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Santiago, tres de septiembre de dos mil dieciocho.

Vistos:

En estos autos Rol N° 44.324-2017 sobre juicio

ordinario caratulados “Guerrero Ayancan María con SERVIU X

Región””, seguidos ante el Primer Juzgado Civil de Puerto

Montt, la parte demandada dedujo recurso de casación en el

fondo en contra de la sentencia dictada por la Corte de

Apelaciones de esa ciudad que confirmó el fallo de primera

instancia que acogió la acción y dispuso el pago de las

siguientes sumas: a) $58.150.000 a María Guerrero Ayancan;

b) $3.440.000 a Guillermo Barrientos Guerrero y; c)

$2.580.000 a Luis Barrientos Guerrero, disponiendo, además,

que se deberán reajustes e intereses corrientes devengados

a partir del 22 de marzo de 2012, hasta su pago efectivo.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que en el primer capítulo de nulidad

sustancial se acusa la vulneración del artículo 23 del

Decreto Ley N° 2.186 del año 1978, disposición que

establece la posibilidad de que los terceros interesados

que reclamen derechos sobre el bien expropiado ejerciten

sus acciones en el marco de un procedimiento judicial de

consignación de la indemnización expropiatoria, dentro del

plazo de 20 días de efectuada la publicación señalada en el

inciso primero. Así, sostiene, los actores debieron haber

reclamado su derecho sobre parte de la indemnización en el

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procedimiento de consignación seguido ante el Primer

Juzgado Civil de Puerto Montt, sin que existiera otra

instancia para ello, cuestión que fue obviada por los

sentenciadores al acoger la acción.

Puntualiza que se incurre en un error de derecho al

soslayar la aplicación de una norma de carácter especial

que regula el procedimiento expropiatorio, que establece

las instancias de reclamo que tienen los terceros ante

actos expropiatorios que consideren vulneran sus derechos.

Por otro lado, sostiene que se infringe la referida

norma al establecer la existencia de enriquecimiento

ilícito, sin considerar la inacción de la parte demandante

en el ejercicio de derechos dentro del plazo que aquella

establece, toda vez que ninguno de los demandantes hizo

valer sus derechos sobre el monto de la indemnización

expropiatoria, extinguiéndose su derecho a reclamar.

Segundo: Que en el siguiente acápite se denuncia la

infracción del artículo 699 del Código Civil, norma que

regula el modo de adquirir el dominio denominado accesión,

en su variante de mueble a inmueble, que fue invocada por

los demandante para justificar la acción de enriquecimiento

sin causa; sin embargo, la aplicación de esta disposición a

la controversia de autos es improcedente, puesto que tal

disposición establece la obligación de todo propietario de

pagar al ocupante lo construido o edificado como exigencia

previa para recuperar el inmueble, situación absolutamente

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diversa a la que se ha sometido el conocimiento y

resolución de los tribunales de justicia, toda vez que no

se está en el caso en que un propietario del terreno

pretende recuperarlo y se encuentre con que el tercero

construyó o edificó. En efecto, en el caso concreto el

Ministerio de Obras Públicas expropió el inmueble, esto es,

el Lote N° 21, de propiedad de su representada. Así,

procedió a consignar en el tribunal el monto de

indemnización provisoria, adquiriendo a partir de ese

momento el dominio de la propiedad, según lo establece el

artículo 20, inciso primero, del Decreto Ley N° 2186. Por

consiguiente, explica, a partir del 5 de septiembre del año

2012, fecha en la que se realiza la consignación, el Fisco

de Chile pasa ser el propietario del inmueble. En

consecuencia, a quien debería aplicarse el artículo 699,

inciso segundo, antes referido, es al Fisco, cuestión que

es soslayada por la sentencia al determinar, erróneamente,

que el SERVIU X Región es propietario del inmueble, a pesar

que dejó de serlo al materializarse la expropiación.

Por otra parte, sostiene que la sentencia incurre en un

yerro jurídico al establecer que se cumplen los requisitos

para la procedencia de la acción de enriquecimiento sin

causa, por haber retirado su representada la totalidad del

monto consignado como indemnización provisoria del inmueble

que es de su propiedad, toda vez que en el procedimiento

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expropiatorio se observaron todas las etapas y formalidades

establecidas en el Decreto Ley N° 2186.

Enfatiza que el cobro de la indemnización por parte de

su representada tiene una causa legítima, deriva de un acto

administrativo legal y de un procedimiento judicial firme

que no fue objeto de impugnación, razón por la que no se

configuran los requisitos de enriquecimiento sin causa. Por

otro lado, sostiene, para que se configure el

enriquecimiento sin causa, es necesario que el

empobrecimiento carezca de culpa, toda vez que nadie puede

aprovecharse de su propio dolo, por lo que la víctima no

debe haberse colocado culposamente en una situación de

verse expuesto a una situación de empobrecimiento, como

sucede en la especie.

En este mismo orden de ideas esgrime que para que

proceda la acción in rem verso no debe existir otra acción

en el ordenamiento jurídico que permita impedir el

enriquecimiento injustificado, requisito que tampoco se

cumple, toda vez que los actores debieron recurrir a la

acción prevista en el artículo 23 del Decreto Ley N° 2186,

cuestión que imposibilita la acción residual restitutoria

emanada del enriquecimiento sin causa.

Finalmente expone una serie de consideraciones que, a

juicio del recurrente, permiten desestimar la acción

derivada del enriquecimiento sin causa, toda vez que los

demandantes ocuparon un inmueble del año 1978, sin título y

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sin realizar ante la entidad propietaria del inmueble

gestiones necesarias para regularizar su situación,

pasividad que no puede ser premiada acogiendo la demanda

indemnizatoria. Añade que durante treinta años los actores

ocuparon de manera gratuita el inmueble, sin pagar suma de

dinero por detentar la ocupación de los terrenos en los

cuales vivieron y realizaron diversas actividades

económicas, lo que constituye una manifestación de que el

servicio que representa tuvo una especial consideración con

los demandantes, puesto que no ejerció las acciones

administrativas y legales destinadas a impedir a aquello.

Por otro lado, los actores, en forma previa al inicio

del procedimiento expropiatorio, fueron demandados de

precario, acción que fue acogida, cuestión que demuestra

que los demandados estaban en conocimiento de la difícil

posición jurídica en que se encontraban al ocupar un

inmueble de propiedad de un órgano público y, a pesar de

existir fallos adversos, persistieron en la ocupación, en

lugar de abandonar la propiedad y retirar la edificación

existentes.

Finalmente sostiene que la condena a pagar intereses

corrientes y reajuste de acuerdo a la variación del IPC

contados desde la fecha en la que se procedió a retirar la

suma de dinero de la cuenta corriente del tribunal y hasta

su pago efectivo, es erróneo, toda vez que aquellos nacen

desde el momento en que la obligación principal se hace

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exigible, que en el caso de una indemnización judicial,

surge en el momento en que la sentencia se encuentra firme

y ejecutoriada.

Tercero: Que al explicar la forma en que los errores de

derecho denunciados han influido sustancialmente en lo

dispositivo del fallo, señala que de no haberse incurrido

en ellos los sentenciadores habrían revocado el fallo de

primer grado que acogió la acción y, en su lugar, la

habrían rechazado.

Cuarto: Que para una acertada inteligencia de las

materias jurídicas de que trata el recurso se debe tener

presente que en estos autos, entre otras, se ejerce en

contra del SERVIU de la Región de los Lagos, la acción de

restitución o acción in rem verso, solicitando que se

declare la existencia de un enriquecimiento injusto de

parte de la demandada, al haber retirado la totalidad de

los dineros consignados por el FISCO de Chile en la causa

de expropiación Rol V 122-2012, requiriendo que se condene

a la demandada al pago de las sumas de dinero que se

individualizan, fundados en que el año 1978 tomaron

posesión material de un terreno ubicado en Avenida

Presidente Ibáñez, lote N°4, en el que construyeron tres

inmuebles, construcciones emplazadas en un inmueble de

propiedad de la demandada, que fue expropiada,

consignándose ante el Primer Juzgado Civil el valor de

tasación elaborado por la comisión de expertos, cuyo monto

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total era de $118.840.000, de los cuales la suma de

$71.860.000 correspondía a las construcciones, $30.000 a

Plantaciones, 200.000 a otros y 46.750.000 al terreno,

retirando el Serviu el monto total consignado, con

excepción de $7.920.0000 (sede social), en circunstancias

que el valor de las edificaciones pertenecían a los

actores.

Quinto: Que constituyen hechos de la causa, los

siguientes:

1) Desde el año 1978 la familia Barrientos Guerrero

vivió en un terreno fiscal, denominado Lote 21, lugar en el

que edificó, plantó y cercó, con conocimiento de su

propietario, SERVIU de la Región de Los Lagos.

2) El 07 de octubre de 2011, SERVIU de La Región de Los

Lagos, interpone demanda de precario ante el 1º Juzgado

Civil de Puerto Montt, causa Rol Nº C 4740-2011, respecto

de la propiedad inscrita a fs. 233 vta. Nº 349 del Registro

de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Puerto

Montt, año 1961, correspondiente al lote 21.

3) La sentencia dictada el 12 de julio de 2012, acogió

la acción referida en el literal precedente, estableciendo

que María Guerrero ocupaba un terreno inscrito a nombre del

SERVIU, a fs. 233 vta. Nº 349 del Registro de Propiedad del

Conservador de Bienes Raíces de Puerto Montt

correspondiente al año 1961, sin título, por mera

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tolerancia del propietario, por alrededor de 37 años,

terreno en el cual se erigieron tres construcciones.

4) El 30 de noviembre de 2012, se confirma la sentencia

definitiva referida en el literal precedente por el

Tribunal de Alzada.

5) A través de Resolución Nº 1553, de fecha 15 de

noviembre de 2011, se designa comisión de peritos encargado

de tasar el lote 21, con el fin de expropiarlo.

6) El 14 de diciembre de 2011, la comisión de peritos

evacua informe y fija el monto provisional de la

indemnización en la suma de $118.840.000. El desglose de

los valores es el siguiente: a) terreno, $46.750.00; b)

vivienda, $57.920.000; c) taller, $2.580.000; d) frutería,

$3.440.000; e) plantas $30.000; f) cerco $200.000; g) sede

social, $7.920.000.

7) Mediante Decreto Nº 1408 del MOP, de fecha 30 de

julio de 2012, el Fisco de Chile decreta la expropiación

del lote 21, publicado en el Diario Oficial con fecha 16 de

agosto de 2012.

8) Que con fecha 30 de agosto de 2012, el Fisco de

Chile consigna la suma de $120.052.168 en la cuenta

corriente jurisdiccional.

9) El 13 de marzo de 2013, el Serviu de la Región de

Los Lagos solicita el giro a su nombre de los valores

consignados, deducido el valor consignado por la sede

social, por la suma de $ 7.920.000.

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10) El 19 de marzo del mismo año, se certifica por

ministro de fe, que no consta en autos que se hayan

presentado terceros a reclamar derechos.

11) El 23 de marzo el Tribunal accede a lo solicitado,

haciendo presente que de existir cualquier anomalía de

orden administrativo, se deberán reintegrar a la cuenta

corriente del Tribunal los fondos ordenados girar.

Sexto: Que la sentencia impugnada, sobre la base de los

hechos descritos en el fundamento precedente, en primer

lugar realiza un análisis de lo obrado en la causa de

precario, para luego señalar que tratándose de un mero

tenedor, que reconoce dominio ajeno, no puede invocar un

título que justifique la ocupación del inmueble en que

edificó con materiales propios, por lo que su suerte está

determinada por la regla que “lo accesorio sigue la suerte

de lo principal”, de manera que el dueño del terreno, la

demandada, se hizo propietaria de lo edificado.

Sin embargo, señala que la situación descrita queda

cubierta por lo establecido el inciso 2º del artículo 669

del Código Civil, configurándose lo que en doctrina se

denomina accesión de mueble a inmueble, norma que recoge el

principio fundamental que no puede haber enriquecimiento

sin una causa que lo justifique.

Añade que es la propia sentencia dictada en materia de

precario, provocada por el SERVIU de la Región de Los

lagos, la que unida a los hechos descritos, determinan la

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obligación de indemnizar a la demandante, pues la demandada

carecía del derecho de opción que tiene el propietario de

un inmueble que no tiene conocimiento de lo que hace el

dueño de los materiales, que es el caso del inciso 1º del

artículo 669 del Código Civil, sino la obligación de

restituir por equivalencia.

Sostiene que respecto de la alegación relacionada con

que la actora no concurrió al llamamiento a que se refiere

el artículo 23 del Decreto Ley Nº 2185, refiere que la sola

lectura del texto de la norma citada, permite concluir que

la demandante se encontraba excluida de la hipótesis. Por

otra parte, a partir de los hechos asentados surge que en

tanto se gestaba la expropiación, la actual demandada

ejerció acciones en sede jurisdiccional para obtener el

lanzamiento de la demandante y, simultáneamente, compareció

en el procedimiento de expropiación. Así, el

enriquecimiento injusto se manifiesta por el hecho de haber

obtenido un incremento en las sumas de dinero liquidadas en

dicho procedimiento, que por equivalencia correspondían a

la actora, a título de indemnización restitutoria.

Séptimo: Que, previo al estudio concreto de los

capítulos de casación, resulta indispensable exponer

ciertas cuestiones doctrinarias vinculadas al principio de

enriquecimiento sin causa. Tal principio, al decir de

autores como René Abeliuk constituye una fuente autónoma de

obligaciones, toda vez que si bien éste inspira una serie

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de disposiciones legales e instituciones jurídicas, como

los denominados cuasicontratos, lo cierto es que éste

principio incluso, al decir de algunos autores, se erige

como una fuente autónoma de las obligaciones aún cuando no

exista un precepto expreso.

La teoría del enriquecimiento sin causa ha sido tratada

por la doctrina nacional, entre otros, por el autor antes

citado quien expone que: “La teoría del enriquecimiento sin

causa ha alcanzado un gran desarrollo, y tiene por objeto

precisamente evitar que una persona se enriquezca a costa

de otra si no puede justificar jurídicamente este

enriquecimiento” (Las Obligaciones, Tomo I, Sexta Edición,

Editorial LegalPublishing, Pág 223, año 2014). En este

mismo orden de ideas, el autor expone que “la acción de in

rem verso o de repetición, es la que corresponde a quien ha

experimentado un empobrecimiento injustificado para obtener

una indemnización de aquel que se ha enriquecido a su costa

sin causa” (obra ya citada, pág. 228).

Para los tratadistas Alessandri, Somarriva y Vodanovic

el enriquecimiento sin causa consiste en el desplazamiento

de un valor pecuniario de un patrimonio a otro, con

empobrecimiento del primero y enriquecimiento del segundo,

sin que ello esté justificado por una operación jurídica

(como la donación) o por la ley. Es por eso que, al

empobrecido sin causa legítima se le reconoce una acción

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para remover el perjuicio sufrido, llamada acción de

enriquecimiento o también acción de in rem verso.

Destacan los autores que nuestra legislación no admite

el enriquecimiento sin causa, entendiendo por tal el

incremento patrimonial que obtiene una persona sobre la

base del empobrecimiento de otro, procediendo la acción

para restablecer el equilibrio patrimonial roto sin una

justificación legítima, razón por la que se puede

establecer que su fundamento último radica en la equidad.

En efecto, la inspiración del referido principio radica

en que el Derecho repudia el enriquecimiento a expensas de

otro sin una causa que lo justifique. Así, como fuente de

obligaciones, puede conceptualizarse como una atribución

patrimonial sin una justificación que la explique, cuestión

que determina la obligación de restituir.

La doctrina tradicional señala que los requisitos del

enriquecimiento son: a) la existencia de un enriquecimiento

de un sujeto, entendido como toda ventaja patrimonial, sea

por aumento del patrimonio o por evitarse una disminución

del gasto; b) el empobrecimiento correlativo de otro,

entendido como la pérdida de una cosa, derecho o ventaja;

c) ausencia de una causa que justifique el enriquecimiento.

En tanto, la tesis moderna, sostiene que no es

indispensable el elemento del empobrecimiento, puesto que

la institución más que estar dirigida a cubrir esa

situación, aspira a que restituya aquel que no tiene causa

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para retener, en atención al hecho que la atribución

patrimonial debe tener siempre una causa que la justifique,

así, como el enriquecimiento siempre es consecuencia de un

hecho, será ese hecho el que vincule a otro sujeto con la

situación producida y determine la titularidad del derecho

al reembolso o restitución. (“El enriquecimiento sin causa.

Principio de derecho y Fuente de obligaciones”; en Revista

de Derecho de la Universidad de Concepción, N°200, año

LXIV, julio-diciembre 1996; Daniel Peñailillo Arévalo).

Octavo: Que, más allá de la determinación respecto de

si el principio en estudio puede constituir una fuente

autónoma, lo relevante es que si bien nuestro legislador no

ha regulado expresamente el enriquecimiento sin causa, lo

cierto es que si estableció, como se adelantó, una serie de

instituciones que se fundan en él. Así, la doctrina está

conteste en que las reglas de las prestaciones mutuas, la

responsabilidad extracontractual por hecho ajeno, la

nulidad de los actos de un incapaz, las recompensas en la

sociedad conyugal y la accesión, se inspiran en el referido

principio.

Interesa destacar, por estar vinculado directamente a

la litis, el caso de la accesión de mueble a inmueble

previsto en el artículo 668 y 669 del Código Civil.

Específicamente, la última disposición citada es la que ha

servido de sustento a la acción ejercida en autos, norma

que dispone: “El dueño del terreno en que otra persona, sin

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su conocimiento, hubiere edificado, plantado o sembrado,

tendrá el derecho de hacer suyo el edificio, plantación o

sementera, mediante las indemnizaciones prescritas a favor

de los poseedores de buena o mala fe en el título De la

reivindicación, o de obligar al que edificó o plantó a

pagarle el justo precio del terreno con los intereses

legales por todo el tiempo que lo haya tenido en su poder,

y al que sembró a pagarle la renta y a indemnizarle los

perjuicios.

Si se ha edificado, plantado o sembrado a ciencia y

paciencia del dueño del terreno, será éste obligado, para

recobrarlo, a pagar el valor del edificio, plantación o

sementera”.

En efecto, la referida disposición se funda en el

principio de enriquecimiento sin causa toda vez que,

conforme a la regla de que lo accesorio sigue la suerte de

lo principal, el dueño del terreno extiende su dominio a lo

edificado y plantado por un tercero, empero, aquello no es

automático, puesto que la ley prevé el pago de lo

edificado, distinguiendo si el tercero actuó de buena o

mala fe y atendiendo, además, al conocimiento del

propietario respecto del proceso de edificación o

plantación.

Es así como incluso, autores nacionales, han

cuestionado que quien plantó o edificó pierda su dominio

por acceder al inmueble, pues para que aquello ocurra,

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refieren, es imprescindible el pago de la correspondiente

indemnización, cuestión que no es compartida por la

doctrina clásica que refiere que, indudablemente, el dueño

del predio es dueño de lo edificado en él, empero, para

recuperar su inmueble que está en manos del tercero, debe

pagar previamente el valor de las edificaciones o

plantaciones.

Noveno: Que, por otro lado, se debe tener presente,

atendido el origen del conflicto jurídico de autos, que la

expropiación es la privación forzada de la propiedad (o de

uno o más de los atributos esenciales del dominio) por la

autoridad estatal competente mediante la correspondiente

indemnización. En doctrina la expropiación ha sido definida

por Carlos García Oviedo como “un acto de Derecho Público,

mediante el cual la Administración, o un particular

subrogado en sus derechos, adquiere la propiedad de un bien

ajeno, mediante la indemnización correspondiente” y por

Patricio Aylwin como “acto por el cual se priva a una

persona de un bien de su dominio por decisión unilateral

del Estado, por razón de utilidad pública calificada por

ley y previo pago de una indemnización al expropiado”

(citas de Daniel Peñailillo Arévalo en “La Expropiación

ante el Derecho Civil”, Editorial Jurídica de Chile,

segunda edición, año 2004, página 13 y 14).

Además, vinculado a la materia propuesta por el

arbitrio, el autor antes citado ha señalado: “Puede

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acontecer que todo un procedimiento expropiatorio se siga

con quien no es, en realidad, dueño del bien expropiado.

Ello es posible sobre todo respecto de bienes muebles. Con

un sistema registral de escasa legalidad, como el nuestro,

aunque difícil, es también posible respecto de bienes

raíces. En tal evento, si bien es cierto la expropiación

“no toma en cuenta la voluntad del expropiado”, como lo ha

sostenido un fallo, no pueden desconocerse los derechos del

dueño; por ejemplo, el de reclamar la procedencia de la

expropiación, que bien pudo no haber ejercitado o haberlo

ejercitado en forma inapropiada el dueño aparente. Parece

adecuado concluir que las acciones que le asisten las

mantiene mientras no se extingan por la prescripción. Y en

cuanto a la indemnización, si la autoridad expropiante la

pagó, apareciendo el verdadero dueño bien podría aducir el

principio “quien paga mal paga dos veces” y exigir el pago

a él, igualmente mientras no se extinga su derecho por la

prescripción. Ello sin perjuicio de las acciones que como

consecuencia asistan al expropiante en contra del aparente

dueño a quien pagó, para la restitución” (Obra citada,

páginas 19 y 20).

Décimo: Que, asentadas las ideas anteriores,

corresponde emitir pronunciamiento respecto del primer

capítulo de casación, en que se acusa la vulneración del

artículo 23 del Decreto Ley N° 2186, toda vez que se

sostiene que los actores debieron acudir en el

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procedimiento expropiatorio, ejerciendo la acción prevista

en la disposición antes referida.

El artículo 23 antes señalado, ubicado en el Título VI

del Decreto Ley N° 2186, cuyo epígrafe reza "De la

liquidación de la indemnización", señala: "Consignada a la

orden del Tribunal la indemnización o la cuota de ésta que

debe pagarse de contado, a que se refiere el inciso primero

del 3 artículo 17, el juez ordenará publicar dos avisos a

costa del expropiante, conminando para que, dentro del

plazo de veinte días, contados desde la publicación del

último aviso, los titulares de derechos reales constituidos

con anterioridad al acto expropiatorio y los acreedores que

antes de esa fecha hayan obtenido resoluciones judiciales

que embaracen o limiten el dominio del expropiado o el

ejercicio de sus facultades de dueño, hagan valer sus

derechos en el procedimiento de liquidación sobre el monto

de la indemnización, bajo apercibimiento de que,

transcurrido dicho plazo, no podrán hacerlos valer después

sobre el monto de la indemnización. Los juicios que

hubieren iniciado se agregarán a este procedimiento y se

paralizarán en el estado en que se encuentren, sin

perjuicio de que los acreedores usen de sus derechos en

conformidad a las normas de este título. No obstante, los

juicios en que un tercero reclame dominio sobre la

totalidad o parte del bien expropiado, se acumularán

también ante el Tribunal que conozca de la expropiación,

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pero continuarán tramitándose con arreglo al procedimiento

que corresponda según su naturaleza, hasta que cause

ejecutoria la sentencia definitiva conforme al inciso

cuarto del artículo 49 de la presente ley (...)"

Undécimo: Que, la sola lectura del arbitrio permite

descartar el error de derecho invocado por el recurrente,

toda vez que, la situación de los actores no puede

encasillarse en ninguna de las hipótesis contempladas en la

referida norma.

En efecto, el acto expropiatorio tiene como objeto un

terreno que figuraba inscrito a nombre del Serviu X Región,

razón por la que se consigna el dinero correspondiente a la

indemnización de perjuicios provisoria establecido por la

Comisión de Peritos en el juzgado civil correspondiente.

Así, conforme a las hipótesis que examina la norma

transcrita, es posible distinguir con toda claridad el

ejercicio de los derechos por parte de terceros sobre el

objeto expropiado, quienes tendrán derecho a participar de

la indemnización por privación de esos derechos. En este

aspecto, primeramente se contempla a quienes detenten la

titularidad de derechos reales sobre la cosa objeto del

acto expropiatorio y a los acreedores que hayan obtenido

resoluciones judiciales en los términos consignados,

quienes podrán reclamar lo pertinente en el proceso de

liquidación, para seguidamente referirse la ley a aquellos

que reclamen dominio, en todo o parte, del mismo bien.

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Lo anterior encuentra sustento en el artículo 28 del

Decreto en análisis, que da cuenta de la ritualidad de los

procedimientos incoados por los distintos terceros con

ocasión del ejercicio de sus derechos en los términos de

los artículos 23, 24 y 25 en relación con el artículo 27,

diferenciando en el proceder respecto de las pretensiones

de acreedores y titulares de derechos reales a los que el

artículo 23 precitado hace alusión -cuyos intereses y

alegaciones darán lugar a la formación de un cuaderno

separado dentro del mismo proceso voluntario- y aquellos

juicios en que se discuta el dominio de la totalidad o

parte del bien expropiado. Ergo, distinto es el tratamiento

que la ley confiere a los terceros que aleguen dominio

sobre el bien expropiado y aquellos que invoquen otros

derechos reales en los términos que detalla el artículo 23.

Es en este escenario que cabe preguntarse si los

actores podían presentarse en el procedimiento alegando

derechos sobre el monto consignado esgrimiendo la calidad

de propietarios de las construcciones. La respuesta es

claramente negativa, toda vez que por un lado, si

eventualmente alegaban la calidad de propietario, siguiendo

la doctrina que determina que el dueño del terreno sólo se

hace dueño de lo edificado al pagar su valor, correspondía

aplicar la acción reivindicatoria, acción que en los

términos del artículo 23 se debía acumular. Por otro lado,

si se considera que aquellos no podían invocar la calidad

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de propietario, pues el dueño del terreno quien se hace

dueño de lo edificado, con la única limitante de

encontrarse obligado a pagar una indemnización, igualmente

la acción del artículo 23 resultaba inidónea para proteger

sus derechos, pues requerían de un juicio declarativo en

que se estableciera su derecho al pago del valor de lo

edificado.

Duodécimo: Que lo hasta ahora expuesto permite

descartar lo reseñado en el primer capítulo de casación,

toda vez que, al contrario de lo sostenido por el

recurrente, los actores no se encontraban obligados a

recurrir al procedimiento expropiatorio de conformidad con

lo establecido en el artículo 23 antes reseñado, toda vez

que el ejercicio de tal acción resultaba impertinente a la

situación de autos, en que el derecho plasmado en favor de

los actores debía ejercerse al amparo de la acción

contemplada en el artículo 669 del Código Civil, fundado en

el enriquecimiento sin causa

Décimo tercero: Que, en el segundo capítulo de casación

se acusa la vulneración del artículo 669 del Código Civil.

En una primera línea argumental refiere que es improcedente

la acción, toda vez que desde que se consignó el monto de

la indemnización provisoria en la cuenta corriente del

tribunal, el Serviu IX Región no es dueño del inmueble, por

lo que malamente podría tratarse de un dueño que pretenda

recuperar la propiedad. Sin embargo, tal aseveración

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soslaya la línea de tiempo en que se inserta la situación

de autos. En efecto, previo a la dictación del acto

expropiatorio, la recurrente accionó de precario en contra

de María Guerrero, razón por la que se colocó en la

hipótesis del inciso segundo del artículo 669 antes

referido, puesto que, es el propio Serviu quien reconoció

en aquel juicio como en este, que los actores ocupaban el

terreno desde el año 1978, fecha en que distintos

pobladores iniciaron la “toma” del terreno, construyendo

viviendas. En consecuencia, indudablemente que al ejercer

la acción de precario el 7 de octubre de 2011, se colocó en

la calidad de propietario que pretendía recuperar su

terreno, razón por la que, al haberse edificado a su vista

y paciencia, se encontraba obligado a pagar las

indemnizaciones. En efecto, al dictarse el acto

expropiatorio -Decreto Exento Nº 1408- el 30 de julio de

2012, incluso se había dictado la sentencia definitiva de

primera instancia que acogió la acción y ordenó la entrega

del terreno al Serviu (12 de julio 2012). Si bien tal fallo

fue apelado, no puede soslayarse que la apelación en el

referido procedimiento se concede en el solo efecto

devolutivo, razón por la que el referido servicio estaba en

condiciones de exigir su cumplimiento, máxime si se

considera que la consignación efectuada por el Fisco de

Chile se realizó el 30 de agosto del mismo año.

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Décimo cuarto: Que, bajo una segunda línea argumental,

se construye la infracción del artículo 669 del Código

Civil, esgrimiendo que se incurre en un error de derecho al

señalar que existió un enriquecimiento sin causa que

justifica la restitución del dinero correspondiente al

valor de las edificaciones, porque el retiro del dinero

consignado tiene una causa legal amparada en el

procedimiento expropiatorio. Tal afirmación, debe ser

desestimada, toda vez que, como se dijo, en la especie, si

bien el Serviu era el propietario del terreno, se

encontraba obligado a pagar a los actores el valor de las

edificaciones, toda vez que no fue él quien las erigió, ni

eran suyos los materiales utilizados. Así, no puede

esgrimir el Serviu que desconocía su obligación de

abstenerse de retirar las sumas correspondiente a

construcciones que no fueron realizadas por él, puesto que

en idéntica situación se encontraba el monto consignado

como valor de la sede social, el que no fue retirado por el

referido servicio, reconociendo que, al no haberla erigido

él, no le correspondía su valor. En este aspecto se debe

ser claro en señalar que no se reprocha acá ilegalidad al

proceso expropiatorio, sino que la conducta indebida, que

da origen al enriquecimiento sin causa, se materializa al

retirar el monto consignado, no sólo respecto del terreno,

sino que también el correspondiente a las tres

edificaciones realizadas por los actores.

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Es así como, al contrario de lo referido por los

actores, se cumplen todos los requisitos del

enriquecimiento sin causa que da origen a la acción re in

verso, toda vez que hay un aumento del patrimonio del

Serviu y un empobrecimiento correlativo del patrimonio de

los actores, sin que aquello tenga una causa jurídica que

lo justifique, según se ha analizado en el transcurso de

este fallo, razón por la que sólo cabe desestimar el yerro

jurídico denunciado en este acápite.

Décimo quinto: Que, finalmente, el recurrente esgrime

una serie de razones que, a su parecer, determinan el

rechazo de la acción incoada en autos, soslayando que en la

especie se está ante un recurso de nulidad sustancial y no

ante un recurso de apelación, razón por la que es

imprescindible que se señalen infracción de normas legales

que constituyen errores de derecho en relación a la

sentencia pronunciada, sin que sea procedente esgrimir

razones de mérito para rechazar la acción.

En efecto, olvida el recurrente el carácter estricto

del recurso de casación cuyas exigencias se disponen en el

artículo 772 del Código de Procedimiento Civil, que debe

entenderse en armonía con lo previsto en los artículos 764

y 767 del mismo Código. De acuerdo a dichos preceptos se

permite como único sustento de la invalidación de la

sentencia censurada el quebrantamiento de una o más normas

legales contenidas en la decisión. Por ello es menester que

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al interponer un recurso de esta naturaleza la recurrente

cumpla lo requerido por la disposición en análisis, esto

es, expresar en qué consisten él o los errores de derecho

de que adolece la resolución recurrida.

Tanto la jurisprudencia como la doctrina hacen

consistir esos yerros en aquellos que pudieron originarse

por haber otorgado los sentenciadores un alcance diferente

a una norma legal respecto del establecido por el

legislador, ya sea ampliando o restringiendo el mandato de

sus disposiciones; o por haber aplicado una ley a un caso

no previsto en ella o, por último, por haber dado

aplicación a un precepto legal en una situación ajena a la

de su prescripción.

En este mismo orden de ideas, aparte del cumplimiento

del requisito enunciado, con idéntica rigurosidad, el mismo

artículo 772 del Código de Procedimiento Civil impone, a

quien interponga un recurso de casación en el fondo, la

obligación de señalar en el respectivo escrito el modo en

que el o los errores de derecho que denuncia han influido

sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia que trata

de invalidar.

Décimo sexto: Que atento a lo expresado, resulta

innegable que específicamente, en el sub acápite

relacionado con “otras consideraciones”, el arbitrio carece

de razonamientos concretos y precisos dirigidos a demostrar

los errores de derecho en que habrían incurrido los

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sentenciadores, constriñendo su exposición a la simple

enunciación, lo que no se condice con la exigencia impuesta

por el legislador.

Décimo séptimo: Que, sin perjuicio que lo reseñado es

suficiente para descartar el arbitrio, cabe tener presente,

además, en relación al error de derecho relacionado con los

reajustes e intereses, que según lo dispone el mencionado

artículo 767, para que un error de derecho pueda influir de

manera substancial en lo dispositivo del fallo, aquél debe

consistir en una equivocada aplicación, interpretación o

falta de aplicación de aquellas normas destinadas a decidir

la cuestión controvertida, situación que no ocurre en este

caso, desde que no se denuncian como infringidas

disposiciones legales que regulan la materia esgrimida,

como lo es el artículo 1559 del Código Civil.

Lo anterior permite concluir que se considera que tales

preceptos -que tienen la calidad de decisorios de la litis-

han sido correctamente aplicados y es por esta

circunstancia que el recurso de casación en el fondo no

puede prosperar, puesto que aun en el evento que esta Corte

concordara con el recurrente en el sentido de haberse

producido los errores de derecho que denuncia, tendría que

declarar que éstos no influyen en lo dispositivo de la

sentencia.

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Décimo octavo: Que por lo expuesto en los motivos

precedentes, el recurso de casación en el fondo ha de ser

desestimado.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en los

artículos 764, 765, 767 y 805 del Código de Procedimiento

Civil, se rechaza el recurso de casación en el fondo

deducido en lo principal de fojas 336, en contra de la

sentencia de tres de noviembre de dos mil diecisiete,

escrita a fojas 334.

Acordado con el voto en contra del Ministro señor

Arturo Prado Puga, quien fue del parecer de acoger el

arbitrio de casación, solo en relación al yerro jurídico

vinculado al pago de los reajustes e intereses, toda vez

que a su juicio se cumple con la exigencia impuesta por el

artículo 767 del Código de Procedimiento Civil al explicar

en qué consiste el yerro jurídico denunciado, sin que sea

imprescindible señalar la norma concreta que se estima

infringida, siguiendo el viejo aforismo iura novit curia.

En este escenario, a juicio de quien sostiene este

voto particular, la sentencia impugnada ha fijado de forma

errónea el pago de reajustes e intereses, al establecer que

aquellos se devengan y deben percibir desde la fecha en que

se retiraron por la parte demandada los dineros que se

ordena restituir.

En efecto, hay que hacer distinciones. Por una parte,

respecto de los reajustes, se debe consignar que si bien la

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acción materia de autos reviste el carácter de restitutoria

de carácter excepcional, lo cierto es que el fallo tiene un

carácter declarativo, por lo que aquellos sólo se pueden

generar desde que la obligación de devolución de las sumas

obtenidas adquiere certeza absoluta e indubitada, lo que en

la especie ocurrirá cuando la presente sentencia se

encuentre firme y ejecutoriada.

Por otro lado, en lo que dice relación a los

intereses, en cambio, se debe señalar que esta materia rige

la norma prescrita en el artículo 1559 del Código Civil,

conforme al cual los intereses sólo se deben una vez que el

deudor se constituye en mora, de modo que constituye un

yerro jurídico ordenar el pago de los mismos desde la fecha

en que el demandado percibió la suma de dinero que se

ordena restituir por el menoscabo patrimonial efectivo.

Redacción a cargo del Abogado Integrante señor

Quintanilla, y de la disidencia, su autor.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Rol N° 44.324-2017.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sra. María
Eugenia Sandoval G. y Sr. Arturo Prado P. y los Abogados
Integrantes Sr. Álvaro Quintanilla P. y Sr. Pedro Pierry A.
No firman, no obstante haber concurrido a la vista y al
acuerdo de la causa, los Abogados Integrantes Sr.
Quintanilla y Sr. Pierry por estar ausentes. Santiago, 03 de
septiembre de 2018.

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SERGIO MANUEL MUÑOZ GAJARDO MARIA EUGENIA SANDOVAL GOUET
MINISTRO MINISTRA
Fecha: 03/09/2018 08:50:11 Fecha: 03/09/2018 08:53:37

ARTURO JOSE PRADO PUGA


MINISTRO
Fecha: 03/09/2018 10:16:11

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/09/2018 11:20:32

En Santiago, a tres de septiembre de dos mil dieciocho, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 03/09/2018 11:20:34

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. TXDXGSNXNZ

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