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Diversidad

de identidades
y roles de género.

Imagen de cubierta: Persona del tercer género, hijra, alrededor de Calcuta (India).
Diseño de Ángel Espinosa y Nacho Reina sobre una fotografía de José Luis Mejías.
Diversidad
de identidades
y roles de género.

Andrés Gutiérrez Usillos


Coordinador

Museo de América, 22 de junio-24 de septiembre de 2017


ÍNDICE

El valor de la TRANSgresión

Jesús Generelo. Presidente de la FeLGTB.

Presentación

Andrés Gutiérrez Usillos. Coordinador. Museo de América.

PRIMERA PARTE

1. DEFINIENDO CONCEPTOS

1.1. Identidades........................................................................................................... 20
Niurka Gibaja Yábar. Coordinadora de Trans Cogam.

1.2. Infancia transexual.


Apuntes desde la experiencia en acompañamiento................................. 23
Saida García Casuso. Vicepresidenta de la Asociación Chrysallis.

1.3. Reflexiones en torno a la clasificación “biológica


y cultural” de los sexos...................................................................................... 27
Andrés Gutiérrez Usillos. Museo de América.

1.4. Transculturalidad y órdenes sociosexuales en América........................ 38


Águeda Gómez. Universidad de Vigo.

1.5. Una aproximación a las identidades trans no binarias


en la infancia, adolescencia y juventud....................................................... 48
Pau Eloy-García. Fundación Daniela.

1.6. Revisitar las colecciones: museos y transgenerismo............................... 54


Liliane Cuesta. Museo Nacional de Cerámica
y Artes Suntuarias “González Martí”.
2. UN PASADO TRANSFORMADO Y LAS REALIDADES DEL “OTRO”

2.1. La delicada frontera entre los sexos en la antigua Grecia....................... 66


Margarita Moreno Conde. Museo Arqueológico Nacional.

2.2. La mirada indiscreta. Transgénero, mitología y arte


en la Edad Moderna........................................................................................... 82
Francisco Montes González. Universidad de Granada.

2.3. Diversidad de género. Ritos de paso de pubertad en tribus


de Grandes Llanuras y del Suroeste de Norteamérica.............................. 98
Beatriz Robledo Sanz. Museo de América.

2.4. De siamesas y matrimonios: tras la simbología del género


y la identidad sexual en la iconografía de las culturas
precolombinas de la costa ecuatoriana........................................................ 108
María Fernanda Ugalde. Pontificia Universidad Católica
del Ecuador. Quito.

2.5. “Transgéneros” en la costa ecuatoriana: una historia del presente


evanescente........................................................................................................... 119
O. Hugo Benavides. Fordham University. Nueva York.

2.6. Transexualidad en la América indígena a través


de las crónicas históricas: de la falta de comprensión
de otras realidades a la transfobia................................................................. 124
Andrés Gutiérrez Usillos. Museo de América.

2.7. Sobre algunas formas de sacerdocio entre las poblaciones


indígenas de las islas Filipinas. Una mirada desde la Etnohistoria..... 136
Miguel Luque Talaván. Universidad Complutense de Madrid.
3. REPRESENTACIONES.
LA VISUALIZACIÓN “TRANS” EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO

3.1. Una genealogía trans*. Siglo XX....................................................................... 142


R. Lucas Platero y María Rosón. Investigador independiente y
Universidad de Valencia.

3.2. Cine y transgénero en los primeros años de nuestra democracia....... 150


Alejandro Melero. Universidad Carlos III de Madrid.

3.3. “Trans-vestismo” e inversión de roles en la fiesta del carnaval


a través de la pintura de Evaristo Valle........................................................ 156
Alicia Vallina Vallina. Conservadora de Museos.

3.4. Tida Wena. La comunidad trans del Delta del Orinoco....................... 168
Álvaro Laiz. Fotógrafo.

3.5. Flores de Guiechachi. Un trabajo fotográfico


sobre las muxes en Oaxaca.............................................................................. 171
Nuria López Torres. Fotógrafa.

3.6. Vera y Victoria..................................................................................................... 176


Mar Sáez. Fotógrafa.

3.7. Identidad Oculta: la destreza de interpretar un papel


trans en el teatro kabuki................................................................................... 178
Matilde Arias. Grupo de Investigación ASIA.
4. VIVIENDO LA REALIDAD TRANSGÉNERO

4.1. La reforma de la Ley 3/2007 y el derecho a la propia identidad:


una historia de lucha y resistencia TRANS................................................. 190
Carla Antonelli. Activista Transexual. Diputada
del Grupo Socialista en la Asamblea de Madrid.

4.2. Situación actual de las personas trans en nuestra sociedad.


Discriminación, estigma y patologización de las identidades
trans, y la importancia de la capacitación de los profesionales
sociosanitarios.................................................................................................... 194
Isidro García Nieto. Trabajador social y sexólogo
y gerente de Fundación Daniela.

4.3. Contribución de las personas transexuales a las artes,


la industria y la tecnología. La persona transexual como
fuerza de trabajo creativa................................................................................ 202
Amanda Azañón. Dinamizadora del grupo
de políticas transexuales de FELGTB.

4.4. Entre dos fronteras............................................................................................. 206


Mané Fernández Noriega. PortavozT de la FELGTB.

4.5. Venezuela: un estado de negación frente a la realidad trans................ 208


Tamara Adrián (Adrián & Adrián, Abogados consultores).

4.6. Derechos recortados: ser migrante y trans y, además, parecerlo........ 211


Raquel Osborne. Universidad Nacional de
Educación a Distancia (UNED).

4.7. Identidades trans, retos de futuro................................................................. 219


Mar Cambrollé. Presidenta de la Asociación de Transexuales
de Andalucía-Sylvia Rivera y de la Plataforma por los Derechos Trans.
SEGUNDA PARTE

Andrés Gutiérrez Usillos. Coordinador. Museo de América.

1. CUERPOS GENITALES.
LA COMPRENSIÓN CULTURAL DEL GÉNERO............................. 226

2. DUALIDAD SEXUAL.
DE DIOSES A MONSTRUOS.............................................................. 247

3. IDENTIDADES TRANSFORMADAS.
EL RECONOCIMIENTO DEL GÉNERO
A TRAVÉS DE LA IMAGEN................................................................ 274

4. GÉNERO ASIGNADO, GÉNERO SENTIDO.


TRANSEXUALIDAD INFANTIL........................................................ 288

5. “OTRAS” REALIDADES TRANS....................................................... 306

6. TRANSFORMACIÓN PERFORMATIVA.
ARTE, TEATRO, DANZA, MÚSICA................................................... 351

7. TRANSGÉNERO SAGRADO Y CHAMANISMO.............................. 377

8. TRANSGÉNERO PERSEGUIDO.
INTOLERANCIA E INTRANSIGENCIA EN TORNO
A LA DIVERSIDAD DE GÉNERO Y SEXUAL.................................. 390

BIBLIOGRAFÍA........................................................................................ 429
02
UN PASADO TRANSFORMADO
Y LAS REALIDADES DEL “OTRO”

2.1. La delicada frontera entre los


sexos en la antigua Grecia
Margarita Moreno Conde
Museo Arqueológico Nacional

Adentrarse en el caleidoscópico mundo de la se- Dentro de este paradigma, podríamos pensar que
xualidad en la antigua Grecia implica despojar- las fronteras entre los sexos están perfectamente
se de la terminología actual que intenta cernir la dibujadas. Pero, ¿qué sucede cuándo nos detenemos
complejidad de la construcción sexual y de género en los puntos de sutura de esta estructura aparen-
del individuo multiplicando las etiquetas, ya que temente dicotómica?, ¿se desliza en algún momen-
el sexo no se erige nunca como una categoría de- to lo femenino hacia lo masculino y lo masculino
finitoria per se (Sebillote Cuchet, 2008) sino que es hacia lo femenino? Trataremos de adentrarnos en
un elemento más en la construcción ciudadana. esos intersticios donde cambios de identidad, tra-
La cultura griega y más concretamente la ate- vestismo o afeminamiento son más frecuentes de
niense, pivota en torno a un sistema de contra- lo que cabría esperar.
rios donde el varón se erige en modelo frente al
animal, al bárbaro y a la mujer que encarnan los Cuando se observan detenidamente las fuentes
contramodelos natural, cultural y social respecti- antiguas, llama la atención el elevado número de
vamente. Sin embargo, en este sistema de pensa- casos de cuerpos que mutan, pasando del “sexo fe-
miento en apariencia rígido, la alteridad va a jugar menino” al “masculino” o viceversa, si bien es cier-
un papel excepcional, pues la capacidad de bascu- to que los primeros son los más frecuentes. Así, a
lar hacia “lo Otro”, con la consiguiente pérdida de Faetusa de Abdera le habría nacido barba y todo su
identidad, estará siempre presente. Dentro de esta cuerpo se habría masculinizado al partir su mari-
óptica, la mujer, al encarnar el contramodelo más do Piteas y algo similar le habría ocurrido a Nano,
cercano, simboliza quizá, más que los otros dos, el mujer de Górgipos (Hipócrates, Epidemias, 6, 8, 32).
miedo a la alteridad, de ahí que uno de los grandes A pesar de este cambio en su apariencia, ambas se-
temores del varón griego residiera en caer hacia guirán actuando como mujeres al frente de su casa
la feminidad. (oikouros) en ausencia de sus respectivos maridos,

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TRANS / DIVERSIDAD DE IDENTIDADES Y ROLES DE GÉNERO / PRIMERA PARTE

es decir, su cambio de apariencia no incide en la Siproites tras haber visto a Ártemis bañarse desnu-
construcción de su género (King, 2015). Tanto Pli- da (Antonino Liberalis, Metamorfosis 17) topos este,
nio (Historia Natural, 7, 4, 36) como Flegón de Trales el de ver lo prohibido, que en algunas ocasiones se
(4. 4-6) recogen también un importante número de resuelve con la metamorfosis del culpable, aunque
transformaciones de personas consideradas muje- no siempre conlleve un cambio de configuración
res en hombres como la de Aiteté, a la que el propio genital, como en el caso de Acteón, que será trans-
Flegón habría conocido, que cambió su nombre por formado en ciervo (Frontisi-Ducroux, 2006: 95-143;
el de Aitetos y siguió viviendo con su marido. Moreno Conde, 2011: 110-112). La hybris (desmesura)
del culpable conduce a la pérdida de la identidad, ya
Si en estos casos, el cambio de apariencia física no sea de género o de naturaleza.
conlleva un cambio de género, en otros sin embar-
go, la transformación es doble. Así, según Diodoro Sin embargo, la modificación de la identidad de gé-
de Sicilia (32,10), durante la ausencia de su marido, nero en el mito no siempre es respuesta a un cas-
Herais habría visto cómo le crecían órganos “geni- tigo, como demuestran las leyendas de Kaineus y
tales masculinos” de un tumor en la base del abdo- Tiresias. La leyenda de Kainé/Kaineus es conocida
men. Tras el fracaso de los tratamientos médicos, ya desde época arcaica tanto por las fuentes litera-
Herais continúa viviendo como mujer, ocupándo- rias como por la iconografía, que solo parece haber-
se de la casa. Al volver su marido, la joven rechaza se detenido en los momentos que rodean su muerte
mantener relaciones sexuales con él, pues implica- (Laufer 1990). Según algunas versiones, Kaine, hija
ría desvelar su secreto, lo que da lugar a un litigio de Élatos, rey de los Lapitas, es violada por Poseidón
que se resuelve ante la asamblea. Herais se desnu- y pide al dios, a cambio de su virginidad perdida, que
da ante los jueces desvelando así la naturaleza del la convierta en un hombre invulnerable para que
prodigio. Tras esta exposición, la joven cambió su nunca nadie más pudiera dañarla. Durante las bo-
nombre por el de Diofantes, sus ropas de mujer por das de Peiritoo e Hipodamia, habría tomado parte
las de hombre y sirvió en la caballería del rey1. Es- del feroz combate que se desencadena entre Lapitas
tos cambios, que por lo general se asocian a proble- y Centauros cuando estos tratan de violar a las mu-
mas fisiológicos, y que eran considerados prodigios jeres. Los Centauros le atacan lanzándole ramas de
(thaumata) no implicaban en el mundo griego nin- pino, incapaces de herir el cuerpo impenetrable de
gún tipo de juicio, ni de alienación para el individuo Kaineus, pero consiguen vencerle arrojando sobre
que los experimenta y que seguía evolucionando él bosques y roquedos, enterrándole vivo. Tras su
en la sociedad tras su cambio de género. muerte, habría recobrado su forma anterior o habría
sido transformado en un pájaro de plumaje de fuego
Pero, estos cambios no solo obedecían a razones (Ovidio, Metamorfosis 12, 522 ss). Si la transformación
médicas. En el plano del mito, puede ser el resulta- de Kainé no parece haber hallado eco en el registro
do de un castigo divino, como le sucedió al cretense iconográfico (Laufer, 1990), si lo hará su muerte, ya

1 Diodoro cuenta también el caso de la pequeña Calo, huérfana de padre y madre que habría nacido sin vagina. Tras caer gravemente
enferma una vez casada, un médico consiguió extraer órganos masculinos del tumor que la afectaba. Tras la operación, la joven Calo
cambió su nombre por el de Calón, abandonando sus quehaceres femeninos y viviendo como varón, no sin haber sido previamente
juzgada pues, como mujer, había sido sacerdotisa de Deméter y por lo tanto, visto cosas prohibidas a los hombres, secretos que su nueva
naturaleza traicionaba ahora.

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MARGARITA MORENO CONDE

desde el siglo VII a. C.,2 y gozará de gran popularidad irritada al ver desvelado el secreto de las mujeres,
desde la época arcaica en la iconografía cerámica, le habría castigado con la ceguera. Zeus, en com-
donde entre otros, aparece representada en torno al pensación, le habría otorgado el don de la profecía
570 a. C. en el célebre Vaso François (Florencia, Mus. y de la longevidad. El recorrido vital de Tiresias es
Archeo. 4209) verdadero epítome de los más tras- uno de los más complejos del imaginario griego y
cendentales mitos arcaicos. Como vemos, la nueva probablemente encarne, mejor que cualquier otra
identidad de género, lejos de ser un castigo, dota a figura, la capacidad de transitar por todas las esfe-
Kainé/Kaineus de poder (Bremmer, 2015). ras, incluida la de los sexos y por lo tanto de ateso-
rar sabiduría.
Detengámonos ahora en Tiresias. Calímaco re-
coge en el Baño de Atenea cómo el joven cazador Detengámonos ahora en la figura del andrógino o
sorprendió el baño de Atenea. La diosa, irritada, le “hermafrodita” (intersexual), términos que, por lo
privó de la vista pero, tras la intercesión de la nin- general, suelen funcionar como sinónimos en el
fa Cariclo, madre del joven, Atenea le dota del don mundo griego. El célebre mito de las mitades com-
de adivinación que habrá de conservar incluso más plementarias del Banquete de Platón (189E-191 D-E)
allá de la muerte. Tiresias3 se convierte así en uno de postula la existencia, en el origen de los tiempos,
los más célebres adivinos de la antigua Grecia, ca- de tres tipos de seres esféricos: el masculino, el fe-
paz de indicar a Ulises los peligros que le acechan a menino y el andrógino, cuya desmesura les llevó a
su vuelta a Ítaca (Odisea, XI) o de revelar a Edipo sus ser divididos por la mitad por el padre de los dioses.
crímenes. Un día, Tiresias encontró en su camino División que explicaría a su vez las tres atracciones
a dos serpientes acopladas y al intentar separarlas eróticas que puede experimentar el ser humano
con su bastón, hirió a una de ellas, transformándose pues, desde entonces, buscan su otra mitad para vol-
acto seguido en mujer. Siete años más tarde, volvió ver a ser uno, bajo el impulso erótico presidido por
a encontrarse con las mismas serpientes y al repetir Eros (Boehringer, 2011: 117-119). Así, entre los varo-
el mismo gesto, recobró su apariencia masculina4. nes y las mujeres, resultado de la escisión de la esfe-
Durante su vida como mujer habría concebido a su ra andrógina inicial, se encuentran la mayor parte
hija Manto o habría sido una célebre prostituta. de los adúlteros; las mujeres, resultado de la esfera
femenina inicial, no se interesan por los hombres
Por su parte, Ovidio en sus Metamorfosis (III, 323) pero pueden llegar a convertirse en hetaïristrai, es
recoge que, un día en que Hera y Zeus se disputa- decir mujeres cuyo erotismo se inclina hacia las
ban sobre el placer amoroso convinieron en acudir mujeres (Boehringer, 2007: 109-119). Mientras que,
a Tiresias ya que había transitado por ambos sexos. los varones creados de la escisión de la esfera mas-
Tiresias habría respondido que en el acto sexual la culina inicial serían los mejores pues sus relaciones
mujer obtendría más placer que el hombre. Hera, revierten en la polis y se preocupan de su gobierno.

2 Donde aparece figurada en un relieve de bronce (Olimpia, Mus. BE 11 a). En todas las representaciones Kaineus aparece por lo general
cubierto por la panoplia hoplítica siendo el esquema más frecuente el del héroe flanqueado por dos Centauros que le atacan con ramas
de pino o piedras mientras que Kaineus se defiende de pie ante ellos, en ocasiones, con parte de su cuerpo ya enterrado anticipando así
su muerte inminente. http://www.beazley.ox.ac.uk (Decoration Description: KAINEUS) [1 de marzo de 2017].
3 Los documentos iconográficos, muy escasos, solo retienen su papel como mantis (Zimmermman, 1997).
4 Según otras versiones habría herido a la serpiente hembra lo que condujo a su transformación en mujer y siete años después a la
serpiente macho tras lo que recobró su forma.

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TRANS / DIVERSIDAD DE IDENTIDADES Y ROLES DE GÉNERO / PRIMERA PARTE

Imágenes 13a y 13b. Hermaphroditos. Museo Nacional Romano Palacio Maximo. Fotografía de A. Gutiérrez, 2012.

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MARGARITA MORENO CONDE

El discurso parece dejar patente la superioridad de cita la unión heterosexual reglada (Sebillotte-Cu-
estos al poner el acento en la supremacía del varón chet, 2012: 122-128). No hay que olvidar que, de las
ciudadano por encima de cualquier otra categoría5. tres célebres esferas platónicas, la del andrógino
es aquella que da seres que se unirán en uniones
Más allá del aspecto conceptual, el mito va a crear heteroeróticas. ¿Frente a la imagen que dibujan las
la figura de Hermafroditos, ser que reúne am- fuentes escritas del “hermafrodita” y más concre-
bos sexos y que no aparece designado como hijo tamente de Hermafroditos, qué aspectos retiene
de Hermes y Afrodita hasta el siglo I a. C. (Diodo- la iconografía? Esta parece querer plasmar la sor-
ro de Sicilia, IV, 6,5), donde es descrito como una presa del doble género, pero también la perfección
mezcla de hombre y mujer al compartir caracte- que rodea al hermafrodita en cuanto ser total que
rísticas de ambos y que se mostraría cada cierto aglutina ambos sexos. Se sirve para ello del cuerpo
tiempo a los hombres. Recordemos brevemente el masculino bello por excelencia, el del efebo, de por
mito tal y como lo recoge Ovidio (Metamorfosis IV, sí andrógino, ese cuerpo que es aún un “entre dos”,
285-388). La ninfa Salmacis, al ver a Hermafrodi- antes del nacimiento del vello facial, al que añadirá
tos, cae profundamente enamorada del joven pero el pecho femenino. De los distintos modelos que se
este la rechaza. Cuando creyéndose solo, Herma- crean (Ajootian, 1990; Cabrera, 2015)6, el que cono-
froditos decide bañarse en una fuente, Salmacis se cerá una mayor longevidad, desbordando las fron-
arroja al agua y le abraza intensamente mientras teras del mundo antiguo, será el del Hermafrodita
pronuncia el deseo de permanecer unida al joven recostado y dormido que juega mejor que cualquier
para siempre. Al salir del agua, Hermafroditos se otro con el dimorfismo. Imagen que precisaba ser
ha convertido en un ser bisexuado que maldice en- contemplada en derredor para aprehender el pro-
tonces a la Ninfa y pide a sus padres que todo aquel digio, mirada circular que quizás asuma mejor que
que se bañe en la fuente, pierda su virilidad. Muy cualquier otra, esa esfera del diálogo platónico, que
distinta es la versión de la leyenda que hallamos en encerraba y constituía ambas naturalezas, mascu-
la conocida como “Inscripción de Salmacis” halla- lina y femenina (imágenes 13a y 13b).
da cerca de Halicarnaso, en el santuario consagra-
do a Afrodita y Hermes y fechada hacia el final del Hermafroditos no será el único ser mítico instalado
siglo II a. C. Aquí, la Ninfa Salmacis habría criado en el juego de la ambigüedad. En la segunda mitad
a Hermafroditos a quien se atribuye la invención del siglo V a. C. va a construirse la imagen andró-
del matrimonio y el haber sometido las uniones gina de Dioniso, introduciéndose así una nueva es-
conyugales a la ley. Hermafroditos podría por lo tética (Shapiro, 2015: 287), un cambio de paradigma
tanto ser en Halicarnaso el dios que protege e in- que no será solo visual. Frente a la representación

5 Mientras que el pensamiento en torno al andrógino o a la esfera de las dos mitades masculinas es objeto de puntualizaciones y
explicaciones, no hay apenas comentario alguno sobre las mujeres producto de la esfera original femenino/femenino, salvo que se
sienten poco atraídas por los hombres y prefieren la compañía entre ellas, lo que pone una vez más en exergo el escaso interés que
despertaba el ámbito de la sexualidad y/o erotismo de las mujeres en la antigua Grecia. Cf. Boehringer, 2007; Moreno Conde, 2015.
6 Las primeras representaciones no son anteriores al siglo IV a. C. y en este momento se le representa realizando el gesto del anasyromenos
(el que muestra), pues se trata de figuras femeninas en terracota o mármol, que levantan su túnica para mostrar los órganos masculinos.
Algo más tarde, ya en el siglo III a. C. parece surgir un nuevo tipo en el que Hermafroditos, de pie, aparece desnudo o semidesnudo con un
manto ceñido a la cadera pero que deja ver los órganos genitales. Frente a las figuras aisladas, Hermafroditos aparece también en lucha
erótica o symplegma enfrentado a un sátiro.

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TRANS / DIVERSIDAD DE IDENTIDADES Y ROLES DE GÉNERO / PRIMERA PARTE

de época arcaica de un dios barbudo, en túnica larga, Como ya señalara Marie Delcourt, “dans la littératu-
se impone ahora el dios joven de cabello largo, an- re, hermaphrodite est une idée plutôt qu’une personne”
clado en una eterna juventud como vemos en la ico- (1958: 2), ¿qué sucede entonces cuando salimos de
nografía a partir del 420 a. C. Como señala Shapiro la esfera del mito? El ser andrógino8 será objeto de
(2015: 307), este cambio es reflejo de un nuevo ethos diferentes interpretaciones hasta llegar a la épo-
“celebrating an idealized, ca romana cuando es
romantic view of hetero- considerado algo “exó-
sexual love and marriage tico”, fuente de entrete-
at Athens that is absent nimiento (Aulo Gelio,
from the preceding era, Noches Áticas, 9, 4,15).
with its rather disenga- Su existencia obedecía
ged brides and grooms, desde causas médicas
on the one hand, and ero- a desórdenes compor-
tic coupling of erastes and tamentales. Por otra
erómenos on the other”. parte, y a pesar de que
Cambios que no son aje- las fuentes clásicas re-
nos a la gran mutación cogen la existencia de
experimentada por Ate- mujeres viriles, la an-
nas con el nacimiento de droginia era ante todo
la democracia, cuando la Imagen 14. Detalle del cántaro apulio de figuras una cuestión mascu-
mujer ciudadana empie- rojas. Madrid, Museo Arqueológico Nacional, lina (Sebillotte Cuchet,
za a gozar de una mayor inv. 1972/65/3. © Museo Arqueológico Nacional, 2012) que designa en
Fotografía de Alberto Rivas Rodríguez.
visibilidad y que explica la mayor parte de los
también la profusión de casos a un hombre afe-
vasos propios de la boda minado9, con una con-
como lutróforos y lebetas nupciales o la eclosión de notación claramente peyorativa (Herodoto, 4, 67).
los amores de Dioniso y Ariadna presididos por la El andrógino encarna entonces la falta de andreia
figura de Eros. Algo similar sucederá con la figura en cuanto virilidad construida socialmente. Pero
de este último (Hermary et al., 1986) fundamental- el andrógino no siempre fue visto así y las fuen-
mente en el ámbito suritálico al adoptar a partir del tes antiguas permiten pensar que la capacidad de
siglo IV a. C. una apariencia más femenina o inclu- aglutinar ambas naturalezas le hicieron ser consi-
so quizá rasgos intersexuales7 (imagen 14). Frente al derado en algunos momentos como un mediador
Eros homoerótico es también el heterótico el que es con la esfera divina, como en el caso de los Enarei,
ahora celebrado. adivinos escitas andróginos (Herodoto, IV, 67) o un

7 Hermary et al., niegan los posibles rasgos hermafroditas como la representación del pecho y lo atribuyen a la falta de pericia del pintor
(1990: 940).
8 El término será también empleado para referirse a los sacerdotes de Attis y de Cibeles, los Galos que se emasculaban según algunas
fuentes (Luciano, La diosa siria, 41-43 y 51-52).
9 Bajo el término androgynos y junto a hermafrodita aparecen englobados otros como, anandros (sin virilidad), asthénon (sin fuerza), o
malakos (tierno) y es también asimilado entre otros al eunuco. Para las fuentes, Sebillotte-Cuchet, 2012: 104.

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MARGARITA MORENO CONDE

ejemplo más de la diversidad sexual o de la fluidez círculo y recibe su afecto. Apolo, celoso, infunde en
de género, como en algunos tratados médicos (Hi- la joven la idea de bañarse en el río y ante la negativa
pócrates, Sobre el régimen, I, 28-29)10. En cualquier de Leucipo a desnudarse, las jóvenes se abalanzan
caso, el andrógino fascina y se moverá entre atrac- sobre él, desgarrando su túnica y descubriendo el
ción y rechazo11. Concebible en el mito, en el tiempo engaño, tras lo que le matan con sus lanzas. Apolo
de los mortales es alteridad ya que la bisexualidad persigue entonces a la joven Dafne que, dispuesta a
se convierte en sinónimo de asexualidad (Delcourt preservar su virginidad, pide ayuda a Zeus quien la
1958: 49). transforma en laurel (Parthenios, Erotika 15; Paus.
VIII, 20,2). En todos estos casos, los varones, ya sean
Frente a los “cambios de sexo” o a la reunión de am- dioses o héroes seducen a sus conquistas femeni-
bos, el travestismo se mueve en un registro bien nas como mujeres y es justamente su apariencia lo
distinto, el de la apropiación del código vestimenta- que les abre las puertas de su intimidad13. En todas
rio y actitudinal del Otro mediante la mímesis. Los estas leyendas podemos leer en filigrana la philia
escenarios serán ahora múltiples. Como no podía que puede tejerse entre mujeres e incluso una in-
ser de otra manera, los primeros que recurren a él versión de roles de género, puesto que en el caso de
son los dioses, en la medida en que tienen la capaci- Leucipo, este halla la muerte a manos de las jóvenes
dad de asumir y de transitar por todas las formas12. que le matan como varones, a lanzadas.
Esta estratagema se sitúa entonces del lado de la
apaté (engaño). Aunque en algunas ocasiones son Pero más allá del impulso erótico que recoge el
las diosas las que adoptan la apariencia masculina, mito, el travestismo podía convertirse en un recur-
como Atenea en la Odisea que convertida en Men- so eficaz ante determinados impedimentos socia-
tor acompaña a Telémaco, por lo general serán los les. Higinio se hace eco en sus Fabulas (274) del caso
dioses varones los que recurran a esta argucia para de la primera comadrona, la joven Hagnodice que
lograr sus fines eróticos (Delcourt, 1958: 18 y ss.), se habría disfrazado de hombre para poder estudiar
adoptando en ocasiones la apariencia de mujer. Así, medicina en un momento en que esta disciplina les
Zeus habría adoptado los rasgos de Ártemis para estaba vedada a las mujeres. Para lograrlo, se cortó
ganarse el favor de la joven Calisto, una de las vír- el cabello y se cubrió con la túnica masculina y así
genes que acompañaba a la diosa en la caza y po- se instruyó con el médico Herófilos. Como las em-
der así unirse a ella (Boehringer, 2007: 71-88; 2009: barazadas eran reacias a que un hombre las asistie-
42-44; Moreno Conde, 2011: 112-113). Pero también ra en el parto, vencerá sus reticencias al despojarse
los héroes, como Leucipo, que enamorado de Daf- de sus ropas y mostrarse desnuda ante ellas. El resto
ne, decide ganarse los favores de la joven tomando de sus colegas de profesión no tardó en elevar sus
la apariencia de una mujer. Se introduce así en su protestas, acusando a Hagnodice, al que creían va-

10 Para un análisis pormenorizado de ambos casos, Sebillotte-Cuchet, 2012: 114-122.


11 La lectura del hermafrodita como monstruo se habría mantenido para la medicina renacentista y moderna, King, 2015: 253-255.
12 Es en particular el caso de Dioniso, dios a las mil formas (myriómorphos). Podemos recordar aún las palabras de Ulises en la Odisea (XIII,
312-313): “¿Cómo diosa Atenea podrá conocerte el mortal que te encuentre, por experto que sea? Pues puedes parecerte a todo”.
13 En este sentido es interesante destacar el simpulum de plata hallado en Cullera (Valencia) y fechado hacia 250-300 d. C. un excepcional
documento iconográfico, en donde Zeus, bajo los rasgos de Ártemis, enlaza a Calisto en presencia de Eros (Balty, 1990; Boehringer, 2007:
81-82 y fig. 2; 2009: 43, fig. 1; Moreno Conde, 2011: 113, fig. 7). En la actualidad se conserva en el Petit Palais, Musée des Beaux-Arts de la Ville
de Paris. http://parismuseescollections.paris.fr/fr/petit-palais/oeuvres/casserole-simpulum [10 de marzo de 2017].

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rón, de seductor y corruptor de mujeres, acusación El travestismo es también estratagema. El joven


ante la que tuvo que defenderse ante los jueces en Astygités habría vengado la muerte de su hermana
el Areópago. La joven debe nuevamente mostrarse Aspalis, que se suicidó antes de dejarse violar por el
desnuda para refutar las calumnias vertidas. Tras la tirano de su ciudad, al disfrazarse con sus ropajes y
intervención de las mujeres en su favor, la ley, nos matar con su espada al culpable (Antonino Libera-
dice Higinio, fue modificada y, a partir de entonces, lis Metamorfosis XIII). En numerosas ocasiones aún
las mujeres atenienses pudieron ejercer como co- se convierte en recurso bélico como en el conflicto
madronas. que opuso a Atenas y Megara por Salamina (Plu-
tarco, Solon, VIII, 4-6) o a espartanos y mesenios
Pero también metáfora de dominación cuando se durante la Primera Guerra de Mesenia (Pausanias,
convierte en el instrumento de una sutil vengan- IV, 4,2) donde los jóvenes guerreros se disfrazan de
za. Es el caso de la historia 14 de Parsondés y Nána- muchachas para confundir al enemigo y vencerle15.
ros recogida en las Persika del médico Ctesias de
Cnido, activo a principios del siglo IV a. C. (Sebillo- Pero el ámbito por excelencia en el que se inscriben
tte-Cuchet, 2011, 2012: 107-108). El persa Parsondés los travestismos es el de los ritos de paso, colectivos
habría acusado a Nánaros de llevar una conducta o individuales. En la medida en que la iniciación se
inapropiada para un gobernante, por su amor al inserta en un espacio liminal donde se desdibujan
lujo y los placeres, solicitando al rey que lo aparta- los límites, el travestismo halla aquí toda su lógica.
se del poder. Nánaros se venga y tras hacerse con Así, es frecuente en los rituales de inversión pro-
Parsondés, indica a uno de sus eunucos que le de- pios de aquellas festividades que podrían ser in-
pile, exfolie, maquille, peine sus cabellos como una terpretadas como carnavales. Es el caso de las Hy-
mujer y le bañe dos veces al día, untándole después bristika celebradas en Argos, en honor de la poeta
con yema de huevo, además de enseñarle a can- Telesila, que a la cabeza de un batallón de mujeres
tar y tañer la lira y la cítara. Poco tiempo después, habría defendido su ciudad, sitiada por las tropas
nada queda de la apariencia masculina de Nánaros espartanas (Plutarco, Moralia, Virtudes de mujeres,
que se convierte en un individuo afeminado (gy- 4)16. En ellas las mujeres portaban túnicas cortas y
naikodes) que destaca por su seducción en el arte de clámides mientras que los hombres se vestían con
la música sobre el resto de sus compañeras cuan- peplo y velo. Como también es el caso en aquellos
do amenizan los banquetes de Parsondès, hasta el tránsitos entre las distintas etapas de la vida como
punto de despertar el apetito erótico de uno de los el nacimiento, la salida de la adolescencia, la boda o
comensales. la muerte, oscilando tanto hacia la esfera masculi-
na como la femenina. Podemos recordar la leyenda
La naturaleza humana es dúctil, posee una capa- del cretense Leucipo (Bremmer, 2015: 269). Lam-
cidad inherente de transformación, con indepen- pros habría ordenado a su mujer Galatea, embara-
dencia del sexo asignado en el nacimiento. zada, que expusiera al recién nacido si se trataba

14 Aunque improbable en suelo griego, esta historia era sin embargo perfectamente verosímil para un oyente heleno al hacer intervenir a
persas y babilonios a los que prestaban un concepto de la masculinidad (andreia) muy distinto al suyo.
15 Para otros ejemplos, Gherchanoc 2003/2004: 771, n. 213.
16 Sobre estas fiestas, Gherchanoc, 2003/2004: 781-782.

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MARGARITA MORENO CONDE

de una niña 17. Incapaz de cumplir las órdenes de su dría ser tomada sin él y sabedora de la muerte que
marido, Galatea viste a la recién nacida como a un esperaba a su hijo si participaba en la expedición, su
niño y la educa como tal. Cuando Leucipe alcanza madre Thetis lo confía a su abuelo materno, el rey
la madurez y ante el temor de que se descubriera el Licomedes, en cuya corte, en Esciro, Aquiles habría
engaño, acude al santuario de la diosa Leto y le su- de crecer desde los nueve años disfrazado de niña.
plica que transforme a su hija en un joven, a lo que la El travestismo no es más que ficción que resaltará
diosa accede. Leucipe se convierte entonces en Leu- en su momento la areté del héroe, ya que cuando
cipo, un hermoso joven que puede retirar la túnica Ulises venga a buscarle y haga sonar la trompeta,
que le cubre y exhibir su masculinidad. Desde en- su naturaleza profunda le hará elegir las armas y
tonces, los habitantes de Festo sacrifican en la fiesta partir a la guerra donde le espera su destino.
de las Ekdysia a Leto Phythia que hizo que nacieran
“órganos genitales masculinos” a la joven18. Más allá También la boda es escenario privilegiado del tra-
de su naturaleza etiológica, esta leyenda nos per- vestismo. Si en Esparta a la joven esposa se le afei-
mite entrever la visión predominante en el mundo taba la cabeza y se la vestía con ropas masculinas
griego antiguo sobre cómo el género se construye, antes de acostarla en una habitación a oscuras,
la vestimenta y la educación parecen modelar a la donde habría de encontrarse con su esposo en la
Leucipe-niño, el exterior al interior. noche de bodas (Plutarco, Licurgo, 15, 5), en Argos,
la novia se pondrá una barba postiza (Plutarco,
El paso a la adolescencia será otro de los momentos Virtud de las mujeres, 245) mientras que en la isla
en los que el travestismo adquiere un papel desta- de Cos es el marido el que se disfraza de mujer
cado19. Es el caso del héroe Aquiles20. Tras el vatici- (Plutarco, Quaest. Graec. 58)21 . O aun la muerte, así
nio del adivino Calcas según el cual Troya no po- en Licia los varones se disfrazaban de mujer en el

17 El recurso a ocultar el género del recién nacido puede en otras ocasiones ejercerse al contrario, como en el caso de Dioniso. Según
Apolodoro (III, 28), Zeus habría confiado a Hermes al pequeño Dioniso, nacido de su muslo, tras la muerte de Semele, para que lo
entregase a Ino y Atamás que debían criarlo como niña con el fin de escapar a la ira de Hera. Ésta al descubrir el engaño castigará con
la locura a los padres adoptivos. Nonos de Panópolis se detiene en las Dionisiacas (XIV, 143-167) sobre la apariencia y los gestos que debe
adoptar Dioniso para burlar la cólera de Hera.
18 Este mito explicaría las ceremonias que intervenían en Creta al final de la iniciación masculina previa a alcanzar la edad adulta y
a contraer matrimonio, en la que los jóvenes se desprenderían de la vestimenta femenina, materializando así la ruptura definitiva
con la infancia y su madurez sexual. Ovidio (Metamorfosis 9, 666-797) recoge otra versión que hace intervenir a la diosa Isis, quien es
ahora la garante de la transformación de Iphis, que puede así casarse con Ianthé. Para las principales interpretaciones de estas fiestas,
Gherchanoc, 2003/2004, p. 774, n. 226, donde la autora no observa rasgos de travestismo ritual. Sobre las posibles lecturas de la leyenda
de Iphis en clave de estructuras sexuales basadas en el dominio, Kamen, 2012.
19 Este tema ha dado lugar a una vasta literatura desde el trabajo fundador Henri Jeanmaire, Couroi et courètes. Essai sur l’éducation spartiate
et sur les rites d’adolescence dans l’Antiquité hellénique, Lille, 1939 o los trabajos de Claude Calame, Les chœurs de jeunes filles en Grèce
archaïque. Para la historiografía, Gherchanoc, 2003-2004.
20 Aunque ausente de la Ilíada, el mito es recogido ya por los poetas del Ciclo Troyano (Cipria F 19 Bernabé) y conocerá una extraordinaria
popularidad tanto en la literatura como en la iconografía (Bremmer, 2015: 271, Kosstaz-Deissmann, 1981) particularmente en época
romana, como lo pone de manifiesto el mosaico de la villa romana de La Olmeda (Palencia).
21 Según Plutarco, esta práctica se explicaba por el hecho de que, tras haber llegado maltrecho junto a algunos de sus hombres a la isla de
Cos, tras la Guerra de Troya, Heracles se habría enfrentado con los Méropes y para escapar de ellos se habría ocultado en casa de una
tracia disfrazado de mujer. Más tarde, tras vencer a sus rivales y ser purificado, se habría casado con la hija de Alciopos vestido con una
túnica femenina. Por esta razón el sacerdote de Heracles en Antimachia sacrifica vestido de mujer y los novios reciben a sus futuras
esposas con vestidos femeninos.

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TRANS / DIVERSIDAD DE IDENTIDADES Y ROLES DE GÉNERO / PRIMERA PARTE

duelo (Valerio Máximo, II, 6, 13; Plutarco, Consola- cia primera y conducir a la muerte, como lo pone en
ción a Apolonio, 22)22. evidencia el mito de Penteo que no aceptó el culto
de Dioniso. Disfrazado de mujer se ocultó en el bos-
Particularmente interesante ya que conlleva un in- que para espiar a las Ménades que, en su trance bá-
tercambio de roles sexuales, es la leyenda de Ónfale quico, van a confundirle con un cervatillo y a des-
y Heracles. Heracles, que debe expiar el asesinato pedazarle. Penteo es ante todo un transgresor que
de su anfitrión Ífitos, es comprado como esclavo por subvierte no solo el orden social que se construye
Ónfale reina de Lidia, quien le encarga eliminar a por la diferencia de sexos, sino que atenta como
los monstruos y malhechores de su reino. Seduci- hybristes contra el divino, pues mediante el subter-
da por su valor, le devuelve la libertad y tras unir- fugio del cambio de identidad accede a la contem-
se a él, habría concebido a Lamos o a Agelaos23. Las plación de aquello que está vedado a los mortales
fuentes clásicas, fundamentalmente a partir del (Gherchanoc, 2003/2004: 752-753). Pero este peli-
siglo I a. C.24, van a codificar esta relación de poder gro va más allá de la esfera del mito. En la medida
invertido, en la que el héroe se pliega a los dicta- en que el hombre libre y ciudadano ha de regirse
dos de una mujer mediante el intercambio de indu- por el ethos pues este revierte ante todo en la comu-
mentaria y de aquellos objetos que, por lo general, nidad, cualquier práctica que se aleje de éste será
codifican la identidad masculina y femenina. Así la interpretada como una desviación ante el modelo
reina se recubre con la leontea de Heracles o agarra y por lo tanto criticada 26. El sexo no es disociable en
la clava, mientras que este sostiene el huso. Aun- la antigua Grecia de la construcción del cuerpo y
que apenas si deja huella en la iconografía griega este a su vez de la ética que debe acompañarle (kalos
(Boardman, 1994; Dasen 2008) gana en importan- kai agathos). El cuerpo del ciudadano era considera-
cia a partir de la época romana como vemos en el do inviolable y las prácticas que atentaban contra
mosaico de Liria (Valencia) del Museo Arqueológi- este concepto, como la prostitución masculina pero
co Nacional de Madrid (imagen 15)25. también el exceso de ardor hacia las mujeres (gy-
naikomania), podían llegar a ser punibles (Shapiro,
Sin embargo, el travestismo oculta un peligro in- 2015: 292).
manente. Mientras que en los dioses es capacidad y
manifestación de su poder, en los mortales, cuando En esta construcción, y como ya hemos ido vien-
este no se inscribe dentro del ritual, instala el mun- do, todo parece jugarse además en el ámbito de la
do al revés, el no retorno. Revestir otra naturaleza imagen. El adulto ciudadano es reconocible por su
puede llegar a vulnerar en lo más profundo la esen- cabello corto y su barba, cualquier alteración de

22 Sobre la interpretación de este tipo de prácticas que en el fondo buscarían reforzar la virilidad de los licios ante los gestos del duelo:
(Gherchanoc, 2003/2004: 758, n. 131).
23 Diodoro de Sicilia, IV, 31, 5-8; Apolodoro, Biblioteca, II, 6, 3; II, 7, 8.
24 Ovidio, Heroidas 9, 55-120; Propercio. 3, 11, 17-20; Séneca, Hércules 371-377; Stacio, Tebaida 10, 646-649; Plutarco, quaestiones Graecae,
304c-e; Luciano, Hércules 79, 15, 2 y 59, 10.
25 El travestismo mutuo de Heracles y Ónfale podría responder tanto a esquemas iniciáticos como ser la respuesta latente del miedo a la
pérdida de identidad. Sobre estas lecturas: Wulff Alonso, F. “L’histoire d’Omphalè et d’Héraklès”, 103-120 y Bonnet, C. “Héraclès travesti”,
121-131, en Jourdain-Annequin, C. y Bonnet, C. (eds.) II Rencontres héracléennes, Héraclès, les femmes et le féminin. Actes du Colloque de
Grenoble, 22-23 octobre 1992, Bruxelles, Institut historique belge de Rome, 1996 ; Gherchanoc 2003/2004: 777-778.
26 En la medida en que la mujer griega no se construye en el espacio público, su sexualidad, más allá de la reproductiva, apenas si despierta
el interés de las fuentes antiguas, salvo aquellos casos, como el adulterio, en que puede fragilizar el orden ciudadano.

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MARGARITA MORENO CONDE

Imagen 15. Escena central del Mosaico de Liria (Valencia), Madrid, Museo Arqueológico Nacional,
inv. 38315 BIS. © Museo Arqueológico Nacional, Fotografía de Ángel Martínez Levas.

su apariencia traduce entonces una negación de lo “siendo hombre no habré de portar vestimenta de
que le constituye como tal, una merma en su mo- mujer” (Esbozos pirrónicos III, 24, 211). En la túnica se
deración (sophrosyne) y autocontrol (enkrateia). Pero combinan además de la antítesis de género, la del
también la vestimenta, las túnicas largas o colori- propio ethos del varón griego pues para éste conno-
das feminizan al hombre y son fuente de crítica. ta el lujo y la falta de moderación que caracteriza a
Los testimonios no faltan y se prolongan en el tiem- los pueblos de Oriente.
po. Podemos recordar las palabras que el médico y
filósofo Sexto Empírico, activo a finales del siglo II El hombre afeminado (kinaidos o katapygon) será
d. C., presta a Platón que acababa de recibir una tú- por lo tanto siempre fuente de crítica y este califica-
nica semejante, regalo del tirano Denis de Siracusa tivo servirá para desacreditar a contrarios y a ene-

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migos. Designará también al varón que desempeña De todo lo expuesto se dibuja en filigrana el silencio
el rol pasivo en las relaciones sexuales con un indi- sobre la mujer. Al no construirse en el espacio pú-
viduo de su mismo sexo, pues la sexualidad mascu- blico y ser siempre una eterna menor desde el pun-
lina ha de ser activa. En este sentido, las relaciones to de vista jurídico, su sexualidad está también en
homoeróticas entre ciudadanos y efebos, que se un segundo plano salvo que su conducta afecte a la
inscriben en el marco de la paideia aristocrática, no comunidad. La mujer en el mundo griego es artifi-
restan masculinidad a los primeros ya que los roles cio (pensemos en Pandora modelada por los dioses)
están perfectamente codificados27, el varón adulto mientras que el hombre aparentemente nace y se
(erastés-amante) y el adolescente (erómenos-ama- construye como ciudadano. Sin embargo, al menos
do). Dentro de las masculinidades, el kinaidos se en la comedia, también puede construirse al hom-
coloca en el extremo opuesto del hoplita (Lissarra- bre. Es el caso en la Asamblea de Mujeres, escrita en
gue, 2013), encarnación de la areté y de la andreia, el 392 a. C. donde las mujeres atenienses, encabeza-
excelencia y virilidad construidas en el autocon- das por Praxágora, deciden convencer a los hom-
trol. El varón afeminado es un hombre disminuido bres para que les cedan el gobierno de la ciudad, y
en aquellos valores que se asocian con la masculi- así, disfrazadas de hombres se cuelan en la Asam-
nidad, carece entonces de virilidad28 (ἄνανδος), de blea. El hombre es entonces manto, bastón, sanda-
vigor (μαλακός) y es calificado de cobarde (δείλος). lias laconias, cuerpo velludo y actitud de palabra.
La comedia 29 y concretamente Aristófanes han di- Son los elementos visuales y sonoros los que per-
bujado alguno de los mejores estereotipos, como miten el engaño (apaté), los sentidos los que crean
Clístenes o Agatón30 Tesmoforias (134-145; 191-192), ese reflejo equívoco al otro lado del espejo. Si la
adultos ataviados con vestimentas de mujer y que voz masculina construye a la mujer como artificio,
adoptan maneras femeninas, a los que se asocia cuando la voz la toma la mujer, asistimos al mismo
además un comportamiento homoerótico pasivo proceso, la polaridad se invierte32. Pero conviene
(Aristófanes, Ranas, v. 49 y 56). La mímesis afecta no olvidar que estamos en el espacio catártico del
tanto al código vestimentario como al compor- teatro que invita a la reflexión sobre los roles y la
tamental, así para ello no solo es completamente desviación de estos y donde quizás, Aristófanes de-
depilado, afeitado y vestido con ropas femeninas nuncie los estereotipos y alerte en el fondo sobre el
como una túnica de color azafrán31 o un sujetador, riesgo de imitar una naturaleza diferente que pue-
anuda sus cabellos y se calza como mujer sino que de conducir a la pérdida de la identidad, como ya
imita el comportamiento y el habla de estas. recogía Platón en la República (395d).

27 Sobre la dominación masculina en la antigua Grecia, Damet, 2012.


28 La virilidad en el mundo griego no está asociada, como en el mundo occidental actual, al hombre que multiplica sus conquistas sexuales,
sino más bien al contrario ya que el hombre dominado por sus impulsos sexuales, con independencia del género de su partenaire,
desatiende su faceta de hombre político y por lo tanto es objeto de crítica, pues antepone su placer individual a su función en la sociedad.
29 Sobre las lecturas del travestismo en la comedia y la profunda crítica que encierra esta práctica en Atenas: Gherchanoc, 2003/2004: 762-763.
30 Uno de los kinaidos por excelencia de la Atenas clásica será el dramaturgo Agatón, de cuya obra apenas se conservan más que algunos
fragmentos y al que Aristófanes caricaturiza por lo afeminado de su apariencia y su pasividad en las relaciones homoeróticas que
contravenían lo esperado de un adulto ciudadano, en la medida en que como recoge Platón (Banquete 193 B-C) Agatón, ya adulto,
continuó siendo el erómenos de Pausanias.
31 Esta prenda recibe en numerosas ocasiones el nombre de krokotos, por el hecho de estar teñida con azafrán (crocus sativus). Este color,
que abarca la gama del amarillo-anaranjado, era también sinónimo de lujo y por lo tanto remitía a Oriente (Plinio, Historia Natural 21,46).
Para un análisis exhaustivo del empleo del azafrán como tinte y de la significación de las prendas con él teñidas: (Benda-Weber 2014).
32 Sobre los signos externos que definen los códigos sexuales, Gherchanoc, 2003/2004: 743.

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MARGARITA MORENO CONDE

Conviene estar atento a la distancia que separa a caracteriza por cantar el lujo y los placeres de la vida.
la antigua Grecia de la sociedad occidental actual, Estos recipientes, ponen en escena a individuos con
como es el caso de todas las culturas que se sitúan largas barbas, propias de los varones, pero portando
“before sexuality”. La primera gran categoría que el cabello recogido en una mitra o un sakkos, largas
rige en la antigua Grecia es la de seres libres, hom- túnicas y parasoles, objetos todos ellos, asociados por
bres y mujeres que determina quienes pueden dis- lo general a la esfera femenina. Se acompañan ade-
poner de su propio cuerpo frente al resto. El concep- más de instrumentos musicales como el barbitón
to de eros y las prácticas de y de recipientes propios del
la sexualidad, fueron mucho banquete como el estamno o
más variadas y complejas la copa. Objeto de controver-
que lo que nuestro moderno sia (Miller, 1999 con biblio-
concepto de relaciones so- grafía anterior; Neer, 2002:
ciales sexuales puede llegar a 21; Parker, 2007: 321-323)
definir (Boehringer/Caciagli, probablemente se hagan eco
2015). No existe ningún equi- del komos anacreóntico, el
valente de la noción moder- festejo que rodea el banque-
na de sexualidad, fuera de la te, cuyos integrantes busca-
reproductiva que escanda la rían singularizarse frente al
vida de mujeres y hombres. resto de la esfera aristocráti-
Más allá se encuentra el im- ca recurriendo a la ambigüe-
pulso erótico, la fuerza de dad, al apropiarse de alguno
Eros ante la que los mortales de los marcadores de género
están inermes. En el mundo femeninos, “l’habit faisant le
griego, cultura altamente vi- sexe” como señala Ghercha-
sual , todo es imagen, repre-
33 Imagen 16. Estamno ático de figuras rojas. noc (2003/2004: 746).
Madrid, Museo Arqueológico Nacional, inv.
sentación de lo real. Todo se 11009. © Museo Arqueológico Nacional,
da a ver, si el tránsito por lo Fotografía de Antonio Trigo Arnal. En un mundo donde las
Otro, asumiendo su aparien- fronteras son permeables
cia, puede ser necesario para entre el espacio divino y el
mejor construir el yo, instalarse en lo Otro es con- humano, donde la propia naturaleza de las cosas
travenir la naturaleza propia y, más allá, fragilizar fluctúa y se puede fácilmente perder la forma –no
la norma social con la que el grupo se define. Cobran hay más que pensar en la innumerable cantidad
aquí una especial importancia, desde el punto de vis- de narraciones de transformación o metamorfosis
ta iconográfico, los llamados vasos anacreónticos34 que existen en el mundo griego– oscilar entre el
(imagen 16), que reciben su nombre del poeta lírico sexo masculino o femenino o transitar entre am-
Anacreonte, originario de Teos, instalado en Atenas bos no era sino una muestra más de ese mundo en
bajo la tiranía, en la corte de Hiparco y cuya obra se constante transformación impelido por Eros.

33 Lissarrague, 2013: 81-93; Gherchanoc, 2013: 203-216.


34 Este conjunto de vasos está recopilado en el Archivo Beazley, http://www.beazley.ox.ac.uk/, Decoration Description: ANAKREONTIC.

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