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E.E.

S N°3 5to COM


Profesor: Alcázar Fernando

Materia: Observatorio de medios

Integrantes:
Pardo Rocío
Pardo Victoria
Oroná Geraldine
La guerra de Malvinas
¿Qué fue la Guerra de las Malvinas?
Países involucrados, soldados
participantes y datos clave sobre el conflicto
En 1982 Argentina y el Reino Unido pelearon un conflicto bélico por el
control de un archipiélago en el océano Atlántico Sur. Estos son algunos
datos clave sobre la Guerra de las Malvinas (Falklands, para los británicos).

Causas de la guerra
Las islas Malvinas (como se las conoce en Argentina) o Falklands
(como les llama el Reino Unido), ubicadas a unos 600 kilómetros de
Argentina, están en el centro de una disputa por soberanía que lleva
ya 190 años.

El reclamo argentino - Buenos Aires sostiene que las islas fueron


descubiertas por España en 1520. Tras su independencia del
Virreinato del Río de la Plata, Argentina reclamó los derechos de
España sobre las Malvinas y ejerció la soberanía a partir de 1820.

El reclamo británico - Londres dice, en cambio, que las islas


fueron descubiertas por un marino inglés en 1592 y luego compitió
con España por su soberanía. Finalmente en 1833 el Reino Unido
expulsó al gobernador argentino y la guarnición, tomando por la
fuerza el control de las islas hasta la actualidad.

Inicio de negociaciones - Argentina nunca abandonó el reclamo


por la soberanía de las Malvinas, y tras llevar la cuestión al Comité
Especial de Descolonización de la ONU, logró iniciar negociaciones
con Reino Unido a través de la resolución 1514 de 1960.
La guerra - Pero las negociaciones se estancaron, y durante la
dictadura militar que gobernó Argentina a partir de 1976 las
tensiones escalaron, hasta que el 2 de abril de 1982 tropas
argentinas tomaron por la fuerza el control de las islas
Malvinas, dando inicio a la guerra, que concluyó el 14 de junio con
una victoria británica.

Guerra de Malvinas: el rol de los medios,


un debate pendiente
El periodismo tuvo un lugar clave en la construcción de la epopeya
durante 1982.

“Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, arengaba


Leopoldo Fortunato Galtieri desde el balcón en la Casa Rosada, un
día como hoy pero de 1982. Con estas palabras, el presidente de
facto transmitía la decisión de la Junta Militar de declarar la guerra a
Gran Bretaña para recuperar el control de las islas Malvinas.

Junto con el conflicto se levantaría un poderoso mecanismo de


propaganda orquestado por el poder militar, y con la complicidad de
los grandes medios de comunicación. Esto ayudaría a construir la
visión triunfalista sobre la aventura de Malvinas que la dictadura
buscaría transmitir a la sociedad argentina, en un desesperado
último intento de conservar el poder.

Durante los 74 días que duró la guerra, la gran mayoría de los


medios de comunicación (con algunas excepciones como The
Buenos Aires Herald) se abocaron a esta tarea. Montándose sobre
un oportuno sentimiento chauvinista basado en una reivindicación
justa, los medios jugaron un rol estratégico fundamental en los
planes militares, actuando en muchos casos como correa de
transmisión del gobierno de facto. Desde el Estado se ejerció una
férrea censura y un control muy escrito de los contenidos
informativos elaborados por la prensa en relación a Malvinas. De
todas formas, las fuentes de información sobre la guerra eran pocas
y estaban controladas por el aparato castrense. Todo lo que se
publicaba y emitía desde la zona de guerra pasaba por el filtro de
las Fuerzas Armadas.
De este mecanismo de propaganda fueron parte medios estatales
como Argentina Televisora Color (ATC) y la agencia oficial Télam.
También participaron medios privados, incluso aquellos que no se
especializaban en política, como las revistas Gente y Somos,
además de los grandes diarios nacionales. La editorial Atlántida,
con sus revistas Gente y Somos, formaron parte de la partida de los
que decidieron ocultar, mentir, engañar. La Revista Gente fue el
estandarte de Editorial Atlántida para consolidar la fantasía de un
triunfo seguro sobre los británicos. Con un estilo sensacionalista,
que se caracterizaba por combinar muchas imágenes, poco texto y
títulos que apelaban a la emoción del lector, fue de los primeros en
afirmar el triunfo. Imposible no pensar en las tapas –tristemente
célebres– que anunciaban con grandes letras amarillas “Vimos
rendirse a los ingleses” o “Estamos ganando”.

Otro caso icónico fue la actuación de los diarios nacionales tras el


hundimiento del crucero General Belgrano, cuando la poca
información disponible divergía de lo que publicaba la prensa
mundial. Los medios nacionales omitieron otras fuentes buscando
mitigar una derrota en el plano militar, además de conservar el
apoyo civil al esfuerzo bélico.

El rol de los enviados


Fueron varios los periodistas que conformaron el equipo a cargo de
la cobertura de los medios estatales y todos coinciden que el control
por parte de las Fuerzas Armadas fue total. Muchos años después
develaron detalles que sirvieron para desentrañar cómo funcionó el
mecanismo que manipuló y tergiversó la información.

Mientras se pregonaba el “estamos ganando”, en la sede de ATC,


se recortaban los testimonios de soldados heridos y se censuraban
las imágenes que llegaban de Malvinas. En la televisión casi no se
difundían imágenes de la guerra, incluso las que emitía ATC
evitaban mostrar los rastros de la guerra. Por otro lado, junto con la
agencia oficial Télam fueron los únicos medios que estaban
autorizados a estar en las islas, pero sus crónicas eran alteradas y
en su mayoría no se transmitían las imágenes que enviaban.

El material audiovisual –de alta sensibilidad por el contenido


explícito de sus imágenes– recorrió diversos caminos. Según reveló
una reciente investigación publicada por Emiliano Suárez Perín en
Revista VIVA, no sólo hubo censura y desaparición de material, sino
que además, parte de ese material fue comprado en el mercado
negro por corresponsales extranjeros –ávidos de imágenes– ante la
imposibilidad de acceder ellos mismos al terreno. “Se daba
entonces una contradicción: mientras la Junta Militar ejecutaba la
censura, por otra vía se comercializaban imágenes que estaban
bajo su dominio”, afirma Suárez Perín.

En esta línea, el periodista de la agencia Télam Diego Pérez


Andrade, de los pocos autorizados por la Junta Militar para viajar a
cubrir el conflicto, recuerda hoy que “periodistas de todo el mundo
intentaron ir a las islas, pero nadie podía, porque los militares no
querían que hubiera periodismo allí”. Menos testigos, más
posibilidad de manipulación de la información.

A diferencia de los británicos, que diseñaron una nueva estructura


de acceso a la información, los militares argentinos llegaron a la
guerra sin una estrategia definida de comunicación. Documentos
secretos de la Armada, archivados en Casa Amarilla, en el barrio de
La Boca, dan cuenta de la desconfianza que había de los militares
hacia el periodismo local.

“Para esta campaña (en alusión a Malvinas), deberá considerarse la


permanente presión en contra de este objetivo que representan los
medios masivos de comunicación social que justamente magnifican
el poderío naval enemigo”, dice uno de los documentos oficiales
recientemente desclasificados, a los que tuvo acceso Suárez Perín.

Los periodistas argentinos llegaron a las islas antes del primer


bombardeo inglés, registrado el 1 de mayo. Hasta entonces, los
corresponsales pudieron manejarse con relativa facilidad. Pero
luego todo cambió: “Los medios escritos tenían prohibiciones
expresas, no se podía mencionar ningún hecho de armas donde les
fuera mal a las fuerzas argentinas”, dice Pérez Andrade. Según
contó a Clarín el enviado de la agencia oficial de noticias, de cuyos
cables se alimentaban los diarios nacionales, “empezamos a perder
desde el primer día, porque prohibirnos mencionar lo mal que les
iba a las tropas era prácticamente prohibirnos todo”.

Al iniciarse la Guerra de Malvinas, en 1982, en Buenos Aires se


podían ver cuatro canales y a veces uno de La Plata
con programación precaria (hoy es América TV). Ninguno emitía las
24 horas. No había cable ni televisión satelital directa al hogar. Sólo
existían 13 emisoras de AM y 10 de FM con pocos programas
diferenciados; muchas veces reproducían la señal de su AM.

Todos los canales de TV y todas las AM/FM eran propiedad del


Gobierno salvo tres radios (Rivadavia, Continental y Del Plata, las
más escuchadas y las únicas con perfil periodístico independiente).

La administración estatal de los canales y muchas radios favoreció,


antes y durante la guerra, el férreo control de la información y
la propaganda más manipuladora.

Ambos factores eran a veces contrarrestados por la valentía o


dignidad de algún directivo, periodista o comunicador, que
aprovechaban pequeños márgenes de libertad o grietas de control,
tanto en medios estatales como privados.

¿Cómo era el tratamiento que le dieron a los


medios?

Durante la guerra de las Malvinas, que tuvo lugar en 1982, hubo


una fuerte censura por parte del gobierno argentino sobre los
medios de comunicación. Se impuso un estricto control de la
información y se restringió la libertad de prensa. El gobierno
buscaba controlar la narrativa y limitar la difusión de noticias que
pudieran afectar la moral de la población o revelar detalles
estratégicos.

Se estableció un sistema de censura previa que supervisaba y


limitaba la cobertura de los medios. Los periodistas fueron enviados
al frente de batalla bajo la supervisión del ejército y se les prohibió
informar sobre ciertos acontecimientos o divulgar información que
no estuviera aprobada por las autoridades militares. Además, se
utilizaron estrategias de desinformación y propaganda para
controlar la narrativa pública.

Sin embargo, a pesar de la censura, algunos periodistas y medios


de comunicación lograron informar sobre los eventos de la guerra y
cuestionar la versión oficial. También hubo casos de periodistas que
fueron detenidos o expulsados del país por su cobertura crítica.

Después del conflicto, se produjo un cambio en la situación


mediática en Argentina, y se realizaron esfuerzos para garantizar
una mayor libertad de prensa y evitar la censura. Desde entonces,
la guerra de las Malvinas ha sido objeto de análisis y reflexión en
relación con la libertad de expresión y el papel de los medios
durante el conflicto.
Con respecto a la comunicación de los soldados con sus familiares
y amigos, éstas con algunas de las cartas que ellos enviaban:

La carta enviada
por el soldado
Marcelo Daniel
Massad.

Los sobres
recibidos en
Malvinas por el
soldado Luis Colángelo, sobreviviente.

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