irrelevantes.
El periódico enfocó su atención contra los jefes de
la policía, al grado de cuestionar las declaraciones que
éstos hacían, como fue el caso de Salvador Martínez,
quien afirmó que el Departamento de Policía de Ciu-
dad Juárez era uno de los mejores en todo el estado de
Chihuahua. Esto tenía el objetivo de dar certidumbre
a la población ante la incidencia de la criminalidad y
los hurtos a personas, negocios y casas habitación. En
respuesta, el periódico señaló que tanto la policía que
vigilaba la urbe como la Montada, trataban de dar la
apariencia de que “la ciudad estaba libre de crimina-
les cuando a todas luces se observa la afluencia de cri-
minales y de traficantes de drogas que facilitan a los
268
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
269
te mostraba que el área no contaba con la vigilancia
apropiada. La Patrulla Fronteriza era insuficiente para
combatir lo que sucedía, por lo que la responsabilidad
de seguridad y prevención de delitos era compartida. La
publicación estaba obsesionada en que la delincuencia,
criminalidad y vicio provenían de Ciudad Juárez y no
acababa por aceptar que los hilos de la delincuencia se
movían desde El Paso, como publicó años atrás cuando
afirmó que el centro de operaciones del vicio del suroes-
te norteamericano residía en su propia ciudad. El Paso
carecía de policías para combatir el crimen, pero más
grande era la carencia en Ciudad Juárez que, por ejem-
plo, para vigilar las carreras de caballos —diversión que
contaba con amplio arraigo entre la población— desti-
naba únicamente a “15 policías uniformados de azul y
siete policías rurales”.7
270
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
271
en El Paso, como fueron las “87 onzas de morfina que
tenían en posesión Juan Chávez, Luis Madrid y Enri-
que Aguirre, cuyo valor era más de 20 mil dólares”.12
Así se desmoronaba la apreciación de la Corte, que tra-
taba de “tapar el sol con un dedo” en relación con el pro-
blema que vivía la ciudad desde finales del siglo XIX.
Las cifras dadas a conocer señalaban que en el trans-
curso de 1920 se habían confiscado drogas con valor
superior a los 21 mil dólares. El fiscal J. H. Fleming
informó sobre la detención de 396 personas y otras 148
convictas.13 Las cifras oficiales mostraban, hasta cierto
punto, la eficacia de los agentes, pero a ciencia cierta no
reflejaban datos respecto de la droga que se consumía
en la ciudad ni tampoco de los traficantes que operaban.
Las autoridades de El Paso estaban seguras de que los
operadores radicaban en Ciudad Juárez y que desde ahí
distribuían la droga a otros lugares.
De 29 personas arrestadas por la Policía de Ciudad
Juárez, cinco fueron deportadas a Estados Unidos en su
carácter de ciudadanos de este país, en el marco de un
acuerdo entre las autoridades de ambas ciudades para
que los delincuentes recibieran la condena en su lugar
de origen. El arresto formaba parte de una campaña que
las autoridades de Ciudad Juárez emprendieron con la
finalidad de liberar y limpiar a la ciudad del vicio y, de
paso, aminorar las “críticas que provenían de la prensa y
de la corte”.14 Otros 36 adictos fueron arrestados por la
corporación juarense bajo el mando de Valentín Oña-
te. Todos fueron deportados hacia El Paso.15 La limpia
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
273
La campaña contra el vicio en El Paso se enfocó en
traficantes que vendían droga a menores, pero se urgía
a las autoridades a detener el consumo y tráfico, pues se
corría el riesgo de que niños y jóvenes se convirtieran
en viciosos, lo que ocasionaría la descomposición so-
cial, pues, tarde o temprano, esos consumidores serían
delincuentes y criminales que amenazarían el equili-
brio social. Durante sus primeras semanas, la campaña
arrojó el “arresto de 25 personas cuya actividad estaba
centrada en vender drogas a niños de escuelas de edu-
cación básica”.18 El problema se vivía por igual en am-
bas ciudades, por lo que se buscaba erradicarlo y lograr
la detención de traficantes. Frank Martin y Jesús So-
lís fueron detenidos en Ciudad Juárez por posesión de
dos pequeñas botellas que contenían morfina, quienes
esperaban escuchar la condena que les impondría un
juez de la Corte de distrito.19 Comúnmente, los apre-
hendidos eran mexicanos y estadounidenses; es decir,
dos razas que culturalmente eran distintas en hábitos
y costumbres, por mencionar algunas diferencias, pero
que se unían para delinquir e integrar una sólida y bien
organizada banda criminal.
La acusación de que en Ciudad Juárez residían los
traficantes que cruzaban la droga hacia El Paso, cada
vez era más endeble, pues la mayoría de los arrestos se
realizaban en el espacio fronterizo norteamericano. La
gravedad del problema era tal que en El Paso se emplea-
ba a menores de edad para el tráfico de estupefacientes.
El dinero fácil que se obtenía lograba corromper a jó-
venes y, por ello, ministros religiosos encomiaban a las
autoridades a actuar con mayor rapidez y eficacia; de lo
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
275
ción, llegaba a la conclusión de que ya estaban rehabi-
litados y, por tanto, eran aptos para integrarse de nueva
cuenta a la sociedad, aunque, al parecer, no sucedía así,
pues pronto volvían a delinquir y regresaban a prisión.
La droga que se consumía en El Paso llegaba de
otras regiones de Estados Unidos y no únicamente de
México, como acusaban algunos periódicos paseños. Un
importante decomiso de drogas, cuyo peso se estimó en
más de 190 libras, había sido enviado desde Nueva Or-
leans. El cargamento contenía morfina, heroína, opio y
otras drogas.23 La mayor parte fue destruida y otra se
destinó para uso medicinal en hospitales; sin embargo,
¿quién aseguraba que esta droga fuera utilizada como
medicina? Posiblemente, los capos lograban recuperar-
la vía oficial. En El Paso, el costo por un cigarrillo de
marihuana era de diez centavos de dólar. Su consumo,
según detectives, era en el sur de la ciudad, en los ba-
rrios de mexicanos,24 por lo que se consideraba una dro-
ga de consumo popular asociado a las minorías, ya que
los anglos consumían otras más costosas y de efectos
más duraderos.
La prensa, específicamente El Paso Herald, cotidia-
namente publicaba información que buscaba transferir
una imagen de vicio y de corrupción a Ciudad Juárez.
Sin embargo, cabe aceptar que ésta no estaba exenta
del consumo y tráfico de drogas, de tal manera que el
problema afectaba a las dos ciudades. La intolerancia y
racismo se expresaban a través de las acusaciones de que
los mexicanos y demás minorías tenían hábitos negati-
vos que corrompían a la sociedad, principalmente a los
jóvenes anglos. La prensa en inglés sabía perfectamente
276
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
277
nales mexicanos que regresaban a Texas.25 Así se creaba
una imagen de peligrosidad de los mexicanos que pre-
tendían cruzar la frontera. En la década de los ochenta
del siglo XIX, El Paso apenas llegaba a los mil 500 ha-
bitantes, anglos la mayoría de ellos. La situación cam-
biaría conforme los mexicanos residentes en Paso del
Norte, se empleaban en el comercio y en otros oficios,
entre ellos, de servidumbre y labores agrícolas.
Para 1880, residían en El Paso únicamente 25 nor-
teamericanos, todos hombres, entre los que destacaban
“Jos. Magoffin, A. Krakauer, Joe Schutz, Sol Schutz,
W.W. Mills, James y Frank Manning, J.P. Hage, W.
Coldwell, Jas. Marr, Ben Schuster, entre otros”.26 Ellos
poseían vastas extensiones de tierra: una parte era culti-
vada y otra se destinaba al pastoreo de animales, y para
ello empleaban a mexicanos. No obstante, el detonador
de la migración hacia territorio estadounidense, prin-
cipalmente hacia El Paso, fue el arribo del ferrocarril.
Para la construcción de cientos de millas de vías férreas
se requería mano de obra que, entre más barata, era me-
jor para los intereses norteamericanos, mucha de la cual
se obtendría de Paso del Norte, que para 1880 conta-
ba con una población cercana a los 20 mil habitantes.
También, para ese año existían en El Paso especulado-
res y jugadores, cuyo grupo ya se anunciaba por la cone-
xión a través del ferrocarril entre Fremont’s, Memphis y
El Paso. Con el anuncio del proyecto de la construcción
del ferrocarril Southern Pacific por Tom Scott en mayo
de 1880, no menos de mil 500 personas llegaron a El
Paso.27 En este sentido, la ciudad se iría conformando
278
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
279
arrojó que en los últimos diez años el porcentaje pasó
de 736 a 1,400 por ciento”.31
Diez años después, en 1900, la población de El Paso
se multiplicó por tres, pues registró, según el censo, un
total de 30 mil habitantes. La causa de dicho creci-
miento, que expliqué en el primero de los capítulos de
la tesis, fue la migración de miles de mexicanos hacia la
frontera norte en búsqueda de mejores condiciones de
vida. El beneficio que El Paso recibió de la migración,
sobre todo de mexicanos, motivó un desarrollo econó-
mico que se sostuvo por varias décadas, y solo fue inte-
rrumpido por la crisis de 1929.
La explosión demográfica continuó, tanto así que en
1905, El Paso registró 36 mil 602 habitantes. El comer-
cio también mostró cifras positivas, pues de “140 tien-
das de abarrotes que había en la ciudad, aumentó a 156
en el último año”.32 Este desarrollo se explica a partir
de los clientes con que contaban, principalmente mexi-
canos residentes en Ciudad Juárez, mismos que adqui-
rían diversos productos comestibles —como manteca
de cerdo, frijol y aceite, entre otros— a menor precio en
el espacio fronterizo norteamericano. La dependencia
de Ciudad Juárez con respecto a El Paso, primordial-
mente, consistía en artículos de primera necesidad que
los juarenses compraban debido a los bajos precios y
a la facilidad para cruzar el puente internacional, pues
todavía no se exigía pasaporte, por lo que la frontera
parecía que no existía.
Excepcionalmente, en el transcurso de dos años, la
población de El Paso aumentó a 42 mil 117; es decir, 3
280
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
281
alcanzó los 39 mil 279.36 Esto redituó en un amplio be-
neficio a la economía, pues pronto los niveles de vida de
los paseños aumentaron mediante un poder de compra
que permitía adquirir no solo productos de primera ne-
cesidad, sino también electrodomésticos que resultaban
del proceso de industrialización por el que transitaba
Estados Unidos, que se colocó a la cabeza de las nacio-
nes más desarrolladas de la época. Las redes de trans-
porte local incluyeron autotransporte motorizado igual
al que se usaba en los grandes centros urbanos; la vida
artística y cultural se desarrolló de tal manera que en los
teatros deambularon las más importantes orquestas sin-
fónicas del país, así como grupos teatrales que llevaron
al escenario obras clásicas, aplaudidas en los grandes
centros de Nueva York, Los Ángeles y San Francisco,
por mencionar algunas.
La prensa de El Paso reconocía la aportación que los
migrantes hacían a la economía. “Los Mexicanos Gas-
tan Mucho Dinero en El Paso”,37 publicó El Paso He-
rald para referirse a la bonanza financiera que genera-
ban quienes invertían en los diferentes sectores produc-
tivos de la ciudad: “buenos vientos para bancos, tiendas
y hoteles en El Paso. Los refugiados mexicanos son la
causa de la prosperidad en negocios pues invierten en
todo tipo de ellos”.38 Sin embargo, pese a que aportaban
considerables recursos económicos, aún eran objeto de
investigación por parte de la Corte de El Paso. Según el
juez W. T. Burns, tenía que investigarse a los mexicanos
para corroborar que sus inversiones no provinieran de
actividades “perniciosas”, ya que se había detectado que
282
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
283
geramente arriba del porcentaje de 1900, que fue del
63.9 por ciento.42 La concentración urbana colocaba a
la ciudad como un centro cosmopolita que pocas urbes
fronterizas poseían. Además, la interacción de la gente
entre El Paso y Ciudad Juárez impregnaba a la zona de
una dinámica social que todavía Tijuana no alcanzaba
con su par, San Isidro, California.
Lo anterior ocasionaba problemas, pues el número
de indigentes era tan notable que motivó la solidaridad
de diversas asociaciones civiles que se dieron a la tarea
de proporcionar comida caliente y cobijas a gente pobre
que se refugiaba y deambulaba por el sur de la ciudad.
El Comité de Mujeres Mexicanas en El Paso socorrió
a indigentes y daba de comer a más de “cuarenta indivi-
duos en el domicilio marcado con el 540 South, en ese
lugar, proporcionaban café, sopa, frijoles y pan a los más
necesitados”.43 Indudablemente, el comité lo integraban
las esposas de prominentes comerciantes de ambos la-
dos de la frontera y de los refugiados ricos. Así como
había altos niveles de vida, la pobreza y la indigencia
complementaban el entorno urbano. La evidencia de
contrastes sociales se palpaba hacia el sur de la ciudad,
mientras que hacia el norte se caracterizaba por fraccio-
namientos exclusivos donde residían algunos anglos que
toleraban a los mexicanos ricos, y otros que no estaban
decididos a compartir el espacio con las minorías, por
muy ricas que éstas fueran.
La prohibición del alcohol estimuló el contraban-
do de licor. Hacerse de dinero no era sencillo, pues se
arriesgaba la vida, pero sí alentó a mexicanos que resi-
dían legalmente en la frontera a practicarlo. En el esta-
284
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
285
que se detendría con la depresión de 1929 que afectó la
economía estadounidense y significó la deportación de
miles de mexicanos, sin importar su estatus de ciudada-
no. Cabe resaltar el beneficio que registró El Paso con
la migración, principalmente de mexicanos que, con su
aportación de mano de obra barata y la inversión de
ricos exiliados, contribuyeron a consolidar la economía
pese a procesos de discriminación e intolerancia.
286
Capítulo IV
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en la prensa en inglés de El Paso, Texas
287
El Paso les advertía que las leyes eran objeto de ob-
servación por parte de las autoridades del estado de
Chihuahua. Se insistía en que no debía venderse licor
a personas en estado de intoxicación, menores de edad
y policías uniformados.50 Pese a que el Reglamento de
Cantinas para el Estado de Chihuahua expresamente
prohibía la venta de bebidas alcohólicas a menores y,
sobre todo, a policías que debían dar una buena ima-
gen ante la sociedad, comúnmente esta disposición se
infringía; de tal manera que a varios propietarios se les
sancionó administrativamente con la clausura de su ne-
gocio y se les fijaba el pago de determinada cantidad de
dinero para volver a abrirlo.
La demanda de bebidas alcohólicas aumentó a tal
grado que su producción en Ciudad Juárez resultaba
insuficiente. Hubo la necesidad de importarlas de otras
regiones de México y de otros países. De alguna forma
tenía que realizarse el abastecimiento, sin importar si
era legal o no. Por ello, se estimuló el contrabando de
alcohol que, envasado en botellas, llegó de diferentes
partes, entre ellas Cuba, donde la producción de ron
o whisky estaba bajo el control de grupos del crimen
organizado de Estados Unidos. Pese a que en torno de
la prohibición se endurecieron las leyes con la finalidad
de evitar el contrabando, no se logró erradicarlo, sino al
contrario, entre más se perseguía a los contrabandistas,
más crecía la práctica ilegal.
En 1921 se decidió que las mujeres que ingresa-
ran a un salón de baile quedarían exentas del pago de
admisión, el cual cubrirían sus acompañantes masculi-
nos. El pago era un tipo de impuesto denominado “de
guerra”, cuyo propósito respondía a nuevas reglas que
288
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289
autoridades”.52 Sin embargo, la prensa de El Paso no
consideraba que la existencia de los salones de baile en
Ciudad Juárez significaba una fuente de ingresos para
el erario municipal, así como empleos para una ciudad
que carecía de un desarrollo industrial que fortaleciera
su economía, la cual dependía —en buena parte— de lo
que redituaba el turismo.
La mencionada esperanza se basaba en que algunos
legisladores del Congreso de Chihuahua pretendían que
en el estado se “prohibiera la venta y consumo de alcohol
de igual forma como lo había hecho el estado de Texas”.53
A manera de intimidación, El Paso Herald informaba y
advertía a los propietarios de salones de baile en Ciudad
Juárez que las leyes respectivas estaban en observación
por “legisladores anti-alcohol”. La propuesta de ley esta-
blecía “prohibir la venta de alcohol a personas intoxica-
das, menores de edad y policías uniformados”.54 Silves-
tre Terrazas, dueño de La Patria, ya había manifestado
su opinión en 1900 a través de El Correo de Chihuahua,
también de su propiedad, en el sentido de una reforma
a la ley en el estado. La venta de bebidas alcohólicas a
menores de edad y policías era la principal queja de la
prensa en ambos lados de la frontera y persistía pese a
que el Reglamento de Bebidas para el Estado de Chi-
huahua establecía fuertes sanciones.
290
Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
291
Mientras que la ley en Ciudad Juárez no podía re-
ducir el número de salones de baile, el fuego sí logró
hacerlo. Luego de funcionar por 14 años, El Fénix,
ubicado en la calle del Comercio, fue consumido to-
talmente por un incendio, que debido a su magnitud
alcanzó a otros negocios. La tienda de curiosidades y
ferretería Kleinmans y un estudio fotográfico sufrieron
daños considerables.57 Parecía que la prensa de El Paso
invocaba a las fuerzas divinas porque, así como Sodo-
ma y Gomorra fueron consumidas por el fuego debido
a la maldad que existía en ellas, los salones de baile en
Ciudad Juárez corrían con la misma suerte. Por otra
parte, sin que ello signifique que desista del argumen-
to, la idea de que la maldad se castiga con fuego lo
hago en función de los grupos religiosos de El Paso
de comparar a Ciudad Juárez con las ciudades bíblicas
del pecado; de esta manera se refuerza nuestra conje-
tura. Sin embargo, los siniestros tienen una explicación
más racional; es decir, esos lugares no cumplían con
los requisitos de seguridad que imponía la autoridad y
mucho menos eran supervisados por la misma, o bien,
los incendios eran deliberados con la finalidad de que
el seguro cubriera la pérdida total y, finalmente, porque
los salones de baile eran construidos con materiales al-
tamente flamables que, por alguna falla eléctrica que
generaba una chispa, inmediatamente se incendiaban.
En 1922 se incentivó el ánimo sancionador de al-
gunos legisladores chihuahuenses en el sentido de tra-
tar que en el estado, de igual manera que en Texas, se
prohibiera el alcohol. Pronto la influyente Cámara de
Comercio de Ciudad Juárez ejerció su veto y, a través de
artículos periodísticos, fijó su postura en contra de esa
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
293
cantidades y, luego, definitivamente ya no estuvieron a
favor de la Enmienda XVIII. Para finales de la década
de los treinta, varios empresarios del ramo en Ciudad
Juárez migraron de nueva cuenta hacia El Paso, donde
ya se permitía el consumo de alcohol en ciertas can-
tidades, hasta que fue liberado en 1933, por lo que la
clientela de anglos ya no cruzaba.
El Paso Herald informó al público sobre la decaden-
cia de los salones de baile y cantinas en Ciudad Juárez.
Pese a la presión que ejerció mediante agudas críticas,
se mostró satisfecho, aunque la debacle de este sector
se debió a que en Estados Unidos se permitió otra vez
la producción y consumo de alcohol. El deterioro de
los exteriores y la oscuridad de los interiores de algu-
nas viejas cantinas juarenses son testigos de los estra-
gos “que causaron la revocación de la prohibición y el
regreso de la cerveza y el licor a Estados Unidos”.61 El
diario abría otro frente, ahora en El Paso: los salones de
baile y cantinas en Ciudad Juárez dejaron de ocupar los
espacios en sus hojas para ser sustituidos por las críticas
que emanarían de una nueva época de consumo de al-
cohol en territorio paseño. A partir de ese momento, en
Ciudad Juárez la vida nocturna tuvo un cambio signifi-
cativo y cobraría vida de nueva cuenta con la Segunda
Guerra Mundial.
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
295
Ciudad Juárez, regresaba a El Paso a través de depósitos
en bancos locales.62 Así, se dejaba entrever que una can-
tidad considerable de recursos económicos procedían
de actividades ilegales. Por otra parte, representaba una
forma de “limpiar dinero sucio”, pues con éste se otor-
gaban créditos individuales y a empresas locales.
Por otra parte, el hecho de que los bancos permitie-
ran grandes depósitos sin preguntar de dónde proce-
dían, connotaba que las reglas con que operaba el sis-
tema financiero no estaban del todo definidas. Dichas
instituciones no iban a detener las inversiones hasta
verificar de dónde procedían, porque veían la oportu-
nidad de hacerse de recursos “frescos” que les permi-
tieran operar, para así prestar dinero y obtener jugosas
ganancias que dejaban los altos réditos que cobraban.
No todas las inversiones o ahorro de mexicanos eran
generados por actividades ilegales; comerciantes le-
galmente establecidos en Ciudad Juárez comúnmente
efectuaban sus transacciones financieras a través de los
bancos de El Paso.
La prensa de El Paso aprovechaba cualquier infor-
mación relacionada con los juegos de azar en Ciudad
Juárez, con el objetivo de sensibilizar a ciudadanos y au-
toridades de que éstos representaban un problema so-
cial, porque significaban una manera de despojar de su
dinero a personas que lo habían ganado con su trabajo.
La prensa en inglés destacó el descontento de militares
mexicanos porque en Ciudad Juárez permanecían los
garitos, pese a que la Federación derogó meses atrás los
permisos que otorgó para operarlos. Las tropas federa-
les abandonaron la plaza en señal de protesta porque no
se cumplían las disposiciones del Gobierno de la Repú-
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
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el cincuenta por ciento, así como la concesión de los
juegos. Las autoridades de Ciudad Juárez se negaron
a reconocer a una comisión enviada por el gobernador
Enríquez que tenía el objetivo de controlar los fondos
generados por los juegos.66 La información que dio a
conocer el Herald sobre el conflicto dejaba entrever que
los juegos representaban la manzana de la discordia que
las autoridades juarenses pretendían controlar, muy por
encima de la jerarquía legal del gobierno estatal, y que
este problema pudo haberse detenido al no permitir la
operación de las casas de juego.
El gobernador de Chihuahua, Ignacio Enríquez,
cometió la imprudencia de declarar que los únicos que
perderían dinero en los juegos, serían los estadouniden-
ses, lo que motivó que el Herald titulara su editorial del
15 de marzo de 1921 como “Solo los americanos perde-
rán su dinero”,67 mientras que en el texto reprodujo las
palabras del mandatario estatal mexicano: “no hay posi-
bilidades de que los mexicanos pierdan su dinero”. Con
esto, Enríquez daba la razón al periódico en el sentido
de que la salida de capitales de El Paso hacia Ciudad
Juárez, vía los juegos, era una realidad y, al mismo tiem-
po, lo dotaba de argumentos para presionar a las auto-
ridades mexicanas para que derogaran las concesiones.
El Paso Herald hizo suya la controversia que tenía
enfrentados a los gobiernos por los dividendos de los
juegos e informaba de una escisión entre ambos; por
tanto, se apelaba la intervención del presidente Obre-
gón.68 La disputa era por el cincuenta por ciento que re-
clamaba el Municipio al gobierno del Estado, que pare-
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
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Lejos de resolverse la disputa, el alcalde recibió un co-
municado del gobernador donde le hacía saber que la
concesión para operar juegos de azar otorgada al cabaré
Tívoli, se había cancelado. De esta forma la cantidad
prometida se desdibujaba en el aire.71 La orden de revo-
car la concesión respondió a la que emitió el presiden-
te Obregón en el sentido de cancelar definitivamente
los juegos en Ciudad Juárez. A pesar de la negativa por
parte del gobierno federal, el Municipio permitió que
los juegos siguieran practicándose porque representa-
ban un importante ingreso de recursos y, aunque no se
destinaban a obra pública, cuando menos le permitía
pagar la nómina de sus empleados.
La medianoche del domingo 25 de abril, se fijó
como fecha para cerrar definitivamente los juegos de
azar del cabaré Tívoli. La orden que emitió el goberna-
dor Enríquez no tendría por qué demorarse, pese a los
506 mil pesos oro que el dueño del cabaré hizo llegar
al gobierno estatal para que le permitiera operar.72 El
problema fue hábilmente aprovechado por la prensa en
inglés, en este caso el Herald Post, que utilizaba sus es-
pacios para propugnar por una limpieza de vicios en El
Paso, los cuales daban una mala imagen a la ciudad y, en
cierta medida, culpaban a Ciudad Juárez de que la de-
lincuencia y el tráfico de drogas no fueran erradicados
por la ineficacia de las autoridades.
Con el escudo de la moral se combatió a los juegos
de azar. Moral porque se consideraba que la manera de
explotar a la gente o despojarla de su dinero era inmoral.
Los escritos del Herald dejaban la sensación de que la
moral que provenía de los principios fundamentales del
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
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un preámbulo para abrir otros centros de juego donde,
por voluntad propia, los visitantes pierden su dinero. El
Herald consideró que las reformas sobre el asunto en el
estado de Chihuahua estaban sumergidas en un bache
del cual difícilmente podrían salir.
El 15 de enero de 1922, el Herald publicó que a par-
tir de esa fecha no se permitirían los juegos de azar en
Ciudad Juárez, de acuerdo con la disposición del gober-
nador Enríquez, aun cuando ya se había autorizado la
concesión a Evaristo Parra, quien solicitó otra licencia
por quince días más, con un costo de 42 mil 500 dóla-
res.75 Destacó la información respecto de la prohibición,
pero, al mismo tiempo, las intenciones de Evaristo Pa-
rra para continuar con la concesión; de esta manera, el
diario dejaba en evidencia la autoridad del gobernador
que, pese al decreto que emitió para prohibir los juegos,
el Municipio no lo respetaba, pues estaba decidido a
conceder la extensión de la licencia porque, tan solo en
un mes, ingresarían a sus arcas más de 80 mil dólares,
los cuales, en tiempos de carencia de recursos porque el
presupuesto —estatal y federal— no llegaba a tiempo,
se convertían en una “tabla de salvación”. Para la década
de los veinte, el pago de licencias significó uno de los
mayores ingresos para la administración municipal.
Pero los juegos de azar también dividieron a miem-
bros de la Cámara de Comercio. Algunos se manifes-
taron a favor por los visitantes que llegaban a gastar su
dinero, mientras que otros, acaudalados, expresaban su
oposición. El periódico calificó de finas y decentes per-
sonas a quienes se oponían a la apertura,76 mientras que
a los otros los denominó no finos e indecentes. Con
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Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
303
Múgica, tenía intereses en los juegos de azar en Ciudad
Juárez. O, tal vez, la movilización obedecía a que grupos
de oficiales de alto rango se disputaban el control de los
juegos. Para limpiarse de cualquier sospecha, el gobier-
no federal, a través de los militares, inició en 1920 una
campaña que denominó “de moralización”, cuyo propó-
sito era limpiar a las principales ciudades fronterizas de
los juegos de azar y vicio. Mientras tanto, en Tijuana,
el general Abelardo Rodríguez, primer comandante de
la Guarnición de la Plaza y luego gobernador de Baja
California, “a principios de agosto de 1927, […] se in-
volucró con un grupo de magnates del juego en un ne-
gocio al parecer especulativo”.80 La riqueza del general
se estima que tuvo su origen en actividades ilícitas que
provenían de los juegos y del contrabando de alcohol
durante la época de la prohibición en Estados Unidos.
Así como los generales Álvaro Obregón y Plutarco
Elías Calles realizaron campañas moralizadoras con la
finalidad de terminar con el vicio y los juegos de azar
en las principales ciudades fronterizas, también Emi-
lio Portes Gil, presidente de México, pretendía erradi-
car de una vez por todas estos males. En 1929, Portes
Gil ordenó la clausura total de los juegos en Ciudad
Juárez,81 pero nuevamente la orden presidencial fue ig-
norada. Los intereses eran de tal magnitud e influencia
que poco valían órdenes legales para su clausura, aun
por encima de la Presidencia de la República. Hom-
bres de negocios de origen judío y libanés —asunto que
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
305
México al exterior.83 Finalmente, los juegos recibieron
la calificación de inmorales y con esto se buscó erradi-
carlos. Pero ¿por qué anteponer la moral si los juegos, su
práctica por lo menos, era de orden legal? Posiblemente,
durante el siglo XX se continuaba la preservación de la
moral, pero observada desde el ámbito de la religión
que regulaba el comportamiento social.
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
307
puentes los espacios ideales para llevar a cabo sus pro-
testas contra determinada acción que los afectara. Las
manifestaciones de los mexicanos en los cruces inter-
nacionales significaban el pretexto para que las autori-
dades migratorias estadunidenses decidieran cerrarlos
unilateralmente, aun cuando no fueran los dueños ab-
solutos, pues el costo de construcción era compartido
entre los dos países. La decisión de cerrarlos también
generó protestas en El Paso, donde la Cámara de Co-
mercio promovía la movilización contra esta medida85
porque los principales clientes de sus negocios eran los
mexicanos. De esta forma se explicaba la interrelación
que existía entre las dos ciudades; los consumidores
mexicanos dejaban buena parte de sus ingresos por la
adquisición de alimentos y otros productos, y esto re-
percutía en la economía paseña a través de la genera-
ción de empleos, circulación de dinero, inversiones en
bancos, etcétera.
No todos los sectores sociales de El Paso estaban
en desacuerdo con cerrar los puentes durante la noche.
Por ejemplo, las madres de familia apoyaban la medi-
da, pues así sus vástagos no irían a buscar diversión en
Ciudad Juárez. Esta controversia no era nueva, pues te-
nía un antecedente en 1881, año en que se determinó
detener el tráfico entre las dos ciudades al anochecer.86
Entonces, las afligidas madres veían que sus hijos y es-
posos fijaban su ruta hacia Paso del Norte en búsqueda
de placer y de alcohol.
Si bien la diversión en Ciudad Juárez tenía su origen
desde finales del siglo XIX, en la segunda década del si-
glo XX alcanzó su máxima expresión gracias a las ideas
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Capítulo IV
Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
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que gozaban sus ciudadanos, con el impedimento de
que sus habitantes de la frontera decidieran libremen-
te a dónde ir, ponía en entredicho tales principios. Los
guardias de Migración del lado mexicano recibieron
órdenes de cerrar el tráfico a las ocho de la noche y
reabrirlo a las 12 de la mañana. Varios fueron sorpren-
didos en su trayecto hacia Ciudad Juárez y se queda-
ron varados a la mitad de los puentes.88 La medida que
pusieron en práctica los dos gobiernos pronto causó el
descontento no solo del comercio organizado de am-
bas ciudades, sino de las personas que tenían empleo en
Ciudad Juárez o en El Paso y que, por la naturaleza de
sus horarios, no coincidían con los de los puentes.
Si las autoridades pensaron que cerrar los puentes
durante la noche iba a impedir el tráfico humano, pron-
to se dieron cuenta de que eso no resolvía el problema.
La amplitud de la frontera ofrecía diversas rutas para
que los “intrépidos buscadores de placer” las utilizaran.
El ingenio humano no iba a detenerse por el simple he-
cho de cerrar los cruces, como si éstos fueran los únicos
caminos para cruzar. Por ejemplo, en temporadas que
no eran de lluvias, las aguas del río Bravo bajaban hasta
niveles mínimos, lo que permitía que pasaran a pie sin
contratiempo alguno, salvo mojarse el calzado. La auto-
ridad, al observar que nada detenía el tráfico transfron-
terizo, paulatinamente, amplió el horario de los puen-
tes, de tal forma que los “sedientos” ahora dispondrían
de unas horas más, ya que éstos cerrarían a partir de la
medianoche.89
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Imágenes de Ciudad Juárez
en la prensa en inglés de El Paso, Texas
311
“una estructura corporativa” que implica salones de jue-
go, cantinas y prostíbulos, da origen a un lugar sin lí-
mites (wide open town) y referentes sociales y culturales
bien establecidos, incluidos los linderos raciales.4
Los ferrocarriles que entroncaron en El Paso duran-
te la década de los ochenta constituyeron, en parte, el
motor del desarrollo económico, pero también el me-
dio por el cual llegaron a la ciudad tahúres, prostitutas,
delincuentes y centros de diversión no bien vistos so-
cialmente, como cantinas, salones de baile y zonas de
tolerancia, los cuales, en conjunto, contribuyeron a la
mala imagen que ponía en riesgo el equilibrio de la es-
tructura social. Si bien este tipo de personas y lugares
ligados a la actividad del vicio ya existían antes de la
llegada del ferrocarril, también es verdad que éste redu-
jo el tiempo de traslado de las personas y las distancias
entre una región y otra. En este sentido, cabe suponer
que estas facilidades fueron aprovechadas por otros ta-
húres y prostitutas, de tal manera que aumentó su pre-
sencia en El Paso. La calificación de ciudad viciosa que
provenía de sectores sociales conservadores significaba
el rasgo para que El Paso adquiriera una imagen de pe-
ligrosa y corrupta, comparable solo con San Francisco
y Nueva Orleans. Ante la amenaza que implicaban, los
grupos moralizadores y reformistas se dieron a la tarea
de combatir estas desviaciones que tendían a corromper
tanto a la población como a los hombres que buscaban
el poder público.
Los controles que impuso la autoridad, a través de
reglamentos que regulaban la actividad de cantinas,
prostitutas y garitos, no fueron suficientes para con-
tener el auge que amenazaba con extenderse a toda la
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
313
expulsarla hacia el otro lado de la frontera, sin importar
el daño que ahora tenía que sufrir su contraparte. Los
niveles de desarrollo que alcanzó El Paso vinieron apa-
rejados, también, con alto índice del vicio, de tal forma
que implicaba una especie de factura que la moderni-
dad cobraba a la sociedad paseña.
314
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
315
ambigüedad evidenciaba diferencias de opinión al inte-
rior de los grupos que la criticaban.
La resonancia que la prensa hacía de los protestan-
tes demostraba que en el tema de las prostitutas había
coincidencias, tanto en la forma de criticar como en la
de proponer su erradicación. El Paso Herald destacó la
reunión de grupos religiosos congregacionales y meto-
distas en la calle Utah, cuyo propósito era “ahuyentar
la ‘vanidad del diablo’, es decir, a las prostitutas, me-
diante súplicas y cantos”.9 Los rezos se mostraban como
pretexto, pues en el fondo lo que querían era llamar la
atención pública para que más gente se involucrara y
presionara a la autoridad para que resolviera el proble-
ma de la prostitución.
El interés con que la prensa abordaba el asunto, re-
percutió hasta en la vida privada de los matrimonios,
ya que hubo quienes acusaron a su esposa de prosti-
tuirse para deshacer el vínculo. El endurecimiento de
las penas aplicadas a esa práctica significó un arma que
cualquiera podía utilizar, como sucedió con Etta Clark,
quien acusó a una mujer de dedicarse a la prostitución
por el simple hecho de mantener su casa desordenada,
evidencia que no fue suficiente, por lo que “el jurado ab-
solvió a la acusada”.10 Aun cuando la denuncia no pros-
peró, sí delineó una forma de vigilar a las mujeres, pues
deberían tener más precaución en su actuar público y
privado, so pena de ser señaladas ante una Corte.
El Paso Herald centró su atención en los salones de
baile, lugares que significaban el pretexto para la prác-
tica de la prostitución. Bajo el título de “Un puntapié a
los salones de baile”, hacía eco de una petición que las
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
317
para que la autoridad las investigara y sancionara de
acuerdo con las penalidades que establecía la ley.
La política editorial de los periódicos en inglés se
centraba en mantener a la ciudad libre de vicio y co-
rrupción. Según el Herald, eran anomalías sociales que
detenían la inversión de capitales foráneos, lo que in-
centivó una campaña de “limpia” que, bajo el auspicio
de los anglos y el apoyo de la prensa, estaría destinada
a ejercer presión sobre la autoridad para que se erradi-
cara el vicio. La línea editorial también obedecía al po-
sicionamiento de los anglos en El Paso, cuya influencia
se dejaría sentir, pues “pronto las escuelas, las iglesias
protestantes y otras instituciones permitieron ir crean-
do entre la población anglo un sentido de comunidad y
desarrollar variados rituales de socialización sin la nece-
sidad de mezclarse con la población mexicana, de hecho
alejándose de ella”.14
Pese a los esfuerzos para limpiar a El Paso de esta
práctica inmoral durante las dos últimas décadas del
siglo XIX, y con resultados infructuosos, el arribo del
nuevo siglo y de una nueva élite anglo-protestante en el
poder, “dos medidas fueron tomadas por las autorida-
des de la ciudad de El Paso para lograr la purificación
de la ciudad. La primera […] mover la zona roja (red
light zone) también conocida con el pícaro y sugestivo
nombre de tendorloin”.15 El Paso Herald aplaudió, me-
diante un editorial titulado “Antros en la Calle Utah”,
la actitud de 30 propietarios para mover sus negocios a
un espacio reservado de nombre “tendorloin”.16 El obje-
tivo de la campaña moralista se derrumbaba, pues ahora
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
319
que controlaba salones, cantinas y prostíbulos hizo valer
su poder, de tal manera que, pese a la oposición de la
Iglesia protestante y reformadores, recuperaron su an-
tiguo espacio. Sin duda este hecho ponía en evidencia
claros signos de corrupción dentro de la estructura de
gobierno en El Paso.21
Los religiosos y El Paso Herald no quedaron con-
formes y la presión que ejercieron se dejó sentir en las
páginas del periódico, donde acusaron a las autoridades
locales de rechazar la discusión en público del asunto
y prefirieron hacerlo de forma privada, incluso ni a los
propios reporteros se les dejó entrar a la reunión.22 El
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Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
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había permitido su apertura si el jefe de la policía, C. R.
Morehead, se opuso?26
Fundamentalmente, se considera que la operación
del vicio en el centro de la ciudad obedecía a esquemas
de corrupción al interior de los cuerpos policiacos, así
lo denunciaba el periódico al informar que Lou Vidal
era sujeto de proceso en la Corte por operar un salón de
baile en la calle Utah, según acusación de Joe Rogers,
detective de la ciudad.27 Este acontecimiento puso de
manifiesto que el grupo denominado el Ring o círculo,
mantenía el poder político y económico mediante vota-
ciones fraudulentas,28 pues, pese a las acusaciones, Lou
Vidal reafirmó su intención de seguir operando el salón
de baile.29
Para 1910 el Ring, a través de su jefe, C. E. Kelly, lle-
gaba a la alcaldía. El Paso Herald, que apoyaba al grupo
contrario, no cejó en criticar su desempeño al frente de la
administración. Enfáticamente, el mayor Kelly anuncia-
ba que la zona reservada para salones de baile y prostitu-
tas seguiría tal como estaba, es decir, de la calle Séptima
hacia el río.30 La apuesta al vicio y su operación ganaba
terreno ante quienes pretendían también el control de la
zona centro para fines comerciales y económicos.
Ante la Corte de distrito de El Paso fueron acusa-
dos de esclavizar a gente blanca, Fay Martin y Marjorie
Campbell, de Silver City, y Edward Otis, de El Paso.
Los cargos fueron por conspiración al violar las leyes de
esclavitud e inducir a mujeres a la prostitución. La for-
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
323
representa a las que estaban bajo ese control, pero ha-
bía también las que no se lograba identificar, como las
mexicanas que cruzaban los puentes para prostituirse
en El Paso.
La lucha frontal que sostenía el periódico con las
autoridades rindió frutos: la prensa informaba sobre el
inicio de redadas en las calles para retirar a mujeres de
“cuestionable moral” y enviarlas a la cárcel. El periódico
reprodujo las palabras del jefe de la policía de El Paso
en las que, claramente, se dejaba ver una advertencia
contra la prostitución: “Vamos a limpiar nuestras calles
de esas mujeres. Estoy seguro que en el corto tiempo
las calles van a estar mejor sin ellas”.36 A partir de 1920
varios negocios dedicados a la prostitución cruzaron el
río Bravo para establecerse en Ciudad Juárez. La pro-
hibición del alcohol parecía ganar la batalla en El Paso;
los prohibicionistas pensaron que con esto se termina-
ría con los vicios. Sin embargo, el problema se agudi-
zó, pues se creó la venta clandestina de licor, mientras
que la prostitución siguió ejerciéndose, también clan-
destinamente o, simplemente, los paseños cruzaban los
puentes para ir a saciar su apetito sexual en Ciudad Juá-
rez, pues cantinas, prostitutas, tahúres y garitos expulsa-
dos de El Paso encontraron acomodo en su contraparte
mexicana. Así nacía la ciudad sin límites y sin restric-
ciones, imagen de wide open town que bien ganada tenía
El Paso y ahora transfería a Ciudad Juárez.
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
325
Bajo esas premisas que imperaban en El Paso, los
juegos también eran vistos como hábitos sociales de
inmigrantes y una forma de despojar de su dinero al
trabajador. Por tanto, y de la misma forma en que se
criticaba la prostitución, se lanzó una campaña abier-
ta contra la práctica de los juegos que ya tenía una es-
tructura sólida en El Paso. En este sentido, la prensa se
convertía en portavoz y uno de los mejores medios para
ejercer presión a la autoridad, la cual para los puritanos
era corrupta por permitir la proliferación de formas de
relajación y explotación del ser humano.
El 14 de enero de 1890 se discutía si se otorgaba la
primera licencia de juegos de azar bajo la nueva regula-
ción municipal de El Paso,41 con la finalidad de que las
apuestas estuvieran reguladas, pues de antemano se sa-
bía que estaban prohibidas y se practicaban sin ningún
control. Años después, la práctica clandestina seguía en
apogeo;42 era una forma de evasión fiscal que cundía en
varios sectores de la economía paseña, sobre todo en
aquellos que tenían que ver con diversiones públicas.
En el editorial de El Paso Daily Times del 25 de ene-
ro de 1893, se cuestionaban las versiones de Tom Ryan
respecto del anuncio sobre las licencias que se conce-
derían a clubes y salones de baile para la explotación
de juegos. El periódico cuestionaba esa versión, pues
alegaba que la regulación del gobierno estatal prohibía
todo tipo de juegos en Texas y criticaba la actitud de
un hombre de negocios por estar de acuerdo en que se
permitieran en El Paso.43 Representaban un jugoso ne-
gocio debido a la adicción que existía entre la población,
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
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informaba que la ciudad había recabado la suma de 18
mil 200 dólares por concepto de licencias y una cuota
de 200 dólares cada tres meses por cada una de las ca-
sas de juego instaladas en El Paso.47 Por otra parte, in-
formó que, según sus estimaciones, salones de primera
clase como Wigwan, Gem y Mint, despojaban de entre
4 mil y 5 mil dólares mensuales a los trabajadores, y
agregaba que si los juegos estuvieran controlados, es-
tas cantidades podrían pagar legítimamente sus gastos
de recibos.48 El periódico era eco de la posición de los
conservadores de El Paso y abiertamente declaraba la
guerra contra los juegos, de acuerdo con su editorial del
4 de mayo de 1893. Al mismo tiempo, preguntaba si
el condado y la autoridad estaban dispuestos a hacer
lo mismo para no otorgar permisos y señalaba a James
Burns como célebre protector de garitos.49
Hombres de negocios y religiosos hacían comenta-
rios sobre los juegos. Su postura se definía al señalar que
“la fuerza moral de nuestra ciudad que día a día trabaja
gradualmente para poner fin a esos juegos”.50 El discur-
so, sin duda, mostraba la idea puritana de cuidar celosa-
mente la moral cotidiana, pero también la ungían como
defensa contra lo que, consideraban, atentaba contra la
conducta de la población y el daño que podría ocasionar
si se corrompía, cuyo temor era que llegara hasta las
estructuras del poder público; visiblemente, parecía que
así sucedía.
La postura de El Paso Herald se endurecía contra la
autoridad, que dejaba que los garitos operaran libre-
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Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
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ñaló que solo unos cuantos calificaron el asunto como
puramente discriminatorio. El fiscal de la ciudad ejecu-
tó la orden de clausura porque así lo consideró el juez
Gillis,54 quien se distinguía por sus posiciones conser-
vadoras y además pertenecía al Partido Republicano, ri-
val del Partido Demócrata, que por más de dos décadas
mantuvo el poder en la ciudad.
Satisfecho con la acción, el diario a través de su edi-
torial del 20 de julio de 1895 publicaba su comentario
en el que se dejaba ver como defensor de la ley.55 El
hecho lo calificó como una muestra del avance de la ci-
vilización, de tal manera que expresaba los objetivos de
los anglos de construir una ciudad basada en el naciona-
lismo y la raza, en los que no tenían cabida las minorías
y sus reprobables hábitos que corrompían a la sociedad
y al poder público, situación por la que el periódico es-
taba dispuesto a intervenir y defender los principios que
darían origen al racismo a través de la personificación
de grupos extremistas, como el Ku Klux Klan.
La campaña contra los juegos rindió frutos: ahora
el gobernador de Texas y el alcalde de El Paso orde-
naban redadas, postura que motivó la clandestinidad
de los garitos, pese a que las sanciones consistían en
años de cárcel para los que ejercían esta práctica. Ambas
autoridades urgían a sus oficiales a delinear campañas
punitivas contra los juegos y obligar a los infractores
a respetar la ley.56 En adelante, varias personas fueron
sometidas a juicio y recibieron condenas que dictaban
los jueces Gillis y Buckler.
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Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
331
información que dio a conocer en su edición del 9 de
diciembre de 1909. Mediante el uso de una metáfora,
señalaba que un grupo de mineros perdió en la mesa
donde jugaban póquer más de 40 mil dólares en pe-
pitas de oro en un salón llamado Casas Grandes.60 El
texto del Herald aconsejaba a sus lectores —sobre todo
a aquellos que comulgaban con la corriente religiosa—
cuidar el fruto de su trabajo y ahorrar. Los principios
del protestantismo postulaban que “debemos aleccionar
a todos los cristianos que tienen el deber y el derecho de
ganar lo más posible y de ahorrar cuanto puedan; es de-
cir, que no solo pueden, sino que deben enriquecerse”.61
Además, los juegos representaban una de las muchas y
variadas formas de perder el tiempo. Para el protestante
“el más importante de todos los pecados es el derroche
del tiempo. […] El valor del tiempo es ilimitado; una
hora desperdiciada equivale a una hora substraída a la
labor destinada a la glorificación del señor”.62
Por su parte, El Paso Times se limitaba a informar es-
cuetamente sobre los acontecimientos en torno al tema,
por ejemplo, cuando el jefe de Policía, Lockhart, comu-
nicó a los dueños de garitos que tenían que cerrar a la
medianoche,63 mientras que El Paso Herald lamentaba
que, a pesar de los esfuerzos organizados por suprimir
los juegos y que los salones cerraran los domingos, aún
no se lograba respetar la ley.64 El Herald, implacable
crítico de las diversas manifestaciones del vicio y voz
332
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
333
y económico en beneficio propio, cuyo objetivo era el
control de ciertas zonas de El Paso; en este caso, la del
centro, principal enclave comercial y área ideal para el
establecimiento de bancos.
Los intereses económicos pesaron más sobre los
intentos de cerrar los garitos. Las abultadas ganancias
que generaban a sus operadores, les otorgaban cierto
poder para contratar abogados que apelaran en tribu-
nales superiores las decisiones de la autoridad de pro-
hibir los juegos. El Herald no ocultaba su frustración;
lo más curioso es que no asumía su postura totalmente
e involucraba a la población. Sin mencionar quiénes,
escribía que la sociedad paseña mostraba sentimientos
encontrados por la práctica de los juegos en domingo.67
Pero ¿por qué tanta insistencia en que los juegos no se
practicaran los domingos? Indudablemente, al igual que
los católicos, los protestantes veían el domingo como
el día de descanso; el precepto bíblico marca que así lo
hizo Dios después de crear al mundo y a todo ser que
lo habita. Pero, si acaso éste era el verdadero argumen-
to del periódico y los protestantes, la postura iba más
allá: posiblemente veían que en ese día se intensificaba
el comercio y la gente lo aprovechaba para la adqui-
sición de sus productos, de tal manera que los juegos
representaban una competencia real para el comercio.
La apreciación o acusación de que los juegos operaban
los domingos, ya no fue exclusivamente para El Paso,
sino que ahora el periódico acusó que en Ciudad Juárez,
de igual forma, se practicaban en domingo.68 En este
caso, la preocupación era el dinero que gastaban los pa-
seños en las apuestas en Ciudad Juárez. De esta forma,
334
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
335
La intención no solo era que Morehead renunciara a la
alcaldía, sino que los ciudadanos ya no apoyaran admi-
nistraciones que provenían del Partido Demócrata.
Las acusaciones pasaron al terreno de la advertencia
y la amenaza. El periódico lanzó un mensaje a la auto-
ridad y a los jugadores, pues les advertía que un grupo
numeroso de personas estaba interesado en “emprender
una moderna cruzada contra el vicio”.72 De esta manera,
el diario expresó que iniciaba una guerra abierta contra
los juegos y dejaba ver que un ejército esperaba para
lanzar la “moderna cruzada”. Las amenazas pasaban al
terreno de los hechos, de tal forma que la publicación
estaba dispuesta a azuzar a protestantes contra la auto-
ridad legalmente representada por Morehead. La dis-
puta se recrudecía y parecía que la campaña contra los
juegos significaba el pretexto para llegar a otra etapa
de confrontación que, según el texto, sería física, pues
advertía claramente sobre la existencia de un ejército.
Según el Herald, los tentáculos de los operadores de
los juegos también alcanzaban a Ciudad Juárez, ya que
denunció que por las calles de El Paso fueron vistos
varios estafadores que “los hicieron regresar de Ciu-
dad Juárez”.73 Esta denuncia dejaba al descubierto que
los grupos que tenían el poder en El Paso habían cru-
zado la frontera, para también instalarse allá. Bajo la
asociación con hombres de negocios y la complacencia
de la administración municipal y de los gobiernos es-
tatal y federal, los juegos se practicaban abiertamente
en Ciudad Juárez, donde no solo representaban ingre-
sos para el erario, sino que generaban empleo que, ante
la severa crisis económica, la autoridad se mostró in-
336
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
337
llones de dólares que se jugaban al año en las mesas de
apuestas, los cuales significaban 16 veces más del to-
tal del comercio de productos en El Paso.76 Al mismo
tiempo, dio a conocer que el jefe de toda esa industria
que se desarrollaba en el este de Estados Unidos, se en-
contraba en El Paso, pero no dio el nombre. ¿Acaso el
grupo de anglos reformistas y protestantes realmente
querían una sociedad de altos principios morales, tra-
bajadora y agradecida con Dios? La cuantiosa suma de
dinero significaba un “gran pastel” y, posiblemente, ellos
querían la mitad, pero quienes controlaban los juegos,
el Ring o el círculo, no estaban dispuestos a compartirlo.
La batalla contra las apuestas cumplía 14 años. Todo
ese tiempo reflejaba la disputa por el poder político y
económico de una zona cuya perspectiva de desarro-
llo motivaba una lucha encarnizada. No solo era la in-
versión en negocios permitidos legalmente, sino que la
derrama en el vicio simbolizaba la ilegalidad que daba
origen a una industria informal que generaba fortunas
que evadían impuestos en una nación que trataba de
imponer orden mediante el estricto apego a la Consti-
tución y a las leyes que de ella emanaban. Era evidente
que el Estado, en su ánimo de controlar, endurecía las
sanciones para todos aquellos que infringieran la ley;
sin embargo, parecía no ser suficiente, pues el sistema
legal establecido permitía diversas formas de apela-
ción ante instancias judiciales superiores, aprovechadas
por los operadores a través de la contratación de ex-
perimentados abogados. Por ello, los 14 años, más que
mostrar una disputa por los juegos mostraban que aun
por encima de la ley se desdibujaba el poder económi-
co. El Paso Herald no se cansaba de informar —cuantas
76 Ibid.
338
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
339
de mil 400 personas no apoyaban la existencia de los
juegos en la ciudad.79
La intervención de organismos legalmente estable-
cidos y con amplia influencia en la vida política y social
de El Paso fortalecía a la Liga, la cual estaba repre-
sentada por Richard F. Burges, Waters Davis y H. B.
Stevens, quienes eran apoyados por el Herald, donde
publicaban continuamente sus opiniones y se ungían
en el grupo que por todos los medios disponibles en-
frentaba a la bien consolidada industria de los juegos
de azar.80 Sin embargo, lejos estaban de erradicarlos,
pues a mediados de 1905 arribó a El Paso una nue-
va forma de juego mediante las slot machines. La gen-
te reaccionó en contra de las “infernales” máquinas y
juzgaron que éstas representaban el germen del vicio.81
Para los dueños de negocios esta innovación de apues-
tas les permitía no contratar a más empleados, pues
operaban con mecanismos independientes al hombre.
Su incorporación significó una forma de modernidad y
la paulatina sustitución de la mano de obra por formas
mecanizadas que caracterizarían a los procesos de in-
dustrialización del siglo XX.
340
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
341
El Paso Herald publicó que El Paso Times era acusa-
do de defender a los operadores de los juegos en Ciu-
dad Juárez y decía que un cáncer moral se aferraba en
la ciudad.86 Obviamente, el mensaje iba dirigido a su
competidor como reproche por no combatir el vicio. La
rivalidad entre los periódicos permitió conocer la pos-
tura de ambos en relación con los problemas que vivía la
sociedad paseña. La línea editorial del Times se mostra-
ba moderada en comparación con la del Herald.
Con motivo del vigésimo aniversario de lucha con-
tra los juegos, en su editorial del 6 de enero de 1911, El
Paso Herald solicitaba al alcalde de El Paso, Kelly, actuar
contra lo que consideraba “el agua sucia”, que signifi-
caban los juegos, y le exigía, al mismo tiempo, imple-
mentar acciones para terminar, de una vez por todas,
con el “cáncer” que padecía la ciudad.87 La costumbre de
presionar a cada uno de los alcaldes, se convertía en una
“piedra en el zapato” que difícilmente lograban quitarse,
así que éstos tenían que convivir con las severas críticas
de la publicación.
342
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
343
Los homicidios ocurrían principalmente en el borde del
río Grande. El reproche de la prensa se centraba en que
no existía una línea de investigación clara que llevara
a la captura de los asesinos.90 Las causas se debían al
alto índice de contrabando a través de la frontera y la
escasa vigilancia sobre ella. La Zona Libre, puesta en
práctica, era aprovechada para introducir mercancías de
manera ilegal hacia Estados Unidos sin cubrir los im-
puestos correspondientes. Según la prensa de El Paso, el
bordo del río Grande se convertía en “zona de nadie” y
de alta peligrosidad que era explotada por delincuentes
y criminales.
El Paso Herald culpaba de esto al alcalde de El
Paso y a altos oficiales policiacos por adoptar una po-
lítica poco efectiva para combatir el crimen organi-
zado, el cual aumentaba sus redes y amenazaba con
extenderse. La ola delictiva no era ajena a la mayoría
de la población y ésta exigía soluciones.91 La opinión
pública manifestaba su inconformidad en los periódi-
cos locales y El Paso Herald daba eco a sus demandas
e inconformidades. Sus razones estaban fundadas en
que las personas corrían peligro al transitar por áreas
cercanas al río. El diario culpaba del alto índice de
crímenes al retorno de más de 600 jugadores profe-
sionales y a la existencia de 96 salones de baile y juego
en la zona centro de El Paso. Un jurado integrado
por L. O. Rudisch y E. M. Bray, informó de las cifras
y acusaba al juez J. M. Walthall de haber disuelto el
jurado, y con ello detener investigaciones, por lo que
344
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
345
exclusionistas, que pugnaban por un mayor control por
parte del Estado norteamericano. Evidentemente, la
culpa del desorden y de los delitos se adjudicaba a mexi-
canos; sin embargo, era obvio que el comercio, así como
la operación del vicio y el contrabando —no solo de
mercancías, sino también de drogas: cocaína, heroína,
morfina y marihuana— recaían en un bien conformado
grupo de anglos que utilizaba a mexicanos para operar
una red de actividades ilícitas a lo largo de la frontera.
La amplia carga de estereotipos hacia los mexicanos,
iba desde personas sucias o portadoras de enfermedades
hasta el menosprecio racial, al considerar que practica-
ban hábitos inadecuados a causa de conductas impro-
pias que contaminaban a la sociedad anglo de El Paso.
Bajo este tipo de creencias negativas, y que además la
prensa las matizaba en sus páginas, se creó un senti-
miento de intolerancia hacia las minorías que reper-
cutiría en esquemas de segregación; además, nacieron
grupos racistas radicales que incluso llegaron a cometer
atentados físicos.
Por supuesto, la ola criminal era atribuida a mexi-
canos y sus malos hábitos, sin embargo, poco se decía
de las personas que estaban detrás. Los 29 millones de
dólares que generaba la actividad de los juegos al año,
se mostraban como la evidencia más palpable de que la
rentabilidad del vicio era incuestionable. Lógico es pen-
sar que para sostener esta industria necesariamente se
requería de protección y para ello se contrataban crimi-
nales. El control de actividades ilícitas motivó enfrenta-
mientos que derivaron en crímenes y, precisamente, este
escenario no solo se vivía en la zona del bordo del río,
sino también en el centro de la ciudad.
346
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
347
los consumidores que buscaban lugares ocultos para
inyectarse. Al paso de los años, se les asignaría el nom-
bre de “picaderos”.
El bajo mundo que imperaba en El Paso compren-
día desde los rentables juegos de azar, salones de baile,
prostíbulos y los famosos “picaderos”, que generaban
una imagen de ciudad viciosa y sin ley. Como era cos-
tumbre, de los problemas que aquejaban a la sociedad
paseña se culpaba a Ciudad Juárez, pues, a decir de gru-
pos religiosos más radicales que “veían la paja en el ojo
ajeno sin ver la viga en el suyo propio”, la ciudad repre-
sentaba la corrupción y el pecado en toda la extensión
de la palabra. Ciudad Juárez se convertía así en la copia
fiel de las ciudades del pecado: Sodoma y Gomorra.
Sin empacho alguno, la prensa escrita transmitía su
discurso cargado de calificativos asociados a la maldad.
Alguien tenía que ser el culpable de tanta perversidad
en El Paso y la mira apuntaba hacia la vecina ciudad,
que estaba plagada de malos hábitos sociales, escasa
educación, habitada por infieles y que tenía una ima-
gen negativa gracias a los periódicos, los cuales repro-
ducían el discurso intolerante de racistas y protestantes
radicales, quienes se creían la representación divina en
la tierra. Por ejemplo, El Paso Herald, publicación que
a todas luces emprendió una campaña de desprestigio
contra la vecina ciudad del espacio fronterizo mexicano,
reproducía textos que la descalificaban y la comparaban
con el infierno descrito por Dante en La Divina Co-
media. “Juárez tiene el hoyo infernal de la tentación”.98
El descalificativo provenía de la acusación de que allí
el consumo de marihuana se sumaba al complejo pro-
blema de las drogas. La concepción que se tenía de la
348
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
99 Ibid.
100 El Paso Herald, 7 de enero de 1913.
101 Ibid.
349
que alentaba el clandestinaje. El argumento de que la
marihuana era causa de crímenes violentos significaba
la excusa para alertar a la población sobre lo pernicioso
de la hierba, pero que, hasta el momento, no estaba
totalmente comprobado.
La prensa denunciaba todo aquello que estuviera
relacionado con arrestos y clausura de negocios liga-
dos a las drogas en Ciudad Juárez y, en menor propor-
ción, lo que acontecía en El Paso. Por ejemplo, sobre
los 52 casos sobre fumaderos de opio que la autoridad
clausuró en Ciudad Juárez, señaló: se “dice” que el opio
llegó desde El Paso.102 La ambigüedad de las palabras
exoneraba a El Paso, más no así a Ciudad Juárez, cu-
yas palabras la acusaban directamente. Este juego en
el discurso, mostraba una actitud perversa hacia la
contraparte mexicana y creaba una imagen de ciudad
peligrosa.
Autoridades y un jurado recomendaban a la pobla-
ción apartarse del consumo de la marihuana y, sobre
todo, de su venta.103 La política implementada para el
combate de drogas en El Paso se dio por dos vías: el sis-
tema legal endurecía las sanciones y, la otra, presionar a
las autoridades mexicanas para que también hicieran lo
mismo. La segunda postura mostraba que el problema
que vivían en El Paso se debía a que las autoridades en
Ciudad Juárez no lo combatían, por tanto, cruzaba el río
como “Pedro por su casa”.
Aunado a esto, la Policía paseña no contaba con ele-
mentos suficientes para combatir y arrestar a las perso-
nas que vendían la hierba. El problema se tornaba cada
día más grave, de tal manera que requería de decisiones
350
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
351
nían de grupos reformistas y ministros protestantes. El
alto consumo y la distribución, sin control, de las drogas
generó un problema que amenazaba con desequilibrar
la estructura social de El Paso, de allí la explicación de
las decisiones que tomaba la autoridad, muchas de ellas
marcadas por la desesperación de encontrar una solu-
ción. No es posible afirmar que en Ciudad Juárez no
existía el problema, pues así lo era, solo que en términos
comparativos, la verdadera sede, según los reportes de la
misma prensa en inglés, era El Paso por el alto consumo
y, posiblemente, porque el centro de operaciones residía
ahí. Se sospecha que los jefes de una bien organizada
banda criminal, que controlaba todas las ramas del vicio
—prostitución, los juegos y drogas, por mencionar al-
gunas—, operaba desde El Paso y se extendía a Ciudad
Juárez y el suroeste de los Estados Unidos.
El tráfico de drogas no se ceñía exclusivamente a las
calles, los salones, garitos y domicilios particulares, sino
que operaba dentro de las cárceles de El Paso a tal grado
que las revisiones a visitantes y presos eran minuciosas.
El consumo era real e incluso llevó al enfrentamiento
de grupos por el control de la venta de drogas en las cár-
celes. La forma de operar de traficantes en las cárceles
evidenciaba que algunos custodios y funcionarios eran
corruptos. Domingo Villegas purgaba una condena por
posesión de drogas en la cárcel de El Paso, luego de una
revisión que emprendió la autoridad del penal, se le en-
contró una considerable cantidad de marihuana; ahora
el reo enfrentaría otro cargo y otra condena.107
La problemática propició en la ciudad de El Paso una
campaña que abarcó farmacias, calles, salones de baile y
todos aquellos lugares que se consideraban vinculados
352
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
353
se exportaba a Estados Unidos. En parte, la publicación
tenía razón, sin embargo, no aclaraba que la droga que
se introducía a El Paso llegaba también por otras rutas,
como de la costa este de la Unión Americana. La acu-
sación de los anglos se atribuía a la cercanía entre las dos
ciudades, delimitadas únicamente por el río Bravo y, en
buena parte, al discurso que provenía de ministros reli-
giosos protestantes, que constantemente, en su sermón,
hacían alusión a Ciudad Juárez como la ciudad del pe-
cado y de la corrupción. La descalificación que hacían
de Juárez y el acusarla, además, de ser la causa del vicio
en El Paso, violentaba los principios fundamentales de
la ética y, al mismo tiempo, mentía, porque no aceptaba
que el verdadero problema del consumo residía entre su
propia población.
La persecución de traficantes de marihuana se con-
virtió en el objetivo de la Policía de El Paso. El consu-
mo de marihuana y de opio aumentaba aún por encima
de “drogas heroicas”. Un factor que incidió en la pre-
ferencia de la hierba consistía en el precio, que era de
25 centavos de dólar por libra, mientras que el opio,
regularmente, se fumaba en domicilios privados de mi-
grantes chinos. La marihuana y el opio no requerían de
procesos químicos como la heroína, cocaína y morfina,
por tanto, el precio de las “drogas heroicas” se elevaba
en comparación con las herbáceas, que se producían por
grandes cantidades en México y en Oriente. La ampli-
tud de la frontera que compartían México y Estados
Unidos requería de un considerable número de agentes
de Migración que el gobierno norteamericano no pro-
porcionaba, por tal motivo, los traficantes establecie-
ron distintas rutas, a través de las cuales lograban pasar
considerables cantidades de marihuana a El Paso. Los
resultados en el combate contra la marihuana y el opio
354
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
355
el perseguir y tratar de eliminar a los contrabandistas
de licor que encontraban en el estado “seco” de Texas,
un amplio mercado conformado por asiduos bebedores,
a quienes poco les importaban los principios del pro-
testantismo. El proyecto del Estado norteamericano de
endurecer sus leyes con la finalidad de terminar con el
vicio que amenazaba con romper el equilibrio social, dio
pie a un amplio mercado de ilegalidad que corrompía a
individuos de todas las clases, razas y nacionalidades.
La intención de los puritanos de lograr una sociedad
ideal y libre de vicios, más bien, se convertía en una co-
rrupta y viciosa, consecuencia de una radical persecu-
ción contra todo aquello que consideraban deleznable y
que asociaban a las minorías. Creyeron que solo los an-
glos estaban libres de estos males. Los puritanos sabían
que grupos de poder integrado por anglos controlaban
el vicio en El Paso; sin embargo, enfocaron sus críticas
y persecución contra las minorías que, desde la moral,
su instrumento de verdad y de rectitud, asociaron con
fuerzas oscuras provenientes de los más recónditos en-
tresijos de la maldad.
La visión que la prensa tenía respecto del problema
de las drogas mostraba claras diferencias al informar al
público. Mientras que El Paso Morning Times informó
sobre el arresto de Jesús Mendoza, propietario del Pala-
ce Hotel, donde los agentes antinarcóticos decomisaron
droga con valor superior a los 30 mil dólares,112 El Paso
Herald calificó al detenido como el “rey del narcotrá-
fico”. De esta manera, el periódico fijaba su posición
racista, pues Mendoza era de origen hispano. Dando
muchos detalles, el Herald informó que en el interior
de una de las habitaciones del hotel se encontraron 125
356
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
357
Introducción
359
Una muestra de 163 noticias del periódico
La Patria 1919-1925
REFERENCIAS
360
Anexos
PRIMERA
PLANA
EN
INTERIORES
DE ESAS 128
ABORDARON
LAS SIGUIENTES
CATEGORÍAS
JUEGOS
DROGAS DE AZAR
ALCOHOL A OCHO
COLUMNAS VIOLENCIA
JUEGOS DE
AZAR
DROGAS
DELINCUENCIA
PROSTITUCIÓN PROSTITUCIÓN
EN PRIMERA
CIUDAD NO A OCHO
DEL VICIO ZONA SECA
MIGRANTES
361
Categorías más recurrentes
en primera plana, pero no a 8 columnas
362
Anexos
Anexo
363
Autoridad. Campaña contra el juego, autoridades lo-
cales y federales, arresto, libertad provisional, cam-
paña, remate de juegos, concesión, millón de pesos,
municipio, ingreso, impuesto, fomento, pérdida del
erario, duda, proposiciones y fianzas, desaprueba,
centros de inmoralidad, contra el juego, política del
centro, protesta, muerte, justicia, verdad, productos
del juego, jurisdicción, clausura, orden, tolerancia,
salones, cabarés, explotación, sui generis (conce-
sión), casas, agentes, complacencia, aquiescencia,
negación.
Juegos prohibidos. Fichas, naipes, paquetes, máquinas
infernales, apuestas, extranjeros, expulsión, Cámara
de Comercio, ley, contubernio, infringir la ley, fuer-
zas federales, protestas, casino de diversiones, em-
presas, clandestinidad, kenos.
364
Anexos
365
centros del vicio, limpia moralizadora, limpieza so-
cial, pelonas de C. Juárez y El Paso, campaña.
366
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
367
No conformes con las prácticas cotidianas de revi-
sión –desagradables y humillantes– de que eran obje-
to los mexicanos cuando cruzaban los puentes inter-
nacionales hacia El Paso, los anglos emplearon otros
mecanismos más sutiles con el propósito de deteriorar
la imagen y autoestima de los mexicanos. Si bien las
prácticas de “desinfección sanitaria” practicadas a los
mexicanos encontraron oposición, principalmente de
las mujeres1 de Ciudad Juárez, los anglos hicieron uso
de la prensa escrita para a través de un discurso que en-
fatizaba “los malos hábitos” de los mexicanos, construir
imágenes o representaciones sociales cuyo propósito era
denigrar y mermar la cultura hispanomexicana ante la
opinión pública de El Paso y Estados Unidos.
La prensa fue el instrumento que utilizaron para fi-
jar la agenda del día; es decir, los temas que decidían
que era importante destacar; obviamente, se trataba de
aquellos que perjudicaran la imagen de los mexicanos.
De esta forma y con la imposición de la agenda pública
en la prensa, los anglos construían un discurso con ar-
tilugios como el de “peligrosidad”, “viciosos”, “corrup-
tos”, “sucios” y “portadores de enfermedades infecciosas”
(para justificar los procesos de desinfección).
Sin embargo, el rechazo que los anglos mostraban
contra los mexicanos, pero también la actitud de con-
tratarlos para los trabajos “rudos” en la industria, la agri-
cultura y la servidumbre, por destacar algunos, mostra-
ban un doble discurso pues, por una parte, destacaban
la negatividad mientras que, por el otro, estimulaban
su contratación porque representaban la mano de obra
barata que necesitaban y, sobre todo, por la manera in-
mediata para obtenerla, pues solo bastaba anunciar las
368
Conclusiones generales
2 cfr. González Herrera. “La frontera que vino del norte…”, 2006.
3 Luhmann, Niklas. Op. cit., pp. 11-12.
4 Ibid.
369
tividades del “vicio” en El Paso, según El Paso Herald
Post, para finales del siglo XIX y principios del XX, se
estimaban en más de 25 millones de dólares al año, can-
tidad dentro de la cual, obviamente, había dinero “sucio”
que no era fiscalizado y que, también posiblemente para
“limpiarse”, se invertía en el ramo industrial, financiero
y comercial de El Paso. Así y bajo la lógica de la sos-
pecha, es viable que connotadas figuras públicas de El
Paso, y sobre todo detractores o impulsores de la cam-
paña contra los mexicanos, estuvieran inmiscuidos en
actividades ilícitas. Aunque en este momento no hay
datos precisos para comprobarlo, cabe preguntarse a
qué se destinaba la ganancia que generaba el vicio; la
lógica me lleva a considerar que a sectores formales de
la economía.
Con el respaldo de recursos económicos y periódi-
cos afines, los anglos, que entraban de lleno a una fase
de “purificación” –entendida en términos raciales–, cul-
paron de las anomalías sociales a los mexicanos; sin
embargo, esta “purificación” también puede entenderse
como una de las maneras más sutiles de encubrimiento
de actividades ilícitas y de una imagen impoluta ante
la opinión publica local y nacional. Si bien la actividad
del “vicio” en Ciudad Juárez era más notable por la co-
rrupción que cundía entre la autoridad y una tendencia
a transgredir la ley tanto por mexicanos como por nor-
teamericanos; se dibujaba un escenario o tierra “sin ley”
que fue aprovechada por los anglos para la construcción
de imágenes negativas y la repetición y ratificación de
otras que, desde finales del siglo XIX, se construían en
el discurso periodístico a través de la prensa en inglés.
De esta manera, la mala fama (leyenda negra) de
Ciudad Juárez —como construcción discursiva en
la prensa escrita— podemos explicarla a partir de las
370
Conclusiones generales
371
más complejo interpretar cuáles eran sus objetivos, pues
la postura que adoptó fue la de una defensa a ultranza
del catolicismo, desacreditar al socialismo, una pugna
abierta contra el gobierno de Carranza y una tendencia
a exacerbar aquellos hechos sociales negativos que re-
sultaban de la vida cotidiana de Ciudad Juárez.
De la defensa del catolicismo, puede señalarse que
Terrazas la hizo mediante la publicación en su periódi-
co de artículos de opinión de renombrados católicos de
Ciudad Juárez y El Paso, en los cuales se observa que
emplearon los principios del catolicismo para criticar
a los gobiernos federal y municipal de Ciudad Juárez.
Un ejemplo de combinación de principios católicos y
de postura política en un mismo texto, se nota en la
columna que se tituló El Látigo, cuyo autor, Rafael Es-
quer, incitaba a los católicos a revelarse y desconocer
al gobierno de Carranza. También hubo artículos que
hacían que La Patria se percibiera como el “vocero” de
la iglesia Católica.
Con formación ideológica en el catolicismo y bajo
la tutela de Ortiz y Rodríguez, obispo de Chihuahua,
Terrazas, a temprana edad, definió lo que consideraba
lugares de vicio: las cantinas. Para él estos sitios signi-
ficaron espacios donde la juventud era susceptible de
corromperse. Sin embargo, La Patria no se distinguió
por rechazar la prohibición, pues, de antemano, esta
iniciativa era estimulada por los contrarios ideológi-
cos en cuestión de religión, los protestantes. La iglesia
Católica en El Paso tampoco fijó su postura al respec-
to, pues, de alguna manera, los sacerdotes tendrían que
abstenerse de ingerir alcohol durante el ritual de la
misa. Por esto, eran objeto de severas críticas de pro-
testantes, puritanos y reformadores de El Paso. Con
la intención de acallar los cuestionamientos, Terrazas
372
Conclusiones generales
373
Sobre el problema que se suscitó en torno de los jue-
gos de azar durante los primeros años de la década de
los veinte, Terrazas se pronunció a favor del grupo de
comerciantes a quienes les fue negada la concesión por
parte del Gobierno del Estado de Chihuahua. Con esta
postura, Terrazas y su periódico perdían legitimidad
ante la sociedad, pues con la campaña que instrumentó
para atacar al Estado y al municipio de Juárez, se perdía
la objetividad y parcialidad que el mismo Terrazas pre-
gonó a través del editorial del periódico con motivo de
la fundación el primero de enero de 1919.
La Patria se convirtió en uno de los principales de-
tractores de los juegos de azar que, junto a la campaña
que sostenía la prensa en inglés contra los garitos en El
Paso, imponían sobre Ciudad Juárez la imagen o repre-
sentación de un enorme garito donde las personas eran
despojadas de su dinero por “hábiles” estafadores. Por la
manera en que La Patria destacó los hechos crimina-
les de Ciudad Juárez en la primera plana, el periódico
contribuyó a reforzar la imagen de “peligrosidad” que la
prensa en inglés construía como uno de sus principa-
les artilugios discursivos para mermar la presencia de
la cultura hispanomexicano en El Paso. En el caso de
la prensa en inglés, la intención de los textos periodís-
ticos era explícita, pero en el caso de La Patria, parecía
que la estrategia respondía no solo a una preservación
de la moral cristiana, sino a estrategias de sobrevivencia
como empresa. Aunque no poseo datos para precisar el
tiraje de La Patria, y tampoco los ingresos que obtenía
por concepto de publicidad, indicios como la incauta-
ción por parte de la aduana mexicana de periódicos que
se distribuían en Ciudad Juárez y la tendencia a con-
vertirse en un periódico de nota roja, me hacen suponer
la importancia de la publicación en Ciudad Juárez. Sin
374
Conclusiones generales
375
esto no quiere decir que todo esté dicho sobre la prensa
escrita de la zona Ciudad Juárez-El Paso, creo que hay
otro tipo de discurso que no ha sido objeto de análisis y
que puede llevar a otras investigaciones.
Espero, con este trabajo, contribuir al conocimien-
to de la historia cultural y social de la frontera norte
de México y, a la vez, incitar y provocar opiniones en-
contradas.
376
Capítulo V
Representaciones
de El Paso en la prensa en inglés
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