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Breve Historia

Intercultural de
GUATEMALA

Mario Roberto Morales


BREVE HISTORIA INTERCULTURAL
DE GUATEMALA
BIBLIOTECA CÉSAR BRAÑAS

306
M828 Morales, Mario Roberto
Breve historia intercultural de Guatemala / Mario Roberto Morales
– Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes / Editorial Cultura,
2014
132 p. (Colección Ensayo, Serie Luis Cardoza y Aragón No. 54)

1. ENSAYO GUATEMALTECO
2. LITERATURA GUATEMALTECA
I. t.

Mario Roberto Morales, 2013


Por la presente edición, Editorial Cultura, 2014
Diseño de portada: Mario Díaz Valdés
Edición al cuidado del equipo de Editorial Cultura

Consejo asesor para las letras Doctor Alfredo Tay Coyoy


Director General de las Artes

Escritores: Delia Quiñonez


Rosa Chávez
Daniel Matul Morales
Gerardo Guinea Diez
Javier Payeras
Francisco Morales Santos

Una publicación de Editorial Cultura


Palacio Nacional de la Cultura, tercer nivel, oficina 5, Guatemala.
BREVE HISTORIA INTERCULTURAL DE GUATEMALA

MARIO ROBERTO MORALES

Colección Ensayo
Serie Luis Cardoza y Aragón No. 54
MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTES
Licenciado Carlos Batzin
Ministro de Cultura y Deportes
Licenciada Clariza Castellanos
Viceministra de Cultura
Doctor Alfredo Tay Coyoy
Director General de las Artes
Escritor Francisco Morales Santos
Editorial Cultura
CONTENIDO
PRESENTACION ....................................................................................7

I. LAS GRANDES CULTURAS PRECOLOMBINAS: EL ESPLENDO Y LA


CAIDA ...................................................................................................9

EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA .........................................................9

LAS ALTAS CULTURAS DE MESOAMÉRICA........................................13

ORGANIZACIÓN SOCIAL, ECONÓMICA, POLÍTICA Y RELIGIOSA DE LAS


CULTURA MESOAMERICANAS ..........................................................17

LA FILOSOFÍA MESOAMERICANA .....................................................21

II. EL ENCUENTRO DE DOS CULTURAS: DIVISIONISMOS MORTALES Y


CRUELDAD SOFISTICADA ....................................................................25

LA DINÁMICA INICIAL DE LOS PUEBLOS DESCENDIENTE DE LOS


MAYAS. ORÍGENES DE LOS QUICHÉS ................................................25

EL EXPANSIONISMO DEL QUICHÉ ....................................................27

LOS ESPAÑOLES EN MESOAMÉRICA .................................................31

LA CONQUISTA DE GUATEMALA ......................................................37

III. LA COLONIA ESPAÑOLA Y LOS PUEBLOS INDIGENAS: IMPOSICIÓN


CULTURAL Y TRAICIONES POPULARES. ...............................................43

UN MUNDO SE IMPONE SOBRE OTRO MUNDO: .................................43

LA ORGANIZACIÓN COLONIAL .........................................................43

VIVIENDO LA DERROTA ...................................................................51

LA CULTURA Y EL PODER ESPAÑOLES SE CONSOLIDAN Y


GENERALIZAN .................................................................................56

LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA COLONIALES .....................................59

IV. INDEPENDENCIA, FEDERACION Y REPUBLICA: EL EXTRAVAIDO


CAMINO HACIA LA MODERNIDAD. .......................................................63

ANTECEDENTES Y CAUSAS DE LA INDEPENDENCIA .........................63

LAS LUCHAS, LAS VICTORIAS Y DERROTAS ......................................65


LA INDEPENDENCIA Y LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA ..........68

LA REVOLUCIÓN LIBERAL................................................................74

V. EL ESPEJISMO DE LA MODERNIDAD ............................................79

EL REINADO DE LA VIOLENCIA: LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y LA


“GUERRA FRÍA”................................................................................79

EL PRIMER ESTADO MILITAR Y EL PRIMER CICLO ARMADO


GUERRILLERO .................................................................................86

EL SEGUNDO CICLO ARMADO Y EL SANGRIENTO TRIUNFO DE LA


CONTRAINSURGENCIA.....................................................................92

VI. GUATEMALA INTERCULTURAL: DE LA PESADILLA DEL PRESENTE


AL SUEÑO DEL FUTURO ......................................................................96

ORDEN COLONIAL, TERCER MUNDO Y SUBDESARROLLADO .............96

GUATEMALA SUBDESARROLLADA .................................................101

GUATEMALA MESTIZA ...................................................................103

GUATEMALA INTERCULTURAL ......................................................104

GUATEMALA DEMOCRÁTICA .........................................................106

GUATEMALA ACTUAL ....................................................................107

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA ......................................................................113


PRESENTACION

Este pequeño libro es un intento didáctico de reescribir la historia de


Guatemala en clave intercultural. Es decir, privilegiando las relacione
entre las culturas que la conforman y no sus diferencia, y mostrando el
protagonismo étnico de los actores históricos. Todo esto, sin encubrir la
injusticia que ha regido a nuestras relaciones interculturales sino, por el
contrario, mostrando sus causas, condiciones y desarrollos.
El libro no pretende sino esbozar a grandes rasgos los elementos
básicos para comprender nuestro proceso de conformación etnocultural.
Esto, porque el sistema educativo no nos lo enseña. En tal sentido, se trata
de un texto pensado para proporcionarle al lector un mapa cognitivo que
pueda servirle de guía para profundizar en nuestra historia y, por lo
tanto, en la comprensión de quienes somos por qué estamos divididos en
criollos, indígenas y ladinos, y en ricos, pobres y miserables, sin que haya
estamentos intermedios que constituyan una mayoría que estabilice las
contradicciones entre los extremos.
Cuando lo escribí, lo hice siguiendo un formato didáctico de libro escolar
para último años de secundaria o primero de universidad, con
mediaciones pedagógicas incluidas. Esta versión se llamó Guatemala
intercultural y sirvió como texto de Ciencias Sociales durante varios años,
hasta que las transnacionales de la edición libresca hicieron quebrar a los
pequeños editores y autores locales de libros de texto. Lo público ahora
con el título de Breve historia intercultural de Guatemala, sin mediaciones
pedagógicas y con mínimas modificaciones, dirigido a un público general
de compatriotas que ignoran su historia porque nadie se las enseñó ni en
la primaria ni en la secundaria, y tampoco en la universidad. Espero que
el pequeño volumen les sea útil y les ayude a despejar algunas de las
tantas incertidumbres que los guatemaltecos sufrimos cuando nos
preguntamos acerca de por qué somos como somos. Si logro esto, me daré
por más que satisfecho.

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Entrego, pues, con estas palabras, el libro a sus nuevos lectores, y le
deseo un buen recorrido por nuestro proceso de formación histórica.

Mario Roberto Morales

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I. LAS GRANDES CULTURAS PRECOLOMBINAS: EL ESPLENDO Y
LA CAIDA

EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA

Una de la teorías más plausibles sobre los orígenes del ser humano en
nuestra parte del mundo, indica que lo que hoy conocemos como el
Continente Americano empezó a ser poblado paulatinamente por oleadas
de inmigrantes asiáticos que pasaron de Siberia a Alaska caminando por
la región de Behring, la cual entonces no era un estrecho sino un istmo de
hielo. De eso hace unos 35 mil años. Estos grupos de nómadas se
esparcieron por todo lo que hoy se conocer como Norteamérica, y bajaron
poco a poco hacia el sur, siempre en busca de caza, frutos y agua,
explorando y asentándose en diferentes partes de lo que hoy es Canadá,
Estados Unidos, México, Centroamérica y América del sur. Les llevó más o
menos 18 mil años y unas 600 generaciones llegar, aproximadamente en
el año 7000 AC., al extremo sur del Continente, habiendo recorrido en
total 17, 000 kilómetros; es decir, unos 29 kilómetros por generación. Y
de esta manera poblaron todo el territorio, dejando a su paso
asentamientos humanos, algunos de los cuales desarrollaron altas
culturas. Otros, tuvieron culturas menos desarrolladas, y algunos
permanecieron en estado primitivo hasta la fecha, como lo prueban
algunas tribus de la selva brasileña.
Es interesante el hecho de que todas estas sociedades, que tenían
diferentes grados de evolución cultural, convivieron por cientos de años
en el territorio que hoy se conoce como América, estableciendo una
intensa dinámica de relaciones comerciales y también guerreras, que
dieron lugar a un frondoso desarrollo histórico que se encuentra en parte
registrado en varios textos literarios de estos pueblos, como por ejemplo
en el Popol Vuh, en los Anales de los Cakchiqueles y en el Chilam Balam.

Dice el Popol Vuh en su capítulo VII:

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“no está bien claro, sin embargo, cómo fue su paso sobre el mar;
como si no hubiera mar pasaron hacia este lado; sobre piedras
pasaron, sobre Piedras en hilera en hilera, Arenas arrancadas,
nombres que ellos les dieron cuando pasaron entre el mar,
habiéndose dividido las aguas pasaron”.

Los grupos sociales que poblaron América eran, como se dijo, nómadas:
iban de un lado a otro en tribus de centenares buscando bosques
tropicales. Al principio fueron cazadores de animales y recolectores de
frutas y vegetales, los cuales necesitaban sobrevivir en pequeños grupos,
por lo que tuvieron que inventar símbolos para diferenciarse entre sí
culturalmente. Así se explican las diferencias entre los mitos de origen de
los distintos pueblos americanos, las variantes en los elementos de sus
cosmovisiones, la división de sus idiomas y también de sus enemistades
por razones territoriales y de otras índoles.
Luego estos grupos se transformaron paulatinamente en
agricultores incipientes que se organizaron en pequeñas comunidades de
entre 500 y 1,500 habitantes aproximadamente, y no producían
excedentes agrícolas sino solamente capaces de producir lo que comían
para la propia subsistencia del grupo. Más tarde, estas comunidades
fueron dando lugar a cacicazgos, es decir, a sociedades con una
organización política y militar que ya tenía jefes o caciques, que era los
que organizaban y dirigían el trabajo social y se rodeaban de individuos
que les eran leales y que los ayudaban en la tarea de ejercer el poder.
Así algunos de estos cacicazgos llegaron a constituirse con el tiempo
en altas culturas, es decir, en sus sociedades regidas por una casta de
sacerdotes quienes a la vez eran políticos y militares, y que controlaban la
producción agrícola y la organización social por medio de la religión (la
cual contaba con un gran panteón de dioses a los que solo los sacerdotes
podían hablar), la ciencia (mediante el estudio y la aplicación práctica de
la astronomía, la matemática, la medicina, etc., por parte de la elite
gobernante), el arte (por medio del control de la escritura, la pintura, la

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arquitectura y la escultura por parte de castas ligadas directamente a los
gobernantes) y el ejército (liderado por los mismo sacerdotes). Esta
organización de poder constituyó la primera forma de estado.
Estas sociedades funcionaban gracias a la división que existía entre
la nobleza y los comunes. Aquellos controlaban el poder político,
económico, militar, científico y artístico, y estaos trabajaban tierras
comunales asignadas para el efecto por el gobierno de turno, de las cuales
extraían lo necesario para su subsistencia holgada, y el excedente lo
tributaban a la clase gobernante, es decir, a la teocracia o gobierno de
sacerdotes o teócratas, quienes a cambio construían obras publicas de
beneficio colectivo, como carreteras, templos, campos de juego de pelota,
acueductos, regadíos, etc. Las altas culturas de América son la maya (en el
sur de México, en Guatemala y en parte de Honduras), la azteca (en el
centro de México) y la inca (en lo que es hoy Perú y los países que lo
rodean: una hasta región conocida como Tahuantinsuyo).
Hay que entender que tanto los cazadores-recolectores como los
agricultores incipientes, los cacicazgos y las altas culturas, indican una
línea evolutiva en las sociedades, pero también describen los diferentes
estados en que las sociedades conviven. Es decir hay sociedades que se
quedan siendo cazadoras-recolectoras, agrícolas incipientes o cacicazgos,
y otras que alcanzan el grado de altas culturas. En otras palabras, no todas
evolucionan hacia lo mismo y a menudo varias conviven en el mismo
territorio con diferentes grados de evolución, cosa que facilita la
conquista de los menos evolucionados por parte de los más poderosos,
cuando ocurren las dinámicas militares que se establecen entre los
distintos reinos por asuntos de territorial, agua, bosques, caza y mujeres
para procrear fuera del núcleo del clan o de la tribu.
En efecto, las primitivas relaciones entre estos grupos, por lo menos
hasta aproximadamente el año 5,500 AC (que es cuando empieza la
revolución agrícola que implicó la producción deliberada de alimentos), a
menudo estaba circunscrita, cuando no al comercio o a la guerra, al
encuentro pacifico entre las tribus para intercambiar mujeres. Esto

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ocurría así debido al tabú del incesto, que prevenía en contra de
malformaciones de nacimiento por las uniones entre familiares. Por ello,
los grupos se reunían durante dos o más semanas para intercambiar
mujeres y festejar, y luego volvían todas ellas a sus respectivos grupos y
estos se separaban para continuar en sus tareas de sobrevivencia. Como
es fácil suponer, durante esta época la descendencia era posible trazarla
sólo en forma matrilineal. Es decir, todos sabían quién era su madre y a
nadie le importaba quien podía ser su padre, pues esto carecía de
importancia económica, política o afectiva.
Con el advenimiento de la revolución agrícola, es decir de la
producción deliberada de alimentos, alrededor de los años 5,500-4,500
AC, la organización social cambia y la familia se asienta como forma
nuclear de la sociedad. Esto, porque la producción de alimentos implicó
la producción agrícola metódica, la domesticación de animales, el
sedentarismo y la vivienda formal, combinados con la caza y la
recolección de frutos y vegetales de manera ordenada. Y este hecho
posibilitó a si vez la formación de la familia como organización que
asienta en el trabajo doméstico de la mujer, así como la invención de la
monogamia como forma de relación entre los sexos, pues el excedente
productivo había dado origen a la propiedad privada y esta se volvió
hereditaria, de modo que la legitimidad de las propiedades de los
herederos se empezó a determinar en forma patrilineal, debido al poder
acumulado por los hombres en una sociedad que de manera natural había
basado su sobrevivencia en la fuerza del físicamente más apto. La familia
fue a institución adecuada para preservar este poder público masculino y
para relegar a las mujeres al ámbito privado de lo doméstico, como
encargadas de reproducir física y espiritualmente a los niños como fuerza
de trabajo futura. Es así como surge en los que habría de conocerse como
América la división sexual del trabajo, a partir de la cual a todos empezará
a importarles no sólo quien era su madre sino, sobre todo, quien era su
padre, dando lugar así al final de la primacía del parentesco matrilineal y

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al comienzo de la preponderancia del parentesco patrilineal. Es decir, al
paso del matriarcado al patriarcado.
Aproximadamente en el año 500 AC da inicio la llamada revolución
urbana, que ocurre sólo en las altas culturas y que consiste en el
crecimiento de grandes ciudades con arquitectura monumental. Este
proceso empieza en Mesoamérica y en los Andes unos 3,000 años después
de que había ocurrido en Mesopotamia y Egipto. Así, la capital de los
aztecas, Tenochtitlan, era una esplendorosa ciudad de 200 mil habitantes,
más grande que Londres, París y Roma, cuando en 1519 los españoles la
contemplan maravillados por primera vez. Esta, sin embargo, es una
historia que relataremos más adelante.

LAS ALTAS CULTURAS DE MESOAMÉRICA

En el área cultural de Mesoamérica, que va del centro de México al norte


de América Central, y que incluye completo el territorio de lo que hoy se
conoce como Guatemala, floreciendo varias culturas avanzadas de las
cuales dos alcanzaron un esplendor sin paralelo: la cultura maya, cuya
clasicidad ocurre entre los 300 y 900 DC, y la cultura azteca, que florece
después, en el siglo XIII. La segunda se ubicó en el Valle de México, y la
primera en la península de Yucatán, Guatemala y parte de Honduras. Pero
el área mesoamericana también albergó a otros pueblos con culturas
diferentes, los cuales mantenían relaciones comerciales, militares y, en
general culturales entre sí y con los pueblos hegemónicos de alta cultura.
El caso de la cultura maya es excepcional. Se trató de u conjunto de
sociedades regidas por linajes nobles confederados que jamás
constituyeron en un imperio sino en una especie de confederación de
ciudades-Estado que cultivaron la ciencia y el arte hasta alturas nunca
alcanzadas por sociedad antigua alguna. Sus avances matemáticos,
astronómicos médicos y culturales en general, llevaron a que esta cultura
sea considerada por algunos estudiosos como la civilización antigua más
brillante del planeta. Esta civilización alcanzó su esplendo científico y
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artístico por antes del siglo X DC. Pero durante este siglo la gran unidad
maya de ciudades-Estado se desmoronó; las grandes capitales fueron
abandonadas y cubiertas por la selva y los diferentes pueblos de origen
maya se dispersaron por el territorio, dando lugar a las naciones
diferenciadas de quichés, los cakchiqueles, los zutuhiles, los mames, los
quekchíes y otros, en Guatemala; y los tzeltales, los tojolabales y otros, en
México.
Las causas posibles del colapso de la gran unidad maya —que como
dijimos jamás fue un imperio pues su economía no se basó nunca en la
esclavitud ni en la conquista—, pueden ser económicas, políticas,
religiosas o militares. Entre las causas económicas probables de tal
colapso podemos mencionar las siguientes. En primer término, el
empobrecimiento de las tierras por el sistema de la roza (o quemado de
los campos después de la cosecha), el cual desmineraliza el terreno y lo
vuelve improductivo por largo tiempo. Unido a esto está, por supuesto, la
escasez de tierras debido a la expansión constante de la frontera agrícola
provocado por el sistema de roza, y a la aglomeración creciente de
pueblos y ciudades, todo lo cual pudo llevar a una baja en la producción
agrícola y, consecuentemente, en el tributo que os comunes pagaban a los
teócratas, quienes necesitaban del alza tributaria constante para
mantener sus actividades científicas y religiosas, así como su estilo de
vida suntuoso. Esto nos lleva a las razones políticas del colapso, las cuales
tiene que ver con el hecho de que la clase dominante quizás continuó
exigiendo el pago del mismo tributo o, incluso, lo aumentó debido a que
los rituales religiosos eran cada vez más complejos y masivos, y eso pudo
desencadenar una rebelión campesina (de la que hay evidencia
arqueológica) que dio traste con la teocracia, desintegrando así esta
hermosa civilización que, sin embargo, se asentaba sobre frágiles
columnas económicas. A este hecho se une asimismo otro acontecimiento:
el de invasiones extranjeras formadas por pequeñas bandas de habitantes
del Golfo de México e, incluso, del centro y norte de ese territorio. Las
invasiones mexicanas fueron constantes y dejaron su huella en

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Guatemala. Por eso gran cantidad de palabras y voces nahuas forman
parte del idioma quiché y de otras lenguas de origen maya desde antes de
la conquista española, la cual fue realizada por lo soldadescas
provenientes de México, las cuales, como veremos, son responsables de
muchos de nuestros toponímicos.
Una de las razones por las que los mayas nunca se convirtieron en
imperio y no tuvieron que conquistar otros pueblos para vivir bien, fue
que su sociedad obedecía a un régimen tributario justo, el cual exigía el
tributo de los comunes, llamados macehuales, solamente después de que
estos habían satisfecho sus necesidades materiales y espirituales. Por eso,
cuando ocurren hechos mencionados, el delicado equilibrio social y
económico se rompe y la población reacciona. Pero unidad a las posibles
causas económicas las políticas del colapso de la gran unidad maya, están
también algunas posibles razones religiosas del mismo. En efecto, en
varias ciudades mesoamericanas se han encontrado invaluables obras de
arte destruidas intencionalmente en forma de ritual. Esta era una práctica
común en estas sociedades religiosas, y el objetivo de las mismas era
evitar que los hombres se envanecieran ante la belleza y el esplendor del
producto salido de sus propias manos.
La destrucción de los objetos bellos era, pues, un ejercicio de
humildad en contra de la vanidad y el orgullo. Se ha argumentado que
algo de eso pudo haber jugado un papel decisivo en el abandono súbito de
las grandes ciudades mayas las cuales sus habitantes no regresaron sino
que fundaron nuevas ciudades en otros lugares. Por alguna razón
remitida al calendario ritual y sus fechas sagradas, así como a sus cálculos
del movimiento de los astros, es posible que existan también una razón
religiosa para abandonar las ciudades, luego de la revuelta campesina de
la cual algunos arqueólogos reportan haber hallado evidencia en
monumentos deliberadamente destruidos. Los mayas como tales se
acaban, pues, en el siglo X, y nacen los pueblos que desciende de ellos y
que son lo que existen todavía en territorio mexicano y guatemalteco.

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Del siglo X al XVI, estos pueblos acusaron una intensa dinámica
militar. Guerreaban entre ellos por territorio, prisioneros y control
político y económico. En esta dinámica, los quichés estaban conquistando
a los otros pueblos, particularmente a los cakchiqueles y zutuhiles, en una
evidente tendencia hacia el imperio. Y sin duda, los quichés se habrían
constituido en un imperio a imagen y semejanza de los aztecas (que
dominaron la región desde el siglo XIII), de no haber sido porque en el
siglo XVI los españoles, después de conquistar México, llegan a Guatemala,
en donde repiten su táctica de aliarse a los pueblos enemigos de los más
poderosos, en este caso de los quichés, para derrotar al enemigo
principal. Fue así como los cakchiqueles y otros pueblos, incluyendo a los
tlaxcaltecas de México (que habían ayudado a los españoles en la
conquista de los aztecas), contribuyeron a la rápida derrota de los
quichés, frustrando de esta manera su trazada ruta hacia el imperio.
En el caso de México, los aztecas habían alcanzado tal grado de
poderío militar que sojuzgaban a los pueblos vecinos y los obligaban a
pelear con ellos en la llamadas “guerras floridas”, que eran una especie de
olimpiadas en las que la guerra se hacía de verdad y en las que los aztecas
hallaban la fuente de prisioneros que luego serían ofrendados a los dioses
en la piedra de los sacrificios arrancándoles el corazón. Los aztecas
habían evolucionada de ser una sociedad tributaria, a ser un imperio, es
decir una sociedad cuya economía se basaba en gran parte en el trabajo
forzado o esclavizado de los pueblos conquistados. Consecuentemente,
los aztecas eran odiados por los pueblos vecinos, con los cuales a menudo
formaban alianzas forzadas para guerrear contra otros pueblos vecinos.
Las “guerras floridas” eran también ocasión propicia para la creación
lírica, pues se organizaba concursos para que los poetas compusieran
cantos a los héroes de las guerras, a la guerra misma, a los dioses de la
guerra, y también versos acerca de los avatares de la existencia humana,
el amor y otros temas considerados importantes. La poesía náhuatl o
nahua (así se llamaba la lengua de los aztecas) es muy rica en estas
expresiones liricas, y sus poetas —entre quienes destaca el príncipe

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Netzahualcóyotl— son de los más celebrados del mundo cultural
precolombino.
Así las cosas, cuando los españoles llegan a México en 1519, se
encuentran con que el imperio azteca y su emperador, el gran Moctezuma,
dominaban a los otros pueblos de la región. Por ello, los españoles, al
mando de Hernán Cortés, se aliaron con estos pueblos, los cuales
marcharon contra los aztecas y, como se dijo, facilitaron a los españoles la
conquista de México. Similar cosa habría de ocurrir con los pueblos de
Guatemala.

ORGANIZACIÓN SOCIAL, ECONÓMICA, POLÍTICA Y RELIGIOSA DE LAS


CULTURA MESOAMERICANAS

Las altas culturas mesoamericanas estaban complejamente organizadas


en los económico, lo político y lo religioso. En lo económico, la unidad
productiva más importante se conoció en México con el nombre nahua de
calpulli o capul. Un capul estaba integrado por grupos de familias, a
menudo pertenecientes a un mismo linaje o casa, quienes se encargaban
de cultivar tierras comunales para así satisfacer sus necesidades de
consumo, mercadear lo producido y pagar tributo a la teocracia. Sus
miembros vivían en barrios o vecindarios grandes cuyos habitantes
estaban organizados para la producción y también para realizar las
festividades religiosas correspondientes a la época de que se tratara.
Había calpules que eran más ricos que otros, dependiendo del grado
de nobleza de la estirpe, el linaje y la casa a la que pertenecieran las
familias que lo integraban. Asimismo, existieron confederaciones de
clanes y linajes que se unían para acumular poder. El jefe del calpul era un
individuo poderoso que intermediaba entre los miembros de su grupo y
los recaudadores de impuestos de tributo. El tributo, como ya se dijo, era
un requerimiento de la teocracia, y se cobraba de acuerdo a la capacidad
de cada calpul sólo después de que sus miembros hubieran solventado
sus necesidades materiales y espirituales con la riqueza producida. Este
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hecho permitió a las sociedades tributarias mantener un delicado
equilibrio social y político que las hizo durar mucho tiempo, pero cuya
fragilidad las llevó súbitamente al colapso, sobre todo a aquellas
sociedades tributarias que no dieron el paso hacia la esclavización de sus
vecinos, es decir, hacia el imperio. Tal fue el caso de los mayas en el siglo
X.
Además de las tierras comunales, había tierras del Estado que eran
trabajadas por lo miembros de diferentes calpules como una forma de
tributo. El tributo era muy variado: se podía pagar en animales, plumas,
gemas, artesanías, víveres, de todo tipo, oro, plata, jade, etc. Existió en
estas sociedades la esclavitud por deuda. Es decir que una deuda podía
ser saldada mediante el trabajo esclavizado del deudor en favor del
acreedor; por un periodo determinado que podía ser un año, dos o tres.
Este tipo de esclavitud es diferente de la esclavitud imperial, la cual hace
depender su economía y prosperidad del trabajo esclavizado de pueblos
enteros.
Políticamente, la sociedad se organizaba según la división general
de nobles y comunes, pero entre la nobleza había divisiones también,
como las que existieron entre los sacerdotes y militares, y escribas y
científicos, por ejemplo. La nobleza se adquiría de nacimiento pero
algunos comunes podían ser nombrados nobles, ya fuera por servicios
militares distinguidos o por matrimonios por conveniencia, etc. La
nobleza, como se dijo, era una teocracia, es decir, un gobierno de
sacerdotes que eran también jefes militares y dirigentes políticos, y en
cuyas manos descansaba la planificación de la economía, la construcción
de edificios monumentales, de obras grandiosas de beneficio colectivo
como calzadas, acueductos, templos y estadios, y también los complejos
ceremoniales religiosos de dedicados a los dioses que, en el caso de los
aztecas, servían para realizar numerosos sacrificios humanos. De hecho,
cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan, contabilizaron unos diez
mil sacrificios humanos al año en esa ciudad.

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Entre los mayas y los pueblos descendentes de ellos, esta práctica se
dio en mucha menor escala y no estaba asociada tanto con los prisioneros
de guerra cuanto con personas que, dependiendo a menudo de la fecha de
su nacimiento, eran dedicadas a determinada deidad en determinada
fecha, y toda su vida se preparaba para ser puesta en el altar de sacrificios
a fin de que su corazón les fuera arrancado. A menudo se trataba de
doncellas a las que, desde su nacimiento, les era conferido este honor.
Asociado a esta práctica estaba el canibalismo ritual, una ceremonia en la
que la carne de la persona sacrificada era la comida en mínimas
proporciones por los sacerdotes y comunes.
En cuanto la religiosidad, los dioses mesoamericanos eran muchos pero
casi todos eran transfiguraciones particulares del Sol, llamado Corazón
del Cielo entre los mayas y sus descendientes, quien también se
transfiguraba en la Serpiente Emplumada, llamada Quetzalcóatl, en
nahua, Kukulkán, en maya clásico, y Gucumatz, en quiché. Todas las
deidades duales (es decir positivas y negativas, terrestres y celestes,
masculinas y femeninas, buenas y malas) y transfigurables, es decir que
unos dioses se convertían en otros pero sin perder la gran unidad divida
representada por Kukulkán y Corazón del Cielo, que es también Corazón
de la Tierra, igual como Kukulkán es Serpiente Emplumada, es decir reptil
y ave, tierra y cielo, materia y espíritu.
En otras palabras, las manifestaciones de una sola deidad
todopoderosa eran muchas, y por eso el panteón de los dioses
mesoamericano estaba tan profusamente poblado. Había dioses (o
manifestaciones o transfiguraciones de la deidad principal) para todo: los
capules tenían dioses familiares, de los linajes y las estirpes, de la
siembra, de la cosecha, etc. Los nobles tenían diversos dioses para la
guerra, la paz, la muerte, la vida. Los comunes también. Pero todos eran
aspectos particulares de un dios unitario, es decir transfiguraciones que
regían aspectos particulares de la vida cotidiana.
La religión mesoamericana giraba en torno a los rituales dirigidos a
los dioses. La organización de estos rituales ocupaba gran parte de la vida

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de los sacerdotes y también de la gente de los capules. En realidad, la
religiosidad de los mesoamericanos consistía en mantener contentos a los
dioses, es decir, a la manifestación de la deidad única, y no tenía que ver
con la moral ni la ética de los individuos, las cuales estaban normadas por
los preceptos de la ley. No había pues una moralidad religiosa como tal
como la entiende el cristianismo. La religiosidad se circunscribía a
realizar los rituales necesarios para mantener el buen curso del mundo, el
tiempo y la vida. Sin embargo, la complejidad de los rituales y de las
relaciones entre las diferentes deidades implicaba toda una teología en
torno a la cual giraba la vida social y económica de la colectividad, y de
cuyo conocimiento se derivaba el poder de la teocracia.
La política y la religión estaban, pues, indisolublemente ligadas, y
del control de ese ligamen emanaba el poderío militar y el control de la
población y del territorio que tenía la teocracia, para cuyo ejercicio se
educaba a los jóvenes en universidades destinadas para ello. Así, los
nobles asistían a academias en las que aprendían, ciencia, religión, bellas
artes y el arte militar. Los comunes tenían también academias en las que
los jóvenes aprendían oficios diversos. Estos estudios duraban entre
nueve y diez años. Los niños empezaban a estudiar más o menos a los
diez, de modo que a los veinte los jóvenes egresaban de sus academias, ya
capacitados para trabajar.
La historia de estos pueblos se registraba en inscripciones en piedra
(estalas, muros, esculturas), códices (o libros hechos de piel de animal o
corteza de árboles, impecablemente ilustrados) y pinturas murales de
grandes dimensiones. Las inscripciones, los códices y las pinturas
recogían los sucesos, las leyendas y los mitos que relataban los orígenes
de los pueblos, y estos relatos se transmitían en forma oral entre los
macehuales, de generación en generación. Estas eran historias que daban
cohesión social al grupo, lo legitimaban histórica y políticamente frente a
otros grupos, y le daban sus perfiles de identidad para diferenciarse de
otros.

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En cuanto a la vida social de las masas, el intercambio mercantil era
una actividad fundamental de la vida mesoamericana precolombina, de
modo que en ciudades como Tikal, el mercado era una institución
intensamente activa, colorida y muy productiva. Igual cosa ocurría, siglo
después, en Tenochtitlan. En ese espacio se vendía de todo; los
mercaderes llevaban sus productos para intercambiarlos por otros,
algunos viajaban a otras ciudades de la región para vender y comprar
artículos diversos.

LA FILOSOFÍA MESOAMERICANA

Pero los mesoamericanos tenían también una filosofía y una teología que,
aunque derivaba de la religión, tenía cierta autonomía respecto de ésta y
fijaba preceptos que, por medio de la ley, orientaban la moral y la ética de
la gente en su vida cotidiana. Los principios de esta filosofía, como ocurre
con todas las filosofías de las sociedades antiguas, se encuentran
contenidas en un mito: el mito de la Serpiente Emplumada. Veamos en
qué consiste. Cuenta la leyenda que había un soberano justo y sabio que
se llamaba Serpiente Emplumada. Un día, su enemigo, llamado Espejo
Humeante, quiso hacerle daño y le regaló un espejo para que se
envaneciera mirando su propia imagen. Como era un dios, Serpiente
Emplumada ignoraba que tenía un rostro humano, una identidad, y
cuando la descubrió quedo fascinado con ella. Entonces Espejo Humeante
le ofreció chicha para celebrar el acontecimiento y Serpiente Emplumada
se emborracho y, estando borracho, Espejo Humeante le propuso mandar
traer cortesanas para seguir celebrando. Serpiente Emplumada no sabía
que entre las cortesanas estaba su hermana, a quien su enemigo había
ubicado entre ellas forzadamente. Así las cosas, Serpiente Emplumada,
borracho, comete involuntariamente el delito de incesto.
Al día siguiente, siendo consciente de que su proceder había sido
producido por la vanidad, Serpiente Emplumada se impuso bajar a los
infiernos para recobrar los huesos de sus ancestros y así recobrar
21
también el antiguo sentido de su dignidad o sentido de sí mismo; es decir;
sus valores morales perdidos. Se despidió de su pueblo y bajó al
inframundo, en donde jugó el juego mortal de la pelota y luchó contra los
demonios matando a varios de ellos, hasta que les arrebató los huesos de
sus ancestros. Luego subió a la superficie del mundo y le dijo a su pueblo
que se marcharía hacia otra parte en donde ahora le correspondía estar,
pero que habría de volver para redimirlo y salvarlo. Seguidamente, se
prendió fuego frente al mar y se elevó al cielo convertido en la Estrella de
la Mañana (que es también Estrella de la Tarde), conocida también como
Venus.
Esta leyenda. Su contenido y significado, es decir, el simbolismo que
encierra puede explicarse así: cualquier ser humano que se ha denigrado
puede reconstruirse con su propio esfuerzo y llegar a ser mejor de lo que
antes era, hasta convertirse en dios. Para lograrlo, la persona tiene que
recobrar el sentido de sí mismo, sus valores (simbolizados por los huesos
de sus ancestros) y enfrentar sus demonios en su propio infierno
personal, que son sus propias contradicciones (ese es el simbolismo del
infierno). La serpiente con plumas y que vuela en una figura poética que
simboliza la unidad y armonía de los contrarios: reptil y ave, tierra y cielo,
dios y hombre, unidos en el ser humando capaz de ponerlo en armonía
mediante su práctica espiritual. En este caso, el nombre de Kukulkán
simboliza a ese ser humano.
Hay otro aspecto muy importante que se desprende de la
interpretación de esta leyenda, y es que, para la filosofía mesoamericana,
la ética y la moral implicaban el ejercicio de acciones positivas tanto como
negativas, es decir era lícito hacer el bien tanto como el mal, dependiendo
de las circunstancias. Kukulkán mata a varios de sus enemigos cuando
desciende a los infiernos, y eso se considera bueno para su desarrollo
espiritual. Asimismo, el mal juega un papel determinante para el
desarrollo del bien. Si Kukulkán no hubiese hecho mal, jamás se hubiera
convertido en dios. La importancia presente de comprender esta moral
precolombina radica en que hoy día podemos observar, en ciertas

22
comunidades indígenas, algunos cultos religiosos a santos que son
transfiguraciones de Kukulkán, y los fieles igual les piden milagros
buenos como malos, los cuales la deidad concede de acuerdo a si la
petición es justa o no lo es. Es el caso de Maximón y sus múltiples
transfiguraciones.
Esta filosofía moral inspiró a los mesoamericanos (mayas, aztecas y
quichés por igual), y sus principios se encuentran expresados en libros
como el Popol Vuh, el Chilam Balam y el Rabinal Achí, así como en las
pinturas murales, los códices, las estelas, las inscripciones y las obras de
los poetas mesoamericanos antiguos. Para poner en práctica la moral de
Kukulkánica o quetzalcoatliana, los habitante de Teotihuacán, en México,
destruían de cuando en cuando las obras de arte realizadas, a fin de que
los hombres no se envanecieran ni llegaron a ser esclavos de lo que había
salido de sus manos. Estos principios se practicaban también entro los
incas y en las sociedades antiguas del Lejano Oriente, y se simbolizaban
mediante otros mitos y tenían otros nombres.
Debemos entender que el tipo de organización social, económica y
religiosa que hemos descrito, así como la filosofía Kukulkánica,
prevalecieron después del colapso de la unidad maya en el siglo X y se
mantuvieron, con algunas variantes, entre los pueblos descendientes de
los mayas hasta el siglo XVI, cuando llegan los españoles al área azteca y
maya. También se puede decir que es posible imaginar una sociedad inca
y la de los pueblos descendientes de ellos según estas mismas formas de
organización social, de la religiosidad y de la filosofía, ya que se trataba de
sociedades muy similares en las que la religión era el centro de la vida
social, económica y política.
Imaginemos, pues, a quichés, cakchiqueles, zutuhiles, mames,
quekchíes, viviendo de esta manera y guerreando entre sí a lo largo de
seis siglos, desde el X hasta el XVI, que es cuando este tipo de vida cambia
drásticamente debido al arribo de seres desconocidos que traían armas
con un estruendo mayor que el del rayo y bestias que corrían más que los
mejores guerreros.

23
Si el siglo III A.C. al X D.C. podemos hablar de una Guatemala maya,
del XII al XVI, podemos hablar de una Guatemala quiché.

24
II. EL ENCUENTRO DE DOS CULTURAS: DIVISIONISMOS
MORTALES Y CRUELDAD SOFISTICADA

LA DINÁMICA INICIAL DE LOS PUEBLOS DESCENDIENTE DE LOS MAYAS.


ORÍGENES DE LOS QUICHÉS

Después del colapso de la unidad maya, sin lugar a dudas fueron lo


quichés el pueblo que dominó a los demás pueblos precolombinos de
Guatemala. Esto se debió a que el reino quiché, cuya capital fue Gumarcaj
(llamada Utatlán en idioma nahua), fue conformado originalmente por
invasores militares provenientes del Golfo de México, los cuales poseían
una cultura tolteca que valoraba la dominación imperial y los sacrificios
humanos. Hablaban el idioma chontal, algún dialecto nahua y también
maya (o lo que quedaba de él).
Estos incursionaron, en forma de pequeñas bandas de guerreros, en
el territorio llamado Cuauhtimalan más o menos en 1250 (es decir, unos
dos siglos y medio después del colapso de la gran unidad maya) y
empezaron a construir pequeñas fortalezas en las montañas, a las cuales
volvían luego de aterrorizar y saquear a los pueblos locales. Ellos
instauraron, como norma, los sacrificios humanos en este territorio,
usando como víctimas a los prisioneros que tomaban de las guerras. El
relato de la migración de los quichés que aparece en los Anales de los
cakchiqueles y el Popol Vuh, confirma el origen mexicano de estas tribus
guerreras, proclives a la dominación imperial y que creían que debían
mantener sus linajes incontaminados pues eso les otorgaba el derecho de
gobernar.
Esta ideología aristocrática y militarista, que implicaba la
construcción de un imperio basado (como todos los imperios) en la
conquista, determinó en buena medida su imposición cruelmente violenta
sobre los demás pueblos de lo que es hoy el altiplano guatemalteco.
Primero se impusieron sobre la población quiché que ya existía y luego la
movilización par sojuzgar a las otras naciones.
25
Entre los grupos entraron al territorio siguiendo el curso del rio
Usumacinta, hasta lo que es hoy la Verapaz; luego siguieron el cauce del
Rio Negro hacia el oeste, llegado a las montañas del altiplano. Después de
cien años de poblar el área de Chujuyup, se movieron hacia las planicies,
hasta lo que hoy se conoce como Utatlán, y allí se asentaron.
En el año 1000, los nativos del área hoy conocida como Quiché
hablaban desde tiempo atrás el idioma que ahora conocemos con el
mismo nombre, el cual se diferenciaba de otras lenguas, derivadas del
mismo y que se hablaban en el altiplano, como el cakchiquel y el zutuhil.
No se sabe si los habitantes originales se llamaban quichés, ya que eran
comunidades dispersas sobre las que se impusieron los mexicanos y así
conformaron el reino quiché.
Los invasores toltecas asimilaron, pues, el idioma de los vencidos.
Sin embargo, su dominación militar hizo que los nativos perdieran su
especial tipo de organización social y su cultura, y que asumieran formas
culturales propias de los pueblos del México antiguo. El pueblo quiché se
forma, entonces, sobre el sustrato de una cultura aplastada y la
imposición de otra, militarista, imperial y extranjera. Esta es la epopeya
que narra el Popol Vuh, aunque dice poco sobre la condición de sirvientes
y vasallos a la que fueron sometidos los nativos quichés originales y sobre
las guerras de los nuevos quichés en contra de cakchiqueles y zutuhiles.
Los jefes militares invasores llamaron Quiché al territorio que dominaron,
basándose en la lengua que se hablaba en él pero, como se dijo, la cultura
que impusieron fue muy diferente a la que existía antes de la invasión. El
mestizaje cultural que se encuentra en la base del pueblo quiché fue, por
lo tanto, intenso, igual que el biológico. Y constituye un ejemplo elocuente
de interculturalidad violenta en nuestro territorio, ya desde tiempo
precolombinos.

En el Capítulo VII del Popol Vuh se lee:


“llegaron por entonces a la cumbre de una montaña y allí se
reunieron todo el pueblo quiché y la tribus. Allí celebraron

26
todo consejo para tomar sus disposiciones. Llaman hoy día a
esta montaña Chi-Pixab, éste es el nombre de la montaña”.

“Reuniéronse allí y se ensalzaron a sí mismos: -¡Yo soy, yo, el


pueblo del Quiché! Y tú, Tamub, éste será tu nombre. Y a los
de Ilocab les dijeron: -Tu, Ilocab, éste será tu nombre. Y estos
tres (pueblos) quichés no desaparecerán, una, misma es
nuestra suerte, dijeron cuando designaron sus nombres. En
seguida dieron su nombre a los cakchiqueles: Gagchequeleb
fue su nombre. Asimismo a los de Rabinal, que éste fue su
nombre que hasta ahora no han perdido. Y también a los de
Tziquinahá, que así se llama hoy día. Estos son los nombres
que se dieron entre sí”.

EL EXPANSIONISMO DEL QUICHÉ

Los quichés, entonces, invadieron otros pueblos para constituirse en


poderoso imperio entre los años 1720 y 1500. Los Anales de los
Cakchiqueles relatan algunas de sus matanzas. Como se dijo, la ruta
histórica hacia el poder imperial, que decididamente transcurrían los
quichés desde el siglo XIII, fue interrumpida violentamente en el siglo XVI
por la llegada de los invasores españoles. Una de las tantas historias que
ilustran esta violenta época de guerras, es la que da contenido a la obra de
teatro Rabinal Achí, en la que el dramático enfrentamiento entre dos jefes
militares ocurre en el marco de las guerras entre quichés y rabinales, las
cuales tuvieron lugar entre 1275 y 1300 y culminaron con las conquista
del Rabinal por los quichés. La importancia cultural de este libro, el
Rabinal Achí (o el Varón de Rabinal) radica en que es el único texto
precolombino de toda la América Latina que no pasó la censura
eclesiástica de los curas españoles, y en que sus personajes (dos teócratas
enemigos entre sí) encarnan una moral que era propuesta como ejemplar
a las masas que presenciaban las puestas en escena de este ballet-drama
27
musical, consiguiendo con ello que el pueblo hallara en el espectáculo una
fuente de cohesión social, legitimación política e identidad cultural que lo
llenaba de orgullo, todo lo cual ilustra las funciones sociales que cumplía
la producción artística en las sociedades precolombinas.
Pero estas guerras precolombinas palidecerían después ante las
armas de fuego, los cañones, las armaduras y los caballos españoles, de
cuya llegada les habría advertido a los quichés el emperador Moctezuma,
desde Tenochtitlan, en 1512. El rasgo cultural hegemonista y dominar de
los quichés, derivado de sus orígenes culturales toltecas, continuó aún
después de la conquista y la colonización, y fue visible en sus relaciones
con los cakchiqueles, zutuhiles, mames y quekchíes.
El sojuzgamiento de los pueblos vecinos por parte de los quichés
fue a veces pacífico, cuando algunas comunidades se rendían ofreciendo
ser tributarias de los conquistadores. En otras ocasiones, como en la
batalla de Jakawitz, que el Popol Vuh relata como una victoria quiché
mediante estrategias militares, fue sumamente violento. Los cakchiqueles,
que eran entonces el principal brazo militar vasallo de los quichés, relatan
otras conquistas de éstos en las que los vencidos entregaban esposas a los
victoriosos y les ofrecían tributo, creando así linajes vasallos, como es el
caso del linaje Coyoy y el de muchos otros.
En otras ocasiones, los quichés establecían alianzas mediante
matrimonios de conveniencia, como ocurrió con los zutuhiles de lo que es
hoy Tolimán, los cuales se convirtieron en sus vasallos y en soldados a su
servicio, y les fueron concedidos los títulos correspondientes para operar
en la guerra a favor de sus amos. Como podemos ver, las tácticas político-
militares de los quichés fueron similares a los de otras culturas
imperiales, como es el caso de los romanos, quienes subyugaron a los
pueblos enteros incorporando a sus jefes al esfuerzo de control político y
económico de un gran territorio.
El heredero del poder político quiché y fundador de la capital,
Gumarcaj, fuel el hijo del rey Cotujá, llamado Gucumatz (Serpiente
Emplumada), un soberano al que se le atribuían poderes mágicos, pues se

28
decía que podía convertirse en animal y subir al cielo y bajar al
inframundo (llamado Xibalbá). Gucumatz expandió el reino quiché
usando a los cakchiqueles y a otros pueblos en sus conquistas, y murió en
combate tratando de vencer al cacique Tecún Sicóm, a quien había dado a
su hija en matrimonio para pacificar la región, y éste la había asesinado.
El hijo de Gucumatz era Quikab, y él fue el siguiente rey de los
quichés. Como era usual, los cakchiqueles fueron de nuevo usados como
combatientes por los quichés en las guerras fratricidas que Quikab
emprendió contra Tecún Sicóm, a quien sus hombres mataron y a cuyo
hijo tomaron prisionero. Quikab expandió el reino quiché hasta el máximo
hacia el norte. Los rabinales se hicieron vasallos de los quichés por medio
de su relación familiar con los linajes vasallos de los cakchiqueles. El
proceso de mestizaje entre los pueblos dispersos que descendían de los
mayas fue intenso entre ellos mismos y con los pueblos que llegaban a
México, y se hizo mayor con la reorganización que Quikab hizo del reino
quiché, el cual ocupaba ya todo el territorio de Guatemala, en donde, por
estas razones, se vivía una violenta interculturalidad que producía cada
vez más variantes de un mestizaje ya de suyo profusamente diverso. A
pesar de esto, algunos exceso sacrificiales y viciosos de Quikab
desencadenaron una insurrección en Gumarcaj, en 1470, durante una
celebración a la que habían asistido los más importantes jefes de los
pueblos tributarios de los quichés, y que estuvo encabezada por
guerreros e hijos del rey. Luego de algunos sacrificios humanos en honor
de Tojil, dios de la guerra, tuvo lugar un ataque contra Quikab, quien se
salvó de morir porque se hallaba bajo la protección de algunos de sus
hijos leales. Sin embargo, a raíz del suceso, tuvo que otorgar privilegios
que se negaba conceder a los comunes y a sus propios hijos.
Así, los privilegios otorgados a algunos militares quichés que no
eran nobles llevó a la crisis de poder para Quikab, pues aquellos querían
eliminar cakchiqueles –quienes gozaban de grandes prerrogativas- y el
rey los consideraba sus fieles aliados. Por ello, los previno y les aconsejó
abandonar Gumarcaj, lo cual hicieron y se asentaron en Iximché, en donde

29
se fortificaron contra los quichés. Quikab murió aproximadamente en
1475, después de lo cual las guerras de los quichés contra los
cakchiqueles y en contra los zutuhiles se intensificaron, pues el poder
imperial quiché se había resquebrajado desde la revuelta de Gumarcaj y
ahora buscaban restaurarlo bajo el mando del sucesor de Quikab,
Tepepul, quien se lanzó contra Iximché aprovechando que los
cakchiqueles estaban padeciendo una severa hambruna debido a las
malas cosechas. Pero los quichés fueron derrotados, Tepepul tomado
prisionero y gran cantidad de oficiales nobles masacrados. Esto hizo de
los cakchiqueles un poder desafiante frente a los quichés, quienes se
limitaron a combatirlos en la línea fronteriza de sus reinos.
Esta dinámica militar entre linajes nobles y vasallos y entre pueblos
constituidos fue la norma durante esta época. Alianzas y traiciones
pueblan el horizonte histórico de esas naciones. Enemistades ancestrales
dividen y a la vez los unen. Así, las guerras entre quichés y zutuhiles, a
finales del siglo XV, se originan con el rapto de una doncella por parte de
éstos, la cual es llevada hasta Atitlán. En estas guerras, las vitorias de los
quichés contra los zutuhiles fueron muchas, así como las complicadas
alianzas entre diferentes pueblos para lograr el control territorial y
poblacional que les confiriera más poder sobre los demás. En una de estas
batallas en Atitlán, muere el jefe de los quichés, quien se llamaba
probablemente Tecúm, también hijo de Quikab y sucesor de Tepepul.
La complicada dinámica militar generalizó las rebeliones contra los
quichés en todo el territorio, a lo cual se vino a sumar el hecho de que, al
entrar los quichés a Chiapas y Soconusco, se encontraron con que otro
pueblo estaba conquistando territorios: el pueblo mexica, que le
arrebataba a los quichés el control del área de Ayutla y Mazatlán. Ya en
1510, los mexicas exigieron tributo a los señores quichés de Utatlán
(apelativo nahua de Gumarcaj) en nombre de Moctezuma, su señor, y
éstos accedieron a pagarlo por temor a una invasión. Los quichés se
apaciguaron bajo el domino mexica, y Moctezuma no sólo dio a dos de sus
hijas en matrimonio al jefe quiché, sino que lo previno de la inminente

30
llegada de los españoles, de cuya presencia en el Caribe se tenía certera
noticia en México. Esto dio origen a profecías de derrota y finalización del
poder quiché. Pero Moctezuma había ordenado a todos los pueblos
tributarios pelear contra los invasores, y los quichés se prepararon para
la guerra. Fue la fuerte presencia mexica la que tradujo los nombres
quichés a nahua (por ejemplo Utatlán para Gumarcaj o Lugar de las viejas
cañas, Cuauhtimalan para Iximché o Lugar de los Arboles de Maíz. De este
nombre se deriva el de Guatemala, impuesto por los españoles).
Cuando llegan éstos a Utatlán en 1524, los imperialistas quichés se
hallaban, pues, sometidos al vasallaje de los mexicas, quienes eran a la vez
vasallos de los aztecas, todo bajo el poder del emperador Moctezuma.
¿Qué pasó a la llegada de los invasores europeos? Para comprender esto
en perspectiva retrocedamos un poco en el tiempo, unos treinta años, a
1492, porque es entonces la aventura española en América.

LOS ESPAÑOLES EN MESOAMÉRICA

Como todos sabemos, en 1492 Cristóbal Colón había llegado a América


creyendo que llegaba a India. A ese hecho se le llama, desde el punto de
vista de los europeos, el “Descubrimiento” de América. Hay que decir, sin
embargo, que durante este choque transcultural, los americanos también
descubren a los europeos. Además, desde el punto de vista de los
habitantes de este continente, que después sería llamado América (en
honor a un navegante llamado Amérigo Vespucci), el territorio ya había
sido descubierto desde hacía varios miles de años, cuando las oleadas de
inmigrantes asiáticos lo poblaron bajando del norte hacia el sur.
Precisamente por su equivocación, Colón llamo “indios” a los habitantes
de las tierras que “descubrió”. Y por eso mismo, al conjunto de éstas, los
españoles llamaron las “Indias”.
Colón exploró la Costa Atlántica de Centroamérica en 1502, durante su
cuarto viaje. Las primeras imágenes del Nuevo Mundo —como también
fue llamado nuestro territorio por los españoles— se deben justamente a
31
Colón, quien, en sus Cartas a los Reyes Católicos de España –que habían
financiado la empresa de exploración que culminó en el descubrimiento
europeo de América- hace vívidas descripciones (por cierto bastante
exageradas y por ello llenas de encanto y maravilla) de las bondades del
clima, la gente, los productos agrícolas, la flora y la fauna de las nuevas
tierras. Con las Cartas de Colón se refuerzan en Europa la leyenda del
Nuevo Mundo fantástico, maravilloso y mágico en el que se encontraba El
Dorado, un reino en el que el oro era materia prima de todo. Surge así la
primigenia versión mágica de América en las mentes europeas.
Hablando de los nativos con que se encuentra, dice Colón en su
Diario de abordo:
“Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que
era gente que mejor se libraría y se convertiría a nuestra
Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos
unos bonetes colorados y unas cuantas de vidrio que se
ponían en el pescuezo, y otras coas muchas de poco valor, con
que hobieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que
era maravilla (…) Ellos anda todos desnudos como su madre
los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de un
farto moza (…) Ellos no traen armas ni las conocen, porque les
amostre espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con
ignorancia, (…) Traían ovillos de algodón filado y papagallos y
azagallas y otras cositas que sería tedio de escribir, y todo
daban por cualquier cosa que se los diese. Y yo estaba atento y
trabajaba de saber si había oro, y vide que algunos de ellos
traían un pedazuelo colgado de un agujero que tienen en la
nariz…”

A las expediciones de Colón siguieron otras de carácter militar, que tenían


como objetivo encontrar oro y otros metales preciosos a fin de proveerle
a España el respaldo económico que necesitaba para ponerse al día con el
resto de Europa, ya que acababa de salir de una guerra victoriosa en

32
contra de los musulmanes, quienes habían habitado su territorio durante
ocho siglos. Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, eran precisamente los
abanderados de la guerra cristiana en contra del Islam.
Dos procesos expedicionarios tuvieron lugar después del arribo de
Colón a América, uno desde México hacia Guatemala, El Salvador y
Honduras, y el otro desde Panamá hacia el norte (Costa Rica, Nicaragua,
Honduras) y también hacia el sur (Ecuador, Bolivia, Perú). Allí donde no
hallaron metales preciosos o donde se acabaron los existentes, los
españoles organizaron a la población indígena para laborar en los campos
cultivando los productos que se necesitaban en Europa. Pero este proceso
implicó antes una guerra llamada por los invasores “de conquista”, la cual
empezó en las islas del Caribe, en donde la población indígena fue
exterminada tanto por la violencia que generó la resistencia militar de los
lugareños, como las enfermedades que los llamados conquistadores
traían ante las cuales los indígenas no tenían defensa biológica. Por
ejemplo: la gripe común, el sarampión, y también las enfermedades
venéreas. Debido sobre todo a las enfermedades, la población americana
fue diezmada y, de unos treinta millones de habitantes que había antes de
la Conquista, la población se redujo a tres millones después de ella.
La guerra de conquista de Mesoamérica empezó en México, en
1519, cuando al mando de una expedición de once naves que había salido
de Cuba, Hernán Cortés desembarca en el área maya de Yucatán con 508
hombres, 16 caballos y algunos cañones. A su paso conquista pueblos que
eran enemigos de los aztecas, aliándose a algunos de ellos. El cacique de
Tabasco le regala una esclava llamada Malitzin, a quien Cortés llamará
Marina y, posteriormente, los aztecas llamarán Malinche. Uno de los
capitanes de Cortés, Pedro de Alvarado, recibe también como regalo, esta
vez del cacique de Tlaxcala, a la hija mayor de este, llamada Tecuilhuatzin,
a quien Alvarado nombra doña Luisa. Su apellido era Xicoténcatl. Ella lo
acompañara en sus campañas militares en México y Guatemala, le servirá
de traductora (como la Malinche a Cortés), y le dará dos hijos: Pedro,
quien nace en México y muer a temprana edad, y Leonor, quien nace en el

33
campamento español de Utatlán durante el sitio a la capital de los
quichés, el 22 de marzo de 1524, para convertirse en la primera Mestiza
en Guatemala.
La información española básica acerca de la conquista de México y
Guatemala se encuentra contenida en las Cartas de Cortés, las Cartas de
Alvarado y el libro de Bernal Días del Castillo, un soldado que participó en
las campañas de México y Guatemala, titulado Verdadera y notable
relación dela conquista de la Nueva España y Guatemala. De parte de los
indígenas existen también documentos que predicen la guerra de
conquista y la colonización, y que relatan los hechos sangrientos y el fin
de su civilización. Lo cierto es que la superioridad militar (no numérica)
de los españoles, las armas de fuego, los caballos y las tácticas de guerra
diferentes a las usuales entre los indígenas americanos, determinaron la
victoria española, no sin una fiera resistencia por parte de los nativos
americanos.
El grueso de la fuerza de choque contra los aztecas lo constituyeron
tropas tlaxcaltecas y de otros pueblos vecinos, hartos de ser hostigados
por el imperio. Esta fue una constante en toda la conquista de América: el
aproximamiento español de las guerras intestinas. En el caso de Perú,
solamente 180 hombres acompañaban a Pizarro en la aventura, pero
debido a que Atahualpa guerreaba contra su hermano Huáscar, esto
facilitó la empresa. Los españoles, valiéndose de un engaño, invitaron al
cacique Atahualpa a conferenciar y, una vez, indefenso, lo apresaron, lo
hicieron llenar el cuarto con objetos d oro a cambio del cual le ofrecieron
perdonarle la vida, y luego lo ejecutaron, facilitando así posteriores
victorias militares. El caso de Guatemala es similar, como veremos
adelante.
Para darnos una idea de la total extrañeza que el mundo español
representaba para los indígenas, percatémonos de que las profecías
enunciaban la llegada de hombres blancos de barbas amarillas, que
venían del mar en casa flotantes y con fuego en las manos, montando
bestias enormes y cargando con ellos el estruendo del rayo que causaba

34
destrucción y muerte. Las imágenes usadas para referirse a los hombres,
a los barcos, a los barcos, a las armas de fuego y a los caballos remiten a
una visión apocalíptica potenciada por el estupor de lo inexplicable, pues
jamás habían visto aquellas realidades. Cuentan que en el Perú, el jefe
Atahualpa cayó sentado del susto la primera vez que vio un caballo.
Imaginémonos cómo pudo reaccionar un azteca o un quiché ante el
estruendo de un cañón o el resplandor de la armadura de un soldado
español montado en un animal que jamás había sido visto en estas
geografías.
A la superioridad del armamento español debe agregarse también
un concepto de guerra basado en el engaño, para explicarnos su rápida
victoria sobre los nativos. En efecto, tanto en México como en Guatemala
y el Perú, los españoles entraron a las ciudades en son de paz y, una vez
dentro, procedieron a matar a los jefes y a hacer prisioneros a sus
subordinados. El caso de Atahualpa en el Perú es elocuente a este
respecto. Igual que él Moctezuma fue hecho prisionero en su propio
palacio. A diferencia del primero (que fue ahorcado), este fue apedreado
por su propia gente cuando había perdido su poder político antes los
españoles. Una suerte parecida corrieron los señores de Utatlán en el
altiplano guatemalteco, como veremos adelante. Pero quizá haya sido el
elemento religioso el determinante de la derrota. En efecto, la vuelta
prometida de Quetzalcóatl, registrada en el calendario ritual, coincidía
con la fecha de 1519, en la que arribaron Cortés y los suyos, de modo que
éstos fueron tomados como dioses al principio. Y cuando los aztecas se
dieron cuenta de que solo se trataban de hombres, era muy tarde, pues ya
los habían dejado entrar a la ciudad.
En su “Segunda Carta de Relación” al Emperador Carlos V, Hernán
Cortés cita las palabras de Moctezuma quien, refiriéndose a Quetzalcóatl,
le dice:
“Muchos días ha que por nuestras escripturas tenemos de nuestros
antepasados notica que… a estas partes trajo nuestra generación un
señor cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió a su naturaleza, y

35
después tornó a venir desde en mucho tiempo… y … no quisieron…
recibirle por señor, y así se volvió; y siempre hemos tenido que los
que de él descienden habrían de venir a sojuzgar esta tierra y a
nosotros como sus vasallos… y por tanto, vos sed cierto que os
obedeceremos y tendremos por señor en lugar de ese gran señor
que vos decís…”

Por su parte Bernal Días del Castillo, refiriéndose al encuentro con


los aztecas, dice en su ya mencionado libro:

“Y asimismo nos llevaron (a) aposentar (a) aquella casa por causa
que, como nos llamaban teúles (dioses) y por tales nos tenían, que
estuviésemos entre sus ídolos como teúles que ahí tenían”.

A pesar, pues, de que Tenochtitlán, la capital azteca, maravillo a Cortés y a


sus soldados, éstos tomaron finalmente por asalto en 1521 y obligaron a
los sacerdotes a jurar lealtad a Cristo y a los Reyes Católicos. Destruyeron
las imágenes de los dioses aztecas y las sustituyeron por las de Cristo, la
Virgen y los santos católicos. Prosiguieron su guerra sobre los pueblos del
valle de México y empezaron a destruir pirámides para construir en su
cúspide iglesias católicas, catequizando a quienes ellos llamaban “indios”,
para “salvarlos” de lo que veían como “pecado” y “paganismo” e
“idolatría” y que no era sino una religión diferente cuya complejidad ellos
no podían comprender y menos valorar. La conquista implicó, pues, la
destrucción de innumerables obras de arte, la quema de códices y
pinturas, la rotura de esculturas y edificios, el ahogamiento de la tradición
oral (por medio de la que se transmitía la cultura ancestral), el fin de una
civilización. Desafortunadamente, las obras de los excepcionales curas
que se dedicaron a rescatar la cultura indígena perdida y defender a los
indios de la crueldad de los conquistadores, no alcanzaron a compensar la
enormidad de lo destruido y la gravedad del genocidio.

36
LA CONQUISTA DE GUATEMALA

Como dijimos, los mexicas mantenían informados a los quichés de lo que


hacían los españoles en México. Por este tiempo, una epidemia atacó a los
habitantes de Iximché y Utatlán. Eso hizo que los cakchiqueles enviaran
mensajeros a Cortés ofreciéndole vasallaje a cambio de su intervención
contra los quichés, a lo que Cortés accedió. Los quichés, sin embargo,
rechazaron la oferta española de ser vasallos y rendirse y, por el
contrario, intentaron unir a todos los pueblos para presentar una
resistencia única al invasor. El intento de los quichés,
desafortunadamente, no tuvo éxito debido al pasado sangriento
instaurado por ellos mismos con sus conquistas. Los pueblos estaban
resentidos con ellos y los consideraban sus enemigos. Era algo similar a lo
que había ocurrido en México con los aztecas y los pueblos por ellos
sojuzgados. A pesar de esto, algunas comunidades apoyaron a los quichés
y se prepararon para la guerra.
Después de la conquista de México en 1521, Cortés le ordena a
Pedro de Alvarado explorar y apaciguar a los indios del territorio al sur
del dominio azteca. Esto lo hizo Cortés para librarse de Alvarado, quien
era un sicópata asesino que le causo muchos problemas a Tenochtitlan,
incluido el episodio conocido como la Noche Triste, pues Alvarado no
podía controlar su crueldad para con los “indios”. Y fue así que Alvarado
parte hacia Guatemala en 1523 con 153 jinetes, 120 soldados de
infantería, 400 mexicas, tlaxcaltecas y cholutecas, y cuatro cañones. Los
cakchiqueles enviaron emisarios a su encuentro para ofrecerles una
alianza militar, la cual fue aceptada. El avance español fue entonces
ordenado y Alvarado pidió a los reyes de Utatlán, Oxib Quej y Belejep Tzi,
que se rindieran. No hubo respuesta. El primer combate tuvo lugar en el
río Tilapa, luego la guerra pasó a Zapotitlán y luego a Xelajú o
Quetzaltenango. Al llegar lo españoles a Xelajú, el nieto del cacique local,
el capitán Tecún Umán, fue enviado a Gumarcaj, en donde se preparó
ritualmente para la guerra durante siete días, para luego enfrentarse a

37
Alvarado y sus tropas en Xelajú, con 8,400 soldados. Los combates fueron
sangrientos, sobre todo en las barrancas de Olintepeque, en donde se
cuenta que las aguas del río del mismo nombre se tiñeron de rojo por la
sangre derramada por los guerreros comandados por el príncipe
Azumanché. El río fue llamado entonces Xequijel, o Río de Sangre.
Fue así que tocó el turno de dirigir todo esfuerzo de guerra a Tecún
Umán, el enfrentamiento entre Tecún y Alvarado ha sido motivo de
versiones mágicas, pero lo cierto es que, después de varias horas de
combate en los llanos de Urbina, Alvarado ordenó a uno de sus
subalternos, Pedro de Portocarrero, que iniciara un movimiento
envolvente que el mismo Alvarado completaría en el extremo opuesto del
contingente, en donde se hallaba Tecún Umán. Fue así como ambos
capitanes se vieron de pronto frente a frente. Una versión afirma que
Tecún atacó tres veces a Alvarado, dando muerte a su caballo, paro
Alvarado fue asistido por Portocarrero con otra cabalgadura y pudo así
atravesar con su lanza al capitán quiché. Según otra versión, Tecún fue
atravesado por la espalda cuando estaba a punto de matar a Alvarado, a
quien había logrado poner en tierra. Cuenta la leyenda que un quetzal que
protegía a Tecún volaba encima de su cabeza y que, al caer el jefe quiché,
cayó muerto a su lado el quetzal también. Al morir (en la imaginación
mágica del pueblo) el quetzal que protegía a Tecún, moría también la
libertad de los pueblos precolombinos de Guatemala, a pesar de que
tuvieran ya varios siglos de guerrear entre sí.
Los españoles derrotaron sucesivamente a ejércitos indígenas de
3,000, 5,000 y entre 10,000 y 30,000 guerreros, arrollándolos con su
caballería en la planicie del valle. Esta derrota, y sobre todo su
idealización, marcan el inicio de una conciencia colectiva de frustración e
incapacidad que atravesará la historia del país, siendo reforzada por otras
derrotas que veremos adelante. Lo rescatable de estos hechos, empero, no
debe ser la idealización trágico-romántico de una derrota sino la
valoración de la resistencia heroica como fundamento de una tradición de

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lucha que caracteriza a nuestro pueblo y que se manifestará de muchas
maneras a lo largo de su historia.
Después de sus varias derrotas militares, los reyes de Utatlán
enviaron mensajeros a Alvarado pidiendo perdón y declarándose vasallos
de los españoles, a quienes invitaron a llegar a su ciudad, hecho que
ocurrió en 1524. Los guerreros quetzaltecos que ahora colaboraban con
Alvarado, le informaron que los quichés pensaban quemar vivos a los
españoles una vez estuvieron dentro de su capital. Alvarado entonces se
las agenció para capturar vivos a varios señores de Utatlán, a pesar de lo
cual los soldados quichés atacaron a los españoles durante un corto lapso.
Finalmente, Alvarado logra controlar la situación, enjuicia sumariamente
a los señores de Utatlán y los quema vivos, atados a postes. Entre ellos se
encontraban Oxib Quej y Belejep Tzi. Alvarado dejó vivos a los hijos de
éstos, Tecúm y Tepepul, y luego los nombró administradores de la región,
bajo sus órdenes. Este fue un procedimiento usual de los españoles: matar
a los líderes y poner al mando de la sociedad vencida a nobles
aterrorizados que sirvieron de intermediarios entre los invasores y su
pueblo. La ciudad de Utatlán fue quemada y después, al ser poblada de
nuevo, se llamó Santa Cruz.
El resto del área de Utatlán o Gumarcaj debía ser sometidas, según
los intereses de Alvarado, y para el efecto solicitó 4,000 hombres
cakchiqueles. La región fue pronto controlada y sus jefes perdonados para
que siguieran al frente de sus comunidades, que ahora serian tributarias
de los españoles. Fue durante esta campaña que nació Leonor de Alvarado
y Xicoténcatl en el campamento español en las afueras de Gumarcaj, el 22
de marzo de 1524.
Esta fecha es importante porque Doña Leonor de Alvarado y
Xicoténcatl es la primera mestiza reconocida por ambos bandos: la
primera “ladina”, la primera “chapina” (aunque estas palabras todavía no
existieran, ni tampoco existiera Guatemala como país mestizo). Lo cierto
es que en abril de 1524, el quiché estaba conquistado. Y en julio, Alvarado
funda en la capital de los cakchiqueles, Iximché, la ciudad de Santiago de

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los Caballeros, la cual sería trasladada, debido a las constantes rebeliones
cakchiqueles, al Valle de Almolonga, en las faldas del Volcán de Agua, en
1527, y, luego, debido a su destrucción por una correntada de agua y lodo
causada por intensas lluvias y la ruptura de una parte del cráter del
volcán, al Valle de Panchoy, en 1543. La ciudad del Valle de Almolonga se
conoce hoy día como Ciudad Vieja, y la del Valle de Panchoy, como
Antigua.
Los quichés llamaron a Alvarado Tonatiú (el sol), por su cabello
rubio y su piel blanca, pero también, quizás, porque su llegada (como la
de Cortés) coincidió con el enunciado regreso de Kukulkán, la Serpiente
Emplumada, quien había prometido volver en esas fechas. Alvarado pudo
ser visto como una transfiguración de Corazón del Cielo (el sol),
convertido en su aspecto negativo. Por eso, algunos lamentos mexicanos
sobre la llegada de los invasores hablan del arribo del “gemelo del sol”, es
decir, de su lado oscuro y terrible (Espejo Humeante), que pudo estar
personificado en Cortés y en Alvarado. Las razones religiosas y éticas de
nuevo juegan un papel preponderante a la hora de explicar la derrota de
los pueblos precolombinos.
Pero después de su victoria, Alvarado se embarcó hacia el Perú
llevando consigo a varias familias de indios quichés, y espontáneamente
los poderes precolombinos empezaron a re articularse debido a que los
conquistadores no dejaron poderes constituidos que mantuvieran vigente
la estructura de la dominación. Es por eso que, pocos años después, el
hermano de Pedro de Alvarado, Jorge, ingresa desde México a territorio
guatemalteco al mando de varios miles cuauhquecholtecas, y con ellos
realiza la definitiva conquista militar de Guatemala, dejando estructuras
de poder en cada ciudad conquistada. Su ruta militar empezó en el sur,
por Retalhuleu, subió a Escuintla, al Altiplano, las Verapaces y
Huehuetenango, hasta salir de nuevo a México, dejando tras sí un nuevo
poder mexicano y español consolidado institucionalmente, el cual de
hecho hizo funcionar la nueva organización colonial impuesta. Esto
determinó que muchos de nuestro toponímicos no sean de origen maya

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sino nahua, como todos los terminados en “tlan” y “nango”, por ejemplo.
Este relato se encuentra ilustrado en el Lienzo de Cuauhquecholan, cuyo
original se encuentra en el museo de Puebla México.
La visión de mundo de cualquier pueblo vencido se encuentra
registrada en la producción literaria y estética. Sobre el hecho histórico de
la conquista que sufrieron los pueblos mesoamericanos y su visión sobre
el mismo, tenemos, en el caso de los textos mayas, los contenidos en el
Chilam Balam. A continuación, un fragmento de este libro, el cual destaca
con voz propia el dolor por el proceso violento de la perdida de la
estructura social, los privilegios y otros patrones culturales de los pueblos
vencidos.
Acerca de la derrota de los pueblos precolombinos dice el Chilam
Balam:

“Toda sangre llega al lugar de su reposo, como todo poder llega a su


trono. Estaba medido en el tiempo en que se alabaría la grandeza de
Los Tres (la trinidad de Corazón de Cielo). Medido estaba el tiempo
de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde
donde los dioses nos contemplan. Los buenos señores de las
estrellas, todo ellos eran bueno”.

“ellos tenían la sabiduría, lo santo, no había maldad en ellos. Había


salud, devoción, no había enfermedad, dolor de huesos, fiebre o
viruela, no dolor de pecho ni de vientre. Andaban con el cuerpo
erguido. Pero vinieron los dzules (extranjeros, españoles) y todo lo
deshicieron. Enseñaron el temor, marchitaron las flores, chuparon
hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya. Mataron la
flor del nacxitxúchitl. Ya no había sacerdotes que nos enseñaran. Y
así se asentó el segundo tiempo, comenzó a señorear, y fue la causa
de nuestra muerte. Sin sacerdote, sin sabiduría, sin valor y sin
vergüenza, todos iguales. No había gran sabiduría, ni palabra ni
enseñanza de los señores. No servían los dioses que llegaron aquí.

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¡Los dzules sólo habían venido a castrar al sol! Y los hijos de sus
hijos quedaron entre nosotros que sólo recibimos su amargura”.

El lamento de ser ahora todos “iguales” se refiere a que, aunque los


españoles respetaron la división clasista precolombina con el fin de que
los nobles les administraran el poder sobre el los pueblos, ahora todos —
nobles y comunes— jugaban el papel de siervos y eran llamados “indios”.
Era una igualdad ignominiosa. De ahí el lamento.
Por su parte, el cura dominico Fray Bartolomé de las Casas,
refiriéndose a las atrocidades cometidas por los conquistadores en
Guatemala, escribió en su Brevísima Relación de la Destrucción de la
Indias, en la que dice:

“… hicieron ley los españoles, que todos cuantos indios de todo


género y edad tomasen a vida echasen dentro de los hoyos, y así las
mujeres preñadas y paridas, y niños y viejos, y cuantos podían
tomar echaban a los hoyos hasta que henchían, traspasados por las
estacas, que era una gran lástima de ver especialmente con las
mujeres y sus niños. Todos los demás mataban a lanzadas y a
cuchilladas, echábanlos a los perros que los despedazaban y comían.
Estuvieron en esas carnicerías tan inhumanas cerca de siete años.”

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III. LA COLONIA ESPAÑOLA Y LOS PUEBLOS INDIGENAS:
IMPOSICIÓN CULTURAL Y TRAICIONES POPULARES.

UN MUNDO SE IMPONE SOBRE OTRO MUNDO:

LA ORGANIZACIÓN COLONIAL

La conquista española se desarrolló en todo el territorio americano entre


1519 y 1580, y significó el fin del mundo para los pueblos precolombinos.
Su vida, tal como la conocían, terminó para siempre. Ahora, todos (nobles
y vasallos) eran iguales ante el invasor triunfante, quien los organizó
como mejor le pareció, con el fin de aprovecharse de su fuerza de trabajo.
En las islas del Caribe, la población fue completamente exterminada. Y allí
donde no hallaron suficiente cantidad de metales preciosos (como en
Guatemala) o donde éstos se terminaron con el saqueo (como en México y
Perú), los invasores organizaron a los nativo como mano de obra para
trabajar en los campos y las minas. Hubo esclavitud y se cometieron
barbaridades con los pueblos que una vez habían peleado entre sí y se
habían disputado el poder en el territorio. A pesar de que en 1542, por
medio de las llamadas Leyes Nuevas, la Corona quiso abolir la esclavitud,
ésta sigo existiendo de hecho. Un mundo se imponía sobre otro por medio
de mecanismos férreos que aseguraron el control territorial y poblacional
por parte de los recién llegados.
En Guatemala, algunos grupos de nativos, como los itzaes, no
fueron conquistados nunca. Presentaron una feroz y prolongada
resistencia de siglos. Otros muchos pueblos de aquí se rebelaron tenaz y
constantemente una vez que habían sido subyugados. Sus rebeliones se
sucedieron casi cada mes durante los dos siglos siguientes a la conquista.
No hubo, pues, sumisión pacífica. Durante el enfrentamiento militar, los
nativos organizaron guerras de guerrillas y resistencia. Las guerrillas son
formas populares de organización militar para defenderse de un ejército
invasor o de ocupación debidamente pertrechado, y las ha habido a lo

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largo de toda la historia. Durante la colonización, se organizaron también
motines espontáneos constantes. A pesar de eso, en los primeros 60 años
de presencia extranjera, los pueblos americanos perdieron su autonomía
política totalmente.
Un intenso proceso de mestizaje se desarrolló entre los
conquistadores y las mujeres indígenas. Este hecho es único en la historia
de las colonizaciones europeas, pues ni los ingleses ni los franceses, ni
tampoco los holandeses se mezclaron tan generalizadamente con los
pueblos de África, Asia y América. Esto quizás se deba a que España y
Portugal eran entonces ya los territorios más mestizados de Europa, con
una población de mezclas celtas, iberas, cartaginesas, romanas y árabes,
entre otras. De modo que la vida en España en la época de su
descubrimiento de América, era una vida en la que convivían a la vez
pacífica y conflictivamente judíos, musulmanes, y cristianos, envueltos en
abiertos proceso de mestizaje biológico y cultural. Es de suponer que,
para un español, mestizarse no era algo muy conflictivo. El racismo de
ingleses, franceses y holandeses no privó entre los españoles a la hora de
la mestización sino que propusieron arrinconar y exterminar a los indios
que encontraron a su paso.
Los españoles, en cambio, los usaron en un proyecto económico
vasto, y originaron un nuevo tipo de población: la población mestiza, que
vino a sumar a la clases sociales que convivieron durante la época colonial
y que fueron: los peninsulares o españoles, los criollos (o hijos de
españoles nacidos en América) y los indios. En medio de éstos y los
criollos hay que incluir a los mestizos y a los negros para completar la
pirámide clasista colonial. Eran los mestizos los que estaban en el fondo
de esa pirámide clasista (más abajo que los indios), no sólo porque eran la
minoría, sino porque eran despreciados por los indios, españoles y
criollos como una anomalía bilógica y cultural, ya que se trataban de
sujetos sociales nuevos. Los indios trabajaban la tierra, los negros eran
esclavos en las plantaciones del Caribe, los mestizos de tierra firme hacían
trabajos intermedios como artesanías y servicios, y los criollos y

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peninsulares tenían a su cargo la política, la religión y el ejército; es decir,
el poder.
La colonización de América Latina hizo surgir nuevos sujetos
sociales que antes no existían y que no existieron en otras experiencias
colonizadoras como las de África y Asia, pues aquí surgieron los sujetos
inéditos, como los criollos, los indios, los ladinos, los zambos y muchos
más. Esto es lo que hace complicada nuestra multiculturalidad y nuestra
interculturalidad: el hecho de que el mestizaje es la norma (no la
excepción) que nos articula socialmente como unidad diversa en perenne
conflictividad. Una conflictividad que se asienta en la ignorancia de
nuestra historia y, en consecuencia, del proceso de formación de nuestras
diferencias mestizadas. Si esto se comprendiera, la convivencia
interétnica pacífica sería de suyo mucho más factible que en una sociedad
en la que el sistema educativo no enseña la historia nacional desde una
perspectiva interculturalista.
La organización política y económica del Nuevo Mundo empezó con
la estructura del poder vertical que iba de los Virreinatos y las Capitanías
Generales, de éstas a la Provincias o Alcaldías Mayores, y de estas a las
Gobernaciones y Corregimientos. Así, el Virrey nombraba al Capitán
General y a los Alcaldes Mayores y Gobernadores de las Provincias,
quienes a su vez podían nombrar a los Corregidores (que se encargaban
de los Cabildos de Indios). La Capitanía General o Reino de Guatemala
(que comprendía el sur de México y toda Centroamérica) dependía del
Virreinato de la Nueva España (que era el nombre de México entonces).
Los virreinatos coloniales fueron: Nueva España, Nueva Granada y
Río de la Plata. Las capitanías generales fueron: Guatemala, las Antillas,
Venezuela y Chile. Hubo otra categoría denominada Presidencia, a la que
pertenecieron Quito (en Ecuador) y Cuzco (en el Perú). En este esquema
de poder vertical, a los españoles les interesó organizar la explotación de
la mano de obra nativa, y también cristianizarla. Para lograrlo, hicieron
funcionar siete instituciones mediante las cuales organizaron la economía
de los nuevos territorios, el control sobre la población y —lo más

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importante— la influencia sobre las mentes y los corazones de los
nativos.
Estas instituciones fueron: el Sistema de Encomienda, el Sistema de
Repartimiento, la Republica o Pueblo de Indios, el Gobierno Indirecto, el
Tributo, a fundación de los pueblos y ciudades, y la conversión y
catequización de los indios. Examinemos estas instituciones en su
funcionamiento y en su relación, porque comprender su movimiento nos
permite comprender a cabalidad la realidad y la vida durante la Colonia.

1. El sistema de Encomienda consistió en la división de la tierra en


unidades productivas llamadas Encomiendas, las cuales
comprendían tierras e indios para trabajarlas. Los dueños de las
mismas se llamaban encomenderos y, al principio, eran los mismo
soldados españoles que habían peleado en la guerra de la conquista,
a los cuales s eles daba la encomienda en recompensa por sus
servicios prestados a la Corona. Después, cuando siguieron llegando
inmigrantes de España, a muchos de ellos también se les daban
encomiendas. El territorio era, pues un conjunto de unidades
productivas en as que familias enteras de indios trabajaban la tierra
para el encomendero, quien exportaba una parte de los productos a
España y comercializaba localmente otra parte, pagando impuestos
a la Corona. Los indios trabajaban en calidad de siervos.
Precisamente, el término “indio” se usó durante toda la Colonia
para designar a los nativos que trabajan la tierra y que participaban
de costumbres comunitarias derivadas de la antigua cultura
destruida casi totalmente por los invasores. En ese sentido se usa el
término en este libro y no en su sentido despectivo actual. El
sistema de encomienda fue abolido por la ley 1670, pero de hecho
siguió funcionando porque los españoles no tenían otra forma de
sobrevivencia y enriquecimiento en América.

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2. El sistema de Repartimiento consistió en la asignación periódica de
grupos diferentes de indios a los encomenderos, para que aquellos
no estuviesen mucho tiempo en el mismo lugar y así evitar motines
y arraigos sentimentales que pudieran originar problemas. Por
ellos, grupos de indios que trabajaban en minas, por ejemplo, de
pronto eran asignados a trabajar en cultivos en otro lugar. Este
sistema de rotación de mano de obra incrementó el mestizaje entre
indígenas de varios grupos y culturas, y también entre indígenas y
españoles, quienes —por fuerza o consentimiento— procrearon
constantemente con las mujeres del Nuevo Mundo, al extremo de
que en el siglo XVIII no había ya indios “puros” en Mesoamérica.

3. La República o Pueblo de Indios fue el sistema mediante el cual los


españoles organizaron la vida social de la población indígena, y
consistió en la ubicación de familias en poblados cerrados bajo
autoridades indígenas (por lo general pertenecientes a la antigua
nobleza precolombina) a que ostentaban cargos cívico-religiosos
con títulos arbitrarios, como los mayordomos, alférez y otros, y que
estaban encargados de organizar las festividades católicas que
mantenían a las comunidades unidas, las cuales eran supervisadas
por los curas de las órdenes mendicantes (dominicos, mercedarios
y franciscanos) que tenían a su cargo el control de esos cargos al
interior de los pueblos de indios.

4. El Gobierno Indirecto es el sistema por medio del cual los españoles


controlaron a la población instrumentalizando a la nobleza
indígena, la cual era catequizada por los curas y puesta a ejercer los
cargos civiles dentro de los pueblos de indios, logrando con todo
que las comunidades permanecieran cohesionadas alrededor de su
clase dirigente y de la religión católica. Se obtenía con estas
medidas que los indígenas tuvieran la ilusión de responder a un
autogobierno. Fue en este marco de articulación del poder que

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varios nobles indígenas se casaron con mujeres españolas y algunos
viajaron a España. Las noblezas indígenas sobrevivieron ejerciendo
el poder sobre sus pueblos y sirviendo a los españoles. Y aunque
entre los nobles también hubo rebeliones y muchos de ellos
lideraron a sus pueblos en alzamiento, la regla fue que sirvieron de
intermediarios entre sus verdugos y su gente.

5. El pago del tributo fue la forma en que la riqueza producida por los
pueblos de indios se concentraba en las manos de los
encomenderos, quienes a la vez pagaban una parte de ella a la
Corona. Al parecer, Hernán Cortés tuvo unos 25 mil indios
tributarios en 18 comunidades (convertidas en encomiendas) que
abarcaban más de dos millones de hectáreas, en México. Por lo
general, los capitanes y oficiales de Cortés pudieron tener unos tres
mil indios en dos o cuatro comunidades unas 400 mil hectáreas. Los
soldados, recibían unos 300 indios y alguna aldea. Pero la
repartición y el tributo, sin embargo no llegaron a muchos de los
soldados que habían combatido en la conquista. Es el caso de Bernal
Días del Castillo, quien escribe su monumental libro, Verdades y
notable relación de la conquista con la Nueva España y Guatemala,
para denunciar este hecho reclamar su derecho a ser encomendero.
Cabe apuntar que en su libro Crónica del infinito, Maurice Duverger
argumenta que el verdadero de este libro fue Hernán Cortés, cuyo
manuscrito había caído en manos de uno de los hijos de Bernal,
quien lo alteró poniendo a su iletrado, plebeyo y ya fallecido padre
como autor del mismo para obtener prebendas nobiliarias y
pecuniarias de la Corona.
6. La fundación de pueblos y ciudades fue el mecanismo principal de
los españoles para ejercer el control territorial y poblacional del
Nuevo Mundo. Los pueblos y ciudades eran los centros
administrativos de la explotación económica y del poder político y
militar. Hubo ciudades político-administrativas y burocráticas,

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mineras, manufactureras, agrícolas, militares y religiosas, aunque a
menudo cumplían varias funciones a la vez. Alrededor de las
ciudades se ubicaban los pueblos de indios, en cuyas cercanías
estaban las encomiendas adonde sus habitantes iban a trabajar la
tierra. Las ciudades coloniales que existen en toda América Latina
dan testimonio de esta organización urbana. Por ejemplo, México,
Antigua, La Habana, Cartagena y muchas más.

7. La conversión y catequización de los indios fue la más importante


de las instituciones españolas destinadas a ejercer el poder sobre
las poblaciones americanas. Fue el principal objetivo de la
conquista que se realizó al interior de los pueblos de indios. Estuvo
a cargo de las órdenes de curas mendicantes, quienes, para
realizarlo, se valieron de tres principios: el culto a los santos
patronos, la jerarquía cívico-religiosa y el sistema de compadrazgo;
todo, como se dijo, dentro de los pueblos de indios. Se trataba de
sustituir una religión por otra, una cosmovisión por otra, una
espiritualidad por otra, una cultura por otra. Hay que tener
presente que el catolicismo de ese entonces era inquisitorial, es
decir, impuesto por la Inquisición, que era un tribulan eclesiástico
intolerante, el cual torturaba a quienes consideraba infieles para
que por medio del martirio merecieran entrar al Cielo.

El culto a los santos patronos consistía en sustituir a las deidades


precolombinas de una comunidad de santos católicos y en nombrar a uno
de ellos como patrono del pueblo. Mediantes este mecanismo, los
españoles buscaban erradicar de la memoria indígena el culto a sus
dioses, pero los indígenas nunca entendieron a cabalidad la diferencia que
había entre dioses y santos, y el resultado de esta imposición sustitutiva
fue el sincretismo religioso que se expresa en la notoria hibridación de los
rituales y tradiciones comunitarias, y en los toponímicos de infinidad de
localidades que llevan un nombre cristiano y uno precolombino. Por

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ejemplo; Santa Lucia Cotzumalguapa, Santa Catarina Ixtahuacán, San Juan
Chamaleco, etc.
Muy unido al culto a los santos estaba el sistema de cargos cívico-
religiosos instaurado por los curas mendicantes. Este sistema ponía en
movimiento el poder dentro de los pueblos de indios mediante el
Ayuntamiento Religioso, que tenía a su cargo precisamente organizar
festividades del culto al santo patrono, para lo cual se valía de un sistema
de mayordomía o cargos jerárquicos, ocupados por hombres que dirigían
la construcción de templos, la hechura de imágenes, y organizaban la
Semana Santa y la fiesta patronal. Estas actividades los mantenían
ocupados todo el año, de modo que la gente común iba a trabajar a las
encomiendas y el resto de su tiempo lo dedicaba a actividades religiosas.
En el siglo XVII, los frailes mendicantes dejan el cuidado de los
pueblos de indios en manos de curas seglares: eso determinó el descuido
de los pueblos de indios. Porque aunque las autoridades cívico-religiosas
eran originalmente indígenas pertenecientes a linajes nobles, ya a
principios del siglo XVII esa distinción se había pedido y ya todos los
llamados indios eran siervos, iguales entre sí a los ojos de los españoles y
de los criollos. Desde inicios del siglo XVIII, la vida de la mayoría de los
indígenas comunitarios era ya como se les conoce hoy.
El sistema de compadrazgo fue un mecanismo que utilizaron los
españoles para mantener la cohesión de las comunidades indígenas, que
como dijimos antes, se rebelaban constantemente contra el yugo colonial.
Generalmente, los compadrazgos, surgen por bautismo, confirmación y
matrimonio. Es decir, por rituales católicos. Pero hubo otras formas de
compadrazgo relacionas a la comunión, la muerte y otros hechos.
El compadrazgo une a las personas y a veces la vincula interclasista
e interculturalmente. Por ejemplo: a menudo los indígenas solicitaban a
sus patrones españoles ser padrinos de bautismo de sus hijos para
cambiar de estatus social antes los ojos de la comunidad. Lo cierto es que
esta institución vinculó a los habitantes de los pueblos de indios entre sí y
con sus amos. Y fue un mecanismo útil para mantener cohesión y calma

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social, a fin de que la economía colonia, basada en la explotación de la
mano de obra indígena, siguiera su curso.

VIVIENDO LA DERROTA

Después de la derrota de los quichés en 1524, los pueblos españoles al


mando del Alvarado dividieron Utatlán en pueblos de indios que fueron
asignados, en calidad de encomiendas, a diversos conquistadores para
que recibieran de ellos tributo. Los curas que fueron nombrados para
llevar a cabo la catequización, también recibían tributo. Utatlán o
Gumarcaj fue convertida en la ciudad de Santa Cruz por los curas
dominicos, y transformada en encomienda de uno de los capitanes de
Alvarado. Las localidades de Tamub e Ilocab también pagarían tributo a
los oficiales del conquistador, quien convirtió en esclavos personales de
varias personas de Utatlán. La encomienda de Santa Cruz estuvo
gobernada por Tecúm y Tepepul, los hijos de los reyes de Utatlán que
habían sido quedamos vivos por Alvarado cuando dirigió el sitio de la
ciudad.
La capital quiché no se rebeló, pero la capital cakchiquel sí lo hizo
ese mismo año en 1524, de modo que, bajo el liderazgo de Sinacán y
Sequechul, se formó un poder rebelde que duró seis años. Fue
precisamente por las rebeliones cakchiqueles —contra las cuales los jefes
quichés arremetieron, ayudando a los españoles a fin de vengarse de la
contribución que aquéllos habían hecho para lograr su derrota—, que la
capital que Alvarado había fundado en Iximché tuvo que ser trasladada en
1527 al Valle de Almolonga. Y a pesar de que los cakchiqueles fueron
derrotados en 1530, las insurrecciones continuaron, esta vez también por
parte de los quichés, de modo que en 1540, tanto Sinacán como Tepepul
fueron ahorcados por orden de Alvarado, luego de ser capturados
liderando una rebelión de su gente.
Los motines de indios fueron un hecho generalizado y frecuente
durante toda la Colonia. Las causas de los mismo iban desde la
51
prohibición —por parte de los españoles— del baño personal diario que
acostumbraban los nativos (arguyendo que sólo alguien que se siente
sucio de pecado puede sentir la necesidad de bañarse todos los días),
hasta la desesperante explotación laboral en las encomiendas, pasando
por los abusos que cometían los españoles con las esposas e hijas de
siervos indígenas. Un promedio de un motín al mes durante los primeros
dos siglos de la colonización llevo Severo Martínez a afirmar que el motín
fue la principal expresión de lucha de clases durante la Colonia en
Guatemala.
En 1541, Alvarado muere accidentalmente en Guadalajara, México,
cuando uno de sus hombres y su caballo caen sobre él al resbalarse en
una ladera. Pocos meses después, su esposa Doña Beatriz de la Cueva,
quien gobernaba en lugar de su marido y que se había hecho llamar “La
Sin Ventura” luego de la muerte de éste, fallece también bajo una
correntada de lodo provocada por las severas lluvias que desbordaron el
cráter del Volcán Hunahpú, el cual se había llenado de agua. Con ella
murieron unas mil personas más en lo que hoy se conoce como Ciudad
Vieja, a pocos kilómetros de la ciudad de Antigua.
La hija de Alvarado, Doña Leonor, quien se había casado con Don
Pedro de Portocarrero (uno de los capitanes de Alvarado) y, a la muerte
de éste, con Don Francisco de la Cueva (hermano de “La Sin Ventura”) se
salvó. Entonces, el Obispo Francisco Marroquín (quien había llegado a la
región con Alvarado en 1530) y Francisco de la Cueva decidieron el
traslado de la ciudad al Valle de Panchoy, en donde se sentó el 10 de
marzo de 1543 y fue la capital del reino durante 233 años.
Las instituciones coloniales fueron impuestas sobre todos los
indígenas de Guatemala. La respuesta de estos a esa imposición fue dual:
por un lado, la sumisión de algunos y, por otra, la rebelión constante en
forma de motines que, como dijimos, se sucedieron casi cada mes a lo
largo de los siguientes doscientos años. Al final del siglo XVI, el sistema
colonial estaba firmemente impuesto, los jefes de linajes nobles fueron
bautizados con nombres castellanos y se les encargó gobernar los pueblos

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de indios, organizar festividades religiosas y el trabajo servil, administrar
justicia y cobrar el tributo para los encomenderos. Entre estos se cuentan,
del linaje de los Cavek, a Juan de Rojas, Juan Corté, Diego García, Gabriel
de Vigo, Cristóbal Velazco, Juan Lucas, Diego Reynoso y Pedro Xiquitzal.
Otros muchos jefes de otros linajes ostentaron cargos similares, como
gobernadores o alcaldes.
Los jefes y sus familiar estaban exentos de pagar tributo y trabajar y
tenían derecho a tratos especial, a aprender las costumbres españolas, a
usar la vestimenta europea y a tener caballo y a ostentar a tito de Don,
siempre y cuando pudieran demostrar su origen noble y también probar
así su propiedad sobre la tierra. A menudo, los jefes escribían u
ordenaban escribir documentos llamados Títulos, en los que se asentaban
las sucesiones familiares de los linajes los datos históricos probatorios de
la autenticidad de su nobleza. Existen muchos de estos documentos en los
archivos municipales y eclesiásticos de Guatemala, hasta la fecha.
La nobleza indígena fungió, como dijimos, en calidad de
intermediaria entre los españoles y su pueblo, a veces contribuyendo al
sometimiento y a veces dirigiendo a su gente en rebeliones, las cuales
nunca fueron planificadas sino siempre brotaron espontaneas. Y, debido a
que los pueblos estaban incomunicados, nunca se pudo orquestar un
motín lo suficientemente amplio como para desafiar estratégicamente al
poder español. Por eso, las rebeliones fueron invariablemente derrotadas
y sus líderes ejecutados en público.
A lo largo de toda la Colonia, los indígenas nobles se preocuparon
siempre en mantener su poder sobre los macehuales o comunes. Por
ejemplo, Juan Rojas y Juan de Cortés pretendieron que los españoles les
dieran los mismo poderes que tenían los reyes de Utatlán antes de la
conquista incluyendo el control sobre linajes esclavos y vasallos que
sobrevivieron la guerra y que habían sido liberados de la esclavitud. De
Cortés viajó a España con documentación probatoria de su linaje noble, la
cual le fue robada por piratas durante el viaje, pero fue recibido en la
corte y su caso considerado. A los españoles no les convenía un poder

53
indígena demasiado centralizado y la petición de Rojas y Cortés terminó
siendo denegada. Lo que si les concedieron fue que los linajes esclavos
siguieran siendo sus tributarios. Como es fácil imaginar, hubo conflictos
constantes entre macehuales o comunes y los nobles, ahora convertidos
en capataces a sueldo de los españoles.
En lo que se refiere a la vida religiosa, a pesar de la intensa
catequización a la que fueron sometidos los indígenas, el peso de su
cosmovisión y su religiosidad se impuso y en los pueblos de indios
empezó a operarse un interesante sincretismo que combinaba nociones
de religiosidad y ética precolombina con elementos cristianos;
sincretismo que, en diferentes variantes, sobrevive hasta la fecha. Para los
conquistados fue difícil practicar sus costumbres culturales porque los
españoles los consideraban bárbaros, infieles, idólatras y pecadores. Por
ello bibliotecas enteras de códices fueron quemadas por algunos curas
fanáticos, en nombre de la salvación cristiana de sus almas. Su
religiosidad fue censurada y sus costumbres prohibidas. Por ejemplo, fue
prohibido, como ya se dijo, el baño diario, y también la vestimenta ligera
que, por otra parte, se adecuaba al clima mucho más que los uniformes
que los españoles impusieron a los conquistados para ubicarlos en sus
pueblos y hoy se conocen como “trajes típicos”.
Hay que decir, sin embargo, que otros curas mucho más sensibles
que los fanáticos se dieron a la tarea de rescatar la cultura indígena, y a
ellos se debe que hayan llegado hasta nosotros textos precolombinos
conocidos, algunos de los cuales tiene ya, por la misma razón, una
influencia cristiana innegable, como por ejemplo ocurre con la primera
versión del Popol Vuh, la cual fue escrita en quiché y caracteres latinos,
probablemente por un indio cristianizado de nombre Diego Reinoso, y
luego traducida al castellano por fray Francisco Ximénez.
Algunos frailes se dedicaron a enseñar castellano a los indígenas a
fin de convertirlos en informantes de su cultura para así ellos registrar
todo en crónicas, cartas e informes diversos. De esta manera se preservó
algo de la antigua cultura precolombina y algunos objetos y libros se

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salvaron de la hoguera de la Inquisición. Gracias a curas como Fray
Bernardino de Sahagún, en México, se sabe por ejemplo, que Moctezuma
le bajaban nieve del Popocatépetl y que degustaba helados. También, que
los médicos operaban cataratas en los ojos usando una espina para
levantar el tejido grueso y enrollarlo, despegándolo así de la córnea.
Gracia a los informes indígenas se logró reconstruir mucho del mundo
cultural precolombino del siglo X al XVI. Del siglo X hacia atrás, la
evidencia que existe es arqueológica y las interpretaciones sobre lo que
ocurrió son diversas y a menudo contradictorias. El sincretismo religioso
de los indígenas fue tolerado por los curas que se esforzaban por
comprender su cultura y, así las creencias mestizadas sobrevivieron a lo
largo de toda la Colonia.
Uno de estos curas humanitarios fue Fray Bartolomé de la Casas,
quien en 1537 logró la autorización real para que los dominicos iniciaran
la cristianización pacífica en las Verapaces, evitando así que los
conquistadores hicieran la guerra a sus habitantes. Diez años después,
cuando Las Casas regresa a Europa, los misioneros mismos, desalentados,
ayudaron en la guerra de conquista de los itzaes y los lacandones en el
Petén. Entonces, las Verapaces ya no se diferenciaron del resto de
Guatemala cuanto a la forma de sojuzgamiento.
A las Casas debemos el testimonio más desgarrador de las
barbaridades cometidas por los conquistadores con los nativos. Su
famoso libro, brevísima relación de la destrucción de las Indias, fue escrito
por Las Casas para favorecer a la Corona en sus planes de impedir que los
encomenderos siguieran acumulando poder por medio de la esclavitud de
los indios. La Corona temía que los encomenderos declararse
independientes de la monarquía española, de modo que Las Casas
denunció sus atrocidades para justificar medidas drásticas oficiales de
reorganización política de los nuevos territorios. No olvidemos que la
iglesia era una institución muy poderosa en la época y que poseía
inmensas extensiones de tierra, encomiendas, indios y riquezas en metal
precioso. Aunque fue llamado “defensor de los indios”, la actuación

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política de Las Casas reforzó y no debilitó, el orden colonial. Sin embargo,
la alternativa era igualmente cruel, pues el poder libre de los
encomenderos hubiese hundido en un caos más sangriento a la región.
Otra obra de Las Casas fue su propuesta de traer negros de África para
sustituir a los indígenas que habían muerto por enfermedad o por
asesinato en el Caribe, para trabajar en las plantaciones de azúcar. A él se
debe la existencia de la negritud en América Latina.

LA CULTURA Y EL PODER ESPAÑOLES SE CONSOLIDAN Y GENERALIZAN

La cultura española en la colonia se expandió por medio de sus


instituciones educativas. En 1660, Fray Payo Enríquez de Rivera trajo la
primera imprenta a la Capitanía General, y también al impresor José de
Pineda Ibarra. En 1729, aparece el primer periódico, la Gaceta de
Goathemala. La primera universidad había iniciado actividades ya en
1681, bajo el nombre de del Real y Pontificia Universidad de Borromeo de
Guatemala, cuya primera sede fue el Colegio Santo Tomás, en el edificio
del mismo nombre que se encuentra en la ciudad de Antigua.
Los Colegios Santo Tomás y san Borja precedieron a la universidad
en la tarea educativa superior. Así se educó la clase criolla, en centros
regidos por sacerdotes jesuitas, dominicos y franciscanos que enseñaban
Derecho, Teología y Medicina. Sólo la religión católica era legalmente
permitida, de modo que no era raro que en manos del clero estuviera la
educación de los intelectuales llamados a dirigir la sociedad, los cuales
eran todos españoles y criollos.
En 1731 nació en Antigua Rafael Landívar, un criollo que a los
dieciséis años de edad se graduó de doctor en filosofía en la Universidad
de San Carlos, para luego ordenarse sacerdote jesuita en México, en 1755,
y volver a Guatemala como rector del Colegio San Borja. En 1767, Carlos
III decretó la expulsión de los jesuitas del reino español y Landívar tuvo
que irse de su país para radicarse en Bolonia, Italia, donde escribió, en

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latín, el poema monumental más importante de la literatura colonial de
América Latina, la Rusticatio Mexicana (o Por los campos de México).
No olvidemos que la Capitanía General de Guatemala era parte del
Virreinato de México; de ahí el título del libro de Landívar, quien escribe
fundamentalmente sobre el territorio guatemalteco. La importancia de
Landívar radica en que plasmó en su libro la ideología criolla de amor a la
tierra americana, la mentalidad de hacendado que ama su heredad y que
se enorgullece de ella frente a España. Estas mentalidades feudales
criollas de la Colonia prefiguraron, en forma de patriotismo o amor al
terruño, lo que después serían las ideologías ilustradas de la
Independencia en el siglo XIX. El concepto de patria criolla como
propiedad terrateniente con indios incluidos, queda ya prefigurado en el
libro de Landívar.
En cuanto a la dinámica de las clases sociales en la Colonia,
debemos recordar que, al principio, en la cúspide se encontraban los
peninsulares o españoles, y, en el fondo, los llamados indios. Después,
cuando los españoles empezaron a traer esposas y tuvieron hijos, estos,
llamados criollos, ocuparon el segundo lugar después de los españoles en
la pirámide social. A medida que el mestizaje avanzaba, los mestizos,
llamados en Guatemala ladinos, ocuparon el tercer lugar en la pirámide.
Al principio, como dijimos, los mestizos o ladinos se ubicaban debajo de
los indios porque eran considerados despreciables por los indios mismos
y por lo españoles, al extremo de que había “pueblo de ladinos” que eran
mucho más miserables que los peores pueblos de indios.
Los ladinos eran indios que hablaban español y por eso se les
despreciaba en sus comunidades de origen, por desarraigados y traidores
a los valores culturales comunitarios. Los peninsulares se dedicaban a la
burocracia real, los criollos eran profesionales o hacendados y los indios
trabajaban la tierra. Los ladinos, al ser malqueridos por unos y por otros,
se empezaron a ubicar en profesiones intermedias como as de
mensajeros, sirvientes, artesanos, etc., y poco a poco, en medida que el
mestizaje avanzaba, fueron copando los espacios laborales que los

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peninsulares ni los criollos les dejaban, y organizándose en gremios de
herreros, carpinteros, zapateros, plateros, sastres y demás. De modo que
ya para el siglo XVIII, los ladinos empezaban a ser una considerable
porción de la población, con una importancia creciente en la economía.
Es interesante saber que el apelativo ladino se le aplicaba, al
principio de la Colonia, a los indios que habían aprendido a hablar
español, que se habían cristianizado y que eran versados en las
costumbres españolas. A esta clase de indios se les llamaba “indios
ladinos”, de modo que los primeros ladinos fueron indios. Después se fue
extendiendo el apelativo a todo aquel que no se autoindetificara como
indio, aunque lo fuera. Y así se aplicó también a los negros. La razón por
las que muchos indios empezaron a autoindetificarse como ladinos fue
que los indios eran personas ligadas al trabajo de la tierra y a la cultura
comunitaria, y así se identificaba. Si se era un indio ladino se podía
acceder a más oportunidades laborales fuera de la comunidad y de la
ligazón forzada a la tierra. Por eso, la ladinidad empezó a crecer y a
mestizarse biológica y culturalmente, hasta llegar a ser un conglomerado
cuya cultura mestiza caracterizo al reino de Guatemala en el siglo XIX.
Vale la pena apuntar que en la España de la Reconquista (1942), a
los musulmanes convertidos al cristianismo se les llamó moriscos y a los
judíos conversos se les llamó judíos ladinos. Esto, porque un judío
converso era aquel que hablaba un idioma latino (castellano) y profesaba
una religión latina o romana (el cristianismo), y era un judío latino o
latinizado. El paso del término ladino seguramente estuvo mediado por el
hecho de que, siendo los judíos españoles individuos dedicados al
comercio y a la usura, eran percibidos por los cristianos como personas
ladinas, es decir, taimadas, aprovechadas, astutas (como define el término
ladino del Diccionario de la Real Academia Española). Y para un soldado
español que sabía que un judío converso se le llamaba en España judío
ladino, no fue difícil adjudicarle a un indio converso, en América, el
apelativo de indio ladino. Así surgió la ladinidad. No vino de otra parte,
sino brotó de la indianidad misma por obra de los invasores. Comprender

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es básico para comprender a su vez nuestra conflictiva interculturalidad
actual.

LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA COLONIALES

La economía en el reino de Guatemala fue minera, sobre todo en la región


de Honduras; y ganadera, principalmente en las áreas de El Salvador,
Nicaragua y el norte de Costa Rica, a donde los españoles importaron
ovejas, caballos y mulas. Sin embargo era el tributo indígena la fuente de
mayor riqueza española, al extremo de que a lo largo del siglo XVII este
ingreso produjo el setenta por ciento de los recursos fiscales. Es decir que
el trabajo asignado a la encomienda producía menos que el tributo
directo. No fue sino hasta 1737 que las plantaciones de añil de El Salvador
y Nicaragua fueron rentables. Por su parte las minas de Honduras
siguieron produciendo y absorbiendo mano de obra indígena y mestiza,
junto a la ganadería y otros cultivos de exportación, como especias y
cacao. Al principio, Guatemala sólo podía comerciar con España. Después,
se le permitió hacerlo con México y Perú.
A pesar del impacto que causó el chocolate como bebida sofisticada
en Europa, la exportación de cacao y otros productos —como el frijol, el
trigo, el tabaco, el maíz, el algodón, la caña de azúcar, las frutas y otros
vegetales— había decaído desde 1640 debido a los problemas de
transportación naval que enfrento España como consecuencia de la
derrota de su Armada Invencible en 1588 por parte de los ingleses, a
quienes la monarquía española resentía los ataques piratas como Francis
Drake y la animadversión de la reina Isabel I. Por ello, Guatemala tenía,
además de una Marina Mercante, una Marina de Guerra.
Ya en la década de los años 60 del siglo XVII, empezó la explotación
de maderas preciosas, actividad de la que surgieron asentamientos como
el de Belice, en siglo XVIII. Sin embargo, la crisis española y el aislamiento
geográfico de la región determinaron que la economía a finales del siglo
XVII hubiese decaído en el reino, y a esto se vinieron a sumar los
59
terremotos de 1688, los ataques de los piratas ingleses a las costas del
Atlántico y los nuevos terremotos devastadores de 1717, para darnos el
triste cuadro de una región que empezaba muy mal el nuevo siglo. Sin
embargo, el siglo XVIII seria a pesar de todo de grandes cambios políticos
y de recuperación económica.
Los cambios políticos tuvieron que ver con las nuevas disposiciones
de la dinastía de los Borbones en España, quienes sustituyeron a los
Habsburgo en el poder monárquico. Los Borbones buscaron afianzar el
poder de la monarquía por medio del estímulo al comercio y la economía
en general, inspirados en los cambios ocurridos en Francia, en donde la
ideología de la Ilustración había echado raíces. Esta ideología propugnaba
por la ciencia y la razón como criterios de verdad, y también por las ideas
democráticas que, aunque chocaban con la existencia misma de las
monarquías, se volvieron el común discurso político del poder
monárquico que, mediante legislaciones de gran alcance teórico, buscaba
el apoyo y no la sumisión de los gobernados.
A finales del siglo XVIII, el cultivo del añil decayó debido a que la
demanda del producto hizo que otros territorios más vastos lo
produjeran, haciendo imposible que Centroamérica pudiera competir con
ellos. Sin embargo el añil siguió siendo el principal cultivo de la región
hasta que el café lo sustituyó en los años 70 del siglo XIX. Los grandes
terratenientes seguían siendo los encomenderos, aunque, con el tiempo,
la encomienda fue abolida, en la práctica paulatinamente se pasó al
sistema de hacienda, en el cual las extensiones de las encomiendas
siguieron rigiendo la tenencia de tierra, sólo que ahora los dueños eran
criollos y los indios ya no laboraban como siervos sino en condición de
peones. Los siervos, a diferencia de los esclavos, tienen derechos sobre su
familia, sobre sus posesiones personales y a la propiedad de ciertas cosas,
como animales y herramientas. Los peones ya son trabajadores
asalariados y totalmente “libres” de vender su fuerza de trabajo a quienes
quieran, aunque no tengan muchas opciones para escoger en un régimen
semifeudal de hacienda.

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El 29 de julio de 1773, los terremotos llamados de Santa Marta,
destruyeron la ciudad de Guatemala en el Valle de Panchoy (hoy día,
Antigua), y la capital fue trasladada el 1 de enero de 1776 al Valle de la
Ermita, en donde se encuentra actualmente.
En esa época, las ideas de la Ilustración y hechos históricos como la
victoriosa Guerra de Independencia de los Estados Unidos, así como su
Constitución política, y la triunfante revolución Francesa con sus
principios modernos, inspiraban a los intelectuales y militares criollos de
las Américas, los cuales soñaban con instaurar gobiernos republicanos en
los territorios que ellos veían, con ojos patrióticos propios.
Esto se vio estimulado por la invasión napoleónica a España en
1808, cuando la monarquía fue marginada del poder por Bonaparte, lo
cual a su vez dio lugar a la resistencia militar española a la que se unieron
criollos patriotas americanos como Simón Bolívar, y un breve periodo
constitucionalista en España con las llamadas Cortes de Cádiz, en 1812, en
las que se planteó una alianza con las colonias en términos de liberalismo
ilustrado, es decir, en términos de democracia en lo político y libre
empresa en lo económico. Sin embargo, dos años después —cuando los
franceses fueron expulsados de la Península Ibérica—, el absolutismo fue
instaurado y eso potencio las ideas liberales de los criollos en América,
quienes, después de ponerse al lado de España contra los franceses,
empezaron a madurar el ideal de independizar sus territorios de la Madre
Patria para fundar países republicanos. De hecho, la burocracia española
se había vuelto innecesaria y los criollos se dieron cuenta de que las
ganancias que enviaban a la metrópoli podían permanecer en sus manos
si se declaraban independientes y formaban republicas bajo su control
político. Esto ocurrió en toda América Latina entro los años 1810 a 1830,
con la excepción de Cuba y Puerto Rico, que lograron su independencia
hasta 1898. En México y Sudamérica hubo cruentas guerras
independentistas. En el reino de Guatemala, intelectuales ilustrados como
el hondureño José Cecilio del Valle y el guatemalteco Pedro Molina, se
convirtieron en ideólogos de la Independencia patria mediante sus

61
escritos en los periódicos que dirigían: El Amigo de la Patria y El Editor
Constitucional, respectivamente. Una nueva era política se avecinaba para
los criollos. No así para los indígenas ni para los ladinos.
Si del siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XVII podemos
hablar de una Guatemala española, de mediados del siglo XVII hasta
principios del XX, lo pertinente como veremos, hablar de una Guatemala
criolla, pues el poder de los criollos se consolida con su proyecto político
de la Independencia, y después se desarrolla mediante su llamada
Revolución Liberal. Esto es lo que estudiaremos a continuación.

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IV. INDEPENDENCIA, FEDERACION Y REPUBLICA: EL
EXTRAVAIDO CAMINO HACIA LA MODERNIDAD.

ANTECEDENTES Y CAUSAS DE LA INDEPENDENCIA

Las estructuras económicas coloniales, basadas en la gran propiedad


española y criolla de la tierra y en el trabajo indígena forzado, se
prolongaron hasta el siglo XIX. Entre 1810 y 1830, sin embargo, se
producen en América Latina una serie de movimientos patrióticos que al
final dan al traste con la dominación española, declarando la
independencia política y económica de nuestros países. La gran excepción
fue Cuba y Puerto Rico, que lograron su independencia de España hasta
1898, gracias a la intervención de Estados Unidos, hecho que expresa un
conflicto permanente en la región: el intervencionismo estadounidense en
los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Pero ¿qué fue lo que pasó con los procesos independentistas,
quiénes protagonizaron esos cambios y a qué se debieron? Estas son
preguntas que intentaremos responder con lo que sigue.
Debemos recordar que la división clasista de la Colonia ubicaba a
los españoles en el punto más alto, a los criollos en segundo lugar, a los
mestizos en el tercero, a los negros y mulatos en el cuarto lugar, y a los
indios en la base de la pirámide. Debemos recordar también que los
criollos que habían venido desarrollando una conciencia patriótica
respecto de las tierras americanas que recibían en heredad, las cuales
ellos veían como propias, dándose cuenta igualmente que España
constituía para ellos un drenaje de dinero en forma de impuestos sobre
los productos exportados y en forma de otras imposiciones fiscales. De
aquí se sigue que los criollos, al ver en los españoles un obstáculo para el
irrestricto usufructo de la riqueza de las tierras americanas, vieron
asimismo estimulado su sentido patriótico americanista frente a Europa y
a la cultura española. ¿De dónde surgen las ideas que inspiraban a los
criollos en su patriotismo y su americanismo?
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Las ideas de los criollos provenían del movimiento cultural europeo
conocido como Ilustración o Iluminismo o Enciclopedismo, el cual había
cuajado mediante dos hechos históricos que los criollos admiraban sin
reservas: la Independencia de Estados Unidos y su Constitución de
inspiración masónica, y la Revolución Francesa con sus principios
burgueses, los cuales a su vez se basaban en la idea política de la
democracia y la división de poderes civiles, en la idea económica de la
libertad de empresa, en la idea filosófica del racionalismo científico como
criterio de verdad, y en la idea ética del trabajo individual y el
comportamiento individualista como base del progreso personal. Es obvio
que estos principios se oponían a la moral monárquica imperante
entonces, la cual designaba al rey y a la familia real como representes del
poder de Dios en la Tierra, y a la iglesia como guardiana de la fe. La
ideología de la Ilustración propugnaba por la secularización del poder,
por el capitalismo de libre empresa y libre competencia y por la moral
individual pragmática. Se trataba pues, de una verdadera revolución.
El choque entre estas dos mentalidades e ideologías (monárquica e
iluminista) llevó a que las mismas se expresaran en dos fuerzas políticas:
liberales —que propugnaba por las ideas ilustradas y el Estado laico— y
los conservadores —que buscaban un afianzamiento o una vuelta al
poder monárquico y eclesiástico. En América, estas dos fuerzas políticas
se convirtieron en partidos que protagonizaron luchas encarnizadas por
el poder. Los liberales buscando la independencia de España, y los
conservadores buscando preservar la monarquía, incluso después de la
Independencia. Esto ocurría entre los años 1810 y 1825 y, por supuesto,
únicamente entre los criollos. Los españoles, ya se sabe, querían
preservar América como colonia, los mestizos no tenían oportunidad de
participar en política, y los negro e indios mucho menos. El grupo social
hegemónico de este periodo es el de los criollos o hijos de españoles
nacidos en América, quienes ya se consideran americanos. Por esta razón
querían fundar naciones —o países nuevos— en los territorios de su
propiedad. Países de ellos. Que les pertenecían totalmente.

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La agitación en torno a la posibilidad de la Independencia fue
favorecida por algunos hechos que ocurrieron en España. Sobre todo,
como ya se dijo, por la invasión napoleónica a la Península Ibérica y la
ocupación de Madrid por tropas francesas en 1808, lo cual implicó que
José Bonaparte ocupara el trono de España y que la resistencia española
se organizara a favor de Fernando VII. En medio de estas luchas, a los
liberales españoles convocaron a Cortes (Cortes de Cádiz) para elaborar
leyes que restringirían el poder del monarca. Aprovechando el vacío de
poder que la guerra en España provocaba en América, aquí los liberales
también convocaron a Cortes para establecer leyes menos restrictivas por
parte de la metrópoli. Esta agitación se tornó irreversible cuando
Bonaparte fue expulsado de España, en donde las Cortes habían
sustituido el poder monarca en muchos sentidos y, ya en 1812, se había
instituido un Parlamento y una Constitución, y se había abolida la
Inquisición, mermando así el poder de la Iglesia. En 1814, Fernando VII
reinstaura el poder monárquico pero no dura mucho en su empeño
porque en 1820 el ejército se le rebela y, para continuar en el poder,
acepta la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz en 1812. Toda
esta crisis de poder en España tuvo como consecuencia que en las
colonias se crearan Juntas Provisionales de Gobierno, de la que las más
importantes la del Rio de la Plata y la de Caracas.

LAS LUCHAS, LAS VICTORIAS Y DERROTAS

Fue en este contexto que los criollos manipularon a mestizos e indios en


levantamientos y rebeliones como parte de una guerra (que no era suya)
en contra de los españoles, formando ejércitos populares que desafiaron a
las tropas de la monarquía. En 1810 empiezan en México las
insurrecciones independentistas al mando del cura Miguel Hidalgo, y en
Buenos Aires se declara la independencia del virreinato del Rio de la
Plata, desencadenando una serie de guerras en las que los nombres del

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venezolano Simón Bolívar y del argentino José de San Martín destacan
como jefes indiscutidos de la gesta.
Al morir fusilado Hidalgo, en México, toma el liderazgo del
movimiento José María y Pavón. Luego se une a la lucha Agustín de
Iturbide, quien, triunfante, quiere seguir con el gobierno monárquico
después de la Independencia y se corona emperador en 1822, pero es
derrocado y la República se proclama en 1823.
En Sudamérica las guerras que suceden rápidamente entre criollos
y españoles, y Bolívar (que era criollo) libera lo que hoy día son
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Por su parte, San Martín
(otro criollo) lo hace con Argentina y Chile. Este general se retira a
Francia argumentando que no le interesaba el poder. En cambio, Bolívar,
intenta unificar todos los territorios liberados para formar una gran
república sudamericana. Bolívar soñaba con que América Latina fuera un
solo y poderoso país, frente al emergente gigante del norte, los Estados
Unidos, al cual se le veía como un peligro para la América española.
Desafortunadamente el sueño bolivariano no se pudo cumplir debido a
razones que todavía aquejan a nuestros países y que examinaremos a
continuación.
Habíamos dicho antes que los mestizos eran, durante la Colonia, un
grupo discriminado por españoles, criollos e indios porque se les
consideraba ilegítimos y sin pertenencia a ningunos de los grupos sociales
constituidos. También se dijo que se ubicaron en toda suerte de trabajos
intermedios de la sociedad, como en las artesanías, escribanías y toda
suerte de servicios, pues bien, en ese panorama, cuando el reclutamiento
de tropas populares empieza por parte de los lideres independentistas
criollos, los mestizos ven en las fuerzas armadas la única posibilidad de
ascenso social para ellos, de modo que combaten tanto en las tropas
conservadoras como en las liberales.
Cuando se logran las independencia de México y Sudamérica, los
países ahora independientes y en camino de fundarse como nuevas
naciones, organizan ejércitos regulares de los cuales se encargaran los

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mestizos en calidad de jefes al servicio de los criollos, quienes por su
parte se manejaran la economía dejando la política también en manos de
los mestizos, ahora ya convertidos en caudillos militares. La figura del
caudillo es muy importante para entender por qué fracaso el sueño de
Bolívar y por qué el divisionismo privó después de la Independencia entre
los dirigentes liberales y conservadores. También es importante para
explicarse el caudillismo, esa actitud militarista autoritaria, prepotente e
intolerante que caracterizó a los políticos (civiles y militares) del siglo
XIX8, los cuales gobernaron dictatorialmente estos países poblados por
indígenas y mestizos explotados y oprimidos. Y para explicarse la cultura
autoritaria que rige la conducta de nuestros pueblos hasta la actualidad.
El caudillo típico es por lo general un jefe militar mestizo que
comanda tropas indígenas y obedece a intereses de los criollos. Los
criollos les han dejado a los caudillos la administración política y militar
de sus países, los cuales ven como fincas. Así los caudillos empiezan a
enriquecerse mediante el cobro de impuestos por importaciones y
exportaciones, que los criollos les dan gustosos a cambio de que
mantengan la ley y el orden en las recién creadas repúblicas. Esta ley y
este orden deben ser mantenidos a sangre y fuego, pues la base
económica de las nuevas repúblicas en una base feudal, terrateniente,
latifundista (resultado de una atrasada inercia colonial) y, por ello,
productora incesante de campesinos sin tierra, iletrados y miserables, los
cuales constituyen por su naturaleza social misma una latente amenaza al
orden económico imperante.
Tanto las elites criollas como los caudillos a su servicio vieron los
nuevos países como oportunidades de enriquecimiento ilimitado, y esa
fue la razón por la que, a la postre, los caudillos que habían apoyado a
Bolívar lo traicionan y fomentan las guerras entre las recién entrenadas
repúblicas, haciendo así de los conflictos bélicos entre liberales y
conservadores la norma de la dinámica histórica después de la
Independencia. La mentalidad criolla, su americanismo patriótico, empató
con las ambiciones de los mestizos convertidos en caudillos militares, y

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ambos empezaron a conformar poderes que excluyeron de la ciudadanía
a los indios, los negros y los mulatos. Por primera vez desde su
aparecimiento, los mestizos empiezan su ascendencia hacia la hegemonía.
Hubo también caudillos criollos. Y los hubo que fueron civiles. Pero en
general, fueron la excepción que valida la norma contraria.
El fenómeno del caudillismo expresa un poder localista, celoso
guardián de los intereses económicos de los criollos con ideas liberales y
practicas dictatoriales, que instauró una cultura política de intolerancia y
autoritarismo vigente en muchos aspectos hasta la fecha. Esta cultura
autoritaria excluyó de los derechos ciudadanos a los grupos étnicos no
criollos: indios, negros, mulatos, mestizos. Los mestizos, al hacer de los
ejércitos su lugar de ascenso social, logran ejercer un poder que también
crece, por otra parte, mediante sus actividades comerciales y de servicios
bajo la sombra protectora del Estado.

LA INDEPENDENCIA Y LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA

La Constitución de las Cortes de Cádiz, que Fernando VII acepta en 1820,


permitían la libertad de prensa, lo cual dio como resultado que en
Guatemala aparecieran dos periódicos que jugarían un papel
determinante en la declaración de su independencia: el Editor
Constitucional, dirigido por Pedro Molina, y El amigo de la Patria, dirigido
por José Cecilio del Valle. En estos periódicos se pueden estudiar las
ideologías criollas del liberalismo y el conservadurismo; ambas,
ideologías patrióticas acusan enfoques diferentes en cuanto a la forma
que debería asumir el poder político.
Por esta época, al Gobernador José Bustamante y Guerra o había
sustituido Carlos Urrutia y Montoya, quien delegó en Gabino Gaínza en
1821. El 15 de septiembre de este año, las autoridades coloniales y los
criollos deciden declarar la Independencia pacifica del Reino de
Guatemala por medio de un acta en al que se constituye una junta
provisional de gobierno con Gaínza a la cabeza, y se delegan en el
68
Congreso las decisiones políticas independientes. En México y Sudamérica
el pueblo había participado militarmente en las guerras independentistas,
pero en Guatemala no ocurrió así. La Independencia del Reino de
Guatemala no fue una gesta popular; al contrario, fue un pacto entre las
élites de poder española y criolla, encaminada a evitar la temida
participación del pueblo. El Artículo 1 del Acta de Independencia,
redactada por el brillante intelectual conservador José Cecilio del Valle, es
elocuente al respecto:

“1. Que siendo la independencia del gobierno español la voluntad


general del pueblo de Guatemala, y sin prejuicio de lo que
determine sobre ella el congreso que debe formarse, el Señor Jefe
Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que
serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo
pueblo”.

Los criollos instrumentalizaron a muchos mestizos e indígenas para


presionar a los españoles a fin de que aceptaran la Independencia, de
modo que hubo rebeliones indígenas a favor de ella. Particularmente
famosa fue la de Atanasio Tzul y Lucas Aguilar, en 1820, en Totonicapán,
quienes se proclamaron Rey y Presidente de sus comunidades al echar a
las tropas españolas de ellas. Sin embargo, pronto aquéllas se redujeron y
el asunto no pasó a más. Esta rebelión se enmarcar en la constante
dinámica rebelde de las comunidades indígenas a lo largo de la Colonia,
las cuales estuvieron motivadas por las precarias condiciones de la vida
en los confinamientos. Se sabe que hubo pueblos de indios ladinos que
eran aún más miserables que los pueblos de indios. Pero, en general, la
condición de los indígenas a lo largo de la Colonia y el Periodo
Independiente fue la miseria y opresión.
Cuando México declaro su independencia de España, el General
Agustín de Iturbide envió una expedición a Guatemala con el pretexto de
ayudar a los liberales centroamericanos en la lucha común de consolidar

69
el republicanismo, pero lo que en realidad quería Iturbide era aprovechar
la situación de caos político existente para ensanchar el territorio
mexicano. Por eso, anexó la provincia guatemalteca de Chiapas y luego
todo el territorio centroamericano hasta Panamá, nombrando
Gobernador de las tierras anexadas a Vicente Filísola. Pero Iturbide fue
derrocado en 1823, como vimos, y Guatemala siguió siendo un territorio
aparte, aunque ya con Chiapas anexada a México.
Una Asamblea Presidencial Constituyente instauró un triunvirato
de Gobierno con Pedro Molina, Juan Vicente Villacorta y Antonio Rivera
potenciados por la ambición de ser autónomos y controlar el poder al
interior de cada provincia, en 1824 declaró la Capitanía General de
Guatemala como una federación de repúblicas llamada Provincias Unidas
de Centroamérica, con su capital en la ciudad de Guatemala y con el
salvadoreño Manuel José Arce como su primer presidente.
Pero la organización y la experiencia política de la región no
favorecían un estado federal: el aislamiento de los diferentes Estados y su
difícil comunicación, así como la concentración del 50 por ciento de la
población —que era de poco más de un millón de personas— en
Guatemala, lo impedían. Además lo celos y resentimientos —por causa del
monopolio comercial de algunas familias criollas guatemaltecas sobre la
región— que los habitantes de las provincias venían amasando desde
tiempos coloniales contra Guatemala, eran un factor paralizante para la
Federación (Curiosamente, ese sentimiento “anti Capitanía General” se
observa aun hoy en día, sobre todo en Nicaragua y Costa Rica, cuando la
ciudadanía guatemalteca, debido al pésimo sistema educativo que la
aqueja desde 1954, ha perdido ya memoria de su hegemonía colonial y
republicana, la cual mantuvo vigencia hasta los años 80 del siglo XX. Las
causas de todo esto las explicaremos adelante).
A la vez, las disputas internas en cada uno de los países eran muy
graves. En el caso del Estado de los Altos, en Guatemala, ilustra muy bien
esto: las comarcas de Quetzaltenango, Suchitepéquez, Sololá y
Totonicapán (de unos 200,000 habitantes) querían convertirse en un

70
Estado más de la Federación y no pertenecer a Guatemala. Esto, debido al
choque de intereses entre los criollos de la capital y los de
Quetzaltenango.
En este marco de conflicto entre los criollos por el control de un
territorio es que debemos situarnos para comprender el fracaso de la
Federación Centroamericana. En 1829, cuando el Presidente Arce, que era
liberal, disuelve el Congreso Federal para evitar el bloqueo conservador,
se suscita un conflicto militar con El Salvador, Honduras y Nicaragua y se
forma un “Ejercito Aliado Protector de la Ley” comandado por el liberal
hondureño Francisco Morazán, quien, para borrar las diferencias entre
los mismos liberales que según él eran un obstáculo para la unión
centroamericana, ocupa la ciudad de Guatemala el 13 de abril de ese año,
mete en la cárcel a Arce y a sus colaboradores, comete numerosas
tropelías y abusos sin cuento, y neutraliza así temporalmente los planes
de los conservadores.
En 1830, Morazán es electo Presidente de la Provincias Unidas de
Centroamérica y tres años después traslada la capital a El Salvador
debido seguramente a que odiaba a Guatemala como resultado de las
rivalidades que las provincias tenían hacía ésta cuando era Capitanía
General. Fue reelecto en 1834. Desde 1831, el Presidente de la provincia
de Guatemala, Mariano Gálvez, venía poniendo en práctica un gobierno
liberal de amplio alcance, que entró en conflicto con las comunidades
indígenas (porque reinstauró el tributo en forma de impuestos) y la
iglesia (por la propuesta de la libertad de cultos), bastión de los
conservadores. A pesar de estos conflictos, la exportación de añil y
cochinilla se había incrementado. Las medidas políticas de Gálvez
implicaron desacuerdos entre los mismos liberales, lo cual resto poder a
Morazán como Presidente de la Federación. A todo esto vino a sumarse
una epidemia de cólera morbus que arrasó Guatemala en 1837 y que
propició que el gobierno de Gálvez fuera acusado por los conservadores
de haber envenenado las aguas públicas y que éstos y la iglesia
manipularan el descontento popular, que se manifestó en rebeliones y en

71
una guerra de guerrillas encabezada por Rafael Carrera, un caudillo
mestizo que se dedicaba a la cría y el cuidado de cerdos y que resultó ser
un genio miliar espontáneo, Carrera derroca a Gálvez en 1837, y este huye
a México.
El ex presidente Arca había contraído una cuantiosa deuda con los
bancos ingleses en 1825, lo cual abrió la puerta para que Inglaterra
empezara a hacer reclamos de pago mediante concesiones territoriales en
la Costa Atlántica. Esto, unido a las revueltas conservadoras en
Guatemala, Honduras y Nicaragua, hace que cuando llega el año de 1839,
en que terminaba el periodo presidencial de Morazán, el Congreso de la
Federación se disolvería sin poder nombrar un sucesor. En realidad, en
1838, al declarar al Congreso Federal que las provincias podían tener
gobiernos autónomos, Nicaragua, Honduras y Costa Rica habían
abandonado la Federación, y Morazán se había lanzado a instaurarla con
las armas. En 1840, Carrera derrota en batalla a Morazán, y El Salvador
abandona la Federación en 1841. Las fuerzas liberales y conservadoras,
que eran las responsables de este caos, se prepararon para defender
posiciones nacionalistas aisladas y Morazán se marcha a Perú. Vuelve en
1842 para unificar la región por la fuerza, pero es traicionado y fusilado
en Costa Rica en septiembre de ese mismo año.
En Guatemala, Carrera es nombrado presidente en 1844 y el 21 de
marzo de 1847 el Estado de Guatemala se declara independiente de la
Federación y surge como república autónoma. Después de una serie de
conflictos políticos y militares durante los cuales Carrera, entra y sale del
poder, impone el orden por la fuerza en 1849 como comandante en jefe
del ejército. Pero las guerras entre los partidos siguieron, al extremo de
que, en 1851, El Salvador, Honduras y Nicaragua invadieron Guatemala.
Carrera derroto a esas tropas en la batalla de La Arada, en el
departamento de Chiquimula. Con esta victoria los conservadores ganan
la partida, consolidan su poder y gobiernan durante veinte años. Carrera
se declara “presidente vitalicio” y se erige en el primer dictador de la
región, caracterizado por su persecución a los liberales y por su adhesión

72
al poder de la iglesia. Muere en 1865, al parecer por el exceso de
alcohólicos.
La unión centroamericana se había difuminado ya desde 1839 y
pasado a ser cosa del pasado, una utopía, una idea sin posibilidades de
realización. Los intereses pequeños de los criollos y caudillos habían
triunfado sobre la posibilidad de construir un gran país centroamericano,
único. A pesar de todo, el cultivo del colorante rojo llamado cochinilla
proveyó prosperidad en los años 50 a la región, porque implicó la
modificar los medios de transporte y el sistema de financiamiento que
monopolizaba la Iglesia, y la poca necesidad de mano de obra mantuvo la
calma en las comunidades indígenas.
Carrera también concertó un acuerdo con los ingleses en 1859, en el
que aceptó la ocupación de Belice a cambio de que aquellos construyeran
una carretera entre la ciudad de Guatemala y la Costa Atlántica. Belice
venía siendo poblada por los ingleses desde antes de 1763, cuando
España e Inglaterra habían firmado un tratado de paz en el que aquélla se
comprometía a no molestar a los ingleses que explotaban productos
madereros en Belice. Bajo el liderazgo de Carrera, los criollos
conservadores gobernaban Centroamérica hasta los años 70 del siglo XIX.
Pero las rencillas entre liberales y conservadores siguieron, y en
1855, los nicaragüenses contrataron al mercenario William Walker para
que, a cambio de tierras, derrocara a los conservadores. Walker tomó
Nicaragua con su ejército de mercenarios e instauró un gobierno espurio
que Estados Unidos reconoció como legítimo el año siguiente, pues sabían
que Walker quería anexar Nicaragua a su país. El resto de los países
centroamericanos se alarman, y también los ingleses. Los ejércitos del
Istmo se unen entonces para combatir a Walker, quien es derrotado por
tropas equipadas por los ingleses y al mando del presidente de Costa Rica
(y dueño de muchos de sus recursos), Juan Rafael Mora, en mayo de 1857,
consolidando así, de nuevo, el poder de los conservadores, ya que Mora
era leal aliado de Carrera.

73
LA REVOLUCIÓN LIBERAL

Cuando muere Carrera en 1865, lo sustituye, Vicente Cerna, quien tuvo


que enfrentar los intensos brotes liberales rebeldes al mando de Felipe y
Serapio Cruz, y de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, quienes
finalmente triunfaron sobre las fuerzas conservadoras el 30 de junio de
1871. García Granados se convierte en Presidente y Barrios en
Comandante del Ejército. Empero, tres años después, García Granados
renuncia y lo sucede Barrios, quien gobernó con mano militar hasta 1879,
cuando decretó una Constitución que estuvo vigente hasta 1945.
La revolución liberal que cundió en Centroamérica en 1871 adhería
a los ideales independentistas y unionistas, aunque la nueva generación
de liberales ya estaba influida por las corrientes pragmáticas y
positivistas de Estados Unidos y Europa, caracterizada, la primera, por
propugnar un individualismo utilitarista y, la segunda, por postular a las
ciencias positivas (exactas) como criterio de verdad absoluto.
Estos liberales eran criollos y hacendados que querían modernizar
la economía del país para insertarla en el mercado mundial produciendo y
exportando café, ya que ese producto tenía gran demanda internacional
debido a que era un estimulante adecuado a la nuevas relaciones de
producción que en el primer mundo había instaurado la revolución
industrial. Para hacer realidad el proyecto tenían que modificar la
tenencia de tierra, de modo que las propiedades de la iglesia y de las
comunidades indígenas, así como las tierras ociosas de los mismos
criollos, habrían de dar lugar a una nueva distribución de la propiedad
terrateniente. La reconcentración de tierras se realizó totalmente y el
cultivo extensivo e intensivo del café vinculó las economías
centroamericanas con el mercado mundial, en calidad de mono
exportadoras. Quedaban así sujetas a fluctuaciones y a vaivenes del
mercado.
El programa liberal implicó la modernización no sólo en la
economía sino también en la educación, que se hizo obligatoria y laica. No

74
olvidemos que la ideología del liberalismo eran los valores de la
Ilustración, caracterizados por propugnar la democracia, la libre empresa
y el individualismo. Fue así que la educación fue arrebatada de los curas y
los privilegios de la Iglesia fueron disminuidos, sus tierras expropiadas y
los terrenos ociosos vendidos, creando así un mercado las cuales
obviamente pudieron comprar sólo quienes tenían dinero para hacerlo, es
decir, los criollos. Las comunidades indígenas del altiplano no fueron
afectadas por estas medidas, pues el cultivo del café se centró en la boca-
costa, pero fueron convertidas, mediante mecanismos de presión como
endeudamiento forzado, en mano de obra estacionaria para las
plantaciones.
Lo liberales gobernaron autoritariamente con ideología
“democrática”. Este fue un fenómeno generalizado en toda América
Latina: la gran paradoja de tener gobiernos liberales que adoptaron la
forma política de dictaduras para poder mantener la base feudal del
latifundio. (Y lo mismo ocurrió con los esporádicos gobiernos
conservadores). A pesar de la Constitución de 1879, Barrios gobernó con
mano de hierro, como lo atestigua el intelectual liberal Lorenzo Montúfar,
quien lo compara con un león enjaulado al que había que adecuarle la
jaula (es decir, la Constitución) para que no la destruyera.
Los liberales cafetaleros fundan la nación guatemalteca con ellos a
la cabeza de la economía, la política y el ejército, el cual crean para
coaccionar a la mano de obra campesina indígena a laborar en las
plantaciones de café, primero, y de algodón y caña de azúcar, después. No
se trató de un ejército surgido de las luchas de independencia, como
ocurrió en otros países, sino en uno creado para forzar las labores del
sector más explotado de la población: los indígenas que vivían en los
territorios asignados para ellos desde la Colonia y que experimentaron
algunos desplazamientos con la reconcentración de tierras de los
liberales.
Barrios cedió oficialmente a México los territorios de Chiapas y
Soconusco y otorgó tierras a los alemanes en las Verapaces, con la

75
finalidad de llevar “la civilización” a aquellas tierras y de “mejorar la
raza”. También se lanzó a concretar por la fuerza el ideal de la Federación
Centroamericana en 1885, por lo cual invade El Salvador y muere en abril
de ese año en la batalla de Chalchuapa. En el resto de Centroamérica el
liberalismo realizó cambios similares a los que instauraron los liberales
guatemaltecos. La historia de la región era ahora un conjunto de historias
de diminutos países que veían a sí mismos como naciones diferenciadas.
Los gobiernos liberales se suceden pero no el autoritarismo
militarista como forma de gobierno. El imaginario de la nación
guatemalteca se consolida: el himno nacional y otros símbolos de la
supuesta nacionalidad se crean y difunden durante el largo periodo
liberal que inaugura Barrios, Manuel Estrada Cabrera (quien instauró una
dictadura cruel de 20 años, la cual fue derrocada por un movimiento
plenamente ladino, estudiantil y urbano), Carlos Herrera, José María
Orellana, Lázaro Chacón, Baudilio Palma, Manuel Orellana, José María
Andrade y Jorge Ubico (quien instauró otra despiadada dictadura), de 14
años hasta su derrocamiento en 1944 por un movimiento cívico de
ideales democráticos, que llevo a la presidencia de Juan José Arévalo. Esta
sin embargo, es una historia que tenemos que tratar aparte.
La gran falla de republicanismo guatemalteco consistió en que las
grandes mayorías de trabajadores agrícolas quedaron excluidas de la
educación pública, laica, gratuita y obligatoria y, por lo tanto, de la
ciudadanía. Pues un ciudadano es una persona que ha aprendido que la
soberanía reside en él (como parte del pueblo que es) y no en los
gobernantes, de modo que es capaz de relacionarse con su estado con
conciencia crítica de su obligación cívica a la hora de elegir a sus
estadistas. Esto lo aprende gracias a la educación pública, laica, gratuita y
obligatoria, la cual es el cimiento del liberalismo y la república. Pero si
una persona está excluida de la educación, de la salud y de los servicios
públicos en general, esa persona no es un ciudadano (aunque tenga un
documento que lo acredite como tal) y por lo tanto no funciona como
puntual del sistema democrático y no valora ni obedece las leyes que lo

76
marginan. Esto obliga a la clase dominante a gobernar mediante la fuerza
militar y no mediante la hegemonía democrática. El problema descrito
puede generalizarse en toda América Latina en esta época.
Volviendo a la misma, en 1901, durante la dictadura de Manuel
Estrada Cabrera, este autorizó a la United Fruit Company (UFCO) —una
compañía que había sido fundada con otro nombre unos años antes por
Mynor Keith, un despiadado empresario estadounidense que empezó su
ascenso en Costa Rica en 1871— el derecho exclusivo de transportar
correspondencia entre Guatemala y Estados Unidos. Así entró a
Guatemala “la frutera”. Keith formó la International Railways of Central
América (IRCA) como subsidiaria de la UFCO, y le fue autorizado construir
la línea férrea entre Guatemala y Puerto Barrios, y le fue vendida la tierra
a ambos lados de la vía, cerca del mar, a precios irrisorios. La frutera llegó
a ejercer inmensa influencia política en muchas esferas en Guatemala,
porque tuvo el control del transporte de todos los productos de
exportación, la cual la vinculó con los cafetaleros y con la élite liberal
gobernante y su pléyade de dictadores, a los cuales apoyo generosamente
con dinero y otras prebendas. El derrocamiento de Estrada Cabrera en
1920 ilustra un protagonismo político ladino por encima de los criollos y
quizá pueda decirse que este hecho marca el inicio de la hegemonía ladina
en el país, no así su dominación, pues ésta sigue estando en manos de la
élite criolla. A partir de 1920 quizá se pueda hablar, pues, del final de la
Guatemala criolla y el principio de la Guatemala ladina.
Por el momento, es necesario entender que la Revolución Liberal
implicó la fijación agroexportadora de nuestra economía, la consolidación
de una clase terrateniente que fue dueña de la mayoría de la tierra, la
instauración del Ejército Nacional como fuerza de choque de los criollos
en contra de los indígenas para obligarlos a trabajar en las plantaciones,
la fundación de la nación guatemalteca con su simbología patria y su
imaginario, el ingreso de los intereses estadounidenses en nuestra
economía, y también la entronización de una versión de la historia que
glorificaba a los conquistadores españoles, a los próceres criollos, a los

77
dictadores militares y a sus mecenas extranjeros y sus instituciones. En
esta época, los criollos glorificaron a la ladinidad como resultado de un
supuesto mestizaje generalizado, tratando con ellos de hacer de los
indígenas comunitarios un “problema” excepcional y un obstáculo para la
plena realización de la nación moderna. Esta ideología demagógica de un
supuesto mestizaje equilibrado, según la cual en Guatemala todos somos
mestizos y, por lo tanto, guatemaltecos e iguales, dio resultado, y “el
indio” empezó a verse como “el problema” a resolver y el obstáculo a
eliminar para alcanzar la modernidad que estructuralmente negada por
los mismo criollos feudales. Esta ideología criolla, adoptada por la
ladinidad acrítica (que no se percata de que para los criollos la indianidad
y ladinidad son dos variantes de una misma
“inferioridad”), sigue vigentes actualmente. Las dictaduras liberales y el
sentido racista de patria y de nación que se inculcó en la época de la
ciudadanía, con toda su carga autoritaria y militarista, llegaron intactas
hasta 1944, cuando ocurre un hecho trascendental en la historia de
Guatemala y América Latina: la revolución democrática del 20 de octubre.

78
V. EL ESPEJISMO DE LA MODERNIDAD

EL REINADO DE LA VIOLENCIA: LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y LA


“GUERRA FRÍA”

América Latina surge a la Modernidad con un defecto de nacimiento, el


cual, como dijimos, se expresa en la contradicción criolla de fundar
naciones modernas con Estados liberales democráticos, sobre una base
de economía feudal, latifundista y, por ello, productora incesante de
campesinos sin tierra, es decir, de pobres, de ignorantes y de
hambrientos. A pesar de tener delante de sí el ejemplo de Estados Unidos,
cuya democracia se fundó sobre la base de la pequeña propiedad agrícola,
a los criollos latinoamericanos —herederos de la cultura feudal del país
que dilapidó el oro de América en consumos monárquicos suntuosos y
que le proporcionó con ello a la Europa nórdica el respaldo bancario para
su revolución industrial— insistieron en mantener la estructura colonial
de tenencia de la tierra para, sobre ella, poner en escena un patético
simulacro de liberalismo que tuvo como lema propagandístico el de
“Orden y Progreso”, pero que en la práctica se tradujo en la ley del garrote
y la ley de fuga. De esta cuenta, la Modernidad quedó como asignatura
pendiente en América Latina, y esta es la razón que explica el ciclo de
revoluciones modernizadoras que ocurrieron en el siglo XX, la primera de
las cuales fue la mexicana (1910), a la cual siguieron la guatemalteca
(1944), la cubana (1959), la chilena (1970) y la nicaragüense (1979),
todas con la misma agenda modernizante, a saber: dotar a estos países de
una amplia base de pequeña propiedad agrícola sobre la cual asentar un
Estado liberal y democrático que, velando por la igualdad de
oportunidades, la libre competencia y el control de los monopolios
permitiera el producto agrícola fuera industrializado y consumido
localmente, creando así un mercado interno autónomo que asegurara la
estabilidad económica y política a largo plazo. Esta fuera la agenda de
Juárez, Madero y Cárdenas en México; fue asimismo la de Arévalo y
79
Arbenz en Guatemala, la de Fidel y sus barbudos hasta 1962 (cuando la
revolución cubana se declaró socialista entregándose a la Unión Soviética
para evadir las exigencias de Estados Unidos), la de Allende en Chile
(quien explícitamente buscó transitar y agotar la etapa de modernización
capitalista como ruta hacia el socialismo) y la de Sandino y Carlos Fonseca
en Nicaragua (quienes también vieron en la dictadura terrateniente el
único obstáculo para la modernización de su país).
El último de los dictadores liberales guatemaltecos fue Jorge Ubico,
quien gobernó con mano dura a Guatemala durante 14 años en los que su
voluntad fue la ley. En su favor se suele decir que la economía nacional se
mantuvo incólume ante la gran depresión estadounidense de los años 30,
y que en su época había plena seguridad ciudadana en la calles. Contra él
se argumenta que mandaba fusilar o condenaba a la “ley fuga” (que
consistía en obligar al prisionero a huir para matarlo por la espalda) a
quien osara contradecirle, y que metió a la cárcel o envió al exilio a todos
sus opositores.
El descontento que generaba en la población este estado de cosas,
empató con los procesos de modernización política de otros países, los
cual hizo estallar la conciencia ciudadana en contra de la dictadura militar
a favor de un régimen civil y democrático. El primer gran intento de
modernización política y económica de América Latina se había dado en
México en 1910 y 1920.
La revolución mexicana había sido un movimiento en contra de una
dictadura militar que mantenía relaciones cuasi coloniales en la economía
y que, al mismo tiempo, se daba aires de aristocracia y de tener ideas
liberales. La semejanza con Guatemala eran muy grandes. Vale la pena
apuntar que la revolución mexicana fue la primera revolución popular del
siglo XX, anterior a la revolución rusa, de 1917. El curso de la revolución
mexicana y sobre todo sus medidas populares, inspiraban a los patriotas
guatemaltecos que Ubico había enviado al exilio.
Otros esfuerzos democráticos tendentes a modernizar el Estado
mediante la democracia, y la economía por medio de un capitalismo más

80
ágil y menos dependiente de Estados Unidos, exacerbaron los ánimos en
Guatemala. Y fue así que un movimiento cívico, integrado principalmente
por maestros, trabajadores y estudiantes, derroca a Ubico y, después de
un corto lapso en el que Federico Ponce Vaides lo sustituye, el
movimiento se las arregla para convocar a elecciones libres en 1945, en
las cuales resulta triunfador el candidato más popular, Juan José Arévalo,
un profesor de filosofía que se encontraba trabajando en una universidad
Argentina y que había sido llamado a Guatemala para fungir como
candidato a la presidencia.
El gobierno de Arévalo dio inicio a la modernización política de
Guatemala (la misma que había propiciado México 25 años antes), de
modo que se redactó una nueva Constitución, se respetaron los derechos
de los trabajadores, se permitió la libre organización sindical y campesina
y se echó a andar la institucional democrática de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial. Arévalo construyó más de 6000 escuelas y realizó
grandes avances en la educación y en la salud pública. Las principales
instituciones estatales de servicio ciudadano (todavía existentes) fueron
fundadas durante su mandato. Guatemala se convirtió en la meca de todos
los intelectuales y artistas democráticos de la época y en el país más
progresista de América Latina.
Uno de los mayores problemas que enfrentaba el gobierno
revolucionario de Arévalo era que el 2.2 por ciento de la población poseía
el 70 por ciento de la tierra, y que sólo el 10 por ciento de la extensión
cultivable se hallaba disponible para el 90 por ciento de la población, la
mayoría de la cual estaba formada por indígenas que eran, sobre todo,
campesinos. En 1950, nuevas elecciones tuvieron lugar, y las ganó el
candidato oficial, un coronel del Ejército llamado Jacobo Arbenz, quien
continuo con las reformas iniciadas por Arévalo y le tocó enfrentar el
problema de la modernización económica del país, es decir, el problema
de dotarlo de una gran base de pequeña propiedad agrícola para asentar
sobre ella un proceso de industrialización del producto agrario, el cual
propiciaría un mercado capitalista interno fuerte y autónomo. Arbenz se

81
propuso una reforma agrafia que consistía en distribuir parte de las
tierras ociosas que uno de los mayores propietario de las tierras ociosas
en Guatemala era la United Fruit Company (UFCO), que se dedicaba al
cultivo y al exportación de banano en varias regiones del país. Arbenz
ofreció un precio justo a la UFCO por sus tierras, pero ésta elevó la
cantidad hasta un grado inaceptable para el Gobierno, de modo que el
Presidente procedió a la expropiación indemnizada de algunas tierras,
como parte de su reforma agraria en marcha. El entusiasmo popular era
inmenso, y el prestigio internacional de Guatemala estaba en la cúspide.
La UFCO se quejó ante el presidente Eisenhower y el Secretario de
Estado, John Foster Dulles, cuyo hermano, Allen, fungía como jefe de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA). Era el año de 1954, y la “guerra fría”
—es decir, la guerra de espionaje entre la Unión Soviética y Estados
Unidos— estaba en su apogeo. Después de vencida la Alemania nazi en
1945, los aliados, entre los que se encontraban la Unión Soviética y
Estados Unidos, se habían repartido Europa, y habían creado así la
división entre “bloque socialista” y “bloque capitalista”, dando inicio a una
nueva confrontación entre estos poderes, el cual se llamó “guerra fría”
porque se trató de un conflicto basado en operaciones encubiertas y de
espionaje. En el lado soviético, la ideología de esta guerra fue el
antiimperialismo. En el lado capitalista lo fue la ideología del
anticomunismo, que ya entonces circulaba en toda América.
El capitalismo es un régimen económico basado en el predominio
del capital sobre el trabajo y, por lo tanto, de quienes tienen el capital por
encima de quienes no lo tienen. Su enseña es la libertad de empresa, pero,
como es obvio, esa libertad sólo lo es de quienes poseen capital. El
socialismo es un régimen económico basado teóricamente en el
predominio del trabajo sobre el capital, pero cuyo funcionamiento en la
práctica centralizó el poder en un estado burocrático que funcionó de
manera similar a una clase capitalista. Su enseña fue la distribución
igualitaria de la riqueza, pero esa distribución favoreció siempre a la clase
política dirigente. El capitalismo aboga por la democracia, en lo práctico,

82
mientras el socialismo abogaba por una dictadura del proletariado, en
tanto se lograban crear condiciones para una democracia proletaria.
Ambos sistemas se basan en la desigualdad y en la explotación del trabajo
de amplias masas populares. La humanidad aún no encuentra un sistema
económico y político justo, que pueda elevar el nivel de vida de las
mayorías nacionales sin empobrecer a otros países, a otros pueblos.
El antiimperialismo era una visión inculpadora de Estados Unidos
como autor de todos los males del mundo. El anticomunismo era una
versión fantasmagórica del socialismo, en la que se pintaba como
amenaza a la “libertad”, y en su nombre el Gobierno estadounidense
avanzaba su política exterior, que no se diferenciaba en sus mecanismos
de las políticas que el socialismo al interior de sus países. Si Stalin mataba
miles de disidentes. Estados Unidos intervenía, con tropas o sin ellas, en la
política interna de otros países para preservar sus intereses (como los de
la UFCO), e igual mataba disidentes por medio de los dictadores de turno.
El mejor ejemplo de esto es Guatemala.
Arbenz, fiel al Estado democrático que impulsaba, permito
legalmente la existencia de todas las tendencias políticas, incluida la del
Partido Comunista, que se llamó Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT),
y varios funcionarios de su gobierno y diputados pertenecían a él. Este fue
el pretexto perfecto para que los hermanos Dulles y Estados Unidos
acusaran al gobierno de Arbenz de comunista, justificando así una
intervención que, por no poder ser abiertamente militar, estuvo
encubierta por un mecanismo típico de la inteligencia de la guerra fría: el
golpe de Estado.
En efecto, por medio de la CIA, los Estados Unidos organizan un
vasto plan para derrocar a Arbenz, el cual incluía captar a algunos
militares de alto rango para que lo traicionaran, echar a andar una
estación de radio clandestina para agitar ideológicamente a la población y
también simular una grana invasión a Guatemala, usando dos o tres
aviones viejos que varias veces lanzaron bombas a la capital. El plan dio
resultado, a pesar de que Arbenz ordeno resistir y distribuir armas a la

83
población civil, la cual espero masivamente su llegada infructuosamente,
pues la traición del Ejército se había consumado. En vista de que había
instituido una serie de prebendas a los militares (en cuenta el
Comisariato, la colonia militar, instalaciones recreativas, etc.), Arbenz
pensó que el Ejército le sería fiel. Resistió hasta el último momento,
esperanzado, y, al constatar que la población no podía pelear por falta de
armas, hizo caso de la mentira según la cual, si renunciaba, la revolución
seguiría su curso. Y renunció. Y a partir de entonces, Estados Unidos
inauguró una serie de gobiernos militares favorables a la UFCO y a sus
intereses en general, sembrando así la semilla de lo que habría de ser el
Estado Militar en Guatemala. El coronel Carlos Castillo Armas había sido
el abanderado de la CIA para derrocar a Arbenz, y es él quien asume la
Presidencia de la Republica. Castillo Armas fue asesinado un par de años
después en una intriga palaciega, debido, según se dice, a que quiso darle
continuidad a la reforma agraria arbencista, pes se dio cuenta de que
aquel era el único camino para el desarrollo capitalista de Guatemala.
Las medidas contrarrevolucionarias implicaron confiscar las tierras
que habían sido repartidas a los campesinos por Arbenz, impidiendo así
que un capitalismo moderno (es decir, de muchos propietarios que luego
serían consumidores) se desarrollara, y condenando a la economía local a
seguir transitando por la vía colonial de los grandes latifundios que usan
mano de obra empobrecida precisamente por la falta de tierra. Si mucha
gente hubiese tenido tierra, eso habría permitido que se creara en los
propietarios una capacidad de consumo interno que hubiera absorbido
los productos industriales hechos en el país con el producto agrícola
previo, y así se habría creado un gran mercado interno autosustentable y
autónomo. Es decir, un capitalismo moderno e independiente, que era lo
único que quería Arbenz. Ya estando en el exilio, en Cuba, Arbenz se
vuelve socialista, pero mientras estuvo en el poder en Guatemala no lo
fue, a pesar de que muchos miembros del PGT tenían influencia sobre él.
Fueron los mismos que cobardemente le aconsejaron renunciar cuando
vieron las primeras de cambio con la CIA, según lo relata el Che Guevara

84
en su diario otra vez, en el que este médico argentino narra su experiencia
en Guatemala de diciembre de 1953 a septiembre del 1954. A Arbenz lo
asesino lo CIA unos años después en México para evitar su regreso
político a Guatemala. Tal era el temor que infundía por el apoyo popular
con que contaba.
Cabe apuntar que, al mismo tiempo que Arbenz ponía en práctica su
reforma agraria en Guatemala, también lo hacía Chan Kai-Chek en Taiwán,
con la diferencia de que este militar instauró la ley marcial y expropió e
indemnizó forzadamente a los terratenientes taiwaneses. Chan Kai-Chek
había huido de su país, derrotado por Mao Tse Tung, y se había refugiado
en la pequeña isla de Taiwán (del tamaño de Petén), habiéndose llevado
consigo la reserva de oro de China. En su empresa de modernización
económica de la isla que era su refugio, fue apoyado por Estados Unidos y
Asia, mientras en Guatemala procedió a abortarlo derrocando a Arbenz y
truncando la posibilidad de modernización nacional? La respuesta es:
porque el ajedrez mundial de la “guerra fría” convertía a Taiwán en un
escaparate estadounidense frente a la China continental comunista,
mientras que el ejemplo de Guatemala resultaba ser una osadía dentro del
área de influencia “natural” de Estado Unidos, es decir, dentro de su
“traspatio”, la América Latina. Cierto es sin duda que la terrible situación
actual de Guatemala la tiene su origen moderno en el golpe de Estado
contra Arbenz en 1954, un hecho atroz por lo que Bill Clinton, en un gesto
tardío y meramente forma —reconociendo que aquello había sido un
error en política exterior estadounidense—, pidió perdón a los
guatemaltecos durante su visita a nuestro país cuando era presidente de
Estados Unidos.
Siendo la Revolución del 20 de Octubre de 1944 una gesta ladina, es
explicable que su política cultural hacia los indígenas fuera la
asimilacionismo o ladinización, como sinónimo de modernización de la
vida económica y social de los indígenas y sus comunidades. El ejemplo de
lo hecho en México por José Vaconcelos en cuanto a hacer de la identidad
nacional una creación política basada en el mestizaje, fue adoptado por la

85
Revolución, en el entendido d que asimilando por medio de la educación
pública los indígenas, inculcándoles la cultura occidental en su versión
guatemalteca ladina, se lograba homogeneizar a toda la población bajo
una sola identidad política, a fin de que se constituyera una gran fuerza
económica de la modernización industrial y en la ciudadanía educada que
sustentaría la democracia representativa.
El periodo revolucionario modernizador de diez años (1944-1954)
se conoce como la “primavera de la democracia” en Guatemala. Ni antes ni
después de esa audaz revolución el país ha vuelto a experimentar una
estabilidad política similar, y mucho menos un movimiento vigoroso de la
economía, la cual avanza ahora a costa de grandes sacrificios por parte de
los más necesitados. Nunca el pueblo se sintió con la autoestima tan alta,
ni el nombre del país brilló tanto por su prestigio político internacional y
por sus manifestaciones artísticas y culturales. Entre las muchas personas
con ideas revolucionarias que vinieron a Guatemala en esos años para
vivir esta extraordinaria experiencia, se encuentra, como mencionamos,
el joven médico argentino llamado Ernesto Guevara, quien huye a México
cuando Arbenz es derrocado, y allí conoce a un joven abogado cubano,
llamado Fidel Castro, quien estaba planeando un desembarco en su país
para iniciar una guerra de guerrillas en contra del dictador, Fulgencio
Batista. Este hecho; conocido como la Revolución Cubana, marca la
entrada de América Latina en una nueva etapa de su historia.

EL PRIMER ESTADO MILITAR Y EL PRIMER CICLO ARMADO GUERRILLERO

Decepcionado de lo que había pasado en Guatemala, en donde Estados


Unidos había impedido la modernización política y económica, Guevara
ve en la aventura cubana una oportunidad de no cometer los mismos
errores, y se embarca con Fidel Castro para desatar la guerra de guerrillas
en la Sierra Maestra, en Cuba, la cual termina exitosamente, después de
18 meses de lucha, con la huida del tirano Fulgencio Batista el 1 de enero
de 1959.

86
En Guatemala, Castillo Armas había sido asesinado y lo había
sucedido, después de un corto periodo de caos político, otro militar, el
general Miguel Ydígoras Fuentes, quien, a petición de Estados Unidos,
presta el territorio nacional para que mercenarios cubanos y de otras
nacionalidades entrenaran para atacar a Cuba de Castro. En las filas del
ejército guatemalteco, muchos oficiales resintieron que lo hecho por
Ydígoras violara la soberanía y la dignidad nacional, pues prestar el
propio territorio para invadir otro, actuando como peones de un poder
autoritario, desdecía los principios constitucionales. Así, varios oficiales,
ofendidos por lo actuado por Ydígoras, deciden darle un golpe de Estado y
se sublevan el 13 de noviembre de 1960. Entre ellos estaban Marco
Antonio Yon Sosa, Luis Trejo, Alejandro de León y Luis Turcios Lima. El
levantamiento fracasa y algunos oficiales aceptan la amnistía ofrecida por
el Gobierno, mientras otros huyen a las montañas de Honduras, en donde
permanecen en actitud rebelde. Entre ellos, Yon Sosa, Trejo, Turcios y de
León.
Poco después, a mediados de abril de 1961, la invasión a Cuba para
la que Ydígoras había prestado el territorio guatemalteco entra en acción
mediante un operativo militar en Bahía de Cochinos, coordinado también
por la CIA y aprobado por el presidente John F. Kennedy, pero resulta un
rotundo fracaso que sólo sirvió para afianzar a Castro en el poder y
brindarle el espacio para hacer su siguiente movimiento, el cual implicó
cambiarle el carácter a la revolución cubana.
Esta revolución tuvo al principio un carácter nacionalista y
patriótico. Fue apoyada incluso por Estados Unidos. Pero en 1962, hechos
como la intensificación de la “guerra fría”, el espionaje interno en Cuba
por parte de Estados Unidos, el intento de invasión financiado y
coordinado por la CIA y el ofrecimiento que la Unión Soviética le hace a
Castro de venderle petróleo más barato que Estado Unidos, determinan
que la revolución sea declarada socialista, y constituye así el primer país y
gobierno de ese corte en el hemisferio occidental. Esto le da un vuelco a la
política internacional que, entonces, consistía en un juego de ajedrez en el

87
que el tablero era el mundo y los jugadores las dos superpotencias
nucleares. Estados Unidos, que ahora se veía amenazado por un pequeño
país socialista a 90 millas de sus costas, exacerba su anticomunismo y lo
exporta a los países con gobiernos que le eran leales, como el de
Guatemala, a fin de evitar el surgimiento de otra Cuba.
En nuestro país eso tuvo efecto de militarizar el Estado, y fue por
ello que el Ejército tomo el control de la económica. Cuba empieza a ser
para muchos —como para los oficiales del 13 de Noviembre escondidos
en las montañas—, un ejemplo de soberanía y libertad nacionales frente a
Estados Unidos. Por eso, en Guatemala se empieza a imita el método de la
guerra de guerrillas empleado por Castro y el Che exitosamente para
derrocar a un militar tirano. Y ocurre entonces que los sublevados del 13
de Noviembre se alían con militares del PGT y dan inicio a las guerrillas
guatemaltecas en 162, año que a su vez marca el comienzo de una lucha
armada por el poder, la cal se habrá de convertir más adelante en una
guerra popular, configurando de esta manera un conflicto que durará 36
años.
Los primeros guerrilleros fueron, pues, militares. Estos, que
operaban ya bajo el nombre de Movimiento Revolucionario 13 de
Noviembre (MR 13), se aliaron con estudiantes como César Montes, de la
Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) —perteneciente al PGT—,
originando así las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Estas se dividieron
después en FAR y MR13, y luego volvieron a unirse. Las guerrillas
operaron en la capital y en el Oriente del país, en las Sierra de las Minas y
todo el Departamento de Izabal. La guerrilla urbana llegó a tener un
desarrollo importante, el cual logró imponer sobre las fuerzas de
seguridad una movilización y un desgaste constantes.
La ideología de los grupos guerrilleros fue el socialismo, en nombre
del cual se arrogaron la representatividad de los pobres y la defensa de
sus intereses. Esto implica a su vez, definirse como enemigos de los ricos,
el Ejército nacional y de Estados Unidos, en vista de la “guerra fría” y de la
denominación oligárquica y militar en Guatemala. La justicia social fue la

88
bandera de estos movimientos, en un país en el que la dictadura militar
no dejaba espacios políticos a los partidos que no fueran de derecha. Esto
explica el porqué de su auge en varios momentos de su desarrollo.
Ante la amenaza guerrillera, el Ejército perpetra en 1963 un golpe
de Estado en contra de Ydígoras Fuentes, y los sucede el coronel Enrique
Peralta Azurdia, con quien empieza la militarización del Estado en su fase
contrainsurgente, pues los oficiales empiezan rutinariamente a
entrenarse en lucha antiguerrillera en bases militares estadounidenses,
las cuales desarrollaban ya una estrategia continental tendente a parar la
amenaza de la “exportación” de la revolución cubana. Esta estrategia
impidió que las guerrillas brotaran en toda América Latina, pero sí sirvió
para convertir a los ejércitos de la región en aparatos criminales en
contra de la población civil. El gobierno de Peralta Azurdia militarizó el
Estado y la sociedad, y, mientras tanto, las guerrillas —constituidas por
jóvenes de clase media de entre 20 a 25 años y que tenían una visión
romántica de la revolución cubana— seguían su lucha en la ciudad y en el
campo.
Fue así que en 1966, el Ejército permite elecciones y las gana Julio
César Méndez Montenegro, un abogado de trayectoria confiable y
autoproclamado heredero de la revolución del 20 de Octubre de 1944.
Esto, sin embargo, respondía a una estrategia contrainsurgente de los
militares, consistente en encubrir con una fachada civil y democrática de
Estado Militar y contrainsurgente que usaba la política como un arma en
contra de los guerrilleros. Y aunque Méndez Montenegro no sabía esto al
principio, durante su mandato se plegó conscientemente a los dictados
del Ejército, y la guerrilla recibió duros golpes a manos del entonces
coronel Carlos Arana Osorio, jefe de una base militar en Oriente, quien
puso en práctica tácticas usadas por Estados Unidos en Viet Nam en
contra de la población civil, e incluso uso bombas de napalm (sustancia
inflamable que quema el acero) en contra de los guerrilleros y sus bases
de apoyo. De esa cuenta, para 1968, las guerrillas estaban prácticamente
derrotadas y muchos de sus miembros salían huyendo del país.

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Los errores cometidos por los guerrilleros tuvieron que ver con la
concepción foquista de la guerra, la cual consiste en implantar un foco
guerrillero en la montaña, del cual se hace depender el resto del
movimiento revolucionario, incluido el esfuerzo del movimiento civil de
masas. Esto funcionó en Cuba pero no en Guatemala, debido a las distintas
idiosincrasias populares de ambos países. En Guatemala, el foco
guerrillero no creó condiciones subjetivas generales para una
insurrección, como ingenuamente esperaban los guerrilleros. Estos,
porque además de que la extracción de clase de los combatientes era de
clase media urbana estudiantil, el sujeto revolucionario en el área del foco
era un campesinado ladino cuyas aspiraciones se agotaban en la
propiedad privada de pequeñas parcelas de tierra, y estos anhelos no
pasaban por una ideología de emancipación nacional modernizadora.
Debido a sus exitosas campañas militares en contra de la población
civil que apoyaba a las guerrillas, Arana llega a presidente en 1970 y se
dedicaba a combatir a todas las expresiones de izquierda (socialista) y a
lo que quedaba de la guerrilla, la cual empezaba a reorganizarse en Cuba,
México y Guatemala bajo otros nombres y, en ciertos casos, bajo nuevas
dirigencias. Durante los gobiernos siguientes, cuyos presidentes llegaron
fraudulentamente al poder (como parte de la dictadura del Estado
militar), la guerrilla siguió reorganizándose, evidenciando serias
diferencias entre los distintos grupos armados, lo cual causaba
divisionismos y competencias desleales entre ellos. El gobierno
fraudulento del general Kjell Euenio Laugerud (1974-78) estuvo asignado
por el terremoto del 4 de febrero de 1976, el cual exacerbó las hondas
diferencias existentes entre las clases sociales, cuestión que aprovechó la
guerrilla para organizar pacientemente a la población civil, esta vez en el
altiplano, donde se concentra la mayoría de indígenas, muchos de los
cuales se unieron a la lucha.
De las FAR había quedado intacta su organización Regional de
Occidente en 1968. De esta Regional se originaron dos grupos: el primero
habría de surgir como Organización del Pueblo en Armas (ORPA) en

90
1979, y el segundo como Movimiento Revolucionario del Pueblo Ixim
(MRP Ixim), en 1983. Por su parte, el PGT seguía activo y las nuevas FAR
también. Algunos dirigentes habían fundado en Cuba el Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP), que fue la organización que
prematuramente lanzó a provocar al Ejército para involucrarlo en una
guerra popular prolongada. Estas fueron las fuerzas que comenzaron el
segundo ciclo armado en el país después de la derrota de los
revolucionarios en 1968.

91
EL SEGUNDO CICLO ARMADO Y EL SANGRIENTO TRIUNFO DE LA
CONTRAINSURGENCIA

De 1978 a 1982, gobernó el país el brutal Romeo Lucas García,


quien reprimió la organización popular duramente. Ya desde tiempos de
Arana, en 1970, se había iniciado por parte de los militares la modalidad
de los “desaparecidos” o personas secuestradas de las que jamás se volvía
a saber nada. Durante este periodo fueron muchos los desaparecidos y los
asesinados a plena luz del día, incluyendo dirigentes políticos
socialdemócrata como Manuel Colom Argueta Alberto Fuentes Mohr. El
31 de enero de 1980, al ser ocupada la Embajada de España por
campesinos dirigidos por los guerrilleros del EGP, el gobierno incendió la
sede provocando una horrenda masacre que marcó el inicio de una
intensificación de la violencia por ambos lados.
El EGP había iniciado la provocación del Ejército en la zona de
Ixcán, matando comisionados militares y finqueros e involucrando a la
población indígena. Cuando el Ejército respondió lo hizo de una manera
desmedidamente criminal para instaurar el terror psicológico en toda la
población, y los indígenas tuvieron que optar por tomar partido en esta
guerra impuesta, que no había brotado de sus comunidades, como se ha
querido asentar por parte de dirigentes y organizaciones que así justifican
financiamientos para sus proyectos con indígenas. Al contrario, la guerra
la empezaron los guerrilleros ladinos, de procedencia urbana, capitalina, y
con formación intelectual en los países socialistas, en donde se habían
preparado para implantar focos guerrilleros en la montaña y en la selva.
Antes de que otro militar, el fraudulentamente electo presidente
Ángel Aníbal Guevara, llegara al poder, ocurre un golpe de Estado en
contra de Lucas García, y una Junta impone al general Efraín Ríos Montt
como presidente, 1982. Ríos Montt desencadena un gran plan
contrainsurgente que tenía como objetivo no entablar la guerra con los
guerrilleros, sino eliminar a la población civil (desarmada) que servía de

92
apoyo a las guerrillas, las cuales, en todos los casos, carecen de capacidad
ofensiva y defensiva sin la ayuda de la población en donde operan.
El plan contrainsurgente comprendía esta inicial etapa militar de
“tierra arrasada”, en la que se borraron del mapa unas 400 aldeas que
fueron quemadas y sus habitantes masacrados de maneras horribles.
También comprendía organizar a la población sobreviviente y a la que se
quería aislar de las guerrillas, para luego convertirla en colaboradora
forzada del Ejército. Para ellos se crearon “aldeas estratégicas” o campos
de concentración, en donde se puso a vivir a los sobrevivientes
aterrorizados, y “patrullas de autodefensa civil” para que persiguieran a
los guerrilleros. A cambio, el Ejército daba a la población indígena comida,
vivienda e ideologización.
Para junio de 1982, las guerrillas del EGP, la ORPA y las FAR
estaban derrotadas. El MRP Ixim fue diezmado por el bloqueo sistemático
de las otras organizaciones guerrilleras, que siguieron teniendo
sangrientos enfrentamientos entre ellas. Cuando por presiones de Fidel
Castro se crea, en enero de 1983, la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG), la guerra ya tenían militarmente perdida las
guerrillas. Sin embargo, esta coalición les permitiría continuar una lucha
política y diplomática internacional en contra de la violación de los
derechos humanos por parte del gobierno militar guatemalteco, en el cual
se pedía solidaridad para una lucha armada supuestamente librada por
indígenas, aunque esto no fuera enteramente cierto y la guerra ya no
fuera ni remotamente una vía con la más mínima posibilidad de victoria.
La derrota de la guerrilla se debió a la brutalidad del Ejército, que
masacró a unas 150 mil personas, sobre todo indígenas, pero esta
brutalidad fue posibilitada por la ineficiente conducción de la guerra por
parte de la dirigencia guerrillera, que se dedicó a preservar sus pequeñas
estructuras militares y dejó inerme e indefensa a la población civil de
apoyo que de esta manera fue masacrada inmisericordiosamente. Todo
esto fue corroborado por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
(CEH) en su documento, Guatemala memoria del silencio, aceptado por

93
todas las partes involucradas en el conflicto armado como el relato fiel de
los ocurrido durante la guerra. Es asimismo aceptado el hecho de que la
incorporación masiva de indígenas al esfuerzo de guerra popular
prolongada no se debió a que los guerrilleros convencieran a los
lugareños con su ideología marxista-leninista, sino que desde la época del
terremoto de 1976 las comunidades estaban organizadas en cooperativas
por una institución que profesaba la Teología de la Liberación y que se
llamaba Acción Católica, algunos de cuyos dirigentes eran curas jesuitas
españoles de ideología socialista. Éstos fueron los que vincularon a las
autoridades comunitarias indígenas con los guerrilleros, y estas
autoridades fueron las que ordenaron a su gente unirse a las guerrillas,
cuya capacidad organizativa y de movilidad fue nula anta tanta afluencia
de colaboradores, dando lugar con su ineptitud militar a que la población
civil permaneciera inerme ante el embate criminal del Ejército, que
buscaba aniquilar a la población civil de apoyo a las guerrillas, y no a las
guerrillas como tales.
De 1982 hasta fines del 1996, la militarmente derrotada guerrilla y
el triunfante Ejército nacional se enfrascaron en escaramuzas sin fin, que
dieron la impresión de que en el país se desarrollaba una guerra civil
formal. No era así. Al Ejército le convenía, para justificar altos
presupuestos y violaciones de la ley, que se pensara que la guerrilla era
fuerte. Y a la dirigencia de ésta le convenía que se pensara que de verdad
había una guerra civil en Guatemala, para continuar recibiendo las
donaciones de los grupos de solidaridad que se habían formado en todo el
mundo mediante la acción de iglesias y universidades, y que le abrían la
puerta a ciertas finanzas a la cúpula guerrillera, que vivió siempre en el
extranjero.
Mediante la presión de funcionarios de Naciones Unidas y de
organismos de financiamiento internacional que buscaban que Guatemala
se alineara con la Comunidad Económica Europea en el rápido proceso de
la globalización desatado a raíz de la caída del bloque socialista en 1989,

94
la paz se firma entre la URNG y el Gobierno guatemalteco en diciembre de
1996.
El ofrecimiento de la comunidad internacional para financiar la paz
fue de 2,500 millones de dólares, algo de lo cual los guerrilleros
interesados habían de disponer para seguir haciendo política en el país.
La firma de la paz fue inmediata después de este ofrecimiento. Militares y
guerrilleros se abrazaron bajo el cobijo de esta promesa, e incluso hubo
pactos secretos para encubrirse mutuamente los crímenes de guerra
sucia cometidos por las dos partes durante el conflicto. Esto se hizo
evidente después, cuando las diferencias de izquierda y derecha se
difuminaron temporalmente en Guatemala, y sólo quedó de ellas un
abanico de individuos que buscaban asegurarse su vejez y la vida de sus
descendientes mediante su participación política. Así, una etapa histórica
particularmente larga y violenta termina con una revolución traicionada
por su dirigencia y con un Ejército disminuido en su poder debido a las
necesidades de democratización centroamericana dictadas desde el
Pentágono. Todo esto fue aprovechado por la cooperación internacional y
la ONU para hacer avanzar los interese del capital corporativo
transnacional y la globalización de nuestro país, como veremos adelante.

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VI. GUATEMALA INTERCULTURAL: DE LA PESADILLA DEL
PRESENTE AL SUEÑO DEL FUTURO

ORDEN COLONIAL, TERCER MUNDO Y SUBDESARROLLADO

¿Por qué somos pobres y no salimos de la pobreza? Para responder esta


sencilla pregunta, debemos explicarnos cómo es que surge la división del
mundo tal como la conocemos. El origen de la situación de los actuales
países subdesarrollados se encuentra en el proceso de colonización que
los países europeos impusieron sobre Asia, África, Oceanía y América
Latina, regiones sobre las que recayó la tarea de contribuir con metal
precioso y materia prima al proceso de acumulación originaria de capital
que sirvió de base para el desarrollo industrial de aquellos países. Como
consecuencia, el mundo se dividió en dos bloques: el de las naciones que
desarrollaron su riqueza e infraestructura industrial entre los siglos XV y
XX, y el de los países que durante ese mismo lapso se especializaron en
producir materia prima para apuntalar aquél desarrollo. En otras
palabras, el mundo se dividió en países colonizadores y países
colonizados a partir del siglo XV y XVI, que es cuando el naciente
capitalismo empieza su proceso expansionista desde Europa. El caso de
Estados Unidos fue el de la extensión de una potencia colonizadora que
extermino a los nativos en vez de colonizarlos y que desarrolló la lógica
colonialista como eje de su propio crecimiento nacional.
Por eso, el problema se planteó a las recién estrenadas (por recién
independizadas) naciones latinoamericanas en el siglo XIX, no fue como
desarrollarse, pues no tenía ni la infraestructura básica ni los capitales ni
las colonias cuyas materias primas y metales preciosos hubieran sido
necesarios para ello. El problema que se planteó fue dónde y cómo
conseguir (no producir) los recursos para dar el salto del feudalismo al
capitalismo. Y no en cuatro siglos, sino en unos pocos años. La lucha por

96
conseguir estos recursos es la historia economía y la política
latinoamericana desde la Independencia hasta nuestros días.
Da inicio y se desarrolla así la larga historia de dependencia de
América Latina y también de su ilusión utópica (la de llegar a ser
autónoma y autosuficiente), que se estrella con el valladar de que la
estructura económica mundial —basada en el orden colonial— estaba
firmemente instaurada e impedía que los países rezagados pudieran
alcanzar los adelantos sencillamente porque el desarrollo de éstos seguía
apoyándose en buena medida en el atraso de aquéllos. Por eso, los países
subdesarrollados siguieron produciendo materias primas baratas y
comprando productos industriales caros, dando vida así a un intercambio
desigual que mantuvo las diferencias vigentes, aunque paliadas mediante
inversiones privadas locales que nunca podían responder a planes de
desarrollo nacional a largo plazo sino sólo a lucros inmediatos y
circunstanciales; también por préstamos con intereses injustos, y
programas de ayuda y asistencia mediante los cuales se sustituyó la
posibilidad real del desarrollo autónomo del tercer mundo con la caridad
internacional, eje de lo que actualmente constituye la política de
injerencia foránea en asuntos internos, por medio de la cooperación
internacional y sus oenegés. Como se sabe, el pensamiento mercantilista
sustituye la justicia social (o igualdad de oportunidades tutelada por el
Estado democrático) con la caridad y la beneficencia, a pesar de que es
obvio que éstas nunca solucionan lo que podría solucionar aquélla. Este
conjunto de realidades es lo que conforma la dependencia económica y
política del tercer mundo.
Es por todo ello que el origen de nuestra pobreza y de la división
colonial del mundo hace imposible nuestro desarrollo si lo quisiéramos
basar en nuestras propias fuerzas. Al solicitar los recursos ajenos, nos
hemos endeudado y pasado a ser elegibles para la caridad. Si a todo esto
le agregamos unas oligarquías semifeudales (ahora con vanguardias
neoliberales) que han tenido ejércitos a su servicio, y unas clases políticas
corruptas que absorben el producto del trabajo de una población que por

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ello ha interiorizado un fuerte complejo de inferioridad, nos explicamos
nuestra pertinaz pobreza, la injusta distribución de la riqueza que
generamos y la incesante emergencia de nuevos ricos (ligados a la
corrupción política y el delito organizado) en medio de la miseria.
En la jerga del grupo de países ricos, el mundo se divide en tres
mundos: el primer mundo, que es el más rico e industrializado; el
segundo mundo, que era el mundo socialista desarrollado, el cual tenía un
grado de industrialización menor y dejo de existir como tal en 1989; el
segundo mundo ahora está conformado por países capitalistas con un
grado de industrialización que el primer mundo cataloga como de
segunda importancia. Finalmente tenemos al tercer mundo, que es el
mundo pobre, no industrializado o con una industria muy débil, es decir,
el que conforman, en su mayoría, África, Asia, América Latina y Oceanía.
De aquí los términos “primermundismo” y “tercermundismo”. En el tercer
mundo, como el nombre lo indica, somos ciudadanos de tercera y nos
mide con la vara del primer mundo. Por eso se dice que los países del
tercer mundo son subdesarrollados: porque no han alcanzado el
desarrollo del primer mundo. Pero como ya vimos que esto es imposible
en sí mismo porque el desarrollo del primer mundo se debe en gran parte
al subdesarrollo del tercero, conceptos como “países en vías de
desarrollo” resultan ser mentirosos, y el sueño de América Latina de
llegar a ser autónoma y autosuficiente parece agotarse en eso, en un
sueño con despertares amargos.
A partir de los años 70 del siglo XX, el capitalismo primermundista
dio un giro drástico en su forma de acumulación de capital, el cual
consistió en lo que se llama transnacionalización de la producción de
mercancías. Esto consiste en que las fábricas del primer mundo se
trasladaron al tercero, de modo que las plantas industriales que estaban
en Estados Unidos, por ejemplo, aparecieron en países como Bangladesh,
Honduras, Tailandia o Guatemala. Esto, debido a que en estos países la
mano de obra estaba desorganizada y era descalificada y por lo tanto
mucho más barata que en el primer mundo, en donde la organización

98
obrera y los impuestos elevaban los costos de producción de las
mercaderías a alturas que determinaban que el mercado de las mismas
estuviera circunscrito a quienes tenían elevados salarios o ingresos
económicos. Al abaratar los costos de la producción de mercancías
ubicando las fábricas en el tercer mundo, se abarataron los precios de los
productos se crearon nuevos mercados para los mismos entre las
pobrerías tercermundistas. Esta es la base de la globalización económica,
es decir lo que hacer posible que en esta época todo el mundo consuma
los mismos productos en todas partes. El capitalismo dejó, pues, de
extraer materia prima del tercer mundo para devolvérnosla en forma de
producto industriales que comprábamos caros, y nos incorporó como
consumidores de productos baratos a la globalización corporativa
transnacional. Estamos pues, globalizados porque consumimos lo mismo.
Este operativo desnacionalizo las economías del tercer mundo
porque para que el capital corporativo transnacional ingrese a un país,
este tiene que vender las empresas públicas a las corporaciones. Por el
neoliberalismo busca hacerse con el control de Estado, a fin de privatizar
todo lo público vendiéndoselo a corporaciones transnacionales y
haciendo que los oligarcas locales se hagan socios minoritarios de los
consorcios extranjeros. Esto ocurrió en Guatemala con la privatización de
la telefonía y la electricidad, todo lo cual estuvo a cargo del gobierno
oligarca Álvaro Arzú, y la firma de la paz entre el Estado y la guerrilla fue
una condición para que esto ocurriera. La misma lógica de hechos como la
venta de los supermercados Paiz a Wallmart y la de otros monopolios
oligárquicos a empresas transnacionales. A todo este proceso se le llama
postmodernidad, ya que el ideal de la modernidad (la industrialización
pesada) fue sustituido por el ideal de la sociedad intercomunicada por
medio de la tecnología electrónica llamada digital, la cual fue un resultado
de la carrera espacial que durante la “guerra fría” libraron los Estados
Unidos y la Unión Soviética. Ésta no comercializó esta tecnología y por eso
quedó a la zaga en la globalización, lo cual determino que en 1989 la
Unión Soviética se auto disolviera para que en un par de décadas Rusia

99
pudiera surgir como potencia de un mundo (ya no bipolar sino)
multipolar en el que Estados Unidos sería una potencia más y Noel gran
poder unipolar que había planificado ser. Esta es la realidad internacional
que hoy vivimos.
La lógica cultural de este capitalismo transnacional globalizador se
llama posmodernismo, y se trata de una cultura audiovisual de
entretenimiento banal y hedonista que ha provocado que las juventudes
padezcan una incapacidad para leer y manejar el código letrado, y por
ellos se nieguen a estudiar se hagan adictos a los videojuegos y las
formas virtuales de entretención. El posmodernismo desprecia la historia
y valora el presente como entretenimiento; desprecia el conocimiento y la
vocación cognitiva y valora la diversión superficial; hace de los individuos
buenos consumidores y pésimos pensadores críticos; produce ignorantes
“felices” sin más horizonte que pasarla bien hoy. A esto es a lo que
algunos llaman “crisis de valores”. Lo cierto es que el hecho de que desde
los años 70 las juventudes del primer mundo sean formadas así, ha
provocado que los jóvenes carezcan del sentido de futuro al negarles el
poder de cambiar el mundo, y en consecuencia haya desarrollado
conductas asesinas y suicidas, como las que vemos con frecuencia en las
escuelas secundaria en los Estados Unidos. En nuestro medio esto ya
empieza a ocurrir también, porque nuestra juventud es objeto de esta
mentalización desde los años 90 y mucha gente carece de un sentido
histórico de su existencia.
Este modelo económico transnacional entró en crisis en el 2008 con
el descalabro financiero de Estados Unidos. A pesar de esto, el
neoliberalismo, es decir, la tendencia económica que propugna por el
enriquecimiento de las elites y no por el bienestar de las mayorías y que
provocó la globalización y el intelicidio juvenil mediante los consumos
audiovisuales compulsivos, insiste en imponer el mismo modelo en todas
partes. En Guatemala, la Universidad Francisco Marroquín, aliada con la
oligarquía monopolista mediante organizaciones fascistas como la Liga
Pro-Patria y otras, hace egresar a las aulas a jóvenes mentalizados con

100
esta ideología, los cuales ignoran el pensamiento crítico y son por ello
fanáticos “de un solo libro”, indoctrinados para controlar el Estado y
privatizar todo lo público. A todo esto se oponen amplias masas
organizadas que luchan contra el capital corporativo transnacional y sus
socios locales, tratando de que no se impongan aquí las contaminantes
corporaciones mineras y el cultivo dañino de la palma africana, entre
otros rublos de acumulación oligopólica.

GUATEMALA SUBDESARROLLADA

El principal rasgo del subdesarrollo es la pobreza. Naciones Unidas mide


la pobreza humana por medio del llamado índice de exclusión social de la
población, es decir, estableciendo hasta qué punto la ciudadanía no
participa en los beneficios de ser ciudadano de un país que le garantiza a
sus habitantes, según la ley, ciertas prerrogativas a cambio de los
impuestos que paga. El índice de exclusión social o de pobreza humana se
determina cuantificando los siguientes factores: salud, educación e
ingreso per cápita. Si el índice fuera cero, el país estaría en óptimas
condiciones de inclusión de su ciudadanía en los beneficios sociales a los
que tiene derecho. Sin embargo, en 1998 nuestro índice general de
exclusión era de 25.9. Es decir que una inmensa proporción de la
ciudadanía estaba socialmente excluida de los derechos y beneficios
ciudadanos. En este marco, la exclusión social de la mujer, que
tradicionalmente ha sido marginada de los derechos ciudadanos, es
enorme en nuestro país. En 1998, el nivel de avance social de las mujeres
en nuestra sociedad era apenas de 0.46. Es decir que, prácticamente, ellas
están excluidas de los derechos y oportunidades de realización y
desarrollo humano, lo cual es un índice brutal de subdesarrollo, atraso y
pobreza.
En lo económica, la marginación social de las mayorías puede verse
claramente según datos como el que nos indica que, actualmente, el 27
por ciento de la población (unos 12 millones) lo constituyen familias
101
cuyos miembros ganan individualmente menos de un dólar por día, lo que
hace un total de casi 3 millones de habitantes pobres, que constituyen
más o menos la mitad de toda la población.
La pobreza y la extrema pobreza se concentran en las áreas rurales,
en donde casi un 40 por ciento de los habitantes son extremadamente
pobres, mientras que en la ciudad hay un 7 por ciento de personas en
igual condición. Consecuentemente, el 39.1 por ciento de los
extremadamente pobres son indígenas (porque la mayoría de ellos está
ligada a la tierra) y el 15.4 son ladinos, lo que nos expresa el hecho de que
la marginación económica determina la marginación etnocultural.
Para entender el porqué de toda esta situación es necesario saber
que el 33 por ciento de las familias rurales no tiene acceso a la tierra, pues
la mayor parte de la propiedad agrícola está en manos de un reducido
número de familias ricas. Por ellos, aproximadamente el res por ciento de
empresas agrícolas posee el 65 por ciento de la tierra cultivable.
Tratándose de un país cuya economía sigue siendo predominantemente
agrícola, esto tiene un tremendo impacto en el resto de la economía, en el
desempleo y en la baja calificación de la mano de obra. Así, el tres por
ciento de las grandes fincas agroexportadoras abarcan dos tercios de la
superficie del territorio nacional.
Esta estructuras terratenientes son todavía herencia colonial, y si
tomamos en cuenta que las familiar terratenientes del país son las que
controlaban también la industria, el comercio y las finanzas, tendremos
un cuadro claro de nuestro subdesarrollo y de sus causas internas, las
cuales se remiten a la excesiva concentración de la propiedad y los
medios de producción. Todo lo cual nos arroja realidades como las que
siguen.
De la población económicamente activa, la que se dedica a la
subsistencia agrícola es el 27 por ciento, y el llamado sector informal (o
de oficios ocasionales diversos) absorbe al 38 por ciento, lo cual nos da un
predominio del trabajo poco productivo por encima del productivo, sobre
todo si vemos que el trabajo agrícola moderno (es decir, el de las

102
empresas agrícolas que poseen el 65 por ciento de la tierra cultivable)
sólo implica al 12 por ciento de la población económicamente activa. Las
cifras que el país arroja en materia de salud y educación son,
consecuentemente, espeluznantes. Sin duda, la injusticia social y
económica es el rasgo más notorio de nuestro sub desarrollo.

GUATEMALA MESTIZA

Como vimos antes, Guatemala es un territorio en el que dese la Colonia se


opera un profundo y conflictivo mestizaje que tiene una enorme
diversidad etnocultural. Si por un lado han sobrevivido comunidades
indígenas que rigen su vida por los valores comunitarios la cultura
campesina ligada a su ancestralidad quiché, cakchiquel, zutuhil, mam o
quekchí, por el otro, infinidad de miembros de comunidades se ha
mestizado biológicamente y culturalmente con los ladinos, quienes
desarrollan su cultura híbrida dese la época colonial, es decir, cuando,
siendo indios, adoptaron el castellano y las costumbres culturales
españolas y fueron llamados “indios ladinos”. Esta ladinidad se fue
ampliando y diferenciando paulatinamente respecto de los indígenas
comunitarios y se constituyó en la etnia hegemónica del país a partir de
principios del siglo XX, con lo cual los indígenas comunitarios interactúan
originando mestizajes diversos que son los que caracterizan al país en su
totalidad. Sin embargo, la persistencia de culturas indígenas es muy
fuerte. Y esto no quiere decir que las culturas indígenas comunitarias
sean a su vez mestizas. Lo son, como vimos, desde la época de la Colonia,
cuando los conquistadores se mesclaron biológicamente con ellas y les
impusieron la religiosidad cristiana, los trajes y una seria de costumbres
que se sincretizaron con los sustratos culturales autóctonos.
Este hecho ha originado una cultura de una inmensa diversidad: los
guatemaltecos hablamos el castellano con cadencias cakchiqueles,
comemos tamales y tortillas, bebemos atoles, compartimos supersticiones
que son una mezcla de leyendas precolombinas y españolas, compartimos
103
una religiosidad con múltiples ribetes mágicos, tenemos una apariencia a
todas luces mestiza, y, en realidad, muy a menudo un guatemalteco
solamente puede diferenciarse como indígena o ladino si así lo manifiesta
auto identificándose, pues de otra manera seria imposible hacer la
diferenciación.
Guatemala es, pues, una Guatemala mestiza. Lo cual no quiere decir
que su mestizaje sea una mezcla uniforme y feliz. Al contrario. Debido a la
estructura económica que perfilamos arriba, y a la herencia colonial que
culturalmente todavía nos agobia (en lo económico y en lo ideológico), el
mestizaje guatemalteco es conflictivo porque los indígenas siguen siendo
un grupo explotado y oprimido, el cual necesita apropiarse de sus
derechos sociales y culturales y así formar parte plenamente de la nación
y de la ciudadanía, conservando su cultura y su libertad de practicarla. En
tal sentido, las especificidades culturales indígenas deben de formar parte
de nuestra diversidad pero como elementos de nuestra unidad diversa.
Una unidad que todavía tenemos que democratizar porque actualmente
funciona mediante desventajas para los indígenas y ventajas para los
ladinos. Esto nos lleva a definir los conceptos de multiculturalidad e
interculturalidad.

GUATEMALA INTERCULTURAL

La multiculturalidad es un concepto que expresa la coexistencia de varias


culturas en un mismo espacio político, pero no alude a las relaciones que
se operan entre esas culturas. El concepto que sirve para designar la
relación entre culturas en una realidad multicultural, es el concepto de
interculturalidad. Como su nombre lo indica, esta palabra expresa
movimiento entre culturas sin definir el particular tipo o la particular
modalidad de esas relaciones.
En ese sentido, toda realidad multicultural es intercultural porque
las culturas no permanecen aisladas unas de las otras sino que se
relacionan entre sí. Ahora bien, si nosotros analizamos las relaciones
104
entre las culturas con criterios multiculturalistas, las vemos como
relaciones entre dos o más realidades separadas y contrapuestas, como
ocurre en Estados Unidos, en donde este criterios se ve reforzado por la
ausencia del mestizaje como eje de la multiculturalidad. Pero si las
analizamos con criterios interculturalistas, nos vamos a centrar en
aquellos espacios en que esas culturas se relacionan entre sí, formando
los mestizajes que las caracterizan, los cuales no anulan las diferencias
que existen, pero sí las modifican y las transforman a veces radicalmente.
En este sentido, hay sociedades multiculturales en las que la
interculturalidad, entendida como articulación de las diferencias, es el eje
de la multiculturalidad, es decir, en donde (como en Guatemala) el
mestizaje es la regla; y hay otras (como Estados Unidos) en las que
multiculturalidad, entendida como separatidad de las diferencias, es el eje
de las relaciones culturales puesto que el mestizaje es la excepción (los
“blancos” casi nunca se mestizan con las “minorías étnicas”). En
sociedades en las que la interculturalidad es mestiza, como la
guatemalteca, el mestizaje ha hecho móviles y a veces ha difuminado las
fronteras de las diferencias, y eso exige estudiar el fenómeno desde los
espacios de articulación de esas diferencias, es decir, desde los espacios
en los que se operan los mestizajes culturales. Pero en sociedades
multiculturales como la estadounidense, el fenómeno puede estudiarse en
compartimientos estancos pues los mestizajes son excepcionales.
Como se ve, hemos hecho la distinción entre las sociedades
predominantemente interculturales y predominantemente
multiculturales, queriendo decir con eso que en las primeras rige la
articulación de las diferencias gracias a que el mestizaje cultural es la
norma, y en las otras rige la diferencia no articulada sino nítidamente
separada por ausencia de mestizaje. Esto no quiere decir que en las
ciudades interculturales relaciones entre unas y otras etnias y culturas no
sean conflictivas. Sí lo son. Pero no de la misma manera como lo son en las
sociedades multiculturales. En las primeras, se trata de conflictos
derivados de prejuicios entre dos o más formas de mestizaje. En las otras

105
se trata de conflictos animados por la idea de la “pureza” racial, étnica y
cultural; es decir, por el fundamentalismo etnoculturalista. Y aunque estas
nociones han sido exportadas al tercer mundo, las soluciones al problema
intercultural son diferentes en éste y en Estados Unidos.
Es así que las luchas sociales y políticas para solucionar este
problema pueden tener un carácter multiculturalista (diferenciador y
separador) o uno interculturalista (relacional y mestizo). Es obvio que
para Guatemala, el criterio de las luchas debe ser interculturalista, pues
de lo que se trata es de democratizar nuestra interculturalidad injusta,
nuestro mestizaje conflictivo. Lo cual nos lleva al asunto de la democracia.

GUATEMALA DEMOCRÁTICA

Para comprender lo que es la democracia y lo que se puede esperar de


ella, es necesario saber que ese sistema político solamente puede legislar
sobre un sujeto abstracto: es decir, el sujeto que es igual ante la ley
porque ha sido despojado de sus atributos individuales de sexo, raza,
cultura, etnia, religión, etc., porque si la ley democrática legislara sobre las
especificidades de un sujeto, tendría que haber una democracia para cada
cultura, para cada etnia y para cada individuo con su particular forma de
mestizaje. La ley y el sistema democrático solamente pueden operar sobre
un sujeto abstracto: el ciudadano. Y éste sólo puede ser igual ante la ley si
es despojado de su especificidad individual y diferenciadora.
Esta limitación de la democracia determina que la misma sea un
sistema que no conviene a los grupos subalternos que son culturalmente
diferenciados de los grupos hegemónicos, como para caer dentro de la
categoría ciudadana debes despojarse de sus atributos diferenciadores.
Esto determina que esos grupos luches por alcanzar la hegemonía y
participar de las ventajas democráticas sin renunciar a sus diferencias
pero adaptándose al concepto de ciudadanía, ya que sus líderes se dan
cuenta de que la unidad de la nación y del Estado, que son las formas
jurídicas en las que la democracia se encarna modernamente, necesitan
106
de esta abstracción del sujeto democrático para poder funcionar.
Entonces, para democratizar un país como Guatemala se necesita, por un
lado, legislar en abstracto para que todas las culturas y etnias tengan el
mismo estatuto igualitario de ciudadanía ante la ley, y por otro, que la
nación amplíe incluyendo a los grupos marginados de sus ventajas, y que
el Estado depure y se fortalezca para que gobierne democráticamente a
favor de esa ciudadanía que es a la vez unitaria y plural.
En tal sentido, Guatemala necesita democratizarse
económicamente, incorporando a la producción y al consumo a toda su
población; necesita democratizarse políticamente, erradicando la
corrupción y la impunidad del Estado para fortalecerlo; y necesita
democratizarse culturalmente estableciendo relaciones interculturales e
interétnicas justas y equitativas, y derechos irrestrictos para la práctica
de todas las formas culturales que conforman la nación. Esta debe de ser
nuestra meta, y hacia eso debemos encaminar nuestros esfuerzos
ciudadanos.

GUATEMALA ACTUAL

Desde los años ochenta el país se encuentra en un proceso de


democratización general. Desafortunadamente, después de terminado el
conflicto armado y luego de que los militares dejaron el control del
Estado, una clase política civil, que en una de sus versiones ha favorecido
nivele enormes de corrupción en el Estado y en otra ha privatizado
empresas estatales encareciendo los servicios que se prestan, ha
manipulado a su favor la transición de la democracia y el país se ha visto
hundido en la ingobernabilidad, la corrupción y la impunidad. A este
hecho, importante para entender nuestro país, durante la primera mitad
del siglo XXI, se suma la realidad de la globalización y de la política de la
cooperación internacional, así como el surgimiento de los “nuevos
movimientos sociales”.
La globalización, como se dijo, es una etapa del desarrollo
capitalista que consiste en que los capitales se transnacionalizan en forma
107
de corporaciones que fabrican sus productos en cualquier país y los
vende en todo el mundo. Ya no hay productos nacionales sino sólo
productos globales. El problema de esto es que el desnacionalizar la
producción, se impide una autonomía económica local y nacional y se
impone el interés de las corporaciones transnacionales, que poco a poco
absorben a las empresas nacionales, cuyos dueños más pudientes
solamente pueden convertirse en socios minoritarios del capital
corporativo transnacional. En la globalización, la oferta cultural tiende
igualmente a ser global para que la demanda también lo sea. Por eso, el
hamburgués, el cine y la música comerciales, las modas y otras
mercancías como los productos virtuales, se han impuesto en el mundo
uniformizado el gusto de las masas por encima de sus rasgos culturales
nacionales, locales.
Desde principios de los años noventa proliferaron en Guatemala los
llamados “nuevos movimientos sociales”, diferenciados de los “viejos”
(como los socialistas) por el hecho de que no pretendan cambiar las
estructuras de un país sino solamente impulsar reformas que beneficien a
los grupos de que se trate. Así, los feminismos, etnicismos y
ambientalismos de todo tipo poblaron el panorama social, disputando a la
insurgencia armada y a la izquierda electoral la bandera de los intereses
populares. El final de la “guerra fría”, con la caída del Muro de Berlín y el
colapso del bloque socialista, en 1989, descartó la lucha armada como una
estrategia viable para la toma del poder político, y desplazó hacia la
acción política pacífica y la lucha ideológica el espacio de las
reivindicaciones populares.
Unido a todo esto, la cooperación internacional incursionó en todos
los países, financiado a estos nuevos movimientos que brotaban de una
sociedad civil igualmente costeada desde el exterior por organismos
internacionales, los cuales sufragaron asimismo proyectos de la sociedad
política, es decir, del Estado, logrando, con todo, el control político de los
gobiernos. Esto ocurrió en todo el tercer mundo, pues se trató de una
estrategia mundial de los países ricos, tendente a poner en escena en los

108
países pobres el tinglado de la democracia y la paz para asegurar las
inversiones que crearían las condiciones necesarias para la globalización
total, ahora que ya no existía el enemigo socialista. Así, el siglo XX termina
en Guatemala con la proliferación de Organizaciones No-
Gubernamentales (ONG) y estos “nuevos movimientos sociales” ligados a
ellas, entre los que vale la pena señalar al llamado movimiento “maya” y a
la facción culturalista (y etnocentrista) del mismo, con sus planteos
culturalista de diferenciación esencial respecto del grupo ladino. El
gobierno neoliberal de Arzú permitió que la cooperación internacional
sustituyera al Estado en su política de desarrollo económico, de modo que
las oenegés se ocupan de poner en escena simulacros de productividad
comunitaria, mientras el país carece de proyecto económico a corto,
mediano y largo plazo, pues el Estado corrupto se dedica sólo a buscarla
privatización de lo público y a sacar de pobres a los políticos de turno.
Mientras tanto, la sociedad civil se pelea entre sí por los financiamientos
internacionales, vedándose la oportunidad de presentar un frente unido
que impulse un proyecto de país para el futuro. Como consecuencia de
esto, Guatemala es el único país latinoamericano en el que la cooperación
internacional constituye un poder factico de injerencia foránea en asuntos
internos, el cual le marca el paso a los débiles y corrompidos poderes
institucionalizados.
El movimiento “maya” cobró auge debido a la conmemoración en
España y América Latina del Quinto Centenario del Descubrimiento de
América en 1992, hecho que también fue determinante en el
otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú, indígena
guatemalteca, militante del EGP (organización que promovió su
candidatura al premio), cuya familia fue asesinada por el Ejército. La
conmemoración sirvió para disparar el movimiento “maya” en sus
diversas variantes. Las comillas al escribir la palabra “maya” obedecen a
que ésta se refiere no a los mayas de la antigüedad sino a quienes se han
autonombrado así (pues sabemos que, como tales, los mayas dejaron de
existir en el siglo X). Esto, en el entendido de que un conglomerado que

109
quiera darse un nombre político para librar luchas tendentes a obtener
más poder, está en pleno derecho de hacerlo y, en tal sentido, el nombre
“maya” resulta tan legítimo como cualquier otro.
La variante del movimiento “maya” conocida como culturalista
propone que los indígenas (a los que llama genéricamente “mayas”) y su
cultura no han cambiado a lo largo de los siglos y que existe un
conocimiento secreto y esencial que pervive y que los legitima como
dueños del país, haciendo de los ladinos unos intrusos. Esto se conoce
como esencialismo etnicista, y es una posición intolerante que busca sólo
invertir en la medalla de la dominación étnica.
A lo largo de los años 90, el debate sobre estos asuntos llevó a un
debilitamiento de esta posición, llamada también multiculturalista, en
favor de una postura de dialogo interétnico e intercultural, haciendo del
mestizaje y del respeto a las diferencias el eje de la negociación
interétnica en marcha, la cual forma parte del proceso general de
democratización por el que empezó a transitar el país con el retiro de los
militare del control de Estado. A partir de principios del siglo XXI, sin
embargo, los criterios multiculturalistas de las agencias internacionales
de financiamiento se impusieron y, ahora el esencialismo etnicista se
manifiesta en los cambios del sistema educativo, especialmente en el
llamado Currículo Nacional Base, en el cual Guatemala aparece dividida
en cuatro pueblos diferenciados y sin asomo de mestizaje alguno: el
“maya”, el xinca, el garífuna y el ladino. Como si nuestra multiculturalidad
fuera químicamente pura y no hubiera habido un largo y conflictivo
proceso de mestizajes biológicos y culturales.
El proceso de democratización, después de más de 30 años de
conflicto armado, ha sido difícil. Gobiernos civiles supuestamente
progresistas han caído en la corrupción y la ineptitud, hundiendo al país
en el caos político y en un agudizamiento profundo de la pobreza. Es así
como Guatemala finaliza el siglo XX y entra en el siglo XXI atada al
autoritarismo militarista y a una cultura de la intolerancia históricamente
formada, y cargando el peso muerto de una clase política corrupta y una

110
oligarquía cuya a la más moderna participa del dogma derechista del
fundamentalismo mercadológico, es decir, de dejar todo a las leyes del
mercado, de privatizarlo todo y de empequeñecer el Estado para que la
llamada iniciativa privada se adueñe de todos los servicios sociales: la
salud, los transportes, la educación, etc. La dirigencia de la izquierda
(URNG) por su parte, apoyó este estado de cosas porque eso era parte de
lo pactado con los militares en los acuerdos de paz de 1996 y porque sus
miembros buscaban el poder presidencial. Derechas e izquierdas cierran
un siglo y abren otro, asociadas en el negocio de la política, aunque en
pocos años la izquierda queda anulada por sus contradicciones internas y
las competencias desleales entre sus dirigentes, algunos de los cuales han
cambiado de bando y pasado a cerrar filas con los militares y la derecha, a
mediados de la segunda década del siglo XXI, lo que queda de la izquierda
tradicional es un conjunto de individuos dispersos, incapaces de formular
un proyecto nacional-popular y, sobre todo, de agruparse en un
movimiento unitario. La herencia de la derrota pesa sobre ellos como una
maldición.
Mientras tanto, nuevas fuerzas se preparan para continuar el
proceso de democratización local en el marco de una lucha en contra de la
globalización en clave neoliberal, y por una regulación más humana de los
intercambios internacionales y de las relaciones entre capital y trabajo en
lo local. Los índices de desarrollo humano con los que Guatemala cierra el
siglo viejo y abre el nuevo son terribles. Estamos muy atrasados en salud,
educación, empleo y calidad de vida. A mejorar esto es a lo que la
juventud consciente debe abocarse: a una lucha cívica constante por
democratizar la política, la economía y la cultura de nuestro país.
Para ello, es necesario que los tres poderes que constituyen el pilar
de la democracia política: el Legislativo (Congreso), el Ejecutivo
(Presidencia) y la Judicial (Tribunales), así como las instituciones
encargadas de garantizar su buen funcionamiento: la Corte de
Constitucionalidad, el Tribunal Supremo Electoral y la Procuraduría de

111
los Derechos Humanos, funcionen sin corrupción interna. Es un deber de
todos nosotros, como ciudadanos, velar porque esto así sea.
También es nuestro deber velar porque las relaciones interétnicas
se democraticen. Lo cual no se logra mediante posturas que dividan a
indígenas y ladinos como dos culturas totalmente diferenciadas, sino
mediante una postura intelectualista que respete todas las formas
posibles de mestizaje que se dan entre nosotros, así como el derecho de
todos a practicar nuestras especificidades culturales, religiosas y
espirituales en un clima de respeto y comprensión mutuos.
En Guatemala todos somos mestizos: los son los ladinos, los
indígenas, los “mayas” e incluso quienes dicen que son “blancos”. Lo que
pasa es que nuestro mestizaje es múltiple, diferenciado y variable; por eso
se renueva. No es uno solo, y por eso a menudo cuesta aprehenderlo. Pero
es innegable que el denominador común de la multietnicidad
guatemalteca es el mestizaje, ya que aquí nadie puede alegar “pureza”
cultural o biológica, sobre todo tomando en cuenta que, de acuerdo con
autorizados estudiosos de Mesoamérica, desde el siglo XVIII dejaron de
existir los “indios puros”. De ese mestizaje complejísimo es que nuestra
cultura extrae su riqueza y esplendor. Si nos sentimos orgullosos de
nuestra cultura, estaremos orgullosos de nuestro mestizaje. Y eso implica
valorar la igualdad de condiciones al componente precolombino e
indígena actual, y al componente europeo de nuestra identidad mestiza.
Si logramos hacer esto en nuestro fuero interno, estaremos forjando
un tipo de guatemalteco con una alta autoestima, orgulloso de ser como
es, y listo para superar los problemas que actualmente tiene el país, a fin
de empujarlo con decisión hacia el futuro.

Que así sea.

Fin de la Breve Historia Intercultural de Guatemala

112
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