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COMPARACIÓN DE LAS T R ES T ESIS 153

acumulado algunas experiencias desdichadas con 'a


política. En lo que concierne al argumento de la futilidad,
es probable que tenga una aparición aún más tardía: como
se señaló al principio del capítulo 3, se necesita cierta
distancia respecto a los acontecimientos para que a1guien
afirme que un gran movimiento social no era nada más
que ... mucho ruido y p ocas nu eces. De ahí que Ja secuencia
temporal "lógica", acaso la más probable, para la aparición
de los diversos argumentos en relación con cualquier
movimiento de reforma, sea la de riesgo-perversidad-
futilidad . Varias circunstancias pueden p or supuesto
provocar desviaciones respecto a este esquema, y en breve
las señalaremos.
El cuadro anterior recapitula acerca de cómo h emos
dado cuenta de las posiciones de los pr incipales portavo-
ces "reaccionarios" y cómo pueden éstas acomodarse en
el esquem a intelectual que hemos elaborado. Sería sin
duda pretensioso de mi parte afirmar que he sido exhaus-
tivo. Bien puedo haber pasado p or alto una fi gura impor-
tante aquí o un argumento esencial allá, precisamente
porque una y otro no casaban en mi esquema.* Pero en
esta etapa puedo decir que me siento más confia do en que
he logrado un panorama tolerablemente conwrensible
que cuando arranqué y declaré (un poco en b roma, por
supuesto) que me limitaba a tres argum entos puramenLe
en nombre de la simetría con los tres episodios que iba a
examinar.
Las tres categorías de perversidad, futilidad y riesgo son
en efecto más exhaustivas de lo que salta a la vista. Cuando
*No es " p reconcebido", adjetivo q ue se usa a men ud o -y m uchas veces correcta ·
mc nle- en conj unción con el té rmino "esque m;i ". Fnrrnul é mis tres tesis ""'/' ''"" d..:
haberme e mpapado durante más de un año e n B url;c, D ..: Maistre, Lc8 n11. l\h ··' il.
o Hayek, Murray y otros. Sin duda, una vez que me a(erré a mi tríada ,
00
V)
CI) s ubsecuentes sirvieron ante todo para con fi rmar el esquema, que asumió llll vez. cntun·
C2 ces su papel usua l de cegar a su autor para o tros posibles atisbos.
15-1- RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA COMPARAC IÓN D E LAS TRES TESIS 155
se emprende una p o1í1ic;_¡ pública o una "reforma" y és ta ¿En qué medida se han minado unos a otros los diversos
entra así en problemas o algunos críticos la miran como argumentos, o, por el contrario, cuándo han sido apoyos
fracasada, esa apreci ación negativa sólo puede atribuirse mutuos? ¿cuál ha sido la secuencia temporal efectiva,
de hecho a dos razones básicas: i) se considera que la distingu ida de la secuencia "lógica", en que han hecho su
reforma no ha cumplido su misión: la perversidad y la aparici ón los argumentos? Estas preguntas han surgido ya
futilidad son dos versiones estilizadas de este giro de los ocasionalmente en el transcurso de los capítulos previos,
acontecimientos, y ii) los costos en que incurre la reforma pero aquí se intentará una presentación más sistem ática
y las consecuencias que desencadena se considera que aunque bastante breve.
superan a los beneficios: una buena parte de este vasto
territorio está cubierto por el argumento del riesgo, como
IN FLUENCIA COMPARATIVA DE LAS T ES IS
señalarnos al principio del capítulo 4.
En otras palabras, puede esperarse después de todo que Tomemos primero la cuestión de los pesos o influencias
las tres tesis darán cuenta de lo m ás esencial de los ataques comparativos que han de atribuirse a las diversas tesis. Las
retóri cos que me he p ropuesto analizar. El cuadro da fe respuestas sólo pueden fundarse en juicios muy subjetivos,
de este hecho. Constituye el último premio a mi esfuerzo y los míos están implícitos en el tratamiento previo. Al
de poner orden en el di fuso mundo de la retórica reaccio- recordarlos empiezo con el episodio más reciente, que se
y de m ostra r cómo esa retórica se reproduce de un refiere al ataque contra lo que en otro tiempo fueron
episodio al siguiente. Confieso que recibo una considera- disposi ciones públicas para los pobres y ahora se conocen
ble e íntima satisfacción al observar el cuadro. Felizmente, con el nombre de Estado benefactor. El argumento m ás .
tiene también otros usos: es timula y facilita la indagación influyente aquí ha sido la afirmación de que la asistencia ,
en numerosas interacciones e interrelaciones entre los a los pobres sirve sólo para generar m ás pobreza: la
diversos puntos de ·vista que se han comentado, en gran acusación de versidad. Es interesante que sea la más
p arte aislados unos de otros. vieja y a la vez la más reciente línea de ataque, que incluye
Explorar esas interacciones es la principal tarea de las desde Mandeville y Defoe hasta e l reciente best-seller de
pngi nas siguientes. Hasta aquí el cuadro se ha explicado Charles Murray. Un valioso papel auxiliar, pero sin dud a.
en la dirección horizontal y cada tesis se ha seguido me- subsidiario, lo ha desempeñado la proclamación de futilidad,
diante los tres episodios en una tentativa por entender sus según la cual grandes proporciones de los fondos des-
variedades, su evolución y su naturaleza. Puesto que el tinados oste nsiblemente a aliviar la pobreza se canalizan
cuadro pu ede leerse también en la dirección vertical, es en realidad hacia los bolsillos de la clase media.
tentador enfocar ahora cada uno de los impulsos o episo- De manera so rprendente, el argumento menos efectivo
dios progresistas a la luz de las críticas muy diferentes que contra el Estado benefactor ha sido probablemente la
se han adelantado. H echo esto, se plantea un a serie de tesis de l riesgo, que arguye que las disposiciones del Es-
preguntas sencillas: ¿cuál argumento ha tenido más peso tado benefactor constituyen un peligro para las libertades
durante cada episodio y, finalmente, en su conjunto? individuales y para una sociedad democrática que funcio-

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156 RETÓRlCAS DE LA INTRANS IGENClA CO M PARAC IÓ N DE LAS T RES T ES IS 157

ne como es debido. En las democracias occidentales más estructuras prexistentes, que literalmente no hubo tiempo
sólidamente establecidas este argumento no ha alcanzado para determinar si había algo que valiera la p ena salvar
c:edibilidad, excepto en algunos periodos "como por del antiguo régimen.
ejemplo los años setenta" en que las instituciones demo- Aquí reside una diferencia básica respecto al epfaodio
cráticas en varios p aíses importantes estar atra- que nos queda por comentar. En el ha cia el
vesando una crisis convergente. sufragio'universal y la gestión democrática dur ante el siglo
el efecto perverso una posición igualmente X<IX, el,peso comparativo de los tres argumentos es muy
pr ommente en los otros dos episodios? Tal es el caso en difereiíte. La discusión básica_giró durante mucho tiempo '..
lo que respecta a la Revolución francesa y a la proclama- en.torno de la pre tendÍdadncomp atibilidad dC' la demo-
ción los J?erechos del Hombre. En gran parte a causa cracia con la libertad y del temor de qu e los nuevos
de la dmárruca espectacular de la Revolución la idea de derechos políticos dañaran los logros pasados, como lo
que las tentativas radicales de reorganizar sociedad muestran los debates acerca de. las dos leyes de Reforma
están condenadas a sacar el tiro por la culata ha estado de 1832 y 1867 en Inglaterra. Más en general, las preocu-
desde entonces profundamente grabada en el inconscien- pacióries reales o imaginarias en cuanto a la "tiranía de la
te La demostración de Tocqueville de que la mayoría" mantuvo vivo el argumento del riesgo incluso
R evolución no logró ni por mucho todo el cambio que después de que la batalla por el sufragio universal había
proclamaba. 6' que en general se le ha acreditado) y, en sido ganada decisivamente. La tesis de la p erversidad, por
consecuencia, su afirmación de qu e muchos cambios so- otra parte, no ocupa un lugar en particular prominente en
ciales y políticos_ significativos estaban produciéndose ya los ataques contra la democracia. El argum ento de LeBon
con la monarqma era una manera mucho más sutil de de que la democracin se convierte en tiránica burocracia
minar el prestigio y la popularidad de la Revolución. Sus tiene mucho menos mordente que el ataque de M osca y
especulaciones son fascinantes para e l modern o his- Pareto· contra la democracia eomo una.- farsa, como una
toriador social y económico, aunque sólo sea porque plan- para plutocraciá y."_para un :nuevo género de
teó la pregunta "contrafactual" de si Francia se habría gobierno de la élite . En otras palabras, la tesis de la futili-
convertido en una nación moderna sin la Revolución. Sin dad desempeñó efectivamente un papel irñ.portante en la
embargo sólo últimamente su obra ha recibido el recono- discusión según las líneas del argumenta del riesgo. Debi·-
que merece, e incluso hoy la Revolución sigue litó el apoyo a la democracia, sobre to do en aquellos países
sobre todo (y de manera aburrida) en tér- -Italia y Alemania, pero también F rancia - donde las
mamqueos tradicionales, con poca atención a las libertades individuales no estaban establecidas con fi rme-
cuest10n es planteadas por Tocqueville. za antes del advenimiento del sufragio y dond e el argu-
Por último, el argumento del riesgo no se desplegó mento del riesgo no era por lo tanto particularmente
nunca por completo en cuanto a la Revolución francesa aplicable o persuasivo.
Yla razón es sencilla: los acontecimientos En suma, cada una de las tres tesis ti ene su prupio
llegaron con tal celeridad y barrieron tan por completo las terreno de influencia especial. Ir más lejos y estab lecer un

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158 R ETÓR fCAS DE LA JNTR ,\NS1GENCl,\ COMPARAC IÓN DE LAS TRES T ESIS 159
rango de conjunto entre ellas en términos de importancia lo largo de sus dimensiones horizontales al relatar la
histórica no es un ejercicio en particular significativo. Si historia de las sucesivas encarnaciones de cada una de las
hubi éramos de llevarlo a cabo, la proclamación de perver- tres tesis.
sidad probablemente sería declarada "vencedora" como El grado en que la presentación de un argumento dado
el arma individual más popular y efectiva en los anales de durante un episodio histórico es útil para el mismo argu-
la retóri ca reaccionaria. mento tal como se despliega durante una fase ulterior
El argumento precedente ha comparado la influencia dependerá en gran parte del prestigio que el argumento
política de estas tres tesis. Si en cambio fueran juzgadas haya conseguido como resultado de su uso previo. El
por los términos de su mérito intelectual, su agudeza o su efecto perverso, por ejemplo, fue formulado y elaborado
refinami ento, la clasificación probablemente sería por extensamente en la estela de la Revolución francesa, tal
completo diforen te. En el texto precedente me he metido como se muestra en el capítulo 2. La naturaleza especta-
a veces en tales comparaciones, como cuando dije que la cular e imponente de los acontecimientos de los que se
tesi:> de b fut[l id nd constituye una crítica más insultante a destiló el efecto perverso dotó a este argumento de con-
la reforma que la tesis de la perversidad. Pero no veo siderable autoridad, y llegó a aplicarse a un gran número
mucho interés en celebrar un concurso de belleza formal, de episodios subsecuentes en la adopción de líneas políti-
malevolencia. cas, desde la extensión de los derechos políticos (LeBon)
hasta la construcción de casas baratas (Forrester) y hasta
el uso obligatorio de cinturones de seguridad (Peltzman).
ALGUNAS INTERACCIONES SENCILLAS
Pero aquí el argumento de la perversidad funcionó a
La siguiente cuestión que hemos de explorar con alguna menudo mucho menos bien, ya que las circunstancias de
ayuda d el cuadro sinóptico es la de la mutua com- la adopción de líneas políticas eran muy distintas de las
patibHidad de los diferentes argumentos. La atención que prevalecían durante la Revolución.
principal apu ntará una vez más a las columnas más bien Esta experiencia proporciona sucesivos ejemplos de
que a los renglones del cuadro: es de interés preguntarse dos m áximas contradictorias. Al principio, aplicada la tesis
si, cuando uno de los tres argumentos es blandido, de la perversidad a un amplio conjunto de experiencias de
cligamos, contra el Estado benefactor, resulta reforzado o políticas, parece que "nada tiene más éxito que el éxito".
recortado (o no afectado) por el uso previo de cualquiera Pero finalmente, a medida que la aplicación mecánica de
de los otros dos argumentos. Pero primero permítaseme la tesis rinde cuentas cada vez menos satisfacto ri as de la
examinar de manera breve los renglones teniendo en realidad, parecé ser aplicable al dicho "nada fracasa como
mente una pregun ta similar: len qué medida queda for- el éxito": Ja proclamación de riesgo pasa de ser una visión
talecido o debilitado cada argumento por el h echo de que fresca a un reflejo automático que bloquea la compren-
uno similar haya sido usado ya durante un episodio sión. Recuerda uno la famosa observación de Marx en El
político previo? Las respuestas deberían ser claras gracias dieciocho brumario de Luis Bonaparte: cuando la historia
a los tres primeros capítulos, que ha seguido el cuadro a se repite, lo que al principio toma la forma de la tragedia
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aparecerá la siguiente vez como una farsa. 1 La implicación dida importante durante el deb ate acerca de la siguiente
es aquí doble: i) el segundo acontecimiento debe mucho ley de reforma en 1884. ne cesario un "intervalo de-
al hecho de que la brecha haya sido abierta por el primero, cente" para que el argumento se invocara de nuevo: casi
y ii) su carácter imitativo, deriva,.d9 y epigónico explica su ochenta años separan las solemnes auvertendas de Ro-
naturaleza de pro"Q.a ple.que esta regularidad se bert Lowe acerca de la inminente pérdida de la libertad
encontrará de manera: más tónffable en la historia de las durante las discusiones de 1866 en torno de la segunda ley
ideas que en la historia de los Está bien desplega- de reforma, de los toques de alarma similares ele Hayek
da en nuestras historias, por ejemplo por la manera en que en The road to seifdom (1944).
la Ley de Director, tal como la ·expresa George Stigler, Paso ahora a lo que deberían ser las interacciones más
desciende, en m ás de un sentido, de la Ley de Pareto, que interesantes: las que tienen lugar a lo largo de las co lum-
tenía efectivamente gen uino derecho a ser tomada en nas en lugar de a lo largo de los renglones del cuadro, entre
serio como proposición científica.* diferentes argumentos. El ejemplo más impresionante de
Dejemos ya las situaciones en que una tesis ha logrado estas interacciones, la incompatibilidad lógica sin menos-
prestigio como resultado de su primera aparición y su cabo del atractivo mutuo de los argumentos de la perver-
encuentro con una realidad social. ¿Qué sucede en cam- sidad y la futilidad, ha sido ya profusamente comenta da en
bio cuando a una tesis "reaccionaria" no le va particular- el capítulo 3. Sólo queda por señalar un punto general: la
mente bien la primera vez que es enunciada? Un ejemplo incompatibilidad lógica entre dos argumentos que ataca n
es la tesis del riesgo, que fue afirmada con_ vigor durante la misma política o la misma reforma no significa que no
la discusión en torno de las leyes de Reforma inglesas de se usen ambos en el transcurso de algún debate, a veces
1832 y 1867. Las leyes fueron adoptadas y el desastre incluso por la misma persona o el mismo grupo.
ampliamente anunciado - la muerte de la libertad en Los dos otros pares de argumentos, riesgo-perversidad
Inglaterra- no ocurrió . Corn o resultado, esperaría uno y riesgo-futilidad, son tolerablemente compatibles y po-
que el argumen to del riesgo quedara un tanto desacredi- drían compaginarse de manera fácil y tal vez eficaz en el
tado por un tiempo, y tal parece haber sido en efecto el combate contra algún movimiento "progresista". Es pues
caso, pues el argumento no fue utilizado en ninguna me- un poco sorprendente que tales combinaciones no
rran con cierta frecuencia o regularidad, por lo menos
1 Respecto a l trasfondo d e la a firm ac ió n de Marx, véase Bruce Maz lis h, "Thc
lragic farce of Marx, Hege l, a nd E n gels: A no te", History and Theory , 11 , 1972,
hasta donde lo indica mi reseña. Tal vez sea esto resultado
páginas 335-337. de la cuestión ya señalada de- la secuencia temporal: el
•Es la segunda vez que en cuentro que una ge neralización o aforis mo bie n co no cido
acerca de la historia de los hechos es más correcta cuando se aplica a la historia de las
argumento del riesgo es susceptible de expresarse mucho
ideas. La primera fu e. con respecto a l fam oso di ctamen d e Santayana d e que los q ue tiempo antes que los otros dos. Así, los argumentos del
no aprenden d e la h1stona está n condenados a repetirla . Gencrali¿ando sobre la firm e
base de esia muestra de d os casos, me siento tentado a formular una "me ta ley": las
tipo del riesgo de Hayek y después de Huntington contra
"leyes" históricas que se s upo ne que dan visiones d e la historia de los hechos eslá n en el Estado benefactor precedieron a la más reciente and a-
verdad en su terre no en la his toria de las ideas. Doy algunas razones de por qué ha de
ser así cuando me refiero al aforismo de Santayana en The passions a11d rhe interests
nada de Murray, que se basaba por completo en la
( Princeton, Princeton University Press, 1986 , p. 133). proclamación de perversidad.
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Hay otras explicaciones de la aparente falta de la invo- Antes de enfocar un caso de éstos, quiero recordar
cación conjunta de dos argumentos que son compatibles brevemente la interacción por completo inu sual dentro de
y podrían ser combinados por los críticos de alguna polí- la misma columna que encontramos en el capítulo 4.
tica o reforma. Los abogados de uno y otro de estos Hacia el final de mi comentario a la Ley de Reforma de
argum entos pueden tene r sencillamente las manos ocu- 1867, señalaba que el argumento del riesgo contra la
padas con su alegato según los lineamientos o bien del extensión de los derechos políticos - es decir el argumen-
riesgo o bien de la perversidad-futilidad. Pueden además to de que el sufragio universal significaría el fin de la
sentir que debilitarían su alegato en lugar de fortalecerlo "libertad" - fue minado por el sentimiento ampliamente
al apelar a demasiados argumentos - del mismo modo compartido entre las élites gobernantes de que nada cam-
que un sospechoso debe abstenerse de invocar demasia- biaría mucho en la política inglesa si llegara a aprobarse
das coartadas. la Ley de Reforma. Hubo incluso quienes - Disraeli entre
Nuestrn breve comentario conduce a una interesante ellos - pensaron que un electorado expandido inclinaría
p aradoja: cuando dos argumentos son compatibles es po- a la política en dirección consen)adora. En otras palabras,
co probable que se les compagine juntos. Cuando son la amenaza del riesgo, tal como la invocaba Robert Lowe,
incompatibles, por el contrario, pueden perfectamente no fue tomada en serio por muchos de los actores porque
usarse ambos - acaso por la dificultad, el desafío y lo estaban ya con la influencia de la tesis de In futnidad y su
puramente escandaloso del asunto. argumento de que el muy cacareado y temido advenimien-
to de la "democracia" sería probablemente un no aconte-
cimiento. Como señalamos en el capítulo 3, James Fitzjames
U NA INTERACCI ÓN MÁS COMPLEJA
Stephen expresó este sentimiento en 1873, anticipándose
Hasta ahora mi pesquisa se ha confinado a las interac- así a los teóricos italianos de la élite fin de siecle y a su
ciones dentro de líneas individuales del cuadro (por despliegue más sistemático de la tesis de la futilidad.
ejemplo, el argu mento de la perversidad de De Maistre Desde el punto de vista formal, un rasgo interesante de
respecto a la Revolución francesa se comparó con el de esta interacción entre el riesgo y la futilidad es que los dos
F orrester respecto al Estado benefactor) o a las in- argumentos en en lugar de prestarse mutuo
teracciones dentro de cada columna (para las discusiones apoyo en sus respectivos ataques al sufragio, se debilitan
en torno del Estado benefactor, el argumento de perver- mutuamente: la tesis de la futilidad, que muestra que la
sidad de Murray enfrentó al argumento de futilidad de den1ocracia es en gran parte un simulacro, hace imposible
Stigler). Quiero examinar ahora esta pregunta: 6es con- tomar en serio la tesis del riesgo, que ve a la democracia
cebible que un argumento expresado durante un episodio como una terrible amenaza a la "libertad".
afecte la manera en que otro argumento se despliega Un resultado similar se obtiene si centramos ahora la
durante un episodio diferente? O, en los términos del atención en la interacción entre la misma tesis de la futi-
cuadro, lhay interacciones interesantes entre celdillas lidad - que se burla de la democracia - y la siguiente tesis
que pertenecen a renglones y columnas diferentes? del riesgo, que pinta el Estado benefactor corno una ame-

-·. _____________
164 R ETÓRICAS D E LA INTRANSI GENCIA COMPARACIÓN D E LAS TRES TESIS 165

naza a la democracia y a la libertad. Es fácil ve r cómo una do benefactor. Irónicamente, tal constelación puede faci-
vez m ás el argumento de la futilidad sabo tea las tentativas litar la emergencia de una nueva reforma. Es notable que
de proclamar el riesgo. Esta situación es en p ar ticular en Alemania el Estado benefactor, que dio sus vigorosos
visible en la Europa continental, donde la segu n da y la primeros pasos ya desde la década de 1880 con las leyes
tercera fases de Marshall (el establecimiento del sufragio de seguridad social de Bismarck, sólo haya encontrado
universal y la construcción del Estado benefactor) se tras- ciertos críticos que seguían las líneas del argumento del
,.
1
,,1 laparon en gran medida. En otras palabras, el ataque riesgo hacia mediados del siglo xx, con figu ras neolibera-
ideológico contra la democracia estaba en pleno auge les tales como Hayek y Wilhelm Ropke.
cuando se introdujeron las primeras medidas de seguridad H asta ahora tal parece que la interacción entre el argu-
social y bienestar social. En estas circunstancias, los "re- mento de la futilidad en un episodio (consolidación de la
accionarios", que estaban básicamente de acuerdo con los democracia) y el argumento del riesgo en siguien te
argumentos contra la democracia, encontraron difícil y "a (establecimiento del Estado be nefactor) h a sido
contrapelo" argumentar contra el Estado benefactor mente benigna. La aceptación por parte de la op1m611
emergente según las líneas de la tesis del riesgo cuando pública del argumento de la futilidad dirigid? .contra la
és ta exaltaba la democracia y prevenía de los p eligros a democracia puede desalojar la poderosa op os1c1ón al Es-
que el Estado benefactor la expondría. tado benefactor que podría haberse fundado en el argu-
Sugerí más arriba que en algunos países tales como 1
mento del riesgo. Pero esta constelación ideológica misma
Alemania la emergencia del Estado benefactor fue facili- alberga también una dinámica muy El
1
tada por el hecho de que el argumento del riesgo no podía mento de la futilidad contra la democracia puede prod ucir
articul arse fuertem ente por cuanto ni las libertades indi- · 1 no sólo la no articulación de la tesis del riesgo cuando el
viduales ni las formas políticas democráticas estaban pre- progreso social está en la agenda, la activa
sentes o se habían consolidado para la época en que ción de un argume nto que es el inverso de la tesis del
fueron introducidas lus primeras medidas de bienestar riesgo: si h ay conflicto entre la democrncia y el p rogreso
social. E ste punto puede fortalecerse ahora. Aun cuando social apresuremos el progreso social sin p reocuparnos
ya existían algunas formas democráticas de gobierno, es de lo que le suceda en el proceso a democracia, que de
posible que la tesis del riesgo no se invocara en algunos todos modos es un simulacro y una tramp a. Con la excep-
países contra las propuestas de un E stado benefactor ción de la época de Gorbachov, ésta ha sido por supuesto
p orque la democracia no gozó nunca en ellos de un pres- durante mucho tiempo la posición comunista desde el
tigio n o controvertido, d ados los ataques contemporáneos entusiasta apoyo de Lenin a la " dictadura de.1, pro-
contra ella acerca de fundamentos de perversidad y en letariado" en su panfleto de 1917, Estado y revolucwn.
particular de fu tilidad. D e este modo, un argumento reac- Esa frase se remonta sin duda a Marx y a su "Crítica del
cionario (la futilidad), expresado e n la discusión en torno Programa de Gotha" de 1875, pero fu e en rea lidad Lenin
de la democracia, estorba o impide el uso de otro (el quien le dio prominencia y proclamó fi delid ad a ella como
riesgo) durante e l debate casi simultáneo acerca del Esta- prueba de or todoxia bolchevique. Al h acer esto tal vez
1!

11
166 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

estaba influido no sólo por Marx, sino por el descrédito en


que habían puesto a la democracia "plutocrática" ?
ruesa" o "formal" algunos contemporáneos prestig10sos,
es como Georges Sorel, Pareto, Michels y muchos otros 6. DE LA RETÓRICA REACCION,i\RIA
detractores de la democracia y practicantes del argumento A LA RETÓRICA PROGRESISTA
de la futilidad.*
La interacción entre el argumento de la futilidad en Los "REACCIONARIOS" n o tienen el rnonopolio de la retó-
cuanto que se dirige contra la democracia, '! la del rica simplista, perentoria e intransigente. Es probable q uc
riesgo en sus diversas formas (incluyendo su mvers16n) ha sus contrapartes "progresistas" no tengan nada que envi-
sido pues profundamente ambivalente: ha facilitado la diarles a este respecto, y podría tal vez escribirse un libro
emergencia del Estado benefactor en algunos países; en parecido a éste acerca de los principales argumentos y
otros, ha contribuido a la creencia de que la pérdida de la posiciones retóricas que ha tomado esa gente a lo largo de
democracia existente es un precio insignificante que pagar los dos pasados siglos más o menos para defender su
p or el progreso social. alegato. No es éste el libro que me dispuse a escribir, pero
es probable que una gran parte del repertorio de la retó-
rica progresista o liberal pueda generarse a partir de las
diversas tesis reaccionarias examinadas aquí dándoles la
vuelta, poniéndolas patas arriba o mediante trucos pareci-
dos. Trataré ahora de cosechar esta clase de grano caído
a partir de mi pesquisa anterior.

LA ILUSIÓN SINERGISTA Y LA TESIS


DEL RIESGO INMINENTE
'H;i habido largo debate acerca de los orfgenes del pensamiento dC: Lenin, ?'el
u 11
p ropio Lenir. es!1 bleció los términos de ese debate al proclamar que era un fiel y estncto Es probable que el éxito de la operación varíe de una tesis
seguidor de Marx. Lo s que se negaron a tomarle la en trataron de
de mostrar que sin que él mismo lo supiera, estaba en realidad hgado a otras trad1c1ones a otra. Parece que la mayor promesa será la que ofrece la
intelectuales remotas pero poderosas. Tal como lo expresó por ejemplo Nicolas tesis del riesgo, cuya aptitud para las metamorfosis se ha
Bcrdya.:• én Th e origins of Russian Commrmism (Nueva York, .scribner's, el
comunismo ruso no es sino una "transformación y deformación de la, vieja puesto ya de. rp.anifiesto, tanto en el capítulo 4, donde
mesiánica rusa" (p, 228). Véase también David W. Lovell, From Marx to Lenm mostré que es el opuesto de un argumento que demuestra
( Ca mbridge , Cambridge University Press, 1984, pp. Junto _al debate que se
entre estos dos polos, que ambos apuntan a unas 1nftuenc1as del pasa.do, se cómo las reformas sucesivas se reforzaron unas a otras, y
ha descuidado por completo una tercera Lcnin, 9-ue durante mucho nuevamente en las últimas páginas, donde una forma
vivió en Su iza y en otros lu gares de la Europa Occidental, bien pudo habe.r rec1?1do la
influencia de la a1mósfera inteledual europea contemporánea, con su hosuhdad v1rulen· específica de la pr oclamación del riesgo se trasmutó súbi-
ta y visceral hacia la democraci a. Esa a tmósfera.' tal como la los escritos tamente en un argumento en favor de la dictadura del
de Pareto, Sorel v muchos o tros, co n (rc<.: ucnc1a se ha co nsiderado responsable del
surgimiento d el M erece tal vez mayor crédito. proletariado. Per o esta trasmutación se basaba en una
167
168 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA DE LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 169

inversión completa de los valores subyacentes. La premisa interacción feliz y positiva o apoyo mutuo, como la llama-
del argumento del riesgo, en cuanto que se le utiliza para ré, es una de las marcas peculiares del temperamento
jmpugnar las disposiciones del Estado benefactor, es el progresista. Los progresistas están eternameni.e conven- .
alto valor atribuido a la libertad y a la democracia. Mien- cides de que "todo lo bueno viene junto",* en contraste
tras prevalezca este valor, cualquier argupiento convin- con la.mentalidad de suma cero, de ceci-tuera-cela de los
cente en el sentido de que la libertad o la democracia están reaccionarios. Detrás de sus distintas mentalidades, progre-
en peligro debido a alguna reforma social o económica sistas y reaccionarios sostienen a menudo, por supuesto,
recién propuesta tiene posibilidades de ser de peso. Una valores muy diferentes. Pero, ya sabemos, los reacciona-
vez que los valores básicos cambian radicalmente (a con- rios argumentan muchas veces como si estuvieran básica-
secuencia, digamos, de la crítica corrosiva de la democracia mente d e acuerdo con los elevados objetivos de los
producida por la tesis de la futilidad), no es sorprendente progresistas; "simplemente" señalan que "por desgracia" las
que la preocupación por el riesgo quede superada por algo cosas no irán tal vez tan bien como sns "ingenuos" adversa-
muy diferente: en este caso el alegato en favor de la rios dan por sentado que irán.
dictadura del proletariado con el propósito de lograr un Hemos mostrado que las proclamaciones de riesgo y de
cambio social radical. apoyo mutuo son "dos casos límites e igualmente p oco
Este alegato es pues la imagen característica de la tesis del realistas" de las múltiples maneras en que una nueva
riesgo: el supuesto común de ambas posiciones es la incom- reforma interactuará probablemente con una más vieja.
patibilidad de la libertad y la democracia, por una parte, y Los reaccionarios exageran el daño para la reforma más
algún adelanto social por la otra. Los abogados de la tesis del vieja que provendrá de toda nueva acción o intervención,
riesgo sien ten que el adelanto social debería abandonarse mientras que los progresistas son en exceso confi ados en'-
para preservar la libertad, mientras que los partidarios de la que todas las reformas son mutuamente apoyadoras gracias
dictadura del proletariado hacen la elección opuesta. a lo que les gusta llamar el principio de sinergismo. Podría
Un a transformación muy diferente de la tesis del riesgo uno efectivamente designar la tendencia de los progresistas
resulta cuando el supuesto de incompatibilidad se aban- a exagerar según estas líneas la "ilusión sinergista".
dona y se sustituye por la idea más regocijante no sólo de No es que los progresistas no nos adviertan nunca .de
la compatibilidad sino del mutuo apoyo. algún problema. Pero de modo típico perciben los p eli-
La consiguiente antítesis de la tesis del riesgo se analizó gros de la inacción más que los de la acción. Aparece aquí
con cierta extensión en el capítulo 4. Mostramos allí cómo, el esbozo de otra transformación de la tesis del riesgo. El
mientras los abogados de la tesis del riesgo husmean todo argumento del riesgo subraya los riesgos de la acción y la
posible conflicto entre una reforma recién propuesta y
• Robert A. Packenham subraya e.I papel de este concepto e n el pensamiento liberal
mejoras o logros anteriores, los observadores progresistas del desarrollo económico y polrtico en Liberal America and the Third World (Princeton
se centrarán en las razones por las que una reforma nueva Universily Press, 1973). Es por supuesto una idea antigua, rastrea ble en particular hasta
los griegos, que hay armonía e incluso identidad entre diversas cualidades deseables
y otra vieja interactuarán de manera positiva y no negativa. como lo bueno, lo bello y lo verdadero. Una famosa expresión de la idea es la frase, en
U na propensión a argum entar en favor de esa clase de la " Oda a una urna griega" de Keats: "Bcnury is rruth bcauty, inuh heaul)I''.
170 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA D E LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 171

amenaza para los logros pasados que esa acción acarrea. Una Este argumento, que podría llamarse la tesis del riesgo
manera opuesta de preocuparse por el futuro sería percibir inminente,* tiene dos importantes características en co-
toda clase de amenazas y riesgos cerniéndose en el hori- mún con su opuesto, la tesis del riesgo. Ante todo, ambas
zonte, y aconsejar una firme acción para poder prevenirlos. miran sólo a una categoría de peligros o riesgos cuando se
Por ejemplo, al tomar la defensa de la Ley de Reforma discute unnuevo programa: el campo del riesgo conjurará
de 1867, Leslie Stephen alegó que en ausencia de reforma exclusivamente los riesgos de la acción, mientras que los
las masas recurrirían a tipos de protesta infinitamente más partidarios del riesgo inminente se centrarán por completo
amenazadores para la sociedad establecida que el voto. en los riesgos de la inacción.•• En segundo lugar, ar:nbos
Como se señaló en el capítulo 4, veía el voto como un campos presentan sus respectivos libretos -el mal q ue
medio de dirigir las energías populares por canales en vendrá de la acción o de la inacción - como si fueran
comparación inocuos y de deslegitimar las formas más enteramente seguros é inescapables.
riesgosas de la protesta popular tales como las huelgas y De esas exageraciones e ilusiones comunes a la retórica
los motines.1 Así, la tesis del riesgo quedaba netamente al reaccionaria y a la progresista es posible deducir, en con-
revés: era lafalta de aprobación de la Ley de Reforma y traste con ambas, dos ingredientes de lo que puede llamar-
no su adopción lo que se presentaba como riesgoso para se una posición "madura": i) hay peligros y riesgos tanto
la ley, el orden y la libertad. en la acción como en la inacción; los riesgos de una y otra
De manera semejante, las amenazas de disolución so- deben esbozarse y valorarse, y hay que guardarse de ellos
cial o de radicalización de las masas con frecuencia se han en la medida de lo posible; y ii) las consecuencias benéfi-
citado como argumentos incontrovertibles en favor de cas tanto de la acción como de la inacción no pueden
instituir disposiciones de Estado benefactor. En el terreno conocerse nunca con la certidumbre que afectan los dos
de la redistribución internacional del ingreso y la riqueza, tipos de gritos de alarma de las Casandras a que estamos
la "inminente" amenaza del comunismo se ha invocado a acostumbrados. Cuando se trata de prevenir desgracias o
menudo desde la segunda Guerra Mundial p ara contra- desastres inminentes, vale la pena recordar el refránLe pire
ponerle el alegato en favor de la transferencia de recursos n 'est pas toujours súr (lo peor no siempre es seguro).** •
de los países más ricos a los más pobres. E n todas estas • E n un contexto relacionado con ésle, escribí antes acerca de la "visión sombría
situaciones los abogados de cierta política sentían que no que empuja a la acción". VéaseA biasfor hope: Essays on deve/opm em and LatinAmerica
(New Haven, Y ale University Press, 1971, pp. 284, 350-353). [Exis te traducción del FCE.]
bastaba argumentar en su favor sobre la base de que era • • Posando como un conservador obsesionado parios riesgos de la acción, Comford
justa; para obtener un mayor efecto retórico insistían en ironiza encantadoramenle acerca de la elegante manera en que semejan te persona cst<'I
dispues ta a echar a un lad o el riesgo opuesto: "Es una mera paradoja de teórico decir
que esa política era impera tivamente necesaria para po- que no hacer nada tiene ta ntas consecuencias como hacer algo. Es obvio que la inacció n
ner coto a algún desastre amenazador. no puede tener n inguna consecuencia. " DcJl.ficrocosmographia acadcmica (Cambridge,
Bowes & Bowes, 2a. ed ., 1!>22, p. 29).
u• Esla expresió n es e l subtítulo de la obra de teatro de Pa ul C laude l Le soulier de
1 Leslie Stephe n, "On the cho ice of representatives by popular constiluencies", A
satín , que le sirvió para afirmar la posibilídad de la salvación de manera tan discreta
pleafordemocracy, W. L Guttsman (comp. e intr.), Londres, MacGibbon & Kee, 1967, como fuera posible. Claudel la tomó sin duda del español No siempre lo peor es cierto,
pp. 72-92. Comento este argumento en Shifting involvcmcnts, Princeton, Princeton tíLUlo de una comedia de Calde ró n de la Barca. La frase: se usa much o en Francia y a
Universi ty Press, 1!>81, pp. 15-116. [Traducido al espaf'íol por el PCE.) estas alturas se ha hecho " proverbial".
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r. .... ª 3;.a *" a :a -

172 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE N CIA


DE LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 173
Desde que las ciencias naturales salieron con leyes que
"TE NER LA HISTORIA DE NUESTRA PARTE"
gobiernan el universo físico, los pensadores que se ocupan
Las transformaciones de la tesis del riesgo nos han entre- de la sociedad humana se han lanzado a descubrir leyes
gado dos típicas posiciones "progresistas": la falacia siner- generales que gobiernen el mundo social. Eso que los
gista acerca de la relación siempre armoniosa y de mutuo economistas, por una vez según la influencia de Freud,
apoyo entre las nuevas y las viejas reformas, y el argumen- han dado últimamente en llamar la "envidia de la física"
to del riesgo inminente sobre la necesidad de proceder a en su disciplina ha sido desde hace mucho una caracterís-
la aprobación de las nuevas reformas debido a los peligros tica de todas las ciencias sociales. Esa aspiracion encontró
1'
que su ausencia acarrearía. una expresión inicial en la afirmación de que el concepto
Retrocediendo en nuestro texto precedente, le toca de "interés" ofrece una clave unificada para la compren-
1 ahora el turno a la tesis de la futilidad generar una actitud sión y la predicción del comportamiento social humano.
progresista correspondiente. La esencia de esa tesis era la Esta convicción estaba ya muy divulgada en el siglo XVll y
1 afirmación de que ciertas tentativas humanas de efectuar pasó al siglo XVIII, cu.ando Helvétius escribió triunfalmente:
!
cambios están destinadas a fracasar estrepitosamente por- "Si el universo físico está sometido a las leyes del movimiento,
¡. que van contra lo que Burke llamó "la constitución eterna el universo moral no lo está menos a las del interés".2
de las cosas" o, en el lenguaje del siglo XIX, contra las El paradigma del interés encontró su aplicación más
"leyes ,,, o meJor
. aun,, l as "leyes d e h ierro"
. que gobiernan elaborada y fructífera en la construcción de la nueva cien-
el mundo social y que sencillamente no es posible piso- cia económica. Aquí se le usó tanto para elucidar los
tear: en nuestra visión, los autores o descubridores de tales principios virtualmente intemporales que subyacen a los
leyes van desde Pareto a Michels y a Stigler-Director. procesos económicos básicos del intercambio, la pro-
Las llamadas leyes que apuntalan la tesis de la futilidad ducción, el consumo y la distribución, como para entender
tienen una característica común: revelan alguna regulari- los cambios económicos y sociales específicos que opera-
dad antes encubierta que "gobierna" el mundo social y le ban de manera visible durante la segunda mitad del siglo
imparte estabilidad. Tales leyes parecen hechas a la medi- XVIII. Las dos tareas coexistieron pacíficamente durante
da para burlarse de quienes quieren cambiar el orden algún tiempo. Por ejemplo en La riqueza de las naci01:zes
.,
J¡¡
existente. lQué pasaría si se descubrieran otros tipos de
l,, apoyaran el deseo de cambio? Serían leyes del
de Adam Smith, el libro 3, orientado históricamente hacia
el "progreso y opulencia diferentes en diferentes naciones"
mov1m1ento que acogerían a los científicos sociales pro- seguía sin brusquedad a los dos primeros libros, cuyo amplio
ji gresistas con la seguridad de que el mundo se mueve análisis de los procesos económicos, aunque nunca del todo
ji "irrevocablemente" en alguna dirección por la que ellos abstracto, estaba mucho menos ligado al tiempo.
abogan. La historia de la ciencia social podría escribirse Después, en el siglo XIX, apareció cierta división del
l efectivamente en los términos de la búsqueda de esas
dos clases de leyes. Bastará aquí un esbozo hecho a gran-
trabajo entre los científicos sociales buscadores de leyes.

des rasgos. 2 Hclvélius, De /'esprit, París, 1758, p. 53.
174 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA DE LA R EACCIONAR IA A LA PROGRESISTA 175
Al hacerse cada vez más espectacular en la Europa Occi- invariables de lo que Marx había visto. Esta pretensión se
dental el cambio social, algunos se especializaron, por les revirtió a los marxistas: de pronto eran ellos los
decir, en buscar las leyes de esos procesos dinámicos. Tal pensadores superficiales con su creencia ingenua, a la
vez para lanzarse a esa empresa se sintieran alentados y manera de la Ilustración, en la maleabilidad de la sociedad
encandilados por el lugar excepcionalmente prestigioso en la estela de los acontecimientos "de superficie", ya
que la mecánica de Newton había ocupado durante mucho fueran reformas o incluso revoluciones.
tiempo en las ciencias naturales. Helvétius por lo menos El propósito de la breve incursión precedente en la
se refería obviamente a esas " leyes del movimiento" y las historia intelectual habrá quedado claro ahora. Si la esen-
destacaba como si fueran las únicas entre los logros cien- cia de: la "reaccionaria" tesis de la futilidad es la invarian-
tíficos de la época que fueran dignas de notarse en general cia a la manera de una ley natural de ciertos fenómenos
y de ser emuladas por los pensadores que se ocupaban del socioeconómicos, entonces su contrapartida "progresis-
"universo moral" en particular. Un siglo más tarde ese ta" es la afirmación de un movimiento hacia adelante, o
llamado fue atendido. La mayor pretensión de Marx - y progreso, igualmente en forma de ley. El marxismo es sól o
la expresó en su mejor momento en el prefacio de El el cuerpo de pensamiento que ha proclamado con mayor
capital - es la de que en efecto había "topado con las aplomo el carácter semejante a una ley, inevitable, de una
huellas" de lo que llamaría precisamente "la ley del movi- forma especial de movimiento hacia adelante en la histo-
miento económico (Bewegungsgesetz) de la sociedad mo- ria humana. Pero muchas otras doctrinas han pretendido
derna", designándose así como el Newton de las ciencias del mismo modo haber encontrado las huellas de tal o cual
sociales. ley histórica del desarrollo. Toda posición en el sentido de
Pronto aparecerían las reacciones frente a esa preten- que las sociedades humanas pasan necesariamente por un
sión. Se ha mostrado muchas veces cómo, en la segunda número finito e idéntico de etapas ascendentes es pariente
m itad del siglo XIX, el descubrimiento por J evons, Menger cercana de lo que se ha descrito aquí corno la tesis reac-
y Walras del marginalisrno como nueva fundación del cionaria de la futilidad .
análisis e conómico según lineamientos muy generales de La afinidad básica entre las dos teorías en apariencia
una naturaleza humana fisio-psicológica, pueden conside- opuestas se demuestra por la manera en que el lenguaje
rarse como una respuesta al esfuerzo de Marx por rela- de la futilidad es común a ambas. Marx es aquí un exce-
tivizar el conocimiento económico, por restringir la lente testigo. Inmediatamente después de haber procla-
validez de cualquier conjunto de "leyes" económicas a una mado su descubrimiento de la "ley del m ovimiento",
"etapa" particular de las "relaciones de produccióri". Otro escribe en su prefacio que la sociedad moderna ''no puede
ataque a la pretensión marxista de haber descubierto las saltar por encima de las fases naturales (naturgemii.sse) de
"leyes del movimiento" de la sociedad contemporánea se desarrollo, ni abolirlas por decreto" . La futilidad, tal como
produjo con Mosca y Pareto y su afirmación de que había la expone el científico social que tiene un conocimiento
ciertas estructuras sociales y económicas "profundas" (la privilegiado de las llamadas leyes del movimiento, consis-
d is tr ibución del ingreso y del poder) que eran mucho más te aquí en la tentativa de cambiar o estorbar su operación ,
, ,. . . . _ , __

DELAREACClONARIA ALAPROGRESISTA 177


176 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA
CONTRAPARTES DE LA TESIS DE LA PERVERSIDAD
mientras que en Pare to y en Stigler la futil idad brota por
tanto del vano esfuerzo por pisotear alguna constante Tanto en la tesis del riesgo como en la tesis de la fut ili dad,
básica. la transformación de la retórica reaccionaria en su opues-
Una de las objeciones más frecuentes al sistema mar- to resultó en tipos (o estereotipos) de retórica progr('si;;ta
xista y a otras ideas parecidas de progreso inevitable, -desde la ilusión sinergista hasta la creencia de que la
- pues a este respecto el marxismo no es sino el heredero historia está de nuestro lado - que, aunque no son del
de la Ilustración - es que parecen dejar poco margen a la todo extraños, enriquecen sin embargo nuestro entendi-
acción humana. En la medida en que la transformación miento común de lo que está implícito en la retónca. Es
futura de la sociedad burguesa es ya segura, lqué caso lícito plantearse hasta cierto punto si esa hazaña puede
tiene para usted o para mí poner efectivamente el hombro repetirse en el caso de la tesis de la perversidad. E l efecto
en la tarea? Tenemos aquí una forma inicial de lo que más perverso ocupa un lugar tan central en_el m:indo de la
tarde se hizo famoso como el problema dd ''jinete libre" retórica reaccionaria, que es probable que su mvers0 nos
y, lo mismo que ese otro argumento apenas más refinado, lleve directamente de vuelta a lo que todo el mundo ya
no es ni mucho menos tan problemática como parece. sabía acerca de la mentalidad progresista típica. La mejor
Marx mismo se anticipó al argumento señalando, una vez manera de demostrar este punto es en conjunción con
más en el prefacio a El capital, que trabajar por la revolu- diversos discursos acerca del acontecimiento progresista pa-
ción "inevitable" ayudaría a acelerar su advenimiento y a radigmático de la historia mode1na: la Revoludón
reducir su costo. Más en general, la gente se regocija y se La posición reaccionaria consiste en proclamar la
siente fortalecida con la confianza, por vaga que sea, de cidencia generalizada del efectu perverso. Los
que "tienen a la historia de su lado". Este concepto fue el narios recomiendan por consiguiente una extrema
sucesor típico del siglo XIX de la anterior seguridad, muy precaución al modificar las instituciones existentes y .al
buscada por todos los combatientes, de que Dios estaba perseguir políticas innovadoras. La contraparte
de su lado. Nadie ha sugerido nunca, que yo sepa, que esa ta de esta posición es echar en saco roto esa precaución,
seguridad debilitaría el espíritu combativo de alguien. El soslayar no sólo la tradición sino el concepto entero de las
activismo era estimulado del mismo modo por la idea de consecuencias involuntarias de la acción humana, resulte
que los actores contaban con el apoyo de una ley del o no efectivamente en una perversión: los progresistas
movimiento histórico, y tal era en efecto la intención de están siempre listos para moldear y remolde ar la s?ciedad
los proponentes de esta cons tru cción. A su contraparte a voluntad y no tienen dudas acerca de su de
reaccionaria, el argumento de la futilidad, se aplica una controlar los acontecimientos. Esta propenstón a la mge-
historia correspondiente: si lo tomamos a pecho, su argu- niería social e n gran escala fue en efecto uno de los rasgos
mento des ali en ta de moda radical la acción humana, y una impresionantes de la Revolución francesa. Saludada por
vez más eso es exactamente lo que sus exponentes se el joven Hegel como una "aurora magnífica", la prete.n-
proponen lograr. sión de la R evoh1ción de construir un nuevo orden social
t78 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGENC!A DE LA REACCIONARIA A LA PRO GRESISTA 179
ck con p rincipios "racionales" pronto habría de revolucionaria y progresista. Un componente esencial de l
ser denunciada como desastrosa por los críticos contem- pensamiento de Burke era su afirmación, fundada ante
poráneos que invocaban argumento de la perversidad. todo en la experiencia histórica inglesa, de que si las
Más tarde Tocqueville adoptó un tono más bien burlón al instituciones existentes i ncorporaban gran parte de la
cornnarar la empresa revolucionaria con una tentativa de sabiduría colectiva evolucionaría y que eran además
moidear la realidad según esquemas librescos inventados muy capaces de cambiar gradualmente. Si esta objeción
por las gens de lettres de la Ilustración. conservadora fundamental al cambio radical había de
C uando estudia uno la historia de nuestra revolució n se da cuenta ser superada, se hacía entonces necesario alegar que la
que fue llevada a cabo con el mismo espíritu que hizo escribir tantos his toria inglesa era muy especial y privilegiada, que hay
abstractos acerca del gobierno. La misma atracción hacia las países sin ninguna tradición de libertad y donde las
teorías generales, los sistemas completos de legislación y la exacta
simetría de las leyes; el mismo desprecio por los hechos existentes;
la misma confianza en la teoría; el mismo gusto por lo original, lo
instituciones existentes están podridas de cabo a rah ü.
En tales condiciones no hay opción a la demolición de !
ingenioso y lo nuevo en las instituciones; las mismas ganas de lo viejo combinada con una reconstrucción global de la
rehacer a la vez la constitución entera según las reglas de la lógica sociedad política y el orden económico, por muy azarosa
y cfr acuerdo con un plan único, en lugar de tratar de enmendarla
que sea la empresa en cuanto al desencadenamiento de
en ..;us partes. iAterrador esp ectácu!o!3
efectos perversos. Burke fue criticado según estas líneas
La afirmación de la necesidad de reconstruir la socie- ya desde 1853 por el escritor liberal francés Charles de
1
l
dad desde sus cimientos según los dictados de la "razón" Rémusat:
(es decir de acuerdo con la idea que se hace alguien de lo que Si la fatalidad de los acontecimientos ha hecho que un pueblo no
la "razón" ordena) es pues la tesis contra la que surgió el encuentre, o no sepa encontrar sus títulos [litres] en sus anales, y si
argumento de la perversidad como su antítesis. Pero en ninguna época de su historia le ha dejado un buen recuerdo
considerable y sorprendente medida, la tesis sobrevivió a la nacional, toda la moral y toda la arqueología de l mund o no le d arán
antítesis. De hecho, no ha habido nunca una explicación la fe que le falta y las costumbres que esa fe le habría dado ... Si para
ser libre hay que haberlo sido antes, si para dotarse de un buen
satisfactoria de por qué el pensamiento utópico tuvo que gobierno hay que habe rlo tenido, o si por lo m enos hay que
florecer de manera tan abundante y extravagante como flo- imaginarse esas dos cosas, entonces ese pueblo está inmovilizado
reció en el siglo XIX después de las ulcerantes experiencias por sus antecedentes, su porvenir es fatal, y hay naciones con-
de la Revolución francesa y de la consiguiente formu lación denadas a la desesperació n.5
explícita de la tesis de la perversidad.4 En este pasaje, R émusat dice no sólo que h ay
Lo que en realidad sucedió fue que la crítica de Burke situaciones y países donde la reverencia de Burke por el
a la Revolución francesa llevó a una escalada de retórica pasado está por completo fuera de lugar; de mayor interés
J Alexis de Tocqucville, L '.Ancien Ri!¡;i111r: et la Révolution, 4a. ed., París, 1860,
238-239. s Charles de Rémusat, ''B urke: sa vie e t ses écrits",Rcvue des Dcux Mondes (1853),
11 4
Esta profusión queda impresionantemente de mostrada en Paul Bénichou,. Le p. 453. Subrayado mío. Este notable text o se cita en Frans:ois Furet, "Burke ou Ja fi n

I temps des Docrrines de l'lige romantique, París, Gallima rd , 1977. [Existe seule histoire de l'Europe", Le D ébat, 3 9, marzo-mayo 1986, página 65. Furet da
, trad ucción al espa ñol del FCE.] a Pierre Rosanvallo n el crédito de su descubrimiento.
"·-

180 nr l.1\ INTRANS IGENCIA


DE LA REACCIONARIA A LA PROGRES ISTA 181
es su idea de que la validez de la crítica de Burke depend e cia involuntaria de la crítica conservadora de Burke a la
en gran medida de la comprensión y la imaginación del Revolución francesa. Al insistir en la perfectibilídad de las
pueblo respecto a su condición. En otras palabras, la instituciones existentes como argumento contra el cambio
crítica burkeana que incluía la afirmación del efecto per- radical, sus R eflections pueden haber contribuido a un
verso hacía imperativo para los abogados del cambio ra- largo linaje de escritos radicales que pintan la situación de
dical cultivar "el sentido de estar en un predicamento éste o aquél país como radicalmente más allá de todo
desesperado'', 6 así como lo que llamé la fracasomanía (el remiendo, reforma o mejoramiento.
complejo del fracaso) en mis estudios anteriores acerca de Este es el fin de nuestra digresión por la retórica progre-
la adopción de líneas políticas en Latinoamérica; es decir sista. Como su contrapartida reaccionaria, resulta s<::.r más
la convicción de que todas las tentativas de resolver los rica en maniobras, en su mayor parte de exageración y
problemas de la nación han desembocado en fracaso ra- ofuscación, de lo que generalmente se supone.
dical. Allí donde prevalecen tales actitudes, la insistencia
de Burke en la posibilidad de un cambio gradual y en la
perfectibilidad de las instituciones existentes queda efec-
tivamente contrarrestada y desviada. Al invocar el predi-
camento desesperado en que está atrapado un pueblo, así
como el fracaso de anteriores tentativas de reforma, se
alega implícita o explícitamente que el viejo orden tiene
que ser aplastado y uno nuevo reconstruido desde la nada
sin tener en cuenta ninguna consecuencia contraproducen-
te que pueda derivarse de ello. La invocación de l predi-
camento desesperado puede mirarse por consiguiente
como una maniobra retórica de escalada dirigida a neu-
tralizar o superar el argumento del efecto perverso. *
Buscando una contrapartida no obvia del argumento de
la perversidad, me he topado con una curiosa consecuen-
6
Robert C. Tuckcr, "The theory of charismalic leadership", Daedalus, 97, vera no
de 1968, p. 75.
• No pretendo que el a rgum ento d el p redica me nto desesperado no fuera utilizado
antes de la Revo lución fra ncesa. Serfa diffcil superar la siguiente d eclaración de E m-
manuel al fina l de su "Essai s ur les privileges" (1788): "Vendrá un tiempo e n

l
q ue nuestros indignados nietos quedarán estupefactos al leer nues tra his toria, y darán
a la más inconcebible dt'mencia los no mbres que merece". E n Sieyes, Q11 'es1-ce que le!
Tif:rsEcat? (Parfs, Presses U niversitaires de France, 1982, p. 24). Mi tesis es que la crítica

¡1
burkcana hi1.o aumentar la probabilidad y la incidencia de esta clase d e pronunciamicn -
lOs ex1n:mis1:1s.
7. MÁS ALLÁ DEI-A. INTRANSIGENCIA

¿UN VUELCO DEL ARGUMENTO?


AL PASAR en el capítulo anterior de los "reaccionarios" a 6¡
los "progresistas" y a algunos de los argumentos típicos y los jÍ

puntos de debate de estos últimos, es posible que haya


perdido algunos de los amigos que pude haber ganado en
el transcurso de los tres primeros capítulos, donde
exponían varios tipos de retórica reaccionaria. M e
apresuro a tranquilizarlos recordando brevemente mi
tema y mi tarea principales. El propósito fundamental de
este libro ha sido rastrear algunas tesis reactivo-reac-
cionarias clave por medi o cie los debates de los pasados
doscientos años y demostrar cómo los protagonistas
seguían ciertas constantes en la argumentación y en la
retórica. Mostrar cómo los abogados de las causas reac-
cionarias están atados por reflejos invencibles y avanzan
de manera predecible por m.edio de n1ovimientos y
maniobras fijos no equivale a refutar los argumentos, por
supuesto, pero tiene una serie de consecuencias bastante
corrosivas.
Empezaré por una menor. Como resultado de mi pro-
cedimiento, algunos "pensadores profundos" que habían
presentado in":'ariablemente sus ideas como aportaciones
originales y brillantes resultan tener un aspecto much o
menos impresionante y a veces incluso cómico. Este efec-
to no era intencional al principio, pero no deja de se 1
bienvenido. Ha habido cierta falta de equilibrio en los
debates recurrentes entre progresistas y conservadores:
en el uso efectivo de la poderosa arma de la ironía los

--· .... _____ __________._____...._________________


,
183
184 RETÓRICAS DELA INTRANSIGENCIA MÁS ALL.Ó. DE LA INTRANSIGENClA 185

ccnservadores se han llevado claramente la palma. Y a la toria y muy general: han existido ciertamente situaciones
crítica de Tocqueville al proyecto revolucionario, tal como en que la " acción social deliberada" emprendida con bue-
se manifiesta en el pasaje citado en el capítulo 6, utiliza un nas intenciones ha tenido efectos perversos, otras en que
tono sarcástico. En sus manos ese proyecto empieza a ha sido en esencia fútil, y otras más en que ha puesto en
parecer ingenuo y absurdo más que infa.me o sacrílego riesgo.los beneficios debidos a algún adelanto anterior. M i
- caracterización predominante expresada por los críti- asunto es que muchas veces los argumentos que he iden-
cos anteriores tales como De Maistre y Bonald. Este tificado y revisado son intelectualmente sospechosos por
aspecto de la actitud conservadora frente a sus oponentes varios conceptos.
se reflejaba también en el término alemán Weltverbesserer Una sospecha general de uso excesivo de los argumen-
(mejorador del mundo), que evoca a alguien que tiene tos surge con la demostración de que se les invoca una y
demasiadas responsabilidades y que está destinado a ter- otra vez de manera habitual para cubrir unél amplia vari •.:·-
minar en un ridículo fracaso. (La expresión americana dad de situaciones reales. La sospecha se refuerza cuando
do -gooder tiene connotaciones despectivas similares, en puede mostrarse, como he tratad o de hacer en las páginas
cuanto a que los proyectos de éste tienden a ser menos precedentes, que los argumentos un consider<il')!c
ambiciosos que los del Weltverbesserer.) En general, una atractivo intrínseco porque se rel acionan con poderosos
actitud escéptica y burlona ante los esfuerzos progresistas mitos (Hubris-Némesis, Divina Providencia, Edipo) y con
y sus probables logros es un componente integral y muy fórmulas interpretativas influyentes (ceci tuera cela, suma
efectivo de la actitud conservadora moderna. cero, etcétera) o porque arrojan una luz halagadora acerca
En contraste con esto, los progresistas han quedado de sus autores y realzan su ego. En vista de estos atractivos
empantanados en la seriedad. La mayoría de ellos han sido externos, resulta probable que las tesis reaccionarias co-
pródigos en indignación moral y parcos en ironía.* El munes se adopten a m enudo independientemente de :m
pn-o:sente volumen lleva tal vez la intención de corregir ese adecuación.
desequilibrio. Lejos de diluir mi argumentación, el capítulo preceden-
Pero difícilmente podría ser es to unajuslific<lctón de la te acerca de la retórica progresista fortalece más este
tarea dt este libro. Ha habido ciertamente una tentativa punto. Al demostrar que cada uno de los argumentos
más básica: establecer alguna presunción, gracias a la reaccionarios tiene una o más contrapartidas progresistas,
demostración de la repetición de los argumentos básicos, he generado parejas contrastadas de declaraciones reac-
de que el razonamiento ((reaccionario" típico, tal como se cionarias y progresistas acerca de la acción social. Para
.exhibe aquí, es a menudo defectuoso . El hecho de qu e un recordar algunas de ellas:
argumento se use repetidamente no prueba, sin duda, que
esté equivocad n en un caso particular. Así lo he dicho ya Reaccionaria: La acción prevista tra erá consecuencias de-
aquí y allá, perv vale la 1--c na repetirlo de manera peren- sastrosas.
• Hay que hacer evidentemente una excepción con el s iempre ingenioso F. M .
Progresista: No llevar a cabo la acción prevista traerá conse-
Cor nford. cuencias desastrosas.
RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA MÁS ALLÁ DE LA INTRANSIGENCIA 187
186
Reaccionaria: La nueva reforma pondrá en riesgo la ante- nes, dijo, son " dos impertinencias iguales".1 Este término
rior. es también adecuado para caracterizar los argumentos
Progresista: La nueva y la vieja reformas se reforzarán paralelos que acabamos de formular.
mutuamente. Sin embargo mi propósito no es "llevar la calamidad a
Reaccionaria: La acción prevista intenta cambiar unas las casas de ambos". Es más bien empujar el discurso
características estructurales ("leyes") del orden social; público más allá de posturas extremas e intransigentes de
está destinada por consiguiente a ser enteramente ine- una y otra clase, con la esperanza de que en el proceso
fectiva, fútil. nuestros debates se tornen más "amistosos con la demo-
Progresista: La acción prevista está respaldada por po- crad a".* Es éste un tema muy amplio que no puedo
derosas fuerzas históricas que están ya "en marcha"; abordar aquí adecuadamente. Baste un pensamiento pa-
oponerse a ellas sería profundamente fútil. ra concluir.
Las reflexiones recientes en rt l ación con la democracia
Una vez demostrada la existencia de estas parejas de han dado como fruto dos valiosas visiones: una histórica
arrumentos, las tesis reaccionarias se degradan, por decir- de los orígenes de las democracias pluralistas y una teórica
lo se tornan, junto con sus contrapartidas progre sis tas, de las condiciones a largo plazo de la estabilidad y la
en simples afirmaciones extremas de una serie de debates legitimidad de esos regímenes. Los modernos regímenes
imaginarios muy polarizados. De esta manera quedan pluralistas aparecieron típicamente, según se reconoce
efectivamente expuestas como casos límite, que necesitan cada vez más, no debido a algún amplio consenso pre-
a fondo, en la mayoría de las circunstancias, ser calificados, xistente de los "valores básicos", sino más bien debido a
mitigados o enmendados de alguna otra manera. que diversos grupos que habían estado agarrándose
mutuamente el pescuezo durante un periodo prolonga-
do tuvieron que reconocer su mutua incapacidad de
CÓMO NO ARGÜIR EN UNA DEMOCRACIA
dominar. La tolerancia y la aceptación del pluralismo
Una vez justificada la utilidad del capítulo 6 desde el punto resultaron de un empate entre grupos opuestos acerba-
de vista mismo que presidió la concepción original de este mente hostiles .2
1ibro, puedo declarar ahora que la redacción de
1 Gustave Flaubert a su sobrina Caroline, mano de 1868, en Flaubert, Correspo11-
capítulo me hizo visualizar un papel más amplio del eJ.er- do11ce, París, Conard, 1929, vol. S, p. 367. Comentando la disputa fil osófica acerca de
cicio en su conjunto. Lo que he acabado por hacer ha sido la p1imacfa de la materia o del espíritu, Flaubert concluye: "llref, je trouve le
Malérialisme et le Spiritualisrnc deux impertinences égales". (En resumen, encuent ro
en efecto diagramar la retórica de la intransigen'cia tal que el materialismo y el espiritua lismo son dos impertinencias iguales.) Véase tam bién
como la han practicado durante mucho tiempo tanto los Jacques D errida, "Une idée de f·1aubert", en su recopilación París, Gali lée,
1987, pp. 305-325.
reaccionarios como los progresistas. · • Término ácullado por analogía con el ahora frecuente "amistoso con el usuario "
Flaubert utilizó una vez uria frase maravillosa para (user fricndly) o e l alemán umweltfreundfich (a mistoso con el medio ambiente).
2 Bernard Crick (comp. y rev.), In defenc:.: of pofitics, Baltimore, Pengu in Books,
aplastar a las escuelas contrarias de fil.ósofos que.afirm.an 1964, cap. l; y D ankwart Rustow, "Transitions to democracy", Comparatiw: Pofitics, 2,
que todo es pura materia o puro espíritu: tales afirmac10- abril de 1970, pp. 337-364.
MÁS ALLÁ D E LA INTRANSIGEN CIA 189
188 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA
longación y · sustituto de la guerra civil. Incluso en las
Este punto de partida histórico de la democracia no democracias más "avanzadas" muchos debates son, para
vaticina nada bueno para la estabilidad de esos regímenes. parafrasear a Clausewitz, una "continuación de la
El asunto es obv io, pero lo es todavía más cuando se le civil con otros medios". Ta les debates, donde cada partido
pone en contacto con la proclamación te órica de que un anda en busca de argumentos que devasten, no son sino
régimen democrático alcanza la legitimidad en la med ida demasiado familiares en la política democrática usual.
en que sus decisiones resultan de una deliberación plena Queda pues por recorrer un largo y difícil camino desde
y abierta entre sus principales grupos, cuerpos y repre- el tradicional discurso encarnizado e intransigente hasta
sentantes. La deliberación se concibe aquí como un pro·· una clase de diálogo más "amistoso con la democracia".
ceso de formación de opinión: los participantes no han de Para quienes deseen emprender esa expedici ón tendrá
tener inicialmente opiniones plena o definitivamente for- valor el conocimiento de señales de riesgo, como por
madas; se espera que se entreguen a discusiones significa-
tivas, Jo cual quiere decir que deben estar listos para
ejemplo argumentos que son en. efect? h:--
chas específicamente para hacer imposible el dialogo y ia
modificar opiniones sostenidas con anterioridad a la luz deliberación. He intentado aquí proporcionar un panora-
de los argumentos de los otros participantes y también ma sistemático e históricamente informado de esos
como resulta do de la nueva información que se haga argumentos en un lado de la división e nt_re
accesible en el transcurso del debate. 3 "progresistas" y "conservadores" - y he añadido des pues ,
Si esto es lo que se necesita para que el proceso demo- mucho más brevemente, un panorama similar en el otro
crático resulte sostenido por sí mismo y ad quiera estabili- lado. En comparación con mi plan original de exponer
dad y legitimidad a largo plazo, entonces el abismo que sólo las simplezas de la retórica reaccionaria, me encuen-
separa a tal estado de los regímenes democrático-plura- tro al fin y al cabo con una contribución más ecuánime:
listas, tal como emergen de manera histórica de la lucha y una contribución que en último término podría servir a un
la gue'rra civil, es inquietante y peligrosamente profundo. propósito más ambicioso.
Un pueblo que apenas ayer e.staba entregado a luchas
fratricidas no es probable que se avenga de la noche a la
mañana al toma y daca de esas deliberaciones constructi-
vas. Es mucho más probable que primero se ponga de
acuerdo en estar en desacuerdo, pero sin tentativas de
aplastar los puntos de vista opu estos -- tal es efectivamen-
te la naturaleza de la tolerancia religiosa. O bien, si hay
discusión, será u n típico "diál0go de sordos" -un diálogo
que en realidad funcionará mucho tiempo como pro-

3 Este punto está argumentado de manera persuasiva en Bernard Manin, "On


legitimacy and política! deliberation", Political 171eory, 15, agosto d e 198 7, pp. 338-368.

• wea·
AGRADECIMIENTOS

Como señalé en el capítulo 1, la idea de este libro tornó forma como


resultado de mi participación en la mesa ejecutiva que reunió la Ford
F oundation en 1985 para asesorar acerca de políticas de bienestar en
los Estados U nidos, y más especialmente cuando reflexioné resp eclo
a las observaciones introductorias de Ralf Dahrendorf en la primera
reunión. Una influencia generadora más remota había sido la r e hab i-
litación de Donald McCloskey de la retórica como rama de investig a-
ción legítima para los economistas y los científicos sociales.
Durante la redacción del libro, recibí ayuda y alicnlo de quien es
leyeron los borradores de los capítulos preliminares. Entre ellos quiero
destacar en particular a William Ewald, J oseph Frank, Luca Meldolesi,
Nicoletta Stame, Fritz Stern y Margarct Weir. La corresponde ncia con
David Bromwich, Isaac Kramnick, J crry Muller y Edmund Phelps me
ayudó a aclarar numerosos puntos y perplejidades. Pierre Andler,
traductor de este libro al francés, y Rebecca Scott le dieron al manus-
crito una lectura final y discriminadora. En el transcurso de una larga
b usca para el título preciso, Peter Railton y Emma Rothschild hicieron
contribuciones de gran importancia.
Los amigos y lectores que dirigen a un autor hacia textos específicos
que le permitan reforzar o adornar su argumento tie nen un comporta-
miento altruista de una clase especial. E s el que mostraron W altcr
Hinderer, Stephen Holmes, obispo Pietro Rossano y Quentin Skinne r,
llamando mi atención en pasajes recomendables de las obras de Schiller,
De Maistre, Lampedusa y Hobbes, respectivamente. Dennis Thompson
me dio valiosos consejos bibliográficos en relación con mi investigación
respecto a la Ley de Reforma del Voto de 1867 en Inglaterra.
Por último, es un placer reconocer una importante deuda intelectual
y personal con Bernard Manin. Sus escritos ace rca de la teoría de-
mocrática han sido fuente de constante estímulo, y comentó con genero-
sidad y con su agudeza habitual mi manuscrito en proceso cuando nos
encontramos durante varios veranos sucesivos en los Alpes franceses.

Partes de este libro se han presentado como conferencias públicas y


en reunione s científicas. U na versión abreviada de l capítul o 2 se leyó
como conferencia en la serie Tanner Lecture en Ja U niversidad d e
191

1
192 RETÓRlCAS DE LA INTRANS IGENCIA

Michlgan en abril de 1988 y posteriormente en e! Centre Raymond


Aron de París y en el Siernensstiftung de Munich. Se publicó e n The
Ta1111c.- Lectures in Human Vnl11cs, vol. 10 (Salt Lake Cíty, U niversity ÍNDICES
of Utah Press, 1989) y, en un formato todavía más reducido, en el
Arlantic d e mayo de 1989. En Ann Arbor aproveché las críticas de John
Diggins, Stephen Holmes y Charles Tilly. El capítulo 3 se expuso, una
vez más en versión abreviada, en una confcrcnda acerca de la Sociedad
Civil llevada a cabo en agosto de 1989 en Castelgandolfo con los auspicios
del Vicnna Institut für die Wissenschaften vom Menschen, y en febrero
de 1990 en un Lionel Trilling Seminar en la Universidad de Columbia en
N ueva York. En esta úitima ocasión StanleyHoffmaru1 yStephen Holmes
aportaron incisivos comentarios. E l capítulo 4 se presentó como trabajo
de discusión en una conferencia de la filosofía de la elección social
celebrada en Varsovia en junio de 1990 y auspiciada por la Academia
Polaca de Ciencias y el American Council of Lcarned Societies.
De 1985 a 1989, el procesamiento de mis borradores fue hecho con
inteligencia, habilidad y buen ánimo por Lynda Emery. Tras su partida
de Princeton, Lucille Allsen y Rose Marie Malarkey continuaron el
t rabajo y cuidaron competentemente el manuscrit o en sus últimas
etapas. Marcia Tucker, de la biblioteca del Institute for Advanced
Study me proporcionó una valiosa asistencia bibliográfica.

ri

•I
ÍNDICE ANALÍTICO

Acción, 18, 24, 169-170. Véase tam- crisis de gobernabilidad, 135,


bién oonsecuencias, reacción, 138; desarrollo 12; dificul-
efecta; secundarios. tad de lograrlo, 145-150; efecto
Adams, J ohn, 19 perverso d el, 37-45, 51-52, 79-
Alemania: democracia e111 16, 124- 80, 154-156, 161-162; y futili-
126; políticas de bienestar social dad de las mejoras, 74-84,
en, 150, 164, 165 85-86, 91-92, 155-156; en los
Alicia en el pafs de las maravillas países de desarrollo tardío,
(Carroll), 56 146-150; reacción al desarro-
América Latina: afirma n la futili- llo del, 16; riesgo causado
dad de la reforma en, 56; com- por,101, 126-139,155, 160-161
plejo de fracaso (fracasomanía) Bismarck, Otto von, 150, 165
eu, 44n, 180; programa habita- Bonald, Vicomte Louis-Gabriel-
cional en, 82, 83 Ambroise de, 60, 184
Ampere, Jean Jacques, 59 Bright, J ohn, 112
Ancie11 régim e et la Révolution, L' Burckhardt, Jacob, 31
(Tocqueville), 58, 62 Burke, Edmund: 45, 153n; acuer-
Argumento del apoyo mutuo, do con los criterios económi-
142, 145, 168, 172 cos de Adam Smith, 24; acerca
Argumento del predicamento de- de las diferencias de Clase, 30-
sesperado, 180 31; crítica de las Leyes di: los
Aristóteles, 65 Pobres, 38-39; y culto a la cons-
Aulard, Alphonse, 62 Lituci6n británica, 106; y efecto
Ayuda a familias con hijos de- pe rverso, 21-26, 172; y funda-
pendientes (AFDC), 51-52, 76 mento de personalidad de la
democracia en Francia, 121-
Bagehot, Walter, 116, 123, 124 124; y reacción a la Revolu-
Bentham, J 4-0, 98n ción francesa, 14, 24-25, 58,
Berdyaev, Nicholas, 166n 60-61, 178-179, 180, 181
Berlin, Isaiah, 103 Burrow, John, 123n
Bias for lwpe, A (Hirschman, 1971), Butler, J.R.M., 106
148n, 171n
Bien li mitado, imagen del, 140 Calderón de la Barca, Pedro,
Bie neslar social: apoyo público 171n
para el, 131-132; y argumento Cándido (Voltaire), 53
del a poyo mutu o, 142, 143; y Canning, George, 107
195
E m:
•• .._.1 , - -

ÍND ICE ANALITICO 197


196 ÍNDICE ANALÍTICO
Derechos políticos: desarrollo de to del apoyo mu tuo, 141-1 43; y
Capital, El (Mane), 174, 175 Cours d' économie politique (Pa- los, 12-13; efe.eta perverso de crisis de gobernabilidad, 135-
Carroll Lewis, 56 reto, 1896-1897), 68 los, 30-37; futilidad de los 139; dificultad de lograrlo,
Carta Magna, 105 Crandall, R obe rl, 53n cambios en los, 62-74, 84-85, 144-150; e fecto perverso del,
"Case against 'One thing at a ti- Crisis de gobernabilidad, 136- 91-92; reacción al desarrollo 37, 39-40, 41-45, 79-80, 154-
me', The" (Hirschman, 1990), 138, 141 de los, 14-15. Véase también 156, 160-162; y futilid ad de las
149n Crisis of democracy, The (Comi- sufragio universal mejoras, 73-84, 84-85, 91-92,
Cité antique, La (Fustel de Cou- sión Trilateral, 1975), 135 Des réactions politiques (Cons- 155-156; en los países de desa-
langes, 1864), 119 tant, 1797), 19 rrollo tardío, 145-149; rclroce-
Claudel, Paul, 171n Dahrendorf, Ralf, 11-13 Desarrollo político, secuencia del, so del, 13,16-17; riesgo causado
C lausewitz, Carl von, 189 Declaración de los D erechos del 145-149 por, 100-101, 126-139, 155-156,
Club de Roma, 42 Hombre y del Ciudadano, 14, 59 Dickens, Chai:les, 41 162; surgimiento 12
Cobban, Alfred, 23 D efoe, Daniel, 39, 155 Dictionnaire des idée repies (Flau- Estado y revolución (Leoin, 1917) ,
Colombia, reforma de la tenen- D crnocracia,democratización: ame- bert), 31 165
cia de la tierra, 43-44n nazada por el Estado benefactor, Diderot, Denis, 33
Comisión Trilateral, 135 126-139, 163-166, 168, 167-168; Dieciocho brumario de Luis Bo- Falacia de 'la composición, 34
Compensación por desempleo, como medio de evitar huelgas y naparte, El (Marx), 159 Feldstein, Martin, 80-81, 84
distinción de clases en la, 80- motines, 117, 170; y delibera- Diferencias de clase: en la com- Fiscal crisis o[ Lhe state, Tite (Ja-
81, 82-84 ción, 187-188; efecto perverso pensación del bienestar, 80- mes O 'Conno1, 1972), 133
Comportamiento compensador, 52 de,31-37,66-68, 157, 159;fun- 81, 82-83; y futilidad de la Flaubert, Gustave, 30-31, 35, 86
Consecuencias involuntarias: ba- damento de personalidad de reforma del bienestar, 75-76, Forrester, J ay W ., 42, 43, 159, 162
1· lance entre las favorables y las la democracia, 120-126; futili- 77-78, 79, 82-83; y futilidad del F oster, G eorge, 140
1
desfavorables, 51-52; bienve- dad de, 62-74, 84-85, 90-91, sufragio universal, 63-64, 67- Fracaso, explicaciones pa ra el,
nidas, 50-52; desarrollo del 156-158, 163; reacción contra 69, 85-86; en Italia, 65-66; en 153-154. Véase tam bién fraca-
concepto de, 46-49; no desea- la, 15-16, 106; riesgo de la li- las oligarquías, 70-71, 85-86; en somanfa
\! das, 49-51, 97, 99-100, 185- berlad, 101-126, 157; surginúen- el socialismo, 65-66; tradición Fracasomanía (complejo de fra-
186; desprovistas de, 50-51; y to de, 187-188; usado como europea de, 30-31, 106-108 caso), 44n, 180
futilidad del cambio, 86-87, espantapájaros, 106. Véase tam- Director, Aaron, 77, 82, 172 Francia, democracia en, 118-119,
89-92, 94-95, 97, 185-186; y bién derechos políticos; sufra- Benjamin, 41, 108, 115, 163 122-124, 156-157
gobernantes de buena volun- gio universal Doctrina de la ley natural, 12 Free t.o choose (Friedn!an y Fried-
tad, 90-92; relación con el Democracy in America (Tocque- Doctrina de la Mano 1nvisible, man, 1979), 79
mito de Eclipo, 143, 144. ville) , 103 24,26,49 Freud, Sigmund, 34, 173
Véase también efectos secun- Derby, Lord. Véase también Stan- Dostoievski, Fiador, 27 Friedman, Milton, 38, 77, 79
darios ley, E.G.G.S. Friedman, Rose, 79
Consúlérations SHr la Fronce (Mais- D erecho de habeas corpus, 105 Economics of incom e redistribu- Fu ndación Ford, 11
tre, 1797), 27 Derechos civiles: desarrollo de, tion (TuJlock, 1983), 79 Furet, 61, 122n
Constant, Benjamin, 19, 103, 104, 12-13; reacción al desarrollo Edgewoth. F.Y., 70 Fustel de Coulanges, Numa De-
119-121 de, 14, 21-23 Efectos secundarios, 48-50, 52-54 nis, 119-121
Constitution of liberty, The (Ha- Derechos económicos: desarro- Elliott, J ohn, 97n
yek, 1960), 129 llo de, 12; efecto perverso de, Enemigo del pueblo, Un (lbsen, Gatopardo, El (Lampedusa, 1959),
Cornford, F.M.,97-99, 17ln, 184n 37-39; reacción al desarrollo 1882),32 56, 72
"Counterintuitive behavior of so- de, 16. Véase también distri- Estado benefactor: apoyo públi- Genio y democracia, 33
cial systems" (Jay W. Forres- bución del ingreso; pobreza; co para el, 130-132; y argumen- Gentz, F riedrich von, 23
ter, 1971), 42 Estado benefactor
198 INDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍT ICO 199
G ladston e, W illia m Ewart, 115 Juego suma cero, 140 Libertad, d el individuo: ame na- cologfa de m a;;as; y derechos
Glnz.c r, Nalltan, 43-45 zada por el Estado benefac- políticos
Goethe, Joha nn W olfga ng van, Karr, Alphonse, 55 tor, 126-139; de los antiguos y McLuhan, Marshall, 139
25, 26 Keats, J ohn, 169n los modernos, 103-104, 119- Menger, Car! von, 174
Gorbachov, Mijail, 165 Keynes, John Maynard, 88, 127, U l; y democracia, 101-126; po- Mercad os: aatorreguladores, 37,
Great transfonnation, The (Polan- 132 sitiva y negativa, 102-103 38, HH, interferencia con, 3
yi, 1944), 40 Kolakowski, L eszek, 95 Liberty, equality, fratemity (Ste p- M erton, Robert, 49n, 51
G r ey, lord Charles, 107 hen, 1873), 73-74 Metternich, Klemens va n, 23
Group psychology and the analy- Lampedusa, Giuseppe Tomasi di, " Limits of social policy, The" Michels R oberto: y futilidad de
sis of the ego (Freud, 34n 56, 72,91 (G lazer, 1971),43 la democratización, 70, 72, 73,
LeBon, Gustav: 45, 153n; oposi- Losinggoond (Murray, 1984), 39, 42 86,88,166,172
Habermas, Jürgen, 134 ción a la política de igualdad, Lowe, Robert: oposición a la Ley Microsmographia academica (Corn-
Handbook_ of political fallaci es 34-37,63,67, 75,114, 157, 159 de Reforma de 1867, 109-110, ford, 1908), 97-98, 171n
(Bentha m, 1816), 98n Lecky, W.E.H., 111 112, 114, 115, 116, 119, 125, Mill, J ohn Stuart, 73
Hayek, Fiie drich: 153 n; Estado Legitimation crisis, 134 126, 131, 132, 140, 141, 160, Mito de Edipo, 28n, 143, 185
be nefactor, amen aza a la li- L e nin, Vladimir Ilich, 165-166 161, 163 Modigliani, Franco, 89n
bertad, 126-131, 132, 133, 134, Ley d e Derechos, 105 Monetarismo, 89
136-138, 160-165 Ley de Director de la redistribu- Maculay, Thomas Babbington, 108, Montesquieu, barón de la Bréde
Hegel, George Wilhelm Frie- ción del ingreso, 67-68, 79, 85, 110-111 y de, 19, 65
drich, 177 160, 172 Maine, sir H e nry, 112, 113, 114 M orley, J ohn, 115
Helvétius, Claude-Adrien, 33, 172- Ley de Hierro de la Oligarquía, Maistre, Joseph de: 47, 153n, M osca, Gaetano: análisis del so -
173, 174 70,85 162; crítica de la Revolución cialismo por, 65; y efecto p e r-
H obbes, Thomas, 48 Ley de la oferta y la demanda, fra ncesa, 60-61, 183-184; y la verso de la democratización,
H o lderlin, Friedrich, 125n 70-71,88 cruel de idad (la Divina Provi- 67-68; y futilidad del sufragio
H untington, Samuel P ., 135-139, Ley de Pareto, 70, 71, 85, 86, 160, dencia), 27-29, 43, 47, 48, unive rsal, 63-68, 71, 72, 73, 74,
141, 161 172 88, 143-144, 185 75,84,85,87-88, 116, 157, 174,
Ley de Reforma de 1832, ingle- Man versus the state, The (Spen- 175; influencia en Roberto Mi-
Ibsen, Henrik J ohan, 32-33 sa, 63, 105-108, 111, 112-115, - ce r, 1884), 36 che ls, 70, 85
Ilusión sincrgista, 142, 167-170 157, 160 . Mandeville, Bernard, 24, 39, 46, 155 Muchedumbre. Véase psicología
Ilustración escocesa, 24, 46 L ey de Reforma de 1867, ingle- Manifiesto comunista, 68 de masas
Tnforme Beveridge, 128 sa, 73, 105, 108-112, 115, 121, Malthus, Thomas Robert, 39, 4D Mujeres, voto para las, 15
Instinto gregario, 32 157, 160, 163, 170 Maquiavelo, Nicolás, 65 Müller, Adam, 23, 47
Ironía, uso reacciona rio de la, Ley de Speenh amland de 1795, Marshall, T.H.: acerca del desa- Murray, C harles: 153n; oposición
183 4{) rrollo de la ciudadania, 11-13, al Estado benefactor, 39, 42,
I rracionalidad, de la muchedum- Leyes de Pobres, inglesas, 38-39, 14, 17, 33, 99-102, 103, 117, 44-46, 155-156, 160-162
b re, 33-35 40-42, 44-45 118, 146, 149t 150, 151, 164; y
Ttalia, de m ocracia e n, 16, 63-65, Leyes del Grano, 112 el Estado Benefactor, 130, 131; Napoleón 1 (Napoleón B onapar-
66, 72- 73, º116, 157 Leyes del salario mínimo, 37-39, y la libe rtad, 102, 103 te), 22
87-88 Marx, Karl, 159, 160n, 165, 166, Napoleón ID (Ltús-Napoleón), 59,
Jevons, William Stanley, 174 Libertad de expresión, 12 174, 175, 176 11 1, 118
Johnson , Lyndon B ., 43, 76 Libertad de pensamiento, 12 Marxismo, 68, 78, 88, 130, 174, 175 Nueva Ley de Pobres_ Véase L e-
Joumeys toward progress (Hirs- Libertad de prensa, 105 Masas (el pueblo). Véase demo- yes de Pobres, ingles as
chrnan, 1963), 43n, 115n, 144n Libe rtad de religión, 12 cracia, democratización; p si- Newton, sir Isaac, 18, 174
202 ÍNDICE ANALÍTICO

dad del cambio, 172-176; y la 156; y tesis de la futilidad,


Revolución francesa, 57-63, 161, 163-166; y tesis de la per -
84; y tesis de la perversidad, versidad, 161;
57, 67-68, 72, 79-80, 84-92, Tesis de l riesgo inminente, 167,
161; y tesis del riesgo, 161, 169-171, 172
ÍNDICE GENERAL
163-166 Thompson. E.P., 42
Tesis de la perversidad: antigüe- Tiempo y progreso, 19, 20
dad de, 48-49; y bienestar so- Titmuss, Richard, 131
cial, 37-46, 51-52, 79-80, 155-156, Tocqueville, Alexis de: crítica de Prefacio 9
161-162; cronología de, 153; de- las Leyes de P obres, 39; des-
fuúción de, 17, 21-22, 55, 94 1' cuid o de, 61, 156; y futilidad
distribución del ingreso, 71; y del cambio durante la R evo- l. Doscientos años de retórica reaccionaria 11
la igualdad política, 29-37, 67- lución francesa, 58-59, 60, 61, Tres reacciones y tres tesis reaccionarias 14
68, 157, 159; y la Revolución 62, 63, 85n, 156-157, 177; so- Nota acerca del término "reacción" 18
francesa, 22-29, 156, 159, 177, bre la libertad y la democra-
178; y teoría progresista, 177- cia individual, 102; uso de la
181; y tesis de la futilidad, ironía, 183 2. La tesis de la perversidad · 21
57, 67-68, 72, 79-80, 83-92, 161; Traité de so ciologie généra/e (Pa-
y tesis del riesgo, 161-162; reto, 191 5), 68 La Revolución francesa y la proclamación del efecto
ubicuidad y popularidad de, T ráfico de reformas, 115 perverso 22
'. 45- 54, 55, 158, 159-160, 176, Tullock, Gordon, 79 El sufragio universal y sus efectos supuestamente
177 T urner, Frederick J ackson. 11 l n p erversos 29
T esis del riesgo: y apoyo mutuo, Las leyes de pobres y el Estado benefactor 37
142-145, 168-169, 172; crono- Vico, Giambattista, 24, 26 R eflexiones sobre la tesis de la p erversidad 45
logía de, 153; definición de, Víctor Hugo, 139
17, 97-102; y democratización, Viner, Jacob, 26n
102-126, 157; descrédito de, V Franc;otS- Marie Arouet, 53 3. L a tesis de la futilidad 55
159, 160-161; en el Estado be-
nefactor, 101, 126-139, 155, Walras, L éon, 174 Cuestionamiento de la extensión del cambio producido por la
161; limitaciones de, 145-150; W elfare f or tlle well-to-rlo (Tu- R evolución francesa: Tocqueville 58
mitos asociados con, 139'!141; llock, 1983), 79, 91 Cuestionamiento de la importancia del cambio que seguirá
y la retórica progresista, 167- Weltverbesserer, 36, 184 probablemente al sufragio universal: Mosca y Pareto 63
169; y la Revolución francesa, Whitehead, A lfred Norlh, 13 Cuestionamiento del grado en que el Estado be nefacto r
"entrega los bienes" a los pobres 74
Reflexiones en torno de la tesis de la futilidad 84

1
1 4. La tesis del riesgo 97
.11 .102
La democracia como amenaza a la libertad
E l E stado b enefactor como amenaza a la libertad y a la
democracia . . 126
Reflexiones en torno de la tesis del riesgo . 139
203
204 ÍNDICE GENERAL

5. Comparación y combinación de las tres tesis 151


Cuadro s inóptico 152
Influencia comparativa de las tesis 155
Algunas interacciones sencillas 158
Una interacción más compleja 162
Este libro, Retóricas de la intransigencia,
De la retórica reaccionaria a la retórica progre- se terminó de imprimir en JEM, S. de
R.L., Osa Menor 84, Pra do Churubusco,
sista 167 México, D. F. el 30 de junio de 1991. Se
tiraron 2 000 ejemplares y en su composición
La ilusión sinergista y la tesis del riesgo inminente 167 se utilizaron tipos D utch de 14/ 12, 10/ 11 y
"T ener la historia de nuestra parte" 172 7/8. El cuidado la edición estuvo al
Contra partes de la tesis de la perversidad 177 cargo deLeticia Picazo y Mercedes Paredes.

7. Jvfás allá de la intransigencia 183


lUn vuelco del argumento? 183
Cómo no argüir en una democracia 186

Agradecimientos 191

Índice analítico 195

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